Está en la página 1de 31

1

“SED DE AMAR Y OTRAS ENFERMEDADES CONGÉNITAS”


Wilbert Piña
PERSONAJES:
DANIEL. (Alrededor de los cuarenta y tantos).
DIEGO. (Alrededor de los veintitantos).
(LA ACCIÓN TRANSCURRE EN LA SALA Y EL COMEDOR DEL
DEPARTAMENTO DE DANIEL. SE VE UN PEQUEÑO BAR Y LA MESA ESTÁ
PREPARADA CON UNA CENA PARA DOS. DEL OTRO LADO, HAY UN
JUEGO DE SALA. SE VE TAMBIÉN UNA PUERTA DE ENTRADA AL LUGAR
Y UN PASILLO QUE DA AL BAÑO Y AL DORMITORIO. ENTRAN DANIEL Y
DIEGO. DANIEL LLEVA UN PORTAFOLIOS QUE DEJA DE INMEDIATO, EN
DONDE SEA, AL ENTRAR. DIEGO COJEA).
DANIEL.- (VISIBLEMENTE ASUSTADO). ¡Por aquí!
DIEGO.- No es nada.
DANIEL.- ¡Con cuidado!
DIEGO.- No tengo nada, de veras.
DANIEL.- Siéntate ahí. (LE INDICA UNA SILLA).
DIEGO.- I’m fine…
DANIEL.- Voy a revisarte.
DIEGO.- No es para tanto.
DANIEL.- Déjame ver…
DIEGO.- No es necesario.
DANIEL.- Quiero estar seguro.
(DANIEL LEVANTA LA PIERNA DEL PANTALÓN DE DIEGO PARA VERLE EL
TOBILLO LASTIMADO. SE NOTA CLARAMENTE UN FUERTE HEMATOMA Y
ALGO SE SANGRE, A CONSECUENCIA DEL GOLPE CON EL AUTO.
AUNQUE NO HAY FRACTURA. LA LESIÓN ES MÁS APARATOSA, QUE
GRAVE).
DANIEL.- ¡Ay, Dios!...
DIEGO.- No es nada… Es sólo un golpe, un moretón… un raspón… un poco de
sangre… (SE MAREA). Sangre… (SE MAREA MÁS). No me gusta la sangre…
DANIEL.- ¡Voy a llamar a la Cruz Roja!
DIEGO.- ¡No! …No. (REFIRIÉNDOSE A LA HERIDA). ¡Es pura pantalla!
Impresiona, pero… Sangre… (SE MAREA OTRA VEZ). No me gusta la
sangre… Llévate la sangre…
2

DANIEL.- Espera aquí, no te vayas a ir. (SALE POR EL PASILLO, RUMBO AL


BAÑO).
DIEGO.- No voy a correr, I promess. (SE DA CUENTA QUE YA NO TIENE SU
CELULAR CONSIGO). Mi teléfono…
DANIEL.- (EN OFF). ¿Qué pasó?
DIEGO.- Mi celular. Se me cayó. No lo tengo.
DANIEL.- (EN OFF). ¿Era muy caro?
DIEGO.- (CONTRARIADO). Un poco… Anyway. (VÉ LA MESA). Linda mesa.
¿Tú lo hiciste todo?
DANIEL.- (EN OFF). ¿Qué cosa?
DIEGO.- La cena. Se ve bien. Huele bien.
DANIEL.- (EN OFF). Ah, sí… sí, yo. Es mi cumpleaños.
DIEGO.- Me imagino que no querías pasarlo solo...
DANIEL.- (EN OFF). Bueno, no estoy solo. Vivo con Dante.
DIEGO.- ¿Quién es Dante? ¿Tu perro?
DANIEL.- (EN OFF). No. Mi novio.
DIEGO.- ¿Está aquí?
DANIEL.- (EN OFF). No, pero no tarda en llegar.
DIEGO.- Ah, ok. (VE SU HERIDA CON DESAGRADO Y HACE UNA MUECA).
Uuugh… (A DANIEL). ¿Cuántos años?
DANIEL.- (REGRESANDO DEL BAÑO, CON VENDAS Y ALCOHOL). ¿Cómo?
DIEGO.- ¿Cuántos años cumples?
DANIEL.- Yo no me acuerdo de esas cosas.
DIEGO.- Ay, por favor… ¿Treinta?
(DANIEL SE MUESTRA COMPLACIDO CON EL CÁLCULO).
DIEGO.- (CORRIGIENDO) …Cincuenta.
DANIEL.- ¡Oye! (SEÑALÁNDOLE A DIEGO SU PIERNA LASTIMADA). Que
esto no fue intencional, pero podría llegar a serlo.
DIEGO.- (SONRÍE). Feliz cumpleaños.
DANIEL.- Gracias. (TOMA EL ALCOHOL).
DIEGO.- ¿Qué es eso?
DANIEL.- Alcohol.
DIEGO.- (ALARMADO). ¡Hey, hey, hey! Stop. ¿Qué vas a hacer?
DANIEL.- (IRÓNICO). Servirte una copa. ¿Tú qué crees? Curarte.
3

DIEGO.- No estoy herido.


DANIEL.- Te golpeé con la defensa del auto. Es una suerte que no haya
fractura.
DIEGO.- Soy muy afortunado. No necesitas eso. (SEÑALA EL ALCOHOL).
Tengo siete vidas, como los gatos… o más.
DANIEL.- No seas infantil.
DIEGO.- Soy un adulto, yo decido por mí.
DANIEL.- Tal vez necesites puntos de sutura.
DIEGO.- I don’t think so. Las agujas y yo no somos amigos.
DANIEL.- Esto no se trata de amistades. Puede ser algo serio.
DIEGO.- No es una hemorragia. No me voy a desangrar.
DANIEL.- Deja que te ponga la venda.
DIEGO.- Ok, pero antes dame eso. (VUELVE A SEÑALAR EL ALCOHOL).
DANIEL.- ¿Quieres una infección?
DIEGO.- No.
DANIEL.- Entonces, cálmate y compórtate.
(DANIEL LE LIMPIA LA HERIDA CON EL ALCOHOL Y LE COLOCA LA
VENDA. DIEGO SE QUEJA).
DANIEL.- Qué cobarde eres. ¿Quieres tomar algo?
DIEGO.- Lo más fuerte que tengas.
DANIEL.- (BROMEANDO). Ácido muriático… ¿O prefieres tequila?
DIEGO.- Ambos.
(DANIEL SONRÍE Y VA AL BAR).
DIEGO.- Aún no hablamos de dinero. Disculpa que sea tan directo, pero creo
que es importante aclarar eso antes que nada.
DANIEL.- (LE DA LA BEBIDA). Los gastos médicos corren por mi cuenta. Te
voy a dar el número de un doctor que…
DIEGO.- (INTERRUMPIÉNDOLO). No, no… Olvida la pierna, la pierna está
bien. Somos tres… o vamos a ser tres… anyway. ¿Cuánto tiempo?
DANIEL.- ¿Cómo?
DIEGO.- Si es tu cumpleaños estamos celebrando y eso lleva tiempo.
Hablamos aproximadamente de tres horas, ¿te parece?
DANIEL.- (CONFUNDIDO). ¿Tres horas…?
DIEGO.- (SE TOMA EL TEQUILA). Estaría yo aquí.
4

DANIEL.- Ah, sí… No debes caminar.


DIEGO.- ¿Tu novio sabe?
DANIEL.- ¿Qué cosa?
DIEGO.- (SEÑALANDO LA MESA). De esto.
DANIEL.- (QUE SIGUE CONFUNDIDO). No, no… Le había dicho que no quería
celebrar y… luego se me ocurrió.
DIEGO.- Party sorpresa… Me gusta.
DANIEL.- Sí… pensé que sería algo lindo...
DIEGO.- Ok… ¿Seguro que no hay problema?
DANIEL.- ¿Eh?
DIEGO.- Por mí.
DANIEL.- Pues… no… supongo que no… El año pasado hice una reunión con
diez personas. Esta vez quería algo más íntimo…
DIEGO.- (SEXUAL). Diez…
DANIEL.- Sí… No invitamos a más porque somos un poco selectivos con la
gente que metemos a nuestro departamento. Digo, tampoco es que seamos
antisociales…
DIEGO.- Me imagino que no. Y lo pasaron bien.
DANIEL.- Pues fue una bonita noche. Estábamos celebrando.
DIEGO.- Claro. Serían mil pesos por hora. O sea, tres mil en total. Puedo
quedarme más tiempo, eso ya depende de ustedes… con la misma tarifa, por
supuesto.
DANIEL.- ¿Perdón?
DIEGO.- Recibo el dinero por adelantado. No es que desconfíe, pero los
malentendidos y yo no somos amigos. Prefiero las cosas claras desde un
principio. Si desean algo especial, tiene un costo extra.
DANIEL.- ¿Algo especial?
DIEGO.- Esposas, cuero, cadenas… Generalmente no dejo que me amarren,
por seguridad, además no me gusta la violencia, aunque puedo ceder si hay
química. Pero sin marcas. (BROMISTA). Ya tengo una en la pierna.
(DANIEL SONRÍE CON MUCHO NERVIOSISMO SIN COMPRENDER AÚN LO
QUE SUCEDE).
DIEGO.- Una vez dado el servicio no se admiten reclamaciones. (SEXUAL).
Aunque, hasta la fecha, nadie se ha quejado. Ante todo, soy un profesional. (SE
ACERCA A LA MESA). Me parece curioso que la mesa sólo sea para dos.
DANIEL.- (UN POCO ASUSTADO POR LA ACTITUD DE DIEGO). Dante y yo.
DIEGO.- (SEXUAL OTRA VEZ). ¿Soy la entrada, el plato fuerte …o el postre?
5

