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Entre la historia y la economía: Introducción a la historia económica

Miguel Angel Perdomo Lomelin

Reseña: Primera parte.


Carlos M. Cipolla.
Cipolla desde el inicio y hasta el fin de la primer parte establece una clara diferencia entre
la historia económica y la historia de la teoría económica, pues corresponden a la revisión de los
hechos y cambios económicos a escala individual, empresarial o colectiva (corresponde a la
historia del hombre) y a la historia de la doctrina económica respectivamente. Establece además
las características de un economista y un historiador económico identificando las variables que
cada uno debe tener en cuenta en su profesión para la solución de problemas, las denota como k y
n respectivamente, donde n corresponde a variables mucho más subjetivas que k por lo que la
relación (n-k) se hacía muy complicada de resolver, ya que n no podía ser cuantificable en su
totalidad. Así pues aborda la historia como un viaje al pasado y de vital importancia para responder
a preguntas del presente y el entendimiento de problemas actuales; otra diferencia que deja en
evidencia es que los problemas son tratados de formas diferentes teniendo en cuenta el acceso a la
información, es así como es mucho más amplia para el economista que para el historiador, ya que
el economista aborda problemas contemporáneos, mientras que el historiador al querer tratar
problemas de épocas pasadas posiblemente muy alejadas en el tiempo, la información se hace
mucho más difícil de encontrar, por lo que la investigación se debe adapta a la demanda de
información, de esta forma llega a determinar que el objetivo de las investigaciones no es deformar
los hechos para probar una teoría, sino adaptar la teoría para dar una mejor explicación de los
hechos.
Cipolla destaca la necesidad de referenciar todos los datos que puedan hacer parte de una
investigación dado que todo lo escrito debe estar sujeto a la realidad ya que los historiadores no
escriben novelas, por esta razón aduce a la importancia de que el trabajo de un historiador debe
tener en cuenta tres momentos; 1º recopilación de fuentes documentales; 2º análisis crítico de esas
fuentes; 3º interpretación y utilización de las mismas; es así como todo se sustenta en el acceso de
la información a partir de la oferta, el autor identifica una clasificación de las fuentes de acuerdo
a que estén sujetas más a la realidad (primarias y secundarias), apuntando a que la mayoría de las
fuentes usadas en la segunda parte del libro las reconoce como primarias; reconocidas como: 1ª)
Las fuentes narrativas y en forma de crónica; y 2ª) Las fuentes documentales; destaca que el
historiador profesional siempre se irá por las fuentes primarias, ya que las fuentes secundarias
podrían suponer riesgos de interpretación y de lectura en los que incurrió el autor de esta, así pues,
el historiador debe ser prudente en cuanto al uso de las fuentes, independientemente de su
clasificación, pero mucho más prudente en el uso de las fuentes secundarias.
La necesidad de distinguir entre primarias y secundarias fue lo que causó la formulación
de una metodología, basada en la reconstrucción filológica del texto sustancial mediante el estudio
de genealogías de manuscritos y en los tests de concordancia o de compatibilidad entre fuentes
distintas, a lo que se le llamó “crítica de las fuentes” que consta de cuatro procesos; 1º. El
descifrado de textos, 2º. La interpretación de su substancia o contenido; 2. La confirmación de su
autenticidad; y 3. La determinación de su veracidad. Ahora bien, a partir de esta metodología
reconoce que es sustancialmente importante dada la prudencia del historiador encontrar las
inconsistencias a las fuentes primarias ya que pueden estar dentro de las siguientes situaciones: 1º)
ser una fuente falsa con un contenido falso; 2º) una fuente falsa con un contenido verídico; 3º) una
fuente genuina con un contenido falso; o 4º) una fuente genuina con un contenido verídico, y en
medio del proceso hallar las “fuentes verdaderas y las fuentes falsas”; es así como la prudencia
llama a la desconfianza, que permita el hallazgo de “errores de transcripción” ya que en
situaciones, los errores (traducción) desde una fuente primaria han sucedido en documentos que
pasaron a ser citados por un tercero y provocó la reproducción del error, además junto a esto se
encuentran las inexactitudes por estadísticas cuantitativas que determinan en cierta forma la
complejidad de tener información exacta de muchos datos en la vida real. “Interpretación de
