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Los últimos cuarenta años estuvieron signados por la idea difusa de lo que se dio en
llamar “globalización”. Con ese nombre se trató de darle una definición a cómo estaba
funcionando el sistema internacional luego de finalizado el período histórico de la Guerra Fría.
Se trata de procesos de diversa índole porque mientras algunos afectaron las bases
materiales del funcionamiento económico-social, otros tuvieron lugar en el nivel de la
confirmación de identidades sociales y/o políticas, tanto como la de consumidores o
productores.
Ocurren en este mismo período de tiempo aunque son procesos de muy larga
duración, iniciados previamente y que tienen dinámica propia. Como todo proceso histórico es
extremadamente aventurado fijar fechas de inicio o finalización de procesos sociales. Sólo
grandes revoluciones pueden implicar una bisagra al desarrollo histórico, pues afectan casi de
inmediato a la conciencia que las poblaciones tienen de sus propias formas de vida cotidianas.
Por lo general, la evolución económica, social y cultural es de cambios lentos y graduales que
hacen difícil su observación y vivencia para sus contemporáneos.
ANTECEDENTES
La Guerra Fría había moldeado un sistema internacional en el que se enfrentaron dos
grandes potencias con capacidad militar suficiente para destruir a sus enemigos e incluso al
planeta entero. La URSS (Unión de las Repúblicas Socialistas soviéticas) y los EEUU (Estados
Unidos de norte América), grandes triunfadores de la II Guerra Mundial, contra los
totalitarismos fascistas, encabezaron dos grandes bloques de países de diferentes capacidades
y características.
Desacelerada la competencia militar con los EEUU, la Unión Soviética pudo revisar su
relación con los países que integraban su bloque. Este replanteo de la política exterior de la
URSS fue motivado en lo interno por la revisión de su relación Estado-¬sociedad. Si bien el
nivel de vida alcanzado dentro de sus fronteras permitía un aceptable control social, el sistema
vigente mostró su límite frente al desarrollo de nuevas tecnologías realizado por Occidente y
su capacidad para distribuir socialmente los beneficios logrados.
Los gastos en defensa fueron, a partir de la Segunda Guerra uno de los elementos
dinamizadores de las economías internas, tanto en los EEUU como en la URSS. La cuestión de
la “seguridad” fue el principal y casi único tema de la agenda internacional. Pero, a diferencia
de los norteamericanos, los soviéticos no alcanzaban a transmitir a su industria y a los
productos de consumo, las innovaciones tecnológicas desarrolladas en el área científico-
industrial militar. A pesar de sus realizaciones en la carrera espacial y en energía atómica, el
parque industrial tradicional se anquilosó ante la falta de una transferencia dinámica de
conocimientos que permitiera la renovación tecnológica. Este retraso relativo incidió
negativamente en la posibilidad de atender crecientes gastos y esfuerzos en defensa,
requerimientos de su propia sociedad y en el sostenimiento del costoso sistema comercial
solidario con los países del Pacto de Varsovia o Cuba.
Este final de la Guerra Fría encontró a la República China en un punto muy alto de su
maduración como potencia internacional; tanto en lo militar como en su desarrollo social y
económico. Una nueva potencia internacional asomó en un contexto propicio para su
expansión.
Hacia mediados de la década de 1950, Los EEUU alcanzaron aquel umbral de “pleno
empleo”. Mayores costos en la mano de obra, en los salarios a pagar a sus obreros, ponía en
riesgo la posibilidad de vender sus productos en otros mercados/países con posibilidades y
capacidad para consumir, desde sus fábricas a través del comercio internacional. Se reforzó,
entonces, la tendencia a la apertura de filiales industriales en diferentes países, bajo las
mismas normas y modelos que se fabricaban en el país de origen o trasladando la producción
de modelos que empezaban a ser obsoletos en el país central, con el ahorro para la empresa
de matricería, capacitación, diseño, etc. Este proceso de multinacionalización de las empresas
norteamericanas fue también seguido por otras potencias europeas.