DANIEL.- No entiendo.
DIEGO.- El dinero lo prefiero en efectivo. Cash is better. Los cheques y yo no
somos amigos. No es nada personal, pero nunca sabes con qué clase de gente
estás tratando. Y me he llevado algunas sorpresas desagradables.
DANIEL.- ¿De qué estás hablando? ¿Quieres que te dé dinero por lo de tu
pierna?
DIEGO.- Estamos hablando de negocios.
DANIEL.- …Ya te dije que estoy dispuesto a pagar las consultas…
DIEGO.- No, no…
DANIEL.- …Y las medicinas… Sé que te provoqué un daño...
DIEGO.- ¡Olvida lo que pasó!
DANIEL.- ¡Fue un accidente!
DIEGO.- ¡Olvida el accidente!
DANIEL.- ¡No puedo hacerlo, yo conducía!
DIEGO.- ¡Pues no existe el accidente! ¡Bórralo de tu memoria!
DANIEL.- ¡De no haber sido por eso, tú no estarías aquí… asustándome!
DIEGO.- (PAUSA BREVE). ¿¿What??
DANIEL.- …¡Ni siquiera sé si tenías planes… o a dónde ibas!...
DIEGO.- A ver, a ver, a ver… ¡Stop! Pausa. ¿Dices que yo no estaría aquí?
DANIEL.- Te arruiné la noche.
DIEGO.- Tú me trajiste.
DANIEL.- No te iba a dejar en la calle, podía ser algo serio.
DIEGO.- Esto es serio.
DANIEL.- Lo sé. Conozco un buen especialista…
DIEGO.- Estás bromeando.
DANIEL.- No.
DIEGO.- Quieres romper el hielo. Relax… Ok?
(DANIEL ASIENTE CON LA CABEZA, CADA VEZ MÁS CONFUNDIDO).
DIEGO.- (SEXUAL). No hace falta, soy muy sociable. Sólo tranquilízate. (SE
ACERCA A DANIEL).
DANIEL.- (ALEJÁNDOSE). Eso intento, pero tú no me ayudas mucho.
DIEGO.- (SEXUAL). Sólo déjame hacer mi trabajo… Déjate llevar… ¿Quieres
contarme algún secreto?...
DANIEL.- ¿De qué?
6

DIEGO.- No sé… ¿alguna fantasía?...


DANIEL.- Estoy un poco confundido...
DIEGO.- …Sexual.
DANIEL.- …Ahora estoy confundido y muy asustado.
DIEGO.- (PERDIENDO LA PACIENCIA). ¿Por qué estoy aquí?
DANIEL.- ¡Porque te golpeé con el auto!
DIEGO.- Ajá… ¿y qué más?
DANIEL.- Nada más.
DIEGO.- (MÁS IMPACIENTE). ¿Cómo que nada más?
DANIEL.- (NERVIOSO). Estoy empezando a ponerme un poco paranoico.
DIEGO.- Tenemos un problema de comunicación.
DANIEL.- (MÁS NERVIOSO). Eso creo.
DIEGO.- No sé tu nombre.
DANIEL.- ¿No te lo dije?
DIEGO.- No.
DANIEL.- ¿Para qué quieres saberlo?
DIEGO.- Por curiosidad, por lógica …por cortesía.
DANIEL.- (TITUBEANTE) …Daniel.
DIEGO.- Daniel, yo soy Diego.
DANIEL.- (AÚN NERVIOSO). Mucho gusto.
DIEGO.- Igualmente. Daniel, yo estaba en la calle y tú ibas en un auto. Al llegar
a la esquina, bajaste la velocidad, me acerqué, no frenaste enseguida y me
golpeaste con la defensa.
DANIEL.- ¡No lo hice con intención!
DIEGO.- ¡Eso no es relevante!
DANIEL.- ¡Te lo juro!
DIEGO.- (HARTO). ¡Yo también! (RESPIRA, TRATA DE CALMARSE). Me
pediste que subiera a tu carro, venimos a tu casa… ¿Y?
DANIEL.- Y…
DIEGO.- ¿¿Y??
DANIEL.- …¡Y fue lo primero que se me ocurrió!
DIEGO.- ¡¿Por qué te detuviste?!
DANIEL.- ¡El semáforo estaba en rojo!
DIEGO.- ¿Siempre eres tan correcto o es mi día de suerte?
7

DANIEL.- Vamos a ver, esto es muy confuso. Creo que no nos estamos
entendiendo… Y yo estoy hiperventilando, esa no es buena señal…
DIEGO.- Se trata de algo muy simple. Yo estoy aquí por una razón, es todo.
DANIEL.- Porque te lastimé.
DIEGO.- Es todo.
DANIEL.- Sí.
DIEGO.- ¿Es todo?
DANIEL.- ¡Sí!
DIEGO.- ¿Y si eso no hubiera ocurrido?
DANIEL.- Posiblemente no estaríamos discutiendo.
DIEGO.- ¿Y yo?
DANIEL.- Seguirías en la calle o en tu casa… no lo sé….
DIEGO.- (ENTENDIENDO EL ERROR). Esa cena…
DANIEL.- (TODAVÍA NERVIOSO). ¿Eh?
DIEGO.- …Es para dos.
DANIEL.- Sí, mi novio y yo.
DIEGO.- No me tenían en mente, ¿verdad?
DANIEL.- ¡Claro que no, no te conozco!
DIEGO.- (QUE AL FIN COMPRENDE EL MALENTENDIDO). Oh, my God! Oh,
my God!
DANIEL.- ¿Qué?
DIEGO.- Ay, ay, ay…
DANIEL.- (SEÑALÁNDOLE LA PIERNA). ¿Te duele?
DIEGO.- ¡No! (PAUSA MUY BREVE). ¿Daniel, a qué se dedica tu novio?
DANIEL.- (TITUBEA). ¿Para qué quieres saberlo?
DIEGO.- ¡Sólo dime!
DANIEL.- Es… contador.
DIEGO.- ¿Y tú?
DANIEL.- Antropólogo… ¿Eso qué tiene que ver?
DIEGO.- Oh, my God!
DANIEL.- ¿Qué pasa?
DIEGO.- Yo no soy contador… ni antropólogo.
DANIEL.- ¿Y qué eres?
8

DIEGO.- (PAUSA BREVE). Sexoservidor.


DANIEL.- (SE QUEDA ATÓNITO UNOS INSTANTES). No.
DIEGO.- Yes.
DANIEL.- No es cierto.
DIEGO.- Créeme. Yes.
DANIEL.- (ASUSTADO). Hablas en serio. (ATONTADO). ¡Ay, Dios!
DIEGO.- Eso mismo dije hace un momento, pero en inglés.
DANIEL.- ¡Tú… haces… haces...!
DIEGO.- Lo hago.
DANIEL.- …Y también haces… (HACE SEÑAS).
DIEGO.- Sí…
DANIEL.- …Y haces… (HACE SEÑAS NUEVAMENTE).
DIEGO.- ¡Lo hago todo! ¿Ok? ¡Todo!
DANIEL.- ¡Y pensaste que yo...!
DIEGO.- Lo pensé.
DANIEL.- ¡Ay, Dios!
DIEGO.- ¿No te diste cuenta qué calle era?
DANIEL.- ¡Nunca tomo ese camino! ¡Pero había mucho tráfico y se me estaba
haciendo tarde!
DIEGO.- Ah.
DANIEL.- ¡Esto es tan insólito! …Tan raro… Tan… ¡No puedo creerlo!
DIEGO.- Yo tampoco.
DANIEL.- (ACORDÁNDOSE). ¡Dante! ¡Está a punto de llegar!
DIEGO.- Don’t worry, ya me voy.
DANIEL.- Pero, no te puedes ir así.
DIEGO.- Yes, I can.
DANIEL.- Tu pierna…
DIEGO.- (CAMINANDO). No hay problema, no me duele. (SE DETIENE, POR
EL DOLOR). Bueno, un poco. (SE SIENTA).
DANIEL.- ¿Qué le voy a decir?
DIEGO.- La verdad.
DANIEL.- No es tan simple.
DIEGO.- Entonces, miéntele.
9

DANIEL.- ¿Y qué invento?


