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Fundamentos de La Democracia y La Administración - Apuntes 2019 PDF
Fundamentos de La Democracia y La Administración - Apuntes 2019 PDF
María Luz Reguero, Lourdes Donado Torres, Elizabeth Benítez González, Alexandra
Hernández, Lucía Acedo, Carolinne Rengifo
FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
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presente de forma implícita esta concepción del Derecho como sendereo recto- y así llegar felizmente a su
destino.
Cada una de las cuatro virtudes cardinales tiene en el actuar del hombre una función bien definida.
Las cuatro son informantes del quehacer humano, respondiendo a distintos valores que tratan de inspirar el
comportamiento cotidiano en el plano individual y social:
La templanza es la virtud que procura el equilibrio en el disfrute de los bienes materiales.
La fortaleza proporciona al hombre la firmeza y la constancia necesaria en las
adversidades.
La justicia es la firme voluntad de dar a cada uno lo suyo.
La prudencia es la virtud que dispone a la razón práctica a discernir, en toda circunstancia
o conflicto, que se debe hacer y qué se debe evitar. Su finalidad es, pues, ser una virtud
conductora de las otras tres.
El auriga, es quién conduce el carro, se sirve de las riendas, para dar a sus caballos las órdenes
precisas a los efectos de que sigan la ruta adecuada y además lo hagan al ritmo conveniente en cada
momento. La prudencia se identifica con el auriga que, en cada circunstancia, indica qué es lo justo, qué lo
templado o qué es lo conforme a la fortaleza.
El desorden en las virtudes puede ser por exceso o por defecto. Es decir, una persona puede no
alcanzar el equilibrio virtuoso bien porque no pone los medios y despliega la actividad adecuada; o bien por el
contrario porque se sobrepasa en una u otra faceta. En ambos casos, cada vez que en el campo de
cualquiera de estas tres virtudes el hombre no actúa prudentemente, provoca que su actuación por lo que se
refiere a cualquiera de dichas virtudes no alcance la finalidad deseable, por lo que su comportamiento no será
virtuoso.
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denominar casuísticas al plantear un supuesto de hecho y ofrecer la respuesta que recoge la solución más
justa en el caso concreto.
El termino ius deriva de la justicia según Ulpiano. Por lo que el jurisconsulto está diciendo que primero
es la iustitita, la justicia y después sería el ius, el Derecho. El texto de Ulpiano, recoge una definición de
Derecho que se debe a Celso: “en Derecho toda definición es peligrosa pues es difícil que no tenga que ser
alterada.
El Derecho que es arte, es también ciencia, y es, asimismo, práctica, El autor se atreve a definir el
Derecho como “Ciencia que, aplicada a la práctica, persigue discernir lo que es justo y que en la búsqueda de
lo que es bueno, reviste cánones de arte.”
Ulpiano ofrece una definición: “La jurisprudencia es el conocimiento de las cosas divinas y humanas, la
ciencia de lo justo y de lo injusto”. Los griegos la habían definido como la virtud por la cual “Se debe dar a
cada uno lo suyo “, el genio jurídico romano, transforma esta noción abstracta griega, realizando una
concreción, material y práctica, acorde con su espíritu pragmático y no especulativo. Por lo que define la
justicia como:
“Es justicia la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho.” Lo suyo se transforma en
“su derecho” entendido como derecho subjetivo, derecho como facultad reconocido por el Derecho como
norma de obligado cumplimiento. Saber que es “lo suyo”, entendiendo que será lo que, en cada circunstancia
establezca el Derecho.
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De entre todas las clasificaciones la de mayor raigambre histórica es, la que diferencia entre Derecho
público y Derecho privado. Esta sigue siendo válida y está vigente desde hace más de 20 siglos. Esta
bipartición es una creación jurisprudencial romana.
La división se centra formulada en un texto de Ulpiano. Este jurista vive en el s. III d. C es uno de los
últimos exponentes de la etapa clásica histórica de la jurisprudencia romana.
“Esta ciencia, el Derecho, abarca dos ramas: una es el Derecho público otra es el Derecho privado. El
público es el que tiene por objeto el gobierno de la República. Privado es el que se refiere al provecho de
cada individuo en particular, porque hay algunas cosas útiles al común y otras a los particulares”.
En las relaciones jurídicas reguladas por una norma de Derecho público, el ente público interviene
desde una posición de superioridad sobre el particular. El ente público representa el interés general y por ello,
parece que debe dársele la capacidad de imponer al particular ciertas reglas siempre que las mismas
persigan ese interés general. En las relaciones de Derecho privado las partes intervinientes al relacionarse en
plano de igualdad actúan de mutuo acuerdo, sin que puedan justificarse imposiciones de ninguna de ellas
frente a la otra. El conjunto de normas de Derecho público presenta, generalmente, un carácter imperativo
que impide el pacto en contrario.
Son normas de Derecho público, las de Derecho impositivo, coercitivas o coactivas. Las de Derecho
privado son dispositivas y suele ser frecuente que tengan además un carácter subsidiario.
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La ley debe ser aplicada a todos por igual es el denominado “principio de igualdad ante la
Ley”.
La Ley debe contener un tratamiento paritario para todos los ciudadanos que se traduce en
“el principio de igualdad en la Ley”.
Pueden verse ambos principios reflejados en los artículos 1.1 y 14 de la Constitución.
Ley es, por tanto, la fuente fundamental en la que se concreta el Derecho. Existen dos acepciones del
término Ley que responden a dos concreciones diferentes del orden jurídico:
1. Ley en sentido formal, identifica a las Leyes solamente con aquellas normas o preceptos
que emanan del poder legislativo del Estado, de acuerdo con el procedimiento previsto para
su aprobación y sanción en el texto constitucional
2. Ley en sentido material, se trata de una utilización del término en sentido amplio. Ley para
referirse a toda norma jurídica positiva que forma parte del ordenamiento jurídico con
independencia de la fuente de potestad de la que proceda.
Rasgos definidores o características principales de Ley:
1. Normatividad: la Ley se dicta con carácter general y por ello tiende a la regulación de los
actos y hechos que contempla siendo de aplicación a toda situación fáctica que se pueda
subsumir.
2. Sociabilidad: las Leyes se promulgan con el fin de regular la convivencia social por lo que
siempre su contenido se dirige a conductas humanas que presenten reflejo o repercusión en
la sociedad, por lo que no afectan nunca a la esfera íntima de las personas.
3. Obligatoriedad: el contenido de las leyes es obligatorio. Las leyes se promulgan para que
sean cumplidas. Si una norma se limitase a dar consejo o a establecer una mera
recomendación, no podría hablarse de Ley. Desde el Derecho Romano, Leyes imperfectas
son aquellas que ni establecen la nulidad de lo actuado contra lo convenido en ellas, ni
señalas sanción contra su violación y no son auténticas leyes.
4. Coactividad o coercibilidad: la aplicación de la Ley, como Derecho vigente, está basada en
razones de fuerza física por lo que se dice que es coercitiva. Por ello, la fuerza de la que
está dotado el órgano del que emana es la que le provoca su coactividad.
8. EL ORDENAMIENTO JURIDICO
8.1. CONCEPTO
La unidad del Derecho se concreta en la noción unitaria de ordenamiento jurídico conformado por una
pluralidad de normas. Dicha diversidad normativa puede conducir, en su efectiva aplicación práctica, a la
aparición de determinados problemas. Estos son fundamentalmente dos: la presencia, más o menos
importante, de antinomias y la eventual existencia de lagunas legales.
Antinomia, cuando respecto de un mismo supuesto de hecho, existe más de un precepto normativo
que lo regula, y, además, se produce una contradicción entre lo dispuesto en los mismos.
La existencia de eventuales lagunas legales, es inversa en su planteamiento teórico y práctica, ya
que aparece cuando respecto de un concreto supuesto fáctico, un caso o supuesto de hecho, no existe en
todo el ordenamiento jurídico ninguna norma que lo contemple o regule.
Para resolver los problemas de aplicabilidad de las normas hay una estructura jerárquica, esta
estructuración, denominada piramidal, es fruto del pensamiento de un importante jurista y pensador alemán,
teórico del Derecho, Hans Kelsen, que contempla al ordenamiento como todo unitario regido por un principio
jerárquico en virtud del cual las normas interrelacionadas están entre ellas subordinadas.
En esta teoría, denominada normativista, la interconexión provoca una subordinación normativa
correlativa, hasta llegar al vértice de la pirámide legislativa, en el que se sitúa la Constitución, que es la norma
fundamental de la que derivan o a la que se someten todas las demás normas. Así, en nuestro concreto
ordenamiento jurídico español, la Norma de normas, la Norma Suprema es el texto Constitucional.
A partir del mismo, y en coherencia con lo dispuesto en él se sitúan, básicamente, en un orden
jerárquico descendente:
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Derecho. Otros autores sostienen que debe denominársele época romano-bizantina debido al fuerte influjo de
la corriente de ideas helénicas que informaron el pensamiento jurídico en este periodo.
El Derecho pierde en general calidad al burocratizarse, pues, los juristas dejan de actuar con libertad
en la Cancillería imperial y se convierten en funcionarios al servicio de los Emperadores. Será el emperador
quien decida qué es lo que debe legislarse y cuál debe ser su contenido de acuerdo con sus personales
intereses.
Se produce un proceso de vulgarización del Derecho al verse influido por normas, usos e instituciones
procedentes de las distintas culturas de los territorios de las de provincias orientales.
e. Época bizantina, justinianea o compiladora
Se sitúa en el siglo VI d.C. su denominación de Justiniano, Emperador romano que realiza la grandiosa
tarea de recopilar el Derecho Romano clásico, pues formaba parte del objetivo de restaurar, con carácter
general, la grandeza de Roma clásica.
A Justiniano se le debe que haya llegado a nuestra civilización la aportación más peculiar del pueblo
romano: su Derecho. La recopilación concluida en el año 534, pasa a denominarse desde el s. XV, Corpus
Iuris Civilis o Compilación justinianea y en ella, se recogen por vez primera las que van a reconocerse como
sus cuatro partes: Instituciones, Digesto, Código y Novelas.
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Podemos afirmar que el Comicio en Roma se extingue, por “inanición” en el siglo I d.C. cuando se
consolidan las nuevas estructuras políticas del Principado. La "inanición" en sentido figurado implica que
estos Comicios, dejan de funcionar simplemente porque dejan de ser convocados.
Se entiende así que un acto que en principio pudiera pensarse que afecta sólo al ámbito familiar y
doméstico, se convierta en un acto público con la presencia solemne del Comicio reunido. El heredero se
convierte en una persona con poder e influencia política en la vida ciudadana. De ahí que al Comicio -que
representa el conjunto de personas que tienen participación en la actividad política de la civitas -, le
interesase conocer quién va a ser el sucesor. La doctrina mayoritaria piensa que su presencia es pasiva por
lo que no puede opinar y menos cuestionar la idoneidad del instituido. No obstante, el mero hecho de que el
testador deba manifestar, públicamente, quién es aquél al que ha elegido como heredero, ya supone un cierto
grado de condicionamiento de su voluntad, en cuanto que el otorgante parece que no estaría en condiciones,
al menos moralmente, de elegir a una persona manifiestamente desprestigiada por su conducta o
comportamiento social.
La adrogatio implica, a diferencia de la adoptio, el acoger como filius a alguien que hasta
entonces era paterfamilias, con el propósito de que a la muerte del adrogante, el adrogado
que siendo pater devino en filius se trasforme en paterfamilas de las dos familias ahora
unidas. La suya de origen y que como consecuencia de la adrogatio quedó absorbida en la
del adrogante y la de éste. Todo ello, operado eso sí, en el momento del fallecimiento, en
cuanto que el testamento es un acto mortis causa, es decir que independientemente de su
otorgamiento solamente surte efectos jurídicos como consecuencia de la muerte del
testador.
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en el campo, fuera del recinto urbano. Las personas que adquirían la ciudadanía en un momento posterior a
su nacimiento se adscribían a una de las tribus existentes.
En estos Comicios, la unidad de voto lo constituía la tribu. El voto de cada tribu se decidía en base al
voto por mayoría relativa de sus miembros. Por el contrario, al igual que en los Comicios centuriados la
votación final y decisiva se realizaba por el cómputo de tribus y no de ciudadanos y se precisaba la mayoría
absoluta de votos afirmativos, es decir el de 18 o más tribus, para que la propuesta se aprobase o el
candidato a una magistratura resultase elegido.
El número de las tribus rústicas fue casi ocho veces superior al de las urbanas debido a que las familias
más importantes que pertenecían a la nobilitas poseían lujosas villas y enormes extensiones de tierras
destinadas al cultivo, fuera del recinto amurallado de la civitas, a pesar de que algunos tuviesen también
residencia en la ciudad. De facto y, por supuesto, salvando las distancias, el sistema de votación final en el
que vota la tribu guarda cierta similitud al modelo electoral que se utiliza en los Estados Unidos de América
para la elección de su Presidente. En este sentido cada Estado (equivalente a la tribu en la Roma
republicana) tiene asignados un número de votos electorales. El partido político que gana por mayoría simple
en un Estado, consigue o alcanza la totalidad de los delegados o votos para la elección del Presidente.
Debido a ello, un Presidente electo por los delegados de los Estados, puede haber conseguido en el
recuento total de votos populares emitidos un número menor que el otro candidato que ha sido derrotado.
Además, al igual que en la Roma republicana, cuando un candidato alcanza la mayoría simple de los votos de
los Delegados ya no tiene ninguna eficacia, como resultado electoral, continuar con el recuento.
Asimismo, en USA, como Roma, determinadas demarcaciones urbanas, de gran densidad de población
tienen asignado sólo un voto de delegado y zonas de ámbito rural con mucha menos población, tienen
también un voto. Por ello, muchos votantes se equiparan a pocos votantes, siendo pues diferente el peso de
su voto.
Puede afirmarse que los Comitia tributa son la Asamblea de participación ciudadana más democrática
de las tres que conoce la República romana. Esto se debe, en primer lugar a que, desde un mismo origen,
sus competencias son estrictamente políticas desvinculadas de todo huella militar; en segundo lugar, a que ha
desaparecido todo vestigio de privilegio patricio que, todavía conservaron los Comicios centuriados; y en
tercer lugar, y sobre todo, porque la distribución ciudadana no se realiza ya en atención a un criterio
denominado timocrático, es decir con arreglo al patrimonio de sus miembros.
Desde su Constitución esta nueva forma comicial fue consolidándose tanto en su convocatoria como en
un proceso progresivo de asunción de competencias. Sólo asumen la elección de los magistrados menores,
Ediles y Cuestores, desde fines del siglo II y en el siglo I a.C. su importancia se ve incrementada hasta llegar
a tomar el relevo en la primacía respecto de los propios Comicios centuriados. Así, a finales de la República
será en los Comitia tributa en donde se realice la votación de la mayor parte de las Leyes comiciales.
Las tres variantes de Asambleas populares con diversas funciones políticas, realizan convocatorias y
asumen funciones cambiantes a lo largo de toda la República. Su modelo puede considerarse como el
sistema político que ha supuesto y alcanzado un mayor grado de participación ciudadana.
Por ello, a pesar de las diferencias con el sistema actual de democracia, basado en el sufragio
universal, es evidente que éste, debe su naturaleza y esencia a las asombrosas y admirables experiencias
democráticas ateniense y romana.
3.2. COMPOSICIÓN
La distinción entre ciudadanos que pertenecen a la clase patricia o a la plebeya es prácticamente
irrelevante en cuanto a su participación en la Asamblea. La única ventaja a favor del patriciado es que 18
centurias quedan reservadas por razones de tradición a la clase patricia. Se trata de las denominadas, con
terminología típicamente militar, centurias de caballería. Este privilegio, teniendo en cuenta que el número
total de centurias de que se componen el Comicio es de 193, repercute de forma muy escasa en la toma de
decisiones de la Asamblea. Si esto es así en cuanto a una equiparación de ambas clases sociales, no puede
decirse lo mismo respecto del criterio que se establece para la distribución de los ciudadanos en las centurias
que responde al modelo timocrático.
