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FACULTAD DE TEOLOGÍA
E.P. MINISTERIO PASTORAL
MONOGRAFIA
Sobre el Hombre
Pre-Adámico
Autores:
Diego Enrique Arana Durand
Joel Marin Caballero
Curso:
Teología Sistemática (Dios y el Hombre)
Profesor:
Francisco Vergara
Julio 2018
EL HOMBRE PRE-ADÁMICO 2
Introducción
Conclusiones
Bibliografía
EL HOMBRE PRE-ADÁMICO 1
Introducción
Hemos visto la necesidad, ante tanto amarillismo que permea la discusión sobre estos
temas, de ir por el lado de un estudio cuidadoso del registro bíblico en sus propios
términos, esto es, considerando la Autoridad de la Palabra de Dios al tomar en cuenta el
contexto en el cual Dios decidió que se escribiera. Ante esto hacemos la pregunta ¿Cómo
valoramos más la Palabra de Dios: dejando que hable en sus propios términos o
forzándola a que responda a las preguntas que nuestra cultura nos dice que son las más
importantes? ¿Por qué no hallar lo que realmente Dios considera importante comunicar
en la Biblia en lugar de esperar a que responda lo que nosotros deseamos oír? ¿Por qué
damos por sentado lo que nuestra cultura nos dice que se debe responder para
considerarse veraz? ¿Será realmente veraz solo lo que nuestra cultura considera como
veraz o es parte de una manera limitada de entender el mundo que roza lo imperialista?
controversiales como lo es este. Por esta razón deseamos que nuestro estudio del tema
sobre el hombre pre-adámico nos lleve a considerar lo mucho que afectan nuestros lentes
interpretativos culturales cuando leemos la Palabra de Dios, especialmente el relato de
orígenes en Génesis tan manoseado por nuestro medio. Al estudiar los relatos sobre los
orígenes, en sus propios términos, nos daremos cuenta que la visión que nos presentan de
Dios como Creador y Sustentador es mucho más fuerte de la que podríamos obtener
siguiendo una visión parametrada culturalmente, esto es, con un enfoque netamente
materialista. Asimismo, la visión del hombre, tomando en cuenta el enfoque
contextualizado de estos relatos de orígenes, se verá enriquecida en la medida que
apliquemos los principios que vamos a sugerir.
Para situar la problemática comenzaremos hablando de dos términos que nos guiarán
en nuestro análisis. Los términos son ‘concordismo’ y ‘anacronismo’, ambos como las
tendencias interpretativas para especular acerca de un mundo pre-adámico y, en este caso,
un hombre pre-adámico. Y como bien dijimos, la influencia de la cultura y las preguntas
que se nos hacemos a partir de esta, serán la impulsadoras de estas maneras de tratar el
texto bíblico. Concordismo es, en este caso, el intento de buscar respuestas científicas a
preguntas científicas usando el texto bíblico (Walton, Proposition 11, 2009). El
anacronismo es, según la RAE, “el error consistente en confundir épocas o situar algo
fuera de su época” (Asociación de Academias de la Lengua Española, 2018). El
anacronismo interpretativo sería la aproximación a un texto, de una época específica,
asumiendo que habla en los mismos términos y de los mismos temas que el intérprete
maneja en su propia época (También en su cultura, lo que podría revelar también una
tendencia etnocentrista en esta labor). Esto es como cuando vemos una pintura de la
pasión de Cristo del siglo XVI donde se retrata a los soldados romanos con ropa de
infantería de la Edad Media. O cuando interpretamos un hecho histórico a través de los
ojos de un contexto posterior. Ejemplo de esto sería ver a Jesús como un judío interesado
en una revolución social y da la casualidad que el interprete es de principios del siglo
EL HOMBRE PRE-ADÁMICO 3
XX, tiene una agenda socialista y está realizando su reconstrucción histórica como si se
tratara del mismo escenario de su tiempo y de las mismas preguntas de su contexto,
mientras evita ver alguna relación profunda entre la teología y las acciones de los actores
de los eventos narrados, puesto que asume que la religión y la política eran conceptos
separados como se presume en su propia época (y hasta hoy).