En cambio, Japón, frente al mismo problema empresarial del alza en los salarios
obreros hacia mediados de la década de 1960, logró multiplicar su producción estableciendo
una transnacionalización de la producción de las partes del producto final, reservándose el
ensamblado final en su propio territorio, con la etiqueta “made in Japán” que ya había
alcanzado un punto de valoración muy alto para entonces. Es decir, ayudó a establecer talleres
y fábricas de poca especialización tecnológica en países con mano de obra barata (y poco
experta en lo industrial) para que el ensamblado del producto -desde automóviles hasta
electrodomésticos- fuera realizado por los calificados operarios japoneses, ya en su propio
territorio. Este modelo de transnacionalización es el que terminó imponiéndose en el contexto
de globalización.
Entrados en el período pos guerra fría, aparecieron nuevos mercados de trabajo aptos
para la producción de partes o productos simples que permitieron a las empresas
norteamericanas, europeas, japonesas, radicar talleres o fábricas tanto en los países del
sudeste asiático conocidos por entonces como los “dragones asiáticos”, New Industrialized
Countries, o más tarde los BRICs, como los países del centro oeste europeo que definimos
como jóvenes democracias de la era pos soviética; México y Brasil en el área americana.
Por su parte, China, con su enorme población, hasta entonces mayormente rural,
había iniciado en la segunda mitad del Siglo XX un proceso de urbanización e industrialización.
La gradualidad de ese movimiento poblacional le proporcionó una inagotable fuente de mano
de obra industrial barata para los cánones internacionales. Su industria de menor y de mayor
sofisticación fue alcanzando su grado de madurez, hasta convertirse en un gran actor de la
globalización a partir de la década de 1980.
La otra potencia de reciente y rápida industrialización es la superpoblada República de
la India.
Una importante novedad de este período fue la introducción creciente de los procesos
de automatización y robotización en las líneas de montaje industrial. Las fábricas fueron
progresivamente reemplazando mano de obra por maquinaria operada por computadoras con
menor cantidad de operarios.
En este aspecto podemos incluir la innovación conocida como “just in time”. Desde la
aparición de la industria fordista, las empresas procuraban tener almacenado (en stock) todos
los repuestos/partes del producto que se iba a ensamblar para evitar demoras en el proceso
de producción. Ello implicaba una cantidad importante de capital que quedaba inmovilizado en
ese almacenamiento. A medida que se incrementó el movimiento de capital financiero (como
se verá más adelante) se entendió que dicho almacenamiento generaba pérdidas en las
posibilidades de inversión de la empresa. Junto a esa noción, el avance de la tecnología de
procesadores (computación y automatización de la producción) llevaron a modificar el
concepto para lograr una reducción del stock inmovilizado de partes de un futuro producto,
por una planificación más ajustada que permitiera que el proveedor entregara las partes justo
en el momento en que hicieran falta para el ensamblado final. De tal forma, la línea de
montaje estaría siempre abastecida con una planificación muy precisa y la empresa contaría
con un capital adicional para otro tipo de inversiones.
Hubo dos grandes aportes a las cuestiones de logística. Por una parte dichos aportes
dependieron en gran medida del desarrollo tecnológico en la electrónica (computación,
control, automatización) y hasta alentaron dichas innovaciones. Por otro lado, hubo
importantes mejoras en los medios de transporte; en parte obligados por los movimientos que
comenzaron a preocuparse por la sustentabilidad del medio ambiente y por la cartelización de
los productores de petróleo que generó tensión en torno a su precio, especialmente en el uso
abusivo de los combustibles fósiles.
Los mismos productos, las mismas marcas, los negocios con las mismas decoraciones y
hasta su música funcional, están diseminados por cualquier ciudad del planeta.
De tal forma, el consumo ha sido orientado hacia bienes y servicios específicos. Por
supuesto que la voluntad humana de consumir determina el éxito o el fracaso de un producto;
pero la universalización de la oferta marca el tono. Esto es así en todo sentido de la vida social.
Desde la alimentación hasta el uso de redes sociales. El consumo se ha globalizado.
Esas inversiones pueden ser (y lo son habitualmente) en bonos emitidos por los
Estados o grandes empresas internacionales para procurarse de capitales para desarrollos
propios de las empresas o en obras de infraestructura; en acciones de empresas de diferentes
países a la espera de lucrar con los dividendos de esas empresas o con eventuales fuertes
fluctuaciones de su valor; también en la compra de divisas o commodities a futuro. Es decir, en
cualquier tipo de apuesta financiera que les resulte redituable en el corto o largo plazo; toda
una serie de inversiones que, incluso, se sofisticaron en este período; el ejemplo más concreto
es el de las hipotecas sub prime que generaron la crisis internacional de 2008.
