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Reportajes teatrales de «Mi revista»

''LOS SIETE AHORCADOS II

La obra cumbre de Leónidas H a b l a n d o p a r a <Mi revista» con su


a d a p t a d o r . Por nuestro r e d a c t o r
Andreiev, en el E s p a ñ o l e n M a d r i d Luis PAUL DE CONDE

'£(iniiniiitiiiiiiiitiiliiiHiiiliiiiiiniinit)iii>ntiiiitttiiniiitiHnuiHiiHiiiiMi iinHmninuiiMiniifuiiniiiiinMtiMinHMiiitiitiMMiniuiiiittnnHUHiinMiuiiiiitiiMiiMiniiMiiHiiiiiiMlliiiiiHumimmmnu[iviimnüt(iiM(]HnHuiini:iininiii)^iii<ii.intiiii>iinrinniiMhMUiMinnHlMiliiinn^

En el escenario del Español hemos visto días ha la adap- novela seria El silencio, para hacerle pasar bajo el pórtico de
tación teatral de la obra representativa de Andreiev Los siete las hermes gloriosas.
ahorcfldts, cuya influencia en la pléyade juvenil de la litera- Escuchadle, recordad con la emoción que conservamos de
tura rusa es bien notoria. El llevar a la escena una obra como ios pcsíijes tristes de nuestra existencia, sus esperanzas llenas
Lox siete ahorcados significa por parte del adaptador un es- de fe, en la primera novela que escribió: "Lloraba yo como un
fuerzo inmenso de comprensión literaria, un ilimitado pro- niño mientras escribí aquellas páginas, poniendo en ellas el
fundismo en la obra de Andreiev, sumida en misterios inquie- verídico relato de todos mis sufrimientos. Cuando llevé el ma-
tantes en torno al dolor. Pueril seria hacer ahora una critica nuscrito al despacho de la Redacción sentíame aún penetrado
de la novela, cuando las más prestigiosas plumas mundiales por aquella tristeza. Me respondieron que volviera dentro de
elevaron un aplauso admirati\-o a quien tan genialmente supo algunas semanas para saber si lo habían aceptado. Volví allá,
penetrar a través del alma humana, para vertirnos en las pá- siempre oprimido por la secreta inquietud que me acompañaba
ginas del libro los estremecimientos ante el temor del más durante la espera de la resolución. Llegóme bajo la forma de
allá, que preocuparon a Andreiev en todas sus obras. una gran carcajada del director, el cual me declaró que mí
Antes de recoger de los labios de su adaptador escénico, prosa no valia nada .." Sin embargo, no acobardándose por
Ricardo Martínez Arboleda, la significación que representa en este y muchos desengaños más, Andreiev siguió luchando con
estos momentos el llevar al teatro una obra tan trascendental firmeza y venció al fin. En la linea que Tolstoyj Dostoyevski
como Los siete ahorcados, perfilemos, aunque fugazmente, la y Choiov, sus novelas le produjeron miles de rublos, llegando
gran figura de su autor: Leónidas Andreiev. su firma a ser la más cotizable en las altas esferas de la lite-
ratura rusa. Tuvo en sus manos los más grandes editores y
ba|o su pluma las revistas de mayor importancia.
Rueda por los cenáculos literarios un magnífico libro de La vida otorgó a Andreiev caricias sensuales de halago, y
García Mercadal: Propios y extraños, al que en España no se otras veces traidoras dentelladas de ramera. Después de mar-
le concedió la atención que requería su importancia literaria. car lina ruta diáfana en la intelectualidad humana, Leónidas
En sus páginas, escritas por el juicio justo y ceñido del crítico Andreiev murió miserablemente en 1919, en la remota Finlan-
que se asoma a la obra con absoluta imparcialidad. García dia, siendo enterrado por caridad de los aldeanos a cuyo jiiicblo
Mercadal nos habla de ios escritores rusos, y al frente de su el gran escritor fué a refugiarse contra los latidos ile una gene-
literatura coloca a una de las más altas cumbres de la novela: ración positivista, embriagada excesivamente por el delirio del
Leónidas .andreiev, y sus Siete ahorcados. "Explorador de las progieso.
tristezas y desolaciones del alma humana—dice su autor en el De toda la niagninca labor que nos ha dejado para gloria
libro citado—, se detiene con complacencia de entomólogo en de I;; literatura rusa, se distingue de entre la variedad de no-
c¡ estudio de casos psicológicos sumamente especiales, y al- velas, cuentos y obras teatrales, Los .siete ahorrados, cuyas pá-
canza con ios más grandes efectos de terror poderosas sutilida- ginas reflejan el clamor sordo del odio, de p;isi(iii ambiciosa
des analíticas y hondas psicologías en torno a la pasión y a la y de abnegación idealista de cinco hombres y dos mujeres
miseria." próx'mos a morir en la horca. Fué escrito el libro en 1908,
Vio la luz por primera vez en una humilde casa de trabaja- posteriormente a las ejecuciones de Kerson y Varsovia, cons-
dores en Orel, pueblo de la Rusia Central, el escritor que con- tituyendo sus páginas un profundo análisis, un exquisito dis-
sagraría su vida, cual apóstol visionario, a reflejar el tormento cernimiento en las hondas pasiones humanas, impregnadas de
del espíritu, rodeado por mil inquietudes extraviadas, que des- verídico v triste dolor.
cubriera para nuevas preocupaciones humanas, y que ya en el
ocaso de su vida hiciera oscilar los pedestales sobre los que
había nacido una tiranía.
Estudiando en la Universidad de Retrogrado, murió su ('uaní.'</ entré en su gabinete de trabajo, .ManiiKv. .Aibolcda,
padre, teniendo que abandonar sus estudios a causa de la com- sobresaliendo por encima de la mesa—confuso montón de pa-
pleta pobreza en que se hallaba sumido. A partir de tntoiKcs, peles, revistas y libros—, me tendió afectuosamente la niaim
su espíritu ávido siempre de escalar las altas cimas de la i i l c Con Arbíjleda son ini'tflles las cuartillas del repmu'ro. .\ Ins
logia intelectual, se asomó a la literatura como atalaya (luf le (inro niiPii;"'; '.harlábamos amigablemente de Andreiev, de la
ofrecía la clar.T visión de la humanidad. El propio /Xndrciev U. K S. .'^., (k'l dcstin'Mh imiento literario en aquel país.
en una aut(>biografía—no traducida al español—, nos habla ilf — ¿Qué le inspin» a teatralizar l.ii\ si,le ¡ihonuilDsy h'
sus primeros balbuceos literarios, de sus luchas sobreluinianas pregunto mirando jos ojos huecos de un \ ifjo biisln de y\n
contra in adversidad, de cuando se pasaba dcjcc horas diarias dreiev, '.iiie .Martínez Arboleda trajo tie un viaje a Rusia y que
escribiendo y tres dias seguidos sin comer, de las torturas y perdido (.'ii la semípenumbra de un rincón ¡larece > si in liarnos
sufrimientos que arrostró en su hampona bohemia y que quisu ron revertntc gravedad.
inútilmente acabar, disparándose un tiro en el pecho. - Desde que leí )K)r primera vez la Historia de los sirle
Él mismo refiere sus desengaños literarios, cuando aun jier- ahorrado.'^- -me responde—, vi en esa novela un drama lU pin
manecía en el misterio de la ineditez, del que le elevó su primera funda intensidad, muy oportuno para representar ahor.i, iiiaiulu

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