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GIN-GAP
Adela Jinich
Marco Antonio Dupont
(coordinadores)
Primera edición: 2007
ISBN: 978-970-722-665-4
Prólogo 13
José Antonio Carrillo
Notas sobre los supuestos teóricos del proyecto GIN y su aplicación clínica 17
Marco Antonio Dupont Muñoz
Introducción 23
Primera parte
EI GIN IIA 73
EI GIN IIB 85
EI GIN IV 93
César Garza, Juan Guadarrama y Matilde Guerrero
3. El cuerpo 127
Un instrumento lógico de comunicación 129
Adela Jinich y Marco Antonio Dupont
Comentario 137
Adela Jinich
4. El juego 139
Consideraciones acerca del juego, del jugar y de los juguetes 141
Marco Antonio Dupont
Segunda parte
Bibliografía 295
Prólogo
M
oscovici concluye que un factor central de la creatividad de los grupos es
el resultado de una adecuada relación entre la naturaleza de la tarea y la
representación que de esa tarea construyen los individuos y los grupos. De
hecho, dice, "únicamente existen realidades representadas por los individuos o los
grupos". Entonces, la relación adecuada entre la tarea y su representación es igual a
creatividad y originalidad. Éste es el espíritu, la lógica interna que atraviesa y unifica
la investigación de Dupont y Jinich (psicoanalistas de larga trayectoria y amplia expe-
riencia).
El espíritu creativo funciona como consigna implícita en las actividades del equipo,
del grupo de niños, del grupo de padres, del de supervisión, etcétera; "estamos aquí
para crear un espacio intermedio seguro y confiable, donde podamos desarrollar nuestra
originalidad y creatividad. La finalidad: entender y elaborar los conflictos, las viven-
cias y las dificultades del aprendizaje, por medio del juego y la espontaneidad..."
Me apoyaré en la noción de representaciones colectivas (la dimensión simbólica
de los grupos) para plantear algunas reflexiones y preguntas sobre el proyecto GIN: SU
estructura, su funcionamiento y su evolución, sus productos, sus logros, sus rendi-
mientos y su originalidad.
En "La hora de la acción" ante una triple demanda (terapéutica, de formación y de
investigación), los autores describen a lo largo del libro cómo diseñaron los dispositi-
vos técnicos para cada una de las tareas: la de los grupos terapéuticos con niños en
etapa de latencia, la de los grupos terapéuticos y de orientación para los padres, y el
dispositivo de las experiencias vivenciales y de supervisión, entre otros. Dispositivos
técnicos organizados por el método (psicoanalíticamente orientado, con objetivos te-
rapéuticos, pedagógicos y de investigación), con herramientas verbales y psicodra-
máticas. Por ejemplo, en el grupo de niños, la hora terapéutica comienza con un espacio
dramático "no dirigido" (uno de los terapeutas avienta un cojín a algún participante).
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
A partir de ahí se despliegan en ese espacio dramático las interacciones, las comuni-
caciones, los conflictos, las fantasmáticas (deseos, angustias o defensas), las transfe-
rencias, el juego y el jugar: "el juego en los niños cumple una función elaborativa de las
situaciones traumáticas cotidianas y es la fuente más original de la creatividad. Poder
jugar es poder elaborar la realidad, conciliar fuerzas opuestas y prepararse para la
futura intervención adulta y eficaz en la realidad social".
"La hora de pensar": ¿cuáles representaciones imaginarias funcionaron como or-
ganizadores psíquicos de los grupos y estimularon su espontaneidad y creatividad?
Respondería que, en primer término, la representación colectiva de las reglas
interiorizadas.
"La hora de acción" está presidida por la regla de la libertad, la espontaneidad y el
juego (fundamento de la creatividad) "enunciada" por medio de una provocación
emocional ritualizada (aventarles un cojín). Esta regla "obliga" a evacuar pulsiones y
elementos beta.
"La hora de pensar" la marca una regla que define una separación, una diferencia-
ción, una castración: entre el proceso primario y el secundario, entre la fantasía y la
realidad, entre la descarga de elementos beta y la transformación y elaboración de
éstos en elementos alfa y en pensamientos, entre lo imaginario y lo simbólico.
"La hora de poner las cosas en su lugar" es una réplica, en otro nivel, de la segun-
da regla, a la que se agrega la dimensión de lo real, la terminación de la sesión, la
separación y la pérdida, la desaparición de ese "espacio mítico" compartido; se termi-
nó la "ilusión grupal". Es el momento de poner el objeto transicional (la sesión) en el
interior y reconectarse con el tiempo y los objetos reales externos.
Describí los tres momentos de la unidad terapéutica, presididos por tres reglas, es
decir, un ritmo terapéutico de tres tiempos. ¿Cómo se interioriza ese ritmo sesión tras
sesión?, ¿cuáles son sus representaciones a lo largo del tratamiento? Los autores nos
comunican que a medida que el grupo evoluciona (aumento de la simbolización), el ritmo
sufre una inversión: en el inicio, la "hora de la descarga" ocupa casi toda la sesión y
hacia el final del tratamiento sólo una mínima parte. Proporcionalmente, "la hora de la
simbolización" aumenta.
A lo largo de la lectura y desde la perspectiva de las representaciones, encadené
una serie de hipótesis e interrogantes. He aquí algunas de ellas:
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PRÓLOGO
"La hora de poner las cosas en su lugar": el libro que escriben Dupont y Jinich es
la puesta en escena de una investigación psicoanalítica en el amplio sentido del térmi-
no. Señala Mannoni que el psicoanálisis está constituido por dos discursos: el clínico y
el teórico; dos saberes: el del inconsciente (lo vivencial) y el saber sobre el incons-
ciente (el aprendizaje académico); y tres dimensiones: la transferencia, la interpreta-
ción y la teoría. Leer el libro de Dupont, Jinich y colaboradores es un recorrido
refrescante por estos discursos, saberes y dimensiones del psicoanálisis y sus aplica-
ciones en diversos grupos. Centralmente, es la aplicación del método psicoanalítico
en grupos de niños y de padres.
Intenté formular algunas reflexiones y preguntas sobre el modelo GIN, apoyándo-
me en el par dialéctico creatividad y representaciones grupales e individuales.
Por supuesto que la investigación permite pensarla desde muchas otras perspectivas
(prueba de su fecundidad).
El libro es importante por múltiples razones: como itinerario de una investigación
psicoanalítica (vivencial y académica) en la terapia y en la formación. Puede verse
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Notas sobre los supuestos teóricos del proyecto GIN
y su aplicación clínica
L
a psicoterapia de intención analítica transcurre por alguna ruta definible como
puramente conceptual, transferenciable o dramatizable. El análisis y la elabo-
ración de sus contenidos dota al proceso de la calidad terapéutica.
La psicoterapia analítica de niños enfrenta tarde o temprano al terapeuta con los
padres de su paciente. Allí pretenderá descubrir las respuestas a cuestiones conflicti-
vas que, como nudos, han roto la claridad de su comprensión psicodinámica.
Cuando el terapeuta formula hipótesis sobre la articulación de la patología infantil
con la que supuestamente se encuentra en los padres, deberá tomar alguna medida
justamente para resolver el enigma de la patología que ahora puede quedar planteado
en términos más claros. Evidentemente, éste es un caso singular, ya que es habitual
que la orientación que ofrece el terapeuta a los padres sea suficiente para resolver los
falsos apoyos o las resistencias que se han mantenido latentes pero, ¿siempre es así?
Otra vertiente del mismo problema se refiere, concretamente, al abordaje terapéu-
tico de niños con sintomatologia emocional, neuróticos o psicoticos, cuyo tratamiento
en un ámbito socioeconómicamente limitado -contando sólo con los recursos del tra-
tamiento individual- se torna imposible económicamente. La psicoterapia individual
de orientación analítica parece destinada a un área elitista donde no llegan los grupos
social y económicamente estrechos, mientras que los limitantes son el costo y la dura-
ción. Y queda al margen de esta reflexión la escasa disponibilidad de personal califi-
cado en esta tarea.
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Éstas son dos de las razones que nos motivaron a la doctora Adela Jinich y a mí a
investigar una nueva y diferente metodología que se acercara un poco más a la solu-
ción, o al menos al alivio, de los problemas señalados. Al paso de los años hemos
advertido que la técnica que hemos propuesto ha pasado de una institución a otra, de
un instituto de enseñanza a otro, con modificaciones que la acomoden a los recursos,
o sin ellas, y así ha llegado a practicarse en múltiples áreas de la República.
Una visión genérica del niño problema nos hace pensar que la validez de la fórmula
infancia-destino se sustenta en tres factores básicos: la herencia, el ambiente y el
modelaje que los padres realizan en la mente del niño en desarrollo. Cuando el desa-
rrollo se ve perturbado por la aparición de síntomas y llega el terapeuta, difícilmente
podemos pensar que será capaz de modificar el primer factor. Podríamos adelantar
que intentará hacerlo con el ambiente dominante del entorno, pero, sin duda, se em-
peñará en trabajar en todo lo concerniente al tercer factor: el modelaje, que es donde
se descubre el origen de la trama patológica del niño.
En las múltiples articulaciones de la encrucijada vincular, los padres aparecen como
realidad o como fantasía. Ahí también brotan la acción del ambiente y los efectos
contundentes de la herencia; pero en primer plano el modelaje se ofrece como la
materia prima determinante, como fuente de sufrimiento y como gestor de síntomas.
El psicoterapeuta de infantes podrá ir descubriendo los orígenes del trastorno del niño
justamente en los modelos relaciónales que fueron impresos reiteradamente en la
mente infantil y que, poco más adelante, se resignifican en el panorama sintomático.
Una vez descubierto el conflicto básico del niño y denunciado interpretativamente,
se suele acudir a la ayuda de los padres, sugiriendo medidas nuevas y movimientos
específicos en la red vincular familiar, apoyando así el trabajo terapéutico y la salud
del niño. Las técnicas psocoterapéuticas para infantes consideran firmemente la bús-
queda del apoyo de los padres en el sentido mencionado, y está por demás afirmar que
lograrlo puede definir el éxito o el fracaso de la intervención terapéutica con infantes.
Lo anterior da por sentado un principio básico: la mente infantil mantiene un pro-
longado periodo de inermidad en función de la dependencia absoluta durante el
maternaje. La madre, el padre -y luego la familia entera- más la herencia y el am-
biente se sustentan como núcleos de su estructura mental, de su personalidad y de su
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NOTAS SOBRE LOS SUPUESTOS TEÓRICOS DEL PROYECTO GIN Y SU APLICACIÓN CLÍNICA
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NOTAS SOBRE LOS SUPUESTOS TEÓRICOS DEL PROYECTO GIN Y SU APLICACIÓN CLÍNICA
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Introducción
E
l propósito de este texto es describir una técnica psicoterapéutica aplicable al
trabajo grupal con niños en edad de latencia que comenzaron a desarrollar
hace años los doctores Marco Antonio Dupont Muñoz y Adela Jinich de
Wasongarz.
La experiencia no se llevó a cabo gracias a un diseño prefijado rígidamente en el
que estuvieran previstas todas las variables. Se construyó sobre la práctica, acoplán-
dose a las necesidades de cada grupo, según las posibilidades de cada paciente y de
los terapeutas que lo dirigían.
Después de la experiencia original, llevada a cabo en la consulta privada y que los
autores denominaron cero, el GIN fue llevado al ámbito institucional. El GIN I se puso en
marcha en el Centro de Integración Juvenil (cu) de Naucalpan; el GIN II y el GIN IV
en la clínica de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG) y
el GIN III en la clínica del Instituto Mexicano de Psicoterapia Psicoanalítica de la
Adolescencia (IMPRA). En algunas de estas instituciones acogieron la propuesta del GIN
para brindar servicio a comunidades con bajos recursos. En los diferentes modelos
que se diseñaron se buscó mejorar los dispositivos técnicos hasta llegar al diseño que
reportó mejores resultados: el GIN IV.
La base teórica del Grupo Infantil Natural, GIN, entiende la psicopatología infantil
como efecto y defensa de los factores ansiogénicos surgidos de lo constitucional, lo
intrapsíquico y lo ambiental. La teoría del GIN sustenta que la rectificación de factores
ansiogénicos en los padres, internalizados por el paciente-niño, facilitan el proceso de
elaboración y solución del conflicto que generan. Con este objetivo está diseñada,
junto con la técnica del GIN, la del Grupo Analítico de Padres, GAP, en la que éstos son
corresponsabilizados para lograr las modificaciones necesarias en la familia.
La teoría de la técnica GIN parte del supuesto de que el agrupamiento de niños y
niñas de edades similares y dos terapeutas, hombre y mujer, constituye una pantalla
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
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INTRODUCCIÓN
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Primera parte
1. Historia del análisis grupal con niños
Antecedentes en México
L
os antecedentes del trabajo de grupos terapéuticos con niños son escasos en
México. De los primeros que se tiene noticia fueron los de los doctores Ra-
món de la Fuente Muñiz y Leonor Torres Cravioto, en el Hospital Infantil de
México, entre los años 1948 y 1949, quienes publicaron como exitosa su experiencia.
Luego se interrumpieron durante un breve periodo; los reanudó el doctor Luis Féder,
en 1950, también en el Hospital Infantil de México. En su informe, impreso en 1953,
resalta que reunió a niños con quienes utilizó métodos que favorecieran sus expresio-
nes plásticas y la socialización en el juego. Estuvo acompañado por una observadora
silenciosa que únicamente tomaba notas: Siguió, en general, los lineamientos que
recomendaba Slavson relacionados con la participación fundamental del terapeuta en
forma verbal. Él mismo trabajó en grupo con las madres de sus pacientes, aunque no
relata la técnica seguida con ellas. En el Hospital Infantil entrenó a varias generacio-
nes de terapeutas para realizar trabajos en grupos infantiles.
Fue en los años sesenta cuando la doctora Frida Zmud organizó una reunión de
estos grupos terapéuticos para infantes de ambos sexos, en edad de latencia, con
duración limitada. Los resultados de este intento no se dieron a conocer. No obstante,
en comunicación personal, describió una técnica de corte psicoanalítico, con formula-
ciones interpretativas del contenido inconsciente, eminentemente verbal y sin jugue-
tes. El grupo, según su relato, desbordó el espacio del consultorio en una actividad
incontrolable y terminó por ser disuelto.
Lo breve de estos antecedentes tiene que ver con la relativamente escasa litera-
tura científica que sobre el tema circulaba en esos años. Teórica y técnicamente nos
sentimos en relativo aislamiento; por ello, en su totalidad, el proyecto GIN debió ser
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Historia de las contribuciones teórico-técnicas
Adela Jinich
A
venturarse en un campo nuevo del conocimiento y muy particularmente en
la psicoterapia ocasiona resistencias extemas e internas que incidían en mi
trabajo psicoterapéutico. En 1990 realicé un recuento histórico en el que
señalo diversas contribuciones teóricas y técnicas al campo de la psicoterapia grupal
infantil.
Encontré que implicaban enfrentar obstáculos epistemológicos, al tiempo que, para
superarlos, se ponían en marcha abordajes teóricos y técnicos novedosos que los
rebasaban pero que, en ocasiones, tardaban en ser aceptados o pasaban, incluso, por
un periodo franco de rechazo.
Se sabe que no hay investigación posible sin ansiedad y que en todo aprendizaje
aparecen, alternada o simultáneamente, ansiedades paranoides y depresivas: las pri-
meras en razón del peligro que ocasiona lo nuevo, en tanto que desconocido, y las
segundas por la pérdida del esquema referencial previo y del vínculo que lo mantiene.
La terapia de grupo atravesó todas esas vicisitudes, las que se intensificaron cuando
se abordó el campo grupal de niños. Recorrer esa historia es describir los obstáculos
de todo orden y las formas como se superaron, así como también es importante
conocer las confrontaciones que tuvieron los innovadores consigo mismos y con los
modelos teóricos y técnicos sustentados por ellos, ya fueran del psicoanálisis indivi-
dual, de la terapia de grupo o individual, de la pedagogía o de otros modelos. Este
recorrido histórico reconoce cómo se enriquecieron las psicoterapias y cómo se ex-
tendió el campo de aplicación del análisis.
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Los pioneros
Vale la pena señalar que a partir de la observación de la conducta de los niños -de su
tendencia a rebelarse en contra de la autoridad de los padres, educadores y otras
figuras representativas- y con el propósito de investigar e intervenir terapéuticamen-
te, J. L. Moreno (1911) aplicó las nociones de su técnica: "psicodrama". Así, en la
Viena de principios del siglo solía reunir a su alrededor, en círculos concéntricos, a
grupos de infantes y les contaba historias y cuentos improvisados. Allí observó cómo
interactuaban espontáneamente, con creatividad e inventiva, desahogando la hostili-
dad y creando lo que denominó autoexpresión creativa.
En 1947, en Estados Unidos y siguiendo sus propias nociones psicodramáticas,
diseñaría el improntu theatre, en el que incluía niños y adolescentes entre los 4 y los
16 años de edad. Desempeñarse así le permitía probar la imaginación, la capacidad
anímica y el carácter de los participantes que le hacían manifiesta la improvisación, a
la que le concedía particular importancia dentro de su desarrollo mental y emocional.
Por ejemplo, los confrontaba con situaciones inesperadas y en sus respuestas apare-
cía toda esa significativa información.
Las técnicas y procedimientos morenianos: psicodrama, teatro de la calle, autoex-
presión creativa aplicados primero a grupos infantiles y luego a los adolescentes,
influyeron en psicólogos como Schultzer, Adler, Reich, Aichorn y, posteriormente, en
Slavson.
Al término de la Primera Guerra Mundial y en una Europa devastada, surgieron
demandas de atención psicológica, muy particularmente para los pequeños y jóvenes
que transgredían la ley.
Alfred Adler, en 1918, logró el patrocinio de asociaciones sociales y de beneficen-
cia para crear clínicas de orientación infantil en Viena y Munich con el propósito de
prevenir y tratar la delincuencia de esas ciudades y de orientar a los padres y educa-
dores en esa tarea. Guiado por sus conceptos acerca de la influencia de la educación,
trabajó en grupo con chicos y adolescentes que hubieran cometido actos delictivos.
Consideraba que su labor directa con ellos le permitiría descubrir el origen de sus
perturbaciones y sus consecuencias sobre la conducta presente y futura.
