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~rbitr¡je at JCmitesentre
el Perd y el Ecuabor.

S~ún las Relaciones Oe los jesuí-


tas, ¿hasta ~ónGe son navega-
----------
bles los afluentes septentrio-
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nales Gel Marañón 7

Felipe de Osm&.

lllPRBNT.\ DE LOS IIIJOS DE M. G. H~R-

NÁNDEZ, LIBERTAD, 16 DUP., BAJ?

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Jfrbitraje be limites entre
el Ferú y el Ecuabor.

Se~ún las RelacioD2S Oe lo~ jesuí-


tas, ¿hasta ~ón~e son navega-
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Felipe de Osma.

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CATALOGACION
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ABREVIATURAS

D. A. P...........•..•• Documentos anexos al Alegato del Perú en el Arbi-


traje con el Ecuador.
D.M.P ..•........•.. Documentos ar.exos á la Memoria del Perú en el Ar-
bitraje con el Ecuador.
Bol. Soc. Geog . Boletín de la Rcal Sociedad Geográfica de Madrid.
Not. Aut. ...••.•...... Noticias auténticas del famoso rio Marañón.
Ob. cit •..••.......•• Obra citada.

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Cuando los jesuítas de Quito se encargaron de las Misio-
nes del Marañón, por los años 1638, los caminos que seguían
para buscar la comunicación entre esa ciudad y las Misiones
eran largos y difíciles. Se utilizaban comúnmente dos vías
principales: una, que parda de Quito y atravesaba los territo-
rios de Latacunga, Ambato, Riobamba, Cuenca, Loja y Jaén
hasta entrar en el Marañón y seguir á las Misiones; la otra,
torda desde Laja por Cumbinama (Gobierno de Yaguarzongo)
hasta llegar al Paracasa, afluente occidental del Marañón. Al-
gunas veces solían utilizar los jesuítas otra ruta de regreso
para salir de las Misiones, .que consistía en partir de ]eberos á
Moyobamba y de esta ciudad pasar á la de Chachapoyas, des-
pués á la de Trujillo y últimamente á la de Laja para seguir
á Quito.
Tales entradas y salidas se hadan casi imposibles por lo
mucho que costaban y el tiempo excesivo qu~ en ellas se in-
vertía (á veces más de un año), y por esto se pensó en nuevos
derroteros, aprovechando la navegabilidad de los ríos que des-
cienden al Marañón por su parte septentrional, como son el
Putumayo, el Napa y su afluente el Curaray, el Pastaza y su

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-(í-

tributario el Bobonaza, el Morona, el Santiago y otros menos


considerables.
Las empresas, á veces malogradas, que realizaron Jas jesuí.
tas para abrir estas nuevas vías, los medios de que se valieron
para el establecimiento de las reducciones y Jas datos que apa-
recen en numerosas obras impresas y manuscritas que tratan
de la región amazónica (I), son las fuentes utilizadas aquí
para conocer cuáles son los lugares en que los ríos citados de-
jan de ser navegables por sus saltos y raudales inaccesibles.
Este es el objeto del presente estudio, en el que no se consi-
deran sino aquellos ríos, acerca de los cuales las Relaciones de
los jesuítas traen datos precisos sobre el punto que interesa.

Rio putumayo y sus afluentes.

El do Putumayo, llamado por otro nombre Izá, nace en una


hoya de la cordillera oriental, en frente y á poca distancia de
Pasto; recorre las regiones bajas de NO. á SE. y desemboca
en el Amazonas, más abajo del Yavari.
Siempre fué considerado el Putumayo como una de las prin-
cipales entradas para el Amazonas. Así lo expresa terminan-
temente el P. Acuña:
(tLa segunda puerta que por la parte del r-!orte podemos
:tseñalar á este río, es por la ciudad de Pasto, jurisdicción tam-
I> bién del Gobierno de Popayán, de donde, atravesando la
J cordillera con algunos inconvenientes de mal camino de á
:tpie, que de á cavallo es imposible, llegando al Putumayo y

(I) En este estudio no se mencionan sino exploraciones peruanas, porque


Ion las únicas realizadas. \Volf dice: ,Preciso es confellar que todos los conoci-
»mientos modernos (de los últimos 50 años) que tenemos de aquellas regiones
Japartadas, no solamente en la banda meridional sino también en la septentrio-
.nal del Amazonas y de sus tributarios principales, los debemos á los explora-
»dores peruanos ó á extranjeros bajo la protección del Perú. El Ecuador no hl
>hecho nada para, no digo adelantar, sino para conocer y conservar lo que cree
.suyo.> Wolf. Geografia del Ecuador, pág. 190.

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) navegando de río abajo, se vendría á salir al de las Amazo-
nas» (1), con lo cual se manifiesta que, pasada la ea rd illera, es
navegable el río Putumayo, aunque no se expresa el punto
concreto donde comienza la navegación.
Las exploraciones modernas que se hicieron durante la se-
gunda mitad del siglo XIX y principios del actual, y los escri-
tores que se han ocupado en la navegabilidad de algunos ríos
que descienden al Marañón, seùabn el término de la navega-
ción del Putumayo, por lanchas y vapores, muy cerca del pie
de los Andes.
El cartógrafo E. C. Hoempler, en el plano de los ríos Napa
y Putumayo, levantado en 1903 por orden del Gobierno pe-
ruano, demuestra que el segundo de dichos ríos es navegable
por lanchas desde su desembocadura en el Amazona,> hasta
10 millas más arriba de la confluencia del Guames, é indica que

es probable la navegación en la parte que resta desde este


punto á la cordillera. En el mencionado plano se expresan mi-
nuciosamente las distancias y los nombres de algunas lanchas
que recorrieron el Putumayo (2).
D. Teodoro Valenzuela, en el estudio hecho por encargo
de su Gobierno, señala á dicho río un curso de 320 leguas, de
las cuales pueden navegarse por vapor 260 (3). En otro lu-
gar dice que cuando el Putumayo se une al Sucumbias, aquél
lleva So leguas navegables (4)·
Entre los ríos navegables que dan sus aguas al Puturr.a-
yo en su parte superior, se cuentan el Guinea, donde se halla
el embarcadero de su nombre; el San MiB'uel ó Sucumbias,
que al entrar en el Putumayo por su banda meridional lleva
45 leguas de navegación, y, últimamente, el Caucaya, que
afluye del lado izquierdo, más abajo de la boca d~l San Miguel.
(I) Cristóbal de Acuña. Nueoo descubrimieuto del gra1t río de las Amazollas.
l\fadrid, 1891. Pág. 100.
(2) Véase este plano en la Colección de Mapas presentada por el Perú en
el Arbitraje con el Ecuador.
(3) Documentos anexos á la lIIemoria del Pen;, tomo Vl1, pig. 39'
(4) Ibidem, pág. 33· ..

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Rio Napo.

Nace el río Napa en las vertientes de los volcanes Coto-


paxi y Antisana, en la cordillera oriental de los Andes, yes
navegable desde el puerto y pueblo de su nombre, distante
unas seis leguas de Archidona, Qudad perteneciente al anti-
guo Gobierno de Quijos.
Los primeros jesuitas que surcaron las aguas del Napa,
desde el puerto de su nombre al Marañón, fueron los PP. Cris-
tóbal de Acuña y Andrés de Artieda, cuando en J 639 Y por
orden de la Audiencia de Quito acompañaron al famoso capi-
tán Pedro Texeira en su viaje de regreso de Quito al
Pará.
El P. Acuña nos refiere de este modo la navegabi]idad del
Napa: c Corre este rio de Napa desde su nacimiento entre
J grandes peñ:lscos, con que no es navegable hasta que en el
)puerto donde los vecinos de Archidona tienen las ranche-
) rias de sus indios, más humano y menos bullicioso, consiente
J sobre sus hombros ordinarias canoas con que se trajina, y
) aunque desde este sitio, por quatro ó cinco leguas, no olvi-
)da sus humos, humilde luego hasta incorporarse con el rio
) de la Coca, que es á espacio de vein te y cinco leguas con
) mucho fondo y gran serenidad, ofrece buen pasaje á mejores
embarcaciones) (I).
Y en otro lugar: e Mejor puerto abrimos á esta mesma ar-
) mada para la vuelta de su viaje, que no la que á la subida
)con mucho trabajo y pérdidas avía descubierto, que es por ]a
)ciudad de Archidona en ]a Governación tambien de los Qui-
)xos y jurisdiccion de Quito, en donde á solo un dia de cami-
) no á pie por ser invierno, que en tiempo de verano á cava-

(r) Acuña, ob. cit., pág. 107.

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)110se pudiera andar, dimos en el puerto de Napa, rio cau-
»daloso y en quien los vecinos de todo aquel Govierno tie-
) nen librado su tesoro, sacando todos los años de sus orillas
. ) el oro que necesitan para sus gastos) (I).
En 1654 el P. Raimundo de Santa Cruz navegó también
dicho río, tardando veintidós días en salvar la distancia des-
de su desembocadura en el Marañón hasta el Aguarico, diez
días más al puerto de Belo y otros tres al pueblo de Napa,
siguiendo después su viaje por tierra hacia Archidona y Bae-
za y ciudad de Quito. Poco tiempo más tarde regresó Santa
Cruz por el mismo camino, llevando en su compañía nuevos
misioneros.
A partir de esta expedición, y principalmente desde que
el curato de Archidona pasó á la Compañía de Jesús, el cami-
no del puerto de Napa al Marañón fué recorrido numerosas
veces por los jesuítas que se dirigían á las Misiones y por los
Provinciales de la Compañía que iban á Quito á entender en
asuntos de su instituto.
Las descrip,:iones geográficas escritas durante la época co-
lonial, confirman también que el Napa es navegable hasta
el pueblo de su nombre. El Marqués de Selva Alegre, en la
de la Audiencia de Quito, dice: e Baña (la población del Napa)
»el río Napa, por donde se navega al otro sitio que nominan
.Santa Rosa) (2). D. Francisco Requena, en la descripción
de los caminos de Quito al Marañón, confirma la misma opi-
nión, con estas palabras: e A el Oriente de la ciudad de Quito
) y á la distancia de catorce leguas se encuentra el pueblo de
»Papallacta, el primero de la Gobernación de Quijos, por la que
) se atraviesa para embarcar por el río Napa en el puerto de este
J nombre, y descendiend<\-por este río se llega al Marañón» (3);
y en otro lugar dice: • Archidona está situada á un día

(I) Acuña, ob. cit., pág. 108.


(2) Documentos anexos al Alegato dl! Perú. Anexo 28.
(3) D. M. P., tomo III, Anexo 87·

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• de camino del pueblo de Napa, su anexo, donde está el puer


• to para descender al Marañón» (I).
Las mismas afirmaciones hacen los autores que tratan de
la materia. \Volf dice: cSólo desde Napa (la población) se
) puede navegar por el río en canoas con alguna comodidad,
) pues hacia más arriba es demasiado impetuoso) (2).
En e.l siglo XIX muchos viajeros célebres recorrieron el ca-
mino de Quito al Marañón navegando el Napa des:ie el pue-
blo de su nombre, entre otros, Osculati, en 1848, y Orton,
en 1867.
Uno y otro dieron á conocer curiosas observaciones sobre
dicho río, añadiendo el segundo que era navegable en vapo-
res de poco calado hasta Santa Rosa (3).
En 1875 el vapor Jl1(liro, al mando de D. Eduardo Ray-
gada, surcó las aguas del Napa, desde su desembocadura en
el Marañón hasta la confluencia del Curaray (4).
Ultimamente, en el indicado plano de los ríos Napa y Pu-
tumayo se resumen los datos de la navegación de dichos rios
y algunos de sus tributarios. Allí consta que el_Napa es nave-
gable en lanchas hasta Santa Rosa, y en canoas hasta el
pueblo de Napa, recorriéndose por tierra la distancia que
media desde este punto hasta la ciudad de Quito.

Rio euraray y otros afluentes del Napo.

Nace el rio Curaray en la cordillera de los Llanganates,


vertientes orientales de los Andes, y es navegable desde sus
cabeceras hasta su desembocadura en el Napa.
El P. Lucas de la Cueva lo descubrió en el año 1665, y lo

(1) D. M. P., tomo III. Anexo go.


(2) Wolf, ob. cit., pág. 201.
(3) Raimondi. El Perú, pág. ZI1, y Wolf, pág. 205'
(4) Raimondi, ob. cit., pá2. 530.

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navegó en todo su curso desde la desembocadura hasta lac;


cabeceras. En dos cartas de dicho Padre, dirigidas al Superior
ele las Misionés, Francisco de Figueroa, de 22 de Marzo y
24- de Ma yo de 1665, se refieren con los detalles más minu 4

c:ososlos días que invirtió en la navegación del Curaray, los


nombres de los puertos que allí existían, las tribus de indios
que poblaban sus riberas y los medios de que se valió para la
reducción de los Gayes y Abijiras.
Por lo que toca á la navegación de todo el río, he aquí lo
que dice Cueva en la segunda carta citada' c Hase descubierto
) y navegado el Cüraray de popa á proa con todas sus cabe-
» zadas, obra que desde 'lúe las Indias lo son y los Gobiernos
.de Quijos y Macas se fundaron, nunca se ha emprendido.)
En otra carta de 24 de Febrero, también del mismJ, dirigida
al P. Hernando Cabero, hablando de los auxilias prestados
por los indios MaY!las y jeberos en la pacificación de los
Gayes, dice: «Aprendieron la lengua general del Inga en
»nuestra casa de Maynas, perfeccionáronse en ella en algunos
»años que los he traído en mi compañía, y ahora tres (1665)
• en tré con ellos al descubrimiento del Curaray, y se consiguió
»felizmente, navegándolo todo de popa á proa, descubriendo
»sus puestos, sus puertos y naciones, sacando de casi todas len-
) guas para su pacificación y conversión, y reducido á paz y
~doctrina la de los A bijiras, subi á las cabeceras Je dicho rio,
etcétera» (I).
Podrían citarse otros testimonios, pero basta lo expuesto
para que quede plenamente probada la navegación en todo
el curso del Curaray.
En cuanto á las últimas exploraciones, sólo se sabe que
cuando el vapor Jffa'"ro surcó las aguas del Napa, al llegar á
la confluencia del Curara y, entró por la ancha boca de este

(1) Apéndice á Jas No/irias altléltticas del Afara;]ólt. Véase Boletín de la So-
ciedad Geográfica de Madrid, tomo 29, págs. =42 y 247.

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río y naveg6 durante dos días mas, hallando un fondo de


tres á cuatro brazas (I).
En opinión de Wolf, el Curaray es navegable á vapor
hasta muy arriba.
También puede afirmarse que son navegables en canoas
otros afluentes del Napa, además del Curaray, como son el
Suno', Payamino, Coca, Aguarico y Pequeya.
La navegabilidad del Suno, rfo que trae su origen de la
cordillera de Guagra-urcu, está claramente probada por Chan-
tre y Herrera, quien, tratando de la retirada de los misioneros
del Napa al curato de Avila, dice: «Salieron con sentimiento
, de este buen cura, que les acompañó por gran trecho de cami-
'no, y se enderezaron á la embocadura de un rio que desagua
, en el Zuno, en donde se embarcaron para buscar el Napa' (2).
La misma afirmación hace D. Marcos Jiménez de la Espada.
Dice este escritor: «En la actualidad existe un puerto de la
, Concepción en el rio SUno! que tributa al del Napa, pero
• antes que el Payamino, y es la vfa más corta por agua para
,lr del rio Napa á la ciudad de Avila de los Quijos. Bajé por
, él en canoas el año de 1865, Y es tal como le pin ta el
, P. Laureano, de mucha corriente y piedras y muy malo de
, navegar, pero de hermosfsimas riberas. (3). En cuanto al río
Payamino, es bien sabido que sirvió de puerto á Texeira en su
expedición del Pará á Quito.
Respecto al rio Coca, que atraviesa en su curso la parte
septentrional del antiguo Gobierno de Quijos, dice el jesuíta
Maroni. cSubiendo por la Coca, río arriba, á los tres días, le
, entra á mano derecha un riacho llamado Enu, cuyas cabece-
) ras se acercan mucho á Aguarico. de modo que antiguamen-
, m~nte solían arrastrar las canoas de un río para otro. Aún

(I) Raimondi, ob. cit., pág. 530.


(1) Chantre y Herrera, Historia dt las Afi.rionu dt la Compañia de Jesús m Il
Marañó11 upai¡oI. pág. 437.
(3~ Nota al vi:lje del capitán Pedra Texeira, Bol. de la Soe Geog. de Madrid;
tomo XIII, pag 201.

