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Ospina Fernandez Guillermo Teoria Genera PDF
Ospina Fernandez Guillermo Teoria Genera PDF
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO II
A) La concepción racionalista
D) El intervencionismo de Estado
CAPÍTULO III
I. Definición y precisiones
CAPÍTULO IV
SECCIÓN 1
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
ACTOS ALEATORIOS y NO
ALEATORIOS
CAPÍTULO VI
SECCIÓN II
_________________________________________________
_______
I Por ejemplo, la distinción entre los actos jurídicos uniperso-
nales y las convenciones no tiene cabida en los contratos,
porque estos suponen necesariamente el concurso de dos o
más agentes y constituyen, por lo tanto, una especie del géne-
ro de las convenciones. Véase núm. 5, 'supra.
2 Véanse núms. 46 y ss., supra.
CAPÍTULO 1
CONTRATOS UNILATERALES y
BILATERALES
CAPÍTULO II
CONTRATOS GRATUITOS Y
ONEROSOS
CAPÍTULO III
Guillermo Ospina Fernández- Eduardo Ospina Acosta
CONTRATOS CONMUTATIVOS y
ALEATORIOS
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
_________________________________________________
_______
1 La doctrina también denomina contratos individuales a los
que nosotros llamamos relativos, por contraposición a los
colectivos. Tal denominación es manifiestamente impropia,
porque sugiere la idea absurda de que pueden existir contra-
tos celebrados por un solo agente o individuo.
2 En contra, ALVARO PÉREZ VIVES, Teoría general de las
obligaciones, Bogotá, Edil. Temis, 1953, núm. 24, numeral 8.
3 crr. ]OSSERAND, Cours de droit civil, 1. II, Paris, 1938,
núms. 5 y 264; Ci\I'ITi\NT y CUCHE, Précis de legislation
industrÚlle, Paris, 1939, núms. 107 ter y ss.
CAPÍTULO VIII
INTRODUCCIÓN
LA CLASIFICACIÓN
GENERAL
SECCIÓN 1
LA CAPACIDAD LEGAL
CAPÍTULO I: GENERALIDADES
CAPÍTULO II
CLASIFICACIÓN DE LA INCAPACIDAD
LEGAL
SECCIÓN II
LA VOLUNTAD Y SU DECLARA-
CIÓN
CAPÍTULO I: GENERALIDA-
DES
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
LA SIMULACIÓN
Guillermo Ospina Fernández- Eduardo Ospina Acosta
V. La prueba de la simulación
SECCIÓN III
EL CONSENTIMIENTO DISTINCIONES Y
CONCEPTOS
Guillermo Ospina Fernández- Eduardo Ospina Acosta
CAPÍTULO II
II. La propuesta
A) La oferta
B) La obligatoriedad de la oferta
C) La policitación
TEORIA GENERAL DEL CONTRATO Y DE LOS DEMAS ACTOS O
NEGOCIOS JURIDICOS
III. La aceptación
CAPÍTULO III
EL DISENTIMIENTO
tes como cuando uno quiere y dice dar en préstamo yel otro
quiere y dice recibir en donación, o como cuando uno quiere
y dice vender un tractor y el otro quiere y dice comprar un
caballo; y, por otra parte, el consentimiento viciado de error,
en el cual las declaraciones de los interesados coinciden entre
sí, pero la de alguno de ellos o las de todos no corresponden a
su voluntad real, v. gr. cuando, por desconocimiento del
idioma empleado, dicen compravender y el sedicente com-
prador entiende donación, o cuando entienden negociar sobre
cosas diversas. VeSe, por tantO y según ya quedó dicho, que
en el disentimiento hay discordancia entre las declaraciones
recíprocas y correctas de las partes2, al paso que en el Con-
sentimiento erróneo tales declaraciones coinciden, pero algu-
na de estas o todas discrepan de la voluntad real que preten-
den traducir.
