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Problemas nutricionales de Panamá

Introducción

Una alimentación adecuada y apropiada solo se consigue consumiendo una dieta equilibrada,
formada por una diversidad de nutrientes, que son las sustancias contenidas en los alimentos que
nutren el organismo.

Asimismo, si se ingieren grandes cantidades de ciertos nutrientes, por lo general vitaminas o


minerales, los efectos pueden ser nocivos. Si la persona afectada no consume suficientes
nutrientes puede aparecer desnutrición, dando lugar a un trastorno por carencia nutricional.

Sobre estas carencias nutriciones hablaremos a continuación especialmente sobre las carencias
nutricionales más comunes en Panamá.
Carencias nutricionales

Carencia nutricional de Vitamina A:

La vitamina A es un nutriente esencial para la visión que participa además en la diferenciación


celular, jugando un papel importante en el desarrollo embrionario, el mantenimiento de la
integridad de los epitelios, la espermatogénesis, y la respuesta inmunológica (Olson, 1990).
Aunque todavía en controversia (Gopalan, 1992), evidencias epidemiológicas recientes
(OMS/USAID/NEI, 1992) sugieren que la corrección de la deficiencia de vitamina A de las
poblaciones a riesgo contribuye, además de reestablecer el buen funcionamiento de la visión, a
reducir la mortalidad y probablemente la morbilidad, Por lo tanto, asegurar el suministro de este
nutriente debería constituir una meta prioritaria de los programas de salud pública.

La deficiencia de vitamina A en Panamá fue reportada por la Encuesta Nacional de Consumo de


Alimentos de 1992 y la Encuesta Nacional de Vitamina A y Anemia Nutricional del MINSA 1999. Se
definió deficiencia de vitamina A con valores séricos de retinol por debajo de 20 microgramos por
decilitros (<20 µg/dL). Para ambas evaluaciones, la deficiencia de vitamina A no representó un
problema de salud pública a nivel nacional, pero sí un problema serio focalizado en áreas
indígenas, particularmente en la comarca Ngäbe Buglé. La prevalencia nacional de deficiencia de
vitamina A fue de 5.8% y 9.4%, respectivamente. Sin embargo, en áreas indígenas ascendía al
13.0% a 23.6% respectivamente, clasificándose como un problema de salud pública severo (ver
tabla 4)

La deficiencia de Vitamina A no constituye un problema de salud pública a nivel nacional, no


obstante, está localizada en las áreas indígenas de las Provincias de Bocas del Toro, Chiriquí y
Veraguas.

De esta forma la deficiencia de vitamina A es el resultado de limitaciones ecológicas, nutricionales,


culturales e higiénicas. Los ecosistemas centroamericanos son predominantemente ricos en
bosques y selvas, por lo que resulta irónico que prevalezca la deficiencia de esta vitamina en
medio de tantas fuentes potenciales, Sin embargo, este fenómeno podría explicarse considerando
que la población consume una dieta pobre en grasa, en productos de origen animal, y en vegetales
y frutas ricas en carotenoides y provitamina A, y que se registran altos índices de parasitismo
intestinal y frecuente padecimiento de infecciones diarreicas y respiratorias.
Carencia nutricional de yodo

En lo que respecta al yodo, éste es un micronutriente esencial para la salud, que se


considera esencial debido a que varias especies animales (angioespermatos y mamíferos),
incluyendo al ser humano, no pueden crecer adecuadamente ni complementar su ciclo
vital satisfactoriamente cuando el aporte de yodo es inadecuado, ya que no puede ser
reemplazado por otro elemento en la estructura de las hormonas tiroideas, por lo que es
imprescindible en el metabolismo general.

En 1950, el INCAP inició la encuesta sistemática de bocio endémico, en los 5 países de


Centroamérica y Panamá, la cual fue dirigida por el director del INCAP (1949-1961), Dr.
Nervin S. Scrimshaw, la cual evidenció que los índices de bocio en 1955 eran del 16.5% de
bocio en la región; estos se elevaron a 18% en 1966, siendo el grupo más afectado el de
las mujeres de 15 a 40 años, quienes tenían una prevalencia de bocio grado 2 y 3,
representando el 10% del total. En el estudio también se evaluó la excreta de yodo en
orina, con un promedio menos de 25 gramos de creatinina por persona, lo que reflejó una
baja ingesta de yodo.

