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Deontología Médica
Deontología Médica
MÉDICA
PRINCIPIOS ÉTICOS
FUNDAMENTALES
NO MALEFICENCIA JUSTICIA
BIOETICA EN LA LEGILACIÓN ARGENTINA
Esta foto de Autor desconocido está bajo licencia CC BY
♦El término bioética fue acuñado en el Siglo XX por el filósofo y pastor protestante
Fritz Jahr y adquirió difusión a partir de la publicación en Estados Unidos del artículo
del oncólogo Van Rensselaer Potter.
♦El nuevo CCyC dedica el Capítulo 3 del Libro I a los derechos y actos
personalísimos (en tanto reafirman la centralidad de la persona humana y su dignidad
intransferible) y ha dado un paso significativo en la regulación de temas bioéticos.
♦ Transplantes y certificación de muerte: Desde ♦ El consentimiento informado fue incorporado por el
1993 la ley 24.193 “Transplantes de órganos y decreto ley 17.132 y recogido luego por el artículo 13
materiales anatómicos” constituye el marco legal de la ley 24.193. Hasta el dictado de la ley 26.529 vino
general de la actividad transplantológica, con las siendo analógicamente aplicado por la doctrina y la
modificaciones incorporadas por las leyes 25.281 – jurisprudencia como regla interpretativa y práctica
que modificó dos de sus artículos y agregó el 22 bis- para situaciones en que era preciso asegurar -
y 26.066 –que reformó otros incorporando la formalmente- el derecho del paciente a decidir.
presunción de donación-, además de la ley 25.392,
♦ La legislación de transplantes se mantiene vigente en
que en 2001 creó el Registro Nacional de Células
función de lo dispuesto por el artículo 56 del CCyC.
precursoras hematopoyéticas (“Transplante de
(Derechos y actos personalísimos)
órganos y tejidos”).
♦ Relación médico-paciente: es uno de los aspectos en
♦ Antes de esta ley, las normas sobre el ejercicio
los que la bioética ejerció mayor gravitación, al
profesional consagraban algunas obligaciones para los
someter a reflexión el modelo médico-hegemónico,
médicos (17.132/67, cuyo art.19 Ins. 3º los obligaba a
según el cual el paciente se limitaba a aceptar
respetar la voluntad del paciente a tratarse o
pasivamente lo decidido por el profesional.
internarse y hasta recabar su conformidad por escrito
cuando se trataba de operaciones mutilantes) pero la ♦ El pensamiento bioético daría base filosófica a la
relación médico-paciente y la responsabilidad concepción del paciente como sujeto moral, con
derivada de la actuación profesional respondían al facultad no sólo de aceptar o rechazar determinado
principio de la hegemonía médica en las decisiones. tratamiento médico, sino también la posibilidad de
ejercer atribuciones y elecciones en cuanto a la
prestación de servicios.
ATENCIÓN DE PACIENTES GRAVES
♦ Pacientes en estado crítico: son los pacientes que ♦ La muerte digna: para algunos autores tiene ciertas
atraviesan un estado agudo de descompensación por características,
un proceso patológico. Corren riesgo de muerte pero ▪ Sobreviene sin el estrépito frenético de una tecnología
con posibilidad de recuperarse. puesta en juego en otorgar al moribundo algunas
horas suplementarias de vida biológica;
♦ Pacientes en estado terminal: son los pacientes que
▪ Se muere sin dolores atroces;
estima que van a morir en un lapso relativamente
breve. Este tipo de pacientes presentan una ▪ Se muere en un entorno propio de un ser humano;
enfermedad causal de evolución progresiva, tienen ▪ Se muere mantenido en contacto con las personas con
una posibilidad de sobrevida menor a un mes; los las que se han tenido profundos lazos afectivos.
tratamientos son comprobadamente ineficaces y no
hay esperanza razonable de curación.
TRATAMIENTOS. TIPOS
♦ El médico tiene la responsabilidad de brindar al ♦ Tratamiento inútil o futil: tratamiento bien indicado
enfermo todos los cuidados posibles que que no alcanza el resultado previsible.
proporcionen al paciente un beneficio saludable.
♦ Caso ejemplo Karen Killian. Se establecen los
♦ Obligación de practicar todos los cuidados Comités de Bioética Hospitalarios.
“proporcionados”.
♦ Son los que guardan relación de debida proporción
entre los medios empleados y el fin perseguido, se
llaman también ordinarios, y ofrecen una razonable
esperanza de beneficio para el paciente.