Se denomina así aquel sistema de organización política en el que ostentan el poder los individuos que
poseen mayor riqueza las clases poderosas por razón de su fortuna, o riqueza básicamente inmobiliaria,
siendo ésta la base para la tributación y para la elaboración del censo.
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Este poder de convocatoria del Comicio se denominaba ius agendi cum populo (derecho de reunir al
pueblo). La convocatoria se haría mediante un edicto del magistrado que anunciaba el día y la causa o motivo
de la reunión. Entre la publicación del edicto y la fecha de la reunión debía transcurrir un determinado lapso
de tiempo, que varía según las épocas en la República, pudiéndose decir que el plazo más frecuente sería de
30 días. Los Comitia Tributa podían ser convocados además por el Tribunus plebis, Tribuno de la plebe.
Los Comicios centurianos se reunían debido a su originario carácter militar fuera de la ciudad, en el
campo de Marte, pues ningún acto de naturaleza castrense podía desarrollarse dentro del recinto amurallado.
Por el contrario, el lugar de reunión de los Comicios por tribus estaba dentro del pomerium de la ciudad
debido a su origen no militar. Los Comicios nunca tuvieron poder de autoconvocatoria. Si el Comicio se reunía
para realizar funciones electorales la elección venía condicionada por la lista de candidatos que presentaba
oficialmente el magistrado convocante.
Tanto las proposiciones de Ley como la indicación de los nombres de los candidatos propuestos para
magistrados, debían ser expuestas al público, tres semanas previas, como mínimo, de la fecha señalada para
la sesión oficial. Era usual que en este período el magistrado proponente convocase al pueblo, sin carácter
formal, para defender las ventajas de la Ley propuesta y reconocer las observaciones o sugerencias que se
formulasen. También lo hacían, como presentación pública de su persona y de su programa de gobierno para
la magistratura a la que se presentaban, los candidatos a las mismas. A veces eran apoyados por personajes
de prestigio político y solían reunirse con el pueblo por circunscripciones al modo de lo que hoy conocemos
como campaña electoral.
El día de la votación debía ser un día comicial con arreglo al calendario elaborado por el Colegio de
Pontífices. No solía convocarse en día de mercado. Además estaba prohibido que coincidiesen la
convocatoria del Senado con la del Comicio. Después de la media noche que iniciaba el día fijado para la
reunión, el magistrado que iba a presidir la Asamblea tomaba los augurios. Su interpretación correspondía a
los sacerdotes del Colegio de los augures.
Si los auspicios eran favorables el pueblo era llamado a reunirse al apuntar el alba. Una vez constituido
el Comicio, el magistrado daba lectura a los nombres de los candidatos propuestos para ocupar las
magistraturas en el caso de que el Comicio desempeñase funciones electorales, o bien al texto del "proyecto
de Ley" que proponía, e invitaba seguidamente a sus conciudadanos a votar. La votación es oral, y por tanto
pública hasta el siglo II a.C. A partir de la aprobación de tres distintas Leyes, denominadas en su conjunto
Tabellariae, se implanta para los Comicios electorales, legislativos y judiciales, el voto secreto, escrito en unas
tablillas de madera. El voto se emitía en un “casquito” de cerámica en el que se le anotaba la inscripción
hendida “VR”, que significaba VTI ROGAS (lo que significaba voto afirmativo a la propuesta de una rogatio
con fines legislativos); o bien “A” (lo que significaba que el ciudadano votaba negativamente al proyecto de
una nueva Ley, por lo que prefería mantener el “Derecho antiguo”, es decir ANTQVO).
Esta implantación del voto secreto supone obviamente una mayor democratización. En cuanto al
desarrollo de la votación, ésta consta de dos fases. En la primera se obtenía el sentido del voto de cada
centuria y en la segunda el sentido del voto de toda la Asamblea Comicial. La Ley aprobada se denominaba
Lex rogata. Se parece a un acuerdo formal entre el magistrado que propone la Ley y el pueblo que la acepta.
De este modo hay una cierta semejanza de esta concepción de Derecho público, con la de Derecho
privado que se concreta en un negocio jurídico denominado sponsio. Consistía éste en una pregunta y una
correlativa respuesta de las partes intervinientes. Quien prometía a través de la respuesta positiva se
comprometía a cumplir lo acordado y satisfacer la obligación que derivaba del acuerdo negocial celebrado. En
este sentido, es curioso y significativo que en las fuentes a la Ley comicial se le denomine en ocasiones:
communis rei publicae sponsio, es decir, en traducción libre, la promesa de cumplimiento del pueblo acerca
del asunto público que el magistrado le ha preguntado y propuesto y el pueblo ha respondido y aprobado.
Esto supone una ventaja de la democracia directa, en cuanto que es este sistema es el propio pueblo y
no sus representantes quien se pronuncia y de su voluntad directamente emitida resulta más vinculante el
contenido de lo votado, en la medida de que es el propio destinatario de la Ley quien la acepta
voluntariamente.
Por el contrario, en nuestro sistema de democracia representativa, no se da esta identificación entre
quien decide y quien debe cumplir. Esta carencia puede agravarse en las situaciones en las que el
Parlamento no representa adecuadamente la voluntad popular, sino que una vez elegidos sus miembros, los
representantes del pueblo se desvinculan de él, obedeciendo solamente a las consignas o instrucciones que
reciben desde las formaciones o partidos políticos que los han presentado.
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También puede producirse este distanciamiento entre los representantes parlamentarios y el pueblo
representado, debido al escaso interés que despierta en el pueblo elector el trabajo desarrollado en los
procesos legislativos de aprobación de las Leyes. Lo mismo puede decirse cuando los proyectos que se
llevan a las Cámaras, no gozan del favor del pueblo destinatario de los mismos.
Por su parte, si el Comicio asume la provocatio ad populum, el voto se concretaba en la fórmula de:
condenmo o absolvo. Cuando la votación era oral una persona llamada rogator apuntaba los votos sobre una
tablilla. Cuando se implanta la votación por escrito, existían unas personas denominadas apparitores que
entregaban una tablilla a los votantes y éstas, una vez cumplimentadas se depositaban en unas cestas,
nombrándose unas personas que se denominaban custodes ad cistam, que procedían a vigilar las mismas
para evitar cualquier fraude electoral antes de su recuento.
Para la votación se establecían dos fases sucesivas. En primer lugar el ciudadano se reunía con los
que componían su propia centuria y emitía su voto en la misma. Una vez terminada la votación interna se
procedía al recuento de los votos emitidos.
El voto de cada una de las centurias, se decidía por mayoría simple de votos emitidos en el seno de la
misma. Lo que significa que la centuria aprobaba o rechazaba la propuesta dependiendo de cuál las dos
decisiones alcanzase más votos.
Una vez que concluían las votaciones y el escrutinio de todas y cada una de las 193 centurias,
comenzaba la segunda fase. Para ello, decidido el voto de cada centuria éstas procedían a trasladar su
decisión a una votación general. A través de la misma, se obtenía la voluntad de la Asamblea comicial. Cada
centuria votaba y se realizaba el cómputo y escrutinio de los 193 votos centuriados. Se precisaba para la
aprobación de la medida propuesta, la obtención de la mayoría absoluta, esto es, más de la mitad de votos
afirmativos, lo que supone que, al menos, 97 centurias deberían haber aprobado la propuesta del magistrado.
El resultado se proclamaba por el magistrado. A esta proclamación formal se le denomina renuntiatio.
Aprobada la rogatio que contenía la propuesta legislativa, el texto de la Ley entraba inmediatamente en vigor.
En nuestro vigente ordenamiento, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 2 del Título Preliminar del
Código Civil: "Las Leyes entran en vigor a los veinte días de su completa publicación en el Boletín Oficial del
Estado si en ellas no se dispusiera otra cosa". Este periodo de tiempo, en el que la Ley está aprobada pero
no está en vigor, es decir, no es eficaz, por lo que no se puede aplicar, se conoce con el nombre de vacatio
legis. Es obvio que la Ley en un sistema parlamentario de democracia representativa, precisa de su
publicación para su vigencia, pues es necesario proporcionar al ciudadano, un medio y un tiempo para que
pueda tener conocimiento de la misma.
Por el contrario, en la República romana, como modelo de democracia directa, el contenido de la Ley
era conocido antes de ser votada, pues, ya se había publicado el proyecto de Ley, la promulgatio y en éste no
se habían producido modificaciones en la aprobación comicial ya que el Comicio no podía hacerlas, al
limitarse a aprobar o rechazar, votar afirmativa o negativamente, el proyecto, por lo que no era necesario
volver a publicar lo ya conocido.
Las Leyes solían llevar el nombre del magistrado proponente que podía ser uno de los Cónsules y se
solía hacer una mención a la materia o cuestión que regulaba. Más tarde se le da, asimismo, el nombre de
uno de los Tribunos cuando las Leyes eran plebiscitos-Leyes. Cuando la Ley lleva un nombre único suele ser
un indicio de que estamos en presencia de una Ley rogada por un magistrado proponente, cuando la Ley
lleva dos nombres suele indicar que estamos en presencia de una Ley rogada por ambos Cónsules.
En cuanto a la conservación de la Ley se consolida, con el tiempo, la costumbre bien por mandato del
magistrado o bien por disposición de la propia Ley, de escribir su texto, sobre todo de las más importantes, en
unas tablas de madera o de bronce. Después se deposita en un archivo oficial denominado Aerarium Saturni.
La custodia es competencia de los Cuestores, y se conserva no sólo para su constancia como Derecho
vigente, sino también con fines de estudio, interpretación y eventualmente expedición de copias.
3.4. COMPETENCIAS
Suelen afirmarse con terminología actual que los Comicios centuriados desempeñan funciones y
competencias que presentan una triple naturaleza: electoral, legislativa y judicial.
En cuanto a la competencia electoral incumbe a los Comicios centuriados la elección de los
magistrados mayores, esto es de los Cónsules y Pretores, así como la votación, que no es propiamente
elección, de la Lex de potestate censoria, la Ley que confiere el poder a los Censores. Por su parte, a los
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Comitia Tributa, corresponde la elección de los magistrados menores, Ediles y Cuestores, y más tarde
procede también a elegir a los Tribunos, cuando éstos dejan de ser representantes de clase y se integran en
el orden constitucional republicano.
Asimismo, corresponde al Comicio por tribus, presidido por el Pontífice Máximo, la elección de los
Sacerdotes Supremos de los distintos Colegios Sacerdotales, si bien debe advertirse que en esta elección no
actúa toda la Asamblea Comicial, sino una especie de Comisión de la misma que recibe el nombre de Comitia
tributa sacerdotum.
Por su parte, originariamente las Asambleas de la Plebe, Concilia plebis, procedían a la elección de las
magistraturas plebeyas –Tribunos y Ediles de la plebe– hasta que su desaparición como consecuencia de la
fusión entre las dos clases sociales.
Esta importante función por la que procede a la elección directa de los poderes principales de gobierno
de la civitas, puede relacionarse con las Cortes Generales en nuestro sistema constitucional. Así como los
Comicios, son la expresión de la democracia directa, las Cortes son la materialización de la democracia
representativa, pero unos y otras toman su legitimación del voto popular.
De ahí procede, en nuestro país, la legitimidad democrática de las Cortes Generales para ostentar el
poder de designar, básicamente a los principales órganos e instituciones de nuestro sistema político. Así,
designa, o participa notablemente, en el nombramiento del Presidente del Gobierno (art. 99 CE), de los
miembros del Consejo General del Poder Judicial (art. 122.3 CE), y de los miembros del Tribunal
Constitucional (art. 159.1 CE), entre otros.
En la democracia romana al configurarse el Comicio como la Asamblea popular a la que pertenecen
todos los ciudadanos que tienen derecho de participación en la vida pública, la convocatoria a una jornada
electoral es la propia convocatoria del Comicio, ya que éste se conforma sobre el censo.
En el sistema actual los ciudadanos que tienen derechos de participación política no constituyente de
por sí una Asamblea, sino que están integrados en unas listas que se publican como censo electoral, pero se
les llama exclusivamente a votar, es decir, se les llama a las urnas en virtud de la disposición que convoca las
elecciones sin que dicha convocatoria cuente con la presencia física de la persona que ostenta el poder de
gobierno y que realiza la convocatoria.
El derecho de participación en el Comicio como miembro del mismo con derecho de voto se denomina
ius sufragii. Es el derecho de sufragio activo o positivo. Como complementario, el derecho a ser elegido para
el desempeño de una magistratura se conoce con el nombre de ius honorum. Es lo que en la actualidad se
denomina derecho de sufragio pasivo.
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En nuestro tiempo, es evidente que si bien recae en el Parlamento con carácter básico el poder
legislativo del Estado, esta función es asumida en parte también por el Gobierno. Así el Ejecutivo tiene
concedida por la Constitución, en sus artículos 85 y 86, la potestad legislativa para aprobar "legislación de
urgencia" y "legislación delegada".
La primera responde a supuestos de extraordinaria y urgente necesidad. En estos casos, el Gobierno
puede aprobar disposiciones legislativas de carácter provisional, a través de los denominados Reales
Decretos-Leyes, que no pueden regular ámbitos en los que rija el principio de reserva de Ley, es decir afectar
a materias que la propia Constitución restringe su regulación a una Ley parlamentaria. Además, el
Parlamento en estos casos no pierde el control legal ya que los citados Reales Decretos Leyes deberán
someterse al Congreso de los Diputados para su convalidación o eventual derogación.
En el segundo supuesto, el Gobierno puede dictar un Real Decreto Legislativo solamente sobre una
materia que haya sido delegada, expresamente, por las propias Cortes Generales, lo cual vuelve a reconducir
a éstas el último control del poder legislativo.
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social de la Ley pues la opinión senatorial era muy influyente en la sociedad romana republicana por el gran
prestigio de que gozaba el Senado institucionalmente y los senadores personalmente.
Por tanto, y para evitar que el Cónsul se plantease derogar o modificar una Ley aprobada al no contar
con el apoyo del Senado, el procedimiento se modifica en su tramitación. En este sentido, desde la
consolidación de la República los Cónsules tramitaban su iniciativa legislativa, en primer lugar, presentando
su propuesta de Ley ante la Cámara senatorial. En ella el magistrado expone el contenido y defiende la
conveniencia de la propuesta legal. Después escucha el parecer de los senadores, que tienen derecho a
expresar su opinión pronunciándose de forma individual. Es el Senado un órgano deliberante y asesor de los
poderes de gobierno efectivo que recaen en las magistraturas.
Es necesario señalar que el "trámite" de someter la propuesta legislativa al Senado no es en absoluto
obligatorio para un Cónsul. Puede presentarla, con total libertad, directamente al Comicio para su votación.
Ahora bien, la prudencia política y la propia viabilidad y eficacia social de las proposiciones de Ley, sobre todo
en materias de gran importancia política o trascendencia social, hacía conveniente conocer el parecer del
Senado y que éste fuese favorable para, después, someterlas con más autoridad moral a la Asamblea
Popular.
Una propuesta legislativa que el Cónsul presenta ante el Senado y que éste considera conveniente, o
bien que el Cónsul modifica conforme a las oportunas observaciones de los senadores, tiene más
probabilidades de ser aprobada por el Comicio y lo que es tan importante, tiene muchas probabilidades de ser
aplicada con un alto grado de cumplimiento popular.
Son estas razones las que aconsejaron alterar el orden del proceso legislativo. La propuesta de Ley se
presenta al Senado. En él se delibera, se exponen sus ventajas y/o inconvenientes, y la refrenda con su
auctoritas o bien propone al Cónsul alguna modificación que éste, normalmente, incorpora al texto de la Ley.
