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DIENDO EL INFINITO
Comité de Selección
Coordinadora
María del Carmen Farías R.
SECCIÓN DE OBRAS DE CIENCIA y TECNOLOGÍA
COMPRENDIENDO EL INFINITO
Traducción:
ESTEBAN TORRES A LEXANDER
Revisión técnica:
DR. CARLOS ÁLVAREZ
Comprendiendo '
el infinito
MÉXICO
Primera edición en inglés, 1994
Primera edición en español, 2005
Lavine, Shaughan
Comprendiendo el infinito / Shaughan Lavine. - 1a ed.
- México: FCE, 2005
384 p. ; 23 X 17 cm - (Colee. Sección de Obras de Cien-
cia y Tecnología)
Título original Understanding the Infinite
ISBN 968-16-7510-X
Título original:
Understandilig ¡he lnfinitti
Publicado por , »
H arvard Universi~~~f.~s*
Copyright © 1994; ~.(,eSid~rit a.Ild Fellows of Harvard College
ISBN 968-16-7510-X
Impreso en México • Printed in Mexico
ÍNDICE
PREFACIO 9
I. INTRODUCCIÓN 11
1I. EL INFINITO, ASIDUO PRETENDIENTE DE LAS MATEMÁTICAS 22
1. Longitudes inconmensurables, números irracionales 23
2. Newton y Leibniz . . . . . . 26
3. Sigue adelante y la fe vendrá a ti 34
4. Las cuerdas vibrantes 38
5. El desdén por el infinito 44
6. La aceptación del infinito 50
1II. CONJUNTOS DE PUNTOS . 56
1. Magnitudes infinitas 56
2. Órdenes infinitos 58
3. Integración . . . . 63
4. Absoluto versus transfinito 66
5. Paradojas ..... 72
IV. ¿QuÉ SON LOS CONJUNTOS? 78
1. Russell . . 78
2. Cantor . . 91
3. Apéndice A 115
4. Apéndice B 115
V. AxIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS 119
1. El axioma de elección . . . . . . . 119
2. El axioma de reemplazo . . . . . . 136
3. El estar definido y la paradoja de Skolem 141
4. Zermelo . . . . . . . . . . 153
5. Sigue adelante y la fe vendrá a ti 161
VI. EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO 175
1. ¿Qué sabemos? . . . . 175
2. ¿Qué podemos saber? 184
3. Yendo de aquí para allá 203
4. Apéndice . 228
VII. SALTOS DE FE 238
1. La intuición 238
7
8 ÍNDICE
2. La física . . . . . . 243
3. La modalidad . . . . 246
4. La lógica de segundo orden 250
VIII. DE AQuí AL INFINITO . . . . . 268
1. ¿Quién necesita la autoevidencia? 268
2. Imaginando el infinito . . . . . 274
3. Las matemáticas finitas de lo indefinidamente grande 297
4. La teoría de los zillions 317
IX. EXTRAPOLACIONES 339
1. Modelos n aturales ·\ 339
2. Muchos modelos 344
3. ¿Un modelo o muchos? Conj untos y clases 346
4~ Axiomas naturales . . . . . . . . . . 351
5. Reconsideraciones : . . . . . . . . . 354
6. Variables esquemáticas y generalizables 357
BIBLIOGRAFÍA . . 361
ÍNDICE ANALÍTICO 381
PREFACIO
EN LA SEGUNDA MITAD del siglo XIX, Georg Cantor introdujo el infinito a las
matemáticas . El infinito cantoriano ha sido uno de los principales nu-
trientes del asombroso florecimiento de las matemáticas en el siglo xx, y
pese a ello continúa siendo algo misterioso y mal comprendido.
En algún momento de la década de 1870, Cantor se dio cuenta de que
los conjuntos -es decir, las colecciones que en cierto sentido siempre
habían formado parte de las matemáticas- eran dignos de estudio por
derecho propio. Por ello, desarrolló una teoría acerca del tamaño de las
colecciones infinitas y una aritmética infinita que sirviera como generali-
zación de la aritmética ordinaria. Generalizó su teor ía de conjuntos de
tal manera que incluyera la totalidad de las matemáticas, y esta teoría se
volvió así crucial tanto para las matemáticas como para la filosofía de las
matemáticas. Desafortunadamente, Cantor procedió de manera ingenua,
como él mismo reconoció y Cesare Burali-Forti vio a finales del siglo XIX
y Bertand Russell a comienzos del siglo xx. Su teoría de conjuntos sim-
ple y elegante era inconsistente: estaba sujeta a paradojas.
Desde el descubrimiento de dichas paradojas, la historia de la teoría
de conjuntos ha sido una cadena de intentos para salvar lo más posible a
la sencilla teoría original de Cantor. Se han desarrollado algunos siste-
mas formales de axiomas para codificar una parte un tanto arbitraria-
mente restringida de la teoría original de Cantor, los cuales tienen dos
virtudes: permiten la reconstrucción de buena parte del trabajo positivo
aportado por Cantor y, se espera, son consistentes. Estas teorías axiomá-
ticas han sido formuladas para evitar al menos las fallas conocidas; sin
embargo, involucran ciertos rasgos no deseables. En primer lugar, el
axioma de elección forma parte de las teorías no tanto porque parezca
cierto -cuando mucho resulta controvertido-, sino porque parece
necesario para llegara los resultados deseados. En segundo lugar, pues-
to que la actual teoría de conjuntos es una teoría ad hoc -resultado de la
retirada ante el desastre-, no podemos esperar que corresponda de
manera simple a nuestras intuiciones no educadas acerca de las colec-
ciones; fueron ellas las que en primer lugar metieron en problemas a
Cantor.
No podemos depender otra vez de nuestras intuiciones. Los axiomas
fundamentales de las matemáticas -los de la teoría de conjuntos que
constituye su base moderna- están, en gran medida, determinados
11
12 INTRODUCCIÓN
puede implicar cuando m ucho una porción finita de esta estructura. Pero en
tal caso yo también podría establecer una r elación con cualquiera de una mul-
titud de otras estructuras que coinciden con la jerarquía estándar sólo en la
minúscula porción finita que yo he logrado comprender [Maddy, 1990, p. 79].
recer los orígenes de nuestros axiomas puede ayudar a sugerir más axio-
mas o a decidir adecuadamente entre los que ya han sido propuestos.
Esto es importante tanto por razones matemáticas como porque el haber
perdido la esperanza de encontrar nuevos axiomas se ha vuelto en sí una
fuente de escepticismo acerca de la teoría matemática del infinito.
El aparente problema de explicar el infinito matemático condujo a la
escisión entre los filósofos que comento en el capítulo VI, y aquellos de
los que se habla en el capítulo VII. Actualmente cada lado parece estar
en un concilio de desesperación. El impasse resultante ha tenido reper-
cusiones más allá de la filosofía de las matemáticas: ha afectado a todas
las teorías epistemológicas modernas.
En el capítulo VIII propongo que la fuente de nuestras intuiciones en
relación con el infinito cantoriano es la experiencia de lo indefinidamen-
te grande, es decir que nuestra imagen de lo que representan los puntos
suspensivos surge de nuestra idea de seguir mucho más allá de adonde
hemos llegado: continuar indefinidamente. La propuesta podría tener
cierta plausibilidad por el hecho de que los niños pasan por una etapa en
la que piensan que el infinito no es más que lo indefinidamente grande.
Esta propuesta no tiene nada de nuevo, pero yo presento una argumen-
tación sustancialmente nueva para ella, haciendo uso de la teoría matemá-
tica de lo indefinidamente grande desarrollada por Jan Mycielski. Con el
fin de demostrar que la teoría puede servir como un conjunto de leyes
del origen histórico y psicológico de nuestras intuiciones concernientes
al infinito, es necesario demostrar cuatro cosas: 1) que la teoría no
presupone el infinito, y por tanto es adecuada en principio para ser una
fuente de intuiciones acerca del infinito en la que no se presupone lo que
se va a explicar; 2) que la teoría formaliza la experiencia ordinaria de lo
indefinidamente grande y es por tanto una reconstrucción de las intui-
ciones que tenemos, un hecho psicológico real; 3) que no conduce a la
teoría de conjuntos, y que por tanto es suficientemente rica para explicar
lo que nos hemos propuesto explicar, y 4) que es totalmente coherente
con el verdadero desarrollo de la teoría de conjuntos, y que por tanto
puede ser utilizada para representar las intuiciones que desempeñaron
un papel histórico real.
Para demostrar lo primero -que no presupone el infinito-, es necesa-
rio presentar la teoría de tal manera que no involucre un compromiso
con el infinito. Esto se hace utilizando esquemas. Como una ventaja adi-
cional, esta presentación muestra, utilizando el trabajo matemático de
Mycielski, que la teoría nos permite proporcionar una contraparte de las
matemáticas conjuntistas ordinarias que no involucra compromiso algu-
no con el infinito.
Para argumentar en favor de lo segundo -que la teoría es una codifi-
INTRODUCCIÓN 21
" ... PERO, YA A PARTIR DE LA MERA NATURALEZA del número irracional, pare-
ce necesario comprender plenamente el infinito matemático antes de
que sea posible una adecuada teoría de los números irracionales". La
apelación a clases infinitas es obvia en la definición de cortaduras de
Dedekind. Pero tales clases conducen a serias dificultades lógicas.
Depende del nivel de sofisticación del matemático el que considere
estas dificultades como relevantes o sin consecuencias para el desarrollo
consistente de las matemáticas. El analista valiente sigue adelante con
osadía, colocando una torre de Babel encima de otra y confiando en que
ningún iracundo dios de la razón lo confundirá a él junto con todas sus
obras; mientras que el lógico crítico, que mira cínicamente los cimientos
del imponente rascacielos de su hermano, hace un rápido cálculo mental
para predecir la fecha del colapso. Entretanto, todos estamos atareados
y todos parecemos estar divirtiéndonos. Sin embargo, la siguiente con-
clusión parece ineludible: sin una teoría consistente del infinito matemá-
tico no hay teoría de los números irracionales; sin una teoría de los
números irracionales no hay análisis matemático de ninguna clase, ni
siquiera alguno que remotamente se parezca al que actualmente
tenemos; y para finalizar, sin el análisis la mayor parte de las matemáti-
cas -incluyendo a la geometría y a la mayoría de las matemáticas apli-
cadas- dejarían de existir tal como las conocemos actualmente.
Por lo tanto, la empresa más importante que enfrentan los matemáti-
cos es al parecer la construcción de una teoría satisfactoria del infinito.
22
EL INFINITO, ASIDUO PRETENDIENTE DE LAS MATEMÁTICAS 23
to Modern Times (1972), y en los artículos de From the Calculus to Set Theory, compilado por
I. Grattan-Guiness (1980b). Mi análisis del desarrollo del cálculo estuvo muy influido por el
libro de Philip Kitcher The Nature ofMathematical Knowledge (1983). También he hecho
uso de la obra History of Mathematics, de Florian Cajori (1985), y de A Concise History of
Mathematics, de Dirk J. Struik (1987). Otros trabajos históricos especializados que cito en
el texto cuando es necesario han servido como útiles correctivos.
24 EL INFINITO, ASIDUO PRETENDIENTE DE LAS MATEMÁTICAS
Puesto que cuando se prueban figuras geométricas [ ... ] los números irraciona-
les [ ... ] prueban exactamente aquellas cosas que los números racionales no
podrían probar [ ... ] nos sentimos motivados y compelidos a afirmar que éstos
realmente son números. Por el contrario, otras consideraciones nos compelen
a negar que los números irracionales sean en realidad números. Así, cuando
buscamos (darles una representación decimal) [ ... ] encontramos que huyen
perpetuamente, por lo que ninguno de ellos puede ser aprehendido con preci-
sión en sí mismo [ ... ] No se puede llamar número a un ente que carece de pre-
cisión [ ... ] Por tanto, de la misma manera que un número infinito no es un
número, un irracional tampoco es un verdadero riúmero, y se oculta en una
especie de nube de infinito [Kline, 1972, p. 251].
Los lazos con la geometría continuaron siendo fuertes. Stifel decía que
"ir más allá del cubo, como si hubiera más de tres dimensiones ... es con-
tra natura" (Kline, 1972, p. 279). En la obra Regulae ad Directionem Inge-
nii (ca. 1628) René Descartes dio cabida explícitamente a los números
irracionales en el caso de las magnitudes continuas. En 1637 Descartes
tomó el producto de la multiplicación de longitudes como otra longitud,
no como un área, y consideró que los polinomios determinaban curvas
(Descartes, 1954; Grosholz, 1980; y Mahoney, 1973). Newton introdujo el
número como "la razón abstraída de cualquier cantidad a otra cantidad
de la misma clase", incluyendo las razones inconmensurables; también
introdujo la multiplicación, la división y las raíces en términos de razo-
nes en sus cátedras universitarias, las cuales fueron publicadas en 1707,
bajo el título de Arithmetica universalis sive de compositione et resolutio-
ne arithmetica liber (Whiteside, 1967, vol. 2, p. 7).
Hasta aquí hemos estado considerando a la geometría de las líneas
rectas (y de los rectángulos, etc.) y sus magnitudes. Ahora abordaremos
la geometría de. las curvas y de las áreas que éstas acotan. En este caso
también fue Eudoxo quien realizó el trabajo básico que Euclides incor-
poró en los Elementos (libro XII). Arquímedes todavía fue más lejos e
incorporó lo que denominó el método de exhaución. Este método conti-
nuó siendo el único plenamente desarrollado y justificado para el cálculo
de áreas y volúmenes hasta el siglo XIX; sin embargo, sus detalles no son
prioritarios para nuestra historia.
2. NEWTON y LEIBNIZ
2 A partir de entonces, la historia del análisis depende mucho de las ideas actuales
acerca de los infinitesimales, sobre los cuales hablaré más ampliamente en el apartado
VIII. 3 . Estas ideas se utilizan para juzgar cuáles argumentos se pueden reconstruir razona-
blemente bien en términos modernos, y por lo tanto pueden ser considerados correctos y
cuáles no.
28 EL INFINITO, ASIDUO PRETENDIENTE DE LAS MATEMÁTICAS
v
y
z
3 He aquí todo lo que se necesita saber acerca del teorema fundamental del cálculo. He
omitido las indicaciones para manipular valores negativos puesto que estos detalles no son
relevantes para nuestra historia. También he omitido importantes restricciones a la aplica-
bilidad del teorema, las cuales estaban muy lejos de haber sido desarrolladas en tiempos de
Newton y Leibniz. La diferenciación es, a grandes rasgos, la operación que lleva una fun-
ción f a la función g que grafica la pendiente; o, de manera equivalente, la razón de cambio
de f(es decir, g(x) es la pendiente de f en x o la razón de cambio de f en x si consideramos a
x como la representación del tiempo). La integración es, a grandes rasgos, la operación que
EL INFINITO, ASIDUO PRETENDIENTE DE LAS MATEMÁTICAS 29
lleva una [unción f a la función g que grafica el área bajo f (es decir, g(x) es el área bajo la
gráfica de f entre O y x). El teorema fundamental del cálculo establece que la integración y
la diferenciación son operaciones inversas, lo que significa que si g es la integral de f:
entonces fes la derivada de g.
30 EL INFINITO, ASIDUO PRETENDIENTE DE LAS MATEMÁTICAS
0, 1, 2, 3,
1, 1, 1,
0, 0,
0, 1, 4, 9, 16,
1, 3, 5, 7,
2, 2, 2,
0, 0,
A B
diverge cuando x = 2, por lo que no tiene valor; pero para x = 1/2, se con-
vierte en
1 1 1 ...
-+-+-+
2 4 8 '
Euler investigó las sumas infinitas en la década de 1730. Para ilustrar las
dificultades que causan tales series daré dos ejemplos que utilizó. La di-
visión formal de polinomios -el procedimiento que se enseña en la
escuela secundaria- produce:
1
----"-- = 1 - 2x + 3X2 - 4x 3 + ....
(1 + X)2
En tanto que:
_1_ = 1 + x + X2 + x 3 + ...
l-x
00=1+2+3+4+···
-1=1+2+4+8+···
La serie para -1 es, término a término, mayor o igual que la serie para
y es todavía mayor después de los primeros dos términos. Por tanto,
00,
en algún lugar ubicado entre los números positivos y los negativos. Tam-
bién asignó un valor de -1 ax para la serie l/(1-x), para obtener:
1
-=1-1+1-1+···
2 '
6 Bernard Nieuwentijdt hizo críticas similares al cálculo cuarenta años antes. Sus críti-
cas fueron ampliamente leídas, e incluso provocaron una réplica de Leibniz. Véase el apar-
tado VIII.3, en donde aparece una discusión más amplia de esto. Véase también Mancosu,
1989, para mayor información sobre otras críticas tempranas al cálculo.
36 EL INFINITO, ASIDUO PRETENDIENTE DE LAS MATEMÁTICAS
Después continúa:
Nada es más fácil que inventar expresiones o notaciones para las fluxiones y
los infinitesimales del primero, segundo, tercero o cuarto orden y subsiguien-
tes [ ... ]. Pero si COlTemos el velo y miramos debajo, si hacemos a un lado las
expreslones y nos ponemos a considerar atentamente las cosas que se supone
están expresadas allí, descubriremos mucha vacuidad, oscuridad y confusión,
y, si no me equivoco, imposibilidades y contradicciones. [Berkeley, 1734,
p.69.]
finalmente concluye:
En todo esto, el objetivo final del autor [Newton] es muy claro, pero sus princi-
pios son oscuros. [Berkeley, 1734, p. 94.]
No hay duda de que toda cantidad puede ser disminuida hasta que se desvane-
ce y desaparece completamente. Pero una cantidad infinitamente pequeña no
es otra cosa que una cantidad evanescente y por tanto es igual a cero. [Institu-
tiones, 1755. Véase también Kline, 1972, p. 429.]
Después continúa explicando cómo dy/dx, que era O/0, podía tener un
valor definido. Así estaban las cosas en aquellos años. La cita anterior
fue tomada de uno de los textos de Euler, el cual tuvo una tremenda in-
fluencia positiva en la organización del análisis para convertirlo en un
estudio coherente de las expresiones analíticas (Bos, 1980, pp. 53 y 76).
La completa falta de rigor llegó a ser considerada una virtud, como
puede apreciarse a continuación:
Pero las cosas han cambiado. Todo razonamiento preocupado por lo que el
sentido común conoce por anticipado sólo sirve para ocultar la verdad y para
fastidiar al lector, por lo que actualmente no se toma en cuenta. [Alexis Claude
Clairaut, Eléments de géométrie, 1741. Véase también Kline, 1972, p. 619.]
La actitud de Clairaut era muy común en esa época. Sin embargo, hu-
bo varios intentos para dar un desarrollo más adecuado al cálculo. Estos
intentos fueron motivados por algunos problemas matemáticos particu-
lares -no por el deseo de probar lo obvio más cuidadosamente-o Los tex-
tos de Euler enfatizaban los "coeficientes diferenciales", los cuales son
las derivadas que finalmente reemplazaron a las diferenciales como base
38 EL INFINITO, ASIDUO PRETENDIENTE DE LAS MATEMÁTICAS
del análisis (Bos, 1980, p. 74). Jean Le Rond D'Alembert y Benjamin Ro-
bins, como Wallis poco menos de un siglo antes, enfatizaron los límites
(Bos, 1980, p. 91). D'Alembert decía que "la teoría de los límites es la ver-
dadera metafísica del cálculo"; sin embargo, realmente nunca elaboró una
presentación del cálculo sobre esta base; de hecho, es probable que no
hubiera podido hacerlo, puesto que él, como Robins, tomaba en conside-
ración a los límites de las variables (cantidades variables), pero no a los
límites de las funciones con una variable independiente específica (Bos,
1980, p. 92). En ausencia de una correcta presentación, se cuenta que en
una ocasión dijo: "Allez en avant, et la foi vous viendra" ("sigue adelante y
la fe vendrá a ti").
cas; pero las que sí pueden ser representadas de este modo incluyen fun-
ciones mucho más extrañas de lo que cualquiera hubiera pensado que
fuera posible.
La solución general de D'Alembert para el problema de la cuerda vi-
brante requería que la curva inicial de la cuerda fuera periódica, es decir,
que se repitiera una y otra vez la misma forma que tenía sobre una longi-
tud de cuerda. Por lo tanto, D'Alembert requería que la posición inicial de
la cuerda fuera una expresión analítica periódica. Esto constituía una
sustancial restricción a las posiciones iniciales permitidas de la cuerda:
no se podía comenzar con la cuerda en cualquier configuración arbitra-
ria, sino sólo en una posición dada por una expresión analítica periódica.
Poco después de conocer el trabajo de D'Alembert, Euler escribió un
texto, publicado en 1748 (Kline, 1972, p. 505), en el que permitió que la
función inicial que describe la posición de la cuerda fuera cualquier fun-
ción (que cumpliera algunas otras restricciones que omito en este libro)
en un intervalo. Aseguró la periodicidad de la función simplemente
duplicando sus valores fuera de ese intervalo. En sus extremos la función
tenía que ser cero debido a que la cuerda estaba fija en sus extremos; así,
las duplicaciones coincidían en éstos. La función también tenía que estar
libre de saltos, puesto que la cuerda era de una sola pieza. Pero, y éste es
el punto clave, no se requería que la función fuera dada por una sola
expresión analítica (periódica). Ahora Euler le estaba dando un impor-
tante uso matemático a la amplia noción de función que tenía desde
1734. En el texto de 1748 también observó que el movimiento de la cuer-
da es periódico en el tiempo (la cuerda reasume su forma inicial a inter-
valos regulares), y que al menos algunas de las soluciones para el proble-
ma podrían ser escritas como sumas de senos y cosenos.