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»más breve que por Napo, fuera sin duda la navegación por
»este do (Coca) para salir á Baeza y de allí pasar á Quito;
»pero 10 arrebatado de sus corrientes y angosturas insupera-
J bles embarazan el paso, conforme lo experimentó también
»Gonzalo Pizarro cuando quiso entrar por ahí al descubri-
»miento del Marañón.» Según relaciones antiguas, hubo cer-
ca de este río varias poblaciones de indios, que fué consu-
miendo el tiempo. e La única que perseveró hasta los princi-
»pios de este siglo y se llamaba el Puerto de la Coca, cuatro
»jornadas para arriba, arruinóse con un horrendo temblor
Jel año de 1705» (I).
La opinión del P. Rodriguez sobre el río de que se trata,
es la siguiente: e La puerta más cercana á Quito, y que cae
»debaxo de la Equinocial, perteneciente al Gobierno de los
»Qúixos por la nación de los Cofanes, de donde por el río de
.la Coca se coge luego la Canal principal del nuestro de las
»Amazonas, si bien por las muchas corrientes que trae asta
»encontrarse con el de Napa} no es tan buena la navegación
,como será por las demás partes que participan la vanda
,del Sur» (2).
Dedúcese de los pasajes citados la navegabilidad del Coca,
aunque peligrosa y difícil~por las angosturas de dicho río y lo
impetuoso de sus corrientes. Jiménez de la Espada asegura
que el río es navegable en su último cuarto inferior (3)·
El Aguarico, cuyas cabeceras más lejanas se encuentran
en la cordillera alta, enfrente del Tulcan y hasta la latitud
de Cayambe, es navegable, por lo menos desde el puerto de
la Nariguera, situado en el mismo río, á la distancia de ocho
días de navegación hasta su confluencia con el Napo. Así lo
refiere Maroni: cV olviendo al río Aguarico, desde el puerto

(I) Not. aut. del Marañón, V. Bo1.de la Soc. Geog. tomo 26, pág. 24'
(2) Chantre y Herrera, ob. cit., pág. 120.
(3) Nota del viaje del capitán Pedro Texeira, BoJ. ùe la Soc. Geográfica
tomo XIII. pág. 213.

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)de la Nariguera, navegando río abajo, en siete ú ocho días


~,se llega á Napa; de subida se tardan las embarcaciones tres
»semanas» (I).
Entre los afluentes más considerables del Aguarico está
el río Pequeya Ó Piquella, en cuyas orillas fundaron los jesuí-
tas el pueblo de Santa Teresa de Jesús. Hubo diferencias so-
bre el sitio donde había de erigirse dicho pueblo, pues unos
querían que fuese en el río Jevineto y otros en las riberas
del Pinzipueya, prevaleciendo al fin el criterio del P. Martín
de Yriarte, porque ninguno de estos ríos, y sl el de Pequeya J

ofrecía la condición de ser navegable hasta su mayor altura.


Chantre y Herrera lo cuenta de este modo: e Era ésta nueva
»dificultad, porque ninguna de las dos quebradas (levineto y
»Pinzipueya) merecía el nombre de río, y eran unos torren-
~tes que no se comunicaban ni con Napa ni con Aguarico
tsiendo preciso atravesar por el monte, áspero y cerrado, tres,
»cuatro Ó más días de camino. No se halla en aquel sitio otra
a comunicación con los dos ríos que la que ofrecía el Peque-

a ya, navegable hasta ciertas tierras, altas y firmes, para don-

» de los gentiles tenían camino abierto; y á esta causa les pra-

~puso el P. Martín Yriarte las riberas de este río para su es-


~tablecimiento, rechazando con tesón todos los demas sitios á
~que ellos se inclinaban, por no ser posible la comunicáción
desde aquellos parajes~ (2).
D. Francisco Requena, en su informe sobre el proyecto
de erección de un Obispado en Maynas, manifiesta la faci-
lidad con que se puede pasar del Napa al Putumayo, aprove-
chando la navegación del Aguarico y su afluente el Pegueya.
He aquí sus palabras: e En el viaje del Obispo para visitar los
,.pueblos del Napa, en lugar de descender otra vez al Mara-
~ñ6n, puede internarse por rlo Aguarico, á los tres días de

(I) Not. aut. del Marañón. Bol. de l:l Soe. Geog.; tomo 26, pág. 2~5.
(2) Chantre y Herrera, ob. cit., pág. 375.

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) navegación, hacia arriba por el, se encuentra á la derecha


»el pequeño río Piquilla, el que form], algunas lagunas que se
) van pasando sucesivamente en el espacio de ocho días has-
) ta el parage en que ya no son navegables; pero desde aquel
) mismo sitio ay una travesía de tres jornadas cortas al río
) Guapi, por el que se desciende en seis horas al Putumayo,
) y en siete días de navegación hacia arriba se llega al pueblo
) de la Concepción, principio de las Misiones de Sucumbias,
) ahorrándose en este viage más de cincuenta días si se
) hubiera emprendido la marcha desde la boca del Putu-
)mayo) (I).
Bastan los testimonios citados para convencerse de la na-
vegabilidad del Suno, Payamino, Coca, Aguarico y Pequeya,
si bien no puede precisarse el término de su navegación.

Río Pastaza.

El primer jesuíta que exploró por los años 1639 las már-
genes del Pastaza, río que se forma de las vertientes de Lata-
cunga y Ambato y desciende al Marañón por su parte sep-
tentrional, fué el P. Lucas de la Cueva.
En una relación sobre el progreso de las Misiones d~
Maynas, escrita por el P. Rodrigo Barnuevo, Provincial de
la Compañía de Jesús, en Quito, y presentada al Consejo de
Indias en 1645, se cuentan dos expediciones de aquel misio-
nero. En la primera se refiere que Cueva llegó subiendo el
Pastaza desde su boca en el Marañón, sólo hasta la laguna de
Rimachuma, en cuyo punto, y en el río de Chillai, se àetuvo
unos dos meses, reconociendo sus tierras y riberas y los in-
dios que las poblaban.
En la segunda expedición, el mismo jesuíta navegó el
Pastaza arriba, también desde la boca en el Marañón, hasta

(I) D.:M. P., tomo III. Anexo 89.

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llegar al sitio en que dicho río, por sus saltos y raudales, deja
de ser navegable. El resultado de esta segunda expedición
nos lo refiere el citado Harnuevo con estas palabras: cRe-
-forzados salió por segunda vez el P. Lucas de la Cueva con
J doce soldados. el Marañón abajo, y embocados por el rio
-de Latacunga ó Pastaza, navegaron el río arriba más de
»veinte días kasta llegar á las vertimtes dtl Páramo cerca de
-Píllaro, donde par ser la tierra agriamente montuosa, ha-
t ber perdido en la demanda algunas canoas y hallarse me-
Jnoscabado el sustento, se dejaron caer otra vez á la madre
- del Marañón J (I).
La frase «Hasta llegar á las vertientes del páramo, cerca
de Pfllaro J indica que Cueva llegó, navegando en canoas el
río Pastaza arriba, hasta el pie de la cordillera, pues por pára-
mos entendían los jesuítas los cerros nevados á cuyas faldas
tienen su principio los ríos (2)j Y la población de Píllaro se
halla situada en la falda occidental de la cordillera ·oriental
de los Andes, siendo actualmente cabecera del cantón de su
nombre en la provincia del Tunguragua, de la República del
Ecuador.
No se tiene noticia de ningún otro jesuíta que después de
Cueva haya navegado las cabeceras del Pastaza. De una parte,
la navegación era sumamente peligrosa y difícil por lo impe.
tuoso de las corrientes, y de otra, las altas sierras y grandes
precipicios de la cordillera impedían abrir un camino que co-
municase con Quito, que era lo que principalmente se buscaba
en estas exploraciones.
Los escritores posteriores á Cueva hacen sus afirmaciones
basadas, no en datos seguros, sino en simples conjeturas Ó
referencias de mayor ó menor crédito. El anónimo de las Noti-
cias auténticas del Marañón, tratando del curso del Pastaza

(I) V. Not. aut. del río Marañ6n. Bol. de I••


Soe. Geog. de Madrid, tomo 31
pá~. 27[,
(2) Ibidem, tomo 26, pág. 206.

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desde sus orígenes hasta su desem':>ocadura, dice lo siguiente:
«Pocas leguas antes de juntarse con el rio Bobonaza, le entra
Jde la banda del Poniente un riacho llamado Aarrabima, en
Jdonde vivian antlguamente los Coronados ó Ipapizas. Desde
Jaqu{ empieza á ser fiavegable el rio, porque más arriba, por
»sus arrebatadas corrientes y angosturas, según dÙeJl" es casi
Jinsuperable» (I).
Don Pedro Maldonado, al venir á España en r 743. cru-
zó del Pastaza (del río Pintuc) á Canelos, y se embarcó en el
Bobonaza; por eso no pudo levantar el plano del primero de
dichos ríos hasta la confluencia del segundo, y lo trazó apro-
ximadamente con un rumbo de NaO. á SSE., casi pa-
ralelo al Bobonaza. Esta es también la razón de que en la
carta ó Mapa de la Audiencia de Quito, de Maldonado, se pon-
ga en la p8rte superior del Pastaza la leyenda e Navegable,
»pero que hasta aquí ha dificultado el conocimiento de este
Hío]).

Requena, en la descripción de los caminos de Qui:.:o al


Marañón, del año 177 7, manifiesta que la navegación del Pas-
taza en sus cabecera!> es desconocida, y que los reconocimien-
tos que se hicieron para averiguarIa se malograron. Unas
veces sospecha que no es navegable el Pastaza por toda su
longitud desde Baños á Andoas, y se funda en varios tes-
timonios, entre otros en el de D. Pedro Cevallos, que supone
dividido dicho rfo por sus cabeceras cen muchos brazos y de
)corriente impetu.osa, incapaz de manejarse embarcación algu-
nall (2). Otras veces cree Requena que es navegable el Pas-
taza por aquella parte, porque hablando de Jas ventajas que
reportaría la incorporación de Canelos al Obispado de May-
nas, señala, entre otras, la fácil reducci6n de los indios ma-
chutagas que se han de buscar "no caminando de Ambato á

(I) V. Not. aut. del río Marañón. Bol. de la Soe. Geog. de Madrid, tomo 26,
pág. 206.
(2) DM. P., tomo III, Anexo 87.

:z

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•Canelos y de este pueblo á sus rancherfas, viaje de 18 días á


.pie por bosques casi impenetrables, sino que se deve penetrar
~con embarcaciones desde Andoas por el río Pastaza arriba,
.hasta dar en sus establecimientos, que están á las orillas de
J dicho río, y en este modo se lograría siempre por agua la
• comunicación de estos gentiles en nuestras reducciones del
) Marañón J (J).
Las últimas exploraciones del Pastaza se deben á Fray Ma-
nuel de Castrucci Vernazza, que por los años 1845 á 1848
hizo una expedición á los indios záparos y jibaros, que habi-
taban las regiones bañadas por los rios Pastaza, Tigre, Napa
y otros.
En 17 de Enero de 1846, dejó Castrucci el Marañón para
seguir el Pastaza aguas arriba, llegando en IS de Febrero
siguiente al pueblo de Andoas. Desde este punto hizo aquel
religioso dos exploraciones, una por el río Bobonaza, en que
después de siete días de nwegación llegó á la población lla-
mada Bufeo, y otra por el Pastaza arriba (también desd~ An-
doas) hasta llegar) después de cinco días de navegación, á la
quebrada Ispingoyacu y playa llamada Guayacu (2).
En resumen, que ni antes ni después de 1802 se han he-
cho serias exploraciones para averiguar la navegabilidad del
Pastaza en su parte superior, fuera de las llevadas á cabo por
Cueva, de que ya se ha hecho mención.
Los escritores modernos Wolf y Raimondi nada dicen
acerca de la navegabilidad de este río en sus cabeceras. En
cuanto i Villavicencio y al Misionero dominico que cita Par-
do, harto conocidas son sus opiniones de que el salto de
Agoyán es el término de la naveg-ación del Pastaza (3).

(I)D. M. P., tomolIl, Anexo 90.


(2)Raimondi, ob. cit., tomo III, pág. 199.
(3) Alegato del Perú cn el Arbitraje de sus limites con el Ecuador, páginas
160 y 161.

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Rio BOboftaza.

Nace el río Bobonaza en la vertiente oriental de los An-


des, y atraviesa el país de Canelos de NNO. á SEE., sien-
do navegable sin interrupción alguna desde sus mismos orí-
genes hasta su desembocadura en el Pastaza.
Los jesuítas Cueva y Santa Cruz pensaron por los años
1650 á 1662 abrir un nuevo camino que pusiese en comuni-
cación la ciudad de Quito con las Misiones del Marañón, y
que Fuese más corto y ventajoso que los ya conocidos, porque
el que se hada por el río Napa era muy largo, y el que: se ha-
bía intentado por el río Pastaza ofreda serias dificultades por
su peligrosa n2.v~gación, y no haberse descubierto al paso de
la Cordillera sino alturas impenetrables y muchos prccipbos.
El proyecte del nuevo camino e!"a navegar el i'astaza arri-
ba, entrar después en el Bobonaza, y, tomando la mayor al-
tura posible, explorar las montañas de Latacunga y Ambato
más cercanéls él la ciudad de Quito, con lo cual se trataba de
conseguir no sólo que el camino fuese breve, sino que fuese
Iluvial en su mayor parte.
Para buscar el camino deseado, salió Cueva en el año
1658, acomp8.ñado de ;llgunos indios, y navegó las aguas
arriba del Pastél.Za y Bobonaza hasta llegar al puerto de Ca-
nelo:;. Aquí saltó á tierra, y atravesando montañas, salió con
grandes fatigas á la ciudad de Ambato, de donde se dirigió á
Quito para regresar á las misiones del Marañón por la vía del
Napa, sin haber logrado el objeto que se proponía.
El descubrimiento del camino que se proyectaba est~ba re-
servado para Santa Cruz. De este jesuíta se cuentan tres sali-
das. Prescindiendo de las dos primeras, cuyos resultados fue-
ron iguales á los de la expedición de Cueva, hay que fijar la
atención en la tercera sdlida, porque ella dará á conocer hasta
qué punto es navegable el Bobonaza.

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Por el mes de Septiembre de 1662, pasada la época de las


lluvias} navegó Santa Cruz el Pastaza y Bobonaza arriba, y
dejando á la izquierda el puerto de Canelos procuró tomar
mucha mayor altura que en las salidas anteriores. Cuando juz-
gó que ya se hallaba en lugar conveniente, dejó las canoas
en sitio seguro y caminó por la montaña algunos díàs hasta
llegar á un cerro elevado, desde el cual descubrió un paraje bien
conocido de la comarca de Quito, que llaman BJca de Dra-
gón ó Abra.
De'ide allí pudo observar los orígenes del Bobonat:a, y ba-
jando á él en breve tiempo. se embarcó con la comitiva en
una especie de barcas (junta de maderos ligados en plano), con
las cuales quiso navegar río abajo hasta encontrar el sitio de
las canoas. Esta jornada es memorable en la historia de las
Misiones, porque al tercer día de la navegación, á consecuen-
cia de haber chocado la balsa con un árbol que se hallaba atra
vesado en el río, el P. Santa Cruz cayó al agua y pereció aho-
gado. El resto de la expedición pudo salvar aquel obstáculo,
y sin nuevos contratiempos encontraron las canoas, con las
cuales descendieron al Marañón .
La relación que se acaba de hacer, se halla muy por exten-
so en los escritos y publicaciones de los jesuítas, principalmen-
te en las de Rodriguez} que pane fin á aquel SUceS0con estas
palabras: Las noticias que dieron los soldados é indios com-
«(

»pañeros del P. Raimundo, de la trocha que habían abierto,


»descubriendo salida menos dilatada que las demás~ las comu-
»nicó á Quito el P. Francisco de Figueroa, y sin permitir los
.de fúera ni los de dentro se malograse tan costoso trabajo,
»concurriendo los unos con herramientas y bastimentos y los
• misioneros con gente de los pueblos para poner tratable
.aquel camino) se consiguió y empezó á trag·inar.~e desde el
»año siguiente, y aunque trabajoso, es el más breve y usado
»para entrar á la misión y salir della, siendo más frecuentado
.que el Pongo y el río de Napa, saliendo ya por Pastaza y

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- 2I-

t Bohono (Bobonaza) desde aquel tiempo, y en su trajin


,se cursó mucho desde el año de setenta y setenta y uno,
»en que se pacificaron y empezaron á reduzir los indios
»gayesD.
Conviene advertir que aunque Santa Cruz y los indios que
le acompañaban navegaron el Bobonaza en todo su curso,
parte del río en canoas y parte en balsas, como ya se ha visto,
no se utilizaron en adelante las cabeceras de dicho afluente
para la navegación (tal vez por ser peligrosa) en el nuevo ca-
mino descubierto, porque el trayecto que media desde Qui~o
al pueblo ele Canelos se hada siempre por tierra, pasando por
Ambato, Baños y Patate, segúr\ p:.lede comprobarse en las
numeïOsas descripciof.les de dicho camino, eatrt: las cuales
pueden citarse como más interesantes, el diario de la entrada
del P. MaïOni en 1737 (!) Y el informe del P. Andrés de Zá-
rate, Visitador de la Compañía en Quito, de la misma fecha.
En este último ducumento se lee: e De A:1doas llegamos por
,el río Bobonaz3. er:. catorze elías de D:J..vegación á Canelas,
-que P.S dcctrina ele los RR. PP. DomInicos, y después de des-
»cansar dos días para dar tiempo á la prebenzión de matalo-
"taje p<lfa ei cani.ino de tierra, entramos er: este para bolver á
etc." (:2).
,la probiDí.:iéJ.,
En la misma opinión abul1dan los escritores que se han
ocupado en la materia, como son, entre otrûs, D. 1uan Basa- .I

be, en su informe sobre el Gobierno de Ç2uijos, y el Marqués


de Selv2. Alegre, en el estado sGbre las pro'lincias de la Au-
diencÏe!.de Quito, con los c.uales está conforme Requer:a, q-JC
en la descripción de los caninos de Qui~o al Ma:aÎ1Ói1-,dice:
Al Sur de 12 c:udad de Quito están los cc!":-egimientos de L3.-
»)

lltacung-a y Ai11bato~por los qu;tles se ílega 2.1 anexo de Ba-


ños, y desde ¿I caminando por despobb.clos hacia el Oriente,
l)

»se halla lcJ.Misión de Canelas- , en lé:. que


,. se embarcan en el

(I) Not. a~t. del illarañón. V. Kol. de la So::. (;e.og., tomo 26.
(2) V. Informe de las ;\lisiones cie Mayn¡,s, del P. Figueroa, pág. 396.

