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1. A manera de introducción.
2. Sobre la funcionalidad de las instituciones, ¿para qué existen el
embargo y la tercería excluyente de dominio?
3. Sobre la (poca) certeza del segundo párrafo del artículo 2022 del
Código Civil.
3.1. ¿Era factible la aplicación analógica?
3.2. ¿El artículo 2022 del Código Civil soluciona el problema?
4. Sobre el debido proceso, el derecho de propiedad y la seguridad
jurídica. Una mirada desde la constitucionalización del Derecho Civil.
4.1. El debido proceso y el derecho de propiedad como puntos clave.
4.2. La seguridad jurídica como principio constitucional y la buena
fe registral ¿Quién es el negligente?
5. Sobre el problema de los fraudes en la tercería y nuestra propuesta
de solución mediante la inclusión de excepciones materiales dentro
del proceso de tercería.
6. ¿Cuáles fueron los precedentes fijados por la Corte Suprema? Sobre
los aspectos prácticos contenidos en el VII Pleno Casatorio Civil.
6.1. Sobre el primer precedente vinculante.
6.2. Sobre el segundo precedente vinculante.
6.3. Sobre el tercer precedente vinculante.
7. Reflexiones finales.
* Asociado Senior del Estudio Fernández, Heraud & Sánchez Abogados. Abogado por la Universidad
Nacional de Trujillo. Estudios de Maestría en Derecho de la Empresa en la Pontificia Universidad
Católica del Perú. Especialista en Derecho Procesal y Arbitraje. Expositor y colaborador en revistas
especializadas en temas de su especialidad.
** Asociado Junior del Estudio Fernández, Heraud & Sánchez Abogados. Jefe de Prácticas de Derecho
Civil, en los cursos de Derecho de las Personas, Acto Jurídico y Derecho de las Obligaciones en la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Universidad San Ignacio de Loyola. Colaborador de
la Revista Persona de la Universidad de Buenos Aires.
1. Palabras liminares
En nuestro medio, no pocos son los temas relacionados con los derechos reales
y el proceso civil que merecen atención debido a su importancia práctica.
Precisamente, uno de ellos se encuentra referido a la denominada tercería
excluyente de dominio frente al embargo, debate que durante muchos años ha
sido analizado e interpretado, a nivel de doctrina y la jurisprudencia, a partir
del segundo párrafo del artículo 2022 del Código Civil.
Ello ha provocado un incansable debate —o, como decía Ihering, en referencia
a la relación entre el Derecho y la Moral, por la dificultad de poder abordarlo,
un Cabo de Hornos—, donde lo único cierto era que no había certeza a la hora
de entender dicha disposición.
En tal sentido, tras la realización de la Audiencia Pública en el Palacio Justicia,
de fecha 17 de julio del 2015, correspondiente al VII Pleno Casatorio Civil, con
fecha 7 de diciembre del 2015, fue publicado en el Diario Oficial El Peruano,
la Sentencia que corresponde a la Casación n.º 3671-2014, Lima, la misma
que, en su parte resolutiva, estableció los precedentes que regirán a futuro.
Con frecuencia ocurre que, de un lado, se traba embargo sobre un bien que
figura inscrito a nombre del deudor demandado y, de otro lado, un tercero, que
alega ser el propietario pero, en virtud de una adquisición que no inscribió,
plantea una tercería para levantar aquel embargo. Conforme a ello, nos
hallamos ante un asunto de oponibilidad de derechos de naturaleza diversa.
Así, mediante la Casación in comento, que estableció el VII Pleno Casatorio
Civil, se trató de verificar cuál derecho subjetivo debía prevalecer o resultar
oponible frente al otro, según nuestro ordenamiento jurídico. En el presente
artículo analizamos cuáles son los alcances prácticos a partir de dichos
precedentes, con ocasión del falso dilema,1 entre la tercería excluyente de
dominio y el embargo inscrito.
1. Torres Maldonado, Marco Andrei y Abner Casallo Trauco. «La tercería excluyente de dominio ver-
sus el embargo. Algunas consideraciones más allá del falso dilema». En: Actualidad Jurídica. Lima:
Gaceta Jurídica, n.º 264, noviembre de 2015, pp. 61 y ss.