En el problema del hombre pre-adámico se asume que la Biblia puede (o quiere) dar
respuestas a preguntas sobre paleontología, evolucionismo y análisis de fósiles, como si
los hombres de esa época manejarían esos temas o estarían interesados en ver su mundo
simbólico a partir de estos. Tenemos que recordar que Dios usa lo que le es familiar al
hombre para darse a conocer. Este problema de interpretación ocurre en la „Teoría de la
Brecha‟ que plantea Scofield en su Biblia de referencia y solo „basándose‟ en Génesis
1:1-2 („basarse‟ es usar datos para llegar a una conclusión, pero esta conclusión debe ser
extraída de los datos, algo que no vemos aquí) (Walton, 2009). Él sostiene que entre
ambos versículos hay una „brecha‟ de millones de años donde hubo dinosaurios y todo
aquello que la Biblia no menciona pero que la ciencia dice haber encontrado. Este es un
claro ejemplo de especulación y de poner ideas externas al texto. También vemos esta
tendencia en el carismático pastor mexicano Armando Alducin.
Hay la tendencia a pensar que, si la Biblia es verdad, tiene que hablar de todos los
temas posibles y ser exacta en toda declaración que haga. La Biblia no me habla de
cocina, ¿por esto pierde credibilidad? ¿De qué tipo de exactitud estamos hablando? Quizá
el que asume esto no me creería si le cuento acerca de un acontecimiento hermoso de mi
vida, debido a que no le mencioné acerca de un mosquito que pasaba por ahí ¡caramba!
No fui exacto, debí no solo mencionar al mosquito sino también a la hormiga que
recolectaba alimento justo al lado de la banca donde estaba sentado (¿Realmente vivimos
así?) Tenemos que recordar que cuando contamos una historia nos enfocamos en dar un
determinado mensaje a una persona en particular y de una forma particular para que
pueda ser entendido. Por esto, tenemos que analizar no solo el contexto histórico de la
Biblia, sino también las maneras de pensar de ese tiempo que formaron ese puente que
EL HOMBRE PRE-ADÁMICO 4
Dios construyó para darse a entender a sus profetas y para que ellos puedan comunicarlo
a su pueblo mediante las Sagradas Escrituras.
Cuando leemos Génesis 1 y 2 no podemos evitar pasar por alto las grandes diferencias
que hay entre estos dos relatos sobre la creación del hombre. Si realmente Génesis 1 y 2
nos darían un relato „literal‟ sobre el origen del hombre, estos textos no deberían ser tan
distintos (Esto asumiendo que el interés del autor sea presentar un reporte de orígenes
materiales). ¿Qué pasaría si en realidad no era esa la intención del autor? Quizá nos
ahorraríamos muchos dolores de cabeza tratando de forzar a que el texto diga lo que
queremos oír. ¿Por qué deseamos que Dios nos dé un relato en nuestros términos para
considerarlo veraz según nuestras valoraciones propias de nuestra cultura? ¿Por qué
EL HOMBRE PRE-ADÁMICO 5
creemos que lo „literal‟ es solo válido en la manera como nosotros entendemos lo literal?
¿Estaremos menospreciando al pueblo al cual Dios se decidió revelar usando imágenes de
su cultura antigua para poder darse a entender? ¿No estaremos pecando de arrogancia
cultural? ¿Acaso Dios no puede descender al nivel de sus amadas criaturas para
comunicarse de manera comprensible a ellas? ¿Por qué no dejamos que el texto hable en
sus propios términos? Quizá nos llevemos una sorpresa y, mejor aún, un baño de
humildad.
Muchos teólogos recordarán la sonada disputa con Wellhausen en el siglo XIX acerca
de la teoría documentaria del Pentateuco y tenderán a olvidar que se remonta a una
observación que plantearía un médico francés llamado Jean Astruc al leer devotamente
Génesis 1 y 2 (Enns, 2012). Obviamente, podríamos pensar “un médico poco tiene que
hacer ante un texto bíblico, eso hay que dejárselo a los teólogos”. Pero, al decir esto,
olvidamos que también mucha gente no especializada (y muy interesada en conocer sobre
Dios) se habrá percatado de estos detalles que se presentan en los relatos de Génesis. El
problema de muchos teólogos y especialistas en aquellas épocas turbulentas del siglo
XIX es que trataban de interpretar la Biblia según sus propios parámetros culturales y se
les puede perdonar debido a la ausencia de la evidencia arqueológica que ahora tenemos.