DIEGO.- Yo qué sé.
DANIEL.- (MOLESTO). ¡No sirves de mucho!
DIEGO.- Am sorry! Pero tengo mis propias broncas, ¿ok?
DANIEL.- ¡Tú eres el responsable!
DIEGO.- I don’t think so! Entiendo que te pongas así, ahora lo entiendo, pero tú
sólo tienes que pensar en una buena excusa para tu novio y con eso resuelves
todo. Yo, en cambio, tengo una lesión que puede provocar que no trabaje en
una semana. (SEÑALANDO SU CUERPO). Este es mi instrumento de trabajo y
no puedo tomar vacaciones.
DANIEL.- Tienes razón. (TOMA SU CARTERA). ¿Cuánto ganas en una
semana?
DIEGO.- En promedio: siete mil pesos. A veces, hasta diez mil.
DANIEL.- ¿Qué?
DIEGO.- Libres de impuestos.
DANIEL.- Es una broma.
(DIEGO NIEGA CON LA CABEZA).
DANIEL.- ¿Cuánto obtienes en un día?
DIEGO.- Cobro mil pesos por hora. Dile a tu novio que saque las cuentas.
(PAUSA MUY BREVE). No, mejor no le digas, me va a acusar con Hacienda.
DANIEL.- (INQUISITIVO). ¿Mil pesos? ¿Por hora?
DIEGO.- ¿Qué? No es mucho.
DANIEL.- No es poco. ¿Y aceptan pagarte esas cantidades? ¿No te regatean?
DIEGO.- (OFENDIDO, PERO SE RÍE). Ouuch… Thanks.
DANIEL.- No lo dije con esa intención. Sólo simple curiosidad por tu “oficio”.
DIEGO.- Hago bien mi trabajo. Soy bueno en eso, sin falsa modestia. Tengo
que serlo. Un cliente satisfecho siempre regresa, eso significa dinero y también
publicidad, que nunca está de más.
DANIEL.- Muy directo.
DIEGO.- La hipocresía y yo no somos amigos.
DANIEL.- Me doy cuenta.
DIEGO.- Además, la naturaleza me dio un don. Y lo aprovecho. Tuve suerte, no
pueden culparme por eso.
DANIEL.- ¿Para qué perder el tiempo en la universidad, no?
DIEGO.- Soy chef.
10

DANIEL.- ¿Y por qué no ejerces?


DIEGO.- Larga historia. Este “oficio” tiene sus altas y sus bajas, como todo. Hay
días malos. Por lo general, me va mejor los fines de semana.
DANIEL.- ¿Vendiendo sexo?
DIEGO.- Yes. Es un buen negocio, si sabes manejarlo. Sólo necesitas
precaución, juventud, imaginación y algo de cerebro.
DANIEL.- Y mucha necesidad.
DIEGO.- Eso es relativo. Aunque, claro, actualmente, no es fácil conseguir un
empleo tan bien pagado con libertad de horario.
DANIEL.- Me imagino.
DIEGO.- ¿Puedes pedirme un taxi?
DANIEL.- Sí, pero no voy a estar tranquilo si te vas así.
DIEGO.-Estoy bien. Me han pasado cosas peores.
DANIEL.- (SACA UNOS BILLETES DE SU CARTERA). De todas formas, toma.
(SE LOS DA). No es el sueldo completo de una noche, pero te sirve para que
veas a un doctor.
DIEGO.- Thanks. ¿Llamas al taxi, please?
DANIEL.- Sí. (TOMA SU TELÉFONO CELULAR). No conozco ningún número.
Puedes llamar. (LE DA EL TELÉFONO A DIEGO. VA AL BAR Y SE SIRVE
ALGO).
DIEGO.- (AGARRA EL TELÉFONO Y ANTES DE MARCAR, SE DA CUENTA
QUE TIENE UN MENSAJE. LO LEE RÁPIDAMENTE. SE DESCONCIERTA UN
POCO). Creo que tienes un mensaje.
DANIEL.- ¿Sí? A ver…
(DIEGO DUDA Y NO LE DA EL TELÉFONO).
DANIEL.- Dame el teléfono.
(DIEGO SE LO DA).
DANIEL.- (AL TOMARLO). ¿Abriste el mensaje?
DIEGO.- (TITUBEANTE) No… Se abrió por accidente.
DANIEL.- ¿Y lo leíste por accidente?
DIEGO.- Algo así.
(DANIEL LEE EL MENSAJE EN SILENCIO. PERO ÉSTE DEBERÁ
ESCUCHARSE CON LA VOZ DE DANTE PARA QUE EL PÚBLICO SE
ENTERE DE LO QUE OCURRE).
DANTE.- (VOZ GRABADA). Daniel, no sé cómo decirte esto. No es nada fácil
para mí. Traté de hacerlo muchas veces frente a frente, pero me faltaba valor. Y
aunque te parezca una cobardía usar el teléfono para algo así, sé que no podría
11

verte a la cara y lastimarte de esta manera. Lo que menos deseo es hacerte


daño, en serio. Ya no podemos seguir juntos. Hace tiempo que lo nuestro se
enfrió. Y no fue tu culpa… ni mía. No es culpa de nadie. Sólo se terminó el
amor. Y tenemos que continuar con nuestras vidas. Cada quién por su lado. Tú
eres un hombre muy especial y sé que vas a estar bien. Conocí a una persona.
No fue algo que yo buscara, sólo se dio. No sé si estoy enamorado, pero siento
cosas y quiero ver qué pasa. En el corazón no se manda. Realmente, me siento
muy feliz. Y quiero que tú lo seas también. No me guardes rencor. Quizá con el
tiempo hasta podamos ser amigos. Me llevé mis cosas mientras estabas en el
trabajo. Me quedo con el recuerdo de estos años. Cuídate. Adiós.
(DANIEL SE QUEDA ATÓNITO POR UNOS INSTANTES, QUIZÁ EN ESTADO
DE SHOCK. LUEGO, REACCIONA CON VIOLENCIA, ARROJANDO EL
TELÉFONO CONTRA LA PARED).
DIEGO.- ¡No! ¡No pude llamar al taxi!
(DANIEL LO MIRA, AMENAZANTE).
DIEGO.- …Aunque no era tan importante.
DANIEL.- (AL BORDE DEL LLANTO. FURIOSO, IRÓNICO Y DOLIDO). ¡Así
que lo nuestro se había enfriado desde hace mucho! ¡Se terminó el amor! ¡Pero
no quiere hacerme daño porque soy un hombre especial! ¡Qué lindo que piense
eso de mí! ¡Es tan considerado! … ¡Y tiene un nuevo amor, aunque no está
seguro! (PIENSA UN POCO). ¡En este mismo instante podría estar
revolcándose con él…! (IRÓNICO) ¡Qué padre! ¿No? …Sin embargo, guarda
un buen recuerdo de nosotros y quiere que sigamos siendo amigos… (ENTRE
RISA Y LLANTO). ¡Amigos! ¡Qué bueno es! (GRITÁNDOLE AL TELÉFONO
ROTO). ¡Yo te voy a decir por dónde puedes meterte toda tu amistad! ¡Y tu
“cariño”! ¡Qué gran regalo de cumpleaños! (MIRA A DIEGO). ¡Y tú, di algo!
DIEGO.- (APENADO). Ouch.
DANIEL.- ¿Ouch? ¿¿Ouch?? ¿¿Qué significa eso?? ¿¿Es lo único que se te
ocurre??
DIEGO.- Quisiera ayudarte, pero no puedo.
DANIEL.- ¡Sólo eso me faltaba! ¡Recibir terapia psicológica de un prostituto!
¿También cobras por ese servicio? (IRÓNICO). ¡Qué suerte la mía encontrarte!
¿No?
(DIEGO LO MIRA, INCÓMODO, SIN RESPONDER).
DANIEL.- Hoy era un buen día. ¡Debía serlo! ¡Debió serlo! ¡No merezco esto!
No es justo. (PAUSA BREVE). ¿Por qué no me di cuenta? ¿Por qué?... Mi vida
era perfecta. O casi perfecta. ¡Lo tenía todo! Por fin, todo: una profesión, un
hogar, una pareja… Y ahora… no sé qué me queda.
DIEGO.- La profesión, el hogar…
DANIEL.- ¿¿Por qué estoy discutiendo esto contigo??
12

