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Unidad V : “ Triángulo isóceles” de Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti

Personajes:

Arsenio Portales :
* Abogado de èxito
* Lleva doce años casado con la ex actriz Fanny Araluce
* Pensaba que su esposa no era buena actriz
* La monotonìa del matrimonio le aburrìa
* Veìa a su esposa como la perfecta ama de casa
* Convenciò a su mujer que dejara el teatro

Fanny Araluce:

* Abandonó su carrera como actriz por amor


* Le costó mucho aceptar la exigencia de su marido de dejar el teatro
* Pensaba que su marido no quería que actuara porque sentía celos de los actores que
trabajaban con ella

*Todos los martes su marido pasaba la noche en Buenos Aires por trabajo.
* Ella nunca le llamaba los martes para saber si estaba bien
*Pensaba que su marido era un machista

Raquel :

* Era una mujer apasionada y Controvertida


*Mujer casada que tenía una doble vida
* Tenía una vida acomodada
* Su marido se ausentaba todos los martes para atender su hacienda.

Breves datos biográficos del autor

Mario Benedetti nació en Paso de los Toros el 14 de septiembre de 1920 y murió en Montevideo el
17 de mayo de 2009. Fue un escritor, poeta, dramaturgo y periodista uruguayo integrante de la
generación del 45, a la que pertenecieron, entre otros, Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti. Su
prolífica producción literaria incluyó más de ochenta libros, algunos de los cuales fueron traducidos
a más de veinte idiomas.
Fue hijo de los italianos Brenno Benedetti y Matilde Farrugia. Residió en Paso de los Toros junto a
su familia durante los primeros dos años de su vida. La familia luego se trasladó a Tacuarembó por
asuntos de negocios. Tras una fallida estadía en ese sitio (donde fueron víctimas de una estafa2), se
trasladaron a Montevideo, cuando Mario Benedetti contaba con cuatro años de edad. Inició sus
estudios primarios en 1928, en el Colegio Alemán de Montevideo, de donde es retirado en 1933. En
consecuencia, ingresa al Liceo Miranda por un año. Sus estudios secundarios los realizó de manera
incompleta en 1935, en el Liceo Miranda, para continuar de manera libre, por problemas
económicos.
En 1945 se integró al equipo de redacción del semanario Marcha, donde permaneció hasta 1974,
año en que fue clausurado por el gobierno de Juan María Bordaberry. En 1954 es nombrado director
literario de dicho semanario.
Es nombrado director del Departamento de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República, de Uruguay.
Tras el Golpe de Estado en Uruguay de 1973 renuncia a su cargo en la universidad,.Por sus
posiciones políticas debe abandonar Uruguay, partiendo al exilio en Buenos Aires, Argentina.
Posteriormente se exiliaría en Perú, donde fue detenido, deportado y amnistiado, para luego
instalarse en Cuba, en el año 1976.
Vuelve a Uruguay en marzo de 1985, iniciando el autodenominado período de desexilio, motivo de
muchas de sus obras. Es nombrado miembro del consejo editor del nuevo semanario Brecha, que va
a dar continuidad al proyecto de Marcha, interrumpido en 1974.
El día 17 de mayo de 2009 poco después de las 18:00, Benedetti muere en su casa de Montevideo, a
los ochenta y ocho años de edad.

Análisis del cuento Triángulo isósceles

Benedetti incursionó discretamente por los dominios del extrañamiento, producto de ello fue la obra
“Triángulo isósceles. El título es simbólico,muy sugestivo retirado de la geometría plana para
denominar aquel triángulo que presenta dos lados iguales y uno diferente, generados a partir de dos
ángulos iguales y el tercero diferente -, el literato uruguayo nos hace deparar con un caso de traición
amorosa harto inusitado: el abogado Arsenio Portales, casado con la ex actriz de teatro Fanny
Araluce, mantiene un idilio furtivo desde hace dos años con otra mujer, Raquel, también casada, a
quien considera particularmente muy atractiva. Sus encuentros se llevan a cabo los días martes, en
un apartamento alquilado exclusivamente para liberar sus pasiones, aprovechando los momentos de
ausencias y los compromisos de sus respectivos cónyugues. En el día de cumplir sus dos primeros
años de relación furtiva, Arsenio decide darle un collar florentino de regalo a su fiel amante. Raquel
encantada con su regalo, se dirige al baño para probárselo. Extrañamente, Raquel demora, Arsenio
se inquieta, pero se calma al saber que está bien. Pasan unos minutos y la puerta se abre, y para
sorpresa y estupefacción del abogado, aparece su esposa Fanny en vez de Raquel, luciendo el collar.
Arsenio no da crédito a lo que ve, mientras que su esposa le recrimina que sus sentidos no fueron
capaces de reconocerla en todo ese tiempo.

El cuento comienza con un narrador externo, en tercera persona presentando a los personajes, sus
características :

“EL ABOGADO ARSENIO Portales y la ex actriz Fanny Araluce llevaban doce apacibles años de
casados. Desde el comienzo, él le había exigido a Fanny que dejara la escena. Al parecer, no era tan
liberal como para tolerar que noche a noche su linda mujer fuera abrazada y besada por otros.”

Él es abogado y ella actriz, su relación se ha ido desgastando y está totalmente marcada por la
rutina y la monotonía. Esto se acrecenta aún más porque Fanny ha dejado de trabajar y se dedica a
los labores hogareños, pasa gran parte de su tiempo en la casa.
Arsenio fue quien pidió que ella dejara de actuar y ella accedió, dado que sentía celos de que su
mujer fuera besada y tocada por otras personas. Esta actitud muestra que el hombre domina en la
relación, el ordena, Fanny acata. Ella está desconforme con esta actitud de su esposo, a quien trata
de machista y absurdo en sus actitudes y pensamientos:

“ le había costado mucho aceptar esa exigencia, que le parecía absurda, machista y carente de un mínimo
sentido profesional. «Por otra parte», había agregado él como justificación a posteriori, «no creo que tengas
las imprescindibles condiciones para triunfar en teatro. Sos demasiado transparente. En cada uno de tus
personajes siempre estás vos, precisamente allí donde debería estar el personaje. Demasiado transparente. El
verdadero actor debe ser opaco como ser humano; sólo así podrá ser otro, convertirse en otro. Por más que te
vistas de Ofelia, Electra o Mariana Pineda, siempre serás Fanny Araluce. No niego que tengas un
temperamento artístico, pero deberías encauzarlo más bien hacia la pintura o las letras”

Él no confía en las capacidades de su esposa, no cree que su vocación es la actuación porque dice
que no lo hace adecuadamente, que no se compenetra en cada personaje y que siempre detrás de
cada uno de ellos está Fanny. Ella lo escucha, pero no está de acuerdo:

“Fanny lo dejaba exponer su teoría, pero en realidad él nunca la había convencido. Si había renunciado a ser
actriz, era por amor. Él no lo entendía ni lo valoraba así. Sin embargo, en la vida cotidiana, privada, Fanny
era ordenada, sobria, casi una perfecta ama de casa.”

