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El Arraigo es la forma como estamos plantados sobre la tierra con

nuestros pies.

Estar Arraigado es vivir de forma responsable y comprometida con la


realidad, conscientes de nosotros mismos y estableciendo un contacto
con el otro y con el medio ambiente.

Podemos estar arraigados a varios niveles:

El arraigo a nivel físico proporciona una seguridad con la que podemos


rendirnos a emociones fuertes y profundas dejándolas fluir, en vez de
reprimirlas o negarlas.

El arraigo emocional nos da la capacidad de diferenciar sentimientos


del pasado y del presente, y poder expresarlos de manera fluida,
alejándonos de proyectarlos en el presente.

El arraigo mental poder distinguir la veracidad de las imágenes y


creencias y que tan actualizadas están las defensas. Ver cuál es la
verdad hoy.

Características de una Persona Arraigada

Agradecidas.

Asertivos

Conscientes de sus necesidades

Saben poner limites

Empaticas

Su cuerpo es flexible

Centrado

En contacto pleno.

Para Conger (1994) existen 7 fases en el arraigo que se van


desarrollando desde el nacimiento hasta la edad adulta:
1. En el vientre de nuestra madre. Para poder arraigarnos necesitamos
ser aceptados amorosamente tanto por mama como por el núcleo
familiar que nos recibe

2. Al sentarnos, gatear, a pararnos y caminar, desarrollamos


territorialidad y limites

3. En el desarrollo de nuestras relaciones y nuestra sexualidad.

4. En la adolescencia cuando nos alejamos de la familia para formar


grupos con nuestros pares

5. Al salir de la casa materna-paterna para establecernos en el mundo


externo

6. En la adultez joven, nos enfrentamos con las limitaciones y


restricciones de la realidad. Tenemos que trabajar para vivir y
aprender a posponer ciertos sueños y aprendemos a superarlos.
7. Redimensionamos la relación con nuestro cuerpo

Conger “nos sentimos intrigados por el sutil juego que existe entre la
cercanía y la distancia” (1994).

Los problemas emocionales, el sufrimiento, el abandono etc., nos


pueden hacer desarraigarnos como árboles en una tormenta.

La experiencia que acompaña el desarraigo es el miedo, la


inseguridad y la desconfianza.
Cuando nos responsabilizamos de nuestros sentimientos y los
expresamos, nos sentimos mas vivos y liberados y la pulsación original
empieza a fluir nuevamente.

Estamos mas en contacto con nuestra congruencia y con nuestra


verdad y realidad propias. Desde la máscara hay una falta de arraigo,
simplemente hay una relación distorsionada con la tierra en sus
distintas expresiones emocionales. 

Cuando se trabaja para asumir, expresar, liberar y entender los


sentimientos que habían estado contenidos por tanto tiempo, detrás de
la máscara en el ser inferior, la relación neurótica con la tierra empieza
a sacudirse, la energía empieza a moverse, a cambiarse de lugar, a
buscar una nueva fuerza en este abrirse hacia una verdad más
profunda, hacia una realidad que rompe el viejo sistema de defensa: lo
derrite y lo disuelve paso a paso. 

Arraigar es poder distinguir la veracidad de las imágenes y creencias y


que tan actualizadas están las defensas. Ver cual es la verdad hoy.

En el nivel mental, el arraigo se lleva a cabo sobre todo cuando


logramos entender quiénes somos, cuáles son nuestros patrones
destructivos, cómo nos traicionamos a nosotros mismos y a qué
imágenes nos aferramos.

Se trata de llegar a comprender, a aclarar y a conectar las preguntas y


las repuestas que nuestro cuerpo tiene.

Para poder cambiar tenemos que entender, pero el hecho de sólo


entender no provoca ningún cambio; la mente tiene que estar
conectada con el resto del cuerpo, tiene que abrirse como parte del
cuerpo y tiene que participar en una integración profunda con él.
Es equilibrar la voluntad interna y la externa para dirigir la intención y
la conducta de manera positiva para ir hacia la vida y no alejarnos de
ella.

El aspecto de la voluntad tiene una relación dinámica muy importante


con los otros niveles.

La parte activa de la voluntad exterior casi siempre empuja hacia


delante dejando atrás los sentimientos, las sensaciones corporales o
los pensamientos sutiles.