Estos movimientos financieros (capitales, bonos, acciones, commodities, etc.) son
realizados por Bancos, Fondos de Inversión, Empresas e incluso por ahorristas particulares.
Todo ello es posible en un gran mercado interconectado que pone a todas las naciones al
alcance de estos capitales.
Entre los temas que estuvieron en discusión figuraron las barreras arancelarias (lo
impuestos u otros conceptos que los Estados imponen a los productos o servicios que ingresan
a sus territorios), la eliminación de cupos para importación de determinados artículos (que se
suelen poner para no perjudicar las industrias locales), los estándares de calidad exigibles, la
libre determinación de los precios por el mecanismo de oferta y demanda, evitar la
cartelización y, entre otros, el reconocimiento de los derechos de patentes.
Respecto a las patentes tecnológicas, hay que considerar que toda la tecnología está
basada en descubrimientos e inventos desarrollados por universidades y empresas que se
convierten en propiedad privada a través del patentamiento de los mismos. Entran en este
rubro desarrollos tecnológicos como los algoritmos que permiten funcionar a las redes
sociales, buscadores, navegadores de internet; los componentes electrónicos que permiten el
procesamiento de datos, la utilización del espectro radial para las comunicaciones
inalámbricas; las fórmulas químicas de medicamentos, ciertos alimentos y bebidas, materiales.
Todo ello, en un marco de libre circulación de personas, capitales y bienes que dio el
tono al período de globalización.
Por lo tanto, la globalización económica se manifestó en la desnacionalización de la
producción y el consumo, tanto de bienes durables, como de servicios e incluso de los
anteriormente considerados “bienes no transables”. Además de la interdependencia generada
en torno a los mercados financieros y bursátiles (directamente responsables de la tenencia de
propiedad privada).
Respecto al Tipo Político de globalización, cabe destacar dos esferas diferentes pero
concurrentes. Por un lado, los cambios en la organización de la política internacional. Por el
otro, el impulso a modificar la estructura jurídica de un cúmulo de Estados nacionales que se
incorporaron al sistema internacional desde una nueva soberanía.
Desde el punto de vista de la política internacional, con la caída del Muro de Berlín
desapareció el orden bipolar de la Guerra Fría.
Este período de 1980 hasta la actualidad estuvo signado, además, por el ascenso de la
República China como actor primordial del sistema internacional.
Por otra parte, el abandono soviético de su política tutelar sobre la región de Europa
oriental, dejó a su suerte a países como Alemania oriental, Polonia, Checoslovaquia (República
Checa y Eslovaquia), Rumania, Hungría, Yugoeslavia (Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia,
Macedonia, Montenegro y Serbia).
Desde el punto de vista del Tipo Social de globalización se han registrado cambios
significativos en las estructuras sociales, derivados de las transformaciones económicas y de la
gestación de un nuevo paradigma cultural. Siempre considerando que nos referimos en
términos generales y a nivel internacional.
Por un lado, los obreros sindicalizados de las industrias en los países desarrollados han
perdido sus puestos de trabajo; con dificultades para reubicarse en el mercado laboral pues
sus actividades de especialización desaparecieron de sus territorios nacionales. La
relocalización de industrias dejó desamparados a aquellos obreros con experiencia en sus
rubros. Su reubicación social debió hacerse hacia otras actividades ligadas al área de servicios
con menores salarios. Solo una minoría, a tono con los desarrollos en computación, pudo
reubicarse manteniendo su status social. Los países centrales o desarrollados vieron disminuir
sus fuerzas laborales asalariadas industriales en favor del incremento de empleados del área
de servicios y de profesionales ligados a la informática. Estos cambios no necesariamente se
observan en las tasas generales de desempleo, precisamente por aquella migración laboral
hacia puestos de menor remuneración.
En tanto, los países que iniciaron su conversión industrial en este período tuvieron una
importante transformación; pasaron de tener una población mayoritariamente campesina
dedicada a la agricultura, para convertirse en sociedades urbanas y rurales, con preeminencia
de actividad industrial de bajos salarios, no sindicalizados y en condiciones laborales de
explotación.
La alta burguesía internacional, los dueños del capital, diversificaron sus intereses en
diferentes áreas con preeminencia del capital financiero.