Este personaje concibe la renuncia de sus sueños como un acto de amor, el sacrificio y el dolor de
no poder dedicarse a lo que tanto desea lo justifica mediante el amor. Si interpretamos esta situación
desde el siglo XXI decimos que cada persona debe realizarse en aquello que tanto anhela y le hace
feliz y no renunciar a ello. Fanny entonces se dedica a las tareas hogareñas y el narrador la describe
de esta forma:”Sin embargo, en la vida cotidiana, privada, Fanny era ordenada, sobria, casi una
perfecta ama de casa”.

Pero a pesar de que su esposa le brinda todo su amor y cariño, Arsenio tiene una amante a quien
describe con estas palabras:

”Probablemente demasiado perfecta para el doctor Portales. En los últimos dos años, el abogado había
mantenido otra relación, tan clandestina como estable, con una mujer apasionada, carnal, contradictoria y,
por si todo eso fuera poco, particularmente atractiva.
como lugar adecuado para esos encuentros, Portales alquiló un apartamento a sólo ocho cuadras de su casa.
Había sido minucioso en la organización de su cándido pretexto: por borrosos motivos profesionales debía
viajar semanalmente a Buenos Aires. Como sólo estaba ausente las noches de los martes, le recomendaba a
Fanny que no le telefoneara, pero, por si las moscas, le había dado el teléfono de un colega porteño, que tenía
instrucciones precisas: «¿Arsenio? Fue a una reunión que creo se va a prolongar hasta muy tarde». Fanny
nunca llamó.”

Apasionada, carnal, contradictoria y atractiva, así era Raquel, aparentemente opuesta a Fanny. En
esta relación están pensados cada uno de los detalles para no levantar sospechas . Hasta estos
encuentros son monótonos, solo los martes y siempre con la misma excusa: su viaje a Buenos Aires.
El piensa que Fanny llamaría pero nunca lo hizo, cualquier persona en un principio interpretaría
esto como una muestra de confianza.
La narración va tornándose ágil mediante la utilización de gran cantidad de verbos:

“Ella, que conocía como nadie las necesidades y manías de su marido, se encargaba de aprontarle el pequeño
maletín y le llamaba el taxi. Portales se bajaba ocho cuadras más allá, subía al apartamento clandestino, se
ponía cómodo, aprontaba los tragos, encendía el televisor; a la espera de Raquel, que, como también era
casada, debía aguardar a que su marido emprendiera su inspección semanal a la estancia. En realidad, si se
veían los martes había sido por complacer a Raquel, pues ése era el día que el hacendado había elegido para
atender sus campos. «Y para dejarnos el campo libre», bromeaba Arsenio.”

Todas las acciones mencionadas forman parte de la rutina de los personajes, de la vida monótona de
los mismos. Todo está pensado y debe hacerse con cautela, rápido para no despertar sospechas.
Raquel y Arsenio poseen una característica común: ambos están casados, por lo que es aún más
difícil poder coordinar para verse y pasar tiempo juntos ya que es una relación prohibida. Por eso no
podían permitir que los vieran juntos:

“Cuando por fin llegaba Raquel, cenaban en casa, ya que no podían arriesgarse a que los vieran juntos en un
cine o en un restaurante. Luego hacían el amor de una manera traviesa, juvenil, alegre, casi como si fueran
dos adolescentes. Cada martes Portales se sentía revivir. Cada miércoles le costaba un poco regresar a las
buenas costumbres del hogar lícito, genuino, sistemático”
Todo aquello que al personaje le atrae de Raquel es lo ausente en su relación con Fanny, lo que rompe con las
reglas, lo que le devuelve la juventud, lo que implica tomar riesgos. Se entabla una comparación la alegría, la
felicidad que poseen los adolescentes al hacer el amor y su relación con Raquel.
Todo esto se opone a sus sentimientos cuando tenía que volver con su esposa, en donde todo se vuelve
rutinario. Su esposa se muestra interesada por saber como le fue a su marido en el viaje ¿ Cómo sospechar
que Fanny y Raquel son la misma persona? . El conflicto comienza a establecerse cuando se cumplen dos
años de relación con Raquel:

“Llegó por fin el martes en que se cumplían dos años de la furtiva y estimulante relación con Raquel, y Portales
consiguió un collar de pequeños mosaicos florentinos. Se lo había hecho traer desde Italia por un cliente, éste sí
verdadero, que le debía algunos favores. Instalado en su lindo y confortable bulín, Portales puso el champán en la
heladera, aprontó las copas, se acomodó en la mecedora y se puso a esperar, más impaciente que otras veces, a Raquel.
 Ésta llegó más tarde que de costumbre. Su demora estaba justificada, ya que también ella, en vista del aniversario
subrepticio, había ido a comprar su regalito: una corbata de seda, con franjas azules sobre fondo gris. Fue entonces que
Arsenio Portales le dio el estuche con el collar. A ella le encantó. «Voy un momento al baño, así veo cómo me queda»,
dijo, y como anticipo de otros tributos, lo besó con ternura y calidez. Como era natural, él consideró ese beso como un
presagio de una noche gloriosa”

Por primera vez se describe a la relación entre los personajes como furtiva y estimulante, es decir esta
situación devuelve la alegría que había perdido. La misma tiene también su base no solo en la pasión sino en
lo material, por eso la tardanza de Raquel no asombra, ya que piensa que fue a comprarle un regalo, nunca
sospecha que será su esposa la que salga del baño.
Esto demuestra que a pesar de estar casado, no conoce a su mujer :

