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Las

preguntas
de la vida
Fernando Sabater

Luis Getino Alonso Nº 15

Filosofía 1º A Bachiller

09/05/2012
Advertencia previa
Este libro tiene dos finalidades, por un lado es un libro de
lectura, destinado a alumnos de bachillerato que tienen la
asignatura de filosofía, y les ayuda a adentrarse en este mundo
mediante ideas, ejemplos, preguntas…

Por otro lado, la otra finalidad, según el autor “una finalidad


desmesuradamente ambiciosa”, ya que también es un libro
destinado a todas aquellas personas que estén interesadas en
mayor o menor grado en estos temas.

En conclusión: este libro sirve para proponer algunas


preguntas de la vida cotidiana, que puedes, o no, haberte hecho
ya, de la filosofía, para aprender a filosofar, todo ello sin darte
las respuestas, ya que las tienes que dar tú, y con un carácter
didáctico.

En la ciencia se pueden usar los conocimientos anteriores


para descubrir algo o continuar investigando, utilizar teorías o
leyes, experimentos, de otra o otras personas anteriores;
mientras que en la filosofía no, tú tienes que dar tu opinión desde
el principio, con alguna influencia quizás pero tuya, sin seguir los
pasos de otros, defendiéndola con argumentos y veracidad, de
ahí la frase de Kant: “No se aprende filosofía, se aprende a
filosofar”.

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Introducción

El por qué de la filosofía.

Calicles defendía que la filosofía había que plantearla en la


juventud de una persona, no cuando ya hubiera crecido, ya que
era una pérdida de tiempo, por eso la filosofía se debía tratar de
una asignatura obligatoria para los cursos escolares
(bachillerato).

La filosofía no informa ni da noticias, ya que todas las


noticias tienen una información y, en la filosofía, no hay
información, la filosofía trata de hacer preguntas, no de dar
información que pueda inducir a respuestas preconcebidas, como,
por ejemplo:

“¿En qué mundo vivimos?; ¿Qué hay más allá de la muerte?;


etc.”

La diferencia entre ciencia y filosofía es que, la ciencia


responde a las preguntas, da información y crea noticias.

La ciencia consta de información y conocimiento; la filosofía


consta de conocimiento y sabiduría filosófica. Las dos intentan
responder a preguntas suscitadas por la realidad, la ciencia dice
cómo son, de que están hechas, etc.; y la filosofía dice el
significado para el ser humano.

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Capítulo primero

La muerte para empezar

El autor nos cuenta lo que sintió cuando por primera vez se


dio cuenta de que él también iba a morir. El su “yo” se iba a
morir; a desaparecer, y aunque eso fuese a pasar dentro de
muchos años (pues por aquel entonces era un niño de 10 años) él
sentía como su mortalidad había comenzado en el mismo momento
en el que se había percatado de que iba a morir y fue en ese
momento en el que empezó a pensar.

Uno o dos años antes había visto, por primera vez, un


cadáver, fue por sorpresa, estaba en la iglesia a la cual solía
acudir con su familia. A el le dijeron que se iría al cielo, pero que
si lo piensas bien, por muy bien que este el cielo, aquí estas
muerto, y es aquí donde se vive.

Él nos explica este capítulo desde su punto de vista cuando


él empezó a pensar, cuando eres niño, te crees inmortal y a veces
omnipotente, pero que empiezas a madurar cuando le planteas la
muerte.

Ser hombre es sinónimo de mortal, ya que deberíamos


definir como mortal a aquel que sabe que va a morir, no
simplemente el que muerte. La muerte es la que hace que
nosotros le damos la importancia a la vida.

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Desde hace ya varias generaciones la filosofía suele
iniciarse con:

Todos los hombres son mortales

·Sócrates” es un hombre

“Sócrates” es mortal

*Sócrates se puede
sustituir por
cualquier otro
nombre

La muerte no es necesaria sino que resuelve el prototipo


mismo de lo necesario en nuestra vida. Otra característica de la
muerte es que nadie puede morir por otra persona.

Al nacer traemos al mundo lo que nunca antes había sido, al


morir nos llevamos lo que nunca volverá a ser.

Es inminente: Nadie es tan joven que no pueda morir, ni tan


viejo que no pueda vivir un día más.

Ignoramos qué es morirse desde dentro.

Según Unamuno lo que individualiza a cada uno de nosotros


como personas es sabernos mortales, aunque la especia no quera
morirse.

Cuando se plantea que después de la muerte existe una


vida, viene dada por los sueños y las pesadillas.

