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Thomas Cranmer1

Arzobispo de Canterbury
2 de Julio de 1489 – 21 de Marzo de 1556

Thomas Cranmer y la Cena del Señor

La influencia de la Reforma del Arzobispo Thomas Cranmer (1489-1556)


Los mártires acudieron a las llamas por sus convicciones sobre la Eucaristía, dice el teólogo
británico.

Por David W. Virtue, DD


Publicado el 7 de Junio de 2017.

El Reverendo Dr. Lee Gatiss (se pronuncia Gate-iss) fue un predicador invitado a la
convención Diocesana Misionera de CANA en Binghamton, New York, recientemente, el
Dr. Gatiss es Director a tiempo completo de la Iglesia Sociedad y un teólogo capacitado.
Obtuvo su Ph. D. de la Universidad de Cambridge y edita una revista en internet llamada
Theologian. También es miembro del Consejo Editorial de Themelios, un Editor de
Revisión de la revista Churchman, y en el Concilio de la Comunidad de la Palabra y el
Espíritu, Reforma, del Concilio de la Iglesia Evangélica de Inglaterra y afines.

Lo siguiente es la sustancia de su conferencia sobre el Arzobispo Thomas Cranmer y su


teología de la Eucaristía.

Cranmer fue el principal responsable de proporcionar el Libro de Oración Común y los


Treinta y Nueve Artículos de la Religión, la base doctrinal y litúrgica del Anglicanismo.
Siguen siendo hoy el estándar de oro de la doctrina Anglicana, según las leyes y los
cánones de la Iglesia de Inglaterra.

En Inglaterra nuestros reformadores también fueron mártires. Fueron quemados en la


hoguera por lo que creían y enseñaban.

¿Por qué fueron quemados en la hoguera? Sería un gran error pensar que fueron
martirizados porque se negaron a someterse al papa de una manera vaga. La razón principal
1
Thomas Cranmer, Nació el 2 de julio de 1489 en Arselacton (Gran Bretaña), en el seno de una antigua
familia. Estudió en Cambridge y fue ascendido al Arzobispado durante el reinado de Enrique VIII. Fue
condenado en Roma y degradado de su oficio santo vistiéndolo con harapos simulando que eran las
vestimentas de un obispo, fue martirizado por causa de la reforma en Oxford el 21 de Marzo de 1556.
por la que fueron quemados es que rechazaron una doctrina distintiva de Roma. En esa
doctrina se articulaba su vida o su muerte. Si la admitían podían vivir, si la rechazaban
morirían.

La doctrina en cuestión era la presencia real – presencia física – del Cuerpo y la Sangre de
Cristo en los elementos consagrados de pan y vino en la Cena del Señor.

¿Creyeron o no que el Cuerpo y la Sangre de Cristo estaban realmente presentes en el pan y


en el vino cuando se pronunciaban las palabras de la consagración?

¿Se encontraba literalmente el Cuerpo de Jesús físicamente allí? ¿Ellos morirían o no por
esta causa? Se les preguntó, ¿Creen que el Cuerpo de Cristo, nacido de la Virgen María, se
encuentra realmente en el altar tan pronto como las palabras místicas habían salido de la
boca del Sacerdote?

Esa era la simple pregunta, si no lo creían y lo admitían, serian quemados.

¿Tenían razón al ser tan inflexibles con respecto a la pregunta de este tema… su posición
con respecto a esta creencia era lo suficientemente correcta como para morir por ella?

Esto es difícil de aceptar para muchas personas hoy en día. Algunas personas aún piensan
que esto fue simplemente una estúpida posición sobre el argumento de las palabras.

Como se indicó, los protestantes que leemos la Biblia, no dudamos ni por un momento en
responder a esta pregunta.

Podemos ver de inmediato que la doctrina romana golpea la raíz misma del evangelio. Es la
base de muchos de los errores de esta religión supersticiosa.

Esta es una verdadera controversia por la cual hombres y mujeres inteligentes fueron a la
hoguera. Debemos preguntarnos si nuestra creencia es tan firme o no como lo fue la de los
cristianos de la Reforma.

