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RESUMEN DE LA OBRA AURA

Capítulo I

Felipe Montero, lee un anuncio en el periódico: “Se solicita historiador joven. Ordenado.
Escrupuloso. un joven historiador de veintisiete años, Conocedor de la lengua francesa…”.
Acude al domicilio señalado en el anuncio; (Donceles 815), en el centro de la Ciudad de
México. El trabajo consiste en completar las memorias del General Llorente, difunto marido
de la anciana y es recibido por una misteriosa anciana que está en cama. La anciana coloca
entre las condiciones del contrato está la de residir en esa casa. Montero quien está
dudando de la oferta. Cambia de opinión al repentinamente aparece Aura, sobrina de la
anciana. Montero decide tomar el trabajo, al verla.

Capítulo II

Felipe Montero es conducido a su habitación por Aura y este le dice que en una hora lo
esperan a la cena. De modo que Montero y Aura se quedan solos, porque la Sra. Consuelo no
asiste a la cena. La joven ejerce en él una fascinación y atracción. Cuando Montero llega
descubre a la anciana de rodillas rezando. La anciana espera a Montero después de la cena
en su recámara y La anciana le hace entrega a Montero unos papeles. El joven debe
emprender a trabajar de inmediato.

Capítulo III

Para Montero los cuatro mil pesos son muy atractivos. Sin embargo encuentra que la
anciana ha sobrevalorado los escritos del difunto marido. El dinero suficiente para
mantenerse un año y trabajar en su propia obra sobre las conquistas españolas en América.
Quizá si trabajase tres meses reuniría doce mil pesos.

Montero duerme, y tiene una pesadilla y en el momento más terrible se despierta


abruptamente y se encuentra con Aura, desnuda, junto a él, acariciando su rostro y
recorriéndole el cuerpo entero a besos, diciéndole; “Eres mi esposo”, dice Aura. Ella le
comenta que lo esperará en la noche, en su recámara.

Montero lee en las memorias que el general conoció a la anciana cuando esta tenía quince
años. Sigue con la lectura de las memorias de Llorente. Era el año 1867, el general Llorente
narra una extraña escena: un día encontró a su joven esposa abierta de piernas, con la
crinolina levantada por delante, martirizando a un gato. Torturar a los gatos, escribió
Llorente, fue la forma en que la mujer hacía propicio aquel amor, hicieron el amor, por una
suerte de sacrificio simbólico, torturaba al gato.

Montero deduce que la anciana debe tener ciento nueve años. Haciendo cálculos, el general
adoraba sus ojos verdes y que se vistiera de verde. Este detalle del verde es muy
importante, y de algún modo sabremos que Aura y la anciana son la misma persona. porque
en el siguiente capítulo Aura, que también tiene los ojos verdes, estará vestida de verde,
RESUMEN DE LA OBRA AURA
Hay un manuscrito donde el general escribe: Je pense que tu seras toujours belle, même
dans cent ans… (pienso que serás siempre bella, lo mismo en cien años…). Y, finalmente: que
ne ferais-tu pas puor rester toujours jeune? (¿Qué no harías para permanecer siempre
joven?)

Capítulo IV

Han acordado verse en la noche en la recámara de ésta, Montero y Aura. Él piensa que para
perpetuar la ilusión de belleza y juventud de la anciana, es la razón por la cual vive Aura en
esa casa.

Pero algo prodigioso ha sucedido, Montero llega, abre la puerta y la encuentra vestida de
verde, una transformación mágica, porque Aura no parece la chica de veinte del día anterior
ahora parece una mujer de cuarenta años.

Encontraremos con una escena erótica a continuación, que involucra símbolos sagrados –y
aquí se comprende sencillamente por qué se molestó el Secretario del Trabajo, Carlos
Abascal, quién era un ferviente católico–: Aura comienza a lavar los pies de Montero
mientras mira sigilosamente un Cristo de madera, más tardes luego bailan un vals que ella
canturrea y que, por alguna extraña razón Montero también conoce y canta con ella,
mientras Aura continua desabotonándole la camisa y se besan.

Aura parte una oblea en sus muslos y ofrece una mitad a Montero, que la come. Agachada
en la cama –una de las posiciones más sensuales que puede adoptar una mujer–, Luego cae
sobre ella, que tiene completamente los brazos abiertos, como el Cristo. “Aura se abrirá
como un altar”.

Al despertar, Montero la busca, cree que va a ver la espalda de Aura, pero ya ella no está
en la cama.

Al abrir sus ojos, la ve allí al pie de la cama. Aura La camina hacia un rincón del cuarto, se
sienta en el suelo, cercana y a los pies de la anciana Consuelo, que estába sentada en un
sillón que él no había visto. Las dos mujeres le sonríen y se van por la puerta que comunica la
habitación de Aura y la de la anciana.

