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Realiza las actividades en el cuaderno de Educación Religiosa, folder u hojas
aparte, computadora o celular.
Subraya las palabras que no comprendas y busca su significado.
En caso que no comprendas algo, vuelve a leerlo o también, pide ayuda a un miembro
de tu familia.
ACTIVIDAD 1
2
Dicho esto, cabe resaltar que los laicos difícilmente asumimos nuestro papel en el
mundo como un «llamado» que Dios nos hace (los sacerdotes, en cambio, son bien
conscientes del suyo), pero esto debe cambiar.
Las dos tareas mencionadas no se refieren a lo
que los laicos debemos «intentar», sino a la
misión que nos corresponde, la cual deberíamos
asumir como el objetivo principal de nuestra
vida.
La profesión: el oficio, la profesión o la
ocupación que desempeña cada laico,
entonces, forma parte de su vocación, pero su
vida «laical» no se reduce a «lo que hace» (más
bien debe considerarse el «cómo lo hace»).
Una consecuencia grave que se ha desprendido
de esta visión errada (el hombre es lo que hace)
es el descarte de los ancianos por parte de la
sociedad. Su vocación sigue estando tan viva como siempre, aunque ya no sean
«productivos».
Por tanto, las profesiones (especialmente las de servicio: maestros, enfermeros,
doctores, etc.) se pueden llamar «vocaciones» en un sentido amplio, en cuanto
responden al llamado de construir el Reino de Dios aquí en la tierra. Esto no implica de
ningún modo minimizar su importancia, sino reconocer que quien da la vida por sus
alumnos, sus pacientes y las personas con las que trata día con día (directa o
indirectamente, como en el caso de los periodistas), es un testimonio vivo del amor de
Jesucristo.
En conclusión, se haga lo que se haga, el cristiano está llamado por Dios a llevar un tipo
de vida tan entregado y amoroso como para que las personas que lo conocen puedan
decir: «¡se me antoja vivir así!»
https://es.catholic.net/op/articulos/57704/cat/283/vocacion-y-profesion.html#modal
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persona activa en medio de una comunidad de personas; este signo determina su
característica interior y constituye en cierto sentido su misma naturaleza".[1]
El catecismo expone que "el trabajo humano
procede directamente de personas creadas a
imagen de Dios y llamadas a prolongar, unidas
y para mutuo beneficio, la obra de la creación
dominando la tierra (cf Gn 1, 28; GS 34; CA
31). El trabajo es, por tanto, un deber: "Si
alguno no quiere trabajar, que tampoco coma"
(2 Ts 3, 10; cf 1 Ts 4, 11). El trabajo honra los
dones del Creador y los talentos recibidos.
Puede ser también redentor. Soportando el
peso del trabajo (cf Gn 3, 14-19), en unión con
Jesús, el carpintero de Nazaret y el crucificado
del Calvario, el hombre colabora en cierta
manera con el Hijo de Dios en su obra
redentora. Se muestra como discípulo de
Cristo llevando la Cruz cada día, en la actividad que está llamado a realizar (cf LE 27).
El trabajo puede ser un medio de santificación y de animación de las realidades
terrenas en el espíritu de Cristo".
Es en consecuencia, un deber y un derecho, mediante el cual colabora con Dios Creador.
En efecto, trabajando con empeño y competencia, la persona actualiza las capacidades
inscritas en su naturaleza, exalta los dones del Creador y los talentos recibidos; procura
su sustento y el de su familia y sirve a la comunidad humana. Por otra parte, con la
gracia de Dios, el trabajo puede ser un medio de santificación y de colaboración con
Cristo para la salvación de los demás.2 .
El trabajo -«participación en la obra creadora de Dios»- la actividad profesional que
cada uno desempeña en el mundo, puede ser santificada y convertirse en camino de
santificación. «Al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos presenta como
realidad redimida y redentora: no sólo es el ámbito en el que el hombre vive, sino medio
y camino de santidad, realidad santificable y santificadora». Cualquier trabajo
honrado realizado con perfección humana y rectitud, ya sea importante o humilde
a los ojos de los hombres, es ocasión de dar gloria a Dios y de servir a los demás.
