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LA INFLUENCIA DE LOS ROMÁNTICOS

FRANCESES Y DE LA REVOLUCIÓN DE 1848


EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO COLOMBIANO
DEL SIGLO XIX 1

Pocos acontecimientos históricos y pocos movi-


mientos de ideas europeos han tenido mayor
influencia y repercusión en la historia de Colombia
que la revolución de 1848 en Francia y la atmósfera
cultural que la acompaña. Hasta el punto de ser
indispensable la comprensión de este momento de la
historia francesa, sobre todo de sus corrientes de
ideas, para penetrar en el sentido del movimiento
político e intelectual de Colombia —y probablemente
de Hispanoamérica en la misma coyuntura— en el
período de 1850 a 1870. Dos escritores colombianos,
Ángel y Rufino J. Cuervo, que fueron en su juventud

1Conferencia leída en St. Anthony's College, Universidad de Oxford, y en el


Latin American Center de la Universidad de Londres. Publicada en el
Romanistische Jahrbuch, homenaje a Rudolf Grossmann en sus ochenta años,
Hamburgo, 1977.
La influencia de la revolución 163
de 1848

testigos de los acontecimientos, nos han dejado la


siguiente descripción del ambiente social de aquellos
años:

La influencia de Francia durante los años que


precedieron a la revolución (1847) es muy
perceptible en nuestros asuntos políticos, así para
bien como para mal. La ley de libertad de
enseñanza (8 de mayo de 1848), fue sin duda eco
de las discusiones que tanta gloria dieron al
elocuente Dupanloup... Seguíase con el más vivo
interés el curso de las cosas en Francia, de modo
que al saberse la crisis, los periódicos publicaron
hasta los incidentes más pequeños, y reprodujeron
las proclamas, discursos y decretos en que se
contenían las conquistas de los nuevos apóstoles.
La revolución triunfante el 7 de marzo se esforzó en
copiar o parodiar esos actos. Abolióse la pena
capital por delitos políticos y la de vergüenza
pública; se desterraron los tratamientos oficiales de
los magistrados y se reemplazaron con el de
ciudadano, porque en Francia se declararon
abolidos los antiguos títulos de nobleza y las
calificaciones que les eran anexas. Poco después
se dio atropelladamente libertad a los esclavos,
como el gobierno provisional (de Francia) la dio a
los de las colonias francesas 2 .

Para la historia cultural del país debe tenerse en


cuenta que Bogotá, en proporción a sus habitantes —

2Á NGEL Y R UFI NO J. C UERVO , Vida de don Rufino Cuervo y noticias de su


época, Bogotá, 1946, vol. II, pág. 185.
tendría entonces unos 40.000— y a las dificultades de
comunicación de la época, vivía uno de los más

164 Jaime Jaramillo Ur

iactivos y efervescentes momentos de su vida intelec-


tual. La prensa tuvo un inusitado desarrollo. Hacia
1850 se publicaban en la ciudad cerca de diez pe-
riódicos semanarios. Lo mismo ocurría en las pro-
vincias. Casi no había ciudad del país de alguna
importancia que no publicara uno o más periódicos y
no tuviera una imprenta para la impresión de folletos y
hojas sueltas. Se formó entonces lo que podría
llamarse el germen de una opinión pública en el
sentido moderno, que abarcaba al menos a los
sectores ilustrados de la nación, y aparecieron con
cierta amplitud fenómenos como la propaganda
política y comercial. Fue también una época de activo
comercio librero. La ciudad contaba con varias
librerías importantes, algunas de muy amplio giro de
negocios, como la Imprenta del Neogranadino, que
unía el comercio de libros con la industria editorial.
Los periódicos traían en todas sus entregas avisos de
las novedades llegadas a la ciudad. Algunos,
tomados al azar, son por cierto muy significativos por
títulos y autores.
El Neogranadino, el más influyente periódico de la
época, que además tenía el negocio de librería y la
venta por entregas de novelas francesas traducidas,
anunciaba en el número 234 de 1856 la llegada de las
siguientes obras:
La cabaña del tío Tom; El castillo del Diablo y El Judío
errante de Eugenio Sue. La Reina Margarita; El tulipán
negro y Paulina de Alejandro Dumas. Redgauneflet;
Ivanhoe y Quintín Duward por Walter Scott. Tres
hombres fuertes de Alejandro Dumas. Jo
rLa influencia de la revolución 165
de 1848

ge, el mozo de café; Un misterio; La circasiana; La


mendiga; Los girondinos de Lamartine 3 .
Las traducciones abundaban también.
Prácticamente no hubo, entre 1848 y 1870,
periódico de Bogotá y de las capitales de
provincia que no publicara, generalmente en la
sección llamada "folletón", alguna traducción de
un artículo, ensayo, fragmento de libro o discurso
de Lamartine, Víctor Hugo, Eugenio Sue, Pelletan,
Esquiros o Louis Blanc, para citar sólo los autores
más traducidos y leídos.