♦ Los métodos desproporcionados o extraordinarios
son los que no ofrecen una expectativa razonable de
mejoría. (Gasto excesivo, mayor sufrimiento)
DIRECTIVAS ANTICIPADAS
♦ Los interesados pueden efectuar disposiciones y estipulaciones en previsión/para su propia, futura y eventual
incapacidad, a fin de que aquellas se cumplan si sobreviene esta última. Esto se realiza en diversos países en
contexto de un marco legal y con distintos alcances. (Cánada, amplio, Francia con restricciones)
♦ Las directivas médicas anticipadas (DMA) corresponden a una variedad de documentos mediante los cuales una
persona civilmente capaz y bioéticamente competente, sana o enferma y en ejercicio de su autonomía, consigna
determinadas pautas y/o indicaciones referentes a cómo deberá procederse a su respecto en materia de la
atención médica que se le prestará ante un futuro estado patológico y/o su desenlace, en caso de incompetencia
sobreviniente.
♦ Se trata de decisiones informadas (dadas por adelantado) con respecto a los tratamientos médicos que se aceptan
y/o rechazan, que constituyen una indicación válida para sus familiares y para los profesionales de la
Salud, destinadas a la toma de decisiones relacionadas con contingencias graves de salud o en la etapa final de la
propia vida, por todo lo cual merecen respeto y acatamiento.
♦ Las DMA han de considerarse sustitutivas de la futura expresión de voluntad oral del paciente y que, frente a ellas,
no cabe duda de que la solicitud que contengan es voluntaria y ha sido bien meditada, por cuanto presume la
existencia del diálogo, de la veracidad, de la deliberación y de la confianza propias de una buena relación
médico/equipo de salud-paciente, asegurando así las preferencias del paciente para la toma de futuras decisiones.
DIRECTIVAS ANTICIPADAS
♦ “Testamento de vida”, “Testamento vital” o “Testamento biológico” (expresiones provenientes de la Bioética y
del derecho anglosajón, de las que cabe prescindir, pues no son propiamente “testamentos” en sentido jurídico
[art. 2462, CCyC], documento que generalmente contiene la solicitud de una persona para que, en caso de padecer
una enfermedad fatal e irreversible, en fase terminal y pérdida de la capacidad para decidir, no se prolongue
artificialmente su vida sometiéndolo a medios de soporte vital –que así rechaza– cuando no exista esperanza
razonable de recuperación.
♦ La designación de un “representante legal” (o “apoderado”) en cuestiones de salud, quien será el interlocutor
válido y necesario del equipo médico para adoptar decisiones terapéuticas por el paciente que se ha tornado
incompetente, para lo cual se lo autoriza.
♦ Resulta de una combinación de las dos anteriores, instrumentada en un solo documento, de tal modo que el
representante cuenta aquí con instrucciones escritas a seguir, también dirigidas al médico tratante. (Mandatos de
autodeterminación médica)
♦ Las DMA pueden referirse al rechazo de un solo tratamiento, independientemente de cual fuere la patología que
presentase su otorgante. (Testigos de Jehová)
DMA
♦ El Comité de Bioética de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva en sus “Pautas y Recomendaciones
para la abstención y/o retiro de los métodos de soporte vital en el paciente crítico” (1998), al indicar que la
existencia de una DMA, convenientemente verificada en su existencia y actualidad, “deberá constituir una
prioridad para ser respetado con independencia de la opinión del médico (equipo asistencial) y de
la familia”.
♦ Las DMA fueron contempladas por el artículo 11 de la ley 26.529 (reformada por la ley 26.742) de
“Derechos del Paciente” (LDP): “Toda persona capaz mayor de edad puede disponer directivas
anticipadas sobre su salud, pudiendo consentir o rechazar determinados tratamientos médicos, preventivos
o paliativos, y decisiones relativas a su salud. Las directivas deberán ser aceptadas por el médico a
cargo, salvo las que impliquen desarrollar prácticas eutanásicas, las que se tendrán como
inexistentes” (cabe entender por no escritas). “La declaración de voluntad deberá formalizarse por escrito
ante escribano público o juzgados de primera instancia, para lo cual se requerirá de la presencia de dos (2)
testigos. Dicha declaración podrá ser revocada en todo momento por quien la manifestó”.