Por otra parte, el incremento de las migraciones, en los inicios del impulso
globalizador consolidó un mundo de fronteras más abiertas a medida que las potencias
mundiales y regionales fueron reasignando sus prioridades en seguridad y defensa, y en las
necesidades de mano de obra de mayor o menor calificación según las concepciones más
abiertas que proponía idealmente la globalización.
Sin embargo, las redes sociales, los mecanismos de intercambio de opiniones sobre
noticias periodísticas o posteos diversos, fueron sujeto de manipulación. Incluso en las
campañas políticas democráticas.
Teniendo en cuenta que los procesos humanos son complejos, que no son lineales, hay
que notar que sufren variaciones tanto en el tiempo como en los diferentes lugares en que se
presentan; que los beneficios y perjuicios de estos procesos no se distribuyen de igual manera
en todo el mundo, ni siquiera dentro de cada sociedad. Es decir, la globalización no resolvió los
problemas de la pobreza, ni los desafíos de la paz planetaria, ni los de la igualdad de derechos
e identidades de todos los seres humanos, tal como parecía prometer.
Globalización idealizada
Tomamos como punto de partida simbólico la Caída del Muro de Berlín (9/11/1989). La
misma representa la desarticulación del bloque de Europa oriental y el desmembramiento de
la Unión Soviética, junto al inicio de procesos de transparencia y de democratización (más o
menos formales).
El primer debate se estableció respecto a si la desaparición de uno de los polos de la
contienda URSS-USA generaría un mundo unificado bajo una única conducción de la potencia
sobreviviente o si el sistema internacional iría delineando un nuevo modelo.
Muy pronto se acuñó la concepción de “fin de la historia” dado como la terminación de
los conflictos entre modelos de desarrollo y sistemas de organización social. Primaba la
creencia en el triunfo del capitalismo y en el carácter incuestionable de los beneficios de la
idea republicana-democrática.
Ya se encontraban en marcha los primeros procesos de regionalización que servirían
para atenuar el impacto globalizador unidireccional que podría imponer USA. En el período, se
produjo la consolidación de la Unión Europea y gestación de nuevos Regionalismos en Asia,
América latina e incluso en norte América.
El clima político internacional, fuertemente optimista, sirvió para poner freno a la
proliferación nuclear y armamentística, agilizar las rondas de negociación de la OMC para
acelerar la liberalización del comercio, atemperar ciertos conflictos regionales por la ausencia
de respaldo confrontativo de la URSS.
Se produjo tempranamente el cambio radical en la planificación del despegue
económico industrial de China que pasó a ser un jugador de primer nivel en contexto
económico global.
Por su parte, la autoridad de USA se dibujó inicialmente como la de un poder blando.
Incluso las intervenciones militares de este período no fueron unilaterales sino que contaron
con el consenso internacional a través de organismos Internacionales (Ej:: Primera Guerra del
Golfo, intervención aprobada por la ONU).
Es la etapa en que hace su aparición la red de internet pública.
Globalización condicionada
El Ataque a las Torres Gemelas de Nueva York (11/9/2001) fue el primer ataque
exitoso en territorio continental norteamericano, obviando el ataque japonés a Pearl Harbor
en la II Guerra Mundial. Y fue transmitido en directo por la televisión.
Además del lógico impacto geopolítico, quedó al descubierto un nuevo modelo de
conflicto por la ausencia de un contrincante clásico definido (nacional –tanto estatal como
insurgente-) contra quién responder.
Los infructuosos intentos militares que los norteamericanos realizaron en Medio
Oriente como respuesta al ataque, se desarrollaron en paralelo a la proliferación de un nuevo
modelo antiglobalizador. Por la ausencia de consenso internacional, luego de superado el
primer impacto que despertó ciertas solidaridades internacionales, se intentó volver al
unilateralismo de un poder duro.
Se registró un avance de formas novedosas de terrorismo (en el sentido estricto de
sembrar terror en la población). Redes, células dormidas y lobos solitarios que dieron
continuidad a Al Qaeda y que luego serían remplazados por el ISIS (Estado Islámico).
De esta forma, la globalización quedó condicionada a cuestiones de seguridad que no
habían estado presentes en la etapa idealizada (1989-2001). El armamentismo asume nuevas
características tecnológicas.