2. Al respecto, una atenta jurisprudencia mexicana ha sostenido que «mediante el embargo se busca
garantizar el pago de las prestaciones reclamadas por el actor en el juicio ejecutivo, privándose al
deudor de la posesión del bien secuestrado que pasa al depositario, quien puede ser el actor o per-
sona designada por él, con lo que se prepara el remate entendido como una venta judicial forzosa
efectuada por el Estado para tutelar y satisfacer los derechos establecidos en la sentencia que decretó
la condena al pago de las prestaciones, y determinó que había lugar a ese remate para el caso de
impago». Contradicción 77/2008-PS resuelta por la Primera Sala, de la que derivó la Tesis 1a./J.
125/2008. En: Novena Época: México: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo XXIX,
marzo de 2009, p. 337.
3. Enrique Palacio, Lino. Manual de Derecho Procesal Civil. Decimoctava edición actualizada. Buenos
Aires: Lexis Nexis & Editorial Abeledo-Perrot, 2004, p. 670.
4. En efecto, sucede que en el mundo del derecho procesal civil, muchas veces se afecta bienes que no
son de propiedad del demandado (ejecutado) sino de un tercero que no es parte en el proceso. En tal
hipótesis, procederá la tercería de propiedad, debiendo interponerla el tercero que alega la propiedad
sobre los bienes embargados, que resultan incompatibles con el remate. Para ello el titular del derecho
debe acreditar su dominio con documento público o privado de fecha cierta. Ramírez Cruz, Eugenio
María. Tratado de Derechos Reales. Tercera edición. Lima: Editorial Rodhas, 2007, tomo II, p. 495.
5. Montero Aroca, Juan. El nuevo proceso civil. Segunda edición. Valencia: Editorial Tirant Lo Blanch,
2001, p. 763 y ss. En nuestro medio, se ha señalado que «la tercería de propiedad es el proceso des-
tinado a acreditar el dominio de un bien sobre el cual recae una medida cautelar o para la ejecución
dictada en otro proceso, para si lograr su desafectación por haber sido dicha medida indebidamente
solicitada y decretada. Sin embrago precisa además que, la tercería de propiedad también puede
ser promovida con el objeto de lograr la cancelación de las garantías reales que afectan el bien del
tercero perjudicado, siempre y cuando su derecho de propiedad se encuentre inscrito con anteriori-
dad a la afectación real en cuestión». Hinostroza Mínguez, Alberto. Derecho Procesal Civil. Procesos
Abreviados. Lima: Jurista Editores, 2010, tomo VIII, p. 397.
fundada debe garantizar que dicha fecha cierta sea anterior a la inscripción
del embargo.6 De lo contrario, no podría alegar la buena fe, pues adquirió
el bien sabiendo, se entiende, que había un embargo trabado sobre el bien
que pretendía adquirir, pues se asume que todos tenemos la posibilidad de
conocer la información que publicita los Registros Públicos.
Así, dicho tercero pudo, diligentemente, haber conocido el contenido de los Regis-
tros Públicos y el bien, en ese momento, no tener ninguna carga o gravamen; sin
embargo, posteriormente, puede tomar conocimiento que su bien será embargado.
Y surgía la cuestión, ¿quién debía vencer?, ¿el tercerista que afirma ser propietario
(no inscrito) de dicho bien o el acreedor que tiene un embargo inscrito a su favor?
Surgen las dudas entonces ¿Si adquiero una propiedad inmueble (artículos
949 y 1373 del Código Civil) y no la inscribo, el anterior propietario —que
sigue figurando en el Registro— puede transferir o gravar el bien a un tercero
(artículos 2014 y 2022 del Código Civil)? ¿Si la adquisición de la propiedad solo
consensu es válida, por qué un tercero podría utilizar el registro para quitármela?