 Portales, estupefacto, sólo atinó a exclamar: «¡Fanny! ¿Qué hacés aquí?». «¿Aquí?»,
subrayó ella. «Pues, lo de todos los martes, querido. Venir a verte, acostarme contigo,
quererte y ser querida.» Y como Arsenio seguía con la boca abierta, Fanny agregó:
«Arsenio, soy Fanny y también Raquel. En casa soy tu mujer, Fanny A. de Portales, pero
aquí soy la ex actriz Fanny Araluce. O sea que en casa soy transparente y aquí soy opaca,
ayudada por el maquillaje, las pelucas y un buen libreto, claro.
(…) Tu voz», murmuró Arsenio. «Algo extraño había en tu voz. Pero ni siquiera el color de
tus ojos es el mismo.»
«Claro que no. ¿Para qué existen las lentes de contacto verdes? Siempre te oí decir que te
encandilaban las morochas de ojos verdes.»
«Tu piel. Tu piel tampoco era la misma.»
«Ah no, querido, lamento decepcionarte. Aquí y allá mi piel siempre ha sido la misma. Sólo
tus manos eran otras. Tus manos me inventaban otra piel. Al fin de cuentas, ni yo misma
sé ahora cuál es mi piel verdadera: si la de Fanny o la de Raquel. Tus manos tienen la
palabra.»

Por primera vez se aprecia a los personajes entablando un diálogo, una conversación a lo
que llamamos discurso directo. En este fragmento del cuento apreciamos que Arsenio no
se ha dedicado el tiempo suficiente para conocer verdaderamente a su mujer, sus
características, detalles de su forma de ser , su color de ojos, su piel, pareciera que durante
todo este tiempo estuvo viviendo con una desconocida, esto destaca que en la vida hay que
darle prioridad a lo sencillo.

El final de este cuento es cerrado, no lo deja a manos del lector.


Conflicto:
* Cuando Raquel y el personaje cumplen dos años de relación, esta demora mucho en el
bañoy esto le parece extraño a Arsenio.
El género lírico es una variedad de expresión en la que un autor manifiesta y transmite sus
emociones o sensaciones personales en relación a alguien o algo que despierta su inspiración. Por lo
general un texto lírico se expone por medio de un poema, escrito en verso

Verso; Enunciado o conjunto de palabras que forma una unidad en un poema, sujeto a ritmo y a
medida determinados

Estrofa: Conjunto de versos

Históricamente el género lírico se conoce de esa manera debido a que en la Antigua Grecia los
pobladores utilizaban el instrumento musical conocido como lira para acompañar sus cantos.
Además, este tipo de manifestación poética es visible en los episodios bíblicos relacionados con los
salmos de David y los cánticos de Moisés.
Por otro lado, las obras líricas sobresalen principalmente por la melodía, el ritmo y la armonía, los
cuales se mezclan de manera equilibrada para poder conectar al lector con las emociones más
íntimas del autor. El contenido del género lírico está basado en imágenes literarias o figuras
retóricas, tales como la metáfora, la alegoría o el símil.

Rima: se refiere a las veces que se repite un sonido a partir de la vocal tónica que conforma la
última palabra que está en el verso. La rima puede ser de dos formas: consonante y asonante.

Rima asonante: Cuando sólo coinciden las vocales

Rima consonante: Cuando los sonidos rimados incluyen consonantes y vocales

Ritmo: El ritmo se refiere a la forma en que se distribuyen las pausas, los sonidos y los versos a lo
largo del poema para lograr que todo se fusione armónicamente

Métrica : Refiere al conjunto de normas que determinan la cantidad de sílabas que poseen los
versos de un poema.

Otras características del género son :

La subjetividad : En los poemas intervienen los sentimientos, valores y se dan a conocer los
sucesos desde un punto de vista.

Quien da a conocer sus sentimientos: yo lírico

Se dirige a un tú lírico

Predomina la función emotiva del lenguaje.


Breves datos biográficos de Juana de Ibarbourou

Juana Fernández Morales ( Melo, Uruguay, 1892 - Montevideo, 1979) Poeta uruguaya considerada
una de las voces más personales de la lírica hispanoamericana de principios del siglo XX. A los
veinte años se casó con el capitán Lucas Ibarbourou, del cual adoptó el apellido con el que firmaría
su obra. Tres años después se trasladó a Montevideo, donde vivió desde entonces.

Sus primeros poemas aparecieron en periódicos de la capital uruguaya (principalmente en La


Razón) bajo el seudónimo de Jeannette d’Ibar, que pronto abandonaría. Comenzó su larga travesía
lírica con los poemarios Las lenguas de diamante (1919), El cántaro fresco (1920) y Raíz salvaje
(1922), todos ellos muy marcados por el modernismo, cuya influencia se percibe en la abundancia
de imágenes sensoriales y cromáticas y de alusiones bíblicas y míticas, aunque siempre con un
acento singular

Su temática tendía a la exaltación sentimental de la entrega amorosa, de la maternidad, de la belleza


física y de la naturaleza. Por otra parte, imprimió a sus poemas un erotismo que constituye una de
las vertientes capitales de su producción, la cual se vio tempranamente reconocida: en 1929 fue
proclamada "Juana de América" en el Palacio Legislativo del Uruguay, ceremonia que presidió el
poeta "oficial" uruguayo Juan Zorrilla de San Martín

Análisis de la hora de Juana de Ibarbourou

Tema y Título:

El tema del poema es el tópico tan conocido como “Carpe diem”, que significa “Aprovecha el día”.
Este tema viene desde la época de la antigüedad, del poeta Horacio. Es por esta razón que el poema
está marcado por las anáforas: “ahora”, “hoy”. Son palabras que se repiten y reafirman la idea de no
dejar pasar el momento cuando éste es propicio, cuando aún hay tiempo de disfrutarlo, de gozarlo
con todos los sentidos, con todo el ser; porque el tiempo pasa, y destruye lo bello del presente, y el
único fin posible es la muerte, terminante, real, e inapelable. El presente es de lo único que uno
puede hacerse, ya que el pasado no puede cambiarse, y el futuro es incierto. Pero el “Carpe diem”
no significa el suicidio, ni el descontrol que lleva a la muerte lenta, que hoy en día podemos vivir,
sino el disfrute, el placer de aprovechar ese momento, de vivir plenamente, de tomar lo que el
presente me da.
Por todo esto es que el poema se llama “La hora”, porque la hora es ahora. Porque ha llegado el
momento y la amante se lo muestra al tú lírico, en forma de ruego, casi como una orden, pero la
desesperación de quien sabe cual es su fin, el único que tenemos todos los humanos, la muerte y la
vejez. ¿Qué importa, después, lo que quería, sino tuve el valor de tomarlo en el momento más
pleno?
La conciencia del tiempo que corre angustia al yo lírico, que vive en una sociedad que desprecia o
juzga el placer, o la belleza del momento íntimo. Una época que no le permite disfrutar sin culpa, de
esa sociedad el yo lírico prefiere pasar, rebelarse, y atreverse a decirle a su amante que es tiempo de
disfrutar, animarlo a hacerlo, algo subversivo, más aún si viene de una mujer.