DIEGO.- Pídeme un taxi, pásame otro teléfono o llévame a mi casa y así te


evitas la molestia de seguir hablando.
DANIEL.- ¡Le hice una cena!
DIEGO.- …O podemos seguir hablando.
DANIEL.- ¡Que no era para mí, sino para él! Me esmeré para darle gusto. ¿Qué
voy a hacer con esto ahora?
DIEGO.- Yo no he cenado. El hambre y yo, no somos amigos.
(DANIEL LO MIRA, MOLESTO).
DIEGO.- Aunque en estos momentos, eso es lo que menos importa, ¿verdad?
DANIEL.- (SEÑALANDO LA CENA). Sírvete lo que quieras. De todas formas,
va a terminar en la basura.
DIEGO.- Thanks.
(DANIEL SE DEJA CAER EN EL SOFÁ. DIEGO SE ACERCA -COJEANDO- A
LA COMIDA. DANIEL COMIENZA A LLORAR. DIEGO COME UN POCO,
PERO LUEGO SE DETIENE POR EL LLANTO DE DANIEL).
DIEGO.- No puedo comer mientras lloras.
(DANIEL SIGUE LLORANDO SIN HACER CASO. DIEGO SE COMPADECE Y
SE ACERCA A ÉL).
DIEGO.- Oye, no soy muy bueno para dar consejos y en estos casos, salen
sobrando, pero sí te puedo decir que lo que no te mata te hace fuerte. En serio.
Tu novio se fue con otro y te duele. Lo entiendo, es un cabrón. Pero piensa que
él está feliz con él y tú estás llorando inútilmente.
DANIEL.- No me digas. Efectivamente, no eres muy bueno dando consejos, al
menos, nada original. Pero pierde cuidado, no lloro por él, lloro por mí. Me doy
lástima.
DIEGO.- ¿Por qué?
DANIEL.- ¿Y todavía lo preguntas?
DIEGO.- Es lógico sentir dolor. Pero nadie ha muerto. Tienes una vida, una
carrera…
DANIEL.- ¡Tú ganas más que yo!
DIEGO.- Ganarías lo mismo, si hicieras lo que yo hago.
DANIEL.- (SARCÁSTICO). Es que no sé si tengo el suficiente grado de cinismo,
¿sabes? Y la dignidad estorba un poco, creo yo. (PAUSA MUY BREVE). Ah… y
no soy tan bueno en la cama. (PIENSA UN POCO). ¡Esa podría ser una razón
válida para abandonarme!
DIEGO.- Desahógate, si quieres. No tienes la culpa.
13

DANIEL.- ¡Claro que no! Eso lo sé también. ¡Pero yo soy el que se llevó la peor
parte! ¡Yo soy el que está aquí compartiendo sus problemas con un trabajador
sexual!
DIEGO.- Si crees que me ofendes, pierdes tu tiempo. (NUEVAMENTE, SE
ACERCA A LA COMIDA).
DANIEL.- Ni siquiera para eso sirvo.
DIEGO.- (PROBANDO ALGÚN PLATO). Pues cocinas very good. Ese es un
punto a tu favor.
DANIEL.- ¡La compré! Yo no sé cocinar.
DIEGO.-Tienes razón. No sirves para un carajo.
(DANIEL LO MIRA, FURIOSO).
DIEGO.- Eso querías oír, ¿no?
DANIEL.- Voy a pedir tu taxi.
DIEGO.- Ya era hora, thank you.
(DANIEL SACA OTRO TELÉFONO CELULAR DE SU PORTAFOLIOS).
DIEGO.- 975 08 06.
DANIEL.- (MARCA. PERO NO RESPONDEN. CUELGA). Está ocupado.
DIEGO.- Esperemos un poco más entonces… No sé si quieras bailar un rato.
(SEÑALANDO SU PIERNA). Aunque tal vez no pueda llevarte el paso…
DANIEL.- (MIRANDO FIJAMENTE A DIEGO). Eres raro.
DIEGO.- (LIGERAMENTE BURLÓN). Soy encantador. Te falta conocerme. Y
no me has visto sin pantalones.
(DANIEL LO MIRA, MOLESTO).
DIEGO.- ¿Qué? ¿Por qué no ríes en vez de lamentarte?
DANIEL.- ¿Dónde está lo gracioso de esta situación?
DIEGO.- ¿De veras no te has dado cuenta? Hay material de sobra.
DANIEL.- ¡Mejor cállate, antes de que cometa un prostitucidio!
DIEGO.- ¡No tienes sentido del humor!
DANIEL.- ¿Debo reírme de mi vida, eso insinúas?
DIEGO.- Ay, por favor… ¡La vida de todos es demasiado ridícula como para
tomarla en serio!
DANIEL.- ¿Ahora soy ridículo? (SARCÁSTICO). Hombre, sí que eres
encantador. ¡Eres un sol!
DIEGO.- ¡Quiero alegrarte! ¡No me gusta ver sufrir a nadie! Me dedico a dar
placer no a escuchar tragedias. Esto es… inusual.
14

DANIEL.- ¡También para mí!


DIEGO.- Lamento lo que te pasó, pero es importante que entiendas que no es
el fin del mundo. Tienes que continuar, no puedes permitir que algo así te
derrumbe.
DANIEL.- ¿Tú qué sabes de eso? Practicas el sexo como si fuese un empleo.
DIEGO.- Lo es.
DANIEL.- Debes sentirte muy orgulloso, entrando y saliendo de cuanta persona
te pague, o dejando que entren y salgan de ti por una módica o no tan módica
cantidad. ¿Y después de eso cómo te sientes? ¿Satisfecho… o usado? Me
gustaría saber. ¿Las endorfinas de los orgasmos son suficientes para diluir tu
decadencia?
(DIEGO LO MIRA SIN RESPONDER).
DANIEL.- Eso pensé. ¡Tu vida es demasiado denigrante como para que puedas
darme consejos de superación personal!
DIEGO.- (PAUSA MUY BREVE). Okay. Bye.
DANIEL.- ¿Y tu taxi?
DIEGO.- ¡No necesito un taxi!
DANIEL.- ¡Pero no puedes irte así!
DIEGO.- (RÍE, BURLÓN). ¡Obsérvame! (SE DIRIGE A LA PUERTA
COJEANDO).
DANIEL.- ¡Espera a que termine de gritarte! ¡Tengo que desquitarme con
alguien!
DIEGO.- ¡Mándame un whats! Ah, no, no tengo celular. Entonces un correo…
mi dirección es adieguitolevalemadretuvida@alachingada.com. See, you!
DANIEL.- ¡Estás herido!
DIEGO.- Puedo salir de aquí caminando, aún tengo dos piernas. Bueno, una en
perfecto estado y la otra ligeramente jodida por causa de un hombre que tiene
muchos problemas como para aceptar ayuda de un “indeseable”.
DANIEL.- ¡Diego!
(DIEGO SE DETIENE).
DIEGO.- ¿Qué?
DANIEL.- Tampoco tienes que irte así.
DIEGO.- No te apures. Nací en este mundo para sobrevivir. Soy del grupo de
los aguantadores. Lo peor que puede pasar es que, a medio camino, se me
caiga la pierna. Entonces, me detengo, la recojo, me la vuelvo a poner y sigo
adelante.
15

DANIEL.- Por favor. (PAUSA MUY BREVE). Te ofrezco una disculpa, no estoy
en mi mejor momento.
DIEGO.- Lo sé. Disculpa aceptada.
DANIEL.- (LE SEÑALA LA MESA SERVIDA). Siéntate.
DIEGO.- (CÓMICO). ¡Me estás invitando! Oh, my god! ¡Nunca había tenido una
cena romántica en la primera cita! Por lo general, sólo cogemos, pero no
cenamos. No sé si esté preparado para esto. No puedo darte una respuesta
todavía, es demasiado pronto.
DANIEL.- (SONRIENDO). ¿Por qué no puedes ser un prostituto normal?
DIEGO.- Porque ser normal es aburrido.
DANIEL.- A mí me parece, más bien, un mecanismo de defensa.
DIEGO.- Tampoco pueden culparme por eso.
DANIEL.- Eres peculiar. No te comportas como los demás.
DIEGO.- Tal vez los demás no son como crees.
DANIEL.- Hablo de tu ocupación.
DIEGO.- ¿Conoces muchos sexoservidores?
DANIEL.- No.
DIEGO.- ¿Entonces?
DANIEL.- Hay estadísticas... estudios acerca del tema.
DIEGO.- Las personas somos demasiado complejas como para clasificarnos en
grupos y etiquetas, tú lo sabes. No todos los que vendemos sexo somos
iguales. Así como tampoco todos los antropólogos son neuróticos. (SE SIRVE
UN POCO DE VINO Y LE SIRVE UNA COPA A DANIEL).
DANIEL.- ¿Piensas que tengo ganas de brindar?
DIEGO.- ¿No?
DANIEL.- Mi novio me cambió por otro. Mi corazón está roto. Me acabo de dar
cuenta que puse mis esperanzas en una relación que ya no existe. Mi vida dio
un giro de ciento ochenta grados… para mal. Dame un motivo para celebrar.
DIEGO.- (PIENSA UN POCO Y LUEGO, CON AIRE DE INDIFERENCIA,
VACÍA EL CONTENIDO DE LA COPA DE DANIEL EN SU PROPIA COPA).
Don’t worry. Más para Diego.
DANIEL.- (LE ARREBATA LA BOTELLA A DIEGO). ¡Por supuesto que tengo
motivos para brindar!
DIEGO.- ¡Claro que sí!
DANIEL.- ¡Me tengo a mí mismo!
DIEGO.- ¡Exacto!
16

DANIEL.- ¡No necesito a Dante ni a ningún hombre!


