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Campos

May 2014

PRESCRIPCIÓN E INEFICACIA
REPRESENTATIVA

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Available at: http://works.bepress.com/ricardo_geldres/5


PRESCRIPCIÓN E INEFICACIA REPRESENTATIVA
A propósito de La Casación N° 1227-2012

Ricardo Geldres Campos (∗)

Contenido: Premisa 1. Fundamento y funcionamiento de la prescripción 2. La prescripción extingue


¿la acción o el derecho? 3. El plazo de prescripción en la ineficacia representativa 4. Nuestra
postura

A comienzos del presente año, me llamo la atención sobremanera una noticia difundida en los
medios de comunicación, la misma que me animo a escribir algunas líneas sobre el particular.
En efecto, la mencionada noticia aludía a una pareja de esposos de ascendencia japonesa que se
dio con la sorpresa que la vivienda donde estuvieron residiendo por más de 50 años, había sido
vendida por un sujeto que falsificó una carta de poder y haciéndose pasar como representante de
la mencionada pareja vendió el inmueble a un tercero. Lo peculiar de esta noticia es que el
poder había traspasado las fronteras, en el sentido de que el mismo había sido extendido por el
Consulado del Perú en Nueva York. Toda esta artimaña, refieren los noticieros y periódicos,
había sido preparada por una banda de peruanos que opera desde Estados Unidos.

Desconocemos la situación jurídica del presente caso, no obstante es fácil imaginarse que el
abogado de esta pareja de esposos interpuso una demanda de ineficacia de acto jurídico1 o tal
vez de nulidad. Es por todos conocidos que este tipo de problemas no es algo reciente, sino que
la misma ya es una práctica difundida entre algunos sujetos inescrupulosos con el único afán de
apropiarse de inmuebles de forma ilegal.

Justamente en estas situaciones donde nuestras instituciones jurídicas deben jugar un rol
preponderante, evitando este tipo de estafas. Una de estas instituciones es el Poder Judicial. En
efecto, ante este tipo de conflictos, aquel debería tomar decisiones acorde a derecho, buscando
la protección de nuestros intereses, evitando que este tipo de estafas se consoliden. Pareciera
que últimamente el Poder Judicial se encuentra en una dirección contraria. En efecto, hace poco,
nuestra Corte Suprema se ha manifestado sobre el plazo de prescripción de la acción de
ineficacia o inoponibilidad2, mecanismo de tutela que podría usar la pareja de ascendencia
japonesa para proteger que la estafa en su contra se consolide.

En efecto, para nuestra Corte Suprema el plazo de prescripción para solicitar la ineficacia o
inoponibilidad de los negocios jurídicos es un plazo mínimo, solo de dos años, asimilable a la
acción pauliana. Una vez que el plazo haya vencido, la demanda debería declararse
improcedente si la otra parte opone la prescripción a su favor.

(∗)
Miembro del Taller José León Barandiarán de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Ayudante
de cátedra de Derecho Civil en la misma casa de estudios.
1
Los negocios jurídicos celebrados por aquel sujeto representante que no ostenta legitimación son
considerados ineficaces respecto del representado en virtud de lo establecido en el artículo 161 del Código
Civil, hipótesis que hace referencia al falsus procurator. En efecto, la actuación de este (celebración de
negocios jurídicos a nombre del dominus) no surte efectos por la ausencia de un requisito de eficacia: la
legitimación. En ese sentido, el dominus se encuentra desvinculado del negocio simplemente porque no
presto su autorización, no fue participe de los negocios celebrados por el falsus procurator, siendo así, el
ordenamiento jurídico le brinda a aquel una acción para que haga valer su derecho a mantener intangible su
patrimonio. Dicha acción es llamada inoponibilidad o ineficacia de los actos celebrados por el falsus
procurator.
2
“la acción de inoponibilidad o la excepción de inoponibilidad otorgan al verdadero titular la protección de
declarar que los efectos del contrato celebrado entre un no titular del derecho y el otro contratante no le
afectan o que no se le aplican a su esfera jurídica. Su titularidad permanece incólume e inatacable”.
MORALES HERVIAS, Rómulo. “Legitimidad para contratar. La protección de la sociedad de gananciales
vs. la publicidad registral”. En: Actualidad jurídica. N° 159, agosto, 2010, p. 36.
La presente investigación constituye un análisis crítico de la mencionada decisión de la Corte
Suprema3. Antes de entrar de lleno a nuestro objeto de estudio creemos importante realizar
algunas precisiones de la prescripción extintiva, pues la misma se encuentra llena de
confusiones en nuestra doctrina4. Posteriormente analizaremos las principales posturas que se
han elaborado sobre el plazo de prescripción en los negocios ineficaces por ausencia de
legitimación representativa, para finalmente señalar nuestra postura sobre el particular.

1. FUNDAMENTO Y FUNCIONAMIENTO DE LA PRESCRIPCIÓN

En el estado actual de la doctrina no existe consenso en torno al fundamento de la prescripción5,


sin embargo nosotros debemos tomar en cuenta aquella que resulte más acorde con la protección
de los intereses individuales, el dato de la realidad y el derecho positivo. Existe una corriente
doctrinaria, seguida por nuestra doctrina, la cual postula que el fundamento de la prescripción lo
encontramos en aquella expresión ambigua llamada “interés público”6. En ese sentido, se afirma
que es de interés de la sociedad liquidar aquellas situaciones pendientes y favorecer su
consolidación, todo ello en aras de proteger la seguridad jurídica.

3
Nos referimos a la Cas. N° 1227-2012, la misma que se será materia de análisis en la presente
investigación.
4
La prescripción qué duda cabe ha sido materia de cambios transcendentales en los últimos tiempos, no
obstante ello, existe una preocupación mínima en nuestra doctrina sobre el particular, salvo honradas
excepciones. Uno de los cambios más trascendentales en los últimos tiempos en materia de prescripción ha
sido el relacionado con la reforma reciente del BGB. En esta se reformo casi de forma integral dicho
instituto, entre sus razones podemos encontrar primordialmente dos: i) La aceleración del comercio exige
que los derechos sean definidos de la manera más pronta posible ii) El anterior Código vigente no se
correspondía con la realidad misma, ya que la misma establecía plazos muy largos. En efecto, en lo
relacionado al plazo general de prescripción se estableció que es de 3 años siempre y cuando no se aplique
un plazo especial, la misma que comienza a correr solamente desde el momento en el cual es reconocible
para el acreedor la pretensión. Asimismo el criterio para el comienzo del plazo de la prescripción ha sido
variado de uno subjetivo a uno objetivo. Para un estudio detallado del tema se puede consultar:
ZIMMERMANN, Reinhard. El nuevo derecho alemán de obligaciones, Un análisis desde la historia y el
Derecho Comparado. Traducción al castellano de Esther Arroyo y Amayuelas. Editorial Bosch,
Barcelona, 2008. EHMANN Horst; SUTSCHET Holger. La Reforma del BGB. Modernización del
Derecho alemán de obligaciones. Traducción de Claudia López Díaz y Ute Salach de Sánchez.
Universidad Externado de Colombia. Editorial Cordillera, 2006, pp. 365-400; ALBIEZ DOHRMANN,
Klaus Jochen. “Un nuevo derecho de obligaciones. La reforma 2002 del BGB”. En: Anuario de Derecho
Civil, Tomo LV, Fascículo III, Julio-Setiembre, Secretaria General Técnica del Ministerio de Justicia y
Boletín Oficial del Estado, Madrid, 2002, pp. 1196-1197. LAMARCA I MARQUÈS, Albert. “Proyecto de
ley de adaptación de las disposiciones sobre prescripción a la ley de modernización del derecho de
obligaciones en Alemania”. En: Revista Electrónica Indret. Barcelona, Working Paper Nº 238, julio de
2004. (www.indret.com). (Pág. 2 del documento en pdf).
5
En ese sentido resultan ilustrativos las siguientes afirmaciones“¿Cuál es la razón de ser y la función de la
prescripción extintiva? Múltiples han sido y continúan siendo las explicaciones y justificaciones de esta
figura, que van desde el empleo de la expresión sonora e insípida de interés público, hasta la ultra
pragmática de medio de prueba del pago, pasando por orden público, ajuste de derecho a la realidad,
sanción a la inercia (poenanegligentiae), necesidad de certeza de las relaciones jurídicas, de claridad, de
seguridad y paz jurídicas, saneamiento de situaciones irregulares”. HINESTROSA, Fernando. Tratado de
las obligaciones. Concepto, Estructura, Vicisitudes. Universidad Externado de Colombia, 2007.
6
“El fundamento de la prescripción es de orden público, pues conviene al interés social liquidar situaciones
pendientes y favorecer su consolidación, sustentándose por tanto, en el principio de seguridad jurídica”
VIDAL RAMIREZ, Fernando. Prescripción extintiva y caducidad. Sexta edición. Gaceta Jurídica. Lima,
2011, p. 81. En ese mismo sentido: MORALES GODO, Juan. ¿Realmente la prescripción extingue la
acción? En: Dialogo con la jurisprudencia. Nº 13. Año 5, Gaceta Jurídica, Octubre, 1999, p. 49; RUBIO
CORREA, Marcial. La extinción de acciones y derechos en el Código Civil. Fondo Editorial PUCP. 1997,
p. 16; TRIMARCHI, Pietro. Istituzioni di diritto privato, 12a. ed., Giuffrè, Milán, 1998, p. 601
No obstante, el fundamento de la prescripción no puede buscarse en la defensa del interés
público7, pues si así fuera el juez podría muy bien declarar de oficio la prescripción, por la
sencilla razón de que esta importa al llamado “interés público”, lo cual resulta contrario a la
función de la prescripción y nuestra normativa. Asimismo debemos tener en cuenta que la
prescripción puede ser renunciable por el sujeto que resulta favorecido, lo cual aún más
desmiente la tesis que la prescripción encuentra su fundamento en el interés público.