Con la "aprobación" moral del Senado el Cónsul acude a la Asamblea popular para presentarla y el Comicio
normalmente aprobará lo refrendado por el Senado. Así, un órgano meramente consultivo, desprovisto de
poder efectivo, pero de un enorme prestigio moral se convirtió en una pieza clave en el proceso de
aprobación de la Ley.
Si pretendiésemos referir algún órgano que teniendo una composición distinta y unas funciones
diversas, cumple no obstante un papel semejante en nuestro sistema legislativo actual deberíamos referimos
al Consejo de Estado. Este importante órgano asesor encuentra su origen en una decisión de Carlos I de
España, hace más de 450 años. También en el siglo XVI, los Papas como soberanos de los Estados
Pontificios, tuvieron un órgano, en cierto modo similar, denominado precisamente la "Sacra Consulta". Su
creación data del siglo XVI, cuando el papa Sixto V lo crea con función de asesoramiento e interpretación de
las Leyes.
El Consejo de Estado está regulado constitucionalmente en el artículo 107 de nuestra Carta Magna
como el supremo órgano consultivo del Gobierno. La nómina de sus integrantes, asistida de un prestigioso
cuerpo de letrados, se nutre en una parte muy importante de personalidades que han desempeñado cargos y
funciones muy relevantes de la realidad política nacional, pero que ya no se encuentran en la vida pública
activa.
Se trata por lo tanto de personas que, como los senadores en Roma que eran todos ex magistrados,
tienen una importante experiencia política y una visión amplia de lo que puede o no ser conveniente
políticamente y que pasan a ser Consejeros de Estado ya que desde esta función, cargada de autoridad
moral, pueden desempeñar con acierto la trascendental misión de aconsejar al Gobierno.
La Ley que regula la composición y las funciones del Consejo de Estado es la Ley Orgánica 3/1980, de
22 de abril. El Consejo de Estado emite dictámenes a petición del Presidente del Gobierno o los Ministros, así
como los Presidentes de las Comunidades Autónomas.
En los supuestos expresamente previstos en el artículo 21 de su Ley Orgánica, el informe del Consejo
de Estado es, además, preceptivo, lo que significa que debe solicitarse. El informe nunca es vinculante. El
Artículo 2º de su Ley Orgánica establece que: "Las disposiciones y resoluciones sobre asuntos informados
por el Consejo expresarán si se acuerdan conforme con el dictamen del Consejo de Estado o se apartan de
él. En el primer caso, se usará la fórmula de acuerdo con el Consejo de Estado, en el segundo, la de oído et
Consejo de Estado.
Puede sorprender pero es importante señalar que la Ley Orgánica autoriza a un particular a pedirle
audiencia, cuando esté interesado en el objeto de la consulta. Además de esta función de consulta,
preceptiva o no, en el proceso de aprobación de una Ley, el Gobierno, a través del Presidente o de un
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
Ministro, puede solicitar del Consejo de Estado estudios o informes y encomendarle la elaboración de pro
puestas legislativas o de reforma constitucional. Se trata en este supuesto de una consulta previa a la
eventual iniciación de un proceso legislativo.
Por último, y a diferencia con el Senado romano, el artículo 20 de su Ley Orgánica señala que: "EI
Consejo de Estado, en Pleno o en Comisión Permanente, podrá elevar al Gobierno las propuestas que juzgue
oportunas acerca de cualquier asunto que la práctica y experiencia de sus funciones le sugieran". En este
sentido, el órgano consultivo puede adoptar una "cierta" y limitada iniciativa tendente a provocar que se
pueda preparar el comienzo de una reforma legal o de la aprobación de una nueva Ley.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
ello, las Cortes Generales no constituyen un poder soberano e ilimitado sino que, como los demás poderes
del Estado, debe entenderse que en su actuación y en el mismo ejercicio de su poder legislativo están
sometidas al texto Constitucional.
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Amnistía, es una voz que encuentra su origen en una expresión griega que significa sin recuerdo,
olvido. Como consecuencia de la concesión de la medida de gracia consistente en la amnistía, no sólo se
extingue la condena penal sino que además se borra toda huella del delito cometido por lo que puede
decirse, en cierta medida, que el efecto de aquella, la amnistía, produce la desaparición jurídica de éste, el
delito.
Puede operar en beneficio de una persona o un conjunto de ellas que presenten las condiciones
manifestadas en la Ley que la conceda.
Por su parte, el indulto solamente afecta a la condena impuesta, por Io que no desaparece del ámbito
jurídico la acción delictiva. Al indultado no se le anulan los antecedentes penales que derivan de la comisión
del delito cometido. En nuestra Constitución sólo se admite el indulto particular, quedando prohibido un
indulto general que afectase a un conjunto determinado de personas. El indulto, en que se materializa el
derecho de gracia, se tramita por medio del Ministerio de Justicia que, en algunos países, todavía conserva la
tradicional denominación de "Ministerio de Gracia y Justicia".
En la Roma republicana, como vimos, el derecho de gracia se alcanzaba con la votación del Comicio
Centuriado favorable a la absolución del condenado. No obstante, esta medida podía lograrse desde el
efectivo ejercicio de un derecho que correspondía sólo a los ciudadanos romanos, ius provocationis, derecho
de provocar al Comicio a fin de que éste se pronuncie. ¿Cabe mantener esta calificación como derecho
fundamental, respecto de las medidas de gracia en la actualidad?
Parecería, en principio, que la respuesta a dicha pregunta sería positiva debido a la propia
denominación que la Constitución hace en el citado artículo 62 al referir un "derecho de gracia". No obstante
esta primera impresión, debemos reparar que nuestro texto Constitucional se refiere en otros dos preceptos a
las medidas de gracia, no denominándolas, y lo que es más importante no considerándolas, “derecho', sino
"prerrogativa".
El artículo 87 impide la iniciativa legislativa popular, que ya hemos referido, como procedimiento de
solicitar la aprobación de una Ley "relativa a la prerrogativa de gracia". El artículo 102, establece que en el
caso de recaer una condena penal sobre los miembros del Gobierno, no podrá solicitarse "la prerrogativa real
de gracia". En este último caso, parece que la razón de tal negativa obedece a que, debiéndose pronunciar
el Consejo de Ministros sobre la aprobación de un indulto como medida de gracia, no resulta oportuno que
ésta pueda favorecer a un miembro del mismo órgano que decide.
En nuestra Constitución no se menciona la amnistía, por ello, ni está regulada ni prohibida. Por lo que
se refiere al indulto, es una prerrogativa del poder ejecutivo, concretada en el Consejo de Ministros. En Roma,
la medida de gracia. Efectivamente concedida, también puede considerarse una prerrogativa del Comicio,
que es quien por votación la otorga.
En la actualidad, como en Roma, la solicitud del indulto también puede considerarse asimismo como
una expectativa de derecho, pues, aunque es frecuente su solicitud en el ámbito judicial puede incluso
solicitarse por el propio condenado fuera del ámbito judicial, a través del ejercicio del derecho de petición que,
con carácter general, se regula en el artículo 29 de la Constitución.
En Roma el derecho de gracia es esencialmente renunciable, si bien no tiene sentido renunciar cuando
para su concesión es preciso el previo ejercicio efectivo del ius provocationis por el propio ciudadano.
Además, en el ludicium populi, el magistrado que mantiene la acusación puede, con el consentimiento del
condenado solicitar al Comicio la conmutación de la pena capital por la pena de destierro, tal como hemos
visto.
En la actualidad la doctrina se plantea si una medida de gracia, consistente en la amnistía, ¡seria
renunciable por el favorecido. En principio parecería que no, pues, sería tanto como invalidar un acto de la
potestad legislativa, si bien no está del todo claro, pues, la posible irrenunciabilidad invadiría la libertad del
individuo, que puede decidir la no aceptación de la medida.
Por lo que se refiere al indulto particular concedido por el Gobierno, la cuestión está incluso menos
clara. Hay estudiosos que son partidarios de su carácter irrenunciable, invocando que lo contrario supondría
un atentado contra una decisión del poder gubernativo que, en teoría, se ha adoptado en aras del interés
general. Por el contrario, otros autores entienden que es renunciable, por la misma razón ya expuesta en la
amnistía. Entendemos que este es el planteamiento correcto, pues parece absurdo que una medida que es
graciable para quien tiene capacidad de adoptarla, no lo sea para quien se encuentra afectado por ella,
aunque este efecto pudiera considerarse, objetivamente, beneficioso para su destinatario.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
Terminamos con una última reflexión referente, otra vez, al mundo antiguo y clásico, objeto principal de
nuestro análisis. La democracia ateniense y la democracia republicana romana confiaron la administración de
justicia penal a sus correspondientes Asambleas populares. Respecto de la rectitud moral y el acierto político
de sus decisiones es muy difícil juzgar, con forma general. Por ello, sólo sería posible un juicio particular de
cada una de sus actuaciones, teniendo en cuenta las circunstancias político-sociales en las que fueron
adoptadas. Si lo hiciésemos nos encontraríamos con valoraciones muy distintas e incluso antagónicas.
Magistrado es el cargo político en virtud del cual su titular tiene la facultad y el deber de ejercer en
nombre de la Res pública romana, una serie de funciones y de realizar una serie de actos propios de su
cargo, igualmente eficaces respecto a todos los ciudadanos romanos. Las funciones de las magistraturas
coinciden con la función de gobierno que hoy encarna el poder ejecutivo, presente en los órganos que
componen la administración pública.
“Poder ejecutivo” hace referencia al conjunto de órganos que tienen reconocidas facultades de efectivo
gobierno, y a esos órganos que se limitarían a ejecutar lo que se ha acordado por el Parlamento que
representa al poder legislativo del Estado.
Las Magistraturas romanas eran cargos de elección popular de acceso abierto a todos los ciudadanos
con plenitud de derechos cívicos. En el presente se ha dado un proceso de adquisición y ampliación de las
facultades del Gobierno de manera que el riesgo es que invada parcelas reservadas a los poderes legislativo
y judicial.
Del Art.97CE se deduce que “El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y
militar y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con la CE y
las leyes.”
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
2. CLASES
3. IMPERIUM Y POTESTAS
El imperium es un poder global que abarca un conjunto de funciones diferentes, de forma que los
magistrados con imperium podían:
Tomar los auspicios en colaboración con los Augures (colegios sacerdotales más
influyentes en la vida ciudadana). Consistía en interpretar la voluntad de los dioses a través
de fórmulas arcanas para saber si estaban o no a favor de cualquier acto importante en la
vida ciudadana. Diferenciaban entre auspicia publica y privata, según se tomaran para
asuntos públicos o privados.
Ejercer el poder de coercitio, poder de representación penal por el que pueden perseguir y
castigar imponiendo directamente penas aflictivas a quienes cometieran crimina (delitos
públicos), con el fin de asegurar la paz ciudadana. El principal límite a la coercitio era el
derecho de los ciudadanos romanos a apelar al Comicio (provocatio ad populum). El
ejercicio del poder de coercitio supone una de las máximas expresiones del imperio, ya que
los magistrados tenían ocasión de considerar como crimina cualquier acción que no se
encontrara previamente tipificada en ninguna disposición penal, cosa que atenta contra el
principio de seguridad jurídica en el ámbito penal al no respetar el principio de legalidad
penal.
En la actualidad, este principio se integra por las garantías criminal, nullum crime sine lege, penal, nulla
poena sine lege, y jurisdiccional, nulla poena sine legale iuicio, además de la garantía de ejecución.
A partir de finales del SIII, la sanción de determinados actos delictuales públicos, crimina, pasó a ser
competencia de tribunales llamados Quaestiones extraordinariae, que se constituían ad hoc en relación con el
crimen concreto que perseguían, con carácter extraordinario y temporal, y que terminan transformándose
desde la mitad del s.I a.C., en permanentes, pasando a llamarse Quaestioes perpetuae, asumiendo de modo
estable la competencia para conocer el crimen tipificado por la propia ley que los crea, y siendo competentes
tanto para la instrucción como para la tramitación, concluyendo con el fallo o sentencia, respecto de la que no
cabe apelación.
En el principado surge un procedimiento penal en el que la sentencia condenatoria admite una
appellatio, creando una doble instancia, por lo que la coercitio de las magistraturas romanas desaparece
totalmente en la etapa imperial.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
El imperium comprende el ejercicio de la iurisdictio, facultad de dirección y control del proceso civil. A
partir del 367 a.C., con la promulgación de las leyes Liciniae-Sextiae, la iurisdictio se ejerce exclusivamente
por la Pretura. A través del poder de iurisdictio, el pretor dirige y conduce el proceso civil desde la fase in iure
a la fase apud iudicem, en la que el protagonista será un ciudadano particular con poder de juzgar, iudicatio,
designado por el Pretor de común acuerdo con las partes litigantes. Asimismo, el Pretor tiene la facultad de
señalar o decir el Derecho que es aplicable al conflicto concreto.
Desde el S.I d.C., surge un proceso llamado extraordinario, cognitio extraordinem, que se consolida y
se convierte en ordinario y transforma el procedimiento, ya que desaparece la iurisdictio del pretor y la
diferenciación entre las dos fases del proceso. Todo el procedimiento pasa a darse ante la dirección de un
juez funcionario, burocratizando la administración de justicia. La sentencia deja de ser pronunciada por un
particular en favor de un cuerpo de jueces dependientes de la Cancillería imperial. Además, se establece un
sistema de recursos que permite que pueda procederse a la apelación de la sentencia ante los Tribunales
superiores.
Los magistrados con imperium tienen un poder normativo denominado ius edicendi, que les faculta
para dictar normas a través de edictos, cuyo contenido era obligatorio para todos los ciudadanos. Su vigencia
acababa con su mandato. En la actualidad, el poder ejecutivo también se considera fuente de creación del
derecho, ya que el Consejo de Ministros puede dictar normas a través de la aprobación de Reales Decretos y
cualquier Ministro, a través de Órdenes ministeriales. El Art. 97 CE atribuye al gobierno la “potestad
reglamentaria de acuerdo con la CE y las leyes”.
Otro poder del imperium es el ius agendi cum populo, derecho de convocar las asambleas populares o
Comicios. Se trata de la convocatoria del magistrado bien sea de un comicio legislativo, para proponer la
aprobación de una ley, un Comicio electoral para presentar una lista de candidatos para elegir las
magistraturas, o un comicio con funciones judiciales para que se pronuncie, iudicium populi, como
consecuencia del ius provocationis.
En la actualidad, el parlamento (Congreso y Senado) tiene poder de convocatoria, sin que sea precisa
por un órgano externo. Para las sesiones de carácter ordinario, el Art 73 CE y el Art 61 del Reglamento del
Congreso de los Diputados establecen que “las cámaras se reunirán anualmente en dos períodos ordinarios
de sesiones, de septiembre a diciembre y de febrero a junio.
En cuanto a las sesiones de carácter extraordinario, el Art 73.2 CE señala que “Las Cámaras podrán
reunirse en sesiones extraordinarias a petición del Gobierno, de la Diputación Permanente o de la mayoría
absoluta de los miembros de cualquiera de las Cámaras. Las sesiones extraordinarias deberán convocarse
sobre un orden del día determinado y serán clausuradas una vez que éste haya sido agotado”.
También el llamado ius agendi cum patribus, el derecho a convocar al Senado. El magistrado,
normalmente el cónsul, reunía al Senado a los efectos de pedir el parecer de los miembros de la Alta
Cámara, como personas expertas en la vida pública. Su convocatoria se hacía para resolver asuntos de
gobierno que los magistrados consideraban de especial relevancia para la vida ciudadana.
Tanto el Cónsul como el Pretor son magistrados con imperio, con carácter ordinario, y el Dictator y
algunas magistraturas colegiadas con carácter extraordinario, que se constituyeron en momentos concretos
de la historia política romana. En contraposición a las magistraturas con imperio están las magistraturas cum
potestate.