Si lo hacemos, ¿Esta verdad se encuentra bajo ataque en nuestra época actual, incluso
cuando enfocamos nuestra atención en otros temas?

CRANMER AL RESPECTO DE LA CENA DEL SEÑOR

Su libro: “Una defensa de la Doctrina Verdaderamente Católica del Sacramento del Cuerpo
y la Sangre de Nuestro Salvador Jesucristo”, publicado por primera vez en 1550, es el
documento principal.

La liturgia para la Comunión que realizó Cranmer, reunida en 1552, debe verse junto a los
Treinta y Nueve Artículos de la Religión Cristiana, que también redactó.

El servicio de Cranmer se organizó deliberadamente para ser una fuente de consuelo y


tranquilidad para los cristianos.
Era un divino instrumento de seguridad en la fe. Se trataba de llegar a un Servicio de
Comunión en 1552 que fue diseñado para ser jubiloso y reconfortante para un creyente.

La intención de todo este servicio es asegurarnos de nuestro perdón y aceptación ante Dios,
no sobre la base de nuestras obras, sino sobre la base de la gracia de Dios en Cristo. Esta, a
su vez nos conduce a un servicio de arrepentimiento muy real y profundo por nuestro
pecado, a un abrumador agradecimiento y gratitud a Dios.

Comenzamos en la Liturgia para la Comunión de Cranmer, orando por la purificación de la


congregacióon, para que Dios limpie nuestros corazones y mentes, para que podamos
glorificarlo dignamente. Necesitamos ser purificados por Dios mismo para poder
acercarnos a Él. Luego leemos su Ley, los Diez Mandamientos, lenta y sobriamente,
pidiéndole a Dios, después de cada uno, que tenga misericordia de nosotros y que escriba
esa ley en nuestros corazones.

Luego volvemos a escuchar la Palabra de Dios, en las lecturas y el Sermón. No todos los
ministros en esos días podían predicar, y por eso Cranmer, y uno o dos más, escribieron
algunas homilías, o ejemplos de sermones, que las personas debían leer en ese momento del
servicio.

Es toda una buena enseñanza Evangélica Protestante Reformada que fue diseñada para
ganar a los incrédulos en la congregación para Cristo y para consolar y fortalecer a los
creyentes en su fe.

Entonces, en el servicio preparado por Cranmer, se nos exhorta a ordenar nuestras vidas y
nuestras relaciones con nuestros vecinos y a confesar nuestros pecados al Dios
Todopoderoso, a confesarlos sinceramente, a ser abiertos con Dios y a arrepentirnos.

Luego, nos proclama la declaración del perdón de Dios, no por las simples palabras de un
sacerdote, sino por las Palabras Reconfortantes – las palabras para reconfortar que se
encuentra en el libro de oración. Cranmer enseñó que debíamos leer versículos en este
momento tales como Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” y
1 Timoteo 1:15: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al
mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”.

Somos consolados, no por una absolución pronunciada por un sacerdote, sino por una
pronunciada por Dios a través de su Palabra. Es Dios mismo quien perdona a todos los que
verdaderamente se arrepienten y creen en el evangelio.

Entonces, elevamos nuestros corazones en alabanza a Dios. Le aseguramos al Señor que no


nos acercamos a la mesa confiando en nuestra propia justicia, que esta no es nada ante Él.
No venimos porque seamos dignos o porque vivimos lo suficientemente bien como para
ganar un lugar en esa mesa. No, venimos confiando, no en nuestra justicia, sino en las
múltiples y grandes misericordias de Dios. Venimos, sin nada en nuestras manos para
recibir la misericordia de Dios. Se trata de que Dios obre en nuestro favor en este servicio.
El movimiento – la acción – en la liturgia tiene que ver con esa dirección (del cielo a la
tierra). Dios, en su gracia, llegando a nosotros en nuestra pecaminosidad.