DIRECTIVAS MÉDICAS ANTICIPADAS
♦ El Código Civil y Comercial (CCyC) dispuso más ampliamente que: “La persona plenamente capaz puede
anticipar directivas y conferir mandato respecto de su salud y en previsión de su propia incapacidad. Puede
también designar a la persona o personas que han de expresar el consentimiento para los actos médicos y para
ejercer su curatela. Las directivas que impliquen desarrollar prácticas eutanásicas se tienen por no escritas. Esta
declaración de voluntad puede ser libremente revocada en todo momento” (art. 60). Agregando
concordantemente que la persona capaz puede designar por este medio “a quien ha de ejercer su curatela” (art.
139), lo cual también es aplicable para la elección de figuras de apoyo en los casos de capacidad restringida,
pudiendo designarse a más de un curador o un apoyo (arts. 32, 43 y 105), quienes pueden y deben intervenir en la
internación del afectado (art. 41).
♦ Siendo que el artículo 11, LDP, no fue derogado, corresponde integrarlo con el artículo 60, CCyC, que requiere de
plena capacidad para otorgar DMA, la cual exige la mayoría de edad, en un todo de acuerdo con dicho artículo 11.
Por tanto, aunque el artículo 26, CCyC, reconoce la autonomía progresiva de niños, niñas y adolescentes
y determina que con dieciséis años su consentimiento informado vincule al médico, en estos casos, se
trata de actos actuales que se diferencian de la posibilidad de emitir DMA, habiéndose dicho que, por ello,
ese artículo 26 no rige en la especie
DMA
♦En cuanto a sus formas, si bien es cierto que el recaudo de que las DMA se
formalicen por escrito, ante escribano público o juzgados de primera instancia (por la
vía procesal más breve que contemple cada código procesal local, es claro), les otorga
autenticidad, más allá de que esos dos testigos resulten innecesarios en ambos casos
(ello atendiendo a la fe pública con la que la intervención del notario o del juez
invisten al acto), por diversas razones, creemos que estos recaudos son excesivos (cfr.
Juzgado Criminal de Transición Nº 1, Mar del Plata, 25/7/05) e inconstitucionales, y
que, por tanto, corresponde admitir otras formas más sencillas de
instrumentarlas. Por ejemplo, que la DMA se plasme mediante la declaración
escrita, datada y fehaciente, prestada por el paciente frente a su médico
tratante, y aún con presencia de testigos, registrándola en el nosocomio del
caso (cfr. ley 4263, art. 2º, de Río Negro; ley 2611, art. 13, b], Neuquén; asimismo, en
el Hospital Italiano de Buenos Aires se instrumentó un “Programa de Directivas
Anticipadas”, contando con un prolijo formulario de ellas).
HOMICIDIO PIADOSO
♦ El homicidio piadoso (HP), pietístico, por piedad o por compasión (también llamado homicidio misericordioso o
altruista) –matar a otro para liberarlo de un padecimiento psicosomático insoportable–, es una figura de derecho
penal que parte del concepto de homicidio como delito doloso:
1) para atenuar la sanción (una escala penal menor a la establecida para el homicidio simple)
2) o despenalizarlo en tales circunstancias
3) o bien contemplándolo como causal de impunidad, de darse ciertos recaudos.
♦ Su tipo penal alude al pedido y consecuente consentimiento (el primero lo implica) del sujeto pasivo, requisito que
algunos códigos no contemplan expresamente. Por lo tanto, sus diferencias con el derecho a morir dignamente, con
la eutanasia (en sentido estricto) y con el suicidio asistido (por un médico [SMA] o no [SA]) son abismales.
♦ El Código Penal (CP) español trata conjuntamente al HP y a la ayuda al suicidio, al aludir a quien “causare o
cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, por la petición expresa, seria e inequívoca
de éste, en el caso de que la víctima sufriera una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o
que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar” (art. 143, inc. 4).
HOMICIDIO PIADOSO
♦ Esta figura penal no se encuentra prevista en nuestra legislación, en la cual la eutanasia, el SMA y el
HP (solicitado o no) –que en casos límite parecerían éticamente admisibles (p.ej., de fracasar la
“escalera analgésica modificada” de la OMS)– quedarían comprendidos en el tipo penal del delito de
homicidio (arts. 79 y ss., CP) y el suicidio asistido –por un médico o no– quedaría punido por la figura
del artículo 85 del CP (instigación o ayuda al suicidio).
♦ Su tipicidad dependerá, en definitiva, de su contemplación –o no– por el ordenamiento jurídico del
país de que se trate.
