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UNIVERSIDAD RAFAEL URDANETA

ESCUELA DE DERECHO
OCTAVO TRIMESTRE
TUTELA DE LOS DERECHOS HUMANOS

TRÁNSITO DEL ESTADO DE LEGALIDAD AL ESTADO CONSTITUCIONAL.


El modelo de Estado que fue asumido por el constituyente en 1999 es aquel
denominado como social y de justicia, pero que de un punto de vista dogmático se ha
denominado como estado constitucional de Derecho; distinto al estado legislativo de
Derecho que lo precede.
Definición de Estado de Derecho.
El Estado de Derecho se define como régimen normativo en el cual todas las
instituciones que integran el aparataje del Estado están sujetas al imperio de la legalidad.
Ahora bien, ello es el resultado de un proceso evolutivo.
Debe partirse de la siguiente idea, proporcionada por García Pelayo: El Estado de
Derecho es un arquetipo nomocrático; esto debido a que se trata de un modelo donde el
poder (cratos) está investido en la norma (nomos).
Han existido muchos modelos que se han calificado como Estado de Derecho
desde el siglo XVIII. Sin embargo, cuando se hace referencia al Estado de Derecho en los
sistemas de Derecho continental europeo, se hace referencia a un arquetipo nomocrático
determinado, un modelo de articulación del poder donde éste siempre se ejerce conforme
a la norma, por lo que no es propio que cualquier Estado con un ordenamiento jurídico
sea calificado como Estado de Derecho.
Ideas fuerza del Estado de Derecho continental europeo.
El Estado de Derecho en el sistema continental europeo debe cumplir al menos
con tres ideas fuerza, según García Pelayo:
1. La idea de que la dignidad y la libertad consustanciales del hombre es
incompatible con la sumisión de éste a otros hombres.
2. Solo el imperio de normas abstractas e impersonales garantiza un orden digno,
cierto y seguro de convivencia (deducción)
3. En el antagonismo entre el cratos y el nomos, el primero siempre ha de estar
sometido a la segunda.
NOTA: En ese conflicto o tensión permanente entre el poder y la norma, el primero
siempre debe someterse al Derecho. De lo contrario, no hay Estado de Derecho.
El Rule of Law and not of men.
Las tratadas anteriormente son notas que caracterizan al Estado de Derecho en el
sistema continental europeo debido a que la evolución del Estado de Derecho como
arquetipo nomocrático surge en Francia y Alemania, y luego se va expandiendo a los
distintos sistemas de Derecho continental europeo e Iberoamérica. Sin embargo, el
Derecho anglosajón tiene un paralelo: el Rule of Law (el Derecho de las leyes).
Ahora bien, este Rule of Law de igual forma es un arquetipos nomocrático y
contempla la sumisión del poder a la norma. Sin embargo, se produce a través de la
inducción y no de la deducción, es decir, del caso concreto.
Sin embargo, a lo largo del tiempo en el Rule of Law ha ganado peso la producción
deductiva del Derecho a través de la elaboración del acto legislativo emanado del
Parlamento; y en el Derecho continental europeo ha ganado peso la producción inductiva
del Derecho a través del precedente judicial obligatorio.
La evolución del Estado de Derecho, desde el estado de legalidad al estado
constitucional
Así, puede materializarse entonces una evolución del Estado Legal de Derecho
(Estado legal de la liberalidad) al Estado Constitucional (Estado social)
El Estado de Derecho, como arquetipo nomocrático, nace en los sistemas de
Derecho continental europeo con los procesos revolucionarios en Francia, Alemania y
Estados Unidos y los movimientos independentistas en la América española, con ocasión
de enfrentarse al sistema político del antiguo régimen de monarquía absolutista, que
violan garantías y derechos fundamentales manifestados en opresión, falta de libertades,
entre otras.
En este sentido, el estudio del Estado de Derecho y de su evolución, es el de la
lucha política, histórica y social por el afianzamiento de derechos fundamentales. Surge
para ponerle un límite al régimen monárquico absolutista.
Evolución del Estado Legal de Derecho (etapas):
1. Primera formulación histórico-política.
El Estado Legal de Derecho estuvo dirigido a enfrentarse a ese Estado absoluto,
monárquico y policía.
El Derecho estaba ordenado al cumplimiento de de valores y principios
provenientes de la razón que orientaban la regulación normativa. La figura central, en
este momento histórico, era el legislador, imperando el principio de la legalidad; la
Administración solamente se encargaba de una labor de beneficencia y el Juez no creaba
el Derecho, sino que simplemente era la boca de la Ley creada por el legislador.
2. Segunda formulación histórico-política.
El Estado de Derecho continuaba ordenado por valores provenientes de la razón,
pero la Administración comenzó a atender un conjunto de necesidades. Por lo que va
cambiando la opinión pública al crearse una conciencia colectiva sobre la labor de la
Administración Pública. La ley sigue estando referida a ciertos valores impersonales
compartidos por todos y caracterizadas por notas de discusión, generalidad, entre otras.
3. Tercera formulación histórico-política.
Está asociada directamente con el paradigma del positivismo jurídico, al punto de
que en este periodo histórico se entendía que ley era ley simplemente porque se trataba
de un acto jurídico del Parlamento, de una manifestación de voluntad de éste, disociado
totalmente de su posible contenido ontológico y de su referencia a valores compartidos
por la comunidad política, y donde no tenían sentido las notas de abstracción, de
generalidad y de discusión que sí informaban al acto legislativo en los periodos anteriores
del Estado Legal de Derecho, lo que justificó, desde la legalidad, las atrocidades
cometidas en las dos grandes guerras del siglo XX. Así estas notas distintivas del
principio de legalidad, propio de la última etapa de su formulación más rigurosa, suponía
el primado de la Ley respecto del resto de los actos normativos del Estado, la reserva
legal de la restricción de derechos fundamentales y, sobre todo, la articulación de una
competencia especializada dentro del Poder Judicial que estaría encargada del control de
la legalidad de la actuación de la Administración Pública (jurisdicción contencioso
administrativa).
Resumen del Estado Liberal (Estado Legal) según Martín Rizzo
 El reconocimiento de derechos de carácter civil y político.
 Un proceso de decodificación y la primacía del Derecho Privado sobre el Derecho
Público.
 Primacía del legislador sobre el resto de los actores del escenario político.
Evolución del Estado Social de Derecho.
A raíz de las atrocidades del siglo XX, justificadas por la teoría del positivismo
jurídico, el hombre cae en cuenta que el Derecho más que ser solo Ley positiva debe
estar dirigido a alcanzar ciertos valores compartidos por todos. Es en ese punto de
inflexión, a mediados del siglo XX, que ocurre el tránsito del Estado Liberal de Derecho al
Estado Social (del Estado Legal Legislativo de Derecho al Constitucional).
Las características fundamentales del Estado Social de Derecho son las
siguientes:
1. Reconocimiento de derechos económicos, sociales y culturales.
2. Complementariedad del principio formal de igualdad con el principio de
igualdad material.
Así, la complementariedad entre el principio de igualdad formal y el principio de
igualdad material viene dada por la exigencia social de reconocimiento de unos derechos
que habían sido negados anteriormente. De este modo, se afianza en la práctica
(igualdad material) el contenido del principio de igualdad formal antes reconocido, de
modo que las distinciones socioeconómicas no se conviertan en una traba para impedir
que todas las personas puedan desarrollar todas sus potencialidades intrínsecas.
Adicionalmente, estas garantías mínimas se aseguran al desplazar la confianza
social del legislador al administrador planificador: En el Estado Social, la Administración
Pública se convierte en un actor (ya no era la Administración atada de manos), lleva a
cabo políticas públicas orientadas al afianzamiento de estos nuevos derechos, de modo
que la confianza de la población se traslada del legislador a la Administración Pública.
Concepción del Estado de Bienestar.
Según Martín Rizzo, el Estado de Bienestar no es más que la acepción
típicamente mítica del Estado Social. Considera que su fundamento está en el mito del
buen Estado que puede garantizar y proteger los derechos de todos.
Ahora bien, en la actualidad el Estado realmente es burocrático y con un aparato
ineficiente, que no puede afianzar y satisfacer las necesidades impostergables de todas
las personas. Por ello, para Rizzo este Estado es de Malestar, pues existe un malestar
generalizado debido a que el Estado ha demostrado que es ineficaz en la labor de
atender, tutelar y afianzar los derechos y las necesidades de todas las personas.
Además de todo esto, Rizzo establece que el Estado de Malestar en el siglo XXI
está caracterizado por la pluralidad política, el reconocimiento general de los DDHH; y,
fundamentalmente, por el traslado de la confianza social hacia el Juez, originado por el
fracaso de la Administración Pública en la satisfacción de las necesidades de la población
El Estado Constitucional.
Para García Pelayo, el Estado Constitucional no es más que una evolución
histórica, la culminación evolutiva del Estado de Derecho propio del siglo XVIII,
desarrollando en el siglo XIX y XX. El Estado Constitucional, según García Pelayo, tiene
cinco notas distintivas resumibles en dos (más una adicional):
1. El reconocimiento del carácter normativo de la Constitución.
La Constitución es reconocida como una norma jurídica y, por tanto, se va a
traducir en el principio de la supremacía constitucionalidad, justificado en dos
composiciones básicas:
a) Supremacía política de la Constitución (punto de vista político). Norma
fundamental para todo el sistema político.
b) Supralegalidad (punto de vista jurídico). La Constitución está por encima de la Ley
y, por tanto, sus normas son supralegales.
Razones por la que todas las normas y actos del Estado deben ir en sintonía con la
Constitución, deben ser compatibles con ella so pena de nulidad.
Este principio de constitucionalidad se encuentra consagrado en el Art. 7 CRBV,el
cual coexiste y somete al principio de legalidad; siendo el legislador en realidad es el
primer intérprete de la constitución, pues desarrolla las disposiciones constitucionales
provenientes del pacto constituyente.
En este sentido, para tener un Estado Constitucional de Derecho no se requiere de
Constitución, puesto que el Estado Legal ya la tenía; sino que se requiere de una
Constitución que sea norma jurídica que pueda aplicarse de manera directa e inmediata, y
a la que esté sometida todo el ordenamiento jurídico y la actuación de los órganos y entes
del Estado.
2. Así como no puede existir Estado de Legalidad sin una jurisdicción
contencioso administrativa, así tampoco puede existir Estado Constitucional
sin una jurisdicción constitucional.
Por jurisdicción constitucional debe entenderse a una competencia especializada
dentro del Poder Judicial o fuera de él. Se requiere solo un Juez constitucional cargado
del conocimiento contencioso constitucional y, sobre todo, de tres funciones básicas:
 Del control de la constitucionalidad de las leyes y demás actos dictados en
ejecución directa e inmediata de la Constitución.
 De la tutela de los derechos fundamentales.
 De la resolución de conflictos verticales u horizontales entre los distintos Poderes
del Estado.
En la CRBV, el aspecto relativo a la jurisdicción constitucional se encuentra
consagrado en los Art. 334 – 335 CRBV. De acuerdo con el Art. 335 CRBV, es el Tribunal
Supremo de Justicia el máximo y último intérprete de la Constitución. Sucede que el TSJ
actúa a través de distintas Salas, las cuales son centro de imputación del TSJ (de acuerdo
con la teoría del órgano), es decir, imputan la voluntad al Tribunal Supremo de Justicia.