Estructura externa
Lo interesante de esta estructura es que está formada en dísticos (estrofas de dos versos). Esta
forma, relacionada con las incesantes anáforas le dan al poema un ritmo ágil, vertiginoso que se
relaciona con la desesperación y la angustia para que el tú lírico comprenda la importancia del
pedido.
Los versos son difíciles de contar, pero podemos ver que tiene una rima consonante, y las estrofas
son diez. Pero el poema se divide en dos partes, y esto se relaciona con la estructura interna.

Estructura interna

Las primeras cinco estrofas están marcadas por las anáforas “tómame” y “ahora”, resaltando las
cualidades de juventud y belleza que el yo posee en este momento.

Las otras cinco refieren a la muerte, al futuro, a lo que sucederá si se desperdicia esa “primavera” de
la vida. Y comienza con un verso con una métrica menor (cinco sílabas) y un “después”. Para
terminar reafirmando la importancia del presente.

Primera parte

El yo lírico utiliza permanentemente, además de la anáfora, el paralelismo (igual estructura


gramatical) “Tómame ahora que aún…”, “Ahora que tengo…”, “ahora que calza…”, “ahora que en
mis labios…”. El paralelismo va intensificando la pasión del decir, del imaginar, siempre unido a la
angustia de saber que eso que está ahora, no será después.

Tómame ahora que aún es temprano


y que llevo dalias nuevas en la mano.

El verbo con el que empieza el poema está presentado en un modo imperativo, y el presente, porque
es urgente y necesario que el tú lírico comprenda que debe tomarla. No importa lo que otros digan,
no importa para ella guardar su “honradez” si esta termina envejeciendo o muriendo sin haber
descubierto el goce de vivir. Por eso “aún es temprano”, aún es el momento, aún se puede, aunque
el mundo no lo considere decente, no importa, es algo físico, personal, es el momento de ella,
biológico y no social.

Luego el yo lírico se va describiendo a sí misma a través de metáforas relacionadas con la


naturaleza. Ella es naturalmente joven y bella; ¿qué tiene que ver eso con las normas sociales? Es
natural ser bella y es natural ser joven, por lo tanto es natural disfrutar de esos dones. Por eso ella
utiliza la metáfora “dalias nuevas en la mano”. Sus manos, símbolo de entrega, de lo que tiene para
dar al otro está llena de nuevas flores, de nuevos perfumes, de nuevas sensaciones táctiles, suaves y
dispuestas para él. Todo su ser está renovado porque es joven, y ya ha pasado su estado de niñez,
ahora está física y naturalmente preparada para conocer ese mundo que se le brinda.

Tómame ahora que aún es sombría


esta taciturna cabellera mía.

En la segunda estrofa habla de su cabellera, que “es sombría” por lo tanto es negra, no tiene en ella
indicio de canas, símbolo de la vejez, por lo tanto es nueva, es hermosa. La palabra “taciturna” abre
dos posibles interpretaciones, ya que taciturno significa triste, melancólico o apesadumbrado. De
esta manera podemos pensar que el yo lírico siente su cabellera taciturna porque nadie disfruta con
su tacto, así la cabellera parece tener la condición del mismo yo, como si su tristeza por no disfrutar
el ahora haya pasado a su cabello. Pero también si pensamos en la melancolía o la pesadumbre,
pensamos en algo que se prolonga en el tiempo, y por lo tanto es largo, lo que podría sugerir que su
cabellera es larga y más bella aún, por su condición de oscuridad y vitalidad.

Ahora, que tengo la carne olorosa,


y los ojos limpios y la piel de rosa.

En la tercera estrofa cambia la imagen, que deja de ser puramente visual para ser ahora también
olfativa “carne olorosa”, “piel de rosa”. Su carne, dicho de forma básica, está recubierto de un olor
agradable, nuevo, renovador. No pesan en ella los años, ni las angustias y decepciones de la vejez,
por eso sus ojos son “limpios”. Los ojos, ventanas del alma, muestran ese interior inocente aún, que
no conoce las tristezas de la vida. Es por eso que este es el mejor momento, está nueva para
empezar a vivir. Lo mismo sugiere la metáfora “piel de rosa”, con el agregado del tacto, una piel así
es suave y agradable, delicada y plena.

Ahora que calza mi planta ligera


la sandalia viva de la primavera

En esta estrofa pasa a mencionar los pies. La descripción que el yo hace de sí misma tiene un orden
caótico: las manos, la cabellera, la carne, los ojos, la piel, los pies y luego los labios. Como si ella
fuera recordando, de forma emocional sus atributos. Así como recuerda en desorden, también
cambia la anáfora, ya no es “tómame”, sino “ahora”, ya, no es bueno seguir esperando porque sólo
provocará más desesperación ver lo que se empieza a perder. Sus pasos son ligeros, camina casi
como bailando, no le pesa el andar, por eso la metáfora “mi planta ligera/ la sandalia viva de la
primavera”. Sus pies están cargados de vida, la vida que le da la juventud de la primavera, la
estación del amor, la estación del nuevo nacimiento. Ahora ella puede seguirlo, correr, vivir, bailar,
todas expresiones de una vida plena de felicidad.

Ahora que en mis labios repica la risa


como una campana sacudida a prisa.

En esta última estrofa de esta parte recurre a una nueva imagen sensorial, ya usó la visual “la
taciturna cabellera”, “los ojos limpios”, entre otras; la táctil “la piel de rosa”, como un ejemplo; la
olfativa “carne olorosa”, y ahora utilizará la auditiva “en mis labios repica la risa/ como una
campana sacudida a prisa”. La vida se capta con todos los sentidos, se aprehende con ellos, se
disfruta pleno si ningún sentido queda afuera. Así quiere el yo lírico ser tomada por el tú lírico, con
todo su ser. Primero utiliza la metáfora “repica la risa”, su entusiasmo, su alegría es sincera,
estruendosa, espontánea y explosiva y la comparación con la campana reafirma esta idea: es
“sacudida a prisa”, no hay prejuicios en su alegría, no hay represión, es naturalmente desinhibida y
fresca.

