Está en la página 1de 233

JEANIENE FROST FORO AD’ 1

JEANIENE FROST FORO AD’ 2

TWICE TEMPTED
Dos Veces Tentado

Salir con el príncipe de la Oscuridad tiene sus desafíos…


Las dotes psíquicas de Leila le han estado fallando y ahora no está segura
de qué le depara el futuro. Por si eso no bastara, su amante, Vlad, ha estado
mostrándose distante. Aunque Leila es una simple mortal, también es una
mujer moderna que se niega a aceptar que la traten con frialdad para siempre…
sobre todo el guapo y moreno vampiro que sigue sin querer admitir que la ama.

Como elegir entre el amor eterno y una eternidad sin amor...


Pronto las circunstancias envían a Leila de vuelta al circuito del carnaval,
donde golpea la tragedia. Y cuando se descubre el blanco de un asesino que
podría estar más cerca de lo que imagina, Leila debe decidir en quién confiar: el
feroz vampiro que aviva sus pasiones como nadie o el torturado caballero que
anhela ser algo más que un amigo. Con el peligro siguiendo sus pasos, solo se
necesita un desliz para condenarla para toda la eternidad…
JEANIENE FROST FORO AD’ 3

Prólogo
Esta no era la primera vez que despertaba cautiva. Ni siquiera la
segunda. Necesitaba revaluar mis opciones de vida.
A partir de la experiencia pasada, supe que no debía abrir mis ojos ni
alterar mi respiración. En vez de eso, tomé inventario mientras fingía que
seguía inconsciente. Dolor de cabeza, sin sorpresa, pero además de eso me
sentía bien. Mis brazos estaban atados detrás de mi espalda, la presión
alrededor de mis manos eran guantes, la presión alrededor de mis tobillos,
restricciones. Incómoda mordaza en mi boca, evidentemente.
Una vez hube terminado de verificar mi condición física, seguí con los
alrededores. El cabeceo y balanceo debajo de mí debían ser ondas, lo que
significaba que estaba en un barco. Alguno de mis captores estaba arriba, por
las voces, pero uno de ellos estaba en la habitación conmigo. Él no había dicho
una palabra, pero años de vivir con vampiros, me había vuelto experta en notar
hasta los más imperceptibles sonidos que había hecho.
Así que cuando abrí mis ojos, mi mirada se fijó infaliblemente en el
vampiro de cabello negro que cruzaba la habitación. La única sorpresa que
mostró fue un parpadeo.
―No esperaba que despertaras tan temprano ―arrastró las palabras
Eché una mirada a mi mordaza y luego a él, levantó una ceja.
Tradujo el silencioso mensaje.
―¿No necesito decirte que gritar es inútil?
Rodé mis ojos. ¿Que era esto, el día de los aprendices? Sonrió antes de
levantarse de la litera opuesta.
―Creo que no.
Por el poco tiempo que le tomó cruzar la habitación y remover la
mordaza, también supe de lo que era capaz, el vampiro lucía alrededor de mi
edad, pero con su cabello corto, su cara limpia, libre de cicatrices y muy bien
afeitada, más el promedio normal, juzgue que tenía menos de cien años.
Vampiros mayores que eso tendían a tener más marcas en la piel y por lo
general despreciaban los peinados modernos. Pero el aspecto más delator era su
mirada. Realmente los viejos vampiros tenían un cierto…. Peso en su mirada.
Como si el paso de los siglos dejara una pesadez tangible. Mi secuestrador sin
nombre no tenía eso, y si tenía suerte, nadie más en este barco.
Los vampiros jóvenes eran fáciles de matar.
―Agua ―dije una vez que la mordaza fue removida.
Entre eso y el efecto posterior a ser drogada, mi boca estaba tan sedienta
que mi lengua la sentía como un calcetín arrugado.
JEANIENE FROST FORO AD’ 4

El vampiro desapareció y entonces regresó con una lata de coca cola.


Tragué cuando el vampiro lo sostuvo en mis labios, lo que significó que dejará
escapar un eructo prolongado. Si ese eructo fue dirigido a la cara de mi captor,
bueno, no era mi culpa. Estaba atada.
―Encantador ―dijo lentamente.
―Perdí el interés por las formalidades sociales cuando le disparaste a mi
amigo con plata liquida ―repliqué sin ningún cambio en la voz―. Hablando de
eso, deseo verlo.
La boca del vampiro se retrajo.
―No estás en posición de hacer demandas, pero sí, él sigue vivo.
―No deseas llevarme ante él, bien ―dije, pensando rápido―. Asumo que
sabes que recojo impresiones síquicas por el contacto, quítame estos guantes y
déjame tocarte. Así sabré si estás diciendo la verdad.
El vampiro rió entre dientes, el brillante color verde titilaba en sus ojos.
―¿Tocarme? ¿No te referirás a usar ese mortal látigo eléctrico que eres
capaz de manifestar para cortarme por la mitad?
Me paralicé. ¿Cómo sabia él acerca de eso? La mayoría de la gente que
me vio usar ese poder estaba muerta.
―Ese es el porqué de que uses los guantes de goma ―continúo
imperturbable―. Por si acaso.
―¿Me dices tu nombre otra vez? ―pregunté, sonando agradable y casual.
Esos gruesos labios se estrecharon.
―Llámame Hannibal.
Sonreí de regreso.
―Está bien Hannibal, ¿qué deseas que haga? ¿Usar mis habilidades para
encontrar a alguno de tus enemigos? ¿Decirte si alguien te está traicionando? O,
¿leer el pasado de algún objeto?
Hannibal rió, y pensé que fue más Dr. Evil que glacial, presentimiento
suficiente para arrastrarme hacia afuera.
―No quiero hagas nada, pequeña pájaro. Soy solo el chico de las
entregas. Ni siquiera sé a quién te estoy llevando. Todo lo que sé es que vales
tres veces más viva, pero si intentas algo, muerta sigue siendo una buena paga
para mí.
Hannibal me hizo un alegre gesto antes de salir del cuarto. No dije nada,
tratando de pensar una forma de sacarme de esta situación. No iba a dejar que
me entregaran a algún villano desconocido. Buscaría una forma de escapar
aunque eso me matara.
JEANIENE FROST FORO AD’ 5

Capítulo 1
Cuatro semanas antes
Estaba de pie bajo una cascada de llamas. Bermellón y oro derramándose
sobre mí, entrelazándose sobre mi cabello, separándose en arroyos a lo largo de
mi cuerpo antes de deslizarse entre mis dedos y caer a mis pies. Las llamas eran
tan densas que no podía ver entre ellas, reduciendo mi mundo a una brillante
arena de tonalidades solares. Estar envuelta de esta manera debió matarme,
pero estaba ilesa. Ni siquiera tenía miedo. Una extraña sensación de nostalgia
me llenó en su lugar. Seguí tratando de atrapar una de las llamas pero nunca lo
logré. El fuego podía cubrirme de pies a cabeza, pero se las arregló para evadir
mi alcance.
―Leila ―me llamó una voz, demasiado débil para discernir quién era―.
Vete antes que sea muy tarde.
La lógica me urgió a hacer lo que el desconocido decía, pero no quería.
Las llamas tampoco parecían querer que me fuese. Ellas seguían cayendo sobre
mí, acariciando en vez de quemar mi piel. ¿Ves? Pensé desafiantemente. Ellas no
me lastimarían.
―Leila. ―Esa voz otra vez, más enfáticamente―. Vete.
―No ―repliqué, y traté de abrazar el fuego otra vez. Como de costumbre,
esas bandas iluminadas se deslizaron de mis manos, pero esta vez, su brillante
color se oscureció. Cuando aterrizó en mis pies, parecían cintas hechas de
alquitrán. Entonces bruscamente la cascada sobre mí se disipó, dejándome
desnuda y temblando en la súbita y abrumadora oscuridad.
El miedo volvió mi interior en hielo. La voz tenía razón. Algo malo
estaba a punto de ocurrir…
No tuve tiempo de correr antes de que el fuego iluminara la oscuridad
otra vez. No se vertía sobre mí suavemente como hacía antes, sino que se
estrelló contra mí por todas partes. El dolor me embistió cuando las llamas me
atacaron con todo su devastador poder, carbonización y quemaduras en cada
centímetro que tocaron.
―¿Por qué? ―lloré, solo la traición superaba la agonía que sentía.
―Te lo advertí ―replicó la desconocida voz, a salvo fuera de la pared de
fuego―. No quisiste escuchar.
Entonces deje de oír, sólo mis propios gritos mientras el insensible fuego
continuó aniquilándome.
―¡No!
En mi cabeza la palabra aullaba de angustia; en la realidad, salió de mis
labios en un susurro. Eso fue suficiente para despertarme, sin embargo, me
sacudí horrorizada hasta darme cuenta de que estaba cubierta en sábanas y no
JEANIENE FROST FORO AD’ 6

flamas. El único fuego existente estaba contenido de forma segura en el corazón


del otro lado de la habitación.
Tomé varias respiraciones profundas para ahuyentar los efectos de la
pesadilla. Después de un minuto, mi corazón acelerado tomó un ritmo más
normal. Con una punzada de consternación vi que la cama estaba vacía. Ahora
no podía dejar de admitir que había tenido la misma pesadilla ayer, pero no me
gustó que fuese más y más frecuente, como también dormir sola y despertar de
esa forma.
Si fuera supersticiosa, me preocuparía que el sueño recurrente fuese un
presagio, pero cuando conseguía advertencias del futuro, no venían en forma
de vagas metáforas en mis sueños. Solían llegar con recreaciones sin
misericordia donde tenía la experiencia sensorial completa de cómo iba a
suceder, pero no había tenido uno de esos en semanas. Por mucho tiempo deseé
que no me llegaran todas esas impresiones, e imágenes de los peores pecados,
por medio de un solo toque, pero ahora que necesitaba esa habilidad, estaba de
vacaciones.
Ese pensamiento me sacó fuera de las sábanas. Balanceé mis piernas por
el costado del colchón y me bajé de la tarima levantada que hacía la gran cama,
el cortinaje de la cama eran incluso más impresionante. Entonces caminé directo
a la chimenea y me arrodille frente a ella. La mayoría de las llamas habían
cesado durante la noche, pero los troncos desmoronados aún ardían. Aparté la
rejilla y sostuve mi mano por un segundo, para sumergirla dentro de la madera
que se derrumbaba.
La punzada de dolor me hizo jadear con alivio hasta que noté que eso
venía de un solo dedo. El resto de mi mano se sentía bien a pesar de estar
inmersa hasta la muñeca en las brasas que brillaban con vehemencia. Esperé
otro momento para estar segura y entonces la saqué. Aparte de una astilla que
sobresalía de mi dedo índice y una cicatriz de hace diez años, mi mano estaba
intacta, ni un vello chamuscado.
Diablos. Seis semanas después, y aún seguía inmune al fuego.
Algunas mujeres cogían enfermedades veraneas de sus novios. Eso era
leve en comparación a lo que el mío me había dado, inmunidad al fuego que
inexplicablemente bloqueaba mi habilidad psíquica de recibir información por
medio del tacto. El salir con un “no oficial” Príncipe de la Oscuridad tenía sus
consecuencias.
Tiré de la astilla, chupando mi dedo a pesar de ser una de las pocas
personas en la mansión que no disfrutaba del sabor a sangre. Entonces hurgué
alrededor hasta encontrar una larga camisa masculina, estaba hecha de suave
cachemira. Probablemente costaba más lo que solía ganar trabajando un mes en
el circo, pero había sido tirada al suelo con indiferencia. Nunca había visto a
JEANIENE FROST FORO AD’ 7

nadie limpiar esta habitación, pero tampoco la había visto nunca sucia. Los
sirvientes debían esperar como ninjas hasta que saliera para así dejar este lugar
impecable otra vez.
Ellos no tendrían que esperar demasiado. Tenía que ir al baño, y a pesar
de la esplendorosa habitación de mi novio, al baño le faltaba un inodoro. Al ser
un vampiro con siglos de antigüedad, no necesitaba uno.
Me puse la camisa desechada. Era lo bastante larga para cubrir mi sostén
y bragas, aunque nunca me encontraba con nadie en el camino de su habitación
a la que era oficialmente mía. El piso que albergaba las dos habitaciones no era
utilizada por nadie más.
Esta privacidad y elegancia hacia un camino más digno que vergonzoso,
al menos.
Una vez de regreso a mi habitación, una pequeña versión del verde
medianoche y la magnificencia del caoba de tonos claros que acaba de dejar, fui
directo al baño.
―Luces encendidas ―dije, agregando―: Tenue. ―Cuando el haz de luz
me hizo entrecerrar los ojos.
El suave ámbar iluminó el cremoso mármol, destacando su oro y las
venas azul-verdoso. El vidrio de la ducha del tamaño de un auto compacto
también se encendió, como también el sector del sanitario. La primera vez que
había visto todos los adornos de fantasía me había intimidado. Ahora
murmuraba por lo bajo cuando me apresuré a la esquina discretamente
protegida.
―Cuarenta metros cada mañana porque no añade un inodoro a su cuarto
de baño. No es más de lo que gasta cada noche en la cena y él nunca come.
Parte de mí sabía que la molestia era para enmascarar mi inquietud
acerca del incremento de la cama vacía, pero mi vejiga se retorció como si
estuviera de acuerdo. Después de lidiar con esto, iría a la ducha, cuidadosa de
tocar solo lo que pudiera con mi mano izquierda. A pesar de que la corriente
estuviera apagada por el momento, no había necesidad de freír tuberías
accidentalmente enviando una dosis de voltaje a través de ellas.
Después de ducharme y vestirme, descendí cuatro tramos de la escalera
principal. En la parte inferior de la escalera, había un pasillo de techos altos,
columnas de piedra, antiguos escudos y frescos adornados repartidos frente a
mí. Solo el jardín interior se mantuvo de parecer el escape gótico de Bill Gates.
Y al final del pasillo estaba mi frecuente ausente novio, Vlad. Sí, ese Vlad,
pero pocas personas cometían el error de llamarlo Drácula. Su negro cabello
estaba del mismo color que sombreaba su mandíbula por la tarde. Las cejas
enmarcaban sus ojos que eran una mezcla del cobre y esmeralda, y un suave
tejido cubría su cuerpo endurecido de décadas de lucha cuando era humano.
JEANIENE FROST FORO AD’ 8

Como de costumbre, solo sus manos y cara estaban al descubierto. El resto de


su cuerpo estaba cubierto por botas, pantalones oscuros y una camisa gris
ahumado abotonada hasta el cuello. A diferencia de la mayoría de los hombres
bien construidos, Vlad no solía enseñar mucha piel, pero esos trajes a medida
hacían alarde de su cuerpo como si corriera con pantalones cortos y una camisa
sin mangas.
Mi apreciación se vio interrumpida cuando vi que tenía un abrigo
colgando de su brazo. Él no solo había salido de la cama mientras estaba
durmiendo; también se había ido sin una palabra.
Otra vez.
¿Alguna vez has tenido un momento en que sabes lo que no debes
hacer… y lo haces de todos modos? No necesitaba mis perdidas habilidades
psíquicas para saber aquella verdad.
―¿A dónde vas? ―dije mientras cruzaba el pasillo que era el modo
incorrecto de manejar esto, pero es lo que hice.
Vlad había estado hablando con su segundo al mando, Maximus, un
vampiro rubio que se veía como un vengador vikingo vivo. A mi pregunta dos
miradas se fijaron en mí, una gris y cuidadosamente neutral, la otra cobrizo
verde y sardónica. Me tensé, deseando poder desaparecer esa pregunta.
¿Cuándo me había convertido en una de esas molestas y pegajosas novias?
Cierto, después de decir la razón de por qué Vlad sigue interesado en
desaparecer, se burló de mí, mi insidiosa voz interior. ¿Crees que es coincidencia
que haya estado actuando distante después de que perdiste tus habilidades psíquicas
para espiar a sus enemigos?
Inmediatamente después, me puse a cantar Thats the way de la banda
KC and Sunshine en mi cabeza. Vlad no era solamente un vampiro
extremadamente poderoso que había inspirado la historia más famosa de no
muertos en el mundo. También podía leer mentes humanas. La mayoría del
tiempo.
Sus labios se curvaron.
―Uno de estos días, vas a tener que replantear tus métodos para
mantenerme fuera de tu cabeza.
Si no lo conociera, me hubiera perdido la ironía que teñía su tono,
aumentando su sutil acento y agregando un borde a su refinada voz. Dudaba
que alguna vez perdonara al vampiro que me había enseñado a bloquear mis
pensamientos.
―Algunas personas consideran esa canción un clásico ―repliqué,
reprendiéndome a mí misma por lo que hubiera oído antes de detenerlo.
―Demostrando una vez más que el mundo no carece de tontos.
―Y tú no contestaste mi pregunta ―contrarresté.
Vlad se puso su abrigo, esa leve sonrisa nunca dejando su cara.
JEANIENE FROST FORO AD’ 9

―Eso no fue accidental.


Mi mano se estremeció como cuando las corrientes subían por ella.
Gracias a un incidente con la caída de unos cables de energía, todo mi cuerpo
despedía electricidad, pero mi mano derecha era el conducto principal. Si no
bloqueaba mi temperamento, podría comenzar a echar chispas.
―La próxima vez que desees despedirme, hazlo como lo hacen los
hombres modernos. ―Mi voz era áspera como papel de lija―. Sé vago y di que
iras a hacer algunos trámites. Suena más cortes de esa manera.
Esa cobriza mirada cambio a brillante esmeralda, la prueba visible de su
condición inhumana.
―No soy un hombre moderno.
Por supuesto que no, ¿pero no lo mataría ser un poco menos complejo,
exasperante y enigmático? ¿Al menos una parte del tiempo?
Maximus deslizo una mirada en mi dirección antes de regresar su
atención a Vlad.
―Todo estará listo para tu regreso ―indicó, luego hizo una reverencia y
se marchó.
¿Qué se supone que significa eso?, se cernía sobre la punta de mi lengua,
pero no me gustaría tener la respuesta. Eso no significaba que estaba dejando de
ser positiva. Había terminado de preguntarme lo que sus crecientes ausencias
hacían por nuestra relación. Si mi ser psíquicamente neutralizado significaba
que sus sentimientos por mí habían cambiado, necesitaba decírmelo. Hice una
pausa suficiente en mi canto mental para pensar: Cuando regreses, tendremos una
conversación.
Esta vez, su sonrisa fue lo suficientemente ancha para enseñar sus
dientes. Sus colmillos no estaban afuera, pero su sonrisa se las arregló para
llevar tonos de amante y depredador.
―Estoy deseando que llegue.
Entonces, el lugar en donde se encontraba estaba vacío. Solo las macizas
puertas del frente indicaban que había pasado a través. Los vampiros no podían
desmaterializarse, pero algunos maestros vampiros podían moverse tan rápido
que parecían hacerlo.
Suspiré. En los últimos dos meses, que salía con Vlad había demostrado
ser tan apasionado y tumultuoso como el cine retrataba. Solo esperaba que
Hollywood no tuviera razón sobre el destino de cada mujer que se enamoraba
del infame Príncipe Oscuro.
La idea era deprimente, pero no iba a sentarme a pensar. En vez de eso,
deseaba participar en la más probada y venerable técnica de distracción
femenina de todos los tiempos.
Corrí escaleras arriba al cuarto de mi hermana.
JEANIENE FROST FORO AD’ 10

―¡Despierta, Gretchen! ―Llamé a la puerta―. Nos vamos de compras.


JEANIENE FROST FORO AD’ 11

Capítulo 2
Esta es la única cosa de Rumania que no ha apestado hasta ahora ―dijo
mi hermana mientras dejaba un montón de ropa frente a la cajera.
Cerré los ojos, sin saber a quién pedir disculpas primero: a la cajera por la
observación de Gretchen sobre su país, o Maximus, que ahora tenía que añadir
más bolsas a la media docena que ya cargaba. Esto es lo que pasaba cuando le
dabas a mi hermana la tarjeta de crédito de otra persona. Vlad tenía la
permanente regla de que las compras de sus invitados fueran cargadas a su
tarjeta.
Podría reconsiderarlo cuando llegara la factura. Mis intentos de fomentar
la frugalidad no habían funcionado, tampoco. Sólo había molestado a Gretchen
hasta el punto que dejó de probarse las cosas antes de comprarlas.
―Estoy cansada. Deberíamos regresar ―le dije, cambiando de táctica.
La mirada azul de Gretchen se estrechó.
―De ninguna manera. He estado encerrada en el castillo de tu novio
durante semanas a pesar de que su enemigo vampiro tiene que estar muerto o
Marty y papá no habrían conseguido irse.
No señalé que nuestro padre y mi mejor amigo, Marty, eran menos
propensos a la imprudencia. Las probabilidades eran escasas, pero si el némesis
de Vlad, Szilagyi había sobrevivido, entonces, Gretchen estaba más segura aquí.
No podía mantener un perfil bajo si su vida dependiera de ello, como lo había
demostrado. Eché un vistazo a la cajera, forcé una sonrisa, y agarré la manga de
Gretchen para tirarla hacia mí.
―No hables de ya-sabes-qué en público ―susurré.
―¿Por qué? ―replicó ella en el mismo volumen―. La mitad de la gente de
este pueblo sabe sobre vampiros ya que Vlad es el dueño y utiliza a algunos de
ellos como aperitivos. En cuanto al resto, Maximus puede hipnotizarlos para
que olviden lo que ya saben.
Mis ojos vacilaron mientras miraba a la cajera. Ella levantó una mano al
vampiro rubio y le dijo algo en rumano.
―No te preocupes, ella es leal a Vlad ―resumió para mí. Entonces su
tormentosa mirada gris se posó en Gretchen―. Necesitas mostrar mayor
discreción o la persona siguiente que hipnotice serás tú.
―No lo harías ―resopló ella.
Maximus se irguió con su metro noventa y ocho, como si su densa
musculatura no fuera lo suficientemente impresionante.
―He hecho cosas mucho peores para proteger a mi príncipe.
Aún tenía ganas de golpear a Gretchen, pero nadie, ni siquiera un amigo
como Maximus, conseguía asustar a mi hermana pequeña.
JEANIENE FROST FORO AD’ 12

―Ella lo entiende ―le dije con frialdad―. Y si no lo hace, yo seré la


persona que se encargue de ella.
Maximus miró a Gretchen, hizo una inclinación apenas perceptible con
su cabeza, y luego se inclinó hacia mí.
―Como desees.
Mis mejillas se sonrojaron. Desde que era la novia de Vlad, los vampiros
en su línea hacían reverencias hacia mí como lo hacían con él, muy a mi pesar.
―Por favor para, odio eso.
Se enderezó, una mínima sonrisa tirando de su boca.
―Sí, lo recuerdo.
Cuando su mirada se encontró con la mía, por una fracción de segundo,
vi al hombre que había aprovechado la oportunidad de salir conmigo cuando
llegué por primera vez a Vlad como una renuente refugiada. Entonces ese
familiar velo cayó sobre los ojos de Maximus, y mi cortés y formal
guardaespaldas estaba de vuelta.
―Tienen una hora más, si desean seguir comprando. Entonces tenemos
que volver a la casa.
―¿Por qué? ―pregunté, primero que Gretchen.
―Debido a que necesitan estar listas para los invitados a cenar de Vlad.
No quieren llegar tarde a cenar.
Gretchen fue más rápida esta vez.
―¿Invitados? ¿Quién? ¿Por qué no nos dijeron antes?
―No les dijeron porque su asistencia es opcional ―respondió Maximus.
Entonces me sonrió ligeramente―. Esperé para decirte porque parecías tener
suficiente en tu mente.
Vergüenza y resignación se mezclaron en mi interior. ¿Todos sabían que
Vlad y yo estábamos teniendo problemas? Por supuesto que sí, le respondí a mi
propia pregunta. Con las capacidades auditivas de los no-muertos,
probablemente también sabían que Vlad y yo no habíamos tenido relaciones
sexuales en una semana, porque había tenido mi periodo.
Suspiré.
―Parece que necesito comprar algo después de todo. ―No lo había hecho
a pesar de visitar varias tiendas, porque no quería sumar más a la aplastante
cuenta que Gretchen había acumulado.
Algo que no podía nombrar cruzó la cara de Maximus.
―No es necesario. Vlad tiene tu vestido esperando en su habitación.
Primero se va sin decirme a dónde iba. Luego, invitados inesperados a
cenar, y ahora un vestido elegido para mí. Mis ojos se estrecharon. ¿Qué
pretendía?
JEANIENE FROST FORO AD’ 13

―No vas a siquiera darme una pista sobre lo que está pasando, ¿verdad?
―pregunté a Maximus.
Su sonrisa era un poco demasiado tensa.
―Como he dicho, he hecho cosas mucho peores para proteger a mi
príncipe.

Una mirada al vestido me dijo que la cena no consistiría en Vlad


poniéndose al día con algunos viejos amigos que pasaban por aquí. Era de
terciopelo negro, tenía una pequeña cola y un escote en el frente que parecía
tener incrustaciones de joyas diminutas de color negro. Tacones negros y
guantes hasta el codo con el mismo tipo de incrustaciones forrados con
repelente de goma, por supuesto, completaban el conjunto seductoramente
extravagante. Me lo probé, no me sorprendió que se ajustara como si hubiese
sido hecho con mis medidas precisas en mente. Incluso se las arregló para
darme escote, un logro poco común con mis pequeños pechos.
Era el mejor vestido que había usado, pero lo habría cambiado y todos
los otros caros regalos que Vlad me había dado para cerrar la brecha cada vez
mayor entre nosotros. Acaricié la suave tela, deseando que mis habilidades
estuviesen de vuelta para saber si esta era su manera de hacer las paces por su
reciente frialdad, o simplemente asegurarse de que me viera lo suficientemente
bien para estar de su brazo esta noche. Cualquiera era una posibilidad con
Vlad.
Por eso tenía que enfrentarlo más adelante, sin importar el resultado. Lo
último que quería hacer era arreglarme, pero esta era claramente una ocasión
formal. Cuando terminé, mi cabello negro y liso colgaba en gruesos rizos y mi
maquillaje era sutil, además de barra de labios carmesí oscuro que contrastaba
muy bien con el vestido negro y mi piel pálida. Todos estos años en el carnaval
del mundo del espectáculo me hicieron diestra en ataviarme a mí misma.
También me hizo una experta en ocultar la cicatriz que iba desde la sien hasta
mis dedos. Una brillante ola de color negro se cernía sobre esa parte de mi
rostro, con más drapeado en el hombro derecho. Me puse los guantes por lo que
sólo unos pocos centímetros de la piel de mi brazo mostraban evidencia del
accidente que me había dado mis inusuales habilidades.
Habilidades que Vlad había atrofiado cuando me envolvió con su aura
repelente de llamas para protegerme de la explosión que Szilagyi detonó. El
enemigo de Vlad pensaba que me iba a llevar con él, pero sobreviví a aquel
JEANIENE FROST FORO AD’ 14

infierno. Mi supervivencia había tenido su precio. El destino no permitía que


nadie se fuera con facilidad.
Sacudí mi cabeza para no pensar en el pasado. Luego, sintiéndome todo
menos festiva, me dirigí a la planta principal.
Vlad estaba esperándome en la parte inferior de la escalera. Su esmoquin
negro debería haber sido demasiado severo con su falta de color, pero en
cambio, parecía una versión sensual del Ángel de la Muerte. No podía dejar de
temblar mientras su mirada me invadía. El esmeralda brilló brevemente en sus
ojos, y cuando tomó mi mano, sentí su calor incluso a través de mis guantes.
Los vampiros normales se sentían a temperatura ambiente, pero no Vlad. La
piroquinesis que lo hacía tan temido entre los suyos, también lo hacía más
caliente que la mayoría de los humanos, cuando sus habilidades, temperamento
o deseo cobraban vida.
―Te ves encantadora.
Su gruñido me hizo saber qué emoción le calentaba ahora, y una vez más
me estremecí. Mis sentimientos por él podrían estar llenos de dudas, pero mi
cuerpo no estaba en conflicto. Me acerqué antes de darme cuenta, mis pezones
tensándose tan pronto como su pecho rozó el mío. Luego algo más abajo en mí
se tensó mientras su boca rozaba mi cuello, con su gruesa e incipiente barba
rozando deliciosamente mi piel.
Inhaló, el aire tocando mi piel como el más suave de los besos en mi
pulso cuando lo dejó escapar. Entonces sus manos se cerraron sobre mis
hombros, su calor maravillosamente potente. Un simple movimiento de sus
dedos empujó mi cabello a un lado, dejando al descubierto el cuello. Di un grito
ahogado cuando bajó la boca y dos colmillos duros y afilados presionaron
contra mi piel. El oscuro éxtasis de su mordida era sólo superado por hacer el
amor con él, y me había perdido participar de ambos recientemente. Sin
pensarlo, agarré su cabeza más cerca, casi temblando con anticipación.
Él murmuró algo ininteligible y se alejó, con su mirada todavía
iluminada de esmeralda.
―Ahora no. Nuestros invitados están esperando.
¡No me importa!, fue mi primer pensamiento, seguido inmediatamente
por: ¿Qué hay de malo conmigo? Sí, gente estaba esperando por nosotros, por no
mencionar a varios guardias escondidos en este pasillo. Incluso si ninguna de
las situaciones anteriores fuera cierta, tenía serios problemas que trabajar con
Vlad. Apaciguar mi libido debía ser la última cosa en mi lista de tareas
pendientes.
―Cierto ―dije, dejando caer las manos y alejándome. No lo miré,
mientras recolocaba mi cabello por encima de mi hombro, cubriendo tanto de la
cicatriz zigzagueante como pude. No estaba avergonzada, pero las inevitables
JEANIENE FROST FORO AD’ 15

miradas compasivas de las personas que la veían por primera vez, se habían
vuelto viejas.
―Leila.
La forma en que dijo mi nombre me hizo levantar la cabeza. Los ojos de
Vlad habían cambiado de nuevo a su color caoba, el verde en ellos era ahora
sólo el anillo natural que rodeaba su iris.
―No te escondas de nadie ―afirmó, empujando mi cabello fuera de mi
hombro―. Sólo los tontos sienten lástima por las cicatrices de los sobrevivientes
y nunca debes doblegarte a los tontos.
Entonces extendió su mano, sus propias desvanecidas heridas de guerra
recorrían su piel como diminutas rayas pálidas.
―Ven.
Tomé su mano, ocultando la emoción que constreñía mi corazón con
invisibles
bandas. Entonces comencé a recitar canciones en mi cabeza, ocultando la idea
más peligrosa antes de que lo alcanzara.
Esa es una de las razones por las que te amo. No te inclinas ante nadie.
Desafortunadamente, ese mismo rasgo también podría separarnos.
JEANIENE FROST FORO AD’ 16

Capítulo 3
Resultó que, reconocí a algunos de nuestros invitados, aunque un
montón de caras nuevas también estaban presentes. Maximus estaba sentado a
la mesa al lado de Shrapnel, el fornido y calvo, tercero al mando de Vlad. Junto
a él estaba Mencheres, el vampiro egipcio de largo cabello negro a quien Vlad
describía como su sire honorario, un título que aún no acababa de entender. La
rubia esbelta junto a Mencheres era su esposa, Kira. Gretchen también estaba
allí, sentada más lejos de la cabeza y viéndose molesta al respecto. Todo el
mundo se puso de pie cuando Vlad y yo entramos, lo que hizo aún más extraña
la escena. No habíamos llegado tarde, así que, ¿por qué estaba ya todo el
mundo en la mesa? ¿No eran los anfitriones de la casa quienes se suponía
recibían a los invitados antes de que tomaran sus asientos, no llegar últimos y
tener a todo el mundo de pie y en posición firme antes que ellos?
Los vampiros, me decidí por enésima vez, tenían la forma más extraña
de hacer las cosas.
Vlad me condujo a mi lugar habitual en la cabecera de la mesa, lo que
causó algunas miradas entre los invitados que no reconocía. Una vez allí, me
paré en la silla vacía a su derecha, dudando. ¿Me siento ahora, o espero una
señal?
―Me alegro que hayan venido ―dijo Vlad, el tamaño de la habitación no
disminuyó el tenor de su fuerte voz―. Sé que algunos de ustedes viajaron
grandes distancias para estar aquí.
Me esperaba algo más, tal vez un agradecimiento a aquellos huéspedes
de lugares lejanos, pero luego se sentó en su silla. Antes de Vlad, nunca había
imaginado que el simple acto de sentarse podía verse majestuoso e intimidante,
sin embargo, él lo lograba en todo momento.
Todos los demás se sentaron, así que yo lo hice también, deseando haber
tenido un manual de Etiqueta de los No-muertos para Estúpidos. Por la forma
demasiado fluida en que se movían, ninguno de los invitados era humano.
Estaba acostumbrada a estar rodeada de vampiros en un ambiente informal; o
violento, pero este era mi primer acontecimiento formal. Si meto la pata en algo,
será por tu culpa, le dije mentalmente a Vlad mientras mostraba una agradable
sonrisa en mi cara.
Su boca se torció, la única indicación de que me había escuchado. Luego
hizo un gesto a su izquierda.
―Leila, ya conoces a Maximus, Shrapnel, Mencheres y Kira, pero
permíteme presentarte al resto de nuestros invitados.
Mantuve esa sonrisa agradable durante todo un listado de nombres que
esperaba que no se esperara que recordara, porque todos los veintiocho asientos
JEANIENE FROST FORO AD’ 17

en la gran mesa estaban ocupados. La primera vez que había visto el comedor
con su chimenea de pared, el techo de tres pisos, y la araña gigantesca, pensé
que era una deslumbrante pérdida de espacio, ya que sólo yo y Vlad comíamos
aquí. Ahora su tamaño y esplendor resultaba práctico. Necesitaríamos otra
mesa si invitaba a más amigos, y a juzgar por las joyas de las mujeres y
resplandecientes trajes de los hombres, los presentes estaban acostumbrados al
lujo.
Yo no lo estaba. Tampoco Gretchen, que se veía tan incómoda como yo.
Nuestro padre había sido un hombre de carrera militar, por lo que habíamos
crecido en un ambiente modesto que con frecuencia variaba dependiendo de su
cambio de lugar de trabajo. Cuando me fui por mi cuenta a los dieciocho años,
busqué trabajos que no implicaran tecnología o tocar a la gente; y todos los
puestos de trabajo decentes bien remunerados requieren la una o la otra. Si no
hubiera conocido a Marty y no me hubiese unido a su acto de carnaval, podría
haber terminado en la calle.
Sin duda, no habría terminado con Vlad, sonriendo a desconocidos a
través de un mar de copas de cristal que los sirvientes llenaban con un líquido
rojo oscuro demasiado espeso para ser vino. Esos mismos sirvientes luego
llegaron con suficiente comida para alimentar a todos dos veces a pesar de que
Gretchen y yo éramos las únicas humanas. Los nervios me habían quitado el
apetito, pero comí con entusiasmo fingido, preguntándome cuándo Vlad
revelaría el verdadero propósito detrás de esta ocasión. No invitaría a más de
dos docenas de personas a su casa sólo para presumir. Vlad era muchas cosas,
pero pretencioso no era una de ellas.
La bomba detrás de este evento cayó durante el postre. Acababa de
poner en mi boca una cucharada de crème brûlée bourbon butterscoth cuando
Vlad se levantó y todo sonido se detuvo.
―Gracias a todos por venir ―dijo en el repentino silencio―. Como todos
ustedes son amigos o miembros de honor de mi línea, quería que cada uno de
ustedes presenciara mis acciones ahora.
Luego se colocó detrás de mí silla, apoyando su mano en mi hombro. Me
resistí a la tentación de girar para poder verlo. ¿Qué está pasando?, pensé
nerviosamente.
Hizo caso omiso de la pregunta.
―La mayoría de ustedes saben que Leila ha sido mi amante durante los
últimos meses. Además, también arriesgó su vida para salvar a mi gente y
demostró una lealtad inquebrantable incluso durante tortura. Debido a su gran
valor para mí, ahora le ofrezco un vínculo eterno, si ella acepta.
Luego se inclinó, su cálido aliento en mi cuello mientras susurraba sus
siguientes palabras.
JEANIENE FROST FORO AD’ 18

―Te has preguntado si me sentía diferente sobre ti, desde que tus
habilidades disminuyeron. Que esto sirva como respuesta.
Alcancé a ver su mano llena de cicatrices antes de que colocara una
pequeña caja de terciopelo delante de mí. Mi corazón empezó a latir con fuerza
mientras mi mente se sobrecargaba por el shock y la alegría. En el otro extremo
de la mesa, oí jadear a Gretchen. De todas las posibles razones detrás de esta
sorpresiva y lujosa cena, no esperaba esto. Las cosas habían cambiado entre
nosotros, de la mejor manera posible.
―Vlad, yo…
Mi pensamiento coherente y las palabras me habrían fallado, pero mis
habilidades motoras no. Con las manos temblorosas de alegría, poco a poco abrí
la caja de ébano.
Gretchen salió disparada de su silla para venir hacia mí. En algún
momento, lágrimas de felicidad deben de haber salido de mis ojos porque el
contenido de la caja era borroso. Aun así, pude distinguir un anillo. Una
avalancha de felicidad me invadió. No fue sino hasta ahora que me di cuenta de
lo mucho que amaba a Vlad y el fervor con el que esperaba que él me amara
también. Parpadeé para ver el anillo más claramente… y luego mi júbilo se
convirtió en confusión.
Maximus cogió el brazo de Gretchen antes de que me alcanzara, pero
estaba lo suficientemente cerca como para mirar en el interior de la caja.
―¡Tú tacaño, eso no es un diamante! ―anunció con su falta de tacto
habitual―. ¿Qué tipo de anillo de compromiso es ese?
Me pregunté el porqué de su elección, también, ya que me di cuenta de
que el anillo era una réplica de la herencia que había sido transmitido del padre
de Vlad a él. Sin importarme, amaría cualquier anillo de compromiso que me
diera. Además, tal vez proponer con una réplica era una tradición de la familia
Drácul…
―No es un anillo de compromiso ―respondió secamente Vlad a
Gretchen―. Es el símbolo de la membresía de mi línea. Todos los vampiros que
he hecho llevan uno.
Al oír estas palabras, mi extático revoltijo de pensamientos se cristalizó
en una comprensión desgarradora: No me está proponiendo matrimonio. ¡Sólo está
ofreciendo hacerme vampiro!
Vlad se enderezó y su mano dejó mi hombro. Había oído eso. Con lo que
tenía
rugiendo a través de mi mente, tendría que ser telepáticamente sordo para no
haberlo escuchado.
Sabía que debía cantar algo para que no oyera nada más, pero no podía
pensar en un solo verso. Mi orgullo me gritó que actuara como si no lo hubiera
JEANIENE FROST FORO AD’ 19

mal entendido, sin embargo, lo único que pude hacer fue apretar la caja
mientras mi alegría anterior se convertía en cenizas. Nada había cambiado,
excepto que Vlad pensaba que mi humanidad necesitaba una mejora, y había
decidido que me informaría con una habitación llena de vampiros como
testigos.
Miré hacia arriba. Las miradas de los huéspedes saltaron lejos con
rapidez, mientras que su cambio incómodo me dijo que Vlad no era el único en
descubrir mi mala interpretación. Si no me hubiera sentido como si mi corazón
hubiese sido arrancado y flameado en frente de mí, me habría sentido
mortificada.
La voz Gretchen rompió el silencio cargado.
―¿Quieres que Leila se convierta en un vampiro? ¡Eso es tan
escalofriante!
―Maximus ―dijo Vlad.
El vampiro musculoso alzó a Gretchen con la mano sobre su boca antes
de que pudiera parpadear. Normalmente, dichas manipulaciones a mi hermana
me habrían indignado. Por el momento, estaba tratando demasiado duro
reponerme para responder.
―Leila ―comenzó Vlad.
―No.
La palabra sacó con fuerza todas mis esperanzas rotas. Me levanté, casi
volcando la silla, pero era salir de aquí ahora mismo o echarme a llorar, y todavía
tenía el orgullo suficiente como para no hacer eso en frente de todos.
―Necesito un poco de aire ―murmuré.
Y algunas maquinillas de afeitar para terminar el trabajo que comenzaste cuando
tenías dieciséis años, mi odiosa voz interior suministró.
Ignoré eso, comenzando a tararear la primera canción que me vino a la
mente para ocultar mis pensamientos. Resultó ser Taps.
Imagínate.
Luego me fui tan rápido como mis nuevos tacones me pudieron llevar.
JEANIENE FROST FORO AD’ 20

Capítulo 4
Fui directamente a la pequeña habitación revestida de goma en el sótano
que Vlad había creado para mí. Una vez dentro, me quité el guante derecho.
Tan pronto como lo hice, la electricidad saltó de mi mano como hilos
chispeantes, como si las emociones que trataba de controlar se manifestaran en
rayos de energía en miniatura. Reuní esas corrientes en una cuerda vibrante y
entonces la dirigí a la estatua de piedra de la habitación.
Su cabeza se desprendió, rebotando en la base en la que estaba soldada.
Otro chasquido de corriente y la estatua perdió un brazo. Entonces el otro
brazo. Entonces todo por encima de la cintura, pero mi dolor en ebullición,
decepción y humillación no disminuyó. A pesar de eso, sentí como que podría
volverme nuclear en cualquier momento.
No dejé de azotar la estatua hasta que yacía en decenas de pedazos
irregulares. Antes de Vlad, sólo había trabajado en suprimir mi poder, igual que
había hecho con la soledad que venía de mi incapacidad para tocar a nadie sin
dañarlo.
Vlad había cambiado todo eso. Me enseñó a convertir mis habilidades en
un activo y despertó sentimientos en mí que nunca había pensado que
experimentaría. Era más que mi primer amante. También fue mi primer amor,
pero me enamoré demasiado profundamente. A pesar de todas las
advertencias, me atreví a esperar que un día, él podría sentir lo mismo por mí.
Aquí es donde esa esperanza me había conducido: a un sótano, lanzando mis
sueños machacados sobre un objeto inanimado.
Miré los restos de la estatua y sentí una especie de sombrío parentesco.
Como yo, solía ser sólida y completa. Ahora, también como yo, estaba tan
destrozada por las emociones destructivas que ninguna de las dos sería la
misma.
―Maldita sea ―susurré, y no sabía si me dirigía a mí, o al vampiro del
que tontamente me había enamorado.
Mi precioso vestido estaba ahora húmedo por mis esfuerzos, pero no me
importaba. No iba a volver a la cena. Todo el mundo había descubierto la razón
por la que me había ido así que entenderían mi prolongada ausencia. Si no, que
se jodan. Me había cansado de ser el entretenimiento de la noche.
Agotada, subí los múltiples trozos de escaleras hasta mi habitación,
contenta de no cruzarme a nadie por el camino. Con suerte, Vlad estaría hasta
tarde con sus invitados y no lo vería hasta mañana. Me daría un poco de la
soledad que tanto necesitaba.
Por eso gruñí cuando vi que mi habitación no estaba vacía. Vlad estaba
junto al sofá, con las manos entrelazadas detrás de él, afortunadamente el
JEANIENE FROST FORO AD’ 21

maldito estuche no estaba a la vista. Su mirada se fijó en mi aspecto sudoroso y


desaliñado.
―¿Te sientes mejor ahora? ―preguntó con su franqueza habitual.
Ni por asomo. Sólo verle rompió el frágil control que mis ejercicios
eléctricos me habían dado.
―Estoy de gloria ―le dije secamente―. De hecho, aparte de la intención
de emborracharme hasta desmayarme, nunca me he sentido mejor.
Una emoción que no podía nombrar cruzó su rostro. Luego su expresión
se volvió de nuevo impasible.
―Me arrepiento de cómo resultó esta noche. Debería haber discutido mi
oferta contigo en privado, pero nunca esperé que lo malinterpretaras de tal
manera.
No sé lo que quería oír después de este fiasco, pero fuera lo que fuera, no
era esto ni de cerca. Su férreo autocontrol echó más sal en la herida. Yo estaba
apenas controlada, y él nunca me había mirado más frío y sereno. La ira se unió
al resto de mis emociones turbulentas.
―El vestido, la cena de lujo, todas tus palabras halagadoras, el estuche.
―Marqué los puntos con los dedos―. En realidad, ¿qué se supone debía pensar?
Su bufido me cortó hasta el hueso.
―Cualquier cosa menos eso. Tú y yo hemos estado juntos pocos meses.
¿Sabes lo insignificante que es para alguien de mi edad?
Una nueva oleada de dolor hizo mi tono escaldado.
―Sí, tienes casi seiscientos años, pero en el mundo de hoy, cuando dices
cosas como "vínculo eterno" antes de dar a tu novia una caja de anillo, ¡por lo
general hay sólo un tipo de anillo en ella!
―Durante siglos, a todos los vampiros que he hecho se les ha dado una
réplica de mi anillo, ya que es una prueba de la pertenencia a mi línea. Esto es
útil si mi gente es capturada por aliados. O enemigos.
Le creí, pero no mitigó el ácido que continuamente se vertía sobre mis
emociones.
―No lo entiendes ―dije bruscamente―. Tampoco hemos estado juntos
mucho tiempo para mis estándares, pero tu desprecio ante la idea del
matrimonio muestra cuán diferente valoramos esta relación. Ese es el problema
real, y no puedo ignorarlo más.
Tenía la boca apretada y las llamas estallaron en la chimenea como si la
cáscara se agrietara y se encendiera su ira. No me importaba. Yo era la que
había sido emocionalmente fileteada en público y ahora de nuevo en privado.
―Realmente valoro nuestra relación. Nunca he compartido mi alcoba
privada con nadie, excepto contigo…
JEANIENE FROST FORO AD’ 22

―Sin embargo, no puedes molestarte en instalar un inodoro ―le


interrumpí―. Es como si siguieras indicándome: "Hasta aquí, no más allá" cada
vez que puedes.
Ahora su mirada ardía esmeralda puro, todos los rastros de cobre se
habían ido.
―Ofrecí una solución diferente a ese asunto esta noche.
Convertirme en un vampiro en efecto negaría mi necesidad de un
inodoro. También aseguraría que me pasaría el resto de una larga vida
antinatural amando a un hombre que nunca me querría más cerca que la
longitud de un brazo. Vlad era conocido por su crueldad, pero no creía que se
diera cuenta de a qué destino cruel me estaría condenando si aceptara su oferta.
Parte de eso era culpa mía. Había dejado el enfrentamiento emocional
entre nosotros persistir durante demasiado tiempo porque no quería perderlo.
El problema era que nunca le había tenido, como esta noche me había obligado
a reconocer. A pesar del sentimiento de que mi corazón se estaba rompiendo
dentro de mí, mantuve su mirada sin pestañear.
―No se te ocurrió que vería el anillo como una propuesta, ya que no
tienes intención de ofrecerme alguna vez un compromiso real. Estuve de
acuerdo con eso una vez. Ya no lo estoy.
―No lo entiendes.
Su tono de voz era plano, incluso cuando las llamas cercanas
aumentaron.
―El divorcio no existe para los vampiros. Las personas pueden cambiar
con el tiempo, muy pocos de los míos deciden casarse. Los sentimientos pueden
desaparecer, pero una unión vampírica nunca lo hará.
Luego, sus manos cálidas y fuertes ahuecaron mi cara.
―Te estoy ofreciendo un compromiso real, un lugar en mi vida para
siempre. Incluso si nuestra relación terminara, nuestro vínculo con el otro
nunca lo haría. Déjame hacerte un vampiro, Leila, y ver décadas deslizarse
como días mientras estás a mi lado.
Quería decir que sí. Las palabras temblaron en mis labios, pero las
obligué a volver con una respiración entrecortada, inhalando. No me estaba
ofreciendo algo diferente, sólo una versión más larga de lo que ya tenía. El
hecho de que estaría dispuesta a arrojar mi humanidad como un traje viejo era
prueba suficiente de que haría cualquier cosa por Vlad, aunque todavía
mantenía su corazón deliberadamente fuera de alcance.
No podría vivir así, ya fuera como humana o como vampiro. Si dolía
tanto ahora, ¿cómo se sentiría después de décadas de amar a un hombre que me
miraba como poco más que una compañera de cama agradable?
―Diré que sí con una condición.
JEANIENE FROST FORO AD’ 23

Él me acarició la cara.
―¿Y cuál es?
No me inmuté.
―Puedes leer mi mente así que ya deberías saberlo. Te quiero, Vlad, así
que más que los lazos de sangre o la posibilidad de vivir para siempre, quiero
que digas que me amas, también.
Sus manos cayeron en puños a su lado.
―Hemos hablado de esto.
―Lo recuerdo ―le interrumpí―. La primera noche que dormimos juntos,
me dijiste que me darías pasión, honestidad, y monogamia, pero no amor,
porque eres incapaz de ello. Lo creí entonces, pero lo llamo mierda ahora. ¿Te
acuerdas de lo último que dijo Szilagyi antes de detonar esa explosión?
Por su mandíbula como granito, lo hacía, pero no lo iba a decir de forma
voluntaria. Continué.
―Szilagyi dijo que me iba a matar con él porque eso te haría daño. Incluso
tu peor enemigo podía ver que era más que una amante para ti, pero te niegas a
ofrecerme nada más. Hasta que lo hagas, no puedo…
Mi voz se quebró, y a pesar de mi resolución, dos lágrimas se deslizaron
desde mis pestañas. Las enjugué, obligándome a hablar a través del nudo en mi
garganta, dolorosamente apretada por la emoción.
―No puedo estar contigo ―resumí―. Me duele demasiado estar cerca de
ti, pero siendo continuamente rechazada.
Su expresión cambió a la incredulidad.
―¿Me estás dejando?
Por su tono, la idea era más impactante que hiriente. Otro mazazo me
golpeó en el pecho, haciendo que más lágrimas se deslizaran sin poderlas
reprimir.
―¿Qué otra opción tengo? Sé cómo terminará esto. Con mis habilidades,
he revivido a través de incontables parejas. Incluso vi a mi madre dar todo a un
hombre que seguía dejándola en segundo lugar y me niego a cometer el mismo
error.
A pesar de saber que cada palabra era verdad, no podía detener la
avalancha de pensamientos que corrían por mi mente.
Dime que me amas y me quedaré. Diablos, dime que estarás abierto a la IDEA de
amarme y me quedaré. Dime cualquier cosa excepto que me resigne a estar siempre en
un distante segundo lugar en la frialdad que mantienes alrededor de tu corazón.
No dijo nada de eso. En cambio, dijo:
―No es seguro. Hemos excavado gran parte de lo que quedó de su
guarida en la montaña, sin embargo, todavía no hemos encontrado los restos de
Szilagyi. Si se las arregló para sobrevivir, vendrá por ti.
JEANIENE FROST FORO AD’ 24

¿Esa era su mayor preocupación? ¿No el final de nuestra relación, sino su


enemigo usándome contra él otra vez? Por un momento, no pude respirar por
la manera en que salvajemente se desgarraba mi corazón. Pensé que estaba
preparada para manejar un rechazo. Estaba tan, tan equivocada.
―Szilagyi está muerto ―me las arreglé para decir con voz ronca―.
Incluso si sobrevivió, mis habilidades se han ido. No encontrar gente en la
actualidad o ver en el futuro significa que no tendría ninguna utilidad para él.
¡Dime que no es la única razón por la que quieres que me quede!, irrumpió a
través de mis pensamientos con toda la vehemencia de mi última esperanza.
Sólo mi fuerza de voluntad me impidió decirlo en voz alta.
Vlad sólo se quedó mirándome, su mirada cambiando de cobre a verde
esmeralda y de vuelta mientras el fuego rugía en la chimenea. Con cada
momento de silencio, las lágrimas que no podía reprimir seguían deslizándose
por mis mejillas.
Luego, cada movimiento cortando como cuchillas a través de mis
emociones, caminó a la puerta. Cuando llegó, se detuvo por un momento con la
mano sobre la perilla.
¡No haga esto!, quería gritar. Te quiero; ¿no puedes siquiera intentar dejarte
amar, también?
El fuego estalló tan alto que rompió la reja y lamió la pared, pero todavía
no hablaba. Cuando llegó al techo, me dirigí hacia ella con un impulso
instintivo de apagar las llamas, pero entonces se desvaneció en un silbido que
no dejó nada más que un rastro de humo.
Cuando me di la vuelta, Vlad se había ido.
JEANIENE FROST FORO AD’ 25

Capítulo 5
El coche se detuvo en el interior del hangar. Abrí la puerta
inmediatamente, sin querer que Maximus o Shrapnel lo hicieran por mí. A unos
diez metros de distancia, un reluciente jet de color marfil esperaba. Bajo mi
miseria, me pareció una buena cosa viajar de regreso a Estados Unidos en el
avión privado de Vlad. Incluso si mis problemas eléctricos desaparecían por
arte de magia, si intentaba un vuelo comercial, mi expresión sombría
garantizaría ser "seleccionada al azar" para un cacheo.
Un joven de cabello rojizo esperaba en la escalera plegable al lado del
avión, pero al verme, se precipitó hacia abajo.
―¿Dónde están sus maletas, señorita? ―preguntó en inglés con acento.
―No tengo.
―Sí que tiene ―respondió Maximus, saliendo del asiento del conductor―.
Están en el maletero.
Sólo la presencia de Gretchen me impedía perder los estribos.
―Te dije que no quería ninguna de esas cosas. Vine con la ropa a la
espalda y así es como pretendo irme.
―Te las llevas, órdenes de Vlad ―dijo Maximus en un tono que hizo
apurarse al pelirrojo a la parte posterior de la limusina―. Lo que hagas con ellas
una vez que estés en casa depende de ti.
Vlad no debía querer ningún recuerdo mío estorbando en su casa. En
una ocasión me dijo que si alguna vez quería salir de esta relación, me dejaría ir
sin discutir. Tuve que admitir que el hombre cumplía su palabra. No sólo no
había discutido, no lo había visto desde la noche que dejó mi habitación. Ni
siquiera para decir adiós antes de que Gretchen y yo nos fuéramos al
aeropuerto.
No importa lo mucho que intentara decirme a mí misma que era lo
mejor, dolía más que cualquier cosa que hubiera sufrido.
―Está bien ―le dije, forzando una sonrisa para beneficio de Gretchen.
Mi caustica hermana había sido inusualmente protectora conmigo los
últimos dos días. Me recordó lo cerca que habíamos estado antes del accidente
que se cobró la vida de nuestra madre y me había dado mis habilidades. Yo le
decía que estaba bien, así que no podía arruinarlo informando a Maximus de
que preferiría ir desnuda a torturarme con los recuerdos manteniendo las cosas
que Vlad me había comprado.
Además, él tenía razón. Podría tirarlos a la basura después.
―Bueno... adiós ―dije cuando Maximus y el otro hombre terminaron de
transportar el equipaje desde el maletero al avión.
Él sonrió ligeramente.
JEANIENE FROST FORO AD’ 26

―Todavía no. Voy a viajar contigo para asegurarme que eres entregada
de forma segura a Marty.
Entregada, como un paquete. Una vez más, me mordí la lengua para no
perderlo delante de mi hermana.
Gretchen resopló.
―¿Qué pasa conmigo? ¿A nadie le importa si consigo llegar a mi
apartamento de una pieza?
Maximus asintió con la cabeza al calvo vampiro de piel de moka que
salió de la parte de delante de la limusina.
―Shrapnel cuidará de ti.
Él sonrió, mostrando sus dientes blancos y perfectos.
―Pensamos que Marty no querría volver a verme.
Dado que Shrapnel había torturado a Marty una vez, probablemente no.
Por otra parte, Marty podría no estar muy contento de verme, tampoco. Mi
mejor amigo y compañero de feria me había advertido no involucrarme con
Vlad. Parece que le debía una disculpa a Marty. Se la daría, probablemente
mientras caía en sus brazos y sollozaba. No había dejado de llorar desde la
noche que Vlad se fue. Con Marty, sin embargo, finalmente podía dejar de
fingir que no estaba devastada por la ruptura. Él siempre había estado ahí para
mí y lo necesitaba ahora más que nunca.
Eché una última mirada alrededor, odiando esa parte de mí que esperaba
que Vlad se hubiera presentado, diciendo todo lo que se había negado a decir
antes. Luego sonreí a Gretchen, preguntándome cuándo sería capaz de hacerlo
sin que se sintiera como una mentira.
―De acuerdo, hermanita. Vayámonos a casa.

Dieciocho horas después, Maximus y yo llegamos a Gibsonton, Florida,


también conocido como Showtown, EE.UU. El calor y la humedad me asaltaron
en cuanto me bajé del coche. Era sólo mayo, pero la temperatura tenía que estar
cerca de los cuarenta grados. Maximus salió, también, mirando las casas
alineadas como manchas de masa en una línea de montaje de panadería.
―¿Por qué huele a estiércol de elefante?
―Es Betsy ―dije, señalando la casa modular gris―. Sus entrenadores
tienen un corral para ella en su patio...
Mi voz se apagó al mirar más allá de la línea de casas. Debería haber sido
capaz de ver el remolque de Marty ya que éste era el camino más corto hacia el
JEANIENE FROST FORO AD’ 27

parque de caravanas, pero el lugar donde su Winnebago de 1992 debería estar


estaba vacío.
―Oh, no ―gemí.
De forma instantánea Maximus estaba en alerta, un cuchillo de plata
apareció en su mano.
―¿Qué pasa?
―Nada en lo que vaya a ayudar un cuchillo ―dije, maldiciendo para mí
misma―. Por una vez, Marty debe haber decidido emprender el camino rápido.
Dos cejas doradas se elevaron.
―¿No está aquí?
―No.
Debería haber llamado, pero Marty nunca comenzaba la temporada
pronto. Además, quería decirle en persona lo que había pasado.
Maximus guardó su cuchillo y sacó un móvil.
―Llámalo. Averigua dónde está.
Le lancé una mirada hastiada.
―No conoces a Marty cuando está en la carretera. Ya lo estaría haciendo
bien si recordara llevar su teléfono, ni pensar en cargarlo o responderlo. Pero no
te preocupes. Conozco otra manera de saber dónde va a estar la feria.
Después de una breve parada para hablar con algunos de los otros
feriantes, Maximus y yo salimos a la carretera de nuevo. Al menos Gretchen y
Shrapnel habían continuado el viaje en avión después de dejarnos en Florida. Si
pensara que tenía una oportunidad de convencer a Maximus de que me dejara
tomar un autobús, lo habría hecho, pero él no se iría hasta que hubiera
cumplido con las instrucciones de su señor al pie de la letra.
Varias horas más tarde, en un estacionamiento de feria al norte de
Georgia, vi una casa rodante con nuestros nombres artísticos de El Poderoso
Marty y La Fantástica Frankie pintados en el lateral.
―Ahí ―dije, señalando la caravana.
Maximus estacionó tan cerca como pudo. A esta hora previa al amanecer,
todo estaba tranquilo en la sección de empleados de la feria. Salí, tan cansada
que casi tropiezo con los vehículos, tiendas de campaña y las jaulas por el
camino, sin embargo, me sentía aliviada también. Volvía a mi antigua vida
donde Marty y yo viajábamos de un estado a otro realizando nuestra actuación.
En unos pocos meses, si tenía suerte, mi tiempo con Vlad hasta podría sentirse
como un sueño extraño, lejano y no dolería tanto. Impulsada por ese
pensamiento, golpeé la puerta del remolque.
―¡Marty, abre! Soy yo.
La puerta se abrió tan rápido que me golpeó. Pude vislumbrar una mata
de cabello negro tupido antes de que el agarre rápido de Marty me salvara de
JEANIENE FROST FORO AD’ 28

caer. Entonces me encontré envuelta en un fuerte abrazo por la cintura. Me


incliné hasta que estuve a la altura del metro veinte de Marty y lo abracé de
nuevo con tanta fuerza que la corriente le hizo gritar.
―Lo siento ―jadeé.
Se rió entre dientes.
―Es mi culpa. Olvidé prepararme para uno de esos.
Entonces Marty se retiró para echarme su primer vistazo real. Inhaló, y
su boca se frunció en una línea delgada mientras que el verde envolvía sus ojos
castaños.
―Hueles fatal, niña. ¿Qué ha pasado?
Sabía que no estaba hablando de que hacía un día que no me duchaba.
Los vampiros podían oler las emociones y probablemente le estaba sirviendo un
plato de hedor de corazón roto.
―Lo que me habías advertido ―le respondí con un intento poco
convincente de indiferencia―. Supongo que soy una de esas personas que
aprenden por las malas.
Marty suspiró antes de darme otro abrazo, y luego me dio unas
palmaditas en la espalda cuando me soltó.
―Nadie ha muerto de un corazón roto todavía, así que sobrevivirás.
Ahora ven dentro, parece que vayas a desmayarte.
Me sentía así, también. Entonces Marty frunció el ceño, mirando detrás
de mí.
―¿Qué está haciendo él aquí?
―¿Cómo crees que ha venido? ―respondió fríamente Maximus―. Ahora
ayúdame con este equipaje.
Estaba a punto de reiterar que no lo quería cuando alguien apareció en el
remolque detrás de Marty.
―¿Quién está ahí? ―preguntó una voz femenina atontada.
Si la luz de la luna no hubiera atravesado las nubes en ese momento, la
oscuridad me habría hecho perderme la mirada tímida que apareció en el rostro
de Marty. Justo después me di cuenta de por qué. Una chica delgada con el
cabello largo y negro parpadeó adormilada hacia nosotros, y no podía tener
más de veinte años.
―¡Marty, tienes ciento treinta y ocho! ―exclamé antes de darme cuenta
de la hipocresía de esa declaración.
―No es lo que piensas, trabajamos juntos ―dijo la chica con una sonrisa
vacilante―. Soy la nueva Fantástica Frankie.
JEANIENE FROST FORO AD’ 29

Capítulo 6
Maximus me ofreció manejar cinco estados lejos de Gretchen. Marty se
negó y dijo que teníamos que resolver esto. No sabía cómo, pero no estaba
dispuesta a involucrar a Maximus en nada más. Le di un abrazo y le dije que
estaría bien. Eso era bastante fácil de decir. Tal vez pronto, incluso me lo creería.
Marty espero hasta que Dawn, el verdadero nombre de la nueva
Fantástica Frankie, volviera a la cama en mi antigua habitación antes de ofrecer
su idea.
―Le diré si puede terminar este evento, entonces ella tendrá que buscar
otro trabajo. Bill, el hombre escarabajo, podría necesitar una asistente.
―No puedes hacer eso ―dije. El cansancio hacia mi voz aguda―. Ser una
carnie1 no es la primera ni segunda opción de una carrera para nadie. ¿Dawn
está desesperada, verdad?
El asintió con tristeza.
―Síp, además tiene múltiples cargos por hurto. La gente parece olvidar
que comer no es gratis. Ella podría pasar un largo tiempo, si la atrapan.
Y así venia Marty al rescate de esta chica, dándole un trabajo, un lugar
donde vivir y la seguridad de una mirada verde a cualquier policía sospechoso
que anduviera alrededor. Había hecho lo mismo por mí cuando tenía la edad de
Dawn y estaba un poco más desesperada. No podía tomar la mejor oportunidad
que tenía esta chica, sin importar mis circunstancias de mierda. Le sonreí y
espere que no pareciese una mueca.
―Mira, no puedes echarla. No te preocupes por mí. Yo, ah, tengo algunas
joyas que puedo vender y mantenerme durante un año más o menos. ―Algo
bueno de Vlad es que insistió en que me fuera con todo lo que me había dado ―.
Mientras tanto, voy a crear mi acto en solitario.
Él se inclinó sobre la mesa plegable y agarró mi mano.
―Quédate aquí hasta que hayas hecho algunas reservaciones para este
acto.
―No, realmente…
―No discutas ―me cortó, apretando mi mano―. No eres mi hija de sangre
pero te amo tanto como a Vera, Dios la tenga en gloria, así que cállate y
busquemos un lugar para que puedas dormir.
Me reí de eso, conteniendo las lágrimas del pasado que en cambio ahora
fueron causadas por la felicidad.
―También, te amo Marty, y siempre he pensado que el sofá es realmente
cómodo.