Los paganos consideraban que los dioses habían creado a los seres humanos como
esclavos para realizar sus tareas para así poder ellos descansar (Enns, 2012), en cambio el
relato de Génesis muestra que YHWH Dios creó el universo para que funcione a favor de
los seres humanos (ya que él no tiene necesidades) y para que ellos funcionen a favor de
él siendo los mayordomos responsables sobre su creación, fieles representantes de Dios.
Esto es radicalmente distinto, muestra un Dios de amor en contraste con las deidades
caprichosas e impulsivas. También los textos asirios y de otras culturas vecinas de Israel,
especialmente los que describen la inauguración de los templos a sus dioses, nos han
aclarado aún más el panorama al hacer notar la importante relación que había entre el
templo y el universo (Walton, Proposition 8, 2009).
Walton sugiere que ‘barah’ no se refiere a una creación material sino a una creación
funcional en este caso. Para esto usa el ejemplo de una compañía ¿Cuándo una compañía
ha sido creada? ¿Lo hace cuando ha sido inscrita en los registros públicos, cuando tiene el
edificio apropiado o cuando empieza a funcionar? (Walton, Proposition 2, 2009) Esto
resulta interesante puesto que desentraña la visión ontológica de la existencia en las
culturas del antiguo Cercano Oriente en términos funcionales y no materiales. La
existencia de algo depende de su función dentro de un sistema ordenado más que de su
estructura material. Por ejemplo ¿cómo sé que existe una silla? Si respondo “por sus
propiedades físicas” tendría que considerar que un árbol no es una silla, puesto que este
también contiene las mismas propiedades (teniendo en cuenta que es una silla de
madera). Pero cuando se obtiene la madera de un árbol y se la trabaja para darle la forma
de silla, tenemos la silla lista para funcionar, tiene una identidad, tiene una función, tiene
un propósito.
El uso del término barah no es exclusivo de una creación material y Walton brinda
muchísimos textos bíblicos que atestiguan esto en la Proposición 3 (la página 40) de su
libro The Lost World of Genesis One: Ancient Cosmology and the Origins Debate. Por
tanto tendríamos en Génesis 1 un relato de orígenes funcionales puesto que para la
mentalidad de ese contexto la función de las cosas primaba por encima de su ontología
material. La ontología funcional apuntaría a una teleología metafísica: Todo tiene un
propósito y YHWH da existencia a las cosas al darles propósito. Esto aclaramos, no quita
que haya creado lo material, esto se da por sentado. Ni un hebreo de ese tiempo ni otra
persona habitante del Antiguo Oriente Próximo entendería la existencia fuera de la
ontología funcional. Y nadie en ese contexto entendería la existencia tanto material como
funcional fuera de la jurisdicción de la deidad.
Cuando leemos Génesis 1 solemos pensar que la labor creativa terminó ahí y que el
universo empezó a marchar por su cuenta con todas las cosas que Dios puso en orden,
pero esto es engañoso ¡esto es deísmo infiltrado! puesto que en la mentalidad hebrea de
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ese tiempo, si Dios se retirara por un momento, todo dejaría de existir, él es la fuente de
la vida, él sostiene su mundo activamente todo el tiempo. Esto nos presenta a Dios como
creador y sustentador. Para el hebreo no hay una separación entre lo natural y lo
sobrenatural como hoy lo vemos, Dios lo hace todo y él no puede intervenir en algo que
continuamente hace, pues ya lo está haciendo. Nada pasa independientemente de la
deidad. La deidad hacía marchar el mundo. No habían „milagros‟, en el sentido de
eventos desviándose de lo que es natural, solo habrían „señales‟ de la actividad de la
deidad (a veces favorables, a veces no) (Walton, Proposition 1, 2009). Walton sostiene
que sería inconcebible para la mentalidad de ese contexto el pensar en algo funcionando
aparte de Dios. Dios lo controlaba todo.