Segunda parte

Después...¡oh, yo sé
que nada de eso más tarde tendré!

Aquí comienza la segunda parte del poema en la que el yo deja ver su angustia por el tiempo que
pasa, y el amante no termina de decidirse, tal vez movido más por el “decoro” y las “buenas
costumbres”. Tomar a una mujer sin casarse en ese tiempo está mal visto. Pero ella trata de mostrar
que nada tiene que ver las presiones sociales, con lo que naturalmente ella está experimentando en
su ser biológico. Por eso el “después” seguido de los puntos suspensivos, el futuro es incierto, y el
tiempo corre, lo que se traduce en la angustia marcada por los signos de exclamación y la
imprecación “¡oh, yo sé/ que nada de eso más tarde tendré!”. El encabalgamiento (cuando un verso
continúa en el siguiente) marca la certeza “yo sé”, es inevitable, es indiscutible, la vejez vendrá para
todos, aunque intentemos luchar contra ella: “nada de esto más tarde tendré”, cómo no disfrutarlo
ahora, si es seguro que no va existir más esa juventud, esa alegría, esa belleza de la que hoy reboza.

Que entonces inútil será tu deseo


como ofrenda puesta sobre un mausoleo.

Se apela directamente al tú lírico: “inútil será tu deseo”, de que sirve haber deseado algo tanto, si
cuando estaba en el mejor momento no se aprovechó. Una vez más, la comparación del deseo ahora
se relaciona directamente con la muerte, “ofrenda puesta sobre un mausoleo”. La ofrenda, las flores
que se llevan a los muertos, y que también están muertas por ser arrancadas, no sirven de nada a la
hora de la muerte, ¿es que el muerto las disfruta? La hora de disfrutar es cuando se está vivo.
Después es sólo el llanto que no cambia nada, y que no satisfizo ningún deseo.

¡Tómame ahora que aún es temprano


y que tengo rica de nardos la mano!

En esta estrofa se retoma el casi de forma forma idéntica la primer estrofa del poema, con la única
diferencia que ahora las flores están definidas: “nardos”. Esta elección no es inocente. Los nardos
son flores que abren de noche y tienen un olor penetrante, lo que simbolizan la unión sexual que
ella le está invitando a vivir al tú lírico.

Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca


y se vuelva mustia la corola fresca.

La antítesis “hoy, y no más tarde” es terminante, el tiempo corre, y no se puede esperar al futuro, la
hora es ahora, y la metáfora “anochezca” refiere a la cercanía de vejez. Si la noche es símbolo de la
muerte, el anochecer del hombre no es otra cosa que su vejez. Lo mismo sucede con la metáfora “se
vuelva mustia la corola fresca”, siendo que la corola es lo que sostiene a la flor, y ponerse mustia
implica arrugarse, tal como le pasa a los seres humanos. Ahora está “fresca” pero más tarde estará
“mustia”, esto es un proceso natural, es también una antítesis natural.

Hoy, y no mañana. Oh amante, ¿no ves


que la enredadera crecerá ciprés?

Utiliza el paralelismo: “hoy, y no más tarde”, “hoy, y no mañana”, porque la pasión y la


desesperación van creciendo en intensidad, necesita convencer al amante que salte por encima de
todas las convenciones sociales.

Termina con una pregunta retórica, es decir una pregunta que encierra dentro de sí mismo la
respuesta. Las dos plantas que se mencionan tienen también una relación antitética, la enredadera
refiere a la vida, plena, que abraza cualquier cosa que esté en su centro y que crece frenéticamente
hacia el sol, hacia las alturas; sin embargo el ciprés es la planta que los griegos usaban para honrar a
sus muertos. Así que la pregunta es clara: lo que hoy es enredadera, mañana será ciprés, planta
muerta.
Breves datos biográficos de Delmira Agustini

