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Humor y Amor de Aquiles Nazoa PDF
Humor y Amor de Aquiles Nazoa PDF
Y
AMOR
AQUILES NAZOA
ALGUNAS COSAS VENEZOLANAS QUE POR
ANTICUADAS PASARON A SER PAVOSAS
Los bailes de escote con sifón de cerveza y un policía en la puerta.
Los perros que se llamaban Firpo.
Las señoras que nombraban a su esposo por el apellido.
Comprar un centavo de harina de azúcar.
Tener una perrita pequinesa llamada Nena y echarle agua de colonia.
Decirles “chinchas” a las chinches.
Llamar “música de viento” a las orquestas de baile.
Jugar la sortija vaya y venga y podré podrá usted.
Decirles coronel a los jefes civiles y tratar de doctor a los boticarios.
Llegar uno a su casa contando que vio un entierro.
Llorar leyendo.
Bañarse dentro del cuarto.
Monear poste.
Traer agua de mar en garrafones desde La Guaira para que un enfermo se diera baños de
mar en la casa.
Decir qué va mi Zulia, comoónie y fulano es muy pretencioso.
Bautizar un muñeco.
AMOR, CUANDO YO MUERA...
Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda,
ni llores sacudiéndote como quien estornuda,
ni sufras “pataletas” que al vecino alarmen
ni para prevenirlas compres gotas del Carmen.
Tratando de contener
aquel torrente espantoso
que por estar de gracioso
yo mismo he puesto a correr,
le ofrezco: - ¿Quiere leer?
Y ella, alarmada: - ¡Que horror!
Si usted supiera, señor,
a mí, libro no me pasa...
Y eso que tengo en mi casa
“Los Tintanes del Amor”.
Ya tengo la sensación
de que, prendida en la oreja,
lo mismo que una cangreja
llevo a la dama en cuestión.
¡Oh lector, por compasión,
moviliza tu saber
y dime que debo hacer
contra su implacable charla!
A UN PERRITO QUE ME MORDIO ANTIER
Yo no practico, ¡oh perro!, la venganza,
pero en esta ocasión, a mi manera,
de Aquiles vengador la hiriente lanza
para puyarte a ti blandir quisiera,
pues colgajos creyéndolos de panza
o acaso medallones de ternera
anteayer tus diabólicos colmillos
clavar osaste, ¡oh perro!, en mis fondillos.
ACTO UNICO
Lujoso salón en casa de una familia acomodada de Caracas. Al foro hay una ventana con
moldaduras de yeso dorado, a través de la cual se ve la ropa tendida en el corral, una
mata de lechoza y una escalera vieja, que las gallinas han cogido para dormir. Encima de
la ventana, presidiendo toda la estancia, se ve un gran cuadro del Corazón de Jesús con
el marco recargado de bombillitos de colores que en conjunto forman la bandera
venezolana. A derecha e izquierda, respectivamente, hay una pianola recubierta con un
mantón de Manila y una máquina de tejer capelladas pintadas al óleo. En el centro, un
juego de recibo formado por seis sillas negras con pañitos de pabilo en los espaldares.
Tanto las dos escupideras de porcelana que se ven junto a la pianola, como la de cobre
que aparece entre las patas de la silla, son elegantes, pero sin ostentación. Al levantarse
el telón aparece Rufo tusando en gallo junto a la pianola. Entra Teobalda, su esposa, con
el cabello suelto y chorreando agua. Colgado del hombro carga un paño de mano
emparamado que parece un pedazo de panza. Tiene la boca llena de horquillas y viene
peinándose con una peineta a la que le faltan todas las piedritas y como cinco dientes.
RUFO: ¡Cónfiro, negra, que rebuenamoza estás! ¡Tas como sancocho e gallina robá!
TEOBALDA: Guá naturarmente, ¿no ve que me bañe? Pero no como se baña la gente
ahora, con tanto periquito que ha traído el modelnismo y las ideas disorvente, sino un
baño a la criolla: con totuma cosechá en la casa, su buena batea de agua quebrantá, su
buen estropajo y en vez de jabón de olol concha e parapara fresca. Lo mismo que esas
tales flicciones de agua ‘e Colombia qiusan ahora, yo no masco de eso. Una mujel
honrada y de su casa con lo único que debe fliccionarse es con aguardiente de arraclán.
RUFO (olfateándola): Aaaaahhhs, que bueno güeles, mujé...: Mejor será que no te sigas
dando esos baños antes que yo haiga salio. ¿No ves que no voy a podé dil a mi gufete de
bogao por quedalme güeliéndote? Aaaaaaahs... Con ese olor que tienes parece que el
maraquito va perdé su puesto pronto.
TEOBALDA: Tú lo dirás jugando... Pero... (Agachando la cabeza). Ya como que lo perdió...