Como es sabido, en los contratos romanos stricti juris (per aes
et libram
o nexum, verbis y litteris) si las fórmulas rituales prescritas
no coincidían exa~tamente, el contrato no se perfeccionaba,
no nacía a la vida jurídica. Así, por ejemplo, si en la stipulatio
(contractus verbis) una de las partes preguntaba a
la otra: "spondes dare mihi decem (prometes darme diez)?" y
esta respondía "promito", en vez de "spondeo", aunque estas
últimas voces tuvieran el mismo significado, el contrato no
podía formarse, pues no se producía el encantamiento (car-
men) que generaba el vínculo obligatorio por la coincidencia
de las fórmulas sacramentales que debían emplearse. Esta
discrepancia en detalle tan insignificante se reputaba como
falta de respuesta (ac si interrogatum responsum non esse).
Por el contrario, si la pregunta y la respuesta coincidían
(concerta verba), en razón del principio simbolistaforma dat
esse rei el contrato se perfeccionaba y ninguno de los contra-
TEORIA GENERAL DEL CONTRATO Y DE LOS DEMAS ACTOS O
NEGOCIOS JURIDICOS
alemán, arts. 154 y 155; STOU1, ob. cit., pág. 152; CLARO
SOLAR, 5 Explicaciones de derecho civil chileno y compa-
rado, t. XI, Santiago de Chile, 1937, núms. 718 y ss.
6 ANDRÉS BELLO, Obras comPletas, vols. 1, Il Y IIl, San-
tiago de Chile. La comisión revisora del Código chileno,
inconsultamente redujo este requisito a "la persona que se
obliga", regresando así a la fórmula defectuosa del art. 1108
del Código francés.
7 Véanse núms. 164 y SS., sllpra.
8 Según MAZEAUD, Lefons de droit civil, l. 11, Paris, Edil.
Monchretien, 1954, 111'lm. 138; tal es también la solución
adoptada, en su conjunto, por la jurisprudencia francesa.
SECCIÓN IV
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I
EL ERROR
A) El error de derecho
CAPÍTULO II
EL DOLO
Guillermo Ospina Fernández- Eduardo Ospina Acosta
1. El dolo dirimente
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I Olllnelll calliditatem, fallacimn, machinationem ad circun-
veniend1l1n, Jallendum, decijJien
,hllllve alter/un adhibitam (LAIH:O, Digesto,!. 1, t. 3, De
dolo malo, I. 4, par. :1).
" PLANIOL y RIPERT, Traité élémentaire de droit civil, t. n,
Paris, 1939, núm. 1061; COLIN y CAPITANT, C01lrs élé-
mentaire de droit civil franr;ais, t. n, Paris, 1939, núm. 42;
jossERAND, COllrs de droit civil Positiffranr;ais, t. n, Paris,
1932, núm. 93; CLARO SOLAR, Explicaciones de derecho
civil chileno y comparado, t. Xl, Santiago de Chile, 1937,
núms. 822 y 826; casación del 23 denoviembre de 1936,
"G.J.", núm. 1918, pág. 483.
:1 JOSSERAND, C01lTJ..., cit., t. n, núm. 96.
4 An. 935; dr. COLIN y CAPITANT, ob. cit., t. n, núm. 45;
en contra, CLARO SOLAR, ob. cit.,
l. XI, núm. 830.
PLANIOL. y RIPERT, ob. cit., t. I, núm. 1852, y t. n, núms.
1063 y 2254; CLARO SOI"\R, ob.Clt., t. XI, núm. 833.
6 Ibídem.
7 Casación del 23 de noviembre de 1936, "G.J.", núm. 1918,
pág. 483.
8 MOOUN y CAPITANT" ob. cit., t. Il, núm. 44.
9 CLARO SOLAR, ob. cit., t. XI, núm. 835; casación del 29
de junio de 1911, "G.J.", t. x,,<:,pág. 104.
10 COLlN y CAPITANT, ob. cit., loc. cit.
11 Digesto, lib. I, t. ~, De dolo malo, par. 2, t. ~.
12 Casación del 2~ de noviembre de 1936, "G.J.", núm. 1918,
págs. 483 y ss.