Para 1755 Euler definió la función de la siguiente manera (Kline, 1972,
p. 506): "Si algunas cantidades dependen de otras de manera tal que
sufren una variación cuando las segundas son modificadas, entonces las
primeras se denominan funciones de las segundas." Específicamente in-
tentó dar cabida a funciones que no están dadas por una sola ecuación
en el dominio completo. En 1763 escribió a D'Alembert que la admisión
de esta noción más general de función "nos abre un campo completa-
mente nuevo para el análisis" (Kline, 1972, p. 507).
Daniel Bernoulli, en su trabajo de 1732-1733, fue el primero en reco-
nocer que una cuerda podía vibrar en muchas frecuencias, la frecuencia
fundamental que había sido estudiada por Taylor y Johann, padre de
Daniel, y las armónicas (múltiplos) de esa frecuencia fundamental (Kli-
ne, 1972, p. 480). A comienzos de la década de 1740 Daniel Bernoulli dijo
que una barra vibrante puede vibrar en dos frecuencias armónicas a la
vez. Pero esta afirmación está basada en el conocimiento físico, no en
40 EL INFINITO, ASIDUO PRETENDIENTE DE LAS MATEMÁTICAS
¡
ru
esto es, si la función f puede ser representada por una serie trigonométri-
cas en el intervalo de O a TI, entonces para todo valor de v:
vibrantes, sino el flujo del calor, aun cuando en ambos casos las mate-
máticas son muy similares. Su función f no representaba la posición ini-
cial de una cuerda vibrante, sino la distribución inicial del calor en una
barra de metal. Una cuerda debe ser de una sola pieza, pero en una barra
la temperatura puede dar un salto: para producir un salto tal se deben
obtener una barra caliente y una barra fría y después unidas (Ha'vkins,
1980, p. 152). Ciertamente no se requiere que esté disponible una expre-
sión analítica única para la función f de la temperatura de Fourier. La
función f podría ser" deducida libremente", e incluso podría tener saltos
en su valor. La existencia de una diferencial inversa no era de particular
interés, así que Fourier no necesitaba restringirse a las expresiones ana-
líticas. Fourier concluyó que cualquier función se podía representar por
medio de una serie trigonométrica especial en el intervalo de O a 'TI, la
serie trigonométrica determinada por la fórmula para las b v • (Actual-
mente se conoce a tal serie con el nombre de serie de Fourier). Probó sus
supuestos calculando unas cuantas de las primeras b v para muchas f y
graficando las sumas de algunos de los primeros términos de las corres-
pondientes sucesiones. Los resultados parecían buenos.
La suma de la serie trigonométrica mencionada produce una función
que es impar y periódica: los valores entre -'TI y O son exactamente
opuestos a los valores entre O y 'TI, Y los valores entre -'TI y 'TI se repiten
una y otra vez. ASÍ, la serie trigonométrica para una función arbitraria f,
aun cuando puede producir los mismos valores que la función entre O y
'TI, no dará los mismos valores que produce la misma función en otra
parte si ésta no es impar y periódica. Por ejemplo, la serie trigonométri-
ca para la función de valor absoluto (figura II.3a) tiene como su suma la
"función de dientes de sierra" de la figura II.3b. Fourier enunció sin fan-
farrias que las funciones que coinciden en un intervalo no tienen que
coincidir en otro lugar. Esto obviamente era cierto en su concepción de
las funciones, y muestra el gran cambio que significó esta concepción.
Para Fourier, en contraste con Euler y Lagrange, las funciones consisten
precisamente en sus valores, no en las expresiones utilizadas para calcu-
larlas, y por tanto pueden ser consideradas sobre intervalos arbitraria-
mente restringidos.
Fourier utilizó sus técnicas para producir grandes avances en el arte
de resolver ecuaciones diferenciales parciales, técnicas que resultaron
demasiado exitosas para ser ignoradas. De hecho, Siméon-Denis Poisson
pensó que podría ampliarse el uso de estas técnicas a fin de producir
métodos generales para resolver todas las ecuaciones diferenciales par-
ciales. Aunque no fue éste el caso, Poisson expandió muchísimo su ámbi-
to de aplicación, y siguen siendo en esencia las únicas técnicas disponi-
bles para obtener soluciones exactas para las ecuaciones diferenciales
EL INFINITO, ASIDUO PRETENDIENTE DE LAS MATEMÁTICAS 43
a}
y
x
O
b}
y
/
X
-3TI -TI O TI 2TI
3/
te se debió a que surgió del puro interés en el rigor en sí mismo, sin pro-
porcionar alguna aplicación matemática subsecuente (Kitcher, 1983,
p.264).
Cauchy definió un límite de la siguiente manera:
Protesto contra el uso de una cantidad infinita como si fuera una entidad real;
esto nunca se permite en las matemáticas. El infinito es sólo una manera de
hablar, en la cual propiamente se habla de los límites a los que ciertas razones
pueden acercase tanto como se desee, mientras que a otras se les permite
incrementarse sin límite. [Kline, 1972, p. 994.]
Ahora sea pCoo) el conjunto de puntos que están en pCle) para toda k finita
-los puntos que todavía no se han eliminado mediante la operación de
tomar un conjunto derivado (Daubem, 1971, pp. 211-213). Entonces po-
demos continuar
PCO), P(1), ... , pCoo), pCoo+l) = pCoo)', pCoo+2), ... , pCoo'2), ... ,
1. MAGNITUDES INFINITAS
dos con el tema, Cantor definió muchas nociones que todavía están en
uso, concernientes a los subconjuntos de la recta real y otros espacios.
Aun cuando he modernizado la notación, las siguientes definiciones fue-
ron hechas por Cantor: Un conjunto P es densQ en todas partes en el inter-
valo (a, b) -es decir, en el conjunto de números reales mayores que a y
menores que b- si (a, b) ~ P', donde P'es el conjunto de los puntos lími-
te de P. Un conjunto P es pelfecto si P = P'. Un conjunto P está aislado si P
n P' = 0. Un conjunto P es cerrado si P n P' = P'. Doy estas definiciones
para enfatizar que los artículos están muy relacionados con la recta real,
puesto que voy a concentrarme -de forma un tanto engañosa en lo que
respecta al resumen histórico- en los aspectos de éstos que conducen a
la teoría de conjuntos de una forma más abstracta. La investigación de
Cantor se centró alrededor de dos ideas: la del conjunto derivado y la de los
símbolos transfinitos. Voy a concentrarme en el trabajo relacionado con
los símbolos transfinitos. (Para más detalles y bibliografía sobre el otro
aspecto del trabajo de Cantor, véase Dauben, 1979.)
2. ÓRDENES INFINITOS
les pudiera ser menor, igualo mayor que de cada una de las nuevas po-
tencias, pero no dijo cuál, quizá porque no se sentía plenamente seguro
acerca de su nuevo supuesto. De hecho, en cierto momento a Cantor le
preocupó que la potencia del continuo no fuera comparable con ninguna
de las potencias infinitas (y) (Hallett, 1984, pp. 42, 73, 76-77).
Durante el periodo en el que Cantor estuvo desarrollando la teoría de
los números ordinales, muchos matemáticos, incluyendo al propio Can-
tor (apartado Il.6), se toparon con ejemplos de subconjuntos -que no
eran densos en ninguna parte- de un intervalo de números reales que
no son pequeños en un sentido importante: no pueden ser cubiertos por
uniones finitas de intervalos de una longitud total arbitrariamente
pequeña. Por ejemplo, existe un conjunto P -que no es denso en ningu-
na parte- tal que para cualquier n, si P está contenido en una unión
[a), b1J U ... U Can, bnJ de n intervalos, la suma la l - b11 + ... + la" - b,,1 de
las longitudes de los intervalos es mayor que 1. En algún sentido parece
razonable decir que P tiene una longitud de al menos 1, y que por tanto
no es pequeño a pesar del hecho de que no es denso en ninguna parte. En
términos apropiados, a esto se le denomina el contenido exterior. Dicho
término fue introducido de manera independiente por Cantor y por Stolz
en 1884 (Hawkins, 1980, p. 168). Como se verá (IlI.3), el contenido exte-
rior iba a resultar importante para el desarrollo de una noción de inte-
gral lo suficientemente general para el estudio de la serie de Fourier. ASÍ,
la teoría de conjuntos no sólo fue el producto de los problemas del análi-
sis: también produjo las primeras ideas fructíferas para resolver proble-
mas dentro del análisis.
En 1885 Cantor preparó un artículo en el que estudió los órdenes linea-
les generales, definidos independientemente de los números racionales o
de los números reales. 5 El artículo fue publicado después de su muerte,
pero desde nuestra perspectiva vale la pena mencionarlo, puesto que
probablemente fue el primer estudio de una estructura abstracta inde-
pendiente de un modelo matemático. Otro probable candidato a ser con-
siderado como un trabajo precursor en esta área fue el estudio de Dede-
kind (1888). Puesto que Cantor y Dedekind sostenían con frecuencia
correspondencia, valdría la pena saber más acerca de sus discusiones
respecto al presente tema.
cionado apartado, para Cantor estar bien ordenado significaba ser un conjunto. Sería más
conecto decir que "el asumió que los números reales pueden estar bien ordenados y que,
por lo tanto, forman un conjunlo".
5 Un orden lineal es un conjunto Ni con una relación binaria < en él, tal que ninguna in
en Ni es tal que In < In (ineflexivo); para toda 1, In, Y n en Ni, si 1< In Y 111 < n, entonces 1< n
(transitivo); y para toda 111 y 11 en Ni, In < 11,111 = 11, 011 < In (conectado). Los ejemplos inclu-
yen a los números naturales, los racionales, los reales, los ordinales o cualquier subconjun-
to de cualquiera de éstos, en cada caso con la obvia relación de orden.
CONJUNTOS DE PUNTOS 61
6 La aritmética de Peana, la PA, será un ejemplo útil en los capítulos posteriores. Por lo
tanto, describiré una versión conveniente. No es exactamente la que proporcionó Peana.
He aquí dicha aritmética: Todo número tiene un sucesor. El número O no es sucesor de un
número. Los números con el mismo sucesor son iguales. La suma de cualquier x y O es x.
Para cualquier número x, la suma de su sucesor y cualquier número y es el sucesor de la
suma dex yy.
El producto de cualquier número x y 1 (el sucesor de O) es x. Para todo número x, el pro-
ducto de su sucesor y cualquier número y es la suma del producto de x y y con y. Cualquier
propiedad que se cumpla para O, y que es tal que si es válida para cualquier número x,
entonces también lo es para el sucesor de x, se cumple para todo número. Este último se
conoce como el axioma de inducción.
CONJUNTOS DE PUNTOS 63
3. INTEGRACIÓN
[ ... ] puesto que este informe se ocupa sobre todo de la investigación de varios
números cardinales y ordinales transfinitos, y no de la investigación de lo que
usualmente es descrito como [ ... ] "la teoría de conjuntos" [ ... ] -los elementos
de los conjuntos que son números reales o complejos, los cuales se represen-
tan como "puntos" geométricos en un espacio de una o más dimensiones-
[Cantor, 1915, p. v, Prefacio].
que los conteos definidos pueden ser efectuados tanto en conjuntos finitos
como en conjuntos infinitos, asumiendo que se da una regla definida de acuer-
do con la cual éstos se vuelven conjuntos bien ordenados. El hecho de que sin
tal sucesión reglamentada de los elementos de un conjunto no pueda efectuar-
se conteo alguno radica en la naturaleza del concepto de conteo. [Hallett,
1984,p.146.]
noción de con teo para los conjuntos infinitos; simplemente estoy describiendo cómo me
p arece que debe desarrollarse este punto de vista. .
13 "Contable" ha llegado a significar finito o numerable. Yo evito este uso debido a que
entra en discordancia con la terminología de los Grundlagen .
~. ~ ..
. J
CONJUNTOS DE PUNTOS 69
ahora considero que el único problema que se debe investigar es el de las rela-
ciones de estos números suprafinitos, no sólo matemáticamente sino también
muy gener almente, y el de averiguar y demostrar en dónde aparecen éstos en
la naturaleza . No tengo ninguna duda de que de esta manera nos extendemos
todavía más, sin llegar jamás a una barrera insuperable, pero sin alcanzar
tampoco siquiera una comprensión aproximada d e lo Absoluto. Lo Absoluto
sólo puede ser reconocido, pero nunca conocido, ni siquiera aproximad amen-
te. Porque así como [ ... ] dado cualquier número finito, no importa cuán gran-
de sea éste, la potencia de los números finitos siguientes siempre es la m isma,
así ocurre con cada u no de los siguientes números suprafinitos [ ... ] hay una
totalidad de números [ .. .] la cual n o ha perdido nada en lo que se refiere a la
poten cia con r especto al t ot al de la absolutamente infinita totalidad de los
números que empiezan con 1 [ ... ] Por lo tanto, me p arece que la sucesión
absolutamente infinita de números es en cierto sentido un símbolo a decuado
de lo Absoluto. [Hallett, 1984, p. 42. ]
70 CONJUNTOS DE PUNTOS
14 Véase Grattan-Guiness, 1974, pp. 127-128, en donde aparece la razón por la que la
carta está fechada incorrectamente, en Van Heijenoorl, 1967.
CONJUNTOS DE PUNTOS 71
Puesto que Cantor había argumentado que a todo número ordinal co-
rresponde un número cardinal distinto,15 del hecho de que el sistema de
todos los números ordinales es una multiplicidad inconsistente y absolu-
tamente infinita, se seguía que el sistema de todos los números cardina-
les que corresponde a los números ordinales también es una multiplici-
15 Las clases numéricas heredan su ordenamiento de los números ordinales, y por lo tan-
to están bien ordenadas. Puesto que todas las sucesiones de números cardinales tienen una
cota superior, son absolutamente ilimitadas, por lo que deben formar una clase similar
aD.
72 CONJUNTOS DE PUNTOS
5 . PARADOJAS
16 Este argumento guarda cierta relación con el posterior axioma de reemplazo: el rango
de una función en un conjunto es un conjunto (véase el apartado V.2).
CONJUNTOS DE PUNTOS 73
de la la totalidad de los
números, y citó al respecto a quien decía que "el número de
todos los números implica una contradicción". Después escribió: "Existe
y no existe el número de los números" (Moore, 1988b, p. 50; Moore y
Garcíadiego, 1981, p. 325). El problema de si las colecciones infinitas tie-
nen o no un número infinito continuó acosándolo cuando el
siguiente borrador, un año después.
En un congreso que tuvo lugar en el verano de 1900, Russell conoció a
Peano, quien le causó una impresión favorable. Tiempo después co-
menzó a estudiar su trabajo y más tarde hizo el siguiente comentario:
Fue una época de intoxicación intelectual. Sentía una sensación como la que
se experimenta después de escalar una montaña en un día brumoso cuando, al
llegar a la cima, la niebla repentinamente se despeja y el paisaje se vuelve visi-
ble hasta cuarenta millas de distancia en todas direcciones. Durante años me
había embarcado en la tarea de analizar las nociones fundamentales de las
matemáticas, tales como la noción del orden y la de los números cardinales.
Repentinamente, en el transcurso de una cuantas semanas, descubrí lo que
parecían ser las respuestas definitivas a los problemas que me habían descon-
certado durante tantos años. Intelectualmente, el mes de septiembre de 1900
se convirtió en el cenit de mi vida. [Russell, 1967a, p. 232-233.]
18 En una carta traducida parcialmente, cuyo texto constituye el apéndice A del capí-
tulo IV.
19 El punto de vista de Cantor era diferente. Su texto fue traducido y constituye el apén-
dice B del capítulo IV.
CONJUNTOS DE PUNTOS 75
Russell pensó que el argumento era erróneo en los casos en los que la
"clase" era la clase de las clases. Siguiendo a Russell, supongamos que
la clase sea la clase de las clases. En tal caso, parece que podemos definir
una función k de la clase a la clase de las subclases de la clase que inclu-
ya todas las subclases de la clase en su rango, como sigue: cuando x está
en la clase y es una clase de clases, kx sea x, y cuando x está en la clase y
no es una clase de clases, sea kx la clase cuyo único miembro es x. Pero
esto viola el punto 1 de la demostración cantoriana: de acuerdo con esta
demostración la clase u' de las clases x, tales que x no es miembro de kx '
no debe estar en el rango de k. Pero, observó Russell, u' es k u ' (presumi-
blemente debido a que k es la función identidad en las clases de clases), y
así, contrario al argumento cantoriano, u' está en el rango de k. De esta
manera, concluyó Russell, el punto 1 del argumento de Cantor es inco-
rrecto cuando la clase involucrada es la clase y la función es k, y por tan-
to Cantor no había demostrado que no existía el número cardinal máximo.
Russell dio a conocer este análisis en noviembre de 1900. Aparentemente
como una reflexión posterior, agregó que "de hecho, en este caso el pro-
cedimiento es imposible, porque si lo aplicamos a la propia u', encontra-
mos que u' es una k u " y por tanto no es una u'; pero a partir de la defini-
ción, u' debiera ser una u'" (Coffa, 1979, pp. 35-36).
Russell parece haber mantenido al menos hasta mediados de enero de
1901 la opinión de que el argumento de Cantor era defectuoso y que exis-
tía un número cardinal máximo (Coffa, 1979, p. 33). Pero fácilmente se
puede ver que la u' del argumento anterior es la clase de las clases que no
pertenecen a sí mismas, y que la reflexión posterior sólo demuestra que
u' es y no es un miembro de sí misma. Es decir, la definición de u' con-
duce a una contradicción, ya que no existe una clase de todas las clases
que no pertenecen a sí mismas. 2o Esto lo descubrió Russell en el mes de
20 Zennelo descubrió la paradoja de manera independiente, pero se sabe poco acerca de
los detalles. Véase Rang y Thomas, 1981.
76 CONJUNTOS DE PUNTOS
21 Hasta donde sé, Russell realmente no analizó en esta época la clase de todas las clases
que no son miembros de ellas mismas, sino sólo la clase de todos los predicados que no
pueden ser predicados de ellos mismos. La versión en términos de clases aparece en su car-
ta a Frege (Russell, 1967b), la cual escribió un año más tarde.
22 Mi método de contar las paradojas es un poco arbitrario. Por ejemplo, considero que
la paradoja de la clase de las clases que no son miembros de sí mismas, y la paradoja de la
clase de los predicados que no son predicables de sí mismos son la misma, a causa de su
evidente similitud.
CONJUNTOS DE PUNTOS 77
1. RUSSELL
78
¿QUÉ SON LOS CONJUNTOS? 79
Por lo que sé, hasta ahora sólo uno de tales sistemas de axiomas [para la teoria
de conjuntos] ha encontrado una aceptación casi general. Me refiero al siste-
ma construido por Zermelo [Zermelo, 1908b]. Russell y Whitehead también
construyeron un sistema de lógica que proporciona una fundamentación para
la teoría de conjuntos; sin embargo, si no me equivoco, los matemáticos han
mostrado poco interés en este último. [Skolem, 1923b, p. 291.]
Tome nota de lo ingenioso del artificio de Russell. Queda fuera del sis-
tema de representación de Russell que la vieja noción de función proposi-
cional fuera incoherentemente amplia. Por supuesto que la eliminación
de la incoherencia tiene el efecto de restringir las funciones proporciona-
les que serán permitidas. Pero la restricción, además de ser suficiente
para bloquear las paradojas, permite retener el aire de perfecta generali-
dad: La eliminación del uso de proposiciones incoherentes, aun cuando
es la restricción que se requiere, no afecta la pureza lógica, y cuando co-
menzamos con el nuevo sistema de representación no necesitamos pre-
sentarla como una restricción. Se permiten todos los artilugios usuales
de la lógica, y los tipos pueden aparecer sin ninguna defensa especial. La
teoría todavía puede pretender ser una parte de la lógica pura, así las
matemáticas todavía serían una con la lógica, sin que fuesen requeridas
modificaciones adicionales.
Desafortunadamente el sistema de tipos que acabamos de describir
todavía está sujeto a paradojas, como el propio Russelllo descubrió en
1906 (Landini, 1989, p. 37).7 La presente teoría permite la cuantificación
sobre todas las proposiciones e individuos y aSÍ, por derivación, sobre
todas las funciones proposicionales de un solo tipo, incluyendo las fun-
ciones proposicionales de un tipo que se especifican utilizando la cuanti-
ficación sobre funciones proposicionales de ese mismo tipo.
('I/<jJ¡f¡)(('l/x)(<jJ(x) H ¡f¡(x»-+
sionales. Esto sugiere una manera de salir del paso: No podemos asumir
que todas las funciones proposicionales (de un tipo determinado) sean
del mismo orden, debido a la paradoja, pero podemos fijar un orden
para cualquier tipo dado y después asumir que toda función proposicio-
nal (de cualquier orden) de un tipo determinado es coextensiva con una
del orden fijado. Es decir, podemos asumir que algún orden incluye tan-
tas funciones proposicionales, que éstas pueden representar a todas las
clases. Como todas las clases serán entonces del mismo orden, podremos
cuantificar sobre todas ellas. El supuesto que permite esto, y que por tan-
to permite hacer matemáticas dentro de la teoría de los tipos, es el axio-
ma de reducibilidad de Russell. A continuación se presentan sus detalles.