Tomamos entonces, comemos y bebemos. Oramos la oración del Señor, la que Él mismo
nos enseñó. Luego de esta oración de oblación, una oración de alabanza y agradecimiento a
Dios por lo que Él ha hecho por nosotros. Esta oración contiene la primera mención en todo
el servicio de un sacrificio a Dios, mucho después de que todos los elementos del pan y el
vino hayan sido comidos y bebidos. Entonces le ofrecemos, no esos alimentos a Dios como
un sacrificio, sino que nos ofrecemos a nosotros mismos, nuestras almas y cuerpos como un
sacrificio vivo para Dios.

Concluimos cantando un himno. Todo el servicio se usa como un instrumento divino de


seguridad. Su intención es mostrar que somos más malvados de lo que pensamos, pero
también más amados por el Dios misericordioso de lo que nunca soñamos.

El genio de Cranmer entonces fue tomar la doctrina protestante de la justificación por


la sola fe, la idea de encontrarnos en paz con Dios con base en su misericordia y
escribirla en forma de liturgia.

En el plano pastoral, nuestras conciencias están seguras del amor de Dios hacia nosotros,
incluso cuando hemos sido sumamente honestos sobre nuestros propios fracasos y fallas.
Nos quedamos sin ninguna duda en absoluto, acerca de cómo Dios puede ser propicio y
favorable hacia nosotros. No es por algo que hayamos hecho, o que hagamos en ese
servicio. Es simplemente debido a la muerte de Cristo en la cruz en nuestro lugar,
simbolizada gráficamente por ese pan partido y vino derramado.

Oraciones posteriores a la comunión. Agradecemos y alabamos a Dios en esta oración


posterior a la comunión: “Para que por los méritos y la muerte de tu Hijo Jesucristo, por la
fe en su sangre, nosotros y toda tu iglesia podamos obtener la remisión de nuestros pecados
y todos los demás beneficios de su pasión”.

Somos salvos por la sangre de Jesús, por sus méritos, no por los nuestros.

En primer lugar, a Cranmer le preocupaba que todo el servicio fuese una predicación del
evangelio de la gracia desde el principio hasta el fin como un instrumento de seguridad.

En segundo lugar, la teología de Cranmer como se ve en el servicio de comunión, también


es una invitación a alimentarse de Cristo. Cranmer no solo ve el servicio de Comunión
como una buena oportunidad para sentarse en silencio y pensar en la Cruz. No solo es una
ayuda visual, o una ilustración dramática para ayudarnos a entender. Son todas esas cosas,
pero también es una invitación a participar en algo.

Si fuera solo una ilustración, o un simple servicio conmemorativo (como lo piensan los
fundamentalistas y evangélicos), entonces el clérigo – el ministro – podría simplemente
realizar ciertas acciones desde el principio y la congregación no tendría que preocuparse
por nada en lo absoluto. Si fuera simplemente un memorial, una ilustración, como en una
charla de un niño, el clérigo podría hacerlo todo por su cuenta y la congregación sería
completamente pasiva, como una audiencia; pero en el servicio de Cranmer, estamos
invitados a ser una parte que participa activamente.

En la exhortación, Cranmer nos recuerda que en 1 Corintios 11… se nos exhorta


diligentemente a intentar examinarnos a nosotros mismos.

Esto no es como Yoda, quien dice, ¡Me estoy esforzando demasiado! ¡Lo estoy haciendo
demasiado duro!” Él no está diciendo eso. Él no está diciendo que debes tratar de
examinarte, él está diciendo que debe intentarlo como si estuviera “a prueba”, someterse a
prueba, hacer una evaluación de sí mismo, examinarse a sí mismo, antes de presumir de
comer de ese pan y beber de esa copa.

Para nosotros, el beneficio es grande si con un corazón verdaderamente penitente y una fe


viva recibimos ese Santo Sacramento. Entonces, si lo hacemos con una fe viva, comemos
espiritualmente la carne de Cristo y bebemos su sangre. Así moramos en Cristo y Cristo
mora en nosotros. Somos uno con Cristo y Él es uno con nosotros.