13 CfL CLARO SOL\R, ob. cit., t. XI, núm. 823.
14 CfL COLIN y CAPITANT, ob. cit., t. n, núm. 42;
15 CLARO SOLAR, ob. cit., t. XI, núm. 923;
TEORIA GENERAL DEL CONTRATO Y DE LOS DEMAS ACTOS O
NEGOCIOS JURIDICOS
CAPÍTULO III
LA FUERZA O VIO-
LENCIA
l. La fuerza dirimente
SECCIÓN V
I. La voluntad y el formalismo
SECCIÓN VI
SECCIÓN VII
I. La teoría de Domat
II. El anticausalismo
SECCiON VIII
LA LESIÓN
ENORME
CIRCULAR O. J. 78 DE 1984
SUPERINTENDENCIA
BANCARIA
RESOLUCIÓN 780
DE 1994
Guillermo Ospina Fernández- Eduardo Ospina Acosta
El superintendente bancario,
en uso de sus atribuciones legales y en especial de las que le
confiere el artículo 235 del Código Penal, en concordancia
con el subnumeral 34 del numeral 3 del artículo 325 del
Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, y
CONSIDERANDO:
Primero. Que el artículo 1Q del decreto nímero 141 de 1980
estableció que el artículo 235 del Código Penal quedará así:
"Usura. El que reciba o cobre, directa o indirectamente, de
una o varias personas, en el término de un (1) año, a cambio
de préstamo de dinero o por concepto de venta de bienes o
servicios a plazo, utilidad o ventaja que exceda en la mitad
del interés que para el período correspondiente estén cobran-
do los bancos por los créditos ordinarios de libre asignación,
según certificación de la Superintendencia Bancaria, cual-
quiera sea la forma utilizada para hacer constar la operación,
ocultada o disimulada, incurrirá en prisión de seis (6) meses a
tres (3) años y en multa de mil a cincuenta mil pesos.
"El que compre cheque, sueldo, salario o prestación social en
los términos y condiciones previstos en este artículo, incurrirá
en prisión de ocho (8) meses a cuatro (4) años y en multa de
mil a cincuenta mil pesos";
Segundo. 'Que corresponde al superintendente bancario, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 235 del Código
Penal, certificar el interés que estén cobrando los bancos por
los créditos ordinarios de libre asignación;
TEORIA GENERAL DEL CONTRATO Y DE LOS DEMAS ACTOS O
NEGOCIOS JURIDICOS
RESUELVE:
Art. 1° Certificar para los efectos del artículo 235 del Código
Penal que el interés que cobraron los bancos por los créditos
ordinarios de libre asignación, en promedio durante los meses
de enero y febrero de ] 994, fue del 38.12% efectivo anual.
Publíquese y cúmplase.
Dada en Santa Fe de Bogotá, D.C., a los 29 días. del mes de
abril de 1994.
Guillermo Ospina Fernández- Eduardo Ospina Acosta
PARTE CUARTA
INTRODUCCIÓN
SECCIÓN 1
CAPÍTULO I
LA NORMATIVIDAD DE LOS ACTOS JURÍDICOS
369. CONCEPTO. El vigor normativo que el legislador
atribuye a los actos jurídicos de los particulares es corolario
lógico de la consagración del postulado de la autonomía de la
voluntad privada, ya que este equivale a una delegación en la
voluntad privada de la potestad ordenadora que, en principio,
corresponde exclusivamente a la ley. En virtud de tal delega-
ción, las manifestaciones de la voluntad de los particulares
pasan a convertirse en verdaderas normas jurídicas, dotadas
de los atributos propios de estas, entre ellos de la obligatorie-
dad, en cuya virtud las partes quedan ligadas por sus propios
actos, como lo estarían si las prestacidnes que estipulan li-
bremente fueran impuestas por el propio legislador.
