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LA VIÑA DE NABOT

1 Reyes 21:1-10

Esta historia trata de 3 personas:

Esta es una historia poca conocida del A.T

Nabot no era un líder político, ni líder religioso en su ciudad, ni siquiera era un empresario.

Nabot era sencillamente un campesino, una persona normal y corriente. Que como única
virtud o especialidad aparente era que tenia un trozo de tierra, una viña muy cerca del rey
Acab.

Ahora bien, como segundo personaje tenemos al rey Acab y fue una de los reyes de Israel, mas
perversos de toda su historia, fue un rey que sumió a Israel en una de las épocas mas oscuras
espiritualmente hablando, el quito a adoración al verdadero Dios y instituyo adoración pagana
con altares idolátricos adivinos, al servicio del pueblo, sacrificios a todo tipo de dioses paganos
y sumió a Israel en una de las épocas mas oscuras de toda la historia.

Pero claro él no estaba solo, él era impulsado por una señora mujer una tal llamada Jezabel,
una sacerdotisa de Baal.

Este rey al ver la viña que este campesino tenia, va para que se la venda y quiere hacer
negocios con el para poner un cultivo de lentejas, pero lo que Acab no sabia era que este
campesino le iba a decir, GUARDEME GEHOVA DE QUE YO TE VENDA A TI LA HEREDAD DE PIS
PADRES.

Ahora bien en el A.T Dios había establecido por ley que ciertos terrenos de tierras eran
intransferibles, ósea que no se podían comprar ni vender porque pertenecían a familias y Dios
lo había establecido así para que estos terrenos fuera como una seguro de vidas, para que las
familias siempre tuviesen que comer y que ningún familiar lo jugase jugando a las cartas o lo
vendiese y que luego la familia quedase desprotegida, por lo tanto lo que Nabot respondió
Asia el rey lo hacía por honra a sus padres, por protección de sus hijos que la iban a heredar y
sobre todo por obediencia a la ley de Dios.

Esta historia que parece muy significante, que al parecer que no tiene ninguna relevancia en la
historia de Israel, pero que el Espíritu Santo creyó que el ejemplo de Nabot era tan desafiante
que requería un espacio en el Libro eterno.

NABOT FUE UN HOMBRE QUE LEVANTO Y DIJO, MI VIÑA NO SE VENDE…


Y todos nosotros somos como Nabot , y al igual que a Nabot Dios nos a dado a cada uno una
viña, un heredad, una herencia. Esa viña puede ser más grande o más pequeña pero cada una
de nosotros tenemos una viña.

Esa viña representa el ámbito de responsabilidad que Dios a dejado bajo tu cuidado, es decir,
cualquier cosa que Dios halla puesto en tus manos y te haya dicho, cuídalo bien, tu viña puede
ser tu familia, tu esposa, tu esposo o tus hijos, tu viña puede ser tu ministerio, puede ser tus
talentos, puede ser los dones que Dios te a dado, tu viña puede ser hasta tu cuerpo, puede ser
tu negocio, tu empresa, o incluso tu viña puede ser tu economía, o permíteme decirte, tu vina
puede ser nuestra Iglesia local, tu viña puede ser tu grupo de altar, puede ser tu vecindario,
cualquier cosa que Dios te halla dado y te haya dicho cuídalo bien. Pero tengo una noticia para
ti iglesia, Acab le ha echado un ojo a tu viña, Acab representa el sistema del mundo y este ha
visto tu viña y ha visto que tiene valor y te quiere ofrecer un negocio. Quiere comprarte la viña
aparentemente por algo que merece la pena, pero sabes que, es una trampa porque al
principio te dará mucho placer te hará sentir bien pero después quedaras pobre, quedaras
totalmente descubierto y si te mantienes firme y no vendes tu viña y aunque Jezabel que
representa el sistema del infierno de levantara en contra de ti con todas sus fuerzas y aun
intentarte matar, porque, porque Jezabel no se siente incomoda con aquellos que van siempre
a la iglesia, no dicen palabrotas, o nos ponemos la corbata al Coello, sino que se siente
nerviosa ante un hombre o una mujer que NO SE VENDEN.

Y Dios está esperando que en medio de este tiempo cambiante donde quieren hacernos creer
que como iglesia tenemos que aceptar todas las tendencias sociales, y sexuales de nuestra
sociedad, que no es necesario hacer cosas raras. En este tiempo Dios está esperando que nos
levantemos hombres y mujeres con el espíritu de Nabot y diga, MI VIÑA NO SE VENDE,

MI VIÑA NO SE VENDE, no acepto negociación, lo que Dios me a dado sea lo que sea lo cuidare
hasta la muerte.

Ahora bien si aquí en esta historia si Acab pretende negociar con Nabot por su viña, es porque
el cree que esta viña tiene un precio, ahora te pregunto a ti , cuanto vale tu viña?