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»pequeno rio Bobonaza para entrar en el de Pastaza, y deeste


»ultimo en el Marafion s (I).
Lo mismo afirma el P. Coleti, quien, hablando de la pro-
vincia de Canelos, dice: « Prov. grande nel Regno di Quito a
»Scirocco ... V'ha poca gente in questa Provo ed una sola Po-
- polazione detta Canelos sulla sponda setten trion ale del Fiu-
s me Bobonaza dov'e il Porto delle canoe 6 barchette, che 10
.navigano» (2).
Sin ~mbargo, a mediados del siglo XVIII, se procure abreviar
y se abrevio de hecho el camino que habfa por tierra pCl.rasa-
lir de Canelos a Quito, continuando por espacio de dos dlas
mas la navcgacion del Bobonaza, mas alla de Canelos. As! 10
afirma un tec~tigo de la mayor autoridad, como es D. Francis-
co de Escobar y Mendoza, Misionero de Santo Tomas de An-
doas, en una relacion de las Misiones de Maynas, remitida a
Obispo de Quito, D. Pedro Ponce y Carrasco, en 24 de Enel
ro de 1769. En dicha relacion se lee 10 siguiente:
«Subiendo (desde Andoas) por el Bobonaza, catorse dfa, se
»encuentra el pueblo de Canelos, curato muy corto y casi
»arruinado de la religion de Santo Domingo. Por aquf esta
»uno de los carninos que tiene esta Misi6n para comunicar con
»la Provincia de Quito. Segun el estado presente es inaccesi-
»ble en cavalgadura, y aunque no tiene mas de ocho dfas
»por tierra para salir a poblado, es muy peligroso y surna-
»rnente trabajoso: recrese su aspereza y riesgos en una lade-
t ra 6 desfiladero tan pendiente que apenas puede sostenerse
-el cuerpo, y en partes es tan estrecha la senda que cabe con
»dificultad la planta humana, teniendo continuamente a la
» vista el succesivo precipicio al rio de Patate 6 Pastaza. Pero
»aviendose abierto aora nuevamente pOl' el P. cura actual
»Fr. Mariano de los Reyes, el antiguo camino que estava
»abandonado, en tiempo de los PP. de la Cornpafua de ]es{ls,

(I) D. M. P., tomo IIJ, Anexo 87.


(2) Dizlonario Storico Geog. dell' America Merid.

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»continuando el mismo Bobonaza dos días arriba de navega-
»ción más allá de Canelos, se sale al atajo, y se salva tanto
$p-ecipicio y fragosidad, quedando la montaña reducida al
»corto camino de cinco ó seis días». Y en otro lugar de la
misma relación: ceEI segundo (c3.mino) es por Pastaza y Bobo-
»naza con graves peligros p::>rlas rápidas corrientes de estos
»ríos. y por las peñalerías que ai para salir á Quito por Baños
»y Patate, pueblos de la jurisdicción de Ambato. Este camino
»e; el más corto, pero así mismo el menos traginado y el más
»abandonado, aunque ya aora va frequentándose esta carre-
Dra, facilitado el tránsito, continuando la navegación más allá
»)de Canelos por el mismo río Bobonaza, por cuio me1io se evi-
»tan los pasos más pendientes y peligrosos» (I).
De últimas exploraciones sólo se conoce el viaje reaíizado
en el aÙo 1846 por Castrucci, que navegó el Bobonaza desde su
boca en el Pastaza. durante siete días, en los cuales llegó á la
primera población. de los indios Zaparos, llamado Bufeo, como
ya se ha dicho en otro lugar (2).
Esta expedición no dió ningún nuevo resultado geográ-
fico.
Entre los autores modernos, aparte de Villavicencio, cuya
opinión es ya muy conocida1 se halla Wolf, que considera tam-
bitn navegable el Bobonaza en todo su curso. Dice este escri-
tor: e El río Bobonaza nace de varios arroyuelos muy cerca
• del pueblo de Canelos, que dista del río Pastaza en línea recta
• unas cuatro ó cinco leguas hacia el NE. La circunstancia de ser
»navegahle en canoas desde su origen, lo manso y sumamen-
»te tortuoso, comprueba que serpentea por una región muy
»llana» (3).

(1) La relación de las misiones àe Maynas, de Escobar y Mendoza,!le halla


original y autógrafa en el tomo III de la Col. M:uñoz. Acad. de la Hist. Véase el
Apéndice III.
(z) Daimnndi, ob. cit. tomo m, pág. 199·
(3) Wolf. ob. cit. pág. 198•

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Río Moronël.

Es uno de los que afluyen al Marañón por su margen sep-


tentrional, y tiene su origen en las vertientes orientales del
volcán Sanga)'. En su parte alta recibe los nombres de Upano
y Mangosina.
Maroni dice lo siguiente: cPor este rio, años ha, uno de
»los primeros misioneros intentó abrir camino para Riobamba
• y Quito; mas no tuvo efecto, porque después de un mes y
• más de navegación muy trabajosa, en que llegó hasta donde
• era navegable el río, encontróse con unos indios fugitivos de
• Macas, cuyo informe fué de muchos cerros y días de camino
•de montaña muy malo y peligroso por los xibaros matado-
>res que salen á él desde un sitio ó pueblo que llaman rarin-
, gue. Con esto revolvió otra vez al Marañón, ni ha habido
, después quien intente otra vez abrir dicho camino. (I).
Al margen del manuscrito original, donde se halla el texto
transcrito, puso el P. Carlos Brentano la siguiente nota: cEsta
~noticia la refutan otros que dicen que quedó engañado el
• Padre y que sólo faltaba un cerro para llegar á Macas. (2).
Brentano escribió la obra más completa de las Misiones del
Marañón; pero desgraciadamente se ha perdido, y sólo se con-
servan algunos capitulas en la Biblioteca de la Academia de la
Historia, que no alcanzan á la descripción del Marana. Hasta
ahora no se han conseguido otros datos sobre la navegación
de aq lie! rio por los jesuitas.
Durante el siglo se han hecho tres exploraciones en el
XIX

rio Marana, que corresponden á los años 186 T. 1867 Y I 874'


En el año f 86 r exploró la parte superior del Marana el
coronel D. Víctor Proaño. A él se debe el itinerario que se

(I) Not. aut. d('1 ilhraÙón. V Bo]' de la Soc. Geog. tomo 26, pág. 2[5.
(2) BibI. de la Academia de la Historia

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formó desde la población de Macas hasta la desembocadura de
aquel río en el Mara ñón.
De Jos datos proporcionados por Pro año se deduce que
desde Macas hasta el embarcadero del río Miazal, que es uno
de los brazos del Morona, hay 18 leguas y media, que se tran-
sitan por sendas á través de bosques, y desde el embarcadero
del J\1iazal hasta la desembocadura.del Morona en el Marañón
hay 63 leguas y media, que se pueden navegar sin obstáculo
alguno.
Verificada la primera exploración del Marana en canoas,
era preciso saber también si se prestaba para la navegación á
vapor. A este efecto comisionó el comandante general del De-
partamer.to Auvial de Loreto al capitán de corbeta Vargas
para que se embarcase en el vapor /\Tapo y averiguase hasta
dónàe era posible la navegación.
Salió la expedición el 28 de Junio de 1867 del puerto de
Iquitos y navegando aguas arriba del Marañón llegó á la boca
del Morona y subió por este río hasta los cerrillos de Varga-
bria. I-a parte del río Marana navegada por Vargas ascendió
á 228 millas, que pueden calcularse en línea recta en poco
más de 9 I millas por el curso tortuoso del río.
Finalmente, D. Benito Arana, acompañado de algunos
capitanes peruanos, salió el 18 de Septiembre de 1874 con los
vapores Napa y Mayro, y subiendo las aguas del Morona,
llegó en 4 de Octubre siguiente á la confluencia de los ríos
Mangosina y Cusulíma, que por su reunión forman el Marana
propiamente dicho. Por disposición de Arana se dió al paraje
adonde habían llegado el nombre de Puerto Pardo.
Todavía quiso la expedición acercase más á la población
de Macas, y entrando los vapores en el Mangosina, CIlle es el
brazo izquierdo del Morona, surcaron sus aguas hasta donde
fué posible )a navegación por vapor. El trecho navegado dei
río Mangosina, Ó sea la distancia comprendida desde la boca
de este do hasta el pun to donde detuvieron la marcha, fué de

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unas cuatro millas. A este sitio se le dió el nombre de Puerto


Riva-Agüero.
La expédición comunicó con el jefe de la tribu de los patu-
cas, y por él se supo que la población de Macas se encontraba
solamente á la distancia de unas I S Ó 2 o millas hacia el SO. (r).
Los escritores modernos que hablan de la navegabilidad
del Marana son Villavicencio y Wolf. El primero dice que
aquel río es navegable hasta la población de Macas (2); y e.l
segundo se expresa en estos términos: e El Marana es navega-
»ble á vapor (según el Sr. Arana) unas 100 leguas, que se
»reducen á 44, cuando se mide la distancia en línea r\.-cta,
»porque el río es sumamente tortuoso. En los ríos Miazal y
»Cusulima sólo se puede traficar en pequeñas canoas» (3).

Río Santiago.

Nace el do Santiago en las montañas de Laja y Cuenca y


desagua en el Marañón, cerca del Pongo de Manseriche. En
su parte superior se llama Paute, y desde su confluencia con
el Zamora recibe más propiamente el nombre de Santiago.
El do Santiago (ué navegado en canoas durante la época
colonial desde las cercanías del pueblo de Paute hasta su des-
embocadura en el Marañón. As! lo testillcan las relaciones de
las entradas que se hicieron por la ciudad de Cuenca á los te-
ritorios jíbaros para reducir á los indios de este nombre que
pueblan las riberas de dicho rio.
Es sabido que por los años 1599, los indios j!baros se re-
hf'bron y destruyeron la ciudad de Logroño de los Caballeros,
que estaba fundada en la unión de los ríos Paute y Zamora,
matando á sus habitantes, á excepción de las mujeres que se

(I) Raimondi, ob. cit., tomo III, págs. 281,369 Y 518.


(2) Villavicencio, Geografía del Ecuador, pág. 44.
l"i) Wolf. ob. cit., pág. 197.

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- 27-

llevaron consigo á la montaña. Las providencias que tomaron


el Virrey del Perú )' el Presiden se de Quito para castigar la
rebelión fueron inÜicaces, consumiéndose crecidos gastos y
perdiéndose muchos hombres en las expediciones que se pre-
pararon contra aquellos indios (I).
Por resultado tan desfavorable no quisieron las autorida-
des del Perú hacer nuevas expediciones, sino ofrecer á par-
ticulares, mediante ciertas recompensas, la conquista de los
jlbarcs, abrazando el partido un hombre animo<;o y audaz, que
á la sazón se hallaba en Cuenca. He aqui cómo refiere el Pa-
dre Velasco esta expedición:
(Dispuso su entrada por el pueblo de Paute, situado al
.confín del corregtmicnto de Cuenca, por ser desde allí nave-
"gable el río Paute hasta salir al Marallón. Fabricó en el pller-
• to una gran flota de canoas) barcas y balsas, capaces de lle-
~var un gr8.n exército igual ó mayor que el precedente. Alistó
.á sueldo l11uchageQte de diversas ciudades y lugares del reino y
) preparó grandes pertrechos de guerra y provisiones de boca.
, EstaT!do ya eD. orden el grande exército) se internó con
~bella disposición por el río, sin hallar novedad ni tropiezo,
»hast<::.dar con les vestigios de la ciudad de Logroño, los cuales
• iban cubriéndose ya de malezas. Formó allí mismo sobre la ri-
t bera del río su fortale7.a y lugar de refugio donde tener segura
~retirada y JOEdc recïLltr las reclutas de gente y batimentos
,.de la ciuùá.d de Cuenca. Quedr~ndo en este lugar el caballero
• con la guarnrl:ión necesaria, hizo que su teniente general pro-
"siguiese con la armada la nave~ación del río, con orden de
:> ~nviél.r aip'unas can02.S ligeras con los necesarios avisos t.
ù

No seguiremos paso á paso el resultado de la .expedición,


que fué desastros,), pues los indi.os jíbaros acometieron tan de
improviso la armada, que no quedó hombre que no pereciese
ahogado en el rio ó atravesado de dardos y lanzas en las mis-

(I) Velasco, Historia de Quito, tomo Ill, pël.gs. 278 y 279.

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mas barcas. Los que habían quedado en Logroño, cansados
de esperar y faltos de alimen tos, regresaron e al puerto de
~Paute y á Cuenca para hacer reclutas de víveres y de gente,
, disponiendo al mismo tiempo la construcción de otras barcas, .
Velasco concluye la relación diciendo: ~Las informaciones
~jurídicas sobre sus gastos y uperaciones para demandar al-
I guna recompensa en la Corte, se conservan en un archivo de
JlCuenca, donde tuve yo mismo la compasión de leerlas) (I).
El mismo refiere además otra expedición por el Paute para
reducir á los indios jíbaros, en donde se confirma también la
navegabilidad de aqueI río. Es como sigue:
e Viendo el Obispo de Quito los fatales resultados de las
~expediciones quese hahían hecho por cuenta del Erario públi-
•ea y de los particulares para someter á los jíbar05, pensó en
•el único remedio que le pareció posible, que era confiar á los
,jesuítas la reducción de aquellos indios •..
«Siendo á la sazón tan pocos los jesuitas-dice el hista-
, riador de Quito-que no alcanzaban para nada, y no pudien-
I do negarse á tan justo empeño, destinaron á los dos únicos
»sacerdotes que estaban en la casa de Residencia de Cuenca
, antes de tener allí fundación de Colegio. Se embarcaron á
, principios del 1631 en d rio Paute con solo cuatro indios del
»pueblo del mismo nombre, pagados para que 105 condujesen
-en una canoa solamente hasta las ruinas de la ciudad de 1.0-
, groño. Llegando, según las señales en que iban instruídos, al
,sitio de ella, no plldi~ron reconocer vestigio alguno. Hechas
»)con gran trabajo las diligencias por los contornos, descubrie-

(I) Velasco, ob cit., tomo Ill, págs. 279-281. S~ cita el testimonio del P. Ve-
lasco, porque as~gura este escritor haber visto y leído en los Archivos de Cuen-
ca las informaciones ~cerca cIe ]il p.xpcr!ici<Sná los indios jíbaros, r!onùe se con·
tienen los datos mencionados sobre la navegabilidad del Paute. Se comprende,
sin embargo, que por la obra del jesuíta, principalmente en lo que se refiere al
antiguo gobierno de Quijos y :\¡ac~s y krritorio jíhilro, corren numerosos erro-
res, inexactitudes y anacronismos qu~ con sobrada razón censura y critica Jimé-
n •.7. de la Espada. V. Relaciones Geográficas de Indias, Tomo IV, pá¡:s. XLIV
y (·XXII.

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• ron finalmente algunos fragmentos de paredes enteramente


,cubiertos de malezas y de elevado bosque en el espacio de
•treinta y dos ailOS. (I).
Chantre y Herrera describe los orígenes y navegabilidad
del rfo Paute con estas palabras: «La ciudad de Cuenca est;l
»colocada entre dos ríos apacibles, uno flu::;llaman Matadero
» y otro Machangara, de donde se puso á la ciudad la advoca-

»ción de Santa Ana dé los Ríos. En la junta de aquellos dos


.que cercan la ciudad, se unen otros dos de igual caudal y
)grandeza, que ~on el Dunca)' y el Torque, y de todos cuatro
.sale un rio que á media legua de las juntas es mayor que el
»Tajo, Xarama y Guadiana juntos. A cuatro ó cinco leguas de
»su curso recibe el de los Azogues y el nombrado de Santa
~Bárbara, que vienen de los valles fecundos de Gualaceo} de
;>manera que al entrar eil el valle Paute es ya navegz.ble, y tan
:diferente río de lo que pa:.-ece á los principios} que muda
~hasta el nombre y se llama Paute del mismo valle por donde
,se dilata~ (2).
También se hacfan entradas al territorio de los jfbaros
desde la ciudad de Z~mora, aprovechando la navegación del
río de este nombre quc, como se ha dicho, es uno de los que
dan sus aguas al do Santiago. El P. Juan Lorenzo Lucero, Su-
perior de las Misiones de l''laynas, en una carta dirigida al Vi-
rrey del Perú, Duque de la Palata, en qUi: se trata de las di-
ferentes puertas por donde se puede entrar á los jíbaros, dice:
(La ciudad de Zamora es ur,a de estas puertas, pues, como
»dije arriba, los indios mineros baj:m en canoas hasta air los
)gallos y perros de las casas, y siempre llegaran al puerto de
~Logroño, á no temer tanto á los xibaros~ (3).
Requena afirma del mismo modo la navega bilidad del río
Zamora. Tratando del mucho oro que hay en la región de los
(I) V clasco, ob. cit. pág. 28 Y siguientes.
(2) Cilantre y Herrera, ob. cit , pág. 44·
(3) Not. aut. del :\Tarañ6n. Véase Bol. de la Soe. Geol{. Tomo XXXIII, pá-
gina 33.

