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Federal en el habla del pueblo, equivalía a argentino. El grito ¡Viva la Santa Federación!
significaba vivar a la Confederación Argentina. La patria era la tierra, los hombres que en ella
habitaban, su pasado y su futuro: un sentimiento que no se razonaba, pero por el cual se vivía
y se moría. Defender la patria de las apetencias extranjeras era defenderse a sí mismo y a
los suyos: conseguir y mantener un bienestar del que están despojados los pueblos
sometidos.
Pero desde 1835 la Confederación Argentina toma aspecto y conciencia de Nación. Las
Provincias Unidas de 1816 o la República de Rivadavia en 1826 haba sido un caos de guerras
internas, ensayos constitucionales, fracasos exteriores, sometimiento económico, pobreza
interior, que llevaron a la disgregación de la patria de 1810. En 1831 las trece provincias que
agrupa Rosas en el pacto Federal dejan el instrumento de la nacionalidad; desde 1835, la
férrea mano del Restaurador construye la nación, paso a paso, lentamente, llevándose por
delante los intereses internos y los apetitos exteriores.
Obra personal, es cierto, porque sólo había un Gran Pueblo y un Gran Jefe, y se carecía
de un conjunto de hombres capaces, consagrados y plenamente identificados con su patria
para formar un equipo homogéneo. La verdad es que la poderosa personalidad del
Restaurador y su enorme capacidad de trabajo eran toda la “administración” en la Argentina
de 1835 a 1852.
Un gran pueblo y un gran jefe no bastan para consolidar una gran política. Pero Rosas no
podía sacar de la nada una clase dirigente con sentido patriótico. Por eso fue derrotado.
Por la Confederación Argentina, por el pueblo federal, por el sistema americano, jugó
Rosas su fama, fortuna y honra, aún sabiendo que habría de perderlas. Las perdió, como
necesariamente tenía que ocurrir. “Creo haber llenado mi deber – escribió la tarde de
Caseros con absoluta tranquilidad de conciencia –, si más no hemos hecho en el sostén
sagrado de nuestra independencia, es que más no hemos podido”. La Argentina no pudo
cumplir su destino en 1852. Y no lo podrá mientras no eduque una clase directora con
conciencia de su posición. Los hombres providenciales serán relámpagos en su noche.
José María Rosa
Conclusión: Ha transcurrido más de un siglo y medio de aquel primer paso como Nación
organizada. Parece que fue ayer por los resultados que arroja el desenvolvimiento de las
Instituciones del país. Tenemos asegurada la Democracia, pero nos han robado la
República.
Se acerca la hora de juzgar los hechos políticos, economicos y sociales, fruto de los actos
del actual gobierno. Pensemos seriamente lo que haremos al entrar al cuarto oscuro y no
dejemos librado al albedrío despótico de unos pocos el destino de casi 40 millones de
argentinos.
Enrique Serra.- 30/04/2007 http://www.opinorama.com.ar/
Consulta: 6/04/08