Esta voluntad exterior debe entrar en equilibrio con la voluntad interior,


es decir, la voluntad del corazón, la cual ayuda a dirigir la fuerza de la
voluntad con amor, con comprensión y con fuerza interna para saber
cuándo está bien luchar o cuándo es momento de rendirse.

El maestro Eckhart  afirmaba que “la voluntad es muy hábil y todas las
virtudes se encuentran dentro de la voluntad cuando es acertada”.

Él también decía que “todo el amor se encuentra en la voluntad, quien


tiene más voluntad también tiene más amor.

La voluntad integrada, busca la conexión de uno mismo para


unificarse con las fuerzas divinas o superiores.

Cuando la voluntad se utiliza para controlar a otros o para manipular,


se llama voluntarismo, y proviene del ego o máscara.

Este es el arraigo de todo el Ser.

La intención del espíritu de estar aquí siendo lo que está siendo.

Es poder pertenecer a un grupo pudiendo ser lo que somos.

Es centrar el ser superior.

El arraigo espiritual significa estar completo, conseguir la totalidad,


tener el valor para confrontarnos a nosotros mismos, confiar en
nuestro ser interno, ser capaces de mostrarnos a nosotros mismos,
alcanzar la parte divina que está dentro de nosotros.

Susan Thesenga afirma que “cuando nos ponemos en contacto con


nuestro ser superior, podemos expandirnos hacia el infinito. 

El Arraigo en la Psicoterapia Humanista Corporal

Mtra. Marilenca Bailey Jáuregui

Estar arraigado es estar presente, enfocado, dinámico, es estar aquí y


ahora. Según Lowen (1993), arraigar es madurar. Si nos arraigamos,
descargamos energía hacia la tierra y cargamos energía de ella,
permitiendo que la gravedad trabaje en nosotros sin oponernos.
Arraigarse es un acto co-creativo, es vivir más responsablemente. Si
estamos arraigados nos apoyamos en nuestra vida y estamos en
contacto con la realidad, estableciendo un contacto con el planeta, con
la tierra. Los problemas emocionales, el sufrimiento, el abandono etc.
nos pueden hacer desarraigarnos como árboles en una tormenta. El
arraigo/desarraigo lo aprendemos desde el comienzo de la vida: al
gatear, chupar, mirar, sentir. Si contactamos con nuestra raíz ésta nos
hace crecer, cuando nos separamos nos da miedo. Estar arraigados,
entonces, es estar sólidos, en este tiempo y en este espacio, con los
pies en la tierra. Cuando nos arraigamos nos damos cuenta de que
estamos solos y a la vez acompañados, y ésta es la base de la vida
espiritual seria. El arraigo tiene mucho que ver con la confianza básica
real que tenemos hoy en nuestro mundo. Hablar de arraigo, es hablar
de amor.

Según Stanley Kelleman (1971) nuestras familias determinan como


nos arraigamos y como formamos nuestro territorio, si es que nos ha
faltado contacto físico y sostén o no. Puede ser que no tengamos la
confianza emocional necesaria en el piso en que nos paramos, ya que
no podemos confiar en otros para apoyarnos. Señala que en su
experiencia, las personas que no han sido sostenidas lo suficiente,
tienen miedo de caer, y se mantienen rígidamente alejados del piso.
También nos indica que los que se sienten avergonzados de su propia
sexualidad, y les disgusta su cuerpo nunca se arraigan.
Podemos estar arraigados/desarraigados a varios niveles según Nabb
(1999):

1. A nivel físico: las piernas plantadas en la tierra, conectadas en


tiempo y espacio con el medio ambiente. Hay una corriente vibrante en
las piernas que van de y hacia la tierra. La energía se comparte con el
planeta.
2. A nivel emocional: la capacidad de diferenciar sentimientos del
pasado y del presente, y poder expresarlos de manera fluida.
3. A nivel mental: poder distinguir la veracidad de las imágenes y
creencias y que tan actualizadas están las defensas. Ver cuál es la
verdad hoy.
4. A nivel de la voluntad: equilibrar la voluntad interna y la externa para
dirigir la intención y la conducta de manera positiva para ir hacia la
vida y no alejarnos de ella.
5. A nivel espiritual: este es el arraigo de todo el Ser. La intención del
espíritu de estar aquí haciendo lo que estoy haciendo, y no otra cosa.
Es ser lo que soy. Es pertenecer a un grupo pudiendo ser lo que soy.
Es centrar el Ser Superior.

