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PABLO, EL GRAN CONQUISTADOR

Ensayo del Libro de los Hechos

Por Marcos A. Céspedes Morales


Usado con permiso
Introducción:

La historia de nuestra humanidad ha estado plagada de grandes hombres; es decir, grandes


conquistadores, desde Alejandro Magno en Grecia, Atila en la tribus Bárbaras, los Césares en Roma,
hasta Colón descubriendo el nuevo mundo y muchos otros que han conquistado desde el mundo
microscópico hasta el universo. A través de este ensayo conoceremos acerca de cómo un simple
hombre religioso transformó su época y se convirtió en un gran conquistador, sin ejercito, ni armas,
ni mucho menos recursos materiales. Fue capaz de conquistar todo un imperio espiritual. Este hombre
se llamó Saulo de Tarso, o Pablo, como es más conocido. ¿Quién fue? y ¿Qué hizo? serán las
preguntas que nos guíen en este ensayo.

Desarrollo
I. EL PASADO
El pasado siempre tiene una repercusión en la vida de todos hombres. Pablo no estaba ajeno a
esto. Varias veces, a través de sus cartas, se hacía referencia a su pasado -- unas veces fue librado
de peligros, pero en otras fue condenado. (Hechos 16:37)

A. Algunos aspectos notables en su pasado:


1. Infancia de Pablo
a. El nacimiento más o menos en el mismo tiempo que Cristo, pero en Tarso, la cual era
la cuidad principal de Cilicia, situada en la parte oriental del Asia Menor. Tenía esta
ciudad la condición, dada por el general romano Marco Aurelio, de ciudad libre que
le permitía, a pesar de responder a los intereses de Roma, no pagar impuestos al
imperio romano. Además Tarso tenían un gobierno autónomo.
El padre de Pablo era un Fariseo estricto, nativo de Palestina, ciudadano romano y
comerciante por carrera. Su madre era una mujer devota que tenía por lo menos una
hermana. (1)
b. La Biblia provee poca información acerca de la vida de su infancia en Filipenses 3:5-
6. “Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo
de hebreos.” (4)
2. Juventud de Pablo
a. Normalmente, un joven hebreo era considerado responsable para guardar la ley desde
los 12 o 13 años de edad, tras su educación primaria. Pablo asistió a clases durante
unos años antes de asumir “el yugo de la ley”, aprendiendo a leer y a escribir, y tuvo

que memorizar grandes partes de la Torá.2 (4)


b. Según libros apócrifos de la época describen a Pablo físicamente, él era un hombre de
pequeña estatura y parcialmente calvo. Tenia las piernas torcidas, y era de físico
vigoroso. Los ojos los tenia cerca el uno del otro, y la nariz aguileña. (1)

3. Adultes de Pablo.
En Hechos 22:3, Lucas narra un discurso de Pablo en la ciudad de Jerusalén en que se
defendía ante algunos de los líderes de su nación: “Yo de cierto soy judío, nacido en
Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel. El estudio
que Pablo menciona bajo Gamaliel habría sido el que equivale hoy a la universidad para
nosotros. Entre los hebreos, casi todos estudiaban el primer nivel antes de asumir “el yugo
de la ley”; un porcentaje más pequeño tenía la oportunidad de estudiar a un nivel
secundario en el que estudiaban con más detalles las leyes escritas en la Torá y la
interpretación oral de esas leyes (“Misnah”). También empezaban a estudiar los profetas
del Antiguo Testamento. Sólo unos pocos tenían la oportunidad que tuvo Pablo de
estudiar con un maestro famoso como Gamaliel. Aprender con tal maestro requería un
estudio aun más profundo del Antiguo Testamento y la memorización de algunas partes
de la Misnah (esto es leyes de la tradición oral, su interpretación y la manera de ponerlas
en práctica). La persona que completaba con éxito ese nivel de estudio era llamada
“rabino” (o profesor de la ley). (4)

II. LA CONVERSIÓN.
Es el acto o la expresión suprema de la acción de Cristo en la vida de un hombre, trasformándolo
y salvándolo de una eternidad sin Dios.

A. Un Religioso Transformado.
1. Perseguidor.
La esperanza de Pablo era exterminar completamente el cristianismo. Podemos
imaginarnos cuánta ira sentiría el perseguidor ante la noticia de estas erupciones del
fanatismo que él había esperado demoler. Pero él no era persona capaz de darse por
vencida, y resolvió perseguir a los que eran objeto de su odio aun en los más oscuros y
apartados escondites. De consiguiente, en cada ciudad se aparecía, armado con los
aparatos del inquisidor, para llevar a cabo su sanguinario propósito. Habiendo oído que
Damasco, la capital de Siria, era uno de los lugares donde los fugitivos habían
encontrado refugio, y que llevaban adelante su propaganda entre los numerosos judíos de
aquella ciudad, él fue al príncipe de los sacerdotes, quien tenía jurisdicción sobre los
judíos tanto fuera como dentro de Palestina, y obtuvo cartas que le autorizaban para
perseguir y traer atados a Jerusalén a todos los que allí encontrara que hubiesen aceptado
el nuevo camino. (5)

Al verlo partir para un viaje que debía ser tan importante para él, es muy natural que nos
preguntemos: ¿Cuál era el estado de su mente? Tenía inclinaciones nobles y corazón
tierno; pero la obra en que estaba comprometido puede suponerse que sólo podría
congeniar con hombres de los más brutales sentimientos. Entonces, ¿no había sentido
algún remordimiento?

Aparentemente no. Se nos dice que, al andar por ciudades extranjeras en persecución de
sus víctimas, se sentía excesivamente airado contra ellas; y cuando se dirigía a Damasco
todavía respiraba amenazas y deseos de matanza (Hechos 9:1a). Estaba a cubierto de la
duda por medio de su reverencia hacia los objetos que corrían peligro con la herejía; y si
tenía que actuar contra sus sentimientos naturales y ultrajarlos con la sangrienta misión,
¿no era su mérito tanto mayor? Pero en su viaje la duda por fin asaltó su mente. Era un
viaje muy largo, de más de 180 millas, y con los medios lentos y cansados de locomoción
que entonces se usaban, tardan cuando menos seis días en realizarlo. Una parte
considerable de este tiempo tenía que ocuparlo en atravesar un desierto donde nada había
que distrajera su mente y alterara su reflexión. La duda, pues, se levantó en esta
inacción involuntaria. ¿Qué otra cosa puede significar la palabra con la que el Señor le
saludó: "Dura cosa te es dar coces contra el aguijón"? Esta figura de lenguaje fue tomada
de la costumbre de los países orientales: el boyero lleva en la mano una garrocha
terminada en aguda punta de hierro, de la cual se sirve para hacer andar al animal, para
hacerlo pararse, cambiar de dirección. Y cuando se ponga rebelde, da coces contra la
garrocha, lastimándose y enfureciéndose con las heridas que recibe. Este es el vivo retrato
de un hombre herido y atormentado por los remordimientos de su conciencia. Había algo
en él que se rebelaba contra la corriente de la humanidad, en la que su barquilla iba
flotando, y le sugería que estaba peleando contra Dios. No es difícil concebir de dónde se
levantaron estas dudas. El era discípulo de Gamaliel, el abogado de la humanidad y de la
tolerancia, y quien había aconsejado al concilio que dejasen a los cristianos. Él mismo
era demasiado joven todavía para haber endurecido y acostumbrado su corazón a todo lo
desagradable de obra tan horrible. Por muy grande que fuera su celo religioso, la
naturaleza no pedía menos que hablar por fin. Pero probablemente sus remordimientos se
despertaron con especialidad a causa de la conducta de los cristianos. Él había oído la
noble defensa de Esteban, y había visto brillar su rostro como el de un ángel, en la
Cámara del Consejo. Le había visto arrodillarse en el campo de la ejecución, y orar por
sus asesinos. Sin duda en el curso de sus persecuciones había sido testigo de otras
escenas parecidas. ¿Parecían estas gentes enemigas de Dios? Habiendo penetrado en sus
hogares para llevarlos a la cárcel, adquirió algunas ideas acerca de la vida social de los
cristianos. Estas escenas de pureza y amor ¿podrían ser el producto del poder de las
tinieblas? Aquella serenidad con que sus víctimas iban al encuentro de su destino cruel
¿no parecía la misma paz por la que él había en vano suspirado? Los argumentos de los
cristianos también deben haber hablado a una mente como la suya. El había oído a
Esteban probar por las Escrituras que era necesario que el Mesías sufriese; y el tenor
general de la apologética de los primitivos cristianos demuestra que en su prueba deben
haber apelado a pasajes como el 53 de Isaías, donde se predice una carrera al Mesías
admirablemente parecida a la de Jesús de Nazaret. El había oído de los labios cristianos
incidentes de la vida de Cristo que representaban un personaje muy diferente del que
mostraban los retratos bosquejados por sus informadores fariseos; y las palabras que los
cristianos citaban de su Maestro no sonaban como el lenguaje del fanático, como creía a
Jesús. (5)

