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“Apuntes de Génesis”

Ps Alex Donnelly

GÉNESIS 2

Versos 1-3 (ver apuntes sobre Génesis 1)

Luego del prefacio a todo el libro (Gén 1:1 – 2:3), Moisés comienza la primera sección principal
de su obra literaria. Para mayores detalles sobre la estructura de Génesis, ver ‘Introducción a
Génesis’.

Verso 4

La primera de las diez secciones de Génesis, inicia con la frase introductoria, “Estos son los
orígenes de…” (v.4). En este caso, son los orígenes “de los cielos y de la tierra” (v.4). En
otras palabras, lo que viene a continuación es otro relato de la creación del universo, pero esta
vez centrándose en la creación de este mundo en el cual vivimos. Por ejemplo, en este relato,
no hay referencia alguna a la creación de los continentes, o de los mares, o de los astros celestes,
etc.; tampoco se menciona la creación de los peces, o de los monstruos marinos. Solo se habla
de la creación de la vida terrestre. En realidad, el enfoque está puesto sobre la creación del ser
humano (v.7). Si el primer relato de la creación, presenta al hombre como el punto máximo de
la creación (ver Gén 1:26-27), este segundo relato de la creación presenta al ser humano como
el propósito de la creación. ¡Todo fue creado para él!

En este verso tenemos la primera referencia al nombre de “Jehová”, el Dios de Israel. Va unido
con la palabra genérica, “Dios” (‘Elohim’).

NOTA: Moisés habla de “el día” en que Dios hizo toda la creación. Esta es la misma palabra
que usó para hablar de los seis días de creación en Gén 1. Claramente, la palabra “día”,
en este verso, no puede ser un día de 24 horas, sino que abarca los seis días de la
creación, en Gén 1.

Verso 5-6

Estos dos versos nos brindan un dato interesante: al inicio, no hubo lluvia en la tierra – “Jehová
Dios aún no había hecho llover sobre la tierra” (v.5). Las plantas se regaban por medio de
“un vapor”, que subía de la tierra, y regaba todas las plantas y árboles (v.6).

Si tomamos estos versos, juntamente con lo que leemos en Gén 1:6-7, y lo comparamos con
Gén 7:11, la impresión que tenemos es que antes del diluvio, no hubo lluvia en la tierra. Al
parecer, las ‘aguas’ que quedaron por encima de la “expansión” (Gén 1:7) no cayeron, porque
eran sostenidas en alguna manera, por la “expansión”. Sin embargo, esta interpretación del
texto bíblico hace difícil explicar la presencia del “río”, que salía de Edén, y regaba el huerto
(Gén 2:10).

Tenemos que reconocer que no es fácil interpretar estos dos versos. Lo que debemos enfatizar
es que el propósito de Moisés al redactar estos versos, no fue tanto explicar las condiciones
meteorológicas que existían en la tierra primitiva, sino simplemente explicar como la primera
vegetación era regada y mantenida, antes de la creación del hombre. Lo que los versos indican

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es que antes de la creación del hombre, las condiciones en la tierra eran bastante diferentes a las
que se dan ahora. Pero quizá no sea necesario suponer que estas condiciones duraron todo el
tiempo, hasta el diluvio. Podría ser que una vez que el ser humano fue creado, las lluvias
comenzaron a caer.

Verso 7

En Gén 1:11-12, 20-21, 24, Moisés emplea el verbo, ‘producir’, para describir el proceso de la
creación. Es posible que lo que leemos ahora, en Gén 2:7, sea la explicación de ese verbo. En
el caso del hombre, Dios lo “formó…del polvo de la tierra”. Quizá la creación de las plantas y
los animales fue algo parecido. Dios tomó el material orgánico e inorgánico, ya existente, para
formar a las plantas y a los animales; es decir, para darles la forma que Él quería (ver v.19).

El verbo, “formó” (‘yatsar’), significa ‘presionar (en un molde)’. Se usa del trabajo de un
alfarero, dando cierta forma al barro (Is 29:16; 45:9 1). El salmista usa este verbo para describir
la acción de Dios de dar forma a la tierra seca (Sal 95:5).