En efecto, tal como menciona Massimo Bianca el fundamento de la prescripción lo debemos


buscar en la noción misma de derecho subjetivo:

“Si la prescripción extingue los derechos descuidados por su titular el fundamento ahora debe
ser revisado en la misma noción de derecho subjetivo, como aquel interés jurídicamente
tutelado. Cuando falta o deviene en irrelevante el interés jurídicamente tutelado, entonces
disminuye la razón de su tutela jurídica. Coherentemente a estos principios los derechos
descuidados por el tiempo se extinguen porque según la valoración normativa, la misma no se
corresponde más a un interés relevante del titular8”.

Sobre el funcionamiento de la prescripción, en nuestro medio existe una marcada tendencia la


cual sostiene que la prescripción es un fenómeno que extingue la acción (o pretensión), mas no
el derecho9. Según aquella, el funcionamiento de esta figura consistiría en lo siguiente: una vez
transcurrido el plazo que exige la ley, la prescripción lo que hace es afectar la acción, mas no al
derecho que aún pervive, no obstante este último ya no podría ejercitarse. En ese sentido, como
resultado del actuar de la prescripción, el sujeto titular del derecho ya no podría hacerlo valer
frente a su deudor, puesto que este ya no se encuentra “obligado civilmente”. Por su parte, si el
deudor cumpliese con el pago de la deuda aun cuando esta ya estuviese prescrita, el acreedor lo
podría retener, puesto que aún “conserva el derecho”10. Sin embargo esta manera de ver las

7
Nuestra doctrina hace ya buen tiempo ha criticado aquella concepción según la cual la prescripción se
fundamenta en el interés público “En la prescripción, en cambio, el fenómeno es diametralmente opuesto,
pues la norma establece plazos de prescripción a favor del titular de la situación jurídica de desventaja,
para que pueda extinguirla al cumplimiento de ellos. Es decir, se constituye como una norma de protección,
pero no de intereses públicos, sino de intereses privados, puesto que el beneficiado (y solo él) puede
ejercerlo” MERINO ACUÑA, Roger. “Algunos apuntes en torno a la prescripción extintiva y la
caducidad”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 104, Mayo 2007, p. 27.
8
BIANCA, Cesare Massimo. Diritto civile, Tomo 7. Le garanzie reale, la prescrizione, 1a. ed., Giuffrè,
2012, p. 512
9
Las ideas arriba planteadas traen a confusión, pues no se entiende cómo puede existir un derecho sin acción
¿Acaso la prescripción realmente extingue la acción? Proponemos un ejemplo ilustrativo que permite
desbaratar semejante afirmación. Juan demanda la anulabilidad de acto jurídico por una causal (dolo), ya
que al momento de celebrar el contrato con Pedro, este último había realizado ciertas artimañas, engaños
con el fin de vender el bien. Desde el momento que Juan había tomado conocimiento del engaño y la
interposición de la demanda habían pasado 5 años, es decir, más del tiempo necesario para la interposición
de la misma (dos años), en consecuencia la acción para interponer la demanda de nulidad por dolo ya había
prescrito. No obstante ello, el abogado perspicaz de Juan decide de todas maneras interponer la demanda.
El juez califica la demanda de manera positiva y corre traslado a la otra parte (Pedro) para que la conteste
e interponga las respectivas excepciones. Por un descuido, Pedro no solicita la excepción de prescripción
dentro del plazo señalado que es de diez días, en ese sentido, como nuestro Código prohíbe que el juez
declare de oficio la prescripción, la demanda sigue en su curso. Luego de haber de un tiempo el juez le da
la razón a Juan y declara fundada la demanda a su favor en todos sus extremos. Del caso planteado, se
puede afirmar que el simple plazo de la ley extinguió la acción o la pretensión. He aquí un ejemplo
paradigmático que permite objetar lo absurdo de afirmar que la prescripción extingue la acción. En
realidad, el cumplimiento del plazo legal no extingue nada, sino que atribuye al titular de la situación
pasiva una carga para que haga valer la prescripción a su favor.
10
Este fenómeno por el cual el deudor, aun cuando no estuviese “obligado” por el ordenamiento jurídico a
ejecutar la prestación, no obstante este cumple con la deuda, es lo que se ha venido llamando como
obligación natural. En efecto, la obligación natural es aquella en virtud del cual no es posible ser exigible
cosas ha sido superada por la doctrina, ya que desnaturaliza los conceptos de derecho subjetivo
y deber jurídico1 y asimismo desconoce la complejidad del fenómeno prescriptorio, haciendo
parecer que este termina con el mero plazo que exige la ley, cuando en realidad, es un fenómeno
que va mucho más allá.

En efecto, en el fenómeno prescriptorio podemos distinguir tres fases11: la fase preliminar, la


fase constitutiva y la fase integrativa. La primera abarca el periodo desde la aparición de la
relación jurídica hasta el vencimiento del plazo legal12. Tal como se ha mencionado, esta se
encuentra constituida por todos aquellos comportamientos de las partes que determinan la
inactuación de la relación jurídica y que aparejan consigo una modificación de la misma. En
efecto, “la fase preliminar es destinada a la directa producción de un solo efecto legal
consistente en el nacimiento de un poder de excepción, que constituye la respuesta del
ordenamiento (por exigencias de certeza) a la perdurante inactuación de una relación jurídica.
Solamente en vía indirecta y mediata ella puede y debe considerarse operativa sobre el efecto
extintivo final, el cual viene por la ley directamente e inmediatamente reconducido al concreto
ejercicio de aquel poder: dado que solo aquel ejercicio vale propiamente para configurar la fase
constitutiva13” En el término de esta fase, el sujeto pasivo ostenta una carga para que haga valer
la prescripción, ya sea en vía de acción o de excepción14. En ese sentido, con el transcurso del
plazo legal no se extingue ninguna situación jurídica (derecho subjetivo), sino todo lo contrario,
una situación jurídica nace en favor del sujeto pasivo15.

