RR.HH.
AL DÍA
RR.HH. al día
EL PUNto SoBRE LA I
José Manuel Casado,
Presidente de 2C Consulting.
LA INSENSAtEZ DE LA EDAD
El gurú del management, el irlandés Charles
Handy, nos trasladó un pensamiento al revés
en su excelente obra La Edad de la Insensatez,
advirtiéndonos de que en este nuevo mundo
de cambios discontinuos e insensatos, todas
nuestras reglas establecidas se tornan vul-
nerables, por lo que es necesario responder
a estos con nuevos paradigmas, con nuevas
formas de pensar y modelos creativos que
incluso nos permitan aprovechar la discon-
tinuidad; algo les propongo hacer en esta
tribuna con el concepto de la edad.
Agárrese a la silla…porque el otro día leí un
reciente informe en el que se decía que Japón,
ese avanzado país, consumía ya más dodotis
de adulto que de bebés. Pero…España no le
va al zaga: estamos “pisándoles los talones”.
En nuestro país la población mayor de 65
años se sitúa alrededor del 17 por ciento
de la población total, con más de 7 millones
de personas de las que aproximadamente
un 25 por ciento son octogenarias. A pesar
de lo cual la sociedad sigue despreciando la
edad y su talento.
Pero el problema no es solo que nuestra
sociedad envejezca a pasos agigantados, sino
que los gobiernos y sindicatos menosprecien
el impacto que este fenómeno tiene sobre el
trabajo y demuestren una total falta de interés
por que los mayores se sientan realizados por
su contribución laboral y aporte a la sociedad.
¿CADUCA EL tALENto?
El desprecio por el talento maduro es ma-
nifiesto. Si ya tienes cierta edad… ¿digamos
08 Capital Humano www.capitalhumano.es
cincuenta?...eres un yogurt caducado. No importa que seas
bueno o malo en tu trabajo o profesión, el mayor experto
o el más torpe aprendiz, que quieras o no continuar con
tu vida laboral: da igual, si te llega la maldita edad: ¡¡¡hasta
luego Lucas!!!
Siento que nos estamos volviendo locos, porque con una
sociedad tan envejecida como la nuestra que continuemos
estableciendo la edad como línea de corte obligatoria
para abandonar el trabajo, no tiene sentido.
Permítame que le ponga un ejemplo: uno de mis hermanos,
excelente bombero y apasionado de su profesión, que
trabaja para lo que llaman “Excelentísimo” Ayuntamiento
de Madrid, y en plena forma psicofísica- ya les gustaría a
esa, por cierto casi octogenaria, Carmena y a sus “con-
cejalillos del tres al cuarto” estar en la mitad de forma
que él- está a punto de cumplir los 55 años y, a pesar de
que en otros países y comunidades autónomas esto no
sucede, tiene que pasar durante no sé cuántos años a
un lugar, posición o situación que no desea y en la que
no haga nada por lo que él quiso ejercer esa profesión.
Hemos de señalar que, según distintas investigaciones,
pocas profesiones generan tanto compromiso y ena-
moramiento como la de bomberos. Bueno, también un
buen amigo mío muy buen cirujano, por cierto, y que por
supuesto sigue operando con éxito en el sector privado,
me dijo lo mal que se sintió cuando cumplió los 65 años,
y tuvo que abandonar la sanidad pública y nadie siquiera
le insinuó o preguntó por qué no seguía prestando sus
servicios en el hospital de la seguridad social en el que
trabajó durante tantos años; creo que a eso lo llaman
ahora gestión del talento.
La verdad es que no lo entiendo: ¿Por qué no a la gente
que quiere seguir en el ejercicio de su profesión- en este
caso vocacional y a la que han consagrado su vida.-le
permiten, tras pasar las pruebas de idoneidad y capacidad
que se determinen, continuar ejerciendo la profesión
que aman y de la que disfrutan, a la que han dedicado su
vida sirviendo a la sociedad? Igual es por los derechos
adquiridos que unos trasnochados sindicatos, (que hacen
el rendibú a ETA y hasta defienden la desigualdad de un
estado democrático enarbolando hasta la bandera del
independentismo) asentados en la perversa concepción
de la “Teoría X” de McGregor, según la cual se conside-
ra que la gente no quiere trabajar y que lo que quiere
es que le paguen por hacer lo mínimo posible de algo
que que no le gusta: trabajar. Me parece muy bien que
él que quiera o que no esté en condiciones de ejercer
su profesión deje de hacerlo; pero no me parece tan
bien- es más me parece una tropelía- que el que quiera
y pueda, no siga haciéndolo.
Deberíamos tomar nota de lo que hacen otros, porque el
talento y las ganas no siempre están relacionados con la edad.