Una vez que Dios formó el cuerpo, “sopló en su nariz aliento de vida”. ¿Será esto literal, o
debemos tomarlo en una forma figurativa (por tratarse de un proceso invisible)?
Evidentemente, lo que Moisés está explicando es cómo el molde de barro comenzó a vivir. La
existencia de la vida se manifestó por la respiración (“aliento”; hebreo, ‘neshamá’) y esa
respiración fue el resultado de Dios haber soplado (hebreo, ‘nafaj’) en el hombre.

Aunque los dos términos empleados aquí NO están relacionados con la palabra, “Espíritu”
(‘ruaj’), debemos considerar lo que otros textos complementarios enseñan; por ejemplo, Job
33:4, donde la palabra, “espíritu (‘ruaj’) de Dios” está en paralelo con “el soplo (‘neshamá’)
del Omnipotente”. Evidentemente, fue el Espíritu de Dios quien dio vida al cuerpo del primer
hombre.

Esta doble acción divina (dando forma al cuerpo, y luego dando vida al cuerpo) resultó en que
el hombre llegara a ser “un ser viviente”.

LA EDAD DE ADÁN

Una pregunta interesante es, ¿qué edad tenía Adán cuando fue creado? Al parecer fue creado
en forma instantánea (no por un proceso de evolución); por ende, al momento de ser creado
¡tuvo la edad de un minuto! Sin embargo, ¿qué edad aparentaba tener? Seguramente Dios
no lo creó como un bebé recién nacido. El molde del cuerpo de Adán habrá tenido la forma
de un adulto. Por ende, cuando Adán comenzó a respirar, tuvo la apariencia de ser un
joven, quizá de unos 20 años de edad. Si un médico hubiera examinado su cuerpo, notando
su altura, forma muscular, dientes, etc., habría llegado a la conclusión que Adán tenía unos
20 años (cuando en realidad, según la Biblia, solo tenía un minuto).

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La palabra es traducida, “labra”, en la RV.

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Este hecho tan sencillo nos podría ayudar a explicar la diferencia entre el relato bíblico, y las
afirmaciones de los científicos. Ellos aducen que la tierra tiene cientos de millones de años,
mientras que la Biblia da a entender que la tierra solo tiene unos 15,000 años. Podríamos
explicar la diferencia, afirmando que al igual que pasó con el cuerpo de Adán, Dios creó este
mundo con una edad aparente. Es una idea tan sencilla, pero capaz de solucionar muchas
preguntas que se plantean a la Biblia, por los científicos. Los científicos estudian la creación,
usando todas las técnicas que han inventado, y llegan a conclusiones que serían correctas, a
no ser que la Biblia diga otra cosa. Lo que les cuesta a los científicos entender es que sus
conclusiones podrían estar sumamente equivocadas, si es que Dios realmente hizo este mundo
con una edad aparente. La pregunta es (en el tema de la edad de la tierra), ¿a quién vamos a
creer? ¿A los científicos, o a la Palabra de Dios?

Verso 8-17

Moisés ahora nos informa que Dios “plantó un huerto en Edén, al oriente” (v.8). Este era el
lugar donde el hombre iba a vivir. Según Strong, el nombre, “Edén”, significa ‘placentero’ o
‘delicia’. La palabra se usa, en el sentido de algo placentero, en textos como Gén 18:12; 2 Sam
1:24; Sal 36:8. Sin embargo, aquí en Gén 2, la palabra es simplemente el nombre propio de
una parte del nuevo mundo creado por Dios (aunque el nombre se debe, indudablemente, a las
hermosas condiciones de vida existentes en ese paraíso 2).

Muchos confunden ‘Edén’ con el “huerto” que estaba en Edén, y piensan que el nombre del
huerto era ‘Edén’. Esto no es cierto. El huerto no es nombrado; Moisés se limita a decir que el
huerto estaba dentro de la región llamada Edén; específicamente, al este de Edén. La palabra
en hebreo para “huerto” significa ‘jardín’.

No se sabe a ciencia cierta donde estaba Edén, pero es probable que haya estado ubicado al
norte de Mesopotamia (ver mapa bíblico), donde nacen los ríos Eufrates y Tigres (actualmente,
Iraq o Armenia).