Operó, así, reuniones a las que llamó experiencias comunitarias, en las que
figuraban todos los asistentes en el tratamiento. Su ideología se centraba en hacer del
niño un participante activo de la comunidad y planteó a las instituciones, donde las
reuniones tenían lugar, la necesidad de contar con una política de puertas abiertas. En
su momento, tales experiencias confirmaron su efecto positivo y estimulante, así como
la importancia de las reacciones y compromisos de los adultos y cómo la interacción
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a) Huida hacia el amor, utilizan la relación personal con el líder, para aplacarlo y
evadir el cambio.
b) Provocación: mecanismo de protección usado para incitar al líder con la burla o
el insulto y lograr su enojo; hay demanda de castigo.
c) Huida culposa: se alejan del conflicto y muestran mejoría y deseos de hablar,
sin embargo, lo actúan fuera.
d) Confusión de roles: no se acepta al líder del grupo, sino que se le ataca y critica
por incidentes sin importancia y le acusan de deslealtad.
e) Huida hacia la salud: mejorías repentinas al poco tiempo de tratamiento; verda-
deras cortinas de humo desplegadas para defenderse del impacto real de los
esfuerzos terapéuticos.
Una aportación muy importante acerca de los grupos infantiles la brindó B. Ga-
briel (An Experiment Group, 1939) -contemporánea de Slavson-, cuya finalidad era
modificar actitudes y conflictos de sus pacientes y de aquellos que se desarrollaban
por la interacción de éstos, mediante el uso de la palabra, de su expresión oral. Tal
momento ocurría cuando los pequeños perdían interés en los diferentes juegos o ac-
tividades y preferían conversar, hacer preguntas y centrarse en las discusiones.
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HISTORIA DEL ANÁLISIS GRUPAL CON NIÑOS
misivo, sobre todo con las conductas que en otros contextos se considerarían inade-
cuadas; él no juzga ni restringe, al contrario: permite, por ejemplo, que los tímidos se
aislen. Sólo interviene cuando se rompe la tolerancia a la frustración de algún miem-
bro o de todo el grupo, para prevenir que se hagan daño.
La experiencia puede durar varios años y en ese trayecto de interacciones, los
niños desarrollan confianza en sí mismos y en los demás, así como nuevas habilidades
y distintas capacidades de sublimación.
La permisividad no es una postura idealista, sino parte de una técnica que posibi-
lita el aflojamiento de las defensas yoicas, lo cual, a su vez, facilita el alivio de un
exceso de culpa y ansiedad. Es deseable, por tanto, la emergencia de la regresión, ya
que concede al niño la oportunidad de lograr una experiencia correctiva en el preci-
so nivel del desarrollo en el que ocurrió el conflicto. Tal regresión está determinada
por diversos factores, entre otros: la edad, la naturaleza de las experiencias tempra-
nas, la reacción de los otros miembros del grupo, la cantidad y cualidad de la permi-
sividad y el grado de transferencia entre el niño y el terapeuta.
Por su parte, la agresión en sí misma no sirve a ningún propósito y puede ser
intolerable para el niño, el grupo y el terapeuta; de ahí que sea necesario descifrar sus
significados latentes. Las crisis por las que pasan todos ellos, con elevados montos de
tensión y ansiedad, obligan al terapeuta a resguardarse de estos elementos, pero sin
tocar la permisividad en un laissezfaire que desencadenaría una mayor intolerancia
y manía en los niños.
Otras características de la terapia de juego fueron señaladas por Ginott: a) facilita
el establecimiento de la relación terapéutica; b) acelera la catarsis; c) permite obte-
ner insighit; d) aumenta la posibilidad de hacer pruebas de realidad, y e) abre nuevos
canales de sublimación. Él le concede mayor importancia a la selección y no está de
acuerdo con agrupar en forma indiscriminada; considera que los equipos terapéuticos
tienen límites dentro de los cuales soportan bien la ansiedad y la tensión. Los suyos
son de alrededor de cinco escolares, de ambos sexos, en quienes considera que la
identificación sexual puede lograrse mejor a través de intereses y actividades cultu-
ralmente diferenciadas y puestas en movimiento en ese tipo de grupos. Es cuidadoso
del encuadre y enuncia, aclara y precisa desde el principio los límites y reglas de la
intervención, con lo que previene dificultades a futuro. Su técnica interpretativa es de
espejo, o sea, analizar, sólo para reflejar, los sentimientos de los niños y trasladarlos
a la palabra cuando han sido expresados en actos. Las explicaciones no deben ade-
lantarse a lo que el chico hace en ese momento; debe, antes, comprender en su
totalidad el significado latente y no señalar motivaciones, fantasías y conflictos in-
conscientes, mientras el pequeño no los manifiesta.
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Otro enfoque lo proporciona V. Axline (Play Therapy, 1947). Afirma que las
terapias no directivas logran la maduración del sujeto, en tanto lo consideran capaz de
resolver de manera satisfactoria sus propios problemas. Sus grupos son heterogé-
neos en sexo y edad, con permiso para la asistencia de sus hermanos dentro del
mismo equipo. Así, continúa, estará atento a la expresión de los sentimientos del niño
y los reflejará de modo tal que éste obtenga insight. Para lograrlo requiere diferen-
ciar y reconocer sus sentimientos, lo que opera de manera tan válida como la inter-
pretación. Por otra parte, dice, el juego simbólico no debe trasladarse a palabras,
porque se trataría de una interpretación dada por el terapeuta; hay que dejar que el
propio niño lo enuncie.
Para nosotros, el clima de permisividad y aceptación se sustenta en dejar que sea
el niño el que conduzca la terapia con sus propios aportes lúdicos o verbales. El
terapeuta no debe preguntar, sugerir, aconsejar, ni elogiar, ni tampoco adelantarse a
interpretar lo que él está por manifestar. En ese contexto, cada pequeño refleja sus
sentimientos y descubre sus necesidades junto con las que tienen los otros.
Otras aportaciones
En Francia, Anzieu y sus colaboradores pretendieron articular el psicodrama y el
psicoanálisis en los grupos de niños y adolescentes. Las consignas que sostenían
(narrar la historia, distribuir roles y representar) significaban transposiciones de las
reglas fundamentales psicoanalíticas de la no omisión y de la abstinencia; en cuanto a
lo que hace a las resistencias, el sujeto las manifestaba durante la improvisación
dramática, cuando se paralizaba en la representación y era incapaz de asumir el rol
elegido.
El despliegue de la transferencia se hace más espacial que temporal y, en lugar de
que sus fases ocurran sobre un solo analista, pueden inducir de manera simultánea
sobre otros. Para ellos, hacer psicoanálisis en conjunto significa trabajar con un ma-
terial común a todos, que exige que la interpretación se haga exclusivamente en el
aquí y ahora del grupo.
Por su lado, la representación psicodramática ocurre de dos modos: hablada y
actuada desde un rol y como explicación de un comportamiento. El psicodrama tiene
cuatro aspectos esenciales: dramatización de conflictos, comunicación simbólica, efec-
tos catárticos y naturaleza lúdica.
En los niños, dada su dificultad para expresar asociaciones de ideas, conviene
manejarse con situaciones simbólicas. El psicodrama es un juego en grupo y su
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HISTORIA DEL ANÁLISIS GRUPAL CON NIÑOS
verdadera eficacia reside en su carácter social, pues se desarrolla de tal manera que
permite al sujeto hacer lo que el ambiente habitualmente prohibe. Según estos auto-
res: "participar en la vida de este grupo equivale a un cambio de ambiente y trae
aparejadas modificaciones en la conducta y en la personalidad".
Las clásicas aportaciones de S. H. Foukes y E. Anthony (Psicoterapia psico-
analítica de grupo, Buenos Aires, 1964) ilustran ciertas características y condiciones
de la psicoterapia grupal aplicables tanto a niños como a adolescentes, y los clasifican de
acuerdo con la edad de los participantes en: grupos de niños pequeños, latentes me-
nores y adolescentes mayores o menores.
Tratándose de los pequeños, participan cuatro o cinco en una habitación reducida
con juguetes y, en el centro, una caja dividida en compartimentos que contienen agua
y arena. El terapeuta asume el rol de un miembro más, manejando su área de agua,
arena y juguetes. En su inicio predomina el juego individual; luego, al interactuar el
grupo, desaparecen las divisiones de parcelas, comienzan las vinculaciones y aumen-
ta la comunicación. A veces se teje una fantasía colectiva alrededor de situaciones
que suceden en la familia (el nuevo bebé, el hermano agresivo, la ausencia del padre,
la posesión de la madre, etcétera). El doctor participa en los juegos de forma pasiva,
sin agregar nada de sí y las interpretaciones concuerdan con esos temas.
En los grupos de latentes, éstos se ocupan de tareas más sedentarias, tales como
pintar, dibujar y modelar; el terapeuta trabaja con ellos y su producción queda sujeta
a la libre crítica. La sesión se divide en dos fases: una de discusión y otra de actividad,
reconociendo la necesidad de acción del niño, sobre todo después de una tarea abs-
tracta. En la fase de discusión, se busca crear una atmósfera natural para facilitar la
expresión de los niños, quienes rara vez permanecen sentados, optando por encara-
marse en cualquier sitio. De hecho, para ellos, sentar al niño en una silla es reducirlo
al silencio. Hacia el final surgen espontáneamente reclamos por una actividad que se
incrementa; a menudo, se confabulan contra el terapeuta como si él fuera el factor de
freno en cuanto a la espontaneidad. Éste orienta la discusión y las preguntas y acepta
el desarrollo de la transferencia negativa.
La psicoterapia grupal infantil se desarrolló de forma notable en Argentina, a par-
tir de 1959, sobre todo como respuesta a demandas asistenciales y en el contexto de
instituciones de ese tipo. Entre los terapeutas que trabajaron en esa línea destacan
Rojas Bermúdez, Salas Subirat, Resnik, Pavlovsky, Mora de Zion y otros. Es impor-
tante mencionar que, en Argentina, Sirlin y Glassermann (1974) incorporan a la psi-
coterapia grupal infantil las nociones kleinianas de la terapia de juego, en la que
convergen el psicoanálisis, la teoría de los pequeños grupos y la psicoterapia grupal
de adultos. La de los niños es, en esencia, analítica; su elemento básico es la interpre-
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U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
... el tiempo transcurrido no sólo desde la publicación del historial de Juanito, sino también
desde los primeros descubrimientos del psicoanálisis que situaban en la infancia las cau-
sas de las neurosis invita a preguntarnos por qué la indicación de analizar a los niños no fue
el camino seguido desde un comienzo. Desde los primeros descubrimientos del psicoaná-
lisis pudo haber surgido esta conclusión, a modo de una relación de consecuencia lógica
que reconoce a los niños ya desde el inicio como los destinatarios naturales de la cura
psicoanalítica. Por el contrario, se consideró que los niños no eran sujetos aptos para el
análisis y por largo tiempo no hubo investigación al respecto.
Melanie Klein y Anna Freud instituyen este estudio y trabajo del niño. Se aventu-
raron en ese territorio con propuestas diferentes, pero comunes en sus orígenes psi-
coanalíticos y pedagógicos.
En su misma línea de reflexión, continúa Fendrik: "el comienzo del psicoanálisis de
niños coincide también con el intenso debate acerca de la formación del analista y
con los primeros intentos de institucionalizar". Cabe plantear una polémica acerca de
la conveniencia de que los no médicos ejercieran el psicoanálisis y de la pedagogía: la
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HISTORIA DEL ANÁLISIS GRUPAL CON NIÑOS
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
El concepto del grupo-niño-familia se desarrolló dentro del marco teórico del psi-
coanálisis y ha influido en ciertas demandas sobre el grupo terapéutico; éstas suelen
ser de orden superyoico y se refieren a lo que el grupo debe ofrecer a los padres y a
los niños: un lugar y ambiente emocional seguros, donde los pequeños puedan actuar
directamente o en forma simbólica un amplio rango de impulsos agresivos o sexuales
originados en el seno de las relaciones familiares enfermas. Ante esa demanda, los
terapeutas deben tener la capacidad de aceptar dichos impulsos y contener los actings
de potenciales consecuencias sociales e interpersonales graves; por tanto, deben
crear al grupo como una red protectora.
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2. El grupo infantil natural
A
ños atrás decidimos organizar nuestro primer grupo de terapia infantil, por
medio de la coterapia en niños en edad de latencia. Se planeó en reuniones
en las que discutimos un proyecto y un programa de trabajo cuyas características
originales y las modificaciones introducidas constituyen el foco de este capítulo.
Hoy debemos admitir que en aquel entonces no imaginamos que nuestra tarea nos
llevaría hacia un campo de investigación en el que se involucrarían otros colegas y
algunas instituciones con sus estudiantes. Tampoco que la aventura terapéutica que
estábamos por iniciar se transformaría en el eje de nuestro interés profesional, ni
que nos llevaría por los derroteros de la experimentación clínica.
Los fenómenos que aparecían en nuestro primer grupo, muchos inesperados y
abrumadores, nos obligaron a modificar los procedimientos técnicos originales y a
enriquecer nuestra visión comprensiva de la psicopatología infantil y de su abordaje
terapéutico.
Los primeros años se caracterizarían por nuestro aislamiento y por la necesaria
tolerancia a la sobresaturación de estímulos generados en el grupo, apenas aliviados
al comentar nuestros avatares con algunos colegas amigos, quienes, con su benévola
crítica y apoyo, nos alentaron en la tarea. Más adelante, con sucesivas modificacio-
nes a nuestro procedimiento, nos acogieron en el Centro de Integración Juvenil (cu)
de Naucalpan, en la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AM-
PAG), en la Asociación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica de la Adolescencia
(AMPPA) y también en la Universidad de las Américas, por la cooperación al permitir-
nos como asistentes a sus pasantes de la maestría en orientación y terapia familiar,
para que vigilaran el seguimiento de algunos de nuestros casos.
47
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
48
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
£1 grupo terapéutico
Concebimos tres vertientes: el campo, el texto y el contexto, desde las que se propi-
cian los fenómenos grupales, el proceso y la cultura del grupo.
En el campo, como a un iceberg, le describimos un área observable objetiva y otra
subjetiva. La primera es donde se implantan los límites e incluye el espacio físico, las
normas y los procedimientos de operación formal en la tarea de terapeutas y pacien-
tes. La subjetiva del grupo se expande a los objetos y circunstancias que intervienen
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
La hipótesis de trabajo
Los supuestos sobre los que planeamos nuestro proyecto fueron:
50
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
La denominación de Grupo Infantil Natural (GIN) para nuestra técnica fue sugeri-
da por la evocación de la familia en el contexto terapéutico.
Los objetivos
Los objetivos que pretendimos lograr mediante el diseño del GIN fueron:
51
El GIN 0, primer modelo
L
a adecuación de un espacio físico óptimo, que pudiera constituirse en el cam-
po del proceso grupal, fue una tarea prolongada. En el consultorio privado de
la doctora Jinich se acondicionó una habitación amplia, sin ornatos, con aisla-
miento acústico y piso de loseta vinilica; un gran pizarrón que ocupara toda una
pared; una pequeña escalera de ángulo que permitiera el acceso a los niños a lo alto
del pizarrón; gises y borrador. Como único mobiliario, sillas pequeñas de plástico
irrompible, para niños, y otras algo más grandes, para los doctores. También conta-
ba con una ventana al exterior, a la que se le añadieron luego unas barras metálicas,
ya que el sitio era en un décimo piso. Dos puertas: una con acceso al baño, que
contaba con lavabo, retrete, papel sanitario y una ventana al exterior; la otra, con
entrada a la sala de espera, que a su vez comunicaba con un consultorio para
adultos y con el exterior.
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U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Entrevistas de selección
Ambos terapeutas realizaron tantas entrevistas como fueron necesarias con cada
niño, acompañado de sus padres, hasta aclarar totalmente su psicopatología, así como
su trama psicodinámica familiar.
Al chico se le otorgaba constantemente la iniciativa para hablar y, si se le conside-
raba un candidato apropiado para el grupo, se solicitaban pruebas psicodiagnósticas
que confirmaran estas impresiones. Finalmente, la admisión se condicionaba a que él
aceptara trabajar con los doctores y a que los padres ingresaran a psicoterapia indi-
vidual o grupal. En estos casos, si aún no estaban en tratamiento, eran canalizados
con algún colega. En la última entrevista, después de cumplidos estos requisitos, se
les explicaban las normas y el funcionamiento de las sesiones: una hora dos veces por
semana; los acompañantes se retirarían y, más tarde, regresarían a recoger a los niños.
Además, se programaron reuniones periódicas con cada niño, sus padres y los
terapeutas. Tiempo después se agregó la posibilidad de visitarlos en sus casas, pidién-
doles a los padres una cita con la fecha y hora convenientes.
54
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
La experiencia terapéutica
Un resumen
El primer agrupamiento se formó con dos niños y dos niñas entre siete y diez años de
edad, con un espectro psicopatológico que abarcaba desde la neurosis fóbica hasta la
organización limítrofe. En todos se manifestaba dentro de la familia y en las aulas,
con alguna forma de rebeldía y de agresividad, además de bajo rendimiento escolar.
Todos se englobaban en un estrato socioeconómico medio alto.
La mayoría de los padres eran profesionales y provenían, a su vez, de tratamien-
tos individuales o grupales de corte psicoanalítico. Asimismo, presentaban un buen
nivel de comprensión de la demanda terapéutica en relación con sus hijos y colabora-
ron de manera consciente con el contrato terapéutico. Por otro lado, se conformó con
un alto porcentaje de parejas divorciadas, algunas en segundo matrimonio.
55
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
En la primera impresión diagnóstica se pensó que estos niños, de acuerdo con las
quejas de los padres, ofrecían un nivel neurótico con desadaptación escolar. Sin em-
bargo, más adelante se les encontró hiperquinéticos, desconectados, con bajo rendi-
miento en el aprendizaje; en la casa, representando el "emergente" de la patología
familiar (niños agresivos o niños agredidos), con conductas impulsivas, jugando al
"loco" y siendo desplazados por los hermanos.