Es lo que en el mundo de la empresa- y en la sociedad- yo
denomino como La Paradoja de la Experiencia: solemos decir
que la experiencia es la madre de la ciencia, pero a la hora
de gestionar las salidas de profesionales en las empresas,
el único criterio que parece válido, objetivo y aceptable
sindicalmente, es el de la edad, y sin ningún pudor, se puede
situar en 55 ó 50 o incluso 40 años la línea de corte. Me
pregunto ¿qué habría ocurrido si Clint Eastwood, que ganó
un Oscar a los 74 años; Ray Kroc, que fue vendedor de
batidoras para restaurantes antes de fundar McDonald’s
cuando tenía 52 años; o David
Ogilvy, que fue chef, granjero y
espía antes de convertirse en un
genio de la publicidad con más El talento y las
de cincuenta, hubieran trabajado
en una de nuestras compañías o
ganas no siempre
instituciones públicas? están relacionados
¿Sabía que Samuel Walton, funda-
con la edad
dor de Wal-Mart en 1962, con 44
años de edad, abrió su primera
tienda? Contaba 51 años cuando se produjo la expansión
de su cadena. ¿Quién era Harland D. Sanders? Nacido en
1890, y tras varios pinitos en el negocio de la restauración
–en 1940 inventó su fórmula para freír pollo–, trabajó
como supervisor de una cafetería en Tenesse a finales
de esa década. En 1952, abandona el restaurante donde
trabajaba porque se iba a construir una autopista y, tras
una búsqueda de financiación de tres años, en 1955 lanzó
una cadena de franquicias, Kentuky Fried Chicken: tenía
entonces 65 años.
Pero siga sorprendiéndose con la insensatez de la edad,
porque lo que le voy a contar va a dejarle patidifuso.
¿Conoce la historia de Bárbara Beskind y la empresa Ideo?
¿No? Pues se la cuento: la señora Beskind licenciada en
Arte y Diseño por la Universidad de Syracusa, después de
ver una entrevista por televisión al fundador de Ideo, David
Kelley, mandó su currículum ofreciéndose a trabajar con
ellos. Tras superar varias entrevistas, logró su propósito.
¿Dónde reside la novedad de esta anécdota? Pues que la
señora Beskind cuando entra a trabajar en Ideo ya había
cumplido los 90 años.
Contratar a personas maduras e implantar una jubilación
flexible es precisamente lo que hacen, por ejemplo, muchas
empresas como CVS/Pharmacy, Wal-Mart, Home Depot,
Mitre Corporation Varian. etc.
LA EXPERIENCIA INVERSA
Para finalizar, le ampliaré el caso de la empresa CVS/Pharmacy.
Esta compañía revisó las tendencias demográficas nacionales
y concluyó que necesitaba contratar a un buen número
de candidatos maduros. Desde hace unos años, cuando
la compañía necesita incorporar trabajadores nuevos y
productivos, solicita la ayuda del National Council on Aging
(Consejo Nacional sobre el Envejecimiento), de la Expe-
rience Works (organización americana sin ánimo de lucro
creada para proporcionar formación y empleo a las personas
de la tercera edad), de la AARP
(American Association of Retired
Persons), etcétera. En los últimos
veinte años, ha duplicado con cre-
ces el porcentaje de empleados
mayores de 50 años (de un 7 por
ciento a un 17 por ciento). Carece
de edad obligatoria de jubilación,
por lo que cualquier persona pue-
de incorporarse fácilmente a la
empresa a una edad avanzada y
permanecer en ella de forma indefinida.Asómbrese: seis de
sus empleados ya han cumplido los 90 años de edad.
Sin embargo, en nuestra sociedad, anquilosada en la inter-
pretación de una época industrial, y en el ayuntamiento
de Madrid -y eso que su Alcaldesa tiene nada más y nada
menos que 74 años, -pocas veces pensamos en la edad
como factor de riqueza y novedad. Que una nonagenaria
como Bárbara Beskind encuentre un hueco en una empresa
de Silicon Valley, paraíso de los jóvenes creativos merece no
solo reconocimiento sino también admiración y ejemplo
para carcas que creen que la gente lo que quiere es vivir
lo mejor posible y cobrar sin trabajar; pero que personas
con su capacidades completas y experimentadas tengan
que abandonar su profesión a una edad mediana, genera
repulsa y rezuma injusticia.
Soy, y he sido siempre, un claro defensor de que el talento no
tiene edad y que mayor edad, no significa ni menor talento ni
menor productividad, sin embargo, nuestras organizaciones,
privadas y públicas, los sindicatos y los gobiernos, parecen
no enterarse porque continúan creyendo que la caducidad
del talento tiene que ver con la maldita edad. Si queremos
ganar el futuro de nuestra sociedad estamos obligados a
discontinuar la insensatez de la edad.¾
Nº 333 Julio / Agosto 2018 09
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