Ahora, la facultad interpretativa última dentro de la Constitución sólo la puede ejercer, de
acuerdo con la teoría del órgano, el Tribunal Supremo de Justicia a través de la Sala
Constitucional.
NOTA: El hecho de que el Tribunal Supremo de Justicia, por órgano de su Sala
Constitucional, tenga el monopolio interpretativo último implica que haya otros intérpretes.
Si hay una última interpretación es porque hay un elenco de intérpretes encargados de
velar por el sentido y alcance de las normas constitucionales.
Por otro lado, el mismo Art. 335 CRBV consagra la facultad de la Sala
Constitucional de establecer interpretaciones vinculantes (el principio del precedente
judicial obligatorio, propio de los sistemas del Common Law)
3. La recepción al más alto nivel normativo de valores y principios que van a
informar todo.
Los valores y principios van a informar tanto el desarrollo legislativo y sublegal
como la actuación de los órganos y entes del Poder Público, así como, inclusive, el
desarrollo de las relaciones intersubjetivas de todas las personas.
No es suficiente con tener una serie de derechos enunciados en el texto
constitucional, sino que hace falta que haya un conjunto de ideas de valor que pongan en
contacto la realidad normativa con ese sustrato desiderativo, ideológico y axiológico que
todos comparten cuando deciden vivir en sociedad.
La teoría tridimensional del Derecho postula que éste es un hecho histórico
cultural, pero que adicionalmente es producto de una relación dialéctica entre tres
elementos esenciales: hecho, valor y norma; los cuales están directamente relacionadas.
El Derecho no es más que vida humana objetivada con forma normativa que está dirigida
a alcanzar ciertos valores.
Comprendiendo esto, es fundamental que el Estado Constitucional se califique de
esta manera por la recepción de valores y principios, pues es lo que va a garantizar que la
norma positiva que responde a una realidad esté referida a valores, pues la norma
positiva es la encargada de garantizar la convivencia en dicha realidad social. Es la
referencia a los valores lo que afianza y asegura la legitimidad democrática de un
ordenamiento jurídico.
Este conjunto de valores y principios axiológicos se encuentran contenidos en los
Art. 2-3 CRBV. Estas son un código de valores que reciben al más alto nivel valores y
principios, con el propósito de que ellos informen y permeen toda la realidad normativa,
todo el orden jurídico desde el punto de vista del Derecho positivo.
Con esto, en Venezuela se tiene en definitiva un Estado Constitucional
Democrático:
DERECHOS HUMANOS, DERECHOS COSTITUCIONALES Y DERECHOS
FUNDAMENTALES.
Derechos Humanos.
Desde un punto de vista filosófico, Derechos Humanos no son más que aquellas
libertades fundamentales inherentes a la cualidad del acto de ser persona, a la dignidad
consustancial del ser humano o en definitiva a un sustrato de Derecho Natural.
Sin embargo, de un punto de vista técnico-normativo, formal, sobre todo se
emplea para designar aquellos derechos de la persona que son proclamados y protegidos
internacionalmente en cuerpos normativos, que forman parte, por tanto, del Derecho
Internacional Público.
Derechos constitucionales.
Desde su propia nomen iuris, esta noción hace referencia a aquellos derechos
subjetivos reconocidos y protegidos constitucionalmente en el marco de un Estado
determinado. Así, son todos los que están contemplados en la parte dogmática de la
Constitución del Estado de que se trate.
Derechos fundamentales.
La noción de derechos fundamentales comparte con la de Derechos Humanos un
sustrato filosófico, perspectiva desde la cual la denominación derechos fundamentales
designa a aquellos derechos derivados de la unidad de naturaleza del género humano,
aquellos derechos que son inherentes a la persona por el solo acto de ser persona. En
ese sentido, podría ser una expresión sinónima de Derechos Humanos en su acepción
filosófica.
Sin embargo, desde una perspectiva formal, sobre todo por este origen interno y
su posterior propagación, la noción de derechos fundamentales sobre todo tiene una
aceptación generalizada de protección de derechos de la persona en el ámbito interno de
los Estados democráticos, es decir, en el marco de la protección doméstica o interna de
los derechos derivados de la unidad de naturaleza del género humano.
Convivencia de estos términos.
Puede suceder que en el ámbito interno hayan derechos reconocidos y tutelados
constitucionalmente que, desde un punto de vista filosófico, no puedan considerarse como
derivados de la unidad de naturaleza del género humano. Estaríamos entonces en
presencia de derechos constitucionales que, por tanto, tienen la máxima jerarquía
normativa y el máximo nivel de protección normativa en el ámbito interno, pero que no
comparten esa justificación filosófica y, en consecuencia, no califican para ser tratados de
derechos humanose Si eso es así, tampoco pudiera decirse que ese derecho
constitucional sería un derecho fundamental porque, en realidad, para aludir a ese
sustrato filosófico al que refieren los derechos humanos pero a lo interno de un Estado, se
prefiere utilizar la expresión de derechos fundamentales.
Utilización de estos términos en personas jurídicas.
Los derechos constitucionales se les reconocen en la medida de lo posible,
tiempo son derechos fundamentales que se le reconocen a personas jurídicas, no podrían
entenderse como derechos fundamentales sino únicamente como derechos
constitucionales debido a que no les aplica la perspectiva filosófica que justifica su origen
en la unidad de naturaleza humana. Así pues, cuando se protegen derechos de la
persona jurídica se hace referencia únicamente, de entre estos tres términos, a la noción
de derechos constitucionales.
EL BLOQUE CONSTITUCIONAL DE DERECHOS HUMANOS.
La idea de la supraconstitucionalidad de los tratados internacionales.