RUFO: ¡Cómo! ¡No me digas! Ahora caigo: Esas eran las ganas de comer arenque con
arepa piche que tenías anoche. ¡Dame acá un beso manque sea para que ese sel que
llevas en las entrañas vaya sabiendo desde chiquito lo que es el veldadero amol.
TEOBALDA: ay, chico. Déjame, que se me va a abrí la batebaño...
RUFO: ¿A que no sabes de qué me toy acordando ahora?
TEOBALDA: ¿De qué, chingo jediondo?
RUFO: Del día que nos conocimos. Ese día también te habías bañado! Pero esto hay que
celebrarlo. (Llamando) ¡Casimira!
CASIMIRA (entrando): Señol.
RUFO: Vaya a la esquina y traiga un garrafón de guarapita.
CASIMIRA: ¡No jile, dotol! ¿Va a empezá a echase palos tan temprano?
RUFO: Eso no es cuenta suya. ¡Haga lo que le ordeno y le dice a Domingo que me mande
el recibo a mi gufete!
CASIMIRA (saliendo): Ta bien, dotol. Si me va a pegá no me regañe... ¡Confiro, estos
ricos de Caracas si que rajan caña, y eso qui qui que son de arculnia!
RUFO: ¡Qué mujer tan entrépita! Eso también lo ha traído el modelnismo. Con esa fulana
ley del trabajo, los empliados se cren que ellos son los jefes y no respetan a naiden.
¡Cuando en mis tiempos! En mis tiempos los sirvientes se criaban en la casa desde
chiquitos como los cochinos, y le pedían la bendición a uno.
(Entra Nicasia)
NICASIA: Dotol, que manda a decí la cocinera que con qué se quiere desayuná.
RUFO: Dígale que con hervido y carato de acupe porque para eso soy venezolano.
NICASIA (para irse): ¡Así es que es, mi pico e plata! Asina es que a mí me gusta trabajá.
No con gentes que porque tienen modo no comen sino cosas musiúas.
RUFO: Tiene razón, Nicasia. El peor defecto de los venezolanos es que nos gustan mucho
las cosas esóticas. (A Teobalda). Bueno, ¿y por dónde anda doña Eufrosina?
TEOBALDA: En el corral la dejé curando la papuja, que como que tiene pepita.
RUFO: ¿Y ya se dio su fricción de unto?
TEOBALDA: ¿Quién, la gallina?
RUFO: No niña. Tu mamá.
TEOBALDA: ¿Y no te digo que está como una zoqueta con los animales? Figúrate que
como la gallineta puso hoy por primera vez, se le salieron las lágrimas.
RUFO: ¿A quién, a la gallina?
TEOBALDA: No, niño; a mamá.
(Entra doña Eufrosina)
RUFO: ¡Por fin llegó la viejita, cara! Y se ve rebuenamoza hoy.
DOÑA EUFROSINA: Es que acabo de tomar un baño de asiento.
RUFO: ¿Y por fin pudo agujerearle las orejas al gato para ponerle los lacitos?
DOÑA EUFROSINA: Que va, mijito. Ese bicho es más mañoso que un yesquero.
TEOBALDA: Bueno, mamá, siéntate un ratico aunque sea.
DOÑA EUFROSINA: ¿Yo sentarme aquí? No, niña. Para el corral a curar mis gallinas es
que voy otra vez. A mí estas salas modernas me asfixian. En su construcción
vanguardista y audaz son frías y tristes. Se diría que carecen de alma: por ninguna parte
encuentra usted un arraclán, ni una escupida de chimó, ni una arepa clavada detrás de la
puerta, ni nada que hable a los sentimientos de uno el venezolano. ¡Cuando en las casas
de antes! Recuerdo que la primera vez que encontré una rata dentro del vernegal se me
salieron las lágrimas.
RUFO: ¡Esta viejita si es venezolana! ¡Por eso es que a mi me gusta esta viejita, cará!
(Saca una bandera venezolana toda desteñida, y los tres personajes se envuelven en
ella). ¡Vamos a tirarnos un mondongo pa celebrá esto!
TODOS: ¡Viva Venezuela! ¡Abajo lo esóptico y er modelnismo!
TELON DE COLETA
EL ABARATAMIENTO DE LAS MOMIAS
Es tal la eficiencia
del agua en cuestión
que gracias a ella
y a su extraña acción,
ya cualquier viejito
de la reacción
superarrugado,
superochentón,
podrá enamorarse
de un lindo bombón,
y una vez que logre
parar papelón,
lo demás lo arregla
con el garrafón.
EL GESTO DE SARTRE
Jean Paul Sartre, filósofo francés
y astro de la mundial literatura
que ver no puede un premio ni en pintura
por lo que ha rechazado más de tres,
ha vuelto a demostrar que ante los premios
es como ante la caña los abstemios
y que al vituperarlos casi a gritos
no se refiere sólo a los chiquitos.