Sea temida, deseada… la muerte es así y todos tendremos


que pasar por ella de forma ´nica, inevitable y personal.

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Capítulo segundo

Las verdades de la razón

En el capítulo segundo, después de tratar el tema de la


muerte, trataremos las preguntas de la vida.

La primera y más importante pregunta que hay que hacerse


es del tipo:

¿Cómo llegare a saber lo que no sé?, ¿Qué busco


preguntándolo…? Partimos del principio de que por lo menos
tenemos una idea de lo que preguntamos. De lo que ignoramos ni
si quiera podemos preguntar.

Lo que sabemos viene dado, bien porque otras personas nos


lo han enseñado, por los estudios o por la propia experiencia,
pero de ninguno de estos campos de conocimiento nos podemos
fiar al 100%. Esto no quiere decir que no nos debamos fiar de lo
que nos digan, de estudios, de experiencias…, nos debemos fiar
de estas fuentes, pero también debemos cuestionar porqué es
así, compartir opiniones…

Lo que nos hace a los humanos, y que todos tenemos en


común, es la razón. El objetivo del método racional es establecer
la verdad. Hay distinción entre creencias e ideas, las ideas son
construcciones mentales, mientras que las creencias las damos
por evidentes y correctas.

Los filósofos escépticos son aquellos que ponen en cuestión


o niegan rotundamente la capacidad de razón para establecer
verdades, mientras que los filósofos relativistas creen que no
hay verdades absolutas sino solo relativas, según la etnia, sexo,
cultura…

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Según Kant lo que llamamos “conocimiento” es una
combinación de cuanto aporta la realidad con las formas de
nuestra sensibilidad y las categorías de nuestro entendimiento.

Para saber hasta qué punto nuestros conocimientos son


subjetivos necesitamos compararlos con un punto de vista
objetivo. Sin embargo, la aportación más valiosa del relativismo
consiste en subrayar la imposibilidad de establecer una fuente
última y absoluta de la que provenga todo conocimiento
verdadero.

Decir que algo “es verdad” significa que es “más verdad”


que otras afirmaciones concurrentes sobre el mismo tema,
aunque no corresponda a la verdad absoluta.

Otro tipo de verdad es “- la verdad visionaria-“, esta es


irrefutable. Es un privilegio de unos pocos.

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Capítulo tercero

Yo dentro, yo afuera.

Para seguir, comenzamos a hablar de lo que Descartes


pensaba, la duda que se planteo que todo lo que considerábamos
real, quizás no fuera verdaderamente real. Cita al genio maligno y
a un estado de sueño permanente. Pero como es normal la gente
se pregunta ¿De dónde ha sacado Descartes a ese genio maligno?
Y ¿Cómo vamos a estar siempre soñando?... Descartes no estaba
loco, sino por su duda metódica quería descubrir lo que realmente
sabía. Pero para poder estar engañado por un genio tiene que
existir: 1ª verdad: “Cógito, ergo sum”. Descartes usa ese “yo”
como ese sujeto de las cosas, aunque también se puede entender
como un localizador verbal. Descartes verdaderamente habla de
su “yo” como su alma.

La cuestión del “yo”. Cada uno estamos convencidos de ese


“yo”, yo soy yo para mí y para los demás, porque me mantengo a
través del tiempo y me distingo de los otros.

Quizá ese “yo” es el mismo desde que naces hasta que


mueres.

Las personas tenemos, aparte de conciencia, autoconciencia,


conciencia de mi conciencia, capaz de saber lo que significa para
mí de las cosas que siento o percibo.

El “yo” en verdad está formado del alma y del cuerpo.


Considero mía mi conciencia aunque en ella existen lagunas de
olvido, también considero mío mi cuerpo, aunque sufra
transformaciones. Ante esto nos podemos plantear una pregunta:

¿Qué es mi cuerpo?

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Pues bien, los límites de mi cuerpo los establece nuestro
tejido celular y nuestro yo viviente solo abarca hasta donde llega
nuestra piel, nuestro cuerpo.

Otro enigma sería: ¿Tiene usted un cuerpo o es un cuerpo?


Según cierta visión popular, estamos dentro de nuestro cuerpo a
modo de fantasmas encerrados en una especie de robots.

Nuestro “yo” en verdad lo tenemos en la cabeza, aunque


siempre solemos señalar al pecho; estos son los que creen que
están en el cuerpo, los que creen que son el cuerpo, el alma es la
forma del cuerpo, entendiendo como forma lo que nos hace
existir.

