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Universidad Pedagógica Nacional

Leidy Joanna Ramírez Gaona

Brenda Ardila Velásquez

Seminario de Pedagogía y Didáctica II

LOS PROFESORES DE CIENCIAS COMO PROFESORES DE LENGUAJE

La relación tan intensa entre pensamiento y lenguaje hace que sean mutuamente
dependientes: el lenguaje ayuda a construir modelos científicos más elaborados y éstos
ayudan a configurar un lenguaje más preciso (Bargallo, 2005).

Enseñar y aprender es, básicamente, un proceso de comunicación entre el alumnado y el


profesorado y entre los mismos estudiantes (Sanmartí, 2002). Muchas veces se piensa que
las personas “aprendemos” un determinado conocimiento y posteriormente lo
expresamos a través de palabras, y que de hecho “conocer” y “hablar” son dos procesos
bien diferenciados, pues a veces el profesor es un experto dando conocimiento aceptado
para que los estudiantes lo reciban, y en ese caso él o ella está funcionando como un
transmisor. Sin embargo, el lenguaje juega un papel esencial en el proceso de
construcción de las ideas, ya que es el medio a través del cual se regula dicha
construcción, debido a que usar el lenguaje de una manera interpretativa, permite
entonces tener presente que no podemos pensar en el profesor sólo como un gestor, sino
también como una guía hacia mundos mentales que son nuevos para los estudiantes y
que alguna vez fueron totalmente nuevos para la humanidad.

Por tanto, el lenguaje científico en el proceso de aprender ciencias se tiene como idea en
aprender nuevas palabras, nuevas estructuras gramaticales, es decir, es como aprender
otro idioma. Y para ello se debe hablar, leer y escribir. La naturaleza de los fenómenos que
trata la ciencia hace que el lenguaje cotidiano sea insuficiente para representarlos. Por eso
la comunidad científica se comunica utilizando un lenguaje altamente especializado “el
lenguaje de la ciencia” que incluye, además de palabras, gráficos, mapas, símbolos
matemáticos, ecuaciones, etc. Sin embargo, la idea de los estudiantes acerca de que el
descubrimiento es un proceso simple y el lenguaje es sólo un medio para contar lo nuevo
es inadecuada, puesto que la educación científica debería orientarse a ayudar a los
estudiantes a recuperar algunas de las luchas pasadas y a oír las voces auténticas de
aquéllos que participaron en el proceso de formular una nueva forma de pensar y actuar.
Pues es así como los estudiantes todavía pueden adquirir una imagen distorsionada de la
ciencia como actividad y de la ciencia como cuerpo de conocimiento, a menos que se
preste atención a la manera cómo cambia el lenguaje a medida que la ciencia crece. Por
ejemplo, se puede tomar la historia del “viaje en el pensamiento” de Charles Darwin sobre
los cambios que se han producido en las rocas y en los seres vivos.

Por consiguiente, una de las finalidades de la enseñanza de las ciencias es desarrollar


competencias que posibiliten a nuestros alumnos seguir modificando y adquiriendo
nuevos conocimientos a lo largo de la vida. Estas competencias están muy relacionadas
con la lectura autónoma y significativa de textos, teniendo en cuenta que la lectura es un
proceso fundamental en el aprendizaje de las ciencias, puesto que no sólo es uno de los
recursos más utilizados durante la vida escolar, sino que puede convertirse en el
instrumento fundamental a partir del cual se puede seguir aprendiendo a lo largo de toda
la vida.

Asimismo, los profesores de ciencias no han tenido demasiada conciencia en la necesidad


de promover el desarrollo de las capacidades asociadas a dichas habilidades (leer textos
científicos). Al mismo tiempo, los estudiantes tienen que llegar a comprender que las
ciencias son explicaciones elaboradas con esfuerzo, a partir de observaciones y de pensar
sobre ellas. De alguna manera, el profesor de ciencias es también profesor de lengua, ya
que tiene que promover en la clase un buen conocimiento del lenguaje propio de la
ciencia. Ello exige plantear actividades orientadas a este aprendizaje, que ayuden a los
alumnos a tomar conciencia mejorando sus formas de hablar, escribir y leer.

En definitiva, el cambio progresivo en la forma de pensar de los alumnos se propicia en el


contexto social de la clase de ciencias, mediante diálogos constructivos con los
compañeros y con el propio profesor. Este ambiente dialógico facilita que los estudiantes
tengan oportunidades de hacer preguntas, de analizar y evaluar distintas formas de
pensamiento, reconociendo los elementos de su lógica, así como su grado de fortaleza y
sus limitaciones.

De acuerdo con lo anterior, el aprendizaje de la ciencia es un proceso social construido en


el que pensamiento y lenguaje se desarrollan de forma paralela con un refuerzo mutuo.
Los alumnos no solo necesitan conocer un vocabulario específico, sino que además deben
ser capaces de establecer relaciones de significados entre los nuevos términos que
aprenden. También deben saber debatir, razonar y argumentar científicamente con sus
compañeros y con el profesor.

Por último, cabe destacar el aprendizaje en la química, pues en ella se usan símbolos
(ecuaciones químicas y fórmulas matemáticas), tablas y gráficas, así como ciertas
representaciones correspondientes a distintos modelos de la química. Este lenguaje añade
nuevas barreras para los alumnos en la comprensión y la comunicación de esta disciplina,
en donde el papel del profesor de química, también como profesor de lenguaje, se
manifiesta esencial a la hora de facilitar y ayudar a los alumnos el aprendizaje de los
conocimientos científicos.

Bibliografía

 Sutton, C. (2003). Los profesores de ciencias como profesores de lenguaje.


Enseñanza de las ciencias: revista de investigación y experiencias didácticas,
2003, Vol. 21, n.º 1, pp. 21-25.
 Bargallo, M. (2005). Aprender ciencias a través del lenguaje. Educar.
Universidad autónoma de Barcelona.

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