Descripción
U, de siete años, es el mayor de tres hermanos: una de cinco y otra de tres. Cursa el
tercer año de primaria. Lo llevan a tratamiento por una serie de quejas en las que
aparece como el principal perturbador: en peleas con las hermanas, las sirvientas y
los padres; no obedece a nadie; se enoja fácilmente; agrede, rompe y destruye en su
casa. En la escuela no rinde y permanentemente está amenazado con ser reprobado,
por lo cual tiene que ser ayudado por maestros en forma extraescolar. Es un chico
solitario, sin contacto con los profesores y amigos. Estuvo en un tratamiento previo
que fracasó.
Los padres, que están en análisis, temen un problema orgánico en el niño, que con
posterioridad se descarta. En el diagnóstico se considera con un perfil limítrofe pre-
dominante.
I, de 10 años, segundo de cuatro hermanos: una mujer de 12, un hombre de nueve
y otra de siete. Cursa el quinto de primaria. Es obeso; aparenta inmadurez; habla
como si tuviera cinco o seis años con voz bitonal, como si estuviera a punto de llorar;
se separa de la madre con dificultad. Está amedrentado por el contacto con el mundo
exterior. Maltratado en el colegio y con un pésimo rendimiento, no es capaz de operar
adaptativamente su agresión. Fuera de su casa, no tiene amigos, es aislado y pasivo.
Dentro del hogar despliega una gran agresión contra los hermanos. Existe una inten-
sa hostilidad contra su madre y su hermana mayor, que la expresa con rechazo y
crueldad; además, teme la relación con el padre. Durante la terapia, su corpulencia lo
constituyó en el líder de la fuerza y la violencia. Se le diagnosticó con un perfil entre
lo simbiótico y lo limítrofe.
C, de siete años, es la mayor de tres hermanos: una de seis y uno pequeño, de tres.
Cursa el tercero de primaria. Se le recuerda como niña seductora, muy simpática,
agradable, muy bien "educada", inteligente y manipuladora. Es el caso de quien aprende
a manipular patológicamente a la familia, para obtener ganancias secundarias. C fue
la única neurosis infantil típica. Su sintomatología era fóbica: miedo a la oscuridad, a
los ladrones, a salir de la casa sola, miedo cuando estaba sola con el padre. Con ellos
56
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
logró atraer la atención familiar y encubrir así los celos y envidia hacia sus hermanos.
La madre estaba en análisis y el padre se negó a ingresar.
P, de 10 años, es la mayor de tres hermanas, seguida por una de nueve y otra de
siete años. Cursaba el sexto año de primaria. Sus padres, formalmente divorciados,
se mantenían unidos de manera intensa, a través de una relación muy agresiva, en la
que utilizaban a la niña para justificarse. Es el caso de la chica que, estando sus
padres bajo tratamiento, la ponen en manos de los terapeutas, como en custodia y
como medida de protección. P impresionó por su carácter deprimido, por su incapa-
cidad para establecer vínculos y por su aislamiento, casi autoimpuesto. Todo parecía
peligroso para ella. Se relacionaba muy difícilmente con el padre, al que no le habla-
ba, y a la madre le temía en verdad a sus reacciones, aunque le aparentaba cercanía.
Entre ambas existía una mutua manipulación relacionada con el padre ausente. Su rol
semejaba el de mediadora y pacificadora, pero, en realidad, aceptaba ser el contenido
del vínculo agresivo entre sus padres. P era incapaz de "comprometerse" con alguno
de ellos. El perfil diagnóstico la definió con una depresión predominante.
En septiembre de 1975, el grupo se amplió al incluir a cuatro nuevos pacientes que
se considerarían "hermanos menores":
S, de seis años, que cursa el primer año de primaria, hija única de padres divorcia-
dos, ambos en análisis. Ella, con una larga historia de intervenciones quirúrgicas,
tiene una relación evidentemente simbiótica con la madre, quien la ve y le exige todo
lo que ella hubiera querido ser y a quien ataca de forma sistemática y reiterada
de todo lo malo, criticable y negativo que en ella se desprecia. El caso de S evoca el de
P. Durante largo tiempo, la niña fue la justificación del vínculo agresivo entre sus
padres divorciados. Estuvo en tratamiento previo, que la madre no toleró y la obligó a
desertar. Ésta la describió como autista. Desde el punto de vista del diagnóstico, su
perfil predominante era simbiótico.
L, de ocho años, es la segunda de dos hermanas; la mayor, de 11. Es hija de
padres divorciados, uno de ellos en análisis. Ofrece, a la primera impresión, el cuadro
de una pequeña histérica, es una actriz en potencia, manipuladora y seductora con los
mayores, como si fuera un adulto chiquito. El nuevo matrimonio de la madre pone a la
chica en crisis, por la serie de fantasías sexuales que estimula a la niña, en la compe-
tencia por la nueva pareja. L introduce en el grupo un erotismo que lo mueve desde la
situación anal predominante. Ella genera los juegos eróticos con los que se inicia este
aspecto. Sin embargo, cuando el grupo entra en su juego, ella huye en pánico. Su
perfil diagnóstico se consideró con componentes simbióticos y con rasgos fóbicos
predominantes.
G, hijo adoptado a los tres años de edad, ingresó al grupo a los ocho. Es un niño
albino que la psicóloga de la institución donde se encontraba adoptó y lo llevó a su
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U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
propio hogar, en el que todos, excepto ella, están en análisis. Es en extremo rígido, un
adulto chiquito muy obediente, rabiosamente sumiso, disciplinado en exceso y con
borrascas de mal humor y de violencia esporádica. Lo llevan a análisis porque en la
familia, compuesta sólo por adultos, el padre y el hermano lo rechazan, en tanto que
lo aceptan la madre y tres hermanos: dos mujeres y un hombre. En su diagnóstico se
consideró a G con un perfil neurótico obsesivo.
Y, de 11 años, es la mayor de tres hermanos, le siguen un hombre de nueve y una
niña de siete. El padre, que ya estuvo en análisis, se resiste a retomarlo, en tanto que
la madre lo acepta. La niña entra por problemas escolares. La maestra la describe
aislada, tensa, ansiosa, poco cooperativa y algo arisca. Siempre está en su hogar,
encerrada, triste y deprimida. Se le advierte un "tic" palpebral cuando se le incre-
menta la ansiedad. Es un caso típico en el que, en una fase del desarrollo -el de la
latencia a la adolescencia, cuando se agudizan los rasgos fóbicos- para Y se complica
y, además, la perturban en su adaptación.
La experiencia
La primera sesión con este grupo (GIN 0) fue el 18 de septiembre de 1974 y la etapa
de apertura siguió las normas planteadas. Al comienzo, de manera implícita los niños
asumieron un rol de alumnos o de niños bien portados, adscribiendo a los terapeutas
implícitamente el de padres o maestros vigilantes. La falta de una orden, el silencio,
la ansiedad creciente y las primeras interpretaciones de la fantasía grupal, los impul-
saron, a manera de defensa, a dibujar en el pizarrón. En un intento pasajero por
mantener la coherencia, decidieron dibujar, por turno, el cuento que inventaban, en el
que predominaban aniquilamientos, raptos y persecuciones. Se dramatizaron sus his-
torias y se formularon interpretaciones en transferencia del aquí y ahora relacionadas
con la destrucción y con las fantasías de gestación.
Ya desde este momento, se advirtió la lucha por el liderazgo, la formación de
parejas de resistencia y el abierto propósito de deshacer al par de terapeutas. Estos
adultos sólo por momentos pudieron ocupar sus asientos, ya que fueron los preferidos
por los chicos y lo primero que destruyeron.
En adelante, con inusitada intensidad, se desató la violencia. Entonces se colo-
caron barrotes extras en las ventanas, ante la amenaza de lanzarse por ellas, unos a
los otros.
Pronto surgieron los contenidos psicóticos expresados en esta conducta, en la que
se vislumbraban altos niveles de angustia persecutoria, violencia y destructividad, por
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
De esta manera se inició la segunda fase del proceso, que se distinguió por la
iniciación de uno elaborativo y de organización grupal. Las actividades se programa-
ban como parte del trabajo terapéutico y a partir de la iniciativa y con la participación
de los niños; así se inició la discusión del "afuera" de su vida cotidiana y la dramatiza-
ción de las circunstancias. Se volvió obvio que el insight hizo su aparición.
Surgieron roles y ritos grupales que se hicieron costumbre y luego cultura. La
violencia continuó apareciendo, pero dentro de los márgenes que permitían operar su
interpretación. También se respetó la iniciativa de celebrar los cumpleaños: se discu-
tía y se decidía la forma de hacerlo y comenzaron las salidas periódicas a neverías o
al parque de Chapultepec. Eventualmente, dentro del mismo salón de terapia, ellos
aportaban pastel y refrescos, así como lo necesario para celebrarlos. Todas las acti-
vidades realizadas, dentro y fuera del consultorio, eran incorporadas al trabajo de
interpretación.
Entonces, la ansiedad y la violencia dieron paso a la integración, colaboración y
reparación. En esta etapa se logró que al terminar cada sesión los pacientes ayuda-
ran a colocar cosas en su lugar.
A un año de haber iniciado las reuniones, decidimos abrirlo para recibir a cuatro
chicos más: un niño y tres niñas de seis a 11 años, con un espectro psicopatológico
más concentrado en la neurosis que el anterior. Para sorpresa, el grupo no volvió a la
regresión caótica del principio, sino que al poco tiempo reinstaló la capacidad de
trabajo analítico. Los nuevos fueron asimilados rápidamente por los veteranos, quie-
nes se encargaron de iniciarlos en los hábitos y en el trabajo terapéutico transmitien-
do la cultura grupal. La matriz ya estaba formada.
Con la modalidad planeada del momento de terminación del paciente con el grupo,
de la solución de las transferencias, de la elaboración de la separación de acuerdo
con los padres y la entrega de su hijo, las altas se sucedieron a partir del decimotercer
mes de iniciado el trabajo. Esto permitió mantener este grupo abierto a la integración
de nuevos elementos.
60
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
Para lograr una mejor comprensión es necesario especificar los resultados obteni-
dos. Entre los pacientes, de los cuatro integrados al primer grupo y de los cuatro
añadidos, dos fueron dados de alta por curación, en tanto que a C y a I se les otorgó,
tras 12 y 16 meses de tratamiento, respectivamente.
El caso de P fue singular: las repetidas entrevistas con sus padres y su propio
análisis facilitaron que P renunciara a ser el vínculo agresivo que, a pesar de su
divorcio, los había mantenido unidos. Tras 15 meses de tratamiento y en franca me-
joría, a P se le dio de alta. Y ingresó a un grupo para adolescentes, tras 12 meses y en
definitiva mejoría.
U, integrante del primer grupo, progresó de manera notable. Para la fecha de su
evaluación, llevaba 26 meses en el proceso. Mientras que a A, G, L y S, con menos
de un año en el segundo equipo, se les consideró en camino de mejoría.
Discusión
El procedimiento del GIN, por los requisitos y condiciones descritas, parece accesible
sólo a personas con recursos económicos de tipos medio y alto. Los terapeutas deben
contar con un entrenamiento especializado que incluye, fundamentalmente, la capa-
cidad de expresarse mediante el cuerpo.
Tal como se ha mencionado, el procedimiento del GIN parece eficaz en lo que se
refiere a los resultados obtenidos. Sin embargo, debe considerarse que la formación
de su matriz, la que corresponde al primer agrupamiento, exigió un alto nivel de riesgo
grupal y de sufrimiento. En los posteriores ya no se presentó este fenómeno o, por lo
menos, no con la intensidad original.
Cabe señalar, sin embargo, que la etapa de mejoría se obtuvo en el primer grupo
con un promedio de 20 meses, pero contó con una regresión grupal más profunda y
prolongada que en el segundo, cuya estadía se prolongó a 29 meses, aunque entre
ellos el número de pacientes fue menor en uno y mayor en el otro caso. A ello podría
atribuirse este resultado. Además, como fenómeno paradójico, en el primero se re-
unieron pacientes más enfermos que en el segundo. Por ello se considera que en éste
la cura se aceleró en función de su proceso regresivo, que fue más intenso.
De tal modo fue posible confirmar: que el núcleo de la enfermedad de los pacientes
o -área psicótica de la personalidad- está conectado con la acumulación de agresión
61
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
y de ansiedad, y que el cuadro clínico mejora por su evacuación, pero que la modifi-
cación estructural se realiza sólo por la vía de la internalización y por la identificación
con los objetos reparados. Estos fenómenos propician el proceso de desarrollo del
niño, su mejoría clínica y su socialización.
Comentarios al GIN 0
A raíz de la relectura del artículo escrito sobre la primera experiencia terapéutica del
GIN, muchos años después surgen algunos comentarios.
En aquel momento se estableció como hipótesis que el GIN funcionaría en el set-
ting terapéutico, como una reconstrucción de la estructura familiar: un padre-madre
y hermanos o hermanas de diferente edad. Por otra parte, se trataría también de un
juego sin juguetes, en el que se sustituye el punto de partida, basado en objetos fami-
liares, por objetos de la transferencia.
Hoy se puede confiar en la validez de la teoría y la técnica, bases de la estructu-
ración del modelo de terapia grupal infantil GIN: la entrevista inicial como punto de
partida para los diagnósticos de los pacientes-niños y sus familias; la compresión
de los movimientos familiares, a partir de las teorías actuales de intervención tera-
péutica; lo familiar entendido como un lugar de encuentro y elaboración de nuevas
opciones, tendientes a lograr un equilibrio funcional, propio de los deseos y de la
visión de la realidad de los pacientes y sus familias. Quizá hoy se confrontaría lo que
toca a la transferencia-contratransferencia y al paso que se da de ahí a la interpretación.
Ha sido asombroso descubrir una capacidad para recordar a esos pacientes-niños
que participaron en la primera experiencia. Se ha podido conocer la trayectoria pos-
terior de algunos de ellos. De aquí parte esta reflexión, guiada por muchas preguntas:
¿en qué se cree que se pudo ayudar a esos niños?, ¿qué los movilizó y cuáles fueron
sus cambios? Cuando se realizó esa primera experiencia, la etapa de desarrollo en
que se encontraban las terapias de grupo en México ocasionó que los autores fueran
muy "mirados" y, por tanto, criticados por los colegas. Dupont comenta:
... tuvimos que recurrir a algunos colegas para la derivación terapéutica de los padres; otros
casos fueron, a su vez, pacientes de nuestros grupos que, al saber de la creación del GIN,
pidieron que incluyéramos a sus hijos. Así también, ciertos colegas nos remitieron pacien-
tes, hijos de sus analizados [Dupont lo llama una comunidad incestuosa; Jinich, a como la
necesidad de formar una red de contención y cuidado, una superestructura de referencia y
control, y un súper yo social de la comunidad terapéutica que nos rodea].
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
C, para sus padres, es una chica linda e inteligente. Inicia su tratamiento con la
doctora Jinich y otro terapeuta, dentro de un grupo. Su conducta promiscua es evi-
dente, se "faja" con todos, ruma mariguana y bebe mucho en las discotecas. Pide
cambio de escuela y denuncia a sus padres como ineptos. Descubre y consume la
mariguana que su padre "esconde" y a quien "vigila" de cerca. Sabe mucho de sus
"reventones" y los considera "armas" indispensables para defenderse de sus ataques
y, claro, de su seducción.
La doctora Jinich, para no sentirse involucrada, decide enviarla a terapia indivi-
dual con su coterapeuta, que no conoce a la familia. Éste tiene varias sesiones con la
familia y ahí reaparece U: "chico vagabundo, mariguano, sin oficio ni beneficio", con
peleas continuas con el padre, las cuales, cuando suben de intensidad, ameritan que el
padre lo corra. Él vagabundea un rato, regresa y vuelve a trabajar con él; regresan
los pleitos y de nuevo al vagabundeo. Ahora la familia aparece en dos subgrupos: "los
reventados", U, C y el padre, y "las perfectas", la madre y J.
Años más tarde, U busca terapia por sus propios medios, con el mismo terapeuta
y marcha positivamente. Mientras tanto, C sale de la casa; vive en una playa con su
compañero. ¿Hay lugar para U por la salida de C?, ¿en dónde? El dolor de los padres
por la salida de C hace que sus intentos de reparación con U sean más coherentes.
El deseo y búsqueda de terapia de U alienta a pensar que la intervención de los
doctores fue útil de alguna manera. Se le enseñó la existencia de un lugar, de un
espacio terapéutico, para transformar su propia angustia. El "oráculo" grupal del
padre se cumplió en parte, pero ellos saben que pueden -si quieren- dar a U un lugar
diferente y, al mismo tiempo, respetar los deseos de C, aunque viva de un modo muy
distinto de lo que ellos piensan que es bueno o malo para sus hijos.
En una nota clínica de junio de 1976 se encontró que se veía a U como un niño
inestable, agresivo, sin límites, totalmente desbordado, hiperquinético, inquieto, en
actividad permanente, en agresión constante y sin ninguna tolerancia. Se tenía la
sensación de que estaba muy desconectado de la realidad, en un estado de "ensoña-
ción", de no poder estar, de no percibir el peligro: lo mismo se podía tirar de un
escalón, como podía hacerlo de 10 pisos. A esto se le llamó "tirarse a matar": no
medía su despliegue de energía y agresión. Visto desde el cuarto de juegos, existía
una intensa fantasía frente a la frustración permanente que la madre le prodigaba y a
su rechazo. El padre parecía ser la fuente de una satisfacción más bien fantástica,
que U se empeñaba en volver real. Era un problema en la escuela no sólo por su
agresividad, sino también por su falta total de participación, de relación, de sentimien-
to. Podía considerársele como un niño psicótico, por la tónica de su relación escolar y
por la permanencia de su fantasía al actuar.
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
una de las principales reglas de juego: la de los límites claramente enunciados. Pare-
cía que el chico no había aprendido el no y esto revivía en la situación grupal. Algo le
pasaba a I que lo desbordaba y parecía salirse de sus límites espaciales y corporales
-una especie de volcán en erupción-. No sólo era su falta de capacidad de ubicarse
espacialmente, sino también entraba en una grave crisis de desorganización que arras-
traba a todo el grupo.
Era el líder de la fuerza de los berrinches, de los gritos, de los mocos y del miedo.