En ese huerto, Dios plantó una variedad de plantas y árboles, buenos para el hombre (v.9).
Moisés resalta las cualidades visuales y comestibles de los árboles. Eran lindos para mirar, y su
fruto era rico para comer. Entre todos los árboles, dos eran diferentes a los demás. Uno era
“el árbol de vida” (que estaba en medio del huerto, brindándole mayor importancia), y el otro
era “el árbol de la ciencia del bien y del mal”. El segundo era para probar al hombre; el
primero, para recompensar al hombre, si es que él pasaba la prueba.

En la región del Edén, salía un río, que servía para regar el huerto (v.10). Al parecer, luego de
regar el huerto, el río se dividía en cuatro “brazos”. Comentaristas han ofrecido una gran
variedad de sugerencias acerca de este río, y sus cuatro brazos, pero la verdad es que no se sabe
mucho a ciencia cierta. El único río que se puede identificar con exactitud es el Eufrates. Se
supone que los otros tres estarían en la misma región. Uno de ellos probablemente fue el
Tigres. De los otros dos, no sabemos nada. Hay que suponer que el diluvio mundial afectó, no

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Según Ezeq 28:13, Satanás estuvo en ‘Edén’ antes de su caída. Aunque algunos comentaristas toman
este texto literalmente, aduciendo que el mundo material fue creado originalmente para Satanás, es mejor
interpretar el nombre, ‘Edén’, en ese pasaje, como sinónimo de ‘paraíso’ – pero un paraíso celestial
(descrito, por Ezequiel, en términos materiales, para dar a entender la hermosura del contexto en el cual
Satanás vivió, antes de su rebelión contra Dios).

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solo la configuración de la tierra, sino también de los ríos. Por eso no podemos identificarlos
con seguridad.

Al colocar al flamante hombre en el huerto, el propósito de Dios era que “lo labrara y lo
guardase” (v.15). Debemos recordar lo que leemos en el v.5, y comparar con el primer relato,
en Gén 1:28-29. El hombre no debía ser ocioso; tenía que trabajar. Y el trabajo consistió en
cultivar el huerto. Tenía que trabajar la tierra, y cuidar las plantas. En esta manera, el hombre
podía cumplir su función de ‘imagen y semejanza’ de Dios. Dios había creado el huerto; ahora,
le tocaba al hombre hacer su parte ‘creativa’, trabajando lo que Dios ya había hecho.

Como pago, Dios le permite al hombre disfrutar de todos los frutos del huerto (v.16). Solo
había una restricción – no podía comer del árbol de la ciencia del bien y del mal (v.17). A la
luz de lo hermoso que era el huerto, y de todo lo que podía disfrutar en él, esta restricción era
insignificante. Sin embargo, para dar mayor énfasis a la prohibición de Dios, Él advierte al
hombre del peligro de comer de ese árbol: “el día que de él comieres, ciertamente morirás”
(v.17).

¿De qué muerte está hablando? De dos muertes – la muerte física (que hasta el momento no se
ha mencionado, porque no existía), y la muerte espiritual (la ruptura en la relación con Dios).

Verso 18-25

Viendo al hombre trabajando en el huerto, Dios llegó a la conclusión: “No es bueno que el
hombre esté solo”. Aunque el hombre gozaba de una comunión con Dios, y tenía bastante
trabajo y suficiente comida – algo faltaba. Dios podía ver que el hombre a veces se sentía solo;
no había otro como él en el huerto, nadie con quien hablar, etc. Así que, sin que el hombre se lo
pidiera, Dios se propone hacer algo: “le haré ayuda idónea para él”. La mujer, entonces,
representa un regalo de amor de Dios, para Su criatura.

NOTA: La mujer no fue creada simplemente para permitir la procreación de la raza humana;
tampoco fue creada para que el hombre pueda gozar relaciones sexuales. Su
propósito no fue ser ‘madre’ o ‘amante’, sino ‘ayuda’ (compañera, amiga).

La expresión, “ayuda idónea”, traduce la frase en hebreo – ‘kenegdo ezer’. El término, ‘ezer’,
significa, ‘ayudante’ o ‘ayudador’. De esta palabra se deriva el nombre, ‘Ebenezer’, que
significa ‘piedra de ayuda’ (aunque se tomó en el sentido de, ‘hasta aquí nos ayudó Jehová’, 1
Sam 7:12). Cuando nació el segundo hijo de Moisés, éste lo llamó “Eliezer”, que significa,
‘Dios me ayudó’ (Éx 18:4).