La segunda fase abarca el periodo desde el cumplimiento del plazo legal hasta el momento en el
cual, el sujeto beneficiario de la prescripción la perfecciona con su actuación. Esta fase ha sido
llamada constitutiva16 y es la que define el fenómeno prescriptorio, pues con ella se pone de

por el acreedor, no obstante aquel lo puede retener si es que el deudor realiza un pago voluntario y de
forma espontánea.
11
TROISI, Bruno. La prescrizione come procedimento. Edizioni Scientifiche Italiane. Scuola di
perfezionamento in diritto civile dell’ Università di Camerino. 1980, p. 86 y sgtes..
12
ARIANO DEHO, Eugenia. “Imperatividad de las normas sobre la prescripción”. En: AA. VV. Código Civil
Comentado. Tomo X. Gaceta jurídica. Lima, 2010, p. 197; MORALES HERVIAS, Rómulo. Patologías y
remedios del contrato. Jurista Editores, Lima, 2011, pp. 101-103
13
ARIANO DEHO, Eugenia. Ob. Cit., p. 197: “Esta se caracteriza por ser una fase marcada por la no
actuación de la relación, que provoca una situación modificativa de aquella en la que el derecho pasa de
una plena “tutelabilidad” a una atenuada, pues surge en el sujeto pasivo un derecho que le permitirá
completar con su actuación el fenómeno prescriptorio”
14
Las mismas normas internacionales en sus distintos artículos manifiestan que el transcurso del plazo
previsto en la ley no extingue nada, sino que simplemente atribuye al deudor una excepción, la misma que
debe ser invocada por aquel para la extinción del crédito. Zimmermann comentando los Principios del
Derecho Contractual Europeo y los Principios de Unidroit, manifiesta lo siguiente: “Internacionalmente, se
admite, como regla general, que la prescripción solo debe tener un efecto débil: una vez agotado el plazo
de prescripción, el derecho del acreedor no se extingue; lo que sucede es que el deudor puede negarse a
cumplir la pretensión. En otras palabras, la prescripción es una excepción que el deudor puede alegar o
no”. ZIMMERMANN, Reinhard. Ob. Cit., pp. 147-148. En ese mismo sentido: VITUCCI, Paolo.
“Prescrizione e decadenza”. En: Istituzioni di Diritto Privato, a cura di Mario Bessone, Ottava edizione. G.
Giappichelli Editore - Torino, 2001, pp. 1222-1225.
15
Durante esta fase no es posible renunciar a la prescripción, pues aquella está gobernada por normas
imperativas, las cuales previenen que la prescripción se perfeccione como tal, anulando cualquier pacto que
impida su realización. Así pues, el artículo 1990 del Código Civil peruano señala: “El derecho de prescribir
es irrenunciable. Es nulo todo pacto destinado a impedir los efectos de la prescripción”
16
“Acerca de la naturaleza jurídica del acto mediante el cual se hace valer la prescripción puede decirse que
ese es considerado como expresión de un derecho potestativo, en cuanto dirigido a provocar aquella
modificación en el estado de hecho y de derecho, que consiste en una suerte de autoliberación del deudor, y
como tales efectos deben ser intencionalmente perseguidos por el agente, el acto debe ser reportado en la
categoría de negocio jurídico. Además que no se limita a examinar si ha transcurrido el plazo, sino exige el
concurso de una voluntad, productora de efecto jurídicos, debe concluirse que su valor no es simplemente
manifiesto que el actuar del sujeto beneficiario o los que tengan interés, resulta relevante para el
perfeccionamiento de la prescripción, lo cual no ocurre en la caducidad ya que esta puede ser
actuada de oficio por el juez. Siendo así, queda totalmente dejada de lado el debate acerca si la
prescripción pueda hacerse valer ya sea en vía de acción o de excepción, pues lo relevante es
que esta no puede ser actuada de oficio por el juez, sino que es necesario la actuación del sujeto
beneficiario o los interesados para completar el fenómeno extintivo que produce la
prescripción17.

Existe una tercera fase llamada integrativa la cual permite completar el fenómeno prescriptorio
con una sentencia que “declara” extinto la relación jurídica por prescripción. Así Troisi ha
señalado: “Como la fase preliminar y la constitutiva se realizan a través de una serie de
comportamientos – positivos y/o negativos – escogidas en regla de sucesión, así la fase
integrativa de la eficacia se realiza a través de una serie de actos procesales que culminan en la
sentencia declarativa la cual, a su vez, produce los efectos definitivos18”.

En ese orden de ideas, podemos concluir que la prescripción es un fenómeno complejo en el


sentido que para su perfeccionamiento se requiere una serie de etapas y comportamientos de las
partes destinados.

2. LA PRESCRIPCIÓN EXTINGUE ¿LA ACCIÓN O EL DERECHO?

Nuestra doctrina suele ver en la prescripción una cuestión de índole netamente procesal, dado
que su declaración extingue la acción más no el derecho, requiriéndose para tal efecto un acto
procesal como la excepción19. No obstante, semejantes consideraciones deben ser puestas en
cuestionamiento, pues no se entiende cómo puede existir un derecho sin acción. En ese sentido
hay que preguntarse: ¿la prescripción extingue el derecho a exigir la obligación (pretensión), el
derecho mismo o la relación jurídica?

Para tal fin es necesario tener claro algunos conceptos: situación jurídica, pretensión y relación
jurídica. La situación jurídica, en términos generales, refiere a la posición que asume el sujeto
frente al ordenamiento jurídico, debido a que el interés que le subyace ha sido calificado como
relevante. Entre las situaciones jurídicas más importantes tenemos al crédito, y al derecho

declarativo, sino constitutivo”. FERRUCCI, Romeo. Della tutela dei diritti. (Artt. 2900-2969).
Commentario del Codice Civile, Libro VI, Tomo IV, A cura di BIGLIAZZI GERI, Lina; BUSNELLI ,
Francesco D.; FERRUCCI, Romeo, UTET, Torino, 1964, p. 114

17
Durante esta fase es posible hablar de la prescripción ya ganada, la misma que refiere a la situación en la
cual el ordenamiento jurídico otorga al sujeto pasivo una carga para que haga valer la prescripción de
acuerdo a sus intereses, esto debido a que opero el vencimiento del plazo que exige la ley. Siendo así,
como sucede en todos los derechos subjetivos, es posible que el beneficiario de la prescripción ya ganada
haga valer la misma, ya sea en vía de acción o excepción, o renuncie a ella, negándose de esta manera a
operarla, y esto porque nos la misma es disponible, y como tal queda a discrecionalidad del titular de la
misma valerse de la prescripción o no. La renuncia puede ser expresa o tácita. La primera se presenta
cuando el deudor señala expresamente que no quiere valerse de la prescripción. La segunda se presenta
cuando el deudor realiza un comportamiento incompatible con la voluntad de renunciar. Así por ejemplo,
el pago parcial que efectúa el deudor, mas no el pago final porque este extingue la obligación. Este criterio
permite justificar la norma que admite una renuncia posterior al cumplimiento de la prescripción por parte
de quien puede libremente disponer de tal derecho. Así pues, el Artículo 1990 del Código Civil peruano
señala: “Puede renunciarse expresa o tácitamente a la prescripción ya ganada. Se entiende que hay renuncia
tácita cuando resulta de la ejecución de un acto incompatible con la voluntad de favorecerse de la
prescripción”
18
TROISI, Bruno. Ob. Cit., pp. 208-209
19
VIDAL RAMIREZ, Fernando, Ob. Cit. p. 106
potestativo, los cuales se correlacionan con un deber jurídico y un estado de sujeción
respectivamente. Por otro lado, la pretensión refiere a la posibilidad que ostenta el titular del
derecho de crédito para exigir un determinado comportamiento de su deudor, siendo así, la
pretensión es una facultad y por ende se encuentra dentro del contenido del derecho de crédito.
La relación jurídica implica un vínculo entre situaciones jurídicas subjetivas, las cuales se
correlacionan con el objetivo de satisfacer el interés del titular de la situación jurídica de
ventaja.

En ese orden de ideas, podemos notar que el campo de acción de la prescripción no se puede
agotar en una situación jurídica (derecho de crédito, derecho potestativo) o su pretensión, pues
ello implicaría ver el fenómeno prescriptorio de forma parcial. De ahí que se haya dicho que “el
concepto de extinción del derecho no es por sí mismo idóneo para dar razón de la compleja
función de la prescripción, ya que el hecho extintivo relaciona necesariamente también la
situación jurídica pasiva”.