DIEGO.- ¡Para nada!
DANIEL.- ¡Sólo necesito mis dos manos!
DIEGO.- ¡Y tus diez dedos! …O un dildo, que es fácil de conseguir.
DANIEL.- ¡Soy autosuficiente!
DIEGO.- Yes!
DANIEL.- ¡Esta es mi casa!
DIEGO.- ¡Tuya y de nadie más!
DANIEL.- ¡Y estoy solo!
DIEGO.- Un poco.
DANIEL.- Y me voy a deprimir.
DIEGO.- Maybe.
DANIEL.- Y estoy aquí, junto a un tipo…
DIEGO.- Diego.
DANIEL.- …Diego… que apenas conozco.
DIEGO.- Ajá…
DANIEL.- …Al que casi le rompo la madre...
DIEGO.- La pierna.
DANIEL.- ¡Lo que sea!
DIEGO.- Anyway.
DANIEL.- …Por ofrecerse sexualmente en la calle…
DIEGO.- Estaba trabajando.
DANIEL.- …Por mil pesos la hora…
DIEGO.- Sí.
DANIEL.- …Y no le regatean…
DIEGO.- Una vez, nada más.
DANIEL.- ¡Ni siquiera estaba casado con Dante, así que no tengo que pasar por
todos esos trámites y abogados!
DIEGO.- ¡Mejor!
DANIEL.- ¡Así me ahorro una lana y un trasplante de hígado!
DIEGO.- ¡Super!
DANIEL.- ¡Soy tan feliz! (TOMA DIRECTAMENTE DE LA BOTELLA).
DIEGO.- (BEBE TAMBIÉN SU COPA). ¡Salud!
17

DANIEL.- (PAUSA MUY BREVE. TOMA LA BOTELLA Y LEE EL AÑO DE


COSECHA). Cosecha del 2007, el mismo año que conocí a Dante. Un mal año.
DIEGO.- Pues dio cosas buenas, como este vino. Y seguramente, algunos
recuerdos que valen la pena, pero que en este momento no vienen a tu mente
por la situación. Ya aparecerán con el tiempo.
DANIEL.- (TOMA MÁS VINO). Espero que no. (PAUSA BREVE). ¿Cómo
empezaste?
DIEGO.- ¿A qué?
DANIEL.- A dedicarte a… lo tuyo.
DIEGO.- ¿Por qué lo preguntas?
DANIEL.- Tengo dos opciones: hablar de mi vida o de tu vida. Y después de mi
reciente éxito sentimental, prefiero preguntarte a ti.
DIEGO.- El principio no fue fácil.
DANIEL.- Supongo.
DIEGO.- Yo vine a esta ciudad en busca de mejores oportunidades. Como
todos. Tuve mil trabajos antes que éste, en los cuales me pagaban una miseria
por ocho horas, a veces más. Mi último empleo fue en “Vigo’s”.
DANIEL.- El restorán. Lo conozco, buen lugar.
DIEGO.- Sí. Yo sólo era un ayudante. No creían en mi talento como chef,
vamos, que ni siquiera me daban la oportunidad. A pesar de todo, yo seguía
allá. Un día me pidieron ir por una caja a la bodega. Cuando bajaba las
escaleras la caja se desfondó, tenía una vajilla dentro y se rompió toda. Era
muy costosa. Esa semana, en vez de recibir un sobre con mi sueldo, recibí la
misma caja con la vajilla rota. Y tuvieron que pasar dos semanas más para
cubrir la deuda por completo. Fue la gota que derramó el vaso. Renuncié y con
el poco dinero de mi liquidación, me puse una borrachera marca diablo. Debía
dos meses de renta, no tenía un peso, no tenía trabajo…
DANIEL.- ¿Ni familiares? ¿O amigos que pudieran ayudarte?
DIEGO.- Ya lo habían hecho. Y no podía pedir más dinero. Tenía que ser
responsable de mí mismo. Y sinceramente, no sabía qué hacer. Empecé a
caminar por la calle. En eso, se detuvo un auto, el conductor se asomó y me
ofreció dinero… Me sorprendió… Me sorprendí yo mismo… nunca creí que
podría hacer algo así. Como dijiste no tenía ese nivel de cinismo. Pero la
dignidad no te llena el estómago ni paga las cuentas. Así que tomé una
decisión. Money is money.
DANIEL.- ¿Y cuántos autos se han detenido después de ese?
DIEGO.- Trato de no contarlos.
DANIEL.- ¿Por qué? ¿La realidad y tú no son amigos?
18

DIEGO.- Lo somos. Es buena compañera, cuando aprendes a lidiar con ella.


Además, es inevitable. Siempre aparece y te recuerda quién eres. Y
respondiendo a tu pregunta anterior, si es tanto tu interés, mi vida ha sido
mucho más transitada que una autopista en hora pico.
DANIEL.- Un oficio difícil.
DIEGO.- No más que otros.
DANIEL.- ¿Cuánto tiempo piensas dedicarte a esto?
DIEGO.- No mucho, no podría de todas formas. Estoy ahorrando. Pienso poner
un restorán.
DANIEL.- Suerte.
DIEGO.- Thanks.
DANIEL.- Yo no podría acostarme con alguien por dinero.
DIEGO.- Pero sí pudiste estar con alguien por rutina.
DANIEL.- ¿Y quién te dijo que estaba con Dante por rutina?
DIEGO.- ¿Estabas con él por amor?
DANIEL.- ¡Claro que sí! Además, ¿qué vas a saber tú de eso?
DIEGO.- Aparentemente, más que tú.
DANIEL.- ¡Me alteras! Es complicado tener paciencia en este momento.
DIEGO.- La paciencia y la inteligencia van de la mano.
DANIEL.- Mira quién habla de inteligencia.
DIEGO.- Yo entendí cómo está la jugada.
DANIEL.- Creo que estás confundiendo madurez con indiferencia.
DIEGO.- Creo que tengo razón.
DANIEL.- Tú situación no es más dura que la mía. Y no eres más víctima que
yo.
DIEGO.- Lo sé. Yo lo tengo muy claro. Pero tú te haces pendejo.
DANIEL.- ¿Quién te crees que eres para decirme…?
DIEGO.- (INTERRUMPIÉNDOLO). ¿Para decirte qué? ¿La verdad? Disculpa si
no tengo tacto, Darling. Pero la estupidez y yo, no somos amigos. Aquí no hay
víctimas ni victimarios. Sólo circunstancias y realidades.
DANIEL.- (REACCIONA, OFENDIDO. PERO NO RESPONDE. PAUSA
BREVE). Tienes razón. No lo había notado, hasta ahora. Ni siquiera estoy
seguro de amar a Dante. (SE LO REPITE A SÍ MISMO, DÁNDOSE CUENTA).
No estoy seguro. (SE SORPRENDE). Creo que nunca lo estuve. (SE
DESCONCIERTA). ¿Cómo pasó eso? ¿¿Por qué no me lo pregunté nunca??
De pronto, siento como si nuestra relación no hubiese sido verdadera. Como si
hubiera estado con él por comodidad, no por amor. Es decir, vivir con él era
19

fácil, era sencillo. Tenía un compañero, nos llevábamos bien, nos


entendíamos… aparentemente. Nos íbamos al trabajo, en armonía, sin
complicaciones, pero ya no existía una pasión real, sino que se había vuelto
una costumbre. Esta cena… todo.
DIEGO.- Nada mejor que un golpe de realidad para abrirnos los ojos.
DANIEL.- No me había caído el veinte, hasta hoy. El amor y nuestra puta
dependencia… La necesidad de querer a alguien… de pertenecerle… de ser
amados.
DIEGO.- Está en nuestro ADN. Es genético… congénito… innato. Junto con el
miedo, los celos, las dudas, los impulsos, el rechazo, las infidelidades… Como
una sed insaciable, interminable… que te seca la garganta y el corazón. Pero
no todo está perdido. (SIRVIENDO MÁS VINO). Para la garganta hay vino… y
para el corazón, también. (LE DA UNA COPA A DANIEL).
DANIEL.- Quizá tendríamos que empezar por enamorarnos de nosotros
mismos. Eso garantizaría un mejor romance.
DIEGO.- Yo me amo desde hace mucho.
DANIEL.- ¿Sí? Pues no sé si el sexoservicio sea la mejor muestra de amor
propio.
DIEGO.- Cuestión de enfoques.
DANIEL.- Sin duda. ¿Tienes novio?
DIEGO.- No.
DANIEL.- ¿Novia?
DIEGO.- Tampoco.
DANIEL.- (LO OBSERVA CON ATENCIÓN). ¿Cuántos años tienes?
DIEGO.- Yo no me acuerdo de esas cosas.
DANIEL.- Ay, por favor… ¿Treinta?
DIEGO.- (UN POCO OFENDIDO). ¡Oye!
DANIEL.- (DEVOLVIÉNDOLE LA BROMA). Cincuenta.
DIEGO.- (RÍE). Sesenta y nueve.
DANIEL.- ¿Vives solo?
DIEGO.- No pareces antropólogo, sino policía.
DANIEL.- ¿Tu familia sabe de tu “modus vivendi”?
DIEGO.- Saben que trabajo… en un restorán.
(DANIEL LO MIRA INQUISITIVO).
DIEGO.- ¿Qué? No me mires así, la vida no es perfecta… y yo tampoco.
DANIEL.- No les has mentido del todo. Estás en el negocio de la carne.
20

(DANIEL RÍE Y DIEGO TAMBIÉN).


