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generar espacios de discusión acerca del acontecer cotidiano y los cambios políticos y
sociales a los cuales está sometido el ciudadano. El participante es parte de la
comunidad u organizacion donde habita o labora, por lo tanto, el propósito de este Eje
es brindarle herramientas para que se convierta en un agente de cambio con
información adecuada.
Este eje de formacion continua su accionar como uno de los ejes fundamentales de la
Misión "Alma Mater" la cual, persigue romper con la estructura universitaria rígida,
orientándola a la transformación social, a través de una concepción humanista,
enfocada al desarrollo integral, humano, endógeno y sustentable.
PLANIFICACION SISTEMATIZADA POR ENCUENTRO DE LAS UNIDADES
CURRICULARES DEL EJE ETICO POLITICO
TRAYECTO INICIAL
1) Introduccion a la Universidad Politecnica y al PNFSCA
'La sociocrítica es una disciplina bastante reciente. Nació en torno a los años setenta en
Francia, como producto de la comunicación entre dos epistemes, que serían por un lado el
materialismo dialéctico y por otro lado el psicoanálisis.
El objetivo de la sociocrítica, cuando nace como disciplina, era renovar sus aproximaciones
a la literatura mediante dos procedimientos; integrando por un lado los diferentes avances
que había propuesto el estructuralismo, la lingüística y la semiología, y por otro lado,
privilegiando las mediaciones colectivas en su acercamiento a los textos, así como priorizar
esa relación con la historia de los textos. La finalidad de estos objetivos era, por un lado,
enunciar una teoría del texto y por otro lado enunciar una teoría del sujeto.
Introducción[editar]
Dos de los investigadores que impulsan lo que actualmente conocemos como sociocrítica
son, por un lado, Edmond Cros, profesor en la Universidad de Montpellier y especialista en
literatura del siglo de oro, y por otro lado Claude Duchet. Ambos investigadores
comenzaron a trabajar con estas perspectivas de manera simultánea pero sin conocerse y
hasta que no se encontraron en un congreso dedicado a sociología literaria no se dieron
cuenta de que tenían una gran afinidad. Se propusieron hacer un trabajo en conjunto, pero
no acabaron llegando a un acuerdo. Finalmente, se publicó la obra Teoría y prácticas
sociocríticas.
Podemos afirmar entonces que lo que están haciendo es privilegiar las nociones por un lado
de texto (porque lo intuyen como su objeto de estudio) y por otro lado la noción de
escritura como ese proceso de transformación semiótica. Toda esta terminología nos suena
a las disciplinas formales; sobre todo a la semiótica.
El marco y los debates en los que nace la disciplina están marcados por las disputas que se
desarrollaron en Francia en las décadas de los sesenta entre dos perspectivas enfrentadas,
por un lado las más formalistas, en concreto el estructuralismo, y por otro lado con los
defensores del materialismo histórico. En estos debates, los estructuralistas reprochaban a
los materialistas que hiciesen argumentaciones basadas en causa-efecto. Por otro lado los
defensores del materialismo histórico, lo que reprochaban a los estructuralistas era que
estuviesen haciendo un tipo de estudio completamente separado del contexto histórico. En
medio de estas disputas, Roland Barthes decía que el debate estaba en la cuestión de qué
lugar le estaba dando el estructuralismo a la historia.
Si parte del hecho de que las perspectivas no son incompatibles, lo que debe hacer la
investigación literaria es interrogarse sobre la naturaleza de estas totalidades, y por otro
lado, los criterios que se han utilizado para construirlas. Según ellos, lo que hace es utilizar
el método estructuralista para poder llegar a un análisis dialéctico, es decir, lo que podemos
entender como un análisis de las tensiones y de las contradicciones presentes en la
sociedad.
Uno de los grandes referentes de la sociocrítica es Louis Althusser, que trata de unificar los
estudios psicoanalíticos con el estructuralismo. Parte de la teoría del todo social, teoría
marxista que considera que la sociedad es un conjunto jerarquizado que se determina en
última instancia por la estructura económica.
Althusser, partiendo de esta teoría, afirma que el discurso es una práctica social específica.
Según este filósofo, las prácticas sociales se articulan sobre lo que él denomina instancias.
Las instancias son espacios materiales o simbólicos que están estructurados por modelos de
comportamiento, por condiciones materiales, objetivos sociales y tradiciones específicas
que a su vez se relacionan con lo que él denomina el todo histórico.
Esas prácticas sociales, entre las que se encuentra el discurso, se articulan en esas instancias
que hemos definido, cada una de las cuales con sus propios ritmos. Lo que las une a todas
ellas es que finalmente se encuentran afectadas o determinadas por la economía. La idea
que trata de desarrollar Althusser con todo esto es que dentro de cada práctica social
concreta, sea la que sea y en el momento que sea, se van a poder encontrar diferentes
discursos. Si los discursos son prácticas sociales específicas, dentro de cada una de estas
prácticas, jerarquizadas y vinculadas entre sí, pueden existir diferentes prácticas
discursivas.
La propuesta de Althusser es que dentro de todas estas instancias que van a articular la
práctica discursiva, es importante tanto lo que está presente como lo que está ausente. Por
eso, va a ser necesario que en cualquier acercamiento a los discursos, entre ellos el discurso
literario, se haga una lectura más atenta a lo que el texto no dice que a lo que dice.
Si todo esto lo relacionamos con las nociones del psicoanálisis nos damos cuenta de que lo
que trata de mostrar es que esas cosas que no están, que están ocultas, se manifiestan como
síntoma de una realidad subyacente. para Althusser, estas cosas que el texto calla lo que
hacen es revelar las contradicciones sociales que subyacen a los discursos.
Partiendo de esta base, la sociocrítica adopta dos de los presupuestos enunciados por las
teorías de Althusser: uno sería que la realidad está oculta bajo las diversas capas que
componen el discurso social, y la otra sería que el analista podrá acceder a esa realidad
oculta bajo las diversas capas si se fija en las discordancias discursivas, es decir, esas
rupturas que el discurso pueda presentar, entendiendo por discurso algo completamente
controlado. Cuando en cualquier discurso encontramos discordancias, algún síntoma que se
escape al desarrollo lógico del discurso, es lo que nos muestra las propias contradicciones
de las prácticas discursivas.
Los sujetos colectivos no surgen porque sí, no son sólo las condiciones externas lo que les
llega a agruparse sino que hay una voluntad de reconocer en el otro una subjetividad
común. Partiendo de esta base, Goldmann distingue tres niveles de conciencia. Por un lado
el inconsciente, por otro la conciencia clara y por último el nivel no consciente, que es otro
de los términos asumidos por la sociocrítica. Se sirve por un lado de sujeto transindividual
y por otro la noción de no consciente. El no consciente no es una conciencia reprimida, por
lo que no necesita vencer ninguna barrera para venir a la consciencia clara. Lo único que
exige para ser conocido es un análisis científico.
En este privilegio que hace la socio crítica de las nociones de texto y escritura, otorga gran
importancia a ese paso del discurso al texto, que ocurre gracias a la escritura. En ese
proceso de mediación que genera el texto es en el que, según Cros, se pueden encontrar
algunos indicios de esas contradicciones discursivas que nos permiten llegar a lo que él
denomina el no consciente.