2. Perseguido.
Hechos narra su conversión en el camino a Damasco tres veces (Hechos 9:3-19; 22:4-16;
26:12-18). En Filipenses 3:7-9 Pablo comenta: “Pero cuantas cosas eran para mí
ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo
todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y
ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe
de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.” Eso fue para Pablo un cambio total que
implicaba hacer lo que antes rechazaba y odiaba. (4)

La conversión de Saulo es notable. No puedo pensar en ningún otro relato en toda la


Biblia que muestre con tanta claridad y detalle el cambio absoluto que ocurre cuando un
pecador se rinde a Jesucristo. El inglés George Lyttleton, escribió una vez que
consideraba que la conversión de Saulo fue “la prueba suficiente para demostrar que el

cristianismo es una revelación de Dios”. (4)


Pablo comenzó a dar testimonio de la nueva fe que había hallado. La esencia de su
mensaje era “Jesús es el hijo de Dios” (Hechos 9:20). Esta proclamación provocó que sus
antiguos compañeros de persecución lo odiaran (2). Predicó brevemente en Damasco,
pero el odio contra él fue tan grande que los judíos resolvieron en consejo matarlo
(Hechos 9:23). Tenía que sentir en carne propia el alto precio de la gran decisión que
tomó.

III. CONQUISTAS MISIONERAS.


El apóstol tuvo que pagar un precio muy alto para poder ser un conquistador espiritual y alcanzar
las almas que se encontraban en oscuridad. Para esto tuvo que enfrentar muchos retos.

A. Enfrentamientos en la Vida de un Conquistador

1. En la Iglesia
a. Pablo tuvo que enfrentar diferentes problemas en su vida cristiana desde que no lo
aceptaban al convertirse, ya que sabían la clase de hombre que era Pablo, de cómo
perseguía a los cristianos y deseaba matarlos (Hechos 9:13-14). Sólo pienso cómo se
sentía el apóstol luego de que experimentara su nuevo nacimiento, del que hablaba
Jesús con Nicodemo (3), creo que sentía una mezcla de gozo, y sentimientos de culpa
por su pasado. Sólo Dios nos podrá contar algún día en su presencia.

b. Enfrentó a los falsos profetas y maestros que deseaban judaizar a la iglesias de los
gentiles (Hechos 15:1-2). El estaba convencido de que Jesús había derrumbado toda
separación entre judíos y gentiles, y como buen pastor al igual que David, iba a
defender a sus ovejas de los osos y leones que quieran destruir el rebaño.

c. Tuvo que vivir como judío cuando las circunstancias lo requería y como gentil por
causa del evangelio. (Hechos 21: 23-26) (1 Cor. 9.20). El nos enseña la importancia
de ser capaz de sacrificarse por Cristo. Él sabia que los más importante para un
cristiano es poder alcanzar una alma para Cristo.