(3ep)(Vx)(ep!(x) H o/ex)),
11 Alfred North Whitehead y Russell (1957, pp. 164-165) definieron a la función proposi-
cional predicativa como una función que está libre de cuantificador, lo cual es muy conve-
niente para el enunciado del axioma de reducibilidad, y probablemente es todavía más
natural que lo que yo he hecho aquí. Pero estos autores también aseguraban que es posible
restringir la cuantificación a las funciones proposicionales predicativas -es decir, libres de
cuantificador-o Las razones que ofrecieron no están fundamentadas, por lo que aquí
ofrezco una definición de "predicativo" que hace correcta a esta afirmación. En un caso
especial, sus razones equivaldrían a esto: La fórmula (Vx)q:,(x), donde q:,(x) es (Vy)¡f¡!(x, y) es
precisamente (Vx)(Vy)¡f¡!(x, y). (En esta nota el símbolo de exclamación indica que ¡f¡ está libre
de cuantificador). Por lo tanto, podemos reemplazar (Vq:,)(Vx)q:,(x) por (V¡f¡)(Vx)(Vy)¡f¡!(x, y).
Pero esto no funciona, puesto que (Vq:,) incluye en su rango (VY1)¡f¡!(X'Y1)' (VY1)(VY2)¡f¡!(X, Y1' Y2),
(Vy ¡)(VY2)(VY3) ¡f¡l(x, Y1, 12, 13) Y así sucesivamente, mientras que el cuantificador (V¡f¡), que
se supone que lo reemplaza, se acomoda sólo a un número fijo de y;. Puesto que los órde-
nes no juegan papel alguno en las consideraciones matemáticas después de la intro-
ducción del axioma de reducibilidad, el resto de Whitehead y Russell (1957) no es
afectado.
¿QUÉ SON LOS CONJUNTOS? 87
donde ¡f; es una letra esquemática que puede ser reemplazada por cual-
quier función proposicional de cualquier tipo y orden con una variable
libre, y x es una variable del tipo y orden apropiados. Los axiomas
para dos o más variables libres son análogos. Russell t~mbién se refi-
rió al axioma para una variable libre como el axioma de las clases, yal
axioma para dos variables libres lo denominó el axioma de las relacio-
nes (binarias).
Pero todavía no salimos a terreno despejado: no podemos conside-
rar a la clase asociada con una función proposicional como la corres-
pondiente función proposicional predicativa coextensiva, ya que pue-
de haber muchas funciones proposicionales predicativas coextensivas.
Por lo tanto, damos una definición contextual que muestra cómo, en el
caso de las fórmulas que incluyan clases, reinterpretarlas como fórmu-
las sin ellas. Éstas van a ser eliminadas de nuestro vocabulario oficial,
como ya se ha hecho con las funciones proposicionales.
Con cualquier función proposicional 0 de un argumento predicativo
<jJ! asociamos una fórmula esquemática 0({z : ¡f;(z))), la cual se define
como sigue:
donde ¡f; es una letra esquemática que puede ser reemplazada por
cualquier función proposicional con una variable x apropiada para <jJ!.
Por ejemplo, definimos que x E {z: ¡f;(z)) es la fórmula que surge de
nuestro esquema utilizando la función proposicional 0 definida por
0(<jJ!) = <jJ(x). Por lo tanto, x E {z: ¡f;(z)) es una forma abreviada de
Desde el punto de vista estrictamente lógico, no veo razón alguna para creer
que el axioma de reducibilidad sea lógicamente necesario, que es a lo que
equivaldría si se dijera que es verdadero en todos los mundos posibles. Por lo
88 SON LOS CONJUNTOS?
distintos (uno por cada tipo y orden de la variable cjJ), e involucra una
infinidad de relaciones de igualdad distintas.
La ambigüedad sistemática nos permite expresar ciertos hechos gene-
rales acerca del formalismo de la teoría ramificada de tipos, hechos que
trascienden los tipos y órdenes, pero que no nos permiten expresarlos
dentro del formalismo. Después de todo, cada variable cuantificada debe
ser de un tipo y de un orden particulares; por lo tanto, a pesar de las apa-
riencias, ('\IcjJ)cjJ = cjJ no es un enunciado expresable dentro de la teoría
ramificada de tipos -es una multitud de enunciados separados y desco-
nectados-. El truco de considerar que el orden mínimo dentro de una
fórmula es el de los individuos y permitir la posibilidad de agregar m a
todos los órdenes no ayuda, puesto que no es expresable dentro del for-
malismo.
Para hacer posible expresar los hechos generales dentro de la teoría
ramificada de tipos, Russell introdujo la distinción entre "todo" y "cual-
quiera", la cual examinó en detalle en el apartado 2 de su obra publicada
en 1908. "Dado un enunciado que contenga una variable x -digamos
"x = x"-, podemos afirmar que esto es válido en todos los casos, o pode-
mos afirmar cualquiera de los casos, sin decidir a cuál nos estamos refi-
riendo" (p. 156). La afirmación de que x = x para todos los valores de x se
representa como r ('\Ix) x = x, y el hecho de que x está cuantificada nos
fuerza a utilizar una variable x de tipo y orden fijos. Pero la afirmación
de que x = x para cualquier valor de x se representa como r x = x. No se
involucra ningún cuantificador, así que podemos permitir un nuevo tipo
de variable libre de restricciones de tipo y de orden, un nuevo tipo de
variable que no puede ser cuantificada. Entonces será posible expresar la
generalidad a través de todos los tipos y órdenes. Al respecto, Russell
hizo la siguiente observación:
con verdad si, cualquiera que sea el valor que elijamos, ese valor es falso"
(p. 157).!6
En la primera edición de los Principia Mathematica, Russell más o
menos diferenció los términos "cualquier" y "todo", pero en algunos pun-
tos dio entrada y utilizó lo que yo he denominado las variables esquemá-
ticas (Whitehead y Russell, 1957, pp. 128-129), mientras que en otros
incluso el término "cualquier" sólo lo permitió con variables de tipo y
orden fijos (Whitehead y Russell, 1957, pp. 17-18), aun cuando no tenía
caso que utilizara el término "cualquier" con variables de tipo y orden
fijo. En la segunda edición de la obra repudiaron el uso de este término
(Whitehead y Russell, 1957, p. xiii), con el argumento de que cualquier
variable libre utilizada para expresar generalidad puede ser universal-
mente cuantificada, reemplazando al término "cualquier" por el término
"todo". Sin embargo, como ya lo hemos visto, esto no es totalmente
correcto, puesto que no permite expresar ciertos hechos que afectan
igualmente a los tipos y órdenes dentro del formalismo.!7
2. CANTOR
mente. Tome nota de que este periodo de desarrollo tuvo lugar antes de
la aparición del argumento diagonal que condujo a la paradoja de Rus-
sello
Como ya hemos visto, Cantor no trabajó axiomáticamente. Abordó los
hechos con base en cierta perspectiva o concepción, no con base en su-
puestos ya estipulados. No obstante, tomó como básicos cada uno de los
principios que yo considero como los axiomas cantorianos, en uno u
otro sentido, básicos.
Me permitiré hacer algunas simplificaciones. Por ejemplo, Cantor no
consideró al O como un número ordinal: comenzó con el 1. Yo, no obs-
tante, comenzaré con el O. Cantor identificó a ciertos objetos distintos de
los conjuntos (aunque probablemente en algunas ocasiones también a los
conjuntos) con sus conjuntos unitarios. 2o No está claro si Cantor consi-
deró como conjuntos a los propios números ordinales o a los números
cardinales. Permaneceré neutral en relación con la cuestión de si los
números ordinales son conjuntos cuando se consideran desde la pers-
pectiva de Cantor que estoy reconstruyendo. Tampoco tomaré en cuenta
a los números cardinales, ya que no juegan ningún papel central en la
concepción de Cantor, por lo que su inclusión no sería particularmente
iluminadora. Además, los desarrollos posteriores han dejado en claro
que los números ordinales iniciales pueden servir perfectamente bien
como números cardinales. 21 Daré una definición del mínimo número
ordinal infinito, w, la cual no depende de un conocimiento previo de los
números naturales. (Cantor tendía a depender de tal conocimiento.)
También he modificado la notación de Cantor para las clases de los
números.
Axioma 2.1. Los números ordinales están ordenados linealmente por <.
Axioma 2.3. Todo número ordinal CI' tiene un sucesor inmediato CI' + 1. 24
22 El lector que no tenga conocimientos matemáticos muy complejos quizá desee saltar-
se esto para ir directamente al análisis de los axiomas. Los axiomas, definiciones, teoremas
y lemas están numerados utilizando un solo sistema de números dentro de cada sección de
este libro. Así, el axioma 2.1 es el primer axioma de! apartado 2 de! presente capítulo. Si este
mismo axioma se menciona fuera de este capítulo, entonces también aparecerá e! capítu-
lo al que pertenece, por lo que se citará como el axioma IV.2.1. Este sistema tiene la virtud
de permitir localizar fácilmente los elementos a los que se hace referencia, pero tiene el
defecto de que su numeración no siempre refleja e! agrupamiento lógico de los objetos nu-
merados.
23 Más precisamente, todo número ordinal a diferente de O es tal que O < a.
24 Más precisamente, el axioma dice que para todo número ordinal a hay un número
ordinal (3 tal que a < (3, y para cualquier número ordinal ')', si a < '}', entonces (3 oS ')'. Se ve
fácilmente que el número ordinal (3 es único. L1amémoslo a + 1.
96 ¿QUÉ SON LOS CONJUNTOS?
Axioma 2.4. Existe un número ordinal w tal que O < w. Para todo nú-
mero ordinal a, si a < w, entonces a + 1 < w y para cada número or-
dinal distinto de cero a < w hay un número ordinal f3 tal que a = f3 + 1.
Axioma 2.6. (de extensionalidad). Los conjuntos que tienen los mismos
elementos son iguales.
Axioma 2.7. Todo conjunto de ordinales tiene una mínima cota supe-
rior.
Axioma 2.8. Para todo número ordinal a hay un conjunto asociado (a)
-la clase numérica de a- tal que f3 está en (a) si y sólo si f3 es un
número ordinal y el conjunto de predecesores de a es el rango de una
función uno a uno que tiene como dominio los predecesores de f3.
Un conjunto puede ser contado por a si, y sólo si, puede ser contado
por cualquier elemento de (a) y sólo por los elementos de (a).
Los axiomas anteriores sirven para enfatizar la primacía de los núme-
ros ordinales en la concepción de Cantor de la teoría de conjuntos: Los
únicos principios de existencia a que están sujetos los conjuntos son los
del axioma 2.8, el cual postula un conjunto de ordinales, y la definición
de conjunto, que liga a cada conjunto con el número ordinal que lo cuen-
ta. Ambos principios de existencia son congruentes entre sí: Puesto que
(a) es un conjunto de números ordinales, tiene una mínima cota supe-
SON LOS CONJUNTOS? 97
rior (digamos f3), de acuerdo con el axioma 7; pero cuando O' es infinito,
no resulta difícil demostrar que (O') es el rango de una función que tiene
como dominio los predecesores de (3; de aquí que (O') sea un conjunto en
el sentido de la definición. De hecho, se pueden aclarar un poco las cosas
si reemplazamos al axioma 8 por el
Axioma 2.9. Para todo número ordinal 0', hay un número ordinal (3 > o'
tal que el conjunto de los predecesores de (3 no es el rango de una fun-
ción uno a uno con dominio 0'.
[ ... ] nada objetable en concebir un nuevo número -al cual llamaremos w--
para que sea la expresión para esto: Que todo el dominio (Inbegriff) (1) (de los
números enteros reales positivos (1, 2, 3, ... , v, ... » está dado en su sucesión
natural, de acuerdo con la ley. (Similar al modo en el que ves una expresión
para esto: Que cierto tipo finito (Anzahl) de unidades está unificado en un
todo) [195, 87].
26 Casi todas las traducciones breves son mías, a menos que aparezca una nota que indi-
que lo contrario.
27 Cantor distinguió entre los números "reellen" -el continuo- y los números "realen"
-los genuinos-, los cuales incluyen no sólo a los números reales y complejos, sino tam-
bién a los ordinales transfinitos. No he preservado esta distinción de Cantor en las traduc-
ciones, pero el lector no tendrá problema para diferenciarlos.
100 SON LOS CONJUNTOS?
28 De acuerdo con Moore (1982, p. 260), el término fue acuñado por John von Neumann
quien, siguiendo a Ernst Zermelo, atribuyó la teoría a Cantor. Véanse, por ejemplo, Zerme-
lo 1908b, p. 200, Y Von Neumann, 1925 p. 394.
29 Un pasaje similar es la introducción a la edición de 1895 de Beitrage de Cantor (1895,
p. 481) pero, como lo argumentaré más adelante, para entonces Cantor ya había modifica-
do su teoría. El pasaje tiene una ambigüedad muy similar a la que se descríbe aquí. Véase
Hallett (1984, p. 38), en donde aparece un análisis de este pasaje y una aseveración explíci-
ta de que fue Russell, y no Cantor, quien formuló la teoría de conjuntos ingenua.
30 En este lugar y más adelante utilizo la traducción de Cantor (1976).
SON LOS CONJUNTOS? 101
teorema del análisis, el cual fue demostrado por Cantor y publicado por
su colega Heine en 1872 (Moore, 1982, p. 14).34 No había un reconoci-
miento evidente de que estaba involucrado un nuevo principio en esta
demostración. Muchos teoremas de la teoría de conjuntos que posterior-
mente publicó Cantor requerían, de una forma u otra, el axioma de elec-
ción. Virtualmente todos fueron enunciados sin demostraciones, usual-
mente como lemas involucrados en la demostración de otros teoremas
(véase Moore, 1982, para un panorama más completo). Muchos de estos
teoremas se derivan directamente de la definición 5. El teorema que esta-
blece que todo conjunto infinito S tiene un subconjunto numerable pro-
porciona un ejemplo: Supongamos que F es testigo de que S es un con-
junto y que el dominio de F son los predecesores de (l'. Entonces (l' 2: w,
puesto que S es infinito. Supongamos que F' es F con el dominio restrin-
gido a los predecesores de w. Entonces el rango de F' es un subconjunto
numerable de S. Cantor no publicó este teorema sino hasta 1895; pero
anteriormente ya había enunciado que las potencias están bien ordena-
das y que un conjunto es finito si no tiene un subconjunto propio de
igual potencia que él mismo, así como otras consecuencias inmediatas de
la definición 5.
Además de los resultados que se acaban de bosquejar y que provienen
de la definición 5, Cantor también hizo uso de los siguientes resultados
durante los años mencionados, a los cuales consideró demasiado ele-
mentales para requerir una demostración explícita. 35 Los he escrito en
notación moderna, utilizando ~ para la equivalencia de potencia, n para
la intersección y U para la unión indexada (así, por ejemplo, Ui<wAi es el
conjunto de a tales que, para algunas i < w, a está en A}
Teorema 2.12 (1878, 1882, 1883, 1884, 1885). Una unión finita o
numerable de conjuntos finitos o numerables es finita o numerable.
34 He aquí el teorema: Una función f de los números reales a los números reales es conti-
nua en un punto p si y sólo si es secuencialmente continua en p.
35 Véase Moore (1982, pp. 30-37), en donde aparecen referencias bibliográficas y un
detallado análisis del tema.
SON LOS CONJUNTOS? 105
u j , u 2 ,···)
Cada una de las dos demostraciones prueba que un conjunto no tiene
la potencia de los números naturales al mostrarnos cómo, dada una
sucesión de elementos del conjunto, podemos encontrar un elemento del
conjunto que no esté en la sucesión. Más aún, esto se hace en cada
demostración considerando subsucesiones adecuadas, y en los casos
principales el número que está fuera de la sucesión se obtiene como un
"límite" de la subsucesión. Debido al estrecho paralelismo que existe
entre el análisis de Cantor de los números reales y su análisis de la
segunda clase numérica, no tiene nada de extraño que Cantor creyera
que los números reales y la segunda clase numérica (w) estuvieran ínti-
mamente relacionados y que a la larga se pudiera demostrar una versión
fuerte de la Hipótesis del Continuo: que los números reales tienen la
potencia de la segunda clase numérica. Observe que una prueba de que
los números reales tienen la potencia de la segunda clase numérica
demostraría que éstos forman un conjunto, de acuerdo con la definición
5, y así se obviaría la necesidad de aplicar un principio de dominio. Pien-
108 SON LOS CONJUNTOS?
De hecho, en cierto modo w puede ser considerado como el límite al que tien-
de el número entero finito variable v, aun cuando sólo sea en el sentido de que
w es el número ordinal transfinito más pequefio, i. e., el número más pequeño
fijo que es mayor que todos los números finitos v; de la misma manera, -fi es el
límite de ciertos números racionales, crecientes y variables, aun cuando aquí,
además, la diferencia entre -fi y estas fracciones que se aproximan se vuelve
arbitrariamente pequeña, mientras que w - v siempre es igual a w. Esta dife-
rencia no altera el hecho de que w tiene que ser reconocida justo como algo
tan definido y completo como -fi, y tampoco altera el hecho de w contiene
algunos vestigios de los números v que tienden hacia él, justo como -fi contie-
ne rastros de las fracciones racionales que se le aproximan.
Los números transfinitos son, en cierto sentido, nuevas irracionalidades y,
en mi opinión, el mejor método para definir los números irracionales finitos es
muy similar -e incluso podría decir que en principio es el mismo- a mi
método para introducir los números transfinitos que describí anteriormente.
Se puede hacer la siguiente declaración incondicionalmente: los números
transfinitos se quedan o se van junto con los números irracionales finitos, ya
38 Véase por ejemplo, (192, 86)0 Se pueden encontrar relatos detallados en Hallett, 1984;
Dauben, 1979; y Moore, 1982; entre otroso
SON LOS CONJUNTOS? 109
que son muy similares en su ser profundo. Tanto los primeros como los segun-
dos son formas o modificaciones delimitadas y definidas (arpúJ(}w ¡"lÉva) del
infinito actual (Cantor, 1887, pp. 395-396 de mi traducción; pero también véa-
se Hallett, 1984, p. 80).
nales (véase, por ejemplo, Dauben, 1979, p. 69). Por tanto, valía la pena
evitar su uso para demostrar que existe más de una potencia infinita. Las
dos primeras demostraciones de esto mostraron que los conjuntos defi-
nidos de un modo similar eran grandes -conjuntos definidos por medio
de la introducción de límites de las sucesiones-o Pero Cantor no tenía
una prueba matemática con la cual demostrar a sus oponentes que se
podían introducir legítimamente tales límites, ya sea en el caso de los
números reales o en el de la segunda clase numérica. En el caso de los nú-
meros irracionales, parece que Cantor únicamente tenía argumento de el
que en el análisis los números se presentan en forma de límites de suce-
siones. 40 En el caso de los números transfinitos, utilizó el segundo princi-
pio de generación, examinado anteriormente. Cualquiera que fuera la
justificación para esos supuestos de que unas sucesiones adecuadas tie-
nen límites -y está claro que Cantor creyó que estaban justificados-,
una demostración de que existe una infinidad de tamaños infinitos, que
es independiente de estos supuestos, sería más convincente que una
dependiente de ellos. Además, una demostración independiente de ese
resultado podría servir para reforzar dichos supuestos.
La nueva demostración es independiente de cualquier noción de límite
o de número transfinito; sin embargo, requiere de un nuevo principio de
existencia de conjuntos: si L es un conjunto, entonces también lo es el
dominio de todas las funciones de L en un par arbitrariamente estableci-
do. Este principio puede ser claramente justificado utilizando el princi-
pio del dominio, pero a diferencia del principio del dominio, es matemá-
ticamente preciso y proporciona una base apropiada para demostrar
teoremas.
Como Russell se había dado cuenta desde 1900 (Coffa, 1979, p. 33 y
Russell, 1903, p. 366), cualquier función de un conjunto L en un par está
plenamente determinada por el subconjunto de L que es llevado por la
función a un miembro fijo del par. En efecto, consideramos que los dos
miembros de la pareja significan: "Sí, este elemento está en el subcon-
junto" y "no, este elemento no está en el subconjunto". La afinidad con
las funciones proposicionales de Russell es obvia. ASÍ, el dominio de
todas las funciones de L en algún par fijo es canónicamente identificable
con el dominio de los subconjuntos de L. De esto se concluye que el nue-
vo principio es equivalente al axioma del conjunto potencia -de uso
común en la actualidad-, que establece que los subconjuntos de un con-
junto forman un conjunto. Por lo tanto, denominaré al anterior princi-
40 Realmente Cantor no dijo esto. Lo que hizo fue utilizarlo como argumento contra la
definición de Dedekind de los números reales irracionales en términos de "cortaduras" y
como argumento en favor de su propia definición en términos de sucesiones en las que los
números no se presentan en forma de "cortaduras" (185, 81).
