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La fiesta grande de los muertos (‘Tsui k’en)


A la memoria de nuestro amigo Renato García Dorantes +
En nuestra sierra mazateca, así como en todo nuestro México, celebramos los días 1 y 2 de
noviembre de cada año “todos santos”, días en que vamos al panteón para velar a nuestros
muertos. Fiesta de colorido, cantos, rezos comida y baile en que celebramos al difunto en casa y
cementerios.
Para nosotros los mazatecos chá ndiyo (gente antigua), que hemos vivido desde siempre en La
sierra mazateca, tierra maravillosa y elevada montaña, la celebración de “todos santos”, es la
mayor fiesta de nuestro tiempo y espacio que como tal se ha quedado clavada en nuestros
sentimientos.
En todos los municipios mazatetecos: Huautla (Tejao), Chilchotla (Ndaxo), Mazatlán (Chintjai),
San Antonio Eloxochitlan  (Nguixo), San Pedro Ocopetatillo (Naja), San Lorenzo
Cuaucnecuititla  (‘ndele chinti), San Mateo Yoloxochitlan (Skajon), San Lucas Zoquiapan (Xo
Loka), San José Tenago, Santa María Asunción (Ngui Naxi), San Miguel Hautepec (Nindo j-
a), San Juan Coatzospan (chinro) (mixteco), de la mazateca alta así como Ayautla (ngufi), Jalapa
de Díaz, San Pedro Ixcatlan (Ningo tse), Soyaltepec Naxi Xkajén y San José independencia
(cerro campana) de la mazateca baja, se realiza esta fiesta con distintas variantes.

Cuerpo presente (1970) Rumbo al panteon (1997)


Nuestros sabios abuelos nos dejaron la “costumbre”, con esta palabra resumimos lo que tenemos
que hacer y hemos hecho por milenios, con los cambios lógicos de la evolución humana y la
guerra contra nuestras identidades étnicas, pero la “costumbre” no morirá jamás solo se renovara
con lo que dicen nuestras fiestas; esta es la mayor muestra de que el México profundo sigue vivo,
esta fiesta tiene la virtud de unir a todos, desde el reparto de velas (hechas de cera pura de
abeja) que alumbran al muerto en el panteón, es época en que rencores y ofensas se olvidan y
perdonan para que los muertos hallen armonía entre los vivos, también se realiza el intercambio
de comida entre vecinos, pues muertos y vivos degustaremos una rica ofrenda llena de bebidas
espirituosas y comidas de la vieja gastronomía mazateca: mole, caldo de chivo, tamales de
tezmole, de mole, de fríjol, blancos, hojaldras, pan de muerto, café, atole agrio, chile atole,
aguardiente con frutas (solo para los mas machos), totopos, tortillas de mano etc.
Ofrenda mazateca alta 2000 Ofrenda a María Sabina
Desde el 27 de octubre los mazatecos suspendemos nuestras labores cotidianas para dedicarnos
a la tarea más delicada y respetuosa: la fiesta a nuestros muertos, a quienes chikon nyoa k’en (el
guardián del inframundo) les permite salir de sus dominios en estas fechas.
Para recibir estas almas del inframundo, los mazatecos debemos de tener armonía en casa y no
estar en discordia con la familia, pues los muertos regresarían tristes y decepcionados, la
finalidad es rendirles culto y celebrar una gran fiesta junto con toda población. Los carrizos, laurel,
y flores así como frutas de temporada de la región se utilizan, para levantar nuestra ofrenda en
casa. Dentro de la cosmovisión mazateca cada cosa dentro del altar tiene un simbolismo y una
razón de ser, la ofrenda es acompañada por imágenes religiosas, fotografías del difunto y platillos
típicos de la región. El copal que sahuma la estancia y las velas que alumbran el camino de los
difuntos así como flores de temporada y el zempazuchitl que lucen ofrendas y tumbas
Puertas y ventanas lucen abiertas esperando que lleguen o entren nuestros muertos a saborear y
convivir un rato con nosotros (tiempo de mariposas que son las almas limpias de los difuntos que
llegan, decían los abuelos) para que sepan que aun se les recuerda y no se les olvida..
En los panteones hay un osario en el centro, nuestra cosmogonía señala cuatro esquinas y el
centro al cual llamamos xo’o (ombligo), el 27 de octubre desde temprano las comparsas
de huehuentones se dirigen al panteón, después de rezos y cantos piden permiso al dueño del
mismo para que permita salir a los muertos al mundo terrenal, a transitar sus caminos y goces, y
visitar a sus familiares.
Estas comparsas las formamos gente del pueblo, realizamos una promesa de pertenecer a ella
durante 7 años, de lo contrario, los muertos regresarían molestos al inframundo. El día 27
acudimos al panteón por las almas de los difuntos, nos vestimos en el osario del mismo, donde el
dueño permite salir, los que apenas murieron no pueden venir pues deben cuidar el inframundo.
Después de rezos y cantos de pedimento el chikon deja salir a las almas, en ese momento nos
transformamos totalmente, nos vestimos con ropas estrafalarias, lucimos sombreros puntiagudos
de bejuco y máscaras de jonote hechas por nosotros mismos y otras de luchadores como El
Santo, Blue Demon y Mil Máscaras que venden los comerciantes, con ellas nos cubrirnos el rostro
para no espantar a nuestros familiares, por eso nos dicen koto xoo “los ombligudos”.
Empieza la fiesta; llevamos guitarras, violines, organillos, tambores (tambo en mazateco, hecho
de tronco de jonote yá tjoa,) los cantos salen de nuestras gargantas desde el fondo de nuestro
ser, bailamos, comemos, tomamos, reímos, los vecinos nos regalan café, tamales y aguardiente,
con gran gusto nos reciben los vivos, ¿cómo no habían de hacerlo si es nuestra costumbre?
Chja xoo (huehuentones) 1958 Koto xoo (ombligudos) 1990
El día 31 desde temprano velamos a los angelitos “los niños” que murieron chicos o no tuvieron
casamiento, ese día, a las doce de la noche, lanzamos cohetes para saludar a nuestros muertitos.
El primero y dos de noviembre velamos a todos los fieles difuntos, el dos a las doce de la noche
es cuando se van nuestros muertos, en su altar les pedimos que nos cuiden, si estamos enfermos
les decimos que intercedan por nuestra salud, nuestra unión familiar y nuestro trabajo, todo esto
les pedimos entre llantos y rezos, ellos se adelantaron y tienen el don de estar cerca de los
dioses.
Nuestra fiesta acaba entre tristeza y alegría por la breve estancia que nuestros difuntos
compartieron con nosotros, este día los chá xo’o(huehuentones) vamos al osario para entregar
las almas que vivieron en nuestros cuerpos durante la fiesta.
Que bonita es nuestra fiesta de los muertos, herencia de los abuelos, cuan grande es nuestra
dicha de vivir estas manifestaciones de nuestra cultura antigua, nadie muere para siempre en la
sierra mazateca, que gusto da morir, que nos entierren en esa sagrada tierra de la montaña.
Estimados amigos están invitados a nuestra fiesta.
Huautla de Jiménez, Oaxaca
 .

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