Para evaluar este punto, debe partirse desde el contenido del Art. 23 CRBV.
Algunos autores consideran que, de acuerdo con esta disposición, estos tratados
pasarían a tener una jerarquía incluso supraconstitucional. Sin embargo, esto es absurdo
tomando en cuenta que si se define a la Constitución como la cúspide, la base hipotética
de toda producción normativa dentro de un ordenamiento jurídico determinado, entonces
por supuesto que no podría haber una norma que esté por encima de ella.
Los derechos humanos son hechos preconstitucionales, anteriores al
ordenamiento jurídico y que, por tanto, su fuerza normativa no deviene de la concesión
por parte de un Estado, sino que simplemente reconoce que estos derechos existen y que
existen por esa cualidad de ser persona porque se derivan de la unidad de naturaleza del
ser humano.
El bloque de constitucionalidad
Suerte de orden constitucional integrado no solo por el texto de la Constitución
propiamente, sino por otros actos constituyentes o leyes de carácter constitucional. En
Venezuela, el profesor Emersio Aponte sostiene que también existe una suerte de bloque
constitucional o bloque de constitucionalidad que tendría su fundamento normativo
básicamente en el Art. 23 CRBV.
La idea del bloque constitucional no es se encuentra regulada en la Ley, sino que
es una construcción dogmática que trata de explicar un fenómeno jurídico. Entonces, el
bloque constitucional de derechos humanos en Venezuela no es más que el cuerpo
normativo amplio integrado tanto por normas de origen interno como por normas de
origen internacional, ambas de rango constitucional, que reconoce y tutela derechos de la
persona.
Las normas constitucionales de origen interno no serían otras que aquellas
disposiciones contempladas en la Constitución; y las normas constitucionales de origen
internacional serían, según Aponte, los tratados, pactos y convenios internacionales
suscritos y ratificados por la República.
NOTA: En este sentido, los tratados no establecen normas supraconstitucionales, sino
que tienen jerarquía constitucional, expresamente reconocido de esta manera por el
constituyente. Esta jerarquía se traduce en entender que estos instrumentos, cuando han
sido suscritos y ratificados por Venezuela, pasan a formar parte del ordenamiento jurídico
interno con rango constitucional.
Ahora bien, la prevalencia de estos instrumentos, en la medida en la que resulten
más favorables que las normas establecidas en la Constitución, no más que la
consagración a nivel constitucional de un mecanismo de solución de conflictos ante
antinomia o choque entre normas, denominado cláusula pro homine o cláusula pro
persona; no una justificación de supraconstitucionalidad. Esta cláusula pro homine
establece que, frente a la colisión de dos normas de igual jerarquía, se aplica aquella que
sea más favorable al ejercicio del derecho.
La cláusula enunciativa de los derechos humanos.
El Art. 22 CRBV contiene lo que en doctrina se conoce como cláusula enunciativa
de los derechos humanos, cláusula abierta de derechos, disposición de derechos
implícita, entre otras denominaciones; las cuales aluden a la idea de que la protección
que brinda el ordenamiento jurídico venezolano a los derechos de la persona no se limita
a su reconocimiento expreso en la Constitución o en tratados internacionales, sino que
merecen igual protección y tutela constitucional aquellos derechos que, no estando
reconocidos expresamente en algún instrumento normativo interno o externo, deriven de
la unidad de naturaleza del género humano por lo que merecen igual tutela, siempre y
cuando se considere que sean inherentes a la persona.
El precedente constitucional.
Alude a una decisión judicial con carácter vinculante y que, por tanto, es fuente
formal de Derecho. En este caso, cuando la sentencia constitucional dictada por la Sala
Constitucional (como jurisdicción constitucional) está referida al contenido, interpretación
y extensión de derechos fundamentales; o incluso a reconocimiento de un derecho que
antes no tenía expresión directa en el Derecho Positivo pero que ahora está siendo
reconocido por un acto judicial (sentencia constitucional) sobre la base de una
interpretación de normas constitucionales; deben ser consideradas con un carácter
vinculante que pasa a integrar el bloque constitucional.
Puntualización: Elementos que integran el bloque constitucional de DDHH.
 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999.
 Tratados, pactos y convenios internacionales, suscritos y ratificados por
Venezuela.
 Instrumentos internacionales distintos a tratados, pactos y convenios que hayan
sido suscritos y ratificados por Venezuela.
 Derechos que no tengan reconocimiento expreso en la normativa nacional e
internacional, pero que sean inherentes a la unidad de naturaleza del ser humano.
 Precedentes judiciales de la Sala Constitucional que aluden al contenido esencial
mínimo o a la extensión de los derechos fundamentales expresamente
reconocidos (interpretación de normas constitucionales de derechos
fundamentales); o que reconozcan expresamente derechos anteriormente no
reconocidos en normas de Derecho Positivo de rango constitucional de orden
interno o internacional.

FENOMENOLOGÍA PROCESAL DEL AMPARO CONSTITUCIONAL.


Naturaleza del amparo constitucional.
Análisis del amparo en la Constitución.
El amparo se encuentra contemplado en el Art. 27 CRBV, donde el amparo
quedaría considerado como un derecho en Venezuela. Sin embargo, el mismo artículo lo
califica como un procedimiento y como una acción. Por lo que el argumento gramatical es
incapaz de describir la naturaleza jurídica del amparo constitucional.
El amparo como un derecho.
Brewer Carías plantea, por un lado, que el amparo es un mecanismo adjetivo y un
derecho fundamental a tener a disposición un medio judicial efectivo, rápido y eficaz de
protección reforzada de derechos fundamentales.