Las pequeñas zorras: La experiencia me dice que nadie destruye su relación de la noche a la
mañana, es un proceso de descuido. El poema de Cantar de los Cantares usa una metáfora
para describir cómo los pequeños descuidos pueden minar poco a poco una relación. Las
pequeñas zorras están arruinando las viñas. Atrápalas; pues los viñedos están en flor. Cantar
de los Cantares 2:15 Me llama la atención que el autor advierte que el peligro para las viñas no
son las grandes bestias salvajes, sino las pequeñas zorras. Honestamente, necesité la ayuda de
un campesino para entender esta metáfora, ya que mi lógica me hacía creer que hay más
peligro en los grandes depredadores que en las pequeñas alimañas. Sin embargo, el campesino
me explicó que todo labrador cerca sus viñedos con vallados que son efectivos para impedir el
acceso a las grandes bestias, pero que es inevitable que todo muro tenga algún pequeño
agujero a través del cual pueden acceder las pequeñas zorras. El labrador tiene que hacer un
gran esfuerzo para detectar esos agujeros en la cerca de protección y sellarlos lo antes posible.
Además, el campesino me explicó que, cuando un animal grande entra a un viñedo, es lo
suficientemente alto como para arrancar el fruto directamente de la vid y devorarlo, sin
embargo, las pequeñas zorras, al no alcanzar el fruto, comienzan a mordisquear el tronco de la
vid hasta que se debilita y la vid termina inclinándose. De esta manera, devoran el fruto, pero
además inhabilitan la vid para producir más fruto en el futuro, lo que convierte a esas
pequeñas alimañas en un peligro mayor para la viña. Esta metáfora nos recuerda que no son
las grandes bestias a las que hay que temer, como una gran tragedia que arrasa con la relación
en un momento. Aunque conocemos historias de matrimonios que no pudieron resistir la
muerte de un hijo o la quiebra de su economía, esta metáfora nos advierte que el peligro más
probable son esas pequeñas zorras que pasan inadvertidas y van marchitando la relación poco
a poco, en un proceso lento, pero devastador. Por eso el autor del poema grita: «Atrapen a
esas pequeñas zorras antes de que estropeen el fruto de la viña».

Y así como Salomón compró las mejores yeguas de Egipto, quiso comprar también a la
Sulamita. La trajo a su palacio y la incluyó en su harem de mujeres; la colmó de regalos y le
prometió hacerla reina. Todas las mujeres del harem alababan las virtudes del rey e insistían a
la Sulamita para que aceptase esa gran oferta. Convertirse en su esposa era la oportunidad de
su vida y además beneficiaría a toda su familia con el pago de la dote y la posición social. Sin
embargo, desde el principio fue evidente que la joven estaba enamorada del pastor, tan
enamorada de él que las mujeres del harem la preguntaban: «¿En qué aventaja tu amado a
otros hombres?» (5:9) y ella les respondía con contundencia: «Mi amado es … el mejor entre
diez mil» (5:10). Varias veces confrontó a las mujeres de Salomón, que le insistían para que se
entregase al rey, diciéndoles: «No despertarán… el amor hasta que quiera» (2:7 RVA 2015), en
otras palabras, no obliguéis al amor a surgir. Su corazón estaba exclusivamente reservado para
el pastor sin corona. Más impresionante es leer cómo la Sulamita rechazaba una y otra vez la
proposición del rey diciéndole: «Yo soy de mi amado y mi amado es mío» (6:3). Este rechazo
rotundo no fue inmediatamente aceptado por Salomón, quien le insistía con todas sus armas
de cortejo. Pero ella era fiel a su amado pastor. Lo amaba con un amor tan inquebrantable que
Salomón no pudo hacer otra cosa que dejarla ir a las montañas al encuentro de su amado,
quedando sorprendido por la fuerza de su amor.

Mi viña no se vende:

Hacia el final del poema, en el capítulo 8, la Sulamita hace una declaración desafiante al rey
Salomón, que estaba acostumbrado a comprarlo todo con dinero, diciéndole: «Yo soy la dueña
de mi viña y yo decido a quién dársela, quédate con las mil monedas de plata», hablando
metafóricamente de su sexualidad. Y añade: «Si un hombre trata de comprar amor con toda su
fortuna, su oferta será totalmente rechazada». Ni toda la gloria que poseía el rey Salomón
pudo convencer a la joven campesina para que se entregara a él, porque ella ya había decidido
a quién se iba a entregar. La Sulamita dijo «no» a la oferta del hombre más poderoso del
momento. Ella era la dueña de su propia viña. Su viña no se podía comprar, porque su viña no
estaba en venta. Su viña no tenía precio, porque su viña era invaluable. Ella decidía a quién se
la iba a entregar voluntariamente. El hombre que compró mil mujeres no pudo comprarla a
ella. Y eso la hacía muy especial. Hoy en día, es común escuchar el refrán: «Todo el mundo
tiene un precio», a lo que algunos orgullosamente contestan: «Tú no puedes pagar lo que yo
valgo». Pero si tu cuerpo, tus caricias o tus besos tienen un precio, aunque sea un precio muy
alto, es cuando empiezan a devaluarse. Ten por seguro que, si te pones un precio, tendrás que
soportar que los demás crean que pueden negociarlo contigo. Pero Dios honró a esta mujer en
su libro sagrado porque ella no puso precio a su amor. Su amor no estaba en venta, no
dependía de la riqueza, el poder o la fama que podía obtener del mejor comprador.
Esta joven no aceptaba ofertas. Ella se entregó al pastor como un regalo y no se vendía porque
ya no se pertenecía. Que venga [su amado] a su huerto y coma su fruto más exquisito. Cantar
de los Cantares 4:12-13, 16 Ella era un huerto privado, cerrado con una llave que solo poseía
un hombre. Ella era un paraíso escondido que solo sería descubierto por los ojos de su esposo.
Ella era un manantial reservado para saciar a su amado. Ella poseía todo tipo de frutos y
especias exóticas que solo serían probadas por su amante. Eso la hizo deseable para Salomón.
Porque el valor de un tesoro radica en su exclusividad. Y aunque el rey tenía mucho oro, tierras
y posesiones, ese pastor era más rico que el rey porque la tenía a ella. Y ella lo tenía a él.
Exclusivamente.

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