Mientras yo no lo importuno
permanece él tan callado
que parece que ahí al lado
no hubiera perro ninguno.
Mas después del desayuno,
cuando me siento a escribir,
rompe entonces a latir
en tal forma - el muy marrajo!
que del cuarto en que trabajo
me obliga el perro a salir.
Y es lo curioso, lector,
que mientras a mi me ladra
y el cacumen me taladra
con sus muestras de furor,
la otra noche un malhechor
entró adonde el perro habita,
de su rápida visita
se llevó hasta una ponchera,
y el perro - ¡quien lo creyera! -
no echó ni una ladradita.
EL SARAMPION DE LA PRINCESA
A Elizabeth, princesa de Inglaterra,
como a cualquier negrita de esta tierra,
le ha dado el sarampión,
enfermedad tenida por plebeya
y que, por eso mismo, al darle a ella,
rompió la tradición.
Admiro tu entereza
de perro que no cambia su destino
de orgullosa pobreza
por el perro fino,
casero, impersonal y femenino.
La ciudadana escena
cruzas tras tu dietético recurso,
libre de la cadena
del perro de concurso
que ladra como haciendo algún discurso.
Se le esponja el camisón,
y el mozo que la ha floreado
salta: - permiso, cuñado,
que es conmigo la cuestión!
Luego se ajusta el calzón,
la engarza por la cintura
y con tanta donosura
se le mueve y la maneja,
que la negra lo festeja
con una nueva figura.
Yo la he visto en Guayabal
y también en San Fernando.
Yo vengo el Llano cruzando
de paso para El Yagual,
y aunque decirlo esté mal
por parecer pretensión,
desde Guachara al Cajón,
de Cazorla a Palo Santo,
GEOGRAFIA BROMISTA DE VENEZUELA
Entre Puerto La Cruz y Barcelona
hay un pueblo - que el mapa no menciona -
cuyo nombre parece una ironía,
pues el pueblo se llama Lechería
y es el menos lechero de esa zona.
De la misma manera
pecarán de insensatos
quienes crean que yendo a Lobatera
regresarán cargados de lobatos.
Que ya podrán pedirlos hasta a gritos
y quizás no consigan ni perritos.
TELON
HOMBRES CASEROS
¿Tendrá razón, lector, esa escritora
según la cual el tipo de marido ¿Se sentirá feliz una señora
por todas las mujeres preferido con semejante guama a toda hora?
es el que está en su casa a toda hora?
Lo que la autora inglesa, pues, revela
La escritora en cuestión, que es una no va con Venezuela:
inglesa Aquí para que el hombre preferido
sabrá por qué lo expresa: sea él que está en su hogar siempre
tal vez será mujer de un zapatero metido
que - condición bien rara en los de banca - sólo falta un detalle:
le ha salido más manso que un cordero, que las mujeres vivan en la calle.
y la opinión que tiene de allí arranca.
Cuando no la anodada
pidiéndole corotos
que no van a servirle para nada
y que están en los sitios más remotos,
por eso no saldrá mejor librada,
pues entonces la pone, en una orilla,
a que “ le tenga” mientras él martilla...
Total: le ensucia el piso, le hace bulla,
de su quehacer doméstico la arranca
y de ñapa, si un dedo se malluga,
le forma la gran “tranca”.
IMPORTANCIA Y PROYECCION
DE LA ÑEMA DE COLON
Prólogo por el
AUTOR Entra un sirviente gordito
que fue esbirro en
Mañana 12 de Octubre, Guasdualito.
tu estatua, Colón, se cubre
de flores, como un poema; Esbirro: -¡Señora, qué obstinación!
pero entre tanta zalema, Aunque no hace casi nada
tanto homenaje barato que de una sola patada
no habrá en este mundo lo saqué por el balcón,
ingrato señora, que maldición,
quien se acuerde de tu el porfiado siempre gana
ñema! y esta vez por la ventana
volvió a meterse Colón!
ACTO UNICO
(Unico en su tipo) (Llorando): ¿Habré de decirle
que vuelva a otra hora?
El drama ocurre en Castilla, Decidme, señora,
la noble y vetusta villa ¿le ordeno pasar?
donde la reina Isabel ¿Le suelto los perros?
nos echó la gran varilla ¿Lo saco con humo?
de aportar la mostacilla ¿Lo entierro? ¿Lo inhumo?
con que vino el loco aquel. ¿Lo mando a peinar?
Y examinando el punto,
concluye que el sombrero, en la calvicie,
no es un factor que dañe o beneficie:
el sombrero es neutral en este asunto.