Por otra parte, existe el peligro si recibimos lo mismo de manera indigna, ya que entonces
seremos culpables del Cuerpo y la Sangre de Cristo nuestro Salvador. Comemos y bebemos
nuestra propia condenación sin considerar el cuerpo del Señor, de esta forma encendemos
la ira de Dios contra nosotros. Le provocamos que nos plague con diversas enfermedades y
diversos tipos de muertes. No tomes esto a la ligera o tu rostro enfrentará diversos tipos de
muerte.

¿Qué está ocurriendo según esta oración? A medida que tomamos el pan y bebemos el vino,
nos examinamos a nosotros mismos, a nuestras vidas, a nuestras conciencias y luego, si
comemos y bebemos con fe, creyendo el Evangelio, no estamos solos entonces, estamos
comiendo físicamente un poco de pan y bebiendo algo de vino, pero también sucede algo
espiritual.

Entonces, nos alimentamos de Cristo. En la Oración de Congregación, comemos los


elementos en obediencia a Cristo, nos alimentamos de Cristo.

Ahora es importante notar, que no somos caníbales comiendo físicamente a Cristo. El


comer aquí es claramente espiritual. Nos alimentamos espiritualmente de Él.

Las palabras que dices al venir y tomar el pan y el vino, enseñan a las personas cuál es
nuestra doctrina de la Cena del Señor.

Si solo dices “El Cuerpo de Cristo”… “La Sangre de Cristo”, eso puede implicar todo tipo
de entendimientos falsos, incluida la Transustanciación,

Cranmer quiere que digamos esto mientras le damos el pan y el vino a la gente: “Toma y
come esto”, no seas un espectador pasivo, hazlo para ti. “Toma y come esto en memoria de
que Cristo murió por ti” – ¡por usted!
Usted tiene la certeza de que la muerte de Cristo en la cruz hace muchos años fue para
recibir el castigo por sus pecados. Y se aplica personalmente a usted como uno que se
arrepiente, y oró esa confesión y escuchó la Palabra de seguridad que viene de Dios.

“Toma y come esto en memoria de que Cristo murió por ti, aliméntate de Él”… ¿En tu
boca? No, “aliméntate de Él en tu corazón, por la fe”.

Físicamente, estás alimentando tu cuerpo con algo de pan, pero en tu corazón, al mismo
tiempo, si crees en Él, te estás alimentando de Cristo.

Cristo está en tu corazón por fe – Efesios 3:17- no físicamente en el pan. Todo esto se hace
con gran acción de gracia.

“Toma y come esto en memoria de que Cristo murió por ti y alimenta de Él tu corazón con
fe y acciones de gracias”.

Estamos agradecidos por lo que Cristo ha hecho por nosotros, para salvarnos y para
reconciliar al Padre con nosotros.

Entonces, a medida que el pan y el vino se convierten en parte de nosotros, así, por la fe,
moramos en Cristo, y Él en nosotros. Está tan cerca la unión con Cristo. No es sólo una
ayuda visual comestible.

Algo pasa cuando comemos el pan y bebemos el vino. O nos alimentamos de Cristo en
nuestros corazones por fe con acción de gracias, o comemos y bebemos nuestra propia
condenación.

Recuerda, algunos en la iglesia de Corinto estaban enfermos y otros habían muerto. Y el


Apóstol Pablo lo relacionó específicamente con el abuso en que ellos incurrieron con la
Cena del Señor.

Cranmer simplemente quería decir algo de forma más específica “¡NO!” Entonces ¿Qué
era lo que Cranmer estaba protegiendo en realidad?

La gente estaba acostumbrada a la misa. Las personas estaban familiarizadas a la versión


medieval de la Cena del Señor, que era una forma muy diferente de hacer estas cosas.
Cranmer fue un guardián contra ciertos errores teológicos que habían engañado a la gente
desde antes de la reforma. Lo que estaba en juego aquí era nada menos que el evangelio.

Lo primero contra lo que él levanta su protección es cualquier idea de que la expiación, la


muerte de Cristo en la cruz, fue insuficiente para nuestra salvación. Él protege contra ese
error de dos maneras. Primero, por su uso del lenguaje del “sacrificio”; en segundo lugar,
por la forma en que presenta al ministro.