En consecuencia, la prescripción no extingue ni la acción ni el derecho20, sino la entera relación


jurídica, ello en virtud de que el paso del tiempo y su no actuación hacen que el ordenamiento
jurídico deje de tutelar dicha situación jurídica activa en aras de proteger el interés del sujeto
pasivo para efectos de que este no se encuentre eternamente vinculado. Sobre el particular se ha
dicho: “No es que el sujeto se encuentre imposibilitado de ejercer su derecho, sino más bien que
como el derecho ya se extinguió, de ahí que se diga prescripción liberatoria, el deudor ya se
liberó, por ende el acreedor ya no podría pretender su crédito. En tal sentido, la prescripción no
solo extingue ni el derecho ni la acción, sino la entera relación jurídica21”.

3. EL PLAZO DE PRESCRIPCIÓN EN LA INEFICACIA REPRESENTATIVA

Una vez aclarados algunos puntos en torno a la prescripción, su funcionamiento, naturaleza y su


objeto corresponde ahora revisar la prescripción en un supuesto particular, esto es, en la
ineficacia representativa. En nuestro ordenamiento jurídico no existe norma expresa que haga
referencia al plazo de prescripción de la acción de ineficacia o inoponibilidad de los negocios
jurídicos celebrados por aquel sujeto que no es legitimado. En ese sentido tanto la doctrina
como jurisprudencia han realizado una serie de planteamientos que permitan solucionar dicha
laguna, las mismas que serán presentadas a continuación:

A. EL PLAZO APLICABLE ES LA NULIDAD

Según esta postura el plazo de prescripción aplicable para los negocios celebrados por aquel
sujeto que no se encuentra legitimado es el mismo que el plazo de prescripción de la nulidad, es
decir, 10 años22. En efecto, para esta postura, los negocios jurídicos celebrados por el
representante que no actuó en virtud del poder que se le ha conferido, ya sea porque se excedió
en sus facultades o fue en contra de ellas, ya sea porque diciéndose representante actuó como tal
frente al tercero contratante, cuando en realidad no lo era por cualquier motivo, son nulos. En

20
TROISI, Bruno. Ob. Cit., p. 105
21
Asi: AZZARATI y SCARPELLO. “Prescrizione e decadenza”. En: SCIALOJA Y BRANCA (editores).
Commentario del Codice Civile. Libro VI. Della Tutela dei Diritti. Bologna-Roma: Zanichelli-Foro
italiano, 1953, p. 543.
22
Código Civil peruano. Artículo 2001: Prescriben, salvo disposición diversa de la ley:
(1) A los diez años, la acción personal, la acción real, la que nace de una ejecutoria y la de nulidad de
acto jurídico (El resaltado es nuestro).
ese sentido la nulidad tendría su causa en la ausencia de manifestación de voluntad, en la
imposibilidad jurídica o física del objeto, en la finalidad ilícita, en la contrariedad del orden
público o las buenas costumbres. Siendo así, el dominus podría interponer una demanda de
nulidad del negocio jurídico por cualquiera de estas causales23.

No obstante, dicho planteamiento contraviene las bases teóricas de la nulidad y el derecho


positivo. En efecto, la nulidad pertenece al género invalidez y esta supone que el negocio
jurídico celebrado no se corresponde con las reglas establecidas por el ordenamiento jurídico al
momento de su celebración, siendo así se presenta una disconformidad, una apreciación
negativa entre el negocio celebrado y las normas predeterrminadas por el ordenamiento para su
conformación. En ese sentido, se ha dicho que “la invalidez consiste en la negación o limitación
de la relevancia ordinaria del contrato, y que constituye la medida más adecuada dentro del fin
que el ordenamiento se propone satisfacer: golpear al contrato en su propia fuerza, siempre que
lo encuentre contrario a alguna norma de disciplina (…) por consiguiente la invalidez es una
sanción que se dirige contra la relevancia peculiar del contrato24”.

La nulidad25 es el vicio más grave que puede llegar a presentar un negocio, porque va en contra
de intereses generales que el ordenamiento busca tutelar26. En tal sentido la consecuencia de un

23
El error que incurre esta postura es que implícitamente considera que todo negocio inválido es ineficaz y
que todo negocio valido es eficaz, no obstante ello, dicha forma de ver las cosas hace ya buen tiempo ha
sido superado por la mejor doctrina. En ese orden de ideas, debe quedar claro que la invalidez e ineficacia
son dos categorías que no se corresponden necesariamente, en el sentido de que uno sea el presupuesto del
otro. Siendo así, un negocio inválido no siempre resulta ser ab initio ineficaz y un negocio válido no resulta
ser siempre ab initio eficaz. En el primero de los supuestos podemos encontrar al negocio anulable que aun
siendo inválido produce efectos, no obstante estos son considerados precarios, susceptibles de consolidarse
a través de la confirmación, En el segundo de los supuestos podemos encontrar al negocio jurídico
sometido a condición suspensiva, en virtud del cual la producción de los efectos no se producirán
inmediatamente a la celebración del negocio sino que ellos dependerán del acaecimiento de un hecho
futuro e incierto. En ese orden de ideas, podemos inferir que el ordenamiento jurídico no apareja consigo
una ausencia de efectos como consecuencia de la valoración negativa de un determinado negocio, dicho de
otra manera, la invalidez de un negocio no trae consigo automáticamente una ausencia de efectos sino que
ello va a depender mucho de los intereses que entren en conflicto y del caso en concreto. Asi: DI
MARZIO, Fabrizio. La Nullitá del Contratto, CEDAM, Casa Editrice Dott. Antonio Milani, 1999, pp. 15-
19; GENTILI, Aurelio. “Le Invaliditá”. En: I Contratti in Generale, a cura di Enrico Gabrielli, UTET,
1999, pp. 1257-1406; IUDICA, Giovanni. “L`invalidità”. En: Dieci lezioni di Diritto Civile. Coordinata da
Giovanna Visintini, Giuffrè Editore, 2001, pp. 161-176; BONILINI, Giovannni. “L’invalidità del
contratto”. En: Istituzioni di Diritto Privato a cura di Mario Bessone. Ottava edizione. G. Giappichelli
Editore - Torino, 2001, pp. 729-761; BIGLIAZI GERI, Lina; BRECCIA, Umberto; BUSNELLI, Franceso;
NATOLI, Ugo. Derecho Civil. Normas, sujetos y relación jurídica. Tomo I, Vol. 1. Traducción de
Fernando Hinestrosa, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1992, pp. 994-996; SCALISI, Vicenzo.
“Invalidez e ineficacia. Modalidades axiológicas de la negociabilidad”. Traducción de Carlos Zamudio
Espinal. Revisión y notas de Rómulo Morales Hervias. En: Revista Jurídica del Perú. N° 86, abril 2008,
pp. 281-313; BIANCA, Massimo. Derecho Civil. El Contrato. Traducción de Fernando Hinestrosa y Édgar
Cortés, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2007, p. 546; ROPPO, Vicenzo. El contrato.
Traducción de Nélvar Carreteros Torres. A cura de Eugenia Ariano Deho. 1° edición, Gaceta Jurídica,
Lima, 2009, pp. 676-677; SCONAGMIGLIO, Renato. Contribución a la teoría del negocio jurídico.
Edición, traducción y notas al cuidado de Leysser León Hilario. Prólogo de Pietro Rescigno, 1º edición,
Grijley, Lima, 2004, pp. 335-356; MORALES HERVIAS, Rómulo. Patologías y remedios del contrato.
Ob. Cit., pp. 307-325
24
SCONAGMIGLIO, Renato. Contribución a la teoría del negocio jurídico. Edición, traducción y notas al
cuidado de Leysser León Hilario. Prólogo de Pietro Rescigno, 1º edición, Grijley, Lima, 2004, pp. 231-
232.
25
“Según la concepción aceptada de acto jurídico, éste tiende hacia la producción de efectos de derecho, aquí
reside su especificidad. La nulidad, sanción jurídica, aniquila el contrato en tanto que está destinado a
producir consecuencias jurídicas, es decir, en tanto que acto jurídico. Pero no suprime las consecuencias
materiales, particularmente los hechos jurídicos nacidos con ocasión del contrato anulado y regidos por el
derecho de la responsabilidad o de las restituciones.” THIBIERGE, Catherine. Nulidad, restituciones y
negocio nulo es la no producción de efectos jurídicos en cuanto a su tipo. No obstante, ello no
quiere decir que el negocio nulo deje de tener existencia, como si nunca se hubiese producido en
la realidad, pues dicha forma de pensamiento confunde dos escenarios distintos: la inexistencia
y la nulidad27. En la actualidad no cabe duda que el negocio nulo es capaz de producir efectos
no negociales28. Siendo así, la celebración de un contrato de compraventa que presenta un vicio
de nulidad no producirá el efecto de transferir la propiedad del vendedor al comprador, no
obstante si en la realidad fáctica hubo un desplazamiento del bien, este no será considerado
pago, por ende el propietario (que sigue siendo el vendedor) podrá solicitar la restitución del
bien29.