A esta palabra, Moisés añade, ‘kenegdo’, que significa ‘su contra parte’, ‘su complemento’, o
‘correspondiendo a’. En otras palabras, al querer dar al hombre alguien que lo ayude, Dios
estaba pensando en alguien similar a él, que serviría de compañero y complemento de su vida.
Tenía que ser alguien semejante a él; su contra parte. Su alma gemela.

Es en este contexto que Moisés narra la creación de los animales (v.19); la impresión dada es
que entre estos animales, el hombre podría hallar su contraparte. En Gén 1, la creación de los
animales antecede la creación del hombre. Es más que probable que ese sea el verdadero orden
de la creación. En Gén 2 el orden es invertido, simplemente porque se quiere dar a entender que
cuando Dios creó a los animales, los hizo ya pensando en el hombre. Todo fue creado para él;
para su bien.

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Dios formó a los animales (v.19), en la misma manera que formó al hombre; los formó de la
tierra. Presentó los animales al hombre, y le permitió nombrarlos (estableciendo su autoridad
sobre ellos). Pero ningún animal era su ‘ayuda idónea’ (v.20b). Por eso, Dios pasó a crear a la
mujer (v.21).

La creación de la mujer se dio durante el sexto día, al igual que la creación de los animales.
Pero, si tomamos en cuenta el nombramiento de los animales (v.19), esto parece indicar que el
sexto día, no pudo haber sido un día de 24 horas, sino un período de tiempo más o menos
extenso.

Para crear a la mujer, Dios primero hizo que el hombre cayera en un sueño profundo. Luego,
sacó una de sus costillas, y con ella hizo la mujer (v.21-22). El relato contiene muchas
enseñanzas importantes.

1. Dios no tomó un hueso de la cabeza de Adán, porque Adán no iba a estar sujeta a ella;
tampoco tomó un hueso de sus pies, porque Adán no la iba a pisotear; sino que tomó el
hueso de su costado, cerca del corazón, debajo de su brazo, porque la mujer iba a ser
igual a Adán, y Adán tenía que proteger y amar a su esposa 3.

2. Dios hizo a una mujer, no a un hombre; ¡hizo a ‘Eva’ no a ‘Esteban’! Esto enseña la
importancia de la relación heterosexual.

3. Dios hizo una sola mujer, no varias mujeres. Esto enseña el principio de la monogamia:
un hombre con una mujer – este es el concepto bíblico del matrimonio.

4. Habiendo hecho a la mujer, la trajo al hombre y se la presentó. La relación matrimonial


debe ser algo serio, creado por Dios.

5. La mujer fue creada después del hombre, y fue tomada de él; por ende, la mujer no debe
procurar dominar al hombre, sino ayudarle (1 Tim 2:13); no competir con él, sino
complementarlo.

Al ver a la mujer, Adán se emocionó (v.23). ¡Debió haber sido toda una belleza! Todo lo que
Dios hace es bueno en gran manera. El hombre sabía que Dios había tomado una costilla suya
para crearla; por eso la apreció tanto (v.23). Era diferente a los animales; sin embargo,
siguiendo la práctica con los animales (!), Adán procedió a nombrar a la mujer – ‘Varona’
(v.23b). Recién en Gén 4:1, es llamada ‘Eva’.

Siendo el primer matrimonio, Dios establece algunas pautas para esta institución, que será de
gran importancia para la sociedad.

i. El hombre debe dejar a sus padres – física, emocional y sicológicamente (se sobre
entiende que la mujer debe hacer lo mismo).
ii. El hombre debe unirse a su mujer – formal, y permanentemente.
iii. El hombre y la mujer formarán “una sola carne”, en la cual ya no pensarán más
como individuos, sino como pareja. El matrimonio debe resultar en la unión física,
emocional, espiritual, económica, social y sicológica.

En el huerto, ambos estaban desnudos (como los animales). A pesar de su desnudez, ninguno
sentía vergüenza. Esto indica que el famoso ‘pudor’ femenino, es una de las consecuencias del
pecado, y no es algo natural.

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Adán es un ‘antitipo’ de Cristo, y Eva es un ‘antitipo’ de la Iglesia.

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