Moraleja
Jamona Anoche en la
Ceremonia
Tercera: vi al Condés de Parapara,
y el Barón de Titiaronia
por poco se me declara.
Que si kermeses
todos los meses,
que si bebidas
en las comidas,
que si propinas
en las cantinas,
que si bombones
por carretones,
que si tostadas
por carretadas,
que si pastillas
por carretillas...
El Cardenal sostiene
que lo que hoy a la Virgen se le tiene
es una adoración desmesurada
y excesiva en vulgares oropeles,
que en vez de agradecida con sus fieles
debe ya tenerla fastidiada,
sobre todo en América Latina
donde es entre los fieles la rutina
“pegarse a la Virgen” para todo:
desde el que de casarse busca modo
hasta el que se le pierde una gallina.
Mefistófeles: Ante todo hay que Marquesa: pero, ¿qué milagro es éste?
arreglar ¿Cómo estás, perro con peste?
el precio de la cuestión: ¿Cómo te fue en El Dorado?
para que haiga2 operación
me debes tu alma entregar. Marqués: A vuestros pies, marquesita.
Fausto: Es el cariño
( llorando y tan traicionero
mascándose como el sombrero
las lágrimas) de Panamá;
la gente dice
que aunque se moje
nunca se encoge,
¡pero que va!
Salón estudio de un escritorio. Entre los estantes abrumados de libros, las paredes
atestadas de cuadros absurdos, las inevitables flechas goajiras, las toneladas de periódicos
viejos y demás utilería de que gustan rodearse los seres superiores, aparece él, trabajando
en una máquina de escribir. Su aspecto es el de un hombre fatigado, absorto, y que,
además, lleva largas horas fumando y sin lavarse. Teclea indecisamente una letra hoy y otra
mañana, y entre teclazo y teclazo abre largas pausas, durante las cuales se queda como
hipnotizado, fijos los desorbitados ojos en algún tornillito insignificante de la máquina. En
una de estas pausas entra ella, una criatura también superior, y de la que él asegura a sus
amigos que es la mujer más inteligente que ha conocido en su vida. Empieza la
ESCENA I
ELLA: ¡Hasta cuando escribes, caramba! Llevas más de dieciocho horas ahí sentado, sin
comer, sin hablar, dándoles vueltas a los ojos como un loco... ¡Fo, mi madre! ¡Que hedentina
a tabaco!... Déjame botar este cenicero, que ya está hasta el tope. (Va a hacerlo sin parar la
conversación). Y luego vas a acostarte a mi lado, y me paso toda la noche respirando ese
terrible olor a cobre de cornetín que te deja el tabaco. Mira como está ese cuarto de humo.
Parece que estamos en pleno Londres. ¡Fo, Dios mío!
EL: (con sorpresivo estallido de cohete): ¡Pero bueno, chica, cállate! ¡Que fastidio! ¡Déjame
trabajar¡... Pareces una pistola de repetición.
ELLA (lloriqueando): Yo te lo digo porque es domingo y tú me ofreciste salir conmigo.
EL: (conmovido): Si es verdad, mi amor. (se levanta). Arréglate, pues, y vamos a salir.
ELLA (reaccionando): ¿Salir a esta hora?... Ay chico, mejor es que termines tu trabajo. Yo no
quiero salir... Está haciendo mucho frío.
EL: Ah, bueno, entonces voy a salir yo solo. De todos modos tenía pensado dar una
vueltecita antes de acostarse.
ELLA: Si, naturalmente. Eso era lo que tú querías. Aprovechas la oportunidad por lo que te
dije para irte solo y dejarme aquí como una perra. Yo no te lo dije sino para probarte. Uuh,
uuh, buuuhh.
EL: Pero, mi amor, no llores. Fuiste tu misma quien dijo que no tenías ganas de salir; pero si
quieres salir, vístete y salgamos.
ELLA: No, no. Ahora no. Basta que tú expreses el deseo de irte solo para que yo no vaya. No
quiero estorbarte tus planes.
EL: Pero si yo no dije lo de irme solo porque no tenga gusto en salir contigo, sino como tú no
querías...
ELLA: No, no. Vete solo que yo me voy a acostar.
EL: Bueno, pues tampoco saldré yo y se acabó.
ELLA: Eso es. Te quedas para después sacarme en el primer pleito que tu eres un esclavo
mío, que te tengo amarrado a la pata de la cama y que no te dejo ni respirar.
EL: Eso es mentira, vieja. Si he resuelto quedarme es precisamente porque no quiero salir
sino contigo. Y porque, viéndolo bien, creo que tienes razón. Hace mucho frío. Nos
quedaremos aquí leyendo.
ELLA: Uhm, yo no tengo ganas de leer; yo lo que quiero es salir.
EL: Bueno, entonces saldremos.