Las causales de nulidad se encuentran reguladas en el artículo 219 del Código Civil y refiere a
los siguientes supuestos: 1. Cuando falta la manifestación de voluntad del agente, 2. Cuando se
haya practicado por persona absolutamente incapaz, salvo lo dispuesto en el artículo 1358, 3.
Cuando su objeto es física o jurídicamente imposible o cuando sea indeterminable, 4. Cuando su
fin sea ilícito, 5. Cuando adolezca de simulación absoluta, 6. Cuando no revista la forma
prescrita bajo sanción de nulidad. 7. Cuando la ley lo declara nulo, 8. En el caso del artículo V
del Título Preliminar, salvo que la ley establezca sanción diversa.

En lo que refiere a los negocios jurídicos celebrados por el falsus procurator podemos señalar
que estos no son nulos por el simple hecho de que los mismos presentan todos los elementos
necesarios para su configuración como un negocio válido. Aquí está presente el objeto, la causa
y la manifestación de voluntad y los mismos no presentan algún vicio de ilicitud o
imposibilidad.

responsabilidad. Traducción de Gustavo de Greiff, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2010, pp.
364-365
26
En tiempos recientes se ha criticado el fundamento de la nulidad en base a la protección de intereses
generales que busca proteger. Sobre el particular se ha dicho: “El escenario en que se coloca la nulidad ha
cambiado rápidamente a partir del ultimo decenio del siglo pasado. La legislación especial ha introducido
en el ordenamiento un número siempre cresciente de de normas imperativas que preven en modo expreso
la nulidad del contrato para tutelar no más interes generales, sino intereses particulares, de clases de
contratantes que, debido a su condición de debilidad estructural en el mercado, sufren el abuso de poder de
la otra (nulidad especial)”: RABITTI, Maddalena. “Nullità del contratto”. En: Il Diritto. Enciclopedia
Giuridica Del Sole 24 Ore, diretta da Prof. Avv. Salvatore Patti. Volume 10. Prima edizione, dicembre
2007, pp. 139. Una vision completa sobre el particular: GENTILI, Aurelio. “La «nullità di protezione»”.
En: Europa e diritto privato, 1/2011, Giuffrè Editore, Milán, 2011, pp. 78-119.
27
La invalidez presupone un juicio de relevancia que el ordenamiento jurídico previamente ha valorado para
efectos de brindarle tutela jurídica, es decir, la relevancia o existencia del negocio es un presupuesto para
calificar la validez. En consecuencia la relevancia y validez son dos categorías autónomas que deben
diferenciarse. La primera implica que el ordenamiento ha valorado previamente los intereses humanos y los
ha considerado como merecedores de tutela. En cambio la segunda implica la regularidad del negocio
conforme a las prescripciones legales establecidas previamente por el ordenamiento. En ese sentido la
inexistencia supone que ni siquiera se aparenta un negocio celebrado.
28
“Del negocio nulo se debe reconocer la total ineficacia originaria. Eso sí: Se debe tener en cuenta que el
contrato nulo no produce efectos, equivale a decir que es inidoneo a la producción de los efectos que el
ordenamiento une al tipo al que pertenece; no equivale a decir, no obstante, que no puede generar efectos
de orden no negocial: Basta pensar en la responsabilidad en el cual incurre quien estipula un contrato
conociendo o debiendo conocer de su invalidez.” BONILINI, Giovanni. “Invalidità del contratto”. En:
Istituzioni di Diritto Privato a cura di Mario Bessone. Ottava edizione. G. Giappichelli Editore - Torino,
2001, p. 737.
29
“El cumplimiento de una prestación en ejecución de un contrato anulado cae en el dominio de las
restituciones. En efecto, ese cumplimiento no es un efecto jurídico del acto anulado, en contra de la
obligación de ejecutar que es la fuente. Así pues, la nulidad va a suprimir el efecto jurídico, es decir, la
obligación nacida del contrato viciado por una causal de nulidad; pero ella no tendrá ningún efecto sobre la
consecuencia material; dicho de otra manera, sobre el hecho jurídico voluntario consistente en el
cumplimiento de su prestación por una de las partes; (ese cumplimiento) caerá en el dominio de la
restitución que engendrará una vuelta al estado anterior a ese cumplimiento” THIBIERGE, Catherine. Ob.
Cit., p. 368
Si bien es cierto que está presente la manifestación de voluntad que proviene del falsus
procurator, no obstante debemos advertir que este último es un no legitimado30, es decir, es un
no titular del bien o es uno que no se encuentra autorizado para disponer del bien, en
consecuencia el negocio es ineficaz por estar ausente un requisito de eficacia y no de validez del
negocio jurídico. Asimismo estos elementos no presentan algún vicio que pudiera alterar su
configuración, siendo así queda descartada la nulidad del negocio. Por otro lado el mismo
Código señala expresamente que el negocio jurídico celebrado por el falsus procurator no es un
negocio nulo sino ineficaz. Sostener una tesis contraria a la misma es ir en contra del derecho
positivo.

En ese sentido, el negocio celebrado por el falsus procurator es válido, no obstante es ineficaz31
respecto del representado ya que no está presente la legitimación que es un elemento que
permite otorgar eficacia al negocio. En consecuencia, resulta inadmisible aplicar el plazo de la
nulidad porque se trata de un supuesto de validez.

B. EL PLAZO APLICABLE ES LA ANULABILIDAD

Una segunda postura señala que el plazo de prescripción aplicable para los negocios celebrados
por aquel sujeto que no se encuentra legitimado es el mismo que el plazo de prescripción de la
anulabilidad, es decir, 2 años32. En efecto, para esta postura, los negocios celebrados por el
representante que se hubiese excedido o violado las facultades conferidas por su representado, o
si se tratase de un supuesto representante a quien nunca se le otorgó poder alguno (falsus
procurator) son anulables, ya que estos pueden ser “saneados” a través de la confirmación o
ratificación33, es decir, son susceptibles de producir efectos por un acto del dominus, lo que no
ocurre en la nulidad34. Siendo la confirmación un derecho potestativo a favor del dominus, es la
decisión de este último confirmar o no el negocio celebrado por el falsus procurator.

Esta postura no puede ser compartida de ninguna manera. El negocio celebrado por el falsus
procurator no es anulable, pues el mismo no presenta algún vicio que afecte los elementos de la
estructura del negocio jurídico, es decir, no existe un vicio de la voluntad como el dolo, la