Si bien es cierto que debe privar la universalidad de los mecanismos procesales para la
protección de derechos fundamentales, ello no se justifica en la idea de la existencia de
un derecho de amparo, porque el proceso es un instrumento que está ordenado y
dispuesto en el Derecho objetivo para la tutela de los todos los derechos, fundamentales y
no fundamentale
Tomando en cuenta esto, no pudiera hablarse de un derecho a ser amparado que
sea distinto al derecho a la tutela judicial efectiva de todos los derechos. Por ende, el
amparo NO debe ser considerado como un derecho subjetivo.
El amparo como garantía.
El amparo constitucional, al menos en Venezuela, es una garantía. Por garantía, a
grandes rasgos, debe entenderse a un mecanismo para la protección de derechos. De
acuerdo con Bello Tabares, el amparo constitucional es una herramienta constitucional de
creación constitucional y aplicación procesal para la defensa de derechos fundamentales.
Entender que el amparo constitucional es una garantía o una herramienta
procesal, en definitiva, conduce a comprender también que es, en suma, un
procedimiento judicial (mecanismo procesal) ideado por el legislador para la defensa de
derechos fundamentales de forma reforzada.
NOTA: No es incompatible entonces entender que el amparo constitucional es tanto una
garantía como un procedimiento.
En este sentido, puede definirse al amparo como un procedimiento judicial,
especial y contencioso de tutela reforzada de derechos fundamentales. Especial, porque
es distinto al proceso de cognición común; contencioso, porque la estructura que ha sido
diseñada por el legislador en la ley especial y fijada por la Sala Constitucional en su
jurisprudencia constante, prevé la contención o la contienda entre los distintos sujetos
procesales dentro del procedimiento judicial de amparo; y de tutela reforzada de derechos
fundamentales porque su estructura está diseñada y las facultades que se le reconocen al
Juez han sido conferidas, con el propósito de tutelar tal situación de apremio que supone
la violación o amenaza de violación de un derecho o garantía constitucionalmente
protegida.
Como procedimiento judicial, el amparo constitucional forma parte de lo que la
doctrina conoce como tutela jurisdiccional diferenciada, específicamente dentro de los
procesos urgentes. En este sentido, el amparo sería una manifestación de la tutela
jurisdiccional diferenciada pero, específicamente, un tipo de proceso urgente.
NOTA: Los procesos urgentes son aquellas nuevas y diferenciadas técnicas que
responden a determinadas situaciones de urgencia donde el proceso de cognición común
resulta estructural y funcionalmente inadecuado.
En este proceso urgente se le da prevalencia al principio de celeridad, en vista la
situación, la cual conduce a postergar la bilateralidad y a reducir la cognición. Ésta es la
naturaleza del amparo constitucional en Venezuela: la de un proceso urgente que puede
ser definido como un procedimiento judicial, especial y contencioso, de tutela reforzada
de derechos fundamentales.
Ahora bien, que el amparo constitucional supone que debe iniciar siempre con una
pretensión procesal debido a que así lo establece el Art. 11 CPC, que es aplicable de
acuerdo con la cláusula de remisión supletoria contemplada en el Art. 48 LOADGC. Esto
no debe conducir a confundir al amparo con la institución de la pretensión procesal ni con
la acción procesal.
El amparo como pretensión y como acción.
El amparo no puede ser considerado como tal, pued la acción como tal NO es
susceptible de clasificaciones: es una sola, abstracta, y es el derecho de poner en
movimiento el aparato jurisdiccional del Estado; deslastrada totalmente del derecho
material.
Sin embargo, esto no quiere decir que también sea correcto establecer que el
amparo es una pretensión. Efectivamente, como todo procedimiento judicial debe iniciar
con ocasión a la postulación de una pretensión, que se puede postular sobre la base del
ejercicio del derecho de acción. Pero ello no puede llevar a interpretar que el fenómeno
del amparo constitucional pueda considerarse como una pretensión ontológicamente
diferenciada del resto de pretensiones que están dispuestas en el derecho sustantivo.
No obstante, perfectamente se puede utilizar la expresión “pretensión de amparo”
para aludir a la pretensión por la cual se inicia el procedimiento de amparo constitucional.
Pero utilizar dicha expresión no puede llevar a entender al amparo como una pretensión
procesal con características ontológicas determinadas.
El amparo como recurso.
El amparo constitucional SIEMPRE iniciará con una pretensión procesal. Incluso,
en el caso del amparo contra decisiones judiciales, contemplado en el Art. 4 LOADGC.
Esto es necesario tomarlo en cuenta al evaluar al amparo como un recurso.
Por recurso debe entenderse a un medio de impugnación pero, específicamente, a
una manifestación del control jurisdiccional endógeno. Por tanto, como recursos solo se
pueden impugnar actuaciones judiciales del Poder Judicial.
En el caso del amparo constitucional contra decisiones del Poder Judicial, hay que
aclara que no todo mecanismo de impugnación de decisiones judiciales es un recurso. El
recurso es un mecanismo de impugnación judicial concreto, con una serie de
características típicas de las cuales carece el amparo constitucional contra decisión
judicial.
En este sentido, si el amparo constitucional siempre iniciará con la proposición de
una pretensión, se excluye la posibilidad de que sea considerado como un recurso.
En el caso del amparo constitucional contra decisión judicial, no puede entenderse
que éste sea un recurso porque, al igual que cualquier otra de sus manifestaciones
(amparo autónomo, amparo contra actos administrativos, entre otros), supone el
nacimiento de un nuevo proceso distinto a aquel donde se observó la injuria
constitucional. El proceso de amparo no se puede entender como una instancia o un
grado de aquel dentro del cual se observa la injuria.
Conclusión.