San Josemaría Escrivá, respecto de la santificación del trabajo enseñaba que "Todo
trabajo humano honesto, intelectual o manual, debe ser realizado por el cristiano con la
mayor perfección posible -competencia profesional- y con perfección cristiana -por
amor a la voluntad de Dios y en servicio de los hombres-.
Porque hecho así, ese trabajo humano, por humilde e
insignificante que parezca la tarea, contribuye a
ordenar cristianamente las realidades temporales -a
manifestar su dimensión divina- y es asumido e
integrado en la obra prodigiosa de la Creación y de la
Redención del mundo: se eleva así el trabajo al orden de
la gracia, se santifica, se convierte en obra de Dios"[3]
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Asimismo, señala el Catecismo de la
iglesia católica "en el trabajo, la persona
ejerce y aplica una parte de las
capacidades inscritas en su naturaleza. El
valor primordial del trabajo pertenece al
hombre mismo, que es su autor y su
destinatario. El trabajo es para el
hombre y no el hombre para el trabajo
(cf LE 6) Cada cual debe poder sacar del
trabajo los medios para sustentar su vida y
la de los suyos, y para prestar servicio a la
comunidad humana".[4]
Considera que se debe garantizar el acceso
al trabajo y a la profesión sin
discriminación injusta, a hombres y
mujeres, sanos y disminuidos, autóctonos
e inmigrados. La sociedad debe por su parte ayudar a los ciudadanos a procurarse un
trabajo y un empleo.
Se establece que el salario justo es el fruto legítimo del trabajo. Negarlo o retenerlo
puede constituir una grave injusticia (cf Lv 19, 13; Dt 24, 14-15; St 5, 4). Para
determinar la justa remuneración se han de tener en cuenta a la vez las necesidades y las
contribuciones de cada uno. 'El trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al
hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social,
cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, así como
las condiciones de la empresa y el bien común'[5] El acuerdo de las partes no basta para
justificar moralmente la cuantía del salario.
Alabamos a Dios por los talentos, el estudio y la decisión de hombres y mujeres para
promover iniciativas y proyectos generadores de trabajo y producción, que elevan la
condición humana y el bienestar de la sociedad. La actividad empresarial es buena y
necesaria cuando respeta la dignidad del trabajador, el cuidado del medio ambiente y se
ordena al bien común. Se pervierte cuando, buscando solo el lucro, atenta contra los
derechos de los trabajadores y la justicia."
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263).
Doble dimensión del trabajo:
El compendio intenta profundizar en lo que significa el trabajo para cada persona. Tiene
tanto una dimensión objetiva como subjetiva. Su significado objetivo hace referencia al
área de actividades, instrumentos y tecnologías que se usan para producir cosas.
Mientras que el sentido subjetivo está relacionado al trabajo como siendo la actividad de
la persona humana, que realiza el trabajo como parte de una vocación personal. «Como
persona, el hombre es por tanto el sujeto del trabajo» (No. 270).
Este aspecto subjetivo del trabajo es vital para una comprensión correcta de su valor y
dignidad. El trabajo no es simplemente la producción de una mercancía, sino
también la actividad de una persona humana, cuya dignidad debe respetarse. El
compendio añade que la dimensión subjetiva debería tener la precedencia sobre los
aspectos objetivos, «porque es la dimensión de la persona misma la que se implica en el
trabajo, determinando su cualidad y consumando su valor» (No. 271).
El trabajo humano también tiene una dimensión social, como una actividad
individual que se conecta con la de otras personas. «Los frutos del trabajo ofrecen
ocasiones para el intercambio, la relación y el encuentro» (No. 273).
Trabajo y capital
En cuanto a la colaboración entre trabajo y capital el texto defiende el derecho a la
propiedad privada, aunque también llama la atención sobre la importancia de ponerla al
servicio de todos. Tanto la propiedad privada como la pública, «deben orientarse a
una economía de servicio a la humanidad» (No. 283).
Salvaguardar los derechos
Una sección del compendio se dedica a explicar cuáles son los derechos en el área del
trabajo humano. Para empezar, «el trabajo es un derecho fundamental y un bien para
toda la humanidad» (No. 287). Se necesita el trabajo para llevar adelante una familia y el
desempleo trae consigo muchos problemas sociales. Lograr el pleno empleo, por tanto,
sigue siendo un objetivo económico clave. Un importante medio para llevar a cabo esto
es proporcionar una adecuada educación, que continúe a lo largo de la vida laboral, de
manera que las personas pueda encontrar un empleo adecuado.