1
Carnie: persona de carnaval.
JEANIENE FROST FORO AD’ 30

Ella es bastante buena, pensé una semana después de ver la actuación de


Dawn con Marty. Por supuesto, él había hecho algunas de las volteretas más
complicadas de su rutina, pero Dawn tenía un buen sentido del espectáculo que
superaba sus debilidades acrobáticas. Para el momento final en que había
aterrizado en sus hombros, casi pude imaginar que me estaba viendo a mí
misma. Nos parecíamos debido a nuestros cuerpos y el largo cabello negro.
Aparte de querer protegerla de la ley, no era de extrañar que Marty no se
hubiera molestado en cambiar el nombre artístico de Dawn del que yo había
usado. Dudaba que cualquier espectador que hubiera visto antes el acto se diera
cuenta que me habían remplazado por una más joven y menos electrizante
modelo.
Había ido a su espectáculo para demostrar que estaba de acuerdo como
habían resultado las cosas. Dawn era una dulce chica que necesitaba este trabajo
y yo tenía otras opciones. Limitadas, pero no obstante tenía opciones. A partir
de esta noche; estaba recuperando mi vida. Ovacionar a Marty y a Dawn era el
paso uno. El paso dos era hablar con Edgar. Él era apodado “El Martillo” por
sus feroces tácticas de negociación, pero era más honesto que un prestamista
promedio. A pesar de las garantías de Marty de quedarme todo lo que yo
desease, la caravana realmente era demasiado pequeña para tres personas,
incluso si uno de nosotros era un enano.
La mayor parte del público se fue mientras Marty y Dawn hacían sus
reverencias. Esperé en la sección más alta de las gradas, queriendo evitar el
mayor contacto con los espectadores. Usaba los guantes especiales, pero incluso
el contacto casual se sentiría como electricidad estática si alguien me llegara a
tocar. Ese era el porqué de que llevara mangas largas y pantalones largos,
aunque hicieran ochenta grados en la tienda. El sombrero, bueno, eso y mi
cabello cubrían la cicatriz de los curiosos espectadores.
Cuando vi que no había nadie en la parte superior de las gradas excepto
yo y una atractiva morena, me levanté. Ella también lo hizo, sin dejar de mirar
hacia el escenario como si esperara que Marty y Dawn reaparecieran. Pero ellos
no lo harían, este era el final del espectáculo.
Estaba a punto de decirlo cuando la mujer salto de la parte superior de
las gradas, con más gracia que una medallista olímpica. Eso, más el salto de
treinta metros, me dijo que no era humana. Ella debió darse cuenta que la había
descubierto porque me miró con sus ojos cambiando a verde.
―No has visto nada ―dijo ella.
JEANIENE FROST FORO AD’ 31

Asentí, sin molestarme en decirle que ya sabía acerca de su especie. O del


vampiro que había estado bebiendo las últimas semanas para controlar mi
energía interior de matarme. Significaba que era inmune a su control mental.
Ella se fue y yo continué bajando por las gradas en mi humanamente ritmo,
haciéndome una nota mental de decirle a Marty, que había vampiros en la
audiencia de hoy.
A partir de ahí, me dirigí al estacionamiento para empleados. El
remolque de Edgar no estaba lejos del de Marty, pero él deseaba hacer negocios
en su lugar. Tal vez le preocupaba que mi amigo vampiro utilizara la mirada
verde para que pagase más por las joyas si presenciaba nuestra transacción.
Edgar no era inmune a su control mental y él cómo algunos carnie, sabían qué
era Marty.
Golpeé antes de oír una voz ronca que me invitaba a pasar. Una vez
hecho, parpadeé por la luz. Edgar tenía varias lámparas encendidas, lo mejor
para valorar lo que tenía dentro de mi bolso.
―Frankie ―dijo, utilizando el nombre que la mayoría de los carnies
utilizaba en mí.
Sonreí irónicamente al huesudo hombre de cabello cano.
―Una de ellas.
Edgar indicó la mesa del comedor. Me senté frente a él y comencé a
vaciar el contenido de la bolsa de terciopelo del interior de mi bolso. Esta era la
primera vez que me había atrevido a mirar las joyas, y silenciosamente me
propuse ser impasible.
No funcionó. Cada pieza tenía un recuerdo que desgarraba mi corazón.
Cómo se sentían los cálidos dedos de Vlad cuando deslizó la pulsera de rubí y diamante
en torno a mi muñeca. Los impresionantes aros de aguamarina que había dicho que
hacían juego con mis ojos. Sus labios en mi garganta cuando sujeto el collar de
diamantes negros alrededor de mi cuello. Entonces el antiguo anillo de oro con el
emblema del dragón…
Me congelé, sosteniéndolo en vez de ponerlo en la mesa. ¿Por qué Vlad
incluyó esto con las cosas que había preparado para mí? Edgar no pareció darse
cuenta de mi sorpresa. Estaba demasiado ocupado mirando las otras piezas a
través de una lupa.
―No hay errores en las piedras…excelente mano de obra y diseño… con
el grado más alto de oro y platino. ―Miro hacia mí mientras aún sostenía la
lupa en su ojo―. Quien sea que haya sido, debiste aferrarte a él un poco más de
tiempo.
―Algunas cosas son más importantes que el dinero ―repliqué, aún
aturdida por la presencia del anillo. Vlad decía que solo los vampiros de su
línea tenían uno de esos. ¿Alguno de sus sirvientes habrá cometido el error de
incluir esto con las otras piezas?
JEANIENE FROST FORO AD’ 32

Edgar finalmente noto lo que yo agarraba algo.


―¿Qué tienes ahí?
―Nada. ―Me moriría de hambre en la calle antes de vender esto.
Él sonrió.
―¿Tratando de abrir mi apetito con algo que no puedo tener? Buen
intento, pero he visto todos los trucos antes…
Un rugido ensordecedor lo interrumpió. Entonces el remolque completo
se estremeció y las ventanas se hicieron añicos. No tuve tiempo de gritar, antes
de que un muro de fuego nos tragara a los dos.
JEANIENE FROST FORO AD’ 33

Capítulo 7
―¡Tenemos a uno vivo!
Deseé no haber oído la voz. Así no habría sentido el dolor al darme
cuenta de su lado perverso. Y de forma adicional a eso, había algo muy pesado
que estaba encima de mí y me dolía respirar. Entonces me arrepentí de respirar
y oler la esencia de carne quemada que llenaba mis pulmones.
Realmente me arrepentí de abrir mis ojos. Un ennegrecido cráneo
envuelto en una horrible y pálida manta fue lo primero que vi. Eso me
presionaba, aplastando mis extremidades y enviando fisuras de agonía a través
de mí. Grité, pero eso surgió como un ahogado suspiro.
―No te muevas ―indicó una urgente voz.
Estiré mi cuello lo más que podía. A la derecha del cráneo, detrás de la
retorcida manta, había un casco de bomberos.
―Te vamos a sacar de ahí ―continuó, su voz amortiguada por una
máscara de aire―. No te muevas.
No podía aunque quisiera. Mis ojos ardían, pero antes de parpadear, vi
que el cráneo encima de mí no usaba una manta. Lo que lo cubría era
demasiado duro y grueso, como plástico…
El último vestigio de confusión fue disipada. No era plástico. Era la mesa
blanca de acrílico que estaba entre Edgar y yo cuando la explosión ocurrió, lo
que significaba que el ennegrecido cráneo pertenecía a Edgar. El fuego debió
estar tan caliente que derritió la mesa alrededor de él como una asquerosa
cubierta. Eso, decía algo más de la pesadez que me inmovilizaba.
―¿Qué sucedió? ―me las arreglé por decir―. ¿Hay alguien más herido?
El bombero no contestó. Pregunté otra vez, pero mi única respuesta fue
una máscara de oxígeno sobre mi cara. Entonces afloró la actividad mientras
más bomberos llegaban y trataban de despejar los escombros que había sobre
mí.
―Se ve como si los muebles se hubieran derretido alrededor de ella
―murmuró uno de ellos, la incredulidad era clara en su voz―. ¿Cómo es posible
que siga viva?
Yo sabía la respuesta, pero esa era la menor de mis preocupaciones.
Marty y Dawn se habían ido a su remolque para cambiarse después de terminar
su espectáculo. Y eso era solo unos pocos metros más allá. ¿Y si la explosión los
había alcanzado también?
―Mi amigo es un enano ―dije obviando cuanto dolía hablar―. Su
remolque no está lejos. ¿Alguien lo ha visto?
No hubo respuestas, pero ellos intercambiaron miradas de lastima.
Entonces recordé las palabras que me habían despertado. ¡Tenemos a uno vivo!
JEANIENE FROST FORO AD’ 34

Miedo mezclado con dolor me atravesó. Marty era un vampiro, pero no era a
prueba de fuego. Solo yo lo era. ¿Y si Edgar no era la única persona que había
muerto esta noche?
Incliné mi cabeza hasta que moví la máscara de oxígeno parcialmente a
un lado. Entonces, olvidando el dolor, comencé a gritar tan fuerte como pude,
esperando desesperadamente que estuviera vivo y pudiera oírme.
―¡Marty! ¡Marty! ¿Dónde estás?
Fuertes manos forzaron la máscara a su lugar. Alguien dijo que me
dieran un sedante. Seguí gritando, aumentando mi angustia ya que solo
trabajadores médicos aparecían. Marty debía venir ya. Incluso con todos los
otros ruidos, él debería haberme oído. Grité más fuerte en desesperación. ¡Por
favor, Marty, por favor que estés bien!
De pronto, se despejó un camino donde la gente estaba agrupada
alrededor de mí. El alivio se convirtió en confusión cuando recibí una mirada
del vampiro que se arrodillo a mi lado.
―Leila, estas viva ―susurro Maximus.
Empezó a decir algo más, pero mi oído fallaba y mi boca se sentía
algodonada. La última cosa que vi fueron sus ojos cambiando del verde
mientras se levantaba y se daba la vuelta.

Para el momento en que desperté, no estaba adolorida. El horrible hedor


seguía ahí, como si alguien hubiera hecho un asado y lo hubiera frotado en mi
cuerpo. Tosí aliviada, mis pulmones ya no se sentían como puños cerrados.
Entonces abrí mis ojos.
Paredes de color mostaza vieja encontraron mi mirada. Nada lindo, pero
mejor que ese carbonizado cráneo. Me giré, viendo el resto de la pequeña
habitación de una sola mirada. Eso hizo que el rubio vampiro en el lado
opuesto de la cama se viera aún más grande y más imponente.
Tenía demasiadas preguntas, como el por qué estaba desnuda bajo los
cobertores, pero mi primera preocupación no había cambiado.
―Marty. ¿Está…? ―No pude terminar la frase.
―Se ha ido, Leila.
El tono de Maximus era amable, pero las palabras me golpearon con más
fuerza que los cables de electricidad que me habían tocado cuando tenía trece
años. Contuve el aliento hasta que terminó en un sollozo. Al mismo tiempo,
algo oscuro me rozó, causando que mi mano derecha despertara. Quería hacer
algo mucho más que llorar. Quería arremeter a Maximus con todo el voltaje que
JEANIENE FROST FORO AD’ 35

tenía en mí, por decir algo tan horrible que no podía, ¡no podía!, ser cierto, pero
todo lo que podía hacer era pelear por mantener el control mientras absorbía la
noticia de que mi mejor amigo había muerto.
Maximus no trato de consolarme. Cualquiera podía sentir el peligro en
mi chispeante mano o a él no le importaba cómo me sentía. Entonces mis
sollozos disminuyeron mientras la sospecha atravesaba mi dolor
―¿Qué paso? ¿Y qué estás haciendo aquí? ¡Tendrías que estar en Rumania
justo ahora!
Su boca se torció.
―No cause la explosión, si es eso lo que estas pensado. Si lo hubiera
hecho, te hubiese matado cuando vi que sobreviviste. Que tú estés viva es una
prueba de que no estoy detrás de esto.
Corriente aún palpitaba en mi mano
―¿Quién está detrás de esto?
―No lo sé.
Maximus se levantó y empezó a caminar, difícil ya que sus tres zancadas
cubrieron el largo de la habitación. Sus ropas estaban rotas y manchadas de
hollín, haciéndome preguntar otra vez dónde estaba el chico siempre listo
cuando ocurrió la explosión.
―El bombero dijo que fue un corte en la conexión del gas ―continuó―. Lo
llamaron un accidente. Pero como se rompió justo al lado del remolque de
Marty. Lo dudo.

―¿Pero por qué alguien querría matar a Marty? ―estallé.


Se volvió con una dura mirada en mi dirección.
―No creo que alguien lo quisiera.
¿La explosión era para mí? De ser así, casi funcionó. A pesar de mi
prueba al fuego, estuve cerca de ser aplastada por un muerto. Maximus debió
darme algo de sangre para sanarme.
―Si alguien quiere matarme, ¿por qué no solo me dispararon a la cabeza?
―pregunté, la pena haciendo aburrida mi voz.
―Querían que luciese como un accidente.
Apreté mis ojos. Las lágrimas no me ayudarían a encontrar a quien mató
a mi mejor amigo.
―¿Qué piensa Vlad?
Maximus se detuvo y se volteó, con una inescrutable mirada en su rostro.
―No le dije de la explosión, y mucho menos que sobreviviste a ella.
―¿Por qué no? Hemos terminado, pero dudo que este feliz de oír que
alguien intento matarme.
JEANIENE FROST FORO AD’ 36

Maximus no dijo nada. Bajo esos duros rasgos y hermetismo, vi una


visión de compasión. Y lo entendí.
―No ―dije, en voz baja―. Él no podría.
Maximus dejó escapar un sombrío bufido
―¿Ah sí? Tú fuiste quien se hizo tan cercano a él como para humillarlo
como nadie más lo ha hecho desde Szilagyi, que fingió su muerte por siglos. Y
ya viste cómo Vlad reaccionó a eso.
―¿Lo humillé? ―Si no hubiera estado tan destrozada por la muerte de
Marty, me hubiera reído―. Le dije a Vlad que lo amaba solo para que me dejara
en claro lo que yo siempre significaría en su vida, que estaba solo unos pasos
más arriba que sus compañeras no muertas de cama.
―Verdad ―respondió Maximus sin dudar―. Pero eso es más de lo que le
ofrece a cualquiera de sus otras amantes, y sin embargo lo rechazaste. Y luego,
lo abandonaste.
―¿Lo abandone? ―repetí incrédula.
―Ninguna mujer jamás ha dejado a Vlad. Cynthiana, su amante antes
que tú, incluso trato de seducir a Shrapnel tratando de poner celoso a Vlad
después que su relación terminara.
―¿No funcionó? ―no pude evitar preguntar.
―Además de cortar su protección a Cynthiana porque ella uso
cruelmente a Shrapnel para su propio beneficio contra él, no le importó.
―¿Cuánto tiempo duro Vlad con ella?
Maximus pensó por un momento.
―Alrededor de treinta años.
Estaba impresionada.
―¡Eso es tanto tiempo como para ser una vida! Y Vlad salía de esa
relación sin una mirada atrás, probablemente a mí ya me habrá olvidado.
Maximus me dirigió una mirada antes de volver a su caminata.
―No lo creo. Independiente de lo que siente o no siente por ti, tu doble
rechazo lo quemara por años.
¿Lo suficiente para incitarlo a matarme? El pensamiento me hizo sentir
como una víctima de ahogamiento que había sido sumergida una vez más.
―Digamos que Vlad quiere verme muerta. Dudo que fuera tan cobarde
como para fingir una explosión por un corte de gas cuando pudo haberme
matado cuando aún estaba en su castillo.
―Sí, pero entonces tendría que haber matado a Gretchen y a tu padre
también, haciendo que todo el proceso tuviera un aspecto muy emocional de su
parte. ―Una especie de cansado cinismo en su rostro fue remplazado por
piedad―. Ser emocional es visto como debilidad entre los vampiros. Vlad sabe
que sus enemigos caerían como lobos si sospecharan de alguna debilidad en él.
JEANIENE FROST FORO AD’ 37

Primero la muerte de Marty, luego la comprensión de que la explosión


era para mí, ahora la sugerencia que mi ex novio tal vez esté detrás de esto.
Cerré mis ojos. ¿Cuánto más podía tolerar?
―Tu eres la mano derecha de Vlad ―fue lo que dije después de una larga
pausa―. ¿No debería informarte si está planeando matarme?
Maximus guardo silencio por bastante tiempo, así que abrí mis ojos.
―¿Ahora qué?
―No creo que lo hiciera ― dijo finalmente―. Él sabe que tendría un
problema con ello, y, ¿para qué forzar mi lealtad si no necesitaba hacerlo? En su
lugar, podría ordenar a alguien que tu muerte pareciese un accidente. Si no
hubiera estado ahí, puede que tal vez lo hubiera creído.
Regresando a la pregunta
―¿Por qué estás aquí?
Él suspiró, regresando a la cama al otro lado de la mía.
―En parte porque deseaba asegurarme que Marty realmente te
permitiera quedarte con él a pesar de haberte remplazado con otra chica.
Necesitas la sangre de vampiro para mantener a raya tus niveles de electricidad
de matarte. Si Marty no seguía proveyéndotela, habría hecho otros arreglos.
Pero, por sobre todo Leila, no volví a Rumania debido a lo que siento por ti.
Si no hubiera estado sobrecargada de pena, me habría sorprendido. Por
cómo estaban las cosas, solo pude reunir un poco de sorpresa.
Maximus se inclinó hacia adelante, apartando mi cabello hacia atrás.
―Te lo dije cuando nos conocimos, eres hermosa, audaz y tus habilidades
me fascinan. Como también tu coraje, tu lealtad y tu fuerza para abandonar al
hombre que amabas porque sabías que él jamás te amaría.
Más sorpresas, pero eso era trivial en comparación a mi angustia y la
necesidad de vengar a mi mejor amigo y a la joven chica quien nunca tuvo una
real oportunidad en la vida.
―Maximus, eres realmente atractivo y estoy halagada, pero no puedo ni
siquiera pensar en eso ahora.
Se enderezó, con una pequeña sonrisa en su boca.
―Lo sé, pero tendremos esta conversación de nuevo.
No discutí, estaba demasiado ocupada imaginando quién estaba detrás
de la explosión. Todavía dudaba que fuese Vlad, pero si Maximus pensaba que
era posible, no debía lanzar la precaución al viento y descartar
automáticamente la idea.
Además, incluso si yo tenía razón y Vlad no estaba detrás de esto,
dudaba que la noticia de mi supuesta muerte lo remeciera. Él había salido de su
camino para demostrar que yo no significaba mucho para él.
Me sacudí ese pensamiento antes de que me deprimiera aún más.
JEANIENE FROST FORO AD’ 38

―Necesito un poco de ropa.


Maximus se levantó y rebuscó la maleta en el armario. Entonces saco una
camisa y unos bóxer.
―Estos no te quedaran, pero el fuego quemó tu ropa y no he tenido
tiempo de conseguirte otras nuevas.
―Esto está bien ―dije aceptando las ropas.
Tan pronto como lo toqué, imágenes a color explotaron a través de mi
mente.
Metí mi ropa en la maleta y la cerré de golpe. Hora de llevar a Leila a casa. Nadie
esperaba que dejase a Vlad, sin embargo debía, y pronto estará a un océano lejos de él.
Sonreí ante el pensamiento. Pudo rechazarme una vez, pero eso fue antes de comprender
que Vlad no podía darle lo que necesitaba. Yo puedo, y finalmente ahora tengo una
oportunidad real con ella.
―Maximus ―murmuré de vuelta a la habitación del hotel con sus
podridas y amarillas paredes rodeándome una vez más―. ¡Ha vuelto!
JEANIENE FROST FORO AD’ 39

Capítulo 8
Maximus sacó un encendedor, elevando la llama. Sostuve mi mano sobre
ella, y de inmediato la retiré con un grito.
―¡Eso duele!
Cerró el mechero.
―¿Estás diciendo que durante varias semanas no lo hizo, porque el aura
de Vlad te mantuvo a prueba de fuego?
―Eso es. El fuego pasaba sobre mí como lo hace con él. ¿Cómo más
explicas que sobreviviera a una explosión que fue tan intensa que destruyó el
remolque en el que estaba?
Y mató a otro vampiro, no lo dije en voz alta. Si pensaba en la muerte de
Marty, empezaría a llorar y no pararía.
―Estar en esas intensas llamas debe haber agotado los restos de su aura
sobre ti ―dijo Maximus en tono pensativo. Luego frunció el ceño―. Vlad me
contó que tus habilidades psíquicas funcionaban mal. ¿Por qué no me dijo de
esto?
Suspiré. No quería pensar en Vlad ahora.
―¿Tal vez porque nunca lo había hecho antes y quería mantener su
capacidad de mantener a alguien temporalmente a prueba de fuego en secreto?
―Quizás ―reflexionó.
No me importaba por qué Vlad no se lo había dicho a nadie. Mi
protección contra el fuego se había ido, mis habilidades estaban de vuelta, y
alguien que había intentado matarme había asesinado a mi mejor amigo, una
chica inocente, y a muchos otros, también. Encontrar a esa persona y hacerle
pagar era mi nueva meta en la vida.
―Está bien, recoger impresiones de un objeto funciona. Vamos a ver si
aún puedo encontrar a alguien en el presente.
Y diciendo esto, acaricié la mesita de noche con mi mano derecha. Mesas,
puertas y otros accesorios son áreas de alto tráfico para improntas emocionales.
De inmediato, varias imágenes cruzaron por mi mente. Me moví a través de
ellas hasta que encontré el hilo más fuerte. Entonces me concentré en él, en
busca de la persona en el otro extremo de ese camino de esencia invisible.
La habitación del hotel se transformó en una oficina decorada en tonos beige. Un
hombre cuarentón estaba sentado detrás de un escritorio, equilibrando el teléfono con el
hombro, mientras tomaba una libreta.
―No, eso no es lo que acordamos ―dijo mientras garabateaba―. No me importa
lo que su abogado quiera... ¡por el amor de Dios, ya está recibiendo la mitad de mi
cheque en pensión alimenticia y manutención de los niños!
JEANIENE FROST FORO AD’ 40

Aunque todo estaba ligeramente turbio como siempre eran las imágenes
en el presente, la palabra PUTA en el bloc de notas estaba clara. No deberías haber
engañado a tu esposa en moteles cutres, pensé, soltando el enlace y trayéndome de
vuelta a la realidad.
Maximus se quedó mirándome sin parpadear.
―¿Funciona?
―Sí.
Una implacable anticipación empezó a crecer dentro de mí. Ahora podía
empezar a cazar a la persona que mató a Marty. Todavía no creía que fuera
Vlad, pero si estaba equivocada...
―Maximus, gracias por sacarme de debajo de los escombros, sanarme y
traerme aquí. Te debo mi vida. ―Hice una pausa para tomar una respiración
profunda―. Pero ahora tienes que irte.
Dos cejas doradas se elevaron.
―¿Qué?
―Si Vlad está detrás de esto, no puedo confiar en ti ―le dije sin rodeos―.
Puede que yo te guste, pero los dos sabemos que no vas a traicionar siglos de
lealtad por un capricho pasajero.
Esperaba muchas respuestas. La risa que sonaba como piedras de moler
juntas no era una de ellas.
―No me conoces tanto como piensas ―dijo, y luego me agarró la mano
derecha. Mi poder respondió, llevándome del presente hacia su pasado.
Múltiples heridas me cubrían, pero estaba jubiloso. La Ciudad Santa era una vez
más nuestra.
―¡Allah Akbar! ―gimió una voz por encima de nuestros gritos de victoria.
Tontos. Si su Dios era realmente genial, no habríamos vuelto a tomar Jerusalén.
Los supervivientes de la batalla, la mayoría mujeres y niños, nos miraban con odio
asustado.
Entonces la voz de mi primo Godfrey sonó.
―¡Hombres de Dios! Destruyan la suciedad que ha ensuciado Jerusalén. ¡Que
nadie sobreviva!
Me quedé helado. La luz del sol se reflejaba en cientos de espadas cuando los
otros soldados levantaron sus armas. A continuación, las espadas cayeron acompañadas
de gritos agudos.
―¡Obedece! ―exhortó el caballero más cercano a mí. Él no dudó cuando atacó a
los que tenía delante.
―¡Dios lo quiere! ―continuó Godfrey rugiendo mientras se unía a la
destrucción―. ¡Hay que limpiar esta ciudad!
Una forma se precipitó hacia mí. Por reflejo, lo agarré, mirando hacia abajo la
cara llena de lágrimas de un niño, con los ojos marrones muy abiertos mientras
sollozaba una petición de clemencia en su lengua nativa.
JEANIENE FROST FORO AD’ 41

De repente, se calló, la sangre brotando de su boca. El caballero a mi lado sacó su


espada chorreando de la espalda del niño.
―Tenemos órdenes ―ladró―. No te niegues. ¡Dios lo quiere!
Dejé caer el niño sin vida. Entonces, con la mandíbula apretada, levanté mi
espada y me dirigí hacia los supervivientes.
Volví de ese recuerdo horrible con rastros de electricidad disparando
desde mi mano. En algún momento, Maximus se había soltado, prudente ya
que ahora quería apuntar esas corrientes sobre él.
―Sé lo que viste ―dijo rotundamente―. Está para siempre grabado a
fuego en mis pesadillas. En aras de la lealtad, una vez seguí una orden terrible.
Después, la culpa casi me destruyó. No voy a ser ese hombre otra vez. Vlad es
implacable al proteger su línea y las bajas en la guerra suceden, pero nunca ha
asesinado a mujeres inocentes y niños. Si eso ha cambiado, también lo ha hecho
mi lealtad hacia él, pero no por tu bien. Por el mío.
Me quedé mirando a Maximus. Había esperado que tuviera un oscuro
pecado, la mayoría de la gente lo tiene, sobre todo vampiros de siglos de
antigüedad, pero no había previsto lo que me había mostrado.
―¿Cómo pudiste haber luchado en esa batalla y ser cambiado a vampiro
por Vlad? ―pregunté finalmente―. ¿No tuvieron lugar las Cruzadas cientos de
años antes de que Vlad naciera?
Sonrió con fuerza.
―Lo hicieron, pero la Caballería del Templo de Salomón tenía rituales
secretos. Uno de ellos involucraba beber sangre en lugar de vino en una
imitación de la Última Cena. Para los miembros de los ocho Templarios
Originales, como yo, la sangre no era humana, aunque no lo sabíamos.
Pensábamos que nuestra mayor fortaleza y curación acelerada venía de Dios.
―¿Fuiste engañado para beber sangre de vampiro? ―resoplé―. He estado
allí. ¿Cuándo supiste lo que era?
―Siglos más tarde, cuando me encontré con Vlad. En realidad fue un
alivio. Pensé que no podía envejecer porque Dios quería seguir castigándome
por derramar sangre inocente en su nombre.
Parte de la ira que había sentido se desvaneció. Lo que Maximus había
hecho era terrible, pero había vivido con la culpa por más tiempo de lo que
podía imaginar. No necesitaba más recriminaciones de mi parte.
―Um... bien.
Vaya respuesta trivial, pero demasiado había pasado en las últimas
horas. Me froté la cabeza, sintiendo la esencia de Vlad bajo mis dedos. Había
dejado huellas por todo mi cuerpo. Dejé caer mi mano, sin querer vincularme
accidentalmente con él. Con su lectura de mente, era una de las pocas personas
que podían decir cuando estaba siendo espiado psíquicamente. Así era como
JEANIENE FROST FORO AD’ 42

nos conocimos, y en el caso improbable de que hubiera tratado de matarme, no


estaba por hacerle saber que había fallado.
Los ojos me ardían ante la idea, pero obligué al dolor a retroceder. La
supervivencia en primer lugar, y luego los corazones rotos, me recordé con tristeza.
―Tengo que volver a la feria ―le dije a Maximus―. Y no puedes venir
conmigo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 43

Capítulo 9
―Me veo ridículo.
No me giré, sino que continué a zancadas por los restos del
estacionamiento de empleados como si perteneciera a allí. Pasamos junto a
algunos reporteros mezclados con la multitud de espectadores. La explosión
había atraído tanto a los mirones como a los desconsolados.
―Tú eres el que insistió en venir ―hablé bajo para que sólo me escuchara
él―. Por lo menos ya no pareces una reencarnación de Eric el Rojo, lo que es
llamativo, por cierto.
Una burla.
―¿Y esto no lo es?
Ahora sí que le eché un vistazo, cabello negro y espeso cubría cada
centímetro de su piel expuesta y cejas pronunciadas que había aplicado con cola
y un poco de plastilina. Teniendo en cuenta la falta de tiempo, había hecho un
buen trabajo haciéndole parecer como si tuviera hipertricosis, más comúnmente
conocida como la enfermedad del hombre lobo.
―No, en una feria no lo es.
Mi disfraz era menos dramático. Llevaba una peluca corta rubia que
hacía juego con el color de mi barba hirsuta nueva, además de cerca de dos kilos
de inserciones de gel para darme la talla doble D que la naturaleza no se había
molestado en darme. Mi cintura y las nalgas estaban acolchadas de manera
similar, completando una figura de proporciones irreconocibles. Maquillaje de
teatro cubría mi cicatriz donde la barba no lo hacía, y gafas oscuras
completaban mi look de incógnito. Bueno, de incógnito para una feria. La
mayoría de ellas tenían al menos una mujer barbuda.
Por la mirada que el policía de barriga cervecera nos echó a Maximus y a
mí, habíamos tenido éxito con la elección.
―Les dije a todos ustedes que se mantuvierais apartados ―ladró.
Levanté mis tetas falsas más arriba en sus confines encorsetados.
―Mi remolque apenas sufrió daños ―le dije, señalando la caravana que
tenía menos hollín―. ¿Por qué no puedo ir a tomar mi bolso? ¡Necesito dinero
para pagar una habitación de hotel!
―Te has dado cuenta de la gran explosión, ¿no? Una vez que terminemos
nuestro trabajo, todo el mundo puede venir por sus cosas. Hasta entonces,
alójate con un amigo. ¿No tiene Lobezno una manada a la que pueda llamar?
El oficial se volvió para irse tras su réplica mordaz, pero el gruñido de
Maximus lo detuvo. Supongo que se estaba tomando su nuevo disfraz muy en
serio.
JEANIENE FROST FORO AD’ 44

―Quieres que... ―comenzó el oficial, sólo para quedarse callado cuando


la mirada de Maximus se encendió, hipnotizándolo.
―Vamos a pasar ―dijo en voz baja y resonante.
El oficial asintió.
―Por supuesto.
Había días en que envidiaba a los vampiros. Este era uno de ellos.
―Qué bueno que viniste. No me gustaría esperar y arriesgarme a que
borren todo rastro de la esencia del asesino ―murmuré mientras Maximus y yo
nos agachábamos bajo la brillante cinta de la escena del crimen.
Incluso con el cabello falso, vi su expresión sombría.
―Yo también. ―Entonces al oficial ahora obediente le dijo―: Camina con
nosotros. Si alguien pregunta somos testigos a los que estás entrevistando.
Teniendo en cuenta todos los policías, bomberos, empleados de la
compañía de gas y demás personal apresurado, teníamos pocos minutos antes
de que nos detuvieran. Con nuestra nueva escolta, nos dirigimos al remolque
de Marty.
Incluso varias horas después de la explosión, el aire era aún espeso con
una mezcla de gas, caucho quemado y otras cosas indecibles. Me obligué a no
vomitar, pero el impulso era fuerte. También lo fue el impulso de estallar en
lágrimas cuando vi la ennegrecida cáscara hueca que nos había servido como
casa a Marty y a mí durante años. La mitad de ella se había ido, ya sea
desintegrada por el calor feroz o estallada en innumerables trozos.
Mirar la cáscara arruinada hizo que la plena realidad de la muerte de
Marty me golpeara. Una pequeña y tonta parte de mí había esperado
secretamente que hubiera sobrevivido y que no me hubiera escuchado cuando
le llamé gritando anoche. Esa esperanza se extinguió tan completamente como
su vida cuando la explosión ocurrió. La destrucción fue tan completa, que
dudaba que encontraran suficientes restos como para que lo enterrara. A pesar
de mi voluntad, un rastro húmedo y caliente se deslizó por mi mejilla.
―No ―dijo Maximus en voz baja―. Este no es el momento.
Limpié la lágrima errante y cuadré los hombros. Tenía razón. El duelo
vendría después. Ahora, tenía que averiguar quién apagó la vida de Marty. Sin
embargo, mirando alrededor, no estaba segura de por dónde empezar. ¿El gran
cráter delante de lo que solía ser el remolque de Marty? ¿Por encima de la línea
de gas?
―¿Qué has encontrado hasta ahora? ―preguntó Maximus. Me volví, pero
la pregunta no iba dirigida a mí.
―El último de los incendios fue apagado hace sólo un par de horas, así
que no mucho ―respondió el oficial con voz monótona. Sus ojos marrones
claros fijos en Maximus como si estuviera pegado―. Cinco muertos, tres más
JEANIENE FROST FORO AD’ 45

desaparecidos. La compañía de gas lo ha apagado así que estamos


comprobando las tuberías. Encontramos algo en el pozo cerca de un trozo
retorcido de tuberías…
―Enséñamelo ―interrumpió Maximus.
El oficial comenzó a caminar hacia una zona de tiendas de campaña
repleta de personas que llevaban chaquetas de ATF. Tiré de la manga de
Maximus.
―Hay demasiados ―le susurré.
―Vuelve ―dijo Maximus al oficial, que obedeció―. Obtén el objeto y
reúnete con nosotros fuera en la sección este de la barricada. No dejes que nadie
sepa lo que estás haciendo.
El agente se fue. Seguí a Maximus a la sección de la barricada donde
había menos espectadores. Después de diez minutos, el corpulento oficial
estaba de vuelta.
―Ten ―dijo, sacando una bolsa de debajo de su camisa.
Lo tomé, mis voluminosos guantes de goma disipando cualquier
preocupación sobre las huellas dactilares. Esa había sido la siguiente prioridad
después de que Maximus comprara todo lo necesario para nuestros disfraces.
Entonces levanté la bolsa, frunciendo el ceño. El celofán transparente revelaba
algunos trozos arrugados de alambre y lo que parecía ser un trozo de plástico.
―¿Eso es todo?
El agente asintió. Maximus me llevó a una cabaña solitaria a unos treinta
metros de distancia. Antes de la noche anterior, había sido un puesto de
comida. Ahora que estaba vacío, el olor áspero de humo químico sustituía al de
las palomitas de maíz, algodón de azúcar y el olor de los pasteles. Me quité el
guante derecho con un suspiro. Dejaría huellas en esta ocasión, pero no tenía
otra opción. Luego acaricié la pieza de plástico.
Lo primero que reviví fue un investigador encontrando este fragmento.
A partir de sus pensamientos, sabía que no era de plástico, sino de titanio, un
material usado a veces en la fabricación de bombas. Por debajo de eso, tenía una
mínima impresión de otra persona cavando en la oscuridad, pero el rastro era
demasiado débil. El fuego debía haber quemado la mayor parte del rastro.
―Tenías razón. No parece ser un accidente ―le dije.
―Lo sabía ―murmuró Maximus―. ¿Viste quién lo hizo?
―No.
Acaricié uno de los otros cables, decepcionada cuando las únicas
impresiones eran las de otro investigador de la escena del crimen. Luego toqué
el último alambre y el puesto de comida se desvaneció.
Silbaba mientras presionaba los cables en el plástico, entonces usé finos fórceps
quirúrgicos para trenzar los extremos alrededor del gatillo. Después de examinarlos,
cerré la carcasa sobre el dispositivo y me eché hacia atrás, quitándome la máscara.
JEANIENE FROST FORO AD’ 46

Terminado. Miré con orgullo la bomba. De lejos, mi mejor trabajo. Lástima que nadie
apreciaría su intrincado diseño, pero la mayor parte se desintegraría con la detonación.
Justo como el cliente quería.
Esa imagen se disolvió y estaba de vuelta en el puesto de comida con un
enorme vampiro disfrazado de hombre lobo. Le sonreí a Maximus con una
frialdad de la que no me había creído capaz.
―Tengo al fabricante de la bomba.
JEANIENE FROST FORO AD’ 47

Capítulo 10
Su nombre era Adrian, y tomó dos días vincularlo para descubrir dónde
vivía. Uno de los inconvenientes de la búsqueda de personas en el presente era
no estar dentro de sus cabezas. La gente no tenía su dirección tatuada en sus
antebrazos, así que determinar su ubicación no siempre era fácil. Adrian
tampoco me ayudó ese primer día. En su mayoría durmió.
A la mañana siguiente, se dirigió a un local de Starbucks, ordenó un
espresso doble, y luego leyó las noticias en su iPhone. Veinte minutos más
tarde, Maximus y yo estábamos de camino a Chicago.
Él conducía. Caballeroso o controlador, no lo sabía, y después de varias
horas, no me importaba. Me había quedado la mayor parte de la noche anterior
tratando de determinar la ubicación de Adrian. Por encima del sueño perdido,
vincular con alguien por lapsos muy largos de tiempo me drenaba. Había
estado determinada a mantenerme despierta en caso de que Maximus cambiara
de opinión acerca de compartir la conducción, pero en algún momento entre
Atlanta y Chicago, me quedé dormida.
Flotaba por encima de un pasillo blanco. Puertas de principio a fin, una ancha,
con un teclado numérico de ordenador al que una mujer de cabello rizado se sentó a un
lado, las otras tan anodinas como para ser monótonas.
Esa segunda serie de puertas se abrieron y Vlad las atravesó caminando. Su
abrigo estaba abierto, los lados revoloteando como alas oscuras. Jadeé, tratando de
desaparecer en el techo, pero él no pareció notar mi presencia. Continuó por el pasillo a
un ritmo que tenía el médico detrás de él corriendo para mantenerse al día.
La guardia de cabello rizado se levantó.
―¿Quién es usted?
―Cállate y abre esa puerta ―gruñó Vlad.
Él me había adelantado, así que no pude ver si sus ojos estaban iluminados.
Incluso si no lo estaban, la violencia apenas contenida en su voz debe haber sido
suficiente para la guardia. Marcó unos cuantos números en el teclado y la puerta ancha
se abrió.
Tan pronto como el médico lo alcanzó, Vlad lo agarró por el cuello, levantándolo
sobre sus pies.
―Ahora, muéstrame su cuerpo.
Otro gruñido que palpitaba con la promesa de la tumba. El médico asintió con la
cabeza tanto como el puño de Vlad alrededor de su cuello le permitió. Vlad lo soltó, y
una vez que se enderezó, el médico se apresuró a entrar en la habitación, con Vlad justo
detrás de él.
Sabía que debía marcharme, pero no pude dejar de flotar hacia la puerta abierta.
Antes de que la alcanzara, escuché un crujido metálico y luego la voz áspera de Vlad.
―Ahora vete.
JEANIENE FROST FORO AD’ 48

El doctor salió corriendo de la habitación, con la cabeza pasando por mis piernas
mientras su cuerpo brevemente convergía con el mío. Mi estado informe debería
haberme preocupado, sin embargo, estaba extrañamente despreocupada. Si estaba
muerta, no había nada que pudiera hacer para cambiar eso. Además, mientras no tuviera
un cuerpo real, Vlad no sabría que estaba aquí. Floté más allá de la guardia, que estaba
acurrucada detrás de su silla, murmurando algo que sonaba como una oración.
A pesar de que nadie había sido capaz de verme hasta el momento, solo me asomé
dentro de la habitación. Esta tenía varias mesas de metal, un largo fregadero con varios
sumideros, y una pared enteramente hecha de lo que parecían ser cabinas cuadradas de
acero.
Vlad estaba de pie junto a una cabina abierto en la pared. Una plancha
sosteniendo una bolsa negra de plástico sobresalía frente a él. Su cabeza estaba
inclinada, oscuro cabello ocultaba su expresión mientras abría la cremallera de la bolsa.
El fuego lo rodeó desde las manos a los hombros mientras miraba su contenido.
Entonces, muy lentamente, esas llamas se extinguieron mientras llegaba a su interior.
Ahora sabía dónde estaba. Una morgue, y aunque tenía una buena idea de lo que
había en la bolsa, tenía que estar segura. Flotaba por encima, manteniéndome cerca del
techo, y miré hacia abajo.
Mi primera sorpresa fue lo poco que contenía. Un cráneo, dos fémures, y una
columna vertebral compuesta por piezas suficientemente grandes como para que yo lo
identificara. Después de eso, sería la conjetura de alguien saber qué eran los otros añicos
carbonizados. Mi siguiente sorpresa fue ver a Vlad acariciar los huesos. Él trazó la
curva de la columna vertebral, la longitud de los fémures, y luego el cráneo, todo con un
toque tan suave que apenas los perturbó. Todavía no podía ver su rostro, pero la luz
penetrando a través de su cabello era tan intensa que casi esperaba que quemara los
huesos como dos láseres esmeraldas.
Mi mayor sorpresa fue oírlo suspirar “Leila” mientras acariciaba los huesos.
¿Pensaba que eran míos? Pero Vlad estaba en Rumania y yo supuestamente había sido
volada en pedazos en Georgia…
Espera. Vlad había hablado con la guardia y el doctor en inglés. Miré a mi
alrededor. Las señales estaban en inglés, también. ¿Había ido Vlad a Georgia, al
enterarse de mi supuesta desaparición?
Si era así, ¡me hubiera gustado saber lo que estaba sintiendo en este momento!
¿Satisfacción, si de verdad él estaba detrás de la bomba de la gasolinera? ¿O pena, si
alguien más la había plantado y pensaba que el contenido de esta bolsa era todo lo que
quedaba de mí?
Su cabeza permanecía inclinada, ocultando su expresión. ¡Mira hacia arriba,
Vlad! Rugí en silencio. Si él sonreía mientras acariciaba los restos, esto confirmaría mis
peores sospechas, pero, ¿y si el dolor estaba dibujado en su rostro en su lugar?
De repente, levantó la vista, y parecía estar mirando directamente a mí. Eso
seguía sin responder mi pregunta. Su mirada era tan brillante que su expresión era
borrosa en comparación.
JEANIENE FROST FORO AD’ 49

―Leila.
Di un salto, pero no fue Vlad, quien dijo mi nombre. Era la voz de otro
hombre, acompañada por un zarandeo fuerte. Salté en estado de alerta, la
morgue transformándose en el asiento delantero de un coche. Maximus soltó mi
hombro, frunciendo el ceño antes de volver su atención a la carretera.
― Debe haber sido un sueño. Comenzaste a temblar.
No lo dudaba. Mis manos todavía temblaban y no dejaba de mirar
alrededor del coche como si esperara que Vlad apareciera por arte de magia.
Había tenido sueños vívidos antes, pero ninguno se había sentido así de real.
Miré mis manos, aliviada de que todavía tenía mis guantes. No sólo
mantenían mi corriente dentro, también mantenían mi capacidad para
accidentalmente conectar con alguien. No que me hubiera vinculado a alguien
en mi sueño antes. Conectarse tomaba concentración, y dormir era la antítesis
de la concentración.
―Todavía estás temblando. ¿Estás bien?
―Sí ―le contesté―. No es nada. Ni siquiera recuerdo de qué trataba el
sueño.
Su ceja levantada dijo, Mentira, más elocuentemente que las palabras,
pero no insistió y yo fingí que no había mentido.
―Ahora que estás despierta, vincúlate al bombardero. Estamos a sólo
una hora de Chicago. Si él no está en casa, quiero saber a dónde fue.
Buena idea. Saqué la bolsa que había amarrado en el contenedor de
bebida y luego me quité el guante derecho. Habíamos devuelto la bolsa plástica
de evidencia al oficial menos una pieza de alambre.
Froté ese cable, pasando por alto las primeras imágenes para
concentrarme en la repetición de Adrian silbando mientras hacia la bomba. Su
impronta era tan fuerte como antes, pero cuando traté de seguirlo de regreso a
su fuente, me fui contra una pared de ladrillos de… nada.
Lo intenté de nuevo, concentrándome hasta que el sonido de tráfico se
desvaneció en suave ruido blanco. Aunque me concentré con todas mis fuerzas,
no pude encontrar nada al final de ese rastro de esencia.
―¿Todavía está en casa? ―presionó Maximus.
La frustración se mezcló con un sentimiento de aprensión.
―No lo sé. No puedo verlo. O estoy temporalmente sin energía, o…
No tenía necesidad de terminar la frase. Los labios de Maximus se
presionaron en una dura línea. Luego pisó el acelerador.
JEANIENE FROST FORO AD’ 50

Las luces parpadeantes, la cinta de la escena del crimen, y el hedor del


humo se estaban volviendo demasiado familiar. Habíamos tenido que
estacionar a más de una cuadra de distancia ya que la calle donde Adrian vivía
estaba acordonada. Aunque no podía ver los números de ninguna casa a esta
distancia, apostaría que la de Adrian era la que los bomberos todavía seguían
regando.
―Hijo de puta ―espetó Maximus.
―Quien sea que esté detrás de esto no le gusta dejar cabos sueltos
―contesté, mientras que por dentro, maldecía. Dudaba que esto se tratara de un
caso de una bomba accidentalmente detonada mientras Adrian trabajaba con
ella, aunque estaba segura de que había sido una puesta en escena para parecer
de esa manera.
Todavía teníamos una oportunidad de ver lo que realmente pasó, pero
teníamos que darnos prisa. Aunque si el asesino todavía estaba en la zona, no lo
estaría por mucho tiempo.
―Maximus, ve allí y tráeme un hueso del cuerpo.
La confusión cruzó por su rostro. Luego sonrió. Eso fue lo último que vi
antes de que se alejara a toda velocidad, recordándome a un enorme león,
cargando. Menos de un minuto después, oí un disparo y el sonido de una sirena
policial. Entonces ya estaba de regreso con un pedazo de algo chamuscado en la
mano.
―Vamos ―dijo a la vez.
Hice una mueca ante el olor de carne quemada. Si sobrevivía a todo esto,
podría volverme vegetariana. El hedor no pareció molestar a Maximus. Metió el
trozo en su abrigo y me llevó de regreso a nuestro coche mientras más sirenas
se disparaban. La policía probablemente no había visto cada detalle de lo que
acaba de suceder, pero por los sonidos, sabían lo suficiente como para
alarmarse.
Me metí en el coche, aguantando una arcada cuando el interior cerrado
hizo peor el hedor. Maximus rápidamente nos alejó a toda velocidad. Después
de unos pocos minutos, sacó el pedazo ennegrecido de su abrigo y lo soltó en
mi regazo murmurando:
―Aquí.
No pude evitarlo, grité. Él pisó el freno, haciendo que la cosa golpeara el
parabrisas con un sonido húmedo. Grité de nuevo cuando eso golpeó de nuevo
en mi regazo, manchando mis pantalones de hollín y cosas más pesadas, y
gruesas.
Él miró a su alrededor, una mano en el volante, otra sosteniendo un
enorme cuchillo de plata.
―¿Qué tiene de malo?
JEANIENE FROST FORO AD’ 51

―¿Qué tiene de malo? ―repetí, días de dolor y estrés haciendo mi voz


chillona―. Dejaste caer una parte de un cuerpo quemado sobre mí sin ni
siquiera una advertencia, ¡eso es lo que está mal!
Sus cejas se juntaron.
―Pero tú me pediste que consiguiera eso.
―¡Sé que lo hice!
Frustrada, saqué mi cabello de mi cara sólo para sentir algo viscoso. Un
vistazo a mi mano enguantada fue la gota final. Acababa de regar sustancia
viscosa ennegrecida del bombardero en mi mejilla.
Arrojé la parte del cuerpo en la dirección de Maximus y me bajé del
coche. Mis guantes viscosos fue lo próximo que salió mientras corría hacia la
acera más cercana. Luego me quité mi chaqueta, pero antes de que la tirara, la
arrugué y froté furiosamente mi mejilla. Mi camisa también tenía repugnantes
manchas en esta, así que también se fue volando, dejándome en nada más que
un sostén, pantalones vaqueros, y zapatillas de deporte. Corrí por la acera sin
ninguna idea real de lo que estaba haciendo o a dónde iba. Todo lo que sabía
era que no podía soportar estar cubierta de la sustancia viscosa, apestosa, de mi
intento de asesino, por otro segundo.
―¡Leila!
Hice caso omiso del grito, no es que importara. Maximus me atrapó en el
siguiente segundo, girándome alrededor para encararlo.
―No me toques ―le espeté, el pensamiento racional sustituido por una
mentalidad de animal herido―. ¡Lo tienes sobre ti!
Su chaqueta y su camisa estaban en el suelo antes de que yo pudiera
parpadear. A esta hora, las tiendas alrededor de nosotros estaban cerradas, pero
las farolas mostraban cada centímetro de la parte superior de su cuerpo en
crudo alivio. Al igual que Vlad, Maximus tenía muchas marcas descoloridas de
viejas cicatrices, pero a diferencia de Vlad, su pecho era suave. Sin vello crespo
oscuro, solo piel pálida y tensa, estirada sobre los músculos que ondulaban
cuando me envolvió en sus brazos. No se estremeció mientras las corrientes se
deslizaban sobre él al tocar mi carne desnuda. En su lugar me acercó más.
―Está bien ―dijo suavemente―. Estás a salvo ahora.
No me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba oír eso hasta que
lo dijo. Todo el dolor, la soledad, y la angustia de las últimas dos semanas se
sublevaron, buscando consuelo en cualquier lugar en que pudiera ser
encontrado. No sé si él inclinó la cabeza o si yo levanté la mía. Todo lo que sabía
era que me estaba besando, y por primera vez desde que toda esta terrible
prueba comenzó, no me sentía sola y rechazada.
Cuando su lengua se deslizó en mi boca, le di la bienvenida. Él me había
besado antes, meses atrás, y en ese entonces, había sentido un leve placer pero
JEANIENE FROST FORO AD’ 52

ninguna emoción real. Esta vez, estaba llena con tal dolor de soledad que
exploré su boca tan a fondo como él lo hizo con la mía. No importaba que no
fuera el hombre que yo amaba. Lo único que importaba era que él estaba aquí.
Después de unos momentos, Maximus se alejó.
―Ojala no me preocupara tanto por ti.
―¿Qué? ―pregunté sin aliento. Los vampiros pueden no necesitar
oxígeno, pero yo no podía besar así sin pagar un precio.
Sus ojos se parecían al semáforo cercano de lo verdes que estaban.
―Estás estresada, cansada y vulnerable emocionalmente. No voy a tomar
ventaja de eso, pero si me preocupara menos por ti, Leila… ―Su voz se
profundizó―… estaríamos en el callejón más cercano con tus piernas envueltas
alrededor de mi cintura justo ahora.
El calor debería haber aumentado ante esa imagen explícita. En su lugar,
un cubo de hielo de vergüenza se apoderó de mí. ¿Qué estaba haciendo? A
pesar de mis acciones, no quería empezar nada con Maximus. Quería encontrar
al asesino de Marty, quien esperaba que no llegara a ser Vlad, asesinar a esa
persona, y luego llorar por mi mejor amigo mientras ponía mi vida de nuevo en
orden. Involucrarme con el hombre que era la mano derecha de mi ex no estaba
en ninguna parte de mi lista.
Maximus debió haber sentido el cambio porque me dejó ir, su mirada de
regreso del esmeralda brillante al gris ahumado.
―Exactamente mi punto ―dijo él, la sequedad grabada en cada palabra.
Crucé los brazos sobre mi pecho, deseando no haber tirado mi chaqueta
y la camiseta.
―Lo siento. No era mi intención, ah…
―Ahórratelo ―interrumpió secamente. Entonces su voz se suavizó―.
Entiendo. Necesitabas sentir algo bueno en medio de todo desmoronándose a
tu alrededor, incluso si era sólo por un momento. Los humanos no tienen un
monopolio sobre eso, Leila. Los vampiros lo necesitan a veces, también.
Luego él recogió su camisa y abrigo descartados, dándome una simple y
dura mirada antes de darse la vuelta.
―Pero en este momento, tenemos que volver al coche y entonces tú tienes
que averiguar quién mató al que hizo la bomba.
JEANIENE FROST FORO AD’ 53

Capítulo 11
No tomó mucho tiempo encontrar las imágenes que buscaba. Aunque
nada estaba más densamente lleno de recuerdos que los huesos de una persona,
la muerte no es un espectáculo para todos. Lástima que las imágenes
funcionaban como clips de películas dentro de un rollo de película en vez de
estar yo misma dentro de la cabeza de Adrian cuando su asesino llamó.
―¿Quién es? ―replicó Adrian al llamado, como si no estuviera mirando hacia el
otro lado de la puerta por una cámara de seguridad.
―No estés aburrido, querido ―fue la réplica que recibió. Mis cejas se levantaron.
El asesino de Adrian era una mujer. Ella no tenía un acento mucho más bonito que su
discurso, pero dudaba que su nacionalidad fuera americana.
Adrian minimizó la pantalla antes de abrir la puerta. La mujer entró, usando
anteojos oscuros y un pañuelo alrededor de su cabeza. Para empeorar las cosas, lo que
podía ver de su rostro estaba borroso. Qué momento para mi visión psíquica de necesitar
un descanso.
―Siéntete como en tu casa ―Adrian arrastró las palabras, cerrando la puerta
tras ella―. ¿Tienes sed?
―Por supuesto ―ronroneó ella. Ese tono me hubiera gritado, ¡Peligro! Pero
Adrian parecía no notarlo.
―¿Qué sería? ―le preguntó.
―Cuando haya acabado, tu sangre ―le respondió amablemente.
Él se dio vuelta, sorprendido, y se congeló cuando ella se quitó los anteojos.
Aunque su rostro era aún borroso, el inhumano resplandor de sus ojos llegó a
través de la claridad. Casi podía ver la voluntad de Adrian siendo robada bajo esa
hipnótica mirada. Si no hubiera hecho una bomba para matar a mi mejor amigo, me
hubiera apiadado de él.
―Vas a borrar todo registro de nuestros negocios, desde las transacciones
bancarias a la cámara de vigilancia de tu puerta ―dijo la mujer.
¡No!, pensé, pero por supuesto eso no cambió las acciones de Adrian. Él fue a su
computadora, arrancando un montón de archivos y luego metódicamente los borraba.
Incluso borró las copias de seguridad y también los respaldos fantasmas, muy a mi
pesar.
―Está hecho ―dijo inexpresivamente una vez que había terminado.
La mujer se quitó el pañuelo. Cogí un flash de su rico y oscuro cabello antes de
que todo se volviese confuso otra vez.
―Hora de tomar ese trago, querido.
Entonces tiró de la cabeza de Adrian a un lado y mordió su cuello. Cuando
murió, la visión se terminó, mi frustración creció.
Ni una vez conseguí un buen vistazo de su cara.
JEANIENE FROST FORO AD’ 54

―uno sesenta y cuatro, sesenta kilos, cabello negro y un ligero acento que
podría ser gales, inglés, escocés o irlandés.
Maximus frunció el ceño.
―¿Eso es todo lo que tienes? ¿Una vampiresa que podría ser del Reino
Unido?
Sabía cuán inútil era esa información.
―Voy a tratar de vincularme con ella otra vez, a ver si funciona mejor
esta vez.
A pesar de mi disgusto, por segunda vez froté la pieza quemada que
Maximus había arrancado del cuerpo quemado de Adrian. Destellos de luces
seguidos de una sensación de balanceo, pero cuando me concentre aún más,
esas imágenes se desvanecieron y empecé a sentirme mareada.
―¿Leila? ¿Estás bien?
―Bien. Solo un poco mareada ―murmuré, intentando otra vez. Después
de un momento, tuve una visión de una mujer que llevaba la misma ropa que la
asesina de Adrian, pero eso y el grueso trozo de cabello coloreado de nuez eran
el único medio por el cual podía estar segura que era ella. Sus rasgos eran
completamente indistinguibles. La pequeña y azul habitación se sacudió, lo cual
era extraño. Entonces toda mi atención se centró en lo que ella estaba diciendo.
―… no, no fue demasiado arriesgado… me encargué de eso, querido.
Está muerto, poniendo fin a cualquier posibilidad de que esto pueda ligarnos a
nosotros.
Por como hablaba, debía estar al teléfono. Me quedé mirando el punto
borroso que era su cara, concentrándome, pero en vez de mejorarlo, causó una
peor confusión.
―Estas exagerando ―continuó―. Incluso si hubiera sospechas, no
conducirían a ninguna parte. Independiente que ella le hubiera servido estando
viva, es menos peligrosa para nosotras muerta…
Traté de concentrarme más en ella, pero entonces mi mareo volvió con
una venganza. Me zumbaron los oídos también, y sentí algo húmedo goteando
de ellos.
Maximus maldijo. Entonces el auto se volvió tan fuertemente que coleó,
añadiendo el estrellarse a mi lista de preocupaciones. Sin embargo no era capaz
de expresar una queja, y ahora lo único que veía eran grandes manchas negras.
Eso no puede ser bueno, pensé, justo antes de que algo duro me golpeara la frente.
JEANIENE FROST FORO AD’ 55

Tuve unos minutos de feliz nada hasta que me di cuenta que me estaba
ahogando en un líquido sabor cobrizo. Traté de escupir, pero una mano me
tapo la boca.
―¡Traga, maldita sea!
Dejarlo no era una opción, lo hice, realizando una mueca cuando
reconocí el sabor. Sangre de vampiro. Puré de monedas de un centavo hubiera
sido menos repugnante. Abrí los ojos para encontrar a Maximus inclinado sobre
mí. Mi cinturón de seguridad estaba fuera y mi asiento estaba completamente
reclinado. Al menos se había detenido por completo antes de ignorar la
carretera.
―Asqueroso ―dije una vez que finalmente dejo caer su mano.
Él no pareció ofendido tanto como aliviado. Ahí fue cuando noté que
ambas manos estaban manchadas de rojo, como también el frente de su camisa.
No todo esto podía ser de Maximus forzándome a beber su sangre. Toda esa
falta de pulso debe significar que los vampiros no sangran mucho cuando son
cortados. Añadiendo que el volante había sido arrancado, yo me había perdido
algo grande.
―¿Que sucedió?
Arrojó el volante a la parte posterior antes de volver al asiento del
conductor.
―Comenzaste a sangrar por los ojos, oídos y nariz. Entonces tu corazón
se detuvo. Tuve que hacer RCP2 y darte sangre hasta traerte de vuelta.
Oyendo como estuve tan cerca de morir debió aterrorizarme, pero todo
lo que pude murmurar fue un cansado:
―Este día apesta.
La expresión de incredulidad de Maximus me dio ganas de reír, una aún
más irracional respuesta, pero, ¿qué se supone que debía hacer? No podía llorar
porque eso no arreglaría nada y tampoco teníamos el tiempo para que me
meciera mientras me recuperaba, que era la única otra cosa que me parecía
atractiva.
―Debo estar usando mucho poder en lapsos muy cortos ―dije―, además,
ya no soy a prueba de fuego, pero los restos del aura de Vlad podrían estar
jugando con mi sistema. Entre los dos, debería haber adivinado que mi cuerpo
no podría manejarlo.
Maximus aún me miraba como si no pudiera creer mi indiferencia acerca
de mi casi muerte. Lo ignoré, dirigiendo mi atención a cuestiones más
importantes.
―¿Que sucedió con el volante?
―Estaba en mi camino cuando necesitabas ayuda ―fue su respuesta.

2 RCP: Reanimación Cardiopulmonar.


JEANIENE FROST FORO AD’ 56

―Bien. ―Forcé una sonrisa que debió estar demasiado ladeada―. Gracias.
Es una lástima que debamos conseguir otro auto ahora.
Sus dientes destellaron en una sonrisa sin sentido del humor.
―Ese es el último de nuestros problemas.
Genial.
―¿Cuál es el peor de ellos?
Maximus sacó su celular y lo movió hacia mí. No sonó pero la pantalla se
ilumino, mostrando una llamada.
―Esta es la tercera vez que Vlad trata de ubicarme. Debo contestar o
sospechará.
―¡No lo…!
Maximus alzó un dedo.
―Ni siquiera respires fuerte ―murmuró antes de contestar el teléfono con
un breve―: ¿Sí?
Me congelé cuando oí la voz de Vlad, esa familiar, cadencia culta me
afecto bastante por unos pocos momentos, no respiré.
―Maximus ―dijo mi ex fríamente―. ¿Interrumpo algo?
Unos ahumados ojos grises se clavaron en los míos mientras Maximus
respondió:
―No, ¿por qué? ―En tono tan casual que parpadeé. Buen mentiroso, anoté
para futuras referencias.
―Porque esta es mi tercera llamada. ―Fue la implacable replica de Vlad.
Supuse que era demasiado tarde para no considerarlo un sospechoso.
―Dejé mi celular en el auto mientras encontraba a alguien para comer
―dijo Maximus con soltura―. ¿Está todo bien?
Incluso si no estuviera a unos centímetros de distancia en un espacio
cerrado… aun así habría oído el latigazo de respuesta de Vlad.
―No, todo está mal. ¿Cuándo fue la última vez que viste a Leila?
No pude evitarlo, ahogué un audible respiro. Maximus me miró con el
ceño fruncido antes de responder:
―La semana pasada, cuando la dejé en el remolque de Marty en Atlanta.
No hubo nada de Vlad por un tiempo, me pregunté si estaba hablando
en voz demasiada baja para un oyente no vampiro. Entonces Maximus
preguntó:
―¿Estas aún ahí? ―Disipando esa idea.
―Sí.
Una palabra, forzosamente dura que me estremecí. Algo tenía a Vlad
furioso. Deseaba agarrar el teléfono y demandar saber si había tratado de
matarme, pero por supuesto, no lo hice. Espere, respirando tan superficialmente
como podía a pesar de mi acelerado corazón.
JEANIENE FROST FORO AD’ 57

―¿Por qué preguntas por Leila? ―probó Maximus, aun haciendo un gran
trabajo de sondeo y engaño.
Otro silencio incómodo. Entonces Vlad respondió:
―Está muerta. ―En un tono tan casual que lagrimas brotaron de mis ojos.
Incluso si él no lo hubiera ordenado, no le importaba. Oír la apatía en su voz me
cortó en lugares que ni siquiera sabía que tenía.
Debí hacer algún sonido porque Maximus frunció el ceño mientras
mantenía el dedo en los labios en la orden universal de silencio. Entonces dijo:
―¿Qué? ¿Ahora? ―Con tan creíble impresión que mentalmente lo eleve
de Buen Mentiroso a uno Fantástico.
―Una instalación de gas cerca del tráiler de Marty. Me han dicho que
murieron dos instantáneamente en la explosión. Me voy a América esta noche
para regresar los restos de Leila a su familia.
¡Oh mierda! En medio de todo, había olvidado que Gretchen y mi padre
también creerían que había muerto. Comencé una mímica a Maximus para
detener a Vlad, pero él puso una mano sobre mi boca, apretándola cuando
gruñí.
―Eso es terrible ―dijo, bajando la ventanilla del auto con su otra mano. El
ruido del tráfico pronto se fusiono con mis gruñidos, amortiguándolos. Si no
me hubiera salvado la vida dos veces en la pasada semana, me habría quitado
los guantes y le habría dado energía suficiente para hacerlo brillar, pero todo lo
que hice fue pincharlo.
Bueno, eso y lo mordí. Se lo merecía.
―Sí, trágico ―dijo Vlad, sonando aburrido esta vez―. Encuéntrame en
Atlanta mañana. Vamos a volar a donde Gretchen.
―Eso podría ser difícil ―replicó Maximus, mostrándome sus colmillos
mientras yo seguía mordiendo la parte carnosa de su mano. Lo tomé como un
“Sigue mordiendo y te muerdo de vuelta”, así que lo dejé después de un furioso
final.
La frialdad volvió a la voz de Vlad.
―¿Por qué?
―Te dije que estaría revisando a alguna de mi gente mientras estuviera
en Estados Unidos. Al parecer un par de los más jóvenes se han aficionado a la
alimentación abierta. Tengo que tratar con eso, por supuesto.
―Por supuesto ―Vlad casi ronroneo―. Si no castigas su desobediencia
ahora, ¿quién sabe qué traiciones causen en tu contra en el futuro, no?
Por como las fracciones de Maximus se endurecieron, también pensó que
esos comentarios eran más una advertencia que una instrucción.
―Entrega mis condolencias a la familia de Leila ―dijo, modulándome no
hagas ningún sonido.
JEANIENE FROST FORO AD’ 58

Ya que su mano aún estaba sobre mi boca, no podía, pero mi mirada


prometió que no habíamos terminado con esto.
―Lo haré ―contesto Vlad.
Entonces colgó. Los vampiros no eran aficionados a decir adiós, como
aprendí hace algunos años viviendo con Marty. Una vez que hizo una doble
comprobación de que la llamada realmente había terminado, Maximus retiro su
mano de mi boca.
―No podemos dejar que mi familia crea que he muerto ―fueron mis
primeras palabras―. Es demasiado cruel.
―¿Qué es más importante? ¿Su seguridad, o su tristeza temporal?
―replicó, clavándome con una dura mirada.
―¿Seguridad? ¡Ellos no tienen nada que ver con esto!
―Aún no ―contesto sin piedad―. Pero lo estarán, si revelas que estas
viva. ¿Crees que pueden engañar a Vlad? Un solo respiro y sabrá que solo fingen
dolor.
A pesar de su lógica, estaba rota. Mi papá era fuerte, pero no sabía
cuánto podría tolerar Gretchen. Ella aún tenía cicatrices emocionales por
haberme encontrado después de mi fallido suicidio una década atrás cuando
mis nuevas habilidades estaban a punto de romperme.
―Aún no creo que Vlad esté detrás de la bomba. Puede que no le importe
que esté muerta, pero si nos apoyamos en su orgullo, él será un infierno de
aliado mientras buscamos a la persona responsable.
La mirada que Maximus me dio era molesta y compasiva.
―También sería un peor enemigo si te equivocas, y entonces, ¿qué crees
que le pasara a tu familia?
Golpeé mi puño contra el asiento del auto. Si, lo sabía. Vlad los usaría en
mi contra. Incluso si no estaba detrás de esto, el real asesino lo haría, si se
filtraba que aún estaba viva. La mejor manera de proteger a mi familia era
dejándolos creer que estaba muerta y esperar que algún día me perdonaran por
el engaño.
Suspiré.
―Ellos van a odiarme por esto.
―Pero estarán vivos para odiarte ―señaló Maximus, y eso es lo más
importante.
Le lancé una sombría mirada cuando noté algo más.
―Incluso si Vlad no es el responsable, ¿que vas a hacer cuando descubra
que le has mentido todo este tiempo?
Por la cerrada expresión de Maximus, él ya había pensado en eso.
―Tendré que convencerlo de que no me mate ―dijo, su voz tan expresiva
como si estuviera hablando de un juego.
JEANIENE FROST FORO AD’ 59

Cerré mis ojos, golpeada por una repentina e irracional urgencia de


rezar. Eso era más fácil de decir que de hacer, y ambos lo sabíamos.
JEANIENE FROST FORO AD’ 60

Capítulo 12
Los ojos verdes de Maximus hipnotizaron a un motorista que pasaba
para llevarnos a un Motel 63 en la frontera con Indiana. Una vez allí, me forcé a
comer la comida para llevar que Maximus me había conseguido aunque viajar
con parte de un cuerpo había matado mi apetito. Después me duché antes de
caer rendida en la segunda cama libre.
A pesar de haber dormido pocas horas los últimos dos días, estaba
completamente despierta, Maximus, por otra parte, pareció caer dormido tan
pronto como su cabeza tocó la almohada.
Eché un vistazo a la bolsa de plástico en la mesa entre nosotros. Al
menos el olor de la crujiente... lo que fuera que contenía de Adrian. No podía
arriesgarme a usarlo de enlace a la mujer vampiro de nuevo durante unos días.
Necesitaba dosis regulares de sangre de vampiro para continuar viva incluso
cuando no estaba sobre utilizando mis habilidades, o haciendo frente a las
persistentes secuelas de un aura piroquinética integrada en mí.
De nuevo, me encontré envidiando a los vampiros, esta vez por su
curación instantánea. Si no fuera humana, podría empezar a rastrear al asesino
de Adrian ahora en lugar de dentro unos días. Estar limitada por mi frágil
mortalidad era frustrante, pero había rechazado mi oportunidad de cambiar de
bando. Con Marty muerto y la ruptura con Vlad, no había otro vampiro en el
que confiara lo suficiente para ser mi "maestro". Vlad había estado en lo cierto
sobre que era un vínculo inquebrantable. Dudaba sentirme lo suficientemente
cerca a otro vampiro para querer esa conexión permanente con él.
Aun así, el descanso, alimentación regular y sangre de vampiro debería
recuperarme lo suficiente para rastrear a quien quería matarme sin arriesgarme
a otra hemorragia o ataque cardíaco. Incluso si abandonaban, yo lo intentaría de
nuevo en unos días. La cara bonita del vampiro moreno cruzó por mi mente,
trayendo una nueva clase de determinación. Marty y Dawn merecían ser
vengados y mi familia merecía estar a salvo. Parar a esa mujer, y quien fuera
que la enviara, valía el riesgo.
Flotaba en un avión privado de lujo, sabiendo enseguida dónde estaba, en el
avión de Vlad. Él estaba sólo a unos metros, llevaba un abrigo gris marengo sobre
pantalón y camiseta negros. Era el mismo traje con el que lo imaginaría en la morgue,
pero no estaba amenazando a nadie ahora. Sus ojos estaban cerrados, el cabello cayendo
sobre sus hombros hasta mezclarse con su ropa oscura.