DIEGO.- ¿Y qué me dices de ti… de tus parientes?
DANIEL.- Mis parientes… están lejos. Los dejé cuando vine a vivir con Dante.
DIEGO.- ¿No los ves?
DANIEL.- La despedida no fue muy cordial que digamos. Mi novio no les caía
bien…
DIEGO.- ¿Por qué?
DANIEL.- Porque por él dejé un matrimonio de diez años. Estuve casado con
una mujer.
DIEGO.- Wow.
DANIEL.- Sí. Aunque Dante no fue realmente una causa, sino un pretexto para
divorciarme. Eso ya no daba para más.
DIEGO.- ¿Tienes hijos?
DANIEL.- No. Afortunadamente no. Tuvimos dos perros, pero ella se los quedó.
DIEGO.- Lo siento.
DANIEL.- No, está bien. No los soportaba. Me hizo un favor.
DIEGO.- ¿Y nunca hiciste las paces con tu familia?
DANIEL.- No.
DIEGO.- Why?
DANIEL.- Estaba dándole tiempo al tiempo.
DIEGO.- ¿Y cuánto tiempo ya le diste?
DANIEL.- Mucho. Too much.
DIEGO.- Llámales.
DANIEL.- ¿Ahorita?
DIEGO.- O al rato.
DANIEL.- No sé…
DIEGO.- ¿Qué te lo impide? ¿Tu cobardía? Am sorry, pero es la verdad.
DANIEL.- Pues sí. ¡Es que tenían razón! Y me convertí en el pendejo que no
hizo caso. (PIENSA). ¡Me lo dijeron mil veces! ¡Me advirtieron! ¡Daniel, abre los
ojos, por favor, me decían!
DIEGO.- La ceguera es otra de las enfermedades relacionadas con el amor.
DANIEL.- ¡Me alejé de ellos por defenderlo a él!
DIEGO.- Búscalos. Lo van a entender. Para eso está la familia.
DANIEL.- Todavía tengo muchas cosas en qué pensar.
21

DIEGO.- Tal vez luego.


DANIEL.- Sí. (COMIENZA A LLORAR DE NUEVO Y SE RÍE DE ESO AL
MISMO TIEMPO). ¡No quiero llorar! Es sólo que no es fácil asimilar tantas
cosas…
DIEGO.- Déjalo salir.
(DIEGO ABRAZA A DANIEL Y ÉL SE SUELTA A LLORAR. LUEGO SE
CALMA).
DIEGO.- ¿Mejor?
DANIEL.- Sí…
DIEGO.- Toma. (LE DA ALGUNAS SERVILLETAS A DANIEL PARA QUE SE
SEQUE EL ROSTRO).
DANIEL.- Gracias. ¿Cómo lo consigues?
DIEGO.- ¿Qué cosa?
DANIEL.- Ser indiferente.
DIEGO.- No soy un robot. También lloro de vez en cuando. Funciona, es
liberador.
DANIEL.- El sexo también.
DIEGO.- Yes, algunas veces.
DANIEL.- Aunque no debe ser muy liberador acostarte con alguien que no te
gusta.
DIEGO.- Hay de todo. Algunas veces, el cliente o la clienta pueden ser muy
agradables y el trabajo resulta más tolerable… y hasta…
DANIEL.- ¿Placentero?
DIEGO.- SÍ, ¿por qué no?
DANIEL.- ¿Y la culpa se va?
DIEGO.- (PAUSA). No. La culpa también es congénita.
DANIEL.- (PAUSA BREVE). Pues mi carrera no es tan entretenida.
(DIEGO, TOMA UNA FOTOGRAFÍA DE DANIEL Y DANTE. Y SE QUE-
DA PERPLEJO).
DANIEL.- (QUE NO SE HA DADO CUENTA DE LA REACCIÓN DE DIEGO). Y
ahora resulta que mi vida tampoco. (VE A DIEGO). ¿Qué pasa?
DIEGO.- (SEÑALANDO LA FOTO). ¿Es Dante?
DANIEL.- Sí, ¿por qué?
DIEGO.- Por nada. Sólo vi la foto. (LA DEJA EN SU LUGAR).
DANIEL.- Qué.
22

DIEGO.- Nada.
DANIEL.- ¿Lo conoces?
DIEGO.- (NERVIOSO). No.
DANIEL.- Parece que sí.
DIEGO.- (NIEGA CON LA CABEZA Y SONRÍE NERVIOSAMENTE. SE
ACERCA A LA MESA). Yo conozco a mucha gente… pero no conozco a todo el
mundo. ¿Quieres más vino?
DANIEL.- Diego…
DIEGO.- What??
DANIEL.- (PIENSA UN POCO. REACCIONA). No me digas que…
(ENTENDIENDO, SORPRENDIDO). ¡Ay, dios mío! ¡Mi Dante no!
(DIEGO LO MIRA APENADO, TORPE).
DANIEL.- (INCRÉDULO). ¡Él y tú…! ¿Tú le hiciste…? ¿O él te hizo…?
DIEGO.- Los dos hicimos.
DANIEL.- (GRITA, FÚRICO). ¡Te voy a matar!
DIEGO.- ¿Y a mí por qué? ¡Mátalo a él!
DANIEL.- ¡Los voy a matar a los dos!
(DANIEL SE VA ENCIMA DE DIEGO Y SE ORIGINA UNA PERSECU-
CIÓN).
DIEGO.- (ESQUIVÁNDOLO). ¡Cálmate! Take it easy!
DANIEL.- ¡Que se calme tu madre!
DIEGO.- ¡Yo no lo obligué! ¡Él me buscó!
DANIEL.- ¡No me des más información, no quiero saber!
DIEGO.- Daniel, please… ¡No puedo correr! (LO EVADE).
DANIEL.- ¡Eso me facilita las cosas!
DIEGO.- (SE TROPIEZA Y COJEA). ¡Esto no es divertido!
DANIEL.- ¡Tú te lo buscaste, Darling! ¡Espero que al menos lo hayas disfrutado!
DIEGO.- Are you crazy? ¡Ni siquiera me gustó!
DANIEL.- ¿Estás diciendo que mi Dante no es un buen amante? ¡Ahora resulta
que lo conoces más que yo!
DIEGO.- ¡No es tu Dante, sino tu ex Dante! ¡Además, no se movía mucho!
DANIEL.- ¡No me cuentes los detalles! ¡Me vienen imágenes a la mente!
DIEGO.- ¡Entonces deja que te explique!
DANIEL.- ¡Eres un idiota!
23

DIEGO.- Wait, wait!... ¡Mi pierna!


DANIEL.- ¡Puedes irte despidiendo de ella!
DIEGO.- Don´t tell me that!
DANIEL.- ¡Eres muy valiente y muy fuerte! ¿No?
DIEGO.- No, please! ¡Esto duele! ¡El dolor y yo no somos amigos!
DANIEL.- ¡Me parece que se van a llevar de maravilla!
DIEGO.- ¡Te aprovechas porque estoy herido!
DANIEL.- ¡Dijiste que no era nada!
DIEGO.- ¡Mentí!
DANIEL.- ¡Qué lástima!
DIEGO.- ¿No te compadeces de mí?
DANIEL.- ¡No! ¡Ya no siento lástima por nadie! ¡Ni culpas!
DIEGO.- ¡Ya me cansé!
DANIEL.- ¡Yo también!
DIEGO.- ¡Soy inocente!
DANIEL.- ¡Eres un falso!
(HARTO, DIEGO SE DETIENE, ENFRENTANDO A DANIEL).
DIEGO.- ¡Yaaa! Stop! ¿Qué estamos haciendo?
DANIEL.- Yo, desahogándome. Y tú pagando los platos rotos… otra vez.
DIEGO.- Exacto.
DANIEL.- Ya deberías estar acostumbrado.
DIEGO.- Dante no está aquí. Ni contigo ni conmigo. Para mí sólo fue un cliente
más.
DANIEL.- (IRÓNICO). ¡Ah, bueno… qué alivio que me digas eso! Ya me siento
mucho más tranquilo. (CON MÁS SARCASMO). ¡Yo pensé que estaban
enamorados! Pero sólo era una calentura. ¡Qué alegría me das! Me quitas un
peso de encima. Estaba con la preocupación…
DIEGO.- ¡No soy adivino! ¿Cómo iba a saber que andaba con alguien?
DANIEL.- ¡Podías habérselo preguntado!
DIEGO.- ¡No chingues, no le hago esas preguntas a mis clientes!
(DANIEL SE CALMA UN POCO. TOMA LA FOTO DE DANTE, LA
OBSERVA Y DESPUÉS LA ARROJA LEJOS. LLORA DE NUEVO).
DIEGO.- (VERDADERAMENTE APENADO). Realmente lo siento.
24