30
“La legitimación de la parte puede definirse como su competencia para alcanzar o soportar los efectos
jurídicos de la reglamentación de intereses a que se ha aspirado, la cual resulta de una específica posición
del sujeto respecto a los intereses que se trata de regular”. BETTI, Emilio. Teoría general del negocio
jurídico. Traducción y concordancias con el Derecho español por A. Martín Pérez. Editorial Colmares,
2000, p. 203.
31
Cuando un negocio jurídico es válido no obstante es ineficaz, nos encontramos ante un supuesto de
ineficacia en sentido estricto, la cual puede definirse como aquella “inidoneidad del negocio válido para
producir efectos jurídicos por una causal externa al negocio mismo. La ineficacia que coexiste con la
validez es aquella precisamente cuyo origen proviene de causas patológicas, que – sin privar de validez al
reglamento o programa – ataca únicamente el efecto, así que el orden de los intereses en materia, también
habiendo obtenido la garantía jurídica de la propia conservación (validez), no obstante no logra conseguir
incluso la garantía jurídica de la propia realización: aquella tutela realizativa, esto es, la que consiste la
esencia propia de la eficacia jurídica, y permanece, por ende, inactuado”. SCALISI, Vicenzo. Ob. Cit., p.
294.
32
Código Civil peruano. Artículo 2001: Prescriben, salvo disposición diversa de la ley:
(4) A los dos años, la acción de anulabilidad (…)
33
En efecto, para esta postura la confirmación y la ratificación son figuras similares. Más adelante veremos el
error que incurre la misma.
34
Cas. Nº 3780-2006: Cabe puntualizar que la improcedencia de la demanda de autos debe declararse
también en razón de que los demandantes carecen de legitimidad para obrar, por cuanto el acto ineficaz
regulado en el artículo 161 del Código Civil, es un acto anulable, por cuanto un acto como tal puede
ser objeto de ratificación por el representado, en tal sentido, al ser un acto anulable, solo tienen
legitimidad para impugnarlo las partes intervinientes en el acto, siendo que tales partes (…), no constituyen
los demandantes. (El resaltado es nuestro)
violencia o el error35, ejemplos paradigmáticos de anulabilidad. Asimismo debemos tener en
cuenta que la anulabilidad a diferencia de la nulidad es un supuesto taxativo36, pues la misma
debe estar expresada en la ley, no existe pues lo que se llama la “anulabilidad virtual”. Siendo
así, no hay norma alguna que refiera que las hipótesis del negocio celebrado por el falsus
procurator son anulables, sino por el contrario el artículo 161 señala expresamente que se trata
de un supuesto de ineficacia.

Por otro lado, los negocios jurídicos celebrados por el falsus procurator pueden ser “saneados”,
pero no mediante la confirmación, sino la ratificación de ahí que sea importante distinguir las
dos figuras en mención. En efecto, la ratificación37 presupone la validez del negocio y permite
otorgar los efectos finales, es decir, lo acordado por el falsus procurator y el tercero contratante,
en cambio la confirmación presupone la invalidez del negocio (anulabilidad) y es un remedio a
favor de la parte afectada o a quien la ley misma legitima para ello. La ratificación proviene de
un sujeto que es ajeno al negocio, es decir, que no tuvo alguna participación en la celebración
del mismo (dominus o representado), en cambio la confirmación proviene de un sujeto que es
parte del contrato o negocio.

C. EL PLAZO APLICABLE ES LA INEFICACIA PAULIANA

Una tercera postura señala que el plazo de prescripción aplicable para los negocios celebrados
por aquel sujeto que no se encuentra legitimado es el mismo que el plazo de la acción pauliana,
es decir, 2 años38. Las razones han sido justificadas por un sector de la doctrina nacional y las
mismas se han basado en la gravedad o no que pudiera presentar la ineficacia representativa
respecto de otros remedios (nulidad, anulabilidad, acción pauliana, etc.) Sobre el particular, el
profesor Mario Castillo Freyre ha señalado lo siguiente:

“En tal sentido, cabría formularnos la pregunta de si existirían razones de orden jurídico para
sostener que el plazo prescriptorio de las acciones de ineficacia de los actos jurídicos
contempladas en los artículos 161 y 1399 del citado Código, debieran ser distintos al de la
acción de ineficacia por fraude pauliano. A nuestro juicio, la respuesta es negativa, pues las
acciones de ineficacia no versan sobre supuestos que constituyan casos de orden público. Se
podría decir que la ley, en cuanto a su gravedad, equipara los casos de ineficacia a los
casos de anulabilidad, concediendo a ambos el mismo plazo prescriptorio de dos años” (El
resaltado es nuestro)

Asimismo más adelante trata de encontrar características similares en torno a la ineficacia


pauliana y representativa y en ese sentido alude a la ratificación concluyendo que esta se
presenta también en la acción pauliana:

35
Para un estudio detallado de los vicios de la voluntad, ver: GALLO, Paolo. “I vizi del consenso”. En: I
Contratti in generale, Tomo I, a cura di Enrico Gabrielli, UTET, 1999, pp. 421-480.
36
Sobre el particular se ha dicho: “Por otro lado, sin embargo, la anulabilidad del contrato tiene su origen en
la fattispecie prevista expresamente por la ley que finalmente delinea un sistema “sustancialmente” típico y
taxativo. En tal contexto se colocan: las siutaciones de falta de capacidad de actuar, los vicios de la
voluntad y una serie de casos contemplados por el legislador”: LOBUONO, Michele. “Annullabilità del
contratto”. En: Il Diritto. Enciclopedia Giuridica Del Sole 24 Ore, diretta da Prof. Avv. Salvatore Patti.
Volume 1. Prima edizione, settembre 2007, pp. 434-435
37
“La ratificación es el negocio de legitimación sucesiva y que funciona como una procura a posteriore, es un
acto recepticio que se dirige al tercero contratante y no al falsus procurator y que debe ser establecida en la
misma forma prescrita por el contrato estipulado por el representante”. BALLARANI, Gianni.
“Rappresentanza”. En: Il Diritto. Enciclopedia Giuridica Del Sole 24 Ore, diretta da Prof. Avv. Salvatore
Patti. Volume 12. Prima edizione, dicembre 2007, pp. 640-648
38
Código Civil peruano. Artículo 2001: Prescriben, salvo disposición diversa de la ley:
(4) A los dos años la acción de anulabilidad, la acción revocatoria. (El resaltado es nuestro)
“Por otra parte, en el caso del fraude pauliano, resulta evidente que los actos fraudulentos no son
celebrados por el acreedor perjudicado. Sin embargo, dicho acreedor perjudicado tiene derecho
a demandar se declaren ineficaces dichos actos; y ese mismo acreedor tendría la facultad de
renunciar expresa o tácitamente a plantear dicha acción, ratificando la eficacia de los actos
jurídicos que le fueren perjudiciales39”.

Si bien es cierto que esta postura resulta plausible ya que reconoce la hipótesis del falsus
procurator como un supuesto de ineficacia y no de invalidez (ya sea de nulidad o anulabilidad),
como erróneamente lo ha establecido en su momento la jurisprudencia40, sin embargo la misma
presenta algunas deficiencias que debemos tomar en cuenta. En principio, no es admisible
realizar una comparación sobre la gravedad entre la acción pauliana41 y la ineficacia
representativa ya que son remedios distintos, en efecto la gravedad solo es admisible entre la
nulidad y la anulabilidad (supuestos de invalidez negocial). En ese sentido, no es posible
concluir que tanto la acción pauliana y la ineficacia son remedios menores y que por ello
merezcan el mismo plazo de prescripción ya que los mismos se presentan en situaciones
diferentes y protegen intereses distintos.

Por otro lado, si bien es cierto que tanto el acreedor que pretende la acción pauliana como el
dominus que pretende la ineficacia son terceros42 respecto de los negocios jurídicos, es decir, no
son partes de los negocios que pretenden declarar ineficaces, sin embargo estos presentan
notables diferencias.

i) En efecto, la acción pauliana se presenta como consecuencia de una patología en la


obligación43 y la acción de ineficacia representativa se presenta como consecuencia
de una patología en el contrato mismo, es decir, mientras la primera se presenta en
el efecto, la segunda se presenta en la causa.

