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La psicodinámica se centra en explorar los estados y dinámicas emocionales subyacentes a los problemas psicológicos para modificar conductas y afrontar sus desencadenantes emocionales. La terapia de conducta surgió como alternativa a la psicoterapia psicodinámica dominante en la década de 1940, enfocándose en la medición de resultados. El desarrollo de la terapia de inhibición recíproca por Wolpe en 1958 impulsó el enfoque cognitivo de la terapia de
La psicodinámica se centra en explorar los estados y dinámicas emocionales subyacentes a los problemas psicológicos para modificar conductas y afrontar sus desencadenantes emocionales. La terapia de conducta surgió como alternativa a la psicoterapia psicodinámica dominante en la década de 1940, enfocándose en la medición de resultados. El desarrollo de la terapia de inhibición recíproca por Wolpe en 1958 impulsó el enfoque cognitivo de la terapia de
La psicodinámica se centra en explorar los estados y dinámicas emocionales subyacentes a los problemas psicológicos para modificar conductas y afrontar sus desencadenantes emocionales. La terapia de conducta surgió como alternativa a la psicoterapia psicodinámica dominante en la década de 1940, enfocándose en la medición de resultados. El desarrollo de la terapia de inhibición recíproca por Wolpe en 1958 impulsó el enfoque cognitivo de la terapia de
La Psicodinámica es un enfoque psicológico derivado del Psicoanálisis,
aunque se diferencie de ello en la modalidad de intervención focalizada en el “aquí y ahora” (problemática actual del cliente) y en una mayor brevedad, por medio de un trabajo centrado en ciertos conflictos destacados en la condición actual del consultante.
Su objetivo principal coincide con la exploración activa de los estados y
dinámicas emocionales que se encuentran a la base de los problemas psicológicos. Se trata de una herramienta de trabajo transversal, utilizable tanto para solucionar problemáticas específicas como para el crecimiento personal. Este método no sólo permite modificar conductas, sino descubrir y afrontar las dinámicas emocionales que las desencadenan: la maduración emocional favorece el sentido de auto-eficacia y el desarrollo de la libertad interior
Hace aproximadamente un siglo que Ebbinghaus pronunció su famosa frase de
que la Psicologia tiene un largo pasado y una corta historia. Algo similar puede decirse de la terapia de conducta (TC), un término acuñado hace medio siglo. Por el contrario, el refuerzo, un término esencial del a TC desde siempre, ha sido aplicado de forma inconsciente y no sistemática durante numerosos siglos, mientras que la TC como una disciplina formal es relativamente nueva. Estas palabras introductorias tienen como objetivos inmediatos situar en su contexto los orígenes de la TC.
En Estados Unidos y Reino Unido, principalmente, había en los años
cuarenta sólo una psicoterapia aceptada de forma general para los trastornos funcionales. Era la psicoterapia Psicodinámica, limitada exclusivamente a la práctica psiquiátrica, y las únicas alternativas permitidas eran las intervenciones físicas, como la terapia electroconvulsiva (TEC) y algunas medicaciones con psicofármacos. En esos días, la psicoterapia quería decir terapia Psicodinámica y solo se permitía (por el poderoso sistema médico) a los médicos con licencia realizar, o ser entrenados en, psicoterapia. Incluso si se proporcionaba de alguna forma ese entrenamiento para profesionales no médicos- un hecho poco probable- no se permitía bajo ninguna circunstancia, fuesen psicólogos o trabajadores sociales, que realizaran una práctica independiente. Y puesto que la terapia Psicodinámica no se debía cuestionar, no se consideraba la posibilidad de alguna clase de validación con base en datos.
En 1950, Miller y Dollard, dos figuras eminentes en su campo, intentaron
hacer comprensible entre sí dos vocabularios mutuamente extraños, dos modos de pensar incompatibles (algo que ahora es menos extremo que entonces). Adelantándose a su tiempo ese intento fracasó y el libro de Dollard y Miller tuvo poco éxito. La teoría y práctica Psicodinámica eran una verdad inmutable.