Esta visión de Dios a partir del análisis de la cultura donde se desarrolla Génesis (y
toda la Biblia) desafía muchas presuposiciones que se manejan en la actualidad, desde las
teorías del origen del universo como el Big Bang o la de los orígenes de las especies
como la normalmente aceptada teoría de la evolución. Si hubo un Big Bang, Dios lo
produjo, si las especies vinieron a existir por un proceso evolutivo, pues Dios estaba
íntimamente involucrado en ese proceso. Lo que se discute con los ateos evolucionistas
no es ciencia sino metafísica, declarar que “más allá de lo que es natural solo puede
existir más mundo natural” no es una declaración científica sino una declaración
metafísica naturalista. De la misma forma declarar que “el universo no tiene propósito
sino que fue producto de un accidente”, no es una conclusión científica, sino una
conclusión obtenida por las limitaciones de la ciencia, una postura metafísica que rechaza
lo teleológico. Tomando el ejemplo que dice Walton “es como si un pez declarara que
solo hay agua no aire, a pesar del hecho de que no podría respirar si el agua no fuese
oxigenada por el aire” (Walton, Proposition 13, 2009). La ciencia solo puede describir los
mecanismos que operan en el mundo natural, a esto se le conoce como naturalismo
metodológico.
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Ahora bien, hemos tocado la ontología funcional del Antiguo Oriente Próximo que
también compartían los primeros receptores del Génesis 1 y 2 y el enfoque del texto
como un relato de orígenes funcionales con el motivo de la inauguración del templo
cósmico (el universo como templo). Si la Biblia no brinda un relato de orígenes
materiales, no hay razón para defender uno (Walton, Proposition 10, 2009). Y no hay
razón para atacar las teorías de orígenes materiales que se proponen, ya que Dios lo hace
todo, cada átomo tiene una función, cada molécula, cada organismo, cada mineral, cada
planta, cada ser animado, cada elemento del universo visible e invisible tiene un
propósito y es su palabra la que da existencia a todas las cosas.
Cuando hablamos del hombre tenemos que aplicar este principio, el hombre tiene la
identidad de ser la imagen de Dios y es esa también su función, el hombre existe como
imagen de Dios, es eso lo que lo define. Por tanto, cuando hablamos del hombre pre-
adámico, estamos diciendo algo así „el hombre que había antes del hombre‟. ¿Tendría
sentido esto? „Adám‟ significa hombre, y en Génesis 5:1-2 leemos: “El día en que creó
Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y
llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados.” La pregunta que se nos
hace con el hombre pre-adámico sería ¿habían otros hombres antes de Adán? Claramente
esto surge por los detalles que vemos en Génesis 4 y el temor de Caín de recibir
ajusticiamiento por la muerte de Abel y la pregunta inescapable de la escuela dominical
“¿con quién se casó Caín?” ¿Acaso había otras personas aparte de la famosa pareja Adán
y Eva con sus dos hijos?
Conclusiones
Si hemos llegado a la conclusión que ser humano es ser la imagen de Dios y ser un
„Adán‟ es ser un „ser humano‟ (esto es imagen de Dios), entonces cualquier cosa que
haya existido antes no podría ser un ser humano porque no tenía la existencia de imagen
de Dios según la ontología funcional que hemos propuesto. Cuando el hombre fue
creado, se le dio existencia como imagen de Dios. ¿Cómo vino esto a suceder? la Biblia
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no lo precisa, pero nos dice que el ser humano fue hecho a imagen de Dios, esto ya lo
vimos en el excelente texto de Anthony Hoekema. Si ha habido homínidos o no, si son
una farsa o no, si es producto del etnocentrismo del científico europeo el considerar a
algunos grupos nativos como menos humanos o no, eso ya entra en otra categoría. Pero
todo ser humano es la imagen de Dios. No hay un hombre antes del hombre, solo el
hombre a quien Dios le dio la existencia a su imagen y semejanza.
Bibliografía
Asociación de Academias de la Lengua Española. (2018, Julio 2). Real Academia
Española. Retrieved Julio 2, 2018, from Real Academia Española:
http://dle.rae.es/?id=2UUACdV
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