Soy un “yo” porque puedo llamarme así frente a un “tú”, en


una lengua que permite después al “tú” hablar desde el lugar del
“yo”.

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Capítulo cuarto
El animal simbólico
En la filosofía siempre hay lugar para volver a preguntarse
una y otra vez ¿Qué soy yo?...

Se cita como ejemplo la obra de Sófocles “Antígona”, en la que


se acumulan todos los rasgos distintivos de la especie humana.

La capacidad técnica de controlar fuerzas naturales.


La capacidad para cazar y domesticar a la mayoría de seres
vivientes.
La posesión del lenguaje y del pensamiento racional.
El ingenio para guarecerse de las inclemencias climáticas.
La previsión del porvenir y sus amenazas, preparando de
antemano remedios contra ellas; la cura de muchas
enfermedades
La facultad de utilizar bien o mal tantas destrezas; es
decir, la libertad.

Lo más importante quizá sea el propio asombro ante lo humano.

Esta condición también es destacada en “Oratio pro hominis


dignitate” de Giovanni Pico della Mirandola.
Según Pico lo más asombroso del hombre es que se mantiene
abierto e indeterminado en un universo donde todo tiene su
puesto y debe responder a lo que marca la naturaleza.

Entre los hombres y los animales existen semejanzas, pero no


somos animales. Pero si lo pensamos, en las fábulas se
representan virtudes de los hombres en animales, o virtudes
animales que nos gustaría poseer, aunque también las usamos
como insulto utilizando nombres de animales asociados a virtudes
negativas; al margen de esto, lo que queda claro es que nuestro
origen es animal.

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Los humanos hemos perdido tres rasgos de excepcionalidad
que nos caracterizaban:

1. Fue por Copérnico, Kepler y Galileo: La Tierra no era fija,


giraba alrededor del Sol.
2. Darwin: El ser humano proviene de animales, no fuimos
creados directamente a imagen de ningún dios, y somos una
especie más entre otras tantas que existen en el planeta.
3. Freud: Nuestra conciencia o alma sólo es algo transparente
y muy complejo del cual no somos sus dueños.

Siempre se ha hablado del ser humano como “animal racional”,


es decir, el bicho más inteligente de todos.

La inteligencia de los seres humanos les sirve para descubrir


cosas nuevas, mientras que la de los animales les sirve para
procurarse lo que necesitan. El hombre es un animal insatisfecho.
En los animales la inteligencia parece estar exclusivamente al
conocimiento de sus instintos.

Lo cierto es que los animales suelen acertar en lo que hacen,


mientras que nosotros nos equivocamos. Hasta aquí las
comparaciones desde el punto de vista antropocéntrico. Desde el
punto de vista zoológico, con los primates, las comparaciones
dieron como principal resultado: Los hombres conservan el
parentesco familiar durante toda su vida, los primates no
durante tanto tiempo, pero dentro de los animales son los únicos
capaces de acordarse socialmente de algunos de ellos.

Una pregunta que es para pensar es: ¿Cómo se sentirá tal


animal?, ¿A qué se parecerá él mismo?... Un ejemplo sería ¿Qué
cree el murciélago que se parece?

El lenguaje nos diferencia claramente de los animales. El


lenguaje en el animal es lo que hay que decir; en un humano, lo que
quiere decir.

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El hombre es un animal simbólico, esto quiere decir que el
hombre es un símbolo que representa una idea, una emoción,
porque el hombre puede sentir emoción, tener ideas…

Nuestra condición esencialmente simbólica es la importancia


de la educación en nuestras vidas.

Hay que interpretar las cosas por su significado.

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Capítulo quinto
El universo y sus alrededores
El hombre tiene que ser consciente de que esta en el
mundo. Necesita dialogar y comunicarse con los demás miembros
de las distintas especies.

El hombre se encuentra formando parte del universo, y


hace lo posible para comprenderlo, comprender la ordenación de
las cosas, su origen, el orden…

El hombre conoce el mundo de una forma ordenada.

En una de sus reflexiones el hombre se pregunta ¿Cuál es el


principio del universo?, ¿Quién lo ha creado?, ¿Ha existido desde
siempre?

Las respuestas son múltiples, que si es una incógnita, que el


creador es Dios…

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Capítulo sexto
La libertad en acción
“Habitar” no es lo mimos que estar incluido dentro del
mundo. “Habitar” el mundo es “actuar” en el mundo. Nuestra
especie no está “cerrada” por el determinismo biológico sino que
permanece “abierta” y creándose a sí misma continuamente.