Necesitaba de alguna manera una "camisa de fuerza" que lo contuviera de esa ex-
plosión que iba contra todo y contra todos, en especial contra él mismo. Para los
terapeutas fueron momentos muy difíciles. En varias ocasiones, Dupont actuó corpo-
ralmente como esa "camisa de fuerza" que lograba, de manera sorprendente, tran-
quilizarlo. En otros momentos dirigía su agresión hacia el mobiliario del consultorio, lo
que obligaba a sacar las sillas y a poner cojines. En otra ocasión rompió las macetas
y hubo necesidad de salir del consultorio a buscar unas nuevas que él pagó.
A partir de entonces se reafirmó también la regla de que al terminar la sesión,
había que dejar limpio el cuarto y las cosas en su lugar y responsabilizarse, cada uno,
de lo que hubiera ensuciado o destruido, lo que abrió la ruta de la posible reparación.
I se tranquilizó poco a poco, fue más colaborador y menos aislado. Dejó de ser tan
agresivo con sus hermanos y comenzó a ser más solidario en su casa y en la escuela.
I nunca llegó a ser un buen estudiante, pero pudo socializarse con éxito; quedó muy
vinculado afectuosamente con la doctora Jinich y comprendió que debía separarse de
su madre. Esto lo llevó a estudiar en el extranjero. Actualmente está casado a pesar
de su timidez; es trabajador y responsable y cuenta con su mayor apoyo en el padre.
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El GIN I, un modelo institucional
E
sta experiencia se realizó en el año de 1978, en el Centro de Integración
Juvenil (cu) de Naucalpan. Se contó con el siguiente equipo: doctor Marco
Antonio Dupont que entrenó, coordinó y supervisó al conjunto de especialistas:
doctora Judith Ramírez, psiquiatra del centro, licenciada en psicología Patricia Serra-
no y pasantes del área que realizaban su servicio social en esa institución.
En esta práctica se trabajó con pacientes de recursos económicos limitados, asen-
tados en las márgenes del municipio de Naucalpan, Estado de México. Se trataba de
niños que, debido a su rebeldía, agresividad, conducta incontrolable dentro de las
aulas, así como a su bajo rendimiento escolar, fueron enviados por la maestra de una
primaria vecina. El resumen de esta investigación, de las variables que se introduje-
ron y de sus resultados obtenidos es el siguiente:
Se dedicó una sola entrevista a cada niño y a sus padres, realizadas por un miem-
bro del equipo; después, todos reunidos, se discutieron los protocolos y se excluyó a
aquellos pacientes con síntomas de patología orgánica. Se condicionó la aceptación
de pacientes, a los que sus padres accedieran a asistir a un grupo destinado a discutir
los problemas de sus hijos, así como al pago de una cuota simbólica.
Se formaron dos grupos con duración limitada de seis meses: uno, con siete niños
de sexo masculino, homogéneo y cerrado, de nueve a 10 años de edad, atendido por
.la psicóloga Patricia Serrano y un pasante. El otro, con las madres que aceptaron
integrarse, se reunieron paralelamente con los niños una hora una vez por semana, en
este caso, coordinado por la doctora Judith Ramírez, acompañada de algún miembro
del equipo, hombre o mujer.
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Discusión
Dentro de una institución de servicio comunitario se aplicó el procedimiento de Grupo
Infantil Natural -con la denominación de GIN I- a pacientes de recursos económicos
mínimos, referidos a la solución de su sintomatología con resultados satisfactorios.
Sin embargo, no se hizo seguimiento de los casos.
Se propició el apoyo de los padres a sus hijos mediante un grupo de discusión,
aunque a éste sólo asistieron las madres. Se redujo a uno el número de entrevistas de
selección; el de sesiones continuó en una por la semana y con duración de seis meses
de tratamiento.
Con base en los fenómenos demostrados en la primera experiencia del GIN -en el
que se presentó un proceso progresivo donde la descarga de ansiedad y agresión
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
Comentario al GIN I
69
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
70
El GIN II
Variables preliminares
D
urante meses se realizaron reuniones semanales con el equipo de trabajo
gestor y con él se fundó el Taller de Niños de la Asociación Mexicana de
Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG). Luego, otros colegas también se
interesaron; el definitivo se formó con los doctores Adela Jinich, María Teresa de la
Serna y Raúl Pulido y niños de tres a seis años; Marco Antonio Dupont, Héctor
Socorro y Raquel Springer, con los de siete a 11; Lilian Klein, Sylvia Benenati y
Augusto Vázquez, con púberes, y Juan Guadarrama y José Alberto Siniego para el
de padres y acompañantes.
En las reuniones preliminares se discutieron los fines del procedimiento y su sen-
tido. Para los que estarían directamente con los niños, se realizaron repetidos ejerci-
cios dramáticos, en los que asumían el rol de niños jugando y ejercitándose en el uso
de su cuerpo como medio primordial de su comunicación.
Las entrevistas de selección de cada equipo las realizaron dos de sus integrantes,
con el niño y sus padres; y los protocolos se discutieron en el pleno del taller de niños.
Se excluyeron los casos de síntomas orgánicos y de limitaciones notables en la per-
cepción, al igual que en los que el niño no contara, por lo menos, con un adulto que se
responsabilizara de él de manera estable, así como a quienes llegaban referidos de la
provincia.
Esta razón, en los dos primeros casos, se apoyó en la naturaleza del procedimien-
to, que los colocaría en desventaja frente a sus compañeros con limitaciones físicas.
En el tercero, la carencia de padres o de adultos responsables coartaría los principios
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U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
72
EL GIN I I A
Introducción
A
l terminar los dos años de la experiencia terapéutica GIN II, como un proceso
de descubrimientos y modificaciones, como una espiral en constante cambio
-con pérdidas de terapeutas y ganancia de nuevos alumnos- y de ninguna
manera como un proyecto terminado, se pretendió, al hacer esta presentación, dar a
conocer los métodos utilizados, los resultados obtenidos y los cambios por instrumentar.
Se buscaba que como expertos-inexpertos se lograra la cristalización de una meto-
dología todavía no del todo comprobada. Por el papel asignado por la AMPAG,
se debía conducir como experto investigador y como inexperto, porque en la realidad
debía de admitir un buen margen de ignorancia y enfrentarse a la responsabilidad y al
respeto que merecen los pacientes.
Estos dos años resultan un cuento muy largo, ya que estuvieron matizados de anéc-
dotas, vivencias dolorosas por su sobrecarga emocional y gratificante, plenas de miedos
grupales, de intensas angustias fóbicas, de luchas y fuga, de dispersión y reencuentro,
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
así como de una ley dinámica que gesta una nueva vida. No obstante, hay que dete-
ner la acción y empezar a relatar la historia.
Diagnóstico
Como terapeutas de niños, se debía observar, registrar y tratar de elaborar las ansie-
dades de origen intrafamiliar o extrafamiliar, ya que, desde el planteamiento teórico
del módulo -taller de niños-, se suponía que el proceso del desarrollo infantil se
llegaría a un momento en que se hubiera generado una psicopatología. Ésta se inicia
por la falla o la fractura de las funciones, que se debería ejercer en la estructura
familiar, escolar y social. Por esto exige establecer tiempos de reflexión, en los que
circulan niños, padres y terapeutas, desde la vivencia del proceso terapéutico y el
impacto psicosocial hasta la reunión de un número importante de personas, asociadas
en torno al taller como pacientes, padres, abuelos, acompañantes, secretarias, tera-
peutas y algunos más.
Se consideraron medidas diagnósticas como artefactos semánticos de visibilidad
parcial, porque dentro del proceso regresivo y terapéutico se mostrarían en una
situación clínica más clara. Winnicott recuerda que, frente al diagnóstico fijo del psi-
quiatra, el psicoanalista pone enjuego las diferentes facetas de un análisis que evolu-
cionarán de modo paralelo a los reajustes que opera el paciente.
Así, entre lo que se conoce como psicosis en el niño hay un relajamiento de las
defensas, que más allá del síntoma se esfuerzan por situar lo que, en la historia del
sujeto en una etapa de dependencia precoz, pueden representar un fracaso del medio.
Lo importante es saber cómo movilizar el aparato mental del niño, tomando en
cuenta sus posibilidades de regresión, así como su progresión a la salud. Se debe
encontrar, a través de la invención y el juego, la posibilidad de liberar la situación
conflictiva e incluso mantener, sin hundir, el contacto con los procesos primarios que,
al reprimirse, dejan huellas asociadas con un empobrecimiento.
Los doctores Adela Jinich, en el papel de experta, y María Teresa de la Serna y Raúl
Pulido, como sus terapeutas, atendieron a este equipo.
Se seleccionó los pacientes tomando en cuenta niveles yoicos, con base en su
edad. Por ejemplo, en cierta capacidad de expresión oral y comunicación, en el inicio
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
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U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Concepto de agrupabilidad
Acerca de la problemática entre niños de estas edades, se consideró de gran utilidad
terapéutica usar a los pares, sus compañeros, ya que los chicos se reconocen, existen
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
para unos y otros y encuentran sus diferencias entre ellos y los adultos. Se pensó que
requerirían una experiencia de espejo ante su gran necesidad de atención, que los
llevaría a autoafirmarse frente al reconocimiento y la tolerancia de sus compañeros.
La presencia de niños diferentes les ofrece la posibilidad de otras alternativas
objétales, frente a la noción primitiva que de ellos tienen. Así, pueden seleccionar
entre sus acompañantes o los terapeutas, escogiendo y relacionándose con los aspec-
tos que les son más compatibles, urgidos por sus necesidades en ese momento. Por
ejemplo: pueden, quizá, buscar una simbiosis con otro integrante, igual que usarlo de
modelo si emplean distintas estrategias, o proteger a uno más desvalido, así como
acercarse o rechazar a tal o cual terapeuta.
Poco a poco los niños exploran el territorio, a sus compañeros y, sobre todo, a los
terapeutas. Frente a la intervención de éstos, se agrupan, se identifican, se protegen
y se esconden en el baño anexo al local, que tiene una tina llena de cojines. Dejan
fuera a los más llorones, a los pegados y a sus acompañantes, quienes tienen que
decidir si se quedan o se agrupan. Este esconderse entre los cojines de la tina provo-
ca risas, excitación e intentos de llanto. Entonces los médicos organizaron un juego:
sacarlos. Ellos se defienden y atacan y así, sin darnos cuenta, se empieza a reprodu-
cir una especie departo colectivo. Se hace la interpretación y se pide a los niños que
digan si quieren nacer y, poco a poco, se oye el coro de todos los participantes:
¡queremos nacer, queremos nacer! Conforme salen-nacen, se atiende a cada uno;
sus demandas son muy intensas y tal parece que, en ese momento, tres terapeutas no
son suficientes: hay que contener, calmar, apapachar y separar a los más fuertes de
los más débiles.
Setting terapéutico
Como ya se dijo, se contaba con un cuarto amplio, alfombrado, equipado con piza-
rrón, gises y cojines y otro adyacente, con baño integrado. Una mención especial
merecen los cojines, pues tuvieron diferentes usos: el de refugio o escondite, el de
utilizarse en el juego como elementos catárticos -guerra de cojinazos, formar una
alberca, echar brincos a ella, establecer competencias o como arma de ataque y
defensa-. Poco después se emplearán en la construcción de un horno, un lugar de
refugio o castigo para terapeutas y niños y, por último, como una casita, la casita del
grupo, donde viven los tres monstruos que se convierten más en amigos que en
monstruos.
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Poco a poco se armó cierta estructura y se le dio ritmo en las sesiones. Los terapeu-
tas iniciaban cada una con gran expectación, con un a ver qué se les ocurre ahora.
En el proceso se dejaban conducir por ellos, intentando rescatar las fantasías que se
gestaban del grupo. Su estructura se constituía con la preparación del salón desde su
inicio, al quitar las sillas y todo objeto frágil o que pudiera ser peligroso.
Los niños empezaban por retozar, después de quitarse los zapatos, acción que
pretende cumplir con el deseo de brincar y moverse, como una especie de calenta-
miento grupal -warming up-, mientras acaban de llegar todos.
El proceso se describe con los siguientes elementos:
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
vida. Los chicos distinguen el adentro del afuera, lo que se vale adentro y lo que se
puede hacer afuera y en la terapia y lo que rescatan y aplican en su vida cotidiana
-este adentro-afuera es otro de nuestros principios organizadores-. Respetan cada
vez más ese tiempo de estructuración, que es el arreglo del cuarto: el fin del caos,
la terminación del juego y de la regresión; el principio de la progresión, de salir a la
superficie, de salir más organizado.
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Funciones de la terapia
Ejemplos
Si se lleva al niño a una regresión tan clara como parte de un proceso individual y
grupal, se detecta lo que de alguna forma quedó trabado y que se expresa en la hora
terapéutica. Un ejemplo es la necesidad de los niños de tener alimento -algunos
llegan comiendo y lo hacen durante toda la sesión-, de jugar con el agua -el descubri-
miento de la manguera y de mojarse cuando llueve-, la arena, la necesidad de tocar-
se, de sentir; es decir, de las situaciones de la piel, del contacto corporal, de la necesidad
de una contención física, de los momentos de violencia y de los recursos que un niño
puede tener para defenderse. Se intenta rescatar la autoestima señalando lo que el
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
niño puede hacer, inventar o descubrir, lo que simula que se suelta el nudo y que
el niño puede continuar creciendo.
Así, V es la niñita seductora, con una enorme necesidad de contacto, se chupa el
dedo y se masturba. F representa la violencia desde lo corporal, habla mal, patea, se
destaca como una amenaza, que el mismo grupo tiene necesidad de contener; ataca
siempre por detrás y tiene que entender que pega duro y que duele. A, niño obeso,
eternamente enojado, desconfiado, no permite ningún acercamiento y representa al
niño que no puede jugar, que no tiene iniciativa propia; es el títere de la madre y de la
abuela, representa el resultado manifiesto del abandono del padre; niño afeminado,
pasivo, que obedece, teme a los hombres del grupo, se alia con las terapeutas muje-
res, es el corre ve y dile del grupo.
D representa la alianza con el padre, a pesar suyo, ya que lo rechaza por las
agresiones lanzadas en contra de la madre y porque se avergüenza de su alcoholis-
mo, pero lo quiere; representa el partido perdido del padre.
N, niña esquizoide, casi autista, actúa como la mujer sola -actitud superyoica.
No puede, aunque quiere, integrarse con el grupo.
G, niña utilizada por la madre como arma de agresión al padre, es la atrapada por
la bruja. M, el hiperquinético que es el termómetro de las tensiones familiares. J,
niño autista, radar del inconsciente familiar y grupal. C, el chico abandonado por el
padre, manipula de modo masoquista su orfandad y adopta al terapeuta hombre
como padre y pareja de su madre.
Se trabajó no sólo con el desarrollo del yo -desarrollo evolutivo-, sino también con
la historia que pertenece al inconsciente. Se sabe que estos niños han tenido que
reprimir escenas violentas y angustiantes para sobrevivir. A pesar de que llegan los
niños una vez por semana, se detecta muy claramente en su conducta la escena o
situación que está detrás -el conflicto familiar-: otro pleito de la pareja.
La técnica
Esta técnica excluye consignas y juguetes, y sus elementos son los terapeutas, los
niños y las interpretaciones desde la acción dramática. Tiene su punto de partida en la
interrelación de los miembros del grupo. El proceso regresivo se detiene cuando
aparecen ciertos principios organizadores; uno de ellos frente a la agresión: "lo que tú
me hagas yo tengo derecho a hacerte". El segundo corresponde a lo libidinal: "lo que
tú me das yo tengo el derecho y la obligación de devolverte". Todo esto, a través de
la comprensión y la interpretación. El tercero es la diferenciación del adentro y el
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
afuera, lo que se puede hacer en la hora terapéutica y lo que no se puede afuera. Esto
contiene el caos, al iniciar una fase de organización de juegos, códigos y rituales que
se llamó la cultura del grupo.
Hay que hacer hincapié en varios puntos:
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
Segundo tiempo: empieza a llover y varios niños salen a la lluvia bailando y can-
tando -lo que no se les prohibe-. F y H están encantados, los dos empapándose.
Entran al salón y empiezan a desnudarse delante del grupo, amenazando a las muje-
res -las dos terapeutas y V- con enseñarnos su pipí. V reacciona y se pone alegre
y excitada, pidiendo que se le acompañe a ver los pipis, cuando aparece A con dos
velas, las prende y dice en forma siniestra: "ahora les vamos a quemar los pipis a los
muchachos", con lo que todo el grupo se enojó y lo atacó. A se asusta y parece no
encontrar un lugar en el grupo. Ayudado por los terapeutas, hace esfuerzos por sepa-
rarse de las mujeres y dejar de ser tan marcadamente afeminado, pero no lo alcanza,
por lo que se queda solo en un rincón.
A la salida de esta sesión, la madre de A informa a los terapeutas que asistió a
consulta con un neurólogo "por eso de la enuresis" y que le está administrando cuatro
tabletas de Tofranil de 10 mg y, desde entonces, observa una gran mejoría en su hijo:
"eso sí lo va ayudar".
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
He atendido centenares de acuarios, pero siempre el más común, barato y, por decirlo así,
trivial, hecho con los pobladores de una charca, ha cautivado en medida especial mi devo-
ción, puesto que dentro de sus cristales circula la más espontánea y completa de las
comunidades naturales, y uno puede permanecer sentado horas enteras delante de un
acuario así y dejar vagar libremente su imaginación con el mismo espíritu con que se
contemplan las llamas del hogar o las cantarínas aguas de un arroyo. Y además se aprende.
Si pudiera poner en uno de los platillos de la balanza todo lo que gané en percepción en esta
hora de meditación ante el acuario y lo que enseñaron los libros, a buen seguro que el
acuario se elevaría hasta las nubes.
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EL GIN I I B
E1 agrupamiento
Se unieron en total 10 niños: cinco hombres y cinco mujeres de siete a 11 años, con un
espectro psicopatológico que abarcaba desde la neurosis obsesiva hasta los trastornos
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U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
£1 proceso terapéutico
En cada sesión se siguió con el actuar, el pensar y el acomodar. El primero sin aviso
y los dos últimos con los ya citados: hora de pensar y hora de poner las cosas en
su lugar. La acción utilizaba los primeros 45 minutos, el pensar, más o menos 15 y se
reservaban unos minutos para poner las cosas en su lugar.