Para resolver esta situación, el INCAP propuso en Centroamérica la fortificación de la sal


con yodo. Siendo una práctica de aplicación universal y permanente, ya que casi todas las
dietas humanas carecen de este nutriente esencial. Un punto importante de señalar aquí
es, que tanto la sal de mina como la sal marina carecen de yodo, siendo la única fuente de
este nutriente la sal fortificada.

Por tanto entre 1970 y 1972, Panamá, Honduras, El Salvador y Costa Rica iniciaron
programas de yodación de sal, Evaluaciones del impacto de los programas realizados entre
1975 y 1981 en Nicaragua, Costa Rica y Panamá han revelado prevalencias de bocio
endémico de 2, 3,5 y 6 por ciento, respectivamente. Como puede observarse, la
prevalencia promedio de bocio endémico a nivel nacional en Guatemala, El Salvador y
Panamá hacen que esta enfermedad constituya un problema de salud pública nacional en
estos países.
Las áreas de mayor endemicidad es la Región de Azuero (23%).

Según la Organización Panamericana de Salud, la falta de yodo afecta principalmente en la


edad adulta, ya que puede reducir en 13.5% el coeficiente intelectual; y agrega que casi 50
millones de personas padecen distintos grados de lesiones cerebrales por esta causa.

La deficiencia de yodo reduce la disponibilidad de hormonas tiroideas, afectando


severamente al ser humano desde el período de la gestación, ocasionando en muchos
casos daños irreversibles, Entre estos desórdenes pueden mencionarse bocio,
sordomudez, retardo mental y cretinismo, así como la ocurrencia de abortos, mortinatos,
bajo peso al nacer y mortalidad infantil.
El periodo más crítico es durante la formación intrauterina y los primeros dos años de
vida. En niños mayores y adultos, la deficiencia de yodo se reconoce por el incremento de
tamaño de la glándula tiroides, afección que se conoce con el nombre de bocio o
güegüecho.

La carencia de yodo es la principal causa de lesiones cerebrales durante la infancia.


Produce una alteración del desarrollo cognitivo y motor, que influye en el rendimiento
escolar del niño. En la edad adulta, merma la productividad y la capacidad del desarrollo
laboral.

La deficiencia de este nutriente provoca dependiendo de su gravedad, bajo rendimiento


escolar, baja productividad, retardo físico y mental, sordomudez, deformaciones físicas,
cretinismo, mortalidad fetal y aborto, pues durante los dos primeros años de vida el
cerebro sigue necesitando yodo para desarrollarse. Además, la carencia de yodo en los
niños produce trastornos del desarrollo físico y cognitivo e hipotiroidismo.

En cuanto a las personas adultas, aumentar el consumo de yodo puede mejorar la


capacidad cognitiva. En regiones en desarrollo alrededor del mundo, los niveles de yodo
son un problema usual, sin embargo, también se ha vuelto una problemática cada vez más
frecuente en los países occidentales, afectando a todos los países por igual.

Algunos de los síntomas de la deficiencia de yodo son: insomnio, problemas de


concentración, sensibilidad al frío, fatiga, depresión, dolor articular y muscular, piel y
cabello seco, periodos menstruales severos y frecuentes en mujeres. Otros de los
síntomas, es el cretinismo, el cual provoca un retardo en el crecimiento físico y mental.

Es de resaltar, que las vitaminas prenatales no necesariamente contienen yodo, y aunque


es verdad que los alimentos procesados son altos en sodio, por lo general no contienen sal
yodada.

En cuanto a las personas adultas, aumentar el consumo de yodo puede mejorar la


capacidad cognitiva. En regiones en desarrollo alrededor del mundo, los niveles de yodo
son un problema usual, sin embargo, también se ha vuelto una problemática cada vez más
frecuente en los países occidentales, afectando a todos los países por igual.

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