3 Motel 6: Es una de las mayores cadenas de moteles, con más de 850 locales en Estados Unidos
y Canadá, operados por Accor Hotels.
JEANIENE FROST FORO AD’ 61

Tenía que ser otro sueño. Ya que nada de esto era real, podía hacer lo que
secretamente había deseado estas dos últimas semanas. Floté sobre Vlad y descendí hasta
estar a su lado, extendiendo la mano para acariciar su rostro.
No sentí la barba en su mandíbula. En cambio, mi mano desapareció a través de
su cara. Aun así, tocarlo respondía a una necesidad que me había desgarrado noche y día
desde que le dejé. Incluso aunque todo se había ido al infierno y Vlad podría ser la
persona de la que estaba huyendo, no pude evitar tocar su mejilla, sus cejas y finalmente
sus labios. Una parte de mí lo odiaba por su trato cruel, pero el resto todavía lo
extrañaba tanto que dolía.
―Veo que tus poderes han vuelto, Leila.
Me aparté, huyendo hacia el otro lado del avión. Los ojos de Vlad todavía estaban
cerrados, pero la curvatura sardónica de su boca me dijo que no había imaginado las
palabras.
―Esto es sólo un sueño ―declaré, más para mí que para él―. Y estamos en tu
avión porque le dijiste a Maximus que estabas volando a América, así que mi
subconsciente usó ese detalle.
¿Ves? Nada de qué preocuparte, me tranquilicé. Lástima que no se callara para
que pudiera disponer de unos momentos más de solaz. Fíjate que ni en un sueño, Vlad
podía ser cooperador.
―Estás con Maximus. ―Una afirmación, no una pregunta.
Me encogí de hombros aunque él no podía verlo.
―Eso no es asunto tuyo.
Aparecieron llamas, ascendiendo desde sus manos hasta sus brazos.
―Oh, pero lo es.
Entonces sus ojos se abrieron y se sentó, mirando alrededor como si quisiera
adivinar mi ubicación. Agité la mano hacia los lados, agradecida cuando no miró en mi
dirección. Vlad siempre parecía saber dónde estaba antes cuando le espiaba, otra prueba
de que nada de esto era real.
―Dejó de ser asunto tuyo cuando te alejaste sin siquiera mirar atrás ―dije,
disfrutando la oportunidad de descargar algo de dolor. ¡Gracias, subconsciente!
―¿Me alejé? ―Su resoplido se las apañó para ser al mismo tiempo despectivo y
elegante―. Te ofrecí todo y lo despreciaste. He tenido enemigos menos despiadados en su
trato.
Lo tomé de los hombros pero mis manos le atravesaron. ¡Demasiado para meter
algo de sentido en él!
―¿Yo despiadada? Todo lo que quería era que me amaras, pero según tú, ESO
era pedir demasiado.
Las llamas se apagaron. Bien. No quería soñar con él explotando
accidentalmente su avión.
―Palabras. ―Su tono era afilado―. Compartí mi casa, mi cama y mi sangre
contigo, te ofrecí un lugar en mi vida para siempre. ¿Qué son las palabras comparado
con eso?
JEANIENE FROST FORO AD’ 62

Suspiré, mi ira disipándose tan rápidamente como lo habían hecho las llamas.
―Oh, Vlad, si creyeras eso, me habrías dicho lo que quería oír sólo para
apaciguarme. No lo hiciste, lo que prueba que decir “Te amo” significa más para ti que
todo lo demás.
Sus cejas se unieron como nubes de tormenta.
―Suficiente de esto. Dime dónde estás.
Casi digo, "South Bend, Indiana" porque, ¿qué peligro había en decírselo al Vlad
de los Sueños? Entonces me paré. ¿Por qué iba a satisfacer al Vlad de los Sueños,
tampoco?
―Estoy en la esquina de No es Asunto Tuyo y Jódete.
Su puño se cerró bruscamente, golpeando el reposabrazos.
―No me pongas a prueba. Sabes que la explosión de la tubería de gas no fue un
accidente.
―Y también sé quién podría haber estado detrás de eso ―repliqué con maldad
aunque no lo creía.
Sus puños se abrieron y cerraron. Si esto no fuera un sueño, juraría que olía a
humo.
―No puedes creer que fuera yo.
Otro encogimiento de hombros que no podía ver.
―Maximus dice que tu orgullo podría haber provocado una pequeña venganza
por dejarte.
Un ruido escapó de Vlad demasiado visceral para ser llamado gruñido.
―Ha firmado su propia sentencia de muerte dos veces, entonces.
Incluso imaginariamente, no se podía razonar con él.
―Necesito despertarme. Este sueño apesta.
―¿Estás dormida? ¿Por eso tu voz es débil y no puedo agarrar la mayoría de tus
pensamientos?
Las alarmas empezaron a sonar. Mejor que esto fuera mi subconsciente siendo
MUY creativo.
Debió tomar mi silencio como un sí. Vlad sonrió, de una expresión aprensiva a
una de exasperante satisfacción.
―No contactas conmigo cuando estás despierta, pero me alcanzas en tus sueños.
Eso debería decirte en quien confías en realidad.
Comencé a pellizcar mi brazo. Fuerte. Sueño o no, era demasiado molesto seguir
hablando con él.
―Piensa en esto cuando te despiertes ―continuó, miel de acero goteando en cada
palabra―. Maximus siempre te ha deseado. Desde la explosión, te ha hecho creer que es
tu salvador y que no puedes confiar en nadie más. ¿Una feliz coincidencia?
¡Despierta, despierta!, canté mentalmente. En voz alta, dije:
―Maximus no me haría daño, como tú has estado haciendo incluso cuando no
era tu intención.
JEANIENE FROST FORO AD’ 63

La sonrisa de Vlad se desvaneció, aunque sus labios se echaron hacia atrás,


revelando los colmillos más largos que había visto nunca.
―Voy por ti, Leila. Si te preocupas por Maximus, entonces le dejarás y
contactarás conmigo con tu ubicación. Eso le dará una oportunidad de correr. De otro
modo, me verás matarle cuando te alcance.
¡No te atreverías!, tembló en mis labios, pero no lo dije en voz alta porque sabía
muy bien que lo hacía.
―No sé por qué alguna vez pensé que te quería ―fue lo que solté en su lugar,
miedo y rabia haciendo mi tono brutal.
Algo relució a través de la cara de Vlad que, en otro hombre, se le habría llamado
dolor. Pero eso era imposible. Incluso en un sueño, a Vlad yo no le importaba suficiente
para herirle.
Eso resultó cierto cuando su expresión se endureció otra vez.
―Te veré pronto ―dijo, asintiendo como despedida.
Una oleada de furia me sentó de un golpe en la cama. Mi abrupto
movimiento sobresaltó a Maximus, que se despertó mucho más alerta. Todavía
estaba procesando el hecho de que mi sueño había acabado cuando él estaba
justo delante de mí, grandes manos enmarcando mi cara.
―Otra vez no ―murmuró, cortando su muñeca con un colmillo.
―Para ―protesté cuando sostuvo su muñeca sangrante contra mi boca,
pero eso y apretar su brazo no supuso ninguna diferencia.
―Traga ―dijo con severidad.
Lo hice, maldiciendo a los vampiros y su prepotencia todo el tiempo.
Cuando finalmente retiró su muñeca, le empujé, pero tuvo tanto efecto como
una mosca intentando tirar un muro de ladrillos.
―¿Qué demonios? ―espeté.
Rozó mi nariz antes de mostrarme su dedo rojo.
―Empezaste a sangrar, no iba a esperar a ver si tu corazón se paraba de
nuevo, también.
¿Otro sangrado de nariz? Pero no había estado usando mis poderes...
Bajé la mirada. Síp, los guantes estaban todavía puestos, además de que
era completamente imposible conectar con alguien mientras dormía. Aun así,
las coincidencias se acumulaban.
―Llama a Vlad ―dije, presa de un impulso casi desesperado por probar
que estaba equivocada.
Sus cejas se elevaron.
―¿Por qué?
―Para ver si él ―amenaza tu vida, te dice que me ponga al teléfono, algo así―,
suena raro ―acabé sin convicción.
Maximus se quedó mirándome, el escepticismo escrito en toda su cara.
―Es importante ―le dije, agarrando su brazo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 64

Después de otra mirada penetrante, se acercó a donde había tirado su


abrigo y sacó su móvil.
―Vlad ―dijo después de una breve pausa―. Lo siento, debo haber
marcado involuntariamente el último número que me llamó...
Esperé reteniendo el aliento, esperando oír mi nombre en medio de una
explosión de amenazas. Pero aunque podía distinguir la voz de Vlad en la otra
línea, hablaba demasiado baja para que las palabras fueran claras. Después de
un minuto, Maximus colgó y se encogió de hombros.
―Sonaba bien.
Dejé escapar el aliento en un suspiro que parecía venir de mi alma. ¡Sólo
un sueño!, trompeteaba en mi mente. No importa cómo me sentía o mi sangrado
nasal espontáneo, si hubiera sido real, Vlad se habría revuelto contra Maximus
tan pronto como oyó su voz...
Me quedé inmóvil, con las garras de la duda deslizándose por mi
columna. ¿Lo habría hecho? Vlad dijo que me apartara de Maximus y luego le
contactara. Si Maximus supiera que la mentira sobre mi supuesta muerte se
había descubierto, no me dejaría fuera de su vista el tiempo suficiente para que
hiciera eso. Vlad también insinuó que Maximus podría estar detrás de la bomba
de la tubería de gas. Sí creía eso, ¿arriesgaría la ventaja que le daba mi habilidad
de contactar con él en sueños?
No. Vlad era astuto hasta el punto de ser un sociópata. Nunca revelaría
esa ventaja hasta que fuera demasiado tarde.
Naturalmente, había otra posibilidad. Vlad podría no revelar que había
contactado con él en sueños sólo para fastidiarme.
―¿Vas a decirme por qué acabo de hacer una llamada de mentira a mi
maestro?
La voz irónica de Maximus pasó a través de mis reflexiones. Incluso
aunque no creía las insinuaciones que el Vlad de los Sueños había lanzado,
persistentes dudas me impidieron contestar con la verdad.
―Yo, um, tuve un sueño en el que su avión se estrellaba ―dije,
intentando mantener su mirada a pesar de la sensación de tener "¡Mentirosa!"
escrito en luces de neón en mi frente.
Un gruñido.
―Tienes que superarle. Te volverás loca si no lo haces.
¿Volverme loca?, pensé con tristeza. Todas las señales indicaban que ya lo
estaba.
JEANIENE FROST FORO AD’ 65

Capítulo 13
El sudor humedecía mi ropa y mis músculos gritaban, pero continué
elevando y bajando mis piernas con un ritmo suave y controlado. Ciento treinta
y nueve... ciento cuarenta...
―Tienes que parar. Esto no es sano.
Los brazos de Maximus estaban cruzados, sus guapos rasgos fruncidos
en una mueca. Le ignoré y seguí levantando las piernas.
Unas manos frías se cerraron alrededor de mis tobillos, impidiéndome
seguir con mi siguiente serie de elevaciones.
―Lo digo en serio, Leila. Para.
Le miré fijamente.
―Suéltame.
Su agarre sólo se estrechó.
―No hasta que me digas lo que has comido los últimos días.
Solté algo mitad risa mitad jadeo por el esfuerzo.
―¿Debería comenzar con mi mejor amigo volado en pedazos o saltar a la
parte donde piensas que su asesino podría ser mi ex-novio?
¿O incluso quizás tú?, añadió mi desagradable voz interior.
Traté de ignorar esa voz, pero se estaba haciendo más fuerte. Maximus
decía que no sabía lo de mi resistencia al fuego, pero podría haberlo oído
cuando estaba viviendo con Vlad. Me había ayudado a encontrar el que puso la
bomba, pero, ¿y si fue porque sabía que Adrian ya estaría muerto? Desde
entonces, había sido inflexible en que siguiera buscando a la vampiresa, citando
preocupación por mi salud. Pero, ¿y si el ataque al corazón nunca sucedió? ¿Y si
la única consecuencia de abusar de mis poderes era una hemorragia nasal?
―Algo más te está molestando ―dijo Maximus, soltando mis tobillos. Me
senté y cuidadosamente elegí mis palabras.
―El ejercicio me ayuda a mantenerme fuerte y lo necesitaré para
vincularme mañana a la vampiresa. Ya he esperado suficiente.
Maximus gruñó.
―Algunos días me recuerdas a Vlad.
―¿Qué quieres decir? ―pregunté bruscamente.
―Tu obsesión con la venganza. Lo próximo que querrás será estacarle un
palo una vez que la encuentres.
La idea era atractiva, pero...
―No es sólo venganza. Mi familia va a tener dianas en la espalda tan
pronto como los asesinos descubran que estoy viva. ―Luego cambié de
táctica―. Además, sigo teniendo pesadillas donde Vlad nos encuentra. El
ejercicio me ayuda a dormir sin tenerlas.
JEANIENE FROST FORO AD’ 66

Todo verdad. Me permití una noche tranquila ayer y me arrepentí


cuando el Vlad de los Sueños me dijo que se estaba acercando a mí. No era real,
pero me desperté con una hemorragia nasal y una sensación de premonición
igualmente, los cuales escondí de Maximus.
Su mirada gris se tiñó de verde.
―Hay otras maneras de cansarte antes de dormir.
Esta fue la primera vez desde nuestro beso que me había hecho una
insinuación; bastante caballeroso teniendo en cuenta que habíamos estado
encerrados en la misma habitación durante los últimos tres días. Estaba a punto
de rechazarlo suavemente cuando esa voz interior rugió a la superficie.
¡Esta es tu oportunidad! Quítate los guantes y tócale. Si la esencia de la morena
está en algún sitio de él, es que es culpable como el infierno.
Me quedé quieta. ¿Podría ser tan cruel?
Estás nadando con tiburones, espetó esa voz despiadada. O te crecen los
dientes o te comen.
La mirada de Maximus se hizo más brillante. Poco sabía por qué estaba
considerando su oferta. La culpa competía con el frío sentido práctico. Maximus
sólo había sido amable conmigo, pero, ¿cómo de bien le conocía? Además, Vlad
le había conocido durante siglos, y aun así Maximus estaba actuando a sus
espaldas ahora.
El rostro de Marty destelló en mi mente, seguido por el de mi padre y el
de Gretchen. Alguien había asesinado a mi mejor amigo y le haría daño a mi
familia para obligarme a salir. No podía permitirme ser ingenua y confiar
cuando por el contrario podía asegurarme.
Muy despacio, me quité los guantes. Los ojos de Maximus se hicieron
más brillantes, bañando la habitación en un suave resplandor esmeralda. Luego
se acercó y se arrodilló, cada movimiento deliberado, como si algo de repente
me pudiera sobresaltar.
Y podría. Mi corazón latía tan rápido que me hizo marearme un poco.
Estaba a punto de jugar una versión sensual de la Ruleta Rusa con un vampiro
de casi mil años y dos metros de altura en cuclillas delante de mí. Había una
línea muy fina entre la supervivencia y la imprudencia, y en este momento, no
estaba segura de en qué lado caían mis acciones.
Maximus se acercó con andar lento y leonino. Cuando estaba a sólo unos
centímetros de distancia, inhaló y frunció el ceño.
―¿Qué pasa?
Malditos los vampiros y su habilidad para descifrar emociones por el
aroma. Miré mis manos y de nuevo a él. Las mentiras eran más convincentes
cuando se salpicaban de verdad.
JEANIENE FROST FORO AD’ 67

―No quiero hacerte daño, pero no quiero ponerme los guantes de nuevo.
―Me tragué un nudo que no era por completo por el nerviosismo―. Yo... quiero
tocarte.
Un gruñido bajo envió escalofríos sexys por mi columna vertebral. Antes
de volver a respirar, ya estaba en sus brazos. Me besó con una intensidad que
brevemente me hizo olvidar mi objetivo. Entonces me puso en su regazo,
colocándome hasta que estuve a horcajadas.
Un bulto grande sobresalía entre mis muslos. Agarró mis caderas y me
apretó contra él, esa dura longitud frotando mi punto más sensible. Me quedé
sin aliento, pero con un toque de desesperación. Se sentía bien, pero también...
sin sentido.
Con claridad repentina, comprendí la diferencia entre la lujuria y hacer el
amor. Si yo tuviera sexo con Maximus, disfrutaría de la misma manera que
disfrutaba la comida china... con la certeza de que muy pronto, me sentiría
vacía otra vez.
¡Maldito Vlad! Incluso en los brazos de otro hombre, el recuerdo de ese
vampiro duro de corazón me atormentaba. Aparté la boca.
―Maximus, para.
Sus manos se detuvieron, pero le dio a mi cuello un largo y hambriento
lametón.
―¿Qué pasa?
Para empezar, no eres el hombre del que todavía estoy enamorada. Además de
eso, no estoy segura de que pueda confiar en ti.
―Yo... es demasiado pronto.
Bajé la cabeza mientras decía las palabras, dejando que mis dedos
jugaran sobre sus hombros como si me disculpara. No había rastro de esencias
extrañas ahí. Me senté de nuevo con un suspiro, arrastrando mis manos hacia
abajo por sus brazos. Una esencia demasiado familiar apareció, haciéndome
maldecir a Vlad en silencio otra vez. No sólo estaba en mi piel; en la de
Maximus también.
Sus manos se deslizaron por mis muslos.
―Demasiado pronto para sexo, quizás, pero hay otras cosas que
podemos hacer.
Detuve sus manos, bajando por sus brazos para agarrarlas.
―Lo siento. Es, ah, demasiado pronto para eso también.
Su suspiro de decepción me hizo sentir culpable. ¡Buuu! Se burló mi
conciencia. A esa desviada voz interna no le importaba. Me urgía a agarrar las
manos de Maximus con el pretexto de preocupación mientras buscaba trazos de
esencia incriminatorios.

―Está bien. ―Mostró una sonrisa torcida―. No voy a hacerme viejo.


JEANIENE FROST FORO AD’ 68

Otro rastro de esencia estaba impreso en su mano derecha, pero no


pertenecía a la vampiresa morena o a Vlad. Quien quiera que fuera se sentía
muy culpable cuando él, o ella, tocó a Maximus, pero si no era la mujer asesina,
no era asunto mío.
―Gracias por entenderlo ―dije antes de retirar mis manos y
levantarme―. Yo, ah, creo que me daré una ducha ahora.
Ni siquiera necesitaría una fría. Por tercera vez, maldije a Vlad. No era
justo que fuera el único hombre que inflamaba mi corazón y mi cuerpo. Allá
donde estuviera, esperaba que mi recuerdo todavía le quemara dentro y fuera,
también.
Maximus también se levantó. Entonces su cabeza se inclinó como si
escuchara... y estuve en el suelo, su gran cuerpo protegiéndome de la explosión
de cristal. Sobre el ruido de nuestra ventana, le oí gemir. Lo sentí temblar tan
violentamente que su agarre se hizo insoportable, pero antes de poder gritar,
me soltó. Luego tomó varios cuchillos y saltó.
Yo también, el voltaje surgiendo de mi mano derecha con un tiro doble
de miedo y adrenalina. ¡Vlad debe habernos encontrado! Esta era la misma
forma en que había asaltado una habitación de hotel la primera vez que nos
conocimos. Esperaba que el fuego pronto nos rodeara, pero no fue así. En
cambio, otra ráfaga de disparos sonó. Maximus me tiró al suelo y me protegió
una vez más, pero esta vez, no se levantó cuando el bombardeo se detuvo. Se
dejó caer hacia adelante, la agonía desnuda en su cara tan vívida como los
agujeros sangrientos en todo su cuerpo.
―Las balas son de plata líquida ―dijo con voz ronca―. ¡Corre!
Me quedé horrorizada. Incluso las capacidades regenerativas de un
vampiro no serían capaces de expulsar eso, y no sólo casi paralizarían a
Maximus, se sentirían como ácido quemando a través de él. Lo empujé de
encima de mí, pero no para correr. Para lanzar un haz eléctrico a través de
quien intentara disparar con ese veneno de nuevo. Me quité los guantes,
sombríamente satisfecha con el resplandor sobrenatural que inundaba mi mano
derecha. Entonces las levanté dejando escapar un gruñido.
―¿Quieres matarme, Vlad? ¡Tendrás que venir por mí!
Una risa burlona se unió a esta declaración. La puerta no se abrió, voló a
través de la habitación para estrellarse contra la cama. Una figura encapuchada
apareció en el marco de la puerta, el rostro en sombras, pero alcancé a ver el
cabello oscuro. Me puse tensa, mi corazón batiendo incluso cuando la
canalización eléctrica en mi mano se hacía más intensa. ¿Podría matar al
hombre que amaba para proteger al hombre al que no lo hacía?
―Si quieres que viva, no te muevas.
JEANIENE FROST FORO AD’ 69

La luz de la luna cayó sobre el rostro del hombre con la capa, dejando al
descubierto el cabello corto negro, una mandíbula suave y una boca amplia y
llena. No era Vlad, descubrí, o nadie a quien reconociera. ¿Quién demonios era?
El desconocido sonrió, mostrando los colmillos.
―Tienes preguntas, pero sólo tenemos tiempo para responder a una. ¿Va
a vivir o a morir? ―Dedicó un guiño menospreciativo a Maximus, que se
retorcía de dolor―. Si quieres que muera, pelea conmigo. Perderás porque no he
venido solo y luego te llevaré de todas maneras y le mataré. Ven conmigo por
tu propia voluntad, sin embargo, y le dejaré vivir.
―No le escuches ―consiguió decir Maximus.
No miré hacia él porque eso requeriría apartar los ojos del desconocido;
un error que no cometería.
―¿Por qué debería confiar en ti? ―pregunté con gran sarcasmo.
Sus ojos brillaron verdes.
―Porque preferiría no perder mi mejor ventaja sobre ti.
Esa sola frase lo decía todo. Quienquiera que fuese, no era estúpido.
Tampoco era uno de los hombres de Vlad. Vlad no intentaría utilizar a
Maximus como ventaja contra mí. Sabría que era inútil ya que ya me había
dicho que iba a matarle.
Las sirenas sonaban a lo lejos. El desconocido suspiró.
―Se acaba el tiempo, pajarito. ¿Qué va a ser?
Mi mano dolía por la sobrecarga de las corrientes que corrían por ella,
pero lentamente, la bajé. Ahora no era el momento. Maximus maldecía entre
entrecortados gemidos de dolor. El desconocido sonrió.
―Escuché que eras lista. Esperemos que tu amigo lo sea también.
Algo duro se clavó en mi pecho. Miré hacia abajo y vi lo que parecía un
dardo saliendo de mí. Cuando volví a mirar al desconocido, mi visión ya estaba
empezando a desdibujarse y mis piernas se sentían como si hubieran sido
reemplazadas con gelatina.
―Asegúrate de que recoges sus guantes. ―Fue lo último que oí antes de
que todo se oscureciera.
JEANIENE FROST FORO AD’ 70

Capítulo 14
Cuando volví en mí, no abrí los ojos ni alteré mi respiración. En vez de
eso, tomé inventario mientras pretendía que continuaba inconsciente. Dolor de
cabeza, sin sorpresa, pero aparte de eso me sentía bien. Mis brazos estaban atrás
de mi espalda. El grosor alrededor de mis dedos eran guantes, la tensión
alrededor de mis muñecas y tobillos eran restricciones. La incómoda mordaza
en mi boca se explicaba por sí misma.
Entonces seguí con el entorno. El cabeceo y balanceo debajo de mi tenían
que ser ondas, lo que significaba que estaba en un barco. Algunos de mis
secuestradores estaban en la parte superior, por las voces, pero podía decir que
había alguien en la habitación conmigo.
Así que cuando abrí mis ojos, mi mirada aterrizó en el vampiro de
cabello negro que había disparado en el hotel la noche anterior. La única
sorpresa que mostró fue un parpadeo.
―No esperé que estuvieras despierta tan pronto ―arrastró las palabras.
Mire hacia abajo a mi mordaza y de regreso a él, levantando una ceja.
El tradujo el silencioso mensaje.
―¿No necesito decirte que gritar no servirá de nada?
Rodeé mis ojos. ¿Qué era esto, el día del amateur? Sonrió antes de
abandonar la esquina contraria.
El vampiro lucía alrededor de mi edad, pero juzgué que tendría al menos
cien años de edad. Los vampiros viejos tenían una… cierta mirada, como si los
siglos les dejaran una sensación de pesadez tangible. Mi captor sin nombre no
tenía eso y si yo tenía suerte, tampoco ninguno de los otros que estaban en este
bote.
Los vampiros jóvenes eran fáciles de matar.
―Agua ―dije una vez que la mordaza fue removida. Entre eso y las
secuelas de ser drogada, mi boca estaba tan seca que mi lengua se sentía como
un calcetín arrugado.
El vampiro desapareció y regresó con una lata de Coca-Cola. Incluso
mejor. La cafeína me ayudo con mi dolor de cabeza, y mirarlo destapar la soda,
significaba que no había manipulado el contenido, por lo que no estaba a punto
de ser drogada nuevamente.
Tragué saliva cuando el vampiro lo alejo de mis labios, lo que significaba
que dejé escapar un gran eructo en el momento que deje de tragar. Si ese eructo
fue dirigido al rostro de mi secuestrador, bueno, no era mi culpa. Estaba atada.
―Encantador ―dijo secamente
JEANIENE FROST FORO AD’ 71

―Perdí mi preocupación por las sutilezas sociales cuando le disparaste a


mi amigo con plata liquida ―repliqué en un tono uniforme―. Hablando de él,
quiero verlo.
La boca del vampiro se torció.
―No estás en posición de hacer demandas, pero sí, él sigue vivo.
―No deseas llevarme ante él, bien ―dije, pensando rápido―. Asumo que
sabes que consigo impresiones síquicas desde un toque, así que quítame estos
guantes y déjame tocarte. Entonces sabré si me dices la verdad.
El vampiro se rió entre dientes, pululando un color verde brillante de sus
ojos.
―¿Tocarme? ¿No querrás decir usar ese látigo eléctrico mortal que
puedes manifestar para cortarme por la mitad?
Me congelé. ¿Cómo sabia él acerca de eso?
Además de Vlad, Maximus y unos pocos guardias de Vlad, todos
quienes me habían visto usar ese látigo estaban muertos.
―Ese es el porqué de esos guantes de goma ―continuó, imperturbable―.
Por si acaso.
―¿Cuál es tu nombre? ―pregunté, alegre de haber sonado casual.
Sus labios se estiraron aún más.
―Llámame Hannibal.
Le devolví la sonrisa.
―Está bien, Hannibal, ¿que deseas que haga? ¿Usar mis habilidades para
encontrar a tus enemigos? ¿Decirte si alguien está traicionándote? O, ¿leer el
pasado desde un objeto?
Hannibal rió, y pensé que fue más Dr. Evil que glacial, presentimiento
suficiente para arrastrarme hacia afuera.
―No quiero hagas nada, pequeño pajarito. Soy solo el chico de las
entregas. Ni siquiera sé a quién te estoy llevando. Todo lo que sé es que vales
tres veces más viva, pero si intentas algo, muerta sigue siendo una buena paga
para mí.
Hannibal me hizo un alegre gesto antes de salir del cuarto. No dije nada,
tratando de pensar una forma de sacarme de esta situación. No iba a dejar que
me entregaran a algún villano desconocido. Buscaría una forma de escapar
aunque eso me matara.
Ese hecho no me detendría. Después de todo lo que había
pasado, prefería una muerte temprana luchando, que vivir con más pesar de la
que ya tenía.
JEANIENE FROST FORO AD’ 72

Cada diez minutos, uno de mis secuestradores me revisaba. Había visto


unas cuatro caras diferentes además de Hannibal, y desde los paneles como
paredes, la cama matrimonial, el cortinaje y el tamaño de la habitación, quien
sea que los haya contratado tenía mucho dinero. Si no estuviera atada a una
barandilla para discapacitados, habría disfrutado viajando en un barco tan
bonito.
La única ventana tenía las cortinas cerradas, pero por la falta de luz
filtrada, debía seguir siendo noche. Imaginando que Hannibal había estado
diciendo la verdad acerca de que no había estado tanto tiempo inconsciente. El
lago Michigan era el más grande cerca del hotel y era más largo que algunos
mares, así que podría pasar un tiempo hasta que llegáramos a nuestro destino.
O podríamos llegar en cuestión de minutos.
Eso es el porqué de mi concentración, tratando de canalizar todas las
corrientes de mi cuerpo en mi mano derecha. Después de varios minutos, la
sobrecarga de electricidad comenzó a tomar forma en lo que se parecía a una
punta. Esto empujó contra mi guante, buscando la grieta más pequeña para
liberarse de su pesada jaula engomada.
No existía tal abertura, pero mi objetivo era hacer una. Mejor morir
tratando de escapar que humildemente ser entregada a quien me quería viva o
muerta. Jamás me habría rendido a Hannibal, pero no había anticipado que
sabía del alcance total de mis capacidades, y la vida de Maximus había estado
en la línea.
Es probable que ya esté muerto, susurró mi asquerosa voz interior. ¡Te
entregaste para nada!
Mis dientes se apretaron. Cómo odiaba la parte oscura de mí que
continuamente me predecía fracaso o inutilidad. Eso me había llevado al
suicidio a los dieciséis años, pero no me derrotaría ahora. Redirigiendo hacia mi
mano derecha, más corrientes aparecieron. Si esa punta de electricidad se hacía
más aguda y lo suficiente fuerte, perforaría a través de la goma y sería libre.
Vamos, urgí silenciosamente. Perfora, cariño, perfora.
¿Fue mi imaginación, o la capa de goma alrededor del pico de energía se
estaba… abollando?
Mi corazón latía con fuerza, por la excitación o por el estrés. No
necesitaba un doctor para decirme que tanta electricidad era demasiado
peligrosa para mi salud, pero me mantuve concentrada, dispuesta a que
aquellas corrientes crecieran y se estiraran. El sudor cubría mi labio superior, mi
visión se nublaba y todo mi cuerpo comenzó a temblar, aun así me mantuve
concentrada…
Luz blanca inundo la habitación y brevemente oí un ¡zzzt! justo antes de
que crujiera el suelo bajo mis pies. Miré hacia abajo, tan eufórica como
JEANIENE FROST FORO AD’ 73

ligeramente aterrada de ver un pequeño y asimétrico agujero. Buenas noticias:


había roto mi guante. Malas noticias: también podría haber perforado un
agujero por todo el bote hasta el casco del barco.
No oí ningún paso, pero no tenía la expectativa de que cualquier extraño
sonido no fuera investigado. Segundos después cuando el guardia de la espesa
barba y el cabello largo y negro apareció en la puerta, de inmediato cubrí el
agujero en el piso.
Por supuesto, si de ese agujero comenzaba a salir agua a borbotones,
estaba muerta.
―¡Tienes que dejarme ir! ―improvisé, golpeando contra el poste,
causando más alboroto―. Yo, umh, ¡tengo que hacer pis!
El guardia, al cual había apodado Capitán Morgan debido a su look,
sacudió su cabeza en disgusto.
―Humanos ―murmuró. Entonces desapareció.
Esperé con el aliento contenido, pero no reapareció y el agua no comenzó
a salir disparada de debajo de mi pie. Entonces exhalé con alivio y una
determinación implacable. Diez minutos más hasta la próxima guardia para
comprobarme. Durante ese tiempo, tenía que liberarme y una vez hecho,
tendría que matarlos a todos.
JEANIENE FROST FORO AD’ 74

Capítulo 15
Afortunadamente, conseguí soltarme sin perforar más agujeros en el
suelo, pero escasamente pude hacerlo sin que me vieran tras la puerta antes de
que el siguiente guardia viniera a revisarme. Maldije mi latido de corazón
al tiempo que escuchaba esos tenues pasos que se acercaban. ¿Podría el guardia
adivinar que no seguía asegurada a la baranda? Si era así, estaba asegurándome
mi propia muerte. La advertencia de Hannibal hizo eco a través de mis
pensamientos. Muerta sigues siendo un buen día de pago para mí…
Nervios y miedo se agregaron al disparo de electricidad en mi mano,
haciendo que una pequeña lluvia de chispas saltaran de esta. El aire se sentía
sofocante, y capté un olor a ozono. Entonces el guardia se detuvo en la entrada
antes de irrumpir a través con un susurro.
―¿Qué?
Mi muñeca chasqueó, el arco cruzo a través de él antes de que pudiera
pensarlo. El guardia rubio no pronunció otra palabra, pero su boca se seguía
moviendo cuando su cabeza golpeo el suelo. El resto de él permaneció de pie
por pocos segundos, sus brazos agitándose como si aún tratara de conservar el
equilibrio. Estaba muy ocupada para sentirme asqueada. El miedo fue un
combustible para aumentar la adrenalina a través de mí, actuando como cables
para mi corriente. Eché un vistazo hacia debajo del corredor, no había nadie, y
pensé una manera de atraer a otro guardia en la habitación sin despertar
sospechas.
―¿Qué estás haciendo? ―pregunté en una estridente voz―. ¡Detente!
Quita tus asquerosas manos de mí.
Me interrumpí haciendo un sonido como de una bofetada y luego lloré
de dolor. Después de eso, hice ruidos de gimoteos irregulares intercalados con
lloriqueos de:
―¡No, no, detente!
Momentos después, Hannibal murmuró:
―Te dije que no dañaras la mercancía, Stephen. Folla a otra en vez de
esta.
Mi muñeca crujió tan pronto como Hannibal cruzo el umbral, pero él dio
una mirada al cuerpo y golpeo la puerta hacia mí. El látigo de corriente cortó su
cintura en vez de su cuello, pero no lo suficientemente profundo. Seguía de pie.
―¡Perra! ―gruño Hannibal mientras algo rojo golpeaba el suelo.
Parte de mí estaba gritando horrorizada, pero mi instinto de
supervivencia sobrepaso a todo lo demás. Aníbal rió hacia mí, y yo azoté otra
chisporroteante corriente hacia él. Esto corto a través de su hombro todo el
JEANIENE FROST FORO AD’ 75

camino hacia debajo de su lado, cubriéndome de un velo rojo mientras él


tomaba velocidad al llegar hacia mí.
Lo empujé lejos. Él cayó, pero la mitad que tenía su cabeza se desplomo
hacia mí. Solo unos pocos centímetros de carne unían su lado izquierdo a su
torso, ¿y todavía seguía vivo?
―Perra ―dijo con voz ronca.
Abrí desmesuradamente los ojos. ¿Podía hablar también?
No quería ver qué más podía hacer Hannibal. Otro estallido de corriente
de una larga forma en Y lo hizo caer, pero no tuve tiempo de soltar un suspiro
de alivio. Más pasos sonaron en el corredor.
―¿No me invitaron a la fiesta? ―preguntó una entretenida voz.
No espere por él para que viera que la “fiesta” había tomado un giro
letal. Tan pronto como los pasos se acercaban, azoté un cerrojo en el corredor,
golpeando al que parecía el capitán Morgan. Él miró fijamente hacia mí con una
extraña expresión en su rostro. Entonces todo al norte de su mandíbula se
deslizo hacia abajo, golpeando el suelo con un ruido sordo que hizo eco de su
cuerpo momentos después.
―Qué demonios.
Una reciente urgencia de adrenalina se disparó a través de mí. El cuarto
guardia miro fijamente hacia los restos del capitán Morgan con incredulidad.
Entonces desapareció por las escaleras con velocidad vampírica.
Corrí detrás de él, desesperación o agotamiento haciendo que mi corazón
se sintiese como si fuera a estallar. El vampiro estaba casi en los controles,
presionando un botón mientras volteaba a mirar atrás hacia mí.
El látigo cortó a través de su rostro, pero estaba demasiado lejos para
matarlo. Di otro latigazo hacia él mientras llegaba a la cubierta tan rápido que
me caí. Inmediatamente, algo pesado se estrelló contra mí, agarrándome antes
de golpear mi cabeza contra la fibra de vidrio.
El quinto guardia se había unido a la pelea.
Mi visión flotó mientras el dolor ardía en mi mente, pero si me centraba
en eso, estaría muerta. En lugar de proteger mi cabeza como instintivamente
quería hacer, extendí mi mano derecha contra el vampiro, disparando todo lo
que tenía adentro hacia él.
Inmediatamente, su peso se había ido. Gateé hacia atrás tan deprisa que
casi me salía por la borda, pero agarré la barandilla justo a tiempo. Entonces
esperé, mirando alrededor buscando frenéticamente a mi atacante. Nadie se
apresuraba hacia mí. Nada se movía, en realidad. Usé la barandilla para
ponerme sobre mis pies, mi mente continuaba en alarma mientras las náuseas y
el oleaje hacían difícil encontrar mi equilibrio. No había dado otro paso cuando
JEANIENE FROST FORO AD’ 76

tropecé, maldiciendo mi torpeza. Entonces miré hacia abajo… y no pude


apartar la mirada.
No me tropecé porque siguiera con los efectos secundarios de un golpe
en la cabeza contra el casco. Tropecé porque el suelo estaba cubierto de lo que
lucía como lasaña. Me tomó unos pocos segundos para traducir el significado.
No era lasaña. Eran los restos del vampiro que salto sobre mí. Mientras tanto; el
otro vampiro estaba desplomado sobre los controles, marchitándose lentamente
como todos los vampiros hacían cuando morían de verdad. Empujé tanta
electricidad a mi atacante que había explotado.
Estaba indecisa entre reírme de alivio y el deseo de gatear de vuelta a la
baranda y vomitar hasta que me desmayara. Había querido matar a mis
captores y lo había hecho, y todavía no había entendido el alcance de mis
habilidades. Como de costumbre, la vida no esperaba hasta que estaba lista
para mostrarme lo que tenía guardado.
El sonido de varios golpes tiró de mi enfoque de la terrible vista a mi
alrededor. Venían de la cubierta, y cuidadosamente se mezclaron con
esperanza. ¿Era Maximus? ¿U otro guardia tratando de atraerme hacia abajo a
la misma trampa que yo le había hecho a sus compañeros?
Fui a la angosta escalera, mirándola con resignación. Mi cuerpo entero
estaba agotado pero la pelea podría no haber terminado. Los chicos malos no
tomarían un descanso pero tampoco podría hacerlo yo.
No me moleste en deslizarme por las escaleras. Con mi cautela, no podía
escurrirme sobre un vampiro que sabía que estaba llegando. Mi única defensa
era mi mano derecha, y esta se sentía como una bombilla de luz que estaba a un
toque del interruptor para quemar. Los golpes continuaron, desde abajo del
suelo a pesar de que estaba debajo de la cubierta ahora. ¿Tendría este barco otro
nivel?
Me encogí en cada cabeceo y balanceo del barco, anticipando el sexto
atacante que se lanzaría contra mí. La única puerta abierta a lo largo del pasillo
era la que estaba llena de cuerpos, pero no estaba sola. Los continuos sonidos
probaban eso.
Buscaba al final del corredor cuando escuché otro golpe vibrando bajo mi
pie. Salté hacia atrás, débiles chispas saltando de mi mano, antes de notar el
pestillo en el suelo.
Una bodega de carga se mantenía asegurada del exterior. Eso descartaba
el inminente ataque de un sexto guardia. Otro golpe sonó. Maximus, pensé,
haciéndome caer de rodillas de alivio. Halé del cerrojo, tiré de la puerta… y
miré fijamente.
―Por favor ―murmuró una chica manchada de rojo. Sus ojos estaban
cerrados y más formas ensangrentadas estaban junto a ella.
JEANIENE FROST FORO AD’ 77

Quería levantarla pero no la toqué. Incluso drenada, la vitalidad en mí


podía dañarla y ella estaba muy cerca de la muerte. La directiva de Hannibal a
Stephen sonó en mi mente. Folla a alguien en su lugar. No había sido la única
carga que Hannibal había recogido.
―Todo va a estar bien.
La ira hizo que mi voz sonara más fuerte de lo que me sentía. Los ojos de
la chica revolotearon abiertos.
―¿Quién eres? ―balbuceó.
―Soy la persona que asesino hasta el último de los vampiros en este bote
―le dije. Después de ver el contenido de la carga, ya no rechazaba mis
habilidades. De hecho, estaba contenta de haber hecho esos cinco guardias
añicos.
Ella sonrió frágilmente, entonces su desvaneció y cerró los ojos. Agité la
puerta para obtener su atención.
―No. Necesitas permanecer despierta, y si alguien más está vivo,
necesitas despertarlos, también. Dime que lo entiendes.
Sus ojos se abrieron, su color azul me recordó a los de Gretchen. Parecían
ser los mismos, también. Mi rabia creció.
―Lo haré. ―Entonces empezó agitar la forma más cercana a ella―.
Levántate, Janice. La ayuda está en camino.
Me levanté, impulsada por una fría determinación. Tan maldito como
esto era. Entonces abrí cada puerta en el pequeño corredor. Dos eran almacenes,
uno era un baño, y el cuarto…
Me apresuré hacia adelante. Maximus estaba en el suelo en una pequeña
habitación, cinta alrededor de su boca y algo que parecía un alambre de plata
estaba desde sus tobillos hasta su cuello. Este se envolvía firmemente a su
alrededor y desaparecía entre su piel en algunos lugares, como si sus
movimientos lo hubieran profundizado.
Me corte los dedos tratando de quitar el alambre, pero podía ayudar con
la mordaza. La arranqué, golpeando su rostro cuando él siguió sin abrir los ojos.
―Maximus, despierta.
No hubo respuesta. Si no fuera por el hecho de que los vampiros se
volvían una cascara marchita cuando morían, podría pensar que había llegado
demasiado tarde. Entonces, con insoportable lentitud, abrió los ojos. Lo miré
fijamente con horror. Lo blanco estaba manchado con líneas de gris oscuro. Una
mirada más cercana reveló que por debajo de la sangre seca, había manchas
similares en su piel.
―Ellos nunca sacaron la plata liquida de ti ―susurré.
No hubo respuesta de parte de Maximus. Sus ojos rodaron hacia atrás y
se estremeció tan fuerte que el alambre arrancaba trozos de piel. Marty me
JEANIENE FROST FORO AD’ 78

había dicho lo que le pasaría a un vampiro si la plata liquida permaneciera en


su sistema el tiempo suficiente. Esto no mataría a Maximus. Le haría algo peor:
degradaría su cerebro hasta que se convirtiera en un demente, y una vez que
llegara a esa etapa, no habría modo de volver atrás. Aún si cortaba el alambre
de él, el veneno real seguiría destruyéndolo desde el interior. Maximus no
podía ayudarme a salvar a los humanos moribundos en la bodega de carga. No
podía salvarse incluso a sí mismo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 79

Capítulo 16
Busqué en los cuerpos de los vampiros. Hannibal tenía el único teléfono
móvil, e incluso éste había sido cortado a la mitad con el resto de la parte
superior de su cuerpo. Así que gasté varios minutos inútilmente tratando de
usar el sistema de comunicación del bote, pero lo sobrecargue cuando maté al
vampiro que se desplomó sobre él. Incluso si un 1-900-VAMPIRO existiera, no
tenía manera de contactarlos. No veía luces de botes cercanos tampoco, ni
alguno hacia el que pudiera dirigirme. El motor estaba frito al igual que el
sistema de comunicaciones.
Quería gritar de pura frustración. ¡Tenía que haber algo que pudiera
hacer! Entonces mi frustración comenzó a desvanecerse mientras la lógica se
hizo cargo. Podía esperar hasta que eventualmente fuéramos a la deriva o en
camino de otro bote, pero eso podría ser demasiado tarde para los demás. Pero
había un vampiro que podía buscar sin la ayuda de la tecnología, y a pesar de
todas las razones del por qué no quería hacerlo, a menos que estuviera
dispuesta a permitir que Maximus enloqueciera y los demás humanos
murieran, no tenía otra alternativa.
Me senté en una parte de la plataforma que no estuviera llena de partes
de cuerpos. Con la fresca brisa golpeando mi cabello, mantuve mi mano
derecha sobre mi piel hasta que encontré una pista de una esencia familiar y la
seguí. A los pocos segundos, la plataforma desapareció y me encontré mirando
hacia el estacionamiento del Motel 6 en la curva sur.
Luces provenientes de tres carros de policía arrojando flashes rojos y azules desde
las ruinas del exterior de mi antiguo cuarto de hotel. La mayoría de las ventanas estaban
destrozadas y las paredes exteriores estaban picadas de agujeros de balas. Con todos los
disparos, el interior debería lucir como queso suizo, también. Entonces noté a la figura
de cabello moreno en la esquina del estacionamiento, ladrando furiosamente en su
teléfono en rumano.
Verlo a él en lugar de mi secuestrador no presagiaba algo bueno, pero si
fracasaba con Maximus y esa pobre gente al no tomar esta oportunidad, no podría vivir
con eso.
―Cuelga, Vlad ―dije―. Necesitamos hablar.
Conmoción paso por su rostro. Él se giró como si tratara de localizar mi
ubicación, colgando sin decir otra palabra.
―Leila. Dónde…
―¿Estas admirando la obra de tu lacayo? ―lo corté, yendo a la defensiva―. Si
es así, debes estar orgulloso. Hannibal disparo en este lugar con una completa
indiferencia hacia las vidas de las personas inocentes, todo para hacer que Maximus
estuviera los suficientemente lleno de plata liquida para que no fuera capaz de moverse.
Fuego emano de sus manos.
JEANIENE FROST FORO AD’ 80

―No tengo nada que ver con esto, así que dime dónde estás. Ahora.
Él podía estar tratando de encontrar mi ubicación en caso de que se hubiera dado
cuenta de que me había liberado, pero como le dije a Maximus, si Vlad quería matarme,
esperaba que fuera un poco menos cobarde sobre eso. Yo seguía preguntando sobre la
cuestión más obvia, aún.
―¿Entonces por qué estás aquí? Apaga tus manos, los policías están en todo el
lugar.
Para puntualizar mi punto, un oficial de policía se acercó, mirando a Vlad de
una manera sospechosa que ninguna persona en su sano juicio haría.
―Tú. Que está mal con tus manos…
―Cierra la boca y vete ―dijo Vlad con un destello de su mirada, aunque apagó
las llamas. El oficial se dio la vuelta de regreso al hotel y Vlad continuó como si no
hubiera sido interrumpido―. Estoy aquí porque rastreé el teléfono de Maximus hacia
esta área, pero no estoy detrás de este ataque.
―Entones tenemos otro problema, porque el vampiro que me raptó sabía cosas
sobre mis habilidades que solo tú y unos pocos de tus guardias sabían.
Los rasgos de Vlad se endurecieron como diamantes.
―¿Oh?
―Primero lo primero. No estás sorprendido de que este viva, así que en realidad
hice conexión contigo en mis sueños, ¿no es así?
Sus manos no se encendieron de nuevo, pero brevemente se volvieron naranjas,
como si el fuego tratara de liberarse solo pero él lo retuviera.
―Sí. Quizás no necesitas tocar nada físicamente para conectarte conmigo porque
hemos compartido la sangre del otro, quizás porque tus poderes son más grandes que lo
que te imaginas. De cualquier manera, tus “sueños” eran reales.
Suspiré. En el fondo, siempre supe eso, aunque desesperadamente quería negarlo.
Claro, eso significaba que tenía un negocio que resolver primero.
―Prométeme que no matarás a Maximus y te diré que es lo que sé sobre mi
ubicación.
Vlad gruñó algo en rumano. No pude traducirlo, pero reconocí varias
maldiciones.
―No tenemos tiempo para juegos ―finalizó él.
―Lo sé ―disparé de vuelta―. Tengo a varios humanos que necesitan atención
médica y un vampiro enloqueciendo por veneno de plata, pero dijiste que ibas a matar a
Maximus. Así que a menos que jures ante las tumbas de tu padre y tu hijo que no lo
harás, no te daré mi ubicación. Oh, y no podrás torturarlo, tampoco ―agregué,
recordando el modo ambiguo en que él había guardado la promesa de no matar a Marty.
Los ojos de Vlad cambiaron de cobre a verde, brillando con tanta vehemencia que
me encontré a mí misma pensando en que si lo dragones fueran reales, tendrían ojos
iguales a los suyos. Mi siguiente pensamiento fue que había sido engañada, porque
entonces sonrió de esa letalmente agradable manera que había visto justo antes de que
quemara a alguien hasta convertirlo en cenizas.
JEANIENE FROST FORO AD’ 81

―En la tumbas de mi padre y mi hijo, yo, Valdislav Dracul, juro no torturar o


matar a Rossal de Payen, al hombre que conoces como Maximus. ―Él se detuvo un
momento como si estuviera dejando que captara las palabras―. Vamos, Leila. ¿Dónde
estás?
Vlad era infame por su honestidad, incluso esa sonrisa me hacía sentir como si
estuviera pasando por alto algo. Aunque, había hecho lo mejor que podía, y Vlad era la
única oportunidad que Maximus y esos humanos tenían.
―Estoy en un bote, y desde que no estuve inconsciente mucho tiempo tenemos
que estar en el lago Michigan…

El sol se había levantado hacía tres horas, pero aún no había visto otro
bote. De alguna manera, eso era bueno. No podría explicar el desastre en la
cubierta a la guardia costera, y eso significaba que el jefe de Hannibal no había
descubierto que su “paquete” había matado a sus mensajeros.
Estaba debajo de la cubierta, alternando entre vigilar a Maximus e ir a
hacer lo que pudiera por las victimas desangradas. Eso no consistía en mucho
más que dejar caer las cobijas, un canal de vendas y fabricar curas, y vasos de
agua para las personas conscientes. Consideré cortar a Maximus para darles
algo de su sangre, pero la última vez que me acerqué, solo un rápido salto lo
detuvo de morder un pedazo de mi pierna. O el dolor lo hacía retorcerse
instintivamente, o la locura había comenzado.
Me encontré rezando a cualquier persona que pudiera escuchar que la
ayuda no llegara demasiado tarde.
Estaba en mi camino de vuelta de la bodega de carga cuando, de repente,
no pude moverme. Era como si un invisible, solido puño me apretara de la
cabeza a los dedos de los pies, sacándome el aliento tan pronto me congelé en
mi lugar. Pánico gritó en mi mente, pero no podía sacudirme o sacar un
aliento. Incluso se sentía como si la corriente en mi interior se detuviera en
seco.
Un zumbido empezó a sonar en mis oídos, volviéndose más ruidoso
mientras los segundos se hacían más largos. Entonces, tan abruptamente como
había venido, esa sensación de restricción se desvaneció. Caí hacia adelante,
tomando enormes tragos de aire. Tuve que parpadear repetidamente para
ahuyentar las lágrimas y los puntos negros en mi visión. Una vez que pude ver
claramente de nuevo, miré hacia arriba… y me congelé por una razón diferente
esta vez.
Vlad se acercaba a mí, el cabello oscuro enredado salvajemente, su barba
incipiente le daba a sus rasgos una mezcla de ferocidad y triunfo. Sus
JEANIENE FROST FORO AD’ 82

pantalones y camisa estaban empapados, su color azul claro haciendo que casi
se pudiera ver a través de ellos. Parpadeé, preguntándome si no había caído en
el borde de la inconciencia sin darme cuenta.
Una débil sonrisa atravesó su boca.
―Soy real, Leila. ¿Lo ves?
Agarró mis brazos y me levantó. Mis piernas temblaron pero resistieron,
y con desiguales trozos de goma que seguían colgando de mis manos, toqué sus
muñecas desnudas. El calor me quemó la piel en el mismo instante que la
corriente crepitaba en su interior.
Oh sí, era definitivamente real.
De todos los pensamientos que cruzaron mi mente en ese instante, luce
aún mejor de lo que recordaba era lo último que quería que Vlad oyera. Eso no
importaba. Su sonrisa creciente me dijo que lo había hecho. Lo deje ir,
centrándome en un tema más importante.
―¿Qué está pasando? No puedo moverme.
―Mencheres está conmigo ―dijo, como si eso explicara todo.
Mi frente se levantó.
―¿Y?
Él dejo caer una mano pero apretó la otra.
―Ven.
Seguí a Vlad por las estrechas escaleras. Una vez en la parte superior, vi
al vampiro egipcio, también empapado, inspeccionando los restos de mis
secuestradores con admiración. Entonces Mencheres se giró, protegiéndose los
ojos contra el brillo, del sol de mediodía.
―Mis disculpas por usar mis poderes contigo, Leila. Pensábamos que era
necesario inmovilizar al bote entero en caso de que uno de tus captores hubiera
sobrevivido.
¿Piensas que no me hubiera dado cuenta si alguien más hubiera tratado de
matarme?, pensé cansadamente.
―Uno podría haber saltado sobre la cubierta y esperado a cogerte de
improviso. ―replicó Mencheres, recordándome que Vlad no era el único lector
de mentes en el bote―. Ese es el por qué nosotros nadamos los pocos últimos
kilómetros. Nos notarían menos si estamos debajo del agua.
―¿Así que tú eres la razón para que me sienta como si estuviera
recubierta de carbón invisible?
El vampiro se encogió de hombros.
―Puedo controlar cosas con mi mente ―dijo, su tono implicando que eso
no era gran cosa.
Con esa increíble habilidad, Vlad debería tomar a Mencheres para cada
misión de rescate. En todos sus ataques, también.
JEANIENE FROST FORO AD’ 83

Un gruñido me hizo mirar hacia arriba. La expresión de Vlad era cerrada,


recordándome que esta no era una reunión feliz.
―Gracias a ambos por venir ―dije, mi voz tornándose formal―. La gente
herida está en los almacenes de carga y Maximus está en una de las
habitaciones de abajo.
Otro ominoso sonido vino de Vlad.
―Lo sé. Puedo olerlo.
―Los humanos necesitan sangre para curarse ―dije, ignorando eso―. Y
Maximus necesita sacar esa plata de su interior. Ha estado mostrando señales
de… inestabilidad mental.
Con eso, me dirigí escaleras abajo, Asegurándome de cantar todo lo que
me viniera a la mente. Permanecer cerca de Vlad era mucho más duro que verlo
en un sueño. Todos los sentimientos que había tratado de suprimir salieron a la
superficie con despiadada intensidad, y eso era sólo cómo afectaba mi corazón.
Mis manos seguían hormigueando de su breve contacto con su piel, y si sus
ropas mojadas moldearan más explícitamente su cuerpo, pronto olería como a
colonia de ramera para cualquier vampiro que estuviera a corta distancia.
Él se ira pronto, me consolé. Entonces podría esconder de vuelta esas
emociones traicioneras para centrarme en la caza del asesino de Marty.
Hannibal dijo que no sabía quién lo había contratado, pero una búsqueda en
sus recuerdos a través de sus huesos me mostraría si había mentido.
Entré en la habitación donde estaba Maximus sin pensar en eso. Él
estaba exactamente como había estado antes, pero con una marcada diferencia.
Sus ojos estaban abiertos, plata manchándolos como espantosas venas, y estos
estaban fijos en un punto sobre mi hombro.
Me giré. Vlad estaba en la puerta detrás de mí. Él miró fijamente abajo
hacia Maximus, su rostro fríamente inexpresivo. Entonces, casi casualmente,
sacó un cuchillo. Los ojos de Maximus revolotearon cerrados, fuera por
resignación o insensibilidad. Sin mi necesidad de concentración, un látigo de
electricidad se disparó de mi mano.
―¡Me lo prometiste!
Vlad hecho una mirada al brillo en mi mano y sus ojos se tornaron
verdes.
―¿Me estás amenazando?
Su voz rebosaba delicadeza y amenaza. Mi instinto era una mezcla de
miedo y resolución. Él podía quemarme hasta la muerte antes de que yo sacara
mi látigo, pero no iba a echarme atrás.
―Lo estoy si vas a romper tu palabra.
Mi muñeca estaba repentinamente sujetada por un agarre de hierro.
Cualquier otro vampiro podría haber sido golpeado hacia atrás por haber
JEANIENE FROST FORO AD’ 84

tocado mi mano derecha cuando estaba completamente cargada, pero Vlad


absorbió el voltaje como si no fuera nada más que energía estática. Entonces la
soltó, cepillando mi cabello hacia atrás con su mano libre.
La que estaba sosteniendo el cuchillo.
―Te lo dije antes, no me gusta que me llamen mentiroso. ―El aliento de
sus palabras se sentía como soplos contra mi cuello―. Pero más importante, si
decido retractarme, no serías capaz de detenerme.
Cegadoramente rápido, él estaba arrodillado frente a Maximus, cortando
a través de ese alambre cortante con eficiencia brutal. El cordón de electricidad
que había convocado se dobló a sí mismo antes de desparecer en el interior de
mi mano como una tortuga buscando refugio en su caparazón.
No, él probó que no podría detenerlo aun si su piroquinesis no estaba en
la ecuación. Al momento, me sentí igual que lo que era: una mujer que estaba
en camino de perder la cordura con criaturas a su alrededor. Todo en una sola
vez, la soledad me agobió. No pertenecía al mundo vampiro, pero gracias a mis
propias rarezas, no cabía en el mundo humano, tampoco.
Me giré sobre mis talones, y me fui de la habitación. No podía hacer nada
sobre el ser una paria en cada sociedad que existía, pero como mínimo podía
dejarles saber a los aterrorizados sobrevivientes que la ayuda había llegado al
fin.
JEANIENE FROST FORO AD’ 85

Capítulo 17
Mencheres y Vlad permanecían muy juntos, hablando en voz demasiado
baja para poder oírlos. Aun así, se detuvieron tan pronto como regresé a
cubierta.
El cansancio me ayudó a contener un resoplido. Ni siquiera intentaban
ser sutiles, ¿no?
―Mi socio estará aquí dentro de poco para transportarnos ―dijo
Mencheres.
Bien. Había ido a comprobar a Maximus otra vez, ya que se veía en
peores condiciones que los humanos, que ya era decir algo.
―Solo déjame en cualquier lugar después de que te ocupes de ellos ―dije
echando una mirada intencionada a los cadáveres. No me habían importado
antes mientras buscaba un celular, pero algunos llevaban dinero. Lo necesitaría
para continuar mi caza de la mujer vampiro.
―Robarles no será necesario. Vienes conmigo.
La incredulidad me hizo levantar la cabeza bruscamente. Vlad me dedicó
una sonrisa a la vez encantadora y desafiante. Su expresión casi me retaba a
discutir.
Acepté ese desafío.
―No voy a ir contigo porque mis problemas ya no te conciernen. ―El
hielo era más cálido que mi tono―. Así que gracias por la suposición arrogante,
pero no gracias.
―Sí me concierne ―respondió, su tono frío tan amable como el mío―. Si
no hago nada, después de que alguien intenta explotar y secuestrar a mi
antiguo amor, mis enemigos pensarán que soy débil y atacarán a más de los
míos.
―No soy uno de los tuyos y no necesito tu protección. Todos los cuerpos
en este barco lo atestiguan.
La encantadora sonrisa de Vlad nunca decayó. Me puse rígida,
recordando que nunca era tan peligroso como cuando sonreía.
―Como quieras. ―Miró hacia la puerta que conducía a la bodega de
carga―. Sus latidos son débiles y podrían no vivir lo suficiente para llegar al
hospital. Qué pena.
Mis puños se cerraron, única señal de la furia que me recorría.
―Prometiste sanarlos.
JEANIENE FROST FORO AD’ 86

―No ―respondió al instante―. Me hiciste jurar no matar ni torturar a


Maximus, pero nunca negociaste por ellos. Dejarlos en un hospital es gratis,
pero mi sangre viene con un precio.
No había pensado negociar por ellos. Vlad, normalmente, no necesitaría
ser sobornado para ayudar a víctimas inocentes. Sin embargo, por su expresión,
no haría otra cosa más que llevarlos a un hospital si no lo acompañaba, y eso
podría no ser suficiente. Solo la sangre de vampiro podría garantizar su
supervivencia.
Miré a Mencheres, pero el otro vampiro parecía estar fascinado viendo
las olas romper contra el barco. ¿En serio?, pensé con disgusto.
Su encogimiento de hombros fue mi respuesta. No obtendría ninguna
ayuda de su parte tampoco. Una vez más, me encontré maldiciendo las
limitaciones de mi humanidad. Vlad me tenía acorralada y ambos lo sabíamos.
―Sánalos y asegúrate de que están a salvo, e iré contigo ―decidí, la
mandíbula tan tensa que apenas podía hablar.
Sus dientes brillaron, era algo demasiado salvaje para ser llamado
sonrisa.
―Sabia elección.
Probablemente no, pero si no quería matar a esa gente yo misma, no
tenía otra opción.
Ya en el helicóptero miré el barco. Estábamos a suficiente altura para que
el agua agitada por los rotores ya no fuera blanca. Vlad se sentó adelante con
Mencheres, pero yo estaba en la parte trasera con los humanos, tratando de
convencerlos de que no lloraran más, que estos vampiros no se los comerían.
Mis intentos de consuelo fueron interrumpidos cuando una misteriosa
luz azul impregnó todo el barco. Durante unos segundos no supe lo que era.
Entonces un destello de color centró mi atención en Vlad. Estaba sentado como
si estuviera completamente relajado, con una media sonrisa en la boca, pero sus
manos estaban en llamas.
Mi mirada voló de regreso al barco. Ahora sabía lo que era esa luz azul.
Fuego. Vlad no modificó su posición relajada, incluso cuando el barco explotó
con un ¡boom! espectacular que sacudió al helicóptero y llenó el lago de
escombros ardiendo.
―Ya nos podemos ir ―dijo al piloto, un vampiro rubio y musculoso al
que Mencheres se había dirigido como Gorgon.
Cerré la boca con un audible click. Vlad no había preparado el barco con
explosivos. Lo había destruido con su poder y aunque le había visto quemar
gente hasta la muerte, no había conocido el alcance total de sus habilidades.
Puesto que acababa de encender una embarcación de doce metros como si fuera
una vela romana, supongo que debería sentirme halagada de que no se riera
JEANIENE FROST FORO AD’ 87

cuando lo amenacé antes. La explosión del barco fue tan devastadora como la
de una bomba de gas.
―Mierda ―estallé cuando algo se me ocurrió―. No recogimos ningún
hueso de esos vampiros.
También había perdido, carbonizada, la parte del cuerpo de Adrian. No
es que Hannibal lo hubiera traído con nosotros, incluso si se lo hubiera pedido.
Los secuestradores eran notoriamente poco cooperativos.
―Contrataron mercenarios; dudo que sus huesos contengan nada útil
―dijo Vlad. No me pidió que le explicase el contexto tras mi pensamiento sobre
Adrian. Debía de haber descubierto por qué Maximus y yo habíamos ido
acarreando por ahí un trozo de cuerpo―. Exploté el barco para ocultar la
evidencia de lo que hiciste y para enviar un mensaje al hombre que contrató a
Hannibal. Ahora tendrá que vérselas conmigo. O la mujer ―añadió
reflexivamente.
Debió haber leído mis pensamientos también. Entonces Maximus dejó
escapar un largo gemido, llamando mi atención.
―¿Por qué no has empezado a sacar la plata?
La sonrisa de Vlad se mantuvo, pero se endurecieron sus rasgos.
―Va a requerir cortes amplios. Si lo hago, entonces seré culpable de
torturarlo. Gorgon conduce el helicóptero y aunque Mencheres podría sujetarlo,
no tienes la experiencia para extraerla correctamente.
Tragué saliva. Por mucho que odiara la idea de que Maximus siguiera
sufriendo, no quería liberar a Vlad de su promesa de no torturarlo. Tocaba
esperar, entonces.
―¿A dónde vamos? ―Por favor no digas que de regreso a tu castillo, por favor
no digas que de regreso a tu castillo…
―Está bien ―destellos esmeralda surgieron en los ojos de cobre
bruñido―. No lo diré.
Por segunda vez en diez minutos, la palabra mierda escapó de mi boca.
Vlad solo se rió, el sonido era tan atractivo y despiadado como el hombre
mismo.