La influencia de Lamartine,
Hugo y otros escritores del
48

Fue muy amplia sobre todo la influencia de Lamarti-


ne, Víctor Hugo y Eugenio Sue. Hubo varios motivos
para ello. Primero, el genio literario y el pathos ro-

3El Neogranadino, № 234, febrero 1856. En el número 23 J , de enero 7 el


mismo periódico anunciaba los Sofismas económicos de Bastiat; Las dos Dianas
de Dumas y "a razón de un real por entrega de 16 páginas en tipo pequeño" la
"novela de más mérito de este escritor" titulada Ascanio.
mántico de sus obras; segundo, la intención social de
sus novelas, sus héroes y heroínas tomados de los
bajos fondos sociales, y tercero, su fácil
sentimentalismo, que resultaba muy a propósito para
un medio cultural en formación y para un público de
intelectuales y artesanos en trance de participación
política y de actividad intelectual. Otro factor
establecía un lazo es-

166 Jaime Jaramillo


Uribe

trecho de comunicación entre el público neogranadino y los


románticos franceses: el factor religioso. Para el sector
popular de una sociedad de tradición católica, el pathos
cristiano de toda esta literatura y su interpretación del
cristianismo como una religión del pueblo, de los
desheredados, de los parias, del progreso social y de la
igualdad y la justicia, constituía el alimento espiritual más
asimilable4. No debe olvidarse también que en la misma
Europa apenas estaba en embrión la formación de una
política científica, o de una ciencia social en sentido
estricto, y que aun sistemas como el positivismo comtiano,
pese a su pretensión de cientifismo, contenían evidentes
elementos de sentimentalidad religiosa. Dar el paso hacia
una concepción puramente científica, anti-religiosa y laica,
como la que empezaba a esbozar Marx, era una alter-

4. Sobre el contenido social del Romanticismo francés, véase


ROGER PICARD, Le Romantisme Social, Paris, 1944. MAXIME LEROY,
Histoire des Idées Sociales en France, Paris, 1954, vol. III.
nativa demasiado violenta moralmente e imposible desde
el punto de vista intelectual para un grupo social como el
artesanado, o para una clase intelectual sin tradición
científica, en un país donde los elementos de la ciencia y la
tecnología apenas empezaban a conocerse en sus más
elementales formas. El pathos romántico cristiano del
pensamiento social del 48, tal como se presentaba en las
figuras más influyentes en Francia y en los países que
recibían su influencia, fue precisamente el que dio al
movimiento de ideas de 1850 en la Nueva Granada el tono
de utopismo y

La influencia de la revolución 167


de 1848

sentimentalidad agresiva que tanto alarmaba a las


mentalidades conservadoras de la época. Como veremos
más adelante, la interpretación de Cristo como líder de los
oprimidos fue entonces lo que podríamos llamar con toda
propiedad una "idea fuerza" de la época.
El judío errante y Los misterios de París fueron la lectura
cotidiana que alimentó la vena anticlerical de algunos
intelectuales liberales y estimuló campañas como la que se
hizo contra los jesuítas. Un periodista francés que escribía
en la Revue de deux mondes sobre asuntos
latinoamericanos, el señor Carlos Mazad, decía: "No
podría creerse hasta qué punto El Judío errante ha sido
fuente de revelaciones religiosas para el general López y
los iniciados socialistas de Bogotá... El Judío errante es el
verdadero autor de la expulsión de los jesuítas de la Nueva
Granada"5. A lo cual agregaba el siguiente comentario el
periódico El Liberal de Bogotá, con el ánimo de combatir
a la fracción radical del partido liberal: "Esta pequeña
fracción de la juventud a quien tanto mal han hecho las
novelas francesas. La novela, bajo todas sus formas nos
ha invadido e inundado enteramente y hay una lepra en la
Nueva Granada, de la cual no se curará con facilidad"6.
Lo cual no era óbice para que en el mismo periódico,
uno de sus colaboradores para hacer el elogio de la
época que se vivía, afirmara que el siglo XIX era el

5. El Liberal, № 2, febrero 28 de 1858.

6. El Liberal. № 2, febrero 28 de 1858

168 Jaime Jaramillo


Uribe

siglo más importante de la historia de la humanidad por


haber producido genios como Eugenio Sue, Berenger,
Janin, Lamartine, Víctor Hugo y George Sand.

El liderazgo de Lamartine

7. El Porvenir, No. 7, septiembre de 1849.


Lamartine y Hugo fueron los verdaderos maestros de la
inteligencia neogranadina y los que contribuyeron a crear
la atmósfera intelectual de la época. Los girondinos del
primero, tuvieron una circulación y una popularidad que
probablemente no ha sido alcanzada por ninguna obra en
la historia intelectual del país, si se exceptúan Los
miserables de Hugo. No sólo circulaba como libro, sino que
de ella se hicieron traducciones que se publicaban por
entregas en los periódicos de provincia y de Bogotá. El
porvenir de Cartagena anunciaba en septiembre de 1848
el comienzo de su publicación con este comentario: "Esta
bella e interesantísima publicación ha sido traducida al
español por nuestro joven compatriota, el señor José
Escallón. La historia de los girondinos, hasta hoy la obra
más pujante salida de la pluma de M. de Lamartine; no
seremos nosotros quienes hagamos el elogio de un escrito
que lleva su nombre, pero sí recomendamos a la juventud
ilustrada y entusiasta preste eficaz y decidido apoyo a tan
preciosa obra, agotando cuantos ejemplares puedan llegar
a la agencia"7.