Hija de Santiago Agustini y María Murtfeldt, Delmira «la Nena» para sus padres, nació en
Montevideo (Uruguay) el 24 de octubre de 1886. Se educó en el hogar, como solían hacerlo
entonces las señoritas de la clase media alta, y recibió clases de francés, piano, pintura y dibujo. No
obstante, la dedicación casi religiosa de sus padres para que a Delmira no le faltara nada en la
edificación de su cultura, tuvo que ver con la extraordinaria sensibilidad y la inteligencia que desde
muy pequeña ella demostró poseer. A los cinco años sabía leer y escribir correctamente, a los diez
componía versos y ejecutaba en el piano difíciles partituras. Estas cualidades fueron muy valoradas
por sus progenitores quienes, según algunos, sobreprotegieron a la futura poeta. A lo largo de su
infancia, el contacto con otros niños fue escaso, razón por la cual creció en un ambiente introvertido
y callado. Pasaba largas horas, a veces días, ensimismada en el placer de la lectura, la escritura, el
piano. Incluso siendo ya una adolescente, tuvo muy poco contacto con las otras muchachas de su
edad. De acuerdo a algunos testimonios, prefería dedicar su tiempo a actividades intelectuales y
artísticas, y no le interesaban las reuniones sociales, que consideraba frívolas. Más tarde establecerá
contacto con algunas de las figuras intelectuales más sobresalientes de la época, figuras casi todas
mayores que ella: Juan Zorrilla de San Martín, Carlos Vaz Ferreira, Julio Herrera y Reissig, Manuel
Ugarte, Samuel Blixen (editor del semanario cultural Rojo y Blanco), entre otros. Su tiempo libre
solía pasarlo junto a sus padres dando largas caminatas por el parque, o con su gran amigo de la
infancia, André de Badet.
A partir de 1902, a los dieciséis años, empieza a publicar sus primeros poemas en la revista La
Alborada. Al año siguiente, esta misma revista la invita a colaborar en una sección que ella misma
bautiza con el nombre de «La legión etérea» y que firma con el pseudónimo de Joujou. En esta
sección, Delmira se ocupa de hacer retratos de mujeres de la burguesía montevideana que
sobresalen en lo cultural y/o lo social. Se trata de siluetas excesivamente ornamentales del más puro
gusto modernista. Entre estas semblanzas sobresale una dedicada a la poeta María Eugenia Vaz
Ferreira.
En 1907 publica su primer poemario, El libro blanco(Frágil) que fue muy bien acogido por la
crítica. El éxito literario de Delmira Agustini correrá parejo a la fama de su belleza. Es importante
señalar que el ambiente montevideano en el que Delmira vivió y publicó su poesía estaba marcado
por fuertes contrastes. Por un lado era puritano y conservador, especialmente en lo referente a la
sexualidad y la diferencia entre los sexos. Pero también era libertario y progresista; por ejemplo,
durante los gobiernos de Battle y Ordoñez (1903-1907, 1911-1915) se llevaron a cabo reformas
importantes, como el decreto de la primera ley de divorcio del continente (1907) y la creación de la
Universidad de Mujeres (1912). Se trataba, pues, de una atmósfera ambigua, algo que incidió en la
forma en que la crítica acogió su escritura. Aunque su talento fue elogiado, su temática
explícitamente erótica no encajaba dentro de los estereotipos femeninos de la época, los cuales
enfatizaban el perfil de lo que «tenía» que ser una mujer, especialmente una joven soltera y virgen.
Sorprendidos y desconcertados, la mayoría de los críticos intentaron neutralizar su voz, enfocando
la atención en su persona una muchacha físicamente bella e insistiendo en su aura etérea. De esta
forma nació, entre sus contemporáneos, el mito Delmira, uno que incluía tanto a la «niña virginal»
como a la «Pitonisa de Eros»; un mito que intentaba explicar «el milagro» de su escritura como
producto del instinto, pasando por alto su intelectualidad.
En 1910 publica su segundo libro, Cantos de la mañana. Para entonces su prestigio como poeta es
considerable e incluso llega a ser elogiada por Rubén Darío, a quien conoce en 1912 durante una
visita de éste a Montevideo; el encuentro provoca un intercambio de cartas. Asimismo, en su casa
recibe las visitas de varios escritores e intelectuales atraídos por su talento, entre ellos, Manuel
Ugarte. Una vez ha despuntado el talento poético de Delmira, su familia apoya su vocación de
forma completa; el padre pasa a limpio los poemas tomados de los cuadernos y hojas sueltas de su
hija, y lo mismo hará su hermano Antonio. La madre la sobreprotege y procura mantenerla alejada
del trato social, incluso cuando ya es una poeta célebre que todos requieren: cuando la visitan, la
madre siempre está presente en la sala, algo que no asombra teniendo en cuenta las convenciones de
la época. En febrero de 1913 publica su tercer libro de poemas, Los cálices vacíos, poemario más
abiertamente erótico que los anteriores, algo que provoca un escándalo social que luego pasa a la
murmuración incesante en torno a la joven poeta y su atrevimiento. Los poemas resultaron
especialmente escandalosos no sólo porque su autora fuera una joven soltera , virgen, sino también,
y sobre todo, porque en ese momento se consideraba impropio que la mujer fuera sujeto de deseo,
es decir, podía ser únicamente objeto deseado. De allí lo excepcional de sus versos: Delmira se
apropia de elementos culturales de la época pero para perfilar un nuevo y complejo sujeto femenino,
un sujeto que posee por sí mismo un erotismo personal y diferente a aquel impuesto por la tradición
literaria masculina. En pocas palabras, subvierte imágenes y conceptos de la tradición modernista
para hablar de sus experiencias como mujer. Por otro lado, en Los cálices vacíos, Delmira anuncia,
en una nota «Al lector», que está preparando un nuevo poemario que se titulará Los astros del
abismo y el cual considera será «la cúpula» de su obra. Estos poemas, los más oscuros y barrocos,
fueron publicados póstumamente en la edición de sus Obras completas de 1924 bajo el título
general de «El rosario de Eros».

Hasta el día de hoy no se sabe con seguridad cuándo conoció Delmira a su futuro marido, Enrique
Job Reyes, quien no pertenecía al ámbito intelectual ya mencionado. Lo que sí consta es que hacia
1908 él ya la visitaba. Al principio, el romance se mantuvo en secreto ya que aparentemente la
madre se oponía a esta relación amorosa, lo que indica que, contrariamente a lo que señalan sus
biógrafos, su madre no controlaba su voluntad. En una de sus cartas de este periodo, Delmira le
escribe a Reyes lo siguiente: Sigue formal como hasta ahora en tus cartas, nunca, ni por casualidad
aludas a esta correspondencia. A veces cuando pienso en si llegara a descubrirse. No puedo añadir
más ¡Peligro!. En las cartas de Delmira a Reyes sobresalen una jerga infantil y algunas frases
terriblemente caprichosas, muy diferentes al tono apasionado y al estilo más literario de las cartas
que cuatro años después le enviará a Manuel Ugarte. Sin embargo, las cartas a Reyes reflejan la
primera etapa de aquel romance clandestino, donde no faltan los celos. Después de cinco años de
noviazgo, la pareja finalmente se casa el 14 de agosto de 1913.

Sin duda, herido en su virilidad, Reyes no pudo soportar que Delmira no sólo lo abandonara, sino
que además inaugurara la ley de divorcio en el Uruguay. El caso tuvo una enorme repercusión
debido a que con ello se sentaba un precedente en el continente y a que quien solicitaba el divorcio
era una célebre autora de versos eróticos. Por tanto, es fácil comprender hasta qué punto, en un
medio tremendamente machista, el marido se sentía cuestionado en su masculinidad. Esto lo
confirman los testimonios de la hermana de Reyes.
Por su parte, Delmira, poco después de la separación, empieza a cartearse intensamente con Ugarte,
y el sentimiento de amor se hace cada vez más explícito.

No obstante, estando el divorcio en pleno trámite, Delmira empieza a verse en secreto con su
todavía marido en las habitaciones que este alquila en un edificio de la calle Andes, 1206. Unos
dicen que Delmira perpetuó la intimidad con la esperanza de que el trámite de divorcio no se viera
obstaculizado. Pero el divorcio se falla el 22 de junio de 1914 y ella vuelve a visitarlo el 6 de julio,
la fecha fatídica en la que, requerida por su ya ex marido, es asesinada cuando este le dispara dos
tiros a la cabeza y a continuación se suicida, todo en una habitación repleta de fotografías, pinturas
y otros objetos de Delmira. Ella tenía 27 años, él tenía 28, ambos de familias acomodadas, por lo
que los periódicos llenaron sus páginas con reseñas sensacionalistas. Ciertamente, la forma en que
murió ha originado un mito en torno a la figura de la poeta, uno que pervive hasta el día de hoy.

