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Las virtudes de San Antonio Abad

Quisiera distinguir, para empezar, entre costumbre y tradición. Lo primero cambia, lo


segundo evoluciona siguiendo fiel a su significado. Es tradición celebrar un novenario,
procesionar con la imagen del santo, determinados símbolos alusivos a vida y la
enseñanza del Santo, incluso las tiradas, según como se hagan, son tradicionales (esto
merece un capítulo aparte).
Son costumbres las "limpiezas del santo" en las casas, los adornos callejeros, la forma de
vestir en la procesión, el toque de campanas, la diana musical, los cohetes para señalizar
la apertura de la ermita, de la Iglesia, el comienzo de una tirada...
Son malas costumbres que hacen daño a todo lo anterior, cualquier tipo de gesto que
no es respetuoso con lo que el Santo representa. A no ser que no nos importe su vida
y su enseñanza en realidad.
Los cohetes nocturnos, tirados sin ton y sin son, sin más motivo que impedir el descanso
de los vecinos son una mala costumbre.
Unos ejemplos:
-Tengo un familiar con demencia senil, el peor momento del día es cuando se hace de
noche, cada vez le cuesta más conciliar el sueño y, si se despierta, tiende a deambular
por la casa con el peligro de una caída a estas edades. Cuéntenme lo bien que le sienta
no sólo que la despierten los cohetes, sino que a partir de ese momento no cesen con un
intervalo entre ellos que parece elegido a mala intención, para impedir volver a conciliar
el sueño. La alegría que da a las familias que pasan por una situación así entre nuestros
vecinos tal costumbre. Sin mencionar a otros enfermos, incluso agonizantes.
-Una familia amiga tuvo un niño de los que en sus primeros cuatro años de vida, dormía
muy poco, y con él, toda la familia, hasta que no tuvo cinco no se atrevieron a darle un
hermanito. Se turnaban para dormir, un día le tocaba a uno ir descansado al trabajo y otro
día al otro. Explíquenles lo bien que les sentaría a una familia con esta situación la falta
de respeto a la intimidad de esos innecesarios cohetes.
Puedo seguir poniendo ejemplos, aparte de la molestia personal que supone en los
días de más estrés para que todo esté bien y en su sitio, por amor a la tradición y a la
memoria de San Antonio Abad, que alguien decida por ti cuánto y cuándo puedes
descansar.
Algunos de nuestros mayores tienen fortuna de estar ajenos a todo eso y poder
descansar mientras un gran equipo de profesionales los cuidan las veinticuatro horas en
nuestra residencia. Pero muchos más, no.
Hay gente a quien le gusta, por lo visto, y prefieren no pensar en nadie ni preocuparse de
nadie, la falta de empatía tiene nombre. La falta de respeto a los demás y la falta de
respeto a lo que el Santo representa, también.
Porque ya me dirán a qué virtudes de las que cantamos continuamente debemos achacar
tal mala costumbre, ¿a la prudencia de San Antonio que cuidaba incluso de los
animales? ¿O es a la misericordia con la que trataba y tenía en cuenta las necesidades
de los demás? ¿O tal vez al amor, que es, fundamentalmente, amor al prójimo?
No me creo una devoción que no tiene en cuenta los valores del Santo.
Haríamos mal en dejar que los barbaros se apropien de la fiesta.
Ustedes perdonen el desahogo y si en algo me equivoco, lo siento.
Cuando hemos llegado al ecuador de nuestras Solemnes Novenas en Honor a San
Antonio Abad, en una Iglesia abarrotada de fieles, en actitud de fervor entre todos los
asistentes, como es habitual al finalizar la Novena, todas la Noches recitamos en la
Oración final, las Virtudes que acompañaron a San Antonio Abad y por las que se le
reconoce su Santidad. Para todos aquellos interesados en conocerlas, os dejamos unas
pinceladas con ellas:

HUMILDE Ante el mundo que le tocó vivir, donde los valores fundamentales no iban
encaminados a la entrega y al desprendimiento, demostrando así con su Humildad su
afán de entregarse a los demás, pero sobre todo a los más desfavorecidos de la sociedad
por donde se desenvolvió .

PACIENTE para superar cuantas vicisitudes rodearon su vida, desde las tentaciones que
tuvo que vencer, como por la atención que tuvo que brindar a cuantos se acercaban a él.

