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Actividad N° 21

EL CUADRO

La primera vez había llegado de la mano de su abuelo. ¡Qué manera de


aburrirse! Si hasta se quedó dormido...
Claro que en esa época sólo tenía cinco años...
-¡También, qué ocurrencia!- escuchó al otro día que protestaba su mamá-.
¡Llevar a la pobre criatura a un museo de arte!
Sin embargo, y casi escondidas, el abuelo volvió a traerlo, una y otra vez. Ahora
Juan estaba ahí, parado frente a ese cuadro. Ya no era un nene de cinco: era un
muchacho de once que no dejaba pasar una semana sin ir al museo.
Juan se sonrió y se puso triste, todo a la vez, como le pasaba desde hacía un
tiempo al pensar en su abuelo.
-Yo sabía que, tarde o temprano, te iban a atrapar...
-¿Atrapar? ¿Quiénes abuelos?
Ahora Juan estaba ahí, en la sala veintitrés, parado frente a ese cuadro.
Y, como acostumbraba hacer desde ese día que lo había descubierto, empezó
por la firma: López, 1891. “La C de Cándido”, le había dicho su abuelo y siguió por las
carpas todas bien alineadas, como si fueran de juguete. Después subió a las copas de
los árboles y vio ondear las banderas en los mástiles de los barcos.
Claro que lo que a él le llamaba más la atención eran los hombrecitos, tan
preocupados dentro de sus uniformes azules, siempre yendo y viniendo con cargas
diminutas. Algunos pocos descansaban alrededor del fuego. Sentado a una mesa,
alguien escribía. Con cuidado Juan se le acercó, por detrás de su hombro, trató de
leer. Fue justo entonces que uno de rojo le ofreció un mate.
“Gracias”, dijo él, muy sorprendido: era la primera vez, que los
hombrecitos parecían darse cuenta de su existencia.
Quiso decir algo, por ser amable, preguntó la hora. ¡La hora! ¡Ya debería haber
desaparecido! Sin embargo, tenía muchas ganas de quedarse allí. Y meterse en el
agua con esos hombrecitos que se reían, que le hacían señas, llamándolo... él, que
sentía las piernas tan pesadas, y una especie de sopor...
Llegó cuando estaban cerrando la puerta.
-¡Casi te me quedas adentro, pibe!- se rió el portero.
Sí. Esta vez le había costado demasiado salir. La próxima, tendría más cuidado.

Graciela Beatriz Cabal. Comprender 5, Editorial Santillana.

1. Respondé las siguientes preguntas en forma de oración:

a. ¿Por qué en el presente, el chico no deja pasar una semana sin ir al museo?
b. ¿Por qué el abuelo le dice “Yo sabía que tarde o temprano te iban a atrapar”? ¿A
qué se refiere?

c. ¿Por qué uno de los cuadros llama especialmente su atención?

d. ¿Por qué esta vez le cuesta demasiado salir?

2. Ordená la secuencia del texto leído.


Juan se fue del museo pensando en regresar a
pesar de que casi queda atrapado.
Sin darse cuenta
ingresó al cuadro.
Observó el cuadro
minuciosamente.
Juan quiso quedarse, pero había llegado la hora de
regresar al mundo real. Los soldados de la Guerra
contra el Paraguay lo invitaron con un mate y
también a nadar.
Juan fue al museo.
Frente al cuadro favorito de su abuelo pensó en lo
que le había dicho: “Te va atrapar”.

3. Reescribí la siguiente oración reemplazando las


palabras subrayadas por un sinónimo.

Juan observaba el cuadro detalladamente.

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El joven sorprendido, aceptó un rico mate.

…………………………………………………………………………………………

Esa vez fue difícil salir del cuadro.

…………………………………………………………………………………………

4. Subrayá con rojo los sustantivos comunes individuales,


con azul los colectivos y con verde los abstractos.

“En el cuadro había soldaditos, armas, estandartes mucho más. Parecía un ejército de
verdad.”
“…era un muchacho de once que no dejaba pasar una semana sin ir al
museo.”
SUSTANTIVOS

Individuales Colectivos Abstractos

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