♦ En materia de HP, desde el momento en que el afectado solicita que lo maten y el autor del hecho así
lo hace, estamos ante un HP consentido. Esto último, sea que se efectúe en el marco de una situación
propiamente eutanásica o no (abstracción hecha de que, en ocasiones, se practique veladamente la
eutanasia, a pedido del paciente y/o con la anuencia familiar). Lo cual, de no trascender al ámbito
judicial, quedará en la conciencia de sus actores.
MORIR CON DIGNIDAD
♦ En el ordenamiento jurídico argentino, es un derecho personalísimo (DMD), cuyo análisis requiere diferenciarlo
de la eutanasia, del suicidio asistido y del homicidio piadoso (HP).
♦ Eutanasia, es la acción médica con la cual se pone fin, intencional, anticipadamente y en forma directa (muerte
provocada), a la vida de un paciente próximo a la muerte y que así lo solicita, para lograr de este modo dar
término a los padecimientos (dolor, sufrimiento, angustia) de su agonía. Ello mediante un procedimiento seguro
en cuanto a que su aplicación producirá su deceso en un tiempo mínimo y sin provocarle dolor ni sufrimiento: la
administración de alguna/s droga/s en dosis letal.
♦ Quedan así excluidos del concepto de eutanasia tanto la negativa informada de un paciente a una práctica médica
aconsejada que podría preservar su vida, como así también la abstención, limitación y retiro de medios de soporte
vital .
♦ En tanto que si no se prestase dolosa o culposamente a un paciente cualquier tratamiento disponible, ordinario o
proporcionado, que le es debido, no corresponde hablar aquí de eutanasia “por omisión” (“indirecta” e
“involuntaria”), sino que estamos ante un delito de abandono de persona o de homicidio.
MORIR CON DIGNIDAD
♦ Asistencia al suicidio: (es un delito penal) el propio interesado, sano o enfermo (en este último caso, sea que lo
aqueje o no una enfermedad en estado terminal), recurre a medios letales para matarse, los cuales le son
proporcionados por otra persona, siendo punible esta última por haber cooperado con actos necesarios para la
consumación de esa muerte.
♦ El suicidio asistido por un médico (o suicidio médicamente asistido, legalmente admitido en algunos países)
(SMA), es este último quien pone al alcance del paciente el mecanismo y/o la droga necesaria para provocar su
muerte, que es finalmente así instrumentada por el mismo paciente.
♦ Llamamos “disidencia terapéutica”: ante una determinada propuesta de tratamiento que el médico considera
como la más efectiva, el paciente, por sus propias razones, opta por otro tratamiento, convencional o no, que
reputa mejor o más adecuado para él.
♦ Los pacientes pueden negarse a recibir a un tratamiento determinado y eligen otro, por conocer las alternativas
médicas disponibles y sus posibles efectos. Y es a ese otro tratamiento al que prestarán su consentimiento
informado (arts. 5º a 10, LDP, y 59, CCyC).
MORIR CON DIGNIDAD
♦ Puede ser que un paciente rechace algún tratamiento específico que médicamente se considera indispensable para
que la enfermedad que padece no evolucione, y aún para preservar su vida, careciéndose de alternativas
terapéuticas, o bien, que se rehúse a prestarse a todo tratamiento: aquí estamos ante una negativa al tratamiento
propiamente dicha.
♦ En todos estos supuestos, legal y, desde siempre, jurisprudencialmente (p.ej., CSJN, caso “Bahamondez”, 6/4/93),
nadie puede obligar a un paciente a someterse al tratamiento que los médicos consideren más idóneo o
indispensable. Porque todo paciente cuenta con el derecho personalísimo de disentir o de rechazar cualquier tipo
de tratamiento (DRT), ejercitando su autonomía personal mediante una conducta autorreferente (exclusiva del
sujeto que la adopta, librada a su criterio y referida sólo a él) de disposición del propio cuerpo (arts. 17, 51, 56 y
59, CCyC).
♦ Para los pacientes mayores de edad, civilmente capaces y bioéticamente competentes, y que cuenten con
la información sanitaria suficiente y necesaria, por el artículo 2º, e), LDP, el cual, en lo que a los menores de edad
hace, ha quedado modificado por el artículo 26, CCyC, en cuanto establece presunciones de aptitud para decidir
por sí a los adolescentes de trece a dieciséis años con respecto a determinados tratamientos, y otorga
plena capacidad a partir de los dieciséis años “para las decisiones atinentes al cuidado del propio
cuerpo”. Y en caso de pacientes incompetentes que no hubiesen emitido una directiva médica anticipada (arts.