Análisis del poema explosión de Delmira Agustini

Tema y Título
El tema del poema es la explosión que el yo lírico siente cuando el amor verdadero, el sensorial,
llega a su vida. Según la Real Academia Española: explosión significa “liberación brusca de una
cantidad de energía (…) encerrada en un volumen relativamente pequeño, la cual produce un
incremento violento y rápido de la presión (…) va acompañada de estruendo y rotura violenta del
recipiente que la contiene.

Si tomamos esta definición que en realidad refiere al proceso químico, podemos vincular el sentir
de este yo lírico que se libera, y esta liberación que está movida por esa mágica fuerza, esa energía
inexplicable y enloquecedora que es el amor. Sentimiento que mueve al mundo y que revoluciona el
interior humano. Cabe aclarar que el yo lírico habla de dos tipos de amor: el que contiene la idea, y
no deja de fermentarse en un “volumen relativamente pequeño” que es la mente humana, y el que se
siente, sale, se vive, “explota”, “produce el incremente violento y rápido de la presión”, rompe las
ataduras corporales y lo obliga a zambullirse en los brazos del otro de forma violenta y pasional. De
este último, en contraposición con el primero es que quiere hablar el yo lírico. Ha vivido
imaginando el amor, ha vivido pensando qué sería, pero ahora que lo siente, nada tiene
comparación. Ahora la vida tiene sentido, ahora, no importa las consecuencias de esta “explosión”,
rápida, inesperada, descontrolada, e incontrolable.
Estructura externa
El poema está escrito en forma de soneto, es decir, dos cuartetos (cuatro estrofas) y dos tercetos
(tres estrofas) con una rima consonante (total) y en versos endecasílabos (once sílabas). La elección
de la forma no es inocente. El soneto es una de las formas más rígidas en la poesía, por lo tanto en
ella, que es un “volumen pequeño” – de acuerdo a la RAE – se concentra toda la emoción del amor,
entonces la explosión será del ser que lo enuncia, y será aún mayor.
Estructura interna
Esta estructura se refiere al contenido del poema, y no deja de estar relacionado con la forma.
Podemos pensar que en los cuartetos se plantea la situación que ha descubierto el yo lírico, cómo ha
entendido al amor hasta ahora, y cómo lo siente hoy. Y en los tercetos se plantea el presente,
resumiendo la misma situación de los cuartetos, pero ahora con toda la fuerza explosiva de sentir en
el presente el amor.
Análisis del primer cuarteto
¡Si la vida es amor, bendita sea!
Quiero más vida para amar! Hoy siento
que no valen mil años de la idea
lo que un minuto azul de sentimiento.
El poema comienza con los signos de exclamación que ya demuestran esa explosión de
sentimientos. El yo lírico ha descubierto que si el sentido de estar vivo es el amor, pues entonces
bienvenida la vida para ella y para todos los que puedan sentir el amor. Su afirmación es
absolutamente subversiva y revolucionaria para su época. La expresión “bendita sea” proviene del
lenguaje religioso, y significa alabar, engrandecer, ensalzar. Bendecir es “consagrar al culto divino
algo, mediante determinada ceremonia” (RAE). Sin embargo, en la época en que Delmira vivía, tal
afirmación resulta una herejía, era exaltar algo que se relaciona con los sentidos, lo sensual, lo que
los cristianos denominan “concupiscencia”, que sería la exaltación de las placeres corporales.
Tomando una cita bíblica que afirma la primera carta de Juan, capítulo 4, versículo 16:
“Dios es amor; y el que vive en amor, vive en Dios, y Dios en él” -intertextualidad que hace el yo
lírico – podemos ver su rebeldía.  Claramente el amor que propone esta carta no es el amor erótico,
sino el amor divino, también llamado “ágape”, que es amor a Dios y a los hermanos en la fe. La
rebeldía del yo lírico es traspasar esta idea al amor erótico, real, físico, y mezclarlo con lo divino.
Cambia la palabra “Dios” por “vida”, y adjunta el “bendita sea”, como si todo el discurso religioso
que le han enseñado hasta el momento contradijera lo que hoy siente, como si ese discurso la
hubiera obligado a estar pasiva, sintiendo el amor como una idea lejana e inalcanzable físicamente,
y no le hubieran explicado, ni le hubieran dado permiso para descubrir esta otra forma de sentir.

Es esta nueva forma de sentir la que la lleva a afirmar “quiero más vida para amar”, el sentimiento
nuevo es tan poderoso que haberlo descubierto también revela la angustia de la muerte. No está
pensando, como le enseñaron en su época. a desear la vida después de la muerte, quiere la vida que
acá se siente, que acá se vive, que acá se ama.

A través del encabalgamiento - cuando un verso continúa en el siguiente- el yo deja aislado y


reforzado el marco temporal: “hoy siento”, y esto es subjetivo, por lo tanto no es cuestionable, es
personal, de esta manera, qué discurso religioso puede atreverse a desmentir lo que el yo siente.

Los últimos dos versos del cuarteto oponen las dos ideas, la que le han planteado y la que ha
descubierto. Esta oposición se vuelve violenta por la fuerza que le da la antítesis:

 “que no valen mil años de la idea


lo que un minuto azul de sentimiento.

“Mil años” contra “un minuto”, “la idea” contra “el sentimiento”. Haber perdido mil años soñando
con el amor no vale nada cuando uno se encuentra verdaderamente con el sentimiento. Todo pierde
sentido. Si le dieran al yo lírico mil años de vida, pero sólo le permitieran la idea del amor, lo
cambiaría, sin dudar, por un solo minuto del sentimiento real, verdadero, aunque eso sólo fuera lo
que le quedara de vida.

La palabra “azul” resulta emblemática en el texto. Recordemos que Delmira está influida por el
modernismo, y el nicaragüense Ruben Darío ha publicado su libro “Azul” que ha marcado a los
poetas de América y España. El color azul luego de esa publicación se ha convertido en símbolo de
escritura apasionada, de pasión rebelde y real, también mezclada con la melancolía, de un mundo
que los excluye por querer sentir, y expresar como bandera sus sentimientos, en un mundo
materialista y enloquecido por los nuevos inventos tecnológicos, y perdido en el principio del
consumismo.
Segundo cuarteto
Mi corazón moría triste y lento...
Hoy abre en luz como una flor febea.
¡La vida brota como un mar violento
donde la mano del amor golpea!