¿El propietario es un ingenuo, pero bondadoso hombre, que confía en que si
el sistema ya le instituyó con un derecho, este no le puede ser quitado por
malhadados hombres? O ¿el tercero es el hombre que actúa con una confianza
casi celestial en lo que digan los Registros Públicos, de modo que debe ser
protegido contra las fuerzas ocultas de los propietarios no registrados?7
3. Sobre la (poca) certeza del segundo párrafo del artículo 2022 del
Código Civil
Ahora bien, un punto cardinal en la Casación materia de análisis ha consistido
en cómo interpretar el segundo párrafo del artículo 2002 del Código Civil,
según el cual:
Artículo 2022.- «Para oponer derechos reales sobre inmuebles a quienes
también tienen derechos reales sobre los mismos, es preciso que el derecho
que se opone esté inscrito con anterioridad al de aquél a quien se opone.
Si se trata de derechos de diferente naturaleza se aplican las disposiciones
del derecho común». (El subrayado es nuestro)
En efecto, hasta antes del VII Pleno Casatorio, ni la jurisprudencia ni la
doctrina habían sido uniformes; por un lado, se afirmaba que al estipularse un
«Derecho común» se hacía referencia a las normas civiles —que excluye a las
registrales—, concluyendo que el derecho real vencía al derecho personal. En
6. Al respecto, conviene revisar lo establecido en la Casación n.º 720- 2011- Lima, Considerandos 8 y 9.
7. Velásquez Meléndez, Raffo. «VII Pleno Casatorio: ¿embargo vs. tercería? Enfoque desde la teoría de la
oponibilidad». En: Gaceta Civil & Procesal Civil. Lima: Gaceta Jurídica, n.º 28, octubre de 2015, p. 99.
8. Cfr. Ninamancco, Fort. Embargo inscrito y tercería de propiedad. Lima: Gaceta Jurídica, 2013, p. 147.
9. Ibídem.
10. Así, conforme al artículo 1813 del Código Civil «Los acreedores del mandatario no pueden hacer
valer sus derechos sobre los bienes que éste hubiese adquirido en ejecución del mandato, siempre
que conste de documento de fecha cierta anterior al requerimiento que efectúen los acreedores a fin
de afectar dichos bienes con embargo u otras medidas». (El subrayado es nuestro)
Por otro lado, se olvidaba que los artículos como el 1708 (o el 2023) son
disposiciones que limitan derechos. Qué duda cabe, entonces, que se
estaba limitado el derecho de propiedad (vid. el titular no podrá ejercer su
facultad de usar el bien, pues debe esperar que concluya el arrendamiento),
por lo que una interpretación de ese tipo, resultaba contraria a los alcances
que establece el artículo IV11 del Título Preliminar del Código Civil.
Por lo demás, si esto no era suficiente, creemos que el problema no se limita
a una mera solución dogmática de buscar casos comunes y fin del asunto,
cuál ciencias exactas o lógicas. El Derecho hace tiempo que dejo de ser
aplicación autómata de normas (reglas y principios). En nuestra opinión, se
debía evaluar las particularidades del caso y argumentar sobre ello. Encerrar
el problema a una mera aplicación analógica es huir de las particularidades
del problema y de las implicancias prácticas que ello podía conllevar.
3.2. ¿El artículo 2022 del Código Civil soluciona el problema?
Conviene cuestionarnos si el embargo es un derecho personal. La
verdad de las cosas es que per se no se trata de un derecho personal. No
obstante, lo que se argumenta es que a través del embargo se manifiesta
un derecho personal: El crédito. Entonces se trataría de una disputa entre
dos situaciones jurídicas de ventaja activa: propiedad versus crédito.
Al respecto, se había mencionado que si se pretende continuar con la idea
de Derecho común se tiene que «respetar la regulación particular (registral)
en los casos en los que una de las situaciones jurídicas es inscrita primero».12
Asimismo, se afirma que si el embargo no es un derecho personal y, aún
en el supuesto que lo sea, el parámetro de las normas de Derecho común,
en realidad no se ocupa de otorgar preferencia a un derecho sobre otro, es
necesario desechar el segundo párrafo del artículo 2022 del Código Civil
para resolver el problema planteado: La contravención entre la propiedad
no inscrita y el embargo inscrito.13
11. Según la referida disposición, «La ley que establece excepciones o restringe derechos no se aplica
por analogía». Sobre el mismo, nuestro Tribunal Constitucional ha afirmado que «los alcances de
dicho principio de inaplicabilidad por analogía de las normas que restrinjan derechos no han de
entenderse restrictivamente como pertenecientes sólo al ámbito del derecho penal y procesal penal,
sino como aplicables a todo el ordenamiento jurídico, particularmente cuando con una medida
limitativa de derechos el Estado intervenga en el seno del contenido constitucionalmente protegido
de estos». Sentencia recaída en el Expediente n.º 2235-2004-AA/TC, fundamento 8.
12. Merino Acuña, Roger. «Propiedad no inscrita versus embargo inscrito. Desvaríos jurisprudenciales en
torno al artículo 2022 del Código Civil». En: Actualidad Jurídica. Lima: Gaceta Jurídica, tomo 153,
agosto de 2006, pp. 54 y ss.
13. Merino Acuña, Roger. «La demanda de tercería de propiedad y la contraposición entre propiedad
no inscrita y embargo inscrito». En: Diálogo con la Jurisprudencia. Lima: Gaceta Jurídica, tomo 98,
noviembre de 2006, pp. 184 y ss.
14. Netto Lôbo, Paulo. «Constitucionalização do Dereito Civil». En: Revista de informacão legislativa.
Brasilia: Senado Federal, Subsecretaria de Edições Técnicas, n.º 141, 1999, p. 99.
15. Netto Lôbo, Paulo. Op. cit., p. 100
16. Desde otra perspectiva, la constitucionalización de Derecho Privado puede ser descrita como la
influencia creciente de los derechos fundamentales [fundamental rights] entre partes privadas, sien-
do derechos fundamentales esos derechos que fueron originalmente desarrollados para gobernar la
relación entre el Estado y sus ciudadanos. Smits, Jan. «Private law and fundamental rights: A sceptical
view». En: Constitutionalisation of Private Law. Boston: Maastricht Faculty of Law, 2006, pp. 9 y ss.
17. Gonzales Barrón, Gunther. «Sobre la paradoja de crear derechos a partir del embargo de bienes
ajenos». En: Revista Jurídica. Lima: Thomson Reuters, año II, n.º 87, 2014, p. 7.
21. Ninamancco, Fort. «La supremacía constitucional del crédito inscrito sobre la propiedad no inscrita».
En: Gaceta Civil & Procesal Civil. Lima: Gaceta Jurídica, n.º 26, 2015, pp. 57 y ss.
22. Sentencia recaída en el Expediente n.º 0016-2002-AI/TC, fundamento 3.
6. ¿Cuáles fueron los precedentes fijados por la Corte Suprema? Sobre los
aspectos prácticos contenidos en el VII Pleno Casatorio Civil
6.1. Sobre el primer precedente vinculante
Según señala el primer precedente vinculante, en los procesos de tercería
de propiedad que involucren bienes inscritos, debe considerarse, de
conformidad con lo dispuesto en la segunda parte del artículo 2022 del
Código Civil, en concordancia con los artículos 949 y el inciso 1 del
artículo 1219 del mismo cuerpo legal, que el derecho de propiedad del
tercerista es oponible al derecho del acreedor embargante, siempre que
dicho derecho real quede acreditado mediante documento de fecha
cierta más antigua que la inscripción del embargo respectivo.
Como es sabido, documento privado es el que otorgan las partes sin
necesidad de autorización de un funcionario público. A este tipo de
23. Ariano Deho, Eugenia. «Sobre el poder del juez de ‘declarar’ de oficio la nulidad ex artículo 220 del
Código Civil». En: Problemas del proceso civil. Lima: Jurista Editores, 2003, pp. 145 y 146.
24. Ledesma Narváez, Marianella. Comentarios al Código Procesal Civil. Análisis artículo por artículo.
Tercera edición. Lima: Gaceta Jurídica, 2011, tomo I, p. 554.
