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Ernesto Caballero
A María
Escena Primera
MENCÍA.- ¿Sí?
JACINTA.- Un herido.
MENCÍA.- ¿Conocido?
ENRÍQUEZ.- El destino.
ENRÍQUEZ.- Tres años y siete semanas. Lo que tiene uno que hacer
para volver a ver a los viejos amigos.
MENCÍA.- Vamos...
MENCÍA.- ¿Cómo?
MENCÍA.- Yo sí me he casado.
ENRÍQUEZ.- Enhorabuena.
ENRÍQUEZ.- ¿Y?
MENCÍA.- ¿Y?
MENCÍA.- Bien.
ENRÍQUEZ.- Bien.
Silencio.
ENRÍQUEZ.- ¡Guti! ¡Cuánto tiempo, coño! Sabía que andabas por esta
casa cuartel.
GUTIÉRREZ.- Y te has dicho: Vamos a hacerle una visita al bueno de
Guti. Así que has cogido la moto y casi te descuernas...
ENRÍQUEZ.- Ya.
MENCÍA.- Contigo.
GUTIÉRREZ.- ¿Y ahora?
ENRÍQUEZ.- No es nada.
ENRÍQUEZ.- Y un amigo...
GUTIÉRREZ.- ¿Y?
ENRÍQUEZ.- Y mi amiga es muy amiga de mi amigo.
REYES.- ¿Qué pasa, cabo, que ahora los de Tráfico sois los que tenéis
los accidentes? El mundo del revés. Mala cosa.
ENRÍQUEZ.- No me lo recuerde.
ENRÍQUEZ.- Estupendamente.
MENCÍA.- No es nada.
JACINTA.- Descuida.
MENCÍA.- Sí.
JACINTA.- ¿Y?
JACINTA.- Lo normal.
JACINTA.- Vaya.
JACINTA.- ¿Y?
MENCÍA.- ¿Y qué?
MENCÍA.- Algo.
Escena Segunda
JACINTA.- No a todos.
JACINTA.- Ceuta...
ENRÍQUEZ.- ¿Pero?
JACINTA.- Él no en mí.
ENRÍQUEZ.- ¿Y era?
ENRÍQUEZ.- No sé...
ENRÍQUEZ.- No siempre.
ENRÍQUEZ.- Ya.
MENCÍA.- Un poco más de café.
ENRÍQUEZ.- Gracias.
MENCÍA.- Jacinta...
GUTIÉRREZ.- No insistas.
ENRÍQUEZ.- ¿Qué?
MENCÍA.- ¡Jacinta!
Silencio.
Escena Tercera
ENRÍQUEZ.- Tranquila.
MENCÍA.- ¿Cómo?
MENCÍA.- ¿Qué?
MENCÍA.- Ya basta.
ENRÍQUEZ.- Mencía.
ENRÍQUEZ.- ¿Y lo presente?
MENCÍA.- Déjame...
ENRÍQUEZ.- Es inevitable.
MENCÍA.- No puedo.
ENRÍQUEZ.- Un papel.
MENCÍA.- No.
MENCÍA.- Pero...
MENCÍA.- ¿Y después?
MENCÍA.- De noche una tiene que tener cuidado con otras especies.
MENCÍA.- Mi esposo...
ENRÍQUEZ.- Si tú me lo pides.
Beso inesperado
que despierta un instante
fugaz pero cierto
en esta pareja.
(Por llamarla así.)
Hasta pronto.
Y desaparece como los presagios.
Silencio de piedra. Y entra Gutiérrez.
MENCÍA.- ¿Y la guardia?
MENCÍA.- Claro...
Silencio.
Mirada de hielo
al hielo que se desangra.
GUTIÉRREZ.- Te arrepentiste
MENCÍA.- Sí.
MENCÍA.- ¿Ahora?
MENCÍA.- No vayas...
GUTIÉRREZ.- ¿Y eso?
Abandona la estancia
desenfundada
el arma reglamentaria.
JACINTA.- Hay que avisar al sargento. Puede ser un terrorista.
JACINTA.- ¿Qué?
MENCÍA.- No sé si conviene.
GUTIÉRREZ.- ¿Cómo?
MENCÍA.- Guti...
GUTIÉRREZ.- ¿Sí?
Y el hielo,
sucio de tierra,
palpita en la maceta
como un corazón que se deshace.
Escena Cuarta
Mañana siguiente. Interior de día.
El sargento Reyes apura el desayuno.
Luego llega Gutiérrez, al que ha hecho llamar.
Saludo obligatorio y el aire contrariado
del comandante en puesto.
Aquí hay lío de faldas, parece barruntar
y eso, siempre a la larga, se tiene que sentir.
GUTIÉRREZ.- ¿Cómo?
GUTIÉRREZ.- Yo no vi a nadie.
REYES.- ¿Y tu mujer?
GUTIÉRREZ.- Tampoco.
REYES.- Ni al gato.
GUTIÉRREZ.- Ni al gato.
GUTIÉRREZ.- ¿Sí?
Escena Quinta
El guardia Gutiérrez termina su informe
sentado debajo de un ventilador.
El hombre paciente se muestra intranquilo
aunque intenta, en vano, mantener la calma.
La sagrada calma por la que ha luchado
con resignación. "Todo por la calma"
era su divisa, y ahora, en un momento,
presiente que el mundo podría estallar.
ENRÍQUEZ.- Yo vi a alguien.
GUTIÉRREZ.- ¿A quién?
GUTIÉRREZ.- ¿Seguro?
ENRÍQUEZ.- Sí.
ENRÍQUEZ.- Exactamente.
ENRÍQUEZ.- ¿Y?
ENRÍQUEZ.- ¿Qué?
ENRÍQUEZ.- O perderla.
GUTIÉRREZ.- Yo la quiero.
ENRÍQUEZ.- ¿Qué?
ENRÍQUEZ.- Me alegro.
GUTIÉRREZ.- Aunque...
ENRÍQUEZ.- ¿Aunque?
GUTIÉRREZ.- Ya no nos entendemos como antes...
ENRÍQUEZ.- ¿No?
ENRÍQUEZ.- Lo siento.
ENRÍQUEZ.- ¿Entonces?
GUTIÉRREZ.- A mi modo.
ENRÍQUEZ.- No te entiendo.
ENRÍQUEZ.- ¿Y ella?
GUTIÉRREZ.- ¿Ella?
ENRÍQUEZ.- Te envidio.
ENRÍQUEZ.- ¿Yo?
GUTIÉRREZ.- ¿Y ahora?
GUTIÉRREZ.- Me alegro.
Escena Sexta
MENCÍA.- ¿Y esto?
JACINTA.- Me ha dicho que esta planta lleva tu nombre y que por eso
hay que prestarle muchos cuidados...
MENCÍA.- Calla...
JACINTA.- Tú sabrás.
GUTIÉRREZ.- ¿Y eso?
MENCÍA.- ¿Qué?
MENCÍA.- No lo sabía.
GUTIÉRREZ.- Yo tampoco.
Escena Séptima
REYES.- ¿Qué?
JACINTA.- Tú verás...
MENCÍA.- Ya...
JACINTA.- ¿Y tú?
JACINTA.- Ya.
JACINTA.- Ya veo.
MENCÍA.- ¿Entonces?
JACINTA.- ¿Entonces?
JACINTA.- Me voy...
JACINTA.- Me voy...
MENCÍA.- O un silencio.
ENRÍQUEZ.- O un silencio.
ENRÍQUEZ.- Nada...
MENCÍA.- Ya basta.
MENCÍA.- ¿Mañana?
Escena Octava
GUTIÉRREZ.- Mi mujer.
REYES.- Tu mujer.
GUTIÉRREZ.- Pero...
GUTIÉRREZ.- Yo...
REYES.- Tú...
GUTIÉRREZ.- Yo...
REYES.- ¿Sí?
GUTIÉRREZ.- La quiero...
REYES.- Natural.
GUTIÉRREZ.- ¿Entonces?
REYES.- ¿Entonces?
GUTIÉRREZ.- No sé...
Inconsciente cita
del príncipe Hamlet.
De nuevo otro trago
de amarga ansiedad.
GUTIÉRREZ.- Todavía.
REYES.- Todavía.
REYES.- Autoridad.
GUTIÉRREZ.- No le entiendo.
GUTIÉRREZ.- ¿Y lo de Jacinta?
REYES.- Lo sabe.
GUTIÉRREZ.- ¿Y si ella?
REYES.- Tú sabrás.
GUTIÉRREZ.- Lo sé.
GUTIÉRREZ.- Lo haré.
Gravedad hispana
que es un poco tosca:
es lo que tenemos:
los grandes momentos
nos quedan inflados.
Por eso el Quijote
nos dice tan bien.
Escena Novena
JACINTA.- Se va.
Silencio.
Y no pasa a despedirse.
Le quieres ver.
Qué suerte.
Y eso me lo da Reyes.
MENCÍA.- Olvido.
MENCÍA.- Ya sabes.
JACINTA.- Ay...
JACINTA.- ¿A él?
MENCÍA.- ¿Cómo?
GUTIÉRREZ.- Los médicos tenéis muy mala letra. Esa es vuestra
fama.
Escena Décima
ENRÍQUEZ.- Es mi carácter.
Escena Undécima
Jacinta, la mensajera,
llega a la habitación de Enríquez,
pero se encuentra al marido
de quien remite la carta.
Lo que llaman ironía
de las antiguas tragedias
reaparece junto al gato
que ya lo daban por muerto.
Hay lances que no se extinguen
desde los tiempos remotos
de don Pedro Calderón.
GUTIÉRREZ.- ¿Y tú?
JACINTA.- ¿Y tú?
JACINTA.- Nada.
GUTIÉRREZ.- La familia.
JACINTA.- ¿Cómo?
JACINTA.- Sí...
GUTIÉRREZ.- Desde Zafra.
JACINTA.- ¿Qué?
JACINTA.- Sí.
JACINTA.- Sí.
JACINTA.- Sí.
JACINTA.- ¿Cómo?
GUTIÉRREZ.- La carta.
GUTIÉRREZ.- Jacinta.
JACINTA.- ¿Sí?
Escena Duodécima
Despacho de Reyes:
la página web de chicas del Este
enciende los sueños
en el responsable del acuartelamiento.
Irrumpe Jacinta con cara de espanto
y se le entrecorta la respiración.
REYES.- ¿Qué pasa, Jacinta?
REYES.- Sí...
REYES.- ¿Qué?
REYES.- Tranquila.
JACINTA.- Yo no se lo he dicho...
REYES.- ¿Yo?
JACINTA.- ¿Seguro?
MENCÍA.- ¿Y eso?
Brindan en silencio.
Y en silencio quedan.
Y siguen bebiendo
para no hablar.
Escena Decimocuarta
GUTIÉRREZ.- Ya.
Silencio.
Desenfunda.
Chsss... El gato...
GUTIÉRREZ.- Recuerdo.
ENRÍQUEZ.- ¿Sí?
ENRÍQUEZ.- ¿Ahora?
GUTIÉRREZ.- La pasión.
ENRÍQUEZ.- La pasión.
ENRÍQUEZ.- Sí.
Ráfagas de viento
acuchillan el patio cerrado.
Se levanta polvo, alguna hoja seca
y bolsas de plástico.
La ropa tendida azota obstinada
las contraventanas.
Y el gato maúlla
como si supiera lo que va a pasar.
(Simultáneas)
En un mismo tiempo,
(pongamos las doce y veinte del mediodía),
y a pocos kilómetros de la casa cuartel,
dos hombres a un lado;
al otro dos mujeres,
simultáneamente
apuran la escena.
Los unos, abiertos al campo,
son indiferentes a las nubes negras.
El coche se ha detenido
en la cuneta de una carretera comarcal.
Nadie pasa.
Nadie.
Sólo nubes negras.
En un interior. Mencía y Jacinta se tiñen de sombra y de vaticinio.
JACINTA.- En su coche...
ENRÍQUEZ.- ¿Dónde?
ENRÍQUEZ.- ¿Mía?
Escena Decimoséptima
REYES.- Dime que no. Dime que no lo has hecho. Que Mencía...
REYES.- Él lo ha decidido.