La influencia de la revolución de 169


1848

También El Censor de Medellín hacía la traducción y la


ofrecía a sus lectores con estas palabras: "El mérito de
esta obra de M. de Lamartine, cuya traducción hemos
emprendido y que comenzará a publicarse en el próximo
número, es reconocido generalmente. Recomendarla
nosotros sería inútil atrevimiento. Siendo la obra Los
girondinos bastante rara en la provincia de Antioquia,
deseamos difundirla del modo que podemos: por medio de
una traducción y en las columnas de un periódico"8.
Demócrata, sin ser revolucionario ni socialista,
humanitario, idealista y lírico, Lamartine ofrecía a los
neogranadinos una atractiva amalgama de ideas que les
permitía ser anticlericales sin ser ateos, anticatólicos sin
ser anticristianos, cientistas sin materialismo, populistas sin
adular al pueblo ni llegar a la demagogia, demócratas que
temían a la plebe, universalistas convencidos de la misión
providencial de los pueblos latinos, especialmente de
Francia.
Lo sorprendente, pero también explicable, es que el
poeta era admirado y tenía prosélitos entre los intelec-
tuales de tendencia liberal y conservadora. Con más
acentuado fervor en los primeros, pero con amplias
resonancias entre los segundos. Parecía que a los
conservadores cautivaba el papel generoso y poético de
Lamartine —decían Rufino y Ángel Cuervo—, que
arrancaba la bandera roja de la casa municipal, mientras
los otros se dejaban arrebatar por Louis Blanc, que
arengaba a los obreros en el Luxemburgo, anun-

8. El Censor, No. 28, noviembre 8 de 1848.

170 Jaime Jaramillo Uribe


dándoles la renovación del mundo social y el remedio a
todas las miserias del pueblo 9. La Civilización, el
periódico de José Eusebio Caro y Mariano Ospina
Rodríguez, fundadores del partido Conservador y
opositores aguerridos del gobierno de José Hilario López,
reproducía sus artículos de inspiración antisocialista
ubicados en El Consejero del Pueblo. Como éste, del cual
tomamos un fragmento:

Nosotros nos burlamos de esos sueños absurdos del


comunismo y el socialismo, dicen en voz baja los per-
versos y ambiciosos jefes de la demagogia... ¿Creéis
acaso que estamos embrutecidos por el socialismo para
creer, como los discípulos de Luxemburgo, en la
igualdad de los salarios para los buenos y para los
malos; para creer en los falansterios, esos conventos de
prostitución legal; para creer en esa cola, telescopio
retrospectivo, que Fourier, el Mahoma de los nuevos
creyentes, promete añadir a los cinco sentidos de sus
fieles sectarios? Guardaos de los demagogos o ellos os
conducirán en ocho meses del club a la insurrección, de
la insurrección a la anarquía, de la anarquía a la guerra
civil y de la guerra civil a la monarquía impuesta por el
extranjero y la desmembración de la patria10.

El mismo periódico, combatiendo las tendencias


antirreligiosas que afloraban, reproducía un discurso de
Lamartine contra el ateísmo. La fe en Dios, decían los
editorialistas de La Civilización, es la mayor fuerza

9. ÁNGEL Y RUFINO J. CUERVO, op. cit., vol. u, pág. 186.


10. La Civilización, Nos. 10, 11, octubre de 1849.
La influencia de la revolución 171
de 1848

del hombre. Esa fe vale por muchos ejércitos; ella gana


muchas batallas. Por el contrario, el ateísmo, como todas
las negaciones, es una debilidad. El señor de Lamartine
expone este contraste con un arte admirable en esta
página de El ateísmo en el pueblo".
i

Temed al abyecto materialismo... ¿Querríais vosotros


que sobre la tumba de la raza francesa se pusiese como
único epitafio, como sobre la tumba de los Sibaritas:
'Este pueblo vivió y comió bien, mientras vegetó sobre la
tierra'? No. Vosotros queréis sin duda que la historia
escriba sobre la tumba de nuestra raza: 'Este pueblo ha
adorado bien a Dios y ha servido a la humanidad con el
pensamiento, con las artes, con las armas, con el
trabajo, con la libertad'... Buscad, pues, a Dios, esto es,
conforme a vuestra grandeza; pero no lo busquéis en
los materialismos, porque Dios no está abajo, él está
arriba12.

Al dar la noticia de que en París, como consecuencia de


la revolución de 1848, se han organizado "las lecturas
públicas" de las grandes obras de la literatura universal, La
Democracia de Cartagena anunciaba la formación de un
grupo de intelectuales para iniciar la discusión pública de
grandes obras como La historia de los girondinos, la
Historia de la revolución francesa, El politeísmo, etc. Los
actos se iniciarían con la lectura de las Palabras de un
creyente, hecha por el doctor José Araújo13.

11. La Civilización, enero de 1850


12. La Civilización, enero 7 de 1850.
13. La Democracia, No. 4, mayo 1 de 1849.
172 Jaime Jaramillo
Uribe

No todo era, desde luego, elogio. La avalancha


romántica despertó también a los espíritus escépticos y
críticos. En el periódico El Pasatiempo, con el seudónimo
de "un cualquiera", un escritor bogotano hacía un
análisis del pensamiento y la personalidad de Lamartine,
para explicar el gran ascendiente que tenía entre sus
conciudadanos y el culto que se le rendía:

El poeta es saint-simoniano, pero critica a Saint-Si-


mon sus ataques a la familia, a la religión y a la
propiedad. Para Lamartine hay una fe, es la razón y un
órgano de ella, la palabra. Ella quiere hacerlo todo a su
imagen y semejanza. En religión, Dios uno y perfecto; la
moral eterna por símbolo, la adoración y la caridad por
culto. En política la humanidad superior a las
nacionalidades; en legislación el hombre igual al
hombre; el Cristianismo legislado. Tal es la última
palabra política de M. de Lamartine. Lo que el poético
publicista quiere, es la fraternidad universal y el paraíso-
terrestre. Es lo que todo el mundo quiere como él. La
cuestión se reduce a saber por qué medio práctico el
mundo puede ser colocado en esta vía. Sentimos
anunciar que M. de Lamartine se detiene aquí y nos
deja con los brazos tendidos hacia el Edén social
confusamente entrevisto sobre el horizonte.