25. Osterling Parodi, Felipe y Mario Castillo Freyre. Compendio de Derecho de las Obligaciones. Lima:
Palestra Editores, 2008, p. 154.
26. Pueblita Fernández, Arturo. «Fecha cierta en documentación que sustenta la deducibilidad de gastos
y desvirtúa la presunción de ingresos». En: Puntos finos. México. Thomson Reuters, junio de 2013,
p. 76. En similar sentido, la jurisprudencia mexicana ha señalado que «la finalidad perseguida por
la ley o la jurisprudencia, al exigir fecha cierta en los documentos privados, para el surtimiento de
efectos frente a quienes no los suscribieron, consiste en impedir el logro de posibles propósitos
maliciosos y fraudulentos que se pudieran pretender con la confección de instrumentos antedatados
de esta clase, para afectar la validez o eficacia de actos jurídicos diferentes, celebrados en provecho
de terceros». Amparo directo 41/2007, de fecha 22 de febrero de 2007. En: Novena Época: México:
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo XXV, abril de 2007, p. 1707.
27. Lobo, Teresa. «La fecha cierta de los documentos en relación con su eficacia probatoria». En: Revista
de Derecho Privado. México: Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Autónoma de
México, año 2, n.º 5, mayo-agosto de 2003, p.192.
que revista certidumbre. Esto, debido a que las normas relativas a los
notarios públicos otorgan a estos funcionarios como atribución principal
la de dar fe pública de determinados actos en los cuales participan a
petición de los particulares.28
De lo expuesto podemos concluir en que son documentos de fecha
cierta aquellos en los que haya intervenido un notario público dando
fe de la misma, tales como las escrituras públicas, las minutas con
fecha o firmas legalizadas29 y los contratos privados con fecha o firmas
legalizadas, además de aquellos en los cuales ha sobrevenido la muerte
o incapacidad física de uno de los otorgantes.
Entonces, conforme a lo mencionado, el derecho de propiedad del
tercerista resultará oponible al derecho del acreedor embargante, bajo
una condición la cual está referida a que el derecho real de propiedad
del tercerista se encuentre debidamente acreditado mediante documento
de fecha cierta más antigua que la inscripción del derecho del acreedor
embargante.
6.2. Sobre el segundo precedente vinculante
Por otro lado, como segundo precedente vinculante, la Corte Suprema
ha señalado que «El Juez de Primera Instancia, de oficio, una vez que
se admita la demanda, deberá velar por la legalidad de la certificación
de la fecha cierta del documento que presente el tercerista. Para tal
fin, podrá oficiar al notario, juez y/o funcionario que haya emitido tal
certificación, a efectos de que informe sobre la autenticidad o falsedad
de la misma».
El precedente vinculante le impone al juez el deber de realizar la
certificación de legalidad o validez de la fecha cierta. Con este precedente
se incorpora una nueva norma procesal al proceso de tercería de
propiedad; el juez de la causa no podrá soslayar enviar oficio al notario,
juez y/o funcionario que haya emitido la certificación de la fecha cierta,
quienes necesariamente deberán responder al oficio. La ratio iuris del
28. Osterling Parodi, Felipe y Mario Castillo Freyre. Op. cit., p. 154.
29. Al respecto, en un caso, «la accionante interpone su Demanda de Tercería basada en una minuta de
compraventa; sin embargo, dicho documento carece de fecha cierta toda vez que si bien presenta
un sello del Notario, no aparece que éste haya certificado la fecha o legalizado las firmas puestas
en dicho documento. Por otro lado, no puede otorgarse al documento indicado la calidad de fecha
cierta en base a una declaración testimonial de un notario público, ya que tal supuesto no está con-
templado en el artículo mencionado (se refiere al artículo 245 del Código Procesal Civil); máxime,
si de la testimonial del notario no se advierte que éste haya autorizado la minuta en cuestión, confi-
riéndole fecha cierta, de acuerdo a lo previsto en el artículo 97 de la Ley del Notariado, Decreto Ley
n.º 26002. Casación n.º 3762-2001, Huánuco, de fecha 26 de abril de 2002.
precedente es, sin duda, que el proceso de tercería no sea utilizado para
fines perversos, desnaturalizando su teleología; sino que pueda servir para
resguardar la propiedad de quien realmente la tenga. De esta manera, se
busca restringir el mal uso del proceso de tercería de propiedad; esto
máxime teniendo en cuenta también lo que se dispone en el tercer
precedente vinculante.