La potestas hace referencia a un poder determinado y específico que se concede a cada magistrado
para el desempeño de la concreta función que se le asigna. Tienen potestas los Censores, Ediles y
Cuestores. Por último, la potestas se ejerce dentro de la ciudad, y en todo caso, es necesario poner de
manifiesto que cualquier magistrado que formase colegio con otro en la misma función, podía interponer su
veto a los efectos de paralizar la acción del otro colega.
a) Electividad
Los magistrados de la República romana son elegidos por votación popular en las Asambleas
Populares. Su elección es directa, a excepción del Dictator. La representatividad y legitimación democrática la
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
reciben directamente del pueblo elector, representado en los Comicios. Para presentarse como candidato a
cualquier magistratura republicana se requirió la edad mínima de 27 años, siendo frecuente que al candidato
se le exigiesen al menos diez años de servicio activo en las legiones.
La duración normal en el cargo de las magistraturas republicanas romanas es anual, con algunas
excepciones, como el colegio de Censores, designado cada cinco años y que presentaba una duración
efectiva de 18 meses; y el Dictator, que como magistratura extraordinaria, tiene una duración determinada por
la razón de la causa de su nombramiento, aunque en ningún caso pudiera ser superior a seis meses.
Implica que todos los cargos, excepto el Dictator, fueron colegiados. Significa que eran investidos de
idénticas funciones varios ciudadanos para un mismo período de tiempo y en número par. Cada magistrado
en el desempeño de su actuación podía ser paralizado como consecuencia del ejercicio de veto o intercessio,
por otro magistrado de igual o mayor potestas que la suya.
La colegialidad puede definirse como “el mandato público, en sí mismo único, pero conferido
igualmente a varias personas.” Se estableció como reacción al ejercicio de un poder absoluto en manos de
una única persona, dado que la república romana entendió que para evitar los abusos de poder, el mejor
modo de limitarlo era ejercer el control desde el mismo poder.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
Para evitar situaciones de ingobernabilidad, por falta de acuerdo entre las personas que gobernaban,
en la práctica fue frecuente en Roma que las personas que formaban el colegio se repartieran las funciones
del cargo y se turnasen en el ejercicio del poder, cosa que no impidió que se ejerciese el derecho de veto de
un magistrado a su colega cuando lo considerase inevitable para salvaguardar los intereses generales de la
comunidad política.
La colegialidad no se practica en la actualidad, ya que se considera inviable la figura de un presidente
del gobierno o de un ministro con carácter colegiado.
d) Gratuidad
Cada magistrado contaba con un cierto número de personas administrativas o burócratas, que le
auxiliaban en el ejercicio de su cargo y que recibían retribución, pero por el contrario, el cargo de magistrado,
en sí mismo, era esencialmente gratuito, cosa que se siguió con gran rigor en la época de pureza
republicana. Incluso se afirma que el ejercicio del cargo de magistrado resultaba costoso para el patrimonio
de la persona que lo desempeñaba, dado que existía la costumbre de sufragar la creación de infraestructuras
de uso público por cuenta del peculio del propio magistrado.
En la actualidad, todos los cargos públicos están retribuidos, debido a unas coordenadas sociales
distintas de las del mundo antiguo y a una cierta profesionalización de la vida política.
e) Responsabilidad
En primer lugar, dentro de los cinco días siguientes a su elección, el magistrado debía jurar que
actuaría en sus funciones públicas con respeto y sometimiento al orden jurídico, y en caso de no hacerlo,
decaería como magistrado.
Del mismo modo, al acabar el mandato, volvía a jurar haber obrado de acuerdo con la ley en el
ejercicio de su mandato. En cambio, durante este, no podía ser entorpecido en su gestión ni respondía de la
misma, y al término, el Tribuno de la Plebe podía pedirle cuenta de su gestión política ante los Comicios de
las Tribus.
En la actualidad, a cualquier persona que desempeñe un cargo público se le pueden pedir dos tipos de
responsabilidad respecto de los actos realizados en el ejercicio de su cargo: la responsabilidad política y la
jurídica. Para el gobierno, la CE aborda esta posibilidad en los Arts. 108 ss; donde señala que “El Gobierno
responde solidariamente en su gestión política ante el Congreso de los Diputados”.
Los Arts. 110 y 111 CE establecen que “Las Cámaras y sus Comisiones pueden reclamar la presencia
de los miembros del Gobierno”. “El Gobierno y cada uno de sus miembros están sometidos a las
interpelaciones y preguntas que se le formulen en las Cámaras. Para esta clase de debate los Reglamentos
establecerán un tiempo mínimo semanal. Toda interpelación podrá dar lugar a una moción en la que la
Cámara manifieste su posición.” Este control y solicitud de responsabilidad política puede solicitarse al
presidente o a cualquier ministro, ante el Pleno o ante la Comisión correspondiente del Congreso.
También puede exigirse al presidente y a los ministros de su gabinete una responsabilidad judicial por
los actos cometidos en el ejercicio de sus cargos. Se trata de un control que se ejerce por los Tribunales, del
que podría resultar una declaración de ilegalidad y nulidad de sus actos administrativos.
Por último, existe la posibilidad de solicitar una responsabilidad penal del Gobierno, regulada en el Art
102 CE, que dispone que “La responsabilidad criminal del Presidente y los demás miembros del Gobierno
será exigible, en su caso, ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. La responsabilidad criminal del
Presidente y los demás miembros del Gobierno será exigible, en su caso, ante la Sala de lo Penal del
Tribunal Supremo.
La prerrogativa real de gracia no será aplicable a ninguno de los supuestos del presente artículo.” Ello
supone, por una parte, la condición de aforado del presidente del gobierno y de los ministros, y por otra, la
exclusión del derecho de gracia para estos supuestos, ya que si esta medida debe ser aprobada por el
Consejo de Ministros, es inconveniente que los miembros del propio consejo puedan aprovecharse de ella.
Cualquiera de estas responsabilidades, política, jurídica en general, o penal en particular, puede ser
solicitada en cualquier momento de su actuación, son que sea preciso esperar al término de su mandato.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
Se cree que el cónsul, en el inicio, fue un cargo militar que con el paso del tiempo irrumpió en la vida
política de la civitas como magistrado ordinario. Ejercita muy frecuentemente el ius agendi cum populo y el ius
agendi cum patribus, a diferencia de la función jurisdiccional, en la que su competencia no está muy definida.
Respecto al poder de represión criminal, coercitio, ejercieron sus facultades durante bastante tiempo y
formaban parte de los Tribunales Senatorio-Consulares.
Una de las funciones más destacadas y desempeñadas es la iniciativa legislativa, que le permite
presentar propuestas legislativas ante los Comicios para que se pronuncien al respecto de la aprobación de
una ley; similar a la facultad del consejo de ministros, en la actualidad, de presentar proyectos de ley al
Parlamento.
En cuanto a su elección, el cónsul se elige por los Comitia Centuriata. El consulado se denomina
magistratura epónima debido a que los cónsules daban nombre al año. La crisis del consulado comienza en
Roma con el nombramiento de un cónsul individual, cónsul sine colega, sin respetar el principio de
colegialidad, y se agrava con la práctica anticonstitucional de prorrogar en el cargo a una persona que había
finalizado el año de su mandato. En esta crisis se forma el primer triunvirato por parte de Cesar, Pompeyo y
Craso con la teórica pretensión de reconstruir la República, que en realidad provocó un atentado contra la
legalidad republicana, ya que no se encontraba en situación de ser restaurada.
Tras el asesinato de Cayo Julio César, se conforma un segundo triunvirato formado por Octavio, Marco
Antonio y Lépido, que termina en guerra civil provocada por las disputas de poder entre sus miembros.
El final real de la República, aunque no formal, se produce con Octavio Augusto, que en el s. I a.C.,
consolida su poder personal, tanto militar como civil, instaurando de facto un nuevo régimen político conocido
como Principado, ya que el mismo Augusto se califica y es considerado como el Princeps, el primero en
auctoritas, prestigio e influencia, dentro de la estructura político constitucional.
El Principado es un sistema de transición, que dura más de dos siglos, entre un régimen de
participación popular que había sido la República, y un modelo absoluto de concentración de todos los
poderes en el Emperador, Dominus, que sería el Imperio. A partir del decaimiento de las estructuras
republicanas, el consulado pasa a ser, en el S I d.C., una magistratura simbólica en relación a lo que fue.
El órgano constitucional actual que concentra, en cierta medida, el ejercicio efectivo de un conjunto de
funciones de gobierno tal como desempeñaron los cónsules de Roma sería el presidente del gobierno, debido
a su posición prevalente en el ejercicio del poder ejecutivo, tal como se deduce del Art. 98 CE “El Presidente
dirige la acción del Gobierno y coordina las funciones de los demás miembros del mismo, sin perjuicio de la
competencia y responsabilidad directa de éstos en su gestión.”
Pretor
La Pretura era la magistratura más antigua en la vida de la República, anterior al consulado. En cuanto
a sus orígenes, a fines de la época monárquica, existirían tres Pretores como jefes de las tres tribus primitivas
de Roma. Poco a poco, se establecería una jerarquía entre los mismo, siendo uno considerado como Pretor
máximo, auxiliado por dos Pretores menores.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
En el 242 a.C. se configura una magistratura paralela al pretor urbano, que es el pretor peregrinus.
Roma se había convertido en una capital en la que convivían ciudadanos romanos con personas que no
tenían esa condición, lo que daba lugar a que tuviesen relaciones tanto sociales como jurídico-económicas,
por lo que el pretor peregrino tenía competencia para ejercer el poder de iurisdictio en la dirección de los
procedimientos judiciales, cuando uno de los litigantes o ambos no eran ciudadanos romanos.
Una facultad del pretor es su ius edicendi, facultad de dictar Edictos. Los Pretores publicaban al
comenzar a ejercer su cargo, un Edicto llamado Edictum perpetum, con validez durante todo el año que
duraba su magistratura. Por el contrario, las resoluciones edictales dictadas para resolver un caso concreto
se denominan Edicta repentina y sólo tienen vigencia para el caso para el que se dictan.
Fue frecuente que las personas que se sucedían en la pretura recogiesen en sus edictos los
contenidos del edicto de sus predecesores. Esta parte que en el nuevo edicto se asume del anterior se
denomina Edictum traslaticium, mientras que al conjunto de las nuevas disposiciones introducidas por el
colegio de pretores se le llama Edictum novum. Hay que destacar que no son dos edictos diferentes, sino dos
partes de uno mismo.
En tiempos del emperador Adriano, un jurista llamado Salvio Juliano realizó por mandato del
Emperador, la codificación de los precedentes edictos perpetuos. Esa obra, llamada Edicto perpetuo contiene
las normas jurídicas que constituyen en su conjunto el derecho pretorio o derecho honorario, siendo
complemento del ius civile, ya que unas veces suple sus lagunas y otras lo corrige, dado que si el pretor
considera que una situación no aparada por el ius civile es digna de estarlo, puede otorgarle protección
pretoria, y por tanto, hacer efectiva su defensa en un concreto proceso.
Además, el pretor es un magistrado con poder jurisdiccional, por lo que está en contacto directo con la
problemática jurídica en su faceta más práctica. Muchas instituciones que nacieron en el ámbito pretorio, con
el paso del tiempo se asumieron por el ius civile, por lo que se dice que la labor del pretor dinamiza el
contenido de las instituciones y de los conceptos jurídicos, actualizándolos y poniéndolos al servicio de los
nuevos intereses y realidades económicas y sociales. El pretor podía contradecir o dejar sin efecto lo
dispuesto en el derecho civil, cosa que se explica cuando el pretor protege una situación no amparada en el
ius civile en contra de otra que sí lo está. Esto se producía cuando una situación fáctica protegida por el ius
civile se había quedado obsoleta, sin responder a realidad social.
Se distingue entre los primeros ediles de la plebe, elegidos por los Concilia plebis, y los ediles curules,
elegidos por la Comitia Tributa. Estos últimos son los que permanecen en el orden constitucional republicano.
Los ediles curules eran magistrados menores, sin imperium, que en el cursus honorum estaban delante
de los cuestores y detrás de los pretores. Sus funciones son, fundamentalmente, de orden administrativo,
vigilancia del orden público, cuidado de la ciudad, policía, salud pública, construcción, urbanismo, tráfico,
juegos y regulación de los intercambios y ventas en los mercados. Desempeñaban las funciones de los
actuales concejales. Para regular las transacciones comerciales tuvieron las facultas y dictar su propio Edicto,
el de los ediles curules, en el cual establecían normas que regulaban las ventas.
Cuestor
En la república la Cuestura se configuró como una magistratura menor, sin imperium, elegida en los
comitia tributa. Constituían el primer escalón en el cursus honorum.
Se distingue entre los Quaestores urbani, cuestores urbanos, cuya principal misión era la
administración del Erario público, y los Quaestores militares, que estaban subordinados al jefe militar. Los
urbanos asumían competencias financieras y económicas, siendo una especie de delegados del Senado, y se
encargaban, entre otras cosas, de administrar el Erario público (Aerarium populi romani), o cobrar a los
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
deudores del Estado, estando facultados para vender sus bienes en pública subasta en caso de impago, y
gestionar el cobro de los tributos bajo la vigilancia y la dirección del Senado.
La Censura posee singularidades que la diferencian del resto de magistraturas ordinarias. En primer
lugar, la censura formada por dos personas no es objeto de elección, sino que su nombramiento se da a
través de una propuesta realizada por el cónsul. Se investían de forma solemne, ante los Comicios
Centuriados, mediante la aprobación de la lex de potestate censoria. Otro rasgo es que su duración no es
anual, sino que está en funciones 18 meses, nombrándose cada lustrum.
En cuanto a sus funciones, los censores no estaban dotados de un importante poder efectivo de
gobierno, ni poseían imperium, sino potestas, y debían recurrir a la coercitio de los magistrados mayores
contra quien tratara de eludir su inscripción en el censo. Tenían derecho a asistir e intervenir en las sesiones
del senado, y no estarían sometidos en el ejercicio de sus funciones a la intercessio de otros magistrados.
Por tener asignada la función de elegir a los miembros del Senado, durante gran parte de la república, los
censores llegaron a controlar la vida pública romana, y su opinión gozaba de gran influjo social.
La principal función del colegio de censores es la de elaborar el censo. Los principales daos que
figuraban eran: encuadramiento de cada ciudadano en la centuria y en la tribu que le correspondía y
expresión de la riqueza de cada ciudadano. El censo era la principal herramienta para el pago y recaudación
de tributos. Cada ciudadano hacía su declaración bajo juramento y con estos datos el censor confeccionaba
las tablas del censo, en las que se podía incluir un juicio personal del censor sobre la conducta moral de una
persona, que podía referirse a su comportamiento militar, su piedad religiosa…
Los censores eran libres en la emisión de sus juicios, con el único límite de la colegialidad, ya que era
preciso que estuviesen de acuerdo ambos. La nota censoria tenía especial importancia cuando recaía sobre
un senador o alguien con derecho a ingresar en el senado. En esta etapa de la república, el colegio de
censores controlaba el acceso de los senadores al senado, de forma que en el 312 a.C., la aprobación de la
lex ovinia modifica el sistema de designación de los senadores, concediendo ese poder a los censores y
privando al propio senado del control de acceso de sus miembros.
Así, cada 5 años, los censores, además de elaborar el censo, debían confeccionar una lista de ex
magistrados comenzando por quienes habían desempeñado el consulado. Los censores tienen la facultad de
excluir de esa lista a quienes no consideren dignos de ingresar en el senado. Esta facultad, realizada en el
ejercicio de la lectio senatus, se prestaba a arbitrariedades por parte de los censores, por lo que para
impedirlo se impuso la costumbre de escribir junto al nombre de la persona excluida, el motivo de indignidad.