Lo mismo ocurre en política internacional. Cuando el


poeta propone que sobre las ruinas del Imperio Otomano
Europa funde nuevas naciones que "en 20 años tendrán
millones de hombres marchando bajo la éjida de Europa
hacia una nueva civilización", el comentarista bogotano
dice:

La influencia de la revolución 173


de 1848

Pero observad que esta teoría está adornada de una


magia tan seductora, que el espíritu se deja
suavemente arrastrar hacia esta ilusión angelical de un
alma cándida de poeta; se olvida que para desarrollar
este sistema que se desenvuelve en 20 páginas, sería
necesario cambiar de un golpe el espíritu de los
hombres, remover los imperios, acercar los continentes
y unir por los lazos de la simpatía mutua y durable razas
formadas durante muchos siglos en mortales
enemistades. M. de Lamartine realiza todas estas cosas
en 20 años y de una plumada.

Con cierta ironía el articulista agrega:

La influencia de M. de Lamartine se debe a su


nobleza, a su condición de dandy. El cantor de Elvira
tiene un no sé qué que hace recordar a Byron. Es la
misma belleza de semblante y de mirada; son los
mismos ademanes de elegancia y de dandismo, el
mismo talante un poco inflexible, un poco inglés, si se
quiere, pero perfectamente noble y distinguido. Si a
estos se añade, para completar la semejanza, un tren
de gran señor, un hotel suntuoso, caballos de pura raza,
un magnífico castillo, se convendrá en que después de
Taso y de Camoens los tiempos han cambiado un poco
y que es permitido en nuestros días ser un gran poeta
sin morir en el hospital14.

Lamartine, por su parte, cultivaba su liderazgo inte-


lectual, liderazgo que para él se ejercía en nombre de la
misión providencial de Francia, cabeza de la latinidad y la
civilización, una idea en que aquellos intelectuales veían el
dique para contener la influencia

14. El Pasatiempo (Suplemento), No. 122, octubre 12 de 1853.

174 Jaime Jaramillo


Uribe

anglosajona en los destinos del mundo. En su hotel de


París se daban cita los escritores latinoamericanos. José
María Samper, en sus memorias, nos dejó un testimonio
de su visita al poeta:

Recibióme al punto el gran poeta y publicista,


tratándome con majestuosa benevolencia —pues él era
majestuoso en todo— y a poco de ofrecerme asiento me
preguntó primero si en mi país estaban en paz, y luego
si las obras de él eran conocidas entre los
neogranadinos. Por fortuna pude responderle
afirmativamente a lo primero; y en cuanto a lo segundo,
díjele, conforme a la verdad, que él era inmensamente
popular en toda la América española (con Víctor Hugo y
Alejandro Du-mas); que su admirable Historia de los
girondinos había producido un prodigioso efecto, y que
entre nosotros el Telémaco de Fenelon y el Viaje a oriente
del mismo M. de Lamartine, eran los libros favoritos en
los cuales aprendíamos a traducir el francés15.

En diciembre de 1858, el poeta se dirigía a la directora


de la Revista del Nuevo Mundo editada en París, en
comunicación que reproducía la prensa de Bogotá:

Con sumo placer —decía a la directora, señora


Serrano de Willson— comunicaré a la Revista del Nuevo
Mundo redactada por mi amigo el señor Guillemont, todos
los fragmentos de mis obras que le parezcan a usted
dignos de algún interés. Los jueces más benévolos y
frecuente-

15. JOSÉ MARÍA SAMPER, Historia de un alma, Bogotá, 1946, vol. i., págs.
186-87.

La influencia de la revolución 175


de 1848

mente los más competentes de nuestra poesía europea,


están hoy quizás en América del Sur. Existe, ciertamente,
entre la España americana, el Brasil y la Francia, un
parentesco de ideas que nada podrá borrar de nuestros
mutuos recuerdos. Hemos leído en los mismos senos
griegos y latinos la misma civilización literaria, y a pesar
del espacio nos reconocemos siempre por una misma
sangre. Yo creo en la democracia de los derechos, pero
también en la aristocracia de los sentimientos.
Los pueblos de América española y portuguesa son la
nobleza del Nuevo Mundo; su principio de vida es el honor
y no el dinero. Este principio caballeresco produce el
heroísmo; el otro no produce sino la opulencia. A pesar de
las convulsiones intestinas que agitan la América del Sur,
para reconstruirse en nacionalidades, después de haber
sido por mucho tiempo calumniados, espero para ellos un
porvenir glorioso. La violencia y el oro son los dioses del
día; el espiritualismo y el heroísmo son los dioses eternos.
Todos los filibusteros no son Corteses ni Alburquerques, ni
todos los mercaderes del mundo comprarán una sola de
nuestras virtudes nacionales. Mi corazón está con vuestros
compatriotas y mis votos son contra vuestros invasores. Si
yo fuese más joven iría a combatir por vuestra
Independencia, tan necesaria al Antiguo Mundo como al
Nuevo. Acepte usted, señora, la seguridad de mis
respetuosos sentimientos, Lamartine16.