En Venezuela, el amparo se manifiesta como un proceso urgente; como tal, trata
de un procedimiento especial y contencioso de tutela reforzada de derechos
fundamentales donde al Juez constitucional se le han facultado un conjunto de poderes
para hacer frente a esa situación de apremio que requiere de una actuación breve,
expedita y eficaz de la administración de justicia, con ocasión de la protección de un
derecho o garantía superior reconocida constitucionalmente.
En este sentido, pudiera ser entendido como una garantía: un proceso que, como
regla general, inicia siempre a instancia de parte en virtud del principio dispositivo (Art. 11
CPC aplicable con ocasión de la cláusula de remisión supletoria del Art. 48 LOADGC),
con ocasión de una pretensión procesal (que en sentido amplio puede calificarse de
pretensión de amparo pero que de un punto de vista técnico-formal carece de
características típicas que puedan distinguirlo ontológicamente del resto de pretensiones
procesales).
Tampoco trata de un recurso (ni siquiera en su modalidad de amparo contra
decisión judicial) porque supone el nacimiento de un proceso distinto a aquel donde se
produjo la violación o amenaza al derecho fundamental tutelado.
JUICIO DE ADMISIBILIDAD DEL AMPARO CONSTITUCIONAL.
Cuádruple función juzgadora.
De acuerdo con Ortiz Ortiz, el Juez en el proceso está llamado a realizar una
cuádruple función juzgadora. En este sentido, debe realizar, respecto de la pretensión: un
juicio de admisibilidad, un juicio de tramitabilidad, un juicio de procedencia y un juicio de
proponibilidad.
1. Juicio de admisibilidad.
Operación intelectual que realiza el Juez siempre al inicio del procedimiento,
respecto de la pretensión del actor, para confrontarla con el ordenamiento jurídico y
verificar si cumple con las condiciones mínimas necesarias para ser atendida y para que
la causa pueda seguir su curso.
El efecto de la admisibilidad es el de abrir la causa a la fase de conocimiento. En
esta etapa el Juez no evalúa el fondo de la causa
2. Juicio de procedencia.
El juicio de procedencia, desde un punto de vista formal, se realiza al final de la
fase de cognición (cuando la causa ya ha quedado vista para sentencia). Está referido a
la litis, es decir, a la pretensión del actor que ha sido resistida por el demandado y que
sobre la base de esa resistencia hay un conflicto (se ha trabado la litis).
Es un juicio de fondo, por lo que se examinan hechos y pruebas sobre la litis
trabada, teniendo en cuenta la pretensión jurídica del actor y sobre la resistencia del
demandado.
3. Juicio de tramitabilidad.
El juicio de tramitabilidad debe realizarse al principio del procedimiento, incluso
antes del de admisibilidad. Este juicio es netamente de carácter formal. Se distingue de la
admisibilidad debido a que
4. Juicio de proponibilidad.
El juicio de proponibilidad tiene la virtualidad de poder pronunciarse en cualquier
estado y grado del proceso, incluso en casación. Se entiende como un juicio de
procedencia en abstracto respecto solo de la pretensión jurídica del actor (pretensión
procesal). Refiere a la aptitud de ser proponible desde un punto de vista jurídico.
NOTA: A diferencia del juicio de procedencia, éste recae solo en la pretensión del actor
(no sobre la litis trabada).
Improcedencia in limine litis.
La improcedencia in limine litis técnicamente sería una inproponibilidad. Lo que la
Sala Constitucional llama de esta manera es, en definitiva, un juicio de fondo sobre la
pretensión del actor al margen del contradictorio, para desechar la cuestión sometida a su
consideración desde el inicio de la causa. Ello se aplica en vista de que no es que no
cumpla con las condiciones mínimas de atendibilidad, pero de sustanciar el proceso y aun
otorgándole la razón al demandante, su pretensión igualmente resultaría improcedente
por carecer de sentido.
Lo aplican en virtud de que no sería necesario en estos casos agotar todo el
debate procesal, prescindiendo de la celeridad y provocando un desgaste innecesario en
el aparato jurisdiccional, si ya se sabe desde un inicio que la pretensión no tiene sentido.
Parámetros del juicio de admisibilidad.
Las condiciones mínimas de atendibilidad, no solo para el procedimiento de
amparo constitucional sino que también para cualquier otra pretensión de Derecho Civil,
son los señalados en el Art. 341 CPC:
 No debe ser contraria al orden público.
 No debe ser contraria a las buenas costumbres.
 No debe ser contraria a alguna disposición expresa de la Ley.
Causas de no admitir.
A estos parámetros de admisibilidad mencionados anteriormente, deben serle
añadidos el contenido del Art. 6 LOADGC, el cual establece una serie de supuestos de
inadmisibilidad o causas de no admitir.
Primeros tres cardinales.
1. Cesación de la violación o amenaza.
2. Irrealizabilidad de la amenaza o de la violación.
3. Falta de aptitud de la situación constitucional lesionada para ser restituida.
Las primeras líneas de los Art. 2 – 5 LOADGC establecen ciertas situaciones de
donde el amparo resulta procedente:
 Artículo 2. Procede contra cualquier hecho, acto u omisión.
 Artículo 3. Procede contra la violación o amenaza de violación.
 Artículo 4. Procede cuando un Tribunal, actuando fuera de su competencia, dicta
una resolución o sentencia u ordene un acto que lesione un derecho
constitucional.
 Artículo 5. Procede contra todo acto administrativo: actuaciones materiales, vías
de hecho, abstenciones u omisiones que violen o amenacen violar un derecho o
una garantía constitucionales.
Para que una pretensión de amparo contra una violación proceda (parámetros del
juicio de procedencia), es necesario que dicha violación sea:
 Posible. De factible suceso.
 Cierta. Que no haya duda de su ocurrencia.
 Realizable. Que pueda ser ejecutada efectivamente por la persona que ostenta la
cualidad de agraviante en el proceso constitucional.
