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PRECEDENTES CONSTITUCIONALES

DR. MARIO ALBERTO CACERES GOMEZ

HECTOR CAMILO PEREZ MONSALVE

UNIVERSIDAD LIBRE SECCIONAL SOCORRO


QUINTO AÑO NOCTURNO
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
2020
Precedentes constitucionales
El precedente constitucional lo define así la corte en su sentencia T- 762-2011 como aquel
antecedente del conjunto de sentencias previas al caso que se habrá de resolver, que por su
pertinencia para la resolución de un problema jurídico, debe considerar necesariamente un
juez o una autoridad determinada, al momento de dictar sentencia” Así, la Corte ha
entendido que el precedente debe ser anterior a la decisión donde se pretende su aplicación
y que debe existir una semejanza de problemas jurídicos, cuestiones constitucionales,
hechos del caso, normas juzgadas o puntos de derecho. En ausencia de uno de estos
elementos, no puede predicarse la aplicación de un precedente.

Para garantizar la confianza en las decisiones de los jueces a la luz de los principios de
seguridad jurídica, igualdad, buena fe y confianza legítima, la jurisprudencia ha reconocido
que el desconocimiento del precedente es una causal especial de procedencia de la tutela
contra providencias judiciales. Efectivamente, en los eventos en los que los órganos de
cierre asuman posturas hermenéuticas que implican un serio compromiso de derechos
fundamentales de los ciudadanos, el Juez Constitucional debe analizar, a la luz de la Carta
Política, si las interpretaciones atacadas vulneran derechos fundamentales de las partes en
el proceso de tutela.

No cabe duda que uno de los principales retos a los que se enfrenta el derecho colombiano
tiene que ver con la jurisprudencia como fuente del mismo, en la medida en que, a partir del
reconocimiento del poder vinculante directo de la Constitución, los distintos operadores
jurídicos tienen mayores dificultades en justificar cómo se compagina el Derecho a la
igualdad en la aplicación de la ley con decisiones judiciales diferentes, a pesar de existir
hechos relevantes similares.

Una descripción de la evolución del poder vinculante del precedente constitucional en


Colombia ofrece una interesante síntesis de los diferentes problemas a los que se puede ver
avocado un sistema que, siendo de estirpe francés, ha presenciado la transformación de su
jurisprudencia de simple fuente auxiliar a una fuente formal de derecho. Es cierto que el
fenómeno del precedente ha suscitado la elaboración de variados estudios sobre la materia
en Europa, y que pocas cosas nuevas se pueden decir en Colombia que no se hayan dicho
fuera de ella, pero justamente por eso, porque este debate contiene ciertas notas de
universalidad, es que algunas de las respuestas a los retos que plantea la vigencia o no de
los precedentes constitucionales en los Estados constitucionales pueden encontrarse en el
laboratorio constitucional colombiano.

La evolución del precedente constitucional en Colombia se retoma desde la conformación


de la Corte Constitucional (junio de 1992), el Alto Tribunal ha dictado 5237 sentencias de
constitucionalidad y 14.284 sentencias de revisión de acciones de tutela, para un total de
19.521 sentencias que han sido proferidas en algo más de veinte años 5; un promedio
aproximado de mil sentencias al año. Ello muestra, de entrada, los retos que la figura del
precedente debe enfrentar, si se quiere dotar de coherencia todo el andamiaje
constitucional.

En efecto, de conformidad con el artículo 241 de la Constitución Política, la Corte


Constitucional debe velar por la guarda de la integridad y supremacía del texto
constitucional. La efectividad de su labor depende en gran medida de los medios que ella
utiliza para conseguirlos, y esa es una de las notas que hace interesante el sistema
colombiano, ante el volumen de trabajo y en un sistema en el que todos los jueces de la
República son jueces constitucionales.

La interpretación uniforme de la Constitución se plantea desde el mismo momento en que


ella es promulgada, pues una mínima coherencia del sistema exige que el texto
constitucional sea entendido y aplicado de igual manera por todos los operadores jurídicos
que imparten justicia.

En un sistema como el colombiano, en el que la jurisprudencia reiterada de las altas Cortes


constituía tan solo doctrina probable y, por tanto, fuente auxiliar de Derecho, y en el que de
manera sistemática se rechazó la eficacia vinculante del precedente, era cuestión de tiempo
que la Corte Constitucional se ocupara de revisar la doctrina vigente en estas materias para
garantizar la efectividad de su labor.

La apropiación de los precedentes constitucionales por parte de los jueces de inferior


jerarquía obedece a lo que la Corte ha denominado disciplina judicial es decir, el deber que
les asiste a los jueces de aplicarlos, dejando a un lado cualquier posible independencia y
discrecionalidad, con la finalidad de mantener la coherencia e integridad del sistema
jurídico y la protección al valor de igualdad; pero, a la vez, nos plantea un escenario difícil,
debido a que los precedentes tienen dos ámbitos temporales de aplicación: son decisiones
que anteceden al caso juzgado, pero se constituyen en tales cuando de manera sistemática
se confirma la ratio decidendi en la que se han fundado en otros casos similares,
configurándose en una aplicación hacia el futuro.

Lo anterior produce como consecuencia que la constitucionalización del derecho, lo cual se


produce con la expedición de la Constitución de 1991 nos vuelca al conocimiento no sólo
de la regla de reconocimiento, sino a los precedentes y a los desarrollos interpretativos
constitutivos de doctrina constitucional integradora, como lo ha establecido la Corte
Constitucional, tanto para los jueces como para los particulares.

Sobre el alcance de los precedentes constitucionales en materia de control constitucional en


abstracto no se presenta inconveniente alguno, debido a que a partir de lo dispuesto en la
Constitución colombiana, artículo 243, la declaratoria de inexequibilidad por razones de
inconstitucionalidad de actos legislativos, leyes y tratados internacionales por parte de la
Corte Constitucional, nos ubica frente a los postulados kelsenianos (1995), según los cuales
se asimila a los jueces constitucionales como legisladores negativos, en el sentido de que
sus fallos derivan en la expulsión del ordenamiento jurídico de normas inconstitucionales, y
la Corte ha establecido que en virtud de la cosa juzgada constitucional, a ninguna autoridad
o particular le está permitido reproducir una norma declarada inconstitucional, ni al
legislativo volver a legislar sobre temas viciados de inconstitucionalidad.

Por otra parte, frente a la acción de tutela existe debate sobre la obligatoriedad en la
aplicación de los precedentes por parte de los jueces; en primer lugar, porque no está
constitucionalmente establecido que las sentencias de tutela de la Corte sean de aplicación
obligatoria por fuera de las partes a quienes involucran, y en segundo lugar, porque se
limitaría la independencia y se sancionaría a los jueces frente a la inobservancia o
desconocimiento de los precedentes en materia de tutela, bajo el entendido de que la
interpretación auténtica es la de la Corte, como guardiana de la supremacía e integridad de
la norma constitucional.
Se debe hacer notar que las dos grandes funciones de la Corte están dirigidas a objetivos
diferentes: con el ejercicio del control de constitucionalidad busca mantener la coherencia y
la integridad del ordenamiento jurídico, y con la revisión de las tutelas pretende establecer
los precedentes para que la igualdad, asumida como valor consti-tucional, no sea vulnerada.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

 http://rcientificas.uninorte.edu.co/index.php/derecho/article/viewArticle/1275/4383
 https://dikaion.unisabana.edu.co/index.php/dikaion/article/view/2273/3095
 Sentencia T- 762-2011

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