Evidentemente, con ello se persigue resguardar la veracidad de la
fecha cierta, toda vez que antes del precedente vinculante bastaba
con la presentación del documento con sello y firma de notario,
juez y/o funcionario para que se repute como cierta la fecha en que
aquellos habían consignado sus firmas. De ahora en más, no basta con
la sola presentación del documento conteniendo una supuesta fecha
cierta, sino que para ser considerada como tal en un proceso judicial
necesariamente deberá el funcionario público, a requerimiento del juez,
de informar acerca de su autenticidad o falsedad.
Esto sin dudad a fin de evitar que personas inescrupulosas utilicen
documentos falsificados con los cuales pretendan demostrar una seudo
fecha cierta (fecha cierta ficta).
En consecuencia, no se puede soslayar realizar dicho requerimiento pues
de no hacerlo se incumpliría el precedente vinculante y su finalidad cual
es, tener la plena certeza que el notario, juez y/o funcionario realmente
hayan dado fecha cierta a un documento privado.
Consideramos que una mejor técnica en la redacción del precedente
hubiera sido enunciar en vez de «podrá oficiar al notario» por «deberá
(…)». Esto a efecto de no generar ninguna interpretación capaz de afirmar
que el juez no está obligado a cursar oficio, cuando en la parte inicial
del precedente se dispone con claridad que el juez «deberá» velar por
la legalidad de la certificación de la fecha cierta; así como también que
se pueda llegar a considerar la posibilidad de otro mecanismo, distinto
a la de cursar oficio, que permita el cumplimiento del precedente
vinculante, cuando éste no establece ni deja abierta la posibilidad de
mecanismo alterno.
Pese a este avance, consideramos que el VII Pleno Casatorio pudo ir un
paso adelante más planteando la existencia de una suerte de registro
físico o de soporte magnético que debiera tener el notario, juez o
funcionario de los documentos extra protocolares que legaliza, suscribe
o certifica; esto a efecto de permitir no sólo una mayor certeza para que
pueda informar acerca de la autenticidad o falsedad de la misma sino
también para salvar aquellos casos de imposibilidad material, ya sea
7. Reflexiones finales
En nuestro medio el problema de la tercería de dominio frente al embargo
inscrito se planteaba como uno de los temas más importantes del Derecho
Civil, lo que había conllevado a la realización del VII Pleno Casatorio Civil.
El debate se había vinculado con el segundo párrafo del artículo 2022 del
Código Civil. Algunos habían afirmado que el citado artículo no era útil para
solucionar el problema, mientras que para otros, sí. Consideramos que, ambas
posturas no eran totalmente excluyentes y que se podía llegar a similar camino
con una u otra postura tomando en consideración las razones subyacentes de
la normativa civil.
En nuestra opinión, el propietario no inscrito debía vencer al embargante.
El problema se presentaba frente al uso fraudulento de esta salida. Por
ello, creíamos que, una solución consistía en aceptar el planteamiento de
excepciones materiales dentro del proceso (Vid. el embargante podría plantear
una excepción extintiva respecto a la adquisición de propiedad del tercerista).
Consideramos que los precedentes vinculantes contenidos en la sentencia
casatoria producto del VII Pleno Casatorio Civil constituyen un avance en el
tema. Sin embargo, no menos cierto es que, conforme a lo expuesto sobre
el segundo precedente vinculante y las interrogantes que a partir de allí nos
genera, no todo está dicho y algo todavía queda por seguir recorriendo.
No dudamos que a partir del segundo precedente vinculante surgirá una u otra
posición jurisprudencial y doctrinaria cuando se esté ante la imposibilidad
material de emitirse el informe acerca de la certificación por razones materiales,
y aquí se iniciará un nuevo debate sobre el tema.