¿QUÉ SON LOS CONJUNTOS? 111
43 Debe admitirse que la expresión limitación de tamaño fue introducida por Russell en
1906, para dar nombre a una teoría a la que consideraba que posiblemente podría resolver
las paradojas concernientes a las colecciones lógicas. Sin embargo, como él mismo lo
manifestó (Russell, 1905, p. 152), "esta teoría, naturalmente, se particulariza en la teoría de
que una clase propia (es decir, una colección permisible) siempre debe ser susceptible de ser
arreglada en una seríe bien ordenada ordinalmente similar a un segmento de la seríe de los
ordinales en orden de magnitud". Es decir, como ya lo hemos visto, la teoría de Cantor se
desarrolló antes de que se conocieran las paradojas, y antes de que hubiera demostrado la
existencia de las colecciones absolutamente infinitas.
¿QUÉ SON LOS CONJUNTOS? 115
3. ApÉNDICE A
4. ApÉNDICE B
el cual depende de una infinidad de coordenadas Xl' X2"'" XV,," tales que
cada una de éstas es m o w. M es la totalidad de los elementos E.
Entre los elementos que pertenecen a M están, por ejemplo, los si-
guientes tres:
= Cm, m, m, m, .. . ),
EH = (w, w, w, w, ... ),
E HI = (m, w, m, w, ... ).
no puede ser satisfecha para ningún valor del número entero ¡.Lo Pues en
caso contrario para la f.L en cuestión, y para todos los valores de número
entero de v,
1. EL AXIOMA DE ELECCIÓN
1 Véase Moore (1982), en donde aparece un detallado análisis sobre los precursores del
axioma de elección, los equivalentes del axioma, los teoremas anteriores cuya demostra-
ción requiere del axioma, las reacciones hacia el axioma y prácticamente todos lo relacio-
nado con éste.
AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS 121
los (Zermelo, 1908a) contiene una nueva demostración de que todo con-
puede ser bien ordenado, un detallado argumento en favor del
axioma de elección y réplicas a las críticas. El otro artículo contiene la
primera axiomatización de la teoría de conjuntos cantoriana.
Bemstein y Schoenflies también se interesaron, de manera un poco di-
en el W de todos los ordinales yen la Bu-
Ambos deseaban aceptar a W como un conjunto, así que res-
tringieron de varios modos los principios relativos a la teoría de
conjuntos, en un intento por evitar la paradoja. En particular negaron
que, dado cualquier conjunto bien ordenado y un objeto que no está en el
conjunto, haya siempre un conjunto bien ordenado formado por los ele-
mentos del conjunto original más el nuevo objeto ordenado de modo que
el nuevo objeto viene después de todos los otros. Tuvieron que hacer esto
debido a que la paradoja surge inmediatamente una vez que se continúa
W añadiéndole otro objeto. Criticaron a Zermelo por suponer que siem-
pre se puede extender un conjunto bien ordenado añadiéndole un nuevo
elemento.
La réplica de Zermelo tenía tres aspectos principales, aun cuando cri-
ticó también algunos detalles de la teorías de Bernstein y Schoenflies.
Primero argumentó que cualquier intento por salvar a W carece de senti-
do, puesto que la paradoja de Russell demuestra que los problemas que
dieron lugar a la paradoja de Burali-Forti van más allá de la teoría de los
conjuntos bien ordenados, y requiere de "una adecuada restricción de la
noción de conjunto" (Zermelo, 1908a, p. 192), no meramente de una mo-
dificación de la teoría de los conjuntos bien ordenados. En segundo
lugar, sostuvo que las teorías de conjuntos que admiten a W como un
conjunto, heredarán su "carácter inconsistente" y, por tanto, estarán
condenadas al fracaso. Como evidencia de esto citó a Gerhard Hessen-
berg, quien había observado que, mientas que Bernstein había utilizado
W para demostrar que existen conjuntos que no pueden ser bien ordena-
dos, Jourdain lo había utilizado para demostrar lo opuesto. En tercer
lugar, y esto es lo más importante, Zermelo demostró su resultado en un
sistema en el que no aparece W. El motivo principal para proporcionar
su nueva demostración era que estaba todavía más clara que la anterior:
3 El axioma de la unión se utiliza sólo para derivar el axioma de elección -todo conjun-
to de conjuntos no vacíos tiene una función de elección- a partir del axioma multipli-
cativo. Véase el texto que sigue.
124 AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS
4 El principio del máximo de Hausdorff dice que todo conjunto parcialmente ordenado
tiene un subconjunto linealmente ordenado que es <;:::-maximal entre tales subconjuntos
(aquí podría parecer más natural invocar el lema de Zorn; sin embargo, Jourdain no hubie-
ra considerado los buenos órdenes simplemente como conjuntos).
126 AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS
La cuestión se reduce a algo que no tiene nada de nuevo: ¿Se puede probar la
existencia de un objeto matemático sin definirlo?
Esto, obviamente, es una cuestión de convenciones. No obstante, creo
que sólo podremos construir de manera sólida conviniendo que es imposi-
ble demostrar la existencia de un objeto sin definirlo. [Baire et al., 1905, p.
265.]
Baire (1905, pp. 263-264) expresó la opinión de que el infinito está "en
el reino de la potencialidad", por lo que los objetos infinitos se dan o defi-
nen por convención. Para ir más allá "debe ampliarse el significado de
estas expresiones (conjunto, conjunto bien ordenado) de una manera
extraordinaria y, yo diría, falaz". En cada uno de estos tres casos, y de
hecho en el caso de todos los matemáticos que conozco y que han expre-
sado por escrito sus razones para dudar del axioma, la objeción presupo-
ne que todo conjunto está de alguna manera asociado con una definición
de alguna clase. La objeción, entonces, consiste simplemente en que el
axioma no proporciona los medios para definir una función de elección.
La gran dificultad para definir tales funciones en los casos estándar,
como en el del conjunto de todos los subconjuntos no vacíos de los
130 AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS
Se dice que una pregunta o aseveración Q; está definida si las relaciones funda-
mentales del dominio determinan de manera no arbitraria, por medio de los
axiomas y las leyes de la lógica universalmente válidas, si es válida o no. De la
misma manera, se dice que está definida una "función proposicional" Q;(x), en
13 El símbolo es la letra mayúscula E gótica.
fu~IOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS 135
la que el término variable x recorre todos los individuos de una clase 51,14 si
está definida para cada x individual de la clase Sto
2. EL AXIOMA DE REEMPLAZO
puesto que existe una función que relaciona a cualquier número natural
n (realmente su en Zo) con el resultado pn(zo) de n
veces la operación conjunto potencia a Zo. El rango de esta función
en Zo es el conjunto requerido. Esta demostración corresponde a nuestra
razón intuitiva para creer que, si existe Zo, entonces también existe [Zo,
P(Zo) , P(P(Zo)), .. ·}. Simplemente reemplazamos cada miembro de es
decir, cada número natural n, con el correspondiente miembro del con-
junto, P"(ZO). Ni Fraenkel ni Skolem dudaron de la existencia de este
conjunto, y obtuvieron de manera independiente el mismo método para
demostrar su existencia.
Tal como fue enunciado, el axioma resulta ambiguo, puesto que no
deja en claro cuáles son las funciones permitidas. Fraenkel tardó cierto
tiempo en publicar una respuesta para esta cuestión, así que inicialmen-
te su versión del axioma de reemplazo era ambigua. Skolem dio una res-
puesta precisa. Tanto para Fraenkel como para Skolem, las funciones
permitidas son las funciones "definidas". ASÍ, una respuesta para esta
cuestión también constituye una solución para el problema de dar senti-
do a la noción de "definido" de Zermelo. Pero este tema será abordado
en el siguiente apartado.
El axioma de reemplazo es autoevidente para las colecciones combina-
torias y es una consecuencia inmediata de la teoría de Cantor: Si forma-
mos una colección reemplazando los miembros de otra, el buen orden
de la nueva colección estará determinado por el buen orden de la origi-
nal. De manera más formal, si enumeramos los miembros de S utilizan-
do F, y si elegimos los miembros de una nueva colección utilizando f en
S, entonces f o F (suprimiendo cualesquier duplicaciones) enumera a la
nueva colección, la cual es en el rango de f en S, con lo que se demuestra
que el rango es una colección combinatoria.
El axioma de reemplazo tiene varios precursores. Cantor no propor-
cionó argumento alguno para el axioma de reemplazo, pero enunció algo
parecido aunque más bien como una verdad que como un postulado:
"Dos multiplicidades equivalentes son ambas 'conjuntos' o ambas son
inconsistentes" (Cantor, 1932a, p. 114). Esto tiene como consecuencia
inmediata que el rango de una función uno a uno sobre un conjunto sea
un conjunto, lo cual constituye una versión del axioma de reemplazo
(aunque es un caso especial, el axioma de reemplazo completo se deriva
de él usando los axiomas de Zermelo). Dimitry Mirimanoff (1917a, p. 49)
enunció el axioma como un "postulado", aparentemente debido a que
138 A.XIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS
18 Sus representantes son esencialmente lo que actualmente se conoce como los "ordina-
les de Van Neumann", los cuales serán descritos más adelante, en este mismo apartado. La
única diferencia es que Mirimanoff permitió el uso de urelementos, pero aparentemente no
de un conjunto vacío, así que identificó al número O con un urelemento e arbitrariamente
fijo, no con un conjunto vacío.
A,'CIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS 139
19 El primero de tales resultados es que todo juego boreliano está determinado. Véase
Martin (1975), en donde aparecen definiciones relevantes y la demostración del resultado,
y Friedman (1971), donde presenta la demostración de que se requiere del axioma de
reemplazo y la afirmación (formulada antes de 1975) de que este axioma no tiene un papel
relevante en las matemáticas ordinarias. En Harrington et al. (1985) aparecen otros teore-
mas de las matemáticas ordinarias que no pueden ser demostrados sin la utilización del
axioma de reemplazo.
20 Aun cuando las matemáticas modernas están permeadas por la teona de conjuntos y
por la teoría de conjuntos originada con los números ordinales, rara vez se "requieren los
números ordinales fuera de esta teoría, como se acaba de comentar en el texto. Los teore-
mas concernientes, por ejemplo, a los conjuntos derivados de Cantor parecen involucrar a
los números ordinales, y por tanto al axioma de reemplazo, pero sólo constituyen una par-
te de las matemáticas ordinarias. Las formulaciones más convenientes y naturales de tales
teoremas hacen uso de los números ordinales, pero estos teoremas pueden ser re formula-
dos para evitar el uso de dichos números y del axioma de reemplazo.
140 ruaOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS
sar que una lógica debe ser especificada, por ejemplo, por las reglas de
su uso, debido a que no está claro cómo pueden especificarse los do-
minios y las relaciones si no se dan las reglas de razonamiento acerca de
ellos. La lógica que estoy denominando simplemente de segundo orden,
en general es conocida como lógica de segundo orden "estándar" o "com-
pleta".
No es mi propósito adoptar una postura sobre cuál es la mejor n1.anera
de especificar una lógica pues, como ya lo he argumentado, la lógica tiene
mucho menos que ver con la teoría de conjuntos de lo que ordinariamen-
te se supone. Por lo tanto, este tema no es importante aquí. Sin embargo,
debido a que sólo la lógica de segundo orden completa es relevante para
la paradoja de Skolem y para el trabajo de Zermelo, resulta terminológi-
camente conveniente no tener que especificar si estoy hablando de una
lógica "completa" o "estándar" cada vez que analice la lógica de segundo
orden.
y ahora regresemos a nuestra historia. La segunda demostración de
Zermelo del principio del buen orden limitó el buen orden a los conjun-
tos. Esto es lo que le permitió llevar a cabo la demostración con base en
una axiomatización de una teoría de conjuntos y sólo de conjuntos. Pero
la axiomatización de 1908 de Zermelo de hecho también involucraba
otras clases de entidades: las funciones proposicionales definidas, las
cuales aparecen en el enunciado del axioma de separación. Esta noción
fue criticada por muchos, por su falta de claridad (véase Moore, 1982, p.
260, en donde aparece una lista de estas críticas).
En 1910 Hermann Weyl sugirió que una propiedad está definida si
puede ser obtenida de =, E, Y los elementos del dominio utilizando un
número finito de principios de definición (Weyl, 1910, p. 304). En 1917
Weyl ya había obtenido una lista satisfactoria de principios de defini-
ción: negación, identificación de variables, conjunción, disyunción, sus-
titución de constantes y cuantificación existencial sobre el dominio
(Weyl, 1918, pp. 4-6, 36). En términos modernos, su idea era que una
propiedad está definida si es definible en la lógica de primer orden con
parámetros. 21 Esta descripción del concepto de definido presupone la
noción de iteración finita (de los principios de definición) y, por lo tanto,
de los números naturales. Así, Weyl pensó que el esfuerzo para fundar
los números naturales en la teoría de conjuntos estaba mal orientado
(Weyl, 1918, pp. 6-37).
El principal propósito del libro en el que Weyl discutió el concepto de
estar definido era la reconstrucción de una porción del Análisis en una
21 De acuerdo con lo expuesto en Moore (1988a, p. 135), lo que Weyl tenía en mente esta-
ba más cercano a la lógica (O; es decir, a la lógica de primer orden con un predicado para
los números naturales.
AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS 143
Determine los conjuntos a¡, ... , al1' Para cualquier conjunto S, si para
toda x en S hay una única y tal que cp (x, y, a ¡, ... a n ) (es decir, si cp con los
parámetros al'"'' a 17 define una función en S), entonces existe un con-
junto T tal que, para todo y, y está en T si y sólo si existe x en S tal que
cp(x, y, al,'''' a n ). (Es decir, T está en el rango de S de la función defini-
da por cp con parámetros a¡, ... , aH)'
22 En 1946 Weyl presentó una breve y clara exposición, en inglés, de sus puntos de vista
y de cómo se relacionaban con los de otros autores (Weyl, 1946, pp. 268-279). Solomon
Fefelman (1988) es un elocuente promotor moderno de las matemáticas predicativas.
23 Más tarde Skolem cambió de opinión. Véanse Benacerra[ (1985) y George (1985).
144 AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS
dice que si X es válida sólo para números, entonces existe x en P(Zo) que
es el conjunto de los números para los que X es válido, lo que asegura
que todos los conjuntos de números naturales estén en P(Zo), y por tanto
en el dominio que, por ende, es no numerable. Como puede verse, la
paradoja de Skolem está bloqueada por estipulación. Pero esto no es
mucho más útil que simplemente insistir en que decimos que nuestra
AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS 145
24 De hecho, todo lo que necesitamos estipular es que los cuantificadores corran sobre
una unión de Vas (véase el apartado 4).
25 Podríamos pensar que es más natural suponer que sabemos cuáles son las relaciones
en un dominio dado, que suponer que sólo sabemos cuáles conjuntos existen, lo cual hace
que la lógica de segundo orden parezca un poco más natural que la "teoría de conjuntos de
primer orden completa" que se sugirió en el texto. Pero, independientemente de lo ante-
rior, lo importante es que los dos supuestos bloquean la paradoja esencialmente del mismo
modo.
26 Como lo veremos más adelante, tanto Skolem como Von Neumann sospecharon que
la finitud sería relativa, como otras nociones, pero esto no se seguía de los resultados de
Skolem; más bien se siguió del teorema de incompletez de Kurt Gbdel, presentado en 1930
(utilizando también su teorema de completez de 1929), como el propio Gbdello destacó en
una revisión de Skolem (1933) publicada en 1934 (Gbdel, 1934). Skolem pudo no haber
reconocido esto, puesto que pretendió haber derivado esta relatividad (Skolem, 1934), uti-
lizando esencialmente las técnicas de su obra de 1933. De hecho, e! resultado se sigue fácil-
mente del solo teorema de completez de Gbdel, pero esto no parece haber sido notado has-
ta 1947 (Henkin, 1947) (véase también Kleene, 1988, p. 49). En 1936 y 1941 Anatolii
Ivanovich Maltsev (1936 y 1941) presentó una argumentación para fundamentar un resul-
tado similar a los resultados basados en el teorexma de completez (compárese esto con lo
expuesto por Robert L. Vaught (1986, p. 377).
27 La cita está fuera de contexto (Skolem estaba señalando que la fuente de las dudas
acerca de! axioma de elección radica en la "demanda de que todo conjunto sea definible").
Pero su intención era en el mismo sentido en el que yo estoy utilizado la cita en el texto, así
fuera sólo incidentalmente.
146 AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS
31 Von Neumann creía que la teoría de conjuntos "ingenua" la había elaborado Cantor,
cuando en realidad la formuló Russell. Además, atribuyó la idea básica de la limitación de
tamaño a Zermelo (Von Neumann, 1925, p, 397). En tanto que el axioma de separación
sólo introduce subconjuntos de un conjunto ya dado, en el sistema de Zermelo existe una
clase de principio de limitación de tamaño -una limitación para los subconjuntos-, pero
no está claro cómo se relaciona con la limitación propuesta por Von Neumann para la car-
dinalidad de los conjuntos, una limitación que, como hemos visto, proviene de la concep-
ción de Cantor (véase el apartado 5),
150 AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS
32 Una relación binaria es una clase de pares ordenados. El dominio de una relación
binaria es la clase de todas las x para las que hay una y tal que el par ordenado (x, y) está en
la relación.
AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORJA DE CONJUNTOS 151
4. ZERMELO
resultados que tienen que ver con las jerarquías acumulativas VaCU). Zermelo a menudo
consideró al conjunto de todos los conjuntos de jerarquía a -es decir, el conjunto VaCU) -
U~<a V~CU) de nuestra notación moderna- pero no a VaCU).
42 Un ordinal inicial K fuertemente inaccesible es un ordinal K tal que K es de mayor cardi-
nalidad que cualquiera de sus predecesores, K no es la mínima cota superior de un conjun-
to de cardinalidad menor que K de los ordinales menores que K y el conjunto potencia de
cualquier ordinal menor que K tiene una cardinalidad menor que la de K. Generalmente
requerimos además que K sea mayor que úJ, pero Zermelo permitió el uso de úJ como un
ordinal inicial fuertemente inaccesible, pues omitió el axioma del infinito en su teoría de
conjuntos. Con la definición que he dado de VaCU), no todo ordinal inicial fuertemente
inaccesible origina un modelo cuando el conjunto de urelementos es grande. Zermelo
(1930, pp. 38-39) demostró que esto puede enmendarse, pero omitiré los detalles.
158 AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS
puede suponer que no existen los urelementos, pero sólo a costa de per-
der generalidad (Zermelo, 1930, pp. 44-45).
Los distintos dominios normales se ordenan bien. Si suponemos, por
ejemplo, que dos dominios normales no isomorfos íB (la V gótica mayús-
cula) y ~~' tienen conjuntos de urelementos del mismo tamaño, entonces
están caracterizados por distintos ordinales, digamos, K y K' con, diga-
mos, K < K'. Zermelo demostró que íB es isomorfo a una subestructura de
íB' y, de hecho, que K está en íB' y que íB es isomorfo al conjunto U"<k
V,,(U) tal como se define dentro de íB'.43 En particular, el dominio más
pequeño es isomorfo a un conjunto del dominio mayor.
Los resultados anteriores hacen un fuerte uso del carácter de segundo
orden de los axiomas de Zermelo: El uso de todas las cadenas en el axio-
ma de fundamentación, en vez de sólo aquellas del dominio, garantiza
que los ordinales de un dominio realmente estén bien ordenados -lo
cual no podría haber hecho una versión de primer orden del axioma-,
con lo que se garantiza que los ordinales de cualquier modelo sean iso-
morfos (en cuanto al orden) a los ordinales" genuinos". El uso de todas
las funciones proposicionales en el axioma de separación garantiza que
los V,,(U) de los diferentes dominios normales con la misma U sean los
mismos cuando a está en ambos dominios. Supongamos que esto no es
aSÍ, entonces hay una a mínima en los dominios a partir de la cual difie-
ren éstos y, puesto que difieren, uno de ellos debe incluir un conjunto e
en V,,(U) que el otro omita. Pero todo elemento del conjunto e está en
ambos dominios, puesto que a es mínima. El axioma de separación
garantiza que, en contra de lo que se supuso, este conjunto está en el
otro dominio, puesto que C es la subclase de U¡3<" V¡3(U) determinada por
la función proposicional que es válida para los elementos de C y de nada
más. No podría hacerse esta demostración utilizando la versión de pri-
mer orden de Skolem del axioma de separación, puesto que la función
proposicional requerida (x está en C) no podría ser dada mediante una
fórmula.
Zermelo aceptó que existen muchos dominios normales, los cuales es-
tán anidados como se describió anteriormente. Esto le permitió dar sen-
tido a la utilización que hizo de todas las funciones proposicionales. Per-
mítanme hablar en términos de las colecciones que las funciones
proposicionales definen -las partes del dominio-, en vez de en térmi-
nos de las funciones proposicionales mismas; esto serviría para ubicar la
postura de Zermelo en la perspectiva actual y para esclarecer la respues-
43 Ninguno de los resultados requiere el axioma del infinito. Sin este axioma, V,,(U), el
conjunto de los conjuntos hereditariamente finitos, es un dominio normal y, por lo tanto,
se incluye en el análisis. Es por esto por lo que probablemente Zermelo omitió el axioma
del infinito.
AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS 159
44 No es casual que el hecho de poner las cosas en términos más compatibles con Skolem
ayude a acercarse a las perspectivas actuales, pues éstas provienen directamente de las de
Skolem.
