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Criterios de evaluación
1. Lee el siguiente texto sobre la tolerancia propuesto por las Naciones Unidas y desarrolla las
actividades que aparecen a continuación.
Tipos de argumentos
Con objeto de lograr la adhesión del lector, el emisor de un texto argumentativo emplea distintos
tipos de estrategias. Estas incluyen usar ciertos tipos de argumento, la forma de organizar los
argumentos, la forma de dirigirse al lector, de ejemplificar, etc.
A continuación, te presentamos dos breves tablas con los tipos de argumento más comunes
dentro de las categorías anteriores.
Argumentos lógico-racionales
Tipo de argumento Ejemplo
Razonamiento por analogía: Se establece una “Tal como se hizo en España, se debería
semejanza entre dos conceptos y lo que es potenciar el fútbol joven”.
válido para uno se asume válido para el otro.
Razonamiento por causa: Se establece una “La madre de Matilde fumó durante su
relación causal entre dos hechos para embarazo, por eso Matilde es una niña débil y
fundamentar un punto de vista. con bajo peso”.
Razonamiento por signos: Se emplean “Este individuo presenta malestar general,
indicios para establecer la existencia de un congestión nasal y 39º de fiebre. Puede tener
fenómeno. influenza”.
Uso de criterio de autoridad: Se alude a la “Como señala el último informe de la OCDE,
opinión de expertos en un tema para Chile es un país que invierte muy poco en
sustentar un punto de vista. ciencia”.
Argumentos emotivo-afectivos
Tipo de argumento Ejemplo
Argumentos afectivos: Apelan a las dudas, “Nadie está libre del cáncer a la piel”.
miedos o deseos de los receptores.
Argumento por lo concreto: Se emplea un “Nosotros, como padres, sabemos lo difícil que
elemento común al auditorio para darle valor es criar a un hijo”.
al punto de vista.
Argumento-slogan: Se emplea una frase “Obedece a tu sed”.
hecha que genera simpatía en el lector o
receptor.
Apelación a la experiencia personal o el “Yo te recomiendo consultar a este doctor,
conocimiento general: Se fundamentan en la porque él me ayudó a mí”, “Es peligroso andar
experiencia previa del emisor del texto y en solo de noche”.
ideas de carácter general que comúnmente
son aceptadas.
1. Lee el siguiente texto argumentativo y luego responde las preguntas para analizar las estrategias
desplegadas en él.
Desde un tiempo a esta parte, ha comenzado a ponerse de moda la idea de que debemos proteger
a todo el mundo de cualquier tipo de adversidad que enfrente. El caso más extremo de esta
mentalidad sobreprotectora se da con los niños, a quienes crecientemente se les impide
desarrollar su potencial y personalidad sin supervisión de adultos, y a los que se pretende asegurar
que no sufran siquiera por un instante la agresión, el bullying o la intolerancia de otros niños.
Según el sicólogo moral y social de la Universidad de Nueva York, Jonathan Haidt, esta cultura del
victimismo –o del proteccionismo– en la que todo el mundo sale corriendo a apapachar a
cualquiera que muestre algún grado de sufrimiento, está creando las condiciones para que toda
una generación termine fracasando. Y es que una de las lecciones más antiguas de la filosofía,
como muestra el mismo Haidt en su libro The Happiness Hypothesis, es aquella que formuló
Nietzsche de manera tan sinceramente brutal cuando dijo que lo que no nos mata, nos hace más
fuertes.
Haidt explica que el estrés derivado de la interacción con otros, especialmente la interacción
conflictiva, es fundamental para, desde temprana edad, desarrollar una salud mental robusta que
permita enfrentar los duros desafíos que, de manera inevitable, traerá la vida adulta. Se aplica a
esto el mismo principio que rige la antifragilidad del sistema inmunológico, por ejemplo, el que
debe ser expuesto a bacterias, gérmenes y otro tipo de patógenos precisamente para ser capaz de
lidiar con ellos sin problemas en el futuro. Un medio ambiente totalmente aséptico sería tan
dañino para el desarrollo de un sistema inmunológico sano, como lo es un entorno sicológico
controlado para prevenir la experiencia de emociones negativas en niños y jóvenes.
Por supuesto, lo anterior debe existir dentro de límites; de otro modo, el organismo podría no
superar el ataque de un determinado patógeno, así como una persona podría resultar traumada
de por vida con una experiencia extrema. Lo relevante, sin embargo, es aceptar que la adversidad
y el conflicto son parte consustancial de la vida y que, lejos de condenarse por dañar sentimientos,
deberían abrazarse, pues sin las lecciones que ellos proveen, una vida emocional sana resulta
imposible. Pero las consecuencias de la moda sobreprotectora son aún más complejas para una
sociedad libre y democrática.
La extrema sensibilidad derivada de una creciente fragilidad emocional al lidiar con la adversidad y
puntos de vista que resulten ofensivos, lleva a crecientes reclamos por desarrollar leyes, medidas y
costumbres que censuren y castiguen a quienes, expresando su individualidad, hieran los
sentimientos de otros.
Recientemente, Mario Vargas Llosa ha escrito un elocuente artículo en el cual denuncia la severa
amenaza de censura que, de manos de la corrección política y especialmente del feminismo radical,
experimenta en estos tiempos la literatura, con graves consecuencias para la vida en sociedad.
Del mismo modo, los estudios del economista Steve Horwitz indican que la costumbre sobreprotectora
–que luego alimenta la corrección política– daña seriamente la capacidad de resolver conflictos de
manera racional en una cultura democrática, llevando a los participantes a buscar una autoridad
fuerte que zanje la discusión en su favor mediante la coacción. Según Horwitz, en parte ello comienza
en la niñez, en la que no se deja a los niños interactuar y jugar en espacios no controlados por adultos,
los que previenen o interceden en todos los conflictos que surjan entre ellos. Así las cosas, los medios
de comunicación, que han hecho del victimismo el arma de venta por excelencia, los padres, los
colegios y las universidades, harían bien en dejar de cultivar el victimismo y la fragilidad en los niños,
en los jóvenes y en el público en general, contribuyendo en cambio a una cultura que estimule la
fortaleza sicológica y defienda la libertad frente a la reacción sentimentalista que pretende censurarla.
Cartas a Lucilio
Séneca
Obra así, querido Lucilio: reivindica para ti la posesión de ti mismo, y el tiempo que hasta ahora se
te arrebataba, se te sustraía o se te escapaba, recupéralo y consérvalo. Persuádete de que esto es
así tal como escribo: unos tiempos se nos arrebatan, otros se nos sustraen y otros se nos escapan.
Sin embargo, la más reprensible es la pérdida que se produce por la negligencia. Y, si quieres
poner atención, te darás cuenta de que una gran parte de la existencia se nos escapa obrando
mal, la mayor parte estando inactivos, toda ella obrando cosas distintas de las que debemos.
¿A quién me nombrarás que conceda algún valor al tiempo, que ponga precio al día, que
comprenda que va muriendo cada momento? Realmente nos engañamos en esto: que
consideramos lejana la muerte, siendo así que gran parte de ella ya ha pasado. Todo de cuanto
nuestra vida queda atrás, la muerte lo posee.
Por lo tanto, querido Lucilio, haz lo que me dices que estás haciendo: acapara todas las horas. Así
sucederá que estés menos pendiente del mañana, si te has aplicado al día de hoy. Mientras
aplazamos la vida, la vida transcurre.
Todo, Lucilio, es ajeno a nosotros, tan sólo el tiempo es nuestro: la naturaleza nos ha dado la
posesión de ese único bien fugaz y deleznable, del cual nos despoja cualquiera que lo desea.
Y es tan grande la necedad de los mortales, que permiten que se les cargue a su cuenta las cosas
más insignificantes y viles, en todo caso sustituibles, cuando las han recibido; en cambio, nadie
que dispone del tiempo se considera deudor de nada, siendo así que éste es el único crédito que
ni siquiera el más agradecido puede restituir.
Quizá me preguntes qué conducta observo yo, que te doy estos consejos. Te lo confesaré
sinceramente: como le acontece a un hombre pródigo, pero cuidadoso, tengo en orden la cuenta
de mis gastos. No podría afirmar que no derroche nada, pero te podría decir qué es lo que
derrocho, por qué y cómo: te expondré las causas de mi pobreza.
Pero me acontece a mí lo que a muchos de los que, sin culpa suya, han caído en la indigencia:
todos les disculpan, nadie les auxilia.
En conclusión, ¿qué significa esto? Que no considero pobre a quien le satisface cuanto le queda,
por poco que sea. Con todo, prefiero que tú conserves tus bienes y así comenzarás en el tiempo
justo. Pues, según el aforismo de nuestros mayores, "es ahorro demasiado tardío el que se
consigue en el fondo del vaso": en el sedimento no sólo queda una parte insignificante, sino la
peor.
Séneca. (1986). Epístola 1. En Cartas a Lucilio. Madrid: Gredos. (Fragmento).
1.- ¿Qué función cumple la pregunta: “¿A quién me nombrarás que conceda algún valor al tiempo,
que ponga precio al día, que comprenda que va muriendo cada momento?” en el contexto del
fragmento leído? Fundamenta.
2.- ¿Qué quiere decir el refrán “es ahorro demasiado tardío el que se consigue en el fondo del
vaso" en el contexto del texto? Fundamenta.