Cranmer deja muy claro que lo que está sucediendo en la mesa no es un sacrificio en un
altar hecho por un sacerdote mediador en nombre de la gente, cuya acción debe repetirse
una y otra vez para que sea efectiva.
Ese es el mensaje que recibió de los monjes Católicos Romanos, de los monjes medievales.
En la misa Católica, algo se ofrece a Dios. En cambio, lo que dice Cranmer es que el
Sacrificio que Cristo hizo una vez y para siempre en la Cruz fue absolutamente,
completamente, y totalmente suficiente para pagar nuestros pecados. No son necesarios
sacrificios adicionales.

Escucha el énfasis repetido.

La persona que administra la Cena debe decir: “Dios Todopoderoso, nuestro Padre
Celestial, quien en su tierna misericordia dio a su único Hijo, Jesucristo” – Dios nos dio
algo, no se trata de algo que dimos nosotros – “a sufrir la muerte en la cruz por nuestra
redención, esto se hizo allí” – no aquí, aquí no ha pasado nada- “quien hizo allí su única
oblación de sí mismo, una vez ofrecido” - ¿Cuál es la oferta? – “un pleno, perfecto,
suficiente sacrificio, oblación y satisfacción por los pecados de todo el mundo e hizo
instituirlo en su Santo Evangelio ordenándonos que continuara como memoria perpetua” –
no como una recreación o como una representación – “de su preciosa muerte hasta que
regrese”.

No tiene ningún sentido en absoluto que lo que está ocurriendo aquí en la mesa sea un
sacrificio.

Todo el lenguaje concerniente a hacer un sacrificio se mantiene hasta después que todo el
pan desaparece. Cuando todo se ha comido, solo entonces oramos para que Dios acepte –
usando el lenguaje de Hebreos 13:15 – nuestro sacrificio de alabanza y acción de gracia.
Solo entonces, después de que todo el pan y el vino se han consumido, nos ofrecemos
presentarnos a Dios como sacrificios vivos, santos a Dios, usando el lenguaje de Romanos
12:1.

Todo eso es después, no como venimos a la mesa, sino después. Así que no hay nada en
absoluto que deba agregarse a la Expiación para completarla.

El sacrificio de la Cruz no necesita ser repetido, representado o recreado o cualquier


otra cosa para ser efectivo.

¿Qué es lo que él ha hecho? Definitivamente no hace ningún sacrificio, se pone en pie junto
a una mesa para administrar, no para presidir, para administrar una comida en lugar de estar
detrás de un altar para realizar un sacrificio. Y se encuentra en el extremo norte de la
misma, es decir, se encuentra a un lado, en lugar de pararse como un mediador entre la
gente y Dios, como en la misa, que el sacerdote se para posicionándose hacia el este.

Presentar al ministro como alguien que sirve una comida es un enfoque muy diferente. El
ministro tampoco toma confesiones privadas de todos antes del servicio como enseña Roma
que es obligatorio ir a confesar todos los pecados al sacerdote en un confesionario. En su
lugar, él dirige a la congregación en el Acto de Confesión conjuntamente. Está todo en el
idioma del pueblo, no en latín. La intención del Servicio es mantener el lenguaje del
Sacrificio, solo donde la Biblia lo hace. No está sucediendo aquí en la mesa, sucedió allí en
la cruz. Lo único que le ofrecemos a Dios es a nosotros mismos como un sacrificio vivo en
gratitud por lo que Cristo ha hecho por nosotros.

Con una visión correcta del sacrificio, y una visión corregida del rol del ministro, Cranmer
protegió contra las teologías alternativas que representaban la Expiación como algo
insuficiente por sí sola para nuestra salvación.

La segunda cosa contra la que Cranmer quería proteger, era cualquier idea de que la
Encarnación no era real. Es decir, Dios el Hijo realmente tomó carne humana y se convirtió
en un ser humano como tú y como yo. Él tenía un cuerpo humano físico real con todas sus
glorias y limitaciones, tomando su naturaleza física humana de la Virgen María.