ELLA (meditando): ¿Salir a esta hora? ¿Y no te parece que muy tarde? Son más de las
nueve.
EL: ¡Pero si a nosotros no nos están esperando en ninguna parte! Te vistes, vamos por ahí,
tomamos algo y volvemos a dormir.
ELLA (inesperadamente): Si hombre, me voy a vestir.
(El escenario queda solo. Un cigarrillo humea en el cenicero. Momentos después se
sienten los pasos de las parejas que baja las escaleras hacia la calle. Empieza él)
ACTO SEGUNDO
O
“YO SE QUE TE ESTORBO”
ACTO TERCERO
O
“AHI HAY UN HOMBRE, MI AMOR”
ELLA (medrosa, llamándolo bajito): ¡Mi amor!... ¡Mi amor!... ¡Mi amor!
EL (entre sueños): ¿Uhm?... ¿Uhm?... (Sigue roncando).
ELLA (insistente): ¡Mi amor!... ¡Mi amor!
EL (despertando atolondrado): ¿Uhm?... ¿Qué es?
ELLA: ¿Tú estás dormido, mi amor?
EL (molesto): ¡Pero bendito sea Dios!... ¡No! ¡No estoy durmiendo! Yo lo que estoy es
jugando a que estamos durmiendo!
ELLA: No te pongas bravo, mi amor. Es que tengo miedo. Yo siento como un curucuteando
por allá afuera. Levántate a ver, mi amor...
EL (resignado): Bueno, paciencia.
ELLA (súbita): ¡No!... ¡No prendas la luz!
EL: Y entonces, ¿cómo lo voy a ver? ¿Tú crees que yo soy familia de murciélago?
ELLA (aprensiva): Pero, ¿Y si él te ve a tí? ¿Y si carga una llave inglesa y te arregla?... Mejor
es que no vayas, mi amor.
EL (enérgico): Bueno, ¿voy o no voy?
ELLA: Bueno, ve; pero no prendas la luz.
(Efecto sonoro: Parte de la “Danza Macabra”, de Saint Saenz, imitativa del andar de
los fantasmas. Inesperadamente se produce, en pleno escenario, una formidable
catástrofe de vidrios rotos.)
EL (con estrépito): ¡Aaayyy!
ELLA (idem): ¡Ay, lo arregló el hombre! ¿Qué fue, mi amor? ¿Lo agarraste?
EL (no responde, sigue quejándose)
ELLA: ¡Pero, contesta, Romualdo Antonio! ¿Qué fue?
EL (quejándose): ¡Ay, uuhmm..., uuhmm! Prende la luz... ¡Uuhmmm!... Me caí con el rabo...
Me caí con el rabo...
ELLA: Pero, ¿qué rabo? ¿Qué rabo es ese, mi amor? ¿Tú tienes algún rabo?
EL: ¡El rabo del mecedor! ¡Mira la patada que le dí! ¡Ay, ay! (Exasperado). ¡Pero acaba de
prender la luz!
(Se enciende la luz del escenario. Y allí aparece él, en piyama, con una fachada
lamentable y como anidado en medio de un reguero de muebles en desorden y de
los restos de una romanilla que acaba de venirse abajo. Casi simultáneamente con la
llegada de la luz, entra ella. Lleva un salto de cama con su inevitable dragón en la
espalda.)
ELLA (pasmada, con alarma): ¡ Ay, Dios mío!... ¡Mira como esguañangaste la romanilla!...
¡Ay mi ma-!... (Transición de burla disimulada. Con marcada ironía). Pero, mi amor, ¿tú eres
loco?... ¿Cómo se te ocurre ponerte a darle patadas a los mecedores a esta hora? Vamos a
ver: ¿qué vas a sacar con eso?
EL (gimiendo y furioso): Ah, ¿pero de ñapa me vas a venir con ese chicle ahora? ¡Vete a
dormir, chica, vete! ¡Déjame solo con mi dolor! Como un perro. Porque eso es lo que soy en
esta casa: un perro, ¡un perro a la izquierda!
ELLA: Perro a la izquierda no, mi amor: ¡cero a la izquierda!
EL (violento): ¡Déjame terminar! (Terminando en el tono anterior) al que no se le atiende ni
cuando está herido!
ELLA (molesta): ¡Pero si yo no estoy haciendo nada!... No seas injusto, Romualdo Antonio.
(Rompe a llorar) ¡Es que cada vez que tú te levantas a ver si hay un ladrón, tenemos que
amanecer comprando corotos nuevos!... ¿No ves que te levantas de mala gana?
EL (tratando de calmarla): ¡Pero mi amor!
ELLA (llorando más): ¡Qué desgraciada he sido en mi matrimonio!... Todas las mujeres
tienen un marido que se levante a buscar ladrones, menos yo. (Crece su llanto).