Si tenemos un adecuado contacto y estamos arraigados, el reto es ir


arraigando todos los aspectos cada día mejor. Buscamos un arraigo
integral, paulatino, un arraigo de la vida cotidiana, una responsabilidad
en el arraigo.

El Desarraigo

Estar desarraigados es algo muy peligroso en nuestro mundo. La


energía invisible que nos arraiga, cuando no está funcionando nos
deja desamparados en los roles de un funcionamiento cotidiano
óptimo. Al estar desarraigados, no podemos cuidar nuestra economía,
nuestra salud y nuestra sexualidad, ya que estamos poco encarnados.
Entonces, el estar desarraigados es estar poco estables y despegados
de la propia tierra que caminamos. No tenemos fundamento. La tierra
no siente nuestro peso y estamos desconectados de nuestros
sentimientos y del de los demás. Una persona desarraigada no se
percata del medio ambiente, se tropieza, no es dueña de su ritmo (es
crónicamente impuntual y/o excesivamente estresado). Una persona
desarraigada crónicamente tiene una falta de apoyo interno y muy
poca confianza. Generalmente se apega rígidamente a un punto de
vista y evita los conflictos lastimándose. Los guerreros de nuestra
historia, han puesto una enorme atención a su arraigo para establecer
metas y balance en sus vidas, ya que no es suficiente plantarnos
como un árbol. Tenemos que poder movernos y arraigarnos: poner
raíces y levantarlas. Necesitamos establecer nuestros límites de
protección y nuestro territorio para estar arraigados.

Motivos del Desarraigo

Existen muchos motivos etiológicos en nuestra vida que nos hacen


desarraigarnos. Quizá en nuestra infancia estuvimos enfrentados a
retos que eran muy difíciles de lograr, quizá aprendimos a ser
independientes prematuramente sin la suficiente confianza, quizá al
ponernos en contacto con nuestra genitalidad y sexualidad fuimos
enjuiciados y no guiados, de manera que no aprendemos a tener
placer quedándonos sexualmente desarraigados. En general el
desarraigo tiene que ver con falta de amor y confianza expresado.
Según Conger (1994) hay que pensar en el arraigo y en el desarraigo
no como la imagen de las raíces de un árbol, sino como una función
del movimiento: como una rueda de carreta que va tocando la tierra
cuando se mueve. Por lo tanto, el arraigo es acerca de las relaciones,
y del cómo la rueda toca la tierra, no nada más se trata de tocar la
tierra. Es por eso que no podemos estar arraigados y desconectados
de nuestro cuerpo. Traer la energía en un ejercicio de arraigo y sentir
piernas y pies no es estar arraigado. Es necesario darle lugar a
nuestras polaridades, ya que también extendemos nuestras ramas
hacia el cielo. Entonces la manera en que abrazamos nuestras
polaridades y tocamos la tierra es la manera en que nos relacionamos;
por eso es importante honrar nuestras polaridades y a la tierra, en la
metáfora de Conger, tendríamos que estar entonces sentados en
medio de la rueda que gira tocando la tierra, honrándola de una
manera conectada, percibiendo un sentido de completud que se
expande más allá de nosotros mismos. La energía del miedo es la que
nos desarraiga y nos sostiene desarraigados.

Características de una Persona Arraigada

Para que una persona conecte y sostenga la relación interna con su


propia luz o su Ser Superior, es necesario que esté arraigada.
Entonces una persona que tiene una verdadera y comprometida vida
espiritual que se demuestra en su conducta, está arraigada.
El arraigo nos trae conciencia de todas las dimensiones que nos
conforman, y esto, nos hace ser seres agradecidos. Las personas
arraigadas son personas agradecidas.

La persona arraigada siente que tiene derecho a estar aquí y ser vista
y escuchada. Muchas veces las personas arraigadas son escuchadas
sin necesidad de hablar: su presencia es escuchada.

Estar arraigados inevitablemente nos lleva a poner los límites


necesarios. Al ser sensibles a las propias necesidades de límites en
nuestras relaciones, es más factible ser sensibles a la de los demás y
no importunar o empujar los límites de los otros. En palabras de
Conger “nos sentimos intrigados por el sutil juego que existe entre la
cercanía y la distancia” (1994).