Debido a que Él era un ser humano real, Él podía representarnos verdaderamente y ser
nuestro sustituto en la Cruz. En la medida en que nuestra teología haga que su cuerpo sea
diferente al nuestro, Él no puede ser nuestro sustituto y representante. Él tiene que ser un
verdadero ser humano físico como tú y como yo, de lo contrario no puede representarme y
no puede morir en mi lugar.

Había dos grupos de personas que lo niegan.

En primer lugar, la Iglesia Católica Romana enseñó y todavía enseña que, al ser
pronunciadas las Palabras de la Institución en la oración de la Consagración en la Misa, la
sustancia del pan y del vino se transforma en el Cuerpo físico y la Sangre de Cristo. No se
puede ver una diferencia, dicen, pero la sustancia en los elementos ha cambiado. Cristo está
realmente allí, en su naturaleza humana, en los elementos del pan y el vino en el altar. El
pan y el vino han sido “transubstanciados”2. Transubstanciado – se ha ejecutado un cambio
de substancia.

Sabemos de transexuales3: pretender cambiar de sexo, pretender cambiar de género. Esta es


la misma palabra “trans” – para cambiar. Cambiar de substancia.

El Cuerpo de Cristo, cambiado en substancia, pan y vino, cambiado en substancia, se


convierte en su Cuerpo y Sangre, que luego es ofrecido a Dios como propiciación por
nuestros pecados. Así, el catolicismo Romano enseña que la misa es un sacrificio de
propiciación que aleja la ira de Dios.

2
El Concilio de Trento enseña que: «Si alguno negare que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se
contiene verdadera, real, y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad de
Nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero; sino que dijere que sólo está en él como en señal y
figura o por su eficacia, sea anatema».
En la transubstanciación toda la substancia del pan y toda la sustancia del vino desaparecen al convertirse en
el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo. De tal manera que bajo cada una de las especies y bajo cada
parte cualquiera de las especies, antes de la separación y después de la separación, se contiene Cristo
entero.
3
Un individuo aunque se haga tratamientos hormonales, se mutile sus genitales o externamente logre
algunos cambios significativos de apariencia, nunca podrá cambiar su género o sexualidad, pues tanto el
género como su sexo están determinados genéticamente.
En segundo lugar, Martín Lutero4, quien ha sido buenas noticies en tantas formas,
enseñó que Cristo, también en substancia, estaba físicamente presente en la Eucaristía, en
los elementos del pan y el vino donde quiera que se celebraba la cena del Señor.

Los luteranos enseñaban que la naturaleza humana de Cristo es ubicua. Está en todas partes
y en cualquier lugar al mismo tiempo porque está unida a la Naturaleza Divina de Cristo
como Dios.

Entonces, Cristo podría estar físicamente presente aquí, en este altar, o en su iglesia como
su altar y podría estar en todos estos diferentes lugares al mismo tiempo.

Lutero no cree en la transubstanciación como los católicos romanos, pero su visión de la


naturaleza humana de Cristo, era igualmente errónea, según Cranmer.

¿Dónde está Cristo? Él está en el cielo, sentado a la diestra del Padre, con un cuerpo como
el nuestro, que no puede estar en dos lugares a la vez, a menos claro que alguien aquí haya
descubierto cómo bilocarse.

Ahora Él se quedará allí. ¿Qué dice el Credo de Nicea?: “Él está sentado a la diestra del
Padre hasta que venga nuevamente en gloria para juzgar a los vivos y a los muertos”.

Entonces, si Cristo estuviera aquí presente con nosotros, estaría aquí para juzgar a los vivos
y a los muertos. Y esto queda claro en el Servicio para la Comunión de 1552 de Cranmer al
agregar la Rubrica Negra al final.

Una rúbrica, por supuesto, es una instrucción. Esto es lo que dice la rúbrica negra.

