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La justicia social en el

Profeta Amós
Palabra clave: Justicia

Frase clave: “Ay de los que convierten la justicia en veneno y arrastran por el
suelo el derecho”

Ambientación: Preparar con anticipación una ambientación adecuada que cuente


con la Biblia, el cirio pascual y algunos símbolos como una balanza, el periódico e
incluso cartas de tarot, que es como muchos entienden la profecía.
Ubicar en lugar visible un papelógrafo con el texto a estudiar o, una presentación
si se cuenta con la tecnología.

Acogida: ¡La paz del Señor esté con cada uno de Ustedes!
Hermanos y hermanas, comenzamos nuestra celebración invocando la luz del
Espíritu Santo. Ella se nos viene peregrina en nuestra historia, pronunciando
nuestros nombres y llamando a nuestras puertas. El Espíritu es el silencio sonoro
de Dios, la voz de la eternidad hecha tiempo, el misterio hecho letra y Palabra.
Se invita a una pareja para realizar la entrada de la Sagrada Escritura y el cirio
mientras se entona un canto de entrada.

Canto: Espíritu de Dios

Oración: Señor, ayúdanos a abrir el corazón a tu Palabra en la Biblia


Infunde en nosotros la presencia de tu Espíritu
Abre nuestro entendimiento y aumenta nuestra capacidad de escucha
Ayúdanos a descubrirte en los demás
Que tu amor nos comprometa y nos mueva a practicarla sin demora.
Amén.-

Partimos de la vida: Hoy día ha cobrado especial relevancia, incluso por los
medios audiovisuales, la consulta a adivinos, horóscopos y magos que puedan
predecir hechos futuros significativos a nivel personal, local o global, por medio de
la lectura de manos, la borra del café, las entrañas de animales y muchos otros
medios, que les colocan, _o así lo creen muchos_ al mismo nivel que un profeta,
desfigurando por completo su imagen. Incluso, muchos cristianos lo hacen y
consultan un repertorio profesional de técnicas y métodos en el que los ensalmes
y otras prácticas de carácter mágico se mezclan con los elementos del ritual y la
liturgia.
¿Es correcto que un católico consulte a un adivino? ¿Se acerque a la santería?,
¿Quién es un profeta para ti?

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Reflexión sobre el Profetismo
El Profetismo bíblico tiene una raíz profunda y primordial. El Dios que habla
por los Profetas es el Dios que ha creado por su palabra (Gn 1; Sal 33,6; Sab 9,1s;
Jn 1) al ser humano capaz de escucharla y comprenderla. Ese Dios tan deseoso
de entrar en diálogo con la humanidad, ya se paseaba con la primera pareja en el
Edén, hablaba normalmente con los Patriarcas, y habló “cara a cara” con Moisés
(Ex 33,11; Nm 12,6-8; Dt 34,10); hasta culminar en que su misma Palabra se hizo
carne y habitó entre nosotros (Jn 1) después de haber hablado “en muchas
ocasiones y de diversas maneras en el pasado a nuestros padres por medio de los
Profetas” (Hb 1,1).
Esto es el elemento esencial de la profecía, es una palabra que tiene su
origen en Dios, y que el profeta transmite, como portavoz. Por eso en sus escritos
se habla de la “Palabra del Señor” o de “Oráculo del Señor” o fórmulas
equivalentes. Los profetas anuncian también sucesos futuros, como consecuencia
de las decisiones y conductas presentes de los gobernantes y del mismo pueblo;
pero no son adivinos o creyentes en horóscopos, porque todo estaría ya escrito o
decidido por Dios.
Podemos constatar con certeza que a los profetas les duele el presente, la
situación de injusticia deshumanizada y deshumanizante que les toca vivir en su
época, y que les recuerda muchas veces los sufrimientos de sus antepasados,
durante la “esclavitud de Egipto”. Así, el centro de su mensaje estará constituido
por las denuncias de la explotación de los ricos y la opresión de los poderosos,
junto a la justificación ideológica del culto fomentado por sacerdotes y falsos
profetas.
Hay que ver esto como la “lectura de la realidad” o “el “grito primero”, la voz
más esencial que sube hasta Dios y éste la escucha y la devuelve, por medio de
los profetas en juicio y en condena; a la vez que exhorta al cambio y conversión
para que el futuro no sufra la terrible consecuencia de las propias acciones
inhumanas. Tal es ya el caso paradigmático de la vocación de Amós.

¿Quién es Amós?
Amós es un personaje histórico, el primer profeta bíblico que nos transmitió
su mensaje por escrito. No fue sacerdote, ni aristócrata, ni político o parlamentario
en la corte de Jerusalén; era de la población de Tecoa (1,1), región árida y
agreste, a pocos kilómetros de Belén, de allí sus continuas nociones a lo pastoril.
Es lo que afirma al hablar de su vocación: “Yo no soy profeta ni pertenezco al
gremio profético. Soy pastor y agricultor, cultivador de higueras y sicomoros. Pero
el Señor me arrancó de mi ganado y me mandó a profetizar a su pueblo Israel”
(7,14-15). Y es llamado por Dios a desempeñar su misión profética en el Reino del
Norte de Israel.