Tribuno de la plebe
Desde la proclamación de la República, la vida política romana se vio sacudida por los conflictos entre
las dos clases sociales, patricios y plebeyos. El conflicto presentó tres grandes frentes. El político, ya que la
plebe luchó por acceder a las magistraturas y a los cargos sacerdotales; el social, ya que trata de hacer
desaparecer las diferencias entre ambas clases; y el económico, en el que la plebe intenta rebajar los tipos de
interés de los préstamos y participar en el reparto del ager publicus, tierra conseguida con la conquista militar.
La actuación de los tribunos de la plebe se considera una acción que persigue una reforma social, que
no pretende derrocar el orden establecido atentando contra la república, sino que intenta eliminar las
situaciones de privilegio patricio dentro del orden constitucional. El cargo de tribuno de la plebe no formaba
parte del cursus honorum, por lo que no tenía representatividad oficial. Eran elegidos en la concilia plebis.
Para alcanzar sus objetivos la plebe acudió en distintas ocasiones a una medida de coacción que
consistió en retirarse fuera de la ciudad dejándola expuesta frente a un eventual ataque exterior. La primera
gran secesión de la plebe se realiza en el Monte Sacro. Ante la situación de riesgo de que la ciudad fuera
invadida y saqueada, en senado manda a Menenio Agripa para que los ciudadanos de la clase plebeya
regresen al recinto de la civitas. Desde este momento, se da un reconocimiento del tribunado y de los concilia
plebis, órganos mediante los que la plebe había llegado a constituir caso una comunidad política paralela a la
oficial de la república.
En el 449 a.C. se dictan las leyes Valeriae-Horaciae, que sancionan la inviolabilidad del tribuno. A partir
de ahí, el tribunado pierde su carácter de órgano de clase para convertirse en una magistratura más de la
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
república. Los tribunos dejan de ser elegidos por los concilia plebis, que desaparecen, y pasan a elegirse en
los comicia tributa.
En cuanto a su poder, partiendo de su función originaria de defender los intereses de la plebe, asume
el control de la actividad política y la gestión de gobierno del resto de los magistrados, pudiendo interponer su
veto o intercessio frente a las propuestas de ley que los cónsules presentasen. Este poder tiene gran
importancia ya que puede paralizar la acción política de las demás magistraturas.
El dictator constituye la magistratura suprema extraordinaria, igual que el cónsul constituye la ordinaria.
En distintas épocas de la república el nombramiento del dictator aparece vinculado a una situación de
emergencia nacional. No era un cargo electivo, sino que en su nombramiento participa el cónsul de acuerdo
con la opinión del senado. El nombramiento solemne del dictator conlleva determinados ritos, ya que debe
realizarse in agro romano, oriens, nocte silentio; en suelo romano, mirando a oriente y en el silencio de la
noche.
El dictator se sustrae a los principios que rigen para las demás magistraturas, si bien se trata de una
figura constitucionalmente prevista. Aunque su nombramiento contravenga el régimen republicano, si se hace
de acuerdo a los usos políticos consolidados es perfectamente constitucional. Esta es la diferencia con la
actualidad, ya que hoy se denomina dictador a quien se apodera del poder a través de la violencia o de un
acto revolucionario.
El dictator en Roma tiene, según su investidura, facultades limitadas a una misión concreta. No le
vincula la provocatio ad populum ni se encuentra sometido al veto de ningún magistrado. No hubo en la Roma
republicana dos dictaduras iguales, pues, en cada circunstancia histórica en la que se recurrió a su
nombramiento para salvar una situación de crisis política, se invistió a un dictator con unas facultades y
poderes determinados que eran los que se consideraban que convenía.
El senado es el órgano estable que se ocupa de alta dirección política, a través de su asesoramiento a
las magistraturas en el ejercicio de sus poderes de gobierno. Se denomina auctoritas patrum al influjo y
autoridad moral que tuvo el senado sobre el devenir de la política de la civitas. Si bien su opinión no era
preceptiva ni vinculante, es decir, no era necesario solicitarla ni seguirla, es frecuente que, ante decisiones
importantes, los cónsules pidiesen el perecer del senado y siguiesen su consejo.
Existió desde la época monárquica, aunque con distinta composición a otras épocas. Se denominó
Senatus y a sus miembros senadores. En la República se constituye como un consejo de ex magistrados,
pues haber desempeñado una magistratura era el presupuesto normal de acceso al senado.
En un principio sólo los patricios podían ser senadores, al ser necesario pertenecer a dicha clase para
ocupar una magistratura. Posteriormente, al tener acceso a los cargos de elección popular todos los
ciudadanos sin distinción de clases, también los plebeyos accedieron a la condición de senador.
Desde finales del S IV a.C. se confía al colegio de censores la designación de los senadores. A fines
de la República, vuelve el propio senado a tener la facultad de nombrar a los senadores. La condición de
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
senador es vitalicia y sólo se pierde por renuncia al cargo, imposición de una nota censoria o pérdida de la
ciudadanía romana. El status de senador supone un conjunto de derechos y también de limitaciones.
Así, gozaban de alta consideración social, y votaban con preferencia en las asambleas populares, pero
no podían ejercer el comercio a gran escala ni dedicarse al tráfico marítimo, a fin de preservar su condición
de cualquier interés económico. Además, los censores les exigieron un comportamiento social más modélico
que a un ciudadano medio.
El senado no puede ser convocado más que por un magistrado que posea el derecho de reunirlo, el ius
agendi cum patribus. Este derecho comprende la facultad de convocarlo, presidirlo, relatar las propuestas
sujetas a discusión, pedir el parecer y provocar el voto. Corresponde a los magistrados con imperio, pero fue
ejercitado sobre todo los cónsules y desde la ley hortensia del 286 a.C. por los tribunos.
El magistrado competente señala el día y lugar de la reunión, y se indica un orden del día. Se reunía
dentro del recinto de la civitas a diferencia de los comicios centuriados. Inicia la sesión el magistrado
convocante con la exposición de la cuestión a debatir. A continuación comienza la discusión en la que los
senadores expresan su parecer, y tras eso se procede a la votación, en la que sólo se tenía en cuenta el
número de magistrados presentes, sin que hiciera falta quorum.
En cuanto al orden de la votación, votaba en primer lugar el prínceps senatus, que era el más antiguo
de entre los ex censores, a continuación el resto de ex censores, y después ex cónsules, ex pretores, ex
ediles, ex tribunos y ex cuestores. La opinión o parecer del senado se llamaba senatus consultum, y no tenía
carácter normativo, por lo que no era vinculante.
En cuanto a sus competencias existe una evolución en la que se da una asunción progresiva de
facultades debido a varias razones. En primer lugar, la falta de preparación de las asambleas populares, y en
segundo, debido al carácter temporal de las magistraturas, que las incapacitaba para planificar a medio o
largo plazo, de política exterior e interior. Sus competencias son, en parte heredadas de la época monárquica
y en parte asumidas en época republicana. Las heredadas son el interregnum y la función consultiva.
En la república, se producía interregnum cuando están ausentes de la ciudad los dos cónsules. Para
cubrir ese vacío circunstancial de poder, hasta que no fuesen nombraos sus sucesores, cada 5 días es
nombrado un senador como magistrado supremo, empezando por el prínceps senatus. Vinculada a la función
consultiva del senado, su participación en el proceso de elaboración de una ley a través de la interposición de
su auctoritas patrum. El parecer positivo del senado suponía un incremento del valor de la decisión comicial.
Asume también el Senado la dirección de la política exterior concretada en: establecer las relaciones
diplomáticas; recibir y despedir a los embajadores; envío de embajadores; establecer las bases para las
alianzas políticas.
En cuanto a política militar, el Senado, auxiliado por los Quaestores militae lleva el control y vigilancia
de las operaciones militares. Terminada la contienda bélica concedía los honores militares al jefe de las
legiones otorgándole el triunfo o la ovatio. Si el Senado le concede el "triunfo", el mando militar depone sus
poderes militares y empieza su carrera política. La ovatio era un triunfo menor.
Por último, el Senado en situaciones de emergencia nacional podía investir a los Cónsules de poderes
extraordinarios o participar con ellos en la designación del Dictador. A fines de la República, se conforman en
ocasiones excepcionales Tribunales Senatorio-Consulares.
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determinados requisitos que debe cumplir un ser humano o un ente para otorgarle la personalidad, es decir, la
condición de sujeto de derechos. En este sentido, no todo ser humano es persona y que no toda persona es
ser humano, pues, el Derecho de acuerdo con sus prescripciones legales concretas otorga la personalidad.
Solo lo será aquel que cumpla con los concretos requisitos exigidos por el ordenamiento vigente.
En nuestro ordenamiento vigente la personalidad debe ser analizada desde el marco establecido en
nuestra Carta Magna. El Derecho debería reconocer la personalidad del hombre como expresión genuina de
su dignidad como persona. Ello no debería depender de cada coyuntura socio-política. Por el contrario, la
dignidad humana que el Derecho constata, emana de la invariable naturaleza humana.
Este planteamiento puede inferirse de la consagración constitucional enunciada en el artículo 10 de
nuestra Norma Suprema: "La dignidad humana es el fundamento del orden político y de la paz social". El
precepto está inspirado en la Ley Fundamental Bonn que dispone en su artículo primero: "La dignidad del
hombre es sagrada y constituye deber de todos las autoridades del Estado su respeto y protección".
Al enunciar nuestra Constitución esta formulación en el frontispicio del reconocimiento de los derechos
fundamentales de la persona, debe entenderse que se configura como el fundamento de los mismos. No son
sólo derechos subjetivos sino también "elementos esenciales de un ordenamiento objetivo de la comunidad
nacional". De acuerdo con esta concepción, "los derechos fundamentales por cuanto fundan un status
jurídico-constitucional unitario para todos los españoles...son elemento unificador".
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
entendían que bastaba que el nacido realizase alguna función locomotriz. La postura
sabiniana es la que prevalece en la Compilación justinianea, por lo que es la que pasa a
nuestro Derecho histórico. Que el nacido tuviese figura humana. Se entiende aquel ser que
nace con la configuración normal de una persona. Tales como alguna falta de miembros o
de órganos no implicaba la carencia de este requisito.
Viabilidad: Capacidad fisiológica para vivir después de nacer y de comenzar a tener vida
independiente. Los juristas romanos no llegaron a encontrar una regla fija en su concreción. En todo
caso, en los textos se habla de partus perfectus, lo que supone seis meses de gestación como
mínimo.
Hasta la época de Augusto no existe en Roma un registro de nacimientos. A Marco Aurelio se le
atribuye una disposición que obliga a la professio del pater, es decir a la declaración de paternidad emitida
dentro de los 30 días siguientes desde el nacimiento del hijo.
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Desde esta abundante casuística se llega al enunciado: "al concebido se le tiene por nacido para todos
los efectos que le sean favorables". La regla se mantiene a lo largo de todo nuestro Derecho histórico, tanto
en su formulación doctrinal como en su plasmación legislativa hasta llegar incólume al momento de la
codificación, siendo recogida por nuestro Código civil, así como por los de la práctica totalidad de los Códigos
civiles europeos.
5. PERSONALIDAD Y CAPACIDAD
La condición de persona se traduce en el otorgamiento de personalidad que, a su vez, se concreta en
la condición de la capacidad jurídica. Así el proceso lógico jurídico es: la persona ostenta la personalidad y
goza de capacidad. Dentro de este concepto de capacidad, debemos ahora distinguir dos categorías.
Capacidad jurídica.
Capacidad de obrar.
Conviene delimitar ambos conceptos. Es persona para el Derecho quien es apto para ser titular de
derechos y obligaciones. La persona está dotada de personalidad que le capacita para ostentar capacidad
jurídica y ser sujeto de derechos. En este sentido, personalidad y capacidad jurídica son categorías que se
ostentan o no.
Por el contrario, la capacidad de obrar puede graduarse dependiendo de diversas circunstancias
apreciadas por el Derecho positivo. Así toda persona para tener capacidad de obrar debe tener previamente
capacidad jurídica. La capacidad de obrar susceptible de ser graduada puede dar lugar a diversas
capacidades y/o incapacidades de obrar.
La capacidad de obrar exige la madurez que sitúa al ser humano en condiciones de ser responsable de
sus actos. Así la plena capacidad de obrar, en nuestro derecho vigente, se alcanza con la mayoría de edad
legal que en nuestro texto Constitucional viene fijada por la edad de 18 años.
Así, a un menor no se le permite proceder a la venta de un bien de su propiedad, por ejemplo, una
vivienda dado que se considera que no está suficiente maduro para ello y pudiera ser objeto de engaño en el
contrato de compraventa.
Por último, señalar que el conjunto de derechos subjetivos que el orden normativo concede a una
persona, depende de la concreta realidad estatal que consideremos en una determinada circunstancia o
situación temporal. Así, no es el mismo conjunto de derechos subjetivos, el reconocido en la actualidad en
nuestro Derecho nacional, que el que venía reconocido en épocas pretéritas.
Tampoco es el mismo el reconocido en el derecho vigente español, que el que se reconoce en un país
distinto. Y ello se refiere tanto a los derechos subjetivos reconocidos en el ámbito del derecho privado como
el conjunto de derechos reconocidos en el ámbito del Derecho público.
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que sólo estaba permitido a los magistrados el ejercicio del imperium domi. Fuera del pomerium ciudadano
era posible el ejercicio del imperium militiae, así como la aplicación, llegado el caso, del ius bellicum.
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d) Los nacidos en España cuya filiación no resulte determinada. A estos efectos se presumen
nacidos en territorio español los menores de edad cuyo primer lugar conocido de estancia
sea el territorio español.
Lo supuesto en el apartado b) debe completarse con lo establecido en el párrafo 2º, letra a, del artículo
22 del Código Civil al disponer que, en este caso, el nacido en España sí bien no tiene derecho a una
atribución automática de la nacionalidad española, si puede adquirirla en el caso de que complete una
residencia de un año en el territorio español.
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En el derecho civil la adquisición de la nacionalidad española por naturalización puede ser de dos tipos:
Por carta de naturaleza, es decir concedida por derecho de gracia.
Por tiempo de residencia en España.
La adquisición por naturalización nunca opera automáticamente ya que exige en primer lugar una
petición o solicitud formulada por el interesado y después la efectiva concesión de la nacionalidad por la
autoridad competente. El párrafo 1º del artículo 21 de código civil dispone: “La nacionalidad española se
adquiere por carta de naturaleza, otorgada discrecionalmente mediante un Real Decreto, cuando en el
interesado concurran circunstancias excepcionales” La concesión de la nacionalidad recae en el Consejo de
Ministros.
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Por otra parte, al igual que en Derecho Romano, la nacionalidad puede perderse de forma voluntaria.
Así se recoge en el artículo 24 del Código Civil: “Pierden la nacionalidad española los emancipados que,
residiendo habitualmente en el extranjero, adquieran voluntariamente otra nacionalidad o utilicen
exclusivamente la nacionalidad extranjera que tuvieran atribuida antes de la emancipación. La pérdida se
producirá una vez que transcurran tres años a contar respectivamente, desde la adquisición de la
nacionalidad extranjera o desde la emancipación. No obstante, los interesados podrán evitar la pérdida si
dentro del plazo indicado declaran su voluntad de conservar la nacionalidad española al encargado del
Registro Civil”
No obstante, lo anteriormente establecido se señala que: “La adquisición de la nacionalidad de países
iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal no es bastante para producir, conforme a
este apartado, la perdida de nacionalidad española de origen” Este supuesto contempla la posibilidad de
ostentar una doble nacionalidad. Roma ya conoce y regula de forma satisfactoria esa posibilidad.