“Por lo que respecta al pan y al vino sacramentales, permanecen inmóviles en su substancia


muy natural y por lo tanto no pueden ser adorados. Pues eso es una idolatría que debe ser
aborrecida por los cristianos fieles. Entonces, respecto al natural Cuerpo y la Sangre de
nuestro Salvador Cristo, están en el cielo y no aquí” – Él está en el cielo y no aquí –
“porque es contra la verdad del verdadero cuerpo natural de Cristo estar en más lugares que
en uno a la vez”.

Verá la misma verdad expresada en el Artículo 28 de nuestros Treinta y Nueve Artículos,


parte del cual dice: “La transubstanciación (o el cambio de la sustancia del pan y del vino)
en la cena del Señor, no puede probarse por medio del texto sagrado, sino que es
repugnante ante las claras palabras de la Escritura, echa por tierra la naturaleza del

4
Consubstanciación es un término técnico que denota la idea luterana de los elementos en la Cena, para
distinguirla de la idea católica de la transubstanciación. Según la doctrina católica el pan y el vino son
transformados por la consagración en la carne y sangre de Cristo, mientras que según la idea luterana el pan
y el vino permanecen, aunque tras la consagración el cuerpo y la sangre de Cristo coexisten en y con los
elementos naturales, tal como el hierro fundido todavía es hierro, aunque un nuevo elemento, el fuego,
coexista. Esta ilustración la usó Lutero en su carta a Enrique VIII. Los teólogos luteranos repudiaron el
término popular 'consubstanciación' en el sentido de conexión permanente de los elementos con el cuerpo
y sangre de Cristo, confinando esta relación al acto de la comunión.
sacramento y ocasiona muchas supersticiones. El cuerpo de Cristo se da, recibe y come en
la cena, sólo de manera celestial y espiritual”.

Recomiendo las Cinco Solas como una forma de resumir las grandes verdades de la
Reforma.

Aquí pues, hay igualmente otra enseñanza que fue igualmente importante para Cranmer: el
Cuerpo de Cristo se da, se toma y se come en la Cena sólo de una manera celestial y
espiritual. El medio por el cual el Cuerpo de Cristo se recibe y se come en la Cena es la fe,
solo la fe. Está diciendo que la transubstanciación es incorrecta porque derroca la verdad de
la Encarnación.

Finalmente, Cranmer quería levantar una protección contra la idolatría supersticiosa y su


comprensión de la Transubstanciación. El sistema católico romano de teología y su práctica
también alentaban la superstición y la idolatría según Cranmer. La preocupación en 1552
era proteger a los asistentes a las iglesias inglesas contra la idolatría, ya que la adoración
falsa debía ser aborrecida por todos los cristianos fieles. Cranmer dejó en claro que el pan
normal era perfectamente aceptable, no tienen que ser obleas con una imagen de Cristo en
ella. Pan normal, el ministro podría simplemente comer lo que quedara él mismo más tarde.
Hay algunas alteraciones leves en el libro de oración común de 1662.

Es claro que como dice el Artículo 28: “El Sacramento de la Cena del Señor no fue
establecido por Cristo para ser reservado”, - para ser usado más tarde- “para ser llevado” –
en una procesión de algún tipo – “ser levantado o ser adorado”.

Para eso no debe ser usado. Cristo no tuvo la intención de que reserváramos trozos de pan
en un lugar especial después del servicio, como si fuera su Cuerpo real, su presencia natural
en la tierra para ser custodiado.

¿Guardando a Jesús? Solo piensa en eso por un minuto. ¿Quién necesita guardar a Jesús? Él
no necesita que lo guardemos. Él es quien con tan solo una Palabra calmó la tormenta, ¿Él
necesita que lo guardemos en un pequeño lugar? No.

Tampoco debe llevarse en una procesión como si fuese un talismán o un hechizo mágico,
rindiéndole culto y adorándolo como si fuera realmente y físicamente Jesús. Es sólo pan.
Nada mágico le ha sucedido. No hay “hocus-pocus”5 involucrado.