45 La construcción del modelo de ZFC-+AFA, dado en Aczel, 1988, capítulo 3, produce
un modelo separado de los axiomas para cada dominio normal puro (es decir, libre de ure-
lementos). Estos modelos de ZFC-+AFA están determinados de manera única, salvo iso-
morfismo, por el parámetro de Zermelo (el ordinal mínimo que no está en el modelo), y
están anidados como se requiere: cada modelo es un conjunto en cualquier modelo más
alto, y cualquier modelo más alto contiene todas las partes del modelo original.
160 AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS
existen más conjuntos que los requeridos por los axiomas de Zermelo)
(Fraenkel, 1923, p. 219), Y dio una versión de primer orden del concepto
de estar definido. De esta manera podía evitar que se hicieran preguntas
acerca de todos los conjuntos. Más tarde (después de 1929) Zermelo tra-
tó de esclarecer qué son los conjuntos, en vez de restringir sus investiga-
ciones a aquellos conjuntos cuya existencia está garantizada por algunos
principios, pero negó que los conjuntos formaran un dominio único.
Gbdel (1947, vol. 2, p. 180) introdujo un punto de vista muy diferente:
49 Una colección cuyo único elemento es ella misma proporciona un sencillo ejemplo: la
función que lleva al O a ese objeto atestigua que es un conjunto.
50 El resultado se aplica incluso a los modelos de clases, los cuales se presentarán en el
apartado VII. 4.
SI Una vez más, el resultado se aplica incluso a los modelos de clases.
166 AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS
tro conocimiento actual, los conjuntos no bien fundados son objetos ma-
temáticos perfectamente aceptables, y no debemos esperar resolver la
cuestión de si hayo no conjuntos bien fundados probando o refutando
el axioma de fundamentación con base en algunos nuevos axiomas fun-
damentados de manera independiente.
La única manera de resolver la cuestión de si el axioma de fmidamen-
tación es válido sobre bases "internas" de las matemáticas es evaluándo-
lo en términos de su utilidad; sin embargo, como lo ha dejado en claro el
desarrollo histórico de la teoría de conjuntos, el axioma de fundamenta-
ción no tiene usos matemáticos. 52 Como lo destacó Azriel Levy en un tra-
bajo que adoptó la concepción iterativa, todos y cada uno de los otros
axiomas
Axioma 5.1. Las clases con los mismos elementos son iguales.
59 He excluido los urelementos para simplificar los axiomas; no obstante, una versión
general deberá incluirlos. Como de costumbre, no se genera un problema esencia.! si se
procede de esta manera, excepto algún incremento en la complejidad del resultado. Dejo al
lector los cambios necesarios.
AXIOMATIZACIÓN DE LA TEORÍA DE CONJUNTOS 173
1. ¿QuÉ SABEMOS?
los platonistas destruyen toda la esencia del infinito, el cual yace en la concep-
ción de una estructura que está siempre en crecimiento, precisamente debido
a que el proceso de construcción nunca es completado. La concepción plato-
nista de una estructura infinita como algo que puede ser considerado extensio-
nalmente -es decir, como el resultado de un proceso- a la vez que como un
todo -es decir, como si el proceso ya se hubiera completado- se basa pues
en una clara contradicción: se habla de un proceso infinito como si fuera
meramente un proceso finito particularmente largo.
10 No examinaré de qué manera podrían ser intersubjetivos los objetos matemáticos que
son experiencias, ya sea que surjan de repente, ya sea que dejen de existir cuando cese la
experiencia, etc. No existe un amplio consenso respecto a cuáles son las respuestas satis-
factorias para tales preguntas; no obstante, los puntos de vista delineados aquí requieren
tales respuestas.
EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO 193
como una especulación que no tiene nada que ver con las matemáticas, y
de manera similar tampoco quiere saber nada sobre la posibilidad de
futuros cambios en los valores de verdad. Si permitiéramos el uso de algu-
na noción de posibilidad dentro de las matemáticas, entonces podríamos
sostener, én coincidencia con el intuicionista, que los números son
potencialmente infinitos y aun así avalar la lógica clásica. 12
Consideremos el siguiente ejemplo: Un número peifecto es un número
n tal que la suma de sus divisores, incluyendo el 1 pero excluyendo n,
es n. Por ejemplo, como 6 = 1 + 2 + 3, entonces 6 es un número perfecto.
No se sabe si existen números perfectos impares, pero de haberlos no
podrían ser menores que 10 50 (Iyanaga y Kawada, 1980, p. 927). Puesto
que existen procedimientos simples para determinar si un número es
impar y perfecto, el intuicionista dará por sentado que ('í1x)(P(x) V
....,P(x)) , donde "P(x)" significa "x es impar y perfecto" y la variable corre
sobre los números naturales. ASÍ, el intuicionista da por sentado que
existe una función calculable bien definida que lleva a cada número a,
digamos, 1 o O, dependiendo de si este número es o no impar y perfecto.
Sin embargo, el intuicionista no necesita afirmar que (jx)P(x) es deter-
minantemente verdadero o falso, dado nuestro presente estado del conoci-
miento: no se ha demostrado que algún número sea impar y perfecto, y
tampoco ha sido demostrado que el supuesto de que existe un número
perfecto impar conduzca a una contradicción.
¿Se puede afirmar que (jx)P(x) es verdadero? El intuicionista no pue-
de hacerlo, puesto que requiere una existencia real, es decir, requiere la
construcción real de un número perfecto impar, pero tal construcción
todavía no ha sido realizada. En contraste, el matemático de la corriente
clásica, quien acepta que todos los números existen actualmente, podría
razonablemente sospechar que (jx)P(x) podría ser verdadero, con base
en que un número que todavía no se ha construido sea impar y perfecto.
En forma paralela, una noción apropiada de posibilidad matemática
haría razonable sospechar que j(x)P(x) es posiblemente verdadero con
base en que resulta factible que pueda construirse un número perfecto
impar.
Por otro lado, el intuicionista podría sostener coherentemente que
(jx)P(x) es no verdadero, en razón de que no existen números perfectos
impares, (conocidos). Ninguno ha sido construido todavía, que es como
podría afirmarse dados los compromisos "metafísicos" apropiados. Pero
-todavía hablando desde fuera de los límites de lo permitido por el
intuicionismo- la afirmación de que (jx )P(x) es falso sostenida por tal
razón estaría sujeta a cambio (que se construya o no un número perfecto
uno que sea efectivamente decidible- es verdadero, sea cuando esto significa que dis-
ponemos de una prueba o demostración real, entonces simplemente no está disponible una
interpretación clásica de la cuantificación no acotada sobre los números naturales".
16 La postura a la que he arribado ahora -intuicionismo más constructivismo, más la
restricción epistémica, de acuerdo con mi propia terminología- es la que usualmente
denominamos simplemente intuicionismo. En su obra Elements of Intuitionism, Dummett
(1977) proporciona una detallada introducción al tema y cita los textos clásicos. Charles
McCarty (1983) escribió un breve capítulo que contiene una reseña panorámica de mucho
de lo que es filosóficamente interesante acerca del intuicionismo.
EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO 197
17 Estoy en deuda con Sarah Stebbins por haberme hecho esta observación.
198 EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO
Si sólo consideramos a los conjuntos bien fundados -lo cual es, hasta
donde puedo ver, inevitable para nuestros presentes propósitos-, la idea
simplemente puede describirse así: La disponibilidad de todos los ele-
mentos de cualquier Va requiere la existencia actual de todos los elemen-
tos de todo V¡'3, para f3 < Cl' (véase en el apartado V.4, la definición de Va)'
Las construcciones no tienen lugar dentro del tiempo pero, de acuerdo
con una frase de Parsons, deben respetar el ordenamiento intrínseco de
la posibilidad relativa. Debemos considerar como construcciones legíti-
mas a las operaciones de formación de uniones, a los conjuntos poten-
cia, a los rangos de las funciones sobre conjuntos y a los conjuntos de
elección. Algunos de los elementos de esas construcciones pueden o no
seguirse de la idealización que hemos hecho. (Los detalles están relacio-
20 Respecto a la teona de conjuntos modal de Parsons, véase Parsons (1983c). En la lite-
ratura especializada se han analizado varias teorías de conjuntos constructivistas con
motivaciones no distintas de las descritas aquí, especialmente en Tait (1990). Véase Par-
sons; 1983c (p. 326), en donde aparecen referencias a otras teonas. Véanse también Pozs-
gay (1971); y Lear (1977).
EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO 201
21 A pesar de todo lo dicho, no es muy claro que han de ser "los axiomas de ZFC cons-
tructivamente construidos". Existen muchas axiomatizaciones de la teoría de conjuntos
clásicamente equivalentes pero constructivamente distintas. Véase Beeson (1985, caps. 8, 9
Y 12), en donde aparece información relevante y referencias al respecto.
202 EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO
22 Kitcher, por ejemplo, la utilizó para caracterizar el origen epistémico de nuestro com-
promiso con la teoría de conjuntos (Kitcher, 1983, capítulo 6), y yo hice algo relacionado
con esto en la sección previa. No estoy diciendo que tales usos son erróneos, sino sólo que el
problema de explicar cómo llegamos a saber qué son las posibilidades relevantes de cons-
trucción equivale al problema de explicar las fuentes conceptuales de nuestros principios
conjuntistas. La introducción de la noción de posibilidades de construcción no resuelve el
problema particular que estamos enfrentando aquí.
EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO 203
A -¿ (Vxy)x +y = y +x
(con "+" y las variables libres del dominio) la satisfacen todos los domi-
nios e interpretaciones de "+". La segunda versión dice que para cual-
quier dominio e interpretación de "+", el enunciado A -¿ (Vxy)x + y = y + x
(sin variables libres y provisto de dominio y operador "+") es verdadero.
La distinción que se hace aquí entre "todos" y "cualquiera" es muy simi-
lar a la sugerida por Russell (vista en el apartado IV.1), aun cuando en
este caso se utiliza de una manera muy diferente. Cualquier versión del
deductivismo permite la noción de modelo de una teoría.
Puesto que el deductivismo considera a las matemáticas como la acti-
vidad de deducir consecuencias de los axiomas, poco puede decir acerca
de la actividad "extramatemática" consistente en seleccionar los axio-
mas. Esta situación no parece ser mejor que la del formalismo de Cun-y,
así que el deductivismo no puede ayudar a explicar por qué empleamos
la teoría del infinito. A propósito, ésta es la respuesta para la pregunta
que surgió en el apartado IV.1: No siempre podemos explicar el uso
matemático de los supuestos cuestionables trasladándolos a la hipótesis
de los teoremas (en el apartado IV.1 se trataba de los axiomas del infini-
to, de elección y de reducibilidad; aquí se trata, más directamente, de los
axiomas de la teoría de conjuntos). Una parte importante de la actividad
matemática es la selección de "hipótesis" (teorías) apropiadas, para su
estudio. No es el caso de que simplemente cualquier antigua teoría sirva,
y para explicar esto debemos rechazar la clásica jugada del deductivista.
El deductivista -y también un formalista como Curry- concederá
que los matemáticos deben estar más interesados en los conjuntos de
axiomas consistentes (puesto que de un conjunto incosistente de axio-
mas se deduce cualquier enunciado, este tipo de axiomas no es muy inte-
resante para el deductivismo). Pero el deductivista también ha admitido
la coherencia de la noción de modelo de una teoría, y por tanto acepta la
posibilidad de demostrar que una teoría es consistente si se demuestra
que tiene un modelo. Curry no necesita aceptar esto, ya que desde su
punto de vista la teoría de modelos constituye un formalismo más.
Parece que nuestra principal razón para creer que la aritmética de
Peana es consistente es que creemos que tiene un modelo. Si esto es co-
rrecto, deja al deductivista en la incómoda posición de sostener que
nuestra principal evidencia para un importante hecho matemático -la
consistencia de la aritmética de Peano- es extramatemática, puesto que
212 EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO
101010
31 El finitista estricto (ontológico) que sostuviera que 10 es un número, pero que no
lo es 10101010 + 1 no podria aceptar X + 1 > X, puesto que sustituir X con 10101010 no produci-
ría una verdad. Tal finitista estricto no poqpa aceptar las matemáticas finitistas. El finitista
estricto que es escéptico acerca de si 10 1010 es un número debido a que no podemos produ-
101010
cir una cadena de 10 trazos, podría perfectamente bien aceptar las matemáticas finitis-
taso Los finitistas estrictos serán escépticos acerca de si hay un ejemplo de X + 1 > X en la
101010
forma de 10 101010 + 1 > 10 , así que la aceptación del esquema no necesita causar proble-
maalguno.
32 He modificado la notación para que concuerde con la notación utilizada aquí. Las cur-
sivas aparecen en el original.
EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO 219
+ O=
(Vx)x x,
(Vxy)x + Sy = S(x + y).
Estas ecuaciones determinan, por ejemplo, que 2 + 2 = 4 por medio de
los siguientes cálculos:
X+ O =x;
X + Sy=S(X + Y),
y las ecuaciones finitistas son suficientes para evaluar a 2 + 2, o a cual-
quier otra suma de determinados números, de la manera indicada. Di-
chas ecuaciones no conllevan un compromiso con una función, puesto
que tampoco conllevan compromiso alguno con un dominio que vaya
más allá de los valores realmente empleados. Parafraseando a Hilbert y a
Paul Bernays (Hilbert y Bernays, 1970, vol. 1, pp. 25, 287, 330), la defini-
ción recursiva es una breve comunicación de un procedimiento que pro-
duce un número definido cuando se dan números definidos, y esta defini-
ción recursiva puede ser imitada dentro de las matemáticas finitistas. 33
Las matemáticas finitistas permiten el uso de axiomas de la siguiente
33 La distinción que hacemos aquí entre la variable x universalmente cuantificada y la
variable X esquemática no se encuentra ni en el trabajo de Hilbert ni en los comentarios
modernos sobre él, aun cuando Hilbert sí distinguía entre las variables algebraicas y las
variables de contenido, como se analizó anteriormente.
220 EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO
34 Aun cuando los símbolos de función de las matemáticas finitas no pueden ser consi-
derados como representaciones de las funciones sin ir más allá de los recursos conceptua-
les necesarios para las matemáticas finitistas, ellos tienen una interpretación perfectamen-
te adecuada que no va más allá de aquellos recursos: pueden interpretarse como
instrucciones para realizar cálculos de cierta clase. Creo que es de esta manera como los
niños de las escuelas primarias interpretan los signos de adición, sustracción, multiplica-
ción y división.
35 Hallett (1990, pp. 241-242) cree que ésta era en realidad la postura de Hilbert.
EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO 221
36 Parece que se requiere un poco más para justificar que se considere a los números
racionales como una extensión de los números naturales con las nuevas operaciones arit-
méticas que son extensiones de las viejas, en vez de una estructura completamente diferen-
te que casualmente tiene una subestructura isomorfa a -pero diferente de- los números
naturales (y éste es un paso que Hilbert ciertamente consideraba justificado). Me permito
proponer el siguiente criterio en nombre de Hilbert: Si es consistente usar una teoría que
tiene un modelo propuesto para ocuparse de una extensión de un determinado modelo
propuesto de alguna otra teoría, entonces el modelo propuesto de la primera teoría es una
extensión del modelo propuesto de la otra teoría. Pienso que el criterio es todo lo que justi-
fica extender los números naturales a los números enteros, los números enteros a los núme-
ros racionales y los números racionales a los números reales, así como otros muchos casos
afines.
222 EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO
37 He aquí un bosquejo de cómo hacerlo: tome un enunciado finitista que haya sido
demostrado utilizando métodos infinitistas y suponga, por contradicción, que es falso.
Puesto que el enunciado es finitista, habría en este caso una pnleba finitista dé que es falso.
Puesto que nuestros métodos finitistas van a ser incluidos entre nuestros métodos infinitis-.
tas, esto significa que habría demostraciones dentro de! sistema infinitista de que e! enun-
ciado es verdadero y es falso. Pero esto contradice el hecho finitistamente demostrado de
que el sistema infinitista es consistente, así que, después de todo, el enunciado debe ser ver-
dadero. La nueva prueba del enunciado que se acaba de ofrecer utilizando la consistencia
es finitista, incluso si la original no lo era.
224 EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO
mos 1\ como "y", y '11 como "para todo". Pero, puesto que Lse presenta en
forma puramente formal, podemos "negar cualquier significado a los
símbolos lógicos" (Hilbert, 1926, p. 197) y considerar a la especificación
de L como simplemente una especificación de cuáles sucesiones de sím-
bolos son especiales debido a que son denominadas "enunciados", y de
cuáles enunciados pueden seguirse de otros enunciados en objetos, suce-
siones de sucesiones de símbolos, llamados "demostraciones". Ésta es
otra idea que en la actualidad nos es familiar debido principalmente a la
importancia que Hilbert le atribuyó. (Esto ya lo analizamos anterior-
mente cuando abordamos el formalismo en su versión de juego.) Ahora
bien, L es consistente si y sólo si ninguna demostración termina en la
línea -digamos- e =1= e (dependerá de los detalles de L qué enunciado
elijamos). Así, la cuestión de la consistencia de L se reduce a una acerca
de sus posibilidades combinatorias para arreglar los símbolos de ciertas
maneras. Ahora bien, la única parte de las matemáticas finitistas que
hemos discutido es la que concierne a los números, literalmente la que
involucra expresiones tales como 5550. Sin embargo, podemos razonar
de una manera finitista acerca de sucesiones de símbolos que incluyan 1\,
'11, etcétera -como lo analizaremos con cierto detalle en el apéndice del
presente capítulo-o No existe ninguna razón para restringirnos a S y O.
La versión finitista "L es consistente" toma la forma de "Si X es una prue-
ba en L, entonces la última línea de X no es e =1= e". No proporcionaré
detalles acerca de cómo expresar de manera finitista "X es una prueba en
L ", pero no parece irrazonable que sea posible hacerlo, puesto que las
matemáticas finitistas incluyen definiciones mediante recursión primiti-
va y formalizaciones estándar de sistemas lógicos que hacen uso de tales
definiciones.
Puesto que al problema de la consistencia se le puede dar una formu-
lación finitista, no era irrazonable que Hilbert sospechara que tenía una
solución finitista (aun cuando realmente no la tenía, como lo veremos
dos párrafos más adelante). Primero me permito destacar que el método
de Hilbert para introducir nuevas entidades matemáticas no sería acep-
table para un intuicionista (demostrar la consistencia no es lo mismo
que proporcionar una construcción38 mental) y así, incluso si Hilbert
hubiera logrado proporcionar pruebas de consistencia, con esto no hu-
biera alcanzado su meta de justificar la matemática conjuntista clásica
ante el intuicionista. De todos modos, hubiera proporcionado una valio-
sa clase de justificación, la cual no me detendré a analizar, puesto que
fracasó el programa para proporcionar pruebas de consistencia.
38 Aquí no ayuda el teorema de completez, el cual garantiza que toda teoría consistente
tiene un modelo. No es intuicionistamente (y menos finitistamente) válido; e incluso si lo
fuera, sólo proporciona un modelo, no la construcción mental requerida.
EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO 225
ma. También muestra que no pueden descartarse otras alternativas que podrían escapar
del teorema y ser aceptables para un hilbertiano. Los prospectos para un desarrollo real de
conformidad con las líneas sugeridas parecen poco prometedores.
41 Su demostración no era del todo correcta, pero ya ha sido satisfactoriamente subsana-
EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO 227
Hilbert sostenía que es legítimo utilizar sin reservas una teoría que ha
demostrado ser consistente. Sin embargo, cuando tomamos como verda-
dera a una teoría, la consideramos como una teoría acerca de algo. La
usual demostración de la consistencia de la teoría de los números racio-
nales (no negativos) no sólo demuestra que es consistente, sino además
nos muestra que podemos considerar a los números racionales como
ciertos pares de números naturales. Una demostración hilbertiana de
que una teoría de conjuntos es consistente nos autorizaría -desde su
punto de vista- a hacer uso de los conjuntos; pero no sería de mucha
utilidad para averiguar qué son estos conjuntos, puesto que una demos-
tración de consistencia que siguiera los lineamientos de Hilbert trataría
a la teoría como un cálculo no interpretado. Podría parecer que los méto-
dos de Herbrand no constituyen un gran progreso en este respecto, pues-
to que sólo proporcionan modelos parciales de un enunciado que ni
siquiera es verdadero en dichos modelos parciales; no obstante, de todos
modos constituyen un paso adelante en la dirección correcta. Como
veremos en el capítulo VIII, el mejoramiento del trabajo de Herbrand
realizado por Jan Mycielski y Janusz Pawlikowski permite asociar cada
enunciado con una versión finitista tal que el enunciado original tiene un
modelo en el sentido usual si y sólo si la versión finitista tiene modelos
finitos apropiados. Los modelos parciales de Herbrand son los modelos fi-
nitos relevantes para la demostración.