 Inmediata o inminente. Quw esté ocurriendo en ese momento o que, de no estar
ocurriendo, sus efectos sean actuales (que todavía persistan) o que esté próxima
a ocurrir.
Si estos son los parámetros del juicio de procedencia en materia de amparo
constitucional, entonces los tres primeros cardinales relativos a lo que la Ley señala
como causas de no admisibilidad del amparo constitucional básicamente hacen referencia
a las características fenoménicas de la violación o amenaza, en cuya virtud se aspira a
obtener una tutela jurisdiccional. En este sentido, al hacer referencia a estas
características fenoménicas, está referida a la cuestión de hecho y, al estar referida a la
cuestión de hecho, está referida al mismo tiempo a parámetros que deben ser utilizados
para el juicio de procedencia, no de admisibilidad.
Si eso es así, no tiene sentido requerir en un juicio de admisibilidad (que se realiza
in limine litis) cuestiones de fondo que deben ser objeto de un debate probatorio. Así,
primero debería dársele la posibilidad a la persona demandada de poder apersonarse en
el proceso, ejercer su resistencia, conducir al proceso hechos y desarrollar su actividad
probatoria para poder debatir los hechos y sus consecuencias jurídicas que hayan sido
señaladas por el actor en su demanda. Resulta completamente ilógico que cuestiones
referidas a los hechos, que deban ser objeto de prueba en audiencia, sean utilizados
como parámetros de un juicio que, por definición, debe realizarse al margen del litigio, al
inicio, por cuestiones de atendibilidad mínima que permitan abrir al proceso a la fase de
conocimiento.
Cardinal cuatro – La caducidad del amparo.
El hecho hipotético previsto en el Art. 6 (4) LOADGC alude a la existencia de un
plazo de caducidad de seis meses. La norma contempla una presunción iure et de iure de
acuerdo con la cual, transcurrido dicho plazo de seis meses desde la ocurrencia del hecho
supuestamente lesivo, sin que se haya intentado la pretensión de amparo, pues entonces
se entiende que el presunto agraviado ha consentido ese escenario de infracción del
orden constitucional.
En pricipio, hay una suerte de confrontación entre el plazo de caducidad del Art. 6
(4) LOADGC, y característica de que los derechos fundamentales son irrenunciables,
pues no poder satisfacer o tutelar el derecho es como no tenerlo.
Igualmente, el planteamiento que pareciera más sólido viene dado por una
interpretación del Art. 29 CRBV, en virtud del cual “las acciones para sancionar los delitos
de lesa humanidad, violaciones graves a los derechos humanos y los crímenes de guerra,
son imprescriptibles”. En este sentido, sobre la base del principio de progresividad en
materia de DDHH, contemplado en el Art. 19 CRBV, y de acuerdo con una técnica de
interpretación evolutiva de la norma, podría entenderse que lo que el constituyente quiso
decir es que las pretensiones dirigidas a sancionar los delitos de lesa humanidad, las
violaciones graves a los derechos humanos y los crímenes de guerra, no caducan; y que
la obligación del Estado de investigar, sancionar y reparar las violaciones graves a los
derechos humanos, no prescriben.
Si eso es así, y si las pretensiones dirigidas a sancionar violaciones graves a los
derechos humanos no caducan, desde luego que debería concluirse que el plazo de
caducidad contemplado en el Art. 6 (4) LOADGC es inconstitucional .
Debe acotarse que, a pesar de todo lo establecido anteriormente, la Sala
Constitucional entiende que el plazo de caducidad antes mencionado es compatible con la
Constitución y solo ha establecido dos excepciones a dicho plazo de caducidad:
a) Cuando se afecte el orden público o las buenas costumbres (argumento legal).
En este sentido, la Sala señala que se entenderá que existe una violación al orden
público y a las buenas costumbres, en el contexto de la excepción al plazo de caducidad,
cuando la violación trascienda los intereses de los accionantes y afecte a un grupo de la
colectividad o el interés general; o cuando sea de tal magnitud que infrinja los principios
que inspiran el ordenamiento jurídico.
b) Omisiones de pronunciamiento de la administración de justicia (argumento
jurisprudencial).
Por omisión de pronunciamiento debe entenderse a aquella situación donde la
administración de justicia no se pronuncia, no actúa, no dicta una decisión a la que está
llamada; en un término o plazo legalmente establecida. Esta situación infringe una serie
de derechos fundamentales (por ejemplo, el derecho a ser juzgado en un plazo
razonable).
c) *Cualquier situación permanente que lesione derechos fundamentales*.
Con base al argumento de la Sala acerca de la permanencia de las omisiones de
pronunciamiento como causa para considerarlas como excepciones al plazo de
caducidad, puede extraerse una máxima y deducirse que cualquier situación de carácter
permanente que lesione derechos fundamentales supone una excepción al plazo de
caducidad. Mientras que la lesión sea actual y sea de carácter permanente, podría
alegarse que trataría de una excepción legítima al plazo de caducidad del Art. 6 (4)
LOADGC.
Cardinal cinco – Agotamiento de la vía judicial preestablecida / carácter sucedáneo
del amparo constitucional.
La norma establece que no se admitirá la acción de amparo cuando el agraviado
haya optado por los mecanismos judiciales preestablecidos. Ello supone, de acuerdo con
una interpretación exegética de la disposición, que en principio tiene derecho de optar
entre recurrir a una vía o a la otra (al amparo o a la vía judicial preestablecida).
La Sala Constitucional, desde su primera jurisprudencia, ha matizado la regla del
agotamiento de la vía jurisdiccional preestablecida y ha dicho que, en principio, el
agraviado debe acudir a los mecanismos judiciales preestablecidos (ordinarios y
extraordinarios), pero que ello no siempre es necesario. Puede acudir directamente a la
vía procesal del amparo constitucional cuando los mecanismos judiciales preexistentes no
son breves, expeditos ni eficaces. Esto es el carácter sucedáneo del amparo
constitucional.