Mencheres y su mujer, Kira, vivían cerca de Chicago, lo que explicaba la


rapidez con la que se había unido a Vlad. Nos detuvimos en su casa primero, lo
cual fue un alivio por varias razones. Primero, varios miembros del personal de
Mencheres se pusieron inmediatamente a trabajar con Maximus. Segundo, pude
JEANIENE FROST FORO AD’ 88

ducharme y cambiarme el traje de neopreno, demasiado grande, con el que


Hannibal me había vestido. Kira, amablemente me prestó uno de sus modelitos
y, a juzgar por el lujo de su casa, no tendría ninguna prisa en que se lo
devolviera.
Apenas había acabado de vestirme cuando ya era hora de irse. Gorgon
nos llevó volando a Vlad y a mí a un aeropuerto privado cercano donde el jet de
Vlad estaba repostado y esperando. Maximus... bueno, Vlad mantenía su
palabra, pero obviamente no lo había perdonado. Ni siquiera tuve la
oportunidad de decirle adiós, insistiendo en que solo empeoraría las cosas. No
tenía intención de provocar esa brecha entre ellos, pero aun así lo había hecho.
Fue solo cuando nos embarcamos en el elegante avión de Vlad que fui
completamente consciente de mis circunstancias. Por segunda vez en mi vida,
estaba siendo empujada a la casa de Vlad porque un desconocido estaba
tratando de utilizarme o matarme, en el orden que resultara más oportuno. Y
Vlad solamente me protegía pensando en su propio interés. Habla de déjà vu.
Cuando se sentó y me tendió la mano como había hecho en mi primer
viaje a Romania, algo dentro de mí se rompió.
―No.
Sus cejas se elevaron.
―¿Preferirías derribar el avión si accidentalmente cortocircuitas el
sistema eléctrico? No seas infantil, sabes que es esto o guantes, que no tenemos.
―No me importa.
Para mi horror, los ojos se me llenaron de lágrimas, había agotado todas
mis fuerzas liberándome y matando a mis captores, así que ya no me quedaban
más para luchar contra ellas.
―En el pasado mes, he sido rechazada, bombardeada, disparada,
drogada y secuestrada, pero preferiría pasar por todo eso otra vez que sostener
tu mano cuando actúas como... como si todo lo que pasó entre nosotros no
importara. ―Mi voz se quebró―. Tal vez a ti no te pase, pero duele, incluso
estar cerca. No puedo pretender que tocarte no será mil veces peor.
Mientras limpiaba esas lágrimas traicioneras, me preparé para su burla.
O para otra amonestación fría y práctica acerca de que mi condición necesitaba
esta acción, pero Vlad no dijo nada. Me miró fijamente, su expresión cambió
poco a poco de un cínico desapego a una fijeza casi patológica.
―No quiero tocarte tampoco.
Las palabras me golpearon como una bofetada, pero antes de que
pudiera responder, añadió:
―Nadie se siente como tú, así que cada roce de tu piel es un cruel
recordatorio de lo que he perdido. Apenas puedo soportar mirarte, porque eres
JEANIENE FROST FORO AD’ 89

más bella de lo que me he permitido recordar, y cuando le quité ese alambre a


Maximus y te olí en él, quería matarlo, más de lo que he querido matar a nadie
en mi vida, aunque no pudiera, por la promesa que te hice. ―Su voz se
espesó―. Ahora siéntate y toma mi mano, Leila. Los pilotos están esperando mi
orden para irnos.
Lágrimas lentas continuaban deslizándose por mis mejillas, pero por una
razón diferente esta vez.
―Te importa.
Las palabras fueron susurradas con una especie de desesperada
maravilla. No estaba dispuesto a revocar su voto de no amar, sin duda, pero
estaba equivocada sobre la apatía que pensaba que sentía. Que él admitiera
todo lo anterior era bastante sorprendente; el hecho de que lo hubiera hecho al
alcance del oído de sus pilotos era nada menos que asombroso.
―No te preocupes ―gruñó Vlad―. Tengo la intención de matarlos tan
pronto como aterricemos.
Me eché a reír, algo que no hubiera creído posible cinco minutos antes.
―No, no lo harás.
―Lo haré si repiten algo de esto.
Eso sí me lo creía y aunque sabía muy bien todas las razones por las que
debería huir de este hombre letal, arrogante y enloquecedoramente complejo,
me senté y tomé su mano. Podía fingir que no tenía opción, pero sería mentira.
Él podía enviar a uno de los pilotos a conseguir guantes. Demonios, podría
haber enviado a alguien a hacer eso cuando estábamos en casa de Mencheres.
Ya puestos, yo podría haber traído el traje de goma que mis secuestradores me
habían hecho llevar; no es como si las complicaciones de volar fueran una
sorpresa para mí. Pero ninguno de nosotros había hecho esas cosas. En el fondo,
los dos deseábamos esto, sin importar lo mucho que doliera.
Su mano se apretó contra la mía y las corrientes saltaron hacia él como si
también lo hubieran echado de menos. Encontré su mirada y algo estalló entre
nosotros, no tangible como la electricidad corriendo de mi carne a la suya, pero
igual de real. Apenas me di cuenta cuando ordenó a los pilotos despegar y el
ruido de los motores no se podía comparar con los latidos de mi corazón
cuando apartó mi cabello hacia atrás para acariciarme el rostro.
―Nunca deberías haberme dejado.
Extendí la mano también, trazando una línea por encima de la barba, en
la mandíbula, antes de pasar a la suavidad de su mejilla.
―No deberías haberme obligado a hacerlo.
Sus labios se curvaron en algo que no era del todo una sonrisa.
―Realmente no quieres que te quiera, Leila.
JEANIENE FROST FORO AD’ 90

―¿Es eso lo que te dices a ti mismo? ―le dije mientras dejaba escapar una
suave burla.
―Es lo que sé ―dijo, un toque de ira tiñó su tono.
―¿Recuerdas el sueño que seguía teniendo? ―susurré―. ¿El de la
cascada de fuego? Finalmente me di cuenta de qué voz me seguía advirtiendo
que me fuera. Era la mía y tú, eras el fuego que no podía aferrar sin importar lo
mucho que lo intentara. Es por eso que me fui Vlad. Si me hubiera quedado, tu
negativa a considerar siquiera la posibilidad de amarme habría terminado por
destruirme.
Puse un dedo sobre sus labios cuando tomó aire para responder y cerré
los ojos.
―No quiero discutir. En este momento, quiero hacer lo que intenté hacer
cuando soñé que estaba en este avión hace unos días.
Apoyé la cabeza en el hueco de su hombro, colocando mi otro brazo
sobre su pecho. Se puso rígido, pero no hizo ningún movimiento para alejarme.
―¿Esto es lo que intentabas hacer cuando viniste a mí esa noche? ―Su
voz era áspera.
Asentí, preguntándome si estaba enfadado. Es cierto que era una
violación de su espacio personal y Vlad era quisquilloso acerca de que la gente
lo tocara, pero en mi defensa, pensé que estaba soñando...
Su brazo libre se deslizó a mi alrededor y la rigidez dejó su cuerpo.
Entonces algo rozó la parte superior de mi cabeza, demasiado brevemente para
decir si era su barbilla o sus labios. En algún lugar muy dentro de mí, ese
retorcido nudo lleno de dolor empezó a aflojarse. Y de repente, deseé que el
vuelo a Romania durara más de doce horas.
JEANIENE FROST FORO AD’ 91

Capítulo 18
O bien los fármacos que me inyectó Hannibal eran de larga duración, o
no me había dado cuenta de lo agotada que estaba. Fuera lo que fuese, terminé
durmiendo casi todo el vuelo. Cuando me desperté, Vlad había vuelto a su
distanciamiento de costumbre. Mejor, me dije. Nada había cambiado realmente,
excepto la certeza de que no era la única molesta por nuestra separación. Un
pobre consuelo para mi orgullo y de ninguna utilidad para mi aún herido
corazón. Pasamos las últimas dos horas en tenso silencio. Una vez que
aterrizamos y nos trasladamos a un coche, no podía esperar a llegar a su casa
para poder poner algo de distancia entre nosotros.
Por supuesto al igual que con todos mis deseos, en vez de la cereza,
obtuve una bomba fétida.
Había visto su casa muchas veces, pero cuando llegamos y nos bajamos,
la vista me cortó la respiración de nuevo. Cuatro pisos de reluciente piedra
blanca y gris se elevaban por encima de mí, viéndose aún más imponentes por
las torres triangulares que se elevaban desde cada esquina. Tallas ornamentales
adornaban cada pilar, balcón y ventana al exterior y gárgolas de piedra
vigilaban en lo alto de las torres. La limusina podría caber a través de los doce
metros de altura de la casa y los cinco metros de ancho de las puertas, con
dragones en las aldabas de aspecto antiguo que no eran necesarias. Tan pronto
como nuestro vehículo se detuvo, las puertas se abrieron y permanecieron
abiertas, apareciendo un guardia a cada lado.
Estaba admirando lo verde que se habían puesto todos los árboles
cuando una chica pequeña con el cabello negro largo hasta los hombros se
acercó desde la entrada.
―Gretchen ―dije sorprendida, encantada de ver a mi hermana―. ¿Qué
estás haciendo...?
Mi pregunta fue interrumpida por una sonora bofetada. Aturdida, la
miré boquiabierta mientras acunaba mi mejilla.
―¿Cómo pudiste? ―gritó―. ¡Nos dejaste pensar que estabas muerta!
Papá y yo estábamos planeando tu jodido funeral cuando él ―hizo un
movimiento brusco hacia Vlad―, se presentó para decir que estabas viva y
teníamos que volver aquí por nuestra propia seguridad. ¡Entonces no llamas ni
una vez y nadie nos dice nada hasta hace diez minutos cuando dicen que vas a
llegar pronto!
―¿Papá está aquí también?
―Sí, estoy aquí ―dijo una voz acerada detrás de Gretchen.
JEANIENE FROST FORO AD’ 92

Tragué saliva sintiendo retroceder el tiempo, me sentí como cuando niña


esperaba mi castigo. Un hombre delgado con el cabello sal-pimienta apareció en
la puerta, su porte erguido a pesar de apoyarse más en el bastón que la última
vez que lo vi.
―Cumpliste tu palabra ―dijo mi padre. Pero no me miraba a mí sino a
Vlad.
―Siempre mantengo mi palabra ―respondió antes de rodear a grandes
zancadas a mi padre y entrar en la sala principal de la casa.
―¿Qué tienes que decir en tu defensa? ―exigió Gretchen. Me volví hacia
ella.
Abrí la boca y… no salió nada. ¿Qué podía decir? ¿Que no les había dicho
que estaba viva por miedo a que Vlad los usara contra mí si él era quien estaba
detrás del bombardeo? Había parecido un argumento viable en ese momento,
pero ahora perdía su fuerza tomando en cuenta que Vlad se había apresurado a
ponerlos a salvo.
La culpa me golpeó más duro que la bofetada de mi hermana. No solo
había dejado a mi familia creer que estaba muerta. Había dejado que Vlad lo
creyera también. Mientras estaba con Maximus dudando de él, Vlad se había
asegurado de que mi familia estuviera a salvo antes de buscarme.
Las palabras lo siento ni siquiera empezaban a cubrir esto.
―No era mi intención hacerles daño ―lo dije, pero sonó tan inadecuado
como era.
Gretchen me dirigió una mirada fulminante. Luego giró sobre sus talones
y se alejó. Momentos más tarde, me pareció oír un portazo.
Eso me dejó con mi padre y los dos vampiros que seguían sosteniendo
las enormes puertas abiertas, con rostro inexpresivo. Hugh Dalton me lanzó
una larga mirada y luego suspiró.
―Vlad dijo que pensabas que nos protegías con este engaño, ¿es cierto?
―Sí. ―Se me hizo un nudo en la garganta. También sabía por qué lo había
hecho. No podía estar más avergonzada.
―Bueno. ―Mi padre me dirigió una sonrisa glacial―. Me gustaría decir
algo más, pero creo que la bofetada de Gretchen lo dejo todo cubierto. Intenta
tener mejor criterio la próxima vez, ¿de acuerdo?
Tragué saliva sintiendo tantas cosas que no sabía por dónde empezar con
las auto-recriminaciones.
―Lo haré.
JEANIENE FROST FORO AD’ 93

Un vampiro llamado Oscar me escoltó a la misma habitación donde me


había alojado antes de que Vlad y yo comenzáramos a salir. Estaba en el
segundo piso, dos niveles por debajo del cuarto de Vlad. La visión de la cama
con dosel y encajes, la chimenea de mármol, el enorme armario antiguo y las
paredes índigo no debería haber sido deprimente, pero así fue. Meses atrás, la
había llamado la Habitación Azul por el color y la impresión psíquica que
recogí de la mujer llorando que estuvo aquí antes que yo. Los problemas de su
relación se habían resuelto, según descubrí más tarde. Los míos eran
irreparables.
Era justo después de las diez de la mañana, hora rumana, pero
convertido al Horario Vampírico de Greenwich era prácticamente medianoche.
Por lo tanto, no hice ningún intento de hablar con Vlad. Me había dormido en el
vuelo, pero él seguramente estuvo despierto asegurándose de que mi mano no
hiciera un cortocircuito en el jet. Además, no estaba segura de qué le diría.
Me di una ducha y me puse un traje que escogí del armario repleto, no
me sorprendí al descubrir que eran de mi talla. La casa de Vlad disponía
siempre de todas las comodidades. Luego bajé al primer piso, pasando por
varias habitaciones magníficas en busca de una en la esquina más lejana al este.
Una vez dentro de la cocina, me sentí contenta de ver una cara familiar.
―Hola, Isha ―saludé a la corpulenta y canosa mujer que era una de las
muchas cocineras de la casa. Los guardias de Vlad eran vampiros y también los
del servicio, pero se aseguraba de que los donantes de sangre humanos que
vivían aquí comieran como reyes. Igual que sus invitados. Podría haber
ordenado servicio de habitaciones, pero no quería darme aires.
Isha dejó de picar.
―Señorita Dalton ―contestó con su pesado acento rumano―. ¿En qué
puedo ayudarle?
Parpadeé. Había sido “Leila” antes y, ¿era mi imaginación o me estaba
mirando de forma muy política?
―No te preocupes. Sólo vine a tomar algo de fruta y queso.
Isha bloqueó la parte de delante del enorme frigorífico antes de que
pudiera dar dos pasos dentro de la cocina.
―Señorita Dalton, por favor indíqueme dónde le gustaría que le sirvieran
el desayuno y estaré feliz de hacer que se lo lleven.
Ahora me quedé mirándola con incredulidad. No podía contar todas las
veces que me las había apañado sola cuando vivía aquí, normalmente mientras
mantenía una conversación agradable con Isha o uno de los otros cocineros.
―No hay problema, ya lo hago yo ―intenté de nuevo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 94

La mirada de Isha se estrechó pero sonreía, marcando líneas que


demostraban que tenía sobre sesenta años cuando fue cambiada.
―Tonterías, será un placer. ¿Debería enviar un plato a su habitación o al
salón de la segunda planta?
Su tono no podía ser más civilizado. Igual que sus palabras y, aun así,
sentí que estaba siendo reprendida.
―En el salón está bien. Gracias señora... ―Mierda, no sabía su apellido.
“¡Llámame Isha, querida!” dijo cuando nos conocimos y nos habíamos tuteado
desde entonces.
Se giró sin otra palabra, volviendo a su tabla de picar. Más rápido que
una máquina, picó una juliana con un montón de verduras, con la luz de la
mañana reflejada en su cuchillo.
Me fui, pero decidí tomar el camino largo a mi habitación. Había algo
que quería probar primero.
Mientras paseaba por la planta baja, me esforcé por saludar a cada
persona que reconocía. Todos eran impecablemente educados, pero gente que
una vez consideré amigos, ahora hacían que Las Mujeres de Stepford 4
parecieran más cálidas. Si tuviera los sentidos de los no-muertos, apuesto que
el aroma de desaprobación hubiera obstruido mis fosas nasales.
No había que esforzarse mucho para saber por qué. Imagino que había
hecho lo imperdonable al romper con su Maestro. Incluso si escucharan mis
razones, obviamente pensarían que debería de estar agradecida y aceptar
cualquier muestra de afecto que Vlad me ofreciera.
Ahora sabía cómo se sentía una bola en una máquina de pinball... todo lo
que tocaba parecía rebotar lejos tan rápido como podía. La frialdad de su gente
no debería molestarme, pero lo hacía. Mi estómago gruñó, recordándome que
no había comido nada en más de un día, pero en lugar de ir a la segunda planta,
fui a la pequeña escalera detrás del jardín interior. Luego continué por un
pasillo de piedra estrecho y abrí la segunda puerta después de la capilla.
El gimnasio. Había pasado la mayor parte de mi infancia en uno de estos,
por lo que las poleas, colchonetas, pesas, camas elásticas y barras asimétricas
significaban más que el ejercicio. Eran máquinas del tiempo que me
transportaban a un pasado sin preocupaciones, antes de que tocara el cable
eléctrico caído. Fui a la cama elástica y empecé varias series de giros, pero me
recordaron mis actuaciones con Marty. Bajé de un salto y fui a una colchoneta,
luchando contra una oleada de dolor.

4 The Stepford Wives (Las mujeres perfectas), es una novela de 1972, escrita por Ira Levin.
JEANIENE FROST FORO AD’ 95

Ahí, comencé a hacer la rutina que había perfeccionado cuando tenía


trece años y tuve la oportunidad de entrar en el equipo olímpico de gimnasia.
Mi cuerpo no estaba en condiciones y además no llevaba la ropa adecuada, pero
hice la serie completa de ejercicios de todos modos. Luego otra y otra. Pronto
mis vaqueros y camiseta estaban húmedos, pero no lo dejé. Algunos días, si me
esforzaba lo suficiente, casi podía oír la voz de mi madre.
¿Quién es mi pequeña campeona? Estoy tan orgullosa de ti, cariño...
―¡Leila!
La voz femenina no venía de mi imaginación. Venía de una rubia rojiza
al otro lado de la habitación.
―¡Todo el mundo, Leila ha vuelto! ―gritó Sandra hacia el pasillo.
Entonces se me acercó con una sonrisa―. ¿Por qué no nos habías avisado?
Su felicidad genuina fue como un bálsamo sobre el ardor de una
picadura. Si no fuera porque la electrocutaría hasta la muerte, la habría
abrazado durante una hora.
―Yo, ah... ―Tenía miedo de que me gritaran o rechazaran otra vez―. No
estaba segura de que estuvieran despiertos
Terminé la frase sin convicción.
Sandra se rió.
―No lo estaba hace una hora, pero hubiera estado bien. ¿Por qué has
vuelto? ¿Vlad y tú han… ?
―¡Aquí está! ―gritó Joe, cortando la pregunta de Sandra. En nada de
tiempo, me encontré diciendo hola a viejos amigos y conociendo a nuevos
residentes, donantes del turno de alimentación de la mañana.
―Ven, tienes que contarnos todo ―comenzó Sandra y luego sonrió―. No
quería hacer ejercicio de todas maneras.
No podía contarle todo, pero podía darle algún detalle. Además, había
una cocina aquí abajo también y, a diferencia de la de arriba, no tenía vampiros
que me guardaran rencor.
JEANIENE FROST FORO AD’ 96

Capítulo 19
Después de un par de horas agradables donde me puse al día con Sandra
y los demás, regresé al piso de arriba. Allí pasé otro par de horas no-tan-
agradables con Gretchen y mi padre, intentando explicarles que alguien había
colocado una bomba en la tubería de gas y que ese mismo alguien consideraría
a mi familia un excelente cebo si él, o ella, se daba cuenta de que había
sobrevivido. Mi padre, un ex teniente-coronel, lo entendía y parecía dispuesto a
perdonarme. Me pregunté si Gretchen alguna vez lo haría.
Por fin, regresé a mi habitación y tomé otra ducha. Una vez limpia y
cambiada de ropa, miré por la ventana el cielo oscuro e intenté no preguntarme
si Vlad estaría despierto. De todas las personas que estaban enfadadas conmigo,
él era el que más derecho tenía de estarlo. A pesar de la forma fría en que había
terminado nuestra relación y lo difícil que era estar cerca de él, todavía le debía
una disculpa por creer que había estado detrás de la bomba en el circo. La
próxima vez que lo viera, pagaría esa deuda.
Mientras tanto, me distraje pensando cómo estaría Maximus. No le iba a
preguntar al personal y preguntárselo a Vlad equivalía a provocar fluidos
inflamables. Sin embargo tenía otra manera de ver si Maximus se había
recuperado.
Pasé la mano derecha sobre mi piel, encontrando el rastro de esencia que
Maximus había dejado. Entonces me centré en él hasta que la Habitación Azul
se desvaneció y una completa oscuridad me rodeó. Por un segundo, me quedé
confundida. Entonces vi un resplandor verde y oí la voz de Vlad.
―... no era lo que yo quería. Preferiría matarte.
Un profundo suspiro.
―Entonces, ¿por qué no lo haces?
La voz de Maximus. Aún no podía verlo, pero sonaba sano, para mi
enorme alivio. ¿Dónde estaban que la única luz provenía de los ojos de Vlad?
―Leila. ―Mi nombre colgó en el aire estigio5. Después soltó una breve
carcajada―. Ella se negó a decirme dónde estaba hasta que prometiera no
torturarte ni matarte.
Maximus se rió también. Una risa sin humor igual a la de Vlad.
―Olvidó algunas cosas, como prisión eterna.
―Es joven ―dijo Vlad―, y puede no ser eterna. En un siglo o dos, podría
superar mi enfado y dejarte salir.

5 Estigio: Perteneciente o relativo a la Estigia, laguna del infierno mitológico. Infernal.


JEANIENE FROST FORO AD’ 97

Algo resonó al chocar y entonces otro destello de verde rellenó la


oscuridad. Los ojos de Maximus brillaron lo suficiente para poder ver que su
cara estaba presionada contra barras de metal grueso.
―Ella llevará mucho tiempo muerta para entonces ―dijo con voz áspera.
El brillo en los ojos de Vlad aumentó.
―¿Lo estará?
Ahora sabía dónde estaban los dos y la rabia se disparó en mi interior.
Maximus no había vuelto a la casa de Mencheres. ¡Estaba a treinta metros por
debajo de mí en las mazmorras de Vlad!
―Leila rechazó tu oferta de transformarla en vampiro. ―El tono de
Máximos más duro―. Ha terminado contigo ¿recuerdas?
La risa de Vlad estalló, baja pero implacable, como el trueno de una
tormenta en primavera.
―Si pensaras eso no habrías mentido sobre su muerte. Debes haber
adivinado que le estaba permitiendo dejarme, pero que no le permitía irse. Por
eso le impediste ponerse en contacto conmigo, convenciéndola de que podría
estar detrás de la bomba.
―Podrías haberlo hecho ―gruñó Maximus.
Las manos de Vlad brillaron, cerrándose sobre las de Maximus. Solo los
gruesos barrotes de metal separaban sus caras cuando se inclinó.
―Eso te gustaría creer ―dijo suavemente―. De otra forma, me habrías
traicionado por nada.
Las miradas brillando a juego mostraban cada matiz de un pedernal.
Finalmente, la boca de Maximus se frunció y extrajo las manos de debajo de las
de Vlad.
―Oh, yo no diría que fue por nada.
Mi mandíbula cayó. Su insinuación era clara, como probaban las manos
ardientes de Vlad. Una parte de mí estaba ofendida por la falsa insinuación
mientras que otra aplaudía a Maximus por marcar un tanto a pesar de
encontrarse indefenso.
Y de eso me iba a encargar ahora. Encerrarlo en un calabozo contaba
como tortura en mi libro, especialmente porque Vlad tenía la intención de
mantenerlo allí uno o dos siglos.
Vlad ladró algo en respuesta, pero la habitación nadaba a mi alrededor,
la oscuridad dando paso a una avalancha de azul mientras perdía el enlace.
Después de reorientarme me sentí mareada, no necesitaba un espejo para saber
qué era el calor que brotaba de mi nariz. La furia lo hizo irrelevante. Vlad
podría pensar que me había superado, pero estaba a punto de demostrarle lo
contrario.
JEANIENE FROST FORO AD’ 98

Me limpié la sangre del labio superior y salí de mi habitación,


prácticamente corriendo por las escaleras hacia el jardín interior y la escalera de
atrás. Bajé los escalones de dos en dos, girando a la izquierda en el túnel, en
lugar de a la derecha como de costumbre. Mis pasos resonaban en el espacio
cerrado, pero desaceleré en los últimos veinte metros. Tenía un plan para pasar
a los guardias y correr hacia ellos no ayudaría.
El pasillo se curvaba y estrechaba, con dos guardias al final, delante de
una puerta de hierro de un pie de espesor.
―Lo siento, señorita Dalton, no puede estar aquí ―dijo el de cabello
rubio rojizo. Entonces frunció el ceño―. Está sangrando.
Le di mi mejor mirada de mujer indefensa, esperando que confundiera la
rabia que hervía dentro de mí con otra cosa.
―Lo sé, por eso tienes que dejarme pasar. Necesito que Vlad me cure.
Podría ser serio.
Los guardias intercambiaron una mirada cautelosa.
―Él no la ha autorizado a bajar aquí ―dijo el guardia fornido y
pelirrojo―, sin embargo, estaría encantado de darle mi sangre...
―¿No se enfadaría por eso? ―interrumpí, ensanchando los ojos―. ¿Beber
tu sangre estando él tan cerca?
Los guardias intercambiaron una mirada incluso más cauta mientras por
dentro me reía. Eso es. Piensa en lo territoriales que son los vampiros y como, cuando
vivía aquí, solo bebía la sangre de Vlad. Para más efecto, me tambaleé y aunque el
guardia de cabello rubio me sostuvo, tan pronto como me enderecé, retiró sus
manos mientras miraba a su alrededor con aire de culpabilidad.
Jaque mate.
―Voy a pedir el permiso para dejarla pasar ―dijo el guardia pelirrojo. Él
no era tan fácil de engañar. Seguro estaba casado.
En respuesta, me dejé caer totalmente flácida. Como esperaba, no golpeé
el suelo antes de que unos brazos fuertes me cogieran. Entonces fui levantada,
el viento soplando a mi paso de lo rápido que corría el que me llevaba por el
pasillo estrecho hacia el calabozo. Mantuve mis ojos cerrados y mi cabeza caída
mientras atravesábamos más puestos de control. Ninguno de los guardias de
Vlad quería ser responsable de mi muerte y aun así, estaban demasiado
asustados para darme su sangre.
Cuando la cuarta y última puerta se abrió, me senté y empujé los brazos
que me sostenían. No había necesidad de ponerles fácil el arrastrarme fuera una
vez que el engaño se descubriera.
―Déjame bajar ―le dije al guardia, que resultó ser el rubio y no el
pelirrojo. No me sorprendí.
JEANIENE FROST FORO AD’ 99

Mis pies acababan de tocar el suelo cuando la voz de Vlad tronó a través
de la oscuridad cavernosa que nos rodeaba.
―¿Qué demonios está haciendo ella aquí?
JEANIENE FROST FORO AD’ 100

Capítulo 20
Un resplandor naranja precedió a su aparición, mostrando que el
monolito de piedra en el centro no estaba vacío como la última vez que había
estado en la mazmorra. Dos vampiros colgaban clavados de las cadenas de
plata incrustadas en la roca, un tercero empalado en frente de ellos. Cuando
Vlad se acercó, más luz de sus manos llameantes mostraba cuál parte de él, a lo
largo del poste de madera, había entrado de primero.
―Eso es enfermizo. ―Suspiré, temporalmente distraída.
Él hizo caso omiso de eso, apuntando un dedo flameante al guardia.
―Has comprado para ti mismo algo de tiempo doloroso para pensar,
Jameson.
―¡Pero ella está sangrando! ―protestó el guardia, dándome un pequeño
empujón hacia adelante.
―Así que vienes y me encuentras ―dijo Vlad fríamente.
Las llamas en sus manos desaparecieron mientras se apoderaba de mi
mandíbula, volviendo mi cabeza y forzadamente evitando que mirara a sus
prisioneros.
―No la traigas hasta aquí sin permiso, nunca ―continuó él, hablándole
aún a Jameson, mientras me miraba―. Una semana en el poste te recordará eso.
―No iba a dejar que te tiraras uno de tus habituales actos de
desaparición, así que lo engañé fingiendo que me había desmayado ―le espeté,
tratando sin éxito de golpear la mano―. ¿Quieres castigar a alguien? Castígame.
Él agarró un puñado de mi cabello. Entre eso y su agarre en mi
mandíbula, no pude moverme cuando se inclinó, colocando directamente sus
labios por encima de mi oreja.
―Te estoy castigando ―susurró―. Sufrirás de culpa cada día que él esté en
ese poste. Entonces, tal vez la próxima vez, lo pensarás dos veces antes de
engañar a mis guardias.
Empujé su pecho en el mismo instante en que mi liberó, así que terminé
empujando sólo aire. Vlad se paró a unos metros, casi invisible contra la
oscuridad con su camisa gris marengo y pantalón negro. Si no fuera por el
resplandor esmeralda viniendo de sus ojos, no habría sabido dónde estaba.
―Ahora, discúlpate por interrumpir. ―No susurró. En su lugar, la orden
resonó en el interior cavernoso. A pesar de eso, no pude contener mi bufido.
―Preferiría sangrar hasta la muerte.
―Si fueras cualquier otra persona, esas serían tus últimas palabras. ―De
repente, me estaba acordando que el calabozo era un lugar de donde la mayoría
de las personas que entraban nunca salía. Había asumido el asalto aquí desde
mi punto de vista: iba a quebrar a mi ex-novio de una nueva manera por su
JEANIENE FROST FORO AD’ 101

solapada manera de romper una promesa, y tenía que conseguir pasar a través
de algunos de sus compinches primero.
Desde la perspectiva de un vampiro, había engañado a guardias
altamente capacitados, traicionando a su Maestro, para llevarme a la que se
suponía que era la zona más segura de su casa. Que hubiera hecho eso en frente
de combatientes enemigos probablemente lo hizo peor. Supongo que el
equivalente humano sería perra golpeando a mi ex novio en su boda, mientras
le contaba a todo el mundo que tenía un pene pequeño, sin embargo, eso
tendría consecuencias a corto plazo.
Con el sistema feudal basado en el miedo bajo el que vivían los vampiros, las
repercusiones de esto podrían durar durante siglos, y yo ni siquiera podría
reclamar ya más la exención de la novia.
―Por fin, empiezas a entender ―dijo Vlad, la ironía fijándose en su tono.
Ya no veía el guardia rubio que había engañado para traerme aquí abajo,
pero incluso si Jameson se había ido, seguía escuchando. Todos los guardias que
había engañado estarían escuchando, y ellos repetirían mis siguientes palabras
al resto del personal de Vlad, quienes las repetirían a otros vampiros, quienes
eventualmente las repetirían a sus enemigos. Yo podría preferir cualquier
represalia que Vlad se viera obligado a repartir tomándola como disculpa, pero
esto era más grande que yo.
Eso no significaba que estaba pasando por alto lo que él le había hecho a
Maximus. Voy a pasar de largo hoy, pero si te niegas a verme después de esto, voy a
hacer que me empales con el equipo que escoja, pensé desafiante. Entonces me aclaré
la garganta y pronuncié una disculpa que nunca tuve la intención de dar.
―Por favor, perdona la intromisión. No debería haber llegado hasta aquí
y lo siento. ―Mi tono era bueno, pero si pequeñas chispas se disparaban de mi
mano derecha en señal de protesta, no podía hacer nada acerca de eso.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Vlad.
―Te perdono, pero sólo porque dijiste “Por favor".
Imbécil, pensé. Entonces me quejé ante el coro instantáneo de "¡Por favor!"
mezclado con los gritos por liberación de los presos de Vlad. No me asombraba
que estuviera tan enfermo de la palabra.
―Sólo soy misericordioso con una persona al día ―lanzó él por encima
del hombro―. Como va el dicho, hoy no es tu día y mañana no se ve bien,
tampoco.
―Luego su mirada aterrizó de nuevo en mí―. Ahora, pídeme que te cure.
REALMENTE te estás extralimitando, pensé, mirándolo.
Enseñó sus dientes en una encantadoramente feroz sonrisa.
―Mi mazmorra, mis reglas.
Mentalmente, lo maldije en inglés y rumano, pero en voz alta dije:
JEANIENE FROST FORO AD’ 102

―¿Me darías algo de tu sangre para curarme? ―Otro destello de dientes,


ahora con colmillos.
―Ven y consíguela.
Me acerqué a él de la misma manera que lo haría a una cobra
balanceándose y levantada, con extrema precaución.
Estar en cercana proximidad a Vlad era peligroso, sobre todo porque los
dos aún teníamos sentimientos el uno por el otro. La extraña suerte de "tiempo
fuera" que habíamos experimentado en el avión había terminado, por lo que
tocarlo ahora era jugar con fuego, literalmente, y él se había asegurado de que
no tuviera otra opción.
Si la tienes, susurró mi voz interior. ¡Recibe una paliza en su lugar!
Hice una pausa, considerando eso, y Vlad me jaló hacia él. A pesar de mi
ira, era la que sentía descargas de electricidad chisporroteando en mí cuando su
cuerpo tocó el mío.
Por el segundo más breve, cerré los ojos, saboreando la sensación.
Entonces los abrí de repente y miró hacia él en desafío.
―¿Vas a darme tu sangre o no?
Su sonrisa había desaparecido, reemplazada por labios apretados y
salvaje intensidad. Luego levantó su muñeca, la mordió profundamente, y la
sostuvo sobre mi boca.
No alejé la mirada mientras separaba mis labios, tomando ese cálido
líquido, fuertemente aromatizado. Nunca pensé que extrañaría el sabor de la
sangre, pero con un trago, sabía que había extrañado la suya. Mis párpados se
sentían pesados con el tipo más extraño de dicha, sin embargo, me negué a
cerrarlos.
Mantenerlos abiertos resultaba casi tan traicionero.
La mirada en sus ojos cuando sellé mis labios sobre los pinchazos y
chupé envió calor disparado directamente a mi centro.
¿Has extrañado esto, también?, susurró una parte oscura de mí. No fue mi
odiada voz interior; esta venía de otro lugar. Un lugar que se sentía como si sólo
se encendiera a la vida cuando Vlad estaba cerca.
Sus labios se abrieron, mostrando la punta de sus colmillos.
―Pregúntame de nuevo y te mostraré.
¿Una amenaza? ¿Una promesa sensual? ¿Ambos? Humedecí mis labios.
Incluso ambas me darían más placer de lo que podía soportar…
―No ―dije, la sencilla palabra haciendo eco de mi vehemencia.
Su abrazo era mi droga de elección, y como cualquier adicto sabía, una
muestra era demasiado, y mil no eran suficientes.
Entonces lo empujé. Algo peligroso ardía en su mirada, pero no hizo
nada para detenerme. Varias antorchas se encendieron a la vida,
JEANIENE FROST FORO AD’ 103

permitiéndome encontrar mi camino a la salida sin tropezar o andar a tientas.


Una vez que la alcancé, me volví hacia él.
―Quise decir lo que dije. Todavía tenemos que hablar.
―Preséntate en mi salón privado, a las diez de esta noche. De lo
contrario, voy a considerar el asunto cerrado.
Su salón privado, el mismo lugar que solía cruzar cada mañana, porque
unía su dormitorio con mi antigua habitación. Preferiría enfrentarme antes a un
pelotón de fusilamiento que ir allí, pero si me negaba, Maximus podía
permanecer encerrado en esta mazmorra durante siglos.
La sonrisa que Vlad me dedicó antes de que desapareciera en la
oscuridad dijo que ya sabía lo que yo había escogido.
JEANIENE FROST FORO AD’ 104

Capítulo 21
Entre en la sala exactamente a las diez de la noche. Vlad estaba en el sofá,
dos vasos de vino y una botella de obsidiana frente a él. El televisor estaba
apagado, y la luz de la chimenea lanzaba un suave resplandor sobre el color
ladrillo del sofá. Recuerdos me asaltaron sin piedad como mi temor. Vlad y yo
habíamos pasado muchas tardes relajándonos con una botella de vino en ese
sofá. Habíamos hecho otras cosas también. Sin invitación, amablemente se
deslizo junto a mí, que no tuve nada que hacer ante el fuego abrazador. Trate de
hablar con aspereza.
―¿No sabes por qué pedí hablar contigo, no es así?
Él rió, medio gruñido y medio ronroneo entretenido, haciendo un caos
de mis sentidos, que mis cabellos se pararon.
―¿Piensas que estoy tratando de seducirte? Que presuntuosa,
considerando que nunca permitiría que una ex amante volviera a mi cama.
Lancé una mirada a las copas de vino, la luz romántica, y finalmente a él
de nuevo. Si Vlad no estaba seduciéndome, entonces estaba tentándome con
aquello que yo no podía tener.
Me había vestido con un simple vestido marino que llegaba hasta mis
rodillas. Su pantalón negro se aferraba a su parte inferior, mientras su camisa
blanca contrastaba como nieve sobre su chaqueta de color ébano a medida. La
camisa estaba abierta, revelando su garganta y unos cuantos centímetros de su
pecho. Sus mancuernillas plateadas destellaron cuando capturaron la luz del
fuego, y su largo, oscuro cabello estaba peinado hacia atrás, todo mejorando la
luz para sus esbeltos, sensuales rasgos y captando también sus impresionantes
ojos.
Lo único que faltaba era el caliente maquillaje cubriendo esa parte
descubierta de su pecho. Así que ningún tribunal en el mundo podía entender
esta cacería sexual.
Su sonrisa se amplió. Maldición, olvidé cantar algo para mantenerlo fuera de
mis pensamientos.
―Bien, ambos estamos aquí por razones totalmente platónicas y vamos a
dejar esto como esta ―dije, odiando como de ronca se estaba volviendo mi voz.
―Bien.
Repentinamente él estaba a solo centímetros, poniendo a nivel de mi ojo
su cuello y la piel que solo imaginaba untar con chocolate. Tragué. Piensa en la
mazmorra y en su promesa rota, no en cuán intoxicante sabe siempre que está cubierto
de postre.
La imagen de la mazmorra ayudo
―Debes dejar ir a Maximus ―le declaré, mi voz fuerte ahora
JEANIENE FROST FORO AD’ 105

―No. ¿Vino?
Parpadeé, enfado cubriendo mi deseo.
―Prometiste que no lo torturarías, pero ser aprisionado en una
mazmorra por siglos cuenta como tortura.
Vlad saco un vaso y bebió de él cuándo yo me negué con una afilada
sacudida de cabeza.
―No, no lo es ―dijo, continuando con ese terriblemente sereno tono―.
Desde que tuve mi primera experiencia con ambos, te puedo asegurar que
tortura y aprisionamiento son dos cosas diferentes.
―Estas siendo sutil. Sabes exactamente qué te estaba pidiendo que me
prometieras.
Se encogió de hombros.
―Hago honor a mi palabra según como fue dada. Si quieres más tal vez
deberías ser más específica.
―Estaba drogada.
―Y yo estaba siendo coaccionado ―replico, fijando su estrecha mirada en
mí―. Muchos podrían considerar eso como una razón para invalidar una
promesa. Yo no, y Maximus sabía lo que le costaría el traicionarme. Por ti no le
costó lo que debería haberle costado.
―Esto es exactamente lo mismo que hiciste con Marty. ―Estaba furiosa―.
Dándome una promesa que después usaras para hacer juegos de palabras con
ello, entonces te ofendes porque te llamo mentiroso.
Vlad estrelló su vaso tan fuerte que me sorprendí que el eje no se hubiera
roto. En ese momento fue hacia la puerta. Cuando la abrió, pensé que iba a
ordenarme que me fuera. Al instante, él se fue.
―¿A dónde vas? ―le pregunté.
―A matar a Maximus ―fue la réplica que lanzo al aire―. Si soy un
mentiroso, podría obtener algo bueno de ello.
―Espera.
Él iba ya al final del pasillo sin tiempo para que corriera y lo alcanzara,
pero tras mi frenético grito, se dio la vuelta.
―No puedes elegir los dos caminos, Leila. Ambos, si soy un mentiroso o
no, y si no lo soy, entonces no tienes causa para estar llorando por lo que le
estoy haciendo a Maximus.
La frustración hizo que fuera directo a la yugular.
―Él es la única razón de que sobreviviera a la bomba de gas. ¿Eso no
significa nada para ti?
Él vino hacia mí con la tranquilidad de un depredador, haciendo que el
pasillo se encogiera a mi alrededor. Cuanto más se acercaba, más me alejaba
JEANIENE FROST FORO AD’ 106

instintivamente. No fue hasta que vi los paneles de caoba que me di cuenta que
él me estaba maniobrando de nuevo hacia la sala.
―Sí, lo hace. Eso es por lo que perdure el que me dijera que estaba
revisando a su gente cuando en realidad estaba acosándote. No perdonaré, sin
embargo, sus repetidas mentiras después de la explosión. Esas no fueron para
salvarte. Ellas eran para alejarte de mí porque te quería para sí mismo.
―Realmente pensaba que estabas detrás de esto ―murmuré.
Vlad rodó sus ojos.
―Tú creías eso, pero Maximus sabía que no mataría a una chica inocente
por rencor.
―Él pensaba que tu orgullo herido te haría más homicida de lo normal.
―No, él quería follarte.
Su tono incluso se desvaneció, reemplazado por uno que sonaba como
maquinillas de afeitar sobre vidrio roto.
―Si él creyera cualquier cosa de lo que te dijo, era solo por aliviar la
culpa por traicionarme. ―Sus ojos cambiaron de cobrizo a esmeralda en un
pestañeo―. Él te quería desde el principio. Cuando descubrí que estabas viva,
me pregunté si lo habías conseguido y que los dos arreglaron la explosión para
desaparecer juntos.
―¿Piensas que maté a un montón de personas para fingir mi propia
muerte y así poder huir con Maximus? ―Si mi voz fuera más alta el vidrio más
próximo podría haberse roto.
―Tú creíste que ordené tu muerte por mi orgullo herido, porque me
dejaste. ―Su mirada recayó en mí―. No pretendas ser la parte ofendida cuando
también llegaste a la conclusión equivocada.
Ante eso, mi temperamento explotó.
―De los dos, ¿quién es más probable que haya matado a esas personas?
Su sonrisa fue como la de un tiburón; solo dientes y nada de humor.
―Yo, pero tú deberías de saberlo mejor. Martin, a quien torturé el día en
el que lo conocí, me contacto al otro día de la explosión porque sabía que yo no
haría eso. Sin embargo, tú, mi una vez apreciado amor, estabas muy convencida
sobre dejarme creer que estabas muerta.
Apenas escuché la última parte de la frase. Mi mente se agarraba a solo
una cosa, conmoción reemplazando el enfado.
―¿Marty te contacto después de la explosión? Pero eso no puede ser… él
no estaba…
―No murió en la explosión ―me informo Vlad, sus labios curvándose―.
Terriblemente cruel de mi parte dejarte creer que alguien que te importa está
muerto, ¿no?
JEANIENE FROST FORO AD’ 107

Rabia colándose junto a una ola de felicidad. Esos dos sentimientos en


contraste, eran mucho. Le gruñí a todo pulmón a Vlad.
―Maldito. ―Mientras lágrimas de felicidad brotaban de mis ojos.
Me agarró, sosteniéndome a centímetros del suelo. A esta altura,
teníamos los ojos al mismo nivel, y la expresión en su cara me hubiera hecho
dar un paso atrás si hubiera podido.
―No ―dijo, la palabra cayendo como un martillo―. Tú eres la única que
me ha golpeado sin represalia, pero ya no eres más mi amante así que no voy a
ser indulgente de nuevo.
No tenía la intención de golpearlo. Era verdad que había querido
sacudirlo hasta que sus colmillos castañearan, por permitirme pensar que mi
mejor amigo estaba muerto, y debía esperar a que contactara a Marty, pero ese
deseo se drenó mientras miraba fijamente sus ojos. Su expresión era
estruendosa que debería tener miedo, pero algo diferente a miedo se asentó en
mí.
Incapaz de evitarlo, eché un vistazo a su boca. Lucía muy dura, pero
sabía que si me inclinaba unos centímetros, no se sentiría de esa manera...
Repentinamente su boca cubría la mía, probando que estaba equivocada.
Sí se sentía muy dura. La barba en su rostro era áspera, también, además de que
tendría moretones por la fuerza con que me tiró hacía él.
Y nada se había sentido mejor. Éxtasis estalló, quemando todo a su paso.
Le devolví el beso con tanta fuerza que rasgué mi labio con sus colmillos, sin
registrar ninguna punzada. Todo lo que sabía era su sabor, como un vino
especiado con la oscuras de las fantasías. Como sus brazos me apretaban
mientras su calor quemaba a través de mi ropa. La sensualmente brutal manera
en que su lengua se entrelazaba con la mía, y la imperiosa necesidad que tenía
de tocarlo tan rápido como mis manos podían correr sobre su cuerpo. Lo
necesitaba tanto como las respiraciones que se colaban entre sus besos, pero
otra emoción fue más fuerte, dándome la fuerza necesaria para empujarlo lejos
de mí a pesar de que todas las células de mi cuerpo protestaron.
―¿Qué estás haciendo? ―logré decir.
Su rostro era nada menos que feroz, y si su mirada hubiera sido más
caliente, me habría quemado bajo su escrutinio.
―Nunca has tenido sexo enojada. Estoy a punto de mostrarte de lo que te
has estado perdiendo.
Tras esas palabras, el latido entre mis piernas se volvió dolorosamente
intenso. A pesar de eso, lo detuve cuando se abalanzó a besarme de nuevo.
―Dijiste que nunca tomas a una ex amante de nuevo.
Su boca descendió a mi cuello con un efecto devastador.
―Ya me has probado que eres la excepción a mis reglas.
JEANIENE FROST FORO AD’ 108

Esos labios de fuego hacían que la presión de sus colmillos fuera mucho
más erótica. Sin embargo, un sentimiento profundo cortó entre toda la pasión
que hervía en mí.
―No todas tus reglas.
Vlad hizo un sonido demasiado fuerte para considerarlo un gruñido.
―No estarás satisfecha hasta que no me tengas de rodillas. ¿Verdad?
―¿Por qué no? ―salió de mí con toda la imprudencia de mi corazón
todavía roto―. Me pusiste sobre las mías.
Me soltó tan abruptamente que tuve que utilizar el sofá para no perder
el equilibrio. Sin su cuerpo pegado al mío, sentía frío a pesar del agradable calor
que había en la habitación.
―Te dije que no podía elegir ambos caminos, y eso era verdad para los
dos.
¿Me había perdido de algo?
―¿De qué estás hablando?
―Soy Vlad el empalado ―dijo, mordiendo cada palabra―. He
sobrevivido durante más de quinientos años porque si alguien se cruza en mi
camino, lo mato, y si soy traicionado, obtengo mi venganza. Te dije esto cuando
nos conocimos, y a ti todavía te molesta cuando lo hago.
―Oh, no tienes que recordarme cuán despiadado eres ―dije, amargura
saltando a la superficie.
―Obviamente lo hago ―replicó. Tomó mi rostro con sus manos
intensamente sintiéndose como hierro―. Dices amarme, pero el hombre al que
amas no existe. Ese hombre no hubiera sobrevivido años de peleas y violaciones
cuando era un niño porque su odio no lo hubiera dejado quebrarse. Ese hombre
no hubiera empalado a veinte mil prisioneros para aterrorizar a las tropas
porque el miedo era la única ventaja que tenía, y ese hombre podría no haber
aprisionado a uno de sus mejores amigos por mentirle por una mujer de la que
estaba enamorado. No soy ese hombre.
Dejó caer sus manos bajaron y dio un paso atrás, su expresión seguía
siendo alarmantemente intensa.
―Ya ves, no me quieres amándote. Quieres la versión que creaste. El
caballero, cuando soy el dragón y siempre lo seré.
Entonces se fue. En ese momento, a pesar de que lo llamé, no se detuvo.
En los segundos que me tarde para llegar al pasillo, se había ido. Las dos
ventanas del extremo aun vibrando por su salida a través de ellas.
JEANIENE FROST FORO AD’ 109

Capítulo 22
Bajé al segundo piso, muy molesta por las acusaciones de Vlad, caminé
junto a mi familia sin verlos.
―Leila ―espetó Gretchen, quitando mi atención de la sala de estar que
acababa de pasar.
―¿Cuál es tu problema?
―¿Cuál es mi problema? ―Risa histérica burbujeó, pero la reprimí―. No
sabría por dónde empezar.
La mirada de mi padre se posó sobre mí, capturando mi cabello revuelto,
mi boca hinchada, y chispeante mano derecha.
―Gretchen, quiero tener una palabra con tu hermana.
Ella se encogió de hombros.
―Adelante, no te estoy deteniendo.
―Él quiere decir que te vayas ―dije con cansancio.
Esto era lo último que necesitaba, pero lo había puesto en un infierno
recientemente, y todos sabían cómo los reembolsos funcionaban.
Ella se levantó, murmurando:
―Eres afortunada que Vlad cubrió mis gastos por el año. ―En voz baja.
―¿Qué?
―Gretchen, ve ―ordenó mi papá.
Ella lo hizo, dejándome sola con mi padre.
Me desplomé en el sofá opuesto a él, notando la diferencia entre ésta sala
de estar y la que había dejado. Los colores eran más claros y no había armas o
escudos barbáricos sobre la chimenea. Todo de una vez, odié la decoración de
albaricoque y crema y la blanca chimenea con la insípida pintura al óleo de un
paisaje sobre ella. Este cuarto carecía de complejidad, ferocidad, pasión…
Carecía de todo lo que era Vlad.
―Así que está cubriendo los gastos de Gretchen por el año. ―Por
supuesto él no me había dicho eso. Vlad raramente mencionaba sus actos
atentos―. Eso es muy generoso de su parte.
Mi papá miró alrededor con intención.
―Él puede permitírselo.
―Él también puede hipnotizarla para que olvide que lo conoció y
enviarla de vuelta a su apartamento sin un centavo ―dije en un tono tajante―.
Vamos, papá. Da crédito donde es debido.
Esa cabeza de sal-y-pimienta se levantó.
―Lo hago. Él prometió que nos devolvería a nuestras vidas cuando el
peligro hubiera pasado y le creo. Pero se rehúsa a prometer dejarte en paz, y
JEANIENE FROST FORO AD’ 110

por cómo luces ahora, ha hecho un buen trabajo en sus intenciones de no


hacerlo.
Yo era una mujer adulta, pero nunca pensé que alguna vez me sentiría
cómoda discutiendo mi vida sexual con mi papá. En este caso, sin embargo, él
no tenía nada por lo que preocuparse.
―Esto no es lo que crees. No estamos juntos de nuevo.
―Tú aún estás enamorada de él ―dijo categóricamente.
¡No según Vlad!, se burló mi voz interior. Él cree que estoy enamorada de una
versión de él que no existe.
Di una profunda respiración. Si pudiera arrancar esa voz, la mandaría a
la luna con todas las corrientes que le había lanzado. Pero pensar de esa forma
me hizo aumentar a Gollum en el Señor de los Anillos. Pronto estaría discutiendo
con mi propio reflejo.
―¿Cuándo el amor ha resuelto algo? ―fue lo que respondí.
Mi padre gruñó.
―Eres demasiado joven para estar tan agotada.
Levanté mi mano derecha con una risa corta.
―Recuerdas qué veo con esta, ¿verdad? Los peores pecados de todos, así
que quizás puedo sólo tener veinticinco, pero no he sido joven por un largo
tiempo.
Estuvo en silencio por varios minutos. Al final, asintió.
―Supongo que no lo has sido.
Luego se inclinó hacia adelante, bajando el volumen de su voz a un
susurro.
―Pero, bebé, tienes que mantenerte lejos de Vlad. En mis décadas en la
milicia, he conocido todo tipo de hombres duros, pero nunca he mirado dentro
ninguno de sus ojos y sentido miedo. Cuando miro a los suyos, es como si
alguien caminara sobre mi tumba.
Una reacción racional considerando que Vlad no era un soldado
promedio, mercenario, señor-de-la-guerra, o a cualquier otra cosa con la que mi
papá lo comparara. En muchos sentidos, él era un trozo salvaje de la historia
pasando entre nosotros, con todo sólo tenía una respuesta. Aunque era la
última cosa que mi padre quería escuchar, era también la verdad.
―No me siento de esa forma cuando lo miro.
Luego me levanté, llena de una renovada determinación. ¿Vlad pensaba
que amaba a una falsa versión de él porque no podía manejar al completo
Drácula? Se lo probaría, y a mi odiada voz interna, que estaba equivocado.
―Buenas noches, papá. Hay algo que necesito hacer.
JEANIENE FROST FORO AD’ 111

Me aseguré de cantar mentalmente la canción más molesta que pudiera


pensar en caso de que Vlad hubiera regresado. Lo que estaba a punto de hacer
quizás fuera peligroso, pero ¿cuándo mi vida no era un riesgo?
Además, las últimas dos veces que había usado mis poderes, sólo había
obtenido un sangrado de nariz. También tenía la sangre de Vlad hoy, así que
eso disminuía el peligro. En breve, sería ahora o nunca.
Una vez en el primer piso, evité el comedor, la biblioteca, y conservatorio
por un cuarto que usualmente evitaba. El cuarto de Armas, como yo lo llamaba.
Este cuarto estaba solamente en segundo lugar luego de las mazmorras en los
recuerdos sangrientos. Estaba lleno con cota de malla, armaduras, espadas,
largos cuchillos curvos, mazos, escudos, lanzas, ballestas, y picas, más
abolladuras de rodamientos, manchas, y otras evidencias de uso. Incluso estar
cerca de ellas hacía que mi mano derecha hormigueara, como si las esencia en
esos objetos estuvieran alcanzándome.
La última vez que había estado aquí, mantuve mi mano derecha pegada
a mi lado porque no había querido saber las espeluznantes historias que los
objetos contenían. Esta vez, la extendí, buscando los eventos que habían
convertido a Vlad en el hombre que él pensaba que yo no podía amar. La
primera cosa que toqué era una larga lanza.
Levanté mi lanza con un grito que se hizo eco por miles de soldados detrás de mí.
Superados en número o no, preferiríamos morir que permitir que Valaquia fuera
conquistada. Luego urgí a mi caballo por la colina empinada, oyendo el tronar de cascos
mientras mis hombres me seguían…
Esa imagen se desvaneció y fui después por el escudo, tocando el
emblema de dragón martillado en el metal.
Una nube de flechas oscureció el cielo. Levanté mi escudo y me preparé,
esperando a ver si vivía o moría. Una vez que mi escudo paró de estremecerse, me
levanté, cortando las flechas pegadas de él con un duro golpe de mi espada. Luego sonreí
a pesar de la sangre corriendo por mi frente. Aún no muerto…
Mi corazón empezó a correr por esos ecos de batalla, pero no me iba a
detener. Acaricié un mazo de apariencia perversa después.
Me senté en mi trono, sin mostrar signos de la rabia corriendo a través de mí.
Mehmed pensó intimidarme escogiendo a tres de mis ex carceleros para acompañar a su
enviado. Estaba equivocado.
―¿Su devoción les impide quitarse los turbantes en mi presencia? ―repetí.
Luego sonreí a mis torturadores de la infancia―. Déjenme ayudarles a asegurar que
sigan puestos. Sosténganlos.
Mis guardias sujetaron a los oficiales mientras traía el mazo y varias largas
picas.
Luego, mi rabia transformándose en fría resolución, clavé sus turbantes a sus cabezas.
JEANIENE FROST FORO AD’ 112

Después de que el tercero cayera sin vida al suelo, arrojé el sangriento mazo al
horrorizado enviado.
―Aquí está mi respuesta a los términos del sultán.
Salí de ese recuerdo hacía otro más rápido que los que había registrado
cuando toqué el siguiente.
Mi visión se arremolinó mientras más imágenes del pasado superaban el
presente. Entonces vislumbré a una mujer con un exuberante cabello castaño,
pero cuando intenté ver su rostro, se puso borroso. Luego ella se había ido
mientras tocaba algo más en mi determinación de ver todo lo que Vlad pensaba
que no podía manejar. Dolores fantasmas y malditas emociones dentro de mí
con cada objeto nuevo, viniendo tan rápido y violentamente que comencé a
perder el foco en lo que era real. Ya no era más una mujer buscando validación
sobre sus sentimientos por su ex amante.
Yo era Vladislav Basarab Dracul, permutado por mi padre a una infernal prisión
política siendo un niño, luego fui un hombre joven, peleando guerra tras guerra para
mantener mi país libre, sólo para ser traicionado por mis nobles, la iglesia, e incluso mi
propio hermano. Luego fui abandonado por el vampiro que era mi Sir, viudo por una
mujer quien me evitaba por mis actos, y aprisionado de nuevo por Mihaly Szilagyi, un
vampiro quien deseaba reinar Valaquia a través de mí. Traición, dolor, y muerte fueron
mis compañías constantes, con todo no podía permitirles romperme. En vez los usaría
para romper a mis enemigos.
―¡Leila!
Como si proviniera de muy lejos, oí la voz de Vlad. Lo sentí agarrarme,
pero no podía verlo. Mi visión había sido reemplazada con rojo.
Vlad llamó mi nombre otra vez, pero su voz se hizo borrosa. Pronto no
podría escucharlo o sentirlo. Bien. ¿No podía ver que estaba tratando de
dormir?
Algo se vertió en mi garganta y la conciencia regresó. A través de una roja
niebla, vi el rostro de Vlad. Sentí sus brazos fuertes alrededor de mí mientras su
muñeca presionaba en mi boca.
―Leila, ¿puedes oírme? ―preguntó, moviendo su muñeca para
permitirme responder.
Parpadeé, pero el rojo no dejaba mi visión. Luego le entregué el objeto
que aún estaba aferrado en mi mano, vagamente notando que era una antigua
corona.
―Estás equivocado ―susurré―. Realmente te amo.
Si Vlad respondió, no lo escuché. Una explosión de mareos seguidas por
un dolor ciego rasgó a través de mi mente, y luego no sentí nada en lo absoluto.
JEANIENE FROST FORO AD’ 113

Capítulo 23
¿Se puede estar despierto lo suficiente para escuchar qué pasa a tu
alrededor, pero también lo suficiente atontado para no hacer nada ante eso?
Porque al parecer durante las siguientes horas, permanecí en un extraño estado
de semiinconsciencia, escuchando fragmentos de las voces de Gretchen, de mi
padre, de Vlad e incluso de Marty. En un punto de la conversación, empezaron
a gritar, pero cuando las cosas se volvieron inteligibles, caí en el olvido de
nuevo.
Cuando volví, estaba supremamente alerta por dos cosas: el olor a sangre
y el sonido de tambores. Entre ese olor y los irritantes buh-boom, buh booms, no
había manera de que pudiera dormir, lo que apestaba porque estaba realmente
cansada. Con sorprendente reticencia, abrí mis ojos, viendo un brillo pálido y
borroso, con varas plateadas encima de mí.
―Dejen de… tamborilear ―chirríe.
Algo oscuro bloqueo mi visión. Eso me tomo varios parpadeos antes de
que me diera cuenta de que era la cara de Vlad. Su barba incipiente era
abundante, y su cabello grumoso y tieso en algunos lados. Tenía la misma
desordenada apariencia de las personas después de pasar la noche bebiendo,
pero me sorprendía ver a Vlad luciendo como alguien al final de un ataque de
tequila. Y, al aspirar, ¿él era el que olía a sangre? ¿Qué era lo que estaba
pasando?
―Papá, Leila despertó.
Gretchen grito excitada cortando a través del aire. Los tamborileos se
hacían más ruidosos, también, su ritmo aumentando como si más gente se
uniera a la banda.
Yo gemí, cerrando mis ojos. ¡Alguien, por favor, haga que pare!
―Ambos, largo. ―Vlad manifestó―. Esto es mucho para ella
―Ella es mi hija, tú lárgate ―gritó mi padre.
Eso hizo que abriera mis ojos. Hugh Dalton raramente alzaba la voz, y ¿a
nadie le importaba que esa maldita banda sonara como si golpeara acero a
ritmo de tambores?
―Váyanse. Ahora ―chasqueó Vlad, sus ojos destellando verdes.
Iba a discutir sobre él usando su control de mentes con mi familia,
excepto que tres cosas se hicieron evidentes. Lo primero que pensé eran varas
plateadas era altos postes IV, estaba usando nuevos guantes de goma, y una vez
que Gretchen y mi papa dejaron el cuarto sin una palabra, el único tamborileo
que escuchaba provenía de mi pecho.
―¿Qué está pasando? ―pregunte haciendo una mueca de dolor ante el
estallido de mi voz―. ¿Y por qué luces como si hubieras rodado en el piso de un
JEANIENE FROST FORO AD’ 114

matadero? ―agregue, en shock de que mi intento de susurrar también había


sido demasiado ruidoso.
Vlad me miró fijamente, su expresión cambio de una intratable que le
había dedicado a mi familia, a una que solo podía describir como cariñosa.
―Estoy cubierto de sangre por que te estabas desangrando hasta morir
en mis brazos y no he podido cambiarme de ropa todavía.
Mi boca cayó abierta
―¿Morí? ―grité.
Una breve sonrisa revoloteo en su cara.
―No estás gritando. Tienes gran cantidad de mi sangre en tu cuerpo así
que tus sentidos están híper-elevados. Eso es por lo que piensas que el latido de
tu corazón es un tambor, y que los latidos de tu familia son más tambores.
Ojeé los postes de IV de nuevo. Una bolsa con líquido claro colgaba de
allí, pero las otras tenían grueso líquido rojo.
―¿Sigues dándome tu sangre? ―pregunté/grité.
―Acabas de salir hasta ahora del coma ―fue su réplica
¿Morí y estuve en coma? ¿Podía este día ser peor?
―¿Cuánto tiempo? ―pregunté, bajando la voz tanto como fuera posible.
Él se sentó de vuelta en su silla, golpeteando el reposabrazos mientras su
mirada iba de caoba reluciente a esmeralda brillante.
―¿En coma? Tres días. ¿Muerta? Seis minutos, cuarenta segundos.
No necesitaba súper sentidos para escuchar la furia en su voz, o para
adivinar la razón tras ello.
―Vlad…
―No.
La sola palabra reverbero en lo que ahora me daba cuenta parecía una
desordenada habitación de hospital. Un desfibrilador con marcas de
quemaduras estaba en la esquina, agujas hipodérmicas estaban desparramadas
en el mostrador, y una oscura máquina de electrocardiograma estaba junto a la
puerta.
―La próxima vez que decidas usar tus poderes de manera excesiva,
recuerda esto ―dijo con el mismo duro tono―. Te traeré de vuelta con lo que sea
necesario, así que si valoras tu humanidad, no lo hagas de nuevo.
Entonces se levantó, dándome un vistazo de la mancha de sangre,
arrugada, y decididamente olorosa antes de que se agachara y me acariciara la
mejilla.
―¿Y en cuanto a por qué lo hiciste? ―dijo, su voz baja y gutural―, eso lo
discutiremos una vez que te hayas recuperado. Otro día de sangre y descanso
en cama debería ser suficiente. Ahora, tengo negocios que atender y tú tienes
otra visita.
JEANIENE FROST FORO AD’ 115

Marty apareció en el marco de la puerta, su expresión mostrando timidez


y alivio.
―Hola, chica.
Vlad dejó caer su mano, sin decir otra palabra. Quería que se quedara,
pero él probablemente quería una ducha y cambiarse de ropa, y no podía
culparlo. Además, tenía a alguien para abrazarme… y pedirle una explicación.
―Ven aquí, Marty ―dije, esperando que fuera solo mi oído supersónico el
que hiciera que eso sonara como si lo estuviera gritando.
Un bulto se instaló en mi garganta a medida que se iba acercando. No
pensé que volvería a ver su baja y fornida figura, de uno veinte de altura o ese
espeso cabello negro de nuevo, y cuando uso la silla de Vlad para así poder
pararse y abrazarme, no pude detener el flujo de lágrimas.
―Te extrañe, pequeña ―murmuró, palmeándome mi húmeda mejilla―.
¿Y podrías parar con las experiencias cercanas a la muerte?
―Debes decírmelo ―replique, aspirando―. ¿Qué paso? Vi el remolque.
Nadie podría haber sobrevivido a eso.
Él le dio a mi hombro una última palmadita antes de desenredarse de
mis tubos y sentarse.
―Estas en lo correcto, pero no estaba allí cuando la línea de gas estalló.
Después de nuestro último acto, estaba caminando de vuelta al remolque con
Dawn. Entonces vi a esa mujer al otro lado del estacionamiento, sola, engullendo
una caja de helado.
Empecé a reírme en medio de una punzada de pena por Dawn. Marty
amaba el sabor dulce en la sangre, era algo conocido para mí.
―O sea que tus dulces dientes, o colmillos, salvaron tu vida. ―Mi sonrisa
decayó, y no pude ocultar el dolor en mi voz cuando le pregunte―: ¿Por qué no
me buscaste después de la explosión? Seguí llamándote a gritos pero no viniste.
Solo Maximus lo hizo.
Él dejo salir un suspiro.
―Sabía que tú estabas en el remolque de Hammer porque te vi entrar.
Pero entonces la explosión… ―Sus rasgos se endurecieron―. Todo lo que estaba
en un radio de 50 kilómetros fue destruido. Incluso al doble de esa distancia, la
mujer de la que bebí estaba herida. Sabía que eso te habría matado, pero de
todas maneras traté de llegar a ti. El calor derretía mi piel antes de que pudiera
alcanzar el remolque de Hammer, así que tuve que regresar. En ese momento
todos los gritos… la gente estaba atrapada en sus autos o corriendo seguidos
del fuego. No podía salvarte, pero traté de salvar a tantos de ellos como
pudiera. Después de que las ambulancias se hubieran llevado a los más heridos,
me fui. No podía quedarme y ver cómo extraían tu cuerpo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 116

Su voz se agrieto en la última palabra. Tomé su mano, contenta con mis


nuevos guantes que me permitieron tocarlo sin mandarle corriente.
―Y entonces llamaste a Vlad ―terminé, un trozo cada uno.
Marty expulsó un gruñido.
―Él no tomo la noticia muy bien. Me hizo investigar a dónde iban a ser
llevados los cuerpos, y entonces saltó en su jet. Le dije que no habría mucho de
ti para convertir, pero no me escuchó.
―¿Convertir? ―repetí antes de entender el significado. Los ghouls eran
personas que habían bebido sangre de vampiro, después mataban a esa persona
e intercambiaban su corazón con el corazón de un vampiro. Desde que estaba
en dieta de sangre de vampiro y Vlad sabía que era resistente al fuego al mismo
tiempo, él sabía que una transformación era posible, si la explosión no me había
arrancado miembro a miembro…
¡Eso era lo que estaba haciendo en la morgue cuando lo vi en la visión!
No quería ver mi cuerpo porque estaba apenado o para regodearse, como había
pensado. Lo hacía para traerme de vuelta.
―Convertirte en un ghoul ―dijo Marty, no pensando en que ya me lo
figuraba. Se encogió de hombros―. Serías la misma, pero frecuentemente,
necesitarías comer lo otro, otro tipo de carne.
Yo seguía dándole vueltas a este descubrimiento. ¿Vlad habría sabido
tan pronto como vio esos huesos que yo seguía viva? ¿O no lo había notado
hasta que me había “oído” espiándolo? Y la pregunta más importante: ¿Por qué,
si le importaba lo suficiente como para volar al extranjero y correr hacia una
morgue para levantarme de la muerte, actuó de forma tan indiferente cuando lo
deje?
―Luces pálida, Leila. Me iré, y te dejare descansar.
Eso lo oí, pero cualquier otra cosa que dijo después, no la escuché.
―Dormí por tres días, así que no puedes pensar que estoy cansada.
Lo estaba, pensé. Aunque, todavía tenía algunas cosas que hacer primero.
―¿Puedes encontrar a mi papá y a Gretchen? Vlad les ordeno salir, pero
ahora puedo soportar sus latidos de corazón.
Y sus voces. Recordé que todo sonaba como gritos por el momento.
―Por supuesto. ―Marty aclaró su garganta―. Debes saber algo. Cuando
tuviste la hemorragia tu corazón se detuvo, Vlad perforó tus arterias con los
tubos de infusiones y te inundo con su sangre. En ese momento tomó el
desfibrilador y mando choques eléctricos a tu corazón, para que volvieras a la
vida. Si eso no hubiera funcionado, hubieras despertado como una no-muerta, y
no hubiera habido nada que tu padre pudiera hacer para detenerlo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 117

Cerré mis ojos. ¿Fueron esos los gritos que escuché en mi estado de
semiinconsciencia? Te traeré de vuelta haciendo cualquier cosa que sea necesaria,
Vlad había dicho, y aparentemente lo decía en serio.
Le importaba más de lo que él admitía.
¿Había esperanza para nosotros después de todo?
JEANIENE FROST FORO AD’ 118

Capítulo 24
La Dra. Natalie Romanov era el médico en la casa de Vlad, y a diferencia
de los otros miembros de su personal, no era nada agradable. Cuando le
pregunté en broma si era su primera paciente este año, pensando que un doctor
no podría ser llamado mucho en una casa de vampiros, Natalie replico que
monitoreaba a todos lo humanos de Vlad para asegurarse de que estaban lo
suficientemente saludables para alimentarlo y asistía a las víctimas de tortura
desde que era una experta en manipulación neuromuscular.
Bueno, yo pregunté.
Después de que se fue, mi papá y Gretchen vinieron a verme. Les pedí
disculpas por Vlad poniendo su golpe mental en ellos, lo cual no altero a mi
padre en nada. Gretchen, particularmente satisfecha, se veía más fascinada que
enojada.
―No quería irme, pero mis piernas me llevaron fuera de la habitación de
todos modos. ¿Él puede hacer que haga lo que quiera, no es así?
―Sí ―dije, odiando que los rasgos de mi padre se endurecieran como si
fuera a tragar un vaso molido. En ese momento el murmuro algo bajo su
aliento, sin mis súper sentidos, nunca hubiera podido escucharlo.
―No, él no está usando control mental en mí. Por un lado, toda la sangre
vampiro que bebo me hace inmune a esto. Por el otro, si lo hubiera hecho, no
habríamos roto, porque podría haberme hecho creer que estaba encantada con
todo lo que había entre nosotros.
Mi padre me miró fijamente, la sospecha dando paso a la convicción en
su rostro.
―Qué me escuches prueba lo peligroso que es ese hombre para ti. Te está
cambiando a algo inhumano. Dejarlo ha sido la decisión más inteligente que has
tomado.
Gretchen se encogió de hombros.
―Después de ver como actuó cuando ella casi muere, empiezo a entender
por qué está con él. ―Entonces su voz se endureció―. Y en serio, Leila. Esta es la
segunda vez ahora.
Cerré mis ojos, la culpa asaltándome. Sí, esta era la segunda vez que
Gretchen me veía balancearme al borde de la muerte, pero a diferencia de mi
intento de suicidio a los dieciséis, esto había sido un accidente. Esto no hacía
que el miedo disminuyera. De muchas maneras, el accidente con el cable de
electricidad puso a Gretchen en medio del infierno, mucho más que a mí, lo
único es que ella no tuvo las gratificaciones extras.
―Lo siento ―dije, abriendo mis ojos.
JEANIENE FROST FORO AD’ 119

Otro encogimiento de hombros mientras ella actuaba como si no le


importara.
―Ten a tu novio agregando dinero a mi cuenta de terapia para mantener
mi cuenta de gastos.
―Tú no tomaras nada más de él, y ya no es su novio. ―Mi padre uso su
voz de teniente coronel. Eso usualmente conseguía obediencia inmediata por
parte de Gretchen, pero esta vez, pasó desapercibido por ella.
―Estoy teniendo en cuenta eso, y si no es más su novio, alguien debería
decírselo. Tú viste como enloqueció cuando ella casi muere. Y no se movió de
su lado hasta que despertó.
―¿Vlad no se movió de aquí en los tres días completos? ―Estaba
estupefacta.
Ella asintió.
―Como una de sus gárgolas de piedra.
Mi padre le dio a Gretchen una mirada tal que, si ella hubiera sido
alguien más, eso hubiera sido el preludio de un puñetazo.
―Es suficiente ―ladró.
―No, no lo es ―dije bruscamente―. No tienes el derecho a callarla nada
más porque a ti no te gusta la verdad. Sin importar los problemas que Vlad y yo
hayamos tenido, ha sido un amigo fiel que ha salvado mi vida, y la de ustedes,
la de Gretchen más de una vez, así que como mamá solía decir, si no puedes
decir nada agradable…
Cierra la puta boca, finalicé.
Mi padre se levantó, sus labios débilmente oprimidos, con el ceño
fruncido mientras cojeaba a la puerta.
―Estoy contento de que estés mejor, pero no quiero que tu hermana se
vea atrapada en este inframundo de muertos vivientes, y no importa cómo lo
disfraces, porque eso es lo que es.
No replique porque la ira podría hacerme decir algo de lo que me
arrepentiría. No pedí las habilidades que me hicieron un imán de
secuestradores para los muertos vivientes, y atraer a mi familia al peligro
porque ellos representaban una buena carnada para los chicos malos. Mi papá
sabía eso, aunque seguían echándome la culpa aún de todos modos.
Gretchen espero hasta que él se fue antes de hablar, también.
―Wow. Eso fue bastante egoísta de su parte.
Por una vez, mi pequeña hermana y yo estábamos completamente de
acuerdo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 120

Capítulo 25
Con la ayuda de Gretchen, tomé una ducha, alegre de lavar el resultado
de tres días de estar en coma y en resumen muriendo. Luego tomé un bol de
sopa y una siesta, despertando para otra revisión de la Dra. Romanov y más
visitantes como Sandra, Joe, y los otros humanos de los que me había hechos
amiga pasaron. Por la mañana, Marty y Gretchen volvieron a venir. Incluso mi
padre trajo libros, así tenía algo que hacer aparte de mirar el goteo de mi
intravenosa, pero la persona que más quería ver nunca se apareció.
La mañana siguiente, el Dr. Romanov anunció que estaba lo
suficientemente bien para dejar la enfermería. Estaba emocionada. Estar
atrapada en una pequeña, y sin ventanas, habitación mientras la intravenosa de
suero-y-sangre-de-vampiro podría haber curado mi cuerpo a las mejores
condiciones, pero era como el infierno en mi mente sobre estimulada. ¿Por qué
Vlad no había vuelto? Había pasado tres días a mi lado cuando estaba en coma,
pero ahora que estaba mejor, ¿yo ni si quiera garantizaba hacer correr la
corriente?
Quizás él sólo estaba preocupado que podría perder su arma psíquica, se burló
mi voz interior.
Cállate, espeté en respuesta.
Vlad no me había pedido extraer la impresión de ningún objeto desde
que regresé. Verdad, había pasado la mayor parte de ese tiempo inconsciente,
pero eso no significaba que él sólo se preocupara por mis habilidades. Mi
antipática pequeña voz interior podría susurrar todo el veneno que quisiera. No
me alejaría del hecho que algo todavía ardía entre Vlad y yo. En cuanto al por
qué me había evitado en las pasadas veinticuatro horas, intentaba averiguarlo.
Cuando dejé la enfermería, fui a mi habitación, tomando una ducha
luego de liberar mi electricidad reprimida en el pararrayos que Vlad había
colocado afuera de mi ventana. Luego fui al antiguo armario, abrí las puertas, y
miré.
Vacío. Ni siquiera permanecía una sola percha. Luego fui a las cómodas,
abriendo cada una con creciente incredulidad.
Hasta el último punto de ropa se había ido. Si no fuera por las toallas y la
bata en el baño, estaría desnuda.
Apreté esa bata a mi alrededor y tiré la larga borla en la puerta. Luego de
un par de minutos, el vampiro de aspecto albino llamado Oscar apareció.
―¿Cómo puedo ayudarla? ―preguntó con una inclinación.
―¿Sabes qué ocurrió con las ropas en esta habitación?
―Sí.
Esperé, pero cuando no dijo nada más, apreté mis dientes y lo intenté de nuevo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 121

―¿Y no están más aquí porque?