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Tal vez lo más sorprendente de este profeta sea su agudeza para leer e
interpretar los “signos de su tiempo”. Parece normal y muy posible que un pastor y
agricultor sepa discernir sobre el tiempo y las cosechas o conozca bien las
ambivalentes actitudes del corazón humano expresadas en las relaciones
cotidianas e interpersonales. Tal vez por eso debió ser migrante.
Da la impresión de ser hombre instruido, más bien conocedor de las
cuestiones esenciales de la vida; de la sabiduría del desierto pero, sobre todo, la
intuición de la verdadera sabiduría que viene de Dios. Un rasgo específico del
profeta, es ser hombre de visiones, o sea, de espacio y no de tiempo, en
contraposición a lo histórico- temporal que impera en la Biblia. Es algo que se
percibe en Amós hasta en el lenguaje.

Contexto literario: Desde el punto de vista literario, el texto de Amós es el


primero entre los llamados profetas clásicos. Ahora, ¿sabía escribir, siendo un
simple pastor?, ¿fue alguno de sus discípulos? No se sabe, lo cierto es que se
conservaron sus escritos, redactados en forma definitiva con la marca
deuteronomista y exílica, lo cual se hace manifiesto al principio y final del texto.
Al comienzo del texto (1,1): “palabra de Amos” se subraya el lado humano,
en tanto que el v.2 subraya la denuncia a Sion “ruge Yhvh desde Sión”, lo cual no
dice nada a la gente del Norte para quien Amos hace su prédica, pero habla a
favor de un redactor que agregó tradiciones asumiendo el mensaje como válido
también para el reino del sur, mientras que la alusión al monte Carmelo evoca la
vida pastoril. Se trata por tanto, de una relectura profética desde el sur que con él,
ingresa en su momento más radical.

Contexto histórico: El inicio de su profecía se da en la primera mitad del siglo VIII


