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FUERZAS VIVAS

El Servicio es el rostro de La Iglesia


Por Juan Valdez

Que tal, amigos y amigas que trabajan y prestan su servicio en las Parroquias de nuestra zona, reciban un cordial saludo
de la Pastoral de las Comunicaciones, quienes continuamos en esta segunda mitad del año, con el fin de compartirles
algunos puntos de vista en forma de breves ensayos, en esta ocasión, compartimos con ustedes una breve opinión
sobre quienes prestamos alguna clase de servicio en la Parroquia, y no solo es la opinión, ésta, va acompañada de un
ejercicio que nos pondrá en una posición reflexiva sobre lo que hacemos, como lo hacemos y hacia quienes se lo
hacemos, así que si me lo permite, comenzamos.

Primero me gustaría quitarle el mito a las cosas relacionadas a la Iglesia y a Dio. Dios, es con quien tenemos una relación
sumamente personal, es decir cada uno de nosotros, lo ve y lo asimila de una forma diferente y vive su fe de forma
distinta también, la Iglesia, es quien nos orienta, quien nos guía y quien conserva en su seno -por sus ritos y en base a la
fe; los medios para tener un contacto con Dios más tangible, como los Sacramentos, Dios está representado en la Iglesia,
y la Iglesia busca hacer realidad el Reino de Dios en la tierra, y si bien es cierto no es perfecta, también es cierto que en
ese peregrinar busca la perfección al estar orientada a Dios.

Por nuestra fe, ideología y creencias, nosotros conformamos la Iglesia peregrina laical, la Iglesia Clerical es aquella
conformada por los Sacerdotes, religiosos y religiosos, ambos compartimos los templos físicos, el Clero los administra y
conserva con ayuda de los laicos, el Sacerdote distribuye las cosas sagradas y los Laicos comprometidos coadyuvan a
llevar ese mensaje al resto de los laicos mediante los grupos que al final forman las fuerzas vivas.

Los templos solo son construcciones. Merecen un respeto por lo que representan, pero al final, solo son construcciones
que se pueden tirar y levantar, fuera del momento de la consagración que es el momento más sagrado en la Santa Misa,
solo son construcciones de piedra hechas por el hombre. El respeto que estas construcciones merecen como ya
decíamos es por lo que representan, y por su valor histórico, pero no más allá, es decir, un templo no está por encima de
la vida de una persona, ni siquiera está por encima de la fe.

Como decíamos anteriormente, los Sacerdotes y algunos laicos, están encargados de administrar y conservar dichos
templos, porque es el lugar donde se realiza la asamblea y donde se hace presente Dios, los sacerdotes administran las
cosas sagradas también y algunos laicos fungen como ministros, los laicos asistimos a los templos para recibir dichos
sacramentos.

El sacerdote en su investidura, es el Alter Christus, -El otro Cristo, pero también es ser humano, que tiene carácter, que
tiene aciertos y tiene errores, el sacerdote pues, tiene dos imágenes, como ya decíamos, el hombre, que vive su
humanidad orientada al servicio al prójimo, que es un ser virtuoso y que sin duda tiene las mismas capacidades que
usted o yo, y el sacerdote (el hombre cuando se reviste es el Alter Christus) que administra y distribuye las cosas
sagradas, es un hombre llamado entre los hombres y a través de él, habla Dios, pero no es Dios, por desgracia, muchos
laicos piensan que si.

El laico comprometido, es quien coadyuva al Sacerdote en la administración del templo y los sacramentos, y esos Laicos
son personas ordinarias, con virtudes y defectos, que donan su tiempo y recursos en aras del otro y al formar parte de la
administración de la Iglesia, ya no son parte de los laicos comunes, sino que son laicos comprometidos que tienen otra
misión y otra responsabilidad en relación a la Iglesia y a los mismos laicos, por desgracia, muchos de los laicos
comprometidos a veces están en una especie de limbo epistemológico que es tan desagradable como estéril, es decir,
que no permite germinar la semilla del Reino, y no es grato estar ahí.