Un lento parpadeo.
―Porque usted no se está quedando aquí por más tiempo.
¿Qué?
―¿No lo estoy? ―repetí en caso que hubiera caído en un breve coma y lo
oyera mal.
―Eso es correcto ―dijo él con otra inclinación.
¿Vlad me estaba echando? Claro, él estaba enojado porque había usado
excesivamente mis poderes, pero no podía creer que hiciera algo tan drástico.
¡Te dije que a él realmente no le importabas!, se jactó mi voz interior.
¡Cómeme!, le rugí de vuelta.
―¿Dónde está ahora Vlad? ―pregunté, esperando que mi excesivo
sentido de la audición hiciera la pregunta sonar como un chillido.
―En su habitación.
Me aparté de Oscar con un murmurado:
―Gracias. ―Antes de marcharme hacia las escaleras. Luego subí,
sosteniendo la parte baja de mi bata junta así no deslumbraría a nadie.
Nadie pasó en la escalera. El largo pasillo en el cuarto piso también
estaba vacío. Tomé el desvío a la izquierda, preparándome para la pelea que
tenía por delante. No iba a dejar a Vlad hacer esto. Teníamos demasiados
negocios sin resolver entre nosotros.
Entré en su habitación sin tocar. Él nunca ponía seguro a su puerta,
probablemente porque cualquiera que entraba sin su permiso estaba tentando a
la muerte. Ya había muerto una vez esta semana, así que eso no iba a
detenerme.
―Necesitamos hablar ―dije.
Afortunadamente, las luces estaban prendidas así que él debería estar
despierto. Aunque estaba determinada a tener esta conversación, Vlad no era el
Sr. Sol cuando recién despertaba. Cerré la puerta, mi mirada pasando alrededor.
Su habitación estaba dividida en cuatro secciones: la mini-biblioteca, como yo
llamaba a la parte con sofás y estantes de libros de pared-a-pared; el dormitorio;
el baño; y su armario.
Vlad salió de ese armario en pantalones y chaqueta de color de las nubes
de tormenta. Su camisa de seda pura era unos tonos más clara, como lo era el
grueso, y largo pañuelo que colgaba con elegancia casual alrededor de su
cuello. Debí encontrarlo antes que hubiera terminado de vestirse porque sus
pies estaban desnudos, lo que hizo su acercamiento incluso más silencioso de lo
usual.
Levanté una mano.
―Antes que digas nada, escúchame.
JEANIENE FROST FORO AD’ 122

Sin esperar a ver si él aceptaba, seguí adelante.


―Te conozco, al verdadero tú, y aunque no me gusta todo porque tienes
una maestría en tortura medieval, sin mencionar una renuencia a admitir
sentimientos más allá del afecto o lujuria, lo que cualquier psiquiatra te diría
que tienes problemas con el compromiso… ―una respiración profunda para la
próxima parte―. Aún te amo, Vlad. A ti, el dragón, no el imaginario caballero, y
no te estoy dejando echarme porque yo… yo creo que me amas, también.
Estaba sin respiración por decir muchas palabras con tan poco oxígeno
entre ellas. A través de mi empático sino elocuente discurso, Vlad seguía
acercándose a mí. La esencia de canela, picante, y humo llenaba mi nariz. Esta
debía ser su esencia natural, algo que no había notado antes que mi nariz
recibiera sus mejoras.
Lo miré fijamente, deseando tener sus habilidades lectoras-de-mente
porque su expresión no me daba nada. Todo lo que deduje buscando en su
rostro fue que su barba estaba de nuevo en sus ensombrecida longitud de las
ocho en punto y sus ojos de cobre derretido estaban rociados con esmeralda.
―Estás en lo correcto ―dijo él por fin, su tono repleto con cosas que no
podría nombrar.
―¿Sobre qué? ¿La tortura excesiva, problemas con el compromiso, o la
otra cosa?
Su sonrisa era tentadora y aterradora, como ser azotada y descubrir que
disfrutas del dolor. No pude detener el escalofrío que corrió a través de mí
mientras miraba al hombre que aún tenía un tan peligroso agarre sobre mi
corazón.
―Todo ello.
Él se apoderó de mí mientras hablaba, una mano enredándose en mi
cabello mientras la otra se extendía a lo largo de mi espalda. Su calor era nada
en comparación a sus labios cuando los presionó en mi garganta.
―¿Sabes lo que sucedió la última vez que amé a alguien? ―gruñó contra
mi piel con tal violencia templada que mi escalofrío se convirtió en un
estremecimiento. Asentí.
―No, no lo sabes. ―Otro gruñido letal―. Sólo sabes cómo murió ella.
Déjame decirte cómo vivió… con miedo. Mis acciones la horrorizaban, como te
horrorizan a ti. Mis enemigos la explotaron, como te explotaron a ti, así que fue
más que un ejército armado lo que hizo que se lanzara de nuestro techo. Fui yo.
Él se había asegurado de decir esto cuando sus colmillos estaban en mi
garganta, como si necesitara un ejemplo literal de cómo de precaria sería la vida
si estuviera con él. En respuesta, mis brazos se levantaron, entrecruzándose
alrededor de su cuello. Uno a la vez, tiré de mis guantes. Luego hundí mis
JEANIENE FROST FORO AD’ 123

manos en su cabello, dejando surgir la electricidad a través de él mientras lo


sostenía más cerca de mi cuello.
―Yo no soy ella.
Estaba satisfecha que las palabras vibraran por mi vehemencia. Quería
que fuera capaz de sentirlas tan bien como oírlas.
―Eres el hombre más aterrador que alguna vez he conocido, pero no
estoy asustada de ti. En cuanto a tus enemigos, déjalos venir. Los sobreviví una
vez y lo haré de nuevo.
Su risa atormentó mi cuello, caliente, áspera, y más sedosa que cualquier
material cubriéndolo. Luego levantó su cabeza, y su mirada sostuvo la mía
prisionera mientras me hipnotizaba.
―Deberías estar asustada. Muy asustada. Antes, te dije que si querías
terminar las cosas entre nosotros, te dejaría ir, pero, Leila ―su voz se
profundizó―, mentí.
JEANIENE FROST FORO AD’ 124

Capítulo 26
Las palabras sonaban como una amenaza, sin embargo, fui incapaz de
detener la sonrisa que tiraba de mi boca.
―¿Eso significa que ya no estás tratando de echarme?
Él se giró, mirando hacia la entrada de su armario.
―Mira.
Con una mirada inquisitiva, fui hacia el armario. Sí, aún era del tamaño
del remolque en el que había vivido con Marty, y sí, aún pensaba que el sistema
automático que movía sus atuendos a lo largo con el accionar de un interruptor
era genial. ¿Así que, qué era…?
Mi aliento contenido coincidió me arrastraba hacia él, sus brazos
rodeándome desde atrás.
―¿Eso responde tu pregunta?
Lo hacía, había completamente malentendido las declaraciones de Oscar,
“Usted ya no se está quedando más aquí.” Pensé que se refería a la casa de
Vlad. A lo que se refería era en esa habitación. Toda la ropa que había tenido en
mi armario y cómodas estaban aquí, los sujetadores ocupaban la sección que
una vez usaron las corbatas de Vlad.
Incluso cuando había estado en su vida como novia, ninguna de mis
cosas había estado aquí. Habían estado en la habitación contigua donde dormía
a veces, también. Vlad no podía haber sido más claro sobre quererme de vuelta,
pero en su forma usual, había asumido porque quería algo, era eso.
Si íbamos a arreglar las cosas, eso tenía que parar.
Me di vuelta, tratando de refrenar mis agitadas emociones.
―No puedes mover mis cosas a tu cuarto sin hablar conmigo primero.
¿Qué si no quiero tomar las cosas tan rápido?
Un bufido escapó de él.
―Estuviste a punto de morir para probar que soy el hombre que amas,
sin embargo ¿esto es excesivo para ti?
Levanté mi mentón.
―Sólo se requiere una persona para amar, pero se requieren dos para
hacer que una relación funcione. Si vamos a intentarlo de nuevo, se necesita
más que tu manera o tu súper-manera, Vlad.
Sus manos se deslizaron por mis brazos mientras me miraba en una
forma que me hizo pensar en los gritos eufóricos y la sangre chorreando de
acero. La posesividad era tan trivial en comparación.
―No quiero intentar nada, quiero que te cases conmigo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 125

Pensé que había estado sorprendida antes. Ahora realmente sabía lo que
la palabra significaba. Por varios momentos, estuve convencida que no lo había
oído correctamente.
La sonrisa de Vlad tenía un toque de salvajismo.
―El amor es una terrible debilidad. Les da a tus enemigos el blanco
perfecto, nubla tu juicio, te hace imprudente… y eso es en un buen día.
Sus manos continuaron acariciando el camino a mi cintura, su calor
apenas se reducía por el material de mi bata.
―En un mal día ―siguió, su voz tornándose dura―, puede destruirte.
Nunca quise someterme a eso de nuevo, así que sí, te mantuve lejos. Y casi te
dejo ir para probarme a mí mismo que no significabas más que mis amantes
previas. Y luego llamó Marty, diciendo que habías sido asesinada.
Su agarre se apretó dolorosamente antes de que me liberara, sus manos
apretándose en puños a sus lados.
―No me preocupaba por nada entonces. No aplastar a mi enemigos,
proteger a mi gente, o cómo exasperantemente estabas esperando que me
comportara como un hombre moderno, como si pudiera hacer caso omiso de
medio milenio de vida, basándome en tu capricho.
Ese último comentario era injusto, pero lo abordaría más tarde.
―Luego fui a la morgue y vi que esos huesos no eran tuyos, oí tu voz de
nuevo en mi cabeza. ―Sus ojos se cerraron―. Y una vez más, nada más
importaba.
Su boca se torció mientras abría sus ojos.
―Luego, por supuesto, descubrí que saliste corriendo con Maximus
porque pensaste que era el que trató de matarte. Me enfureció, pero estaba
determinado a encontrarte. Una vez que lo hice, me enfadaste no menos que
antes, aunque al pasar un par de días, me di cuenta que era muy tarde.
Vlad ahuecó mi rostro mientras me miraba con una intensidad que hacía
latir mi corazón como un martillo pilón.
―Te amo, Leila, y nada más importa.
Nunca pensé que la alegría podía ser una sensación física, pero no estaba
imaginando la corriente que se extendía desde la cabeza a los dedos de los pies.
Mi garganta contraída, mi pecho expandiéndose, y mis dedos hormigueando.
Mientras tanto, algo roto hace mucho en mi alma parecía reintegrarse a
su lugar, y aunque no lo sentía físicamente, era igual de real , y poderoso.
―También, te amo, Vlad.
Habría dicho más, excepto que su boca quemó la mía con un beso tan
apasionado, que no podía respirar. Era incluso difícil pensar más allá del
ferviente, revoltoso mantra de ¡teamonecesitoquererte!
JEANIENE FROST FORO AD’ 126

Levantó su mano e, increíblemente, me detuvo cuando comenzaba a


desabotonar su camisa.
―No hay tiempo para eso ―murmuró.
Estaba incrédula.
―¿Tienes cosas más importantes que hacer?
No las tenía. De hecho, si mis pezones se pusieran más duros, la tela se
rompería donde mi bata rozaba sobre ellos.
Miró hacia abajo como si juzgara por sí mismo y un áspero ruido se
escapó de él.
―No más importante, pero ambos vamos a estar muy ocupados hasta la
ceremonia esta noche.
―¿Ceremonia? ―¿Qué ceremonia?
La sonrisa que me destelló era en parte de diversión y parte salvaje.
―Nuestra ceremonia de matrimonio.
Estuve dividida por un segundo cuando pensé. Todo esto es un sueño.
Tenía que serlo, porque él no acababa de decir que nos casaríamos esta noche.
―Yo no acepté eso.
Su sonrisa se desvaneció.
―¿Estás diciendo que no?
―No. Er, no, no, pero no, ya sabes…
Sabía que no tenía sentido, aunque mi mente estaba girando con alegría,
conmoción, e incredulidad. Al mismo tiempo, la parte racional de mí espetó,
¡Contrólate, Leila! Una que balbuceaba y que mágicamente se había
transformado en una belleza sureña del siglo diecinueve, abanicándome
mientras jadeada.
―¡Es todo tan repentino!
Me di una sacudida mental y lo intenté de nuevo.
―Sé que mi malentendido con la cosa del anillo antes nos llevó a la
ruptura, pero como dije entonces, no era sobre pescar una propuesta. Era sobre
ti estando abierto al amor…
Él rió, lo que me detuvo en la mitad de la oración porque no era su
sensual risita o incluso la desdeñosa, su risa de me burlo-de-ti-con-mi-
superioridad. Era algo nuevo, y si tuviera que etiquetarla, tendría que decir
estás dentro ahora escrito en todas partes.
―¿Qué pensabas que pasaría cuando hiciste que me diera cuenta que me
había enamorado de ti? ¿Qué querría salir más? ¿Estar comprometido para estar
comprometido?
Otra risa que mi hizo poner la carne de gallina a pesar del calor de su
cuerpo. Luego su risa se esfumó y se inclinó hasta que su boca estuvo a
milímetros de la mía.
JEANIENE FROST FORO AD’ 127

―Como si me conformaría con nada menos que hacerte completamente


mía, tan pronto como fuera posible.
Estaba tan cerca que sus rasgos eran una mancha, aunque sus ojos nunca
fueron más brillantes. Cerré los míos y no hizo ninguna diferencia. Aún podía
ver los suyos a través de la protección de mis párpados.
―Soy tuya ―susurré, y no fue sólo una declaración. Era una promesa.
Mientras hablaba, me froté contra él, ansiando más de sus manos en mí.
Por un abrasador par de segundos, él cumplió, besándome con tal intensidad
que mis rodillas se doblaron. Cuando comencé a desabotonar su camisa de
nuevo, se apartó, sus labios se curvaron en una sensual sonrisa cruel.
―No a menos que te cases conmigo.
Mi boca cayó abierta.
―¿Estás usando el sexo como chantaje?
Esa sonrisa se ensanchó.
―¿Quién te dijo que jugaba limpio?
Mis labios se torcieron pero esto era demasiado serio para bromear.
―Sí quiero casarme contigo, Vlad. Esta noche es muy pronto, pero…
―¿Por qué?
Ninguna pizca de humor coloreaba la pregunta.
Con retraso, noté por qué estaba tan serio. Con ese conocimiento, mi
belleza sureña previa a la guerra estalló a la superficie.
―¡Porque todo esto es tan repentino!
Luego de una explosión que incluso Scarlett O’hara habría despreciado,
traté de explicar de una manera más elocuente.
―Quiero que nuestra boda sea especial. No tengo un vestido, tú no tienes
padrino, y en vez de flor, tenemos cadáveres en los postes decorando la fachada
de la casa.
―Las flores están en camino, igual que mi padrino, tres costureras están
listas para hacer cualquier vestido que desees, y los cadáveres haré que los
bajen ―replicó sin perder el ritmo.
Si tenía costureras esperando más las flores y un padrino en camino, él
no estaba sólo serio sobre querer casarse esta noche. Él lo estaba planeando.
Un tira y afloja colosal crecía dentro de mí. Amaba a Vlad y quería pasar
el resto de mi vida con él; no tenía dudas sobre eso. Su arrogancia y
complejidad me llevarían a una pared, además que nunca me acostumbraría a
su hábito de empalamiento; no tenía dudas sobre eso, tampoco. ¿Podría un
largo compromiso cambiar algo de lo dicho? No, pero el dicho “Casada con
prisa, tiempo para arrepentirse” era famoso por una razón…
―¿Mencioné que honro la costumbre de pagar un precio por la novia?
―preguntó en un tono casual, como si su mirada no se estrechara mientras
JEANIENE FROST FORO AD’ 128

escuchaba mis pensamientos―. En caso que no estés familiarizada, un precio


por la novia es donde el novio otorga un regalo a su nueva esposa ―siguió―. El
regalo se supone que debe ser un reflejo del valor que el novio le da a su novia.
Debido al valor que tienes para mí, no importa lo que pidas, si está en mi poder
para conceder, será tuyo.
Me endurecí al empezar a escuchar su descripción, insultada que Vlad
pensara que podía superar mis preocupaciones con dinero. Luego él acarició las
palabras al final de la oración hasta que brillaron tan claramente como la
manzana que la serpiente le ofreció a Eva. ¿Qué pensaba él que quería? Me
amaba, ese había sido mi más grande deseo, y no recordaba cantar “Chica
Material” alrededor de él últimamente…
La comprensión cayó. Cualquier cosa en su poder para conceder, no
importa lo que sea. TÚ, DESPIADADO diabólico hombre, pensé, espantada y
admirándolo al mismo tiempo.
―Déjame adivinar, ¿no pagas a menos que me case contigo?
Una astuta sonrisa curvó sus labios.
―Correcto.
―Realmente no juegas limpio cuando se trata de algo que quieres, ¿cierto?
―dije.
Sus ojos brillaron.
―No tienes idea.
Una promesa y una amenaza. Eso describía mi decisión ahora, la que
sostenía la esperanza de una increíble felicidad tan bien como el potencial para
un corazón roto irreparablemente.
―Me dijiste que quieres casarte conmigo ―dije, con voz gutural por todas
las emociones crecientes―. No me preguntaste.
Probablemente no lo había notado. Para él, no habría mucha diferencia
entre las dos, y eso ejemplificaba muchos de los problemas en nuestra relación.
¿Ves? No puedes casarte con él ésta noche o ninguna otra noche, ¡ustedes dos NUNCA
durarán!, espetó mi voz interior.
Vlad miró hacia mí, cobre tragándose su mirada hasta que no quedó
ningún rastro de esmeralda. Luego, su expresión la misma mezcla de desafío e
invitación, lentamente se arrodilló ante mí.
―Leila Dalton, mi único amor verdadero, ¿me harías el honor de
convertirte en mi esposa?
Pude haber llevado a Vlad a arrodillarse al final, pero en muchas formas,
él nunca se agacharía. Sabía eso tan seguramente como sabía que siempre lo
amaría, y eso sólo me dejaba una respuesta.
―Sí, Vlad, me casaré contigo. Esta noche.
JEANIENE FROST FORO AD’ 129

Mi odiada voz interna nunca me había guiado correctamente antes.


Estaría condenada si empezara a escucharla ahora.
JEANIENE FROST FORO AD’ 130

Capítulo 27
Ahora sabía en qué había estado Vlad ocupado ayer cuando no había
venido a verme: preparándose para una boda sobre la que yo no sabía nada. No
había bromeado sobre las costureras, las flores y todo lo demás. Su personal iba
tropezándose a velocidad borrosa, colocando decoraciones, haciendo suficiente
comida para un ejército a juzgar por el caos cerca de la cocina, y sacando tantas
velas que el condado de al lado sufriría pronto de escasez de cera. A diferencia
de la frialdad que había experimentado antes, la gente de Vlad era ahora todo
sonrisas, y si una persona más se inclinaba ante mí, esperaría que una tiara
brotara por arte de magia de mi cabeza.
Pero antes de elegir un vestido o alguno de los otros puntos en mi lista
de Cosas Urgentes por Hacer, tenía que hablar con mi familia, incluso con el
vampiro con el que no compartía lazos de sangre.
Vlad se sentó junto a mí en el Salón de Tapices. Imágenes de la vida
medieval, batallas y naturaleza estaban tejidas intrincadamente en las enormes
cubiertas de las paredes. El techo tenía cajas interiores talladas en diseños que
reflejaban escenas de las tapicerías. El efecto era impresionante, pero no creo
que mi padre lo apreciara en ese momento. Él me miraba con el mismo horror
que había visto en las caras de la gente justo antes de ser ejecutados.
―¿Te vas a casar con él esta noche?
Gretchen, por una vez, fue más cortés.
―Eso explica por qué todo el mundo está corriendo como si tuvieran el
culo en llamas.
La cara de Marty estaba cuidadosamente en blanco, pero su mirada iba
de Vlad a mí de una forma que difícilmente podría describirse como feliz.
―¿Por qué la prisa? ―preguntó Gretchen. Entonces miró a mi cintura―.
No estás embarazada, ¿verdad?
―Los vampiros son incapaces de dejar embarazadas a humanas ―dije.
El alivio cruzó la cara de mi padre pero yo era ambivalente. Incluso si
Vlad fuera humano, sabía desde que era adolescente que no podría tener hijos.
Ningún bebé podría sobrevivir al alto voltaje de mi cuerpo.
Entonces el gesto de mi padre se endureció.
―No puedes esperar que dé mi bendición a este error desastroso.
Las palabras iban dirigidas a mí, pero Vlad respondió.
―No le insultaría pidiéndosela. Ambos conocemos su desaprobación y
ambos sabemos que no me importa. La opinión de Leila es la única que importa
y ha dicho que sí.
Mi padre lanzó una mirada calculadora a los elementos de plata de la
bandeja delante de él. Vlad le dirigió una sonrisa encantadora.
JEANIENE FROST FORO AD’ 131

―Nunca lo lograrías.
Durante un segundo, no entendí. Entonces mi boca se abrió.
―¡Papá! ¡No estabas pensando en estacar a mi prometido con un cuchillo
de plata!
Marty saltó sobre mi padre.
―Hugh, necesitas calmarte ―murmuró mientras lanzaba miradas
cautelosas a Vlad―. Vamos a dar una vuelta, ¿eh?
―Eso no es necesario, no le mataré ―dijo Vlad en el mismo tono que la
mayoría de la gente usaba para hablar sobre el tiempo.
―Esto es demasiado retorcido ―murmuró Gretchen―. Voy a tener a
Drácula de cuñado.
Ignoré eso, todavía mirando fijamente a mi padre.
―No esperaba que esto te hiciera feliz. Esperaba que no te volviera un
homicida. He vivido con un vampiro durante años, ¿recuerdas? No son tan
diferentes a nosotros.
―¿Crees que me opongo porque es un vampiro? ―espetó mi padre―. Si
te casaras con Marty, te daría mi bendición porque es un buen hombre. Él…
―un dedo apuntó en dirección a Vlad―… no lo es.
Suspiré.
―Viste los cadáveres en el jardín, ¿verdad?
Mi padre dejó escapar un sonido de burla.
―Como si no lo supiera antes. Te lo dije, Leila, puedo leer a la gente y, sin
duda, Vlad es la persona más violenta que he conocido.
―Tienes razón.
Vlad no se había movido de su posición relajada, ni había perdido su
sonrisa afable. Hizo un gesto con la mano a Gretchen y Marty.
―Ustedes dos están resignados a esta boda, así que dejen la habitación.
Gretchen se levantó, echando una mirada de reojo a mi mano.
―Todavía no hay anillo de diamantes. Esto es lo que pasa cuando no te
haces difícil de conseguir, hermanita.
Giré los ojos.
―Si quieres ayudarme a diseñar el vestido, reúnete conmigo en la
biblioteca dentro de media hora.
Marty me dirigió una larga mirada.
―Espero que sepas lo que estás haciendo, muchacha ―dijo. Luego siguió
a Gretchen fuera de la habitación.
Miré de nuevo a Vlad, percibiendo que mi padre y él estaban
participando en un concurso de miradas. Los ojos de Vlad eran de su color
normal cobre profundo, pero incluso sin el realce vampírico, Hugh Dalton no
tenía ninguna posibilidad.
JEANIENE FROST FORO AD’ 132

―Papá, sé que tienes ciertas opiniones sobre Vlad, pero una vez que
llegues a conocerlo, estoy segura... ―empecé, sólo para que la risa de Vlad me
detuviera.
―Eso no ayudará porque tiene razón. Soy un hombre violento y siempre
lo he sido. Cuando tenía la mitad de su edad y era humano, invité a los nobles
locales a mi casa a una fiesta. Mientras todavía tenían comida colgando de sus
labios, los maté a todos y la consideré una noche excelente.
―Demasiada información ―murmuré.
Hizo caso omiso de eso, encontrándose con la mirada azul áspera de mi
padre.
―Esto es lo que no sabes: nunca soy violento sin motivo. Esos nobles
habían traicionado a mi padre, dejándolo ciego y enterrado vivo. Algunos de
ellos lo habían encerrado en su tumba por sí mismos, aun así vinieron a mi casa
sin miedo porque me subestimaron. Usted no lo hace, que es una de las dos
razones por las que le respeto.
Luego se inclinó hacia delante, su sonrisa se desvaneció.
―La otra razón es esta: la lealtad. Usted ha visto las riquezas que poseo y
el poder que ejerzo, sin embargo, nunca ha pensado en utilizar a sus hijas para
conseguir esas cosas para sí mismo.
―Eso no es lealtad. Se trata de ser un padre ―rechinó mi padre.
―Mi padre nos entregó a mi hermano pequeño y a mí a su peor enemigo
a cambio de seguridad política ―dijo Vlad rotundamente―. He visto cosas aún
peores en estos siglos. La paternidad no es por lo que valora a sus hijas más que
al dinero, el poder o incluso sanar su pierna, lo que puedo hacer. Es la lealtad y
espero que la honre más ahora después de la pérdida que sufrió cuando la
traicionó antes.
No sé lo que me sorprendió más... Vlad diciendo que podía sanar la
pierna lisiada de mi padre o que le echara en cara su antiguo adulterio. Vlad lo
sabía por la culpa que yo todavía acarreaba por la muerte de mi madre. Le
conté a ella lo de las cartas incriminatorias que encontré en la bolsa de mi padre
porque estaba enfadada por trasladarnos lejos de mi entrenador para irnos con
papá a Alemania. A los trece años, me preocupaba más entrar en el equipo
Olímpico que el corazón roto de mi madre. Cuando ella lo dejó nos fuimos a
casa de mi tía, donde murió intentando ayudarme después de que tocara una
línea eléctrica caída.
Mi padre también parecía aturdido, pero luego se levantó, golpeando
con el extremo de su bastón a Vlad.
―Cómo te atreves.
Las palabras temblaban de ira. Vlad ni siquiera parpadeó.
JEANIENE FROST FORO AD’ 133

―Me atrevo porque no quiero malentendidos entre nosotros. Soy todo lo


que piensa que soy, pero amo a su hija, y lo que amo, lo protejo con toda la
violencia que hay en mí, la que, como ha adivinado, es considerable.
El silencio cayó cuando Vlad dejó de hablar. Incluso su personal debía
haber detenido sus frenéticos preparativos porque se podía oír un alfiler caer en
la habitación de al lado. La cara de mi padre permanecía con líneas duras
mientras yo estaba ocupada en un debate interno.
Podría haber dejado fuera a toda la gente que había matado...
¿Por qué? Una búsqueda en Google habría revelado la misma cosa.
Bien, pero sacar lo de la infidelidad de papá...
¿Fue maleducado mientras remarcaba su argumento? Este es Vlad el
“Empalador”. Su argumento normalmente viene al final de un largo palo.
Sí, pero los dos van a ser familia...
¿Oíste a Vlad describir a su familia? Ni siquiera llegó a la parte donde su
hermano pequeño intentó matarle.
Y así una y otra vez. Como me temía, me había transformado en Gollum.
Lo que al final dije después de unos segundos fue esto:
―No te culpo por estar enfadado, papá. Si mi hija me dijera que se iba a
casar con el Príncipe de la Oscuridad no-muerto, me asustaría también. No
tiene que gustarte ni aprobarlo, pero no puedes pararme, y espero... ―Tragué
para liberar el nudo que de repente tenía en la garganta―. Espero que estés en
mi boda.
Entonces me acerqué a él y besé su mejilla antes de dejar la habitación.
Lo que fuera que mi padre, Gretchen o Marty decidieran hacer, tenía una boda
para la que prepararme.
JEANIENE FROST FORO AD’ 134

Capítulo 28
En algún momento, estuve segura de que despertaría. No era la chica que
tenía un exquisito vestido hecho a mano con rapidez para su boda por algo
parecido a su hada madrina. Era la chica que perdió a su madre antes de que
pudiera realmente llegar a conocerla. Aquella cuyos sueños se habían
aplastado, cuya familia albergaba resentimientos, la que no podía tocar a nadie
sin arriesgar sus vidas y la que se ahogó en la oscuridad por todos los pecados
que sus habilidades le obligaron a vivir.
Esa no se parecía a la chica del espejo. Mi vestido tenía un corpiño color
crema solapado en el busto para aumentar mis modestas curvas. Debajo, una
falda de gasa de múltiples capas tenía embutidos racimos de encaje y diminutas
perlas. La chaqueta bolero de encaje dejaba mi escote al descubierto, pero
abrazaba mi cuello y hombros antes de descender en mangas tan finas como
telarañas. Llegaban a mis dedos, con racimos bordados que ocultaban mi larga
y zigzagueante cicatriz. Mi cabello estaba levantado, con un broche de
diamantes por debajo del moño. El broche sostenía un enorme velo catedral,
con más adornos de perlas. El frente del velo estaba actualmente echado hacia
atrás por si necesitaba algún retoque final en el maquillaje.
No, la chica del espejo no parecía haber sufrido de soledad, aislamiento o
un flujo de imágenes de los peores actos que las personas se infringían unos a
otros. Ella parecía feliz. Se podría atrever incluso a usar la palabra bendecida.
¿Acaso era extraño que me costara reconocer que era yo?
Gretchen apareció en el reflejo.
―No se te ocurra llorar durante los votos. Arruinará tu maquillaje.
El comentario de mi hermana trajo una pizca de realidad en estas
circunstancias irreales, pero estuvo bien. Estaba aquí, con un vestido de satén
sin tirantes de color amatista que mostraba las curvas para las que yo necesitaba
un drapeado creativo para duplicar. El cabello negro por los hombros estaba
recogido, añadiendo un aire de sofisticación y su maquillaje de ojos negro le
hacía parecer mayor de sus veintidós años.
―Estás increíble ―le dije.
―No ―dijo, su voz suavizándose―. Tú lo estás.
Entonces me sorprendió abrazándome. Bajo la laca y la leche hidratante,
me llegó su aroma a limones y espuma de mar. Inhalé, sabiendo que nunca
volvería a cruzarme con ellos sin pensar en mi hermana.
Me dejó ir con un bufido.
―¿Acabas de olerme?
Avergonzada, asentí.
JEANIENE FROST FORO AD’ 135

―Toda la sangre que me dio Vlad puso a toda marcha algo más que mi
oído.
Otro bufido.
―Te vuelves más rara cada día, ¿sabes? ―Entonces miró alrededor, pero
las tres geniales costureras se habían ido―. Bueno, ¿huelo bien? No puedes
pedir, sobornar o robar perfume en este lugar.
¿En una casa de gente con sentidos olfativos hiperactivos? No lo dudaba.
El perfume sería como mazas para los vampiros.
―Hueles bien ―le aseguré.
Sonaron golpes en la puerta. Gretchen la abrió, mostrando a Marty.
Vestía un esmoquin negro que debía ser recién hecho porque él no tenía
ninguno y le sentaba como un guante. Sus pobladas patillas estaban recién
cortadas y su espeso cabello negro peinado hacia atrás, añadiendo un toque
disoluto a su apariencia formal.
―Es la hora ―dijo. Entonces se quedó mirando―. Guau, chica. Las dos
―añadió apresuradamente.
Me giré para que Marty pudiera ver mi vestido entero, con cuidado de
no tropezar.
―Todavía no puedo creer que Sinead, Frances y Bertrice hicieran esto en
seis horas. Esos vampiros cosen tan rápido que casi incendian los hilos.
Mi voz se apagó cuando alguien más apareció detrás de Marty. Hugh
Dalton también llevaba un esmoquin, y su cabello negro grisáceo estaba recién
cortado. Las líneas de su rostro parecían más marcadas, pero sus labios
apretados se suavizaron un poco cuando me miró.
―No importa lo que piense acerca de esto, Leila, eres mi hija, por lo que
no vas a caminar por ese pasillo sola.
Tragué saliva. Gretchen susurró:
―¡El maquillaje de ojos! ―Y me dio un codazo, pero sus ojos tenían un
nuevo brillo, también. Hacía mucho tiempo que no habíamos hecho nada juntos
como una familia.
Marty tomó a Gretchen del brazo.
―Vamos, guapa. Te voy a mostrar dónde ir.
Ella le dio a su cabello un retoque final y entonces me sopló un beso.
―Te veo pronto, hermanita.
Se fueron los dos. Mi padre continuó mirándome. Entonces dejó escapar
un suspiro que parecía venir de muy dentro.
―¿Está segura de que quieres hacer esto?
―Estoy segura ―le dije con voz firme.
JEANIENE FROST FORO AD’ 136

Me tomó del brazo. Mis actuales repelentes guantes de marfil sólo


llegaban hasta mis muñecas por lo que absorbió una corriente, sin embargo,
ocultó su mueca de dolor detrás de una sonrisa forzada.
―Temía que dijeras eso.

Casi no reconocía la tercera planta. Los muebles de siempre se habían ido


y las oscuras paredes estaban cubiertas de seda blanca. Más seda colgaba de los
techos, creando un elegante efecto de abombamiento. El vestíbulo tenía flores
situadas alrededor de las antorchas de piedra blanca que habían sido separadas
con escudos pulidos entre ellas. Esos escudos recogían la luz del fuego y la
reflejaban, bañando el pasillo entero con un resplandor dorado. El olor a mi
sensible nuevo olfato le hacía el aire más pesado y más dulce. Caminar a través
de él era como atravesar un túnel encantado.
Marty y Gretchen entraron por las puertas principales del salón de baile.
Mi padre y yo les seguimos, y cuando aparecimos en la entrada, sonó música de
órgano, arrebatándome un jadeo.
No fue la nueva apariencia del salón de baile lo que me dejó sin aliento,
aunque el pasillo formado por pilares inmensos de rosas blancas y enormes
candelabros antiguos decorados con cientos de velas, habían transformado la
habitación en un paisaje de ensueño gótico. Fueron todas las caras que se
giraron hacia nosotros. Debía haber dos mil personas, un mar de esmóquines
negros rotos ocasionalmente por toques de color de las mujeres en trajes
formales.
¿Había invitado Vlad a toda la ciudad?, me pregunté con incredulidad.
Ese pensamiento se desvaneció cuando eché un vistazo al novio. Vlad
estaba solo en una plataforma blanca elevada, con un dosel de vides
entrelazadas al hierro que se alzaba varios metros por encima de él. No llevaba
esmoquin. Cómo le gustaba destacar. En contraste, su chaqueta de ébano tenía
gruesas cuerdas trenzadas alrededor de sus hombros, me recordaba a lo que los
reyes usaban en las ceremonias oficiales. Era abotonada hasta arriba, el alto
cuello marcando la fuerte y cincelada línea de su mandíbula. Su pantalón era
también negro, pero la capa que cubría sus hombros y se amontonaba a sus pies
era escarlata. Sus bordes estaban adornados con armiño y una gran cadena de
oro la mantenía cerrada, un colgante de oro y azabache del tamaño del puño de
Vlad colgaba del centro.
En resumen, estaba magnífico.
JEANIENE FROST FORO AD’ 137

Caminé por el pasillo, apenas notando a nadie más. Incluso la presión de


la mano de mi padre se desvaneció. El cabello de Vlad estaba peinado
completamente hacia atrás, revelando sus ligeros picos de viuda. La ausencia de
las oscuras ondas hizo que sus rasgos delgados, cejas fuertes y altos pómulos
fueran mucho más llamativos, y sus ojos de color cobrizo parecían penetrar en
mi alma.
Ven a mí, ordenaban silenciosamente. Incluso si quisiera negarme, no
creo que pudiera.
Estaba a unos seis metros cuando el fuego se deslizó hasta el dosel de
hierro, serpenteando a través de todas esas vides talladas. Mi padre se detuvo,
apretando su agarre para retenerme.
―Leila...
―Está bien ―dije. Nunca temería al fuego estando cerca de Vlad.
Entonces permití que mi brazo se deslizara del agarre de mi padre,
caminando esos últimos metros sola. El dosel seguía encendido pero ni una
chispa perdida caía al suelo. En el momento en el que subí a la tarima y tomé la
mano de Vlad, el hierro se había aclarado por la intensidad de las llamas, hasta
que parecía que el dosel de metal encima de nosotros se había convertido en oro
fundido.
Decir que siempre recordaría este momento sería insuficiente.
Estaba tan deslumbrada que me tomó un segundo darme cuenta de que
la tarima tenía escaleras por detrás, también. Un hombre de cabello gris con una
larga túnica blanca subió hasta nosotros. Luego se hizo la señal de la cruz
mientras entonaba algo en latín. Una vez que terminó, todos se sentaron a un
unísono casi perfecto. Este tipo de coordinación me dijo que la mayoría de
nuestros clientes tenían que ser vampiros.
¡No tenía ni idea de que tenías tantos amigos!, deslicé a través de mi mente
antes de que me diera cuenta cómo había sonado.
La boca de Vlad se arqueó. Entonces, ¿el ministro, oficiante? comenzó a
hablar en inglés, así que finalmente le entendí.
―Queridos amigos ―dijo con un fuerte acento italiano―. Estamos aquí
para presenciar la unión de este hombre y esta mujer en los lazos del santo
matrimonio.
Con mis habilidades, había revivido un montón de bodas. También había
revivido bastantes divorcios para saber que los votos que estábamos a punto de
hacer tenían más del cincuenta por ciento de posibilidades de fallo, pero eso no
me intimidaba. Me había enfrentado a peores probabilidades antes, y Vlad bien
valía la pena la lucha.
Él sonrió ante eso: sabiendo, desafiando y, oh, tan sensual.
JEANIENE FROST FORO AD’ 138

―Sin peleas ―murmuró―. Ahora es para siempre. Esta primera


ceremonia es sólo para que tú y todos los demás también lo sepan.
¿Primera ceremonia?, me pregunté, pero entonces el oficiador dijo:
―¿Puedo tener los anillos? ―Y me quedé helada. Con toda la actividad
del día, había olvidado que no tenía anillos. ¿Ahora qué?
Para mi sorpresa, Gretchen subió a la tarima escoltada por Mencheres. El
egipcio de largo cabello debía ser el padrino de Vlad. Le pasó algo a Vlad, y mi
hermana tomó mi ramo mientras presionaba algo dentro de mi mano.
Miré hacia abajo, aliviada de ver bandas de oro retorcidas formando un
anillo de aspecto inusual. Entonces la curiosidad me hizo mirar fijamente la
mano cerrada de Vlad. ¿Qué clase de anillo me daría?
―Pon el anillo en su mano ―dijo el oficiador―. ¿Tomarás, Vladislav
Basarab, a esta mujer, Leila Dalton, como tu esposa...?
Las palabras se convirtieron en ruidos borrosos cuando vi el anillo de oro
ancho que Vlad deslizó en mi dedo, un dragón enjoyado estampado en su
superficie. No necesitaba que Vlad me lo dijera para saber que no se trataba de
una réplica. Podía sentir palpitar las esencias de los antiguos príncipes que se lo
habían puesto antes que yo, Vlad incluido.
No me había dado un anillo de diamantes ordinario. Me había dado el
sello real de la línea Dracul, modificado para adaptarse a mi dedo.
No escuché terminar al oficiador, pero Vlad dijo:
―Lo haré. ―Primero en inglés, entonces en rumano. El rugido inmediato
de la audiencia me sacó de mi estado de shock. ¿No se supone que la
celebración venía después de que ambos dijéramos nuestros votos?
Entonces fue mi turno, y deslicé el anillo en la mano de Vlad mientras
decía los votos de amarlo, honrarlo y respetarlo. Ningún rugido sonó cuando
acabé de hablar. De hecho, el lugar se quedó en absoluto silencio cuando el
oficiador dijo que si alguien objetaba nuestra unión, debía hablar ahora o
callarse para siempre.
Para mi alivio, ni mi padre ni Marty dijeron nada. De otra forma, alguien
en esta multitud a favor del novio podría haberlos silenciado "para siempre" en
ese momento.
Entonces vinieron las palabras que nunca había pensado que oiría,
marido y mujer, seguidas de un beso que abrasaba el alma y que nunca
olvidaría.
Esta vez, los aplausos fueron ensordecedores.
JEANIENE FROST FORO AD’ 139

Capítulo 29
Descubrí quiénes eran el noventa y cinco por ciento de los invitados
mientras aceptaba sus felicitaciones. Los miembros de primera generación de la
línea de Vlad, lo que quería decir vampiros a los que había transformado él
mismo. Aparentemente, su linaje era tan extenso que incluso su enorme casa no
podía albergar a todos los vampiros que su gente había transformado también.
Dada su variedad de acentos, los descendientes no-muertos de Vlad provenían
de todas las partes del mundo. Debían haber dejado todo para correr hasta aquí
esta noche.
Por otra parte, podrían haber tenido miedo de no hacerlo. No me
imaginaba a Vlad tomando "no me apetecía" como una razón aceptable para
perderse su boda.
Debido al gran número de invitados pase las primeras tres horas con mi
mano enguantada siendo besada y oyendo nombres que nunca recordaría. La
siguiente hora consistió en pequeños bocados de un festín tan grande que la
ciudad cercana podría comer de las sobras durante días. Entonces vino una
avalancha de brindis, hasta que tuve que aparentar beber o arriesgarme a caer
borracha en mi propia boda.
Gretchen no tenía tales preocupaciones. Había pasado la etapa risueña y
avanzado hasta la fase de ¿es la habitación la que gira o soy yo? Mi padre se
quedó cerca, observando a cada hombre no-muerto que la miraba dos veces. No
había ofrecido un brindis, pero todavía estaba aquí.
El gigantesco reloj dio las dos de la mañana cuando Vlad se levantó y me
tendió la mano. La tomé, sorprendida por los aplausos que siguieron. ¿Era esa
la señal para Nos vamos de aquí? Eso esperaba. Mi energía estaba empezando a
decaer y no quería gastar la que me quedaba aquí, por muy increíblemente
lujosa que fuera la recepción.
Vlad se rió bajo.
―Créeme, no lo harás.
Luego me levantó en sus brazos al son de más aplausos y las risas
conocedoras de unos cuantos. Ni siquiera tuve oportunidad de decir buenas
noches antes de que saliéramos del salón de baile y subiéramos las escaleras.
Entonces el pasillo se convirtió en un borrón que culminó en la puerta
cerrándose con decisión detrás de nosotros.
Yo no era la que había llevado a alguien más de cien metros en menos de
cinco segundos, y aun así mi corazón empezó a saltar. A una velocidad
diferente a la anterior, Vlad dejó mi cuerpo deslizarse sobre él, tentadoramente
centímetro a centímetro, hasta que me colocó sobre mis pies. Todo el tiempo
JEANIENE FROST FORO AD’ 140

mirándome con una intensidad que hacía que las palabras parecieran
insultantemente triviales en comparación.
Olvidé las miles de personas con oído supernatural una planta debajo de
nosotros. No me importaba que en algún lugar, una vampiro y otros aspirantes
a asesinos hubieran descubierto que estaba viva y que me había casado con
Vlad. Bajo el peso de su mirada, todo eso desapareció hasta que no hubo nada
más excepto nosotros dos.
Vlad desenganchó la cadena de oro que sostenía su regia capa escarlata,
cayó al suelo con un ruido sordo. Saqué el broche que sostenía mi velo y
desenrollé el cabello del moño. El espumoso encaje cayó a mis pies al mismo
ritmo que mi cabello se derramaba sobre mis hombros.
Sus manos se entrelazaron en esa masa oscura antes de deslizarse hacia
abajo a los broches ocultos en mi espalda. Lancé un suspiro cuando el encaje y
la gasa fueron reemplazados por el toque abrasador de sus dedos. Entonces
intenté quitarle la chaqueta, pero mis guantes eran demasiado engorrosos. Me
los quité, incluso antes de poder tomar el anillo que salía con ellos, Vlad lo hizo.
El verde brillando en sus ojos mientras lo deslizaba en mi dedo desnudo.
Luego su mano bajo por su pecho, abriendo los botones como por arte de
magia. Sólo tuve un segundo para ver su camisa debajo antes de que también se
hubiera ido y estuviera desnudo de cintura para arriba. Bebí la vista de su
pecho musculoso con la capa de vello oscuro y numerosas cicatrices. Vlad
parecía lo que era, un guerrero que había hecho su camino a través de batallas
que habían matado a hombres menores. Desnudo, no disminuía su plena
masculinidad y su peligro inherente. En cambio, aumentaban, y no me gustaría
que fuera de otro modo. Un gemido se me escapó cuando extendí la mano y
puede tocar su dura y caliente carne.
Deslizó el vestido por mis hombros y bajó cada manga por mis brazos,
dejándome en corsé, bragas y medias de seda. Ni siquiera estaba desnuda, pero
cuando su mirada se deslizó sobre mí, me sentí más expuesta de lo que nunca
había estado antes. Vlad parecía mirar más allá de mi piel en los lugares de mi
alma que nunca había compartido con nadie, y en ese momento, los reclamó
como suyos.
Y lo miré con la misma posesión. Lo que fuera que hubiera hecho, donde
quiera que hubiera estado antes y quienquiera que fuera en el futuro, era mío.
Si todavía tenía escudos en ciertas partes de su corazón, los derribaría o los
explotaría hasta abrirlos. Puedes tener todo de mí, le dije silenciosamente, pero
tomaré todo de ti a cambio.
Su sonrisa fue sensual y desafiante, un reto a que mantuviera esa
promesa. Entonces me tomó en sus brazos, su piel desnuda enviando ondas de
JEANIENE FROST FORO AD’ 141

calor hasta mis entrañas. Me levantó, pateando el vestido caído mientras su


boca se cerraba sobre la mía.
Él sabía a champán y la sangre se derramó cuando picó su lengua con un
colmillo. El dolor estalló cuando después picó mi lengua, aunque su sangre la
sanó casi instantáneamente. El sabor a cobre aumentó y, cuando me retiré con
aversión instintiva, su agarre se apretó.
―Creía que “todo de mí” incluía compartir la sangre del otro.
Poniendo a prueba mi voto ya. No esperaba menos, pero si pensaba que
ondearía la bandera blanca, estaba equivocado.
―No te guardes nada.
Lo sentí sonreír sobre mis labios.
―No pretendía hacerlo.
Entonces me levantó, llevándonos no a la cama, sino a la chimenea. Me
puso sobre la alfombra de piel gruesa delante de ella, sus ojos nunca dejaron los
míos mientras me quitaba los zapatos y las medias.
Alcancé sus pantalones, pero sostuvo mis manos, sujetándolas por
encima de la cabeza mientras desabrochaba mi corsé. Mi respiración se aceleró
mientras caía, dejándome nada más que la ropa interior. El hambre en su
mirada hizo que mis pezones se endurecieran, y cuando lo dejó caer más abajo,
casi podía sentir mi sangre acelerándose. El deseo se apostó en todas las partes
que quería que tocara mientras mis entrañas parecían palpitar con pulso propio.
Había pasado demasiado tiempo desde que lo sentí dentro de mí. No quería
esperar ni un segundo más.
Intenté empujarlo dentro de mí, pero el agarre en mis muñecas se apretó.
―Todavía no.
Yo no estaba de acuerdo, y él podría tener mis manos sujetas, pero mis
piernas no lo estaban. Enganché una alrededor de su cadera y froté la parte
inferior de nuestros cuerpos juntos, un grito se me escapó al sentir su gruesa y
dura carne. Su risa baja fue a la vez erótica y amenazante.
―Disfrutarás lamentando eso.
Su boca bajó entonces, su caliente y húmeda lengua haciendo que mis
pezones hormiguearan con sus rápidos lengüetazos. Soltó las muñecas para
acariciar mi espalda antes de quitarme la ropa interior bajándola lentamente
por mis piernas. Cada vez que alcanzaba sus pantalones, sin embargo, me
bloqueaba con una risita. Una vez que las bragas desaparecieron, me apretó de
nuevo, su cuerpo cubriendo el mío. Tuve unos pocos momentos para
deleitarme con su peso, la sensación de sus músculos y la forma sensual en que
el vello de su pecho rozaba mis pezones antes de que su boca se cerrara sobre
mi pecho. Chupó hasta que los hormigueos se convirtieron en palpitaciones y
cuando sentí alargarse sus colmillos, me arqueé en silenciosa invitación.
JEANIENE FROST FORO AD’ 142

El placer siguió a la momentánea picadura en menos tiempo del que me


llevó gemir. Entonces el calor se propagó, debido al efecto de las pequeñas
gotas de veneno de sus colmillos. Succionó más duro antes de agarrarme y
ponerme encima de él, cambiando a mi otro pecho.
Tiró de él con fuerza, haciéndome que lo agarrara con creciente urgencia.
Dejé mis piernas deslizarse hacia abajo hasta que me senté a horcajadas, y
cuando la dureza dentro de sus pantalones rozó mi clítoris, las chispas se
dispararon desde mi mano en una avalancha de sensaciones.
Mordió al mismo tiempo, inundando mi pecho de calor y haciendo que
mi pezón quemara eróticamente. Mi cabeza cayó hacia atrás mientras un sonido
animal salía de mi garganta. Vlad agarró mis caderas, moldeándome más cerca.
Entonces se arqueó hacia delante, aumentando la fricción mientras sus colmillos
penetraban más profundamente.
El doble asalto de placer fue demasiado. Grité mientras miles de
terminaciones nerviosas se estimulaban a la vez. Ese grito se convirtió en un
gemido mientras el éxtasis se apoderaba de mí, transformando la necesidad en
dulce liberación. Mi pulso, que antes atronaba, pareció detenerse mientras la
languidez caía sobre mis miembros, haciendo que los sintiera más pesados.
La boca de Vlad dejó mi pecho después de un lametón final. Se deslizó
en un rastro ardiente sobre mi hombro y mi cuello antes de besarme,
presionándome de nuevo contra la piel sedosa. Esta vez, apenas noté el sabor
cobre en su boca. Estaba demasiado centrada en la forma en que su lengua
acariciaba la mía, la sensación de su duro pecho contra mis pezones demasiado
sensibles y el deseo que se encendió de nuevo cuando se quitó los pantalones.
Abrí las piernas, gimiendo cuando tomó mi muslo y se lo puso contra la
cadera. Una deliciosa expectación provocó qué mis músculos internos se
apretaran, poniéndome incluso más húmeda. Cuando llegó abajo y sus dedos
invadieron mis profundidades, lo agarré y me arqueé con más exigencia que
invitación.
Su risa terminó en otro beso ardiente. Esos dedos entraron más
profundo, intensificando el dolor que me hacía moverme contra su mano. Mi
respiración venía en jadeos apagados mientras continuaba besándome con
mayor fiereza. Entrando voraz en mi boca con los labios y la lengua. Entonces,
su mano detuvo su sensual tormento y se deslizó debajo de mis caderas,
levantándome.
Estaba más que preparada, pero era grande y había pasado mucho
tiempo. Mis paredes internas se estiraban mientras se movía más profundo, y
cuando toda su extensión empujó dentro de mí, se me escapó algo parecido a
un sollozo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 143

Su mano dejó mi cadera para enredarse en mi cabello, el pulgar


acariciando mi mandíbula. Su beso cambio también, igualando su lentitud
mientras comenzaba a retirarse. Mi cuerpo no se había ajustado plenamente
todavía, pero envolví mis piernas alrededor de él y le envié una única y
ferviente orden.
No pares y no te retires.
Hizo un sonido. Más duro que un gemido, más primario que un gruñido.
Entonces empujó hacia delante mientras sus colmillos se enterraban en mi
garganta.
Ambos sitios se encendieron con el azogue del dolor seguidos de un
placer fundido y abrumador. No tuve oportunidad de gritar antes de que otro
empuje/mordisco enviara más sensaciones rompedoras a través de mí. Mis
uñas arañaron su espalda cuando la electricidad que no podía controlar entró
en él. Sólo le hizo agarrarme más fuerte mientras continuaba moviéndose con
esas embestidas entusiastas y duras. Cuando me di cuenta de que había dejado
de morderme, no me importó. Podría haber seguido bebiendo hasta que no
quedará nada. Siempre que se sintiera así, le daría la bienvenida.
Mis sentidos se agudizaron mientras el placer seguía creciendo. El aroma
a humo y especias de Vlad nunca había sido más intoxicante. Su cuerpo era
abrasador, sus musculosos muslos eran más duros que la piedra contra los míos
y su boca voraz con todo lo que tocaba. Me sentí perdida en él y cuando los
increíbles espasmos me sacudieron de dentro hacia fuera, me invadió la más
extraña clase de vulnerabilidad. Él lo quería todo de mí y eso era lo que le había
dado. ¿Significaba eso que no me quedaba nada?
―No ―murmuró, la voz espesa por la pasión―. Me tienes a mí, y te amo.
Entonces me besó, moviéndose más rápido y la realidad se hizo borrosa
una vez más. Cuando su clímax surgió poderoso a través de él, no podía
recordar lo que me había preocupado. Perderme a mí era ganarle a él, y
viceversa. Eso bien valía la pena cualquier precio.
JEANIENE FROST FORO AD’ 144

Capítulo 30
Ayer, me desperté en la enfermería aún cuidando de un roto corazón.
Hoy, me desperté en la cama de Vlad como la señora Drácula. Qué diferencia
hizo un día.

―Si te presentas a alguien como la señora Drácula, voy a morderte de manera


que no vas a disfrutar.
Sonreí sin abrir mis ojos. Algunas cosas no cambian, como Vlad estando
de mal humor cuando despertó primero.
―Estoy temblando de miedo.
―Como debes estar, y yo he estado erguido, mi adorable esposa.
Ahora abrí mis ojos. Vlad estaba vestido, para mi decepción, sentado en
una silla con un iPad en su regazo. Se levantó y se acercó a mí, la expresión tan
seria que me tensé.
―¿Qué pasa?
―Sólo leyendo algunos correos ―dijo mientras sus dedos brillaban a
través del pequeño teclado.
Entonces él lo levantó para mí.
Alguien en esta casa me ha traicionado.
Aspiré una bocanada de aire. Una sonrisa irónica retorció su boca
mientras escribía algo más y lo levantó de nuevo.
Aparte de Maximus, eso es.
Dejé eso aparte. ¿Cómo lo sabes?, pensé.
Escribió más rápido. Empecé a sospechar cuando mi personal rastreó el
teléfono celular de Maximus a ese hotel, pero Hannibal me ganó al llegar allí. Tú dijiste
que Hannibal sabía detalles acerca de tus poderes de los que solo estaban al tanto los
miembros de este hogar. Como prueba final, un correo que Mencheres acaba de enviar
confirmó que se filtró más información incriminatoria que sólo podía venir de alguien de
aquí.
Yo no había olvidado el conocimiento demasiado preciso de Hannibal,
pero ser secuestrada, morir, estar comatosa, y casarme con Vlad, todo en menos
de una semana, lo había alejado como mi prioridad.
No para Vlad, obviamente. ¿Sabes quién es?
Una rodada de ojo precedió a su siguiente frase.
¿No estaría torturando a esa persona ahora si lo supiera?
Cierto, y si bien los detalles de mis habilidades podrían accidentalmente
haber llegado a los oídos equivocados, decirle al jefe de Hannibal, donde
Maximus y yo estábamos, no era un inocente resbalón de la lengua.
JEANIENE FROST FORO AD’ 145

Entonces, el significado de los mensajes escritos de Vlad me golpeó. Crees


que quien hizo esto está en esta planta.
Los vampiros tenían una gran audición, pero la habitación de Vlad
estaba mejor aislada que la mayoría.
Además, su casa estaba siempre llena de gente, lo que significaba un
montón de ruido de fondo.
A menos que él pensara que el traidor estaba muy cerca, Vlad no tendría
que escribir en lugar de hablar.
Y sólo su personal más confiable tenía habitaciones en esta planta.
Hice una mueca. Lo siento.
No me compadezcas, escribió él con la rapidez del rayo. Compadece al
hombre que va a morir una muerte terrible, una vez que descubra quién es.
Probablemente compadecería a esa persona entonces, pero en este
momento, teníamos que encontrarlo. Levanté mi mano derecha con un
propósito sombrío.
Te ayudaré a eliminarlo.
Vlad me miró fijamente, su expresión fría cambiando a una inescrutable.
Cuando vi su respuesta escrita, la leí tres veces, y aun así no podía creer lo que
decía.
Siempre y cuando tú sigas siendo humana, no lo harás.

Bajé las escaleras estrechas a la mazmorra, los guardias que yo había


tenido que engañar antes ahora se inclinaban ante mí mientras pasaba. Marty
iba delante de mí, dos cimitarras curvas de plata unidas a su cinturón. Los
cuchillos llegaban a sus rodillas, haciéndole parecer casi cómico, pero yo sabía
lo rápido que era Marty. Vlad también lo sabía. Es por eso que Marty era mi
guardaespaldas ahora.
Yo no había querido que Vlad me acompañara por más razones que la
pelea que acabábamos de tener. Había sabido que nuestro matrimonio sería
tumultuoso, pero no había previsto que el entrenamiento empezara a menos de
veinticuatro horas después de que dijéramos que sí.
¿Qué es lo que estabas diciendo acerca de la diferencia que hace un día?, mi
maldita voz interior se burló.
La ignoré y seguí caminando, moviendo la cabeza hacia el guardia que
nos dejó pasar a través de la entrada.
Una vez dentro, las antorchas proveyeron suficiente luz para que yo
pudiera ver a dónde iba. El grillete anclado al monolito de piedra estaba ahora
vacío, como estaban los postes en frente de este.
JEANIENE FROST FORO AD’ 146

Lo que fuera que quería decir, no estaba segura y no quería preguntar.


―Por aquí ―dijo Marty, tomando el pasaje a la derecha.
No me había aventurado a esta parte de la mazmorra antes, y cuando vi
la siguiente cámara, nunca quise regresar. Las antorchas revelaban máquinas
antiguas y de alta tecnología, completas con accesorios espeluznantes que
desafiaban incluso a mis impulsivas habilidades imaginativas en cuanto a su
uso. Hacían a la parte de la mazmorra con los postes de empalamiento parecer
tan benignos como una sala de espera.
―Escalofriante, ¿no es así? ―gruñó Marty―. Cuando eres un preso, lo
primero que ellos hacen es darte el gran recorrido. Luego estás esposado a esa
pared de piedra para pensar en lo que viste. Lo siguiente es el poste, donde se
inicia una ronda de preguntas. Si no contestas a su satisfacción, vienes aquí para
más incentivos.
Miré alrededor con un estremecimiento. ¿Por qué alguien de la gente de
Vlad lo traicionaría, sabiendo que terminarían en este pedacito de infierno si
eran atrapados?

Por otra parte, yo estaba aquí para ver a alguien que había hecho exactamente
eso.
Marty me llevó más allá de la escalofriante sala de máquinas a otro
pasillo estrecho. Éste no se abrió a una gran antecámara. En su lugar, una
cadena de celdas fue cortada en la roca.
La mayoría eran tan altas como Marty, dejando para esos desafortunados
lo suficiente para ser incapaces de pararse. Esta parte de la mazmorra era más
fría, también. Mi falda turquesa colgaba hasta mis tobillos y tenía una camiseta
de manga larga, pero debería haber tomado un abrigo, también.
Mientras pasaba las celdas más pequeñas, nada se movía en ellas. Al
igual que el resto de la mazmorra hasta el momento, parecían vacías.
Tuve que preguntar.
―¿Sabes dónde están los presos?
Marty abrió la boca, pero otra voz se le adelantó.
―Vlad los ha ejecutado a todos en honor de su boda.
El tono de Maximus era más duro que los muros de piedra que nos
rodeaban. Tragué saliva y luego la seguí hasta el final del pasillo, donde las
últimas pocas celdas eran de tamaño normal, por lo menos.
―Que magnánimo.
No estaba siendo sarcástica. Preferiría la muerte a experimentar todo lo
que este calabozo tenía que ofrecer, y si alguien perjudicaba a Vlad lo suficiente
para terminar aquí, la muerte era la única salida.
Bueno, casi la única salida.
JEANIENE FROST FORO AD’ 147

Maximus quedó a la vista cuando me acerqué.