contenido” la importancia de interpretar la información encontrada está en interpretarlas bajo el
manto del contexto histórico, de lo contrario podrían encontrarse e inducir a engaños. Es así como
el historiados pasa a la reconstrucción del pasado, basándose en hechos comprobados
relacionados y unidos entre sí, de acuerdo con Cipolla quien cita a Veyne – la selección de estos
hechos es responsabilidad solamente del historiador , “no existe una categoría especial de hechos
de los que pueda decirse que representen la historia y, por tanto, se impongan a nuestra elección”.
Cipolla, deja claro que normalmente el historiador parte de una serie de problemas más o
menos intuitivamente concebidos y que luego, durante la investigación, mientras estudia las
fuentes y descubre material nuevo, modificará sus supuestos iniciales, respondiendo a las
exigencias del material documental, esto le podría significar tener que retroceder para recuperar
los datos que pasó por alto y de igual forma le podrá significar desechar fuentes que tenía como
importantes. Con todo y esto es muy importante que el historiador tenga un hilo conductor, una
idea unificadora a la que el autor llama “teoría o modelo”, esto supone el cumplimiento de ciertas
características por parte del historiador: 1º) flexibilidad y creatividad mental, renunciar a los
modelos de moda y ser capaz de crear modelos ajustados a la época de estudio. 2º) un conocimiento
profundo del contexto histórico en el que inserta el acontecimiento estudiado, es decir, de las
estructuras y las instituciones no solamente económicas, sino también jurídicas, políticas y sociales
de la sociedad analizada.
El cumplimiento de estas características no le permitirán caer en trampas que el autor
destaca como: simplismo: los datos de segunda, tercera y cuarta mano son necesariamente víctimas
de atroces generalidades y simplificaciones; Razonamiento a posteriori: el historiador no puede
cometer 1) la falacia de la argumentación después de esto, luego por esto y 2) la falacia de que una
correlación entre dos o más variables supone una relación de causalidad; así pues no existe la
posibilidad de que lo descubierto en el pasado me permita ver las cosas a posteriori. Alegato
especial en defensa de una tesis: Cuando hay una tesis que defender, puede ocurrir que el
estudioso se apasione con esa tesis propia y pierda el necesario espíritu crítico, tal es el caso de
una reconstrucción histórica condicionada por una ideología. Historicismo y subjetivismo: La
historia contada se escribe bajo la vista del autor, es decir cada uno de los historiadores ve el pasado
desde un punto de vista concreto o, por lo menos, condicionado por nuestra posición en la historia,
recurriendo al historicismo además, el historiador piensa inevitablemente en términos de las
categorías de su tiempo, se expresa con el lenguaje de su tiempo y el lenguaje no es un instrumento
neutral que no afecte los conceptos y categorías, lo que implica el riesgo de caer en anacronismos
y subjetivismo. Historia basada en modelos económicos: tratar de acondicionar la historia a un
modelo con el propósito de encontrar respuestas.
Cipolla durante el transcurso de todo el texto deja evidencia de las diferencias entre los
historiadores económicos y los economistas, y al final de la primera parte podríamos decir que
ruega por una “revolución” que unifique estas a los historiadores del tipo continental-europeo y la
de los historiadores económicos partidarios del modelo norteamericano; los primeros aflojando los
vínculos con la economía y los segundos aflojando los vínculos con la historia.

Las preguntas que nos quedan:

 ¿por qué no es este el primer libro en leer del curso? De haber leído este libro al
principio del semestre no hubiese cometido errores presentes en las reseñas anteriores,
sobre todo en la formulación de las preguntas.
 ¿El método de la “crítica de las fuentes” podría ser aplicable a cualquier trabajo de
investigación?
 ¿La convergencia entre la historia económica y la historia de la teoría económica podrá
verse fundada pronto?
 ¿Qué autor de la actualidad aborda la divergencia entre estos dos conceptos de la
economía?
 ¿Qué otros libros se han escrito sobre el tema que expliquen el avance en esta posible
convergencia?

Referencia:

Cipolla, M. (1.991) Entre la historia y la economía: Introducción a la historia


económica. Editorial Crítica S.A. Traducción castellana para España y América, Barcelona
(1991).

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