Capítulo V

Al despertar, Montero reflexiona que, de algún modo, la noche anterior engendró su propio
doble. Y, más aún, Aura es el doble de Consuelo, y viceversa.
RESUMEN DE LA OBRA AURA
Montero propone a Aura marcharse juntos, huir de la anciana, pero la muchacha al parecer
no quiere partir. Le dice a Montero que su tía saldrá todo el día, y que lo esperará esa noche
en la recámara de su tía.

En la lectura de las memorias de Llorente se entera Montero que el general y Consuelo no


han podido tener hijos, y que ello había trastornado a la mujer, que entonces buscó un
remedio con plantas y pócimas. Consuelo creyó encontrar la pócima de la juventud, y
enloqueció. Llorente la encontró una madrugada, caminando sola y descalza por los pasillos.
“No me detengas –dijo Consuelo–; voy hacia mi juventud, mi juventud viene hacia mí. Entra
ya, está en el jardín, ya llega”. Llorente, asombrado, cerró sus memorias con esta frase:
“Consuelo, le démon aussi était un ange, avant…” (Consuelo, el demonio también fue antes
un ángel…”).

Al final de los folios hay unas fotografías. Hay una foto de Aura, fechada en 1876 –la novela
se desarrolla en 1961–, y firmada por Consuelo Llorente en el décimo aniversario de su boda.
Pero la mujer de esa antigua imagen es Aura. Y también hay otra foto igual de
desconcertante: Aura en compañía del anciano Llorente, pero el anciano Llorente es
Montero. Montero sabe que Llorente es él.

Al caer la noche Montero se apresura a buscar a Aura en la habitación de Consuelo, según


habían acordado. Entra y ve a Aura en la cama. Ella le pide que se acueste a su lado, pero
que no la toque. Montero sabe que la anciana podría llegar en cualquier momento, pero
Aura le dice que no regresará: “Ella ya se agotó”.

Entonces la besa, la abraza, pero se da cuenta que está besando y abrazando a una anciana:

“apartarás tus labios de los labios sin carne que has estado besando, de las encías sin dientes
que se abren ante ti: verás bajo la luz de la luna el cuerpo desnudo de la vieja, de la señora
Consuelo, flojo, rasgado, pequeño y antiguo, temblando ligeramente porque tú lo tocas, tú
lo amas, tú has regresado también…”

Capítulo V

La noche anterior engendró su propio doble. Al despertar, Felipe reflexiona que así sucedió
de algún modo Y, más aún, concluye que Aura es la doble de Consuelo, y al contrario.

Montero le propone a Aura que se marchen juntos para huir de la anciana, pero la chica al
parecer no quiere partir. Le dice a Felipe Montero que lo esperará esa noche en la recámara
de su tía, que su tía saldrá todo el día.
RESUMEN DE LA OBRA AURA
Montero que el general y Consuelo no han podido tener hijos, en la lectura de las memorias
de Llorente se entera y que ello había trastornado a la mujer, que hasta entonces buscó un
remedio con plantas y pócimas.

Llorente la encontró una vez que amanecía, caminando descalza por los pasillos y sola . “No
me detengas –dijo Consuelo–; voy hacia mi juventud, mi juventud viene hacia mí. Entra ya,
está en el jardín, ya llega”.

Llorente, asombrado, cerró sus memorias con esta frase: “Consuelo, le démon aussi était un
ange, avant…” (Consuelo, el demonio también fue antes un ángel…”). Consuelo creyó
encontrar la pócima de la juventud, y enloqueció.

Hay una foto de Aura, fechada en 1876 –la novela se desarrolla en 1961–, y firmada por
Consuelo Llorente en el décimo aniversario de su boda. Al final de los folios hay unas
fotografías. Pero la mujer de esa antigua imagen es Aura.

Montero sabe que Llorente es él. Hay otra foto igual de desconcertante: Aura en compañía
del anciano Llorente, pero el anciano Llorente es Montero. Al caer la noche Montero se
apresura a buscar a Aura en la habitación de Consuelo, según habían acordado. Ella le pide
que se acueste a su lado, pero que no la toque. Entra y ve a Aura en la cama y Felipe
Montero sabe que la anciana podría llegar en cualquier momento, pero Aura le dice que no
regresará: “Ella ya se agotó”.

Entonces la besa, la abraza, pero se da cuenta que está besando y abrazando a una anciana:

“apartarás tus labios de los labios sin carne que has estado besando, de las encías sin dientes
que se abren ante ti: verás bajo la luz de la luna el cuerpo desnudo de la vieja, de la señora
Consuelo, flojo, rasgado, pequeño y antiguo, temblando ligeramente porque tú lo tocas, tú
lo amas, tú has regresado también…”

¿Y Aura?

El libro finaliza con esta enigmática frase:

“Volverá, Felipe, la traeremos juntos. Deja que recupere fuerzas y la haré regresar…”

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