En algún momento desde la última vez que lo había visto, le habían sido
dadas ropas nuevas, pero su cabello todavía estaba rojizo de toda la sangre seca
en este. Él se inclinó contra sus barrotes, sus ojos grises se iluminaron de verde.
Luego miró el anillo en mi dedo enguantado y su boca se curvó hacia abajo.
―Diría que felicidades, pero ambos sabemos que estaría mintiendo.
Apoyé mis manos contra los barrotes.
―Teniendo en cuenta dónde estás, no te culpo.
―No es por eso.
Rápido como una serpiente atacando, tenía mis manos entre las suyas.
Entonces sus dedos se cerraron, impidiéndome alejarme.
―Después de su ruptura, pensé que Vlad seguía obsesionado contigo
porque tú terminaste las cosas. Luego trajo a Mencheres a la embarcación, a
pesar de que buscar ayuda de otro maestro para rescatar a su pueblo lo hace
parecer débil. Ahí fue cuando lo supe.
―¿Supiste qué?
―Que él te amaba ―dijo Maximus en el mismo tono que la mayoría de
las personas utilizan para entregar una noticia terrible.
Mi boca se arqueó.
―Sí, me lo dijo. Incluso si él no quería, proponerlo hubiera sido una gran
pista.
Maximus hizo un sonido áspero, liberando mis manos para voltearlas en
un círculo pequeño.
―Estás idealizándolo, pero ahora estás atrapada. Él no permitió que su
primera esposa lo abandonara. ¿Por qué crees que ella saltó de ese techo?
―Debido a que pensó que él estaba muerto y un ejército se dirigía a
arrastrarla a la cautividad. ―Incluso Wikipedia sabía eso.
―¿Así qué dejó a su pequeño hijo para enfrentarlos? ―preguntó
Maximus, dándose vuelta.
―No lo creo. Él era el mundo de Clara.
No dije nada, absorbiendo dos hechos que no había sabido antes. En
primer lugar, Vlad nunca me había dicho el nombre de su primera esposa, y la
historia lo había olvidado. Pero el otro detalle fue más significativo.
―La conociste.
Una sonrisa sombría se dibujó a través de sus labios.
―Era uno de los guardias que Clara trajo con ella a la casa de su nuevo
marido.
Las palabras de Vlad el día anterior resonaban en mi mente. Mis acciones
la horrorizaban, así como te horrorizan a ti... Fue más que un ejército que avanzaba lo
que la hizo arrojarse desde nuestro tejado. Fui yo...
JEANIENE FROST FORO AD’ 148

¿Tiene razón Maximus? ¿La primera esposa de Vlad se había suicidado


porque la muerte era la única manera de que pudiera escapar de él?
Tomé una respiración profunda.
―Sean cuales fueran sus razones, yo no soy ella. Conozco el lado oscuro
de Vlad y puedo manejarlo.
Maximus suspiró.
―¿Puedes? Las cicatrices en tus muñecas muestran que la oscuridad te
rompió una vez antes.
Me puse rígida.
―Si tú piensas que Vlad es una persona tan horrible, ¿por qué te has
quedado con él todos estos años?
Su risa sonó hueca.
―No entiendes. Amo a Vlad y con mucho gusto moriría por él. Pero cada
vez que él ama algo, termina destruyéndolo. No puede evitarlo. Es sólo su
naturaleza.
Marty me lanzó una mirada dura. Claramente, él tenía las mismas
preocupaciones, pero todo lo que dijo fue:
―Haz lo que viniste a hacer.
Me quedé mirando a Maximus mientras golpeaba los números en el
teclado fuera de su celda. El calabozo podría parecer medieval, pero tenía todas
las comodidades de una cárcel moderna. Los barrotes desaparecieron en el
suelo de roca con un suave chasquido.
Maximus no se movió.
―¿Qué es esto?
―Mi valor de novia ―le dije con frialdad―. Vlad me dijo que nombrara
cualquier cosa que quisiera. Elegí tu libertad, como él sabía que haría.
Maximus siguió sin moverse. Barrí hacia fuera mi brazo.
―Si estás esperando por una alfombra roja, no incluí eso.
Muy lentamente, él salió de su celda, mirando a su alrededor como si
esperara que cuchillos de plata llovieran sobre él en cualquier momento.
Con el objetivo cumplido, me volví sobre mis talones y me alejé.
―Ya que probablemente no te voy a volver a ver, gracias por salvarme la
vida. Ahora estamos a mano, así que buena suerte con el resto de la tuya.
―Espera.
Dedos fríos se hundieron en mi hombro. Me volví, iracunda ante sus
predicciones sombrías, sacándome de golpe mi guante derecho.
―Suéltame o usaré esto.
Maximus dejó caer su mano, una mezcla de frustración y empatía
pasando sobre sus facciones.
JEANIENE FROST FORO AD’ 149

―Leila, si hubiera sabido antes cómo se sentía Vlad realmente por ti, no
habría tratado de…
―¿Convencerme de que él podría estar detrás de la bomba? ¿Mentirle
sobre mí estando viva? ¿O seguir tratando de dormir conmigo?
―Todo ello ―respondió de manera llana―. Pero tú todavía necesitas
tener cuidado. No lo conoces tan bien como yo.
Él tiene razón, no lo conoces, susurró mi odiosa voz interior.
Me di la vuelta otra vez. Si yo estaba enojada con Vlad o no, no iba a
escuchar ningún descrédito más sobre él.
―Él te está dejando salir de aquí, Maximus. Apuesto a que no viste venir
eso, así que tal vez tú eres el que no lo conoce tan bien como crees.
JEANIENE FROST FORO AD’ 150

Capítulo 31
Con todos los invitados a la boda la noche anterior, la casa debía haber
estado bullendo con gente, en cambio, todo se veía normal, lo cual era un alivio
para mí. No estaba para hacer charla social con cientos de extraños. Contrario a
la opinión popular, no sabía qué podía y qué no podía manejar. Aunque
pensándolo era una humana rodeada de vampiros que habían dormitado por
mucho más tiempo de lo que yo había vivido, ese era el mejor de mis juicios.
―Gracias Marty ―dije cuando alcanzamos el pie de la escalera―. Voy a
volver a mi habitación ahora.
―¿Directamente? ―preguntó mirándome de soslayo.
Yo esperaba que él no pudiera oler la mentira cuando dije:
―Por supuesto.
Otra mirada de sospecha fue mi respuesta, pero se fue.
Mientras me apuraba por la gran escalinata, la canción Ice, ice baby
retumbaba fuera de mi cabeza. Deja que Vlad trate de forzar su camino a través
de eso para oír mis intenciones reales. Aun así no tenía mucho tiempo. Pronto
Vlad se daría cuenta que mi visita de despedida con Maximus terminó hace
veinte minutos.
Fui directo al cuarto piso, pero en lugar de dirigirme a mi nuevo
dormitorio, elegí el pasillo donde nunca antes había entrado. Alguien en este
piso, el traidor ha tenido que dejar un rastro de esencia. Entonces jalé mi guante
derecho y tracé levemente mi mano por el primer pomo de la puerta que pasé.
Imágenes de Oscar inundaron mi mente. Así como el espigueo de que el
vampiro albino estaba cansado cuando entró en su habitación. Solté el agarre,
haciendo un rápido inventario de mí misma. No cansancio o sangrado por la
nariz, bien. Mi poder no había tocado la zona de peligro, vamos al siguiente.
Le tocó el turno al antiguo cuarto de Lachlan, sin usar desde que había
sido asesinado en una emboscada por Szilagy hace meses. Después de otra
saludable revisión, todavía no exhibía ninguna señal de alerta, así que me sentía
lo suficientemente segura para tratar en el tercer pomo de puerta.
Éste era el cuarto de Maximus, y una profunda soledad estaba en ese
toque que tomó la punzada de mi enojo fuera de sus atrevidas predicciones.
¿Fue esa parte, la razón por la que le mintió a Vlad sobre mí? ¿Por qué estando
con la mujer equivocada era mejor que pasar otra dolorosa noche solo?
Solté mi agarre. Cualesquiera que fueran las razones de Maximus lo
hecho, hecho estaba y no tenía tiempo para ponderar el por qué. Fui a la tercera
puerta, pero antes de que pudiera tocarla, se abrió. Shrapnel me miró, la
sorpresa crecía en sus facciones.
―Leila, ¿qué estás haciendo?
JEANIENE FROST FORO AD’ 151

Escondí mi mano detrás.


―Uh, yo… ―La puerta de Maximus se abrió para mi sorpresa, pero no
era él. Una hermosa pelirroja salió en su lugar.
―Te dije que nos viéramos en la tercera puerta Leila ―dijo ella,
mostrándole a Shrapnel una brillante sonrisa―. No es que no sea fácil perderse
en este enorme lugar.
Yo la conocía hace meses. Vlad cuenta con ella como amiga, lo cual es él
por qué fue una de nuestras invitadas a la boda, pero por mi vida que no podía
recordar su nombre. Aun así, le di a Shrapnel un encogimiento de hombros a
modo de disculpa y me apegué a la excusa, metiendo mi mano en el bolsillo de
mi chaqueta. Él correría inmediatamente por Vlad si supiera lo que estaba
haciendo realmente.
―Lo siento, puerta equivocada.
Entonces la pelirroja dijo:
―¿Lista? ―Mostró otra encantadora sonrisa.
―Seguro. ―Su imagen perfecta de muñeca Barbie corrió a mi memoria.
Cierto, su nombre era Cat y estaba casada con Bones, el vampiro que me dijo
cómo bloquear la lectura de mente de Vlad cantando mentalmente. Así fue
como Cat ha sabido que estaba a punto de ser atrapada por Shrapnel. Ella podía
leer mentes también, y su ayuda me demostraba que podía ser confiable. De
otra manera podría haber dejado que Shrapnel me atrapara.
Gracias, le mandé decir. Ella hizo una señal en el aire con la mano
―No puedo esperar a ver el cuarto de comunicaciones ―dijo, como si
continuáramos con la conversación que habíamos tenido antes―. Está en este
piso, ¿no es cierto?
Esa pregunta fue dirigida a Shrapnel, quien se estaba retirando.
―Sí, pero solo se permite personal autorizado.
Cat, resopló
―¿La esposa de Vlad no se considera “autorizada”?
Shrapnel abrió su boca… y nada salió. Ahora que estaba casada con su
jefe, no podía tener por seguro si algo estaba fuera de los límites para mí. Cat
tomó mi brazo silbando por la ocurrencia que le vino, y entonces nos dirigimos
charlando alegremente.
―Apuesto a que Vlad tiene las cosas de más alta tecnología disponibles
para proteger a su gente, así que la sala de comunicaciones debe darte grandes
ideas de lo que quieres en software activado por voz.
Eso era todo lo que podía hacer para no besarla. ¿Dónde podría haber
dejado el traidor el más fuerte rastro de su esencia? En el cuarto que debimos
usar para localizar la señal del celular de Maximus. Cat debió haber estado
JEANIENE FROST FORO AD’ 152

escuchando mis pensamientos esta mañana para saber exactamente lo que


estaba buscando. Controlé mi sonrisa con esfuerzo.
―Grandioso, me enferma no poder usar nada de las cosas de tecnología.
―Entonces me volví hacia Shrapnel―. ¿Por dónde dices qué es?
Esos generosos labios se apretaron en desaprobación, pero dijo:
―A la izquierda al final de este pasillo, después la primera puerta en el
segundo pasillo a la derecha.
―¡Gracias!
Tan pronto como Cat y yo salimos de su vista, la detuve.
No necesitas ir más lejos, pensé rápidamente, si Vlad se da cuenta de que me
ayudaste a hacer esto, se va a enfurecer.
―Eso es por lo que Bones está empacando ahora mismo ―dijo con una
pequeña carcajada, entonces su voz bajó y me dijo en corto―. Pero tú no
detengas tu mejor arma solo porque usarla es un riesgo. Vlad me lo dijo una
vez. Él solo está muy metido en eso del modo Macho Sobreprotector ahora para
recordarlo.
―Diste en el clavo ―dije secamente rodando un ojo.
―Tengo un montón de experiencia con eso. Una noche deberíamos
intercambiar historias detrás de unos tragos, pero sé más lista de lo que yo fui,
Leila. Conoce tus límites, y cuando los alcances, pide ayuda.
―Créeme, no estoy buscando saltar a la tumba.
La mirada que me dio me hizo preguntarme si había juzgado mal su
edad. Parecía que cargaba el peso de siglos aunque pensaba que Cat era
recientemente no--muerta.
—A veces la tumba te encuentra a ti, lo busques o no.
No dije nada, una vez más cubriendo mis pensamientos con el único
éxito de Vanilla Ice. Aún si esto me llevaba un paso más cerca de la tumba, lo
iba a hacer. Hasta que encontrara al traidor nadie en esta casa estaba seguro, y
menos yo.

El cuarto de comunicaciones se veía como una versión más pequeña de


algo que tendría la NASA. Una docena de estaciones de mando de
computadoras estaban esparcidas alrededor de un enorme mapa mundial con
múltiples puntos indicando las casas de seguridad de la gente de Vlad. Otro
mapa interactivo podría ser arreglado para grabar cosas fuera en el aire y una
imagen en 3D era una recreación de esta casa. Justo ahora, todas las líneas
estaban en verde. Si alguna de ellas se volvía roja era la indicación de una
brecha de seguridad.
JEANIENE FROST FORO AD’ 153

Cuando Cat y yo abrimos la puerta sin anunciarnos, el área para ese


cuarto se volvió roja. Entonces así como Shrapnel, el equipo de Vlad decidió
que ellos no querían ser los que me dijeran que necesitaba un permiso mayor
que el de mi anillo de boda en el dedo y regresó al verde.
―Mira esto, Leila ―dijo Cat, señalando la pantalla cercana a ella―. Las
diferentes secciones en esta red de seguridad indican que se ha revisado por
intrusos en los terrenos, y unos treinta metros debajo del suelo también.
―Es cierto ―dijo el técnico del monitor con expresión de sorpresa.
Asintió animada.
―Diseñé un sistema similar para mi antiguo trabajo.
Me coloque junto a Cat, pretendiendo estar fascinada con los detalles de
seguridad. En realidad tocaba una pluma y la agarré en el bolsillo de mi falda.
Entonces nos movimos a la siguiente estación, donde tomé un clip. Para el
momento que terminé de fingir interés en cada estación de trabajo, la bolsa de
mi falda estaba llena de cosas robadas.
Cat me ayudó colocando su cuerpo para cubrir lo que estaba haciendo,
pero solo pude tener la esperanza de que si algún empleado de ojos agudos
hubiera visto algo, solo comentara que era cleptómana. Ahora haciendo una
drástica retirada, usé cada minuto robado a la media hora arreglada para la
liberación de Maximus. Con suerte, para el momento en el que Vlad se enterara
en dónde estuve realmente, ya tendría alguna prueba física a través de mis
visiones para ver si entre los empleados de esta área estaba el traidor.
―Esto ha sido grandioso, gracias ―le dije al grupo cuando nos íbamos.
Una vez en otro pasillo, le di a Cat una sonrisa de agradecimiento―. Te la debo.
Ahora vete de aquí.
Ella sonrió ampliamente.
―Le acabas de dar una navidad anticipada a mi marido, ya sabes. Vlad
una vez se burló de Bones por su sobreprotección diciendo que tal vez se debió
haber casado con una chica dócil que no se alejara demasiado de la cocina.
―Entonces me envolvió en un rápido abrazo antes de separar su mejilla―. ¡El
Karma es una perra! ―dijo sobre su hombro, en el siguiente parpadeo, Cat se
había ido.
Todavía estaba sonriendo sobre eso cuando di vuelta en la siguiente
esquina, y casi corro justo hacia Vlad. Ice Ice Bay, too cold!, sonó en mi mente
mientras le daba a él mi más inocente mirada.
―Hola, Cat justamente estaba haciéndome compañía hasta que
regresaras. ―Miró en la dirección que ella desapareció antes de regresar su
atención a mí.
―Mil cuatrocientos treinta y uno.
Yo parpadeé.
JEANIENE FROST FORO AD’ 154

―¿Qué es eso?
―El año en que nací, lo que no es como notarás, ayer.
Reprimí un gemido, me atrapó:
―Vlad yo…
―Aquí no. ―Me interrumpió, tomándome del brazo. Entonces me
condujo abajo del salón y a nuestro cuarto menos románticamente que la noche
anterior. Una vez que la puerta se cerró detrás de nosotros, comencé a alegar en
mi defensa.
―Mira, he estado siendo cuidadosa, ¿ves? No hay sangre, no hay
problema.
Vlad se incline hasta que su boca estaba cerca de mi oído.
―Antes de que Maximus saliera de esta casa, no te había pagado tu
regalo de novia todavía. Pudiste haber elegido usar tus poderes para encontrar
al traidor en lugar de su libertad.
―Eso no es justo ―susurré, mi voz igual de baja. Un ligero beso precedió
a su respuesta.
―Nada en esta vida lo es.
Lo empujé, mandando el siguiente mensaje con mi mente porque estaba
muy enojada para mantener la voz baja. No puedes esperar que no haga nada
cuando mis habilidades pueden encontrar al traidor que está filtrándole información a
Hannibal Y probablemente ayudó a la persona que voló el carnaval también.
Vlad cruzó sus brazos sobre su pecho casualmente.
―Cuando podría matarte en cualquier momento, si puedo.
¡Estoy bien!, le solté mentalmente.
―Estabas bien también en el momento en el que tus poderes te causaron
una hemorragia y casi mueres en mis brazos.
Habló en ese tono de látigo con el que los vampiros de siglos de edad se
escudan. Todo lo que hizo fue agregarle más a mi creciente ira.
Oh, ¿pero está bien si me desangro de muerte en tus brazos mientras me
conviertes en vampiro?
Ni un asomo de vergüenza coloreó su tono cuando dijo:
―Sí.
Mi espalda se tensó por orgullo.
A menos que me encierres en este cuarto, no puedes detenerme de usar mis
poderes para encontrar al traidor.
La mirada que me dio me dijo que cometí un terrible error.
―No te atrevas ―dije en voz alta.
Cerró el espacio entre nosotros, con esa encantadora sonrisa lobuna que
nunca dejó su rostro. Entonces sus brazos me rodearon. Yo permanecí rígida a
pesar de las cosas que me hacían reaccionar al sentir su cuerpo.
En serio, Inténtalo y habrá serias consecuencias.
JEANIENE FROST FORO AD’ 155

Sus labios acariciaron mi oreja otra vez.


―¿Aprisionar a mi nueva esposa en nuestro cuarto? Sería una caricatura
de Drácula andante.
Él no se iba a rendir fácilmente, eso era el por qué no relajaba mi rígida
postura aun cuando estaba acariciando sensualmente el lóbulo de mi oreja.
―Pero si usas tus poderes otra vez ―murmuró―. Te cubriré lo suficiente
con mi aura para sofocarlos por meses.
!Hijo de puta! Por todo lo que sabía, lo estaba haciendo justo ahora. Lo
empujé, pero él no se movió esta vez.
―Estas a salvo por el momento, y tienes razón, no puedo detenerte de
hacer lo que sientes que debes hacer. Pero entonces haré lo que deba, y tú
tampoco podrás impedírmelo.
Usando las palabras con las que yo una vez lo reté contra mí. Ahora,
decidió actuar como un hombre moderno.
Su boca se deslizó por mi quijada, mostrando la delgada curva de sus
labios.
―Ten cuidado con lo que deseas, ¿no es lo que dicen?
Antes de que pudiera contestar, me besó con tal cruda carnalidad que
respondí a pesar de mi frustración, la furia le dio el borde a mi lujuria y lo
agarré lo suficientemente fuerte que tiré de su cabeza hacia abajo y lo besé de
vuelta.
Una risita vibró contra mi boca antes de que me tirara al piso y rasgara
mi falda en un simple movimiento.
―Parece que vamos a tener sexo furioso después de todo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 156

Capítulo 32
Horas después, me levanté, envolviendo la sábana alrededor de mí como si
fuera una enorme toalla.
Un bufido divertido sonó desde el otro lado de la cama.
―Es un poco tarde para la modestia.
Mi vejiga rogaba menos charla y más caminar al baño más cercano.
―No es por ti. Es en caso de que tu personal decidiera limpiar la sala
cuando estoy atravesándola.
―Supongo que no notaste la nueva adquisición al baño esta mañana.
¿Nueva adquisición?
Entré al baño de mármol negro, que no había usado desde temprano
porque me había duchado en mi ducha antigua por costumbre. En el espacio
que solía abarcar la enorme bañera y ducha de vidrio ahora estaba un brillante
inodoro negro. Tal artículo innoble, sin embargo su presencia era como ser
sorprendida con un cuarto lleno de rosas.
―Vlad, es…
―Se supone debes usarlo, no componer sonetos sobre ello.
Cerré la puerta del baño. Podía burlarse todo lo que quisiera, pero estaba
conmovida por el gesto de cualquier manera. Unos minutos después volví,
cabello peinado y dientes cepillados, también. El inodoro no había sido la única
nueva adquisición. La mitad de la vanidad del mármol estaba ahora surtido con
todo lo que podría alguna vez necesitar.
―Tu gente debe haber estado locamente ocupada ayer. ―Noté.
―No fue puesto ayer ―dijo él sin abrir sus ojos. La luz del fuego a través
de su cuerpo, convirtiendo su pálida piel en una cálida de color ámbar. Volví a
la cama y tracé el surco en su pecho antes de seguir hacia abajo a su duro, plano
estómago.
―¿Lo hiciste cuando estaba en coma?
Sus ojos permanecieron cerrados.
―Lo tuve todo hecho el día después que me dijiste que te ibas.
Me quedé sin palabras, pero ni mente no. ¿Qué? ¿Por qué? No actuaste
como si me quisieras de vuelta. ¡Me evitaste por días y ni siquiera dijiste adiós antes que
me fuera!
―Pensé que cambiarías de opinión. ―Sonrisa sardónica―. Mi orgullo no
me permitía creer que realmente te fueras, así que modernicé el baño mientras
esperaba porque te disculparas.
Un sonido estrangulado se me escapó. La boca de Vlad se curvó hacia
abajo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 157

―Imagina mi conmoción cuando abordaste aquel avión. Luego razoné


que en una semana o dos, te darías cuenta lo mucho que me extrañabas y
regresarías. Así que esperé otra vez, pero la única llamada que recibí fue de
Martin diciéndome sobre la explosión. Una vez que noté que no habías sido
asesinada… había acabado de esperar.
Estoy viniendo por ti, había dicho él la primera vez que hablamos luego de
eso. Había pensado que fue un sueño, y luego después supuse que estaba
manteniendo su reputación como un formidable protector de su gente. Lucía
como si uno hubiera subestimado al otro.
―Nunca preguntaste por qué ofrecí convertirte en vampiro.
La declaración me sorprendió con la guardia baja por más razones que el
abrupto cambio de tema. Vlad abrió sus ojos, los anillos de esmeralda rodeando
sus iris cobre casi brillando.
―No estoy cambiando el tema, de hecho.
Tragué para aliviar el bulto que crecía en mi garganta.
―Pensé que era porque estabas preocupado porque mis poderes me
matarían.
―Esa es una razón. No la principal.
Trazó la cicatriz desde mi sien hacia mis dedos antes de hablar.
―Antes ofrecí eso, y si tus poderes te matan ahora, tienes suficiente de mi
sangre para ser traída de vuelta como un ghoul. No serías menos inmortal, así
que ese no es el porqué.
―¿Entonces qué es? ―pregunté suavemente.
―Por una, la mayoría de los vampiros no reconoce nuestro matrimonio.
―¿Qué?
Sonrió levemente ante mi tono.
―Los vampiros sólo honran un voto de sangre en frente de testigos, y
debes ser un vampiro para tomar ese voto. Mi gente te considera mi esposa
porque dije que lo eras, pero en la sociedad vampírica, no lo eres.
Ahora que lo mencionaba, Marty me había dicho la misma cosa años
atrás cuando por primera vez le pregunté sobre su especie. También explicaba
el comentario de Vlad sobre ser esta nuestra primera ceremonia.
―¿Quieres cambiarme a vampiro para hacer de mí una mujer honesta?
Qué caballeroso ―bromeé.
―Normalmente no me importan las opiniones de otros, pero sólo te será
concedida protección con seguridad en mi mundo como mi esposa legal. Eso
me preocupa, sin embargo no es mi razón principal.
Vlad acarició mi mano. Mis corrientes fueron apagadas por toda la
electricidad que había liberado haciéndole el amor, así que sólo una débil
JEANIENE FROST FORO AD’ 158

crepitación se mantenía. Eso no se comparaba con las sacudidas que sentía ante
la repentina intensidad de su mirada.
―Desprecio el discurso floreado desde que aquellos que lo usan son
usualmente culpables de las peores traiciones después. Eso y el tipo de vida que
he vivido me han hecho incapaz de decir las palabras bonitas que mereces
escuchar, sin embargo si te hago un vampiro, sentirás mis emociones tan
claramente como oyes tus pensamientos ahora.
Luego él atrajo mi mano a su pecho, colocándola sobre su corazón.
―Nunca convertí a ninguna de mis amantes previas porque no quería
que sintieran cuán poco me importaban. Te amaba, y sin embargo me dejaste
porque no podía verbalizar mis emociones. Eso probablemente pasará de
nuevo, pero si pudieras sentir lo que significas para mí, Leila. ―Su voz se
profundizo―. Las palabras no importarían.
Su corazón estaba silencioso debajo de mi mano. Había estado de esa
forma por siglos, aunque Vlad estaba más vivo que cualquiera que conociera.
También era el hombre más complejo que conociera, así que el pensamiento de
pelar sus capas a través de la conexión a sus emociones me llenaba con un voraz
anhelo. Quería conocer sus sentimientos, sus secretos, y todo lo demás que lo
convertían en el hombre que amaba. Pero por mucho que quería eso, no era
suficiente para hacerme decir sí.
Toqué mi propio pecho. Los latidos firmes debajo de mi mano me
mantenían viva, aunque no se tratara de la suma de vivir. Mis habilidades me
habían enseñado eso. En vez, los latidos del corazón sólo eran la suma de la
humanidad. Amor y odio, pasión y dolor, fuerza y tropiezos, desesperación y
perdón, eso era vivir, así que la verdadera pregunta era, ¿cómo quiero vivir?
¿Como una humana que necesita beber sangre de vampiro? O ¿Como un
vampiro que necesita sangre humana? Ambas venían con su parte de dolor y
felicidad, aunque cuando pensé en mi futuro, sólo veía un camino correcto.
Me giré encima de Vlad, cepillando su cabello negro así podría ver cada
matiz de su expresión cuando le diera mi respuesta.
―Ésta palabra importa. Sí, Vlad. La respuesta es sí.

Vlad se había ido cuando desperté, pero no fue una sorpresa esta vez.
Antes que me quedara dormida, él había dicho que tenía una reunión con
Mencheres esta mañana para comenzar a apretar la soga alrededor del traidor.
Desde que Vlad ya tenía todas las llamadas, textos, y e-mails monitoreados,
además que su personal no estaba autorizado para irse, bajo el pretexto de
JEANIENE FROST FORO AD’ 159

continuar con las celebraciones de la boda, no podía imaginar cómo había


tomado medidas más drásticas, pero debía tener un plan. Lo averiguaría una
vez que hubiera vuelto.
Hasta entonces, tenía algunos asuntos propios de los que me tenía que
ocupar, como contarle a mi familia sobre mi decisión. No iba a tomar el paso a
los no-muerto hoy, pero tampoco veía ninguna razón para retrasarlo por meses
o años. Entre mis habilidades además de vivir con dos vampiros diferentes, era
poco lo que no sabía sobre en lo que me estaba metiendo. Diablos, comparado
en cómo mi accidente había cambiado mi vida, convertirme en un vampiro ni
siquiera sería la más grande transición que hubiese alguna vez sufrido.
Salí de la cama, mi pie atrapando algo suave mientras me dirigía hacia el
baño. La camisa de Vlad. La atrapé luego de una patada hacia arriba y luego
comencé a recoger las otras ropas esparcidas alrededor del cuarto. Quizás
estuviera acostumbrado a tener sirvientes que limpiaran luego de él, pero yo no
lo estaba. Cuando tomé mi falda turquesa, sin embargo, el bulto en su bolsillo
me hizo detener.
Mi alijo robado aún estaba ahí. Cuando Vlad arrancó esto de mí, pensé
que el contenido se habría dispersado. Sintiendo los artículos a través del
material me llenó con la misma tentación que Pandora debe haber
experimentado cuando abrió esa caja. ¿Era la identidad del traidor la que estaba
encerrada dentro de esto? O ¿eran estos artículos la puerta para que perdiera mi
mortalidad más pronto de lo que pretendía?
La idea de comer la ocasional comida de “carne humana” como un ghoul
no era atractiva, pero ¿cómo podría rehuir de vengar las muertes de todos en el
carnaval además de proteger a los que estaban aquí? No había sufrido ningún
efecto perjudicial por usar mis poderes ayer. Quizás aún tenía mucha de la
sangre de Vlad en mí que contrarrestaban el daño que mis poderes causaban.
Por ahora, de cualquier forma.
Había otra razón por la que no podía esperar. Cambiar a vampiro podría
extinguir mis habilidades psíquicas completamente. Por lo menos, podría
ponerlas fuera de servicio por un largo tiempo. Esta quizás fuera la única
oportunidad que tendría de descubrir quién había traicionado a Vlad antes de
que cualquier otro resultara herido, o peor.
No puedo detenerte de hacer lo que sientes que debes, había dicho Vlad,
mientras me advertía sobre lo que él tenía que hacer si es que lo descubría. Di
una larga, lenta respiración antes de quitarme mi guante derecho.
Debía.
Luego hundí mi mano desnuda dentro del bolsillo. Imágenes me
sobrepasaron mientras tocaba todos los artículos de una vez. A través del tipo
JEANIENE FROST FORO AD’ 160

de avance rápido recreando a varios miembros del personal, una persona


sobresalía, y era la última persona que esperaba ver.
¿Qué estaba haciendo Sandra ahí?
JEANIENE FROST FORO AD’ 161

Capítulo 33
Vlad me dio una mirada de tal sospecha que, si yo hubiera sido alguien
más, habría esperado que hubiera seguido un interrogatorio.
―¿Quieres ir de compras? ―repitió.
―Sí ―dije, y era la absoluta verdad―. Vamos, nada de lo que estoy
usando siquiera me pertenece…
―Lo hacen, esas ropas son nuevas. ―Me interrumpió.
―Y tú hiciste todo para nuestra boda escogiendo tu propio anillo. Incluso
si no quisiera comprar un par de cosas para mí, cosa que quiero, también quiero
comprarte algo. Si vas conmigo, no será una gran sorpresa, ¿cierto?
Eso me hizo ganar otra mirada de qué-estás-realmente-buscando, pero
mis pensamientos estuvieron de acuerdo con mis palabras y mi expresión no
podría haber sido más inocente si la hubiese tomado prestada de un ángel.
―Vamos, eres dueño del pueblo al que vamos ―añadí―. No es como si
quisiera tomar prestado el jet para una rápida excursión a París.
Por su expresión, estaba sopesando sus recelos contra el tiempo de
prueba que a las mujeres les gustaba estar de compras.
―Guardias te acompañaran ―dijo al final.
―Por supuesto. Estoy llevando a Gretchen y Sandra, también.
Ondeó una mano, los humanos no le preocupaban. Sonreí interiormente,
pero continué pensando en nada más aparte de ropa, zapatos, lencería sexy. Por
el ensanchamiento de sus fosas nasales, lo último lo complació.
―Tendré a tu escolta lista para partir en veinte minutos. ―Luego se
inclinó, su barba rozando mi mejilla mientras murmuraba―: No te preocupes
por conseguirme algo. Tú eres todo lo que quiero.
No retuve mi sonrisa esta vez. Y dices que no eres bueno con las palabras
bonitas.
―No tardaré mucho ―prometí.
Veinte minutos después Sandra, Gretchen, y yo nos apilamos dentro de
la parte trasera de la limosina. Condujo Shrapel, desde que Maximus se había
ido, él pasó a ocupar la posición de la mano derecha de Vlad. Oscar manejó la
escopeta, y cuatro guardias más nos siguieron en otro vehículo.
―¿Qué pasa con el séquito? ―preguntó Gretchen. Me encogí de hombros
como si no tuviera idea.
―Como la esposa del voivode, se esperan los guardias ―dijo Sandra.
―¿Qué significa voya-voda? ―preguntó Gretchen, pronunciándolo.
―Príncipe, básicamente ―respondí―. Voivode era el título de Vlad en esos
días.
Mi hermana inclinó una sonrisa hacia mí.
JEANIENE FROST FORO AD’ 162

―¿Así que eres una princesa ahora?


―No ―dije al mismo tiempo que Sandra dijo:
―Sí.
―No ―repetí más firmemente―. Ya me he inclinado a eso. Si alguien me
llama Su Alteza, mi cabeza podría explotar.
Sandra rió, sus dedos peinando su cabello rubio fresa.
―Si fuera una princesa, insistiría en ello. Y en una corona.
¿Lo harías?, pensé fríamente, pero sonreí como si fuera una broma.
―Los rumanos están acostumbrados a la realeza. Los americanos, no
tanto.
La limusina se inclinó mientras comenzamos a descender por la colina.
Miré afuera por la ventana a tiempo para ver la punta de la mansión
desaparecer detrás de árboles y rocas. No veríamos mucho más aparte de esas
dos cosas por los próximos treinta minutos. Este era el único camino que se
dirigía al pueblo, y nadie excepto la gente de Vlad lo usaba.
Gretchen continuaba charlando sobre cómo si yo fuera una princesa, eso
la haría famosa, también. Como la hermana de Kate Middlenton, Pippa. No me
molesté en decirle que nadie fuera de los realmente viejos vampiros rumanos o
la gente de Vlad lo consideraba un príncipe. ¿Por qué estropear sus sueños más
pronto de lo que debía hacerlo?
Esperé hasta que estuvimos a mitad de camino entre la casa de Vlad y el
pueblo antes de hacer mi movida. No había hecho nada antes en caso de que
Sandra hubiera estado en el cuarto de comunicaciones porque un miembro del
personal estuviera hambriento. Si Vlad supiera que tenía la más leve sospecha
sobre ella, hubiera empleado sus métodos para encontrar la verdad, y no podía
hacerle eso a una amiga cuando podría obtener los mismos resultados sin
cicatrices emocionales o físicas.
Así que una vez que Vlad estaba demasiado lejos para leer mis
pensamientos y Sandra no podía escapar con Shrapnel yendo a exceso de
velocidad en las curvas con la indiferencia usual de un vampiro por el terreno
escarpado, sonreí a Sandra, quité mi guante derecho, y puse mi mano en su
brazo.
El grito que dejó salir ante el voltaje corriendo dentro de ella se perdió
bajo las nubes instantáneas de imágenes.
Me acababa de dormir cuando el sonido de mi puerta cerrándose me sobresaltó
despertandome. Una sombra oscura contrastaba contra las paredes rosas de algodón de
azúcar, y cuando se acercó, la luz de la luna reveló un vampiro, lo reconocí de
inmediato.
¿Qué estas haciendo aquí?, mi voz era más gruesa por la somnolencia. No estoy
en el horario de alimentación esta noche.
JEANIENE FROST FORO AD’ 163

Él no habló, pero continuó acercándose hacia mí. Por alguna razón, el miedo se
coló a través de mis emociones. Eso no tenía sentido. Vlad no se presentaría ante
nosotros para ser tratado por enfermedad y yo había alimentado a este vampiro muchas
veces antes. Con todo cuando él alcanzó la cama, retrocedí, un instinto muy profundo
en mis huesos invalidando mi lógica.
¡No de nuevo! Quería gritar, aún no sabía porqué. Luego el terror y la culpa
crecieron, ambas sensaciones asquerosamente familiares y arrolladoras. Antes que
pudiera hablar, un brillo esmeralda me cegó. De una vez, mis preocupaciones
desaparecieron. Mientras el vampiro susurraba instrucciones, me encontré a mí misma
asintiendo. Por supuesto yo transmitiría su mensaje, y tenía un mensaje para él,
también…
El grito de Gretchen me tiro de vuelta antes de que las últimas imágenes
se desvanecieran. Por un momento, estuve suspendida entre la mentalidad de
Sandra y la mía. Es por eso que no reaccioné cuando el vampiro en el asiento de
en frente levantaba un pequeño dispositivo aunque sabía lo que era. Había visto
uno de esos antes, y aunque no era más grande que un teléfono celular, su
presencia significaba muerte.
Luego los últimos lazos con la memoria de Sandra se soltaron. Luz
blanca cubría mi mano mientras yo lanzaba corriente hacía el asiento del frente,
pero era muy tarde. Shrapnel presionó el botón del detonador el instante antes
que mi látigo cortara hacia él.
El subsiguiente ¡boom! sacudió la limosina, pero no explotamos. El auto
detrás de nosotros lo hizo, y la repentina bola de fuego reclamó mi atención por
un par de costosos segundos. Lo suficientemente largos para que Shrapnel
tirara del volante a la izquierda, apuntando nuestro vehículo directo a la
barandilla protectora antes de salir del auto.
El grito de Gretchen mientras nos precipitábamos por el acantilado fue la
última cosa que oí antes de que todo se volviera negro.

Sangre.
Su sabor sazonó mi boca mientras su esencia cobriza colgaba en el aire.
Tragué, esperando que el dolor radiando a través de mí desapareciera, pero no
lo hizo. Ahí fue cuando me di cuenta que no estaba tragando sangre de vampiro
para sanar. Era la mía.
Forcé a mis ojos a abrirse aunque se sentía como si navajas hubieran
reemplazado mis párpados. Luego lo que vi me hizo olvidar el dolor. Gretchen
colgaba encima de mí, su cabello negro escondiendo su rostro, gotas rojas
cayendo hacia los vidrios aplastados que me rodeaban. Sandra también estaba
JEANIENE FROST FORO AD’ 164

suspendida por su cinturón de seguridad, su sangre corriendo en un grueso


rastro. Entre nosotras había una gruesa rama de árbol, de todas las cosas, sus
hojas salpicadas con carmesí.
¿Por qué no estamos muertas?, fue mi primer pensamiento, seguido
inmediatamente por ¿dónde está Shrapnel? Me senté derecha, tratando de no
gritar del dolor. Una mirada al frente de la limusina mostraba que el asiento del
conductor estaba vacío. El lado del pasajero no lo estaba. El rostro pálido de
Oscar tenía una expresión de conmoción que incluso su rápidamente piel
momificada no podía borrar. Él también estaba suspendido al revés por su
cinturón de seguridad en la limusina volteada, la empuñadura de un cuchillo
de plata enterrada en su pecho.
Me tambaleé hacia el cuchillo, enviando más arcos ardientes a través de
mi cuerpo. Se sentía como si mis costillas, clavícula, y brazo izquierdos
estuvieran fracturados, además tenía más cortes de los que podía contar por
todos los vidrios rotos. Con todo, era afortunada. Sin las bolsas de aire de
enfrente y al lado, estaría muerta. No había estado usando cinturón de
seguridad desde que quería agarrar a Sandra en caso de que intentara cualquier
cosa. Poco sabía que el peligro provenía del asiento delantero, no del de atrás.
Se me escapaban gruñidos de agonía mientras me levantaba del vidrio
roto en el asiento delantero de la limusina. Una vez ahí, vi a través del
parabrisas quebrado que un árbol nos había detenido de descender por el
acantilado. Esas eran buenas noticias. Las malas noticias eran los parpadeos
anaranjados lengüeteando por debajo del capo.
Tiré del cuchillo del cuerpo de Oscar, con la intención de cortar el
cinturón de seguridad de Gretchn y Sandra, cuando ruido desde afuera me hizo
congelar. Alguien se estaba acercando, y no era lo suficientemente ingenua para
pensar que eran rescatadores.
Lamí la sangre que cubría el cuchillo tan rápido que corte mi lengua,
pero antes de que el dolor estuviera plenamente registrado, desapareció. En los
segundos que me tomó lamer el otro lado, todo mi cuerpo dolía menos. Para el
mismo tiempo Shrapnel arrancó la puerta del lado del pasajero, yo estaba
agachada en frente de Gretchen y Sandra, sosteniendo el cuchillo en una mano
mientras la electricidad crepitaba en la otra. Él inmediatamente saltó lejos a
varios metros, con el cuerpo tenso para esquivar cualquiera cosa que le dirigiera
.
―¿Por qué? ―escupí.
La mitad de su camiseta y chaqueta colgaban en andrajos, la mancha roja
de una cortada mostrando donde mi látigo había penetrado. A pesar de la
severidad de la herida, no lo había matado. Sólo lo había retrasado hasta que
sanara lo suficiente para venir y terminar el trabajo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 165

―Porque ahora lo sabes ―dijo con una voz dura.


―No quiero decir esto ―dije, un movimiento de mi cabeza indicando la
limusina arruinada―. ¿Por qué traicionaste a Vlad?
―No intentaba hacerlo.
Ahora su voz era casi un susurro. La desesperación pasaba a través de
sus rasgos moca, seguidos por una cansada determinación.
―Nada de estos se suponía debía suceder. ¿Crees que quería matar a mis
amigos en ese auto? Nunca quise matarte, pero no tengo opción.
Alcé mi mano derecha más alto.
―Mueve un músculo y te cortaré por la mitad de verdad esta vez.
Estaba demasiado lejos para intentarlo ahora, pero si se acercaba, estaría
en el rango. No me atrevía a arriesgar debido a la pendiente inclinada, además
que dejaría a Gretchen y Sandra desprotegidas. En cambio, esperé a que él
arremetiera con su rapidez inhumana, pero mientras los segundos pasaban y
Shrapnel no se movía, comencé a sospechar. Seguro, él sabía que no estaba
engañándolo, pero no tomaría mucho en que las noticias del estrellamiento
llegaran a Vlad. Él tenía que saber eso, ¿por qué no estaba al menos
intentando…?
Luego el viento sopló un nocivo humo en mi dirección. Una vez que lo
olí, entendí. Shrapnel no tenía que moverse para matarme. Todo lo que tenía
que hacer era esperar a que el fuego alcanzara el tanque de gasolina.
JEANIENE FROST FORO AD’ 166

Capítulo 34
―Si corres ahora, quizá lo logres antes de que Vlad llegue ―dije
cambiando de táctica. No podía liberar a Gretchen y Sandra y pelear contra
Shrapnel antes de que el carro explotara. Los dos sabíamos eso.
―Ya es tarde. Tú no moriste en el choque y me va a tomar mucho tiempo
sanar antes de que llegue. ―Otra vez sonaba más cansado que malvado.
Incluso suspiró como si cargara más de lo que podía soportar―. Ahora todo lo
que queda es asegurar tu muerte.
―¿Qué te hice? ―le solté, esperando que alguien en la mansión hubiera
visto el humo y la ayuda viniera en camino.
―Es lo que harías si vives. ―Su mirada se posó en mi mano derecha―. Mi
muerte es algo cierto, la de ella no.
Ella. Tomé mi última oportunidad de hacerlo correr o cargarme.
―¿Quieres decir la bonita morena vampiro? ―dije, apostando que era
sobre la misma mujer que vislumbré en mi visión―. Odio decírtelo, pero ella fue
encontrada hace días, Vlad ya tiene gente cazándola, nosotros solo no sabíamos
quién era el traidor.
―Mentiras ―silbó Shrapnel.
Se acercó un paso y yo contuve mi respiración, ¡vamos solo un poco más
cerca!
―¿Cómo puede ser mentira? Ella es como de uno sesenta y cinco, más
curveada que yo, cabello delgado castaño, con un cadencioso acento… ¿quieres
que continúe?
No podía, pero el olor a gasolina subía así como mi desesperación. Me
debatía entre darle una descarga a pesar de la colina empinada y su increíble
velocidad. Entonces él se acercó un paso más.
―¿Cómo rompiste su hechizo para encontrarla?
―Oh, eso fue fácil ―dije pensando que era endemoniadamente bueno
que Shrapnel no fuera un lector de mentes porque no tenía idea de qué estaba
hablando―. ¿De dónde crees que tengo todo este cabello negro lacio? Soy una
cuarta parte Cherokee y mi abuela era una poderosa curandera. Nos enseñó a
mi madre y a mí toda clase de trucos místicos, así que el hechizo de tu pequeña
perra no era suficiente para la magia que yo conozco.
Excepto por la parte de un cuarto Cherokee, el resto eran todo mentiras.
Mantuve mi respiración esperando que Shrapnel no se diera cuenta.
―¡No hables de ella de esa manera! ―gruñó.
Tomó otro paso más cerca y esa fue mi oportunidad. Exploté hacia él,
descargando toda la electricidad que pude en un látigo que brilló como un
JEANIENE FROST FORO AD’ 167

relámpago. Se lanzó para evitarlo, pero aún con su velocidad no fue suficiente.
Aquél electrizante cordón lo atrapó en la cadera y continuó su camino a través.
Sus piernas cayeron como ramas de árboles talados, lanzando el resto del
cuerpo hacia delante con un impulso. Terminó cayendo encima de mí, su peso
me sacó el aire. Antes de que pudiera empujarlo me golpeó mientras sus
colmillos trataban de morder lo que estuviera suficientemente cerca.
Grité ante el brutal doble asalto. Ser casi cortado por la mitad no
disminuyó la ferocidad de Shrapnel, al contrario, se veía casi demoniaco en su
determinación por matarme. Un duro golpe cayó en mi caja torácica cortando
mi grito, el salvajismo del dolor robó todo pensamiento, descargando un
instinto de supervivencia ciega. No estuve consiente de tocarlo y mandar una
corriente hacia él. Todo lo que supe fue que su peso repentinamente se fue y yo
era transportada a un valle decrépito.
Las luces de la calle estaban rotas, pero no las necesité para ver que caminaba
hacia un estrecho sendero entre los edificios.
―¿Mataste al que hizo la bomba también? ¡Cuando vas a dejar de tomar tan
imprudentes riesgos! ―Mi bramido atrajo varias miradas, no me importaba. La mayoría
de los vampiros evitan los lugares de los desamparados. Ellos huelen demasiado para ser
comida apetecible.
―No fue demasiado riesgo. ―Fue lo respuesta ecuánime de mi amante ―. Tuve
cuidado de eso querido. Su muerte terminará con cualquier posibilidad de que nos
rastreen a nosotros.
La furia hizo que apretara el teléfono, me forcé a relajar mi mano para no
romperlo y terminar con nuestra llamada.
―Si no lo hubieras usado para matar a Leila, no hubiéramos tenido necesidad de
ocuparnos de él. No te hubiera dicho dónde estaba si hubiese sabido lo que intentabas. Si
Vlad no cree que la explosión fue un accidente, no descansaría hasta encontrar a sus
asesinos.
―Estás exagerando ―dijo ella, y el aburrimiento en su tono de voz me golpeo
como un balde de ácido―. Aun si sospecha, no llegara a ningún lado. Lo que podría
haber valido la pena, ella es menos peligrosa para nosotros muerta.
Mi risa fue dura.
―Un día me dirás la verdadera razón por la que no quieres que Vlad sepa lo
nuestro. Hasta entonces, el único motivo que veo que tienes para matar a Leila son celos.
Intenté que la acusación la picara, pero no había anticipado el veneno en su
respuesta.
―Mis razones no importan. Lo que importa es que tú fuiste el que me dio su
localización. Él te matará por eso, querido y eso solo después de años de torturarte. A
menos que eso suene atractivo, no tienes más opción que mantener esto en secreto.
Colgué, me sentí igualmente desesperado del conocimiento de que ella tenía
razón. Vlad respondería solo de una forma por mi parte en la muerte de Leila, y no se
JEANIENE FROST FORO AD’ 168

detendría ahí. Le haría lo mismo a ella, y por encima de mi furia no podía permitir que
eso pasara. La amaba, y si mintiendo la mantendría a salvo, entonces mentiría.
El callejón se disolvió y esperaba caer dentro de mi propia realidad, pero
sin siquiera intentarlo, me conecté con la cómplice de Shrapnel. Por una
fracción de segundo la vi, vistiendo un traje de falda y reclinada en un sofá con
un Martini en su mano. Antes de que pudiera enfocarme en su cara, sus
facciones se volvieron borrosas, dejando nada más que una burbuja rodeando
su lustroso cabello castaño.
Entonces una ola de mareo me asaltó, como si algo me hubiera golpeado
en la cabeza con una dos por cuatro. Solté el enlace, regresando al presente
dónde estaba acurrucada de lado, tosiendo entre jadeos torturados por
recuperar el aire. La sangre goteaba de mi boca y la presión de mi pecho crecía
hasta que era insoportable.
Esto no fue por los golpes que Shrapnel me dio. No, reconocí este dolor.
Mis habilidades habían golpeado la zona letal, y el único vampiro lo
suficientemente cerca para curarme me quería muerta.
La frustración me hacía querer aullar por lo injusto de todo esto. Solo
tenía que usar mis habilidades en Sandra, para ver si era culpable o inocente.
No tenía intención de presionar a Shrapnel por su peor pecado, y mucho menos
vincularme con la perra que había empezado todo este lío con la bomba en el
carnaval. Ahora esas cosas me matarían.
Un gemido me hizo abrir los ojos. A través de una neblina roja, le eché
un vistazo a Shrapnel. La corriente que le lancé lo había lanzado cerca de tres
metros y medio. Le faltaban ambos brazos además de sus piernas, y su piel se
veía como carne que hubiera pasado por un molino. A pesar de todo el daño
causado por la corriente, todavía estaba vivo, entonces su cabeza dio la vuelta
hacia mí y nuestros ojos se encontraron.
Un dejo de sorpresa paso a través de la niebla de mi conciencia
desvaneciéndose No esperaba ninguna empatía de su parte, pero no estaba
preparada para la mezcla de alivio y orgullo de su expresión, el alivio tenía
sentido, me quería muerta, y por el terrible dolor en mi pecho, pronto obtendría
su deseo. ¿Pero por qué orgullo? No tenía nada que ver con mis habilidades
sobrecargándose para poner los clavos finales en mi ataúd…
Demasiado tarde, me imaginé.
¿Cómo pudiste romper su hechizo para alcanzarla?, había preguntado
Shrapnel. Pensé que se refería a que la vampiro morena había preparado algo
mágico para evitar que tuviera una vista clara de su cara si la vinculaba, pero
era más que eso.
El hechizo también trataba de matarme.
JEANIENE FROST FORO AD’ 169

Capítulo 35
―¡Leila!
La voz de mi hermana atravesó la agonía que me hizo querer estar en
posición fetal y morir, lo que sea que doliera menos. Gretchen. Sonaba preocupada,
penetró a través de mi dolor, seguido por la siniestra memoria. La limo estaba
quemándose.
Me puse de rodillas, un grito gorgoteante escapo de mí. A través de mi
vista que estaba comenzando a obscurecerse, capté un vistazo de color naranja.
Las llamas se habían extendido más arriba del vehículo. Podrían alcanzar la
fuga de gasolina en un segundo.
Me lancé a la limusina, la sangre salía de mi boca mientras trataba de
respirar a través de la casi paralizante presión en mi pecho. Mi visión era
demasiado borrosa para encontrar el cuchillo que había tirado, y el dolor me
hacía sentir como si estuviera ardiendo. Tal vez lo estaba y no me había dado
cuenta de eso. Aun así no podía detenerme. Me enfoqué en los gritos de mi
hermana y eran como un golpe de adrenalina, dándome la fuerza para tratar de
lanzarme hacia adelante una y otra vez. El lado del carro me golpeó en la cara
mientras me tambaleaba hacia ella.
Mi visión ahora era totalmente negra y la voz de Gretchen era más débil,
pero mi mente seguía funcionando. Con mi mano izquierda, buscaba a tientas
hasta que encontré el seguro del cinturón de seguridad. Entonces arrastré mi
mano derecha sobre mi brazo hasta que alcancé el seguro, con el último poco de
energía que tenía, mandé un rayo de electricidad a través de él.
El repentino golpe de peso en mis hombros fue lo más maravilloso que
pude haber sentido alguna vez.
―Salva a Sandra ―traté de decir, pero todo lo que salió fue un murmullo
ininteligible.
Algo me empujó bruscamente, haciendo explotar más dolor en mí.
¿Había regresado Shrapnel?, me pregunté, y entonces nada me importo más que
el adorable entumecimiento que empezó a arrastrarse sobre mí. No es bueno, una
parte racional advertía. ¡No te desmayes! ¡No vas a despertar!
Traté de abrirme paso entre la obscuridad y la felicidad de la
disminución del dolor. Se sentía como nadar en arenas movedizas, mientras
más me resistía, más profundamente me hundía. Entonces la conciencia me
regresó a la brutal sensación de ser arrastrada. Mis costillas se sentían como
ramitas que alguien rompió dentro de mí, pero traté de manejar algunas
inhalaciones de aire. Eso y la nueva avalancha de dolor espantaron mi
maravilloso letargo. Entonces un ruido estruendoso me hizo abrir los ojos, una
ráfaga naranja me cegó momentáneamente.
JEANIENE FROST FORO AD’ 170

El fuego había alcanzado finalmente el tanque de gas.


A través de pequeñas rendijas que quedaban de mi visión, vi que ahora
estaba detrás de unos árboles, sus troncos habían sido alcanzados por los
escombros de la explosión cercana. Sandra estaba cerca e inconsciente y
Gretchen…
Tenía que estar alucinando. Si no fuera así, entonces mi hermana estaba a
seis metros, agachada encima de Shrapnel. Tenía el cuchillo con el que él había
matado a Oscar y lo estaba clavando en su pecho, y aunque su expresión
mostraba que estaba aterrorizada, ambas manos estaban firmemente apretadas
alrededor de la empuñadura.
―Ni siquiera pienses en intentar nada ―le gritó.
Los ojos de Shrapnel estaban fijos en ella mientras astillas crecían de sus
hombros y su cadera se movía. Pronto sus brazos y piernas se regenerarían
completamente y el daño interno habría sanado. Estaba por avisarle a Gretchen
que él trataría de hacer algo cuando tres formas cayeron cerca de ellos con la
velocidad de meteoros. El cuarto aterrizó cerca de mí, sus llameantes ojos
verdes y su cabello obscuro ondeaba salvajemente mientras desgarraba su
muñeca abierta antes de empujarla contra mi boca.
Vlad, alguien debió haber visto el humo después de todo.
Mientras yo bebía del profundo corte, los guardias de Vlad capturaban a
Shrapnel, uno de ellos removió el cuchillo antes de que él pudiera clavárselo
profundamente tomando su propia vida. Entonces mi visión se volvió
completamente obscura. Tragué otra vez, pero el dolor que devanaba mi cuerpo
no disminuía, al contrario, creció hasta que se sentía como navajas que me
rasuraban el cráneo mientras la opresión de mi pecho engullía el resto de mi
cuerpo. No podía tragar más, no podía incluso reunir la fuerza para un respiro
más. Cuando el frío me envolvió, reemplazando el dolor con su fría caricia,
sabía que él había llegado demasiado tarde.
―¡No!
El gritó de Vlad me detuvo, pero solo por un momento. Entonces las
cadenas internas que nunca antes había sentido se rompieron y salí con fuerza
como una bala disparada por una pistola. Ya no estaba rota en el suelo nunca
más. Me estaba elevando, y era más emocionante que cualquiera de los sueños
que había tenido en el que podía volar. Mi visión ya no era una fea neblina
carmesí obscura, en cambio todo estaba bañado en una luz brillante mientras
me confortaba el aroma de agua de lluvia y flores que me envolvía. Lo había
olido antes, hace tanto tiempo que lo había olvidado, pero ahora sabía de
inmediato a quién pertenecía, y entonces la vi.
Las vetas plateadas en su cabello negro se veían radiantes, también las
pequeñas líneas en su rostro cuando sonrió. Todo al mismo tiempo, la culpa
JEANIENE FROST FORO AD’ 171

que yo cargaba se fue. Ella no dijo nada. No necesitaba hacerlo. Sentí que nunca
me había culpado de su muerte y me había perdonado por todos mis demás
errores. Corrí hacia ella, pero con su adorable sonrisa, levantó una mano
alejándome.
Todavía no nena, susurró a través de mi mente.
Entonces algo tiró de mí hacia abajo con una fuerza brutal. Su suave
esencia se desvaneció, como si fuera un rayo de sol cristalino y yo volara a
través de él, y comencé a caer con una velocidad aterrorizante, hice todo lo
posible para oponerme con otro tirón implacable. El suelo se aproximaba
deprisa y aun así no podía hacer nada para pelear contra la cuerda invisible que
sin piedad continuaba jalándome hacia abajo.
Cuando aterricé en la rígida superficie el impacto me rompió. Esperé por
la fría caricia suave de la muerte, pero no llegó.
En su lugar, todo lo que sentía era fuego.
JEANIENE FROST FORO AD’ 172

Capítulo 36
Sangre.
Mi boca estaba húmeda con ella mientras su aroma perfumaba el aire, ya
no cobriza y nítida, sino embriagadora e intoxicante. Tragué y respiré al mismo
tiempo, tratando de llenarme todos los sentidos con el maravilloso líquido que
hizo desaparecer el dolor. Por unos momentos, estuve perdida en la saciedad
tan completa, fue como bajar y subir una altura increíble al mismo tiempo.
Después, como toda altura, revivía a través de mis habilidades, el choque
me dejó temblando, sufriendo, y desesperada por otro golpe.
Alguien gruñó “Más", en un tono que cabría esperar de un animal
rabioso si este pudiera hablar. La respuesta fue un paño húmedo y frío en mi
cara que quitó la sangre que había estado lamiendo, y mis ojos se abrieron de
golpe por la indignación. Una vez que lo hicieron, todo fue tan brillante y
vívido que por un segundo, no pude concentrarme.
―¡Dije más!
Registre dos cosas al mismo tiempo. Esa voz salvaje salió de mí, y no
había respirado mientras hablaba. Sintiendo pequeñas dagas pinchándome en
el labio fue casi redundante.
Realmente la hiciste esta vez, se burló mi voz interior.
Mis dientes bajaron, impulsando lo que sabía que eran colmillos más
profundamente en el labio inferior. Parecía que morir y ser traída de vuelta
como un vampiro no había matado mi odiada voz interna.
A continuación, el caleidoscopio de colores se convirtió en formas claras
y Vlad entró en foco. Su pantalón negro y camisa índigo apestaban a humo y
plástico quemado, pero debajo de eso, capture el rico aroma de la sangre, y todo
lo demás desapareció.
Salté sobre él, en busca de las huellas deliciosas con una urgencia que me
tenía desgarrando su piel y ropa con mis nuevos colmillos. Murmuró algo que
no comprendí en mi búsqueda de la fuente de ese olor. Una parte de mí estaba
horrorizada por mi salvajismo, pero el resto sólo se preocupaba por una cosa.
Sangre. La necesitaba. AHORA.
Vlad me apartó de un empujón, una mano sosteniendo mi boca que daba
mordiscos mientras que la otra mano alcanzaba algo detrás de él. Ese ardor
interior había vuelto, me asolaba un dolor tan intenso que no podía pensar en
otra cosa que en la necesidad de hacer que se detuviera. Entonces la ambrosia se
deslizó por mi garganta, sofocando mi angustia tan a fondo que lágrimas de
agradecimiento se deslizaron por mis mejillas. Tragué como si estuviera
tratando de ahogarme, mis ojos se cerraron con un alivio tan profundo que
pensé que podría perder el conocimiento.
JEANIENE FROST FORO AD’ 173

Después otra cosa se superpuso a través de mi alivio. Ira, seguida por


una oleada de la emoción más cruda y desenfrenada que jamás había sentido.
Llamarlo amor era comparar una lluvia de primavera con un huracán, y cuando
me di cuenta de que esa emoción no venía de mí, sino del vampiro que aún
estaba sosteniendo mi mandíbula con mano de hierro, me quedé
conmocionada.
―Puedo sentirte ―susurré haciendo que su mirada se tornara más
brillante de lo que hubiera visto antes, pero ahora, no me dolía sostenérsela.
―Debido a tu engaño de compras la cual te costó tu humanidad.
La dureza en su tono me hubiera hecho estremecer de no ser por la
oleada fresca que atravesaba mis emociones. Más rabia, sí, pero nacía del miedo
a perderme. No había pensado que Vlad fuera capaz de sentir miedo, sin
embargo surgía a través de mi subconsciente junto a una nueva oleada de
emoción furiosa y desquiciante prima hermana del amor. Pensaba que su
comportamiento controlador se derivaba de la arrogancia, pero más bien esto
venía de una necesidad patológica de protegerme. Si no estuviera aún
obsesionada con pensamientos acerca de sangre, estaría sorprendida de todo lo
que él había consentido al mismo tiempo que esa compulsión rugía dentro de
él.
En seguida otro dolor paralizante me golpeó, borrando el resto bajo un
hambre tan severa que era como estarse muriendo de inanición miles de veces
en cuestión de segundos. Me habría derrumbado de no ser por el agarre de
Vlad, y antes de que pudiera gritar debido a esa horrible combustión interna,
un nuevo trago de ambrosia alejó la agonía.
Tragué tan vorazmente como antes, esta vez regresando a mis sentidos
antes de que él arrancara los jirones de plástico empapados fuera de mis manos.
Bolsas de plasma, me di cuenta mientras lamía mis manos hasta dejarlas limpias,
con un impulso que no podía controlar. Qué moderno de su parte. Si la
memoria no me fallaba, sería una maníaca enloquecida por la sangre durante
varios días hasta que tuviera la fuerza suficiente para no matar a la primera
persona viva que se cruzara en mi camino. La idea era deprimente.
Luego otro pensamiento tardío me golpeó.
―¿Cómo es que soy un vampiro en vez de un ghoul? Me recuerdo
muriendo…
Y viendo a mi madre. Eso me aturdió tanto que momentáneamente
olvidé lo que estaba preguntando. Ella no había sido un sueño o una ilusión, lo
sabía con tanta seguridad como sabía cuál era mi propio nombre. Eso
significaba que había algo después de la muerte. Nunca creí en eso porque no lo
había visto en las muertes que había revivido, pero tal vez vislumbrar lo que
hay más allá tenía que ser experimentado personalmente.
JEANIENE FROST FORO AD’ 174

El agarre de Vlad se soltó hasta acariciar mi garganta en lugar de


restringir mi mandíbula.
―Mi sangre no es suficiente para sanarte en este momento. Ha iniciado,
sin embargo, el proceso de transformación.
―¿Cómo?
Sus dientes brillaron en una sonrisa sin humor.
―En transformaciones normales, te drenaría hasta el punto de morir
antes de tenerte bebiendo de mi sangre. Tú misma te drenaste hasta la muerte
con tus heridas, y tuviste suficiente de la cantidad adicional de mi sangre en ti
que te di apenas como para estar sobre el límite.
Luego dejó caer la mano, rabia infundida con angustia rascando a través
de mis emociones antes de que continuara.
―Por supuesto que no lo supe hasta después de tu muerte, cuando de
repente, comenzaste a desgarrar mi garganta.
No recordaba eso, ni tenía ningún recuerdo de ser traída aquí. Lo último
que recordaba era ver a Shrapnel arrastrado por los guardias y a Vlad
arrodillado junto a mí.
―Gretchen. Está bien, ¿verdad?
―Solamente lesiones menores.
Esta vez, el alivio que sentí no fue alimentado por la ingestión hasta tener
la panza llena de sangre.
―¿Y Sandra?
―Lesiones más graves, pero se recuperará.
No quería preguntar, pero tenía que saberlo.
―¿Shrapnel?
Su boca se apretó.
―Donde debe estar.
Eso significaba el calabozo, sin duda. Tal vez ahí era donde estábamos
también. Esta habitación parecía una versión más elegante de una de las celdas
de Vlad debido a que las paredes, el techo y el suelo eran roca sólida sin salida
aparente, pero había dos colchonetas apiladas en la esquina cubiertas por varias
mantas gruesas. Eso no había sido lo que había visto como norma en los
alojamientos de las mazmorras, a pesar de la ausencia de luces fue…
Y todavía podía ver perfectamente. Parpadeé como esperando a que eso
fuera a cambiar, lo cual por supuesto no pasó. Ninguna luz iluminaba los
espacios estrechos, sin embargo, veía cada centímetro hasta las manchas rojas
rayando las paredes que olían tan bien que quería lamerlas. Cuando dos
pinchazos de dolor se me clavaron en el labio, sabía que mis nuevos colmillos
habían surgido de nuevo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 175