Sin embargo, hay que distinguir a este respecto entre los
contratos y convenciones en general, por una parte, y los
actos jurídicos unilaterales o unipersonales, por la otra, pues
al paso que en los primeros el postulado de la flormatividad u
obligatoriedad domina con excepciones muy contadas, en los
segundos recibe aplicación restringida.
l. La normatividad de los contratos y de las convenciones
370. EL PRINCIPIO. El art. 1602 del Código Civil adopta la
célebre fórmu
I,
la de DOMAT que expone con singul~r t1nergía y propiedad
el poder obligatorio de las convenciones y contratos: "Todo
contrato legalmente celebrado es una ley para los contratan-
TEORIA GENERAL DEL CONTRATO Y DE LOS DEMAS ACTOS O
NEGOCIOS JURIDICOS
CAPÍTULO II
EL POSTULADO DE LA BUENA
FE
Capítulo III
EL POSTULADO DE LA DILI-
GENCIA
CAPÍTULO IV
LA REPRESENTACIÓN
I. Generalidades
SECCIÓN II
CAPÍTULO I
Apéndice
B) El contrato colectivo
1990 y decreto 350 de 1989, arts. 27, inc. 72, 33,47 Y 57).
Corresponde, por tanto, al juez competente o al Superinten-
dente de Sociedades revisar el trámite concordatario, para
determi
nar si se han cumplido los requisitos de forma y si los acuer-
dos adoptados reúnen las condiciones sustanciales pertinen-
tes.
CAPíTULO II
CAPÍTULO III
LA INTERPRETACIÓN, CALIFICACIÓN E INTEGRA-
CIÓN DE LOS ACTOS JURÍDICOS
lo La interpretación de los actos jurídicos
Guillermo Ospina Fernández- Eduardo Ospina Acosta
PARTE QUINTA
CAPíTULO I
CAPÍTULO II
cosas que son de la esencia del contrato; las que son única-
mente de la naturaleza del contrato, y las que
son puramente accidentales al contrato". Y refiriéndose a las
primeras, dictamina: "Las cosas que son de la esencia del
contrato son aquellas sin las cuales el contrato no puede
subsistir (existir substancialmente). En faltando una de ellas
ya no hay contrato, o bien es otra especie de contrato... La
falta de una de las cosas que son de la esencia del contrato
imPide el que exista clase alguna de contrato; algunas veces
esa falta cambia la naturaleza del contrato"4.
En el paso trascrito está expuesta con toda precisión la
doctrina sobre la inexistencia y sobre la conversión de los
actos jurídicos.
Que los redactores del Código francés hubieran rechazado el
pensamiento de su oráculo POTHIER, o que al limitarse a
reglamentar "la anulación o rescisión de los contratos" hubie-
ran preferido dejarle a la doctrina la definición de la pugna
secular en torno a la existencia y a la nulidad absoluta de los
actos jurídicos, es cuestión que concierne a sus intérpretes5.
acerca de si esta obra legislativa consagra o no la distinción
entre la inexistencia y la nulidad de los actos jurídicosfi.
A diferencia de su modelo, nuestro Código Civil acoge ex-
presamente el pensamiento de POTHIER, sobre la clasifica-
ción de los elementos esenciales y no esenciales de los actos
jurídicos, como también la consecuencia primordial y obliga-
da que de esta clasificación se deriva, cual es la de que la
falta de los primeros, o sea, de los elementos esenciales,
descarta in limine la eficacia propia de los actos jurídicos, a
menos de que se trate de un elemento específico que permita
la conversión en un acto diferente que no requiera el elemen-
to faltante. Estatuye el arto 1501, por vía general o de princi-
pio: "Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su
esencia, las que son de su naturaleza, y las puramente acci-
Guillermo Ospina Fernández- Eduardo Ospina Acosta
debe tener por objeto una o más cosas que se trata de dar,
hacer o no hacer. El mero uso de la cosa o su tenencia puede
ser objeto de la declaración". La simple lectura de este texto
estápregonando a las claras que para que una declaración de
voluntad pueda existir como un acto jurídico, figura de que el
Código viene tratando, es indispensable que tenga un objeto
también jurídico, y esto por una razón obvia: la declaración
de voluntad, por sí sola, apenas constituye un elemento de
aquellos actos que; para ingresar en el ámbi to de la autono-
mía de la voluntad, tienen que enderezarse a participar en la
función reguladora de la ley.
Ya en el campo de los elementos esenciales específicos de
cada acto en
particular, como lo son la obligación de hacer tradición de la
cosa vendida y de pagar el precio en la compraventa (art.