MODESTO por afrontar con su calidad humana y mostrarnos con su ejemplo de vida que
no se necesita de nada para seguir su firme creencia religiosa.

CASTO para estar más cerca de Dios.

PRUDENTE a la hora de mostrar su sabiduría, consiguiendo la admiración de todos.

MISERICORDIOSO por encima de todo. Su vida y Obras derraman allí por donde pasó la
misericordia hacia los hermanos más necesitados y hacia los animales de los que es
Protector.

AMOROSO, mostrándonos con su desprendimiento de todos los bienes terrenales, el


amor hacia Dios y hacia sus semejantes.

CELOSO por seguir al pie de la letra lo que escuchó del Evangelio de San Mateo “Ve,
vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y sígueme”,

CONSTANTE para que sus decisiones siguieran siempre el camino emprendido, sin


desfallecer nunca hasta alcanzar por sus obras y Testimonio , el Olor de Santidad, que
más tarde la Iglesia le reconocería.

Gracias a que San Atanasio escribió sobre San Antonio se conocen muchos detalles
de la vida de este santo. San Antonio fue un ermitaño egipcio que vivió en el siglo
III. Se cree que nació en torno al año 251 en el Alto Egipto y que vivió 105 años
falleciendo en el Monte Colzim dejando tras de sí un fuerte ejemplo de vida
cristiana.

Antonio pertenecía a una familia cristiana que trabajaba el campo y que vivía con
cierta holgura, donde fue educado en la fe. Una cita del Evangelio cambiaría su
vida: “vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro
en el cielo. Luego ven y sígueme”. Lo creyó y en cuanto pudo lo llevó a la práctica.
A los veinte años de edad murieron sus padres y decidió donar todo lo que poseía a
los pobres y confió a su hermana a unas vírgenes consagradas para que se hicieran
cargo de ella.

Fue entonces cuando eligió vivir como un ermitaño. Al principio empezó a llevar
una vida apartada en su propia aldea pero pronto decidió irse al desierto. En un
primer momento buscando la total soledad fijó su residencia entre unas antiguas
tumbas.

Rápidamente su fama de santidad se fue propagando por lo que se le fueron uniendo


numerosos seguidores que querían seguir su ejemplo. Otros también le visitaban
por la fama de sanación que atesoraba.

Fue así como empezó a organizar a estos futuros monjes, aunque buscando este ideal
de soledad para el encuentro con el Señor decidió retirarse solo al desierto para
vivir una vida más estricta y radical en pos de este fin.

Sin embargo, nunca llegó a apartarse del mundo por completo, pues volvió
compaginar su vida eremítica con la dirección de los monjes que querían seguir esta
forma de vida. Incluso llegó a viajar a Alejandría para apoyar a San Atanasio en la
lucha contra el arrianismo.

Con una vida que pondría los cimientos del monacato, Antonio llegaría a la
ancianidad viviendo incluso hasta los 105 años, cuando le llegó la muerte en el
año 356 con esta fama de santidad que se extendería por todo el orbe cristiano hasta
convertirse en uno de los santos más conocidos y relevantes del santoral.

¿Por qué es considerado el padre de la vida monástica?

Desde muy temprano y debido a la cantidad de seguidores que tuvo se ha


considerado a San Antonio padre del monacato. No fue seguramente el primer
ermitaño cristiano. De hecho, San Jerónimo habla de Antonio en la biografía que
escribe de otro ermitaño de nombre Pablo. Incluso Pacomio, contemporáneo del
santo, propuso unas reglas para el monacato. Aún así se le considera a Antonio el
padre de esta forma de vida religiosa.

Una regla monástica muy temprana practicada en Egipto y Oriente, conservada en


formas arábigas y latinas, lleva su nombre. Es la que siguen hoy los monjes uniatos
de Siria y Armenia, sesenta monasterios maronitas y también algunos coptos.
En Occidente, el monacato de San Antonio se corresponde bastante bien con el
observado por los cartujos.

San Antonio, las tentaciones y la lucha contra el demonio.


Uno de los elementos característicos más importantes de San Antonio y que han
tenido un importante reflejo en el arte fue su dura lucha contra el demonio
durante su vida eremítica. Fue atacado, halagado y tentado fuertemente por
Satanás, pero su fortaleza le llevó siempre a agarrarse a Dios. De ahí, su fuerte
predicación acerca de la tentación, sin la cual afirmaba que no podría haber
salvación.

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