39
CASTILLO FREYRE, Mario. “Plazo prescriptorio de la acción de ineficacia de los actos jurídicos
celebrados por el representante”. Disponible en la web:
http://www.castillofreyre.com/archivos/pdfs/articulos/plazo_prescriptorio_de_la_accion_de_ineficacia.pdf
40
Críticas y comentarios a la jurisprudencia sobre el particular, puede verse en: CASTRO TRIGOSO,
Nelwin. “Breve comentario sobre la sanción derivada de las anomalías en la legitimación representativa”.
En: Diálogo con la jurisprudencia. N° 83, agosto, 2005, pp. 85-88.
41
“El remedio de la revocatoria se encuentra entre los medios de conservación de la garantía patrimonial.
Como ya se ha destacado, la ley no tutela el interés abstracto a que los bienes del deudor permanezcan
intocables, sino el interés a que el acto de disposición no comprometan la posibilidad del acreedor de
satisfacerse sobre el patrimonio del deudor. Función de la revocatoria es precisamente, aquella de tutelar al
acreedor contra los actos dispositivos que pongan en peligro la garantía patrimonial del deudor” BIANCA,
Cesare Massimo. Diritto civile, Tomo V. La responsabilità, 1a. ed., Giuffrè, 1994, pp. 454-455
42
En la acción pauliana el acreedor resulta ser el tercero perjudicado respecto de los negocios jurídicos que
celebra su deudor con otros sujetos. Lo mismo sucede con la ineficacia representativa ya que el dominus
resulta ser un tercero respecto de los negocios celebrados por el falsus procurator con otros sujetos.
43
Debemos tener en cuenta que la acción pauliana no solo se limita a la protección del crédito, sino en
general es un mecanismo de tutela de todas las situaciones jurídicas subjetivas activas (derecho potestativo,
derecho subjetivo y la expectativa).
ii) La acción pauliana actúa sobre un negocio que ya produjo sus efectos finales44,
mientras la ineficacia representativa actúa sobre negocios que aún no produce los
efectos finales45, es decir, aquí todavía no existen las obligaciones a cargo de las
partes. En ese sentido, la acción pauliana actúa sobre negocios eficaces, mientras la
ineficacia representativa actúa sobre negocios ineficaces.

iii) La acción de ineficacia pauliana solo puede ser invocada por los titulares del
derecho de crédito o de una situación de expectativa, mientras la acción de
ineficacia representativa solo puede ser invocada por el supuesto representado.

En consecuencia, en cuanto a la gravedad entre la ineficacia representativa y la acción pauliana,


no existe comparación que haya realizado la ley para equiparar los plazos de prescripción. Ello
no es posible, pues no existe similitud entre la acción pauliana y la acción de ineficacia
representativa, ya que los mismos presentan presupuestos diferentes y buscan proteger intereses
distintos.

Así como la ley no equipara la resolución y la nulidad en cuanto a su gravedad para otorgar el
mismo plazo de prescripción, a pesar de que las dos tiendan a extinguir los efectos del negocio,
pues la primera se presenta durante la celebración del contrato, mientras que la segunda se
presenta durante la obligación, lo mismo sucede con la ineficacia pauliana y la ineficacia
representativa.

Por otro lado, no es posible aplicar los mismos plazos a estas acciones, pues ello supondría
realizar una analogía, cuando la misma esta prohibido en nuestra ley, en virtud de lo establecido
en el artículo IV del Título Preliminar del Código Civil46. En ese sentido, como la prescripción
es una figura que extingue derechos, tal como lo hemos señalado en líneas anteriores, su
aplicación analógica queda descartada, pues la misma ley prohíbe su aplicación.

Respecto del segundo argumento de Castillo Freyre sobre la ratificación de la acción pauliana,
la misma resulta totalmente contraria a derecho. En efecto, debemos tener en cuenta que la
ratificación47 no es posible en la acción pauliana como pretende el mencionado autor. La
44
Debemos tener en cuenta que la acción pauliana no impide que el tercero adquiera los derechos reales y
obligaciones del negocio que se pretende revocar: “El efecto de la acción revocatoria no es hacer retraer los
bienes, objeto del acto revocatorio en el patrimonio del deudor, sino únicamente de permitir al acreedor
victorioso en revocatoria actuar medidas sobre los bienes que el tercero había adquirido por medio del acto
revocatorio. En otras palabras, con la sentencia revocatoria no se ven afectadas los efectos principales del
acto, el cual conserva su eficacia inter partes, frente a terceros sin que se modifiquen los derechos del
tercero adquirente con la realización del acto revocado. La sentencia que revoca simplemente permite al
acreedor satisfacer coactivamente su crédito, ejercitando directamente frente al tercero adquirente las
acciones ejecutivas o cautelares sobre el bien objeto del acto impugnado como si este fuese aun parte del
patrimonio del deudor”. LUCCHINI GUASTALLA, Emanuele. “Revocatoria ordinaria (Azione)”. En: Il
Diritto. Enciclopedia Giuridica Del Sole 24 Ore, diretta da Prof. Avv. Salvatore Patti. Volume 13. Prima
edizione, dicembre 2007, pp. 462-469.
45
La celebración de un negocio jurídico realizado por el falsus procurator, no apareja consigo los efectos
obligatorios o reales, es decir, usando la terminología de Renato Sconagmiglio, aún no se producen los
efectos finales, ya que los mismos se encuentran condicionados a la ratificación del dominus. En ese
sentido, los efectos inmediatos son los llamados efectos negociales ya que los mismos permiten vincular al
falsus procurator con el tercero contratante, tanto es así, que este último solo puede desvincularse previo
acuerdo con el tercero contratante (mutuo disenso). En efecto, durante el ínterin desde la celebración del
negocio hasta el ejercicio del derecho de ratificación por el dominus, la vinculación entre el tercero
contratante y el falsus procurator existe como una sujeción (pero no como una relación obligatoria porque
está aún no ha surgido) por lo que aquel no puede desvincularse por su sola manifestación de voluntad,
sino que es necesario cumplir ciertos presupuestos que exige la ley. SCONAGMIGLIO, Renato.
Contribución a la teoría del negocio jurídico. Edición, traducción y notas al cuidado de Leysser León
Hilario. Prólogo de Pietro Rescigno, 1º edición, Grijley, Lima, 2004.
46
Artículo IV del Título Preliminar del Código Civil: La ley que establece excepciones o restringe derechos
no se aplica por analogía.
47
La ratificación consiste en un negocio unilateral en virtud del cual el dominus otorga eficacia al contrato
celebrado por quien se excedió en su facultades, las transgredió o se atribuyó un poder que nadie se lo
ratificación permite otorgar efectos finales al negocio celebrado entre el falsus procurator y el
tercero contratante, es decir actúa sobre negocios en donde aún no está presente la obligación,
pero si está presente la vinculación, en el sentido de la producción de los efectos preliminares
del negocio. Justamente la ratificación permite dar nacimiento a la obligación a cargo de las
partes, por el contrario la no ratificación impide dar nacimiento a la obligación y destruye el
vínculo existente hasta el momento.

Por su parte, la acción pauliana constituye un derecho potestativo a favor de los acreedores y
presupone la obligación misma, sin ella no es posible actuar la pauliana. Cuando el acreedor
decide no accionar la pauliana a su favor, de ninguna manera nos encontramos ante un caso de
ratificación, esto debido a dos razones: a) Si el acreedor no acciona la pauliana a su favor (que
en el pensamiento de Castillo Freyre sería una ratificación), ello no quiere decir que se
produzcan los efectos finales, pues los mismos ya se produjeron, tanto es así que las
obligaciones a cargo de las partes (tanto del deudor como del tercero) ya están presentes, b) La
ratificación se presenta como consecuencia de un defecto de legitimación durante la celebración
del negocio jurídico, ello no sucede con la acción pauliana, ya que la misma surge como
consecuencia de una patología en la obligación, esto debido al riesgo en la satisfacción del
crédito.

En consecuencia no existen semejanzas entre la acción pauliana y la ineficacia representativa,


pues estas presentan requisitos distintos, características diferentes, etc.

D. EL PLAZO ES IMPRESCRIPTIBLE

En el Derecho italiano la acción mediante la cual el dominus solicita la ineficacia de los


negocios celebrados por el falsus procurator es el accertamento48 y su plazo es imprescriptible.
En efecto la gran mayoría de la doctrina se encuentra conforme con semejante solución ya que
expresamente la ley así lo señala.