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jíbaros, dice: «Tienen tanto de este precioso metal las cavece-


Has de los ríos que entran en el de Santiago de las Montañas,
Ique los vecinos de Zamo~a (ciudad pobre del Corregimiento
J de Laxa) en sus canoas descienden por las noches aquel río,
, y las traen antes del día, por evitar el encuentro de los in-
, dios, cargadas de arena á la población para labarlas, con cuia
, faena recompensan con mucha utilidad sus trabajos.,
La ciudad de Santiago de las Montañas era la puerta que
comunmente se utilizaba, con preferencia á las de Paute y Za-
mora, para entrar al territorio jíbaro, subiendo las aguas del
río Santiago hasta dar con los establecimientos de aquellos
indios.
Entre los numerosos jesuítas que navegaron el Santiago
se cuentau al P. Gaspar Cug-ía, Superior de las Misiones de
Maynas, que, subiendo por aquel río desde su desembocadura
en el Marañón, á los doce días de navegación arribó á las pro-
vincias de los jíbaros ( r); á los PP. Francisco de Figueroa y R::1Ï-
munJo de Santa Cruz, que formaron parte de la expedición qne
preparó el Gobernador de Cajamarca, D. Martín de ia Riha
Herrer; , para la conquista de aquellos indios rebeldes, y últi-
mamente á los PP. Juan Lorenzo Lucero y Francisco Viva,
que acompañaron al general D. Jerónimo Vaca de Vega con el
mismo objeto (2). En todas e£tas entradas, como en otras que
se hicieron por tierra desde la ciudad de Macas, cuarta y últi-
ma pnerta para la conquista de los jíbaros, no se obtuvieron
resultados favorables por la resistencia tena~ que opusieron
estos indios á su reducción.
En los tiempos modernos se han hecho exploraciones en el
río Santiago, r¡ue no han aportado datos sobre la navegabi-
¡¡dad del Palite y Zamora. Solo se sabe lo que dicen algunos
escritores, como son, entre otrlJS, Villavicencio (3) y \Nolf,

Ir) :-'¡ot.aut. del MaraI'ión. V. Bol. de la Soe. Geog., tomo 31, pág. 273·
(2) Todos los historiadores, entre otros l<JsPP. Chantre y Rodriguez.
(3) Villavicencio, ob. cit., pág. 95

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que afirman la navegabilidad hasta las cercanías de Paute. El
segundo de dichos escritores, dice: «El río de Santiago debe
,.ser navegable hasta el origen de las dos venas principales,
»que son el Paute y el Zamora) (r).

eoneluslones que se dedueen de este estudio.

1.11. El Putumayo es navegable por lanchas y vapores, des-


de su desembocadura en el Amazonas hasta diez millas más
arriba de la confluencia del Guames, situada en las cabeceras
de aquel río.
2,a El río Napa es navegable en canoas desde el puerto y
pueblo de su nombre hasta el Amazonas. Las exploraciones
modernas comprueban, además, la navegabilidad del Napa por
lanchas y vapores desde el puerto de Santa Rosa.
3.a El río Curaray es navegable en canoas en todo su curso,
Ó sea desde sus mismos orígenes hasta su desembocadura en el
Napa. Las explora.ciones modernas demuestran también la na-
vegabilidad á vapor del Curaray, por haberse hallado e::l él un
fondo de tres ó cuatro brazas.
3.a Los ríos Suno, Payamino, Coca, Aguarico y Pequeya,
afluentes del Napa, son navegables en canoas, no precisando
las relaciones de los misioneros el término de la navegación de
dichos ríos.
4." El rio Pastaza rué navegado en canoas por el P. Lucas
de la Cueva desde su desembocadura en el Marañón hasta tas
vertt'entes del páramo œrca del Píttaro) 6 sea hasta el pie de la
Cordillera. Esto no obstante, la navegación de las cabeceras
del Pastaza fué abandonada durante la época de las misiones,
bien porque se creyera peligrosa y difícil, Ó bien porque pre-
firieran los jesuítas utilizar la navegación del Bobonaza, más

(1) Waf., ob. cit., pág. 195.

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facil y segura, salvando por tierra las pequefias trochas 6 va-
raderos que mediaban entre dichos dos. Las exploraciones
modernas sefialan la navegaci6n del Pastaza por lanchas y
vapores hasta la quebrada Ispingoyacu y playa Guayacu, cinco
dias de navegaci6n mas arriba de Andoas.
S·:! El do Bobonaza fue navegado por el P. Raimundo de
Santa Cruz desde sus cabeceras hasta la desembocadura en el
Pastaza, Conviene advertir que en el camino del Marafi6n a
Quito por el Bobonaza, los misioneros no utilizaban las cabe-
ceras de este do, por ser algo torrentosa, sino solamente
hasta el puerto de Canelos. Sin embargo, a mediad os del
siglo XVIlI se abrevio dicho camino continuando la navega-
ci6n del Bobonaza dos dias mas arriba de aquel puerto. Las
exploraciones modern as demuestran la navegabilidad del Bo-
bonaza por lanchas y vapores hasta la poblacion de Bufeo,
siete dias de navegaci6n mas arriba de Andoas.
6.a No se puede sefialar el terrnino de la navegaci6n del
Morona por las relaciones de los jesuftas. S610 se sabe que es-
tos misioneros navegaron dicho rio por espacio de treinta y
dos dlas desde su desembocadura en el Marafion, con objeto
de abrir un camino para Quito y Riobamba. Las exploracio-
nes modern as confirman la navegabilidad a vapor de todo el
Morona propiamente dicho, y tarnbien del Mangosina, brazo
izquierdo del Morona, hasta Puerto Riva-Agi..iero.
7. a El rio Santiago fue navegado en canoas durante la
epoca colonial desde las cercanlas del pueblo de Paute hasta
su desembocadura en el Marafi6n. Puede tarnbien afirmarse
que el Zamora es navegable en todo su curso ,
Madrid, 4 de Abril de 1908.
FELIPE DE OSMA.

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APENDICES

I. Carta del Padre Cueva. Archidona, 24 de Mayo de 1665.

II. Fragmento de la Relaci6n Apologetica del Padre Barnuevo.


III. Noticia de las Misiones de Maynas, por Escobar y Mendoza.

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1

earta del Padre Lucas de la eueva, en que da euenra


del descubrimiento y navegaci6n del rio euraray
en to do su curso.-llrchidona, 211 de Mayo de 1665.

P. R~:CTOR FRANCISCO DE FIGUERoA.-Pax Christi, etc.-A 22 de


Marzo escribi a V. R. desde el puerto donde se juntaron los principa-
les caciques de los Avixiras y recibieron al P. Esteban Caicedo con
las fiestas y regocijos que dije. Salimos de alli para 10 del curaca
Quiricuari, donde se asento habian de irse juntando, poblando y re-
duciendo, para que el Padre los enseiiase, doctrinase y bautizase.
Habiendo navegado tres dias rio arriba de el Curaray, llegamos al
puerto del Quiricuari dicho, y habiendo andado cinco leguas de a pie
la tierra adentro, dimos en su caserio, donde fuimos muy bien recibi-
dos de los de ella, pero demasiadamente maltratados de un sinnume-
ro de grillos que parece tiraban a desnudarnos, segun acometian a
roer la ropa; plaga que, a perseverar, dejara el puerto inhabitable,
pero dijeronnos los indios que se originaba de 10 nuevo de el y que
en pasando algun tiempo calmaba y faltaban. Yo gaste en este puer-
to solo el que hube men ester para recoger algun mantenimiento para
mi navegacion, que la comence Viernes Santo. Y para dar a conocer
10 largo, prolijo y penoso de ella, bastaba decir era el Curaray arriba;
pero en esta ocasion la hicieron mucho mas penosa las circunstancias
de la soledad en que quede, por haber despachado ya a los Xeberos, y
la canoa de Francisco, que me acompafiaba, dio en tan somera, por

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el avío, que se quedó atrás casi en los mesmos Avixiras y nunca más
le vi hasta doce días después que me desembarqué en los Oas, que to-
dos esos me adelanté. También la inundación, que por ser ya el cora-
zón del invierno, iba el Curaray de monte á monte, y aunque no im-
posibilitaba la navegación, por ser este río manso, la retardaba mu-
cho por ser las avenidas muy crecidas. Lo que más nos agravó fue-
ron los muchos cuidados y continuos recelos por los muchos pucrtos
y nuevos rastros de bárbaros que se toparon, no vistos ni descubier-
tos en las otras dos navegaciones, por ser tan grandes los arenales
que nos apartaban y ocultaban dichos caminos y puertos. En ésta,
como el río iba por el monte, parecían tan patentes y cursados con
rastros y pisadas tan frescas, que nos hacían huir y aun no dormir,
pues hubo día que, juzgando con gran fundamento nos habían ,·i::;to
los Záparas que estaban á la orilla del río en caza de papagayos, de
que cogimos uno, que cayó embarazado y enredado en la liga en que
los prenden, hubimos de caminar sin tratar de ranchear, por si acaso
seguían la canoa para hac..erpresa en ella donde parase. Lo que tem-
pló grandemente lo penoso de esta navegación, fué el conocimiento
con que ya nos hallábamos de la altura en que íbamos, de los puer-
tos y puestos que topábamos, de ]0 que nos podía faltar para el tér-
mino; el saber estas cosas nos desahogaba mucho, como, al contra-
rio, la falta de su conocimiento nos trajo en la primera navegación y
descubrimiento muy congojados y atribulados. Llegué, en fin, á los
Oas; de ellos pasé á Naapo, donde, habiéndome derribado totalmente
lo rigoroso de los corrimientos, reumas y gran romadizo, con poca
mejoría pasé á Archidona, concluída mi navegación á los siete meses
y diez días, que estos gasté en su discurso desde I2 de Octubre
de I664, en que me embarqué en Ataguate, puerto de Xeberos, has-
ta 22 de Mayo de r66S, que me desembarqué en Naapo; y para qUlt
V. R. pueda saber, sin cansarse que la relación mayor y sus circuns-
tancias, lo obrado en dicha navegación y viaje, concluiré esta carta
apuntándolo todo sumariamente.
Hase descubierto y navegado el Curaray de popa á proa con to-
das sus cabezadas; obra que, desde que las Indias lo son y los Go-
biernos de Quijos y :\1ainas se fundaron, nunca se ha emprendido,
antes di!1cultándolo é imposibilitándolo tanto, que ni aun río abajo lo
tenían por factible Ú causa de su longitud, á que no daban término,
de lo maligno y enfermo de su temperamento, aprendiéndolo fatal y
muy principalmente por los muchos bárbaros caribes que lo pueblan.

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Hanse reconocido sus naciones, sus puertos y puestos, sus man-
tenimientos y tierras y sacádose lenguas, según S. ~1.manda ..., me-
nos de los Semi-Gayes, que por hab~rse puesto en armas con tanta
fiereza, damos gracias á Dios de haber salido de sus puertos y tierras
con vida, obligando á nuestros indios á ejecutar en ellos mucha ma-
tanza, para salir con ella de dos guazabaras que dieron con horrorosa
porfía.
Hase reconocido la travesía de Releno á Latona y buscado los
Gayes en orden á su amistad, conversión y doctrina, gastando sólo
en buscarlos veinte dias, con tan extraordinario trabajo, que despea-
dos, abiertos los pies y enfermos se volvieron muchos indios al real,
extraiiando tan nuevo modo de caminar por ríos, arroyos y guaicos
tan ásperos. Lo más principal y señalado es haber dejado en paz y
doctrina toda la nación de .'\vixiras, visto todas sus parcialidades y
puéstoles campana, ornamentos y Padre para que se la enseiie; ;la-
biendo traido siempre por lo obrado arriesgada la vida yaventurádo-
la en once asaltos, de que nos ha sacado Dios con ella por su infinita
bondad y misericordia.
Cuando no fuera por los veintiocho años en que nuestra Santa
Religión ha atendido con tanto cuidado y desvelo á la amistad y con-
versión de tantos bárbaros y obediencia á S. :d., que Dios guarde, por
lo obrado en estos siete meses y más de navegaci('l11y trajín en el río
y naciones del Curaray, pudiera sin recelo y sin rebozo afirmar había
~ervido mucho á S. M. Digo esto, porque, siendo estas cosas tan cier-
tas y notorias, se escribe de Quito metió un memorial una persona
eclesiástica apocándolo, dcshaciéndolo y anonadándolo tanto y con
tal modo, que hubieron los Señores de la l<eal Audiencia de mandar
repeliese de los autos tal escrito y penar al procurador que lo metió,
en 12 patacones. Todo esto nos está muy bien por muchas razones,
y la principal para enseÙarnos á obrar derechamente por Nuestro
Gran Dias y SeÙor, que gU3.rde á V. R. De Archidona 24 de ;\fayo de
r665.-Siervo de V. R.-Lucas de la Cueva.

Original en la Biblioteca Nacional. Publicada como apéndice á las «Noticias


auténticas del famoso rio Marañón.».

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II

De nuevos descubrimientos que por este mismo tiempo


continuaban los religiosos
de la eompañia de Jesús en este gran rio.

(Fragmmto de la Relación Apologética de los descubrimimtos m ti t'¡o


de las Ama~onas, IICcltospor la Compaiï!a de Jesús, por el Padre pro-
vincial Rodrigo Banmevo.)

Referí en el § VII cómo el Padre Francisco Rugi, de la Com-


pañia de Jesús, por los años del Señor de 163 I, en compaflía del
capitán Juan de Lara, acometió la empresa y conquista de los Xibaros
por el río de Santiago de las Montañas, que es otra de las cabeceras y
entradas del río de las Amazonas ó Marañón, y aun la. más principal,
según el sentir de muchos, aunque más remota de Quito, por seguir
sus rumbos á largas distancias de aqucsta ciudad por Santiago de las
Montañas, Jaén de Bracamoros y San Francisco de Borja, ciudades
que distan muchas leguas de aquesta de Quito. Esta empresa, pues,
comenzada, por esta parte del río y cabecera suya, de los de la Com-
pañía de Jesús por los años del SeI10r de 1631, antes que los religio-
sos de San Francisco hubiesen comenzado la suya por la parte de los
Sucumbias, prosiguieron también á este tiempo los religiosos de la
Compañía de Jesús, sin haberla dejado de entre manos ha..c;tael día de
hoy, navegando largas jornadas del río abajo, descubriendo sus entra-
das y ensenadas hasta entrar por el río de La Tacunga, que es otra de
las entradas que todos señalan para este gran rio, marcando las pro-
vincias de todos sus indios, observando sus ritos y costumbres
y reduciéndolo5 á la fe con inmensos sudores y trabajos, y fundando
iglesias donde se les administren Sacramentos; de todo lo cual hay te s-

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- 39-
tigos en esta ciudad de Quito, que han acompañado á los dichos en
sus entradas y salidas; y en las que han hecho á esta ciudad para re-
curso de lo necesario, han sacado algunos de los gentiles á vista de
todo el mundo, los cuales, con la solemnidad que acostumbra la Igle-
sia, recibieron el sagrado bautismo en la ciudad de Cuenca, desde á
donde volvieron á entrar con los Padres en sus tierras. Para la prose-
cucion, pues, de aquesta gloriosa empresa, salieron de aquesta ciudad
del Quito por los años del Señor de 1636 el Padre Gaspar de Cugia y
el Padre Lucas de la Cueva, de la Compatiía de Jesús, y llegando á
Jaén, se embarcaron en el río del :Marañón, que así se llama ahí y nos-
otros llamamos Amazonas, y después de cuatro días de navegación
río abajo, llegarnn á la ciudad de San Francisco de Borja, donde por
no haber sacerdote hizo residencia y asiento el P. Gaspar de Cugia,
despachando el río abajo con algunos soldados al Padre Lucas de la
Cueva, su compañero, por explorador de aquellas tierras, el cual, con
los soldados, llegó á la boca del río Pastas a ó de La Tacunga por otro
nombre, otra de las cabeceras y nacimientos que dan á este gran río,
y subiendo por la boca del río de Pastasa arriba, venciendo sus co-
rrientes, después de ocho días de navegación, cuatro el río de Mara-
ñón abajo y otros cuatro al del Pastasa arriba, llegaron á una anchu-
rosa y apacible laguna que hace el río con otros que desembocan en
ella los torrentes de sus aguas, llamada en aquellas partes Rimachu-
ma. Aquí gastaron cuarenta días reconociendo, no solamente los ríos
que le entraban á esta laguna y la hacían célebre, sino también los in-
dios gentiles que poblaba sus orillas y habitaban la circunferencia y
contorno de aquella laguna toda. :\lás de cuatro de navegación y otros
quince dIas gastaron en el río de Chillai y en averiguar los bárbaros
moradores de aquellas tierras y riberas, nunca hasta entonces vistas
ni holladas de los españoles (I). Cumplido con el registro de aquestas
provincias, volvieron á la boca del río de Pastasa y el Marañón abajo
hasta llegar (2) á la provincia de los Xeberos, en cuyo examen y ave-
riguación se detuvieron ocho días, y faltándoles ya sustento, volvie-
ron río arriba á San Francisco de Borja para rehacerse.
Reforzados, salió segunda vez el P. Lucas de la Cueva con doce
soldados el Marañón abajo, y embocados por el río de La Tacunga ó

(I) No es cierto.
(2) Al margen: á los ríos que lhman Quebrada-honda y Tupene, por donde
navegaron hasta llegar.
(Estas notas son del original.)

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Pastasa, navegaron el río arriba más de veinte días, hasta llegar á las
vertientes del páramo ce~ca de Pillara, donde por ser toda la tierra
agriamente montuosa, haber perdido en la demanda algunas canoas
y hallarse menoscabado el sustJnto, Se dejaron caer otra vez á la
madre dell\1arañón.

Original en la Academia de la Historia. Publicado como apéndice á las «No.


ticias autenticas del famoso río Marañón».

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III

Noticia de las Misiones de Maynas


por Escobar y Mendoza.

Hrc¿'enoticia de las Missioncs de los Maynas por lo regular citadas


á las ri,.'cras dd grail rio Marañon ó de las Amazonas, que pre-
smta a! Ilustrisilllo y R8verelzdísilllo 5eiíor Doctor Don Pedro Palt-
er: y Carrasco, dt!! Consejo de Su /VIajestad, Dignisimo Obispo de
Quito, el Doctor D . .Francisco de Escobar y Mmdoza, }'n:sbytero,
Abogado de la Nea! AudiCllcia de diclla Ciudad de Quito, y actual
/Ilissio¡z¡:roell el Pueblo de Santo T/wl1tás de los bzdios Andoas y Zi-
}}lignesy suplfente m los de Muratas, Xivaros y Pilze/us.

Don Diego Baca de Vega, primer Governador de esta Provincia,


por el afío y siglo pasado de 1634, fundó la ciudad de San Francis.::o
de BOlja, capital de toda ella. á la vaca oriental del célebre Pongo de
IVlanzzeriche, ó angostura de peila viva, por donde rompiendo el Ma-
raÙón por la railla más oriental de la cordillera de los Andes, se de-
rrama assí á esta inmensa llanura de montafía. Para esta expedición se
introdugeron sesenta soldados, y haviéndose hecho entre ellos di-
vissión y repartimiento de la Provincia de los Maynas, se les señala-
ron veinte y quatro encomiendas, que no pudieron subsistir largo tiem-
po, porque con el mal tratamiento que los encomenderos dieron á los
indios se alsaron éstos, con muerte de no pocos de aquéllos, y se reti-
raron á lo interior de los montes por la rivera septentrional del l\'lara-
fíón, desde la vaca del Marana hasta la del río Chambita. Alguna parte
de estos indios se pudo extraer de sus retiramientos, pero no sin fuersa
armada, ni e(fusión de mucha sangre dcrramada entre estos naturales.

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- 42-

Otros, y los que componen la más numerosa parte de la nación May-


na (de donde tomó su denominación la Provincia toda), quedaron, has-
ta la presente constitucion, inflexibles á las más vivas diligencias de su
restablecimiento, siendo igualmente inútiles los amagos de la fuersa
que la suavidad y el alago más obsequioso, porque hereditaria en ellos
la desconfiansa y el terror pánico que consivieron sus antepasados,
aún dura en los nietos y demás decendientes, impresso con caracteres
indelebles, no menos que el susto, el odio implacable á nuestra Nación.
En los tiempos pasados contribuyó mucho el vecindario de Borja á la
pacificaciÓn, conquista y reducción de muchas naciones bárbaras, y á la
conservación de la nueva christian dad en el conocimiento del verda-
dero Dios y sumission al Soberano, en aquel modo que se les puede
inspirar á vnos hombres que sólo lo son porque es presiso que lo
sean. Han sido, pues, los vecinos de Bolja la vnica escolta que han te-
nido Jas Governadores de la Provincia para haser algún tanto respe-
table su authoridad, exerciendo por medio de aquellos los castigos,
pacificaciones y demás actos de justicia en las ocurrencias. Ellos
acompañaron constantemente á los missioneros en las entradas á Jas
tierras de los infieles, y esforsaron con la mayor eficacia el cultivo de
tan copiosa mies mediante la predicación del Evangelio, que auxilia-
ron cumplidamente en todos sus officias practicados á este fin.
Con el transcurso del tiempo, los repetidos achaques, epidemias,
calamidades y desgracias se arrasaron todas las encomiendas, consu-
mióse la mejor gente española, y quedó toda la ciudad de Borja re-
ducida á vnos pocos mestizos misserables, ossiosos, ebrios, y que
poco ó nada difieren de los indios. Por lo que hase á los indios :\1ay-
nas, aviendo quedado vnos pocos de estas mísseras reliquias destroza-
das, se tes agregó por el año de 1762 un grueso conciderable de los
Andoas, Xeveros y Cutinanas, y poblaron entre todos el anexo de San
Ignacio de Maynas, perteneciente á la jurisdicción espiritual del Cura
de Borja, que en lo pasado ha sido un religioso de la Compañía de Je-
sús, con assignacion de estipendio ó synodo por Su Majestad en las
Reales Caxas de Quito.
Aviendo el año de 1756 entrado en Borja la [atalíssima peste de
virhuelas murieron muchos de sus vecinos, y por evitar tanta y
aun maior mortandad, que amenasaba particularmente á los indios
del anexo, éstos, aun antes de experimentar el insulto, procuraron
evitarIo vajando aceleradamente á poblarse enfrente del río Cahua-
panas, en el citio llamado Pucabarre.nca, que en la lengua general del
Inga quiere decir barranca colorada. En este mesmo citia, que está er

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quatro grados de Ilatitud austral y en setenta y siete grados y me-
dio de longitud, se halla trasladada la ciudad de BOlja con licencia
del Superior Govierno de la Real Audiencia de Quito; porque no pu-
diendo subsistir los espai'ioles y mestissos sin los indios, les fué á
aquéllos forsoso baxar en seguimiento de éstos á poblarse en la
mesma cituación.
La computación de grados se ha procurado conformar á la navis-
sima Carta Topográphica del añade 175 I, de los Padres Carlos Brenta-
no y Nicolás de la Thorre; pues aunque tiene no pocas y graves dis-
cJrdancias con la que en los años de 1743 Y 1744 formó Monsieu r
de la Condamine, de la Academia Real de las Ciencias de París, y con
otras, no obstante se sigue aquélla con preferencia á éstas, por tres
ra:wnes; por más moderna, por más extcnsa y prolixa, y por haverse
formado consiguiente á la noticia de missioneros prácticos, assí en lo
interior como exterior de tan dilatado terreno. Por exemplo: :\.lon-
sieur de la Condamine pone la Laguna en cinco grados y catorse mi-
nutos de latitud austral; y los citados Padres la colocan en quatro
grados y cosa de sinquenta minutos por lo que mira á los grados de
longitud, no estando de acuerdo los authores; en la designación del
primer meridiano, tomándolo cada uno á su arbitrio, aun mayor es la
confusión, que igualmente queda removida fixando vnicamente la
mensura al citado mapa.

La Laguna.

El pucblo de Santiago de la Laguna, por considerarse en el centro


de toda la l\1issión, ha sido en lo pasado la recidencia del Padre je-
suita Superior d~ ella y oy lo es de vn Vicario lues Eclesiástico Pro-
vinciano, deputado por el Ilustrísim ) y Reverendísimo Seîíor Obispo
Diocessano. Está (como queda dicho) en quatro grados y cosa de
sinquenta minutos de latitud austral yen setenta y seis gradc.'s y vein-
ticinco minutos de 10ngituJ, á la parte meridional del :'.'Iaraiión,
subiendo por la vaca del rio Guallaga, en distancia de cinco leguas á
la immediación de una laguna, de la cual toma su denominación. Dióse
principio al establecimiento de la Laguna el año de 1649 con la po-
blación de Santa María de Guallaga, formado de los indios Panbade-
ques, por otro nombre Cocamillas, que poco antes, con motivo de
las turbaciones y levantamiento de los Geveros, se avian retirado á
la Gran Cocama del Vcayale, yen el citado año bolvieron á poblarse

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en el Gua.lIaga. Agregóse á los Cocamillas vn conciderable número
de :\1aynas, traídos como por castigo del mismo V cayale. Por el atio
de 1666 salieron del mismo río porción de Coca mas, Maynas y Che-
peos, todos amotinados, y tomando de sorpresa dieron la muerte
al Venerable Padre Francisco de Figueroa, por yerro de quenta de la
ivan á dar al Padre Superior Thomas ~larano. De orden del Govierno
se procedió al correspondiente castigo para escarmentar los alsados;
y por el ailo inmediato subsequente de 1667 los menos criminales fue-
ron confinados, vnos á BOlja, y otros á este río Guallaga. Repitiendo
después sus viajes al Vcayale alto, logró el Padre Lorenzo Lucero,
mediante la sagacidad de su conducta, atraherse á los Xitipos ó Xipivos
(ay llamados Panas), la mejor gente, la más constante y más fiel en el
Christianismo, de las demás que componen la Laguna y aun toda la
:\Iissión de Maynas. Y aunque sola la gente traida del Vcayale llegó á
montar la considerable summa de mas de quatro mil al;nas, entrando
la peste de virhuclas por el alío de 1680 fué tanto el estrago de la
mortandad que apenas lo,:>restantes pudieron salvar sus vidas al abri-
go de vna precipitada fuga á lo interior del monte. De las mísseras re-
liquias que escaparon de la muerte, aun aviéndose mantenido á riesgo
manifiesto de sus vidas, firmes en no desamparar el terreno, se forma ay
el pueblo de la Laguna, compuesto de tres partidos ó parcialidades de
indios; esto es, Panas, Cocamas y Coca millas. Entre repetidas pestes
que han anigido este pueblo, fué sangrientíssima la del sarampión y
Jisenterías en el ati.o de 1750, Y no menos fatal la de virhuelas entre
los afias de 1761 y 1762, que en siete meses continuados acavó casi
con la mejor gente del partido de los Panas, quienes por no desampa-
rar al missionero no quisieron retirarse Ú lo interior de los montes,
como lo hisicron bs Cocamas y Cocamillas, y poI' este medio sal\'aron
SlIS vidas de la malignidad del contagio. Tiene este pueblo iglesia de-
cente de tapiales, bien abastecida de ornamentos, vasos sagrados yal-
gunas alhajas. Su gente, comparati\"amente hahlando con las demás
de los otros pucblos, tiene bastante instrucción christiana y vn medio
ref1exo de sociedad humana y civil, que entre estas gentes pasa por
vno de los raros prodigios de la natural esa. 10 milagros de la instruc-
cion y del arte! En medio de todo esta cs hien notable la escl'upu-
losa separación que Jas indios Cocamas y Cocami\las, entre sí coliga-
dos, observan de los indios Panas, y éstos recíprocamente de aqub-
\los, sin mezclarse ni en la iglesia y mucho menos en la havitación;
en tanto grado, que ni lo,; Cocamas, ni Cocamillas toman por muge-
res las hijas de los Panas, ni éstos las de aquéllos.

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- 4S-

ehamleuroso

En quatro grados y sinquenta y seis minutos de latitud meridio-


nal y setenta y cinco grados, sinquenta y seis minutos de longitud,
está San Xavier de Chamicuros y Aguanos assia el Este de la Lagu-
na, cosa de seis leguas monte adentro, en vna llanada arenisca, bas-
tantemente acomodada á la salud por su buen temperamento y tenoe-
no seco. Las naciones que Je componen, son: las de los Chamicuros,
:\guanos, Tibilos y Barbudos ó i\!ayorunas, antiguamente mui te-
midas por su ferosi,lad y braví::sa extraordinaria, y oy reducidas a
tan corto nÚmero, que no pasa de vna mediana poblaciÚn atelluaJa la
antigua con las frequentes epidemias, particularmente con la de vi-
rhuelas, que es la que por estas partes, de tiempo en tiempo, consume
y despuebla sus havitadores, no permitiéndoles maior propagaciÓr
esta fatal plaga. Entre esta gente ha sido mui vsado, muerto el her-
mano, tomar por muger la viuda el hermano superstite.

Vrarlnaso

Dos parcialidades Ó particios de vna mesmA.nación hasen el pllC-


blo de San Xa\'ier de Vrarinas, que son los de este mismo nombre y
los Itucales. El Padre Reymundo de Santa Cruz, en 1655, amistÓ en el
río Chambira á los Itucales por medio de los Cocamillas, que entonces
estavan á su devociÓn y eran de vna misma lengua con los !tucales.
No pudo por entonces adelantarse más esta empressa por falta de
missioneros, contentándose con haver llevado algunos, como en rehe-
nes, á Borja y puéstolos allí encomendados. El año de 1738, av ¡¿"n do-
se repetido la entrada al mismo río Chambira, se amislÓ la gente Vra-
rina, y construyó vna población á las cavesseras distantes del Mara-
ñón cosa de veinte días de camino regular, sin pasar por entonces â
más empeí10 que á consen'ar su amistad, repitiendo las visitas y en-
tradas, que todas se reducen á las dádivas y contribuciones, sin las
quales no tiene con estos indios fruto alguno la predicación por sí mes-
ma. El ailo de 1754 sobrevino el descubrimiento de vna porción de
Itueales en estos mismos montes; que agregándose á los antiguos
Vrarinas y it otros ciento y noventa de astt\. misma nación, atrahidos
por el aÜo siguiente de 1755, formaron un grueso considerable. ~ero

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reconosiéndose la mala constitución del terreno á las márgenes de este
río Chambira por la escasez de víveres, humedad del terreno, sllma-
mente anegadisso por los pantanos y ciénegas que lo circundan, y vl-
timamente por la maíignidad del temperamento, tan enfermizo, el año
siguiente se trasladó el pueblo á la orilla meridional del ~larañón, en
frente del mismo río Chambira y casi en la mediación entre los pue-
blos de la Laguna y San Regis, en tres grados y cinquenta y quatro
minutos de latitud austral y setenta y cinco grados y medio de longi-
tud. Ha devido este pueblo no sólo su conservación, pero aun su au-
mento, á las continuadas reclutas de indios del monte de la misma na-
ción, que se han ido reduciendo al Christianismo. Mas como el Mara-
ñón en el tiempo de sus crecientes inunda todo ci suelo de la nueva
población, anegando sus sementeras y haciendo impracticable el cul-
tivo, por no experimentar nueva avenida, se buscó suelo más enjuto ú
menos baxio; y aunque no se hallase lugar ventajoso, acomodándose
á la necesidad, rué preciso elegir citio mer,os malo; y otra vez se tras-
ladó el pueblo por el año de 1771 vn dia más arriva, al cafio de vna
laguna llamada Guatapi, en que se han repetido las irrupciones del Ma-
rafión y padecido las mismas incomodidades que se avian procurado
evitar. Aviendo depuesto enteramente la ferosidad, que antiguamente
la hiso tan temida, es ay la gente Vrarina la más dócil, pací!ka y su-
misa de toda la Missión, y tiene especial habilidad para la fábrica de
unos toldos que texen de palmas.

San Regis.

San Juan Francisco Regis de los Yameos está al presente en tres


grados y medio de latitud austral y setenta y cinco grados de lon-
gitud, á la orilla septentrional del Marañón, seis leguas más avajo de
la vaca del rio Tigre, en terreno alto, arenisco, seco y bastantemente
agradable á la vista. En su gentilidad, ocupó la nación Yamea la vas-
ta extensión de las montañas, que se dilatan entre los rios Maraiión,
Tigre, Napa, y Curaray. y aunque estuvo dividida en muchas parciaî-
dades, las más principales y que más se hicieron distinguir fueron las
de los Panlines, Minguianos, Parranos, Amaonos, Masanais, con otras
muchas menores de los Maynas, Muenos, Mequeonos, l\luales, Za-
moas, Patigas, etc. El Padre Manuel Rodriguez haze cómputo de seis
mil almas de esta nación, y otros, de quatro mil. Pero con el nuevo
descubrimiento del aÜo de 1737 se pudo sondar mejor la numerosidad

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de esta naClOn, calculándola, á juicio prudente, de ocho á diez mil
almas, con inclusión de los Masamais. En la era presente está tan
deteriorada y consumida, que toda ella, ni con mucho, pasará de mil
almas. Fué tenida por inaccesible á toda humana diligencia; pero por
Providencia Divina se logró la ilustración evángelíca á esta gente,
abriéndose la entrada y comunicación, para amansaria y conquistada,
el año de 1723. Por el año de 1737 ya huvo seis pueblos concíde-
rabIes de Yameos, aun quedando residuo en el monte; pero vltima-
mente siguió el exemplo de sus compatriotas, saliendo á incorporarse
con ellos en las mismas poblaciones. Hállanse los Yameos repartidos
en los tres pueblos de Omaguas, San Regis y Napeanos, donde van
caminando con paso acelerado á su total ruina y consumpción¡ bien
que, en San Regis, es donde se hallan más propagados ó menos con-
sumidos. Esta es una gente que adolece de vna mui particular es-
quivés y encogimiento hasta declinar al extremo de vna bárbara ter-
quedad. Además de lo que consumen á los Yameos los males de la
naturaleza, ellos por sí mismos abrevian los plasos de su vida, pare-
ciéndoles lenta y perezosa la velocidad de la muerte; porque quando
algun Yameo padece pesar, ó siente esquivés ó desprecio en el trato
con el otro sexo, luego, luego libra sus alivios en el barbasco (yerba
venenosa), que toma saliendo antes de toda compañía y hallándose
fuera de los suyos, sin comunicar SLl designio al mas allegado; para
que sin poder ser socorrido entre las agonías de la muerte, acave la
vida á manos de la desesperación y del propio despecho. Consúmen-
se tambien recíprocamente las personas y aun las famílias enteras, si
llegan á tener algun reencuentro, con otra yerba no menos venenosa
y antes más maligna por lo que dilata el martirio. Llámanla muzana,
y solo su contacto al cuerpo ó la vntura de su jugo á la ropa, basta
para consumir poco á poco á los infeccionados de este mortal tan du-
radero tósigo, que antes de morir llegan á quedar reducidos á sola
la piel y los huesos; cadáveres vivientes, que sirven de horrible pa-
voroso espectáculo á la vista y de vn funestíssimo recuerdo á la ima_
ginación. Tienen especial havitidad en texer vnas hamacas ó redes
de la palma chambira, harto estimadas en toda la Missión para atem.
perar Ó refrigerar algun tanto, con bU vso, el calor del ambiente. Son
mui diestros en la caza, y no menos hávíles en la pesca; manejando
tan bien la red y el anzuelo como la saeta, el dardo y la flecha.