Conforme el conjunto evolucionó, se advirtieron ciertos fenómenos que se inclu-
yen con el título efecto GIN -que se tratará más adelante-, pero que comprendió la
posibilidad de invertir la duración de sus tiempos. Por tanto, al final de la experiencia,
el primero requería sólo 15 o 20 minutos y el resto se empleaba para pensar.
En la apertura se interpretó el aquí y ahora de la ansiedad, los roles defensivos y
los movimientos de fragmentación grupal, al igual que las alianzas, ataques y fanta-
sías primarias en la transferencia.
Por ello, los terapeutas lanzaron cojines a los niños, que muy pronto comenzaron a
devolverlos con timidez y, al rato, con entusiasmo, lo que permitía la descarga de
niveles cada vez más altos de agresión, mediante la movilidad y la expresión escato-
lógica, coprolálica. Los almohadones sirvieron de manera eficaz para alcanzar estos
fines, aunque también aceptaron tranquilamente la conexión corporal directa con los
pequeños, jugando o luchando según su iniciativa.
La ley del grupo, ya referida, se formuló desde su inicio, con lo que se pusieron
límites al exceso de violencia. Sólo una ocasión se suspendió la sesión porque una
chica violó la norma de no utilizar el borrador para agredir.
Cuando uno de los terapeutas comentaba en la hora de pensar, se suspendía la
acción, se sentaba en círculo sobre los cojines, invitaba a todos a seguirlo e iniciaba
un diálogo reconstructivo de las situaciones recién vividas, al que se unían los niños y
después la interpretación del aquí y ahora.
Los niños, como un procedimiento de rutina, tenían libertad para aislarse o salir de
la habitación, en tanto los terapeutas permanecían en ella e interpretaban esta sepa-
ración en la primera oportunidad, ya fuera en el actuar o en la hora de pensar.
Desde el comienzo fue evidente que el trabajo grupal ejercía un singular atractivo
para los niños que casi llegaba a la fascinación. En ello se apoyaron para dejarlos
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
abandonar la sala de juego, con toda confianza, por el simple deseo de no participar
en ese momento.
Más adelante, el embarazo de la coterapeuta, Raquel Springer, que los niños per-
cibieron y expresaron con antelación, centró el trabajo grupal en el texto del Edipo y
en el contexto de la historia de cada individuo. El anuncio del parto integró al grupo en
juegos dramáticos de contenido canibalista (comerse al niño); se sobrevivieron ansie-
dades persecutorias agudas y, finalmente, intentos de integración reparadora, que no
les impidieron expresiones violentas al regreso de la doctora.
Al incorporar el tema del afuera de los objetos en la comunicación de los niños, se
amplió el campo de trabajo y el espectro de la interpretación de dramatizaciones y
doblajes. El ejercicio de la movilidad, como expresión autónoma, dio paso a manifes-
taciones de mayor organización grupal y a una socialización menos agresiva y más
solidaria.
Para el cierre de la experiencia se ocuparon los últimos meses para su capacidad
de organización, la que alcanzó los mayores niveles en acción-mediante actividades
colectivas- o en el de análisis individual. Expresaron sus actitudes depresivas y repa-
radoras con una fiesta organizada por ellos y que se ocuparon de traer lo necesario.
A los terapeutas les asignaron tareas o encargos, pero les mantuvieron en secreto
el obsequio que una niña entregó a cada compañero, al igual que a los expertos. En el
carácter del relato se representó su recién confirmada capacidad de crecimiento y
autonomía. En la última reunión grupal conjunta, los chicos se entregaron a sus pa-
dres, para la evaluación y las recomendaciones finales.
Resultados obtenidos
Por la desaparición del cuadro clínico original o por modificaciones favorables dentro
de la organización familiar y escolar, fueron dados de alta seis casos; dos más, sin
alta. Uno registró importante mejoría sintomática, pero no modificó el vínculo simbió-
tico con la madre; el otro tampoco modificó el vínculo casi adhesivo, de una niña con
su hermano menor, aunque se registraron ciertos tipos de adaptación. En ambos se
les recomendó retomar un tratamiento ulterior. Como ya se refirió, otros dos fueron
deserciones tempranas.
Dentro del grupo se llegó hasta la capacidad de organización, solidaridad y repa-
ración; se abatieron características fronterizas originales, al igual que las obsesivas.
Es decir, se restringieron los extremos del espectro psicopatológico original.
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Discusión
El método de selección presentó algunas fallas al evaluar la motivación para el trata-
miento de dos de los pacientes, aunque para uno se mantuvo la duda sobre la indica-
ción del procedimiento en casos de psicosis infantil.
Se puede suponer que la extensión de la terapia a dos años guarda relación con los
resultados obtenidos. Sin embargo, no se puede sostener en su totalidad hasta contar
con los resultados de una variable temporal diferente.
La triterapia no modificó de modo sustantivo la intención proyectiva de una fami-
lia en el GIN. Se resolvió espontáneamente, dentro de la trama edípica, por el despla-
zamiento de uno de los terapeutas al rol no parental, que fue aprovechado para el
doblaje, o para la dramatización de un desplazado.
El emergente del embarazo de la coterapeuta operó como catalizador de las fan-
tasías edípicas y, por tanto, favoreció en el proceso. Pero en la experiencia de dos de
los doctores constituyó un factor de preocupación por el riesgo de la colega.
La consigna de la hora de poner las cosas en su lugar propició, en la fantasía y
en la realidad, la reparación ya iniciada en la hora de pensar, disminuyó la culpa
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
y las ansiedades persecutorias y estableció un marco formal entre el juego del aden-
tro y la realidad cotidiana del afuera. Ayudó, por igual, al retorno de los niños desde la
regresión impuesta en el momento de la acción. Introducir los cojines en la sala de
juego enriqueció las posibilidades de movimiento y abatió, al mínimo, el riesgo de daño
físico a niños y adultos.
El seguimiento de los casos demostró que el método seguido con los padres es el
talón de Aquiles del proceso. Su Edipo no resuelto transforma a la familia en un caldo
de cultivo de la psicopatología, al que regresan los pacientes. En algunos casos, este
lugar en el hogar lo ocupó otro miembro más débil que lo convierte ahora en el futuro
paciente. Se conocieron las limitaciones de un grupo didáctico de orientación a pa-
dres como el instrumentado y las de una actividad terapéutica analítica que, sólo a
largo plazo, resuelve el nudo proyectivo del Edipo que ellos revierten a sus hijos.
La experiencia con el GIN II, en el taller de niños de AMPAG -integrado por los
doctores Dupont, Jinich, Márquez, Pulido, Socorro, Springer, Klein, Benenati, Váz-
quez, Guadarrama y Siniego- produjo cinco trabajos científicos, que se presentaron
en eventos académicos. Nos ocuparemos ahora del estudio y la tesis de Héctor
Socorro.
Una vez concluidas estas dos últimas experiencias, dejó el trabajo del análisis
infantil, argumentando motivos de desgaste personal, pero en realidad encubría algo
personal que podrá, probablemente, descubrirse al final del presente artículo.
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
La transferencia y la contratransferencia
A través de las experiencias y las vivencias de las emociones y especialmente con una
técnica en la cual los terapeutas, como objetos transicionales, fungen como el objeto que
permite el acceso al inconsciente, afloran y se dejan de lado las represiones que impedían
a los niños y sus padres una relación de orden simbólico.
Quisiera retomar el tema de la transferencia y contratransferencia, ya que al finalizar la
experiencia, este tema fue motivo de mi tesis profesional como analista de grupo en AMPAG
y al releerla, ocho años después, me pude percatar de las trampas del inconsciente deposi-
tadas en la triterapia y sobre todo con el doctor Dupont, que en ese momento, además de
ser buenos amigos, se estatuía en su rol de experto, conmigo como candidato. Esto nos
llevó a un distanciamiento afectivo, que ahora recupero como motivo de los depósitos de
la vivencia, al igual que la de nuestros pacientes, tema que hay que recuperar en futuras
experiencias de este tipo, por medio del análisis de las transferencias.
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
Conclusiones
Se utilizó el sistema lacaniano, con base en el estudio del espejo, para interpretar el
acceso al orden simbólico tanto de los niños como de sus madres, a través de la
aparición de la pareja coterapéutica, así como de la inclusión del tercero simbólico,
que actuó como padre-partero de la pareja coterapeutas-grupo.
Como esquema grupal, se reinterpreta en el aquí y ahora lo sucedido en la ilusión
grupal, en la que la representación de las vivencias dentro del grupo pasa del terreno
de lo imaginario al de la realidad. Con el uso del esquema teórico-técnico del GIN, en
sus tres tiempos -jugar, pensar y reparar-, se realizó una experiencia reconstructiva
para los niños pacientes.
En el seguimiento llevado a cabo por las psicólogas de la Universidad de las Amé-
ricas, se observó que el paciente inicial cambió su rol en lo correspondiente a la
mejoría psíquica, en tanto que el hermano(a) quedó atrapado en uno igual, como
elemento de retención de la madre en el esquema familiar.
Inclusive entre los terapeutas, el estudio más profundo de los aspectos transferen-
ciales y contratransferenciales puede dar más luz sobre los problemas de continente-
contenido y del depositante en los grupos terapéuticos.
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U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Recomendaciones
En el caso del análisis infantil es imprescindible el tratamiento familiar, de otra mane-
ra, el éxito es parcial, ya que este grupo vuelve a atrapar a otro de sus miembros para
que cumpla con el rol del enfermo. Si el paciente identificado necesita tratamiento
personal, será útil que se incluya en uno similar al de los padres, ya sea como análisis
individual, grupal o en grupo de padres. El análisis grupal es de gran utilidad porque
repite el esquema familiar y ayuda a resolver problemas que surgieron en el primario
y que se reproducen ahora en el social. Es imprescindible el análisis de los coterapeu-
tas o triterapeutas en lo que se refiere a la transferencia y contratransferencia.
Grupo de padres
El grupo de padres inició su experiencia 11 meses después. Contó con cinco pacien-
tes entre 11 y 13 años y ya había sufrido una deserción. Su problemática principal
estaba basada en el aprendizaje del manejo de la agresión y de la identidad, además
de ausencia de figura paterna. El de orientación de padres fue coordinado por dos
terapeutas: los doctores Juan Guadarrama y Alberto Siniego.
Su labor consistió en discutir y orientar a los padres con respecto del trato a sus
hijos. Cuando los coordinadores se confrontaron con problemas profundos de los
padres les aconsejaron que los expresaran en su tratamiento individual o grupal, con
el fin de no interferir en la zona de su tratamiento personal y de continuar con la tarea
del grupo. Como ya se mencionó, consistió en orientar a los padres, quienes asisten
voluntariamente, al igual que sus acompañantes.
Por último, los equipos terapéuticos, junto con los padres y los hijos, se reúnen
una vez cada tres meses en una sesión prolongada de tres horas, para revisar lo
que sucede fuera con la relación familiar. Los resultados hasta el momento pare-
cen alentadores, ya que los padres -a través de sus terapias grupales y del equipo
de orientación- han logrado adquirir conciencia de su problemática, la han resuelto
en algunos casos o en la mayoría y han aceptado su responsabilidad. Esto, aunado
al estudio de sus hijos, ha permitido una comprensión más adecuada de los asuntos
filiales, que entonces son atacados en forma conjunta, para restarles peso. Al mis-
mo tiempo, cada uno asume el vaciado que ha efectuado en el otro, que produce así
una ruptura de la homeostasis familiar patológica y pasan a una homeostasis de
menor dificultad.
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EL GIN I V
N
uestra inclusión en el taller de niños coincidió con un momento de cambio y
había una actitud de apertura y una necesidad de privilegiar la investigación
clínica, lo cual permitió una nueva disposición en el trabajo con grupos y
dentro de ese contexto fue que comenzó el proyecto GIN IV.
Debemos mencionar que a partir de las observaciones durante la experiencia del
GIN II se hicieron algunas variantes a la técnica para obtener recursos óptimos, así, los
coordinadores redujeron el tiempo de trabajo a un año. Asimismo, por la importancia
que tuvo modificar el contexto familiar del niño durante su proceso terapéutico, el
grupo de padres -anteriormente Grupo de Orientación- se denominó Grupo Analítico
de Padres (GAP), manejado por una pareja terapéutica, en un marco psicoanalitico y
enfocado en la relación conflictiva padres-hijo.
Una vez conformado el equipo por tres terapeutas, se procedió a las entrevistas
de niños y padres. Se integró un grupo heterogéneo, en sexo, edad y patología, al que
no se incorporaron quienes contaban con problemas orgánicos.
Durante el proceso, el interés se centraría, simultáneamente, en los adultos y en
los pequeños. Al finalizar cada sesión, los terapeutas se reunirían para intercambiar
información de lo sucedido. Este diálogo posterior permitió una visión conjunta sobre
la evolución de unos y otros.
Con la autorización de los padres, se filmó cada sesión infantil, las que además
-a través de la cámara de Gessel- observaron los doctores Dupont y Jinich, quie-
nes, en calidad de coordinadores, supervisaron el proceso desde su inicio, en febrero
de 1982.
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
£1 juego
En las sesiones se trabajó con tres instrumentos fundamentales: el juego, el cuerpo y
la interpretación, los cuales se presentaron simultáneamente y se articularon entre sí.
Desde esta perspectiva, el juego se reflejó como una actividad altamente regresi-
va, porque se producía en forma rápida e intensa. Al jugar se entraba en otra dimen-
sión, habitual para el niño. Hacerlo es una actividad, con frecuencia olvidada por el
adulto. En el niño, es su predominante, por lo que tiene mayor facilidad para realizarla
que el mayor. Requiere un facilitador, con plasticidad corporal que, al mismo tiempo,
se cuenta mayormente en la infancia.
Aplicar el juego como técnica en el trabajo psicoterapéutico exige, como condi-
ción sine qua non, para los terapeutas y los niños saber jugar o, por lo menos, tener
disposición para su aprendizaje. También es necesario tener capacidad plástica cor-
poral y psicodinámica. En resumen, para hacerlo se requiere un grupo compuesto de
niños-pacientes y adultos-terapeutas-niños.
En esta práctica se presentaron dos aspectos importantes: el lúdico-placentero y
el analítico-terapéutico que todos compartieron, con una doble apreciación: la de los
terapeutas y la de los niños. Contaron con componentes reales y elementos de accio-
nes actuadas, como si fueran fingidas o que se representaban como reales, cuyo
resultado era la ausencia parcial de la censura, la inhibición y la culpa. Esto permitió
la expresión de fantasías inconscientes y mecanismos adaptativos. Funcionó como
sustituto de la asociación libre y aceptó el análisis de dichas fantasías inconscientes.
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U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
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EL GRUPO INFANTIL NATURAL
Hora terapéutica
A continuación describiremos, brevemente, el empleo del tiempo del trabajo tera-
péutico y la división de la sesión analítica, en tres partes fundamentales: la primera
comprendió 45 minutos iniciales; era llamada hora de acción. La segunda, los
siguientes 15, como la hora de pensar, y los dos o tres últimos: la hora de arreglo
y reparación.
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Primer tiempo
La asamblea se iniciaba con la llegada de los niños al sitio de la terapia, a las 13 horas,
con lo que comenzaba la hora de la acción.
Su llegada fue expectante. Se sorprendieron por el arreglo del salón, donde sólo
había cojines. No supieron qué actitud o posición tomar. Unos se quedaron de pie,
otros se sentaron, esperaron o pidieron órdenes o una consigna...
En ocasiones adoptaron el papel de alumnos, que les era el más conocido y, por
ende, generador de seguridad. En consecuencia, a los terapeutas los identificaron
como maestros e insistieron desde ahí, pidiendo una consigna, la cual no se dio a
conocer. Lo que sí recibieron fue un cojinazo, lanzado por uno de los terapeutas, cuya
finalidad estaba encaminada a romper posturas rígidas y estereotipadas y, por lo
tanto, a que se lo regresaran. Así se propiciaron el interjuego, la acción y la regresión
progresiva de niños y terapeutas. Los chicos con regresión quedaron sumergidos
hasta el fondo, o hasta donde se los permitieron las ansiedades persecutorias esqui-
zoparanoides, que aparecieron al inicio del grupo. Ahí se detectó la presencia de
refugios o mecanismos defensivos muy infantiles, como chuparse el dedo, llorar, agredir,
aislarse... Los terapeutas, también en regresión, jugaron y brincaron como niños,
pero con un yo observador que les permitió cumplir con sus funciones y hacer
interpretaciones.
Se propició el juego directamente, porque se aceptaron la relajación, el empleo del
cuerpo, el tocamiento, los juegos improvisados, y las agresiones verbales y físicas,
todo en constante movimiento, más encaminado a una tarea en principio catártica y
luego terapéutica.
En ocasiones, en apariencia había un manejo cruel, ya que, por ejemplo, cuando
un niño lloró no se le consoló o mimó como lo haría su mamá. Sin embargo, ya que se
había dictado la ley del grupo: "al que me pegue se la regreso", se cumplió tal cual,
y se regresó el golpe del cojín con otro igual. Las prohibiciones se manejaron desde
un nivel de juego y no desde la orden superyoica y prohibitiva de los padres.
Para quien lee u observa, surgirá la pregunta: están los niños, pero ¿y los jugue-
tes? De ésta se desprende una verdad directa y difícil de romper: niños-juguetes. En
el GIN IV no se emplearon. Se propuso esta relación para permitir que los fenómenos
transferenciales se dieran de la misma forma con el terapeuta, desde donde aparecie-
ron papá, mamá, tío... Sin ellos se evocó a la familia y apareció el pequeño en un
interjuego con los hermanos. Se insistió en no utilizarlos, pues, de hacerlo, se tendría
que inferir cuál sería la actitud del infante con respecto al mismo juguete.
98
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
Segundo tiempo
Esta fase, de 15 minutos aproximadamente y llamada hora de pensar, fue reflexiva
e invitó a niños y terapeutas a suspender las actividades que realizaran y a que se
agruparan para intercambiar comentarios. A esta invitación respondió todo el grupo,
aunque en ocasiones algunos pequeños presentaron ciertas dificultades para salir del
estado regresivo propiciado, en especial por los que aparecían aislados, vagando por
los alrededores. Esto no impidió que, desde los pacientes y terapeutas, se tratara de
recuperar lo acontecido y vivido por todos en los 45 minutos anteriores. Por ejemplo,
la fragmentación e integración espontáneas por la ausencia de consignas fue un fe-
nómeno observable, pero no espontáneo, porque obedeció a una orden técnica, sin
importar que, ante la mirada incrédula del ya mencionado observador, apareciera
como desorganizado y caótico.