a.C. cuando reinaba Jeroboam II (782-753) quien fue un gran militar, que
ensanchó la frontera norte de Israel, derrotó a Damasco y se anexionó territorios
en Transjordania. Hacia el sur, alargó sus fronteras hasta el mar Muerto, con una
finalidad: aumentar la recaudación de tributos y controlar las rutas comerciales. La
economía progresó mucho durante su reinado gracias al comercio de las
caravanas, el desarrollo de la industria textil y la explotación de minas de cobre.
Fue una época de esplendor macroeconómico desconocida desde los tiempos de
Salomón, lo cual muestra muy bien Amós; de allí que resulte paradójico y llamativo
que llegue a denunciar la ruina de su pueblo en momentos de prosperidad
financiera y de estabilidad política interna e internacional.
Solo al final del reinado de este rey comienzan los problemas con los asirios
y reinos del Norte. En tanto, el imperio asirio estaba agobiado por problemas
internos y el reino arameo de Damasco estaba debilitado con sus últimas
campañas. Era un período de paz, pero no de justicia, en el que Amós fue capaz
de intuir que esa bonanza se acabaría y la catástrofe militar se avecinaría. La
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historia le dio la razón, porque hacia el año 745 a.C. aparece en el imperio asirio,
con capital en Nínive, la figura del expansionista Tiglatpileser III, simbólicamente
identificado con la imagen de “la bota que pisa con estrépito”. La política de los
asirios fue dura, era un pueblo aguerrido dotado con carros de guerra, botas para
la infantería y extremadamente crueles.
Este imperio acabará con el Reino de Israel, y hacia el año 722 a.C. Israel
es derrotado por Salmanasar V; sufriendo su pueblo la amarga experiencia del
destierro, obligándoseles a pagar duros tributos, que debieron ser costeados por
los ricos de Israel, pero que cargan sobre los hombros de los más débiles. Cuando
todo parece que va bien, aparece Amós con sus oráculos y suele resultar
insoportable la presencia de quien denuncia las pequeñas injusticias domésticas o
la voz de grandes catástrofes sociales.
Volvamos atrás y preguntémonos ¿por qué era importante el control de las
rutas comerciales? Desde el punto de vista geográfico, toda la región de Israel
estaba llena de colinas, llanuras, montañas y vergeles aptos para la agricultura,
donde se cultivan los cereales, como cebada y el trigo, temática que está detrás
de la prédica de este profeta y en la que se conjugan además elementos de la vida
cotidiana, como la criba o la siega. Recordemos que el símbolo por excelencia de
Israel siempre fue el de la viña.
Trabajo y sobrevivencia obedecían en la época de Amós a relaciones
peculiares. Había un contraste importante entre la ciudad y el campo; donde vivía
la mayoría de la población, que se centraba en pequeñas villas, desprotegidas y
sin muros, en las que se producía lo necesario para vivir, y la tierra, de la que los
campesinos derivaban su sustento. No se vendía, era la herencia de los hijos.
En las ciudades vivían pocos, se agrupaban en clases de acuerdo al control
del conjunto social, principalmente los sacerdotes y funcionarios reales, los
comerciantes, el ejército, los terratenientes. Y, alrededor de las ciudades los
círculos de esclavos y gente empobrecida que prestaba servicio a los señores. Las
ciudades eran una especie de burgo que controlaba a los moradores
empobrecidos y a los campesinados circundantes, lo cual aceleraba el dominio de
la ciudad sobre el campo.
Un elemento importante de la rica cultura mediterránea a la que pertenecía
Israel, era el aceite de oliva y el vino que se guardaban en vasijas traídas de
Grecia, así como el marfil que no se producía en la región y era traído por los
comerciantes de caravanas en la búsqueda de intercambios. Recordemos que no
existían monedas y se trabajaba con trueques. Del mismo modo, se cultivan
vegetales como la higuera y la uva pasa, así como la ganadería que iba, desde las
cabras en las zonas más pobres, las ovejas en zonas más densas de vegetación,
hasta el ganado vacuno que necesita ya de pasto abundante.
En el medio pastoril, los impuestos a las cosechas eran elevados, incluso el
producto de la primera cosecha era para el rey (se llamaba cosecha del rey). Se
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daban ciertas luchas entre los sacerdotes y poderosos por el control, lo que se
refleja, en el pago del diezmo, cuya formulación teórica es tardía, pero en la
práctica ya era vivida por parte del pueblo desde la época de Salomón. Surge con
ello, una clase dirigente que en tiempos de bonanza alcanzaba para vivir pero, en
situaciones de escasez, había acumulación de riquezas por unos pocos, en
detrimento de las mayorías que se empobrecían cada vez más.
En el texto se mencionan los altares de Betel, las casas de invierno y de
verano, “casas de marfil”, lo que habla del esplendor en las ciudades. Es
exagerado quizá hablar de casas de marfil pero, lo cierto es que la arqueología ha
descubierto muchas muestras (cap.6), que hablan de un estilo de lujo y de
ostentación de un grupo de la población para ese momento histórico
Un ejemplo de ello lo tenemos en el episodio de la viña de Nabot (1 Re 21).
Se van acumulando tierras, que ya no son de los campesinos y terminan como
aparceros trabajando para los ricos que les ponen condiciones, al punto de que,
cuando las cosechas son malas, debían venderse como esclavos para pagar las
deudas. Está claro, que la historicidad del jubileo y del año sabático fueron
realidades posteriores, sólo se sabe de la costumbre de dejar descansar la tierra
con abonos para aumentar la producción posterior.
Existían por tanto, grandes problemas sociales, sobre todo, una terrible
opresión sobre quienes eran víctimas de los terratenientes y de la corrupción de
los tribunales de justicia. Este sistema empeoraba por la ambición de los ricos y
comerciantes, que aprovechaban las fianzas dadas por los pobres para aumentar
sus riquezas. Se falsificaban los pesos y medidas, se recurría a trampas legales y
se sobornaba a los jueces.
Era un tiempo de grandes injusticias y de un contraste brutal entre ricos y
pobres. Un pequeño agricultor estaba a merced de los prestamistas que lo
exponía a la hipoteca, al embargo y a la esclavitud.
En el ámbito religioso la corrupción era la nota dominante. Los santuarios
estaban en plena actividad, repletos de adoradores y magníficamente provistos,
pero la religión había perdido toda su credibilidad. Muchos santuarios eran
abiertamente paganos, fomentando los cultos de fertilidad y la prostitución
sagrada. Otros, los santuarios yavistas, cumplían una función negativa: apaciguar
a la divinidad con ritos y sacrificios que garantizaban la tranquilidad de conciencia
y el bienestar del país.
El profeta Amós denunció esta trágica situación. La novedad de su mensaje
consistió en el rechazo del reformismo para dar paso a la ruptura total de las
estructuras vigentes: Todo el sistema, en su opinión estaba podrido, el muro de
Israel estaba abombado y no podría mantenerse en pie por mucho tiempo; "es un
cesto de higos maduros, maduros para el fin" (Am 8,1-3). La denuncia de los
pecados concretos del lujo, la injusticia, el culto, y la falsa seguridad religiosa
constituyen el centro de su intervención profética.
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Fue su crítica mordaz a las instituciones la que le valió la oposición del
sacerdote Amasías y del rey Jeroboam (Am 7,10-17). Amós, con la libertad radical
de los profetas, ponía el dedo en la llaga al desvelar que la raíz del mal social
estaba sobre todo en las instituciones: El culto religioso y el poder político y judicial
eran los responsables principales de la injusticia por fomentar una idea de Dios
errónea y tranquilizar la conciencia de los opresores.
La firmeza de Amós frente a las instituciones políticas y religiosas es un
ejemplo de actuación profética en nuestros días. Si no se escucha el mensaje de
los profetas, si no se hace caso al Evangelio en su predilección por los pobres, si
no se produce un cambio de mentalidad en esta dirección, serán inútiles otros
signos religiosos. Nos preguntamos qué caso se hace a este evangelio en la
"tradicionalmente" cristiana cultura de Occidente, cuna del capitalismo opulento y
prepotente, causante del desastre y de la miseria de Lázaro.

Estudio de los oráculos de Amós


Se organiza su estudio en dos grupos para leerlos y luego compartir en plenaria.