Por otra parte, comienzan a hacerse más notorios (y con efectos concretos) que las
mejoras tecnológicas afectan la mano de obra tradicional industrial teniendo efectos sociales y
de relocalización de mano de obra muy impactantes.
En esta etapa se produce la consolidación de internet 2.0 con efectos sobre lo público
y lo comercial muy directos, cambiando la primacía de las empresas más cotizadas de las
bolsas accionarias mundiales, de las industriales y comerciales hacia empresas tecnológicas de
software y de las comunicaciones.
Tanto desde el punto de vista del proceso globalizador, como desde la perspectiva de
los procesos de regionalización, empieza a hacerse palpable la carencia de liderazgos políticos
extra nacionales.
Aquella idealización de la etapa anterior respecto a la globalización dejó paso, en este
período a una relativización del optimismo.
Aun así, la entrada de China como jugador comercial en el concierto internacional y
cierto arrastre neoliberal en el manejo de las finanzas de los principales centros económicos,
generaron mercados altamente competitivos y de altos precios para el abastecimiento de
materias primas. Ésta situación permitió el “derrame” de los beneficios económicos derivados
de la globalización hacia países no industrializados. Pero, ese esplendor económico no opacó el
pesimismo en gestación a nivel global.
Globalización cuestionada
Aquel “optimismo condicionado” y una economía de precios y de consumo en alza,
entró en crisis por una confluencia de dos situaciones:
a.- crisis bancaria y financiera de 2008
Hacia fines de 2007 se produjo el estallido de la burbuja de especulación financiera
generada en EEUU pero con ramificaciones internacionales (venta de “productos” financieros
basados en hipotecas de alto riesgo norteamericanas, sumados al inflado mercado de
productos “a futuro” especialmente commodities como soja o petróleo). Como efecto
inmediato de la crisis de las hipotecas se produjo la pérdida de viviendas y recorte del crédito
para sectores bajos norteamericanos y europeos, aunque también asiáticos (emprendimientos
de viviendas terminadas pero sin ocupar).
La quiebra de grandes bancos e incluso el salvataje realizado sobre otros, no
impidieron la ruptura del circuito financiero privado y supraestatal. Afectadas las economías
más importantes, llegó a su fin el boom de los commodities, con el consiguiente perjuicio a las
economías más primarizadas.
En paralelo, tanto por razones geopolíticas como económicas, USA da un impulso
extraordinario a la explotación del Shale oil y el shale gas, cambiando la relación de
dependencia y de fuerzas con Venezuela, Arabia Saudita y demás exportadores de petróleo.
Se produce una paradoja económica en tanto el marco general de las relaciones
globalizadas continúa bajo el signo del paradigma neoliberal, pero confrontado con el
cortoplacismo electoral en la mayoría de las democracias. Ni una ni la otra posición
demostraron ser sustentables en el largo plazo como para sostener la dinámica globalizadora.
Este “orden clandestino” denota a primera vista una ausencia de los Estados. Sin
embargo, hay que considerar que en muchas de estas situaciones, funcionarios de todo rango
“venden” la suspensión de la ley para la realización del delito. Esta complicidad daría lugar a un
entramado social que da por “normal” estas prácticas.
Son parte del “sistema” y como tales deben entrar en los análisis científicos.
PANDEMIA Y POSPANDEMIA
La crisis sanitaria provocada por el virus nominado COVID 19, variante de los
coronavirus, ha generado una situación excepcional. La parálisis por semanas y meses
de la actividad normal de las sociedades y las personas.
CONCLUSIÓN
Para esquematizar, podemos decir que el diseño del actual sistema internacional
responde básicamente a dos grandes tendencias. La tendencia capitalista y la permanente
lucha por los derechos humanos. Dos tendencias que estuvieron, la mayoría de las veces, en
pugna.
En ambos casos hay una propensión o intención de generar un ámbito común a todas
las naciones desde esos dos aspectos y tendencias. Las situaciones nacionales, religiosas y
políticas (entre otras) hacen que cada país continúe teniendo sus propias características y que
la globalización sea un camino o una meta, más que una realidad concreta y universal. Cada
país vive respecto a la globalización con sus propias identidades, que lo llevan a adherir o
rechazar, total o parcialmente, los postulados ideales del sistema en marcha; para algunos,
obteniendo un gran beneficio; para otros, buscando las formas de defenderse de este proceso
universal. Hablamos tanto de países como de sectores sociales dentro de cada país.