El artículo 24, finalmente, del Código Civil establece como regla general que: “En todo caso, pierden la
nacionalidad española los españoles emancipados que renuncien expresamente a ella, si tienen otra
nacionalidad y residen habitualmente en el extranjero”.
Los supuestos de pérdida se regulan en el artículo 25 del Código Civil: “Los españoles que no sean de
origen perderán la nacionalidad:
a) Cuando durante un periodo de tres años utilicen exclusivamente la nacionalidad a la que
hubieran declarado renunciar al adquirir la nacionalidad española.
b) Cuando entren voluntariamente al servicio de las armas o ejerzan cargo político en un
estado extranjero contra la prohibición expresa del Gobierno.
c) La sentencia firme que declare que el interesado ha incurrido en falsedad, ocultación o
fraude en la adquisición de la nacionalidad española, produce la nulidad de tal adquisición,
si bien no se derivarán de ella efectos perjudiciales para terceros de buena fe. La acción de
nulidad deberá ejercitarse por el Ministerio Fiscal de oficio o en virtud de denuncia, dentro
de un plazo de quince años.”
Por último, el artículo 26 del Código Civil regula las distintas formas por las que cabe recuperar la
nacionalidad.
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El origen normativo es el tratado de Maastricht (aprobado en1992 y en vigor en 1993) para ver cómo se
otorga rango constitucional, en la legislación comunitaria a la condición o status de ciudadano europeo. Es
ciudadano de la Unión europea aquella persona que ostente cualquiera de las nacionalidades de los distintos
estados miembros que conforman la Unión. Así lo establece el artículo 17 del Tratado que señala el vínculo
entre la ciudadanía de la Unión y la nacionalidad de un estado miembro.
De tal forma quedan ambas condiciones unidas que la eventual pérdida de la nacionalidad de un
Estado miembro provocaría la perdida de la nacionalidad europea. Dicha ciudadanía produce a favor de quien
ostenta un elenco de derechos políticos, que, de forma expresa, se enuncia en el tratado. Cualquier
ciudadano europeo puede invocar y alegar los derechos concedidos por la Unión Europea ante las propias
instituciones comunitarias y ante las autoridades de su propio Estado y ante cualquier otro estado miembro.
Además, como marco común de protección judicial se encuentra el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Principales derechos que confiere la ciudadanía europea:
a) Derecho a circular y residir libremente por todo el territorio de los Estados miembros.
Su reconocimiento se encontraba en el originario tratado de 1957. Al principio, de vinculaba al derecho
de realizar actividades laborales, profesionales o económicas en el territorio europeo. En la actualidad este
derecho de libre circulación y residencia presenta sustantividad por sí mismo, sin que sea necesario
concatenarlo al desarrollo de una determinada actividad.
Este derecho de libre circulación y residencia se extiende asimismo a los familiares del ciudadano
europeo que se traslade o resida en un Estado distinto del que es nacional con independencia de “cual sea la
nacionalidad” de sus familiares. Se entiende por tales:
El cónyuge o pareja de hecho registrada.
Los descendientes menores de 21 años o los que estén a su cargo con independencia de la edad.
Los descendientes de su cónyuge o pareja.
Los ascendientes directos a su cargo y los de su cónyuge o pareja.
La directiva ha reducido las formalidades que han de cumplirse para hacer efectivo este derecho de
residencia. Así, para estancias inferiores a tres meses, basta el correspondiente documento de identidad o
pasaporte. Se reconoce un derecho de residencia permanente, al ciudadano que acredite una residencia en
otro Estado miembros distinto al de su nacionalidad por periodo ininterrumpido de cinco años.
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7. LATINOS Y PEREGRINOS
La latinidad surge originariamente restringida a algunos habitantes del Lacio. En principio no se les
concede el ius sufragio ni el ius honorum.
Durante el tiempo que permanece la Liga Latina algunos autores entienden que sería posible que
existiesen acuerdos de reciprocidad entre Roma y las comunidades políticas aliadas, en virtud de los cuales
podría adquirir la romana sin perder la originaria.
El derecho de la latinidad, ius latii, fue concedido en épocas más avanzadas a regiones enteras
constituidas como provincias o reunión de provincias más allá de la península itálica. En este sentido
Vespasiano concede este estatuto a los habitantes de Hispania.
Dentro de los latinos podemos diferenciar varias clases:
Latini veteres: Son los latinos más antiguos. Se trata de los, miembros de las comunidades
integradas en la antigua Liga Latina. Tal confederación realiza conquistas bélicas y funda
distintas colonias en la península. La condición de los latini veteres desaparece cuando
adquieren la ciudadanía romana a lo largo del siglo I a.C., como consecuencia de la
aprobación de sucesivas leyes:
La Lex Julia del año 90 a.C., para los habitantes del Lacio.
La Lex Plautia Papiria del año 89 a.C., para el resto de la península itálica.
La Lex Roscia, 49 a.C., para los habitantes de la Galia.
Latini coloniarii: eran los miembros de las colonias fundadas por la confederación latina a
partir del año 286 a.C., y representan un estatuto de rango inferior con menos derechos que
los latini veteres.
Latini Iuniani: surge a partir del S. I d.C., como consecuencia de las prescripciones de la Lex
Iunia Norbana del año 9 d.C. Establece que obtienen la condición de latinos aquellos
esclavos manumitidos por formas no solemnes. Adquieren la libertad pero no la condición
de ciudadano romano.
Todo aquel individuo libre que viva en territorio romano que no era cives ni latinus era considerado
peregrino. Dentro de los peregrinos cabe distinguir dos categorías:
a) Los que pertenecen a una comunidad que Roma deja subsistente una vez conquistada,
respetando en parte su organización política en un grado mayor o menor de autonomía -
peregrini alicuius civitatis-. Son acogidos como libres conservando sus leyes y su
organización política. Su situación se regula por el foedus, que es un tratado internacional
con Roma, ya sea en condiciones de igualdad –foedus aequm- o en condiciones de
desigualdad –foedus iniquum-.
b) Aquellos individuos que pertenecen a una comunidad política con la que Roma ha estado en
guerra y que una vez conquistada militarmente, no ha sido respetada perdiendo su
substantividad e independencia llamados pergrini, dediticii ó sine civitatis. Estos se veían
obligados a satisfacer un impuesto llamado tributum capitis.
El peregrinus carece de todo derecho de participación pública dentro de la comunidad romana y no le es
de aplicación el ius civile. Las relaciones jurídicas entre peregrinos y ciudadanos romanos se regían por el ius
gentium, que era un conjunto de normas jurídicas de aplicación en las provincias por distintos cargos
provinciales y en Roma por el praetor peregrinus. Los peregrinos desde la creación de la pretura peregrina
podían formular reclamaciones judiciales, presentar una demanda para iniciar un procedimiento.
Los peregrini deben diferenciarse de los barbari, que son los habitantes de aquellos otros pueblos que
viven fuera de las fronteras del territorio romano. Por último, eran considerados hostis, enemigos, solamente
aquellos habitantes de pueblos con los que Roma mantiene una contienda bélica.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
1. CONCEPTOS GENERALES
La Jurisprudencia es el conocimiento del Derecho. La palabra proviene de prudentia luris, prudencia del
Derecho. El hacer (agere) debe estar dominado por la prudentia. Ulpiano define la Jurisprudencia como
“conocimiento de las cosas divinas y humanas, la ciencia de lo justo y lo injusto” (divinarum atque humanarum
rerum notitia iusti atque iniusti scientia). El conocimiento del Derecho era función de los jurisconsultos, que
daban respuestas a las cuestiones que les sometían los particulares indicándoles las acciones o medios
procesales más adecuados para su pretensión.
El jurista en la vida romana era un ciudadano de clase noble, que respondía a las preguntas de todos
los que tenían necesidad de un consejo jurídico, pero también aconsejaba sobre negocios privados. El
jurisconsulto no era un abogado, ni un profesional del Derecho, tampoco un profesor del Derecho. El Derecho
no era una técnica ni una ciencia que se aprendía en los libros, sino un arte o una maestría que se adquiría
directamente, con el ejemplo de quien lo practicaba y poseía. Ante todo, la jurisprudencia (prudentia Iuris) era
el arte de saber elegir en el ámbito jurídico. Este arte de la prudencia rige los azares de la vida y constituye el
más rico patrimonio del paterfamilias. Está basada en la iustitia y en la utilitas: el prudente analiza lo justo y lo
injusto, pero también lo útil y lo que no lo es para satisfacer las necesidades de la vida. En la concepción
romana del officium, o deber moral de ayudar al amigo y al conocido. A esta noble actividad del consejo, el
jurisprudente dedicaba buena parte de su jornada.
Los jurisconsultos romanos mantuvieron un fiel apego a lo ya conseguido por sus predecesores; de ahí
proceden, como notas distintivas de la labor de la jurisprudencia romana, la continuidad y el tradicionalismo.
En el estudio del caso, el prudente había de examinar primero los medios de que se habían valido sus
antecesores para llegar a un resultado justo y preciso; así, cuando el jurista llevaba a cabo alguna innovación,
lo hacía sobre la base del Derecho innovado, apoyándose fuertemente y con la mayor seguridad en la
tradición. Así conciliaba la tradición y el progreso. La simplicidad es uno de los principios básicos del
ordenamiento jurídico romano. La actividad intelectual del jurista está siempre presidida por las dos
constantes de la lógica realista y práctica, y por la simplicidad de todas sus decisiones.
En su origen la jurisprudencia se consideraba labor propia de los Pontífices. Éstos tenían competencia
en cuestiones de Derecho sagrado y también de Derecho civil. Los Pontífices eran los intérpretes supremos
del fas o Derecho sagrado que expresaba la voluntad de los dioses y de las antiguas mores o costumbres
que formaban el núcleo principal del Derecho arcaico. La publicación de la Ley de las XII Tablas y la
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
divulgación de una colección pontifical de acciones, contribuyeron decisivamente al conocimiento del Derecho
por parte de los ciudadanos y a provocar el cultivo del Derecho por personas desprovistas de carácter
sacerdotal. En sus comienzos, la jurisprudencia republicana conserva los caracteres y funciones de los
antiguos pontífices. A las actividades tradicionales del respondere, agere y cavere se unen dos nuevas:
instituere, enseñanza elemental a sus auditores de las máximas, reglas y principios fundamentales, e
instruere, enseñanza avanzada de carácter práctico dirigida a comunicar el arte del responsum. Los
jurisconsultos siguen perteneciendo a la nobleza senatorial.
La historia del Derecho clásico romano se identifica con la historia de la jurisprudencia. Ésta alcanza su
máximo prestigio en la llamada “época clásica” (130 a.C. - 230 d.C.) coincidiendo con el periodo de crisis de
la República y todo el Principado. La última etapa de la jurisprudencia clásica se caracteriza por la progresiva
centralización del Derecho en la cancillería imperial formada por los jurisconsultos y el inicio de la
transformación de éstos en burócratas. Con la codificación del Edicto realizado por éste, concluye la gran
obra de creación de nuevas acciones y medios procesales. La importancia del Derecho se centra ahora en
los rescriptos y resoluciones imperiales en los que los jurisconsultos que forman parte de la cancillería tienen
también una importante intervención. El Derecho estudiado por los juristas se extiende a todas las cuestiones
relacionadas con la administración en general y con otras ramas como el Derecho de los funcionarios
públicos y el Derecho penal y fiscal. Se establece una distinción entre el Derecho privado y el Derecho
público. En la época de los emperadores Severos destacaron tres grandes juristas:
Emilio Papiniano: la posteridad lo consagró como el más grande de los juristas romanos
(primus omnium) por el ingenio y profundidad de sus respuestas, inspiradas en la justicia y
la equidad.
Domicio Ulpiano: redactó extensos comentarios al Derecho civil, siguiendo el orden de
Sabino, y al Edicto del Pretor y de los Ediles.
Julio Paulo: de su extraordinaria labor creadora se conservan 317 libros. Aparte de los
extensos comentarios a Sabino y a distintos juristas y al Edicto del Pretor, escribió 25 libros
de Cuestiones y 23 de Respuestas. Con fines didácticos, escribió dos libros de Instituciones
y uno de reglas.
En los Estados norteamericanos, en materia de relaciones comerciales, tiene una gran importancia los
Restatemens como sistema de reglas mercantiles, que evita las contradicciones entre las diversas
legislaciones. En Derecho europeo han tenido una gran influencia los Principios Unidroit sobre los contratos
comerciales internacionales y proponen una nueva lex mercatoria, que reúne el conjunto de reglas, usos y
costumbres que rigen el comercio supranacional.
La corriente doctrinal, basada en la tradición romanística e inspirada por los autores del Derecho de
Pandectas, desemboca en los Códigos civiles europeos. En Francia triunfa el Código Civil de Napoleón
(1804), que influyó en las codificaciones de numerosas naciones. Durante la revolución francesa se
presentaron cuatro proyectos que fueron abandonados porque eran demasiado casuísticos o demasiado
generales. Por decisión de Napoleón se elaboró un Código de equilibrio entre los dos extremos. Se funda en
el antiguo derecho francés, en el Derecho Romano, y en los principios de Derecho Natural y proporcionó la
verdadera constitución de la sociedad burguesa post-revolucionaria. El Código Civil francés tuvo en España
una influencia decisiva en el proyecto de García Goyena de 1851 y en el Código Civil de 1889.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
En Alemania, el Código Civil (BGB) no apareció hasta 1900 por la resistencia que opusieron los autores
de la Escuela histórica, al considerar que éste cerraría las fuentes vivas del Derecho como producto
espontáneo y genuino del pueblo. Su publicación estuvo presidida de varios proyectos. Finalmente el Código
fue aprobado el 8 de Agosto de 1896. En su sistemática respeta el plan de Savigny y representa el triunfo de
la Pandectistica. Supone el final de la vigencia de las fuentes romanas y la interpretación de sus textos con
fines prácticos. Tuvo una extraordinaria difusión en toda Europa.
La legislación en Italia tiene una indudable influencia francesa. El Código Civil de 1865 tiene la misma
sistemática del Code y sus preceptos están influencias por el francés. Los romanistas importaron los
postulados de la Escuela Histórica y de la Pandectística alemana. La compilación realizada por ellos fue el
Códice Civile de 1942 que se considera por los juristas europeos actuales como el más perfecto entre los de
su época.
El Código Civil suizo de 1912 tuvo también una considerable influencia en los Códigos posteriores.
Otros códigos más recientes son los de Israel, Holanda, Japón y Brasil.
En el sistema judicial inglés se considera al precedente como la base y el impulso evolutivo y creador
del Derecho. La sentencia en un determinado caso no es adoptada como precedente hasta que no es
aceptada por un juez sucesivo. Conforme a las reglas del stare decisis se consideran como vinculantes las
decisiones de la Corte o Tribunal superior para las sentencias dictadas por los tribunales o jueces inferiores.
La sabiduría de la regla aplicada está basada en la tradición jurídica que el juez individualiza en cada caso
cuando lo pone en relación con las decisiones precedentes.
La recepción de la tradición romanística se produce en la España medieval por Las Siete Partidas de
Alfonso X. Su predominante carácter romanístico se basa en la continua cita de los textos romanos. En ellas,
la virtud del derecho no es solo la sanción o el escarmiento sino el galardón. Antes deben respetarse las
palabras de los Santos que los dichos de los sabios. Se consideran sentimientos básicos del pueblo: el honor,
la lealtad y la dignidad. Se trataría de una visión independiente del ius commune con la auctoritas doble de
Roma y de la Cristiandad. Durante siglos continuó aplicándose como derecho supletorio. Se sigue la
enseñanza de los glosadores en la exposición de instituciones como la doctrina del contrato y de la causa.
Cuando surgían dudas sobre el ius civile los comentaristas acudían a Las Partidas.