El estado tiene un papel que jugar en esto, pero el compendio es cuidadoso en
establecer que esto no significa que los gobiernos deban directamente emplear a la gente
para proporcionar a todos un puesto de trabajo. El deber del estado es animar la
actividad económica creando las condiciones que conducirán a oportunidades adecuadas
de empleo.
Aunque es cierto que en algunos países los ingresos obtenidos por los niños son
importantes para las familias, sin embargo esta explotación constituye una seria
violación de la dignidad humana.
Una economía construida no ya sobre una base industrial sino sobre los servicios y las
más novedosas tecnologías trae consigo muchos cambios para quienes trabajan, y
algunos ajustes difíciles. Para afrontarlos el compendio recomienda evitar el error de
insistir en que los cambios ocurran de una determinada manera. «El factor decisivo y la
referencia de esta compleja fase de cambio es una vez más la persona humana, que debe
seguir siendo la verdadera protagonista de su trabajo» (No. 317). Humanizar el trabajo,
ahora a una escala planetaria, es la siguiente meta.
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Autor:
Félix Rodríguez Isidro (Laico Comprometido en Iglesia).
https://www.monografias.com/trabajos65/iglesia-trabajo/iglesia-trabajo.shtml
Actividad 2
3. ¿Cómo se puede explicar la vocación en los laicos que realizan una profesión u
oficio, según el mensaje del texto “Lumen Gentium n.31”?
Pueden tener una religión pero siendo guiados
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Respeto hacia las personas
Tener una buena comunión
La actividad empresarial es buena y necesaria cuando respeta la dignidad del trabajador
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profesor está especialmente aburrido hoy, los clientes preguntan tonterías y hay un compañero
que no terminó esa parte del trabajo que necesitábamos para hoy. Al final del día, nos
preguntamos qué ha sido de todos esos ideales heroicos, si muchas veces nuestro día a día está
repleto de rutina y aburrimiento. Quizás algún día Dios nos llame a la vida heroica de estos
santos, pero de momento el panorama no tiene mucho que ver.
Todos tenemos unos dones, regalo de Dios. Dones para el trabajo manual, para el estudio, para
la originalidad, para hacer reír… Con nuestros talentos naturales podemos (¡debemos!) hacer un
gran servicio a la Iglesia y a nuestros hermanos, a través del apostolado y de la vida parroquial,
pero también en medio del mundo, de los que no creen o no practican su fe, de nuestros
compañeros y vecinos, de nuestra rutina. Los estudiantes nos preparamos para ello, y llega el
momento en el que tenemos que elegir una carrera. En nuestro tiempo libre, a veces fantaseamos
con todo lo que haremos cuando hayamos terminado “la carrera de nuestros sueños”.
Necesitamos médicos comprometidos de verdad con el bienestar de los pacientes, empresarios
que se preocupen de unos negocios más justos y no exploten a los trabajadores, científicos que
busquen la cura contra el cáncer y no la fama o el dinero… En medio del idealismo, criticamos
nuestro mundo y soñamos con otro mejor, más honrado y cristiano.
Sin embargo, no todos tienen la posibilidad de ganarse la vida en el trabajo de sus sueños, y
otros tantos han perdido la ilusión con el paso del tiempo; la rutina y las dificultades del trabajo
y de la vida han nublado sus ideales de universitarios. Pero, en cierto modo, son esos los ideales
a los que san Pablo invitaba en la Carta a los Colosenses.
«Todo cuanto hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres,
conscientes de que el Señor os dará la herencia en recompensa»
(Col 3,23).