16. El Comercio, No. 47, marzo 29 de 1859.

176
Jaime Uribe
Jaramillo

Víctor Hugo y Louis Blanc

Semejante fue el caso de Víctor Hugo, cuya influencia


se prolongó hasta fines de la década de 1880. El poeta era
entonces, en Francia, el campeón de las causas
humanitarias y de las reformas políticas que los
progresistas neogranadinos querían ver realizadas en
tierras americanas: supresión de la pena de muerte;
mitigación de las normas penales; reformas carcelarias
encaminadas a corregir y no a castigar al delincuente;
defensa de la infancia desamparada; protección de la
mujer "perdida" y del anciano. En las Contemplaciones
había dicho:

He rehabilitado el bufón, el histrión,


A todos los condenados: Tribulet y Marión,
al lacayo, al forzado y a la prostituta.
Me he inclinado sobre todo lo que vacila...17.

La lección fue recogida por los poetas y escritores


neogranadinos (muchos de ellos activos participantes de la
política), que de Hugo y de Lamartine tomaron también la
idea del "compromiso" del intelectual con las causas
sociales progresistas, y de la unión entre el liderazgo
intelectual y el liderazgo político.
Como en el caso de Lamartine, también en el de Hugo
se reproducían sus escritos en la prensa de Bogotá, con
grandes elogios introductorios. El Constitu-

17. Contemplations, cit. por MÁXIME LEROY, op. cit., II, pág. 192.
La influencia de la revolución 177
de 1848

cíoiuil del 28 de octubre de 1853, al reproducir el discurso


pronunciado por el poeta en Jersey, en los funerales de un
refugiado francés, decía en las palabras preliminares:

Este nuevo escrito del célebre poeta francés que en


sus últimos años ha abrazado la política con el mismo
deseo de gloria y el mismo fuego con que en su
juventud se dedicó a las letras, está amasado con
palabras e ideas sublimes, por el sentimiento, la fe
ardiente, la esperanza y la noble pasión de un
republicano puro. El genio es siempre el genio en todas
partes, y cualquiera que sean las vicisitudes que lo
combaten, no espera, como el sol, más que un
intersticio entre las nubes para arrojar sobre la tierra un
rayo de luz sublime18.

En el número 13 del periódico conservador La Caridad,


un colaborador, posiblemente don Miguel Antonio Caro, a
juzgar por el estilo, escribía en 1872:

Víctor Hugo es hoy para la Escuela Liberal una


especie de ídolo ante el cual se postra y adora. ¡Lo dijo
Víctor Hugo! ,exclama, y es como si hubiera hablado el
oráculo; y Víctor Hugo dice cosas lamentables en verso,
y cosas mucho más lamentables en prosa, en lo cual no
influye la edad, pues las dice hoy ochentón, lo mismo
que las decía antes de joven19.

18. El Constitucional, No. 17, octubre 28 de 1853.

19. La Caridad, No. 13, agosto 18 de 1872.


178 Jaime Jaramillo
Uribe

Otra influencia significativa fue la de Louis Blanc. El


Nuevo Mundo, el periódico editado por Blanc en su exilio
de Londres, circulaba en Bogotá y sus artículos se
reproducían en la prensa local, sobre todo en El 7 de
Marzo, periódico fundado para defender el gobierno del
general López, y en la Gaceta Oficial. En sus ediciones del
6 y el 13 de enero de 1850, el primero de ellos publicaba la
declaración de principios hecha por el movimiento
blanquista y su definición de socialismo y de las tareas del
siglo XIX. Hay entre el programa del blanquismo y
el ideario de las Sociedades Democráticas de
Bogotá muchos puntos de contacto . El mismo
énfasis en la educación del pueblo, en la igualdad, en la
lucha contra la usura, en el valor moral del trabajo y en las
virtudes cívicas del buen ciudadano; el mismo temor a la
competencia capitalista engendrada por el laissez-faire; el
mismo idealismo. Decía el programa enunciado por
Blanc en Londres y reproducido por El 7 de Marzo:

¿Cuáles son los fenómenos en que la cuestión social


se presenta al siglo XIX?
Imaginamos una sociedad en que por la educación
común, gratuita y obligatoria todos los ciudadanos sean
llamados a tomar parte en las fuentes de la inteligencia
humana;
En que se gastase en escuelas lo que se gaste en
cárceles;
En que a la usura, que es un despotismo grosero, se
sustituya el crédito gratuito, que es la deuda de todos
hacia cada uno;
La influencia de la revolución 179
de 1848

En que se admitiese el principio de que todos los


hombres tienen igual derecho al completo desarrollo de
sus facultades desiguales;
En que en lugar de disputarse con horror la barbarie
de la anarquía, en las luchas ruinosas de la
concurrencia, en el dominio de la industria, los
productores se asociasen en grupos solidarios para
fecundizarlos y dividir fraternalmente sus productos;
En que se encaminasen para hacia aquel fin indicado
tanto por la naturaleza como por la justicia "producir
según sus facultades y consumir según sus
necesidades";
En que las tareas distribuidas, no por la caprichosa
mano de la casualidad, sino según las leyes de la natu-
raleza, respondiesen a la diversidad de las aptitudes, no
a la diferencia de las fortunas;
En que el estímulo al honor y la pasión por el bien
público transportados del campo de batalla al taller,
agregasen su poder al aguijón del interés personal y
satisfaciesen la emulación, haciéndola más enérgica;
En que el lujo fuese el esplendor de la democracia en
progreso;
En que el Estado fuese el guía libremente elegido por
el pueblo en marcha sobre las luces y el honor;
He aquí el socialismo; he aquí el Nuevo Mundo.
Trazar las vías que conduzcan a él es el trabajo
encomendado por la lógica y por la historia al siglo XIX20.