(Se oyen unos golpes fortísimos y urgentes en la puerta de la calle)
VOZARRON (con los golpes, afuera): ¡Los pasajeros pa’ Barquisimeto!
EL (por ella y luego por la voz): Pero, mi amor ¡yo te juro que... (Explosivo). Aquí no hay
ningunos pasajeros, está equivocado!
(Se despierta el bebé en la habitación contigua, dejando oír unos berridos de
pronóstico).
ELLA (brava): ¿No ves?... Eso es lo que tú querías. ¡Ya despertaste al muchacho!... ¿No ves
que tú eres el que se va a echar esa capuchina ahora? ¿No ves? (Sigue llorando).
(Vuelve a sonar el portón, todavía más fuerte, y el bebé continúa berreando).
VOZARRON: ¿Qué hubo, pues? ¡Esos pasajeros!
ELLA (por el niño): Ya va, mi amor; ya yo le voy a llevar su teterito.
VOZARRON (con extrañeza): ¡Cómo! ¿Cómo es el golpe?
EL (por uno y por otro, sin saber a quien hablarle primero): ¡Que no es aquí!... (a ella, en el
mismo tono). ¿Cómo le vas a dar tetero a esta hora a ese muchacho?
VOZARRON: Pero, ¿y esta no es la esquina de Miguelacho?
EL: ¡Sí es! ¡Sí es, pero aquí no es!...
(Suena el teléfono).
VOZARRON (coincidiendo con el timbrazo): ¿Cómo dice?
EL (por el timbrazo): Ahora está sonando el teléfono... ¡Yo no voy a contestar a esta hora!
VOZARRON (exasperadamente): ¿Entonces a qué hora vengo a preguntar?
(El bebé llega al clímax de los berridos coincidiendo éstos con la pregunta que ha
hecho el vozarrón).
ELLA (desde dentro): Mi amor, cárgalo un ratico para que se calle, mientras le hago el
tetero!
EL (en el colmo): ¡Yo no voy a cargar nada!
VOZARRON (con furia): ¿Y entonces, pa’ que pidieron el carro?
EL (lanzando un berrido): ¡Yo no aguanto más esta mecha! ¡Yo me voy pa’ Barquisimeto!
¡Espéreme, señor, que aquí hay un pasajero! ¡Espéreme! ¡Espéreme!
TELON ULTRARRAPIDO
LAS RATAS VAN AL CINE
Yo admiro a Los Teques se convierte en guasa,
con toda mi alma: pues allí se queda
me gusta su clima, como hipnotizada
su gente me encanta, haciendo equilibrios
amo al teque-teque sobre la muchacha,
de pequeñas patas, mientras los guasones
y en los arrocitos entre carcajadas
y demás parrandas, le gritan - Ay, niña,
comiendo tequeños ¿Tas encandilada?
ninguno me gana.
Pero que no venga
Pero de Los Teques nadie a rescatarla,
lo que más me agrada porque en un segundo
es que ésa es la tierra se viene en picada,
de las cosas raras: haciendo que corran
entierros sonoros, hasta las butacas.
mujeres con barbas,
gallinas que ponen ¡Ratas en el cine!
sin gallo ni nada ¡Qué cosa tan rara!
y, en fin, un torrente ¿Qué tiene con ellas
de cosas extrañas que ver la pantalla?
que nunca termina, ¿Será que en el fondo
que nunca se acaba. se sienten Silvanas?
A veces la bicha
trepa la pantalla
y entonces la cosa
LLUVIAS
Han llegado las lluvias. Muchos recuerdos gratos
vienen a mi memoria cuando comienza a llover:
mis tardes en la escuela, mis primeros zapatos,
mis primeros amigos, los que no he vuelto a ver...
¡Infelices autores!
- piensa entonces usted - ¡Pobres muchachos!
¡Suponer que son ellos los maletas
cuando en verdad el público es el malo!
¿Que escriben esperpentos que espeluznan
con su cursi retórica de tango
y con sus personajes que no pueden
hablar si no es llorando?
Del autor del libreto no es la culpa:
el culpable es el público de radio
que, según dicen ellos, se disgusta
cuando no se le sirven mamarrachos.
Julieta: Amor mío, aquí estoy El Autor: Y así fue como al doncel
yo; le llegó, por fin, su día,
tiende, pues, tu leve escala pues salió de cacería
y pasa para la sala, y al que cazaron fue a el.
que el viejo ya se acostó.
ACTO IV
Móntate por esa mata,
pero agárrate, querido, Julieta: Con su trino siempre
mira que yo me suicido triste
si te quiebras una pata. ya canta la alondra afuera.
Márchate con tu escalera
Romeo: ¡Pues allá voy, vive Dios; por donde mismo viniste.
pero antes sabedlo, amada,
si me doy una matada Romeo: ¿Por qué, si ya soy tu esposo,
la culpa será de vos! no he de salir por la puerta?