60, CCyC y 11/12, LDP), se brindará la información a sus cuidadores primarios (art. 59, CCyC, que modifica al
art. 4º, LDP), quienes serán los que presten el consentimiento sustitutorio, subrogado o por representación.
MORIR CON DIGNIDAD
♦ El ejercicio del DRT puede llevar a la muerte del paciente, a quien también le asiste el DMD (que es un derecho
distinto del primero), se alude a la exigencia ética (que atiende a la forma de morir, acorde con la dignidad
humana) y al derecho con el que cuenta todo ser humano para elegir o exigir, para sí o para otra persona a su
cargo (cfr. arts. 5º, e], y 6º, LDP y 59, CCyC), una “muerte a su tiempo”, es decir, sin abreviaciones tajantes
(eutanasia) ni prolongaciones exageradas e irrazonables (distanasia) o cruelmente obstinadas del proceso de morir
(aludimos al “encarnizamiento terapéutico”.
♦ El derecho a Morir con dignidad alude a una serie de exigencias:
▪ Prolongación de su vida humana (no puramente biológica), eligiendo las medidas disponibles que se consideren más
beneficiosas para el control de la enfermedad
▪ Eliminación, minimización o alivio del dolor– (p.ej., sedoanalgesia, la Escalera Analgésica y la Escalera Analgésica
modificada de la OMS, que comprende técnicas invasivas en dolor crónico: neurocirugía).
▪ Posibilidad de asumir su propia muerte, optando por vivir lúcidamente aunque sea con dolores y/o sufrimientos.
Debiendo admitirse que, a su pedido, se le presten tratamientos no convencionales (p.ej., acupuntura) y aún otras
intervenciones de apoyo (p.ej., Reiki).
▪ alivio de molestias frecuentes en la etapa final de la vida (náuseas, vómitos, estreñimiento, astenia, disnea, prurito, etc.) y
confort material.
▪ Presencia y asistencia de sus seres queridos, con capacidad de recibir y brindar afecto.
▪ Contención del sufrimiento (afectivo: psíquico); asistencia psicológica y/o religiosa.
MORIR CON DIGNIDAD
♦ Derecho con cuyo ejercicio no se busca a la muerte (sino humanizar el proceso de morir, sin prolongarlo
abusivamente: permitir morir) ni se la provoca (ya que resultará de la propia afección que el sujeto padece). Y que
no constituye alguna imaginaria “eutanasia pasiva”, ni consiste en un “derecho a morir” puramente potestativo y
autónomo (eutanasia y SMA). Y que, en tales términos, hace referencia a la ética del final de la vida y a la calidad
de vida (psicosomática y social) del mal llamado “paciente terminal”. (Paciente en una etapa terminal de su
enfermedad)
♦ La Ley Nacional 26.742 puso las cosas en su lugar en materia del DMD (atento al contenido de este último,
llamarla “Ley de Muerte Digna” es inapropiado) y, además, brindó una categórica seguridad jurídica a sus efectos a
los profesionales de la Salud (art. 11 bis), para que ellos “puedan” hacer lo que, médica y deontológicamente,
“deben” hacer. Máxime siendo que, aún en ausencia de dicha ley, jamás podrían tipificarse fantaseados “delitos”
(homicidio, abandono de persona, ayuda al suicidio), que no los hay ni puede haberlos, simplemente, porque las
normas penales reprimen al daño injusto, que aquí, por definición, no existe.
VIDA EN MÍNIMA CONCIENCIA
♦El concepto de muerte establece que “la muerte es la cesación permanente de las
funciones críticas de un organismo como un todo” (Bernat, 1998), es decir que ésta
es, en la práctica, lo opuesto a la vida. Médicamente hablando, las funciones de un
organismo como un todo son la respiración y la circulación, con sus mecanismos
respectivos de control (Korein y Machado, 2004).
♦Todas estas funciones son dependientes del sistema nervioso central. La práctica
clínica es la única capaz de diagnosticar con fundamentos científicos la muerte del
individuo.
♦La muerte como cesación de las funciones vitales del individuo puede establecerse
mediante criterios cardiorrespiratorios o neurológicos. Desde el punto de vista
neurológico, el paciente con muerte cerebral y no aquel en estado vegetativo o de
conciencia mínima es quien muestra pérdida de las funciones vitales críticas
para la existencia de vida orgánica.
VIDA EN MÍNIMA CONCIENCIA
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