Cerré los ojos, sintiéndome abrumada. No había querido esto tan pronto
y no sabía si podría soportarlo. Pero lista o no, ahora era un vampiro. Mi mano
se deslizó hacia mi pecho a mi corazón. Veinticinco años latiendo, y sin
embargo por siempre jamás sería tan silencioso como un tambor que alguien
había abandonado.
Cuando abrí los ojos, Vlad me miraba. No dijo nada, sin embargo, una
extraña mezcla de empatía e implacabilidad ametralló mi subconsciente. Te has
ocasionado esto a ti misma, sus emociones parecían trasmitir el mensaje, pero no te
enfrentarás a ello sola.
Miré de nuevo notando una pequeña cicatriz en su nariz que no había
visto antes. Eso no fue lo único. Su piel ya no parecía pálida, sino ligeramente
luminosa, como si estuviera cubriendo una luz que llevara dentro. Su cabello no
era solo de color marrón oscuro, sino de un rico collage de negro, ocre y
castaño. El aire alrededor de él crepitaba con energía, y cuando acarició mi
garganta otra vez, su mano se estremeció como si él fuera el que se impregnara
con electricidad interior.
―Tú también eres diferente ahora ―dije con asombro.
Su boca se curvó, medio burlón, medio divertido.
―Eres un vampiro. Puedes ver los detalles a los que los humanos son
ciegos, poderes sensoriales que ellos no entienden, y sentir emociones con más
fuerza de lo que ellos pueden siquiera imaginar.
Entonces me agarró del cabello y lo uso para tirar de mi cabeza hacia
atrás antes de bajar su boca.
―Ahora siente esto ―murmuró.
La caricia áspera de su barba y la suavidad sensual de sus labios
palidecían al lado de las emociones que salían a chorro a través de mi
subconsciente. La lujuria se desgarró través de mí como un fuego repentino,
casi haciéndome caer de rodillas. Esto quemó mis terminaciones nerviosas tan a
fondo como el hambre que tenía, pero no con el dolor. En cambio, me sentí
abrumada por la necesidad de dominar por placer hasta que gritos entusiastas
resonaban en mis oídos, y para hacerlo ahora mismo.
Mi boca se abrió, enredé la lengua con la suya mientras me agarraba de
su camisa. Esta se vino abajo en mis manos tan fácilmente como papel mojado,
y luego su calor me hizo jadear cuando me jaló hacia él. Siempre había sido
caliente, pero ahora se sentía como una llama encerrada en carne. Él arrancó mi
vestido, sujetador y bragas tan despiadadamente como yo había destruido su
camisa antes arrojándome sobre la colchoneta más cercana.
Gemí cuando su cuerpo cubrió el mío, sorprendida por lo diferente que
también era eso. Cada roce de su piel intensifica las sensaciones que me hacían
arquearme contra él con demanda primaria. Cada caricia parecía penetrar en las
JEANIENE FROST FORO AD’ 176

partes ocultas de mí que se morían de hambre por su toque. Todo lo anterior se


desvaneció en una memoria sin color como las visiones psíquicas que tomaba
del pasado. Era como si se tratara de la primera vez que hacíamos el amor, y
cuando abrió mis muslos y su boca descendió entre ellos, un brote de éxtasis me
hizo gritar.
No sé cuánto tiempo me retorcí contra él, el placer me desgarraba en
pedazos con cada lametazo abrasador de su lengua. Cuando él se levantó y
arrancó la parte delantera de sus pantalones, yo seguía estremeciéndome por el
orgasmo, pero al ver que su longitud gruesa se hinchaba la necesidad en mí
volvió otra vez. Me deslicé hacia abajo, tirando de él encima de mí. Entonces mi
cabeza cayó hacia atrás por la fuerza de su beso cuando su boca reclamaba la
mía.
Su sabor era más agudo, más salado, y tan explícitamente carnal que me
dolía donde estaba húmeda. Su cuerpo era un infierno, y la anticipación corto
mis emociones en una franja visceral cuando él se desplazó abajo entre
nosotros. Rompí nuestro beso y le mordí el hombro sin pensar, sorprendida por
lo natural que eso se sentía. El placer corrió atreves de mí cuando hundí mis
colmillos más profundo. Ya fuera el mío o el suyo, no sabía, y cuando tiró de
mis caderas hacia arriba para encontrarme con su empuje, ya no me importaba.
Dejé de morderlo para gritar cuando su carne ardiente empujó dentro de
mí. ¿Se había sentido así antes? No, no se podría. No habría sido capaz de
soportar el exquisito apretón de mis músculos internos cuando él se enterró
hasta mi clítoris después de que no pudiera llegar más profundo. O el gozo
cuando su boca se cerró sobre mi garganta y mordió donde había estado mi
pulso. Entonces él empujó hacia adelante, mi garganta aún capturada entre sus
colmillos, y la sensación de estar completamente dominada y sin embargo
potentemente arrancadas mis inhibiciones.
Me despegué de su boca, apenas notando el pinchazo de sus colmillos
mientras mi piel se desgarraba. Entonces envolví mis brazos alrededor de él y le
mordí en el mismo lugar. El placer sobrecargó mis terminaciones nerviosas
desde la conexión hasta sus sentimientos, conduciéndome a un frenesí. Él se
movió más rápido, más profundo, su agarre convirtiéndose en marcas, y me
vanagloriaba en ello, hundiendo mis colmillos en su cuello para que coincidiera
con cada golpe duro. Mis uñas rasgando a través de su espalda, trazando una
tersura que no era sudor. El éxtasis creció junto con un dolor interior que exigía
más sin importar si era demasiado. Él estaba demasiado caliente, demasiado
grande, demasiado rudo y moriría si se detenía.
Arranque mi boca de su cuello, jadeando:
―Te amo tanto. ―Justo antes de que otro orgasmo me dejara temblando
por su intensidad. A través de los ojos medio entornados vi que la cabeza de
JEANIENE FROST FORO AD’ 177

Vlad se echaba hacia atrás, rayas de color carmesí estropeaban la elegante línea
de su garganta. Luego bajó la cabeza y me miró mientras sus ardientes manos
acariciaban mi rostro.
―Y yo te amo a ti, mi esposa.
No tuve oportunidad de responder. Se deslizó hacia abajo, su boca
descendiendo entre mis piernas con una ferocidad apasionada. Yo me arqueé
contra él con un gemido que era mitad éxtasis, mitad frustración. Esto se sentía
increíble, pero lo quería dentro de mí de nuevo…
Todo pensamiento se desvaneció en mi mente cuando sus colmillos
sustituyeron la lengua, perforando mi clítoris en lugar de lamerlo. Placer al rojo
vivo atacó a través de mí, haciendo disparar la electricidad de mi mano
derecha. Humo encrespado se elevó del agujero que perforé en la cama, pero lo
único que pude hacer fue aferrarme a las sábanas cuando empezó a succionar
con empujes largos y profundos.
Su nombre salió de mi garganta en un sollozo ahogado. Otra fuerte
succión me tenía gritándolo, y después ya no podía pensar lo suficiente como
para hacer eso. Todo lo que podía hacer era sujetarme a él mientras llanto sin
palabras era arrancado de mí, y cuando me volteó boca abajo justo después de
una última succión enloquecedora, ya ni siquiera podía moverme.
Jaló mis caderas hacia arriba, una estocada profunda produjo otro grito
ahogado en mí. Mi carne palpitaba y se estremecía, apretando convulsivamente
a su alrededor mientras se retiraba. Me levantó, llevándome hacia su regazo.
Otro arco de sus caderas hundiéndose en mí otra vez. Agarré sus muslos
mientras me mecía hacia atrás contra él, sintiendo sus labios ardientes en el
cuello cuando hizo a un lado mi cabello para darme un beso allí. Entonces no
hubo nada, excepto el feroz ritmo que me llevó al clímax un instante antes de
que llegara él, y los estremecimientos nos conmovieron por dentro y por fuera.
JEANIENE FROST FORO AD’ 178

Capítulo 37
Cuando Vlad me liberó, caí contra el colchón, sin jadear solo porque no
necesitaba respirar. Nunca había fumado antes, pero si en esta celda hubiera
cigarrillos, hubiera encendido uno en saludable conmemoración.
Luego mi estómago se apretujó. Mi satisfacción se desvaneció,
reemplazada por un hambre tan intensa que comencé a temblar.
Vlad me levantó, empujándome contra el muro con una mano mientras
con la otra apretaba números en un teclado numérico que no había notado
antes. Una gaveta se deslizó fuera de la superficie de piedra, y un solo vistazo a
lo que contenía hizo que mi mente se fuera en blanco por la necesidad.
Los próximos minutos fueron un carrusel girando de dolor y alivio.
Cuando mi cordura volvió, seguía contra la pared, succionando los restos de
una bolsa plástica mientras Vlad observaba.
Extendió su mano y me forcé a abandonar la bolsa a pesar de que tenía
unas deliciosas rayas carmesí sobrantes. Aun así, no actuaría como un animal
un momento más de lo necesario. Él la tomó junto con la otra bolsa a mis pies,
depositándolas en la ranura de donde había salido.
―¿Cómo supiste? ―logré preguntar calmadamente
Un encogimiento de hombros.
―Es lo mismo con todos los nuevos vampiros. Sexo, furia y violencia
dispararan tu hambre. Hasta que puedas controlarla, debes aprender a
anticiparte.
Eché un vistazo abajo. La sangre salpicó frente a mí de lo loco que destruí
las bolsas de plasma, haciéndome lucir como una actriz de una película
pornográfica de terror. Tenía muchos días de frenética alimentación sin sentido
por venir, por algunas cosas no podía esperar a controlar mi nueva hambre.
Fui hacia la cama y me envolví en la sábana. Lo que tenía que decir era
demasiado serio para hablarlo todavía desnuda.
―Así que descubriste que Shrapnel era el traidor ―comencé.
Un corto bufido me interrumpió.
―No pensé que lo cortarías en pedacitos porque accidentalmente te tiró de
un acantilado.
Sostuve su mirada.
―Él era el único traidor en tu casa, pero no era el único cómplice.
La mirada de Vlad se volvió de un verde brillante.
―Explícate.
―Sandra estaba pasando mensajes…
JEANIENE FROST FORO AD’ 179

No alcancé a decir nada más antes que Vlad girara, presionando una
parte del muro que no se veía diferente del resto, pero igual una puerta de
repente apareció.
―Waters ―ladró en el espacio abierto―. Aseguren a Sandra
inmediatamente.
No, grité mentalmente. ¡No es su culpa!
Él no respondió. Correcto, ya no podía escuchar mis pensamientos.
Había puesto eso y un sexo espectacular en los pros de ser un vampiro.
―Ella no sabía ―dije―. Shrapnel la hipnotizó para que lo hiciera. Lo vi
cuando la toqué.
Él giró, su expresión no era menos aprehensiva, pero sí agrego:
―Asegúrenla gentilmente, Waters. ―Antes de cerrar presionando otro
panel indistinguible―. ¿Qué más viste?
No podría decir si el desagrado curvándose dentro de mis emociones era
debido a las acciones de Shrapnel o las mías.
―Primero promete que no lastimarás a Sandra.
Él cruzó sus brazos sobre su pecho. Con su constitución muscular y la
sangre salpicada sobre él por mi alimentación rabiosa, no podría verse más
amenazante pero me rehusé a retractarme.
―Promételo ―repetí.
―Tengo otras formas de descubrirlo ―dijo sedosamente.
Liberé un bufido siniestro.
―¿Por qué crees que lo hice a tus espaldas? Estoy bien consciente de tus
“formas” de obtener información. Es por eso que no voy a someter a mi amiga a
ellas si no ha hecho nada malo.
Su boca se tensó mientras ecos de su ira atacaron mis emociones, pero
eso no era todo. Tan mordaz como un recuerdo agridulce, el pesar flotó dentro
de mi subconsciente. Perder mi mortalidad era mi culpa, pero me di cuenta que
Vlad se culpaba a sí mismo también.
Luego presionó la pared y la puerta oculta apareció de nuevo.
―Está bien, ve ―dijo con un barrido de su mano.
Observé la entrada abierta sospechosamente.
―¿No se supone que esté encerrada debido a que mi sed de sangre es una
amenaza ahora mismo?
―Sí, pero vienes conmigo para ver por ti misma que Sandra no será
lastimada, siempre y cuando no me haya traicionado conscientemente. A menos
claro… ―una sonrisa como de tiburón―, que termines arrancándole la garganta
tú misma.
JEANIENE FROST FORO AD’ 180

No había esperado regresar al calabozo tan rápido, sin embargo después


de ducharme, vestirme, ir a otra alimentación frenéticamente, ducharme y
descansar de nuevo, acá estaba. Cuando entramos a la primera cámara del
calabozo, el hedor me hizo retroceder. Olía como si alguien hubiera mezclado
keroseno, fruta podrida, sangre rancia, orina y excremento de perro, luego
explotado todo. ¿Cómo no había notado esto antes? No estaba ni siquiera
respirando, pero el olor rancio encontró su camino a mi nariz de todas formas.
―Este lugar apesta.
―¿Los guardias olvidaron echar Febreze? ―preguntó Vlad en fingida
indignación. Luego me dio una mirada hastiada―. Es un calabozo, Leila. Se
supone que huelan así.
Misión cumplida. El hedor podría incluso haber matado mi nuevo
apetito. Si el Infierno pudiera echarse un gas, olería así.
―¡Leila!
Me giré hacia la voz de Sandra. No estaba encadenada al gran monolito
de piedra para mi alivio. En vez de eso, estaba acurrucada en el piso, su
expresión tan afligida que de seguro pensaba que nunca dejaría este lugar. Tan
pronto como me vio, arremetió contra mí.
―¡Por favor, diles que ha habido un error!
Uno de los guardias apareció de la nada, atrapándola incluso antes de
alcanzarme. Algo bueno también. Además se había duchado y cambiado de
ropas desde el accidente, pero podía oler la sangre seca en sus raspones,
costras, y la herida cosida de su cabeza incluso sobre el horrible hedor. Presioné
los colmillos contra las encías.
Acabas de comer, me recordé, y Sandra NO es el postre.
―Está bien ―le dije―. Vlad solo necesita buscar en tus recuerdos por unas
cositas.
Estábamos haciendo esto porque él quería que Shrapnel presenciara la
exposición de su traición y solo había un lugar donde se iba a quedar. A pesar
del desafío a mi control, no me iría hasta que Vlad terminara de probar la mente
de Sandra. Yo era lo único que ella tenía, y el calabozo era lo suficientemente
aterrorizante sin tener un amigo a tu lado. Vlad podría tentarme acerca de
arrancarle la garganta a Sandra, pero nunca me dejaría hacerlo.
Además, también quería escuchar más acerca de la vampiro morena con
la que Shrapnel se había estado enrollando. Como por qué había estado tan
determinada a matarme, para empezar.
JEANIENE FROST FORO AD’ 181

Por supuesto, estar acá abajo significaba enfrentarme cara-a-cara con el


lado obscuro de Vlad, y él no había desperdiciado ningún momento en dejarlo
salir.
―Deténganlo ―dijo, apuntando a Shrapnel.
Tres vampiros de nuevo aparecieron como ninjas, pero a medida que
movían las muchas esposas atando a Shrapnel al muro de piedra, sus
movimientos ya no parecieron borrosamente rápidos. Antes que la última
cadena de plata cayera, Vlad levantó un largo palo de madera y lo atravesó
contra la sección media de Shrapnel.
Sandra jadeo. Intenté no notar cómo se aceleraron sus latidos tratando de
atrapar mi atención. A escondidas, apreté la bolsa de plasma que llevaba dentro
de mi chaqueta. Si sentía una punzada de hambre, la rompería a ella, dando a
los guardias más tiempo para proteger a Sandra. ¿Qué te parece eso como
anticipación?
Vlad llevó a Shrapnel hacia uno de los hoyos en la piedra, dejando caer el
final del palo como si casualmente pusiera una flor en un jarrón. A pesar de
todo, Shrapnel dejó salir varios gruñidos ásperos, pero eso fue todo. Su
fortaleza era impresionante, pero mientras más fuerte fuera, más aguantaría
mientras Vlad buscaba para descubrir con quién lo había traicionado y por qué.
Shrapnel había intentado matarme dos veces, sin embargo no podía evitar
sentir lástima por él.
Un sorbido devolvió mi atención a Sandra. Su cabeza estaba gacha, largo
cabello entre rojo y dorado blindaba su expresión.
―¿Hice algo horrible, verdad? ―susurró―. No lo recuerdo, pero cuando
él me tocó en el coche, lo sentí.
Quería palmearla para consolarla pero su pulso estaba empezando a
sonar como una campana de cena, así que no confiaba en mí para acercarme
más.
―Vlad no está enojado contigo ―dije en mi más tranquilizadora voz―. De
hecho, vas a ayudarnos a encontrar a la otra persona que te forzó para
traicionarlo, y luego vas a detenerla.
La ceja de Vlad se arqueó.
―¿Ella?
―Ella ―repetí, mirando hacia Shrapnel―. Y aparentemente, ella es una
lanzadora de hechizos.
JEANIENE FROST FORO AD’ 182

Capítulo 38
Shrapnel me miró fijamente y su mirada de obsidiana se volvió brillante
por el verde.
―Me mentiste. No sabes quién es ella.
Sonaba más sorprendido que enojado, no es que tendría alguna razón
para señalar con el dedo el tema de la falta de honradez.
―No lo sabemos todavía, pero estamos a punto ―le respondí con
frialdad.
Con Shrapnel ahora al alcance de la vista, Vlad se acercó a Sandra.
―Si no fuiste consciente de ninguna de tus acciones porque ellos
alteraron tu memoria, te voy conservar sin culparte.
Palabras condicionales de consuelo, pero funcionaron. Sandra cayó sobre
una rodilla e inclinó la cabeza.
―Tú me sacaste de las calles después de que mis padres me
abandonaron. Me diste un hogar, una educación, y la promesa de un futuro
mejor. Nunca te traicionaría a sabiendas.
La boca de Vlad se curvó con ironía mientras echaba una mirada hacia
Shrapnel.
―Entonces tú serías más fiel de lo que dos de mis más cercanos amigos
resultaron ser.
Ante esas palabras, una mezcla punzante de ira y dolor se enroscó en mis
emociones. Hice una mueca de dolor, recordé que las acciones de Shrapnel eran
más que las de un vampiro yendo en contra de su señor. Un cuchillo en la
espalda dolía mucho peor cuando venía de un amigo.
Sandra se levantó y se empujó el cabello a un lado.
―¿Lasă-mă să-? ¡Dovedesc, printul meu6!
Vlad agarró su cuello y bajó su boca. Mientras la mordió, algo se levantó
en mí que no esperaba. No el hambre, aunque el fresco olor de la sangre hizo
que mi propios colmillos bajaran. Ni la preocupación por Sandra perdiendo
más sangre ya que ella ya estaba en mal estado.
En cambio, tuve la imperiosa necesidad de arrancarla de los brazos de
Vlad y luego golpearla con un sofocante látigo eléctrico hasta que nada quedara
sino piezas irregulares.
Estaba celosa. Qué absurdo. Él era un vampiro, ella era un ser humano
que había tenido su mente alterada, y la mejor manera de moverse alrededor de
eso era tomar su sangre antes de hipnotizarla. Sabía eso, pero no detuvo la
oleada de emociones que hicieron que chispas cayeran de mi mano.

6 ¿Me permite? ¡Pruebe mi príncipe!, en Rumano.


JEANIENE FROST FORO AD’ 183

Su boca en ella. Su cabeza cayendo hacia atrás en una forma que no denotaba
dolor. La línea de su garganta mientras él tragaba…
Un chispazo golpeó en el suelo de roca debajo de mi mano.
Convirtiéndome en un vampiro que no había gastado mi electricidad interior ni
un poco. A la vez, cubrí la grieta con mi pie, como si eso evitaría que alguien
dejara de notarlo.
Vlad alzó la cabeza, su mirada yendo infaliblemente al lugar antes de
que él me mirara. Esperaba una rodada de ojos por mi muestra de celos
irracionales, pero en cambio, parecía pensativo.
Entonces soltó a Sandra, secando las heridas punzantes en su cuello con
su pulgar después de haberlo atravesado con un colmillo. Traté de frenar mis
emociones, y las corrientes que mantenían mi mano chispeando, mientras
mentalmente cantaba la canción de Sting “Every Breath You Take”. La vida y la
muerte siguen pasando, Leila. Mantén tus prioridades enfocadas.
―Entró en su habitación para hipnotizarla ―le dije, en caso de que ese
detalle ayudara.
Los ojos de Vlad se pusieron verdes mientras miraba a Sandra como si
fuera la única persona en la habitación.
―Shrapnel entró en tu habitación ―repitió él, su voz resonante―. Te
quería para transmitir un mensaje. ¿Cuál era?
―No lo sé ―susurró ella.
―Sí, lo sabes.
El aire crujía, haciendo que los vellos de mis brazos se erizaran. Una
onda invisible parecía rodar de Vlad, llenando la habitación con energía
suficiente para hacer que mi piel se estremeciera. ¿Qué estaba haciendo?
―Puedes verlo en tu habitación ―continuó Vlad en ese mismo tono
vibrante―. Escuchas su voz, incluso ahora. ¿Qué está diciendo?
―Él dice… ―Su rostro se tensó como si se esforzara en escuchar un
susurro lejano―. Dile que sus poderes están de vuelta. Ella casi murió
usándolos, pero Vlad la revivió y ahora no va a irse de su lado. Voy a tratar de
envenenar su alimento si se despierta.
Levanté una mirada acusadora en dirección de Shrapnel. ¿Mientras
estaba en coma, estaba planeando envenenarme?
La rabia rozó mis emociones, pero Vlad no dijo nada y no alejó la mirada
de Sandra.
―Ese no fue su único mensaje. ¿Qué más?
En el tono monótono que yo había llegado a asociar con las personas bajo
la influencia de un vampiro, Sandra relató que Shrapnel le dijo a su cómplice
todos los detalles de mis capacidades, mi posición en el carnaval, y mi
ubicación en el hotel con Maximus. Incluso afirmó que Maximus tendría que ser
JEANIENE FROST FORO AD’ 184

neutralizado por medidas extremas. Las balas de plata líquida cruzaron por mi
mente. No hay nada más extremo que eso.
Cuando Vlad le ordenó a Sandra que repitiera los mensajes de la mujer,
estos comenzaron como preguntas benignas acerca de mí que parecían más
curiosos que amenazantes. Eso cambió después del bombardeo del carnaval.
Una vez que sus intenciones reales fueron expuestas, no fue una sorpresa que
los mensajes subsecuentes consistieran en variaciones de Mata a Leila. Mátala
ahora. Mientras mi ira crecía, la mayor parte de esto ya lo sabíamos, y no
necesitaba sentir las emociones de Vlad para saber que se sentía frustrado por
eso, también.
―¿Dónde la encontrabas para pasar estos mensajes? ―preguntó él.
Sandra frunció el ceño.
―Nunca me he reunido con ella, pero cada dos días, voy a la ciudad a la
tienda de libros. Escribo los mensajes y los coloco en La Odisea de Homero. Si La
Odisea tiene un nuevo mensaje en espera de ella, lo memorizo, lo tiro, y luego se
lo repito a Shrapnel, pero sólo si me pregunta. De lo contrario, nunca lo
menciono. Incluso no recuerdo los mensajes.
Sandra dijo la última parte como si estuviera repitiendo un conjunto de
instrucciones. No hay duda de que lo estaba, y se las habían dado bajo las
mismas circunstancias de control mental en que estaba ahora.
―Ve a la tienda de libros ―dijo Vlad sin alejar la mirada de Sandra. Uno
de sus guardias se inclinó con elegancia y luego se fue―. Nunca la has conocido,
pero ¿él te dijo su nombre?
Más de esa energía escalofriante salió de Vlad, hasta que me estaba
frotando mis brazos para alejar las sensaciones de hormigueo. ¿Era esto lo que
Marty quería decir cuando me dijo que los vampiros podían medir la fuerza de
cada uno sintiendo sus auras? Si es así, entonces la de Vlad tenía escrito por
todas partes Peligroso: No ataques.
―No creo que se suponga que la conozca. ―Sandra parecía
desconcertada―. Pero una vez, Shrapnel la llamó Cynthiana.
Los rasgos de Vlad se endurecieron como si su rostro se hubiera
transformado en piedra. Claramente reconoció el nombre. Este me sonaba
familiar a mí también, pero no pude ubicar dónde lo había oído. Shrapnel cerró
los ojos, su expresión mostrando más dolor que cuando Vlad embistió un poste
largo de madera a través de su torso. A pesar de todo, Shrapnel seguía
amándola, y su peor temor ahora se había realizado porque ella acababa de
aterrizar a la cabeza de la lista de más buscados de Vlad.
Mi mirada se volvió hacia Vlad mientras el recuerdo encajaba.
―Cynthiana. ¿No es ese el nombre de la mujer con quien saliste antes de
mí?
JEANIENE FROST FORO AD’ 185

―Lo es ―dijo Vlad, sin dejar de mirar a Shrapnel.


Sacudí mi cerebro para recordar qué más había dicho Maximus. Ella
había estado con Vlad por un tiempo ridículamente largo, que yo recordara, y
cuando la echó, ella hizo algo. ¿Qué era? Cierto, se citó con uno de sus amigos
tratando de ponerlo celoso. El truco más viejo en el libro, pero no había
funcionado…
Y ese amigo había sido Shrapnel. Miré hacia él.
―¿Cynthiana pensó que si yo estaba muerta, tendría otra oportunidad
con Vlad? De ser así, ¿por qué estarías de acuerdo con eso? La amas; lo sentí
cuando me vinculé contigo.
Shrapnel no dijo nada. Su silencio era una prueba más de sus
sentimientos, pero si ella no estaba motivada por los celos, ¿por qué Cynthiana
arriesgaría su propia vida por tratar repetidamente de terminar con la mía?
Por las razones que fueran, ella había asesinado a un grupo de personas
inocentes antes de que su trampa explosiva vinculante finalmente me hubiera
matado, temporalmente. La cara de Dawn brilló en mi mente. Ella no merecía
morir antes de poder encontrar su camino en la vida. Tampoco lo había
merecido nadie más en el carnaval, y los guardias de Vlad no habían merecido
volar por los aires debido a que Shrapnel estaba haciendo un último esfuerzo
para cubrir sus pistas. Por último, yo no había merecido nada de la basura que
había soportado a causa de las intenciones asesinas de Cynthiana.
―Puedes irte, Sandra ―dijo Vlad, con sus ojos oscureciéndose de nuevo a
su color cobre normal―. Tu parte en esto está perdonada.
Liberada de su mirada, ella parpadeó, luego dijo algo muy rápido en
rumano.
―Por supuesto, este sigue siendo tu hogar ―respondió Vlad con
impaciencia. Luego hizo un gesto desdeñoso con la mano―. Vete.
Un guardia barbudo escoltó a Sandra. Estaba contenta de verla partir.
Ella no había hecho nada para merecer estar aquí, a diferencia de los vampiros
suspendidos en el alto poste de madera.
Vlad miró a Shrapnel. Por un instante, un tornado de furia, frustración, y
lamento asaltó mis emociones. Entonces fue como si una pared se estrellara,
cortando todo excepto mis propios sentimientos de enojo. Incluso la energía
girando procedente de Vlad se disipó.
―Sabes qué pasará ahora ―dijo él, sonando totalmente desapasionado.
Yo también. ¡Tráelo!, gruñó una parte vengativa de mí.
Entonces me acordé de las máquinas espeluznantes en la siguiente
caverna. Vlad no mostraría piedad con el fin de descubrir dónde estaba
Cynthiana, pero si yo pudiera enlazarme con la vampiro morena, podría
evitarle a Shrapnel algo de eso. Él merecía morir por lo que había hecho, pero si
JEANIENE FROST FORO AD’ 186

mis poderes se habían mantenido a través de mi transformación, podría


conseguirle una muerte más rápida y menos dolorosa. Si no lo hacía, al menos
lo intenté, ¿yo no era tan despiadada como la perra que había asesinado a
sangre fría a varias personas en sus intentos por matarme?
―Vamos a intentar algo más primero.
Sólo los ojos de Vlad se movieron mientras miraba hacia mí.
―Ha llegado demasiado lejos para ser engatusado para entregarla ahora.
Shrapnel le enseñó los dientes. No una sonrisa. Una advertencia de un
depredador a otro. Luego dijo algo en un idioma que sonaba como rumano,
pero más gutural. Vlad gruñó.
―No tengo dudas de que me vas a hacer trabajar por esto, mi amigo.
―Entonces me dijo simplemente―. Vete. No vas a querer ver esto.
De eso, no tenía ninguna duda, pero no había acabado.
―Él es muy resistente, así que puedes hacer que dure por semanas… o
dejarme hacer lo que mejor hago en minutos.
Vlad miró mis manos con una pequeña sonrisa dura.
―Es muy probable que tus habilidades no funcionen tan pronto después
de tu transformación, si es que regresan.
―Todavía estoy llena de voltaje. El resto tiene que estar allí, también.
Y diciendo esto, me incliné y toqué el suelo con mi mano derecha. Nada.
Después de unos pocos segundos, un sonido escapó de Shrapnel; medio
suspiro, medio risa. A pesar de que sabía lo que significaba su tortura, estaba
alegre.
Mi boca se adelgazó, mientras tocaba el suelo de nuevo. Aún nada más
que fría y desigual piedra. Lo hice una tercera vez, sin embargo, a pesar de que
debían estar empapadas en esencia estas rocas, no vi nada.
―Leila. ―Vlad sonaba casi cansado―. No puedes parar esto.
Él no se dio cuenta, pero esas palabras solo alimentaban mi
determinación. Toda mi vida, se me había dicho, “No puedes.” Primero fue
“No puedes competir a nivel olímpico,” pero gané una oportunidad de ser
parte del equipo de gimnasia. Entonces, después por todo el daño en los nervios
a causa del accidente, fue “No puedes caminar de nuevo,” pero no sólo caminé,
me uní al circo como acróbata. Luego fue “No puedes tocar a nadie,” pero
conocí a Marty, un vampiro que se convirtió en mi compañero de trabajo y
mejor amigo.
Luego, más tarde, fue “No puedes pedirme que te amé,” pero ahora yo
era la señora de Vlad Dracul, muchas gracias.
Miré al suelo de piedra gris. De ninguna manera un pedazo de roca me
vencería después de todo por lo que había pasado.
JEANIENE FROST FORO AD’ 187

No lo toqué de nuevo, rastrillé mi mano sobre este tan duro que me corté
con los pequeños bordes de la piedra. Entonces me concentré hasta que no
escuché las continuas advertencias de Vlad de detenerme o la risa burlona de
Shrapnel.
Ahí está. No más fuerte que un susurro, mucho más fugaz que un vistazo,
pero algo estaba allí, ¡maldita sea! Me concentré hasta que todo mi ser estaba
enfocado en la piedra debajo de mi mano, y entonces lo vi. Imágenes
gloriosamente horribles de un vampiro calcinado golpeando el piso, con un
ruido sordo, donde yo tocaba, su boca abierta en un último grito silencioso.
Me levanté, notando sólo ahora que Vlad se arrodilló a mi lado,
dándome una mirada de exasperación mientras alejaba mi mano.
―Leila, suficiente…
Lo que sea que vio en mi rostro lo hizo dejar de hablar. Muy despacio,
me dejó ir.
Luego se levantó mientras la mezcla más extraña de orgullo e irritación
salpicaba mis emociones.
―La buena noticia es, que te salvas de la tortura ―le dije a Shrapnel―. La
mala noticia es, que voy tras tu novia, y ahora su hechizo no importa porque ya
estoy muerta.
JEANIENE FROST FORO AD’ 188

Capítulo 39
Quería comenzar la conexión con Cynthiana inmediatamente, pero Vlad
dijo que el amanecer estaba cerca. Tomé su palabra dado que no sabía qué hora
era. Además, Cynthiana no sabía que las gráficas habían cambiado. Ahora ella
sería la única en ser irremediablemente estacada y una vez que el sol diera paso
a la noche, la cacería empezaría.
Dejamos el nivel más bajo y nos dirigimos a la habitación de seguridad
en el cuarto piso. Estaba segura de que varios de los vampiros nuevos estaban
viviendo bajo el suelo cerca a la mazmorra, pero Vlad tenía el equivalente a una
suite presidencial para vampiros a los que él quería favorecer. Sin embargo, tan
pronto como estuvimos de vuelta al nivel principal de la casa, un exceso de
sonidos me asalto.
El clamor de pasos por encima y por debajo. Numerosos sonidos
metálicos en la cocina como si ollas y cacerolas estuvieran siendo usadas para
hacer el desayuno. Voces de gente o aparatos electrónicos, y por debajo de todo,
el rítmico palpitar de múltiples corazones.
Mi estómago se apretó y pequeñas dagas pincharon mi labio. Casi allí,
pensé con alivio al tiempo que pasábamos por el jardín interior y nos dirigimos
hacia la gran escalera. Todo lo que tenía que hacer era conservar mi hambre de
sangre por unos pocos minutos más.
―Leila, gracias a Dios.
La voz de mi hermana me hizo gemir ruidosamente. Gretchen corrió
escaleras abajo, mirándome aliviada e histérica.
―Sus matones dijeron que estabas bastante herida para nosotros como
para verte, lo cual es una mentira desde que te ves genial… ―Otro sonido
escapó de mi garganta que hizo que ella se detuviera a mitad de la frase―. ¿Me
acabas de gruñir? ―preguntó con incredulidad.
Vlad miro hacia mí y entonces sus manos se cerraron sobre mis brazos.
―Quédate atrás ―le dijo a Gretchen severamente. Demasiado tarde.
Dolor rasgo a través de mí, tirando de un interruptor en mi cerebro que me
hacía incapaz de ver a la pequeña hermana que amaba. En vez de eso, solo veía
la cura para mi agonía dentro de un paquete de carne que podía ser rasgado
fácilmente.
Los pocos siguientes momentos fueron una bruma de lucha seguida por
el alivio mientras un imposiblemente y delicioso néctar se deslizaba por mi
garganta, extinguiendo la quemazón que hacía que el fuego fuera un alivio en
comparación. Después de que tomé cada gota, comencé a darme cuenta de un
grito que consistía en la misma pregunta de pánico.
JEANIENE FROST FORO AD’ 189

―¿Qué está mal con ella, que está mal con ella, QUE ESTÁ MAL CON
ELLA?
―Nada.
La voz de Vlad. Escucharlo despejó la prolongada locura, mientras un
sentimiento de calma atravesaba a través de la capa de mis emociones. Él estaba
detrás de mí, sus brazos franjas irrompibles que me detenían de lastimarla a ella
o a cualquier otro. Me hundí en alivio contra él, la bruma sin sentido finalmente
dejo mi visión.
Gretchen estaba congelada en el último peldaño de las escaleras, ojos
anchos y una expresión tan afligida que creí que se desmayaría.
―Está bien ―le dije. Mi voz era ronca, pero al menos no era un gruñido
brutal esta vez.
―¿Está bien? ―repitió―. ¿Cómo puede estar bien cuando acabas de tratar
de matarme?
No tenía respuesta para eso. Gretchen se sentó repentinamente, como si
hubieran tirado de ella, y entonces puso su cabeza en sus manos.
―Ahora lo entiendo. Él tuvo que cambiarte por que estabas demasiado
mal como para curarte. Ese es el por qué no nos dejaban verte.
A diferencia de su chillido previo, su voz fue un susurro. Calambres de
diferentes tipos me hicieron retorcer interiormente. No había tenido la
oportunidad de decirle que esto era algo que tenía decidido en el futuro. Ahora
lo descubrió cuando intente comerla.
―Yo entendería si…si no puedes lidiar con eso ―empecé.
Su cabeza se levantó, su mirada azul brillando.
―No lo entiendes. Tú me salvaste, pero yo no pude salvarte a ti. ―Su voz
se rompió y lágrimas se derramaron de sus ojos―. Lo siento.
Lágrimas brotaban de mis propios ojos. Ella lucho a través de la muerte
de nuestra madre, mis habilidades de pesadilla, mi intento de suicidio, y mi
huida cuando pensé que cortar los lazos con mi familia sería lo menor por
hacer. Ella tenía sus propias fallas, pero debí saber que ni siquiera esto sería
mucho para ella.
―No. Si no me hubieras arrastrado lejos del coche antes de que este
explotara, realmente habría muerto.
Ante eso, Vlad me soltó.
―¿Jalaste a Leila fuera del vehículo?
Gretchen se tensó ante su tono cortante.
―Después de que ella cortó el cinturón de mi asiento, sí. Ella estaba en
mal estado y yo estaba asustada de que moverla pudiera empeorar todo, pero
eso iba a estallar.
JEANIENE FROST FORO AD’ 190

―Hiciste lo correcto ―le dije, pensando, ¡no la presiones! Antes de


recordar que no podía oírme.
―Sosténganla ―manifestó Vlad, asintiendo hacia mí.
―¿Qué? ―jadeé.
Eso fue todo lo que obtuve antes de que dos guardias que no había
notado me sujetaran, dándome débiles miradas de disculpa mientras me
mantenían inmóvil entre ellos.
―Es por la protección de tu hermana ―declaró Vlad, avanzando hacia
Gretchen.
Ella lucía como si quisiera salir corriendo pero no se movió cuando se le
aproximó.
―Tiende tu mano ―le dijo en el mismo tono vigorizante.
Vacilante, lo hizo. Vlad la agarró y entonces sacó un cuchillo, su agarre se
endureció cuando ella trato de jalarse.
―Vlad ―dije en tono de advertencia.
Él no miró hacia mí. Al contrario, pasó el filo a través de su mano,
cubriendo la mano de mi hermana con su sangre.
―Bebe ―le dijo―, y sé conocida como una de mi gente.
Gretchen le dio a la sangre en su mano una desagradable mirada.
Entonces volvió su mirada a Vlad.
―¿No lo soy ya como tu hermana política?
Su mirada era de frío placer.
―No en el mundo vampiro.
Luego ella me miró a mí.
―¿Cuál es la trampa?
Recordé cuando le hice a Vlad una pregunta similar antes de una
igualmente irrevocable situación.
―Si haces esto y lo traicionas en el futuro, te matara ―resumí sin rodeos.
En vez de parecer intimidada, ella resopló.
―Como si no pudiera hacerlo ahora si lo traiciono. La ventaja es que, si
hago esto y entonces alguien se mete conmigo, tendrá que responder a Vlad,
¿verdad?
Esmeralda brillo en su mirada.
―Eso es exactamente correcto.
Ella miró hacia su mano y la acerco a su boca como si el pensar
demasiado en ello la haría perder su coraje.
―Puaj ―dijo mientras lamía la mancha roja en su mano.
Cerré mis ojos. Gretchen no era una niña y tomó esta decisión por su
propia voluntad. Eso no me detuvo de preocuparme de que estaba dando un
JEANIENE FROST FORO AD’ 191

paso más lejos del mundo humano. Sin mencionar que papá se volvería loco cuando
lo descubriera.
―Wow, es como líquido para la velocidad ―murmuró ella. Entonces
miró fijamente con asombro como sus rasguños, costras, y cardenales
empezaban a desaparecer como si estuvieran siendo limpiado por un borrador
invisible.
―¿Qué está pasando aquí?
El tono furioso de mi padre cortó el aire como un machete. Me encogí al
pensar en cómo me vería, empapada de sangre y contenida por dos fornidos
guardias, y ese arrebato de sentimientos hicieron salir mis colmillos.
Lo cual, claro, era la reacción incorrecta.
―No ―susurró mi padre mientras miraba hacia mí, horror apretando sus
rasgos. Entonces, empezó a bajar las escaleras tan rápido como su agarrotada
pierna se lo permitía―. ¿Qué fue lo que le hiciste? ―tronó hacia Vlad.
Vlad le disparó a mi padre una hirviente mirada mientras caminaba
hacia mí y entonces me recogía en sus brazos, los guardias inclinándose
mientras retrocedían alejándose.
―Si dices alguno más de los pensamientos en tu cabeza, te quitaré la
habilidad para hablar por una semana.
La mandíbula de mi padre cayó. Yo me retorcí en los brazos de Vlad.
Esto tampoco era como había imaginado darle la noticia a mi padre.
―Ponme en el suelo, ya no me siento como una mordedora.
―Está amaneciendo ―replicó aún mirando hacia mi padre.
―Está bien, así que estaré cansada, pero eso no significa…
Mi boca dejo de funcionar. Lo mismo hizo cada musculo de mi cuerpo.
Antes del siguiente latido del corazón de mi padre, estaba completamente
inconsciente.
JEANIENE FROST FORO AD’ 192

Capítulo 40
Me vine a despertar tan de repente, que me sobresalté. En un segundo,
estaba muerta para el mundo, al siguiente, estaba de pie y hambrienta como el
infierno, mi mirada lanzándose alrededor en busca de alimento.
―Ahí ―dijo Vlad, apuntando hacia la gaveta abierta en la pared.
Caí sobre la bolsa que contenía, desgarrándola como el tiburón de
Tiburón. Cuando había terminado, la sangre goteaba de mi cara, manos y pecho.
Sólo me volví consciente de que había empezado a lamerme a mí misma,
cuando la baja risa de Vlad rompió el trance inducido por el hambre.
―Debo admitir que esto me da ideas.
La vergüenza se impuso, dándome la fuerza para detener la limpieza de
mis manos como algún gato loco. Vlad se sentó en el colchón, apoyado contra la
pared y las piernas extendidas casualmente. Se había cambiado desde la última
vez que lo vi, y aunque su camisa de color morado oscuro estaba impecable, al
igual que su pantalón negro ébano, con un olfateo, sabía dónde había estado
antes de venir aquí.
―Fuiste de nuevo al calabozo.
Su sonrisa contenía más que un toque de severidad.
―Tal vez voy a tener que rociarlo con Febreze después de todo.
Me pasé la mano por el cabello después de una lamida final.
―Acordamos que buscaría a Cynthiana de la otra manera.
―Contigo dormida, tuve que matar algo de tiempo.
Su voz era ligera, pero una corriente subyacente de mal humor rozó mis
emociones. Suspiré.
―Sé que no estás acostumbrado a explicarte, pero así es el matrimonio.
No estoy acostumbrada a despertar con un hambre incontrolable, por lo que los
dos estamos pasando por una fase de adaptación.
Ahora otro tipo diferente de sonrisa curvó sus labios.
―Los tuyos sólo van a durar una semana. Los míos, toda la vida.
Me reí con sequedad.
―Si querías una esposa que nunca cuestionara tus acciones, no deberías
haberte casado conmigo.
Algo más tentó mis emociones, deslizándose a través de ellas como
franjas de fuego sensual. Un aroma más cálido y rico llenó la habitación,
recordándome las especias a fuego lento y humo de madera.
―Concuerdo. Pero te quiero para algo más que servilismo.
Su voz era más gutural, endureciendo las cosas bajas dentro de mí.
Tragué saliva, el hambre de un tipo diferente haciendo que mis colmillos se
alargaran. Se veía tan bien arreglado en su ropa a la medida, tan relajado
JEANIENE FROST FORO AD’ 193

apoyado contra la pared, pero sus emociones contaban una historia diferente.
Podría ser la única con sangre y desaliñada, pero no era la verdadera criatura
salvaje en la habitación.
Y yo no lo querría de ninguna otra manera.
Entonces sacudí mi cabeza para aclarar los pensamientos explícitos que
comenzaron a inundarla. Tenía a una asesina que cazar más un padre
traumatizado que calmar. Mi tarjeta de baile no tenía espacio para horas de sexo
y Vlad no hacía rapiditos.
―Tengo que ducharme ―dije, y sonaba sin aliento a pesar de que no
respiraba.
Su sonrisa se volvió peligrosamente carnal.
―Después de esto.
―Vlad, realmente, hay tanto que necesitamos hacer…
―¿Recuerdas cuando dijiste que no aceptarías clasificar siempre de
segundo para otros? ―interrumpió con voz sedosa―. Yo tampoco.
Él estaba a mi lado en un abrir y cerrar de ojos, presionando un botón
interno en ese cajón retráctil.
Otra bolsa de sangre apareció como si se tratara de una máquina
expendedora. Antes de que pudiera hablar, Vlad la aplastó contra su pecho,
cubriéndose en riachuelos de color carmesí.
La necesidad se levantó con tal ferocidad que aniquiló mi conciencia. No
estaba avergonzada por cómo me lancé hacia él. No importaba que él arrancara
mi ropa tan salvajemente como yo arrancaba la suya en mi búsqueda de la
última gota, y realmente no importó cuando me apoyó en la pared y tiró de mis
piernas alrededor de su cintura. Entonces no había nada, excepto el sabor de la
sangre en su piel y la exquisita aspereza de su cuerpo sumergiéndose en el mío,
una y otra vez, hasta que el éxtasis ardiente a través de mí hizo que me olvidara
de mi hambre.

Eran las diez y cuarto cuando salí completamente vestida del baño. Vlad
estaba vestido de nuevo y esperando, ya que lo había hecho ducharse en otro
lugar. De lo contrario, habría sido incluso más tarde, a lo que él no tenía
reparos. Shrapnel no iba a ninguna parte, Cynthiana aún no sabía que había
sido descubierta, y nuestra luna de miel ya había sido arruinada lo suficiente,
indicó.
JEANIENE FROST FORO AD’ 194

―Antes de que empiece con Shrapnel, tengo que ver a mi papá ―le dije a
Vlad―. Está muy asustado. ¿Puedes quedarte cerca en caso de que me golpeé la
sed de sangre otra vez?
Vlad había estado bebiendo vino, pero ante eso, lo dejó.
―Muchas personas que saben acerca de los vampiros tienen dificultades
aceptando la transformación de un ser querido. Esto puede causar sentimientos
de miedo, alienación e impotencia. Para alguien acostumbrado a tener el
control, como tu padre, esos sentimientos a menudo se magnifican.
Sus declaraciones cuidadosamente dichas me pusieron incómoda.
Normalmente, Vlad era contundente hasta el punto de la brusquedad. Algo
estaba pasando.
―No lo endulces. ¿Qué pasó?
―No quiere verte en este momento, y está insistiendo en irse con
Gretchen ―respondió con su franqueza habitual―. Tengo otras casas en donde
estarían a salvo, pero me negué a que se fuera a menos que tú estuvieras de
acuerdo con esto.
Ahora yo tenía fuerza sobrehumana, pero me sentí como si mis rodillas
se hubieran convertido en gelatina.
―¿Gretchen no quiere verme, tampoco? ―Tal vez había malinterpretado
su actitud antes...
―No, tu hermana fue vehemente sobre su estancia aquí, lo que sólo hizo
a tu padre más decidido a llevársela con él. ―Entonces Vlad me dio una mirada
cansada―. Él no se da cuenta, pero está tratando de recuperar el control, donde
no hay ninguno. Todavía te ama. Si no lo hiciera, su reacción a tu conversión en
un vampiro no sería tan emocional.
No dije nada, pensando en lo extraña que era la vida. Cuando era una
niña, el trabajo de mi padre nos trasladaba de un lugar a otro sin tener en
cuenta lo molesto que eran esos trastornos. Ahora era mi situación la que lo
mantenía desarraigado de la vida que él había construido. El karma es una perra,
había dicho Cat, pero no quería que mi padre recibiera ningún castigo
merecido. Quería que fuera feliz, y estuviera a salvo.
―Déjalo ir, pero espera hasta mañana por la mañana. Quiero una
oportunidad de hablar con Gretchen primero.
Mi voz era suave pero firme. Sabía lo que era tener que irse, aunque sólo
fuera para demostrarte a ti mismo que podías. En cuanto a Gretchen, era mejor
que se fuera con él. Con mi nueva hambre voraz, no podía confiar en mí misma
para estar a su alrededor. Además, las cosas estaban a punto de volverse más
peligrosas por aquí, no menos.
Entonces me levanté, dándole a Vlad una sonrisa torcida.
JEANIENE FROST FORO AD’ 195

―Ahora, vamos a ver si puedo encontrar a esa perra loca con la que
solías salir.

Pensé que volveríamos a la mazmorra y recogería el rastro de la esencia


de Cynthiana tocando a Shrapnel, pero Vlad me llevó a la sala de armas en su
lugar. Allí, me entregó una daga de plata con un diseño celta en la empuñadura
de filigrana.
―Suyo ―indicó él.
Me tomó un segundo recordar por qué resultaba familiar. Entonces dejé
escapar una breve carcajada.
―Claro que lo era. Toqué esta cuando estaba pasando por tus otras
armas. Poco después de vislumbrar a la mujer conectada a esta, empecé a
sangrar hasta la muerte.
Justo como era la intención del hechizo de vinculación de Cynthiana,
aunque no había contado con que Vlad estaría allí para revivirme. O en
Maximus haciendo lo mismo la otra vez que su vinculación causó daño letal.
Ahora mi propio estado inhumano era todo lo que necesitaba para protegerme.
El karma es una perra sonaba muy bien para estas circunstancias.
Saqué mi guante derecho y toqué la linda arma. Para mi sorpresa, mi
primer instinto fue zafarme. El metal hizo que mi piel picara de una manera que
me hizo recordar a la vez que caí en un espacio de hiedra venenosa cuando era
niña.
―Se siente... mal. ¿Es por la plata?
Su diversión se enredó a través de mis emociones.
―Te acostumbrarás a eso. Todos los vampiros lo hacen.
Traté de ignorar lo irritada que el metal hacía sentir mi piel y me centré
en la esencia que contenía. Después de unos minutos de concentración,
imágenes incoloras se sobrepusieron.
Llegamos a mi puerta, pero cuando Vlad empezó a irse después de desearme
buenas noches, tomé su manga.
―Espera. ―Entonces saqué el cuchillo de entre los pliegues de mi abrigo y se lo
extendí a él primero por la empuñadura―. Para ti ―murmuré.
Lo tomó, su boca curvándose en una media sonrisa.
―¿Qué es esto? ¿Un regalo temprano de Navidad?
―¿Necesito una ocasión para darte un regalo? ―le pregunté a la ligera.
Él probó la hoja antes de guardarla.
―Perfectamente equilibrada. Gracias, Cynthiana. Es una maravilla.
JEANIENE FROST FORO AD’ 196

Luego se inclinó, sus cálidos labios rozando los míos. Cuando empezó a alejarse,
me aferré.
―No te vayas ―susurré contra su boca.
Él se echó hacia atrás con el ceño fruncido.
―Uno de mi pueblo está perdido. No voy a esperar hasta mañana para buscarlo.
―Lo siento, por supuesto que no, querido ―le dije, sabiendo bien que no debía
señalar que podía enviar a otra persona.
Puso el cuchillo en su abrigo.
―Buenas noches, Cynthiana.
―Buenas noches, Vlad.
Lo observé irse, ocultando mi frustración con una sonrisa en el caso de que
mirara hacia atrás. No lo hizo. Él nunca lo hacía, y sus visitas se habían vuelto poco
frecuentes. No había vivido trescientos años sin saber lo que eso significaba. Estaba
empezando a cansarse de mí.
Mi sonrisa se volvió frágil. Había estado demasiado tiempo sin la protección que
merecía y no estaba a punto de perder mi casa al lado de tan poderoso vampiro.
Arriesgado o no, era hora de emplear medios más persuasivos para mantener a Vlad
conmigo. Si era cuidadosa, nunca sabría la causa de su afecto recién descubierto.
Mi vínculo con el recuerdo se disolvió y volví a la realidad para
encontrarme agarrando el cuchillo tan fuerte, que había cortado mi mano.
Entonces me quedé mirando a Vlad, una sospecha creciendo.
―¿Acaso Cynthiana se mudó contigo poco tiempo después de que ella te
diera esto?
Su frente se arrugó.
―Creo que sí, ¿por qué?
―Sólo me preguntaba. ¿Sabías que ella estaba en la magia?
Se encogió de hombros.
―Sabía que estaba interesada, pero la magia está en contra de la ley
vampiro así que una búsqueda más seria no valía la pena el riesgo para ella.
―O estaba más envuelta de lo que aparentaba.
¿Y si no era coincidencia que Cynthiana fuera a vivir con él poco después
de que decidiera utilizar medios más “persuasivos” para evitar que él la
despidiera? Si era así, entonces no estábamos tratando con un aficionado que
incursionó en un ocasional hechizo, sino con una bruja en toda regla que podría
ser más peligrosa de lo que incluso Vlad o yo nos diéramos cuenta.
JEANIENE FROST FORO AD’ 197

Capítulo 41
Miré el cuchillo con más cautela que antes. Como un vampiro, otro
ataque de corazón o una hemorragia espontanea podría lastimar, pero no sería
fatal. Sin embargo, si era una poderosa bruja disfrazada, había la posibilidad de
que Cynthiana, tendría preparado un encantamiento letal contra los vampiros,
también.
―Mantén un ojo en lo que hago con el cuchillo, ¿de acuerdo?
Cuando levanté la vista, los ojos de Vlad, se habían estrechado. Inhaló y
luego sonrió como si debiera tomar eso como una advertencia.
―¿Por qué?
―Si tu ex resulta ser más una malvada bruja de lo que creemos, hay una
posibilidad de que tenga un encantamiento que me obligue a tratar de
estacarme a mí misma, he, he, en el corazón.
Mi risilla indicó que no pensaba ni remotamente que eso funcionara. Su
cara entera comenzó a ensombrecerse, aunque esa encantadora sonrisa nunca
despareció.
―Puedes ser la persona más cruel que he conocido ―dijo en un tono
conversacional.
―¿Qué? ―jadeé.
―Mi primera esposa se mató a sí misma. Me tomó siglos recuperarme de
eso y amar de nuevo, aun así no ibas a mencionar que podrías ser forzada a
matarte a ti misma en frente de mí.
Su tono casual desapareció, reemplazado por uno de rabia pura. Eso no
era nada comparado con la furia que inundaba mis emociones, abruptamente
como una presa repleta y tan enérgica que di un paso atrás.
―Vlad, yo…
―No. Hables.
Fuego surgió de sus manos, escalando por sus brazos hasta sus hombros
antes de ser una aureola por todo su cuerpo con un resplandor naranja.
Pensaría que está tratando de intimidarme, excepto por el torbellino de sus
emociones, no puede detener esto.
―He tratado de permitirte hacer lo que sientes porque respeto tu
valentía, pero me estás empujando muy lejos. ―Otra llamarada de fuego―.
Intenta una vez más el arriesgar obstinadamente tu vida, y juro que voy a
encarcelarte.
Antes de que pudiera expresar mi indignación ante ese ultimátum, él se
desvaneció, sin dejar nada atrás excepto el olor a humo.
JEANIENE FROST FORO AD’ 198

―Hola, chica.
Eché una mirada hacia Marty en la puerta de la celda de piedra. Ni
siquiera me había dado cuenta que la habían abierto. Me encerré a mí misma
aquí porque no quería lastimar a nadie si otro ataque de hambre me golpeaba,
además tenía un sistema de entrega de plasma. Ahogar mi frustración con
sangre sonaba desagradable en teoría. En la práctica, era tan efectivo como licor
y helado combinado.
―Maximus tenía razón cuando me advirtió sobre Vlad ―dije con aire
sombrío―. ¿Lo oíste amenazarme con encarcelarme?
Una mirada compasiva cruzó el rostro de Marty, lo cual fue mi
respuesta.
―No sé qué es lo que voy a hacer ―continué, palmeando el lugar junto a
mí en invitación―. Amo a Vlad, pero a veces es tan anticuado. ¿Imaginas su
reacción si le dijera que no tiene permitido arriesgar su vida por su pueblo
nunca más?
―No escucharía ―dijo Marty, sentándose junto a mí en la cama.
―Correcto. ¿Así que, qué es tan diferente de mí asumiendo algo de riesgo
con el fin de cazar a la perra que estuvo cerca de matarme tres veces y tuvo
éxito en el cuarto intento?
―¿Es machista? ―ofreció Marty.
―Exactamente. ―-Entonces le eché un vistazo, viendo la ironía
estampada en su rostro―. ¿Qué?
―Tú eres la única que se sorprende con esto, pequeña. Te casaste con
alguien que está al borde de ser un psicótico, quien supera las circunstancias
brutales en las que creció siendo aún más brutal. Agrega el convertirte en un
vampiro y siglos de luchas de poder entre no muertos, y tienes el loco bastardo
cruel del que te enamoraste.
Me dio una palmadita en la rodilla de manera amistosa.
―¿Piensas realmente que alguien así permitiría que su esposa peleara
contra sus enemigos por él? Ellos lo llaman Vlad el Empalador, no Vlad el
Castrador.
Solté un bufido.
―No estoy tratando de pelear con sus enemigos por él.
―A sus ojos lo estás, y peor, estas dispuesta a morir por eso. ―Otra
palmadita―. Como ya hiciste una vez, vampirito.
Me apoyé en él, inclinando mi cabeza para que descansara en su hombro.
JEANIENE FROST FORO AD’ 199

―¿Qué se supone que debo hacer? ¿Permitirle ordenar cada uno de mis
movimientos porque es de la versión medieval de anticuado? No firmé eso.
Él soltó una risita seca.
―No, firmaste algo mucho más duro. Matrimonio.
―Sabelotodo. ―Pero mi voz carecía de rencor.
En el fondo, sabía que estaba en lo cierto. Casarme con un dragón
significaba lidiar con las veces en que exhalaba fuego, pero no iba a renunciar.
Estaba en esto por un largo plazo, así que era el momento para dejar de cavilar
sobre lo irregular que era el camino, y prepararme para los golpes,
manteniendo mi pie en el acelerador.
Besé a Marty en la mejilla.
―Gracias.
Él gruñó.
―¿Por qué? Te dije que no te involucraras con él y aún no he cambiado
mi pensar que esto era una mala idea.
―Gracias por ser un buen amigo.
Entonces me paré, llena de renovada determinación. Vlad podría ser un
cruel bastardo loco, pero era mi cruel bastardo loco y nosotros haríamos que
esto funcionara.
―Desde que estuviste escuchando a escondidas, ¿sabes a dónde fue? Oh,
espera, no importa. Ya lo sé.

Descendí por la angosta escalera, arrugando la nariz ante el olor que se


hacía más picante. Molesta a un chico moderno y probablemente irá a un bar
local. Jode a un vampiro con el hábito de empalamiento y una mazmorra en
casa, y no tendrías que usar el cerebro para saber a dónde fue.
―Hola ―le dije al guardia que me miraba cautelosamente mientras me
acercaba―. Por favor dile a Vlad que me gustaría hablar con él.
El guardia se inclinó, luciendo aliviado de que no tratara de empujarlo
para pasar, eso creo. Entonces tocó algo en su collar y hablo en rumano. Ah, lo
maravilloso de la tecnología. Necesitaba un traje de caucho que cubriera todo
mi cuerpo para usar un cable sin freírlo.
Mis nuevos súper sentidos significaban que podía oír la réplica que
recibió el guardia, pero como también era en rumano, no lo entendí.
―Por favor espere aquí ―dijo finalmente en un acentuado inglés.
No dije nada, preguntándome si Vlad estaba viniendo, o si estaba
esperando para ser escoltada por alguien más.
JEANIENE FROST FORO AD’ 200

Casi diez minutos después, Vlad apareció. Una capa de cenizas oscurecía
sus ropas, piel, y cabello, lo que era para puntualizar que era imposible ser
quemado. El color moreno agregado a su apariencia lo hacía lucir aún más
peligroso, como si su expresión no fuera un presagio suficiente.
―¿Que?
Una palabra que significaba devolverme por mi camino con esa
brusquedad, y el hecho de que no podía sentir ninguna de sus emociones.
Enderecé mis hombros y planté mis pies. Si realmente no quería verme, no
habría venido.
―Tengo una solución que podría funcionar para ambos ―dije
Una ceja se curvo. Lancé una mirada explícitamente hacia el guardia.
―¿Quieres hacer esto aquí?
La boca de Vlad se apretó, pero pasó por delante de mí y empezó a subir
las escaleras. Lo seguí al cerrado pasillo que era el principal corredor del sótano.
Allí se detuvo y me miró.
―¿Qué?
Seguía rudo, pero su tono era menos brusco. Cerré la distancia entre
nosotros y empecé a cepillar las cenizas de sus ropas. Se tensó, pero no hizo
intento de detenerme.
―Por tu humor, no has obtenido la ubicación de Cynthiana por Shrapnel
aún. ―Hice notar casualmente―. Él es resistente, además podría haberlo
hechizado así que no puede decirte dónde está ella.
Sus ojos seguían cada movimiento que yo hacía, aunque permanecía
completamente quieto.
―Eso también se me ocurrió.
―Claro que lo hizo. ―Corrí mis dedos a través su cabello para cepillar los
residuos en él―. Tú has hecho esto por mucho más tiempo que yo.
Su sonrisa era tan fría que hubiera podido convertir vapor en hielo seco.
―Si los cumplidos son tu solución, no te molestes. No usaras su cuchillo
para conectar con ella. Ya he dispuesto de él.
Continúe limpiando el polvo gris de él.
―Está bien.
Su mirada se estrechó ante mi conformidad.
―No tocaras a Shrapnel para hacer conexión con ella, tampoco.
―No lo necesito ―dije de forma ágil―. No puedo hacerlo sin evocar tus
técnicas de interrogatorio, gracias.
Ante eso, agarró mis manos y me empujó más cerca.
―Para de mentir, Leila. No te rendirás y ambos sabemos eso.
JEANIENE FROST FORO AD’ 201

Su rostro estaba a simples centímetros ahora, su barba oscura de cenizas


y sus labios presionados en una dura línea. Miré arriba hacia él, erguida ante la
intensidad en su mirada.
―Todo lo que Shrapnel tiene que hacer es resistir por unos pocos días
hasta que Cynthiana se dé cuenta de que fue capturado y escape. Él lo sabe y tú
lo sabes. Pero ella vivió aquí, así que su vieja habitación debe estar llena de su
esencia, objetos con lo que posiblemente no podría matarme a mí misma. Si
quieres realmente exagerar para asegurar que este a salvo, encadéname antes de
que trate de usar uno de esos objetos para hacer conexión con ella.
Ante eso ambas cejas se levantaron.
―¿Encadenarte?
Destellé hacia él una pícara sonrisa.
―Vamos, estoy segura de que has fantaseado con eso.
―Más y más cada día ―murmuró en tono siniestro, pero el muro a su
alrededor se quebró y pude sentir algo de sus emociones. Seguía enojado, sí.
Frustrado, también. Aún más hondo había una pista de apreciación. Si alguien
podría entender mi decidida determinación para derribar a un enemigo, ese era
Vlad.
Entonces soltó un severo suspiro.
―Eso se me ocurrió también, pero en su habitación, podrías ver cosas que
no quiero que veas.
Furia ciega se disparó a través de mí ante el pensamiento de experiencia
mental de Vlad haciéndole el amor a otra mujer. Nunca había sabido si era del
tipo celoso, pero claramente tenía algunos problemas. Entonces forcé esos
sentimientos de vuelta, remplazándolos con la fría oscura parte de mí.
―Si es así, tendré que superarlo al ver como la matas después.
Él miró fijamente hacia mí de una manera penetrante que dimensionó
mis palabras en piezas en mí que solo él podía ver. Lo miré de regreso. Si
pensaba que no quise decir lo que dije, estaba equivocado. Por último, inclinó
su cabeza, el fantasma de una sonrisa en sus labios.
―Da la casualidad que tengo algunas cadenas.
JEANIENE FROST FORO AD’ 202

Capítulo 42
Miré alrededor de la vieja habitación de Cynthiana con cínica curiosidad.
Así que aquí era en donde la bruja se quedaba.
Como todas las habitaciones en la casa de Vlad, esto era opulento. Esta
tenía también un tema obviamente femenino con la decoración lila y crema,
cortinas de encaje, delicadas lámparas de cristal, y un balcón que no daba
importancia al jardín externo. Flores secas sobre hilos delgados como telarañas
adornaban el marco de la chimenea, dándole a la habitación una agradable,
fragancia natural. Yo estaba más que contenta porque no olía el aroma de Vlad,
bendije a su equipo de limpieza.
―¿Hace cuánto que ustedes dos terminaron?
Mi voz era casual, controlando la confrontación que se desarrollaba en
mi interior. La Leila maliciosa se regocijaba que Vlad mantuviera a Cynthiana
dos pisos debajo de él en el mismo piso que todos los huéspedes. La Leila
práctica estaba decidiendo qué elemento tocar por una esencia lo
suficientemente fuerte.
―Hace unos pocos años.
Le di una mirada hastiada.
―¿Finges que no es lo suficientemente importante para recordarla?
¿Entonces por qué mantuviste su habitación exactamente igual a como le dejó
cuando se fue?
Él cruzó los brazos, la cadena de plata colgada sobre su hombro
traqueteó con el movimiento.
―Si ella siguiera importándome, no me habría casado contigo. Este
cuarto permanece sin usar porque tú fuiste mi siguiente amante y dormías
conmigo.
Miré hacia lo lejos, mi mirada paso a la cama. Fino material se envolvía
alrededor de los postes de la cama antes de flotar en el piso en elegante
montones. ¿Qué sería lo que vería si tocara esa cama? Cynthiana tiene
trescientos años de experiencia sobre mí. Tal vez vería que Vlad lucía más feliz
con ella que conmigo.
―Leila.
Miré hacia atrás casi culpablemente. En ese momento me di cuenta de
que mis colmillos habían salido y estaba apretando mis dientes demasiado
fuerte, y había desgarrado la orilla de mi labio.
―Lo siento, no entiendo qué está mal conmigo ―murmuré, chupé mi
labio así no gotearía sangre sobre la gruesa alfombra blanca.
―No te disculpes.
JEANIENE FROST FORO AD’ 203

La reprobación no coloreaba su expresión, y las emociones que se


deslizaron sobre mí eran una reconfortante suave caricia.
―Todos los vampiros son excesivamente posesivos cuando se trata de lo
que es nuestro.
¿Podía culpar de mi furia de celos al vampirismo? ¡Hecho!
Entonces Vlad comenzó a atar mis muñecas con múltiples vueltas de
cadena. Con lo fuerte que él era, dudaba si esto era necesario, aun si Cynthiana
había logrado agregar una forma vampiro del haraquiri a su trampa de
vinculación, pero si esto lo hacía sentir mejor...
―¿Vas a guardar eso para más tarde? ―bromeé.
La mirada que me dio me hizo olvidar cuán desagradable sentía la plata
contra mis muñecas.
―Cuando te até, usare seda, y dejare tus manos libres porque amo
sentirlas contra mi piel.
No sí. Cuando. A pesar de la erótica promesa, ser encadenada en la
habitación de su ex debería enfriar mi respuesta. En lugar de eso, sentí el deseo
que Vlad usualmente sacaba de mí a lo largo con una urgencia visceral de
reafirmar mi demanda de él en el caso de que alguien se atreviera a tocarlo.
¿Demasiado posesiva? Sí, eso era malo.
―Si dejas mis manos libres ―pregunté en una voz gutural―. ¿Cuál es el
punto de atarme?
Su sonrisa retorcida me afectó mucho más que el calor que barría mis
emociones, azotándome con cientos de invisibles, látigos sensuales. Entonces se
inclinó, y la suave lija en su mentón raspo mi mejilla.
―¿Por qué decirte si puedo mostrártelo?
Cerré mis ojos, tomando un aliento para oler la rica especia en su aroma.
Ahora sabía cómo quería gastar el resto de la tarde, pero primero lo primero. Él
se hizo atrás, y continuó cubriéndome con cadenas hasta que llegaron a mis
codos. Si siguiera teniendo circulación, mis manos estarían adormecidas.
Entonces enhebró más plata a través de estos para asegurar mis atados brazos a
mi cuerpo con más círculos de plata. Ahora todo lo que podía hacer de la
cintura para arriba era contonear mis dedos y morder.
Satisfecho, dejó caer los residuos de cadena al suelo y fue hacia la cama.
Me tensé, pero todo lo que tomó fue una lámpara de la mesa de noche.
―Cuidadosamente ―advirtió mientras me la ofrecía.
¿Piensa que no he tocado nada elegante antes? Agarré la delicada base de
cristal con mis dedos derechos, y se destruyó como si la hubiera estrellado con
una palanca.
―¿Qué demonios? ―exclamé
JEANIENE FROST FORO AD’ 204

