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División Sexual Del Trabajo PDF
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La división sexual del trabajo, es decir, el cómo se han repartido las labores
productivas y reproductivas según los sexos y el género, ha sido largamente
reconocida como una de las formas de organización social y económica
más básicas de nuestras sociedades.
Los estudios sobre la división sexual del trabajo nos han hecho posible
analizar por qué las mujeres nos encontramos tradicionalmente
vinculadas al espacio doméstico y por qué los hombres están más vinculados
al espacio público, lo que a su vez configura una identidad femenina en
relación a los valores del cuidado (hacia procurar el bienestar de los demás), y
una identidad masculina relacionada con los valores de la provisión (el
abastecimiento de los recursos necesarios para la subsistencia).
En dicha división, las actividades del espacio doméstico han sido considerado
más en términos de responsabilidad moral y biológica, con lo cual, no ha sido
reconocido como un “trabajo formal” (como un trabajo remunerado). A
diferencia de las actividades del espacio público relacionadas con la provisión,
que son las que se reconocen en términos de productividad mercantil, con lo
que tiene relación directa con el intercambio económico.
Las restricciones intrínsecas son las creencias, normas y valores que se han
interiorizado y que determinan las responsabilidades diferenciadas entre
hombres y mujeres, es decir los trabajos que se espera que ejerzan hombres y
mujeres en el mercado laboral.
Las restricciones extrínsecas o impuestas son las que vienen de los estados
y los mercados, por ejemplo las preferencias de los empleadores, las reglas de
acceso y control de los recursos, la tecnología y el conocimiento, el acceso a
la comunicación y la educación, entre otras.
Esto es importante porque existen varias formas de segregar que son menos
visibles que otras. Por ejemplo, aunque estadísticamente las mujeres
alcancemos mayor acceso a la educación o a trabajos de distintos tipos, se
pueden enfrentar también a otras barreras que son consecuencia de la
desigualdad de género dentro de esos puestos.
Una de esas barreras puede ser el que las mujeres nos hemos incorporado al
sector productivo especialmente si se trata de nuevamente de ejercer tareas de
cuidado, y además, sin que los hombres se hayan incorporado en igual medida
al espacio doméstico, lo que representa una doble carga para la mujer más allá
de la emancipación.
Esto último ha traído distintos debates sobre las políticas de conciliación que
deben implementarse en distintos países, de manera que la distribución de las
tareas pueda equilibrarse.
Referencias bibliográficas: