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"MÉXICO, INVESTIGACIÓN EN EDUCACIÓN Y VALORES”,

Editorial GERNIKA.

VI Jornada Nacional de Investigadores en


Educación y Valores

LA PERSPECTIVA DE GÉNERO EN LA ÉTICA MÉDICA PROFESIONAL Y LA


BIOÉTICA: UNA CUESTIÓN DE JUSTICIA

M.C. SONIA LÓPEZ GARCÍA


Coordinación de Ética, Sociedad y Profesión
Facultad de Medicina
Universidad Autónoma de Nuevo León

RESUMEN:

En la actualidad, la ética médica y la bioética se plantean la necesidad de


promover una toma de decisiones y un actuar justos en las relaciones médico-
paciente, en la investigación y en las políticas sanitarias. La beneficencia y la no
maleficencia, tan preciadas en la deontología tradicional como en la bioética
contemporánea, no pueden cultivarse sino en un terreno que haya sido abonado
cuidadosamente por la justicia. Debido a que muchos conflictos en estos
ámbitos, tienen su génesis en la inequidad de género, el presente trabajo se
propone destacar las aplicaciones de la ética feminista en el reconocimiento,
análisis y solución de problemas en medicina y la importancia de su
incorporación a los programas de ética médica y bioética. Muchas de las
contribuciones de la perspectiva de género, ya han sido recogidas e
instrumentadas por la sociología médica y la filosofía de la educación e
incorporadas a los programas internacionales de salud (OMS) y de educación
(UNESCO), así como a los programas sanitarios nacionales. No obstante, existe
aún un grave desconocimiento en torno al tema, por lo que - en aras de la
equidad - es prioritario incorporar la teoría de género a los programas educativos
en general y a la formación médica en particular.

Una de las ideas más consistentemente ligadas a la ética es la justicia. Desde


Platón, en La República hasta John Rawls, el concepto de justicia ha sido
señalado como elemento fundamental en el edificio ético social1. No obstante la
aceptación general de su importancia, el concepto y las implicaciones prácticas
de la justicia siguen siendo motivo de debate.2

1
Rawls, John, Teoría de Justicia. Fondo de Cultura Económica, México, 1995, pp.17-61
2
Bloom, Samuel M, Wilson, Robert N., Relaciones entre médicos y pacientes. Ética y Salud Reproductiva.
Gloria Careaga Pérez, Juan Guillermo Figueroa Perea y María Consuel Mejía, Ed.Programa Universitario
de Estudios de Género, UNAM, 1996, pp. 211-257
En el ámbito de la ética médica y especialmente a partir de los planteamientos
de la bioética, la pregunta persiste: ¿Que debe entenderse como un actuar justo
en medicina? ¿Cómo transformar los conceptos relacionados a la justicia, en
prácticas que reivindiquen la equidad en la relación médico-paciente, en la
investigación científica y en el diseño de políticas sanitarias? 3

Desde este enfoque, las contribuciones de la teoría de género adquieren una


importancia especial por su énfasis en la promoción de la equidad y el
señalamiento de las condiciones de desigualdad y desventaja que son
inherentes a muchas costumbres, procedimientos y normas referentes a las
Ciencias Médicas.4
De hecho, muchos de sus señalamientos han sido reconocidos por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación (UNESCO), que a su vez han puesto en marcha
diversos programas alusivos.
Persiste sin embargo, un gran desconocimiento y aún desinformación, en torno
al tema, especialmente en los países latinoamericanos, incluyendo el nuestro.
La teoría de género tiene su marco conceptual en la ética feminista, una visión
particular de la ética de la justicia, que analiza los supuestos que mantienen la
"naturalización" de los roles sociales y del doble código moral, asignados de
manera diferenciada a los hombres y a las mujeres. Tales asignaciones vitales
representan una construcción cultural a partir de la diferencia sexual, misma que
se define como género (de acuerdo al significado original del término en el inglés
gender.5
Así, a partir de la naturaleza biológica, "lo que es", se ha pasado a establecer el
"deber ser", es decir, lo considerado como correcto en términos sociales y
morales, para cada sexo: la falacia naturalista deviene criterio de "normalidad" y
"moralidad" en la vida cotidiana.6
A partir de éste sistema sexo- género, se llama perspectiva de género a la línea
de estudio que expone y deconstruye estas desigualdades7 consideradas tan
"naturales" como si fueran inherentes a la biología.8

3
Laudan, Larry, Medicicna coercitiva: paternalismo y salud pública. Responsabilidad y libertad. Olbeth
Hansberg y Mark Platts Ed, Universidad Nacional Autónoma de México- Fondo de Cultura Económica,
México, 2002, pp. 87-99
4
Aldrete Rangel, Juana Rita. Una propuesta de salud integral para las mujeres. Graciela Hieroo Ed.
Filosofía de la Educación y Género. Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 1997. pp. 11- 24
5
Scott, Joan W. El género: una categoría útil para el análisis histórico. Marysa Navarro y Catherine
Stimpson Ed. Sexualidad, género y roles sexuales. Fondo de Cultura Económica de Argentina, Buenos
Aires- México, 1999, pp. 37-75
6
Weeks, Jeffrey, Sexualidad, Ed. Paidós Mexicana, México, 1998, p. 19
7
Cazés, Daniel. La perspectiva de género, CONAPO, México, pp. 37-39
8
Lamas, Marta, Género, diferencias de sexo y diferencia sexual. Debate Feminista. Año 10, Vol. 20,
Octubre, 1999, México, pp. 84-106
La perspectiva de género no trata, como suele creerse, de rechazar la diferencia
biológica o sexual, sino de señalar la forma en la que ésta se traduce en
inequidad. 9
A partir de lo anterior, la ética feminista conecta la justicia con la utilidad, al
plantear el bien como lo útil para eliminar tales desigualdades,10 incorporando el
elemento fundamental de justicia, indispensable para la aspiración a las
bondades del desarrollo personal y social.11
Desde una perspectiva de género, la equidad implica que - independientemente
de su género - las mujeres y los hombres tengan la posibilidad de desarrollar sus
capacidades, vocaciones y destrezas, y vivir sin limitaciones (o violencias),
impuestas por los roles o prejuicios sociales estereotipados acerca de lo que es
bueno o apropiado para cada género.12

Considérese como ejemplo cercano que, hasta hace poco más de 50 años, sólo
los hombres podían ser médicos y las mujeres, enfermeras; era "lo natural" que
las mujeres estuvieran supeditadas a la autoridad masculina reproduciendo en el
plano público, el orden de dominio del ámbito doméstico.13 En la actualidad, hay
muchas médicas y un buen número de hombres que ejercen la enfermería, pero
se trata de un fenómeno bastante reciente

Hubo mujeres en la historia de la medicina, que tuvieron que hacerse pasar por
hombres para poder estudiar y ejercer la profesión. No era su biología lo que les
impedía el acceso, sino la interpretación social acerca de las implicaciones de la
diferencia sexual. Las primeras mujeres en las facultades de medicina sufrieron
un fuerte rechazo y ridiculización. Todavía ahora, muchas especialidades
médicas están restringidas a los hombres: es aceptable que un médico sea
ginecoobstetra, pero es inaceptable que una mujer sea andróloga. Éste orden de
cosas está tan introyectado que pocas veces es cuestionado en su validez o
fundamentación. 14

Un aspecto de enorme importancia, develado por la sociología, es que bajo el


enfoque médico tradicional (paternalista), el género es un elemento que lo marca

9
Lamas, Marta. Cuerpo: diferencia sexual y género. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. de C.V.,
México, 2001. P. 164
10
Jaggar, Allison M.. Ética feminista: algunos temas para los años noventa. Perspectivas feministas en
teoría política, Carme Castels, Ed., Editorial Paidós Ibérica S.A. Barcelona, 1996, pp. 167- 184.
pp. 167-184
11
Biller-Adorno, Nikola y Wiesermann, Claudia, Ética del cuidado y justicia: el debate actual sobre
medicina reproductiva en Alemania. Perspectivas Bioéticas, Vol. 7, No. 13, Ed. Gedisa, Barcelona,
2002, pp. 21-29
12
Sen, Amartya, Many faces of gender inequality, Frontline, Vol. 18, Num. 22, Nov 2001, India, pp. 4-14
13
Turner, Bryan S. El cuerpo y la sociedad. Exploraciones en teoría social, Fondo de Cultura Económica,
S.A. de C.V., 1989, México, p. 150.
14
McManus IC, Sproston KA. Women in hospital. Medicine in the United Kingdom: glass ceiling,
preference, prejudice or cohort effect? Journal for Epidemiology and Community Health. Num. 54,
2000, pp. 10-16
todo.15 Los pacientes, sean hombres y mujeres, siempre tienen una asignación
de género femenino. Se espera de ellos y ellas, las actitudes "femeninas" de
sumisión, pasividad, obediencia, etc..16 Bajo las nuevas reglas (como la Carta
General de los Derechos de los Pacientes) y especialmente bajo el nuevo
paradigma de la bioética, este tipo de relación médico-paciente está quedando -
afortunadamente - en el pasado.17

No obstante los avances médicos y sociales, un gran número de investigaciones


en la última década han detectado que el enfermar y sanar de las mujeres
dependen en gran parte de la relación que establecen con su propio cuerpo y el
entorno, desde la equidad o la desventaja, desde el poder o el no poder, desde
la autoafirmación o la negación, la autoestima o la subordinación.18 Más aún, en
los países en desarrollo como México, la inmensa mayoría de los trastornos de
salud y causas de mortalidad específicamente femeninas, se podrían evitar de
haber condiciones satisfactorias de autonomía de las mujeres y equidad en las
relaciones de género, tanto en el ámbito privado como en el público. Los
estudios señalan que, el problema se extiende hasta las instituciones de salud,
que en muchas ocasiones reproducen los esquemas de inequidad y los
estereotipos sexistas de la sociedad general.19

Algunos de los factores sociales que inciden en la salud y calidad de vida de las
mujeres son los siguientes: la valoración de lo femenino en base a la
maternidad; las dificultades socio-culturales para separar el ejercicio de la
sexualidad al de la procreación: embarazos riesgosos, tardíos o forzados;
ejercicio no deseado o violento de la sexualidad; acoso sexual, violencia familiar,
etc..20 Lo anterior se agrava con el fenómeno de la desnutrición ligada al género,
debido a que - en los estratos sociales en situación de pobreza - desde la niñez,
la alimentación es selectiva: los varones siempre reciben más alimentos que las
mujeres; desde luego que, la desnutrición de las niñas se convierte en la
desnutrición de las madres y de sus productos. El ciclo se cierra, convirtiendo al
género en un mecanismo de perpetuación de la injusticia, que afecta tanto a
hombres como mujeres..

Adicionalmente, la perspectiva de género, también destaca los aspectos socio-


culturales que inciden en la salud y en la mortalidad masculina.21 Así, las

15
Saavedra Herrerías, Gloria y Flores Hernández, Eugenia. Ser Mujer: ¿un riesgo para la salud? Del
malestar y enfermar, al poderío y la salud. Red de Mujeres A.C., México, 1997, pp. 76-82
16
Figueroa Perea, Juan Guillermo, La condición de la mujer en el espacio de la salud. El Colegio de
México, México, 1998, p.14
17
__________ pp. 82-91
18
Sánchez Ramírez, Georgina. Empoderamiento, salud y madurez en mujeres de tres regiones mexicanas,
Revista Mujer Salud No. 4, 2004
19
Ivonne Szass, La Condición social de la Mujer y la Salud en Las Mujeres y la Salud, Soledad
González Montes, Ed.. El Colegio de México, México, D.F., 1995 p.11
20
______pp. 13-26
21
Moysén, Antonio. Reflexiones sobre la masculinidad.. Filosofía de la Educación y Género. Facultad de
enfermedades de transmisión sexual, la violencia y las conductas de riesgo,
tienen un sustrato profundo en los roles estereotipados de género que presionan
a los hombres a demostrar su virilidad conforme a la tradición sexista.

Finalmente, la población homosexual, bisexual y lésbica enfrenta problemas de


salud y calidad de vida que con frecuencia se agravan, como resultado de las
actitudes de homofobia que pueden escalar hasta la violencia física y los
crímenes de odio. La homofobia es una manifestación de sexismo que
encuentra su aval y justificación en los discursos ideológicos sustentados en los
estereotipos de género y en los códigos de la moral sexual de occidente.22
En las instituciones de salud, la comunidad lésbico-gay puede ver afectados sus
intereses por la inequidad en la distribución de recursos y la homofobia del
personal sanitario. Recordemos que en Encuesta Nacional de Discriminación
2005, el 20 por ciento del personal sanitario declaró que no compartiría su casa
con una persona homosexual.23

Al respecto, el Consejo Nacional para la Prevención y Control del VIH/SIDA


(Conasida), se adhiere a la posición del Programa Conjunto de la Naciones
Unidas contra el VIH/SIDA (ONUSIDA), al afirmar que la homofobia es uno de
los principales "obstáculos" para abatir la enfermedad, pues "la discriminación
hace vulnerables a quienes la padecen" y frena las estrategias dirigidas a ese
sector. En términos de justicia, es inadmisible que el 43 por ciento de los
homosexuales mexicanos declaren haber sido sujetos de discriminación por su
condición y que 40 por ciento hayan sufrido discriminación en su trabajo.24

Es evidente que muchos problemas de salud y calidad de vida de las mujeres y


de los hombres, a lo largo de todo el ciclo vital, tienen su génesis en la inequidad
de género,25 por lo que la ética feminista se convierte en un instrumento
ineludible para la búsqueda e implementación de soluciones.26

Por otra parte, conviene establecer claramente que, en el presente trabajo, no se


pretende que la teoría feminista, la bioética feminista y la perspectiva de género,
tengan todas las respuestas; el destacar sus aciertos no debe entenderse como
una exclusión o rechazo de otras corrientes de pensamiento en ética.27 Pero
tampoco es lógico aceptar su estatuto actual de corrientes opcionales,
minoritarias o disidentes y permanecer anclados en el rezago formativo.

Filosofía y Letras, UNAM, 1997. pp. 245-251


22
Foucault, Michel, Historia de la Sexualidad, Vol I. Siglo XXI Editores, México 2005, p. 51
23
Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México, Consejo Nacional para Prevenir la
Discriminación-Secretaría de Desarrollo Social, México, mayo, 2005
24
La homofobia, obstáculo para prevenir el VIH: Conasida Fenómeno presente en 29% de burócratas del
sector salud.. La Jornada; Sección: Sociedad y Justicia , 24 de mayo, 2005 Pág. 49
25
Nussbaum, Martha C. y Sen, Amartya, La calidad de vida, Fondo de Cultura Económica, México, 1998,
pp. 15-23
26
Tong, Rosemarie, Feminist Approaches to Bioethics, Westview Press, United States, 1997, pp. 93-98
27
Cervantes Carson, Alejandro. Universalización, desigualdad y ética: intervenciones en la teorización de
los derechos humanos. Elementos para un análisis ético de la reproducción. Juan Guillermo Figueroa Ed.
Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2001, pp. 41-74
Lamentablemente, en nuestro país, la perspectiva de género no se incluye y
tiene un carácter de excepcionalidad en los programas de los centros de
estudios superiores.

Considerando el enorme impacto que la inequidad de género tiene en los


parámetros del desarrollo humano, en la formación médica, en las prácticas
sanitarias y en la investigación científica, es prioritario entonces, incorporar los
tópicos de la teoría de género a la formación valorativa en general, y a la
formación médica y los programas de bioética en particular28, eliminando los
mitos y las creencias erróneas al respecto.

A este respecto, hago mía la frase de Marta Lamas: "Por paradójico que suene:
para que la diferencia sexual no se traduzca en desigualdad económica, social y
política, es necesario volver a la diferencia sexual".

Porque la perspectiva de género no es - únicamente - un asunto de mujeres, es


una cuestión de justicia social.

28
López García, Sonia A. Discursos de la bioética en México desde una perspectiva de género: el caso de
la reproducción. Etica, Religión y Reproducción: apuntes para una discusión. Juan Guillermo Figueroa
Perea Ed., Católicas por el derecho a decidir, A. C. México, 2002, pp. 203-229

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