Aun cuando el programa finitista de Hilbert fracasó, las matemáticas
finitistas retienen considerable interés como terreno neutral que no in-
volucra compromisos con ninguna forma del infinito. ASÍ, cuando desea-
mos evaluar si cierto argumento sería aceptable para todas las partes,
una manera fácil de hacerlo es demostrando que dicho argumento es
finitista, y ésta es la razón por la que haré uso de las matemáticas finitis-
tas en los siguientes capítulos. Por lo tanto, en el apéndice de este capítu-
lo proporcionaré una especificación detallada de un sistema de matemá-
ticas finitistas y analizaré detalladamente dicho sistema. De hecho,
proporcionaré tres sistemas: PRA, PRW y PRS. El análisis incluye una
discusión detallada de las variables esquemáticas. El lector que tenga
confianza en que ciertos argumentos pueden ser desarrollados de una
manera que sea aceptable para todas las partes, puede saltarse este apén-
dice.
da. Véanse las notas de los editores de Herbrand (1930) para los detalles. Este teorema
toma al teorema de completez de Gbdel como una simple consecuencia con un argumento
que no es finitista.
228 EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO
4. ApÉNDICE
Z(X¡) = O,
P}(X¡, ... , Xi) =10·
Los términos de PRA son definidos recursivamente de la manera pre-
vista: el O y las variables son términos. Si f es un símbolo de función de n
lugares, entonces f seguida por n términos separados por comas y ence-
rrados entre paréntesis es un término (el lector debe calcular, según el
contexto, cuántos lugares tiene cada símbolo de función). Hay otra clase
adicional de símbolo de función, la cual debe incluirse en la definición
de término: si g es un término con variables entre Y¡, ... , Y n Y h es un tér-
mino con variables entre Z¡, Z2. Y¡, ... , Y n , entonces hay un nuevo símbolo
de función asociado con g y h, digamos la letra :! seguida por las letras g
y h separadas por comas y encerradas entre paréntesis. Esta expresión,
:!(g, h), se puede abreviar con f. De esta manera, f tiene los siguientes
axiomas asociados:
feO) =g(O),
f(SXo) = h(Xo, feXo »,
42 ASÍ, por ejemplo, .7(Y¡, 5Z 2 ) es un símbolo para la adición, X¡ + X o, tal como fue defini-
da por la recursión primitiva proporcionada anteriormente.
230 EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO
43 Estoy utilizando el 1 como una abreviación de SO, yoS como una abreviación de una
relación apropiadamente introducida.
EL CONOCIMIENTO DEL INFINITO 231
ducción, pero un principio muy débil y especial. Todo lo que hace es co-
dificar que las definiciones recursivas primitivas son definiciones -es
decir, establece que dos términos con la misma definición recursiva pri-
mitiva tienen los mismos valores-o Este principio parece ser parte del
uso de las definiciones recursivas primitivas, no un principio indepen-
diente que amerite una crítica separada. Como hemos visto, la regla de
inducción proviene de este principio. Pero la crítica de Poincaré aplicada
a la regla de unicidad se reduce al argumento de que las definiciones
recursivas no están justificadas por una demostración de consistencia, y
esto es algo que Hilbert aceptó. Hilbert evidentemente las consideraba
como parte fundamental de la intuición matemática (Hilbert y Bernays,
1970, p. 286).
Hay otra cosa más que debe ser verificada antes de aceptar PRA como
un sistema libre de compromisos infinitistas: Estamos interesados no
sólo en los compromisos de una teoría, sino también en los compromi-
sos que el teórico debe suscribir al aceptar esta teoría. Debemos asegu-
rarnos de que la axiomatización de PRA sea ella misma finitistamente
aceptable; es decir, que no se requiera ningún compromiso con el infini-
to para que se dé la axiomatización. Me gustaría hacer esto simplemente
demostrando que PRA puede ser formalizada dentro de ella misma y, por
lo tanto, que los compromisos de la formalización no van más allá de
aquellos del formalismo. Desafortunadamente no es posible demostrar
esto, por una razón trivial: la formalización de PRA involucra muchos
símbolos, pero sólo trabaja con números en una notación unaria.
El problema tiene una solución sencilla: Supongamos que la formali-
zación involucra r símbolos: al,"" a r . (De acuerdo con la manera como
procedí, había una cantidad infinitamente grande de símbolos, pero eso
no era esencial. Por ejemplo, la infinita cantidad de variables Xi puede
muy bien reemplazarse por X, X', X", etc., lo cual involucra sólo el uso de
dos símbolos: X y '.) Podemos generar todas las "palabras" que pueden
ser construidas a partir de r símbolos utilizando la siguiente "función de
sucesor" definida según la recursión primitiva (Asser, 1960, p. 266):
veA) = al'
v(alXO) = a 2 X O,
v (ar-lXO) = arXO,
v (arXO) = alv(XO),
utilizarse como una clase de notación r-aria para los números, en lugar
de la notación unaría de nuestra anterior formalización de PRA. (Esta
notación está estrechamente relacionada con -pero no es la misma
que-la notación estándar de base r.) Por lo tanto, podemos adaptar
nuestra axiomatización de PRA para convertirla en una axiomatización
para PRW (Primitive Recursive Theory ofWords) de una manera sencilla:
Utilizamos los mismos axiomas que antes, excepto que ahora agregamos
el esquema que acabamos de proporcionar, reemplazamos S por v en
todo lugar en donde ocurra en los axiomas, reemplazamos a O por A y
agregamos una nueva regla de unicidad: Infiera f(Xo) = v(Xo) de
feA) = al,
f(a¡Xo) = a 2 X O,
f(ar-¡XO) = arXO'
f(arXo) = a¡{(Xo)·
f(0) = g(0),
1. LA INTUICIÓN
238
SALTOS DE FE 239
tos difícilmente son más problemáticas para los matemáticos de lo que pudie-
ran ser las ilusiones de los sentidos para los físicos.
Gadel partió del hecho de que los axiomas se nos imponen por sí mis-
mos como verdaderos y trató de desarrollar una teoría epistemológica
que explicara esto. Identificó el hecho de que se nos imponen como ver-
daderos con la existencia de una "clase de percepción", es decir, "una
intuición matemática". Después de una breve indicación de que lo que
podría ser la fuente de tal intuición, Gadel continuó (1947, pp. 484-485)
su exposición de la siguiente manera:
2. LA FÍSICA
3. LA MODALIDAD
5 Por razones de simplicidad, estoy considerando sólo los dominios nonnales puros.
SALTOS DE FE 249
lo, para los cardinales hiper-Mahlo, etc., pero no para los cardinales
débilmente compactos (Rellman, 1989, pp. 83-91).
La mencionada semántica de Kripke parece implicar un compromi-
so con una clase de todos los modelos de la teoría de conjuntos de
segundo orden, la cual no puede aceptar el estructuralista modal. Esto
se evita no concediendo legitimidad a la semántica de Kripke; en vez de
esto, simplemente se considera a las modalidades como básicas, es
decir, definidas por su uso (Rellman, 1989, p. 15): "La manera precisa
en la que ha de ser comprendido esto será determinada por el papel que
desempeñe en la interpretación".
La semántica que he proporcionado no es la de Rellman, pues él
empleó una modalidad que se aplica a todas las estructuras, no sólo a
los modelos de la teoría de conjuntos; además, hizo a todos los mode-
los accesibles entre sí. La suya es una modalidad general para todas
las estructuras matemáticas, no una particular para la teoría de con-
juntos. Ésta es la diferencia clave entre su propuesta y la de Parsons
(1983c). Cuando estaba discutiendo la teoría de conjuntos, Rellman le
agregó las restricciones que yo he proporcionado con enunciados
explícitos de segundo orden; es decir, tradujo (\tx)(3y)<,b (Rellman,
1989, p. 74) por:
6 Véase Shapiro (1991, apartado 5.1) en donde aparecen las definiciones de estos con-
ceptos. Shapiro denominó a la cenadura transitiva relación ancestral.
7 Para una discusión más detallada, véase Shapiro (1991, apartados 5.1 y 5.2).
252 SALTOS DE FE
10 Recuerde que sólo estamos considerando la lógica de segundo orden estándar o com-
pleta. Véase el apartado V.3.
11 He tomado el término "cuasicategórico" de la obra de Hellman (1989).
12 La cuasicategoricidad resulta válida para la teoría de conjuntos que incluye los axio-
mas de fundamentación o de antifundamentación (véase el apartado V.4). Sin alguno de
ellos la situación se vuelve un poco más complicada, pero la teoría de segundo orden sigue
siendo una mejora sustancial sobre la teoría de primer orden.
254 SALTOS DE FE
13 Los resultados que acabamos de mencionar en el texto son válidos incluso sin los axio-
mas de fundamentación o de antifundamentación.
14 Lo cierto es que la nueva teoría de conjuntos de fondo no necesita tener niveles más
allá de los subconjuntos del dominio de la primera, así que no es necesario tener una ver-
sión del axioma de reemplazo. Esto podría producir cierta simplificación.
J5 Georg Kreisel (1971, p. 97) argumentó que la regresión no es viciosa: "De ninguna ma-
nera es circular el uso de un concepto para enunciar los hechos acerca de él". Kreisel es par-
tidario de la lógica de segundo orden completa (véase op. cit. y sus referencias). Kreisel
sugirió (op cit., p. 96) que intentemos "formular los principios involucrados en el descubri-
miento de los axiomas existentes" y extenderlos, formulándolos "con tanta generalidad
como podamos". Considero que las investigaciones de los capítulos siguientes tienen este
espíritu.
SALTOS DE FE 255
25 Parsons (1990) llegó a conclusiones muy semejantes en una discusión de los números
naturales.
26 Shapiro no discutió lo que yo he llamado la sustitución completa. Él empleó más bien
una noción parcialmente semántica (1991, p. 247), en vez de: HA partir de <f>(X), infiera
<f>(S), donde S es cualquier conjunto".
27 Shapiro estaba mejor dispuesto hacia la lógica esquemática completa de segundo
orden en su obra de 1985 (p. 734). En la obra de 1990, el plincipal argumento de Shapiro
en favor de la lógica de segundo orden es el mismo que el que proporcionarnos aquí para la
lógica esquemática completa de segundo orden.
SALTOS DE FE 2S9
33 Parsons llegó a conclusiones semejantes en una discusión acerca de los números natu-
rales (Parsons, 1990).
34 Frecuentemente utilizamos un esquema de comprehensión en la lógica de segundo
orden, en vez de una regla de sustitución, pero los dos son interderivables en la lógica de
segundo orden. Véase Shaphiro (1991, pp. 66,68-69).
266 SALTOS DE FE
35 Shapiro (1990, p. 260) no ha sido tan optimista como yo. Dijo que un escéptico segui-
dor de Skolem argumentaría que el axioma de comprehensión (o, de manera equivalente,
la regla de sustitución) cambia cuando el vocabulario se amplía, y que el rango de las varia-
bles de segundo orden cambia con él. Puesto que yo, a diferencia de Shapiro, me he resisti-
do a la lógica de segundo orden cuantificada en el presente marco, puedo replicar a la
segunda objeción de que las variables de segundo orden no tienen un rango. La primera
objeción -que la regla de sustitución cambia- es más seria. Es un escepticismo que no
puedo derrotar inequívocamente, pero observe cómo ha cambiado la postura: Ahora el
escéptico debe argumentar que no comprendemos cuando estamos ampliando nuestro
propio lenguaje, lo cual es mucho más dificil de sostener que la vieja duda acerca de si
nuestras afirmaciones en el presente vocabulario fijo son suficientes por sí mismas para
especificar lo que queremos decir con la expresión "todas las colecciones".
SALTOS DE FE 267
36 No estoy seguro de si el mismo consejo sería apropiado para los urelementos, aun
cuando me inclino a pensar que sí. Un dominio que identificó incorrectamente algunos
conjuntos como urelementos tendría urelementos extra que no debiéramos permitir, así
que yo tengo algunas dudas al respecto.
VIII. DE AQUÍ AL INFINITO
Pero aun aSÍ, por razones de conveniencia, trataré esto como un caso de
aceptación de la hipótesis del continuo con base en un nuevo axioma
-como de hecho lo es-, puesto que la hipótesis del continuo ciertamen-
te se deduce en buena medida de ella misma.
Si se da por hecho que efectivamente tenemos una axiomatización
cuasicategórica de la teoría de conjuntos -como yo concluÍ en el aparta-
do VII. 4- Y se permite cierta cantidad de realismo acerca de los mode-
los matemáticos, resulta fácil explicar la falta de analogía entre la teoría
de conjuntos y la geometría. Los axiomas de la geometría (excluyendo al
postulado de las paralelas) no son categóricos. Tienen modelos no iso-
morfos, algunos de los cuales obedecen al postulado de las paralelas,
mientras que otros no lo obedecen. Pero ambas clases de modelos geo-
métricos son dignos de estudio. En contraste, los axiomas de la teoría de
conjuntos no tienen tal variedad de modelos; además, debido a que los
axiomas son cuasicategóricos, o bien la hipótesis del continuo es verda-
dera en todos los modelos o bien es falsa. Nos gustaría saber en cuáles.
Desafortunadamente, aunque los axiomas son cuasicategóricos, están
lejos de ser completos. Para establecer la hipótesis del continuo necesita-
mos complementarlos. Pero los únicos nuevos axiomas que podrían ser
de utilidad son aquellos que son verdaderos de los modelos de la teoría
de conjuntos que son seleccionados por los axiomas que ya tenemos. La
utilidad y fecundidad no son suficientes para nuestros propósitos: nece-
sitamos la verdad, tal como es determinada por una norma antecedente.
Como lo demuestra la independencia de la hipótesis del continuo de los
axiomas de primer orden de la teoría de conjuntos, la verdad o falsedad
de un axioma recién propuesto que establezca la hipótesis del continuo
no puede ser determinada a partir de la norma antecedente utilizando el
familiar método de deducción: no podemos deducir o refutar un axioma
recién propuesto que establezca la hipótesis del continuo con base en
axiomas conocidos y ejemplos conocidos de esquemas de axiomas. Esto
es exactamente lo que significa decir que la hipótesis del continuo es in-
dependiente de estos axiomas y esquemas. Por lo tanto, necesitamos una
manera no deductiva y no axiomática de determinar si un axioma recien-
temente propuesto puede deducirse de nuestras viejas normas.
Los conjuntistas han utilizado mucha heurística para argumentar en
favor y en contra de varios nuevos axiomas (Maddy, 1988a y 1988b). Pero
esta heurística no ha tenido mucho éxito, y lo que es más importante: no
ha proporcionado un argumento persuasivo en favor o en contra de la
hipótesis del continuo. Para este propósito parece que necesitaremos
una norma de autoevidencia más poderosa y refinada o un conjunto más
poderoso y refinado de heurísticas y normas para la evidencia extrínseca.
Por consiguiente, considero que es importante proporcionar una teoría
272 DE AL INFINITO
2. IMAGINANDO EL INFINITO
3 Es más usual concebir al universo como algo que está compuesto de partes cuyo tama-
ño mínimo es diferente a cero; no obstante, véase Lavine (1991).
4 Esta idea es discutida desde una perspectiva ligeramente diferente en Lavine (1995).
5 Otros han tratado de reconstruir partes de las matemáticas modernas con base en una
teoría de las grandes colecciones finitas; sin embargo, esto descansa en el inverosímil su-
puesto de que en realidad existen colecciones finitas sin último elemento (Vopénka, 1979,
p. 33). "El profesor Charles Darwin nos enseña que hay un conjunto D de objetos y un
ordenamiento lineal de este conjunto tal que el primer elemento es un simio Charlie, que
cada elemento no primero es un hijo del elemento inmediatamente precedente y que el
último elemento es el propio Darwin. La colección A de todos los simios pertenecientes a D
no es un conjunto, ya que, si así fuera, A tendría un último-elemento. Pero,como todos
sabemos, los hijos de los simios son simios". A. S. Yessenin-Volpin propuso una base simi-
lar para las matemáticas (1970). Si desea leer una excelente discusión sobre la paradoja
sugerida por este pasaje, vea Tappenden (1993).
" Zillion es un término coloquial que no se refiere a un valor numérico definido pero que
denota un valor muy grande (e indefinido). La traducción, igualmente coloquial, más fiel
seria "chorrocientos". (N. de R.)
276 DE AQUÍ AL INFINITO
7 Aun cuando la existencia de una base para la extrapolación no nos fuerza a negar la
existencia de los conjuntos infinitos, sí reduce el alcance de lo que generalmente considera-
mos como el principal argumento positivo para su existencia. Véanse, por ejemplo, Maddy
(1989) o el apartado VlI.2, en donde aparece una discusión de esos argumentos.
8 PRW significa Primitive Recursive Theory ofWords, es decir, teoría primitiva recursiva
de palabras. PRS significa PrimitiveRecursive Theory of Sets, esto es, teoría de conjuntos
recursiva primitiva. Estas teorías tienen todos los rasgos deseables de PRA discutidos en el
apartado Vl.3. Véase también el apartado VI.4.
DE AL INFINITO 281
(3)
(4)
(5) (\ix)(3y)y=x+l
(6)
donde Xo es una variable esquemática que puede ser reemplazada por cual-
quier numeral, como un ejemplo de cómo tomar a los esquemas (véase el
apartado VI.4). Un esquema no implica que todo enunciado de la forma
especificada sea verdadero. Más bien expresa el compromiso de que cual-
quier enunciado realmente dado, de la forma especificada, es verdadero. Si
el esquema (6) es interpretado de esta manera, esto hace que Wo sea mayor
que cualquier número particular que sustituyamos. Ésta es sólo una forma-
lización de una parte de lo que queremos significar cuando decimos que Wo
es indefinidamente grande - Wo es mayor que cualquier cosa que esté
inmediatamente disponible para nosotros-o Puesto que realmente no
288 DE AL INFINITO
multivaluada f en F tal que (\fxy) (f(x, y) -¿ cp(x, y» es válida. De hecho, para propósitos
matemáticos siempre será más simple reemplazar cada función multivaluada con una uni-
valuada, una función de Skolem. Haremos eso después de esta sección, ya que por el
momento estoy analizando lo que en principio es posible permitir.
294 DE AQUÍ AL INFINITO
16 Como se verá claramente en la primera parte del apartado 3, cualquier teorema que
involucre n puede ser derivado proporcionando primero una contraparte extrapolada en
matemáticas ordinarias y después agregando los n al resultado, en el orden apropiado. Los
n aparecen pero no realizan el trabajo de demostración teórica.
DE AQUÍ AL INFINITO 295
17 Se aplica una máxima metodológica similar en las ciencias. Rechazamos las versiones
"operacionalizadas" de las teonas físicas, pero aceptamos la existencia de -digamos-los
átomos, debido a que las teorías operacionalizadas están llenas de tecnicismos innecesa-
rios. Haciendo una analogía con nuestra situación, si alguien encontrara un uso positivo
para estos tecnicismos, esto sería una buena razón para tomar en serio las teorías "opera-
cionalizadas", y probablemente arrojaría dudas sobre la existencia de los átomos.
18 Estoy ignorando aquellas mediciones de la mecánica cuántica para las cuales puede
ser controvertida la afirmación de que los valores son independientes de nuestras medicio-
nes. Todo lo que necesito para los presentes propósitos es que haya al menos algunas medi-
ciones de la clase que estoy describiendo. Y esto no es discutible.
296 DE AL INFINITO
mente son consideradas como ciertos conjuntos. Estos conjuntos sí tienen contrapartes
dentro de la teoría de conjuntos finita, así que no se pierde parte alguna de la práctica de
las matemáticas como resultado de las presentes consideraciones.
20 Puesto que ninguno de nuestros trabajos involucrará más que una cantidad finita
indefinidamente grande de conjuntos, el asunto de los números racionales es sólo una con-
veniencia. Podríamos trabajar con n, n', O", ... Los subíndices de número racional simple-
mente nos permiten insertar un nuevo conjunto indefinidamente grande entre dos miem-
bros de nuestra sucesión sin haber hecho un alto para renumerar.
El lector cuidadoso puede objetar que yo he abandonando mi restricción para los obje-
tos finitos por permitir n con subíndices racionales -parece que estoy permitiendo el
conjunto de los números racionales en el metalenguaje-o Esta apreciación es correcta,
pero podemos arreglar fácilmente las cosas: podemos utilizar la reducción de los núme-
ros racionales a los números naturales -con la que estamos familiarizados desde la dis-
cusión de Hilbert presentada en el apartado VI.3- para reemplazar cada subíndice
racional con un par de subíndices de números naturales, y que cada número natural sea.
un objeto finito.
Pero todavía se me podría objetar que he eliminado los números racionales en favor de
la totalidad de los números naturales, la cual es todavía un conjunto infinitamente grande.
Esto no es correcto. Lo que yo dije es que si un símbolo dado es de cierto tipo (un n con un
número racional como subíndice), entonces es un símbolo de nuestro lenguaje. No he
dicho nada que caracterice a todos los símbolos del lenguaje; he proporcionado una prue-
ba para verificar si un símbolo anteriormente dado es un símbolo de este lenguaje. Es
decir, la especificación de los símbolos de predicados es ella misma esquemática. Ésta pue-
de realizarse en PRW, y por lo tanto está libre de cualquier compromiso con el conjunto
infinito de los números naturales, como lo argumenté en el apartado VI.4.
DE AQUÍ AL INFINITO 299
Una fórmula 4> del lenguaje de Fin(T) es regular si está acotada (es
decir, si todos los cuantificadores están acotados por ü) y siempre que
ü q ocurra dentro del alcance de un cuantificador acotado por ü p en 4>,
entonces p < q. En particular,. cuando un cuantificador acotado por ü q
ocurre dentro del alcance de un cuantificador acotado por ü p en una fór-
mula regular, entonces p < q.
Una formula 4> del lenguaje de Fin(T) es una relativización de una fór-
mula ¡f¡ del lenguaje de T si ¡f¡ puede ser obtenida de 4> eliminando todas
las cotas -es decir, cambiando (::Ix E Ü p) y (V'x E Ü p) por (::Ix) y (V'x) para
todas las variables x y subíndices p, siempre que éstos ocurran en 4>--.
Así, una fórmula es una relativización de alguna fórmula si los únicos Ü
que ocurren en ella son cotas de cuantificadores. Las expresiones regular
y relativización tienen definiciones directas primitivas recursivas, así que
pueden ser definidas en PRW.
Cualquier ejemplo de cada uno de los siguientes esquemas es un axio-
ma de Fin(T):2¡
(7)
(8)
donde p < q, p < r, q y r son menores que s para todo s tal que Ü s aparece
en 4>, la fórmula cP es regular y las variables libres de cP están entre x,
Xl'·'" x n ·
Los axiomas que acabamos de proporcionar son variantes menores,
no esenciales, de los axiomas de Mycielski. Cambié ligeramente los axio-
mas de Mycielski para que quedara claro que todos los cuantificadores
están acotados y para evitar hacer referencia a la noción de relativiza-
donde tanto <jJ como <jJ' son regulares, difieren sólo en los D que ocu-
rren en ellas y no tienen ocurrencias de ningún Dq tal que q ~p.
para cualesquiera <jJ y <jJ' semirregulares que difieran sólo en los D que
ocurran en ellas y que tengan ocurrencias sólo de Dq , con q > p.
24 Hay una función cuadrática f tal que, dada una demostración de un teorema de T que
contiene n símbolos, hay una demostración de una relativización regular de ese teorema des-
de Fin(T) que contiene como máximo f(n) símbolos. Por lo tanto, si es factible pensar en una
demostración en T, también es factible pensar en la correspondiente demostración en
Fin(T). (Véase, por ejemplo Garey y Johnson, 1979, pp. 6-11, en donde aparece una discu-
sión introductoria de la noción relevante de factibilidad). En la otra dirección, existe una
[unción lineal g tal que, dada una demostración que contiene n símbolos de una relativiza-
ción regular de un teorema de T desde Fin(T), hay una demostración del teorema desde la
T que contiene como máximo gen) símbolos. Estas cotas pueden ser extraídas por medio de
un análisis directo de la demostración de Mycielski del Teorema 3. Estoy en deuda con la
obra de Mycielski (1989), en donde se puntualiza que se requiere el análisis dado en esta
nota para demostrar que T y Fin(T) están tan estrechamente relacionadas, que podemos
extrapolar no sólo teoremas, sino también sus demostraciones.
25 La versión recursiva primitiva exhibe una función que lleva cada cadena que enlista
un conjunto de axiomas de Fin(T) o bien a una derivación de una contradicción desde los
correspondientes axiomas de T o a (un código para) un modelo del conjunto de axiomas de
Fin(T). Resultan superfluas las estipulaciones de que el conjunto y el modelo son finitos,
puesto que todo en PRW es finito.
304 DE AL INFINITO
Así, por ejemplo, cualquier conjunto finito de axiomas de Fin (PA) (PA
es la aritmética de Peano) tiene un modelo que tiene un conjunto finito de
números para su universo y que es tal que la interpretación del signo + en
incluso tener un modelo natural -en el sentido definido en el apartado 4- como una con-
secuencia del teorema 4.1, que aparece más adelante.
27 El teorema 5 es confuso, y la situación es más simple en el caso de interés principal, la
teoría de conjuntos, como lo veremos en el apartado 4. Por lo tanto, usted podría desear
saltarse esto y pasar directamente al final de la siguiente observación técnica.
28 He aquí una propuesta para tal caracterización: Como Richard Montague lo enfatizó
(1965, p. 136), en los casos familiares (en la aritmética de Peana y en la teoría de conjuntos
de Zermelo-Fraenkel) un modelo razonable -el cual en estos casos significa un modelo
estándar en el sentido usual- puede ser caracterizado como un modelo de la teoría refor-
zada obtenida reemplazando los axiomas esquemáticos por sus cerraduras universales de
segundo orden. Esto se puede considerar el procedimiento general.
29 La conclusión es, esencialmente, que el modelo finito de S es una subestructura de 9]/;,
pero esto no es totalmente correcto: el modelo finito tiene relaciones adicionales (Jos il) y,
más sustancialmente, los símbolos de función pueden no comportarse correctamente en los
elementos de su dominio que no están en ilp. Los axiomas de S tienen todos sus cuantifica-
dores restringidos a (Jos subconjuntos de) il1' , así que no dicen nada acerca del resto del mo-
delo. Por lo tanto, los valores de las funciones en los objetos fuera de ilp no son de interés.
DE AQUÍ AL INFINITO 307
Esta definición no tiene mejor aspecto. O más bien tiene peor aspecto.
Pero 0 0 es un conjunto finito y, por lo tanto, tiene un elemento mínimo
-llamémoslo (0- al cual consideramos como una cantidad indefinida-
o
mente pequeña. Puesto que se supone que hay una para cada E en 00'
o
tendrá que haber una o para (o. Pero la que funciona para (o también
funcionará para toda E en 00' puesto que (o es el elemento mínimo. Por
lo tanto, podemos simplificar la definición como sigue:
La derivada de [en a es l si d l [ =0 l.
d¡x
Calculemos la derivada de X2 en x = 1 como ejemplo:
2
d¡x (1) = (1 + (¡)2 - F = 2 + (¡ =0 2.
d¡x (¡
La primera igualdad es válida debido a la definición de dI; la segunda
es válida como resultado de la simplificación algebraica, y la tercera,
debido a que (¡ < (oY debido también a la definición de las adigualdades.
A diferencia de la derivación de Newton, la nuestra es perfectamente
rigurosa.
Puesto que sólo estamos tratando con cantidades finitas, podría pare-
cer que únicamente pueden ser estudiados los números racionales; no
obstante, considere la siguiente definición más o menos estándar de irra-
cionalidad:
m =¡ r =? In I > wo.
n
Podemos demostrar, por ejemplo, que la raíz cuadrada de 2 es irracio-
nal por medio de un método familiar (Mycielski, 1981b, p. 632).
Se deduce inmediatamente de la anterior definición de número irra-
cional que (o es racional, mientras que (1 es irracional.3 2 Esto sugiere, en
particular, que podemos considerar que los números racionales son los
números:
-Wo, -(wo - (o), -(w o - 2(0)"'·' -2(0' -(0,0, (0,2(0"'·'
Wo -2(0' Wo -(o, Wo·
Dicho de manera breve, esto sugiere que podemos considerar que los
números racionales son los números entre ±wo, con el intervalo mínimo
igual a (o. También sugiere que podemos considerar que los números rea-
les son los números entre ±w¡, con el intervalo mínimo igual a (1. No obs-
tante, estas definiciones de los números racionales y reales no son muy
buenas, por una razón técnica: el número Wo podría no dividir al número
wl , por lo que, con la definición considerada, los números racionales
podrían no ser números reales. Por lo tanto, utilizamos wo! y w l !, en vez
de W o y W¡, en donde! es el factorial-es decir, n! es: 1· 2 ..... 1). n-o en -
El uso de factoriales asegura que wo! divida a Wl!' tal como es nuestro
deseo. En correspondencia, redefinimos a (p como lIwp!, el cual no nece-
sita ningún otro cambio en ninguna de las definiciones o derivaciones
anteriores. Por supuesto que (p en la definición de la adigualdad debe
reinterpretarse en el nuevo sentido.
Ahora podemos hacer oficiales las consideraciones anteriores. Defini-
mos a [Rp como:
WI!-W o! = 1- wo! =0 1,
wI ! wI !
[ ... ] justo como [ ... ] dado cualquier número finito [ ... ] la potencia de los
números finitos subsiguientes es siempre la misma, y así ocurre con cada uno
de los siguientes números suprafinitos [ ... ] hay una totalidad de números [ ... ]
que no ha perdido nada en lo que se refiere a su potencia con respecto al total
de la totalidad absolutamente infinita de los números que comienzan con 1
(véase el apartado IIl.4, en donde se cita más ampliamente).
u=v))).
nío, así como subconjuntos del dominio, puesto que serán colecciones
finitas de conjuntos-phf. Aun cuando frecuentemente me referiré a "con-
jutos-phf indefinidamente grandes" sin restricción explícita a una clase o
grado de disponibilidad, esto sólo lo haré para simplificar el lenguaje.
Las restricciones relevantes nunca están ausentes, aunq~e a menudo
están implícitas.
Mycielski (1986) discutió Fin(ZF) y varias extensiones de ella. Lo que
aquÍ es original no es Fin(ZFC), sino el argumento de que ésta puede ser
descrita en un metalenguaje que no involucra conjuntos infinitos;4o y la
tesis subsidiaria: que Fin(ZFC) puede ser fundamentada, dentro de las
matemáticas finitas, como una teoría de los conjuntos-phf que incluya
conjuntos-phf indefinidamente grandes. Mycielski introdujo Fin(T) para
T arbitraria en un fondo estándar de matemáticas ordinarias. La única
motivación que proporcionó para Fin(ZF) es que es la versión finitizada
de ZF, la cual normalmente está fundamentada sobre consideraciones
infinitistas. Una vez obtenida Fin(ZF), he propuesto considerarla como
una teoría finitista. 41
Mycielski anunció que escribiría un texto (1986) en el que argumentaría,
con base en intuiciones finitas, que todo subconjunto finito de Fin(ZF +
AD)42 tiene un modelo finito; sin embargo, dicho texto nunca fue publica-
do. No sé qué clase de "intuiciones finitas" tenía Mycielski en mente, pero
pienso que deben ser diferentes de las que presentamos aquí, puesto que
el axioma de determinación contradice al axioma de elección.
El vocab~lario en el que presentaré Fin(ZFC) consistirá en: un símbolo
de relación binaria (E) para la pertenencia; un símbolo de constante (O)
para el conjunto vacío; un símbolo de función binaria (;), que será utilizado
de manera que la expresión x ; y equivalga a la expresión x U {y) de la nota-
ción familiar, y los símbolos de predicado unario (üp ) para los conjuntos-
phf indefinidamente grandes, donde p es cualquier número racional.
Los símbolos 0, E Y ; son especiales de una manera que es familiar
desde la perspectiva de la teoría de conjuntos infinitista: tienen una in-
terpretación deliberada, justo como fue especificada. Por otro lado, los ü
son símbolos de predicados ordinarios de la clase familiar en la lógica
elemental -su interpretación estará restringida únicamente por los axio-
mas-o Consideramos que el lenguaje de ZFC es el mismo que el lengua-
je para Fin(ZFC), excepto que omitimos los ü y, por lo tanto, los cuanti-
ficadores acotados por ellos.
40 Esto es válido para Fin(ZFC) por las mismas razones por las que es aplicable a cual-
quier otra teoría de la forma Fin(T), así que no requiere de una discusión por separado
(véase el apartado 3).
41 Su subsiguiente trabajo (Mycielski, 1989) sugiere que él sostiene que podemos inter-
pretar la propia ZF como una teoría finitista.
42 AD significa axioma de determinación, un rival del axioma de elección.
324 DE AL INFINITO
Axioma de extensionalidad:
Como será requerido más adelante por el axioma del zillion (24), nosotros
no asumimos que los D son transitivos; es decir, permitimos que Do (a),
b E a, y -¡Do (b) sean simultáneamente verdaderos. Aun cuando estas cla-
ses de cosas frecuentemente son rechazadas en la literatura matemática,
yo creo que en nuestro escenario es perfectamente natural la falta de
transitividad, como puede verse si consideramos como disponibilidad
epistémica a la noción de disponibilidad que subyace en los D. Por ejem-
plo, parece claro que 10101010 está epistémicamente disponible en muchos
de los contextos reales, aun cuando no haya ningún contexto real en el
cual la totalidad de los números naturales debajo de este número estén
epistémicamente disponibles (es fácil fabricar varios ejemplos relacio-
10
nados). Con el ejemplo de 10 1010 sólo intentamos demostrar que es razo-
nable no requerir la transitividad -no que es necesario requerir la
intransitividad-o Más adelante se requerirán consideraciones adiciona-
les y consideraciones un poco diferentes para fundamentar esto.
Puesto que Do no necesita ser transitivo, cuando x y y están en Do no es
suficiente mirar a los elementos de x y y que están en Do para comprobar
DE AL INFINITO 325
Axioma de fundamentación:
Axioma de elección:
u = v))).
Axioma de reemplazo:
46 El axioma del conjunto potencia requiere que para todo conjunto-phf x en no haya un con-
junto-phf y en n¡, tal que los elementos de y en n2 sean exactamente los subconjuntos de x en el
sentido de n 3 . El axioma está muy lejos de requerir que el conjunto potencia real de x esté
en nI' Este requerimiento no puede ser formulado dentro de las matemáticas finitas. Puede
ser de interés investigar una teoría híbrida que vaya más allá de Fin(ZFC) al requerir que el
conjunto potencia de x en nI sea el conjunto potencia real, es decir, el conjunto potencia
determinado por la operación del conjunto potencia de PRS. No tomaré en consideración
tal teoría en este libro.
DE AL INFINITO 327
Los otros axiomas son compatibles con el hecho de que los D no son
transitivos, pero el axioma del zillion requiere la intransitividad.
El axioma requiere que haya un x en Do tal que 0, o O, esté en x, y tal
que si O también está en D¡, entonces O ; O (es decir, el número 1) está en
x, y que si 1 también está en Dj, entonces 1 ; 1 (es decir, 2) está en x, y así
sucesivamente. Por lo tanto, o x tendrá que ser infinito -una posibilidad
familiar que podemos permitirnos ignorar aquí, puesto que Fin(ZFC) va
a ser una teoría de los conjuntos-phf- o (para romper la cadena) habrá
algún número en D¡ y en x cuyo sucesor está en x pero no en D¡. Para ser
concretos, digamos que 9 y 10 están en x, pero que 10 no está en D¡.48
Entonces 11 podría estar en Do, para servir como el x requerido. Más
generalmente, si x es un número natural diferente de cero en Do cuyo
predecesor no está en D¡, entonces x puede satisfacer la condición del
axioma, para que el elemento mayor tanto de x como de D j pueda tener
su sucesor en x pero no en D¡, rompiendo la cadena. Regresando a nues-
tro ejemplo, el elemento mayor de 11 en D¡ sería 9, el cual tiene su suce-
sor en x pero no en D j . El axioma será válido si hay un número 'natural
disponible cuyo predecesor no esté disponible para ningún grado real.
El axioma del zillion enuncia que hay lagunas en el conjunto de los
números disponibles: el primer número después de una laguna es un
número disponible que no tiene un predecesor disponible. Esto parece
obviamente correcto -autoevidente- una vez que damos por hecho que
hay un número disponible que es tan grande que no todos sus predeceso-
res están disponibles para cualquier grado que realmente empleemos. Al
48 Seria más apropiado utilizar números más grandes, pero la vida ya es demasiado com-
plicada.
DE AQUÍ AL INFINITO 329
dar por hecho que tal número está disponible vamos más allá de las
usuales intuiciones en las que se basa la teoría de los números, por lo
que no debe sorprendernos que la teoría que resulta sea bastante diferen-
te de la aritmética ordinaria. El número 10101010 es mi candidato estándar
para un número disponible tal que no todos sus predecesores estén dis-
ponibles. Puesto que no todos sus predecesores están disponibles, debe
haber un número menor que 10101010 que esté disponible sin que su prede-
cesor esté disponible para algún grado real y que sea de la clase que es pos-
tulada por el axioma del zillion. El axioma del zillion enuncia que hay un
número disponible para nosotros que no está disponible por abajo (en el
sentido preciso ya explicado: de que su predecesor no está disponible,
por lo que no hemos contado hasta él).49
Si ni fuera una etapa temporal que viniera después de no, entonces el
axioma del zillion no sería verdadero: podríamos simplemente elegir que
ni incluyera a todos los elementos de los elementos de no, y entonces to-
dos los números en no contendrían a todos sus predecesores en ni' Pero
los n crecientes no son etapas temporales sucesivas -representan los
grados variables de disponibilidad en un contexto fijo individual-o Pare-
ce autoevidente que en cualquier contexto fijo habrá un número cuyo
predecesor no está disponible para ningún grado empleado en ese con-
texto, yeso es todo lo que dice el axioma del zillion.
Puesto que el axioma del zillion requiere que un conjunto grande esté
en no, los otros axiomas podrían contradecirlo al requerir que otros con-
juntos relacionados con este conjunto grande estén en ni' Por ejemplo,
el siguiente enunciado, que es consistente con los otros axiomas, clara-
mente estaría en contradicción con el axioma del zillion:
49 Me parece que si usted tiene un zillion de cosas y retira una de ellas, todavía tendrá un
zillion de cosas; no obstante no todos estarán de acuerdo con esto, ya que algunos insistirán
en que si retiramos una cosa de un zillion, entonces tendremos un zillion menos una cosa.
Así, la clase de intuición mencionada en esta nota no resulta suficientemente fuerte para
proporcionar un apoyo significativo a la autoevidencia del axioma del zillion, por lo que no
haré uso de ella en el texto. De cualquier manera, la intuición es concerniente al número
cardinal, no al número ordinal, denominado zillion, el cual es más importante para nuestra
teoría.
330 DE AQUÍ AL INFINITO
en no: para cualquier x, establece que hay una y tal que y ; y no está en x,
y esta exclusión es contraria a la posibilidad de que x sea indefinidamen-
te grande.
La exclusión que descarta al enunciado (25) no proviene de considera-
ciones generales sobre la naturaleza de la disponibilidad, ya que bien
puede haber alguna teoría para la cual sería natural considerar al prede-
cesor como una de las funciones de disponibilidad básicas. La exclusión
es especial para la teoría axiomática de lo indefinidamente grande. En
esta teoría, que se ocupa precisamente de la existencia de las lagunas, la
exclusión es natural, no sólo una maniobra ad hoc para evitar las contra-
dicciones: ésta es precisamente la naturaleza de un número indefinida-
mente grande que no hemos alcanzado a contar -ya que de otro modo
no sería indefinidamente grande-o Pero es justo decir que no todos los
predecesores de un número indefinidamente grande están disponibles.
En particular, el mínimo número indefinidamente grande no tendrá un
predecesor. Por lo tanto, la de predecesor no es una función disponible.
Pero nada de esto debería parecernos sorprendente a la luz de las obser-
vaciones anteriores acerca del número 10 10101 °.
De hecho, podemos adjuntar predecesores de los números ordinales al
sistema de la aritmética ordinal (de manera que haya nuevos "números",
como ú) -1, el predecesor de ú)) utilizando exactamente la misma cons-
trucción que generalmente se utiliza para definir a los enteros a partir de
los numeroso naturales -una construcción cuya principal característica
consiste en agregar predecesores al cero-; Pero observe que aquí tene-
mos predecesores en un nuevo sentido: se agregan números para que sir-
van como predecesores, procedimiento muy diferente al de identificar
cuál de los números que ya teníamos es un predecesor de otro. Podemos
incluso producir un campo real cerrado que contenga los números ordi-
nales utilizando una construcción estándar de los números reales
(Knuth, 1974). En tal campo, ú) no sólo tiene un predecesor, ¡también
tiene una raíz cúbica! Como podríamos esperar, tales construcciones
han encontrado comparativamente pocas aplicaciones. Los números
ordinales fueron inventados para contar las iteraciones de una operación
(la operación del conjunto derivado), y -como Cantor nos enseñó-
para contar se utiliza el procedimiento de encontrar el siguiente número
después de una sucesión de números que es central. La operación del
predecesor en los números usados para contar es la operación de: "tome
el número contado justo antes de éste". 50 Esta operación está diseñada
para seleccionar algo que se suponía que ya estaba disponible, no para
crear algo nuevo, y por eso no deberíamos esperar que sea ne-
cesariamenteuna de las funciones de disponibilidad.
En una teoría de números que cuentan indefinidamente grandes -núme-
ros que ocurren después de una sucesión que es indefinidamente larga-
la operación del predecesor no puede siquiera ser definible a partir de las
funciones de disponibilidad. Después de todo, decir que un número es el
que viene inmediatamente después de una sucesión indefinidamente lar-
ga simplemente equivale a decir que los números que lo preceden inme-
diatamente no están disponibles. La siguiente discusión de si los otros
axiomas contradicen al axioma del zillion está parcialmente diseñada
para demostrar que la operación del predecesor no es definible a partir
de nuestras funciones de disponibilidad.
Para simplificar la discusión de si los otros axiomas contradicen al
axioma del zillion, sea w un testigo para el axioma que enuncia que es un
número natural; es decir, que w es un número natural en no y
R de axiomas y que los O que aparecen son Oqo, ... , Oqn, con qo < ... < q". Reindexe todos los
enunciados en R reemplazando Oqo por 00' y así sucesivamente en todo R para formar R'.
Si consideramos a toda relativizac¡ón semirregular de un axioma de ZFC como un axioma
de Fin(ZFC), podríamos simplemente utilizar R' en vez de R. Desafortunadamente, para el
presente propósito no hemos considerado a todas las relativizaciones semirregulares como
axiomas, así que R' ya no necesita ser un conjunto de axiomas. Más específicamente, las
versiones reindexadas de las instancias de los axiomas 11 al 24 no necesitan ser axiomas.