DANIEL.- (PAUSA BREVE). ¿Te has preguntado alguna vez con cuántos
novios y novias de tantos imbéciles ya te acostaste? No, ¿verdad? Cómo
saberlo. ¿Para qué? ¡Es mejor vivir en la inconsciencia de un mundo
imperfecto, se me olvidaba! Es más inteligente y menos victimizante.
DIEGO.- Creo que esa palabra no existe.
DANIEL.- (ALTERADO). ¡Sabes lo que quiero decir! ¡Y eres lo suficientemente
inmaduro como para que todo te valga madre! ¡Y yo… yo… soy el pendejo,
como siempre! (LLORA).
DIEGO.- Aquí el único pendejo soy yo. Aunque no tanto como para no darme
cuenta de mis culpas. Las acepto. Y te pido perdón.
DANIEL.- No te creo.
DIEGO.- ¿Qué más quieres que te diga?
DANIEL.- Nada. Sigue burlándote.
DIEGO.- ¡No me estoy burlando!
DANIEL.- Pues deberías. Una anécdota más. (IRÓNICO). ¿Por qué no escribes
un libro? Te puede funcionar aun mejor que tu proyecto del restorán. (RÍE,
BURLÓN). ¡Hasta podríamos escribirlo juntos! Con el amarillismo suficiente,
sería un best seller.
DIEGO.- Daniel, a ti no te duele el corazón, te duele el orgullo.
DANIEL.- Felicidades, después de todo sí eres terapeuta. Ya podrás incluir esa
habilidad en tu currículum… y en tu tarifa.
DIEGO.- Sabes que lo que digo es cierto.
DANIEL.- (PAUSA MUY BREVE). ¡Lo único que sé es que vivía con un
farsante, que hoy es mi cumpleaños, que estoy con un tipo que ni siquiera me
interesa escuchar y que no se vale que me esté pasando todo esto! No soy el
mejor hombre del mundo, pero créeme, si el karma existe, esto no me
corresponde.
DIEGO.- En eso estamos de acuerdo.
DANIEL.- ¡Y tú también eres culpable!
DIEGO.- Ya dije que sí. Indirectamente, pero sí.
DANIEL.- ¡Te acostaste con él!
DIEGO.- ¡Yo me acuesto con cualquiera que me llegue al precio, tú lo dijiste! ¡A
eso me dedico!
DANIEL.- ¡Sí… sí… y cobras mil por hora y ganas muy bien! ¡Eres todo un
dechado de virtudes!
DIEGO.- ¿Vas a seguir con tus discursos de moralidad? Para que yo me largue
de una vez. Ya hice tiempo extra y no me estás pagando.
(DANIEL LO MIRA MOLESTO Y DOLIDO).
25

DIEGO.- Aunque no me creas, nunca me había tocado una situación como


esta. No me siento orgulloso. Y no intento justificarme, sólo lo digo. (SE
ACERCA A LA MESA).
DANIEL.- ¿Vas a seguir comiendo?
DIEGO.- ¡Como cuando estoy nervioso!
DANIEL.- ¿Y por qué estás nervioso? Lo hecho, hecho está, ¿no? (PAUSA).
¿Cuándo pasó?
DIEGO.- No tengo tan buena memoria.
DANIEL.- Lo reconociste.
DIEGO.- Si tuviese mi teléfono podría checar los mensajes, pero no lo tengo.
DANIEL.- Diego…
DIEGO.- ¿Para qué te atormentas?
DANIEL.- (SUPLICANTE, PERO DIRECTO). Por favor. Si realmente estás
apenado, demuéstramelo.
DIEGO.- (PIENSA UN POCO). Hace un mes, creo… no sé. Lo que sí recuerdo
es que no me dijo su nombre real. Era lógico, ¿no? Nadie lo hace.
DANIEL.- ¿Iba solo?
DIEGO.- Sí.
DANIEL.- ¿Lo viste otras veces?
DIEGO.- No.
DANIEL.- ¿Estás seguro?
DIEGO.- Me acordaría. Just once. ¿Contento?
DANIEL.- (IRÓNICO). Sí, mucho. Estoy aguantándome para no explotar de
alegría.
DIEGO.- Es un decir.
DANIEL.- ¿Cuánto te pagó?
DIEGO.- No seas masoquista.
DANIEL.- (PAUSA BREVE). ¡Y yo pensando en ser romántico! ¡Es mi
cumpleaños! ¡Él tendría que haberse lucido!
DIEGO.- (IRÓNICO). Y se lució.
DANIEL.- ¡Le hice una cena!
DIEGO.- La compraste.
DANIEL.- ¿Y qué más da? Todo se puede comprar en esta vida tan ridícula, tú
sabes mucho de eso.
DIEGO.- (ACERCÁNDOSE A LA MESA). ¿Quieres otro trago?
26

DANIEL.- ¡Quiero que dejes solo! Ahora sí.


DIEGO.- No.
DANIEL.- ¿Qué?
DIEGO.- No me voy a ir de aquí, todavía. Hasta que te calmes un poco. Podrías
hacer alguna tontería.
DANIEL.- (RÍE, BURLÓN). No me voy a matar, si eso es lo que temes.
DIEGO.- Ya lo sé, pero le vas a llamar por teléfono, lo vas a buscar, le vas a
rogar… y te va a decir que no… te vas a odiar. Y entonces sí vas a ser el más
pendejo de todos.
DANIEL.- (MOLESTO). ¡¿Por qué no te callas?!
(DIEGO LO MIRA FIJAMENTE. LUEGO, SE SIENTA A LA MESA Y EMPIEZA
A COMER. PAUSA TENSA).
DANIEL.- (IMPACIENTE). ¡Me estoy volviendo loco, di algo!
DIEGO.- Me pediste que me callara. Ahora estoy comiendo.
DANIEL.- ¿Qué comes?
DIEGO.- Pastel. ¿Quieres? (LE OFRECE UNA SILLA).
DANIEL.- (ASIENTE CON LA CABEZA). Es de chocolate.
DIEGO.- Very good.
DANIEL.- (SE SIENTA A LA MESA Y PRUEBA EL PASTEL). Mi favorito.
DIEGO.- El mío también.
DANIEL.- Pero engorda mucho.
DIEGO.- Con el sexo quemas cien calorías, más o menos.
DANIEL.- ¿Sólo cien? La rebanada de pastel tiene como trescientas.
DIEGO.- Pues comes menos pastel… o lo haces tres veces al día.
DANIEL.- Qué maravilla que tu trabajo te permita comer tanto pastel.
DIEGO.- Ya ves... ventajas del business.
DANIEL.- (PAUSA BREVE). ¿No extrañas tener una pareja?
DIEGO.- No. Estaría bien, pero no me obsesiona.
DANIEL.- Eres muy valiente.
DIEGO.- Ten cuidado con eso.
DANIEL.- ¿Con qué?
DIEGO.- ¿Lo necesitas porque lo amas… o lo amas porque lo necesitas?
27

DANIEL.- Sé que no nacemos a medias, pero es tan reconfortante compartir tu


vida con alguien, contarle tus cosas… abrazarlo por las noches. Tú, al menos,
no duermes solo.
DIEGO.- (RÍE). No es lo mismo dormir acompañado, que despertar
acompañado. No te confundas, Darling.
DANIEL.- Pues la soledad y yo no somos amigos.
DIEGO.- ¿Y la libertad?
DANIEL.- Es deprimente.
DIEGO.- Excuseme, pero creo que era más triste tu existencia al lado de Dante.
DANIEL.- ¿Cómo puedes decir eso?
DIEGO.- Los dos estaban instalados en su farsa personal. Aparentando algo
que no eran, que no sentían.
DANIEL.- Pero no nos dábamos cuenta.
DIEGO.- Peor aún. Vivían en automático. Qué grave, ¿no?
DANIEL.- (PIENSA UN POCO). Pues sí. Pero eso es mejor que nada.
DIEGO.- Really? I don´t think so. Recuerda que tienes que retomar tu romance
contigo mismo.
DANIEL.- Cierto. (SIRVE MÁS VINO Y BRINDA). Salud por eso.
DIEGO.- (BRINDA TAMBIÉN). Salud. (PAUSA BREVE). La vida es dura. Esa
es una de las primeras verdades que tienes que asumir.
DANIEL.- Brindo por eso también. (PAUSA MUY BREVE). ¿Ya no te duele?
DIEGO.- ¿El corazón?
DANIEL.- La pierna.
DIEGO.- No, ya casi no. Sólo un poco cuando la muevo.
DANIEL.- (PAUSA MUY BREVE). Y ya en serio, ¿te gustó?
DIEGO.- ¿El madrazo?
DANIEL.- Acostarte con Dante.
DIEGO.- No lo hago por placer, Daniel, ya te lo dije.
DANIEL.- Pero también dijiste que eso vendías y que cuando el cliente era
agradable, el trabajo podía ser placentero, inclusive para ti.
DIEGO.- No fue así, exactamente.
DANIEL.- Diego, sexo es sexo.
(DIEGO MIRA A DANIEL, INCÓMODO).
DANIEL.- Puedes decirme. No te voy a golpear.
DIEGO.- Creo que no estuvo mal. Aunque tampoco fue algo memorable…
28