¿Recuperar? Sí. Visto desde el experto que atendía a los niños, se recuperaba la
esencia del conflicto por sus señalamientos e interpretaciones directas en el aquí y
ahora, o bien, cuando eran dialogadas entre los terapeutas, a partir de un conocimien-
to detallado de la historia clínica y dinámica de cada paciente, ya revisada y trabajada
en el taller. Por ejemplo: cuál era la modalidad de la agresión de A; de qué manera H
atacó, se cerró y no participó en los juegos; cómo V manifestó su miedo al aislarse y
masturbarse; la rivalidad entre H y J por obtener el liderazgo del grupo; cómo las
99
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Tercer tiempo
El tercer momento, el del arreglo, quedó inserto en los últimos dos o tres minutos
con los que se cerró cada sesión. Se pidió a los chicos que ayudaran en el acomodo
del salón y pusieran los cojines tal cual se encontraban en el inicio. El propósito fue la
participación de todos y se logró, aunque, en ocasiones, unos se negaron y se justifi-
caron comentando que, cuando llegaron, ya estaban en desorden. La mayoría cooperó
y algunos hasta se adelantaron al momento y realizaron el arreglo antes.
También se concedió este espacio para acomodar cojines, ponerse los zapatos,
arreglarse la ropa y el pelo, así como para organizar y enderezar, pero no sólo el salón
y el aspecto personal, sino muy especialmente los procesos dinámicos para salir de la
regresión, propiciada en la mayor parte de la sesión y ayudar a hacerlo a los niños.
100
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
Su finalidad fue que, sin dejar de observar al paciente infantil, se pudieran hacer
comparaciones acerca del funcionamiento del grupo familiar y su capacidad para
lograr que los cambios se convirtieran en rutina. Es decir, examinar cuánto puede la
familia sostener la actitud de cambio que se notó durante las sesiones.
Este trabajo se realizó en grupos de pareja: dos entrevistadores visitaban a cada
familia, en su domicilio y cada uno entregaba al coordinador, por escrito, sus impre-
siones. El informe contenía datos y comentarios acerca de la familia y su contexto, al
igual que del paciente. Contaba, además, con un familiograma y sus mapas que refe-
rían los distintos momentos y, al mismo tiempo, señalaban las alianzas entre los com-
ponentes del grupo.
Antes de pasar a la síntesis acotaremos que en las primeras entrevistas deserta-
ron dos niñas y sus madres, las que no pudieron rescatarse mediante la comunicación
con las adultas. Hubo una tercera que se interpretó como un aumento de dificulta-
des para cumplir con la cita terapéutica; en este caso, asistían a la reunión el
paciente y los padres, pero un cambio de domicilio a un medio rural precipitó la
deserción. El padre los veía los fines de semana por su trabajo en la ciudad de Méxi-
co, mientras que la familia vivía en las afueras del Estado de México.
Un cuarto caso no se consideró deserción, visto que la salida se suscitó cerca del
final de la terapia y con motivos tácitos, que mostraron la incapacidad de la madre del
paciente para concurrir a sus últimas sesiones terapéuticas. Sin embargo, se incluyó
en el seguimiento.
Tenemos entonces 10 que comenzaron el tratamiento. De los siete casos que
consideramos, cuatro viven en condiciones humildes que van desde el hacinamiento
en una habitación de vecindad hasta la vivienda humilde con espacio suficiente para
que no haya cohabitación. El resto de la muestra puede buscarse en la clase media.
En ambos grupos, desde el aspecto socioeconómico y laboral, hubo padres obreros,
profesionistas y empleados.
Por las entrevistas realizadas y tomando en cuenta su motivo, se concluyó que las
familias de cinco de los niños realizaron cambios en su seno, registrados tanto por el
paciente como por la mayoría de los miembros de su núcleo de convivencia. Tales
modificaciones se manifestaron por la desaparición de los síntomas infantiles, así
como en la conducta paternal. En dos niños no hubo pareja parental presente: eran
hijos de madres divorciadas, con serias dificultades para su vínculo con el hombre. En
la actualidad cuentan con pareja y conviven con ella. En éstos hay un sistema en
formación y una discriminación con el subsistema fraterno-filial. En uno de ellos se
vive con dificultades, por la inclusión de un compañero para la madre y un sujeto con
función de padre para los hijos.
101
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
102
El grupo GIN
Una dramatización
A
continuación se presenta el relato de una sesión clínica del grupo GIN efec-
tuado en la clínica de AMPAG, con duración de un año (2001-2002).
El grupo lo conformaron cuatro niños y una niña en etapa de latencia, deno-
minados: el solitario, el ladrón, el protector, el negador y la invisible. Iniciaron agresi-
vos, temerosos, perseguidos y señalados; y tres, además, sobreexcitados por las ma-
dres con quienes compartían el lecho. El ladrón era identificado así por su gran parecido
físico con el hermano de su madre, que estaba en la prisión por robo y tráfico de
drogas. La invisible era ignorada por los padres, quienes vivían atrapados en su pelea
y con sus respectivas familias. La labor grupal se conformó en una fantasía común:
estar atrapados, que se rompió a través del trabajo en conjunto. El informe que se
presenta se centra cuando se llevaban, aproximadamente, nueve meses de trabajo (la
gestación).
Cuando los terapeutas anunciaron la próxima terminación, la mayoría de los niños
protestó; no se querían ir y gritaban: "queremos seguir viniendo, queremos seguir
viniendo" y continuaban jugando con los cojines, con los que se formó un montículo.
Algunos se metieron por debajo y la terapeuta interpretó el parecido con una gran
panza llena de niños. Entonces los que estaban fuera se metieron y todos gritaron:
"¡queremos nacer, queremos nacer!"
103
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Los niños participaron con alegría en esta puesta en escena. Los terapeutas deci-
dieron ser los parteros y comenzaron a sacarlos de uno en uno, con el ritual de
bienvenida al mundo: una nalgada. Algunos se regresaron a la panza y los volvie-
ron a sacar, con un gran goce.
Puget y Berenstein han considerado la posibilidad de analizar las diferentes repre-
sentaciones que tiene cada sujeto de su ubicación en el mundo, o en los distintos
espacios o mundos psíquicos que vive. Asimismo, han propuesto un modelo del apa-
rato psíquico en el que se organizan zonas diferenciadas, llamadas espacios psíqui-
cos: metáfora de un tipo de representación mental y de vínculos que el yo establece
con su cuerpo, con el de cada uno o con los de varios otros, además de con el mundo
circundante. El primero es el interno, donde el sujeto está con sus representaciones,
imágenes, sueños y fantasías, y allí se alojan las que tiene de su cuerpo, así como su
funcionamiento mental: piensa viviendo en varios mundos; cada uno aparece sucesi-
vamente en escena, dependiendo del estímulo recibido, tanto del interior como del de
afuera de su mente.
El segundo es el intersubjetivo, donde se está con los otros en una relación de
intimidad no sólo física, sino también psíquica. Con ellos intercambia amor, ternura,
irritación y agresión, es decir, toda la gama de sentimientos ambivalentes.
El tercero es el circundante o sociocultural, donde se establecen relaciones con
uno o varios conjuntos representantes de la sociedad; cada uno con vida propia, pero
todos constituyen los pilares de los sentimientos de pertenencia.
En el territorio de la terapia grupal de niños, como en cualquier otra, hay que
hablar del Edipo: estatuto del complejo nuclear, al igual que de la historización.
La identificación edípica se vuelve compleja y supera la organización, puesto que se
efectúa con el rival, del mismo modo que la identificación histérica lo hace con el
deseo del otro. Hay otra que se efectúa de manera progresiva, en la que coexiste la
introyectiva, junto con la investidura narcisista, en la cual incluso existe una supera-
ción de las organizaciones precedentes. En el caso del varón, su deseo sexual trans-
forma su relación con la madre, debe renunciar a deseos incestuosos y, en lugar de
remplazar al padre, identificarse con él. Esta identificación da acceso a la ambivalen-
cia del vínculo social.
En su Estudio sobre el narcisismo, Freud señaló que los padres establecen que el
niño es el portador de sus sueños, de sus deseos no realizados, por lo que su narcisis-
mo primario se sostiene sobre el de sus padres y da origen a contratos y pactos
ególatras. P. Aulagnier amplía esta expresión al afirmar que todo sujeto llega al mun-
do de la sociedad y de la sucesión generacional, con el fin de garantizar la continuidad
del grupo al que pertenece. En reciprocidad, se inviste de manera egoísta.
104
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
Reflexión de la viñeta
El juego produce mucho placer a niños y terapeutas, ya que los hacen aparecer en
escena y juegan a preguntarse: ¿qué habrá en la panza? La que está llena de niños,
que tienen la necesidad de salir por la angustia que les produce el encierro.
Los terapeutas aparecen como pareja parental, de la cual la madre ejerce la fun-
ción de paridora; el padre, de partero, tal como en la vida real, con la finalidad de
separar al hijo de la madre, para que pueda dar inicio a su propia vida: ya es otro, por
ello inicia el desarrollo de estructuras de lo lineal a lo binario y a lo triangular.
Mediante las teorías sexuales infantiles, el niño pretende dar respuesta a su causa,
la del sufrimiento y la del deseo. En la pregunta ¿cómo nacen los niños? se cubren
otras interrogantes: cómo es la sexualidad de la pareja parental, cuál es el enigma de
su placer y cuál podría ser causa de su deseo, y el equivalente es: ¿cómo nace el
sujeto? En ¿cómo nacen los niños? y ¿cómo nace el placer? se encierran las formu-
laciones de la incógnita que busca una relación entre nacimiento-niño-deseo.
En Formulaciones sobre los dos principios del funcionamiento psíquico (1911),
Freud plantea que al instaurarse el principio de realidad se desprende una actividad
del pensamiento que se queda libre de la prueba de la realidad y únicamente se
somete al principio de placer.
Se trata del fantasear, lo que comienza con el juego infantil y que continúa luego
como ensueño diurno. En 1908, en El poeta, los sueños diurnos, el autor ya había
planteado que la fuente de toda actividad creadora del poeta reside en las fantasías o
sueños diurnos, que en el adulto remplazan el juego de los niños. En ambos casos se
crea un mundo fantástico, al que se le toma muy en serio, pero al mismo tiempo
se le diferencia de la realidad. Los dos, el ensueño diurno y el juego, son realizaciones
de deseo. Ya en 1900 Freud había dicho: "Como los sueños, estas ensoñaciones son
realizaciones de deseos y tienen en gran parte como base las impresiones provoca-
das por sucesos infantiles... y, además de tales fantasías inconscientes, existen
otras -numerosísimas- que por su contenido y su procedencia de material reprimido
que tienen permanecen inconscientes".
Fantasía e imaginación pueden ser tomadas como dos modos del funcionamiento
de una misma capacidad: la de hacer aparecer cosas. En la primera hay una homolo-
105
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO ORUPAL DE NIÑOS Y PADRES
106
GIN-GAP: una alternativa para el tratamiento
psicoanalítico grupal de niños y padres
David García
Introducción
S
i bien hay personas que están de acuerdo con el psicoanálisis, hay otras que no
lo están tanto y otras que, definitivamente, están en contra. Si pasamos del
psicoanálisis en términos generales al grupal, la situación se complica; más
aún, si nos atrevemos a hablar de "psicoanálisis grupal de niños" ¡es inconcebible!,
¿cómo es posible? Pues sí, en este trabajo, el equipo conformado por Adela Jinich,
Martha López, Angélica Guadarrama, Mariaelena Rojas y David García nos atreve-
mos a presentar el proyecto GIN-GAP creado por los doctores Adela Jinich y Marco
Antonio Dupont en su versión AMPAG, 2002.
Partimos del modelo, después Adela presenta sus reflexiones como asesora del
trabajo realizado en AMPAG en 2002, y enseguida los equipos que trabajaron con el GIN
y el que lo hizo con el GAP exponen sus vicisitudes y conclusiones.
107
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
108
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
Los terapeutas del GAP deben contar con una amplia experiencia en el tratamiento
grupal de parejas, de manera que puedan entender, aclarar y trabajar sobre todo la
relación vincular de los padres con los hijos, además de capacidad para señalar
pautas de restructuración de la familia y tanto detectar como entender la relación
entre el conflicto y la angustia de padres e hijos.
109
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
internaliza no son objetos como tales sino pautas de relación. El niño internaliza
a los padres, unidos o separados, distanciados o próximos, como personas que se
aman o se pelean. La familia no es un mero objeto introyectado, sino un conjun-
to introyectado, de aquí la importancia que tienen el equipo de terapeutas, el espacio
y la sesión con sus tres momentos.
La sesión
110
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
Una vez terminadas las sesiones semanales del GIN-GAP, el equipo de terapeutas se
reúne para evaluar los resultados tanto en los niños como en los padres y planear la
siguiente sesión.
Finalmente, tres meses antes de que acabe el año de trabajo del GIN-GAP se empieza a
elaborar, con padres y niños, la conclusión del proceso terapéutico, es decir, de las
sesiones semanales de análisis grupal. En las sesiones de GAP se abre el tema de la
terminación, aprovechando algún momento que dé pie para ello; en las sesiones del
GIN se empieza a hablar con los niños, aprovechando las interpretaciones que puedan
hacerse en la hora de jugar y, sobre todo, en la de pensar. El cierre será en la última
sesión, reuniendo en un mismo espacio a padres y niños en conjunto con terapeutas;
se darán los tres momentos del GIN: en la hora correspondiente, padres, niños y tera-
peutas juegan durante un buen rato con los cojines y los padres sirven de juguete; en
la hora de pensar, se realiza una serie de reflexiones sobre el año de trabajo y, final-
mente, se acuerda con los padres la modalidad de seguimiento.
Conclusión
Después de las varias experiencias realizadas del GIN-GAP, se está en posición de
afirmar que el modelo constituye, como el título de este trabajo señala "una alternati-
va de psicoanálisis grupal de niños".
Nuestros hijos no son nuestros, sino que son hijos del anhelo de la vida. Podremos darles
nuestro amor, mas no nuestros pensamientos porque ellos tienen los suyos propios. Po-
dremos esforzarnos por llegar a ser como ellos. Mas no intentemos hacerlos como nosotros
porque la vida no retrocede ni se detiene con el ayer (Gibrán Jalil Gibrán).
111
Modelo GIN-GAP: una sesión de grupo infantil
a propósito de los organizadores grupales
L
a evolución teórica sustentada en los movimientos evolutivos del GIN, que
puede ser comprendida como un proceso epistemológico data de 1974 (inicio
del GIN 0). Siempre con los mismos objetivos y a través de diferentes opera-
ciones en instituciones diversas y con grupos de trabajo muy variados, el modelo se
depuró y enriqueció.
El GIN I se llevó a cabo en Centros de Integración Juvenil en 1978, permitió poner
en marcha la hora de pensar y dio inicio a la preocupación de qué hacer con las
mamas de los niños que esperaban y se agrupaban de manera espontánea; luego
apareció el grupo de padres y acompañantes.
El GIN II, en 1979, comenzó en AMPAG y con el apoyo de un taller de estudios de
niños aportó mucho, tanto en la teoría como en la técnica; se agregan los cojines para
evitar agresiones físicas directas y se concreta el tercer tiempo de la sesión, que es la
hora deponer las cosas en su lugar. Se considera que lo importante es movilizar el
aparato mental del niño para encontrar -a través del juego y la invención- las posibi-
lidades de liberar la situación conflictiva. El grupo de padres sigue siendo de orienta-
ción, canalizando la problemática profunda para su discusión a las terapias personales
de cada padre; además, la asistencia al grupo de orientación es voluntaria.
113
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
El GIN III que funcionó en AMPPIA en 1980 reduce el tiempo de duración del trata-
miento a un año. En las conclusiones se encuentra que la problemática tanto de
deserción como de perpetuación del síntoma son las limitaciones de los padres, quie-
nes están muy resistenciales, muestran una solución patológica de su Edipo que per-
dura y se proyecta en el vínculo con los hijos.
El GIN IV se llevó a cabo en AMPAG en 1983. El modelo de trabajo del GIN constaba
de las siguientes características: un año de duración, los tres tiempos dentro de las
sesiones, el cuarto de juego incluye los cojines y el juego dramático y la permisividad
de los terapeutas, que les exige capacidades especiales. Se conceptualiza el "efecto
GIN" y se observa que con el paso de las sesiones el tiempo de juego se reduce y la
hora de pensar se prolonga. Con la progresiva instalación del proceso secundario,
la capacidad simbólica se restaura, así como el impulso epistemofílico del placer de
pensar y comunicar los pensamientos.
En esta experiencia se llevó al grupo de padres a otro nivel, por primera vez se
trabajó con técnica psicoanalítica y se hizo obligatorio para ambos padres. Se trabajó la
liga simbiótica madre-hijo utilizada para agredir al padre, excluyéndolo, para luego pedir
ayuda por la falta de apoyo del excluido. Los padres, en su resistencia a cualquier
opción terapéutica, refuerzan estas actitudes regresivas, dramatizadas en estructuras
familiares rígidas, pobres y con vínculos sadomasoquistas. A este grupo se le llamó GAP.
Se llegó entonces, después de 10 años de muy intenso trabajo, a plantear una serie
de propuestas teóricas conectadas, necesariamente, con la técnica. Muchas expe-
riencias se han realizado tomando como base este modelo; sin embargo, en la mayo-
ría de ellos se han tenido variables condicionadas por las características de los
terapeutas participantes, de sus instituciones y su población.
Con el modelo final de los autores, en 2001, casi 30 años después del GIN 0, se abrió en
la clínica de AMPAG y con la supervisión de la doctora Adela Jinich un grupo GIN-GAP. En
esta ocasión, dado el tiempo pasado -y a la luz de los aportes a la teoría de grupos tanto
por la escuela francesa (Kaes) como por la argentina en teoría vincular de grupos, pareja
y familia-, tratamos de hacer algunos aportes que dan cuenta de lo útil y noble del modelo.