Oráculos: Las primeras palabras son una serie de oráculos contra las naciones.
Primer oráculo 1,3-5: Amós dice que Yahveh Dios va a ser inflexible, el autor usa
una muletilla: “por 3 y por 4”, que quizá es del tipo de nuestro dicho “ a la tercera
va la vencida”, o “70 veces 7”. No está claro pero se asume de manera simbólica y
se repite continuamente cambiando el destinatario. Primero es a Damasco “por
haber trillado a Galaad con trillos de hierro” lo que alude a invasiones ocurridas o
futuras de Damasco contra Galad en forma cruel, lo que agota la paciencia de
Dios. Hazael y y Benedad son nombres propios de reyes de Damasco por lo que
el castigo caería sobre sus dinastías, en forma del fuego. Es un Dios pirómano
contra los poderosos y ricos residentes.
Segundo oráculo 1,6-8: el turno es para Gaza, importante ciudad filistea a la que
se acusa de “deportación de poblaciones enteras para la esclavitud”, lo que
evidencia la crueldad de la guerra y la expatriación de la población. No se
menciona a Galad que ya estaba destruida pero si a Asdod, Ascalón y Ecrón. El
castigo implica que perecería el resto de los filisteos. Lo curioso es que ni Gaza ni
Ecrón son del norte, ni del pueblo de Dios pero, una injusticia se castiga, hágase a
quien se le haga.
[Oráculo ]¿? (1,9-10/ 11-12): Tiro y Fenicia, su culpa: “entregar cautivos, ruptura
de la alianza entre hermanos” Es un pecado reiterado. Ocurre lo propio con Edom
(v. 11-12) que persigue al hermano con espada, siendo castigado con fuego.
Tercer oráculo 1,13-15: Amón tiene como pecado “haber reventado a las
embarazadas de Galaad” lo que expresa la crueldad con las mujeres y los niños.
También habla de guerra entre Amón e Israel, por eso su castigo serán el fuego y

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catástrofes, y el cautiverio de sus príncipes porque_ así lo dice Yahveh_ No sólo
es Palabra de Dios el anuncio del castigo sino la denuncia del pecado.
Cuarto oráculo 2,1-3: le toca el turno a Moab, cuyo pecado fue “calcinar los
huesos del rey edomita” Es profanación irreverente de los huesos de un muerto. Ni
Moab ni Edon se refieren al pueblo de Dios, lo que se denuncia aquí es la
injusticia. Dios no la quiere.
[Oráculo ¿? 2,(4-5)]: a Judá “por haber despreciado la ley”¿qué pecado es ese?
No guardar ningún precepto: ídolos y falsos dioses. Lo extraño es que nunca tiene
ninguna palabra contra el sur, ni contra la idolatría, ni habla de la ley, siendo que el
profeta denuncia cosas concretas y no generalidades. Y es que su profecía es
denuncia concreta, lo que afirma la corriente que considera que esto no es de
Amós. Quizá lo que el redactor busca es darle lo suyo a Judá y por eso lo agrega.
Lo cierto es que a Dios le duele la injusticia interhumana. Podría ser un texto para
maldecir a los pueblos vecinos enemigos. En muchos libros proféticos hay 6 o 7
oráculos contra las naciones, pero también están presentes oráculos de salvación.
Es una estructura teológica que en Amós se invierte.
Quinto oráculo 2,6-16: Aquí el pecado es “vender al pobre por dinero” El autor
primero anuncia, ahora denuncia un mal comunitario, en siete puntos: al justo por
dinero, derrotar al desvalido, torcer el proceso al indigente, retozar hijo y padre con
una misma mujer, acostarse en ropas empapadas, beber vino de multas.
Adrede, el crimen se concreta en 7 tipos de pecado que no son de un
pueblo contra otro, sino hacia la propia sociedad, en la que unos pocos atropellan
a las mayorías. Es una injusticia social que va en aumento.
“Justo”. En todo juicio hay una parte culpable y otra inocente, es una
invitación a que prevalezca la justicia. En el texto de Amós se denuncian los
tribunales como lugares de corrupción, donde el justo es vendido. Esa es la parte
débil, lo que se repite con el verso “y el pobre por un par de sandalias”. El “débil”,
es el dal en hebreo para referirse a los económicamente pobres. O, los humildes,
los anawin, los oprimidos. Por eso el juicio cae sobre los que oprimen a los
pobres.
Cuando hablan del hijo y padre con la misma moza, seguramente aluden a
las jóvenes que viven en las casas ricas, donde deben servir para todo, hasta en
la cama. Es un abuso sexual y social, y la mujer es doblemente oprimida.
La alusión al altar (culto), no aclara si es a Yahveh o a Baal y las “ropas
empeñadas y el vino” tienen que ver con el pago de deudas. La casa de empeño
era el Templo y los vinos venían de las multas, con los cuales se celebraba el
culto. Aquí, lo religioso es tangencial, lo importante es el abuso. Dichos pecados
son pecados sociales. Ese es el crimen del propio Israel, cuya sociedad es tan
injusta como la de sus vecinos.
A partir del v. 13 se anuncia el castigo con una imagen campesina, en un
mensaje oscuro donde fallará la huida al rápido y donde ni el bravo, el arquero o el
7
ágil salvarán sus vidas. La guerra es aludida aquí como algo perdido pues los tres
cuerpos del ejército huirán. Es el castigo que anuncia el profeta pues Dios no es
sólo un Dios de justicia, sino de la ética y de los derechos humanos, un Dios que
juzga, premia y castiga. Un Dios para quien los de casa (israelitas) no son
diferentes a los demás y los pone en su sitio, recordando su alianza en términos
de liberación histórica.

Estudio de las visiones de Amós


Se organiza su estudio en los dos mismos grupos anteriores para leerlos y luego
compartir en plenaria.
La parte final la conforman cinco relatos de visión, separados por una
breve biografía y dichos. En esta última parte es que aparece un relato de su
vocación; aunque no es evidente su relación con ella, ni con la evolución de su
misión profética. Los relatos de visión, suponen de hecho, épocas distintas:
primeras cosechas en primavera, sequía en el campo en verano, recolección de
frutos en otoño, además de un progreso de la comprensión de su misión y del
mensaje que le toca anunciar.
Primera visión: 7,1-3: la langosta. Las cosechas eran, la 1ª para el rey y la 2ª
para el pueblo de tal modo que, si la gente se muere, no importa. Denunciar estas
cosas, es propio del ministerio profético. Es curioso que 7,3 dice: ¿se arrepiente
Yahveh? Es muy fuerte este lenguaje sobre Dios, más bien habla a favor de su
compasión. Se vive una crisis de justicia pero el texto alude a un problema: las
plagas de langostas que continuamente asolaban las cosechas representando un
gran peligro para la base alimenticia.
Segunda visión; 7, 4-6: la sequía. Es una visión repetitiva, que habla de juicio y
fuego; parece algo así como tormenta, rayo y fuego; posiblemente es una alusión
a una sequía terrible pero el texto es oscuro. El argumento del profeta es: ¿cómo
soportará tanto castigo el pueblo? Asoma la idea de un Dios que tiene un castigo
preparado pero es capaz de tener paciencia, gracias a que el profeta intercede.
Tercera visión: 7,7-9.la plomada en la mano de Dios. La palabra plomada
aparece (‫ )אֲ נָך‬4 veces en este texto, siendo que aparece solo una vez en otro
lugar en la Escritura (cf. 2Re 21,13). Lo cierto es que estamos separando ya lo
agrícola de lo urbano pues, la plomada es un anuncio que amenaza. Los edificios
reales eran los únicos suficientemente altos para necesitar de plomada. Y es que
si la plomada moral está desviada, se va hacia la catástrofe. Es un anuncio más
que amenaza. En todas las épocas, los poderes corrompen.
(10-17). Estos versículos constituyen una ruptura de las visiones. Aluden al
conflicto de Amasías, debido a las reacciones provocadas por el anuncio. Se
explica por tanto, la inserción en un momento violento por las injusticias, guerras y
corruptelas, de allí que aparezca repetidamente espada, espada, espada,....

8
Cuarta visión: 8,1-3. Las frutas maduras: parecida a la tercera visión. Los frutos
maduros son un símbolo de la madurez de todo el pueblo (campo= fruta; canasta=
ciudad). La novedad es que está maduro; la fruta en su punto habla de su fin. Los
cantos de palacio se mencionan como lamentos, es una realidad que alude a los
edificios de los poderosos. Ahora Dios ya no se detiene, ni se compadece o se
arrepiente. Si la destrucción del campo puede o no que se dé, la de la ciudad es
segura. Un Dios todopoderoso que castiga lo imagina cualquiera, pero no deja de
ser un Dios infantil; es lo primero que aflora en el profeta. El problema de fondo es
asumir las culpas y responsabilizarse por las acciones, sin alcahueterías; es un
llamado a la dirigencia política para que cambie, es la pared torcida que no
endereza y la fruta que se está pudriendo por dejarla pasar.
(4,14) Aquí se da nuevamente una ruptura, Se trata de un avance en la función
del profeta y una interpelación acerca del mal en el ser humano, queda en el aire
si tiene que ver con la injusticia estructural en la que está inmerso el profeta,
desnudando la corrupción en el pueblo.
Quinta visión: 9,1-4. Destierro. Oscuridad y duelo por la caída del santuario.
Hasta ahora era anuncio de castigo, ahora es claro: se sacude el capitel para que
se desplome (terremoto) sobre las cabezas. Es alusión a las elites que ocupan los
templos. Aparte del terremoto, habrá espada para los que sobrevivan. Eso lo
imagina Amós que va a venir, así como fuego y rayos sobre las cosechas y,
terremotos sobre la tierra afectando las viviendas, en especial las de los
poderosos, que eran de dos pisos y construidas sin muchos conocimientos
arquitectónicos Estos tres elementos catastróficos están presentes en Amós.
De hecho, dos años antes de un gran terremoto ocurrido hacia el 760 a.C.,
y constatado por los descubrimientos arqueológicos, Amós anuncia tal desgracia.
Esto marca más la época del profeta que la propia historia de Jeroboán; y lo cierto
es que supo marcar la mentalidad de sus oyentes hasta el punto que lo menciona
desde el comienzo del libro y es visto como castigo. Esa mentalidad todavía
funciona hoy.
(5-10). Es fácil imaginar un Dios que hace todo (v. 7); más bien está detrás de
todo acto liberador y tiene una ética universal, que vale para todos los pueblos y
no sólo para Israel. El Dios bíblico apunta a la imagen del ser humano y a su
responsabilidad en la obra creadora.