Una “acción” es sólo lo que yo no hubiera querido hacerlo:


llamo acción a un acto voluntario porque antes de llevarlo a cabo
delibero ante varias posibilidades y finalmente me decido por una
de ellas.

- La indeterminación científica no equivale a la “libertad”


- Lo físico o fisiológicamente determinado no tiene porqué
excluir la emergencia de acción libre.

Hablar de libertad no implica renunciar a la causación sino


ampliarla y profundizar en ella. La “acción” es libre parque su
causa es un sujeto capaz de querer, de elegir y de poner en
práctica proyectos, es decir, de realizar intenciones.

“Libertad” suele recibir tres usos diferentes:

1) Libertad como disponibilidad.


2) Libertad de querer lo que quiero y no solo de hacer lo que
quiero.
3) Libertad de querer lo que no queremos y de no querer lo
que he hecho.

Este es el origen del “existencialismo” , el cual nos dice esa


paradoja de: “estamos condenados a ser libres”. Reconocemos
“libres” supone admitir que los humanos orientamos nuestra
actividad de acuerdo a “intenciones”.

Reconocer que somos libres es algo que tiene que ser para
todas las cosas, tanto las buenas como las malas.

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El arrepentimiento es una de las posibilidades siempre
abiertas a la autoconciencia del agente libre. Como somos libres
podemos arrepentirnos de aquello que hacemos con nuestra
libertad.

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Capítulo séptimo
Artificiales por naturaleza
Todos los seres humanos son animales simbólicos, es decir,
somos seres artificiales pero también está presente en nuestra
vida la naturaleza. Se entiende por naturaleza la forma de ser de
cada persona, todo aquello que está sin influenciar por los seres
humanos. Existen esas dos posibilidades se entender la
naturaleza.

Este capítulo trata principalmente de explicar que los


humanos estamos hechos artificialmente, (como antes ya he
dicho).

La parte de la cultura del ser humanos está muy


influenciada por la sociedad de la que se mueva.

El principal objetivo del ser humano es poder construir una


sociedad adecuada.

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Capítulo octavo
Vivir juntos
El capitulo octavo, como su propio nombre indica “vivir
juntos”, quiere decir que el hombre necesita a los demás para
convertirse en humano. Lo que verdaderamente nos hace
humanos es la convivencia, el estar cerca de la gente, de
nuestros semejantes.

Si lo pensamos, las cosas buenas, son mejores cuando las


compartimos con amigos, seres queridos… y que las cosas malas,
con su ayuda son menos malas.

Convivir es lo que hace que nosotros actuemos de una


manera u otra, es decir, la sociedad nos condiciona a actuar de
una manera o de otra.

Es muy difícil conseguir una sociedad que sea justa para


todos, ya que hay numerosas diferencias entre unos y otros. Lo
más importante es el respeto entre nosotros. Si nosotros no
respetamos a los demás, no podemos esperar (ni querer) que los
demás nos respeten a nosotros. Es un aspecto muy importante el
cual no se cumple, y se olvida fácilmente.

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Capítulo noveno
El escalofrío de la belleza
En este capítulo tratamos el tema de la belleza, lo que es
guapo o y lo que no lo es…

El aprecio por lo “bueno” es propio de los seres dotados de


razón.

El afán de belleza no parece responder a ninguna necesidad


concreta ni sensorial ni racional.

Nosotros llamamos ·bello” a lo que consideramos que tiene


derecho y mérito suficiente en sí mismo para ser considerado así
por todo el mundo, mientras que no exijamos tanto al proclamar
otro tipo de gusto.

La función de la belleza, tanto si proviene de la admiración


de la naturaleza como de la creación artística, es puramente
emancipadora: sirve para revelar al hombre lo abierto y aun lo
terrible de su libertad.

Decimos que alguien es “creador” cuando fabrica algo que


sin él nunca hubiera llegado a ser, el que trae algo al mundo, que
sin él nunca podría haber existido. Precisamente de ese modo y
no de otro más o menos parecido. Los “creadores” están
asociados a las ideas de la belleza.

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Capítulo décimo
Perdidos en el tiempo
Trataremos el tiempo como tema principal, su paso, y que ni
siquiera nos damos cuenta.

Si preguntamos a cualquier persona sobre los pasos que


sigue desde que se levanta, no lograríamos hablar de nosotros
mismos, de nuetra vida, de lo que queremos o tenemos, de lo que
nos rodea, sin referirse inmediatamente al tiempo. El tiempo en
nuestra vida es algo fundamental.

Nosotros cuando nos expresamos, no solo utilizamos un


único tiempo, sino que nos expresamos en presente, pasado y
futuro.