Él me dio una mirada sarcástica mientras quitaba las esquirlas de mi


mano.
―No estás acostumbrada a tu nueva fuerza. Hasta que lo estés, trata todo
como si pensaras que es más frágil que el cascaron de un huevo, y de cualquier
manera, no toques a un humano.
Miré hacia las brillantes esquirlas con una mueca de dolor. Ahora tenía
otra razón para no dar a mi hermana un abrazo de despedida más tarde.
―¿Esas flores secas en la repisa eran suyas? ―pregunté, buscando algo
que no valiera mucho si lo rompía.
―Sí, ella las recolectó ―replicó Vlad, jaló un trozo del arreglo floral sin
cuidado de cómo lo estaba arruinando.
Me dije que no era mezquino divertirme viendo algo de Cynthiana
arruinado. Ella me mató, después de todo.
Acaricié las flores cuando Vlad me las alcanzó. Casi todo de ellas se
desintegró al contacto, diciéndome que seguía usando mucha fuerza, pero algo
se ensancho en la pila restante.
Ahí estas, pensé con oscura satisfacción, y en ese momento todo a mi
alrededor cambio.
Caminé a través de la pradera, añadiendo flores a la pila de cultivo en mi cesta.
El equipo de Vlad estaría feliz de agregarlas al jardín a las afueras de mi cuarto, pero era
cuidadosa de no tener todo los ingredientes del hechizo en un solo lugar. Solo en caso de
que alguien reconociera el significado de estas flores en particular.
El hermoso día de primavera no hacía nada por mejorar mi mal humor. Solo
habían pasado seis meses desde el último hechizo, aunque Vlad ya estaba actuando
distante de nuevo. Tiré un ramo de lilas, dañándolas en mi frustración. Cualquier otro
hombre podría enloquecer irrevocablemente de amor por mí, pero después de siete
hechizos, escasamente puedo conseguir que no me deje.
El problema, claro, era la misma razón por la que él era un valioso protector. Su
poder. Eso fue por lo que trabajé tan duro para llamar su atención en primer lugar, y
también el por qué es prácticamente inmune a mis hechizos. No me he atrevido a usar
magia poderosa en él. Podía descartar las flores como decoración femenina, pero notaria
los ingredientes de magia oscura. Lo que me harían los guardianes de la ley no es nada
comparado con su ira si se entera de que he estado usando hechizos en él.
Agarré otro puñado de lilas, rehusándome a vivir con las repercusiones de ser
cazada. Eso no pasaría siempre y cuando fuera cuidadosa, y además, no tenía elección.
La mayoría de vampiros tenían Sire para protegerlos. Otros tenían fuerza suficiente
para protegerse ellos mismos. El resto de nosotros, sin Sire con fuerza común, debíamos
arreglárnoslas por nosotros mismos. Después de que mi Sire fue asesinado, mis amantes
me dieron protección que otros vampiros asumían. Cuando eso no fue suficiente, la
magia hizo la diferencia. El día en que me convertí en vampiro, juré que no importaba el
costo, nunca estaría indefensa de nuevo. Tuve mi cuota como campesina escocesa
JEANIENE FROST FORO AD’ 205

viviendo bajo las reglas inglesas. Corté esos recuerdos para dar una mirada crucial al
contenido de mi cesta. Probablemente más malva haría que el hechizo durara más…
Cuando regresé a mi mente, miré hacia las migajas de flor marchita en
mi mano, dividida entre rabia e incredulidad.
―¿Sabes qué es esto?
Él se encogió de hombros.
―Lilas, amapolas, amaranto…
―Ingrediente para un hechizo ―lo corté―. Lilas para provocar amor,
amapolas rojas para verdadero amor, malva para ser abrumado con amor,
amapola azul para que lo inalcanzable sea posible, amaranto para amor eterno...
¿Ves a dónde quería llegar con esto?
―Nunca la amé. ―Su voz vibraba con contundencia. Sonreí gravemente.
―Sí, y eso se debía a que eras demasiado fuerte para que su hechizo
funcionara completamente. Sin embargo, estuviste con ella durante la mayor
parte de tres décadas así que sus esfuerzos no fueron un fracaso total. ―Vlad
abrió su boca y… nada. Nunca lo había visto sin palabras antes, pero descubrir
que tu libre albedrio fue arruinado puede ser triste para cualquiera. Descubrir
esto cuando tienes su nivel de arrogancia puede ser pasmoso.
―Ve si puedes encontrarla ―fue lo que replicó. No quisiera ser Cynthiana
ni aun por todo el dinero del mundo en estos momentos. Acaricié la flor
marchita de nuevo. El recuerdo de ella recolectándolas era apenas visible ahora,
permitiéndome empujar el pasado para enfocarme en la pista de su esencia.
Ahí. Como una línea de pesca con ella nadando hasta el final de esta. Me
concentré, pero cada vez que jalaba esa línea, regresaba sin nada. Seguí
tratando, un reloj interno despiadadamente observando el paso del tiempo
mientras continuaba fracasando en encontrar el otro lado. Diez minutos. Veinte.
Treinta. Cuarenta.
―Leila, detente.
Vlad me quitó los trozos de flor de las manos. Frustrada, vi mientras
caían al suelo.
―No sé por qué no puedo verla. Tuve un vistazo de ella antes de que mi
condición se volviera un caos. Ahora, no puedo tener ni eso.
―Llevas siendo un vampiro exactamente un día ―dijo Vlad mientras
comenzaba a desenrollar mis cadenas―. Cada célula en tu cuerpo ha sido
drásticamente alterada. Es notable que seas capaz de usar alguna de tus
habilidades tan pronto.
―Notable. Eso y tres cuartos van a darme un dólar.
Tengo razón en estar abatida. Aún si la gente de Vlad no suelta una
palabra sobre Shrapnel a un forastero, un día, Cynthiana se daría cuenta que
algo anda mal e irá a esconderse. Cuando lo haga, serán años antes de que
salga a la superficie de nuevo. Seguro, Shrapnel puede romperse
JEANIENE FROST FORO AD’ 206

eventualmente, si Cynthiana no está hechizándolo en no revelar nunca su


ubicación, pero estará lejos para entonces. Puedo tener todo el tiempo del
mundo para cazarla ahora, pero mi familia no lo tiene. No puedo esperar que
ellos estén ocultos por años hasta que podamos cazarla, además si no lo hacen,
estarán siendo blancos perfectos. Esto podría ser demasiado tarde. Cynthiana
podría estar esperando nuevas palabras de Shrapnel ya…
―Sé cómo podemos capturarla ―dije golpeada por la inspiración―. Envía
a Sandra al pueblo para dejar otro mensaje, esta vez diciéndole a Cynthiana
dónde y cuándo Shrapnel quiere reunirse.
Vlad desenrolló la última vuelta de cadena de mí.
―Ella no es lo suficientemente tonta para caer en ese tipo de truco.
―¿Tonta? Tal vez no. ¿Arrogante? Te apuesto a que sí ―repliqué―. Esta
mujer lanzo hechizos en ti bajo tu propio techo, mientras sabía todo el tiempo
que la matarías si lo descubrías. Eso es muy arrogante, como ella teniendo dos
rocas en un saco para bolas.
Sus labios se estrecharon al recordar cómo manipuló su fuerza de
voluntad. Continúe como si no lo hubiera notado.
―No me extraña que odie mis entrañas. Tú dijiste que los vampiros eran
psico-posesivos. En unos pocos meses, me ofreciste más de lo que le ofreciste a
ella después de tres décadas bajo su mágica influencia, además me fui porque
eso no era suficientemente. Probablemente tenía a Adrián haciendo esa bomba
antes de que Shrapnel le diera mi ubicación.
Su boca se curvó, y entonces repentinamente, sonrió.
―Sé que me estás provocando, pero no vas a obtener que actúe
apresuradamente por orgullo herido.
―No lo harás ―dije, sosteniendo su mirada―. Pero ella lo haría. Desde
que la noticia de nuestro matrimonio debe haberla alcanzado ahora, apuesto
que está golpeando una nueva zona roja de rabiosa mujer despreciada.
Vlad miro hacia mí.
―Quizás ―dijo finalmente.
No podía dejar de mirar a la cama de nuevo. Para ser justos, no debería
señalar a Cynthiana por cruzar un demente territorio de celos. El pensamiento
de las horas, meses, demonios, años que Vlad había gastado enredado con ella en
esa cama me molestaba lejos de pasar por una “posesividad vampírica”. De
hecho, mi urgencia de manifestar un látigo eléctrico y empezar a azotar la cama
en piezas era tan fuerte, que mi mano comenzó a chispear.
Vlad miró hacia mi mano y luego mi cara. Antes de que pudiera decir
nada, la cama estallo en llamas.
Mi boca se abrió con incredulidad. En los pocos momentos que me tomó
acercarme, el marco de madera se desplomó por la extrema temperatura, y
JEANIENE FROST FORO AD’ 207

nada fue salvado de las cobijas, almohadas, colchón excepto una enorme pila de
fuego. En vez de esa delicada fragancia floral, la habitación ahora apestaba a
espuma de fuego y humo.
Las violentamente tiernas emociones que barrían en mí me dijeron por
qué hizo eso, y no tenía nada que ver con su furia hacia Cynthiana.
Simplemente quería destruir algo que me lastimaba.
No dije nada. Ninguno lo hizo. Las palabras eran innecesarias ahora.
JEANIENE FROST FORO AD’ 208

Capítulo 43
Desperté con la misma rapidez que los últimos cinco días, pasando de la
inconsciencia a estar en mis pies en tan poco tiempo como me tomo decir,
“Buenas tardes”. La única diferencia era que esta noche, mis primeros
pensamientos no fueron de hambre.
―¿Se lo tragó? ―pregunté a la vez.
Vlad estaba parado en la ranura abierta en la pared. En respuesta, me
tendió la bolsa de sangre sobre la que no había saltado primero.
Ignoré eso a pesar de que mis colmillos se dispararon hacia afuera y mi
estómago se contrajo como si fuera un puño abriendo y cerrando. Cuatro días
antes, Sandra le dejo un mensaje a Cynthiana diciéndole que Shrapnel quería
reunirse. Al día siguiente, el dueño de la librería, también hipnotizado para
traicionar a Vlad, condujo ciento doce kilómetros para hacer una llamada que
no se enrutaría a través de la señal de la torre de Vlad. Hoy en el día, mientras
dormía, Sandra fue de vuelta a la librería a ver si La Odisea contenía la
confirmación de asistencia de Cynthiana.
―¿Lo hizo? ―repetí.
―Sí y no. ―Acarició su mandíbula con una repentina mirada ausente,
hacía eso solamente cuando estaba profundamente concentrado―. Está de
acuerdo con encontrarse con él mañana a las siete, pero cambio el lugar al metro
de Bucharest.
Nunca tomé el subterráneo por obvias razones, pero no era difícil darse
cuenta del problema.
―Ella escogió la hora pico en un lugar de movimiento.
Habíamos escogido una bodega en una ciudad escasamente poblada.
Fácil de rodear, un menor número de transeúntes por los que preocuparse.
Cynthiana debió habérselo figurado también. Imaginando que Vlad y yo
estábamos tras esto. Podía ser lo suficientemente arrogante para venir, pero no
era lo suficientemente estúpida para hacerlo sin protección extra.
―Esto presenta demasiadas complicaciones, empezando porque es
imposiblemente seguro. ―Me dio una breve sonrisa sardónica―. Varios
miembros del gobierno rumano son de mi línea, sin embargo no puedo ordenar
que el metro se cierre por completo. Incluso Mencheres no podría congelar a
miles de transeúntes y docenas de trenes para cazarla.
―Y si el metro esta repentinamente lleno de vampiros, podría sospechar
y huir. ―Suspiré―. ¿Es el seguimiento de llamadas del dueño de la librería el
próximo movimiento?
Vlad continúo acariciando su mandíbula.
JEANIENE FROST FORO AD’ 209

―Ya fue hecho. Llevo a un teléfono desechable que lleva hacia ninguna
parte. Eso deja el metro.
―¿Dijo en qué estación?
Él resopló.
―No, pero es obvio.
Dejé pasar eso.
―Vlad, si tiene un vistazo de ti, huira. En realidad, después de vivir
contigo tres décadas, apuesto que conoce a bastantes de los vampiros de tu
línea y tus aliados, así que si entrevé a uno de ellos podrá hacer un conejo de
ella, también.
Él no disputó ninguno de los puntos.
―Después de mañana, se dará cuenta de que Shrapnel está en peligro.
Puse una gran recompensa sobre ella, pero atraparla puede llevar su tiempo.
Difícil o no, el metro sigue siendo mi mejor opción.
―Sí ―dije firmemente―. Eso es, pero te estás olvidando de algo
importante.
Una ceja se arqueó.
―¿Y eso es?
―Yo.
―No de nuevo ―masculló.
―Soy la elección obvia. No sabe cómo luzco o huelo, así que podría estar
parada a su lado y no sentiría la más mínima pizca de amenaza.
―¿Por qué debería? Es trescientos años mayor que tú.
Su tono era mordaz, pero no iba a permitir que me desviara de hacer esto
personalmente.
―Cuando nos conocimos, insististe en que aprendiera a usar mis
habilidades eléctricas para pelear, y estabas en lo correcto. Terminaron
salvando mi vida cuando me topé con vampiros bastante más viejos que yo.
Pero más que eso, tú sigues diciendo “yo” cuando esto no es solo sobre ti.
Cynthiana mató a mis amigos del carnaval. Me tuvo secuestrada. Entonces fue
su hechizo lo que robó mi mortalidad antes de que estuviera lista para darla. Si
fuera el tipo de persona que dejara todo deslizarse, tú no me amarías porque
seguro como el infierno ese no serias tú.
Su mirada podría haber doblado un láser por su intensidad.
―¿Esperas que olvide mi venganza en favor a ti?
―No ―dije, agregando una sonrisa de reflexión―. Ellos te llaman Vlad el
Empalador, no Vlad el Castrador. Todo lo que quiero es ir al metro y
encontrarla. Entonces le daré una descarga o la seguiré y te daré su localización.
De cualquier manera, tú serás el primero en tomarla y etiquetarla, pero ella
sabrá, y así lo haré yo, que ayude a derrotarla.
JEANIENE FROST FORO AD’ 210

Él estuvo silencioso por un largo momento. Entonces dijo:


―Tú nunca has visto su rostro antes.
¡Y un demonio, no! Empecé a sentir una pizca de anticipación.
―No te preocupes. He visto lo suficiente para reconocerla.

No podía recordar la última vez que había estado rodeada de tanta


gente. Tal vez era presunción americana que me hacía asumir que un
subterráneo de Rumania no estaría más lleno que uno de los carnavales en los
que había trabajado; tal vez era que bajo tierra hacía que todo se sintiera más
abarrotado.
Cualquiera que fuera la razón, mientras cruzaba los catorce andenes del
Gara de Nord, tuve que ahogar una sensación de claustrofobia.
Al menos no tenía que preocuparme sobre electrocutar a alguno de los
transeúntes que me rozaban en el camino hacia o desde uno de los muchos
metros que había. Por debajo de mis pantalones casuales de negocios y mi
chaqueta tenía un traje de buzo, la goma más densa porque este era
normalmente usado para inmersiones en aguas heladas. Una bufanda de seda
encubría la base en mi cuello, mientras maquillaje de teatro cubría mi cicatriz.
Aparte de los irritantes chillidos que hacía cuando caminaba, los trajes de
buzo podrían pasar a ser piezas importantes en mi armario. No había sido
capaz de pasar a través de una multitud sin preocuparme de electrocutar a
alguien desde que tenía catorce. Si no atrajera atención en exceso, habría
abrazado a un extraño solo porque puedo.
Claro, había otra cuestión por estar cerca de miles de personas. Mi
hambre. De todos lados a mi alrededor, innumerables venas sobresaliendo con
el seductor néctar que me tentaba como una droga. Bajo circunstancias
normales, iría lentamente introduciéndome en un contacto limitado con
humanos para asegurarme que tenía suficiente control para manejarlo. Yendo al
interior del metro subterráneo a una hora ajetreada era similar a saltar al fondo
a mi suerte. Más de una vez, mis colmillos se dispararon hacia afuera y tenía
que poner rápidamente una bebida en mi cara para esconderlos. Buena cosa que
Vlad hubiera sugerido comprar una taza de café como apoyo.
El desagradable olor a mi alrededor ayudaba a refrenar mi hambre, en
realidad. Con el bullicio de la gente y las diferentes secciones de los túneles
aparecían diferentes tipos de olores. Algunas partes del metro olían con certeza
unos pocos tonos más aromáticos que la mazmorra de Vlad. Mi primer viaje a
un baño público casi me hace vomitar.
JEANIENE FROST FORO AD’ 211

Un chillido provenía de un tren que se detenía en la línea M1. Di un


sorbo de café y vi la multitud de personas que subían y bajaban, poniendo
atención especial a las mujeres. No al cabello grueso color madera o a la piel
que dejaba translucir una sombra muy cremosa, más las únicas vibraciones que
sentí provenían de las vías. Lance una mirada a mi reloj. Seis y cincuenta y
nueve p.m. Tiempo para verificar las siguientes vías en la parada de Basarab.
Sí, Vlad tenía una estación de metro con su nombre. No me pregunté
porque Vlad dijo que era obvio en dónde Cynthiana esperaba encontrarse con
Shrapnel. El sitio de M1 fue hecho en tonos suaves de blanco y gris, pero el M4
tenía paredes naranjas, suelos de granito negro, y luces de neón amarillas. De
alguna manera, pensé que era la colorida sección es donde encontraría a
Cynthiana. Si esta vivacidad me recordaba a Vlad, era probable que se lo
recordara a ella también.
Teníamos un reconocimiento hacia él en común, después de todo.
Otro chillido ensordecedor anuncio que un tren venía hacia la estación
M4. Me recosté contra una de las anchas columnas, mi cabello cayendo sobre mi
cara mientras estudiaba a los transeúntes. ¿Podía esa rubia ser ella? No, tenía un
grano fresco, algo que los vampiros no tenían. Tal vez la mujer con la gorra de
béisbol… no, no con esa deliciosa vena palpitando en su cuello en el momento
en que bajaba del tren.
Murmuré una maldición mientras mis colmillos se disparaban de nuevo.
Ahora sabía cómo se sentía una erección en un adolescente. Fingí tomar un
largo sorbo de mi café mientras silenciosamente les ordenaba que volvieran a
mi encías, entonces sentí una aura de poder, invisible aún, como una nube de
perfume, y viniendo hacia mí.
Sostuve el vaso de café en frente de mi rostro mientras buscaba la fuente.
Ahí no, ahí no… ahí. Oh sí, habría reconocido ese cabello grueso, color madera
de cualquier manera, por no mencionar su elegancia al deslizarse que la hacía
ver como una bailarina en medio de una estampida de toros.
Con mi mano enguantada, pulsé el cable escondido en mi bufanda y
susurré dos palabras en el micrófono.
―Ella está aquí.
Entonces miré fijamente, obteniendo finalmente un vistazo completo de
la mujer que le había infligido tanto caos a mi vida. Tomando pedazo por
pedazo, su rostro estaba lleno de imperfecciones. Su boca era muy ancha, el
rastro de su nariz era muy largo, y los pómulos eran muy altos como si
hubieran sido realzados superficialmente. Puestos juntos, pensé, era hermosa
de una manera que encontrarías difícil de olvidar porque no era hermosa de
“linda”, sino la audacia, de tipo llamativo que fuera difícil desviar la mirada.
JEANIENE FROST FORO AD’ 212

Y eso fue por lo que la reconocí aun cuando nuestra reunión previa duro
tan solo segundos. No me asombró que Cynthiana estuviera usando un hechizo
que no solo hacía imposible localizarla, sino que me bloqueaba de ver su rostro.
Ese hechizo no solo nos impedía contratar a un artista para que hiciera un
boceto de su rostro. Inintencionadamente, también me había impedido
reconocerla como la misma vampiro que había visto en la última presentación
de Marty y Dawn la noche de la explosión en el carnaval.
Los oscuros ojos topacio se toparon con los míos cuando Cynthiana miro
hacia arriba y miró fijamente hacia mí.
JEANIENE FROST FORO AD’ 213

Capítulo 44
Tan casualmente como fuera posible, lancé una mirada a lo lejos,
fingiendo sonreír a alguien bajo el sendero peatonal. Solo otro vampiro
reuniéndose con un amigo, nada que ver aquí. Cuando pude seguir sintiendo su
mirada fija sobre mí, me dirigí en dirección hacia el lugar que había estado
mirando, esperando que el fregar de la piel en versión de un tratamiento
desodorante al que me había sometido hubiera removido todos los rastros de la
esencia de Vlad en mí. Entonces elegí a una persona casual, yendo hacia ella
mientras decía:
―¡Hola! ―dije en rumano como si fuéramos viejas amigas.
Algo me perforó en la espalda, un duro golpeteo doble que me hizo girar
rápidamente, salpicando café a la persona más cercana a mí. Mientras el
hombre comenzaba a murmurar maldiciones, otro doble golpeteo me golpeó
justo en el pecho.
Miré hacia abajo. Líquido plateado rezumaba de dos agujeros en mi
chaqueta, pero antes de que mi mente registrara que me había disparado, el
instinto tomo posesión. Salté hacia arriba, escaneando la multitud y golpeando
el techo del túnel en menos de un segundo. Una pieza de concreto explotó cerca
de mi cabeza y me giré lejos tan rápido como pude. La gravedad me llevó de
vuelta abajo entre la multitud. Caí sobre unas pocas personas,
inadvertidamente golpeando sobre ellos. Tan pronto como golpeé el suelo, los
gritos empezaron.
No podía ver nada a través del mar de piernas que me rodeaba, lo que
significaba que el tirador no podía verme, tampoco. Aun así, no iba a usarlos
como cubierta. Balas de plata líquida podían ser peligrosas para mí tanto como
eran para los humanos, sin embargo, gracias a la insistencia de Vlad, estaba
usando un chaleco antibalas bajo mi ropa. La gente a mi alrededor no tenía esa
protección. Empecé a gatear lejos de la multitud, lanzando mi taza de café a un
lado después de notar con incredulidad que la había estado sosteniendo todo el
tiempo. Mientras gateaba, presioné el cable bajo mi bufanda. No la había visto
hacer eso, pero no me tomó poderes mentales adivinar quién me había
disparado.
―La trampa fue descubierta ―dije cortamente―. Y disparo balas de plata
liquida.
Alcancé el final de la multitud y me levanté. Como si atrajera mi mirada,
vi a Cynthiana en medio de las aterrorizadas personas, casi casualmente
metiendo su arma en su chaqueta. Debió pensar que las balas de plata hicieron
su trabajo y estaba muerta bajo la estampida de la multitud.
La voz de Vlad ladró a través del auricular.
JEANIENE FROST FORO AD’ 214

―No te enfrentes a ella. Ve a la estación Crangasi. Estaremos allí pronto.


Cynthiana giró, de cualquier manera sintiendo mi presencia o
escuchando la voz de Vlad sobre el ruido de los transeúntes.
Miró fijamente hacia mí por lo que tomó un segundo, aunque se sintió
una eternidad. No sé qué me poseyó para levantar mi mano cubierta de café
sobre mi rostro, pero lo hice, usando el líquido y el material del guante para
quitar el grueso maquillaje que ocultaba mi cicatriz. Cuando vio esto, su mirada
topacio oscuro se volvió verde y desnudó sus dientes en un gruñido.
―Tú.
Esperaba que fuera por su arma de nuevo. O cargara hacia mí; lucía tan
furiosa como yo me sentía. La guiaría lejos de las personas si cargaba, y si
disparaba hacia mí, al menos no le dispararía a un espectador. Pero Cynthiana
no hizo ninguna de esas dos cosas. En lugar de eso, levantó sus manos y gritó
algo en un idioma que no podía reconocer.
Como tirados por cuerdas invisibles, todas las personas que huían
empezaron a detenerse en sus pasos. Entonces dieron la vuelta y se dirigieron
hacia mí, sus manos estiradas como garras y sus expresiones asesinas. Sobre la
horda, vi como el gruñido de Cynthiana se convertía en una sonrisa de
suficiencia. Entonces corrió por el túnel del subterráneo en la dirección
contraria de Gara de Nord.
Murmuré una maldición mientras empezaba a caminar a través de la
multitud, tratando de no lastimarlos mientras los empujaba lejos. No recibí la
misma consideración. Mi cabello era jalado, múltiples puños me golpearon, y
era regularmente mordida por una mujer prendida a mi pierna y no podía
alejarla a pesar de que la arrastrara al correr.
Mi primer intento para usar mi control mental vampírico no funcionó. Lo
estaba haciendo mal o el hechizo de Cynthiana era muy fuerte. Logré quedar
libre solo después de haber perdido mi chaqueta, bufanda, y varios trozos de
mi pantalón cortesía de la chica mordedora. Entonces corrí rápido antes de que
el resto de la pandilla se uniera a la aglomeración.
Mientras corría hacia la estación Crangasi, apreté el cable cercano a mi
cuello.
―Se fue hacia el túnel M1 ―grité, entonces dejé escapar un gemido
mientras miraba el fin del cable destrozado golpeando la camiseta antibalas.
Alguien debió de haberlo rasgado en dos.
Sin vacilar, me giré alrededor y empecé a correr en la misma dirección
que Cynthiana lo había hecho. Sin manera de decirle a Vlad a dónde estaba
yendo, si no la seguía, ella conseguiría escapar antes de que su gente se reuniera
en el metro. Un estridente sonido y una luz cegadora señalaron a un tren
dirigido directamente hacia mí. Salté sobre mis pies y sobre el borde de
JEANIENE FROST FORO AD’ 215

concreto del túnel, abrazando las paredes mientras continuaba tan rápido como
podía caminar a lo largo de la ancha cornisa. Cuando el subterráneo me pasó, el
viento proveniente de la velocidad trato de absorberme en la ruta, sin embargo
mis nuevos músculos me sostuvieron a la pared mientras me fijaba. Una vez
que se hubo ido, salté hacia abajo corriendo sobre el camino, mi mirada fija
iluminando la oscuridad con verde.
Si no fuera por mi visión mejorada, podría haber ignorado la ranura en el
túnel a través de la vía que marcaba la entrada a otro pasillo. Ninguna luz brilló
desde dentro y las paredes estaban mojadas por lo que lucía como una fuga,
dejando un profundo y sucio charco en frente de la entrada. Debía ser uno de
los muchos pasajes no usados que componen el laberinto subterráneo del
metro. Me detuve, lanzando una mirada entre este y el resto del túnel. ¿Si fuera
Cynthiana, por cuál camino iría?
Viendo una huella de pie en el lodo llevando hacia el pasadizo alegró mi
mente. Corrí sobre la vía y entré en la angosta entrada, haciendo una mueca
ante el olor que sugería que los indigentes usaban esto como refugio. Ahora no
había objetivo en tratar de rastrear a Cynthiana por su esencia, aunque sobre el
hedor capté un olor raro a tierra. ¿Era ella? Si era así, necesitaba cambiar su
perfume.
Corrí más rápido cuando escuché sonidos en frente, casi como un
histérico rasguño. ¿Tenía Vlad personas introducidas en el pasadizo del otro
lado y la capturaron? El angosto túnel era bifurcado al frente así que no podía
ver. Solo en caso de que Cynthiana estuviera esperando con una arma apuntada
a mi cabeza, me encorvé así era unos pocos centímetros más baja de lo que
esperaba, entonces miré al otro lado de la esquina.
Lo que lucía como cientos de ojos brillantes miraban tras de mí. Ese
sonido de rasguño incrementó. Hice molestos sonidos de piar mientras una
masa de pelaje gris y colmillos cargaban contra mí.
―Tú, perra ―grité bajo el pasadizo.
Cynthiana no había acabado con los trucos. Ahora al parecer había
hechizado cada rata en estos túneles para atacarme. A pesar de mi repugnancia,
empecé a correr hacia ellas. Los vampiros no pueden obtener rabia, entoné
mentalmente mientras docenas de roedores se lanzaban contra mí, como
pensando que estaba cubierta en carne. Aplasté varios de ellos, mientras seguía
hacia adelante, pero solo los que se mantenían acuchillándome con dientes y
garras. El dolor explotó en casi cada parte de mí excepto lo que estaba cubierto
con mi camiseta antibalas. Algunos caían mientras masticaban la goma del traje
de buzo y mordían entre mi piel repleta de corriente, pero más de ellos tomaron
su lugar.
JEANIENE FROST FORO AD’ 216

Quería bailar tontamente mientras me zarandeaba de ellas, aunque


continúe despejando los horribles roedores que podía alcanzar mientras corría.
Si Cynthiana pensaba darme una carga de balas de plata liquida contra mí
mientras estaba distraída por los resultados de su último hechizo, estaba muy
equivocada.
Mi negativa a apartar la vista de lo que había adelante es por lo que los
vi. Largas formas abrazando la pared de la siguiente esquina, cubiertos de
suciedad que casi se mezclaban con el frío y húmedo concreto. Capté un
olorcillo de ese extraño olor a tierra aun sobre el hedor de las ratas y el olor de
mi propia sangre y cuando paré de correr, debieron adivinar que los había
divisado porque salieron de su escondite. Toda una docena de ellos.
Lucían como humanos, pero sus ojos brillaban con un brillo interior que
las personas normales no tenían. Ese no era el verde de los vampiros y no
tenían colmillos, aunque se movían con una velocidad que solo provenía de una
habilidad supernatural. Cuando sus bocas se abrieron obscenamente anchas
mientras cargaban contra mí, supe lo que eran.
Ghouls, me di cuenta con un sentimiento de hundimiento. Y los ghouls
comían personas, incluyendo vampiros.
JEANIENE FROST FORO AD’ 217

Capítulo 45
Con las ratas aún masticándome, me quité el guante derecho. Una fina
línea blanca latía de mi mano, cada vez más gruesa, hasta que llegó al suelo. Los
ghouls lo miraron sin el más mínimo miedo, algo que no era necesariamente
bueno. Si hubiesen sido pobladores de túneles atacándome porque parezco
sabrosa, habrían cesado una vez hubiese demostrado no ser una presa fácil. Si
Cynthiana había logrado enseñarlos para que hicieran eso, entonces, como las
ratas, hubieran continuado viniendo hacia mí hasta que todos ellos estuviesen
muertos.
O yo lo estuviera.
No tenía tiempo para preguntarme cuál era su motivación. Tres de ellos
cubrieron la distancia entre nosotros con la rapidez propia de un guepardo.
Saqué el látigo y lo moví en círculos, enviando más corrientes en él ya que me
pareció sentir la resistencia de los cuerpos. Multitud de golpes sonaron y la
oleada de corriente eléctrica a través de mi cuerpo hizo que las ratas
abandonaran rápidamente el barco. Entonces saltaron de nuevo sobre mí, justo
a tiempo para permitirme ver que había decapitado a dos de los tres ghouls. El
tercero estaba tirado en el suelo, tratando de sacar la parte inferior de su cuerpo
del enorme tronco bajo el que estaba enterrada su parte superior.
Con un rugido, la manada restante de ellos cargó. Giré el látigo a mi
alrededor, como si fuese un lazo mortal, la corriente cortando a través de todo
lo que se atrevió a entrar en contacto con él. Dos ghouls más cayeron sin vida al
suelo uniéndose a una creciente pila de ratas, como la corriente, que subió en mí
hasta niveles que nunca antes había manifestado. Chasqueé el látigo hacia otro
ghoul que se había acercado demasiado y cayó partido en dos. La manada me
rodeó con más cautela ahora pero, por la mirada vacía de sus ojos, no tenían el
control de su voluntad. Querían seguir intentando matarme, sin importar las
consecuencias. Si no hubiese estado en una lucha a vida o muerte, me hubiera
maravillado ante el grado de poder de Cynthiana. ¡”Salpicada” de magia, mi
culo!
Otros dos ghouls cayeron en pedazos cuando sus embestidas se
encontraron con el haz blanco alrededor de sus cuellos. Sólo quedaban cuatro
para irme, y gracias a mi nueva fuerza de vampiro, mi brazo no estaba cansado.
Más ratas comenzaron a caer sobre mí, de modo que el traje de goma se rompió
en muchos sitios, y la electricidad se filtró como el agua por un colador. Los
cuerpos de los roedores crujieron bajo mis pies cuando comencé mi ofensiva,
embistiendo a los ghouls en lugar de retroceder, mi látigo acuchillando sin
piedad a través de ellos y las ratas que todavía venían hacia mí desde todas las
direcciones.
JEANIENE FROST FORO AD’ 218

Ahora sólo un ghoul permanecía de pie. Cuando lo tuve a mi alcance,


chasqueé el látigo en señal de victoria, pero éste se esfumó donde golpeó. En
lugar de atravesar al ghoul, pareció rebotar en él. Miró hacia abajo para
confirmar que seguía de una pieza y entonces sus labios se retiraron
imposiblemente lejos, revelando una sonrisa como las fauces abiertas de una
serpiente.
Oh, mierda. Sacudí la mano derecha como para forzar más jugo en ella,
pero la cadena colgando de ella solo parpadeaba de la forma que las linternas
hacían cuando se estaban quedando sin batería. Entonces giré, lista para correr
pero en el extremo opuesto del túnel, nuevos gruñidos hicieron eco, seguidos
de una nueva ola de aire con olor a humedad y tierra.
Mi camino de fuga estaba bloqueado.
El ghoul al que no había podido matar comenzó a andar hacia mí.
Aterrada y sin más opciones, comencé a tirarle ratas. Éstas rebotaron en su
descomunal marco, ineficaces para detenerle como lo habían sido para mí.
Como si quisiera resaltar eso, cogió una, mordiéndole la cabeza y escupiéndola
hacia mí. Detrás de él, dos de los ghouls caídos se movieron, uno de ellos
saltando hacia mí con una única pierna, el otro arrastrándose a través de una
alfombra de ratas muertas, porque no tenía nada por debajo de la cintura.
Tendría una oportunidad contra un ghoul. No contra muchos de ellos. El
miedo me hizo inmune a los pinchazos de dolor de las ratas que no habían sido
electrocutadas, pues seguían mordiéndome por todo el cuerpo. Pronto serían
más que roedores dándose un festín a mi costa. A pesar de que nunca había
sido más poderosa, todavía era impotente para parar mi propia muerte.
Así que cuadré los hombros, pateando las ratas lejos de mis pies. Las
haría ganarse su comida. Antes de comerme, tendrían que atraparme.
Justo cuando empecé a dar el primer paso, el túnel se iluminó con un
resplandor naranja que era un tanto siniestro y lo más agradable que jamás
había visto.
Entonces la voz de Vlad tronó.
―¡Leila, agáchate!
Me dejé caer hasta el suelo, poniéndome cara a cara con incontables
ratas, vivas y muertas. En el momento siguiente, un infierno rugió por todo el
túnel, cubriendo todo lo que estaba por encima de tres metros sobre el suelo.
Cuando el fuego se precipitó sobre mí en oleadas ardientes, me tapé la cabeza
con los brazos y empujé mi cara más cerca de la asquerosa masa de cuerpos. Era
mejor que estar cerca del fuego lanzado con la fuerza de un centenar de
géiseres.
Segundos después, unas manos se cerraron sobre mis brazos. Traté de
zafarme, pensando que el ghoul que se arrastraba me había alcanzado, pero
JEANIENE FROST FORO AD’ 219

luego me di cuenta de que las manos estaban calientes como un horno. Cuando
ellas apartaron mis brazos de mi cabeza, no me resistí, y cuando una bota pateó
el enjambre de ratas a mi alrededor, no dudé en sentarme a pesar del rugido
constante de las llamas.
Vlad se agachó. Exceptuando el perímetro de medio metro a nuestro
alrededor, el fuego llenaba el túnel del techo al suelo, tan fieramente que no
podía oír nada más que el crujido de las llamas. Entonces me levantó en sus
brazos y comenzó a andar a través del abrasador muro naranja y rojo.
El muro se abrió ante él como cortinas retenidas por manos invisibles.
Mientras andaba, pegué fuerte a las ratas que aún seguían encima de mí,
tirándolas hacia las llamas. En el momento en que llegó al final del túnel, donde
había una puerta cerrada, había sólo unas pocas a mi izquierda que no podía
alcanzar.
Vlad abrió la puerta, llevándome a un túnel muy reducido que podía
haber sido un pasillo de servicio abandonado. En lugar de estar lleno de llamas,
este lugar estaba lleno de gente de Vlad. Bueno, todos menos uno.
Cynthiana tenía a cuatro vampiros refrenándola, lo cual podría no haber
sido suficiente teniendo en cuenta que su verdadera fuerza reside en la magia.
Sin embargo, con una sola mirada, vi por qué Vlad no estaba preocupado de
que lanzara algún hechizo sobre sus hombres. Ella no podía pronunciar una
palabra. Su boca estaba tan llena de plata que algunos fragmentos sobresalían
de sus mejillas.
―¿Dónde conseguiste esa broma? ―pregunté.
Él me dejó en el suelo, mandando lejos a las ratas que se aferraban a mi
espalda antes de aplastarlas bajo sus pies.
―Fundí algunos cuchillos de plata juntos y se los metí en la boca.
A veces, adoro su lado oscuro.
―¿Por qué no esperaste en la estación de Crangasi? ―me preguntó,
agarrando mis hombros ahora que todas las ratas se habían ido.
―Ordenó a los pasajeros que me atacaran y entonces uno de ellos rompió
mi micrófono. No podía decirte qué camino había tomado así que la seguí.
―¿Por qué? ―preguntó con aún más énfasis.
Parpadeé.
―Porque ella estaba huyendo.
Su agarre se apretó mientras una ola de frustración y otra, la emoción
más fuerte se apoderó de mí.
―Cuando me enteré de que los ghouls iban por ti, lo único que me
importó fue llegar a tiempo. ¿Cuántas veces tengo que decirte que significas
más para mí que la venganza? Puedo vivir sin derrotar a mis enemigos, pero no
puedo vivir sin ti.
JEANIENE FROST FORO AD’ 220

Antes de que pudiera contestar, me aplastó contra él, su boca cubriendo


la mía en un ardiente beso. Olvidé que estaba cubierta de sangre, suciedad y
pelo de rata. No me importaba que una habitación entera estuviese mirando, ni
nada más. Le besé de vuelta con todo el alivio que sentía al estar viva para
hacerlo. Ahora que la lucha se había acabado, todo el miedo que había
contenido vino de golpe, recordándome lo cerca que había estado de perderlo
todo. Vlad tenía razón. Los enemigos iban y venían, las batallas se ganaban o se
perdían, pero nada importaba más que lo que teníamos. Todo lo demás era
reemplazable.
Cuando finalmente se separó, lentas lágrimas caían por mis mejillas.
―Te amo ―susurré.
Él las limpió, con una sonrisa sardónica torciendo su boca.
―Yo también te amo, por eso tengo la intención de encerrarte en casa tan
pronto como lleguemos.
Dejé escapar una risita acuosa.
―No lo necesitarás. Me quedaré allí alegremente.
Manoseé mi chaleco antibalas, la única cosa que no había sido masticada
o hecha trizas por las ratas.
―Esta fue una buena idea. Debes aspirar a ser un agente encubierto.
Cynthiana me echó una mirada y comenzó a disparar.
La brillante sonrisa de Vlad me recordó al fuego que tanto formaba parte
de él, seductor pero mortal, consumiéndose y sin embargo vivo.
―Fue su determinación para matarte lo que conllevó su perdición.
Cuando hechizó a los ghouls pobladores de túneles a ese estado asesino sin
sentido, bloqueó la salida detrás de ella, dejándola sin ningún sitio para huir
excepto hacia mí.
Me volví y miré a Cynthiana con una oleada de frío que no sabía que era
capaz de hacer.
―Es hora de llevarla a casa, y espero que tengas una estaca con su
nombre escrito.
JEANIENE FROST FORO AD’ 221

Capítulo 46
Algunos de los hombres de Vlad se quedaron atrás para asegurarse de
que ninguno de los ghouls que sobrevivieron al fuego se encaminaran a las
estaciones del metro y trataran de comerse a los viajeros inocentes. El resto de
nosotros regresó a su casa a través de helicópteros. Tan pronto como
aterrizamos, lo seguí y al séquito de guardias de Cynthiana hacia la mazmorra.
Después de ser cubierta por ratas suficientes para provocarme pesadillas
estridentes, podía desear una ducha más intensamente de lo que Midas había
codiciado el oro, pero estaba viendo esto pasar.
Vlad ordenó encadenar a Cynthiana al enorme monolito de piedra.
Luego hizo traer a Shrapnel desde el otro lado de la mazmorra para ser
amarrado a su lado. Él había hecho todo lo posible para matarme, pero no
podía dejar de sentir una punzada de compasión ante el dolor en su expresión
cuando la vio. Cynthiana, por otra parte, no parecía estar en absoluto molesta
por la situación de su amante. De hecho, su mirada pasó por encima de él de
una manera que sólo podía ser descrita como molesta.
―Realmente él fue sólo un peón para ti, ¿no es verdad? ―le pregunté con
repugnancia.
No respondió, por supuesto. A pesar de ser capturada, amordazada con
plata y enfrentar un futuro verdaderamente horrible, Cynthiana no estaba
acobardada. Su mirada pasó sobre mí de la forma que las mujeres
perfeccionaron cuando querían arrasar tu autoestima sin decir una palabra, sin
embargo, todo lo que hice fue sonreír lo suficientemente amplio para mostrar
mis nuevos colmillos. Podía estar cubierta de mugre, sangre y pelo de rata, pero
un vampiro de siglos de antigüedad no tenía nada que ver con las miradas de
menosprecio que había recibido mientras asistía a la escuela secundaria con una
zigzagueante cicatriz, una cojera y la capacidad creciente de golpear a cualquier
persona que me tocaba.
―¿Te dije que fue un placer verte otra vez? ―casi ronroneé―. Aunque tú
no recuerdas la primera vez que nos conocimos, ¿verdad?
La mirada que Vlad me disparó era casi tan sorprendida como la de ella.
Luego se acercó a Cynthiana, arrancando la plata de su boca.
―Si pronuncias una palabra de magia, te llenaré con suficiente plata para
volverte loca antes del amanecer.
Cynthiana miró a Vlad durante un largo y silencioso momento antes de
mirar hacia mí despectivamente.
―No sé de qué estás hablando, querida. Nunca te he visto antes de esta
noche.
JEANIENE FROST FORO AD’ 222

―No te culpo por olvidarlo. Estabas ocupada mirando a una niña


llamada Dawn que estaba actuando bajo mi nombre escénico. Pensabas que era
yo, y ese fue el por qué detonaste la bomba justo después de que ella entró en
nuestro remolque.
Ahora su mirada pasó sobre mí con calculada intensidad.
―Usaste tu cabello y un sombrero para cubrir tu cicatriz ―dijo al fin.
―Hábito. Ahora, vamos a ver cuál es tu peor pecado.
Con suerte, eso nos llevaría a quienquiera que fuera con el que estaba
trabajando. Llegué hasta ella y retrocedió tanto como sus restricciones le
permitían.
―No me toques.
No le respondí, pero agarré su brazo con mi mano derecha. Sólo una
corriente débil de electricidad se deslizó en ella. Había utilizado la mayor parte
de esta en los ghouls que había enviado para matarme.
Entonces el calabozo desapareció, transformándose en una habitación
que no parecía muy diferente porque consistía completamente en muros de
piedra. Parecía familiar, pero lo siguiente que experimenté me hizo olvidar eso.
Para el momento en que esos entornos se desvanecieron estaba mentalmente de
regreso en el monolito de piedra, quité mi mano.
―Eres una puta enferma ―suspiré.
―¿Qué? ―preguntó Vlad al instante.
Me quedé mirando a Cynthiana con odio.
―Ella necesitaba un hechizo contra el fuego, pero no era lo
suficientemente fuerte para hacerlo sin cruzar hacia el tipo más oscuro de
magia. Y aun así lo hizo.
Y esa magia había exigido el más alto precio: el alma de un recién nacido.
Había visto muchas cosas terribles a través de mis habilidades, pero nunca
había visto algo tan brutal como eso.
―¿Un hechizo de protección contra el fuego? ―repitió Vlad―. ¿Crees que
esa era la única defensa que necesitabas contra mí?
Ella no dijo nada a eso.
Entonces Vlad suspiró.
―Te conozco, Cynthiana. Nunca me enfadarías sin un protector, así que
dime quién es. Rehúsate y lo voy a averiguar después de que hayas
experimentado más agonía de la que puedas imaginar.
Ella apartó la mirada.
―No tengo ningún protector.
Él se echó a reír de esa manera escalofriante, sin sentido del humor.
―Si, lo tienes, a pesar de que lo traicionaste porque él quería a Leila viva.
JEANIENE FROST FORO AD’ 223

¿Por qué Vlad pensaría eso? Cada mensaje que Cynthiana envió a
Shrapnel después del atentado había sido demandándole que me matara.
Entonces recordé lo que dijo Hannibal después de que me había
secuestrado. Eres tres veces más valiosa viva. Muerta era la única manera en que
Cynthiana me quería, así que Vlad estaba en lo cierto.
Alguien más había estado tirando de sus cadenas al menos parte del
tiempo.
Ella me miró. Con el odio puro que esperaba en su mirada; el miedo, no
lo esperaba. Después de la amenaza de Vlad, ¿por qué tendría miedo de mí? Yo
ya había hecho todo lo que podía, aunque averiguar su peor pecado había
revelado sólo repugnante información, inútil…
―Vlad, espera ―dije, algo acerca de esa sala de piedra persistiendo en mi
memoria―. Shrapnel te dijo todo lo que sabía acerca de mis habilidades ―dije
lentamente, la idea aún formándose en mi mente―, pero tú sabes más, ¿verdad?
Como, por ejemplo, mi capacidad para sentir las esencias de otras personas en
la piel de alguien más.
Su mirada se amplió mientras su aroma cambiaba a un aroma
asquerosamente dulce. Sabía lo que era eso. Lo había olido por toda esta
mazmorra. Era el olor del miedo.
Vlad lo notó, también. Su expresión cambió, los rasgos cincelados
cambiando de helada amabilidad a granito esculpido.
―¿Quién es él?
Tres palabras suaves que lograron ser llenadas con toda la amenaza de
un millar de gritos amenazantes.
Me quedé mirando a Cynthiana, midiendo los picos de odio y miedo en
su mirada mientras me acercaba.
―¿Sabes qué acerté a escuchar la primera vez que me vinculé a ti? Le
dijiste a Shrapnel, “Lo que sea que ella pueda haber valido para él viva, es menos
peligrosa para nosotros muerta”. ―Dejé escapar una breve carcajada―. En ese
momento, Shrapnel pensó que el “él” era Vlad, pero realmente querías decir tu
nuevo protector, ¿no es así? Él estaba interesado en mí y ya tenías dentro la
pista.
Entonces miré a Shrapnel.
―Cynthiana volvió a entrar en tu vida justo para el tiempo en que yo
entré a la de Vlad, ¿no es así?
El dolor arrugó su rostro, pero Shrapnel no dijo nada. Tal vez todavía
estaba tratando de protegerla. Lo más probable es que estaba bajo los efectos de
un hechizo. Tal vez no había traicionado a Vlad o tratado de matarme por su
propia voluntad.
JEANIENE FROST FORO AD’ 224

Una mano ardiente se deslizó a lo largo de mi brazo mientras Vlad se


acercó, pero él no me miraba. Su mirada estaba fija en Cynthiana.
―Su protector debe ser poderoso o no te preocuparías por él. También es
un enemigo mío o no se atrevería a arriesgarse a mi ira usando a una de mis ex-
amantes para secuestrar a otra. Eso deja una pequeña lista. Más pequeña
todavía si estaba interesado en Leila antes de que Shrapnel te hablara de sus
habilidades.
Una lista muy pequeña, por cierto. De hecho, solo podía pensar en un
nombre, y aunque no parecía posible, se ajustaba a los hechos, directo con la
orden de Hannibal de capturar o matar.
Esa no había sido la primera vez que a un vampiro le habían sido dadas
esas instrucciones con respecto a mí, y mientras la preferencia de Cynthiana
había sido muerta por encima de viva, su protector no estuvo de acuerdo.
Lo curioso era, que todo el mundo excepto Maximus y Vlad pensaban
que mis habilidades psíquicas se habían ido cuando Hannibal me secuestró.
El protector de Cynthiana estaba o bien jugando a que regresarían… o
sabía otra razón por la cual yo sería un rehén valioso.
Sólo otro vampiro había adivinado cómo se sentía Vlad realmente por
mí, incluso antes de que lo hubiera admitido a sí mismo. El mismo vampiro que
había intentado utilizar mis habilidades contra Vlad antes incluso de que yo lo
conociera. Había sido la razón por la que primero estuvimos juntos, pero Mihal
Szilagyi había muerto en un infierno hace meses.
¿Verdad?
Di otro paso más. Cynthiana se agitó en sus restricciones, los ojos
brillando de un color verde esmeralda y la boca llena de colmillos de pronto
mientras escupía amenazas tan virulentas como inútiles eran.
―Cállala y mantenla quieta ―dije en voz baja.
Vlad tenía su mandíbula en un agarre irrompible antes de que la última
palabra saliera de mi boca. Su otro brazo golpeó en su cintura tan fuerte que
escuché varias costillas romperse. A diferencia de la vez que Shrapnel pulverizó
mi caja torácica, su dolor duraría unos pocos segundos hasta que sanara.
A menos que ella siguiera luchando, así era.
Cerré los ojos cuando la toqué, contenta de que mis habilidades me
permitieran revivir los peores pecados de una persona una sola vez. Entonces
dejé a mi mano derecha a la deriva, buscando otras esencias en su piel.
Allí, en la parte superior del brazo. Una fresca, incrustada con la rabia
que reconocí al instante como perteneciente a Vlad. Mi mano recorrió más allá,
encontrando otra en la parte posterior de su cuello. No reconocí la impresión así
que seguí adelante, tocando su rostro mientras ignoraba los ruidos furiosos que
ella hacía en su garganta.
JEANIENE FROST FORO AD’ 225

Alguien que la amaba había dejado una huella en su frente, y con una
punzada, reconocí la esencia de Shrapnel.
Seguí, al no encontrar nada más en la parte superior de su cuerpo. Había
llegado a su muñeca izquierda cuando lo sentí. Un hilo con una esencia muy
familiar, hecha por alguien tocándola con la suficiente amenaza para dejar una
huella permanente en su piel.
Dejé caer mi mano y abrí los ojos.
―Es él ―dije, simplemente, cuando encontré la mirada de Vlad.
Sus ojos parecían a punto de estallar en llamas verdes y un flujo de lava
de ira se vertió sobre mis emociones.
―¿Qué debo hacer para matar a ese hombre? ―murmuró él.
Entonces soltó a Cynthiana. Para el momento en que se movió a la parte
delantera del poste, su atronadora expresión había cambiado a una encantadora
sonrisa y ese flujo de lava de rabia a un glaciar de determinación.
―Cuéntame cómo conspiraste con Mihaly Szilagyi, y puedes comenzar
con cómo demonios se las arregló para sobrevivir a esa explosión.
―Creo que sé la respuesta ―le dije, mirando a Cynthiana sin piedad―.
Quema algo en ella.
Ambas piernas fueron pasto de las llamas. Ella gritó, retorciéndose en
sus ataduras.
Shrapnel comenzó a gritar también, suplicándole a Vlad que se
detuviera. Él no lo hizo hasta que todo, desde sus muslos hacia abajo, estaba
cubierto de carne carbonizada y ennegrecida.
Mientras yo observaba a Cynthiana empezar a curar con sólo las
capacidades regulares que todos los vampiros tenían, la pieza final del
rompecabezas cayó en su lugar.
―Tú no trabajaste ese hechizo contra fuego para ti misma. Lo hiciste para
Mihaly Szilagyi, el único vampiro que era a la vez tan fuerte como Vlad y tan
comprometido a hacerle daño como tú lo estabas. ―Mi mirada se volvió hacia
Vlad―. Ese es el por qué él no dudó en desencadenar esa explosión cuando lo
habías atrapado en la montaña. Sabía que si lo encontrabas ahí, la única forma
en que saldría con vida era si pensabas que estaba muerto. Al igual que lo hizo
hace siglos.
―El truco más grande que el diablo alguna vez sacó fue convencer al
mundo de que él no existía ―murmuró Vlad, sonando como si lo estuviera
citando de memoria. Luego sonrió a Cynthiana―. Ahora, querida ―dijo en su
tono más cordial―. Vas a decirme dónde está.
JEANIENE FROST FORO AD’ 226

¡La tan esperada próxima novela Night Huntress ya está aquí!


Sigue leyendo para ver un adelanto y descubre lo que Cat y Bones han
estado haciendo…

Up from the Grave


por Jeaniene Frost
JEANIENE FROST FORO AD’ 227

Ignorar un fantasma es mucho más difícil de lo que parece. Para


empezar, las paredes no obstaculizan a su especie, así que aunque le cerré la
puerta en la cara al fantasma que merodeaba afuera de mi casa, me siguió al
interior como cualquier invitado. Con mi mandíbula apretada por la irritación,
comencé a desempacar mis compras como si no lo hubiera notado. Demasiado
pronto, ya había terminado. Ser una vampiro casada con otro vampiro
significaba que mi lista de la compra era bastante corta.
Esto es ridículo. No puedes continuar evitándome por siempre, Cat, murmuró
el fantasma.
Sí, los fantasmas también pueden hablar. Eso hacía aún más difícil
ignorarlos. Por supuesto, no ayudaba que este fantasma fuera también mi tío.
Vivos, muertos, no-muertos… La familia tenía una manera de meterse bajo tu
piel lo quisieras o no.
Ejemplo de ello: A pesar de mi promesa de no hablar con él, no podía
evitar responderle.
―En realidad, ya que ninguno de los dos envejecerá, puedo hacer esto por
siempre ―señale con frialdad―. O hasta que antepongas todo lo que sabes
acerca del oscuro funcionamiento de nuestro antiguo equipo.
Es para lo que he venido aquí, para hablarte acerca de eso, dijo.
La sorpresa y sospecha hicieron que mis ojos se estrecharan. Durante casi
tres meses, mi tío Don se había negado a revelar algo acerca de mi nuevo
enemigo, Jason Madigan. Don tenía una historia con Madigan, un ex agente de
la CIA que había asumido el control de la unidad secreta del gobierno para la
que solía trabajar, pero él había estado hermético sobre los detalles aunque su
silencio significara que Madigan casi nos hubiera atrapado a mi marido y a mí,
y que otras personas inocentes hubieran sido asesinadas. ¿Ahora estaba
dispuesto a soltarlo? Algo más debía estar pasando. Don era tan
patológicamente reservado que no me había enterado de que estábamos
emparentados hasta cuatro años después de haber empezado a trabajar para él.
―¿Qué ha sucedido? ―le pregunté sin preámbulos.
Levantó una ceja gris, un hábito que no podía evitar incluso después de
perder su cuerpo físico. También llevaba su traje y corbata habitual a pesar de
morir con una bata de hospital. Pensé que eran mis recuerdos los que dictaban
el cómo Don se me aparecía a excepción de los cientos de otros fantasmas que
había conocido. Puede que no haya centros comerciales en la otra vida, pero la
auto-imagen residual era lo suficientemente fuerte como para hacer que los
demás vieran a los fantasmas de la manera en que se veían a sí mismos. Don
había sido en vida la imagen de un burócrata de sesenta y tantos perfectamente
acicalado, así que así era como lucía en la muerte.
JEANIENE FROST FORO AD’ 228

Asimismo, no había perdido nada de la tenacidad detrás de esos ojos de


color bronce, el único rasgo físico que teníamos en común. Mi cabello rojo y piel
pálida venían de mi padre.
Estoy preocupado por Tate, Juan, Dave, y Cooper, dijo Don. No han regresado a
casa en semanas, y como sabes, no puedo entrar en el recinto para comprobar si están
allí.
No señalé el hecho de que fue la culpa de Don el que Madigan supiera
cómo poner un edificio a prueba de fantasmas. Una combinación pesada de
hierbas, ajo, y salvia quemada mantendrían todos los espectros a distancia
exceptuando a los más fuertes. Después de que un fantasma casi hubiera
matado a Madigan el año pasado, había equipado nuestra vieja base con un
suministro abundante de los tres componentes.
―¿Desde hace cuánto tiempo exactamente no los has visto?
Tres semanas y cuatro días, respondió. Algunos fallos podía tener, pero
Don era meticuloso. Si sólo uno de ellos estuviera ausente por tanto tiempo, habría
sumido que estaría en un trabajo encubierto, pero ¿todos ellos?
Sí, eso era extraño, incluso para los miembros de una rama secreta de
Seguridad Nacional que se ocupa del mal comportamiento de la sociedad de
no-muertos. Cuando era un miembro del equipo, el trabajo encubierto más
largo que había realizado había sido de once días. Los vampiros y demonios
renegados solían frecuentar los mismos lugares solo si eran lo suficientemente
tontos como para actuar de tal manera que llamaran la atención del gobierno de
EE.UU.
Sin embargo, aún no estaba dispuesta a asumir lo peor. Las llamadas
telefónicas estaban más allá de las capacidades de Don como un fantasma, pero
yo no tenía tales obstáculos.
Saqué un teléfono celular del cajón de mi cocina y marqué el número de
Tate. Cuando sonó su máquina contestadora colgué. Si algo había ocurrido y
Madigan era responsable, estaría comprobando los mensajes de Tate. No había
necesidad de ponerlo en sobre aviso de que estaba husmeando alrededor.
―No hay respuesta ―le dije a Don. Entonces puse ese teléfono a un lado
y tomé otro celular del cajón, marcando enseguida a Juan. Después de varios
tonos, una melódica voz española me indicó que dejara un mensaje. No lo hice,
colgué y tome otro teléfono de la gaveta.
¿Cuántos de esos tienes?, murmuró Don, flotando por encima de mi
hombro.
―Los suficientes como para darle a Madigan una migraña ―le dije con
satisfacción―. Si él está rastreando las llamadas de sus teléfonos, no va a
encontrar mi localización con cualquiera de estos, por mucho que le encantaría
saber dónde estoy.
JEANIENE FROST FORO AD’ 229

Don no me acusó de ser paranoica. Tan pronto como hubo asumido el


control del antiguo trabajo de mi tío, Madigan había dejado en claro que me
tendría en la mira. Yo no sabía por qué. Había sido retirada del equipo por
entonces, y con respecto a lo que Madigan sabía, no había nada especial en mí.
No sabía que al pasar de una medio vampiro a una completa había traído
consigo efectos secundarios inesperados.
El teléfono de Dave también se fue directamente al buzón de voz. Lo
mismo hizo el de Cooper. Consideré buscarlos en sus oficinas, pero estas
estaban en el interior del recinto. Madigan podría tener bastantes tomas sobre
esas líneas como para localizarme sin importar cuánto hubiera dispuesto que
las señales de teléfonos celulares se desviaran.
―Bien, ahora también estoy preocupada ―dije por fin―. Cuando Bones
llegue a casa, vamos a averiguar una manera de obtener una mirada más de
cerca del complejo.
Don me miró con seriedad.
Si Madigan ha hecho algo con ellos, esperará que aparezcas.
Una vez más, mi mandíbula se tensó. La maldita verdad se me reveló.
Tate, Dave, Juan y Cooper no solo eran los soldados junto a los que había
luchado durante años cuando era parte del equipo. También eran mis amigos.
Si Madigan era el responsable de que algo malo les hubiera sucedido, se iba a
arrepentir muy pronto.
―Sí, bueno, Bones y yo tuvimos un par de meses de relativa calma.
Supongo que es hora de darle vida a las cosas de nuevo.

***

Mi gato Helsing saltó de mis rodillas al mismo tiempo que el aire se


cargaba con pequeñas corrientes invisibles. Emociones rondaron sobre mi
subconsciente. No las mías, pero sí muy familiares para mí. Momentos más
tarde, oí el crujido de los neumáticos en la nieve. Cuando se cerró la puerta del
coche, Helsing estaba en la puerta, con la cola larga y negra moviéndosele con
anticipación.
Me quedé donde estaba. Con un solo gato7 esperando en la puerta era
más que suficiente, gracias. Con un silbido de aire helado, mi marido entró. La
nieve cubría a Bones, lo que hacía que se viera como si estuviera espolvoreado
con polvo de azúcar. Pateó el suelo para desprenderse de los copos en sus
botas, causando que Helsing saltara lejos con un siseo.
―Está claro que piensa que debes acariciarlo primero y hacer frente a la
nieve después ―le dije.

7 Cat en ingles significa gato o también se utiliza como diminutivo para el nombre de Catherine.
JEANIENE FROST FORO AD’ 230

Unos ojos tan oscuros que parecían casi negros se encontraron con los
míos. Una vez que lo hicieron, mi diversión se convirtió en una apreciación
femenina primaria. Las mejillas de Bones estaban rojas lo que acentuaba el color
de su piel sin defectos, los rasgos cincelados y su sensual boca llena. Entonces se
quitó su abrigo, revelando una camisa índigo que se aferraba a sus músculos
como si disfrutara de ellos. Los jeans negros estaban ajustados en todos los
lugares correctos, destacando el estómago tenso, muslos fuertes y un culo que
podría funcionar como una obra de arte. Cuando regresé mi mirada de nuevo a
su cara, su leve sonrisa se había convertido en una de complicidad. Más
emociones envolvieron mi subconsciente mientras su aroma, una rica mezcla de
especias, almizcle y azúcar quemada, llenaba la habitación.
―¿Me extrañabas, Gatita?
No sé cómo se las arregló para hacer que la pregunta sonara indecente,
pero lo hizo. Habría dicho que el acento inglés ayudaba, pero sus mejores
amigos eran ingleses y sus voces nunca convertían mi interior en gelatina.
―Sí ―le contesté, levantándome y acercándome a él.
Él me miró, sin moverse cuando lentamente deslicé mis manos para
entrelazarlas detrás de su cuello. Tenía que ponerme de puntillas para hacerlo,
pero eso estaba bien. Esto nos acercó, y la sensación dura de su cuerpo era casi
tan embriagadora como los remolinos del deseo que se enrollaban alrededor de
mis emociones. Me encantaba poder sentir sus emociones como si fueran mías.
Si me hubiera dado cuenta de que eso era uno de los beneficios que obtenía de
convertirme en un vampiro completo, podría haber actualizado mi status de
mestiza años atrás. Después bajó su cabeza, pero antes de que sus labios
rozaran los míos, le di la espalda.
―No hasta que tú también digas que me has extrañado ―bromeé.
En respuesta, me tomó, su agarre con demasiada facilidad sometió mis
luchas simuladas. El suave cuero toco mi espalda cuando me puso sobre el sofá,
su cuerpo era una barrera que no quería desplazar. Sus manos se asentaron
alrededor de mi cara, sosteniéndome con posesividad cuando un verde llenó
sus iris y unos colmillos se deslizaron de sus dientes.
Mis propios colmillos se alargaron en respuesta, presionando contra los
labios que separé con anticipación. Su cabeza se inclinó, pero sólo rozó su boca
sobre la mía con una caricia fugaz antes de reírse.
―Dos son los que pueden gastar bromas, cariño.
Empecé a luchar en serio, lo que sólo hizo que su risa fuera más
profunda. Mi recuento alto de muertes me había hecho ganar el apodo de la
Red Reaper en el mundo de los no-muertos, pero incluso antes de los
sorprendentes nuevos poderes de Bones, no había sido capaz de vencerle. Toda
JEANIENE FROST FORO AD’ 231

mi pelea solo hizo que se frotara contra mí de la manera más erótica, por lo cual
continúe haciéndolo.
La cremallera de mi sudadera se corrió hasta bajo sin que sus manos se
movieran de mi cabeza. Mi ropa representaba la mayor parte de la práctica con
su telequinesis incipiente. Después el cierre frontal de mi sujetador se abrió,
dejando al descubierto la mayor parte de mis pechos. Su risa se convirtió en un
gruñido que envió deliciosos estremecimientos a través de mí, endureciendo
mis pezones. Pero cuando los botones de su camisa índigo se abrieron, su color
me recordó los ojos de Tate, y las noticias que tenía que decirle.
―Algo pasa ―le dije en un suspiro.
Los dientes blancos brillaron antes de que Bones bajara su boca a mi
pecho.
―Cuan cliché, pero es cierto, no obstante.
La parte más vil de mí me susurró que podía aplazar esta conversación
durante una hora más o menos, pero la preocupación por mis amigos tiró eso
abajo. Me di una sacudida mental y tomé un puñado de rizos castaño oscuro de
Bones, tirando de su cabeza hacia arriba.
―Lo digo en serio. Don vino y me transmitió cierta información que
puede ser inquietante.
Pareció tomar un segundo para que las palabras penetraran, pero luego
levantó las cejas.
―¿Después de tanto tiempo, por fin te ha dicho lo que ha estado
ocultando sobre Madigan?
―No, no lo hizo ―le dije, sacudiendo mi cabeza esta vez de verdad―.
Quería decirme que Tate y los otros no han regresado a casa en más de tres
semanas. Traté de llamarlos a sus celulares y sólo obtengo correos de voz. En
realidad, eso me distrajo de presionar a Don sobre su pasado con Madigan.
Bones resopló, la breve bocanada aterrizó en el valle sensible entre mis
pechos.
―Bastardo inteligente sabía que lo haría. Dudo que haya sido una
casualidad el que te diera esa información mientras yo estaba fuera.
Ahora que la preocupación por mis amigos no ocupaba toda mi mente,
también dudaba que hubiera sido una casualidad. Don había estado en mi casa
lo suficiente como para saber que Bones salía un par de horas cada pocos días
para alimentarse. Yo no iba con él debido a que mis necesidades nutricionales
recaían en alguien más. Interiormente me maldije. Averiguar si mis amigos
estaban bien seguía siendo de suma importancia, pero también lo era descubrir
lo que Don sabía de Madigan. Debía ser colosal para mi tío mantenerlo en
secreto, incluso cuando nosotros no nos habíamos hablado por meses como
resultado de ello. Después de todo, no es solo que yo fuera la única familia que
JEANIENE FROST FORO AD’ 232

Don había dejado, sino que como un vampiro, también era una de las pocas
personas que podía verlo en su nuevo estado fantasmal.
―Nos encargaremos de mi tío después ―dije, empujando a Bones lejos
con un suspiro de pesar―. En este momento, tenemos que encontrar una
manera de entrar a mi antiguo complejo que no implique acabar con los dos
dentro de una celda de la cárcel de vampiros.
JEANIENE FROST FORO AD’ 233

AGRADECIMIENTOS

TRADUCCION EN
FORO AD’

http://foroad.foroactivo.com

–NIGHT PRINCE-

Ivonne Cullen. aranoi


mayeli
precius449
Xiamara
EntreOtros
Dennars
Pargulin
moonse
mariajoazo
Angeles Rangel
rihano
Connie
milu1054
kat880
Alejandrag
Ornel Connie
J. T@vo
Calhoun

También podría gustarte