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(!)maguas.

San Joachí:1 de Omaguas ó de la Grande Omag-ua fué la capital


de la Missión baxa, cuyo missionero, en tiempo de los Padres de la
Compañía, obtuvo la qualidad de Vice-Superior de ella; y en estos vI-
timas tiempos ha sido también la residencia ordinaria de los Governa-
dores de la Provincia, no obstante Sll insufrible plaga de sancudos, que
hasen molestíssima y desapacible su havitaciÚno Está en tres grados
y medio de latitud austral y en setenta y tres y ocho minutos de
longitud. La primera ves que esta nación tratÚ con cspafloles fué el
año de 1639, con motivo de havee pasado por allí los Padres Jesuí-
tas Acuña y Articda de~de Quito, en compa.liía de la armada portu-
guesa, hasta el Gran Pará y de allí á la Corthe de l\ladrid. Entonces
computaron de quince á dies y seis mil almas las que se dilataban en
tan basta extención. El aÏio de 166 r, \'iéndose los Omaguas amenasa-
dos de los portugueses del Pará, que publicaban \'enir á conducirlos al
Brasil cautivos y ~'risioneros, ocurrieron en este conf1icto á la protec-
ción española, pidiendo míssíoncl"O, en comprobassión de la sumissión
y alianza que ofresian voluntariamente. Pero, por entonces, hallándo-
se la Missión con solo quatro sugetos, harto ocupados, se les difirió el
consueLo hasta el afio de 166ï, en que vino de Quito el Padre Samuel
Fritz á encargar"e de su enseilansa y población. Formó de ellos y de
los Yurimaguas, Aisurtis, Si rus é Ibanomas seis pueblos maiores, que
con otros menores, como vnas rancherías, paSR\Oan de treinta en toda
la Provincia de los Omaguas, estenJida desde abajo del rio Napa hasta
la vaca del rio Negro. Al presente la poseen los portugueses, havién-
dolo. tomado por fuersa y arrojado de ella al principio de este si-
glo al citado Padre Samuel Fritz, entregándola á los Padres carmelitas
calsados de la Carona de Portugal; sin que hasta aora se huvicse po-
dido recuperar tan dilatada Provincia, por más que se han repetido las
diligencias en Lima (estando (;ntonces subordinada á aquel Virreynato
la Audiencia Heal de Quito) y en la Corthe de ?lladrid. Sin embargo,
ttlgunas familias Omnguas y Yurimaguas, que de propio movimiento
vinieron siguiendo al Padre Samuel, Sll missionero, formaron el pueblo
de San Joachín, cinco ó seis dias más arriva de la voca del I\apo. La

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ordinaria epidemia, que por estas partes grasa de zarampión y disen-
terias, lo deterioró mucho el año de I ï 5 I, Y para sostenerlo fué pre-
ciso agregarle las reliquias del pueblo igualmente destrosado de los
Yameos, Hambronos, Masamaes, que ay forman la otra parte del pue-
blo de Omaguas. A.este mismo pueblo pertenece el partido de los Ma-
yorunas, nación estendida desde la vaca del Vcayale hasta la del
rio Yagu~rí por los montes y quebradas inmediatas á la vanda más
austral del Maraii.ón. Desde el año de 1729 se ha trabajado con esta
nación, ya reduciéndola á pueblos, pero que han sido de poca per-
manencia, ya incorporándola al pueblo de Omaguas. Con todo, en la
presente actualidad, á ecepcion de vna ~ otra familia, ha quedado
otra ves remontada, siguiendo la inclinación de su genio, que no les
permite vivir sino siempre errantes, discurriendo de citio en citio y
de lugar e11lugar, como fugitivos de sí mismos, aun en lo interior de
los montes que havitan. Tiene iglecia mui desente de tapiales, con
buenos ornamentos y adorno para el culto; cassa capás y acomoda-
da para el missionero, donde también vive el Governador de la Pro-
vincia.

Iquitos.

Santa Bárbara de Iquitos está en dos grados y media de latitud


austral y setenta y tres grados y medio de longitud, ocho días den-
tro, siguiendo por la vaca del rio Nanay. Es conquista mui reciente
de vna nación que anda desnuda, pero belicosa, despierta y numero-
sa, estendida por las montaJias assia el norte de las tierras de los Ya-
meos, y dividida en muchas quebradas, entre los rios Tigre, Nanay,
Blanco y Curarai y aun hasta cerca del rio Napa. Aunque antigua-
mente se tuvo noticia de esta nación, no se tocó en su conquista por
tener á mano otras más efectivas, hasta que, en el ailo de 1737, se in-
ternaron sus tierras por el Nanay; sin ~mbargo de que por entonces
no se logró el fruto, pero sirvió esta diligencia de dispossición para co-
geria después, como en efccto se cogió, repitiéndose las entradas, ya
por el Tigre, ya por el Nanay, en cuias márgenes salieron á poblarse,
no sin trabajo y resistencia. No ha mucho que se perdió el pueblo
del Tigre, con el grave insulto de vna peste que, intimidando á los
indios, les ocasionó Sll fuga á los montes. Este de Santa Bárbara se
aumentó en el citado año con reclutas conciderables de infieles con-
\'crtidos, pero no menos varias é instables en SllS propósitos; en au~
sencia del missionero desampararon la nueva población, quedando
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ésta casi destruida y reducida á mui corto número. Su temperamento
es igualmente achacoso á los indios que al missionero. De otro parti-
do de la misma nacion lquita ai otro pueblecito llamado Santa María,
en el mismo rio Nanay, que en estos vItimas años formó vn religioso
lego de la Compañía de Jesús, aunque vltimamente casi lo sacrifican
al desamparo y á la necesidad, retirándose á los montes los indios, á
causa de vna epidemia que ordinariamente suele servir les, ó de ver-
dadero motivo, ó de disimulado pretexto para sus retiramientos. y
comO' regularmente hablando, todos estos indios jamás atribuyen la
muerte á las causas naturales, ni en medio de tan diaria indefectible
experiencia, la conceptúan irremisible decreto de la Providencia; si ven
morir á alguno, es, á su entender, porque otro rival suio le acabó con
sus echisos y maleficios; si vna nación llega á contagiarse es porque
otra enemiga suya lo sacrifica al bárbaro encono de su implacable in-
mortal discordia y emulacion inalterable. En las epidemias ven fre-
cuentes los estragos, y luego se aviva en ellos la vana credulidad de
la fuersa de los echisos contrarias; ensiéndese con esta el furor, que
procuran aplacar asestando con la fuersa armada; y no pocas veces lo
que al principio fué no más que vna ligera epidemia, llega á parar en
vna sangrienta intestina guerra, que todo lo acava y todo lo consume.
Quando llegan á escapar de tantos contagios amotinados, quedan fir-
memente impresionados los del odio y los de la descontiansa recipro-
camente, de manera, que ya no les es posible vivir en sociedad y se
ven presisados á huir á lo interior de los montes, donde con inexo-
rable pertinacia y peor ánimo del que tuvieron antes de reducirse,
mantienen tenassísimamente por toda la vida la idea de sus reencuen-
tras y fatalidades; sin que nadie sea capás de persuadirles lo contrario,
y mucho menos volverIas á la sumissión y á la concordia recíproca.
Con todo, como vno de los raros acaesimientos, puede admirarse
el caval restablecimiento de estos indios Iquitos, pues parece que ya
buelven ·á poblarse poco á poco, y pllede ser que ay consiga el Clero
su recuperación.

Napeanos.

El vitimo pueblo de los Yameos es el de San Pablo de ?\apeanos,


llamados assí de su curaca Napc. Ell sus princípios estm'o citulido
dentro del río Nana)', seis días arriba de su vaca, en terreno alto y
arenisco competentemente acomodado á la población, pero no assí á

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la salud, por la intemperie de su enfermiso clima que, consumiendo


en mui brebe tiempo casi todos sus havitadores, obligó á tomar, por
vl timo recurso, la fuga, trasladándose en 1759 á la orilla septen trional
del Marañón, en tres grados y veinte y seis minutos de latitud meri-
dional y setenta y dos grados y quarenta minutos de longitud, en la
misma vaca del río Nanay, donde la extensión del Marañón presenta
á la vista vn agradable prospecto. Compónese e[ pueblo de dos par-
tidos: el vno, de las reliquias de los Napeanos, y el otro, de los Ma-
samaes, que er. otro tiempo formaban vna parcialidad numerosa, es-
tendida desde el Nanay acia el rio l\1asa, que desemboca en el Napa y
del qual tomaron su denominación.

~evas.

San Ignacio de Pevas se halla i la rivem septentrional del .\1ara-


íión, entre los dos rios Ciquita y Vberari y más abajo de la VOcn.
del rio Napa, en dos grados, y sinquenta y seis minutos de latitud
austrol y en setenta y vno y m~dio grajos de longitud. Está citua-
do en vna garganta ó estrecha encUliada donde se recoge todo el
caudal del :Vlaraùón. Compónese de dos partidos, que son Jas de
Cau:naris y Caguachis, que casi it un mismo tiempo comensaron it
descubrirse y amistarse, por CI alla de 1;- 3 2, en los montes interme-
dios de los dichos dos rios Ciquita y Huverari, y construieron su pri-
mer pueblo dentrv de aquél, tomando su denominación de la nación de
los Pevas, que se regó entonces, y ai están parte consumidos y pu' te
remontados. Esta ha sido vna gente de asperíssima condición y ha
dado mucho exercicio al sufrimiento con la esperansa de aplacarIa,
atrayéndola por medio del al hago y de la suavidad, maiormente quan-
do han sido impracticables 105 esfuersos de la Authoridad Heal por
la falta de proporciones. Es tan indócil, ferós y tan ciegamente
obstinada en sus estilos bárbaros, que el alio de 1753 pasaron los
Caumaris á matar á su missionero; y aunque igualmente acometieron
al Theniente, pudo escapar la vida al abrigo de los Pevas, que 10 de-
fendieron más por la emulación en que viven con el otro partido, que
por sentimientos de humanidad ni de religión. Y aunque esta pertur-
vacion amcnasava la vItima ruina de un pueblo por si mismo incons-
tante y turbulento, no obstante, al cavo de vn alio se pacificó,
reemplasándose el número de los desertores con sesenta almas, que se
reduxeron á lu cristiandad, de las naciones Yaguas, Ticunas y Pe-

EANCe Df lA f~c.)l.;r~:J,J.
E'!\I'01::CA luiS - '\\,G¿L I-.';;·,NCO
r / ~ li ~J)C;j.>.r:::ïr.~¡
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vas. No pudo lograrse por mucho tiempo el fruto de esta conquista;
porque sobreviniendo en el año de 1757 una formidable peste en to-
da la Missión baxa, se horrorisaron con ella tanto, que se retiraron al
monte gruesas partidas de Yaguas, Pevas y 'l'icunas.

TienDas.

Nuestra Señora de Loreto de los Ticunas es vna reciente reduc-


ción, que ha ido formándose desde el año de 1760 á la rivera septen-
trIonal del Marañón, distante de Pevas dos días de baxada, en tres
grados y dies y seis minutos de latitud austral y setenta y medio gra-
dos de longitud. Aquí terminan las i'.1issiones españolas, comensando
desde la nueva fortalesa de Yaguarí, pocas horas de camino río abajo,
los bastos dominios de la Corona de Portugal, que sin contradicción
alguna ha ido ganando terreno é internando en las tierras de Castilla
para que el tiempo y la confusión de noticias puedan authorisar la
detención. Son los Ticunas nación numerosa, mantienen estrecha
aliansa con los Pevas, apoyando esta buena correspondencia la identi-
dad del idioma y la conformidad en las costumbres. Aviendo antes
estado dispersos entre las quebradas Ataguari y Betet, empesaron
desde el año de 1753 á incorporarse en repetidas partidas á los
Pevas en su población, donde el año de 1755 se avían juntado ya
hasta ciento treinta y ocho almas, fuera de otras familias que anterior-
mente se habían depositado en Geveros. Las epidemias, que por acá
·on la ordinaria destrucción de los pueblos, á causa de las mutuas des-
confiansas, odios y enemistades que de ellas nacen, obligaron á re-
montarse poco á poco à estos indios Ticunas; pero con la felicidad de
que ya por el año de 1760 trataron de restituirse, haciendo su población
en el citio en que ai permanece, y lo que es más, pidiendo missionero de
la Corona de España, por el terror que tiene concevido á la dominación
portuguesa. Mas sin que estas precauciones les huviese podido evitar
el dolor de ver á sus compatriotas y deudos cautivos, en manos de
los mismos portugueses de quienes tanto huyen, porque tan inmediata
vecindad les habre franca puerta á sus continuados insultos y correrías.
De que ha provenido la dificultad de establecerse este pueblo con al-
guna firmesa, pues la indcffección y devilidad que aí de nuestra parte,
y el reconoserse estos defectos por la que hostilisa, le alienta más y
sirve de estímulo á sus irrupciones. Son cosa de setecientas almas
las quc asta aora se han situado en este pueblo, y aun quedan más en

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el corasón de los montes, intimidadas del vecino portugués. Del
Sllmo de varias raíces, qlle se benefician y cosinan, se fabrica aquí
un veneno mui activo y permanente, mui apreciado para la caza, del
qual se proveen en la Missión y suelen tambien sacaria fuera para el
mismo elfecto y venderIa en buen precio.

Yurlmaguas.

Bolviendo á continuar la noticia de los pueblos que restan de la


Missión alta (de donde se avia desviado la pluma siguiendo el curso
del Marañón hasta Ticunas), seis días más arriba de la Laguna, por
el rio Guallaga, está el pueblo de Nuestra Seiiora de las Nieves de
Yurimaguas, formado de la vna partida de este mismo nombre y de
la de los Aisuaris, toda gente fugitiva de la opressión portuguesa,
quando esta nación, subiendo del Pará, despoxó de este Gobierno de
Maynas la dilatada provincia de los Omaguas, tan indefensa enton-
ces como lo estaría aora en caso de acometimiento. Viendo expulsa-
do á su antiguo missionero el Padre Samuel Fritz, muchas familias Yu-
rimaguas tomaron la resolución de seguirle, más por temor del iugo
portugués, que por amor al missionero español. Por entonces se po-
blaron más avajo del rio Napa; pero reflexionando despues, con me-
jor acuerdo, que estavan mal seguras con la inmediación de los por-
tugueses, sa retiraron más arriba; vnas se agregaron al pueblo de
San Joachin de Omaguas, y otras, en maior número, subieron á po-
blarse en el Guallaga, en el mismo citio que ocupan al presente. En
los aiios de 176r y 1762 se consumió mucho esta gente con la peste
de virhuelas, haciéndose sencible esta pérdida por ser de suio despier-
ta, bien doctrinada y ladina. Entre las mugeres es mui recomendable
la havilidad que tienen de pintar vnos mates ó pilches, con vamiz
muy lustroso y permanente, apreciados dentro y fuera de la ~1issión.
San Regis del Baradero ó de Lamistas, anexo de Yurimaguas, está en
corta distancia dentro de la misma vaca del rio Paranapura. Formaron
esta población vnos indios que vinieron del Govierno y ciudad de La-
mas, y assimismo padeció el aiï.o de 1762 el fatal estrago de la peste
de virhuelas. Subiendo dos dias por el Paranapura está también el
anexo de San Antonio de Muniches y Otanaves, que comensaron á
establecerse por el aiï.o de 16;2 cerca del rio Cachiyacu, que en la len-
gua general del Inga quiere decir rio de la Sal, por la mucha que ay
en este citio, sumamente blanca, sólida é incomparablemente más ac-

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tiv8. que la de (uera; de cuio mineral inagotable seahastese toda la
Missión. Son los ;vluniches vn partido de los Gevcros y un corto
residuo de los que por fuersa lleva van cautivados para sus labransas
los vecinos de Moyobamba.

Xevero •.