Juan Calvino, quien está de acuerdo con Cranmer en todos estos puntos importantes, dice:
“En la misa, la misa católica romana, la consagración llegó a equivaler virtualmente a un
conjuro mágico”. ¡Hocus Pocus! Y advierte que la liturgia no se trata de magia, se trata de
predicar.

5
Antiguamente las misas sólo se celebraban únicamente en latín. Cuando los paganos, que no entendían el
latín ni la religión, veían la ceremonia, pensaban que durante la comunión ocurría algo mágico. Entonces
relacionaron Hoc est corpus meum (Este es mi cuerpo) con palabras mágicas. De ahí se fue simplificando a
“Hocus-Pocus”.
“Aquí no debería existir ningún conjuro mágico, suponiendo que es suficiente el tan sólo
haber murmurado las palabras, como si fueran escuchadas por los elementos, pero
entendamos que estas palabras son predicaciones vivas que edifican a los oyentes y
penetran en sus mentes impactando sobre sus corazones y se instalan allí”.

Cranmer sufrió terriblemente cuando la Reina María6 (1516-1558) llegó al trono en 1553 y
restableció el catolicismo Romano. Lo mantuvieron en prisión durante tres años en
confinamiento solitario y la mayor parte de este en condiciones severas para un anciano, lo
que ocurrió a sus 60 años.

Se vio obligado a retractarse en lo que creía sobre la transubstanciación y entregar una


retractación completa de todos sus supuestamente puntos de vista heréticos publicados por
toda la nación. Bajo presión lo hizo para salvar su vida. Pero aun así, la Reina decidió que
lo iba a matar de todos modos.

Él fue llevado a la hoguera para ser quemado en el centro de Oxford. Como dice Paul
Airys, “es un buen hombre de Cambridge”. Cranmer era de Cambridge, al igual que todos
los mejores teólogos. Y como ya todos ustedes saben, Cambridge prepara a los mejores
intérpretes y Oxford los quema.

Cranmer tuvo permitido dar un discurso final. Con sus últimas palabras, confesó que
efectivamente había escrito una retractación de todos sus puntos de vista protestantes, negó
su enseñanza anterior sobre la Comunión y luego dijo: “Lo hice para salvar mi vida. Pero
todos esos documentos que he escrito y afirmado desde mi degradación, ahora renuncio a la
afirmación de que los tales son falsos, y por cuanto mi mano había ofendido (al firmar su
retractación), ella será castigada
primero”.

Sus últimas palabras dirigidas a la


Corona defendieron sus puntos de
vista sobre la Cena del Señor.

Él dice: “En cuanto al Sacramento,


creo como enseñé en mi libro y la
doctrina que mi libro enseña estará
en el último día antes del juicio de
Dios, donde la doctrina papista (la
doctrina del papa) se avergonzará de
mostrar su rostro”.

John Foxe informa en el glorioso libro de los Mártires (1563) “… había una cadena de
hierro atada alrededor de Cranmer. El fuego se encendió sobre él. Cuando la madera se
6
María Tudor fue Reina de Inglaterra bajo el nombre de María I. Sin embargo, es más conocida como ‘La
Sanguinaria’ o ‘Bloody Mary’, fue hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, ganó su apodo debido a las
persecuciones que llevó a cabo para imponer el catolicismo romano, se dice que condenó a casi 300
personas a la hoguera. María I murió el 17 de noviembre de 1558 en el palacio de St James. A pesar de su
deseo de ser enterrada junto a su madre, fue sepultada en la Abadía de Westminster.
encendió y el fuego comenzó a arder cerca de él, extendió su mano derecha, con la cual
había firmado la retractación, hacia las llamas y allí lo sostuvo para que la gente pudiera
verla quemada y carbonizada antes que su cuerpo fuera tocado”.

Así es como Cranmer creyó apasionadamente lo que había escrito con esa mano sobre la
Cena del Señor. Para él era un tema del Evangelio, algo por lo que valía la pena ir a la
hoguera, debido a las implicaciones para la salvación de las personas en caso de que se
aceptaran opiniones equivocadas sobre la Comunión.

Fin.

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