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(GRABAR RELIGIÒN)

EL SENTIDO DEL TRABAJO A LA LUZ DEL EVANGELIO

Pensar en hacer una reflexión sobre la cuestión social del trabajo desde las Sagradas
Escrituras me lleva a preguntarme inicialmente ¿qué significa el concepto de trabajo?
El Concilio Vaticano II, permite comprender que el trabajo es ante todo una actividad
humana que debe estar orientada a la construcción del Reino de Dios. Sin embargo,
el trabajo es una actividad, que a pesar de ser mecanizada por tendencias que
impone el hombre desde sistemas como el capitalista, va acompañada del
conocimiento de la obra que se realiza con ella y de la voluntad de determinarla.
Hablamos de una actividad humana que procede de una manera prefijada para
realizar una obra pretendida. En este sentido en cuanto actividad humana el trabajo
se distingue de las actividades meramente vitales no humanas de las fuerzas del
hombre, de sus movimientos y de las actividades de los animales. Entonces la obra
que se ha de realizar desde el trabajo se dirige ante todo hacia la potencialización
de valores objetivos, en general extraños a la misma actuación de las fuerzas del
hombre en el curso de su realización. Sin embargo, como manifestación y ejercicio
de la misma vida y como actuación mutuamente contemplativa de todo el ser del
hombre, además de la producción de valores y objetivos, puede ser una actividad
que se oriente en virtud de la dignificación de la persona del trabajador. Esto indica
que debe ser entendido no necesariamente desde la realización de valores objetivos
de una institución determinada, sino que debe aportar a darle sentido y valor al
proyecto de vida de todos los seres humanos. Así, no significa recibir un beneficio
de él en la vida económica, en la vida religiosa o moral, sino que comprende todas
las dimensiones de la existencia humana. Los creyentes tienen la certeza de que la
actividad individual y colectiva, es decir, aquél ingente esfuerzo con el que los
hombres pretenden mejorar las condiciones de su vida a lo largo de los siglos,
considerado en sí mismo, responde al plan de Dios. Pues el hombre, creado a
imagen de Dios, ha recibido el mandato de regir el mundo en justicia y santidad,
sometiendo la tierra con todo cuanto en ella hay, y, reconociendo s Dios como
creador de todas las cosas, de relacionarse a sí mismo y al universo entero con Él,
de modo que, con el sometimiento de todas las cosas al hombre, sea admirable el
nombre de Dios en toda la tierra.

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