2. En el Mundo.
a. Pablo quería salvar al mundo, darles sentido a sus vidas, que pudieran ver la luz de
Cristo y que fueran libres como él lo era. Pero, en cambio, recibió del mundo, es
decir de una sociedad que se encontraba en tinieblas espirituales, 195 azotes. Tres
veces fue azotado con vara, una vez apedreado. Tres veces padeció naufragio, caminó
sobre desiertos asediados por ladrones, animales venenosos, fue acusado de blasfemo
y muchas otras cosas más. (2 Co. 11:23-29).

En su cuerpo, como él mismo decía, “Llevo las marcas de Cristo”, (3) no es como
algunos piensan, no tenia ningún estigma. Tan sólo eran las marcas del padecimiento
y el precio por seguir a Cristo, del cual nunca se arrepintió, al punto que pudo decir
que para él “el vivir es Cristo y el morir me es ganancia”. Ejemplos de hombres como
Pablo son los que nos impulsan a seguir a pesar de lo sufrimientos, humillaciones y
persecuciones en este mundo. Él era un gran conquistador.

B. Las Conquistas del Conquistador.

1. La vida que Pablo había escogido le puso en contacto con hombres de todas clases, y
tuvo constantemente que presentar a extraños los asuntos de que estaba encargado. Se
dirigía a un rey o un cónsul en una ocasión, y en otra a una compañía de esclavos o de
soldados comunes. Un día tenía que hablar en la sinagoga de los judíos, otro entre una
compañía de filósofos de Atenas, otro a los habitantes de alguna ciudad provincial lejos
de los asientos de cultura. Pero pudo adaptarse a todos los hombres y a todos los
auditorios: a los judíos hablaba como rabí acerca de las Escrituras del Antiguo
Testamento; a los griegos citaba las palabras de sus poetas; y a los bárbaros hablaba del
Dios que da la lluvia del cielo y las sazones fructuosas, llenando nuestros corazones de
alimento y gozo. Cuando un hombre débil o falso procura ser todas las cosas a todos los
hombres, termina siendo nada a nadie. Pero Pablo, arreglando su vida por esta norma,
halló por todas partes entrada para el Evangelio, y al mismo tiempo ganó para sí mismo la
estimación y amor de aquellos a quienes se adaptó. Si fue odiado amargamente por sus
enemigos, nunca hubo un hombre amado más intensamente por los amigos. Le recibieron
como a un ángel de Dios, aun como a Jesucristo mismo, y estuvieron listos para sacarse
sus ojos y dárselos a él.

Ninguna iglesia estuvo celosa de que otra le tuviera demasiado tiempo. Cuando no pudo
hacer una visita al tiempo prometido, se enojaron como si les hubiera hecho una
injusticia; cuando estaba despidiéndose de ellos, lloraban, se arrojaban a su cuello y le
besaban. Multitudes de jóvenes le rodeaban continuamente, listos para obedecer sus
mandatos. En la grandeza del hombre estaba el secreto de esta fascinación, porque a una
gran persona todos acuden, sintiendo que cerca de ella les irá bien.
2. Su abnegación es la más rara cualidad en la naturaleza humana, y su influencia es la más
poderosa sobre los demás. La mayor parte de los hombres están de tal manera absortos
en él. Pablo aparecía de país en país y de ciudad en ciudad. Era, al principio, un enigma
completo para los que se acercaban a él. Se formaban toda clase de conjeturas acerca de
sus verdaderos designios.

¿Era dinero lo que buscaba? ¿Era poder, o alguna otra cosa todavía menos pura? Sus
enemigos nunca cesaron de arrojar entre la gente estas insinuaciones. Pero aquellos que
llegaban a vivir cerca de él y vieron qué hombre era, cuando supieron que rehusaba el
dinero y trabajaba con sus propias manos día y noche para cuidarse de la sospecha de
motivos mercenarios, cuando le oyeron orar con ellos uno por uno en sus hogares y
exhortarles con lágrimas a una vida santa, y cuando vieron el interés personal tan
sostenido que tomaba por cada uno de ellos, no pudieron resistir a las pruebas de su
desinterés ni negarle su afecto.

