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HUMILDE Ante el mundo que le tocó vivir, donde los valores fundamentales no iban
encaminados a la entrega y al desprendimiento, demostrando así con su Humildad su
afán de entregarse a los demás, pero sobre todo a los más desfavorecidos de la sociedad
por donde se desenvolvió .
PACIENTE para superar cuantas vicisitudes rodearon su vida, desde las tentaciones que
tuvo que vencer, como por la atención que tuvo que brindar a cuantos se acercaban a él.
MODESTO por afrontar con su calidad humana y mostrarnos con su ejemplo de vida que
no se necesita de nada para seguir su firme creencia religiosa.
MISERICORDIOSO por encima de todo. Su vida y Obras derraman allí por donde pasó la
misericordia hacia los hermanos más necesitados y hacia los animales de los que es
Protector.
CELOSO por seguir al pie de la letra lo que escuchó del Evangelio de San Mateo “Ve,
vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y sígueme”,
Gracias a que San Atanasio escribió sobre San Antonio se conocen muchos detalles
de la vida de este santo. San Antonio fue un ermitaño egipcio que vivió en el siglo
III. Se cree que nació en torno al año 251 en el Alto Egipto y que vivió 105 años
falleciendo en el Monte Colzim dejando tras de sí un fuerte ejemplo de vida
cristiana.
Antonio pertenecía a una familia cristiana que trabajaba el campo y que vivía con
cierta holgura, donde fue educado en la fe. Una cita del Evangelio cambiaría su
vida: “vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro
en el cielo. Luego ven y sígueme”. Lo creyó y en cuanto pudo lo llevó a la práctica.
A los veinte años de edad murieron sus padres y decidió donar todo lo que poseía a
los pobres y confió a su hermana a unas vírgenes consagradas para que se hicieran
cargo de ella.
Fue entonces cuando eligió vivir como un ermitaño. Al principio empezó a llevar
una vida apartada en su propia aldea pero pronto decidió irse al desierto. En un
primer momento buscando la total soledad fijó su residencia entre unas antiguas
tumbas.
Fue así como empezó a organizar a estos futuros monjes, aunque buscando este ideal
de soledad para el encuentro con el Señor decidió retirarse solo al desierto para
vivir una vida más estricta y radical en pos de este fin.
Sin embargo, nunca llegó a apartarse del mundo por completo, pues volvió
compaginar su vida eremítica con la dirección de los monjes que querían seguir esta
forma de vida. Incluso llegó a viajar a Alejandría para apoyar a San Atanasio en la
lucha contra el arrianismo.
Con una vida que pondría los cimientos del monacato, Antonio llegaría a la
ancianidad viviendo incluso hasta los 105 años, cuando le llegó la muerte en el
año 356 con esta fama de santidad que se extendería por todo el orbe cristiano hasta
convertirse en uno de los santos más conocidos y relevantes del santoral.