Esto te va a provocar
tanto sueño, hijita mía,
LOS APAGONES
Hoy quiero, en un galerón, Cesa al fin el apagón
relatarles lo que pasa y al prenderse los bombillos,
cada vez que en una casa un ¡viva! dan los chiquillos
se produce un apagón. (y algún que otro grandulón...)
Y usted, que aunque cuarentón
La primera precaución es ingenuo todavía,
es ver si hay luz en la calle, mientras acuesta a la cría
y observado ese detalle le adelanta a su mujer:
lo segundo es dar un grito - ¡Mañana al amanecer
diciéndole al muchachito demando a la compañía!
que se acueste y que se calle.
Ya puesta en el comedor
o en algún cuarto la vela,
lo que sigue es una pela
de las de marca mayor.
Pues el niño un tenedor
pone en ella a calentar,
simulando no escuchar
la voz que dice impaciente:
- Deje la vela, Vicente,
porque lo voy a pelar...
LOS CAZADORES DE MUCHACHITAS
Cuando una de estas jóvenes que interrumpen ¿No ves que allá en Tucacas la espera su
un día papá?”...
su curso de “Inglés Básico” y mecanografía
para entrar en el mundo de los que “tienen
modo” Y así, cada domingo, cada fin de semana
con un joven decente que “compró carro y sale de nuevos ricos la alegre caravana
todo”. a recorrer los campos buscando muchachitas
como quien busca lapas o picures o arditas.
Cuando una de estas jóvenes, por haberse Se pasan un gran día de monte, y al regreso
casado junto con el cochino, las cachapas y el queso,
con doctor, ya figura entre lo más granado, se traen a una idiota marcada de viruelas
lo primero que aprende es a hablar del suplicio que se estrenó ese día sus primeras chinelas.
que es hoy día en Caracas la cuestión del
servicio... Y ya tiene otra misia quien le haga los
mandados
y a quien matar a palos y a quien darle
“Con lo pésimo - dicen - que está el servicio sobrados
ahora, y a quien pelarle el coco y a quien hacerle
nadie sabe el trabajo que pasa una señora. odioso
La última que tuve fue una negra tuyera ¡todo lo que en la vida pudiera ser hermoso!
y ¡ay, mijita!. te digo que aquello era una fiera.
UNA DAMA (a la mamá de la niñita): ¡Ay, pero que bien toca! ¿Cómo se llama eso que
estaba tocando?
LA SEÑORA: Ay, ¿no lo conocía? Eso se llama piano.
UN CABALLERO: ¡Por Dios, señora!... Mi esposa se refiere a la melodía...
LA SEÑORA: Pues es un nocturno clásico. Una melodía que tiene más de cien años.
LA DAMA: ¡Ah, con razón suena tan mal! Figúrese, una cosa tan vieja tiene que haberse
echado a perder en tanto tiempo.
EL CABALLERO: Y dígame, señora, ¿cuánto pagaron ustedes por ese piano?
LA SEÑORA: Doce mil bolívares.
LA DAMA: ¡Doce mil bolívares!... ¡Pero eso está botado, señora!
EL CABALLERO: ¡Hum! A mí lo que me parece que está botado son los dice mil
bolívares...
LA SEÑORA: ¿Cómo dijo?
EL CABALLERO: Aquí... que sí, que está barato... Que solamente la niñita vale los doce
mil bolívares... Porque esos pianos los venden con niñita y todo ¿verdad?
LA SEÑORA: ¡Cómo...!
LA DAMA: Que... quiere decir que la niñita vale un tesoro, que toca divinamente.
LA SEÑORA: ¡Ay, que amable!... Y eso que ustedes no la han oído tocando cuatro.
EL CABALLERO: ¿Cómo? ¿Tocando cuatro pianos? ¡Si con uno toca tan mal, como será
ese zaperoco con tres más!
(En ese momento termina el concierto. Todos aplauden con robusto entusiasmo).
LA SEÑORA (yendo muy relamida hacia la niñita): ¡ay, que éxito te has anotado,
Triquinia! ¡Escucha esos aplausos! ¡Vas a tener que tocarles otra cosa!
TODOS: ¡No, no, la pistola! ¡Socorro, socorro!
LA SEÑORA: ¿Cómo que no? Pero y entonces, ¿Por qué aplauden, pues?
EL CABALLERO: Es que usted está tomando el rábano por las hojas, señora. Nosotros no
estamos aplaudiendo para que toque otra vez, sino porque ya terminó de tocar.
TELON RAPIDO
NIÑOS CON CRESPOS
Leo en una revista que en Italia y en Francia
- dos países que orientan la mundial elegancia
reviviendo está ahora, tras lustros de letargo,
la moda de los niños con el cabello largo.