Viñeta clínica
Coordinadores: Angélica González y David García
Asistentes: Rosa, Juan, Gael, Erick y Ramiro
Segunda sesión en la que participa David como coterapeuta en una entrada que no
estaba planeada y que fue decidida ante la ausencia prolongada del primer cotera-
114
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
peuta que faltó por mes y medio. Inicialmente la idea era esperar a mi compañero,
pero lo intenso de la acción (físicamente agotadora) y las escenas sexuales de los
niños hacia mí me rebasaron y lancé un mensaje de auxilio. Fue entonces cuando se
pensó que si alguien iba a apoyarme no se podría volver a cambiar; así, el equipo
decidió que entrara David y se quedara hasta finalizar; también acordamos no decir
nada a los niños e interpretar su reacción en la acción. El cambio de terapeutas
introdujo un nuevo elemento a la terapia: mamá tiene novio nuevo y lo impone como
el nuevo papá. Esta situación era para algunos niños (Juan y Ramiro) una realidad:
sus padres efectivamente estaban separados y la madre tenía nueva pareja; para
otros (Rosa y Gael) era una amenaza, ya que la pareja de sus padres estaba en
peligro de separarse.
115
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Hora de pensar
Contrario a la sesión pasada en que se instaló muy adecuadamente este momento,
ahora es difícil lograr que se sienten. Algo se habla acerca de la excitación que
produce el juego intenso, pero no es un tema resonante; Ramiro y Gael hacen alianza
y se niegan a sentarse. Hablamos de las vacaciones en puerta y tampoco tenemos
respuesta. Por nuestra parte, David y yo no nos animamos a recrear la fantasía de
escena primaria que era el tema latente y se podía manejar como interpretación
marginal; por lo tanto, no logramos establecer hora de pensar.
116
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
El niño es un gozador, que goza del cuerpo de su madre, de ser toqueteado, besa-
do, adulado, etcétera. Pero también puede ofrecerse a ser el objeto del goce del Otro,
el objeto sobre el cual el Otro puede condensar su goce. Muy a menudo el niño busca
también suscitar una reacción, una exasperación y una angustia, dividir al Otro que se
ocupa de él; más que soportar su propia división, su propia castración a menudo
busca dividir al Otro o volverlo impotente a sus reacciones.
Todas estas funciones tienen el doble límite que proporcionan la realidad corporal y la
realidad cultural, sobre las cuales se apuntalan las formaciones y los procesos de la reali-
dad psíquica: en ruptura y en apoyo, en modelo y en derivado (R. Kaes, 1984). El concepto
de apuntalamiento es ampliado por Kaes, abarcando no sólo las necesidades corporales,
sino también el grupo y la cultura; el psiquismo aparece así soportado por apuntalamientos
múltiples; su falla va a dar lugar a la crisis. Para cada apuntalamiento: de la pulsión sobre el
cuerpo, del objeto y, del yo sobre la madre, y de las formaciones generadoras del vínculo
(identificaciones, imagos, complejos, modalidades de pensamiento) sobre el grupo y la
cultura encontramos siempre los tres componentes del apuntalamiento: el apoyo sobre una
base originante, la modelización y, en el movimiento de una ruptura crítica, el cambio de
objeto y de nivel en que consiste el apuntalamiento (M. Bernard, 1991).
117
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
118
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
119
Grupo GIN-GAP: teorizar la experiencia
Adela Jinich
E
l niño nos invita, con su demanda, a ocupar un lugar en su ventana abierta y
seremos espectadores de una escena, la condición será participar cuando se
nos conceda una intervención. Lo que el psicoanálisis nos enseña es que no
hay un texto único y, aunque no se darán todas las versiones de la obra que se pone
en cartel, tendremos la oportunidad, si la impaciencia de la acción no nos apremia, de
presenciar y escuchar textos diferentes y también nos enseña que "la obra del escri-
tor termina en el mismo momento en que termina de escribir la última palabra" (Luigi
Pirandello, Esta noche se improvisa, acto 1) (Coraminas et al, 1996).
Demanda: organizar un taller de niños Grupo Terapéutico Infantil/ Grupo Analíti-
co de Padres.
Después de un espacio de varios años se dejó de trabajar este modelo en la ciudad
de México. Surgió la inquietud de estudiar el texto de Psicoterapia grupal de niños
(Dupont y Jinich, 1993) y formar un nuevo GIN-GAP como un grupo de investigación.
La demanda proviene de algunos alumnos y egresados de AMPAG. Aparecen las difi-
cultades: los estudiantes que se proponen y después desertan y las que muestran
entusiasmo; la segunda dificultad fue ponernos de acuerdo en el horario. Se decidió
que fuera los lunes de 4 a 6 de la tarde una hora y cuarto de terapia de padres y niños,
quedando: un hombre y una mujer terapeutas de niños y, como terapeutas de padres,
dos mujeres y un tercer grupo que me acompañan tras de la cámara de Gesell para
formarse en esta técnica abierta en la cual se apuntaron tres terapeutas (AMPRA)
(UAM-PSIC). Dos desertaron y el tercero se convirtió en terapeuta del grupo de niños.
121
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Se están filmando las sesiones de los niños y los tres equipos participan en la
supervisión (Adela Jinich); además, deben presentar un resumen por equipos de cada
sesión (viñetas); también los observadores deben relatar lo que observaron, lo que
sintieron y lo que interpretaron. Así se inicia una nueva experiencia paralelamente a
otros diplomados impartidos por Dupont y Jinich, teniendo las mismas conceptualiza-
ciones, como la terapia focal a un año. Se organiza en el marco institucional un nuevo
grupo del taller de niños de AMPAG (febrero 2001, finalizó en abril de 2002).
La manera en que está organizado este taller es con una doble valencia: la función
terapéutica y la de enseñanza, lo que justifica la presencia de los observadores en la
cámara de Gesell que siguen todo el proceso.
La conceptualización de nuestra práctica es psicoanalítica, lo cual implica la con-
vicción de que los síntomas deben comprenderse en un contexto relacional que, en e)
caso del niño, es fundamental con el de la familia y la escuela. Privilegiamos a la
pareja parental como representantes de los conflictos que presenta la familia, porque
pensamos que lo que se vive en las relaciones familiares y escolares son reproduc-
ciones, reediciones y actualizaciones de los conflictos vividos en etapas más primiti-
vas (preedípicas) y son el fundamento de las fantasías inconscientes y que influyen
en la vida mental, matizando las experiencias actuales. "Toda experiencia es vivida en
parte como experiencia referida al elemento objetivo, actual y realista de la experien-
cia y en parte como subjetiva, referida a las fantasías inconscientes" (Hernández
Espinosa).
Al revisar las historias clínicas de estos pacientes se observan las carencias emo-
cionales que han tenido y que continúan porque los padres están más atentos y pre-
ocupados por sus propios problemas. Así se manifiesta un alejamiento en especial del
padre, un abandono y después una pérdida que no ha sido elaborada por la madre ni
por el niño por una incapacidad para darse una explicación clara y precisa; por ello,
surge la negación de sus necesidades de tener un padre real o fantaseado.
Así comienza la necesidad de crear un grupo analítico de padres (GAP), siendo
indispensable su presencia y su trabajo analítico para aceptar a su hijo en el grupo
infantil. Se trabaja con la modalidad de una terapia focalizada, centrándose en las
vivencias de ellos como hijos y ahora como padres. Se centra en la discusión proyec-
tada de su propia infancia, que está presente como espejo proyectivo de la problemá-
tica del niño.
En el proceso psicoanalítico -las fantasías inconscientes y la transferencia en
caso de los grupos- las redes se derivan de la interacción entre el grupo y los niños y
de éstos entre sí y con los terapeutas; así, se forman puentes o canales de comunica-
ción, come la transferencia con las figuras actuales y los de los terapeutas, con la
identificación proyectiva hacia ellos y se espera que la interpretación de la transfe-
122
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
rencia ayude a los niños a entender sus conflictos y estimule la reproducción de sus
circunstancias originales de desarrollo de estos conflictos. El proceso terapéutico
adquirirá su sentido desde el momento en que los coterapeutas puedan discernir, de la
actuación de los niños en el escenario grupal, sus vínculos objétales conflictivos y sus
características.
Se parte del supuesto de que el universo objetal que conforma la vida mental de
cada miembro de la familia influye y es influido por él y por el resto de los miembros
y en los menores trasciende con suficiente fortaleza para orientar estructuras en
formación, por lo que técnicamente las interpretaciones estarán dirigidas al grupo o a
un individuo que actúa como el emergente del grupo o el chivo expiatorio o el líder
saboteador del trabajo grupal, lo que coloca al grupo en un supuesto de dependencia
y de ataque y fuga, así como una posición esquizoparanoide.
Supuesto básico (Bion, 1994) es un término que califica el de mentalidad grupal,
concepto que se refiere a la existencia de una opinión común unánime y anónima del
grupo en un momento dado; la mentalidad grupal es el recipiente o continente de
todas las contribuciones hechas por todos sus integrantes. Los supuestos básicos
están configurados por emociones intensas de origen primitivo, consideradas básicas;
por ello, son defensas regresivas contra el movimiento del grupo hacia un comporta-
miento más maduro.
Su existencia determina, en parte, las organizaciones que el grupo adopta y el
modo en que se encara la tarea que debe realizar; por lo tanto, la cultura del grupo
mostrará siempre evidencias de los supuestos básicos subyacentes o del particular
supuestos básicos activos.
En nuestra experiencia con niños y padres se mostró un alto grado de dificultad
en llevar a cabo la tarea "grupo de trabajo", el cual intenta realizar algunas tareas; en
cambio, los comportamientos regresivos se originan para lograr que el consultor o
terapeuta los dirija. Es la suposición de dependencia en la que los sentimientos de
desamparo y frustración -al no ser dirigidos por el líder- llevan a los miembros del
grupo a quejarse y a emplear varios recursos para tratar de lograr que el terapeuta o
consultor dirija.
La tercera suposición evidente en el grupo de niños se caracteriza como de lucha
y fuga, en la que los miembros del grupo pelean verbal y físicamente o, de otra
forma, huyen del salón evadiendo la situación actual, no queriendo oír las interpreta-
ciones y así evitan la frustración o como una forma de agredir a los terapeutas. Bion
iguala esta suposición a cualquier esfuerzo para resistir el cambio y el desarrollo.
Las suposiciones básicas (Bion, 1975) conducen a la "identificación proyectiva"
por parte de todo el grupo o cualquiera de sus miembros. La dinámica de esta forma
123
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
de proyección es que hay quienes son los recipientes de las proyecciones de otros y
el recipiente puede ser el grupo como una totalidad o uno de sus miembros.
Aunque tales atribuciones son implícitamente proyecciones, en parte constituyen
una percepción inconsciente de las motivaciones e intenciones de algunos miembros
del grupo. Por lo tanto, los terapeutas forman parte del proceso proyectivo del grupo
y aprenden a confiar en sus sentimientos como un reflejo válido de las emociones
transmitidas o rechazadas del grupo (contratransferencia).
Los doctores Folch y Esteve (1992) dicen que el analista, en su trabajo grupal,
interviene en dos direcciones que se cruzan: por un lado interpretan las manifestacio-
nes individuales de los miembros en función de un pensamiento múltiple grupal y por
otro interpretan las manifestaciones verbales y extraverbales, en las que se puede
ver en acción la expresión de los objetos internos y partes del self que se escenifican
en la sesión grupal: el grupo como un todo (supuestos básicos).
En la acción terapéutica, con ayuda de los terapeutas, los niños vivirán la cohesión
grupal, transformándola en situaciones dialogantes, o sea, vivir el proceso que cambia
el grupo desorganizado en un grupo pensante (Bion). Con el juego, el niño elabora sus
ansiedades y donde se podrán observar sus conflictos, incluyendo no poder jugar. El
hecho de jugar con otros niños compartiendo y compitiendo por la atención de los
terapeutas hace que surjan los conflictos intrapsíquicos, actividades destructivas y
reparadoras.
Resnik (1987) nos habla "de una madre continente representada por el grupo
como un lugar que puede encuadrar y acercar entre sí las pulsiones opuestas y los
sentimientos contradictorios". Cita M. Klein (caso Richard) "como el interior del
cuerpo de la madre donde la lucha tiene lugar"; cita Winnicott y describe la función
maternal representada por el ambiente como una condición de acogida y de sosteni-
miento (holding) que permite al niño realizar su proceso de individuación y definir el
no-yo, el grupo ejerce esa función continente y del holding, en el aquí y ahora del
dramatismo grupal. "El analista necesita del juego y de la identificación con el pacien-
te y el niño requiere del juego para expresar sus conflictos." Winnicott emplea, en la
práctica, la noción de presencia/ausencia de juego y contrajuego y dejaba un lugar
reservado para la fantasía, que se convertía en el lugar de la transferencia.
La dialéctica de los aspectos buenos y malos kleinianos se traduce, según Kriste-
va (1994), "en el lenguaje del deseo", ese objeto malo que también es fundamental-
mente bueno; el niño lo es a ratos, con el rechazo y la primera posibilidad de destrucción
en lo que construye la realidad y permite (juntamente con la ensoñación materna y el
juego con el hijo) el surgimiento de un espacio de fantasía. Por su parte, Winnicott
sustituyó la "observación" por la participación en la escena del inconsciente y desem-
124
EL GRUPO INFANTIL NATURAL
peñó en ella el papel de actor (su propio inconsciente era interpretado por el paciente
mediante el juego de los garabatos).
En una intervención particularmente animada, Francoise Dolto recuerda a los ana-
listas que al paciente debe situársele en un contexto y en una historia. Se necesitan
tres generaciones para tener un psicótico; además, señala la importancia de encon-
trar en la transferencia, gracias a la interpretación, lo vivido en una situación anterior
a la enfermedad. Lo no dicho en una situación de la infancia sustituida por el adulto es
lo que le permite apoyarse en los puntos de referencia más tempranos y perdidos.
Lebovici no abandona el esclarecimiento de la "causalidad lineal" y, para él, una
cantidad de psicosis infantiles se instaura en las familias a partir de una confusión, de
un secreto que se conoce en parte, pero nunca se revela; la génesis de la psicosis no
puede comprenderse sino a partir del estudio de tres generaciones. Habla entonces
de la colusión entre tres generaciones, que se afirma en la realidad de las relaciones
interfamiliares de confusión entre la madre y la abuela de conflictos edípicos y de-
seos incestuosos de abuelos y padres.
Lo anterior lo observamos en los grupos GIN-GAP que se llevan a cabo el mismo día
y a la misma hora en diferentes salones, donde se entrecruzan las historias que cuen-
tan los padres y los niños, quienes las actúan, y desde la transferencia-contratransfe-
rencia los terapeutas juegan con los niños e interpretan, y con los padres se pasa a la
supervisión, en la cual todos participan (terapeutas y observadores). El significado de
lo que ocurre abarca a todos, las interpretaciones alcanzan a todos: niños-padres-
terapeutas viviendo el proceso que transforma al grupo en un "grupo pensante" (Le-
doux, 1987).
125
3. El cuerpo
Un instrumento lógico de comunicación
R
ealizamos una experiencia con niños, siguiendo algunos preceptos teóricos
del GIN II. Ahora reflexionamos sobre la importancia del cuerpo en la labor
terapéutica: de qué manera y por qué es un instrumento de comunicación.
El primer acercamiento a este tema está conectado con algunos aspectos teóricos
sobre el desarrollo del yo. Freud, en 1923, escribió que el yo es, ante todo, un yo
corporal, no solamente una entidad de superficie, sino de él mismo. Es la proyección
de una superficie. El yo deriva, en último término, de sensaciones corporales, princi-
palmente de las que se originan en su superficie, por lo que puede considerarse pro-
yección mental.
Más adelante, Susan Isaac, siguiendo a Melanie Klein, postuló que la fantasía
inconsciente termina expresándose de manera primordial a través del cuerpo. Bleger,
por su parte, describe tres áreas de la conducta: la mente, el cuerpo y el ambiente.
Aquí se ocupan de la segunda, el cuerpo, y de su lectura como fuente de información
y comunicación. La percepción del cuerpo de los demás y la expresión de la emoción
es tan primaria como la de sí mismo, en el suyo propio, de sus experiencias emocio-
nales. Siguiendo a Lacan, la imagen propia no es posible sin la de la otra persona: "Yo
y tú no son posibles el uno sin el otro".
La historia de la psicoterapia grupal de niños, de corte analítico, aún se está ges-
tando. Reconoce como germen y punto de partida el diván del paciente en análisis
individual, que se traslada al sillón posterior y de ahí a la rueda terapéutica grupal y a
su liderazgo, o se inicia directamente en la experiencia de los adultos.
129
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
130
EL CUERPO
terapeutas; incluye cojines, un pizarrón y gises, ya que pudieran ser una posible alter-
nativa para la comunicación, en casos de inhibición dentro de la acción del grupo.
El procedimiento, en una de sus fases, es un juego sin consigna que conduce, al
brotar la fantasía inconsciente que aportan los niños, a la pieza psicodramática. Al
jugar con sus pares y terapeutas, ellos reproducen las pautas de su conducta, pensa-
miento y afecto que les son propias. También se imprime la huella de su salud o de su
enfermedad, ahora dentro del contexto de la situación terapéutica y refiriéndose a los
personajes ahí presentes, adultos y niños. Otra advertencia pertinente en este diseño
es que cada equipo terapéutico está integrado por tres adultos, hombre y mujeres;
tres terapeutas que son facilitadores de la repetición y de la resolución de los conflic-
tos, motivo del tratamiento. Un terapeuta, que trabajaba con su grupo de niños, al ver
su imagen de video comenta su experiencia:
Sentí que expresaba algo mío. Creo que la regresión que experimentaba y que rescaté
gracias a la imagen que contemplé es ya automática durante el trabajo con el grupo de
niños. Ello me permite entender en qué medida las actitudes corporales, a todas luces
infantiles, me ponen en contacto con los niños. Puedo jugar, tocar y ser tocado, ser tera-
peuta y al vez niño, y a veces también un padre adulto.