DANIEL.- Está bien. No pasa nada. (PAUSA BREVE). ¿Y nunca te has


enamorado de alguien?
DIEGO.- ¿Podemos cambiar de tema? Esto es incómodo.
DANIEL.- ¿Por qué? Quiero saber. Me parece interesante. Tenemos un libro
pendiente, recuerda.
(DANIEL SONRÍE UN TANTO DIVERTIDO Y DIEGO LO MIRA CON FASTIDIO
Y MÁS INCOMODIDAD).
DIEGO.- Trato de no involucrar sentimientos, ok?
DANIEL.- ¿Y cómo le haces para no sentir?
DIEGO.- (PIENSA UN POCO). Ese es un secreto profesional.
DANIEL.- A mí me parece, más bien, una mentira profesional.
DIEGO.- Son tus juicios, no los míos.
DANIEL.- (SUSPIRA). ¿Por qué nos enredamos tanto? ¿Por qué tenemos que
lastimar y lastimarnos? ¿Para qué?
DIEGO.- I don´t know. Somos complicados. Disfrutamos el drama. Nos hace
sentir importantes.
DANIEL.- Yo no me sentía importante, me sentía tranquilo. Y eso estaba bien
para mí.
DIEGO.- Tranquilo en tu mortal zona de confort.
DANIEL.- Posiblemente. ¿No te ha pasado que te acuestas a dormir pensando
en lo buena que estuvo la película y en la pizza que cenaste y el trabajo… y al
día siguiente, amanece, comienzas con tus labores y no sabes en qué preciso
momento entras a otra dimensión? A mí me pasó hoy. Me cambió el panorama.
¿Quién lo hubiera creído? Me levanté tan tranquilo, en un día tan planeado… Y
de pronto, todo da un giro. Hasta me siento otro. Y tengo miedo.
DIEGO.- ¿De qué?
DANIEL.- De lo que viene. De ser libre.
DIEGO.- Es normal. Tienes que encontrar el coraje, superar la ansiedad hasta
donde aparezca la cordura.
DANIEL.- Prefiero pisar suelo firme. No tengo afición por la cuerda floja.
DIEGO.- Tómalo como una clase obligatoria de valentía. Si la libras, tendrás
una estrellita en la frente.
DANIEL.- ¿Y si te caes?
DIEGO.- Te levantas y lo vuelves a intentar.
DANIEL.- ¿Cuántas veces?
DIEGO.- Las que sean necesarias. Hasta que logres mantener el equilibrio.
DANIEL.- ¿Sin red protectora? ¡No soy adicto al dolor!
29

DIEGO.- ¡Nadie lo es! Pero es necesario para aprender. El dolor te alerta, el


placer, te relaja. Y con ese equilibrio y unas cuantas lecciones, logras pasar por
la cuerda floja sin caerte.
DANIEL.- En este momento, me siento un poco a la deriva.
DIEGO.- Ya encontrarás el camino.
DANIEL.- (INCRÉDULO). Sí, claro…
DIEGO.- ¡Mira lo que tienes en lugar de quejarte!
DANIEL.- Es muy fácil decirlo.
DIEGO.- Haz que esto valga la pena. La derrota es el único lujo que no puedes
darte. La vida es un desafío. ¡Enfréntalo! Si te arriesgas, puedes ganar.
Encuentra todas las posibilidades. El “no” lo traemos de nacimiento, ve por el
“sí”.
DANIEL.- (PIENSA UN POCO, SE TRANQUILIZA). Gracias por el consejo.
DIEGO.- De nada. ¿Ese sí me salió bien?
DANIEL.- (SONRÍE). Yes.
DIEGO.- Chef, sexoservidor y terapeuta. No está mal para el historial de
trabajo.
DANIEL.- Yo en cambio, no he sido un cliente agradable.
DIEGO.- No te creas, a pesar de tus histerias eres buena compañía.
DANIEL.- (SONRIENDO). ¿Aunque no te haya llegado al precio?
DIEGO.- (RIENDO). Aprovéchame, no siempre estoy de oferta.
DANIEL.- (PIENSA UN POCO). Tal vez te tome la palabra. Este podría ser el
inicio de una buena amistad.
DIEGO.- Maybe. Nueva vida, nuevos amigos, nuevas esperanzas…
DANIEL.- Nuevas experiencias…
DIEGO.- Nuevas expectativas…
DANIEL.- Nueva actitud.
DIEGO.- Suena bien.
DANIEL.- ¿Dónde vives?
DIEGO.- Lejos. Al otro lado de la ciudad.
DANIEL.- ¿Y te gusta vivir ahí?
DIEGO.- No, pero es barato.
DANIEL.- ¿Te gustaría vivir aquí?
(DIEGO LO MIRA, SORPRENDIDO)
DANIEL.- Conmigo.
30

DIEGO.- What??
DANIEL.- ¿Por qué no? Sólo pagarías la mitad de los gastos. ¿Qué te detiene?
DIEGO.- Creo que nada. Pero me sorprende tu propuesta. Me acabas de pedir
que viva contigo.
DANIEL.- Ya ves. Aunque tampoco te estoy rogando. Si no quieres, pues no.
DIEGO.- Sí quiero.
DANIEL.- (SONRÍE). Ok.
DIEGO.- Pero aclaro que, por ahora, no pienso dejar mi profesión.
DANIEL.- Mientras no traigas “trabajo” a la casa, no hay problema. Estoy
aceptando el reto. Necesito un amigo, Diego. Uno que conozca la cuerda floja…
y que me pueda dar la mano si me caigo. Y creo que tú también. Es un
pretexto, pero es un buen pretexto, ¿no te parece?
DIEGO.- (SONRÍE Y ASIENTE CON LA CABEZA). ¿Y cómo te sientes?
DANIEL.- (SONRÍE TAMBIÉN). Good.
DIEGO.- (SONRIENDO MÁS). Okay.
DANIEL.- ¿Brindamos?
DIEGO.- ¿Más?
DANIEL.- Me gusta brindar.
DIEGO.- A mí también. Ya nos estamos entendiendo.
(DANIEL SIRVE MÁS VINO).
DANIEL.- Por el amor.
DIEGO.- Y el desamor.
DANIEL.- Por el sexo.
DIEGO.- Y el dinero.
DANIEL.- Por la locura.
DIEGO.- Y la razón.
DANIEL.- Por el futuro.
DIEGO.- Y la madurez.
DANIEL.- Por el desafío.
DIEGO.- Y las posibilidades.
DANIEL.- ¡Salud!
DIEGO.- ¡Salud!
(CHOCAN SUS COPAS Y A DANIEL SE LE DERRAMA UN POCO EN LA
CAMISA O EL PANTALÓN).
31

DANIEL.- Qué torpe.


DIEGO.- ¿Tienes agua mineral?
DANIEL.- Sí.
DIEGO.- Límpiala con eso antes de que seque la mancha.
DANIEL.- Ahora regreso.
(DANIEL SALE DE ESCENA PARA LIMPIARSE. YA NO VUELVE A
APARECER EN ESCENA. SUS SIGUIENTES TEXTOS SON EN OFF.
DIEGO PERMANECE EN ESCENA Y SE SIRVE MÁS PASTEL)
DANIEL.- (EN OFF). ¡No te acabes el pastel!
DIEGO.- No prometo nada.
DANIEL.- Vas a engordar.
DIEGO.- Sólo tengo que trabajar un poco más y ya.
DANIEL.- Oye, cuando pongas tu restorán, yo puedo ayudarte en la cocina.
DIEGO.- (RÍE). No, por el bien de los clientes y del negocio, mejor no.
DANIEL.- ¿Por qué?
DIEGO.- (DIVERTIDO). No sabes cocinar y presiento que como mesero
tampoco lo harías muy bien.
DANIEL.- Puedo aprender.
DIEGO.- Yo te puedo enseñar.
DANIEL.- Pero la vajilla que la maneje otro.
DIEGO.- (SONRÍE). Sí. ¿Salió la mancha?
DANIEL.- No completamente.
DIEGO.- Ahorita te ayudo.
DANIEL.- Gracias. ¿Y entonces vivías solo?
DIEGO.- Alguien iba a mudarse conmigo esta semana, pero no era seguro. En
cualquier caso, le puedo decir que se quede ahí o que se busque otro
compañero.
DANIEL.- ¿Y no se va a enojar?
DIEGO.- No. (RECOGIENDO LA FOTOGRAFÍA DE DANTE. HABLA PARA SÍ
MISMO). Se va a sorprender un poco, como yo me sorprendí. Pero eso le pasa
por no ser sincero. Le toca pagar sus platos rotos. Ahora que lo conozco mejor,
creo que él y yo no somos amigos. (DEJA LA FOTOGRAFÍA Y SALE PARA
AYUDAR A DANIEL).

TELÓN

También podría gustarte