Teniendo en cuenta este ambiente incapacitante, un pequeño, pero
distinguido y profundamente insatisfecho, grupo de psicólogos, todos trabajando en el Instituto de Psiquiatría de la Universidad de Londres (Hospital Maudsley) en investigación y en medición tradicional, buscaron una alternativa más equilibrada y reforzante. Los dos miembros más destacados de ese grupo eran Hans Eysenck y Joseph Wolpe. Finalmente, luego de alguna comprobación inicial de campo y de una validación limitada, se llego a la, por aquel entonces novedosa, combinación E-R (estimulo-respuesta) o condicionamiento de base pauloviana y a la metodología de las ciencias conductuales. Tal como se esperaba, esta combinación se encontró con la resistencia general de prácticamente todos los psiquiatras y la mayoría de los psicólogos clínicos de la época.
En esa época, la TC no constituía ningún desafío a la terapia
Psicodinámica. La primera basada exclusivamente en el condicionamiento, era simplista y se dirigía a pacientes verbal y culturalmente limitados. La última, que abordaba cuestiones más importantes, era muy diferente y fácilmente aplicable a individuos sofisticados y verbalmente habilidosos. A diferencia de la TC, la terapia Psicodinámica requería muchas sesiones, pero sus procedimientos eran atractivos e intelectualmente estimulantes, en vez de limitarse a la estructura más rígida y de restringido alcance cognitivo de la TC de la época. Otras diferencias claves eran que la TC requería menos sesiones y la evaluación de los resultados era una preocupación notable.
Entonces ocurrió algo importante, algo que cambió la naturaleza entera de
la TC, un salto hacia adelante que catapultó a la TC a la Edad Moderna. Este acontecimiento fue la publicación en 1958 de la psicoterapia de inhibición recíproca (y la desensibilización sistemática) de WOLPE. Este hecho cambio totalmente la apariencia y la naturaleza de la TC. A causa de esta aportación, la TC podía, por fin, prestar atención a problemas significativos e interacciones cognitivas. La TC despego con una extraordinaria rapidez y, salvo la rígida resistencia de unos pocos intransigentes, la oposición continua desapareció. Gradualmente, la base de condicionamiento pauloviano de la TC empezó a incorporar cada vez más aspectos de las ciencias naturales y sociales y de la cognición y, en menor medida, el afecto se incorporó poco a poco en un nuevo marco de la TC. De forma asimilar, al final de los años ochenta, cuatro o cinco modelos alternativos bien desarrollados de la TC eran capaces de existir al mismo tiempo en armonía. En esencia, la TC se convirtió en una permisiva confederación de terapias basadas en la teoría del aprendizaje, compartiendo una metodología de la ciencia conductual común.
La formulación clínica conductual no solamente es aplicable al proceso
terapéutico del paciente individual, sino que subyace a cualquier intervención que requiera desarrollar hipótesis sobre las relaciones de causalidad que dan lugar a determinados resultados en diversos ámbitos.
La destreza en la realización de esta tarea se ha atribuido
fundamentalmente al grado de experiencia del terapeuta, a su intuición o a lo que se ha denominado el “el ojo clínico”, sin que se haya especificado de forma sistemática un conjunto de procedimientos u operaciones que permitan desarrollar de modo más eficiente las habilidades para realizar, además de la evaluación, una adecuada formulación del conjunto de problemas que presenta una persona.
DEFINICION DE LA FORMULACION CLINICA
Desde sus inicios, la terapia de conducta se caracterizó por la aplicación de la
metodología científica al estudio intensivo del caso individual. Se trataba de aplicar los mismos procedimientos y métodos que se utilizaban en la investigación científica, es decir, la observación sistemática, la formulación de hipótesis que relacionaban los eventos, la validación de tales hipótesis a través de control de variables, la observación y medición de los resultados, y la formulación de enunciados teóricos sobre las variables responsables del mantenimiento del comportamiento. Es necesario diferenciar entre formulación de hipótesis y formulación clínica. La primera se refiere al establecimiento de formulaciones tentativas entre eventos específicos o conjuntos de eventos, de carácter probabilista, sujetas a validación, que permite hacer predicciones sobre el comportamiento. La segunda, es decir, la formulación clínica, además de la formulación de hipótesis implica la generación de un modelo causal dentro del cual se enmarcan e y se interrelacionan las distintas hipótesis. El establecimiento de un modelo molar explicativo de relaciones causales permite, además, aplicarlo a diversos campos, que van desde el esquema tradicional clínico de intervención intensiva en el campo individual (terapia del comportamiento), pasando por la intervención conductual en el medio organizacional, hasta el abordaje de problemas sociales a nivel molar, como los trabajos de prevención de la salud a nivel comunitario o la modificación del comportamiento de grandes segmentos de la población.