Proclamación y estudio del texto bíblico


En el libro de Amós hay cinco visiones al final y cinco oráculos al principio
pero el centro del libro está en el capítulo 5, donde podemos observar una
estructura concéntrica en la que, por la intervención de Dios, la realidad de muerte
se transforma en vida, por causa de la justicia.

9
Amos 5,1. Oíd esta palabra de lamentación que yo levanto sobre vosotros, casa
de Israel.
2
Cayó la virgen de Israel y no podrá levantarse ya más; postrada quedó sobre su
tierra y no hay quien la levante.
3
Porque así ha dicho Yahveh, el Señor: "La ciudad que salga con mil, volverá con
cien, y la que salga con cien volverá con diez, en la casa de Israel".
4
Pero así dice Yahveh a la casa de Israel: "Buscadme y viviréis;
5
mas no busquéis a Bet-el ni entréis en Gilgal ni paséis a Beerseba, porque Gilgal
será llevada en cautiverio y Bet-el será deshecha".
6
Buscad a Yahveh y vivid, no sea que acometa como fuego a la casa de José y
la consuma, sin haber en Bet-el quien lo apague.
7
¡Ay de los que convierten en ajenjo el juicio y echan por tierra la justicia!
8
Buscad al que hace las Pléyades y el Orión, vuelve las tinieblas en mañana y
hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar y las derrama
sobre la faz de la tierra: Yahveh es su nombre.
9
Él desencadena ruina sobre el fuerte y sobre la ciudadela viene la devastación.
10
Ellos aborrecieron al reprensor en la puerta de la ciudad, y al que hablaba lo
recto detestaron.
11
Por tanto, puesto que humilláis al pobre y recibís de él carga de trigo, no
habitaréis las casas de piedra labrada que edificasteis ni beberéis del vino de las
hermosas viñas que plantasteis.
12
Yo sé de vuestras muchas ofensas y de vuestros grandes pecados; opresores
del justo, tomadores de soborno y atropelláis a los pobres en la puerta
13
Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo.
14
Buscad lo bueno y no lo malo, para que viváis; y así Yahveh, Sebaot, estará con
vosotros, como decís.
15
Aborreced el mal, amad el bien y estableced el juicio en la puerta; quizá Yahveh,
Sebaot, tendrá piedad del resto de José.
16
Por tanto, esto ha dicho Yahveh, Sebaot: "En todas las plazas habrá
lamentación y en todas las plazas dirán: "¡Ay! ¡Ay!"; al labrador llamarán en llanto,
y a endecha a los que sepan plañir.
17
Y en todas las viñas habrá llanto; porque pasaré en medio de ti, dice Yahveh".

A. 5,1-3 : lamento/ muerte


B. 5, 4-6: vida
C.5,7-12: JUSTICIA
B.´ 5,13-15: vida
A’. 5,16-17: lamento/ muerte

. Se sigue hoy justificando un sistema, donde se compra todo en nombre


de Dios pero, ese no es el Dios del Éxodo, ni de los profetas. Buscar a Dios en
10
lenguaje bíblico, implica escuchar al profeta. El problema de fondo de la visión
profética es que sigue siendo válida hoy
Pero las causas de opresión pueden provenir tanto de fuera de la nación
como de dentro del propio pueblo; lo cual resulta casi más insoportable.