Sea S el conjunto de axiomas obtenido a partir de R' reemplazando cada uno de los no
axiomas en R' con el correspondiente axioma y después agregando a S los axiomas requeri-
dos para demostrar, de acuerdo con el lema 3.2, que los no axiomas reemplazados son
equivalentes a los axiomas que los reemplazan. Un análisis detallado de la demostración
del lema 3.2 prueba que todos los O que entonces ocurrirán en S están entre 00'"'' 0n' por
lo que S es como se requiere. La "reindexación" a la que nos referimos en el texto consiste
en reemplazar a R por S. El metateorema que permite este procedimiento enuncia que si
cp(Oqo,"., 0q',) es derivable de R, entonces cp(Oo, ... , O,,) es derivable de S. La demostración
del metateorema es de rutina, y puede ser realizada en PRW.
DE AQUÍ AL INFINITO 333
Teorema 4.2. Toda relación bien fundada CA, E) es isomorfa a (la rela-
ción de pertenencia en) un conjunto. Si a está en A, y no hay b en A tal
que bEa sea válida en (A, E), entonces (A, E) es isomorfa a algún con-
junto (S, E), vía un isomorfismo que lleva a a a 0.
Si A es finita, entonces (A, E) es isomorfa a la relación de pertenencia
de un conjunto-phf. Si sólo consideramos a los conjuntos-phf A, el teo-
rema puede ser demostrado en PRS.54
54 El teorema 2 es una simple consecuencia del lema del colapso de Mostowski (véase,
por ejemplo, Malcai, 1977, p. 247 o Levy, 1979, p. 70). He aquí el bosquejo de una demos-
tración: Sea \JI = (A,E) bien fundado. Sean K= IAI,aE =(b: bEa}, yao, ... , aa, ... ,a< K, sea un
buen orden de A. Sea ~X' = (A', E') = \JI 0 (K+ + K, E) (0 es la unión ajena), y que En = E' U
((K+ + a, aa) : a < K}. Entonces (A', En) está bien fundado y es extensional. Ahora aplicamos
el lema del colapso de Mostowski: Para a E A', permitamos que f(a) sea (f(b) : bEna}. El
rango de f en A es como se requiere.
Si a); = 0, podríamos modificar la construcción omitiendo la pareja (K+ + a, aa) de En
para asegurar que f(aa) = 0.
336 DE AL INFINITO
1. MODELOS NATURALES
dar en los números naturales de Mirimanoff-Von Neumann del modelo (en el sentido del
modelo). Pero esto parece demasiado ad haG.
342 EXTRAPOLACIONES
peores. Sin embargo, de hecho hay una condición uniforme para que un
enunciado de las matemáticas finitas sea una verdad de un sistema de
modelos naturales finitos, condición que formalmente se asemeja a la
condición de Putnam-Hellman de lo que es verdadero para la totalidad
abierta de Zermelo de todos los dominios normales. Las consideraciones
de esta sección son suficientes para demostrar que la condición unifor-
me es válida en los casos que tenemos a la mano. La condición uniforme
desempeña un papel en las matemáticas finitas muy parecido al papel
familiar que desempeña la verdad en un modelo natural individual de las
matemáticas ordinarias, que presentaré en el apartado 2.
La demostración usual de que el enunciado de Gi:idel es verdadero fre-
cuentemente es formulada con base en el supuesto de que la aritmética
de Peano es válida para los números naturales. De hecho, lo único que se
utiliza es que los teoremas ¡¡ de la aritmética de Peano son válidos para
los números naturales. De manera similar, la demostración de que el
ejemplo específico de un enunciado independiente 112 mencionado ante-
riormente es verdadero recurre al hecho de que los teoremas ¡2 de la
aritmética de Peano son válidos para los números naturales (Goldfarb,
1990). Las diferencias entre los argumentos concernientes a los dos
enunciados independientes, discutidos en este apartado, no son un fenó-
meno único para las matemáticas finitas. Dichas diferencias son compa-
rables con el análisis más fino que acabamos de mencionar, el cual es
más o menos familiar desde la perspectiva de las matemáticas ordina-
rias.
¿Cómo se aplican las observaciones anteriores sobre la aritmética de
Peano a los modelos naturales de la teoría de conjuntos, o de cualquier
otra teoría? Para obtener la definición de una clase de modelo natural
consideramos las extensiones de una teoría por medio de definiciones y
después definimos a los modelos naturales como aquellos modelos en los
que las funciones y predicados definidos son correctos, siempre que haya
un sentido antecedente de lo correcto. Esto es todo lo que podemos decir
en el caso general; sin embargo, en el caso de la teoría de conjuntos es
posible ser más precisos.
Para la teoría de los números podemos utilizar PRA como teoría de
fondo natural. En el caso de la teoría de conjuntos parecería que PRS
podría desempeñar un papel comparable, pero la situación es más com-
plicada: No podemos simplemente requerir que un modelo natural de un
conjunto finito de axiomas de Fin(ZFC) proporcione a un número finito
de funciones recursivas primitivas de la teoría de conjuntos su interpre-
tación deseada. Por ejemplo, en la teoría de conjuntos infinitista ordinaria
tenemos que Uw = w, pero no hay un conjunto-phf w tal que U w = w,
así que la operación de unión en un modelo hereditariamente finito de
344 EXTRAPOLACIONES
2. MUCHOS MODELOS
enunciado </J'" reemplazando 'íI por D'íI y 3 por <>3. Haremos lo mismo
aquí, de manera que 'ílx E Dp se convierte en D'ílx E Dp Y 3 x E Dp se con-
vierte en <>3x E Dp. En la semántica de Putnam, se dice que </J es verda-
dero para la progresión de dominios normales sólo si </Ji, es verdadero en
el marco modal que acabamos de especificar. En el caso de las matemá-
ticas finitas se hace necesaria una ligera alteración, por el hecho que
los diferentes modelos pueden ser modelos para diferentes teorías: que-
remos asegurar que para cualquier teoría finita con la que comencemos
haya una extensión finita de esta teoría, de forma que el enunciado bajo
consideración sea verdadero para la progresión de modelos de toda
extensión de esta extensión. Diremos, por consiguiente, que un enuncia-
do </J es verdadero para una progresión de modelos sólo si D<>D</Ji' es
verdadero en el marco modal apropiado.
Es un ejercicio de rutina verificar que para el marco modal asociado
con la semántica de Putnam la nueva condición sea equivalente a la vieja;
es decir, para este marco y para todo </J, D<>D</J'" es verdadero si y sólo si
</Ji' es verdadero. 4 Por lo tanto, la condición modificada no constituye el
abandono de la semántica de Putnam. La condición que acabamos de
dar para la verdad en una progresión de modelos es la que mencionamos
en el apartado 1: se ve fácilmente que los enunciados que allí son consi-
derados verdaderos para varias nociones del modelo natural son verda-
deros para las correspondientes progresiones de modelos en el sentido defi-
nido aquí. En la semántica de Putnam todos los enunciados sólo pueden
ser verdaderos o falsos; en cambio, en nuestra comparable semántica
éste no necesita ser el caso, puesto que nuestra relación de accesibilidad
puede tener muchas ramas. De esta manera es posible que una noción
dada de modelo natural para una teoría resuelva algunas cuestiones
independientes de la teoría, sin resolverlas todas.
Al dar la definición de verdad de una progresión de modelos utilicé
muy libremente nociones infinitistas. La definición oficial debiera ser la
contraparte de las matemáticas finitas de la definición dada aquí. La de-
finición que he proporcionado puede leerse, de hecho, de manera ca-
nÓnica.
4 La afirmación se deduce directamente del hecho que cp* es verdadero o falso en un seg-
mento terminal, como lo establece una inducción directa en la formación de cp.
EXTRAPOLACIONES 347
Hasta aquí hemos discutido ZFC pero, puesto que la distinción entre
los conjuntos y las clases constituye una parte tan natural e inevitable de
la teoría de conjuntos finita, parece que vale la pena considerar una teoría
de conjuntos que admita tanto los conjuntos como las clases, para ver qué
aspecto tiene esta distinción dentro de la teoría de conjuntos finita. Para
evitar una mala interpretación, me permito recordar que las clases que
estamos considerando son clases combinatorias (colecciones que son
demasiado grandes para ser contadas -contadas dentro del presente uni-
verso, podríamos agregar ahora-), no extensiones russellianas con sus
paradojas concomitantes. Dentro de la teoría de conjuntos, la noción de
clase propia -es decir, una clase que no sea un conjunto- tiene una de-
finición muy simple: Una clase propia es aquella que no es elemento de
ninguna otra clase, una clase que es maximal con respecto a la relación
de pertenencia; en síntesis, una clase E-maximal.
Puede parecer absolutamente obvio, a la luz de las consideraciones
que acabamos de presentar, que cualquier modelo dentro de las matemá-
ticas finitas contendrá clases, puesto que cualquier modelo finito necesa-
riamente contendrá algunos elementos E-maximales. No obstante, aun
cuando esto es más o menos correcto, se requiere un análisis un poco
más cuidadoso: necesitamos mirar, no a la definición de la clase propia
que acabamos de considerar, sino a su contraparte dentro de las mate-
máticas finitas. La contraparte canónica es como sigue: Si x está en 0 0 ,
entonces x es una clase propia si para todo yen 0 1, x no está en y. Por
indiscernibilidad, se deduce que si x está en 0p, entonces x es una clase
propia si para toda y en Oq x no está en y, donde Oq es el O más grande
bajo consideración, y Op es el que le sigue en tamaño. Si consideramos
un lenguaje sin símbolos de función, entonces nada fuera de Oq produce
alguna diferencia, 5 así que de hecho recuperamos la idea básica de que
hay una clase en una colección E-maximal.
Observe la conexión entre la idea de una clase propia considerada
como una colección maximal con respecto al presente universo y la idea
de Parsons de la ambigüedad sistemática (Parsons, 1980, pp. 219, 240):
"Si considero tus cuantificadores como si corrieran sobre todos los con-
juntos, esto sólo puede demostrar (desde una perspectiva 'más alta') mi
falta de una concepción de conjunto más comprehensiva que la tuya.
Pero entonces parece que siempre es posible que exista una perspectiva
de acuerdo con la cual tus clases realmente son conjuntos". Parsons agre-
ga a continuación: "Haciendo a un lado la posibilidad de una interpreta-
ción 'absoluta', la generalidad que tiene tal discurso [ ... ] y que trasciende
cualquier conjunto particular como el rango de sus cuantificadores debe
yacer en algún tipo de ambigüedad sistemática, en la que se encontrará
una cantidad indefinidamente grande de tales conjuntos".
4. AxIOMAS NATURALES
clases propias son tan grandes como puedan ser. Cuando consideramos
a las clases finitas de las matemáticas finitas, esto parece totalmente im-
posible, puesto que todas las clases propias son subclases finitas de la cla-
se finita de todos los conjuntos. Lo que realmente necesitamos mirar no
es el axioma de Von Neumann, sino su contraparte dentro de las mate-
máticas finitas. Esto se lee como sigue (he utilizado Op para representar
al O más grande bajo consideración):
No escribí "[(x) = y" debido a que esto hubiera dificultado aún más la lec-
tura de la fórmula resultante sin cambiar los aspectos relevantes para la
presente discusión. Así, lo que se requiere no es que todas las clases pro-
pias sean del tamaño de la clase de todos los conjuntos, sino que todas
las clases propias tengan al menos tantos elementos en Op como conjun-
tos haya en D 2 , independientemente de cualquier cosa que esté en D 2 •
(Esta última cláusula representa la fuerza del hecho de que f está en D¡.
La función está disponible independientemente de lo que esté en D 2 .)
Éste es un nuevo requerimiento que va más allá de lo que es obviamente
necesario, pero parece suficientemente natural imponer el requerimien-
to de que, independientemente del número de conjuntos que estén dis-
ponibles, al menos esta cantidad de elementos de cualquier clase propia
está disponible en virtud de esta disponibilidad. Esto es obviamente
razonable en el caso de la clase de todos los conjuntos. En el caso de la
clase de los ordinales, asegura que haya suficientes ordinales para contar
totalmente a los conjuntos. Con esto asegura que cualquier clase en Do
que tenga menos elementos que conjuntos haya en D2 -cualquier clase
pequeña- sea un conjunto.
De acuerdo con el axioma de limitación de tamaño, una clase propia
es una colección tal que cuanto más conjuntos se vuelven disponibles en
los grados más altos de disponibilidad, más elementos de la colección se
vuelven disponibles en virtud de este hecho. Puesto que no hay cota su-
perior para la cantidad de conjuntos que pueden volverse disponibles,
tampoco puede haber cota superior para el número de elementos de una
clase propia. Esto justifica al axioma de limitación de comprehensividad:
Un conjunto dado tiene una cota superior fija para el número de elemen-
tos en su unión, así que la unión de un conjunto no puede ser una clase
propia (es un conjunto). Por el contrario, la unión de una clase dada pro-
duce una cota superior fija en el número de elementos disponibles de la
354 EXTRAPOLACIONES
5. RECONSIDERACIONES
7 Es más conveniente emplear una axiomatización de la lógica con todos los axiomas de
sustitución que la axiomatización descrita aquí con la regla de especificación esquemática.
La axiomatización descrita aquí tiene una propiedad que es conveniente para propósitos
de exposición: Cualquier teoría, como uPRA, que no tenga variables esquemáticas en sus
axiomas no tendrá vmiables esquemáticas en aquellos teoremas que sean demostrados sin
el uso de la especificación esquemática.
360 EXTRAPOLACIONES
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concepción de Peano-Russell de 131; números reales: 131; de
las, véase colección lógica naturaleza distante: 186, 201,
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201,250,350; véase también teo- 241; Russell, B.: 79; autoeviden-
ría de conjuntos, modelo único cia: 181,333; axioma de separa-
buscado de la; teoría de conjun- ción: 168n; principio de buen
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infinito absoluto de Cantor: 148, colección combinatoria, con-
318; basada en la cardinalidad: trastada con la colección lógica;
148, 272; extrapolación: 318; principio de comprehensión;
teoría de conjuntos finita: 350; teoría de tipos; caracterización:
teoría de conjuntos de segundo 78; axioma de elección: 120,
orden: 161; ambigüedad siste- 124, 130, 132, 132n; noción
mática: 350 combinatoria surge en oposi-
concepción de Zermelo de las: ción a la: 92; principio de com-
159-160,349-350 prehensión: 132; función regida
clases naturales: 127n por reglas: 92; objetos lógicos:
clases numéricas, véase cardinalida- 80-81; Maddy, P.: 78; matemáti-
des, teoría ordinal de las ca: 131, 132-133; paradoja: 93,
coeficientes diferenciales, véase dife- 114, 133, 134; Peano, G.: 62;
renciación predicatividad: 132-133; relacio-
Coffa, J.: 73, 74, 75, 76, 110 nes: 94; Russell, B.: 80-82, 81n,
Cohen, P.: 57, 155n 84-85,86-87,88-89, 114n, 124,
386 ÍNDICE ANALÍTICO
cuasiconcreto: 214, 217, 282, 296 Zermelo, E.: 134-135, 137, 151,
cubo de Rubik: 206 155, 159, 160, 161, 173
Curry, H.: 206-207, 211 derivativo, véase diferenciación
curvas: Descartes, R: 26, 316
Bernoulli, Johann: 33 determinación:
región acotada de integración: 63, 64 axioma de: 323n
triángulo caracteristico: 31 de Borel: 139n, 201
Descartes, R, tomó los polinomios Detlefsen, M.: 222, 225, 225n, 228
para determinar las: 26 diferenciales, véase diferenciación
Eudoxo y Arquímedes, estudiaron diferenciación: 311n; véase también
la geometria de las: 26 fluxiones
Euler, L.: 35 Cauchy, A.: 45, 46
trazadas libremente: 35 definida como un límite: 45
Leibniz, G., asimiladas a las suce- descripción: 15n
siones de números: 29-31, 315; Euler, L,: 35, 38
funciones sugeridas: 32 análisis finito: 311-312, 316; seme-
movimiento: 26, 27, 29 jante al tratamiento de Leibniz:
Newton, I.: 32 316
Peano: 62, 63 continua pero no sujeta a las fun-
su estudio llevó a la noción de fun- ciones: 49
ción: 17-18 inversa de la integración, véase teo-
el problema de la cuerda que rema fundamental del cálculo
vibra: 38-39,40,41 Leibniz, G.: 31
ninguna definición adecuada: 40
D'Alembert, J.: 38, 39,40 dimensión: 26, 56-57
Darwin, C.: 275 Dios: 70,134,169,319; véase también
Dauben, J.: 51, 54, 57, 60, 58, 62, 63, capacidades idealizadas
108n, 109,317 dioses: 22; véase también Dios
Davis, M.: 339, 340 Dirichlet, G.: 47-49, 53, 61
Dedeldnd, R: 48, 50, 60, 61, 62, 57 definición de función: 47n, 48
estructura abstracta: 60 función de: 47,197; análisis finito:
dimensión: 57 312-313
números irracionales, teoría de problema de: 48
los: 50, 51 disponibilidad: véase también axiomas
números naturales: 61-63 de lo indefinidamente grande
deductivismo: 209-213 grados de: 290-291; no temporal:
definido, estar: 173, 266; véase también 291, 329
funciones de Fraenkel ejemplos: 282-283, 289-291
Fraenkel, A.: 147,150, 151, 161; véa- teoria de conjuntos finita: 322-330,
se también funciones de Fraenkel 343-344, 353-354
Skolem, T.: 137, 142, 150, 151, 152, en las matemáticas finitas: 286,
159, 161 293
Von Neumann, J.: 148n, 149-150, impone una cota inferior: 289
161; véase también concepción relación con lo indefinidamente
de Von Neumann de las clases grande: 290
Weyl, H.: 141-142, 151, 161 intuicionismo: 338
ÍNDICE ANALÍTICO 389
Heine, H.: 51, 52, 103 relativo al contexto: 276, 284, 286,
Hellman, G.: 246-248, 249-250, 252, 287,289,305,317, 321, 349;véa-
344 se también disponibilidad, teoría
Henkin, L.: 145n de conjuntos finita; disponibili-
Herbrand, J.: 225-226, 226-227n, 228, dad de dominios indefinidamen-
301, 305 te grandes; indiscernibilidad de
Hessenberg, G.: 121 los dominios indefinidamente
Hilbert, D.: 16,50,119,187,213-216, grandes
217, 219, 220, 222, 223, 228, 232, dominios: 286, 290, 297, 351; dispo-
234,255-256n,275,276,282,338 nibilidad: 289-291, 293, 307;
deductivismo: 213 indiscernibilidad de: 283-285,
matemáticas finitistas: 18, 213- 300-302,317; véase también extra-
214,216-220,224,228,229,234, polación; intransitivos: 286, 324,
282; véase también representa- 328,352
ción de un número; recursivas experiencia de lo: 20-21, 276-277,
primitivas; numeral no especifi- 279,304,317-319,321
cado leibniziano: 315-317, 318
inducción: 231, 232, 233 número: 233, 277, 279, 282-283,
justificación de teorías vía demos- 286,287
traciones de consistencia: 220- aplicaciones a la física: 307
223 conjuntos: 279, 282, 286
programa de: 18, 213, 222-225, teoría de conjuntos, base para la
225n, 226-227, 231; comparado extrapolación: 317-319; conteni-
con el programa de extrapola- do constructivo: 334; indispen-
ción a partir de las matemáticas sabilidad: 294; modelos, véase
finitas: 280-281, 282 modelos naturales; natural: 351-
precursor de la teoría de la demos- 354; operación de predecesor,
tración: 223 véase predecesor y matemáticas
autoevidencia: 16,234 finitas; exposición y fundamen-
Hinman, P.: 112 tación: 320-337
Hipaso de Metapontum: 23-24 axiomas de lo: 299-302
hipótesis del continuo: 57, 119,263, teoría de lo: 20, 277-278, 278n,
263n 278-281,286
Cantor, G.: 57, 65, 107, 108 infinito, no fundado en lo: 21, 279-
G6del, K.: 57, 242 280,284,287,305
origen del nombre: 57n indefinidamente pequeño: 21, 32, 295,
Husserl, E.: 200 315-317, 316n; véase también análi-
Huygens, C.: 27 sis finito; indefinidamente grande
Hylton, P.: 80n, 81n, 91n independencia: 16, 196,270-271,339-
340, 342-343, 346; véase también
impredicatividad, véase predicatividad hipótesis del continuo
inconmensurabilidad: 23, 24-25, 26, inducción: 62n, 139, 140, 146, 195n,
32,51,10In 217,231-234,236,257n
indefinidamente grande: 20-21, 276, infinitesimales: 27n
277-279, 289, 316; véase también Berkeley, G.: 35-36
extrapolación Cauchy, A.: 45, 46
ÍNDICE ANALÍTICO 395
Tipografía y formación:
Ernesto Ramírez
y Gabriela López Olmos,
Taller de Composición del Fondo de Cultura Económica,
con tipos New Aster de 10: 12 y 9: 12 puntos de pica
Corrección:
Jimena Gallardo, Leticia García y Kenia Salgado
Cuidado de la edición:
Leticia García Urriza
Coordinación editorial
María del Carnlen FarÍas R.