Todo trabajo puede servir para hacer un bien a los demás, no solo los médicos o los
empresarios. Un simple maestro puede ser un gran apoyo para niños y adolescentes que no
encuentran su lugar en el mundo, que pasan por problemas familiares o que, simplemente,
necesitan paciencia y cariño para poder entender una asignatura y pasar de curso. Un maestro
que sigue a Cristo no puede dejar pasar esa oportunidad, ser un simple funcionario que no se
preocupe por las personas que tiene entre manos. Un dependiente, un panadero, un barrendero…
tienen trabajos humildes, pero también ellos pueden ofrecer algo a los demás, pequeñeces, que
son las que poco a poco pueden cambiar el mundo a nuestro alrededor, porque «un poco de
levadura fermenta toda la masa» (Gal 5,9). No tienen que ser grandes cosas: trabajo bien hecho y
no con desgana, porque alguien lo comprará o se beneficiará de él, y en ese alguien está Cristo;
un poco de tiempo dedicado a explicarle el tema a un compañero; paciencia y buen humor con
los clientes difíciles o el jefe huraño; ofrecer nuestras dificultades al Señor. Así, poco a poco,
nos iremos santificando en las cosas pequeñas de nuestra rutina, y con nuestro ejemplo
estaremos en condiciones de llevar a Cristo a los demás.
«Es precisamente viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio cristiano en las
ocupaciones de cada día que estamos llamados a ser santos. Y cada uno en las condiciones y
en el estado de vida en el que se encuentra. ¿Eres consagrado, consagrada? Sé santo viviendo
con alegría tu donación y tu ministerio. ¿Estás casado? Sé santo amando y cuidando a tu marido
o a tu mujer, como Cristo ha hecho con su Iglesia. ¿Eres un bautizado no casado? Sé santo
cumpliendo con honestidad y competencia tu trabajo ofreciendo tiempo al servicio de los
hermanos. ‘Pero padre, yo trabajo en una fábrica, yo trabajo como contable, siempre con los
números, allí no se puede ser santo’. ¡Sí, se puede! Allí donde trabajas, puedes ser santo. […] En
tu casa, en la calle, en el trabajo, en la iglesia, en ese momento, en el estado de vida que tienes se
ha abierto el camino a la santidad. No os desaniméis de ir sobre este camino, es precisamente
Dios quien te da la gracia. Y lo único que pide el Señor es que estemos en comunión con Él y al
servicio de los hermanos»
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Podemos hacer un momento de silencio y pensar en las personas que nos rodean, en el trabajo,
en los estudios, en la rutina del día a día, cualquiera que esta sea. ¿Cómo podemos hacer algo
por ellos? ¿Nos tomamos en serio los estudios y el trabajo? ¿Cómo podemos explotar los
talentos que Dios nos ha dado para servir a los demás? De nuestra respuesta dependerá que
sepamos vivir como cristianos también en nuestras ocupaciones del día a día.
ACTIVIDAD 4
El mensaje es para que las personas puedan darse cuenta la importancia del trabajo y que
no se tiene que hace sin ganas, porque cuando cuando uno hace las cosas con amor todo
sale mejor y no hay que hacer el trabajo solo por interés
2. Realice una redacción con tus propias palabras sobre la enseñanza que nos da el
texto, sobre el tema del trabajo que dignifica el papel del hombre y la mujer en los
valores universales y los principios cristianos (mínimo 5 reglones de la redacción).
Me enseña que las cosas hay que hacerlas con amor y a vivir para contra nuestro
testimonio a las demás personas. A valorar el trabajo porque hay muchas personas que
necesitan uno y no lo tienen. Que tenemos dones los cuales tenemos que aprovechar y
usarlos para cosas buenas
3. Cuando tengas la redacción lista, solicita a algún miembro de la familia que las lea,
te brinde su opinión y coméntenlas entre ustedes.
Matriz de autorregulación y evaluación
La autorregulación sirve para conocer la capacidad que has tenido con la organización y comprensión en realizar las
actividades de esta guía. Puedes contestar estas preguntas:
10
¿Leí las indicaciones con detenimiento?
11
trascendentes.
trascendentes. ( )
( ) ( x )
Destaca diferentes
Deduce alternativas Menciona aspectos
acciones para el Deriva alternativas
para el generales para el
mejoramiento de las para el mejoramiento
mejoramiento de las mejoramiento de las
condiciones del de las condiciones del
condiciones del condiciones del
trabajo y el trabajo y el desarrollo
trabajo y el trabajo y el desarrollo
desarrollo integral integral sostenible,
desarrollo integral integral sostenible,
sostenible, desde la desde la ética y
sostenible, desde la desde la ética y
ética y principios principios religiosos,
ética y los principios principios religiosos,
religiosos, espirituales y
religiosos, espirituales y
espirituales y trascendentes.
espirituales y trascendentes.
trascendentes. (x )
trascendentes. ( )
( )
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