En cinco grados y dies minutos de latitud austral y setenta y


siete de longitud está el pueblo de la lmmaculada Concepción de Xe-
veras, el más antiguo, más numeroso y permanente en su primera
cituación desde el año de 1640. Cerca de la vaca del rio Guallaga le
entra el río Apena, por cI cual se suben cosa de cuatro días, y de ay,
hecha vna jornada por vna quebrada angosta, se desembarca en el
puerto, que dista del pueblo vna legua de buen camino llano y seco.
Hállase cituado sobre vna llanura arenisca, con orden de calles y pla-
zas bien dispuestas. Tiene en sus inmediaciones tres pajonales cortos,
que son los vnicos citios despejados en toda la ~vlissión. La iglecia, bien
desente, de tapial es, se arruinó con el temblor del al10 de 1766. Cons-
truyósc otra mui capás y ordenada, de vahareque y estantería, que
aun está por acavarse. Tiene muy buenas alhajas de plata labrada y
otros adornos decentissimos para el Culto Divino. Vno de los tres
partidos ó capitanias de que se compone, es el de la nación Cutinana,
belicosa y assada, originaria del rio Lamirie. Es gente bastantemente
dócil y mantiene algunos visos de policía christiana; y se ha conserva-
do en su grueso número, á pesar de las diferentes epidemias y mor-
tandades que ha padecido, por averse repuesto y fomentado conti-
nuamente con la agregación de consiLierables familias de los partidos
de Alabonos, Xivaros, Ticunas, Barbudos, Yameos y Ataguates.

ehayavltas.

La PrcsentaciÚn de Chayavitas logra vna amena vistosa cituaclOn


en vna altura eminente que domina toda la muntaiia, á la falda más
oriental de la cordillera de 105 Andes, cuyos aires puros hasen más
apacible y suave su temperamento que el de la montaii.a baxa y ce-
rrada. Está en cinco grados y quarenta minutos de latitud austral
y en setenta y ocho grados y dies minutos de longitud. No tiene
puerto inmediato. Comunica á distancia de ocho leguas de call\ino

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por tierra con el pueblo de Cahuapanas, y con el de Xeveros por otra!>
veinte y quatro leguas de camino por tierra. Dióse principio á su fun-
dación por el año de 1652 y aunque su gente es dócil y pacífica, es
tambien sobremanera ruda y tosca. A corta distancia por tierra está
su anexo de la Anunciación de Paran apuras, parcia1idad corta de Xe-
veras, que se compone de gente pacífica y dócil que empesó á amis-
tarse en 1652. Toma su nombre del Paranapuras, rio mediano, que á
distancia de legua y media de Chayavitas sale ya navegable de la cor-
dillera (sino es en tiempo de mucha seca ó quando las cresientes son
mui impetuosas) Y entra en el Guallaga al pie del pueblo de Yuri-
maguas.

eabuapaD8S.

La Concepción de Cahuapanas empesó á reducirse en forma de


pueblo desde el año de 1700, aviéndose aun antes tratado de su amis-
tad por el año de 1691, e:1 que se hisieron algunos bautismos de sus
párvulos. Cómponese de vna gente atrahida de lo inte:'ior de los cerros
que corren por la cordillera, entre Chayavitas y :\10yobamba. En los
primeros tiempos de su descubrimiento ha padecido mucho esta nación
Cahuapana las hostilidades y extorciones de los vecinos de Moyo-
bamba, pues arrastrándolos por fuersa y violencias los \leva van á sus
labran7.as por vna corta atravesía de los mismos cerros, que antigua-
mente se traginaba. Oy se halla el pueblo al pie de la cordillera, en
citio llano y de un apacible saludable temperamento, á la orilla del
caudaloso río Chahuapanas (del qual toma su denominación), que va-
jando ya navegable por la cordillera y ladeándose por ella cosa de
quarenta leguas, desembol.:a en el ;\1arañón, enfrente del nuevo citio dc
Borja llamado Pucabarranca, en cinco grados y siquenta minutos de
latitud austral y setenta y ocho grados treinta y seis minutos de
longitud.

Vi Debes.

Suhiendo el rápido río Pastaza dose días arriba desde su voca,


está el pueblo de San Joseph de Pinches y Roamaynas, entrando por
vn cailo corto á la vanda occidental, en dos grados y quarenta y
ocho minutos de latitud austral y setenta y ocho grados y medio

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de longitud. Comensó á formarse este pueblo desde el aIÎo de, 1698 de
los indios Pinches, Pavas, Arasas y Llepas, todas parcialidades distin.
tas pero de una misma nación, sacada de los montes intermedios de los
Jios Pastas a y Tigre, mui consumida con los achaques y enfermeda-
des que son tan frequentes en las riveras de Pastaza, donde apenas se
conserva la vida, pero la salud siempre achacosa, siempre quebrantada.
La nación de los Pinches es hávil, especialmente en los texidos de
vnas telas de palmas, de que se sirven para sus vestuarios y para los
toldos, con que se defienden de los sancudos, murciélagos, xexenes y
otras plagas é inmundicias de que abundan estos payses.

Andoas.

A los dies y seis días de navegación desde la vaca del Pastaza, y


poco antes de su junta con el Bobonasa, en dos grados y cerca de
medio de latitud austral y setenta y nueve grados, catorse minutos
de longitud, se halla el pueblo del Apóstol Santo Thomas de los in-
dios Andoas y Zimigaes, dentro de vn calia, á distancia de cosa de
vna legua de la rivera occidental del Pastaza. En este río Pastaza,
desde principio de la Misión, huyo diferentes pueblos, pero que al
presente se hallan arruinados, parte por los alsamientos de los neo-
phitos, y lo mAs pl)r haverse consumido la gente con la ingratitud del
clima tan achacoso de este territorio. Por esto se consumió toda la na-
ción Pamayna é Ysapa, que habiendo llegado al tiempo de su descu-
brimiento á cosa de nueve ó diez mil almas, ay no han quedado más
que vnas cortas familias remontadas. San Salvador de los Sapas fué
un pueblo de mui efímera duración. El de los Angeles de I-'uamaynas
permaneció desde r654 hasta cerca del de eatorse del presente siglo.
Del mismo modo se perdieron las numerosas naciones de los Gaes,
Zimigaes y Zaparas, que empesaron á doctrinarse y reducirse á pobla-
do por el aIÎO de 1669, con no poco trabajo por su inconstancia é ins-
tabilidad, que ocacionaron continuados baybenes, mudansas, alsamien-
'tos y fugas, hasta que en el año de 170ï se retiraron dando alevossa-
mente cruelíssima muerte á su missionero el Padre Nicolas Durango.
Se presume que las reliquias de estas naciones se hallan remontadas
por las caveseras de los rios Tigre y Curaray assia el Napa; no obstante,
algunos desendientes de estas mismas se agregaron á los Andoas,
cuyo pueblo principió á formarse en el río Bobonasa en el año de

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1696. Casi al mismo tiempo se construyeron también el de los Za-
paras, el de los Zimigaes y en el río Guasaga otro de la misma
gente Andoa, pero aseleradamente consumidos con la intemperie
y malignidad del clima, fué presiso el ailo de 1711 juntar todos en vn
cuerpo y formar el \'nico que ay existe; que del mismo modo se hu-
viera consumido ya, á no haverse fomentado continuamente con reclu-
tas de gente nueva sacada de los montes y de las tinieblas de su in-
fidelidad. Subiendo por el Bobonasa catorse días, se encventra el pue-
blo de Canelos, curato mui corto y casi arruinado de la religión de San-
to Domingo. Por aquí está uno de los caminos que tiene esta Missión
para comunicar con la Provincia de Quito. Segun el estado presente es
inaccesible en cavalgadura; y aunque no tiene más de ocho días por
tierra para salir á poblado, es mui peligroso y sumamente trabajoso;
recrese su asperesa y riesgos en vna ladera ó desfiladero, tan pendien-
te, que apenas puede sostenerse el cuerpo, y en partes es tan estrecha
la senda que cave con dificultad la planta humana, teniendo continua-
mente á la vista el succesivo precipicio al rio de Patate ú Pastaza. Pero
aviéndosc abierto aora nuevamente por el Padre Cura actual, Fray Ma-
r.ano de los Reyes, el antiguo camino, que estava abandonado en tiem-
po de los Padres de la Compañía de Jesús, continuando el mismo Bo-
bonasa dos días arriba de navegación, más allá de Canelos, se sale al
atajo y se salva tanto precipicio y fragosidad, quedando la montaila
reducida al corto camino de cinco ó seis días. Sin que por eso puedan
evitarse cinco rios, que deven pasarse en hombros de indios, y el
sexto, que llaman del Topo, por vn pvente de huaduas ó cailas grue-
sas, que se hace cada ves que se ha de pasar sobre un paso tan rá-
pido y caudaloso que hasta los indios le temen, siendo assí que son
impávidos á todo peligro; porque no tiene remedio que el que cayese
ha de morir aogado, no pudiendo valerIe aquí para salvarIa la mayor
destresa en el nadar. De tal calidad que parese haver puesto la natu-
ralesa "na sola piedra para fixar en ella el puente levadisso, dando á
los pasageros lugar al tránsito, que no siempre es asequible porque
e>tando cubierta la piedra con las cresientes del Topo, no se puede pa-
s:!r adelante, ni tiene más recurso que esperar á que vaje ó retroceder
h:lsta mejor oportunidad, á lo que ordinariamente se inclinan los via-
gçros, temerosos de que consumid03 los bastimentos con la larga de-
mora, se vean puestos en la necesidad de pereser de hambre. No es
esto lo regular en todo el aila, sino en el tiempo de las crecientes ma-
yores, que pOdrán durar tres mese; continuados, comensando desde
mediados ó fines de Abril hasta parte del mes de Julio.

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Muratas y Xivaros.

Caminando cosa de tres dias monte adentro de Andoas, por mui


malo y áspero camino ass¡a el río Guasaga y caveseras del Morona,
está el pueblo de los ?-.1uratas, parcialidad no mui numerosa de la gen-
te Andoa, con quien tiene vn mesmo idioma. La cau.::a de haverse
menosc~vado los indios Muratas proviene de las continuas guerrillas
y matanzas con que los han afligido sus rivales los Xívaros, esparci-
dos por las caveseras del Morona. Haviéndose descubierto yamistado
esta gente por el ai'io de li ;5, en el de 1762 se agregaron á los Mu-
ratas no pocos Xivaros, por cuio medio se podrá habrir franca entrada
á la conquista espiritual y temporal de esta numerosissima nación, tan
guerrera que hasta aora avia frustrado los mas serios esfuerzos para su
reduccion. Sábesc estar ellos esparcidos por toda la cordillera, en la
partc quc corre entre Cuenca, Laxa y Saruma, con cuios pueblos man-
tienen secreta alianza y comunicación, proveiéndose de las herramien-
tas y demás menestercs, que permutan con el oro y otros efectos
que dan á sus correspondientes.

Río Napo.

En más de cien alias de trabajos, gastos y afanes aún se halla la


:\lissión dcl rio Napa casi como en sus principios, sin haver vastado
á fecundaria ni la misma sangre que en ella han regado los missione-
ros. Formado por el aiïo de 1660 cI pueblo de Oas en las caveseras del
Curaray, inmediatas al curato de Archidona, en el alío siguiente de
1665 se hizo vna entrada por la vaca del citado rio Curaray, quc
desagua en el Napa, dose dias arriba de laj.uI'ta de éste con el del Ma_
rañón. Entonces se consiguió amistar y poblar la numerosa nación
Abigira, pero con tan poca permanencia que en menos de dos arios
mataron á su missionero y se retiraron, llevándose consigo esta bclla
nación hasta las esperansas quc se havian consevido de reducir bre-
vemente por su medio las demás de cste río. Dilatóse nueve años cI
castigo de los Abigiras en solos preparativos; ydespués no dieron lugar
á escarmentarlos, y mucho menos de restablecer!o.-;, la sangrienta pes-
te de virh'.lelas que sobrevino; vna v otra entrada á los Xívaros con
mui poco effccto; la población y establecimiento de los Omaguas; lus

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alsamientos frequentes y perturbaciones en otros pueblos; las invassio-
nes y correrías de los portugueses, y otros muchos cuidados ocurridos
en el Marañón, que devieron llamar anticipadamente la atención y
el desvelo. Por el año de r;oo se dió principio, con mucho fervor y
empeño, á la rcdución de los Payaguas, entonces nación temida y
numerosa, siendo su extensión por las montañas que se dilatan en-
tre los rios Putumayo y Napa, desde la vaca de éste para arriba.
Construyéronse diferentes pueblos, pero todos de mui corta duración.
Esta nación Payagua se halla ay casi consumida con las guerrilla-:;
y matansas reciprocas.
En el at10 de r720 se amistaron las naciones lcahuates, Li-
civas y Daivas, pidieron missionero y se poblaron; pero dentro
de poco mataron al maso que le asistia sirviendo en dirigir la
formación del pueblo y d ~ la ¡glecia. Hísose por ello castigo en los
culpados; vnos de ellos murieron, otros fueron llevados á la Missión
alta del ¡\-larat1ony los demás se retiraron al monte. De estas mismas
naciones se formó poco después cerca de la vaca del Curaray el pue-
blo de San Xavier, con ochenta indios de lansa, y ay se halla reduci-
do á vnos pocos vagamundos, que no tienen de christian os más que
el character santo del bautismo. El año de 1737 se ofrecieron volun-
tariamente con la pas y amistad las naciones de los Abixiras y Enca-
vellados, cituados á la vanda más occidental del rio Napo poco más
abajo del Aguarico. Dióseles missionero, y su primera población se
hiso con catorse casas grandes llenas de gente. En brebe huyeron
desamparando al missionero; pero bolviéndose á recoger algunos, por
medio de ellos se amistaron los demás y se establecieron assia el rio
Aguarico por diferentes pueblos. Y aunque en los aiios consecutivos
se trabajó con el maior esfuerso en la población más formalisada de
toda esta numerossísima gentilidad, no se consiguió otro fruto (bien
que tan preciosso) que el de innumerables párvulos. y no pocos adul-
tos, que tuvieron la suerte felicíssima de lograr las saludables aguas del
bautismo, al mismo tiempo de haverles asaltado la vitima enfermedad
dimanada de una de sus frequentes pestes y epidemias. Después de
repetidos retiramientos y alterassiones en el aI'io de 1752 mataron los
del pueblo de San Miguel á su missiooero, y se perdió esta Missíóo.
Apenas comensaba á restablecerse, quando se alsaron ouevamentelos
de otro pueblo llamado Nombre de Jesús; descargáronlc á su missio-
nero, que lo era el Padre l\fanuel Vriarte, vn cruelíssimo hachaso en la
cavesa, de que escapó con la vida, haviendo quedado por tres dias como
muerto. Después de este fatal acaesimiento, con no poco trabajo y afán.

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se volvió á recoger la gente; pero aviéndose consumido muchos con las
epidemias y mutuas matansas, que son frequentes entre ellos, las
reliquias están reducidas á Jas dos pueblos de Capucuy y Nombre de
Jesús de Encavellados, con otros dos mui cortos anexos para facilitar
por este rio Napa la comunicación con Quito; siendo este el camino
frequente y visitado para la entrada y salida de los missioneros. y para
Ia introducción de sus anuales socorros.

lIppéndlee.