La idea de los talleres industriales propuesta por Blanc


como fórmula para solucionar el problema del pauperismo
en la naciente sociedad industrial francesa, fue acogida por
los artesanos de Bogotá y por el go-

20. El 7 de Marzo, Nos. 6/7, enero 6/13 de 1850.


180 Jaime Jaramillo
Uribe

bierno del general López con entusiasmo. En su mensaje


al Congreso en 1850, el secretario de gobierno, Francisco
Javier Zaldúa, recomendaba su creación y presentaba el
respectivo proyecto de ley con el siguiente mensaje:

Entre los intereses morales y materiales del país


figura como exigencia sobradamente justa la creación y
organización de los talleres industriales, para difundir en
las clases del pueblo, abandonadas hasta ahora a sus
propias fuerzas, el amor al trabajo, y creando así hábitos
de orden, procurar el desarrollo de la industria, dando
ocupación a millares de manos, muchas veces
destinadas a tenderse hacia la caridad pública para
recabar el preciso alimento, porque no fueron educadas
para el conocimiento de un arte u oficio21.

El proyecto, que luego se convirtió en ley de la


República, decía en sus dos primeros artículos:

1. Se establecen los Talleres Industriales en los cole-


gios nacionales y Universidades de la República, para la
enseñanza gratuita de las artes y los oficios a que se
quieran consagrar los granadinos;
2. El poder Ejecutivo queda autorizado para designar
el número de estos talleres y para nombrar los institutores,
fijar sus sueldos, determinar la especie de enseñanza que
se deba dar, y para reglamentar cuanto conduzca a este
negociado (sic) haciendo los gastos que demande tal
institución22.

21. Gaceta Oficial, No. 1113, abril de 1850.


22. Gaceta Oficial, No. 1090, enero 24 de 1850.
La influencia de la revolución 181
de 1848

Hasta donde llega nuestra información, sólo se organizó


una Escuela Industrial en Bogotá, al parecer con vida
bastante efímera.

La interpretación romántica del cristianismo

Un aspecto de las ideologías del 48 que tuvo en la


Nueva Granada una resonancia amplísima fue la inter-
pretación romántica del cristianismo como una religión
de oprimidos y de la figura de Cristo como un líder
popular. Para Lamartine, el Evangelio contenía la doctrina
de la democracia. Para Pierre Leroux y otros escritores
menores, leídos también en la Nueva Granada, el Sermón
de la Montaña contenía la doctrina del socialismo. El
cristianismo vago que profesaban los jóvenes
liberales, sin dogmas, sin culto y sin ministros y que,
según el testimonio de los hermanos Cuervo, era un
eco de los clubes de París que penetraba en los
cenáculos de Bogotá, se vinculaba a las aspiraciones
sociales de reforma y al progreso de la civilización 23. El
nombre de Gólgotas dado entonces al grupo de los
intelectuales liberales que formaban el ala radical del
partido, era uno entre los muchos signos de la amplitud de
esta tendencia. Los Gólgotas son en política lo que los
románticos en literatura, decía un periódico de Bogotá,
comentando una reunión en el club de la Escuela
Republicana. "Los clásicos —decía el comentarista—
tenían un Parnaso, un Apolo, unas
23. ÁNGEL Y RUFINO J. CUERVO, op. cit., pág. 127.
182 Jaime Jaramillo
Uribe

musas, una fuente de Hipocrene donde bebían y tomaban


su inspiración; los románticos, a falta de estas cosas,
tienen a los clásicos de donde beben lo que necesitan. Los
Gólgotas tienen su Parnaso en el Calvario, su Apolo en
Jesús, su fuente en la lanzada que Longinos dio a Cristo".
En el mismo escrito se atribuye a José María Samper esta
frase pronunciada en un acto de la Escuela Republicana:
"El socialismo, señores, no es otra cosa que una lágrima
desprendida de los ojos del Salvador en la cumbre del
Gólgota"24.
Un periódico de la ciudad de Cali, El Sentimiento
Democrático, publicaba en su edición de julio 19 de 1849
un largo artículo titulado El Evangelio y la Democracia, en
el cual se demuestra, punto por punto, su paralelismo y su
condición de fuerzas civilizadoras:

Y puesto que este divino libro debe guiarnos,


haremos un paralelo de algunos de sus principios y la
democracia. El Evangelio enseña que todos los
hombres son hermanos; la Democracia elimina las
categorías que impiden este abrazo fraternal; el
Evangelio condena la soberbia y el fasto; la Democracia
es económica y humilde; el Evangelio pide fe y señala el
Cielo; la Democracia exige sacrificio y enseña la gloria
póstuma. El Evangelio despejó a los hombres el camino
de la moral; la moral exige el principio de la
organización democrática. Las naciones más civilizadas
del mundo son las que han recibido la luz del Evangelio;
en estas naciones es donde han prevalecido los
principios democráticos. El acontecimiento más grande
para el mundo moral fue la predicación del
24. El Orden, No. 3, noviembre 28 de 1852.
La influencia de la revolución 183
de 1848

Evangelio; el descubrimiento más grande del mundo


político fue el descubrimiento de la Democracia Repre-
sentativa25.

Refiriéndose a los orígenes de la democracia, el


periódico cartagenero del mismo nombre escribía en abril
de 1849:
«

Jesucristo apareció, no a decir una nueva palabra


que ya estaba dicha (por Sócrates que convirtió el linaje
humano en una sola familia) sino a explicarla, a
promulgarla y a hacerla triunfar. Él le dijo al mundo: Dios
es el padre de todos los hombres; llamó su hermano a
cada hombre y estableció como concepto el amor re-
cíproco. He aquí completamente establecidos tres prin-
cipios inmensos, sobre que descansa la Democracia:
Libertad, Igualdad, Fraternidad. Es decir, que ellos ema-
nan inmediatamente el verdadero Cristianismo 26.