La noción del tiempo está ligada intrínsecamente a la del


movimiento de los seres.

Tenemos que tener en cuenta a lo que nos queremos referir


antes de usar un tiempo u otro. El presente (como ya sabemos)
sirve para referirse a lo que está pasando en ese mismo
momento, el pasado a acciones o hechos ya pasados y el futuro a
lo que pasará o puede que pase, pero hay que tener en cuenta que
el pasado no es simétrico en relación al futuro.

Existen diferencias esenciales como son el movimiento en el


espacio y el pasar del tiempo.

Nosotros en realidad estamos hechos de tiempo, aunque lo


que en verdad nos une definitivamente al cuerpo y, por tanto, a la
mortalidad (ya que tiene relación) es el propio cuerpo.

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Epílogo
La vida sin por qué
Es costumbre reírse de los filósofos, y hacer parodias de
sucesos que traten de su vida… Se hicieron “subastas de
filósofos”…
Existen obras que tratan de estos temas. Los filósofos
resultan risibles:

1. Mezcla características de ambición teórica desmesurada a


resultados de práctica escasos.
2. Los filósofos chocan contra las evidencias del sentido
común.
3. Pueden ser eventualmente molestos, ejemplo: “Sólo sé que
no sé nada”, pero también pueden mostrar arrogancia:
“nadie sabe más que yo”.
4. Se suelen llevar fatal entre ellos y a menudo actúan contra
sus compañeros de manera que hace gracia a la gente.
5. Etc.

De todos modos esto es una exageración y una generalización


injusta ante estas acusaciones.

Nosotros deberíamos aprender a filosofar. Filosofar no


debería ser salir de dudas, sino entrar en ellas. A veces los
filósofos te pueden llegar a convencer de tal manera que parece
que es un caso “cerrado”, en la filosofía no se cierran los casos.

Aspectos importantes que los profesores de filosofía no


deberían ocultar a sus alumnos:

1. No existe la “filosofía” sino las “filosofías”, y sobre todo


filosofar.
2. El empeño de filosofar es mucho más importante que
cualquiera de quienes mejor o peor se han dedicado a él.

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3. Los que más se arriesgan a pensar fuera de los caminos
intelectualmente trillados, son los que más riesgo corren de
equivocarse.
4. Aprender a preguntar bien es también aprender a
desconfiar de las respuestas demasiado tajantes.

Los filósofos suelen buscar el ·sentido de la vida” No hay que


confundir la filosofía con la religón.

Es importante distinguir entre lo absurdo y lo que tiene


sentido.

El tema de la muerte, lo cita de modo si la muerte consiste en


no ser y no estar de ningún modo en ninguna parte, naciendo, ya
la hemos derrotado una vez. Pero de todos modos en nuestra vida
tenemos alegrías, risas… que se oponen a la muerte, a la
tristeza…

Hay demasiadas comparaciones con la muerte…

Si la muerte es olvido, la sociedad será conmemoración…

El mundo en que nos movemos carece de significado y sentido


propioñ.

Ante la muerte la religión promete salvar el alma y resucitar


el cuerpo, mientras que la filosofía no resucita...solo intenta
“pensar” la vida y sus límites…

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Opinión personal
Este libro me ha gustado mucho porque me ha resultado
muy útil a la hora de aclarar algunas duda que ya tenía, otras que
me surgieron leyéndolo y otros que no he respondido, todavía. Es
un libro que me ha costado leer, no por el lenguaje, sino por la
concentración de ideas y pensamientos que había, ya que es un
libro muy “denso”. El capítulo que más me ha interesado ha sido el
décimo, ya que el paso del tiempo es algo que nos preocupa a
todo; así mismo el capítulo primero también me resulto muy
ameno debido a que era un capítulo, al igual que el décimo, que
trataba un tema de los más, sino el que más, interesantes y
preocupantes para las personas tales como; ¿Qué hay después de
la muerte?, ¿Cuándo morir?... Preguntas que no se pueden
resolver, pero que todo el mundo alguna vez se ha hecho y nadie,
creo, ha conseguido responder.

Como conclusión final tengo que decir que hay algunas


opiniones de este autor con las que no estoy de acuerdo, aunque
no son por ello equivocadas, pero que me han servido, y mucho,
para poder contratar diferentes puntos de vista.

Este libro es un libro que toda aquella persona que este


mínimamente interesada en la filosofía debería leerlo, o por lo
menor, si no todo el libro, algunos capítulo que le parezcan más
interesantes, útiles…

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