Pero no las niñitas, los muchachos varones,
que como a los infantes de tiempos antañones
volverán a peinarles sus queridas mamás
rulitos y melenas y bucles y demás.
Tratar de despertar a uno que tiene una Pava tradicional. Ha caído en desuso desde
pesadilla, llamándolo por un nombre que no que se descubrió que tratando de despertar a
es el suyo, por creer que si se le llama por su una persona por ese sistema, lo que casi
propio nombre se vuelve loco. siempre se logra es que el que se despierte
sea el vecino de al lado.
Creer que el caldo alimenta mucho porque Pava ingenua. Por su inofensividad puede
uno suda tomándoselo. catalogársela en la categoría de pava menor,
denominada también pichón de pava.
Contestar uno las cosas que se le dicen a un Pava de alta explosividad. Lamentamos no
recién nacido, haciendo uno las veces de poder dar la clasificación exacta, porque el
recién nacido.. tratar de calibrarla en su valor justo, se
reventó el aparato.
No decir que uno tiene hambre, sino tengo Pava simple, sólo cultivada por los que
fatiga. podríamos llamar los primitivos de la pava.
Las mamás de cura que le dicen padre a su Pava compuesta, cuyas irradiaciones llegan a
propio hijo y le piden la bendición en el veces a alcanzar a toda la familia, incluyendo
mismo momento que el cura se la pide a a las sobrinitas del sacerdote en cuestión,
ellas. que en ese caso se ven obligadas a pedirle la
bendición, diciéndole: “La bendición, tío
padre”.
Llevarle de regalo a la novia el ida de la visita Pava antigua. Hoy en ida ya no la cultivan
un paquete de dulces de pasta y volver por la sino algunos coleccionistas.
mañana antes de irse al trabajo a preguntarle
si no le guardó uno.
Decir “Voy a poner un telegrama” cuando Pava cochina. ¡Fó, fó!
uno va para el baño.
Nombrar por una sola pieza cosas que Por su evidente propensión a economizar
normalmente se presentan por pares, como, zapatos, puede clasificarse en la categoría de
por ejemplo: “¿Ese zapato? Ese es un pava económica.
zapato muy fino.”
Los enfermos que explican su enfermedad Pava deportiva.
diciendo que sienten como si les subiera y les
bajara una pelota.
PUEBLO Y MAS PUEBLO
Salvo algún chisme - siempre una bobada -
que muy de tarde en tarde lo recorre
y en su fastidio apenas lo socorre,
en este pueblo nunca pasa nada.
a-c-o-m-ó-d-e-n-s-e
p-a-r-a q-u-e b-r-i-n-q-u-e-n
c-o-n e-s-t-e s-e-n-s-a-c-i-o-n-a-l
DRAMA DE
P-A-S-I-O-N
Sale un descarnado morfinómano metiéndole la cabeza por el cogote a una mujer vestida
de suaré.
EL: Ya no puedo más. No me importan las fronteras sociales que nos separan. Déjame
morderte el cerebro.
ELLA: No, tú eres el marido de mi mejor amiga. No me toques.
Se esfuma este cuadro y sale otro rincón del cabaret, en el que el morfinómano y la
catira aparecen enclinchados en un beso con rasjuñitos en la espalda, mientras el locutor
continúa:
- Momentos de amor y de intensa poesía.
La “intensa poesía” se la da a la escena la llegada de otra tercia, una narizona con ese
pelero parado y una impresionante cara de mula con sueño, que coge una botella por el
pico, la rompe contra una mesa de mármol y yéndosele encima a la catira le acuña como
veinte cortadas. Luego, al verla huir chorreando sangre y con el traje desgarrado, le
advierte, encañonándola todavía con el pico de la botella:
- Y que no te güerva yo a ver sonsacándome el macho, porque entonces si es
verdad que te la meto por la barriga y le doy güerta adentro.
LOCUTOR: Además, debut de los famosos cómicos del cine mexicano Tequiche y Caliche,
quienes harán las delicias del público con su fino humorismo.
Aparecen Tequiche y Caliche cayéndose de borrachos.
CALICHE: Oiga, mi Tequi, ¿Sabe que un tío mío acostumbra bañar a sus gallinas todos los
días?
TEQUICHE: Pos, ¿y eso para qué?
CALICHE: Diz que para que los huevos le salgan pasados por agua.
UN AGENTE DE INVESTIGACION QUE ESTA EN GALERIA: ¡Ja, ja, ja, ja!
Si él me dice en un principio:
“Mira, Pedro, ven acá,
yo vengo a tal y tal cosa,
pero y tal y tal y tal”,
pues entonces, qué carrizo,
¿pero así? ¡No oh, que vá!