Contestando a los enemigos de las reformas políticas


que llevaba a cabo el gobierno del general López y a los
adversarios de las "novedades inoportunas que defendían
los Gólgotas", un miembro de este grupo escribía en El
Constitucional:

Jesucristo, el revolucionario más famoso que los si-


glos han visto, fue tenido por falso profeta, impostor,
advenedizo. Ensañábamos en él sus enemigos y
después de escupirlo, lo asesinaron ignominiosamente...
Si estos

25. El Sentimiento Democrático, No. 16, enero 29 de 1852.


26. La Democracia, No. 2, abril 10 de 1849.
184 Jaime Jaramillo
Uribe

señores (el clero y los espíritus conservadores) hubieran


existido en los tiempos en que Jesús vino al mundo, no
hay duda de que le hubieran dicho: Caballero, perdone
usted, pero no es tiempo todavía. Si usted es el Mesías
prometido a las naciones, que viene a romper las
cadenas de los pueblos, a derribar los ídolos del
paganismo, a establecer la paz entre los hombres y a
fundar el imperio de la civilización, le aconsejamos a
usted que no haga tal; porque todavía no estamos para
eso. ¿Entiende usted? Todavía no es tiempo27.

Un extraño personaje en este extraño laberinto de


ideologías románticas, el coronel Correa da Costa,
brasilero nacionalizado en Estados Unidos, fundaba en
Bogotá un periódico con el significativo nombre de El
socialista amigo del pueblo, para defender la candidatura
presidencial del general Obando y la obra de gobierno del
general López. En el primer número invoca para sus ideas
la paternidad de Cristo, al lado de Dumas, Washington,
Cicerón y Sócrates. Tras declarar que el director es liberal,
republicano y comunista y que su objetivo es "liberar a la
mujer de la esclavitud de los hombres, déspotas, celosos y
tiranos, dar libertad a los esclavos que aún están sufriendo
los hierros de la esclavitud", y finalmente "dar pan al pobre
para que no muera de hambre", agrega:

El divido escritor Dumas dijo que la religión cristiana


sin comunismo era un castillo en el aire... El comunismo
hace caminar la religión porque nuestro señor Jesucristo

27. El Constitucional, No. 21, noviembre de 1853.


La influencia de la revolución 185
de 1848

fue el jefe del comunismo práctico, dividiendo con sus


discípulos el pan y el vino en la última cena... Soy
socialista porque el código social de Robert Owen, que
es el padre del socialismo, es la doctrina moral de Só-
crates, Platón, Aristóteles y Jesucristo"28.

Otro polemista de la época contestaba en el periódico El


Aviso de Monserrate a quienes consideraban ateos a los
liberales llamados Golgotas:

Nosotros buscamos la religión pura de los tiempos


primitivos (una tesis muy cara a los románticos
franceses del 48) de la Iglesia y no en los palacios de
Urbano VIII y del padre de César Borgia. Queremos al
sucesor de Pedro depositario de las llaves del reino de
los cielos solamente y desconocemos su misión como
carcelero de Roma. La pobreza en los ministros del
santuario, la unión y caridad es lo que deseamos que se
establezca, porque el Evangelio eso es lo que manda 29.

En un largo artículo publicado en el influyente periódico


El Constitucional, el 28 de octubre de 1853, bajo el título
"La Fe Gólgota", un miembro de ese grupo político,
probablemente José María Samper, establece en 19
numerales los principios que inspiran a esa fracción
del liberalismo. El numeral 7 se refiere a su actitud
religiosa, católica, ciertamente. Pero el autor concibe el
catolicismo a la manera romántica:

28. El Socialista, No. 1, enero 29 de 1852.


29. El Aviso de Monserrate, Biblioteca Nal. de Colombia, Miscelánea
de Prensa, № 2154.
186 Jaime Jaramillo
Uribe

La omnipotencia del Critianismo está en la pureza de


sus dogmas; en la santidad de sus doctrinas, en los
encantos de la espiritualidad que lleva al alma,
dulcísimos consuelos. Sus armas de propagación están
en la voz sentimental de la predicación de aquellos
humildes, cuanto sublimes preceptos; es la ternura de
una madre, y no la fuerza de un verdugo la que busca
en el mundo a los cristianos30.

En Samper llegó esta tendencia romántico-cristiana


hasta utilizar el seudónimo de Nazareno para firmar
sus artículos políticos. Desde las columnas del perió-
dico El Neogranadino, un liberal escéptico y burlón,
representante del ala moderada y un poco conservadora
del liberalismo —la llamada fracción draconiana—
contestaba los elocuentes discursos pronunciados por los
Gólgotas en la Escuela Republicana:

Lamartine había escrito: El Cristianismo es


democrático, el Evangelio es Republicano, y de esta
idea y de otra máxima del filósofo que daba a la
moderna civilización por base la peaña de la cruz,
arrancaron los labios de nuestro Verniaud aquellas
monstruosas imágenes, que como el águila, no bajaban
jamás de sus encumbradas regiones. El Gólgota, colina
del Asia, fue arrancada de cuajo, como dice la escritura,
por una voz atrevida, desde la tribuna de la Escuela
Republicana, y trasplantada al salón de grados de
Bogotá convirtiéndose desde entonces en el nuevo
Sinaí, donde cada nuevo Moisés no recibía, sino que
promulgaba entre el fulgor de las imágenes y

30. El Constitucional, No. 17, octubre 28 de 1853.


La influencia de la revolución 187
de 1848

el estampido de los vocablos, el decálogo de la nueva


ley para las generaciones. El Gólgota llegó a ser para
los inspirados románticos, lo que había sido el Parnaso
para los clásicos. Jesucristo llegó a verter mendigos de
sus ojos lacrimosos y la Biblia se vio entonces
sembrada de páginas de diamante, con rubíes por
renglones y granates por caracteres31.

