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Es cierto que la liturgia no puede situarse fuera de Sarniento h u m a n o humillado ante el misterio es-
la instancia crítica de la orthodoxia secunda y de la condido de Dios; luego, la de la posibilidad de cono-
theologia secunda. Debe estar en constante diálogo cimiento para la comunión con los dones de Dios,
con ellas. Pero si esta liturgia viva llega a ser com- resultado de una transfiguración personal a imagen
pletamente dependiente de u n a orthodoxia y de u n a de la santidad revelada.
theologia secunda aisladas y desencarnadas, se co-
rre el riesgo, nada imaginario, de extinguir el Espí- Esta dimensión doxológica es muy apta para
ritu precisamente allí donde actúa de forma más hacernos caer en la cuenta de que la realidad del
asequible: en la celebración litúrgica. Si se quiere misterio no se deja captar por los conceptos y que,
evitar que la liturgia vuelva a fijarse y a aislarse de por consiguiente, la salvación no depende de un
la fe viva, es imprescindible u n a reflexión sobre las conocimiento conceptual, sino de una fe integral. Y
relaciones entre orthodoxia y la theologia prima y la fe plantea problemas bien distintos de los del
secunda. simple conocimiento. No se trata de decir que el
misterio trasciende nuestra facultad de aprehen-
¿Cuáles serían estas relaciones? Se manifiestan sión conceptual, lo cual no se pone en duda, sino, al
con vistas a una m u t u a aportación, según la cual, contrario, de ver que aproximarse al misterio y a la
como ocurre en la Iglesia de oriente, el mismo con- salvación exige de nosotros un compromiso total y
cepto de dogma participa del orden místico, propio presupone un descubrimiento y una actualización
de la liturgia. Todos sabemos que, para la Iglesia del misterio. La liturgia, en la que la inteligencia
ortodoxa, la teología recibe de la liturgia su impul- tiene necesariamente sus derechos, concede la pri-
so vital y contribuye al mismo tiempo a la celebra- macía al acto, al acto cultual pleno y santo. La
ción de los misterios. Esta proximidad, incluso esta Tradición cristiana lo confirma. Cuando, por ejem-
fusión de la teología y del culto, no se han obtenido
por medio del rigor, a partir de normas jurídicas.
En la liturgia, la palabra de la teología resuena
hasta transformarse en himno. Esta aptitud de ser
magnificado es propiamente el criterio de su auten-
ticidad. La liturgia es el dogma orado, y a la vez la "Que se irriten con vosotros los que ignoran los suspiros y
teología se convierte en doxología. Para los Padres las lágrimas que cuesta el conocimiento, incluso el más ínfimo,
griegos, la teología, aun siendo pensamiento en el del verdadero Dios. Que se irriten contra vosotros los que no
sentido más profundo, no es una preocupación filo- han sido nunca desviados, como vosotros y como yo. En cuanto
sófica o científica, sino un pensamiento orante; se a mí, me es absolutamente imposible encolerizarme con
trata de un pensamiento doxológico y eucarístico vosotros...
del hombre que se encuentra comprometido por la Mas para que vosotros no os irritéis contra mí... debo
fuerza del Espíritu Santo en el camino de la santi- pediros una gracia. Depongamos, vosotros y yo, toda
dad. arrogancia. No pretendemos ninguno haber descubierto la
«La teología doxológica es la cumbre del pensa- verdad. Busquémosla como algo que nos es igualmente
miento h u m a n o que quiere seguir al Logos divino, desconocido. Podremos buscarla con amor y con sinceridad
que intenta identificarse con su gloria revelada en cuando ninguno de nosotros tenga la osadía o la presunción de
Cristo y que se manifiesta como presencia real en la creer que ya la posee. Y si no puedo pediros tanto, con>dedme
vida del teólogo» 1 . al menos el poder escucharos, el discutir con vosotrc.^omo
con seres que, por mi parte, no pretendo conocer".
Este elemento doxológico en teología supone
una doble admiración: en primer lugar, la del pen- San Agustín,
Contra Epistolam Manichaei, c. 3.
1
N. A. Nissiotis, La théologie comme science et comme doxolo-
gíe: Irénikon 33 (1960) 296-297.