En este sentido, el carácter sucedáneo del amparo constitucional supone que no
tiene por qué agotarse la vía judicial preestablecida cuando ésta no es breve, no es
expedita y no es eficaz, y por tanto resulta no idónea para tutelar la situación jurídica
constitucional lesionada o amenazada de lesión; y, por tanto, puede acudirse
directamente a la vía procesal del amparo constitucional para aspirar a la tutela que ella
promete.
Cardinal seis – Decisiones emanadas del Tribunal Supremo de Justicia.
Debe recordarse que el Tribunal Supremo de Justicia actúa por Salas. Cada una
de ellas, de acuerdo con la teoría del órgano, es un centro de imputación porque imputa al
ente, voluntad. En este sentido, cada Sala actúa como Tribunal Supremo de Justicia. Si
ello es así, cada Sala estaría situada paritariamente en el último grado de jurisdicción y,
por tanto, tienen la misma jerarquía.
En este sentido, al tener la misma jerarquía carecerían de competencia funcional
en razón del grado para conocer de un amparo contra sentencia de una decisión
emanada de otra Sala del Tribunal Supremo de Justicia porque, de acuerdo con el Art. 4
LOADGC, el Juez competente para conocer del amparo contra sentencia es el jerárquico
superior en sentido funciona
Cardinal siete – Suspensión de derechos y garantías.
En principio, el amparo constitucional como garantía de derechos fundamentales,
de acuerdo con el Art. 27 CRBV, NO puede ser sujeto a suspensión o restricción en el
marco de estados de excepción.
Ahora bien, el amparo sería inadmisible en el marco de un estado de excepción
cuando verse sobre la lesión o amenaza de lesión de un derecho o garantía fundamental
que haya sido restringida en el decreto de restricción.
Sucede también que en doctrina existe el llamado núcleo de los derechos
humanos, el cual consta de un conjunto de derechos humanos intangibles que están
contemplados en el Art. 337 CRBV, que ni siquiera en estados de excepción pueden ser
restringidos. Entiéndase por éstos: las referidas a la vida, prohibición de incomunicación o
tortura, el derecho al debido proceso, el derecho a la información y los demás derechos
humanos intangibles.
Operatividad ante suspensión.
El Art. 337 CRBV trata sobre restricción, a diferencia del Art. 6 LOADGC que hace
referencia a la suspensión.
La suspensión supone que se priva temporalmente, en el marco del estado de
excepción, del ejercicio del derecho. Restringir implica limitar el ejercicio de un derecho,
siempre que no afecte su núcleo (puesto que, de hacerlo, sería irrealizable su ejercicio).
Así, en el marco de un estado de excepción en Venezuela, pudiera afectarse la periferia
de la esfera del derecho pero sin violar la garantía del contenido esencial mínimo del
derecho. Así, cuando lo que se hace es suspender y no restringir, la vía del amparo es
operativa, aun cuando no forme parte del núcleo de los derechos humanos.
Operatividad ante restricción de derechos humanos intangibles.
Adicionalmente, ni siquiera podrá restringirse una serie de derechos humanos
intangibles. Si están restringidos en el decreto y la Sala no actuó en su labor de control de
la constitucionalidad, quedaría operativa la vía del amparo para garantizar la tutela de
estos derechos fundamentales, puesto que la propia constitución señala que no pueden
ser objeto de restricción.
El Art. 337 CRBV trata una serie de disposición de derechos implícitos de
derechos intangibles. Otorga un catálogo, pero brinda la posibilidad de que otros
derechos humanos que no estén expresamente contemplados pero que cumplan con esta
condición de intangibilidad en esta disposición puedan también no ser susceptibles de
restricción en el marco de un estado de excepción.
Cardinal ocho – Litispendencia constitucional.
Esta causa de no admitir hace referencia al fenómeno procesal de la
litispendencia, entendiendo a ésta como la proposición en dos procesos distintos de la
misma pretensión. Esto es, dos aspiraciones de tutela que guarden una relación de
identidad lógica entre sus tres elementos orgánicos: sujeto, título y causa.
En el proceso del amparo constitucional, el legislador lo ha contemplado como una
causa de no admitir, por lo que debe emitirse un pronunciamiento al inicio del
procedimiento. El efecto jurídico que genera es la imposibilidad de permitir la apertura de
la fase de conocimiento, lo que supone también la extinción del proceso.
No existe ningún tipo de problema con que se tome a la litispendencia como una
causa de no admitir. Debe tomarse en cuenta que la litispendencia alude a una condición
objetiva de atendibilidad, en ella está interesado el orden público por dos motivos:
primero, porque constituye una causa modificadora de la competencia; segundo, podría
dar lugar a sentencias contradictorias (comporta sentencias inejecutables).
Conclusión: Parámetros del juicio de admisibilidad.
 Los parámetros contenidos en el Art. 341 CPC (no ser contrario al orden público,
las buenas costumbres o la Ley).
 Lapso de caducidad de seis meses (salvo excepciones).
 Agotamiento de la vía judicial preestablecida (mecanismos ordinarios y
extraordinarios); salvo que sea inidónea en el caso concreto para la tutela del
derecho o garantía (carácter sucedáneo del amparo constitucional).
 Que no atente contra decisiones emanadas de alguna Sala del Tribunal Supremo
de Justicia.
 En estados de excepción, que la lesión o amenaza no versen sobre derechos o
garantías restringidos en el decreto de restricción; que el derecho o garantía haya
sido suspendida; o que se trate de algún derecho humano intangible.
 No incurrir en litispendencia.

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