2.1. Opresión desde dentro, con la injusticia de los poderosos contra los
débiles, es el tema mayor de los llamados “oráculos contra el pueblo”, título que
resulta así bastante equívoco, pues parece que es el pueblo sencillo el peor
juzgado por los profetas, como si fuera el responsable mayor de la situación
injusta y no más bien el afectado siempre por la amenaza interna y la posible
amenaza exterior. Es una opresión en gran parte sistémica, según la relectura
deuteronomísta, hecha como balance del fracaso de la monarquía tanto en el
norte israelita como en Judá. Porque son efectivamente los jefes, el liderazgo
concreto el objeto de la crítica profética.
Ante todo, la figura concreta del rey de turno, puesto que él representa el
poder político total, y es el responsable mayor de las injusticias, expresado en la
“ideología regia” de los textos de entronización, sea en los salmos o en los
profetas. Fuera de estos casos, en general no se ataca a personas individuales,
sino a liderazgos colectivos.
Dentro del pueblo de Israel se acusa al Rey que, lejos de defender la causa
del indefenso, del perseguido, del extranjero, el huérfano y la viuda, se hace autor
o cómplice de la explotación y opresión. Y junto al Rey, toda su Corte o Gobierno
de Consejeros sabios, de leguleyos y jueces venales, de jefes civiles y militares
que explotan el trabajo y exigen tributos insoportables al pueblo; de consejeros
sabios y Jefes militares que confían en su saber o fuerza y llevan a alianzas y
guerras destructoras de la nación.
Ataca de manera especialmente dura a la gente rica, sea o no dirigente,
que acapara tierras, casas y propiedades; que presta a los pobres campesinos
con intereses usureros; que comercia con el hambre de los demás y hace trampas
en las pesas y medidas de sus ventas, falsificando hasta los productos vitales; que
despilfarra en lujos y orgías, en refinamientos y fiestas, sin dolerse de la miseria
de sus hermanos; que se embriaga y hasta ofrece cultos a costa del hambre de
aquellos a quienes ha explotado.
Denuncia también a los Sacerdotes, maestros de la Ley del Señor, que
ignoran sus leyes de Justicia y defensa de los pobres y oprimidos; o, lo que es
peor, la ocultan adrede al pueblo, callando ante la opresión y hasta apoyando a la
clase opresora y persiguiendo a los profetas denunciantes.
Y duro es el ataque de Amós contra los pseudoprofetas, que engañan al
pueblo hablando de paz y tranquilidad, sin tener una palabra contra tanta injusticia
y falsedad; creando una falsa seguridad en el pueblo, una alienación religiosa en
nombre de un Dios que no ha puesto esas palabras en su boca.
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Atacan, con riesgo de pasar por "herejes" y blasfemos, el propio culto y
Templo del Señor: por tratarse de un culto encubridor de injusticias y crímenes,
ajenos a las exigencias éticas del Dios de la Alianza; por la falsa seguridad y
confianza supersticiosa en lugares y prácticas "sagradas"; por la pretensión
mágica de manipular a Dios a base de cultos solemnes y fastuosos.
Para Amós está claro que dicho culto, por muy ortodoxo que pueda parecer,
es un culto falseado y hasta sacrílego; precisamente por olvidar, encubrir o no ir
acompañado de las exigencias éticas de Justicia y Derecho especialmente para
con los pobres y desvalidos.
Acusa también al pueblo en su conjunto, de ir en pos de "otros dioses", los
ídolos seductores de la fertilidad y la abundancia, del placer y la orgía por un lado;
y los ídolos de la Riqueza y el Poder, del botín y despojo, de la guerra y la muerte
por otro. Estos son los dioses poderosos y vencedores de los pueblos invasores:
por eso quieren aliarse con ellos o tenerlos de su parte los dirigentes del Pueblo
del Señor. Es la terrible idolatría del Poder y las Riquezas, que no son más que
ídolos de muerte que exigen víctimas humanas, la vida de los pobres en primer
lugar; y al fin las de sus propios adoradores, sin salvación posible.
Los líderes religiosos, en definitiva, defienden el statu quo y viven a costa
de ese gobierno al que justifican religiosamente; de ahí las duras críticas contra el
culto concreto, no ya sólo contra el dado a los dioses falsos sino el culto tributado
al mismo Yahveh, que es realizado como el garante y defensor de ese sistema de
injusticia.
2.2. Opresión desde fuera, de los imperios antiguos y nuevos, con el
dominio sucesivo de los imperios extranjeros, que tratan de vivir a costa de los
tributos impuestos a los pueblos sometidos, y que no dudan en emplear la
violencia armada, la destrucción física de personas y ciudades, y el destierro de
las élites del pueblo, con el fin de someterlo nuevamente al tributo explotador.
Estos “oráculos contra las naciones” ocupan muchas veces una sección especial
del libro de Amós.
En la denuncia profética contra las naciones extranjeras el motivo
desencadenante son aquellas conductas inmorales que no condenan: la esclavitud
y deportación masiva, las masacres, especialmente de niños y mujeres hasta
embarazadas, el despojo y la rapiña, los enormes tributos y la explotación
comercial.
En definitiva la opresión y represión sangrientas y la expoliación y ex-
plotación económicas. Junto con la imposición de sus "dioses" (con sus mitos y
ritos que justifican ideológicamente a esos ídolos de muerte). Y hay que notar que
estas conductas están condenadas no sólo cuando afectan a Israel, sino también
cuando las víctimas son otros pueblos. Más aún las denuncian los profetas cuando
tales opresiones y explotaciones acaecen en el Pueblo de Dios y por obra de sus
propios dirigentes políticos y los económicamente pudientes.
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Ejemplos de esto abundan en Amós 1,3-5.6-8.9-10.11-12.13-15, 2,1-3
porque a la base de todas sus denuncias está esta su experiencia de Dios, como
Dios de la Alianza, de la Justicia y el Derecho; como Dios de la Liberación de
Egipto y Defensor del pobre y desvalido, como señalamos a continuación.
Este Dios justo suscita en Amós una sed de justicia, con tonos de
amenaza y venganza, que chocan con nuestra sensibilidad evangélica; pero se
trata más bien de visión parcial, de medidas pedagógicas, de exageración retórica
también, y sobre todo, de Fe en un Dios atento al clamor de todos los oprimidos y
de Esperanza en el triunfo final de la Justicia.
1) Dios está por los pobres y envía al profeta hacia los pobres y débiles.
Jesús de Nazaret estará más cerca de los pobres y oprimidos, de los enfermos y
los marginados, que ningún profeta; y en esta cercanía salvadora será reconocido
como Mesías
2) Dios está con los solidarios de los pobres y débiles, con los que
comparten su pan con los hambrientos y necesitados, aunque sea en contra y a
escondidas del poder de turno. Cualquiera que actúe a favor de los pobres está
siendo fiel al Dios de la vida, aunque el profeta tienda a creerse un solitario
campeón de Dios. Jesús de Nazaret exige a sus discípulos y seguidores que den
de comer a los hambrientos y que renuncien a los bienes a favor de los pobres.
3) Dios no está con el poder violento, no usa el “fuego del cielo” o rayo
que parte a los malos por mitad, que demuestra su verdad con el poder de la
muerte. No es un Dios violento que acaba violentamente con los idólatras, ni da
órdenes en ese sentido, sino que está en el “suave silencio”, en el silencio de los
inocentes, en el grito callado de todas las víctimas y todos los crucificados de la
historia. Jesús de Nazaret rechazará el camino del poder como una tentación
satánica y enseñará a sus discípulos a buscar sólo el camino del servicio.
4) Dios está en la denuncia valiente que hace el profeta de la injusticia y la
violencia. La fuerza de Dios está en quienes denuncian a los que roban
impunemente a los sin poder, a los que calumnian y matan. Jesús no perdió
mucho tiempo denunciando a los poderosos ni a los ricos; pero su mundo de
valores es radicalmente opuesto a la confianza en el poder o en el dinero, que
viene señalado como el ídolo Mammón, capaz de acaparar el corazón humano.
Este aspecto va necesariamente ligado a la defensa de los pobres y la solidaridad
con su causa.
La tarea profética de Amós bien mirada, leída y meditada, sigue vigente.
Alguien podrá decir que no hay moabitas a la vista, pero sí muchas gentes
llamadas, por alguna razón, “del sur”. ¿No son las “vacas de Basán” (4,1) los
actuales señorones y señoronas de las fortunas amasadas en la falta de
delicadeza con la justicia? Y el cesto de higos (8,1-2), de entonces y de ahora, es
la imagen de una sociedad podrida por la corrupción de la mentira, la ideología y
del poder. Cada quien se preocupa “por sus dientes más que por sus parientes”,
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porque el primer artículo de su credo sigue siendo aquella sentencia del escritor
W. Shakespeare: “si el dinero va por delante, todos los caminos están abiertos”.
En esta situación tan deshumanizada, para nada sirven la cesta y los higos.
No se trata de repetir el pasado, y menos aún las meras palabras de los profetas,
sino de aprender de ellos, y más al fondo, de Dios, a ver la realidad con sus
mismos ojos y a sentirla con el propio corazón, para actuar con el mismo Espíritu
que inspiró a los profetas y sobre todo se derramó en la vida tan humana y
humanizadora como fue la de su Hijo y nuestro hermano mayor Jesús.