En cuanto a los precedentes codificadores del siglo XVIII, destacan tendencias antiromanistas, los
proyectos del Marqués de la Ensenada y los principios racionales de Jovellanos. No obstante predomina el
respeto que inspiraban Las Partidas.
En el Proyecto de Código Civil de 1821 se pretende conciliar las ideas liberales y utópicas del
progresismo con la doctrina católica y la concepción española de la unidad del derecho en el marco de los
deberes de los ciudadanos. La decadencia posterior motiva la inclinación por especialmente el Código
francés.
El Proyecto de 1851, antecedente del Código Civil, se caracteriza por ser moderadamente progresista,
decididamente liberal y excesivamente afrancesado, aunque respeta la organización tradicional de la familia
española. A este Proyecto sigue una fuerte tendencia anticodificadora y de oposición de los foralistas,
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
“Las fuentes del ordenamiento jurídico español son la Ley, la costumbre, y los principios generales del
Derecho (art. 1.1 CC). “La costumbre sólo regirá en defecto de Ley aplicable, siempre que no sea contraria a
la moral o al orden público y que resulte probada” (art. 1.3 CC). No se admite, por tanto, la costumbre que
vaya en contra de la Ley (contra legem). La costumbre es una fuente subsidiaria de primer grado y los
principios generales del Derecho, una fuente subsidiaria de segundo grado. El juez o tribunal debe pronunciar
su sentencia teniendo en cuenta la Ley y sólo a falta de ésta podrá recurrir a la costumbre. En defecto de
ésta, podrá basar su fallo en los llamados principios generales del Derecho.
2.1. LA LEY
La Ley es una norma estatal y escrita diferenciada por su procedencia del órgano legislativo y por los
especiales requisitos de su formulación. Las leyes, como normas jurídicas dictadas por el Parlamento, se
diferencian de los Reglamentos y demás actos de la Administración. Ley como Derecho escrito se contrapone
a la costumbre, Ley y costumbre se diferencian también por su origen, que en la Ley es concreto y cierto,
mientras que en la costumbre es incierto. También se diferencian por la extensión y eficacia, ya que la Ley es
genérica y universal, mientras que las costumbres se aplican a un ámbito territorial reducido o a un
determinado grupo de personas.
2.2. LA COSTUMBRE
En un sentido amplio, la costumbre es cualquier uso o hábito de la vida social; en sentido jurídico, el
uso social que es fuente de decisiones y reglas jurídicas. En el más antiguo Derecho romano, los ciudadanos
se regían por las mores maiorum o costumbres de los antepasados, interpretadas por los pontífices. La Ley
de las XII Tablas recopiló en preceptos breves las reglas procesales y jurídicas, que después fueron objeto de
interpretación por los juristas y formaron el ius civile. Las costumbres se clasifican por su relación con la Ley,
siguiendo la distinción romana, en según Ley (secundum legem); fuera de Ley (praeter legem) y contra Ley
(contra legem). Se distinguen también entre la costumbre como Derecho popular (Volksrecht) y la costumbre
elaborada por los juristas y jueces (Juristenrecht).
En Derecho español, como antes se señaló, sólo se admite la costumbre en defecto de Ley aplicable, o
praeter legem, y también los usos y prácticas locales. Según el art. 1.3. CC, la costumbre debe tener los
siguientes requisitos:
“Los principios generales del Derecho se aplicarán en defecto de Ley o de costumbre, sin perjuicio de
su carácter informador del ordenamiento jurídico” (art. 1.4 CC). Estos principios se han venido incluyendo en
los Códigos con distinto significado y alcance.
La jurisprudencia del Tribunal Supremo acepta los principios que se relacionen con los admitidos por la
jurisprudencia.
La doctrina científica distingue entre los principios generales del Derecho y las reglas y máximas
jurídicas. De Castro afirma que estas reglas jurídicas no tienen en sí valor jurídico propio, ni menos eficacia
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
de fuente jurídica; son expresiones técnicas o recursos pedagógicos. No obstante, reconoce que en
bastantes ocasiones han sido el medio para que se reconozca un verdadero principio jurídico. La mayoría de
los principios aceptados por la jurisprudencia son de origen romano, procedentes de los títulos 16 y 17 del
libro 50 del Digesto. Ejemplos de principios generales del Derecho:
Jurisprudencia indica los criterios seguidos en las sentencias de los jueces y tribunales o, incluso, las
sentencias dictadas por éstos. Tiene un valor y eficacia distintos en los sistemas abiertos y en los cerrados:
En el sistema abierto del Common Law, los jueces deciden los casos creando reglas y
principios jurídicos que en virtud del precedente vinculan a los jueces posteriores. Mediante
la decisión de los casos, el juez anglosajón crea Derecho.
En el Derecho codificado del continente europeo el juez es un mero intérprete de la Ley.
Sin embargo, aunque el valor de los precedentes sea distinto en ambos sistemas, no por ello en los
sistemas de tradición romanista su importancia es secundaria. El Derecho de elaboración judicial es siempre
dinámico y se adapta a las circunstancias sociales mientras que la Ley es estática.
Los sistemas cerrados y codificados se inclinan a ser cada día más abiertos. “La jurisprudencia
complementará el ordenamiento jurídico con la doctrina que, de modo reiterado, establezca el Tribunal
Supremo al interpretar y aplicar la Ley, la costumbre y los principios generales del Derecho” (art. 1.6 CC).
“Los jueces y tribunales tienen el deber inexcusable de resolver en todo caso los asuntos de que conozcan,
ateniéndose al sistema de fuentes establecido” (art. 1.7 CC).
El Código se refiere expresamente a la doctrina que de modo reiterado establezca el Tribunal Supremo.
Las sentencias judiciales pueden ser objeto de recurso de apelación ante el Tribunal Superior. Cuando el
recurso se interpone ante el Tribunal Supremo, se denomina recurso de casación, porque es susceptible de
anularse la sentencia del Tribunal inferior.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
1. Conceptos generales
2. Aproximación al proceso actual en confrontación con el romano
3. Las nociones de acción y excepción y las clases de acciones
4. Las partes
5. El procedimiento cognitorio imperial, precedente del proceso actual
5.1. Introducción
5.2. Su tramitación
5.4. La sentencia
5.5. La apelación
6. Un apunte sobre el proceso en las provincias
1. CONCEPTOS GENERALES
El proceso o procedimiento consiste en una sucesión de actos jurídicos que se inicia con la
presentación de la demanda o querella y finaliza con el pronunciamiento del fallo o sentencia. La acción es la
llave que abre el proceso y con la que el actor persigue obtener la satisfacción de su pretensión mediante una
sentencia favorable. El proceso actual tiene su precedente en el sistema romano, del que toma su
vocabulario, sus fundamentos y sus principales principios rectores. El interés del proceso romano tiene
interés por las siguientes razones
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
El proceso civil está regulado por la Ley 1/2000 del 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil (LEC),
caracterizada por audiencia contradictoria, inmediación, oralidad, entre otras. Principios y reglas que tienen su
origen en el proceso romano.
En Derecho romano prevalece la consideración de la acción y del proceso, de tal forma que los juristas
romanos planteaban siempre las cuestiones jurídicas desde el punto de vista de la acción (actionem habere,
dare). La distinción actual entre derecho procesal y sustantivo aparecen en una misma consideración
procesal en el ordenamiento romano.
El derecho vigente se conforma en un sistema de normas que declaran unos hechos subjetivos que
debe defender el poder judicial mientras que el derecho romano contiene una ordenación de acciones
personales reconocidas por el ius civile o concedidas por el pretor para resolver litigios entre particulares.
En el Ordenamiento Romano, aparecen en una misma consideración procesal. El Derecho vigente se
conforma en un sistema de normas establecidas por el poder legislativo, que declara unos derechos
subjetivos que debe defender el poder judicial. El Derecho romano contiene una ordenación de acciones
litigiosas personales reconocidas por el ius civile o concedidas por el pretor, que sirven para resolver los
litigios entre particulares:
1. La iurisdictio: derivada de ius dicere (pronunciar derecho o administrar justicia), que
primera ejercían los cónsules, fue encomendada después al pretor. El contenido se basaba en
los tres verba solemmnia:
Do (dare): concesión de un juez para decidir
Dico (ius dicere): declaración del derecho a aplicar
Addico (addicere): atribución de derechos a los litigantes
En la iurisdictio del Pretor actuaba bajo la cognitio (conocimiento de causa) que realizaba para
conceder o denegar la acción, examinar su competencia, dar o denegar bienes o decidir sobre
cualquier petición. En la iudicatio del Juez, decide mediante opinión cuál de las partes tiene
razón, y pronuncia el iudicatum (sentencia).
En el procedimiento de los juicios privados (ordo iudiciorum privatorum), se celebra ante el juez
las pruebas propuestas por las partes, valora los medios, oye alegaciones y emite sentencia.
En el procedimiento extraordinario y en el cognitorio post clásico, el juez funcionario realiza
todos los actos de cognición y de juzgar, ya que todo el proceso se encuentra en una sola
fase.
En el Derecho actual, la jurisdicción se considera como la potestad de juzgar de los tribunales. El
Artículo 117.3 de la Constitución, otorga a los tribunales el ejercicio de la potestad jurisdiccional, en todo tipo
de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado.
2. En el proceso romano clásico, la iniciativa procesa corresponde al actor o demandante y
demandado, que realizan la litis contestatio (acuerdo o contrato para la someter la decisión de
litigio a un juez).
La LEC sigue la tradición romana con el Principio de Justicia rogada o Principio dispositivo: las
cargas procesales se atribuyen a los particulares y a su diligencia para obtener la tutela judicial,
que piden y configuran el trabajo del órgano jurisdiccional.
3. En la LEC los procesos se clasifican en declarativos, ejecutivos o de condena y
constitutivos. Se podrá pretender de los tribunales: Declaración de existencia de derechos y
situaciones jurídicas; constitución, modificación o extinción de situaciones jurídicas; condena a
determinada prestación; medidas cautelares.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
La LEC contiene una sola regulación del recurso de la apelación y de la segunda instancia. Se
considera la apelación como la plena revisión de la resolución apelada y la segunda instancia no se
constituye como un nuevo juicio en el que puedan aducirse toda clase de hechos o nuevas pretensiones.
4. LAS PARTES
Son partes en un proceso las personas que litigan con el fin de conseguir una sentencia favorable. Se
denomina demandante (actor) al que ejercita la actio, y demandado (reus), aquel contra el que se dirige.
Puede suceder que las partes no tengan intereses contrapuestos, por ejemplo, en las acciones divisorias,
mediante las cuales sólo se pretende la división del patrimonio familiar o cosa común. En estos casos, todos
son demandantes y demandados.
En Roma, para poder ejercitar una acción, es preciso ser ciudadano romano y paterfamilias. Las
mujeres, mientras existió la tutela, podían litigar con la auctoritas de su tutor. Pero además de esta capacidad
de carácter general, debían estar legitimados los litigantes para poder entablar un determinado proceso.
Tener una acción el demandante a su favor, se considera legitimación activa. Ser demandado se considera
legitimación pasiva. Las partes podían actuar en el proceso representadas por otras personas: el cognitor
(sustituto del demandante) o el procurator (administrador general). En el derecho justinianeo solo subsistió la
figura de este último.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
tramitada ante el juez funcionario en una sola fase. Se unifican las reglas del ius Civile y del ius honorarium
en un único ordenamiento.
Los debates de los litigantes y las pruebas se efectúan delante del juez valorándolas libremente en la
sentencia con posibilidad de ser impugnada mediante la apelación ante el superior jerárquico con posibilidad
de llegar hasta el Emperador.
5.2. SU TRAMITACIÓN
La citación puede ser una invitación al adversario (denuntiatio) hecha por escrito o de forma oral, para
que el demandado comparezca ante el tribunal. La dictación debe realizarse en debida forma ya que en caso
contrario no se puede apreciar la contumancia o rebeldía.
En el procedimiento extra ordinem la citación es diferente. El demandante debe presentar la demando
por escrito y acompañarla de las pruebas que considere, pudiendo solicitar una dilación o interrupción del
litigio, una vez presentada la demanda, para aportar las pruebas que no hubiese tenido en su poder al tiempo
de presentar la demanda. Luego serán trasladadas al demandado. Esta dilatio litis se admite durante todo el
procedimiento pudiendo, tanto el demandante como el demandado, solicitar la interrupción para aportar
nuevas pruebas.
Cuando las dos partes han comparecido, el actor (demandante) reproduce oralmente sus alegaciones
(narratio), a la cual opone el demandado sus alegaciones contradictorias (contradictio).Las excepciones que
pudiera oponer el demandado forman parte de sus alegaciones. Las excepciones continúan llamándose
dilatorias (deben ser formuladas al comienzo del litigio) y perentorias o perpetuas (pueden ser formuladas en
cualquier momento).
La pluris petitio o reclamación excesiva no produce la pérdida del litigio sino que puede causar el efecto
de disminución de la condena pretendida.
De la contraposición entre la narratio y la contradictio surge la litis contestatio (momento procesal en el
que las partes han fijado el litigio ante el magistrado). La litis contestatio no consume la acción y el efecto que
produce es, simplemente, el de acreditar el estado de pendencia de la litis (litispendencia).
5.4. LA SENTENCIA
Se dicta por escrito y es leída oralmente a las partes en audiencia pública. En el procedimiento
formulario, la sentencia absolvía o condenaba al demandado. En el proceso extra ordinem, el actor puede
resultar condenado. La condena puede ser pecuniaria o bien en la obligación de entregar una cosa o exhibirla
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
o condena parcial del demandado. Si el cumplimiento fuera imposible, se cambia por una suma de dinero que
fija el Juez. Una Constitución de Zenón, año 487, impone la condena en costas al que pierde el litigio, sin
necesidad de apreciar temeridad.
En el proceso extra ordinem, la sentencia expresa la voluntad pública y puede ser objeto de
impugnación o recurso de apelación ante un magistrado superior. El recurso de apelación habría sido
introducido con el fin de corregir la injusticia de los jueces.
5.5. LA APELACIÓN
Se interpone ante el mismo tribunal que dictó sentencia. Puede realizarse verbalmente (libellus
apellatorius), en el periodo de dos o tres días contados a partir del día en que se ha tenido conocimiento de la
sentencia. La sentencia no apelada era firme a partir del término que hacía posible la apelación y abría el
cauce a la ejecución de la misma.
Si había sido apelada, la sentencia quedaba en suspenso (efecto suspensivo). El juez superior estaba
facultado para realizar el examen total de la controversia y dictar una nueva sentencia con independencia de
lo pretendido por el apelante, pudiendo incluso ser condenado en forma más grave.
Las partes comparecían ante el juez y debían formular las legaciones que estimasen oportunas. En
caso de incomparecencia, la apelación se consideraba desistida y la sentencia de primer grado era firme y
definitiva.
La ejecución en el proceso extra ordinem procede cuando es definitiva y firme, es decir cuando no ha
sido apelada o ha recaído en la apelación. La ejecución sobre la totalidad del patrimonio es excepcional y
solo se utiliza en caso de pluralidad de acreedores. La ejecución sobre persona física desapareció en esta
época. La prisión del deudor fraudulento es una medida de carácter coactivo para asegurar el pago. La
ejecución en la práctica consiste en el embargo sobre bienes del ejecutado. El ejecutante dispone para
promover la ejecución de la actio iudicato siendo posible la cesio bonarum por parte del ejecutado con el fin
de evitarla.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
Cuando Marco Aurelio designa a su hijo Còmmodo, que es asesinado debido a su régimen de gobierno
tiránico. Didio Juliano compra EL Imperio a los Pretorianos, por su parte el Septimio Severo es proclamado
por las legiones en el Danubio. Tras el asesinato de Alejandro Severo se abre un largo periodo de anarquía y
crisis, que representa el final de principado.