La instabilidad en el Christianismo, y la poca cultura que hasta


ay manifiestan estos naturales, sino las persuadiese prácticamente la
experiencia, serían increibles después de más de LIn siglo á que los
Padres de la ComparlÍa de JesÚs comensaron á establecer y fundar
esta :\\issión de Maynas. ¡Quántas y quán considerables summas de
dinero han consumido de su Real Erario nuestros Reyes y Señores
en la conservación y fomento de los missioneros, teniendo por vnico
objeto de su Real Cathólico piadoso zelo la propagación de nuestra
Santa Fee en el conocimiento del verdadero Dios entre naciones
tan bárbarasl A este santo fin, y sin que hasta aora huviesen estas
pueblos contribuido vn solo maravedí á la Real Hazi.:mda, se han sa-
cado y sacan anualmente de ella doscientos pesos de pensión, por
vía de limosna, con que socorre Su Magestad (que Dios guarde) á
cada vno de los missioneros; y este es el vnico emolumento que re-
portan de su ministerio para la subsistencia, con la presisión de ha-
\'erlo de convertir en los effectos, bugerias yavalorios, con que aco-
modándose al genio y apetito de los indios se les capta la voluntad.
Faltando esta continuada diaria contribución del missionero, que ha
de complaser no sólo á sus necesidades y menesteres, sino también á
todos sus antojos pueriles y desatinados, que no tienen término
como en ellos es tan superficial la Religión, que abrasan por la vtili-
dad y conveniencia temporal que les tiene esta profesión de que ha-
sen negosiación y grangeria, de aí es que faltando este cevo se reti-
rarían volviendo á su antigua gentilidad é idolatría.
Vno de los oportunos medias de civilisaI' estas gentes havría sido
el frequente trato y comunicaciÓn con los españoles y mestisos, es-
tableciéndose familias enteras de ellos por todos los pueblos. Enseña,
pues, la experiencia que los indios poco á poco se familiarizan y IIe-
gan vltimamente á deponer su indocilidad, mediante el enlase de sus

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casamientos y parentescos con los españoles y mestisos; y que es-
tos reducidos á esta especie de confederación sua\,isan el genio duro
é insociable de aquellos, siendo al mism::>tiempo los que nacen de se-
mejantes propagaciones vnos mestisos dóciles, humildes y provecho-
sos para la insinuación más oportuna con los indios. Con que fran-
queándose entera libertad para estas cituassiones de familias, que an-
tes no se les avia permitido á los españoles y mestisos, y lo que es
más, promoviéndose de positivo este assumpto, se lograria asegurar á
estos naturales, arraygándolos en sus poblaciones; y de este modo,
reducidos á la sociedad racional y civil, ellos mismos irian atrayendo
á los demás infieles, hasta en el nombre, persuadiéndoles con la vehe-
mentissima impresión que les hase sobre todo el interés, siempre que
se les persuade consequible, sin el afán del propio trabajo.
Hasta aora, después de tantos años de conquista, los indios May-
nas no son otra cosa que vnos bárbaros, desnudos de rasón y de dis-
curso, y mui distantes de governarse por otra ley que la que le pres-
crive su ciego antojo, tan obstinado en las tinieblas de su ignorancia
que paresen negados aun á aquellos estímulos de la naturalesa, cuya
imagen se trasluce hasta en los brutos. Por esto son incapases de co-
noser el peso de la ley divina, ni de la positiva humana, y mucho me·
nos de comprehender la obligación que les incumbe de obedecer se-
riamente á los Superiores que goviernan en nombre de la Magestad
cuio Augusto Real Soberano nombre aun les avia sida incógnito á
esas naciones. Ellos se goviernan, mejor se dirá, ellos se desgovier-
nan por su libertinage sin término, pasando la sordidés de sus vicias
más allá de lo que cave en la más viva ponderación; ni puede com-
prehenderse como en vnos hombres, que verdaderamente lo son, pUc-
da caver tanta serenidad que ni la más indecible torpesa les aver-
guense, ni la abominación más detestable les cause el más leve ru-
bor. No sólo es regular este méthodo de vida á los indios que havitan
el corasón de los montes, sin haber meresido la ilustración de Nues-
tra Santa Feé Catholica, que les hase amaneser la luz de la razón,
sino tambien á los ya convertidos y aun á aquellos mismos que de-
cienden de padres y abuelos christianos; porque todos ellos son in-
dios de montaña, nacidos y criados en ella, que parese infundirles con
la cuna y el tl'llto cierta espede de abnegación de sí mismos, que
declina en la más rara insensibilidad. Tarde y mañana se les enseila
la doctrina christiana rejucida Sll explicación al más concisso cathe_
sismo y á las oraciones; pero con todo este incesante afán, es tanta
su rudesa ó la poca atencion con que decoran lo que se les enseña,

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que despues de años y anos, y aun hasta morir, se están como al
principio, eceptuados algunos mui pocos, que en sabiendo resar se
tienen entre ellos como vn::lSoráculos y co:no los hombres más sa-
bios y consumados. La continuada diaria il1stru::;ción del missionero
no labra en ellos alguna cultura en lo que es poli~ia, y 10 que es más
sensible, ni aun se puede lograr el que presten el as~nso de fee que
se nesesita para la salud eterna; apenas 5e puede recavar de ellos vna
media credulidad, imperfecta, dubia y refundida en sola la palabra
del que la ensetia; porque á 105 mas vehementes cJnvencimientos, y á
los más eficases esfuerzos de la persuación, no ay quien pueda sacar-
les otra expresión qu~ ésta: ass! será. D~ que proviene la impavidés
y serenidad con que mueren, pasando del tiempo á la eternidad jel
mismo modo que si fuesen á vn convite ó función de borrachera en-
tre ellos. Son tan olvidadisos y faciles en borrar las especies apren-
didas con tanto tiempo y trabajo, que luego que el dicimulo Ó
la suspensión de la tarea los dexa algún tanto de la mano, buel·
ven con más fuersa á las mismas tinieblas de su nativa ignorancia,
porque logra en ellos mas eficás convencimiento y asenso mÚs firme
el exemplo de SllS amigos, parientes y compatriotas que quantos
avisos, consejos y documentos pueden darIes juntos todos los
missioneros.
La educación de sus hijos se reduce á un amor tan ciego y á ma
tan torpe condecendencia que nada se les niega, prohive, ni castiga;
todo les es permitido y para todo tienen amplissima licencia, redu-
ciéndose toda la criansa (así como en los brutos) á la mera contribu-
~ión de los alimentos, que en la edad temprana no pueden buscar
por sí mismos para la conservación de la vida. Dominales sobrtl to-
dos el vicio de la sensualidad, como consiguiente á la embriaguez de
por vida, que laboran; pues se notan no pocos indios quc jamás Ú
mui rara vez se hallan en su acuerdo. De aquí provienen los demás
desórdenes de su vida, toda entregada al ocio y al livertinage, dando
maior motivo á su decidia la ferasidad del terreno, que al más leve
amago del cultivo corresponde con mui abundante y copiosa co-
secha, á que se agrega la muchedumbre de la caza y pesca en los
montes y rios circunvecinos, sobrando de estas especies quanto pue-
de desear ó el apetito ó la necesidad. Recrese su inacción con la falta
de estímulo al trabajo, que sude serIo vehementísimo la aflcion al co-
mercio y á la ganancia que de él resulta, pues en tantos allaS no les
ha sido conosida esta vtilissima senda para el adelantamiento de los
Reynos y Provincias. Por otra parte, ellos se ven relevados de toda

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carga y pendón, pues no están sugetos á la labransa en las hazien-
das, ni al trabajo de obrages, ni á las mitas, encomiendas, ni otros
gravámenes de esta naturaleza; tampoco pagan ovenciones algunas
al missionero, pues antes éste les contribuye lo que han menester, y
mucho menos algún tributo á Su Magestad (que Dios guarde) pues
antes su Real demencia les costea la subsistencia de los missioneros.
Con que estando libres de toda pención y teniendo Jo que sobra para
pasar la vida humana, en aquel modo sedentáneo que conciven más
felis, por más acomodado á su genio, se puede venir en conocimiento
Je la holgazanería con que viven estos injios. Verdaderamente, que
causa no poco dolor ver tan vasta fértil Provincia abandonada al
ocio y decidia de sus naturales, quedando perdidos y sin cultivo sus
nobilíssimos preciosos efectos, como son: la asúcar, el achote, el
agengibre, la almendra, el algodón, el arroz, la brea, diversísimos
bálsamos y resinas medicinales y aromáticas, el cacao, el café, la
canela, la cera, el ceivo, el copal, la copahl1va, el draga, el estora-
que, el ispingo, la pita, los plumages de colores vistosíssimos, la sal,
la sarsa, el tabaco, la vaynilla, el veneno, y otras mÚs especies \'ti-
les, que hase despreciar la falta del conocimiento y se descubrirían
con la inspección de personas inteligentes, abansando al mismo tiem-
po la agricultura y la industriosa econonía á la cituacion de muchas
plantas forasteras vtiles y provechosas. Sin duda, que aquí pudiera
sacar Su Magestad anualmente muchos millares, sin que á los pue-
blos fuese sensible la exacción, y antes con ella misma los felicitaria,
removiéndolos de tanla inac.;Îón y haciéndoles apreciar lo mismo que
aora tanto desprecian; porque con sólo introducir al comercio y pre-
sisar á los indios il que en señal del vasallage laborasen algún tanto
en los mismos efectos del pais de quenta de la Real Hazienda, po-
niendo ésta administradores de buena economía y fidelidad, se reco-
noseria quanto tesoro y quanta riqueza encierra esta Provincia, que
hasta aora aun no avía producido al Rey nuestro SeÜor ni vn solo
maravedí. Pudieran también mantenerse de quenta de la Real Hazien-
da grandes cuadrillas de negros en Jas minas, lavaderos del Napa,
Provincia de Avila, Canelas y rio Bobonasa, trabajando e:J el oro de
tan subidos quilates á la direccion de mineros diestros y experimen-
tados, siendo igualmente fáciles los socorros en abundancia con los
salados producidos de la caza y pesqueria de Omaguas y más par-
tes del :\laraÜón.
La gratitud es tan desconos!da entre ellos, que el oi\'ido del benc-
fic,ia comiensa desde el mismo punto de recivirlo; y quanJo se acos~

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tumbra á la gratificación cobran como deuda la gracia, que contri-
buida no agradecen, como sucede con los obsequios y regalos de los
missioneros, que resiven con despego y terquedad, y dexando de re-
civir estrañan su falta con notable enfado. Eceptuando tal qual obje-
to puramente material y más sensible á la puerilidad y dura cortesa
de su genio, en todo lo demás, su discurso (si lo es) siempre queda
tan obscuro y débil que no se levanta de la esphera de vn dudoso
crepúsculo de la razón, pues aun el del más provecto apenas ó nada
se distingue del que pudiera formar vn niño. Quanto más con el tiem-
po se pretende limar sus tosquedades, borrar sus torpes ritos, deshaser
sus abominables ceremonias, tanto más se crese su havílidad (que
para esta si la tiene) y empeilo de cau telar sus abusos, extravios y f1a-
quesas de que abundan, valiéndose para esta consecución de aquellos
mal entretegidos artificios, que en su corta comprehención les paresen
bastantes á alucinar; siendo la ordinaria oficina de quanto procuran
solapar, con misterioso secreto, la mentira mal encubierta y el enga-
110 casi á todas luces descubierto, con que vnos á otros se procuran
tapar sus f1aqucsas, sordideses y abominaciones; no porque á esto les
obligue el rubor que infiere el vicio, sino el resel) de la corrección ó
por evit1r la sanidad del consejo.
Tolo el Govierno civil y político de estas pueblos pende de vn
Go\ernaJor que por cinco ailos provee Su Magestad con sueldo en
las Heales Caxas de Quito y subordinacion al Govierno Superior de
aquella Heal Audiencia. Este Governador, por presición, ha de estar en
vn solo pueblo, summamente distante y separado de los demás por
la gran distancia que tienen entre sí, metido entre tanta multitud de
bál baros, sio más esfuerso, ni auxilio para hacer œspetable su autho-
r¡dad que el que le pu~dan prestar sus subalternos, que soo los mis-
mos indios, en quienes por necesidad recae el Govierno económico.
Es t:lanifiesta la debilidad de este brasa; porq.ue estos indios, que le-
vantan varas de justicia, son de la misma calidad que todos los de-
más: superticiosos, mentirosos, timidos, f1oxos, borrachos y en una
palabra nada inferiores en los vicias, que son comprehensivos á to-
dos. De aquí es que por más empeilado que estuviese el Goven¡ador
ó el missionero en promover el servicio de Dios y del Rey, se queda-
ría con sus buenos deseos é intenciones, sin pasar á su execuCÍón y
práctica en aquella proporción y grado conducentes al adelantamien-
to de la Provincia. Verdad es que á la primera vista parese que todo
es camino llano y trillado, todo accesible á vna mediana diligencia;
porque los indios sin parar en nada ni dificultar sobre cosa alguna

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todo lo prometen luego al punto de contado, pero esta misma ligere-
sa en el ofrecer desvanese el cumplimiento, que nunca llega, ni se
verifica, por más que repitan las mismas promesas. Si se les quiere
compeler á la práctica de su palabra ó á la seria efectiva obediencia
de lo mandado, no ai medias, ni proporciones para llevarlos á pura
y devida execución, pues no se les puede apurar en el centro de e'3tas
dilatadíssimas montaÜas distantes de todo comercio de espalioles, don-
de tiene tan prompto refugio la maldad en la ocultación y en la
cautela.
Otro escollo de no pocas dificultades ofrece la confusión de lenguas,
entre sí tan diferentes como dilieren la española y tudesca; y que
solo COI ,vienen en ser á qual más inculta y más barbara. Las que al
presente corren conosidas en la Provincia son veinte y tres, asperí-
simas todas y en su inflexion y sonido de vna articulación muy diti-
cultosa. Vnas son puramente guturales, otras, que su expresión no es
más que un desapacible gangeo; estas, que se alientan con cierta in-
suflacción por vaca y narices; aquellas, que se forman atrayendo con
el aliento el ayre exterior assia dentro; aquestotras, que piden su
cierto tono, tal ves como de canto, tal yes horrísono y tal lúgubre
como de llanto y aun de ladrido de perro rabioso; no pocas suplen la
falta de voces propias, para la expresión de los conceptos, con la ma-
yor ó menor intención en el gesto y en el acento, con ronquidos, sil-
vas y visages, que hasen más deforme el semblante, de suyo feo, y
mucho más desagradable con los sucíssimos asquerosos tisnes de que
\·san; vna misma voz significa quatro, seis y aun mas objetos di ver-
sísimos, distinguiéndolos solo la diversa configuración del labio, el
movimiento del semblante, la arqueadura de las cejas, el juego de los
ojos, el tono y otras mil fastidiossísimas inl1exiones. Rien sabida es la
escasés de estas lenguas bárbaras en las voces civiles, cultas y políti-
cas, y mucho más en las que conciernen á la aplicación de los Misterios
de nuestra sagrada ~eligión, voces abstractas y facultativas; como
que sus maiores no tuvieron el mas leve conocimiento, ni noticia de
estas cosas. De aqui nace la inevitable necesidad en el Governador ó
en el missionero de fiarse de vn intérprete, regularmente pérfido y
de dañada intención, que trastorna á su antojo los razonamientos, di-
ciendo lo que quiere y no lo que se ha propuesto. Con que muchas
veces succede que por causa de los mismos intérpretes se ahuyentan
los indios á los montes. Sería pues mui conveniente, para evitar tan
nociva confusión de lenguas, presisar á estos naturales al vnico uso de
la lengua general del Inga, que siendo la más clara, copiosa y vnica-

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mente vsada les seria más fácil saberia con perfecciono y por con,.;i-
guiente aprender en ella la doctl;na christiana, que huviendoselcs en-
seiiado juntamente en tan diversos idiomas ha sucedidu no haveria
aprendido en ninguno. Y para acostumbrar!os al \·so de: la lengua
caste][an~, ti que no muest:"an desaf1ción ni duresa, seria tambicn
mui conforme á lo que prescrive la Icy Real de In,lias lu-:erlcs al
mismo ticml'o continuada versi"ln de este idioma, relati\"amente á lo
que se les fuese cnseiiando Cll la lengua general del Inga.
Otru de los emharasos para ci buen establecimiento de esta Pro-
vincia es la poca permanencia de sus havitadores en los puehlos de
sus reducciones, pflsando lo más del año y de sU \"ida fuera de ellos,
en sus pcsqLlcrías y caï.as, regados por los montes, lagunas y cha-
cras, que llaman tamhos, y tienen de propósito lexos dc las pohlacio-
nes con pretextos frí'"Glos, que alegan para sus largas ausencia--.
Con lo qLlal quedan mÚ" aficionados á la "idel montarás .r sclva"~c,
haJlÚndose en el centro lie SLI maior fdicidad quantu más lexos hLl-
yen la vista de quien les puede corregir, poniendo la mano en SLlS
exesos y barbaridades, Ó puede alterar su ociosidad interl11inahle con
vtil ocupación, aunque sea la más ligera. Y aunque se le;., pudiera
prcsisar á la vida civil, en el systema presente se le,; deve disimular
mucho y deferi ¡' il la necesidad, condecendicndo con el genio de estos
indios mientras no ay fuersa para suge¡ar]lls. Pm lo que sería l11ui\"til
y conveniente que en cada pueblo hU\'iese un Theniente espaÙol, es-
coltado, manteniénJose con los mismo'> fruto,; del país; y que assíl11is-
mo se frequentasen las visitas por ]0,.; Go\"ernadores.
Sohrc todo, el más conciderablc motivo de no haverse allelantado
esta Provincia cs la falta de comercio .r comunicación con la de
Quito, y particularmente con Sll capital, por la dificultad de los cami-
nos para el trátlco, fuera de otros cmbarasos en lo pasado. Tres son
los caminos descubiertos para dicha Provincia de Quito; todos tres
tmbajossísimos por su asperesa y peligros, aunque oy, que ya está
franco el trafico y abierto el comercio, fáCIles de remediar con eo,.;to
moderado. El primero es por el célebre Pongo de ;\lam,eriche, término
de la jurisdicción de esta Pro\";ncia y de la de Jaén de Bracamoros; y
haviendo tocado en el desembarcadero se pasa por Loxa it Quito.
Este camino se halla abandonado por lo peligroso del estrecho y por
el gran rodeo de tierras, con que se hase exse~ivo el costa de los ne-
tes. El segundo es por Pastaza y Bobonaza, con graves peligros por
las rápidas corrientes de estos ríos, y por las peñolcrías que ai para
salir á Quito por Raños y Patate, pueblos de la jurisdicción de llam-

Este Libro Fue Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
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bato. Este camino es cI m{L"; corto, pero asímbmo el menos tragina-
do y el más abandonado, HI 'nqLlc ya aora va frequcntándose esta ca-
rrera, facilitado el tránsito, continuando la na\'egación más a\1á de
Canclos por el mismo río Buhonasa; por cuio medio sc cvitan los pa-
sos mas pendientcs y peligrosos. El tercero y vItimo, que es por el
río r\apo y :\rchidona hasta Papallasta, donde termina la montaÏ1a al
pie dc la cordillcra ó falda del páramo de Guamani. Tiene esta dc-
rrota peligrosos ríos, mal seguros puentcs, prcdpicios, cenegalcs, an-
gosturas y desfiladeros. Y aunque en tiempo de los Padres jc·;uitas
fué este ci \'nico camino frcquentado de los viandantes á esta Pro-
vincia, pudiera ser mejor, por lo más breve, facilitar y componer aora
el de Canelas. Andoas y Encra 24 de I í6<).-- Doctor Don F,'unciscl!
de Escobar y Mendoza.--Rubricado.

Manuscrito original y autógrafo. Hibliotecil de la Real Acartemia de la Histo-


ria.-F. 3-Colccción Mata Linares, tomo~.o

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