1849), los arts. 1864 y 1865, a cuya lectura nos remitimos,
excluyen la existencia de dicho contrato, "no habráventa",
cuando falte el precio determinado por los contratantes o por
un tercero en quienes ellos convengan. El art. 1870, que es
una aplicación del 1518, le resta toda eficacia, "no produce
efecto alguno", a la venta que al tiempo de celebrarse versa
sobre una cosa que se supone que existe, pero que no existe.
Y el arto 1857 dice que "no se reputan perfectas ante la ley"
las ventas de bienes raíces y servidumbres y la de una suce-
sión hereditaria mientras no se haya otorgado escritura públi-
ca.
En el mismo terreno de las aplicaciones concretas de la pre-
ceptiva general del Código en punto de los elementos esen-
ciales, pero específicos de los actos
jurídicos, el art. 2081, declara inexistente como sociedad, "no
hay sociedad" (tampoco hay sociedad), cuando la declaración
de los agentes excluye la aportación por ellos o por alguno de
ellos de un capital, o de otros efectos, o de la industria, o
Guillermo Ospina Fernández- Eduardo Ospina Acosta
CAPÍTULO III
1. Generalidades
A) La nulidad absoluta
522. LAs CAUSALES. Conforme al art. 1741, estas se redu-
cen a las siguientes: a) el objeto ilícito; b) la causa ilícita; c)
la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes
prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consi-
deración a la naturaleza de ellos, y d) la incapacidad absoluta.
Aunque a dichas causales ya nos hemos referido con ampli-
tud, especialmente en la tercera parte de nuestro estudio, es
conveniente recapitularaquí algunas de las ideas allí expues-
tas.
523. a) EL OBJETO ILÍCITO. Entre las condiciones que
debe reunir el objeto de todo acto jurídico, además de su
posibilidad y determinación, está la de ser lícito, esto es,
conforme a la ley, al orden público y a las buenas costum-
bres.
Por consiguiente, el objeto ilícito, sancionado con la nulidad
absoluta, se configura cuando el acto, en sus prestaciones
TEORIA GENERAL DEL CONTRATO Y DE LOS DEMAS ACTOS O
NEGOCIOS JURIDICOS
B) La nulidad relativa
Pero el inciso final del citado art. 1751, coordinado con otras
normas legales, suscita dudas. En efecto, dicho inciso precep-
túa: "Pero en este caso no se podrá pedir la nulidad, pasados
treinta años desde la celebración del acto o contrato". El art.
34 del Código señalaba la mayor edad en veintiún años y,
según quedó visto, el art. 1750 fijó en cuatro años el término
para pedir la nulidad relativa. Luego, aun dentro del sistema
mismo del Código, dicho inciso final del arto 1751 nunca
sería aplicable, porque la suma de los veintiún años para
cumplir la mayor edad, más los cuatro años de la prescripción
de la acción rescisoria, apenas alcanzaría a veinticinco años,
y no a los treinta fuados por aquel inciso.
En el mismo orden de ideas, el susodicho inciso indudable-
mente establece una prescripción treintenaria, al cabo de la
cual se extingue definitivamente el derecho a pedir la nuli-
dad, cualquiera que haya sido el tiempo de la suspensión
establecida por el artículo; el arto 1 Q de la ley 50 de 1936
redujo a veinte años el término de todas las prescripciones
Guillermo Ospina Fernández- Eduardo Ospina Acosta
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
PARTE SEXTA
LA DISOLUCIÓN
DE LOS ACTOS JURÍDICOS
INTRODUCCIÓN
578. CONCEPTO. En un sentido lato, se entiende por disolu-
ción de los actos jurídicos la privación de la efi~acia que
estos están llamados a producir, a consecuencia de hechos
posteriores a su celebración, previstos en ellos o en la ley,
tales la revocación voluntaria o judicial, el plazo extintivo, la
resolución, etc.