Estar arraigados nos permite tener consciencia de la necesidad de


flexibilizar el cuerpo. Un cuerpo en mala condición física, y sin
flexibilidad, no es un cuerpo arraigado.
Estar arraigado es un pre-requisito para sentirnos centrados y en
pleno contacto.

Para Conger (1994) existen 7 fases en el arraigo que se van


desarrollando desde el nacimiento hasta la edad adulta:

1. En la primera etapa estamos arraigados en el vientre de nuestra


madre, y en los primeros momentos de nuestra vida. Si en esta etapa
no hemos estado aceptados amorosamente y recibimos esa
aceptación, no vamos a estar suficientemente arraigados de adultos.
En estas etapas primeras de la vida, si no somos tocados en ciertas
zonas con amor, estas zonas permanecen sub-desarrolladas y no
conceptualizadas y crecemos con imágenes pobres de nuestro propio
cuerpo.
2. En la segunda etapa aprendemos a gatear, a pararnos y caminar.
Desarrollamos territorio y límites. Nos identificamos como separados
de nuestra madre y aprendemos a tolerar el conflicto y a calmarnos.
En esta etapa es muy importante que se fomente una dependencia
saludable, si no sobre todo vamos a ver en la vida adulta la carencia
de arraigo en las piernas, tobillos, pies y columna.
3. En la tercera etapa se desarrolla el arraigo en nuestras relaciones y
nuestra sexualidad. Esta es la etapa cuando el niño busca la
posesividad exclusiva de un padre y rechaza al otro queriendo no
perder su afecto. En esta etapa edípica si no hay apoyo por parte de
los dos padres es muy difícil arraigar la sexualidad.
4. La cuarta etapa del arraigo tiene que ver con salir de la casa
materna-paterna para establecernos en el mundo externo: entramos a
la escuela. El arraigo en esta etapa tiene que ver con la cooperación y
el compromiso con otros. Aprendemos a arraigarnos en relación.
5. La quinta etapa tiene que ver con la etapa adolescente en donde
nos movemos de lo concreto a lo abstracto. Nos alejamos de la
familia, especialmente de la madre, y ya somos parte de una nueva
generación. Aprendemos a tener grandes sueños y a contener nuestra
naturaleza rebelde.
6. En la sexta etapa de la adultez joven, nos enfrentamos con las
limitaciones y restricciones de la realidad. Tenemos que trabajar para
vivir y aprender a posponer ciertos sueños con el apoyo de las
generaciones pasadas. Tenemos que aprender a superarlos.
7. En la séptima etapa del arraigo los problemas mundanos nos
afectan menos y estamos más en relación con el cielo. Cambiamos
nuestra relación con nuestro cuerpo, y si hemos tenido una buena
relación con el cielo y la tierra, tenemos fe.

En la Psicoterapia Humanista Corporal, trabajamos especialmente el


arraigo de muchas formas diversas, en muchos estilos, con muchas
técnicas, con paciencia constancia y voluntad. Un psicoterapeuta que
no está arraigado, o por lo menos observando su desarraigo con
aceptación, no podrá hacer un trabajo de sanación y concientización
profundo: estar arraigado es un pre-requisito.

Estar arraigado es un pre-requisito para sentirnos centrados y en


pleno contacto.
El crecimiento integral, el desarrollo de la consciencia y el desarrollo
de nuestras potencialidades, solo pueden darse cuando se está
observando y trabajando el arraigo. Cuando no es así, el camino de
crecimiento tiene vuelta en “U”, es incompleto y no da satisfacción.

Bibliografía:

1. Jerry Nabb (1999), Core Energetics Concepts of Grounding, South


west center for Core Energetics
2. Bailey, M. (2015) Arraigo y Personalidad. Recuperado de:
http://www.instituto-integra.com/el-arraigo-y-personalidad/
3. Lee Rosenberg Jack (1985), Body self and Soul, Humanics New
age.
4. Lowen Alexander (1993) La Espiritualidad en el Cuerpo, Paidos.
5. Hoberman Barbara (1991), Your body believes every word you say,
Aslan Publishing.
6. Kelleman S. (1971) Human Ground: Sexuality, Self and Survival.
Berkeley CA.
7. Conger John (1994) The Body in recovery. Berkeley CA
8. Pierrakos, J. (2005). Core Energetics: Developing the Capacity to
Love And Heal Paperback. USA : Neo-person press.

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