Los extremos nunca son buenos, ni por el lado de la escasez ni por el
del exceso. En el ámbito de la información pasa lo mismo. Lo mejor es el punto de equilibrio. Tener la información necesaria acerca de un asunto o tarea que debemos desempeñar pero no caer en el exceso o sobreinformación porque nos generará estrés y no podremos filtrar con criterio.
¿Qué es la infoxicación?
Estar permanentemente conectados y con acceso a cualquier
información disponible, ha generado en ocasiones, el efecto contrario al deseado y es que tener información es muy positivo pero cuando esta está en exceso, podemos caer en niveles de estrés realmente muy elevados.
Tener mucha, diversa y diferente información sobre algo es positivo
pero cuando es en exceso, aparece lo que se conoce como infoxicación y es que caemos en una real y auténtica intoxicación de información. ¿Y qué ocurre cuando nos intoxicamos de algo? Que enfermamos y no podemos actuar con racionalidad ni buena salud.
Si estamos sobreinformados nuestro cerebro va a colapsar, no sabremos
qué información elegir, afectará a nuestra falta de concentración llegando a causarnos trastornos tan importantes como el desánimo, la apatía, la fatiga y por supuesto, la falta y pérdida de productividad. ¿Por qué ocurre esto? Podría parecer que tener información extra y de sobra no es algo negativo porque cada uno elige lo que consumir, cómo y de qué manera pero realmente no es así. Queremos leerlo todo, saberlo todo y consultar cuanto más mejor para estar mejor abastecidos. Esto a los niveles en los que nos movemos hoy de información e inputs es imposible y nos llevará la insatisfacción y creer que no somos válidos, que no llegamos.
Si quieres detectar si estás padeciendo los efectos del exceso de
información una de las pruebas más fáciles es fijarte si lees todo rápido, si la información que consumes por algún motivo no capta tu atención plena y lees en “diagonal”, rápido y sin entender realmente lo que estás leyendo.
Gestión saludable de la información
Todo te aporta información: el ordenador, el móvil, la televisión….
¿Cómo hacer para que no nos supere y no nos intoxique?
Ante todo, aprendiendo a hacer selección de la información que
consumimos. No todo vale, no todo nos sirve y por supuesto, no todo es útil. Dependiendo de para qué lo vayamos a usar, tenemos que filtrar qué tipo de información queremos recibir, desde qué medio y hasta qué nivel le vamos a dar fiabilidad.
Priorizando aquello que queremos leer y consumir a nivel información.
Hay lugares de referencia según lo que necesitemos consumir o saber, así que tenlos siempre presente y quédate con ellos en lugar de buscar nuevos lugares cada vez. Céntrate y pon foco en aquello que realmente te interesa y deja de estar “picando” aquí y allí. No es saludable y no te aportará más que saturación y no saber con qué quedarte.
Y por supuesto, aprende a filtrar, a hacer una selección saludable de la
información que recibes y haz cribas potentes para quedarte lo que realmente es útil, importante y te va a ayudar a ir más lejos y también más rápido.
La información hay que tenerla pero por supuesto, también saber usarla. Y recuerda, todo siempre en su justa medida.
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