Como se ve, dentro de este concepto lato o genérico de la
disolución de los actos jurídicos tienen cabida la declaración
de inexistencia de dichos actos, cuando ella es necesaria para
privar de eficacia a los actos que aparentan reunir las condi-
ciones esenciales para que la ley los repute como expresiones
idóneas de la autonomía de la voluntad privada, así como
también la declaración de nulidad o invalidez de los actos que
reúnen tales condiciones esenciales, pero que adolecen de las
requeridas para su validez o valor. Estas declaraciones juris-
diccionales que actualizan la coercibilidad de las normas
jurídicas que establecen las causales de inexistencia o de
nulidad son, por tanto, hechos posteriores al momento de la
formación de los actos putativamente reconocidos por la ley.
TEORIA GENERAL DEL CONTRATO Y DE LOS DEMAS ACTOS O
NEGOCIOS JURIDICOS
CAPÍTULO I
1. Generalidades
vigor normativo, pues son una "ley" para las partes, el acto
unipersonal solamente logra dicho vigor cuando el ordena-
miento positivo se le atribuye, lo que en el derecho moderno
viene ocurriendo con mayor frecuencial3.
De lo últimamente dicho resulta que hay actos unipersonales
que obligan a su agente único, por ejemplo, la oferta de con-
trato, la agencia oficiosa, la aceptación de una herencia o
legado, el compromiso inherente a la estipulación para otro,
etc., y que también hay actos unipersonales no obligatorios,
como el testamento, los acuerdos de los órganos colegiados
de las personas jurídicas, que solamente miran a la organiza-
ción interna de estas y deben ser cumplidos por los adminis-
tradores, pero que no confieren derechos a terceros.
CAPÍTULO II
Conforme a los arts. 2488 y 2492 del Código Civil, los bienes
presentes y futuros del deudor, excepto los que la ley declara
inembargables, están afectos al pago de las obligaciones de
dicho deudor, en forma tal que los acreedores pueden obtener
la aprehensión de esos bienes y su venta para ser satisfechos
en sus créditos, totalmente si el producto de la venta es sufi-
ciente, o a prorrata si no lo es.
CAPÍTULO III
queda resuelto ipso facto (ipso jure dicen los franceses), pues,
de presentarse controversia entre las partes acerca del cum-
plimiento de esta condición, tal diferendo debe ser dirimido
por un fallo judicial.
CAPíTULO V
l. La imposibilidad de ejecución
A) Generalidades
can para su dueño, quien, por tal motivo, no puede ejercer las
facultades inherentes a su derecho real sobre dicha cosa, es
lógico y jurídico que si un derecho crediticio se extingue y ya
no puede ser ejercido por su titular, sin responsabilidad algu-
na del deudor, ello implique una pérdida patrimonial para el
acreedor.
Pero la cuestión cambia de cariz cuando se plantea en el
campo de los contratos bilaterales, porque en este caso ya no
se trata de resolver, solamente a la luz de la lógica, si el
crédito correlativo a la deuda que se extingue por imposibili-
dad de ejecución también se extingue, lo cual es claro, por
virtud de la unidad del vínculo que ata al deudor y al acree-
dor, sino de averiguar qué sucede con la obligación correlati-
va contraída por este acreedor y cuya ejecución continúa
siendo posible. Por ejemplo, si se trata de una compraventa
de especie o cuerpo cierto y este perece a consecuencia de un
caso fortuito exoneran te de responsabilidad para el deudor,
es claro y lógico que
el acreedor no puede exigirle a aquel ni un cumplimienlo en
especie ni una
indemnización compensatoria. Pero la cuestión rebasa es-
te.aspecto, porque de inmediato surge el interrogante de si el
comprador, obligado por el contrato a pagar el precio conve-
nido -prestación esta que continúta siendo posible-, debe
cumplirla o no. Pues bien, las respuestas de nuestro Código y
la de sus modelos es la afirmativa: el comprador debe pagar
el precio, aunque ya nada pueda recibir como contrapresta-
ción del deudor.
Varias explicaciones se han propuesto parajustificar esta
solución. Así, ya hemos visto que en la doctrina francesa se
ha dicho que, como en su Código Civil el comprador se hace
dueño de la cosa en virtúd del solo contrato traslaticio, si esta
perece fortuitamente, el riesgo es de quien ya es dueño de ella
Guillermo Ospina Fernández- Eduardo Ospina Acosta