La reacción antirromántica

La ola romántica del 48, al llegar a su climax hacia el 70,


despertó también su reacción en contrario. Así como el
socialismo naciente podría considerarse como "la
autoconciencia de la crisis" del lado de la clase obrera y de
los pensadores socialistas, la formación de una ideología
conservadora y tradicionalista sería la forma de
"autoconciencia" de ciertos sectores sociales: por ejemplo,
de las clases rurales, de los terratenientes, de la Iglesia y
de algunos grupos intelectuales. El fenómeno se dio en la
Colombia de 1850-70. Hacia 1850, época que suele
tenerse como el punto de partida de los orígenes de los
partidos políticos tradicionales (liberales-conservadores),
las ideologías de éstos no estaban bien definidas.
Básicamente los dos tenían una orientación liberal.
Aceptaban el sufragio universal como base del Estado
representativo, formalmente democrático; afirmaban la
igualdad social rechazando los privilegios aristocráticos;
tenían fe en el progreso

31. El Neogranadino, No. 284, noviembre 26 de 1853.


188 Jaime Jaramillo
Uribe

social y tecnológico; sostenían la inviolabilidad de los


derechos y libertades individuales como el derecho de
propiedad, la libertad de expresión, la libertad comercial y
el juicio penal conforme a leyes preestablecidas. Tampoco
eran esencialmente diferentes sus tesis económicas.
Ambos aceptaban el laissez-faire y los principios de la
economía liberal, aunque hubo en la práctica matices
diferentes en problemas como el de la protección a las
manufacturas nacionales y el libre comercio de importación
y exportación. Pero aun en este aspecto, las actitudes
polares (proteccionista-librecambista) fluctuaron entre uno
y otro partido32.
En fin, tenían un acuerdo básico sobre la organización
constitucional del Estado. Hasta se abstenían de enfrentar
problemas como el de la tierra y los derechos de las
poblaciones rurales. Diferían en el planteamiento de las
relaciones del Estado con la Iglesia y en su actitud
religiosa. El naciente partido liberal era acentuadamente
anticlerical, aunque no irreligioso. Defendía la tolerancia de
cultos y la separación de la Iglesia y el Estado, tal como la
planteaba en su época el movimiento liberal francés o el
Risorgimento italiano. El naciente partido conservador se
inclinaba hacia un régimen de cooperación entre la Iglesia
y el Estado; consideraba necesaria la colaboración de las
comuni-

32. Sobre las ideas económicas predominantes en Colombia en 1850,


véase LUIS OSPINA VÁSQUEZ, Industria y protección en Colombia, Medellín,
1955, cap. IV, págs. 195 y ss. También GERARDO MOLINA, Las ideas liberales
en Colombia, Bogotá, 1970, vol. I, págs. 53 y ss. JAIME JARAMILLO URIBE, El
pensamiento colombiano en el siglo XIX, 2" ed.. Bogotá, Edit. Temis, 1974,
págs. 157 y ss.
La influencia de la revolución 189
de 1848

dades religiosas, sobre todo de los jesuitas, en la edu-


cación pública, pero aceptaba la tolerancia de cultos como
principio constitucional. Algunos de sus miembros y líderes
en la historia posterior a 1851 llegaron a aceptar la
expulsión de la Compañía de Jesús, como fue el caso del
poeta Julio Arboleda. Todavía en 1850, cuando los
fundadores del partido buscaban un nombre adecuado,
vacilaban en llamarlo partido conservador. José María
Torres Caicedo, uno de sus intelectuales más influyentes,
propuso inclusive el nombre de "partido liberal del orden".
Se necesitó el clima político y espiritual creado en la
década de 1850 por la influencia creciente de las ideas del
48, sobre todo de los elementos románticos, utópicos y
socialistas que éstas implicaban, para que se definiese una
verdadera ideología conservadora. Tal empresa intelectual
fue asumida en la década del 70 por Miguel Antonio Caro y
el grupo de intelectuales organizado en torno al periódico
El Trudiciunalista. El nombre mismo del periódico era ya un
programa, porque Caro va a insistir en que la aceptación y
el respeto a una tradición, concretamente a la tradición
hispano-cristiana, era la esencia de una doctrina
conservadora.
Pero la interpretación del catolicismo y de su función en
la política dada por Caro no era la de los románticos, sino
la de los teócratas franceses (de Mais-tre de Bonald,
Veuillot), o la más moderna del pensador tradicionalista
español Donoso Cortés. Su misión histórica no era redimir
a los oprimidos, sino defender un orden universal, cuya
cabeza eran Roma y el Papado, contra las herejías de la
época: el socialismo, el
190 Jaime Jaramillo Uribe

liberalismo y todas las formas del progresismo ilustrado.


Armado con la estética del humanismo clásico y con la
teoría conservadora del Estado que se acuñó en Europa
desde la época del Sacro Imperio Romano hasta Burke y
Donoso Cortés, se preparó para combatir lo que llamaba
"las deletéreas imposturas del siglo". En ese combate, que
durará cerca de cincuenta años, Caro conformó la doctrina
conservadora más consistente que quizá se haya
elaborado en el pensamiento latinoamericano.

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