El segundo cuarteto comienza con la personificación del corazón, o tal vez una metonimia de él. Lo
importante es que representa lo más íntimo y más vital del ser humano, y por lo tanto donde se
encuentran, para ese yo lírico, sus sentimientos, que mueren de una tristeza lenta. Esto es lo que ha
provocado la idea, una agonía constante e inacabable, hasta este “Hoy”. Para mostrar esta agonía, el
yo lírico usa los puntos suspensivos, porque si no hubiera aparecido este “Hoy”, esta nueva forma
de sentir, de vivir, de amar, lo único que le hubiera quedado es más agonía, que en el tiempo se
prolonga, y también lo hace en el verso, dejando lo que sigue en un futuro, de manera incierta. Pero
aparece ese “Hoy”, ese presente rompe con la agonía y vuelve al yo lírico al centro, que suge de
esta nueva revelación. Otra vez aparece la antítesis entre la muerte del corazón, y la apertura a la
luz. Este nuevo sentir la invita a renacer, a volver a nacer, a volver a una nueva vida. La
comparación: “hoy abre en luz como una flor febea”, refiriéndose al corazón, deja entrever la
antítesis de la oscuridad de la muerte con la nueva luz que ahora se abre. La imagen “flor febea”
muestra la belleza con que el yo visualiza su corazón, frágil, pero hermoso, con un nuevo perfume,
con la delicadeza de sus pétalos, y también con lo efímero, pero ¿qué importa si al menos logra
abrirse y sentir lo que tanto le fue negado? La palabra “febea” refuerza la imagen de luz. Febo es el
dios de la luz en la cultura griega, y uno de los rasgos de estilo del modernismo es utilizar palabras
referidas a culturas antiguas, que también los alejaran de la vulgaridad que los rodeaba. Así el yo
usa la palabra “febea” y relaciona este renacer con algo divino, mágico, milagroso. Su corazón
vuelve a la vida porque alguna divinidad le ha permitido ese milagro.

Los últimos dos versos del cuarteto terminan en una imagen que reafirma la violencia de la
explosión a través de la comparación, y la metáfora. “La vida brota” podríamos encuadralo dentro
de las figuras metafóricas ya que esta parece tener un movimiento propio, una vida dentro de ella
misma que se mueve sin la intervención humana, como una planta que crece sola o una cañería que
se rompe el agua inunda todo. Así la vida, lentamente va creciendo en el yo lírico, a pesar del yo, o
sin control de ella. La comparación de esa vida con el mar violento, nos completa la imagen de lo
incontrolable. ¿Quién puede detener el mar? ¿Quién puede hacer que deje de estar violento? ¿Qué
puede el hombre frente a él, cuando se propone arrasar con todo? Así la vida invade al yo, y lo que
mueve a ese mar es la fuerza divina del amor, personificado en la mano que golpea a ese mar. Una
vez más, si Dios es quien tiene el poder de hacer tal cosa, pues entonces su amor no va contra las
creencias que le enseñaron, sino que esas enseñanzas han sido mentirosas, o no han sido completas.
No se puede para lo irrefrenable, cuando la mano es tan poderosa como para violentar, revolucionar
todo sus sentidos y sentimientos. El amor llama a su corazón, y ya nada puede detenerlo.

¡La vida brota como un mar violento


donde la mano del amor golpea!
Los tercetos
Hoy partió hacia la noche, triste, fría...
rotas las alas, mi melancolía;
como una vieja mancha de dolor
en la sombra lejana se deslíe...
¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!

Los tercetos comienzan, una vez más, con el adverbio “hoy”, sin embargo hablará de su condición
pasada y de un quiebre entre ese presente y su pasado.

El primer verso muestra su condición pasada, su melancolía, su tristeza difusa, su agonía lenta ha
terminado, ha partido, ya no es parte de su presente, ha marchado a donde tiene que estar, en la
oscuridad en la que ha vivido hasta entonces: “la noche, triste, fría”. Una vez más esta noche la
representa en su pasado, por eso es “triste”, porque ese es el sentimiento que la ha ahogado hasta
este “hoy”. La frialdad también se había apoderado del yo lírico, que no tenía otra opción hasta
ahora de mantenerse aislada del calor humano, porque no le estaba permitido, ya que el amor no era
más que una idea, y no una vivencia.

Una vez más, los puntos suspensivos sugieren la partida, el verso queda suspendido, y parece como
si el yo viera partir esa tristeza, esa noche, esa frialdad a un mundo que ya no le pertenece.

rotas las alas, mi melancolía;


como una vieja mancha de dolor
en la sombra lejana se deslíe...

Lo que parte es la melancolía que parecía tener las alas rotas, es decir, el desencanto parecía no
poder desaparecer jamás de ella, lo que le hacía pensar que no existía ninguna esperanza de algo
diferente. Esta melancolía está animalizada al hablar de sus alas rotas. Esto hace más milagroso la
llegada del amor como algo real. Compara esa melancolía con “una vieja mancha de dolor”,
pensando siempre que la mancha se relaciona con la oscuridad y que se contrapone con la luz que
ahora ella siente en su corazón. Es “vieja” porque la conoce desde siempre, y porque ya no tenía
esperanza de que desapareciera. Al ser vieja, también era más difícil de quitar de su alma, y esto se
vuelve trágico si pensamos que lo que esa mancha significa es “dolor”. La melancolía, arraigada a
ella sólo podía producir un dolor lento, molesto, indefinible.

El yo lírico hace un violento encabalgamiento entre un terceto y otro, y termina su idea sugiriendo
que la sombra, la mancha vieja del dolor se desata de ella y parte a la “sombra lejana”, su vida ahora
es luz, nada tiene que hacer esa sombra en su presente.

¡Mi vida toda canta, besa, ríe!


¡Mi vida toda es una boca en flor!

Termina el poema con dos versos marcados por los signos de exclamación que expresan la
explosión que el yo siente en el presente. A su vez utiliza un paralelismo (repetición de la misma
estructura gramatical) que reafirma su pasión. Ya no es el yo el que siente, es “mi vida toda”, con
todo lo que ella implica. Las expresiones son de felicidad intensa: “canta, besa, ríe”. En una palabra:
vive, con todos sus sentidos, con todo su ser. Utiliza verbos para mostrar que de aquella pasividad
en la que estaba inmersa, ahora hay acción vital, vida en movimiento, alegría suprema.
El último verso es una metáfora de lo que significa estar viva: “es una boca en flor”, su actitud
ahora es la de tomar la vida, gustar de ella, besarla, amarla. Y el estar “en flor” implica el nuevo
nacimiento que ahora está experimentando en el mejor momento de su vida, en el más bello, en el
que vale pena vivirla, porque está brotando y abriéndose a ella.

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