Para la reflexión:
La construcción de la justicia es laboriosa y difícil, el individualismo es más
simple. Sobornos, injusticias y ruptura de las relaciones fraternas han relegado la
justicia al mundo de la utopía pero, el cristiano/a al caminar por la vía del Espíritu
tiene que ser optimista y luchar porque el perdón venga acompañado de la justicia.
¿Existen Amós hoy en nuestra sociedad venezolana?
¿Debe el profeta entrometerse en política y asuntos privados?
¿Qué sientes que debe mejorar en ti para practicar la justicia?

Pensar en la comunidad
¿Crees que la lectura comunitaria de la Palabra de Dios pueda ser lugar de
encuentro con la justicia y las relaciones de equidad entre los seres humanos,
donde a pesar de las diferencias se dialogue y se encuentren puentes de unión en
la lucha contra todos los males que aquejan nuestra sociedad?

Oración1
Señor, tú dijiste que cuantos trabajan por la paz serían llamados hijos e hijas de
Dios;
Concédenos entregarnos sin descanso a instaurar en el mundo la Oración por la
Justicia y la paz
Concédenos entregarnos sin descanso a instaurar en el mundo la única justicia
que puede garantizar a los hombres y mujeres la verdadera paz.
Señor, que con tu amor paternal gobiernas el mundo, te rogamos que todos los
hombres a quienes diste un idéntico origen, constituyan una sola familia en la paz
y vivan siempre unidos por el amor fraterno.
Señor, creador del mundo, bajo cuyo gobierno se desarrolla la marcha de la
historia; atiende nuestras súplicas y concede la paz a nuestros tiempos difíciles.
Señor de la Paz, tú eres la misma justicia: por eso el hombre violento no te
comprende ni el corazón cruel te acepta; haz que los buenos perseveren en el
bien y los que están enfrentados recuperen la paz con el olvido del odio... Amén

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Oración tomada de www.ibvm.es/index.php/pastoral/...oración/29-oracion-por-la-justicia-y-la-paz

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BIBLIOGRAFÍA
AA.VV. Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer, Bilbao 1996.
FRADES E., Apuntes de clases “Espiritualidad bíblica veterotestamentaria”. Iter,
Caracas 2005.
SCHWANTES M., A terra náo pode suportar suas palabras. Reflexao e estudo
sobre Amós, Paulinas, Sao Paulo 2004.

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