Estar en ese limbo, -a partir de aquí me incluyo, ocasiona que cometamos errores grasos en nuestras actitudes y
actividades, el Padre Ángel Nieto, decía que a veces lo que hacíamos era esparcir la Ignorancia, en vez de eliminarla,
cuando queríamos orientar a otros hermanos, y es que al final, la instrucción laical, recae en manos del Sacerdote si,
pero también de los laicos, quienes estamos obligados a buscar y conocer todo lo relacionado a la Fe que pregonamos.
Fuera del terreno del conocimiento (epistemología) y más preocupante que eso, es la actitud que tomamos los laicos
que estamos en el servicio hacia los otros laicos, que si bien es cierto, nadie nos ha dicho donde inicia y donde termina
nuestra labor dentro de la Iglesia Clerical, sería prudente entender, que nosotros en primer lugar, no somos sacerdotes,
que seguimos siendo laicos, que nuestra autoridad si es que la hay, es la de tomar la decisión de llevar al laico al
sacerdote, de la misma forma seria prudente entender también, que nuestra labor en los templos, no es la de regañar a
los feligreses por su comportamiento, o porque no rezan bien, o porque traen el celular encendido, ni andar como
policía de centro comercial durante la celebración, tampoco la de sentirse superior por los conocimientos adquiridos o
por las relación que tienen con el sacerdote.

Me ha tocado tratar con laicos “asistentes” del sacerdote, con laicos “gestores” de los sacramentos y hasta “laicos
guardaespaldas”, “laicos comunicativos” y aquellos que ha negado el acceso al templo a otras personas por su forma de
vestir.

Nosotros, quienes cumplimos con un servicio dentro de la Iglesia estamos obligados a hacer realidad el objetivo de la
misma, “Hacer que la Iglesia se sinónimo del Reino de Dios en la tierra”, pero nuestras actitudes no ayudan, quienes han
padecido el encuentro con un laico como los que les describí párrafos arriba, son aquellas personas que en el mejor de
los casos, se hacen un mal concepto de la religión y de la misma iglesia y en el peor de los casos, cambian de religión y
terminan hablando pestes, no de Dios, sino de la Iglesia.

Muchos de esos laicos comprometidos, adquieren sin querer un Clericalismo que los lleva a venerar la figura del
Hombre-Sacerdote por encima del Sacerdote-Christus, que los lleva a tomar más en serio el sacramental que el
sacramento, que defienden más las bancas de la Iglesia que la doctrina pro-vida,(una es absoluta, la otra es relativa)
laicos que caen el Clericalismo al defender más el templo físico que el templo espiritual y que discriminan en decidir
quien tiene derecho a entrar al Reino y quien no, que cuando el Padre se va de esa Parroquia o lo cambian, lo siguen a
donde se va, dejando entre ver que siguen al hombre, no al Cristo.

Desde mi punto de vista, estimado lector, se me hace muy complicado “vender” la idea de un Dios-que-me-ama,
mediante una técnica que dice todo lo contrario, si el sacerdote es figura de Cristo, los laicos comprometidos tendríamos
que ser, figura de ciudadanos del reino, y para ser un ciudadano del reino pues habría que conocer que implica, porque
si lo fuéramos, seriamos ejemplo vivo de aquellas personas que siguiendo la ley de Dios en base a su amor, logran llegar
a ese reino, es decir, seriamos prueba fehaciente de que lo que creemos es más que cierto, pero por el momento, solo
estamos demostrando que hasta para llegar a Dios, mediante la Iglesia, hay burocracia.

En el afán estricto de ser mejores personas y mejores católicos practicantes, se hace necesario desde mi punto de vista,
que a modo de ejercicio, revisemos nuestras actitudes, razones y voluntades para estar en el servicio, porque por ahí
radica todo lo demás, por ejemplo; si no tenemos poder en casa y en la iglesia sí, no saldremos de la iglesia, si no
tenemos amigos en la comunidad y en la iglesia sí, no saldremos de ahí, si creemos que Dios hace tratos, también
seguiremos en la iglesia, si creemos que Dios recompensa tampoco vamos a salir de ahí, si estamos en el servicio por
cualquier razón que no sea un amor ferviente a Dios y al prójimo, se me he hace muy complejo que podamos dar un
buen servicio.

¿Cómo hemos de saber esto? De forma personal, en oración, acercándonos al Padre, porque al final, si seguimos como
vamos, no seremos mejores que aquellos fariseos y levitas que conocían tanto la ley, que la retorcían en su favor.

Finalmente, la invitación a convertirnos en Discípulos de Jesús, hoy mas que nunca se hace presente a convertirnos en
aquellos que por experiencia propia lo conocen y hablan de él, aquellos que en el servicio de la casa de Dios, llevamos a
quien no lo conoce hasta su presencia, y siempre estamos dispuestos a darnos al otro, y quizá por ahí, vaya la definición
de ser un Ciudadano del Reino, pero al final, esto solo es una invitación.

Reflexionemos.

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