En nuestro ordenamiento jurídico, tal como ya lo mencionados líneas arriba, no existe norma
expresa que haga referencia al plazo de prescripción de la ineficacia representativa. Mucho
menos existe norma que señale que el plazo de la acción de ineficacia es imprescriptible. No
obstante ello, en nuestro medio existe una postura a favor de la imprescriptibilidad de los
negocios jurídicos celebrados por el falsus procurator. En efecto, sobre el particular el profesor
Rómulo Morales Hervias se encuentra a favor de dicha tesis y para tal fin esgrime argumentos
constitucionales:

“En el CC no se regula expresamente el plazo de prescripción para ejercer la acción de


inoponibilidad. En ese sentido, toda persona tiene derecho de pedir la inoponibilidad de un
contrato para que no lo perjudique o afecte jurídicamente. El inciso a) del numeral 24 del
artículo 2 de la Constitución Política indica que toda persona tiene derecho a la libertad y por
eso “nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hace lo que ella
prohíbe”. Como quiera que no existe una ley expresa que impida ejercer la acción
inoponibilidad dentro de un plazo determinado, el ordenamiento jurídico debe proteger al

había otorgado (falsus procurator). En ese sentido, mediante la ratificación el dominus hace suya la
declaración del falsus procurator, aceptando lo ya realizado por este. La ratificación es de carácter
recepticio, pues la misma se dirige a quienes celebraron el negocio jurídico. A diferencia del asentimiento,
la ratificación es de carácter retroactivo por lo que el negocio celebrado por el falsus procurator desde sus
inicios produce efectos. Así las cosas, la ratificación trae como consecuencia que el dominus se convierta
en parte sustancial de un negocio que no fue participe.
48
“La imprescriptibilidad de las acciones de accertamento se explica considerando que el interés al
accertamento judicial de una situación jurídica persiste y es merecedor de tutela mientras persista esta
situación”. BIANCA, Cesare Massimo. Diritto civile, Tomo 7. Le garanzie reale, la prescrizione, Ob.
Cit., p. 525-526; GALGANO, Francesco. El negocio jurídico. Traducción realizada por Francisco de P.
Blasco Gascó y Lorenzo Prats Albentosa, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 1992, pp.367-368
verdadero titular de un derecho concediéndole el poder de pedir que judicial o arbitralmente se
declare la inoponibilidad de un contrato celebrado entre un no titular de un derecho y el otro
contratante49”

Esta solución nos parece acorde a Derecho y permite salvar la situación del representado ante
una disfuncionalidad en la legitimación representativa protegiendo de manera acertada su
interés. Somos de la opinión que ante una reforma del Código Civil debería acogerse la postura
del referido autor, estableciendo la imprescriptibilidad de la acción de ineficacia o
inoponibilidad.

No obstante ello, en el estado actual de nuestro Derecho positivo, a mi modo de ver no es


posible aplicar la imprescriptibilidad de la acción de ineficacia. Ello debido a que la
imprescriptibilidad de los derechos es una figura excepcional. En efecto, la prescripción es una
figura que se presenta en todos los derechos, siendo más rigurosos, es una figura presente en
todas las situaciones jurídicas subjetivas (derecho subjetivo, derecho potestativo, facultad, etc.)
En ese sentido se ha mencionado:

“Por regla general, todo derecho y toda acción son susceptibles de extinguirse por medio de la
prescripción. Sin embargo, no se debe perder de vista que, así sea en número reducido, hay
derechos y pretensiones inmunes a la prescripción, es decir, que escapan al efecto nocivo del
tiempo, o dicho sin más, que son imprescriptibles, por razones diferentes”50.

Siendo así, la imprescriptibilidad es una figura presente solo de forma excepcional, que obedece
al modo de ser de los derechos51 (derechos de la personalidad o indisponibles52 y la acción
reivindicatoria) o cuando la ley lo señale así. Por ende, su ámbito de aplicación solo es posible
de forma restringida. Así por ejemplo la acción cesatoria de los actos lesivos de los derechos a
la persona, la acción para declarar la filiación (artículo 373), el derecho de petición de herencia
(artículo 664). Siendo así, tal como se encuentra nuestro Derecho positivo, no es posible aplicar
un plazo imprescriptible para la acción de ineficacia o inoponibilidad, pues ello supondría
realizar una interpretación no acorde a Derecho.

E. LA DECISION DE LA CORTE SUPREMA. APLICACIÓN DEL PLAZO DE


DOS AÑOS

Recientemente nuestra Corte Suprema se ha manifestado sobre el particular. Al parecer la


posición de Castillo Freyre ha influenciado sobre la decisión de nuestra Corte, sobre todo en lo
relacionado con la supuesta escala de importancia de los negocios sometidos a un plazo de
prescripción. En efecto, la Sala Suprema explica que el acto nulo no es comparable al acto
ineficaz, toda vez que en este último caso no están en juego los elementos de validez del propio
acto, sino sus efectos actuales. Hasta el momento nos parece un gran avance pues no confunde
los supuestos de nulidad e ineficacia en sentido estricto.

49
MORALES HERVIAS, Rómulo. Patologías y remedios del contrato. Ob. Cit., p. 311
50
HINESTROSA, Fernando. La prescripción extintiva., Segunda edición, Universidad Externado de
Colombia, Bogotá, 2006, p. 36.
51
“La explicación más satisfactoria de la prescripción se encuentra en la necesidad de limitar en el tiempo las
restricciones de la libertad de las personas y de las cosas: por ello se extingue por prescripción el derecho
de crédito y se extinguen por prescripción los derechos reales sobre cosa ajena, al paso que no se extingue
la propiedad por la inercia del titular, por mucho que se prolongue en el tiempo, en cuanto la sanción a
cargo del propietario no serviría para realizar otros intereses”. RESCIGNO, Pietro. Manuale del diritto
privato italiano, Undicesima edizione, Casa Editrice Dott. Eugenio Jovene, p. 279
52
“Que a la regla se sustraigan los derechos indisponibles es algo que se comprende fácilmente: así como no
se puede disponer de ellos, no se pueden perder por la inercia; y sobre todo, de su pérdida no se
beneficiaría ningún otro sujeto”. RESCIGNO, Pietro. Ob. Cit., p. 279
Más adelante señala que el artículo 2001 del Código Civil desarrolla una escala en torno a la
importancia del para efectos de fijar el plazo de prescripción. En ese sentido concluye que a
mayor importancia, mayor tiempo para la prescripción y a menor importancia, menor tiempo

Siendo así, vía excepción, el plazo de prescripción de la pauliana es de dos años, pues la misma
debe asimilarse a la acción pauliana, ya que como señala nuestra Corte “no hay razón para
considerar que los otros supuestos de ineficacia deban regirse por plazo prescriptorio distinto”.

En efecto, para nuestra Corte, no existen diferencias en torno a la prescripción en la acción


pauliana e ineficacia representativa, por ende el plazo aplicable para las dos acciones debe ser la
misma: dos años. No obstante, esta postura, que se sustenta en el pensamiento de Castillo
Freyere, no puede ser compartida de ninguna manera. Las razones ya la explicamos en líneas
anteriores.

4. NUESTRA POSTURA

El plazo de prescripción de la ineficacia representativa en nuestro ordenamiento jurídico asume


importancia, esto debido, a las consecuencias prácticas que trae consigo sobre una adecuada
tutela de los particulares. En efecto, no es lo mismo establecer un plazo mínimo de dos años,
como pretende la Corte Suprema, la imprescriptibilidad de los mismos, o un plazo de 10 años.
En consecuencia la solución que se proponga debe ser acorde con la teoría y el derecho positivo,
pues los dos qué duda cabe, van de la mano.

En ese sentido, no cabe duda que debemos excluir de antemano aquella propuesta que señala
aplicable el plazo de 10 o de 2 años, ya sea por ser un supuesto de nulidad, ya sea por ser un
supuesto de anulabilidad. En efecto, tal como ya hicimos referencia líneas arriba, la actuación
del falso representante supone la validez del negocio jurídico, no obstante el mismo es ineficaz
por faltar un requisito: la legitimidad.

Sobre la aplicación de la imprescriptibilidad de la acción de ineficacia en nuestro ordenamiento


jurídico, somos de la opinión que, tal como está diseñado nuestro Código no es posible afirmar
su aplicación. No obstante ello, estamos a favor que, mediante una futura reforma legislativa se
incluya una norma que establezca la imprescriptibilidad de la acción de ineficacia, pues la
misma guarda coherencia con una adecuada tutela de los intereses particulares.

En ese orden de ideas, tal como está diseñado nuestro Código, a nuestro modo de ver, el plazo
aplicable sería de diez años. Nosotros abogamos por dicha solución porque consideramos que la
acción de ineficacia o inoponibilidad debe ser entendida como una acción personal (entendida
esta en un sentido lato). No obstante, para efectos de atenuar los perniciosos resultados que
podría traer consigo el plazo de diez años, en vía de excepción la acción de ineficacia debe
considerarse imprescriptible.

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