Nunca ha habido un hombre más desinteresado. No tenía literalmente interés en su vida


propia. Sin lazos de familia, puso todos sus afectos, que pudieran haber sido dados a
esposa e hijos, en su obra. Compara su ternura hacia sus convertidos con el amor de una
madre para con sus hijos. Aboga con ellos para que recuerden que es el Padre que los ha
engendrado en el evangelio. Ellos son su gloria y su corona, su esperanza y su gozo.
Deseoso como estaba de nuevas conquistas, nunca perdió su cuidado sobre las que había
ganado. Pudo asegurar a sus iglesias que oraba y daba gracias por ellas día y noche, y
recordaba por nombre a sus convertidos ante el trono de la gracia. ¿Cómo podía la
naturaleza humana resistir a un desinterés como éste? Si Pablo fue un conquistador del
mundo, lo conquistó por el poder del amor. (5)

IV. VIVIENDO COMO CONQUISTADORES.


Vivimos momentos cruciales para la Iglesia del siglo 21. Dios está a la puerta, esperando a que
se levanten hombres y mujeres que vivan como conquistadores, porque esto es necesario.

Imitar a nuestro Conquistador.

Pablo, el que considero un hombre extraordinario, el cual nos dio las pautas que seguir en medio
de una generación llena de tentaciones y retos para la Iglesia de Cristo en el siglo 21, él
consideraba que a pesar que no lo había alcanzado ya, pero una cosa sí sabía, seguía adelante al
supremo llamamiento de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro (3). Para poder conquistar
nuestros tiempos al igual que Pablo, es necesario que imitemos al Supremo Conquistador, el que
conquisto el reino de la muerte, y nos dio vida cuando estábamos muertos en nuestros delitos y
pecados, el que fue el supremo guía del apóstol en sus sufrimientos y alegrías, a nuestro Señor
Jesucristo, “El autor de la vida”.

Conclusión:

Por medio de este ensayo hemos podido conocer acerca de la vida y obra del apóstol Pablo, al cual lo
considero un gran conquistador, transformador y guía espiritual, no sólo de las Iglesias que fundó,
sino de todo el mundo conocido de su época, a la cual impactó con su vida y testimonio, llevando las
marcas de Cristo en su cuerpo.

Por eso podemos afirmar que aunque sus luchas y sus conquistas no fueron como las de otros grandes
héroes de la historia humana, llenas de sangre y dolor, las de él fueron espirituales, ya que nuestra
lucha es espiritual y no de este mundo, y nuestras armas son el amor y la oración. El fue para mí el
gran conquistador del siglo I.

Notas:

1. J. I. Packer. El Mundo del Nuevo Testamento. (E.U.A, Editorial Vida., 1985), p.168.

2. Irving. L. Jensen, Hechos de los Apóstoles, un Estudio Inductivo. (Ediciones las Américas. ,1995.).

3. Casiodoro de Reina.,Cipriano de Valera, Santa Biblia (Sociedades Bíblicas., 1960).

4. Robert. Simons. Exploremos Hechos. (E.U.A, Editado por FLET, 2003), p.39-120.

5. James Stalker. La Vida de San Pablo. (E.U.A, www.conpoder.com), p. 11-49.

Bibliografía

1. Packer, J. I. El Mundo del Nuevo Testamento. E.U.A: Editorial Vida., 1985.

2. Jensen. Irving. L., Hechos de los Apóstoles, un Estudio Inductivo.EUA.,1995

3. De Reina, Casiodoro; De Valera, Cipriano. , Santa Biblia., Sociedades Bíblicas., 1960.

4.Simons, Robert. Exploremos Hechos. EE.UU., Editado por FLET., 2003.


5. James Stalker. La Vida de San Pablo. EE.UU.

6. F. Walvoord. John. Comentario Expositivo del Libro de Hechos, EUA. Ediciones las
Américas.,1997.

7. Mis Ideas.

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