5. EL DOMINADO
En el nuevo sistema político que se instaura con el Dominado, el prínceps se convierte en Dominas
y los ciudadanos (caves) en súbditos (súbdita), de un poder absoluto y omnímodo. Con ello se retoma a los
modos de la Monarquía primitiva, después del régimen democrático de la república y de la transición que
representa el principado. Se implantan en la grave situación de crisis del siglo III d.C., originada por profundos
cambios económicos y sociales.
En la situación de empobrecimiento general y de profunda crisis de valores intervienen importantes
factores políticos. En esta situación de crisis económica se produce por la quiebra de la primitiva económica
agrícola y su sustitución por los latifundios y en exasperante sistema de los impuestos con contribuciones y
requisas extraordinarias (amnona). La historia de este largo proceso de crisis y de disolución que va desde el
siglo III al IV. Puede dividirse en tres fases:
1. LA FASE DE IMPERIO UNICO: Del 285 AL 395d.C pese a verse obligado a la diarquía se
mantiene como Imperio único.
2. LA FASE DEL IMPERIO DOBLE: del 395 año 527 d.C. El imperio se divide en dos partes
Oriente y Occidente, que tienen un distinto desarrollo.
3. LA FASE JUSTINIANEA: del 527 al 565 d.C. en la que verifica la tentativa de Justiniano
de reconquistar la parte occidental del Imperio y mantener sus unidad con la recuperación
y el renacimiento de los valores de la romanidad.
Diocleciano consiguió restaurar un orden duradero. Reorganiza el ejército para rechazar los ataques a
las fronteras e intenta atajar la inflación con un famoso edicto de tasas y precios. Diocleciano, con su edictum
de rerum venalium, estableció precios máximos en los artículos de primera necesidad, servicios y transportes.
Introduce también importantes reformas en la administración imperial, que configura como una pirámide
jerárquica en cuyo vértice está el Emperador. Los officia palatina son los órganos de la administración central:
el quaestor sacri palatii, o ministro de justicia; el magister officiorum, encargado de los funcionarios
provinciales; el comes sacrarum largitationum, y el comes rerum privatarum, encargados de las finanzas
públicas y del patrimonio imperial; los magistri militum o mandos militares.
Diocleciano crea la llamada tetrarquía: divide el Imperio en dos partes. Oriental y Occidental, con cuatro
prefecturas (Oriente, Iliria, Italia y las Galias), que a su vez se dividen en diócesis y éstas en provincias. Sin
embargo, estas medidas no resuelven el problema sucesorio y a la muerte de Diocleciano luchan de nuevo
los pretendientes.
La victoria de Constantino sobre Majencio en el puente Milvio hace que se unifique de nuevo el
Imperio. Constantino dicta el famoso edicto de Milán, que confirma la tolerancia hacia la religión cristiana, que
después se convierte en la religión oficial del Imperio.
El Imperio de Occidente sufre sucesivas invasiones bárbaras hasta su definitiva caída, en el año 476,
en que Odoacro depone al último Emperador Rómulo Augusto. Las leyes Romanas siguen vigentes entre los
visigodos que invaden el sur de Francia y España: El código de Eurico. El Breveario o Lex Romana
Visigothroum de Alarico continúan la tradición legislativa del Bajo Imperio.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
3.1. PREFECTURAS
Durante la época republicana pero con mayor intensidad durante el Imperio, se crean las colonias de
ciudadanos romanos, (colonia civium romanorum) sobre todo en los puertos y lugares de desembarco para la
defensa del territorio, en las que los colonos conservaban la ciudadanía romana. Estaban formadas por pocos
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
3.2. MUNICIPIOS
Municipium (derivado de munus capere: participar de las cargas económicas o militares) era la
comunidad de ciudadanos, con plenos derechos de sufragio o sin estos derechos, considerada diferente de
Roma en su administración y que estaba dotada de órganos propios de gobierno (magistrados, curias o
senados, asambleas). La concesión de derechos de gobierno autónomo a los municipios se fue extendiendo y
consolidando en las sucesivas épocas históricas.
Una legislación general sobre los municipios se atribuye a César (lex Iulia municipalis) y existen
numerosos bronces y mármoles epigráficos en los que aparecen grabados numerosos estatutos o leyes
municipales emanados durante el Imperio. Los bronces procedentes de la Bética dan abundantes noticias
sobre la administración y régimen jurídico seguido en las provincias. Especialmente, la lex Ursonensis o Ley
colonial de Osuna de época cesariana y la lex Flavia Irnitana, en las redacciones de Salpensa, Málaga y
sobre todo de Irni.
Las funciones de los magistrados municipales (duoviri y aediles) en materias de sus competencias eran
las siguientes:
a) Ordenación urbanística y obras públicas: se penaliza con la sanción de pagar los gastos
causados al que hubiera demolido, modificado o parcialmente destruido sin autorización de
los decuriones o lo hubiera hecho sin el compromiso a edificar lo destruido dentro de un
año. Según un decreto de los decuriones podían modificarse el trazado de carreteras y
caminos; el curso de los ríos y canales, y construcción y reparación de los acueductos. Para
estas actuaciones así como para cualquier otra obra pública debía dictarse un decreto
aprobado por dos tercios de los curiales. Debían nombrarse a los Ediles que vigilasen el
desarrollo de los trabajos y los compromisos de ejecución.
b) El presupuesto municipal contenía las siguientes partidas:
Entradas:
Ingresos por las concesiones y contratas del cobro de impuestos;
Ingresos por las multas
Otras fuentes de entrada por servicios contratados y prestación de garantías reales
o personales.
Salidas:
adquisiciones y manumisiones de los esclavos comunes, así como sus gastos de
mantenimiento;
salarios de los secretarios y servidores municipales (apparitores): que comprendían
los servicios de escribas, vigilantes, pregoneros, policías de tráfico (viatores) y
archiveros.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
En el año 199 a.C. los censores Cornelio Escipión Africano y Elio Peto crearon las tasas portuarias
(portoria) de Capua, Pozzuoli y Castrum. Los publicanos intervienen también en la administración de los
pastos públicos y en el cobro de la tasa de scriptura.
En virtud de las condiciones fijadas por los censores (lex censoria) para el cobro de los impuestos
públicos por parte de los publícanos se otorgó a estos concesionarios el Derecho de toma de prenda contra
aquéllos que resultaran deudores tributarios por ministerio de la Ley.
Estas entidades tenían en sus órganos directivos y sus socios, una organización parecida a lo que hoy
son las sociedades capitalistas o por acciones. El magistrado contrata con el gestor representante de la
sociedad (manceps) en las condiciones previstas en la lex locationis. En función de la lejanía de Roma se
mantenían en las diversas localidades familias de esclavos y de directivos con funciones ejecutivas. Las
funciones directivas se desempeñaban por los jefes o directores generales (magistri) en Roma y los
delegados territoriales o promagistri en las provincias. Su cargo era de un año.
Según una noticia procedente de Cicerón, existían tres magistri para una misma sociedad que operaba
en Sicilia. Entre estos dirigentes tenía una especial y delicada misión el que se encargaba de las cuentas y
libros contables, que dirigía la oficina de los escribientes o tabellara. Cada magister debía entregar al terminar
su mandato todas las escrituras y libros contables a su sucesor, pero para protegerse de eventuales
reclamaciones solía conservar una copia (exempla) de lo entregado. Otros cargos eran los decumanos que
eran ex directores o magistri encargados de la documentación de la sociedad. Cicerón habla con sentido
equivalente del decretum decumanorum y del decretum sociorum, calificando a estos directivos como
príncipes et quasi senatores publicanorum. Los delegados en las provincias o promagistri debían ser también
directivos pues tenía la delicada misión de pactar con los gobernadores y las ciudades las tasas a aplicar.
Los adfines eran personas con vínculos en la sociedad, pero sin ser socios. Eran titulares de partes en
la sociedad. Las sociedades a veces se agrupaban para encargarse de los impuestos de las provincias, hasta
el punto de que se escribe sobre societas multipartita o en términos modernos de holding de sociedades.
Los autores se plantean la cuestión de las escasas noticias que nos han llegado de las elaboraciones
de la jurisprudencia republicana y clásica sobre estas grandes sociedades capitalistas, sobre todo en las
cuestiones de las relaciones internas entre los socios.
En algunos textos de Alfeno Varo se plantean cuestiones referentes a la concesión de impuestos o
vectigalia. En un fragmento de Ulpiano, existen claramente diferenciadas cuatro tipos de sociedades: "Las
sociedades se contraen bien sobre todos los bienes (sive universorum bonorum), bien para algún negocio
determinado (sive negotiationis alicuius) bien para contratas públicas (sive vectigalis) bien para una sola
negociación (sive etiam rei unius)".
Existen decisiones jurisprudenciales que afirman la existencia de determinadas reglas específicas que
se aplican a este tipo de societas vectigalis. Un texto de Pomponio referente a la extinción de la sociedad por
la muerte del socio afirma:
"En la sociedad de concesiones públicas la sociedad perdura también después de la muerte de alguno
de los socios, pero únicamente si la parte del difunto fue atribuida a su heredero, de modo que deba entrar
éste como un socio más; lo cual debe ser estimado por la voluntad del disponente. ¿Qué ocurriría si hubiese
muerto aquél en consideración a cuyos servicios se constituyó principalmente la sociedad o sin cuya
colaboración no puede ser ésta administrada?".
Por otra parte, de los textos se deduce también que existe en estas sociedades una especial
resistencia a llevar ante un juez privado, que podía pertenecer o no al orden equestre más favorable, asuntos
de gran importancia económica que podían proporcionar datos que no era aconsejable divulgar. Por ello, los
socios con discrepancias acudirían a los oficios de magistrados amigos o pactarían arbitrajes privados, como
ocurre hoy en muchos asuntos mercantiles. Puede también aducirse que es probable que en mentalidad de
los juristas se fuese abriendo paso la idea de considerar a estas sociedades de publícanos como un cuerpo
independiente (corpus) y hacerle reconocer una limitada personalidad jurídica. En un texto de Gayo se afirma:
"Los que pueden constituirse como colegio, sociedad, o cualquier otra corporación (corpus), tienen como si
fueran una ciudad, bienes comunes, caja común y un apoderado o síndico, por medio de quien, como en una
ciudad, se trate y haga lo que deba tratarse y hacerse en común".
La sociedad de los publícanos, con sus peculiaridades, era considerada como una sociedad de
ganancias. En el siglo I a.C. los juristas definen los caracteres de una sociedad de ganancia (societas
quaestus), que suscita dudas sobre todo en relación con el lucro o ganancia que debe ponerse en común, así
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
como el reparto de los daños y pérdidas. En una sociedad de ganancias, del tipo de la constituida para un
negocio determinado (societas alicuius negotiationis), debe incluirse la formada en los años 87-86 a.C. por C.
Quincio, que poseía en la Galia Narbonense tierras de ganado y cultivos muy fértiles, y Sexto Nevio de
profesión pregonero (praeco) en las subastas según la exposición de Cicerón. Quincio aporto a la sociedad
sus posesiones en la Galia y Nevio una parte de capital que Cicerón no menciona y su trabajo personal. La
sociedad tenía como objeto las cosas que se comprasen en las Galias. Nevio opera en una subasta Gallicana
y como adquirente, junto con el hermano heredero de su socio, los bienes del caballero Sesto Alfeno, cuyo
patrimonio se vendió en subasta como proscrito por Sila. Se trataba, por tanto, de una sociedad de
ganancias, con aportaciones de capital muy diferentes, pero con amplias posibilidades de beneficios dada la
inteligencia y habilidad de Nevio como intermediario en las subastas. Por éste y otros ejemplos podría
pensarse que la empresa para determinado negocio fuese la [orina preferida pollos negociantes fueren socios
o no de publícanos. Estos negotiatores ejercían su actividad en paralelo a la desarrollada por los publícanos
en el cobro de impuestos y la explotación minera.
Junto a estas empresas comerciales existían otras empresas industriales. Las minas estaban en
manos de los publícanos y eran explotadas por sus grandes sociedades. Pero junto a las minas, había,
además, otras empresas industriales dedicadas a la producción de cerámica, de vidrio y de cañerías para
conducir el agua y otras muchas.
Estas sociedades podían tener una duración limitada a cinco años que ordinariamente duraban las
contratas. Pero la permanencia de los directivos y de las familias de esclavos en las provincias hacía que
fuera frecuente la constitución de sociedades con duración ilimitada que acudirían sucesivamente a los
concursos que se convocaban para obras o cobro de impuestos, con la ventaja que reportaba la inversión
continua de los capitales y de las ganancias obtenidas. Sus actividades se extienden al ámbito de la banca:
cambio de monedas y operaciones de transferencia de fondos entre las varias sedes en que operaban y a la
concesión de préstamos a los deudores morosos.
Las contratas para la exacción de impuestos de aduana se adjudicaban ordinariamente a las
sociedades de publícanos por un quinquenio. El publicano responsable podía hacerse representar por un
procurador, que de ordinario pertenecía a la familia de los libertos. Este representante o delegado presidía los
locales o estaciones, donde debía figurar el nombre del publicano y del procurador, pactaba los acuerdos,
recibía los pagos y emitía los recibos y, en general, realizaba los mismos actos de gestión que el publicano
director.
En conclusión, las sociedades de los publícanos eran las más parecidas en estructura y funcionamiento
a las que hoy se llaman sociedades capitalistas o por acciones. Tenían directivos seleccionados para las
diferentes operaciones comerciales tanto en Roma como en provincia, que tenían una duración limitada de un
año de ejercicio y encargados de la caja común y de la contabilidad que transmitían a sus sucesores. Junto a
los socios ordinarios, que participaban en las asambleas y decisiones de la sociedad, existían otros
asociados, los adfines, que sólo eran inversionistas de determinadas partes del capital social. Si esas
participaciones eran transmisibles a otras personas no lo sabemos, pero el carácter personalista de la
sociedad romana parece excluir esta posibilidad.
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FUNDAMENTOS CLASICOS DE LA DEMOCRACIA Y LA ADMINISTRACIÓN.
Resultan sorprendentes las medidas económicas y sociales adoptadas por César, influenciadas por
los consejos de pensadores como Cicerón y Salustio, que, con las evidentes diferencias en tiempo y lugar,
resultan en algunos aspectos semejantes a las que hoy se están aplicando.
a) Eleva la cuantía del Tesoro Público a 700 millones de sestercios para garantizar la solvencia
de la República y para que aumentase el capital con el que prestamistas y banqueros
conceden los créditos a los ciudadanos. Combate la inflación limitando a 60000 sestercios el
efectivo en monedas de oro y plata acuñado.
b) En los impuestos, César suprime las elevadas exacciones que imponía los publicanos en
Asia y en Sicilia que al adelantar capitales a la República los repercutían sobre los
ciudadanos. Ordena que fueran los gobernadores quienes cobren impuestos que no
excedieran un cierto límite. Generaliza el sistema del stipendium y permite a las ciudades el
cobro directo de los impuestos.
c) Préstamos y deudas. Ante las dificultades para el pago de las deudas que sufrían, frente a
las amenazas de argentarii y feneratores de las que el mismo César se sintió agobiado,
concede la remisión de una cuarta parte de la deuda. El año 49 a.C. se aprueba la Lex Iulia
de pecuniis mutuis. Debido a la crisis crediticia por la que se producen impagos de las
deudas, decide que un árbitro debe proceder a la tasación de las propiedades y bienes para
entregarlas en pago a los acreedores.
Una vez que fue elegido Dictador por el Senado, restituye a los desterrados y rehabilita en
sus honores a los hijos de los que habían padecido las proscripciones de Sila, al tiempo que
adopta medidas de reducción en los préstamos usurarios, a favor de los deudores.
d) Alquileres y desahucios: Por Lex Iulia de mercedibus habitationis César perdona a los
arrendatarios el pago del alquiler de un año hasta 2000 sestercios en Roma y hasta 500 en
provincias.
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