Con estas palabras hace explícitos los aspectos plásticos desarrollados en su yo:
corporales, intelectuales y emocionales, en su identificación con un niño y con sus
objetos. Con mayor rigor se debe entender que habla de la capacidad desarrollada en
la regresión terapéutica al contraidentificarse parcialmente, de modo complementa-
rio y concordante con el niño. Así entra en contacto con él y con sus objetos, por
tanto, se comunica.
Otra terapeuta, en respuesta a las imágenes de video, evocaba un relato de cien-
cia ficción de R. Bradbury, en el que un grupo de viajeros del espacio, por un artificio
hipnótico, reproduce en el exterior la historia impresa en su memoria y participa en un
retorno temporal. Tal es el caso en GIN y sus pacientes durante la hora analítica de
trabajo. El uso del cuerpo y del juego dramático, con el tema del conflicto que emerge
y la regresión que implica, lejos de ser un artificio hipnótico o material de ciencia-
ficción, reproduce, en el aquí y ahora del setting, el pasado traumático de los niños
pacientes con finalidades terapéuticas.
Otro miembro del equipo, en este caso terapeuta del grupo de padres y acompa-
ñantes, entró a la sesión de los niños y dijo textualmente: "Para participar en este tipo
de acción, los terapeutas deben estar muy alertas a su propio mundo interno y a lo
que contiene en cuanto a problemas y posibilidades de acción, factibles de ser incor-
porados nocivamente con los niños".
131
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Desde luego que tal riesgo existe en toda terapia, pero en especial en este tipo. A
pesar de una cuidadosa selección de terapeutas, de su entrenamiento y del análisis
motivacional, podría darse el caso de la caída en una regresión no controlada, que
ofrezca respuestas inapropiadas, como la represión de la acción de los niños, la vio-
lencia o la erotización.
Sabemos del riesgo iatrogénico de la psicoterapia en general y, en particular, del
impacto en los grupos de niños sesión tras sesión. Basta un comentario para ilustrar
este fenómeno: "Al salir (de la sesión), a veces siento que quedo en carne viva,
hipersensible; sólo más adelante recupero mi situación habitual".
No hay duda de que la incorporación del cuerpo en la tarea del terapeuta lo refiere
a una adaptación regresiva, automatizada en forma relativa, que le implica un esfuer-
zo extra no sólo físico, sino también básicamente emocional. El comentario anterior
se refiere al proceso de desregresión en el paciente en análisis, pero, al mismo tiem-
po, afecta en alguna medida al terapeuta. La necesidad de regresar al término de la
sesión con los niños es obvia.
El psicoanalista aplicado a la tarea psicodramática o a la terapia con psicóticos o
de niños y de sus grupos debe tener acceso, dentro de sí, a su identidad infantil, más allá de
las barreras que la aislan de la terapéutica. Es a través del cuerpo del terapeuta y de
sus actitudes como se logra la conexión entre ambas identidades. Es el punto de
partida de la posibilidad de jugar terapéuticamente y de emitir mensajes en espejo.
La lectura de las expresiones, ademanes, actitudes y gestos repetidos por el tera-
peuta sugiere, en su interior, la vivencia emocional de la imagen originaria del pacien-
te. En el juego de los espejos, de las estatuas, en la imitación o en lo mimético, se
introduce en uno lo que el otro experimenta.
Mediante el cuerpo se trae al aquí y ahora el espacio de la fantasía de los pacien-
tes. El juego es, dentro del setting, su proyección, pero también una elaboración de
sus contenidos, de lo deseado, lo temido y lo eludido. Quien no puede jugar, niño o
adulto, es alguien que no puede conectarse confiadamente con ella, ni con lo que de
imaginario hay en su realidad.
La tarea clínica con estos grupos ha enseñado que el cuerpo está entre la fantasía
de los niños y el juego terapéutico con sus contenidos, como realización plástica por
interpretar. Lo puramente fantaseado -el diálogo eterno de y con los objetos inter-
nos- sin su realización corporal compartida se acerca a lo autista. El cuerpo, al ser-
vicio de la fantasía, aun sin la posibilidad de jugar y compartir, abre el acceso a su
lectura, comprensión, juego y diálogo externo.
Con el fin de ilustrar la lectura del cuerpo en la acción terapéutica, se ha recurrido
a una secuencia de video tomada en una sesión de psicoterapia de niños de cuatro a
seis años de edad.
132
EL CUERPO
En lectura de las imágenes corporales de los niños en interacción con los terapeu-
tas, en la primera y tercera escenas, se revela la validez clínica del concepto de
territorialidad desarrollado por los etólogos, luego adoptado por la antropología social
y al final por la psicología. Las ideas de distancia emocional con los objetos de vínculo y
ataque son fenómenos descritos en la subjetividad de sus relaciones con éstos y alcan-
zan su validez de observación cuando se advierten en términos del espacio territorial,
es decir, en la frontera plástica del self, que se extiende desde la piel hasta ellos en la
realidad y que impone el sujeto frente al objeto.
En la escena de Miguelito se advierte que el niño impone distancia y se niega a la
interacción. Llegó con diagnóstico de neurosis infantil; generalmente es activo y par-
ticipa en la acción con entusiasmo, pero a esta sesión llegó enfermo, febril y malhu-
morado. La necesidad de aislamiento que experimenta tiene un punto de partida
defensivo, pero ajeno a su psicopatología. Por tal razón, no se insistió en rescatarlo de
su aislamiento.
En la escena de la niña y la terapeuta se advierten emociones intensas, en exclu-
siva en las actitudes corporales de la pareja que, al tocarse, rompen un espacio de
aislamiento mantenido a todo trance por la niña. Se trata de una paciente marcada-
mente esquizoide que tiende al autismo. El efímero contacto con la terapeuta -para
quien resultó muy emotivo contemplarse en el video en esta escena- significó para la
chica una proeza de intimidad y para los expertos la expectativa de su recuperación.
De nuevo, la lectura se realiza a partir de la acción corporal, de los gestos y las
actitudes que revelan vivencias emocionales; en este caso, también se establece la
comunicación -como aceptación y confianza- sobre la acción corporal.
La segunda escena podría denominarse del espejo: el terapeuta imita al niño chu-
pándose el dedo; es un pequeño simbiotizado con su hermanita mayor. Ambos viven
de manera traumática la separación de la madre y la niña es quien la sustituye. Sobre
133
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
esta escena, el terapeuta dice: "lo primero que sentí es que provocaba vergüenza en
el niño -sentimiento que éste hace distónico en lo que era sintónico a su yo, el chupe-
teo- y a continuación percibí que se sintió divertidamente acompañado, es decir, que
se le aliviaron las prohibiciones superyoicas que enfrenta el chupeteo".
Se sabe que en estos casos el procedimiento de la repetición en espejo, el tránsito
de la vergüenza al sentimiento de compañía, se integra en un juego, el de chuparse el
dedo, que progresivamente incluye al otro: al terapeuta, en el mundo de objetos del
niño. En sí, jugar implica la separación del objeto simbolizado y la vinculación con uno
nuevo -el terapeuta- que, como un partero del desarrollo, propicia en él tolerancia a
la realidad de la frustración.
134
Una situación embarazosa
Raquel Springer
E
n su tesis recepcional en AMPAC, la doctora Raquel Springer reporta los cam-
bios que se produjeron en el grupo con el que trabajaba a partir del descubri-
miento de su embarazo. Al iniciarse las sesiones, en febrero de 1979, estaba
en el segundo mes de gestación:
135
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Entre los niños hubo diferentes respuestas. Uno de ellos -obeso- argüía que yo había
comido muchas hamburguesas, su alimento favorito. Otro intentaba golpear mi vientre
constantemente; era el mayor de tres hijos de una pareja que estaba en un violento proceso
de divorcio.
Hubo sesiones que despertaron intensas respuestas contratransferenciales de miedo y
enojo. Cuando se hablaba de que el niño estaba "mal", se producía un eco angustioso en
mí. Hacían vibrar mis propias preocupaciones acerca del bienestar del bebé; y aunque este
fenómeno de las fantasías terroríficas de la mujer embarazada (Langer, 1974) es universal,
no por eso fue menos difícil a la hora de vivenciarlo.
Evidentemente, mi participación motriz en este periodo fue mínima. Se lo cobraron dándome
la bienvenida después de cuatro semanas de ausencia, con una rabia muy intensa. En mi
honor se realizó otra comida totémica, dramatización un tanto violenta, cuando pensaba en
mi bebita de un mes de edad. Se comían una pierna, un bracito o las visceras. Por momentos
me producía la sensación de estar presenciando un injerto de Fellini y Peckinpah.
A raíz de mi maternidad, la metáfora del pecho bueno y el pecho malo cobraba una vigencia
peligrosa. De pronto, yo era la madre buena con suficiente leche para nutrirlos a todos y, de
pronto, era la madre mala y abandonadora que los dejaba desprotegidos.
136
Comentario
Adela Jinich
E
n el primer texto de esta sección, "Un instrumento lógico de comunicación",
se continuó con las reflexiones sobre cómo se juega, a qué y el juego de los
niños y el de los terapeutas.
Desde la teoría del desarrollo infantil hasta la del particular setting terapéutico del
GIN y lo que se denomina el juego sin juguetes, toma gran relevancia el cuerpo de
los pacientes y de sus terapeutas, porque es una comunicación que se aleja de las
palabras, de la manera de moverse, de acercarse, de sentarse, de observarse unos a
otros en el espejo de las miradas.
Lo que revela la imagen del video a través de cámara de Gessell golpea en oca-
siones el narcisismo; hay un más allá de lo que se ve físicamente, que no consiste en
si la imagen gusta o no, sino en las relaciones con los otros, los pacientes niños. Son
esas actitudes corporales que se asumen intentando una relación de inconsciente a
inconsciente. Se puede jugar a ser tocado y a ser terapeuta y a la vez niño, lo cual es
una capacidad que se desarrolla en la regresión terapéutica.
La envoltura del consultorio nos ayuda a recrear un ámbito externo e interno
en el que, tantos unos como otros, ocupan ese lugar formando un cuerpo con-
tinente.
En el segundo texto, Raquel se ubica en una vivencia intensa: ¿qué sucede a los
pacientes niños (y a los coterapeutas) cuando ella se embaraza?, ¿qué le ocurre a sí
misma? El conflicto se centra en el cuerpo de la terapeuta, que crea una situación
peligrosa pero privilegiada para su manejo. Las fronteras de origen, las reacciones
terroríficas y de destrucción de los niños hacia la panza-feto, se gestaron en el
grupo.
137
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
138
4. El juego
Consideraciones acerca del juego, del jugar
y de los juguetes
E
n 1982, en el primer Congreso Nacional de AMPAG presenté algunas reflexio-
nes sobre el juego. Este trabajo se inscribió entre las ideas de Winnicott y se
derivó de la experiencia inicial: el GIM original.
El juego en los niños se realiza en un espacio imaginario intermedio entre la reali-
dad y la fantasía. Tiene por componente al universo de los objetos del niño, formado
por internalizaciones parciales y totales, de tipo introyectivo aún no completamente
asimiladas por el yo y con cargas ambivalentes, de gran movilidad proyectiva e intro-
yectiva. Éstos son los de la fantasía infantil consciente e inconsciente, que los lleva a
la realidad cuando juega, es decir, al momento que realiza una descarga motora inten-
cional o dirigida que incluye, con frecuencia, la manipulación de estos objetos en la
realidad: los juguetes, a los que dota de identidades simbióticas. En ellos proyecta sus
objetos y su selfy, como en un sueño, en ellos repite, modifica, crea y elabora situa-
ciones de su realidad externa e interna.
Jugar es fuente de placer por la descarga de ansiedades, que puede ser abruma-
dora, por realizar de manera simbólica los deseos, en la realidad de los juguetes. El
juego infantil cumple la función de elaborar situaciones traumáticas cotidianas y es la
fuente más original de la creatividad. Jugar es poder elaborar una realidad, conciliar
fuerzas opuestas y prepararse para la futura intervención adulta y eficaz en la reali-
dad social.
Los juguetes pueden evocarles personajes obvios, objetos del mismo niño, aunque
también lo hace una hoja de papel o un guijarro. Éstos comienzan a ser juguetes,
cuando los inviste de una identidad simbólica que le es significativa. Igualmente, cuando
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
142
Del juego y del jugar
Adela Jinich
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
144
EL JUEGO
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Se ha observado que en el inicio puede ser individual, pero, a medida que los
conocen, pueden construir una historia común y el acoplamiento de sus fantasías se
hace cada vez más frecuente. En el grupo adquieren la experiencia de hacer cosas
juntos, en alguna forma y con algún sentido; descubren su apoyo, tanto en el imagina-
tivo como en sus logros. También puede verse cómo un niño impone su voluntad
como líder y atrae a los otros a su juego, al darse una cooperación activa, aunque los
papeles que se le asignan no sean de su agrado, o, al revés, queda abandonado a su juego
solitario. Además, se intenta llevarlo desde sus necesidades más tempranas, su con-
tacto corporal, hasta lo social. Se desea que sea capaz de compartir, de dar y recibir.
146
EL JUEGO
romper estos estereotipos impuestos por la cultura, al ampliar y estimular las expe-
riencias, el intercambio de funciones, y la libertad de movimiento y de pensamiento.
147
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
era usado como proyectil y todo iniciaba en un segundo. El cuarto quedaba inundado,
no se podía caminar y las sesiones terminaban con la salida violenta de los niños.
La contratransferencia se puede expresar, con las palabras de Ray Bradbury en
El hombre ilustrado: "Apaga la televisión y el cuarto de juegos, que nos devoran los
leones porque están hambrientos..."
Cuando una serie de reglas empezó a surgir, se sintió que las cosas podían ser
llevaderas para ellos y para los terapeutas: había nacido el orden en el grupo. Tam-
bién así se descubrió la manera de interpretar, ya que lo que quedaba por hacer era
hablar entre tú y yo. Se comentaba lo que se estaba sintiendo y viviendo, se dialogaba
y observaba cómo la acción cesaba por momentos y luego continuaba. El cambio en
el juego dio la pauta de que los niños escuchaban. La plática era como la de dos
padres en la intimidad, quienes suponen que sus hijos no se ocuparían en escucharlos.
Ésta iba unida a la formulación de límites, también, como forma de interpretación.
Primero se expresaba la experiencia de dolor que se vivía y después el deseo de
hacer devoluciones. Dupont funcionó como limitador de la agresión, en el rol del
padre que venía a rescatar a la madre y al niño; del padre que establece la ley y los
protege de la simbiosis; porque si mamá y niño quedaban pegados, podía pensarse
que se cumplía la fantasía-devorar a la madre, o bien, el ser devorado.
Anzieu menciona que para obtener un equilibrio psíquico, deberá funcionar una
referencia a la ley del grupo, real o simbólica, capaz de revertir las circunstancias
principales que desencadenaron la agresividad, como el liderazgo arbitrario, la inco-
municación entre pares o la frustración de las metas.
Al asumir más claramente la función de liderazgo de dictadores de la ley, se faci-
litó la comunicación y se dejaron de sentir invadidos y frustrados, lo que permitió la
reflexión continua. Así, la aparición de la ley paterna que protege a la madre también
lo hace con el niño, devorador-ambivalente y simbiotizado. La situación psicopatoló-
gica original con que se recibieron los niños iría descubriendo poco apoco otra forma
de relación.
Así fue posible confirmar que el núcleo de la enfermedad de estos pacientes, la
llamada área psicótica de la personalidad, estaba conectada con la acumulación de
agresión y de ansiedad y que su evacuación mejoraba el cuadro clínico pero, igual-
mente, que la modificación estructural se realizaba sólo por la vía de la internaliza-
ción, de la identificación con objetos reparados y de que estos fenómenos propiciaban
el proceso de desarrollo del niño, su mejoría clínica y su socialización.
En el psicoanálisis de niños, la comprensión del sentido del juego, del vínculo con
los juguetes o con sus pares y con sus objetos, más la relación transferencial con el
terapeuta y la posible expresión, ofrecieron los recursos necesarios para la interpre-
tación psicoanalítica.
148
5. Los padres
La primera entrevista
Adela Jinich
L
os doctores Dupont y Jinich, a la luz de sus primeras experiencias con grupos,
decidieron involucrar y comprometer, desde la primera entrevista, a los pa-
dres o acompañantes del niño en el proceso terapéutico. Solicitaban la
presencia de ambos, aunque estuvieran divorciados. Sin embargo, en la mayoría de
las ocasiones, sólo la madre acudió. De ella partía la demanda de tratamiento, gene-
ralmente por presiones de la escuela, principal localizadora de las patologías infantiles
y adolescentes. Con este hecho podrían, desde una primera lectura, encontrar la
problemática familiar y plantear las hipótesis iniciales.
Los terapeutas comentaron la presencia paterna y la denuncia a partir de la sinto-
matología del hijo, que distorsionaba o perturbaba la tranquilidad del hogar -emer-
gente-paciente identificado, chivo expiatorio. La plática los colocó en el papel de
jueces terapeutas para abogar, criticar o aceptar el juicio de los padres sobre este
conflicto dentro de la dinámica familiar.
Apuntaron que se vivía esta primera entrevista como un encuentro que producía
intensa ansiedad persecutoria. Ver al niño llegar acompañado de los padres era dra-
matizar lo temido: los roles de censores y jueces que dictaminarían el veredicto del
enfermo -facilitador o represor de lo que sucedía. Los padres representaban a todos
los integrantes familiares que producían ruido y que impedían que se tuviera claridad
en la percepción de la situación y la demanda. Se iniciaba con una apertura para-
noica, pero quedaba la posibilidad de una enseñanza: la de la viabilidad de rectificar
las funciones y los roles que se jugaban en la entrevista.
Se ha observado con frecuencia que, a poco de iniciada la entrevista, el niño se
relajaba al advertir la posición que se tomaba frente a sus padres. El momento de la
151
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
152
De la creación de un grupo de padres
acompañantes al diseño del GAP
E
l contexto terapéutico que se ha creado para trabajar con niños incluye, en
primer plano, el reconocimiento de la enorme importancia que tiene la colabo-
ración activa de los padres, lo que se plantea como una modificación en la
técnica del trabajo psicoanalítico tradicional, en donde suele trabajarse sólo con el
pequeño, sin establecer un contacto regular con ellos, a quienes se les refiere a trata-
miento con otro colega. Esto es desconocer la necesidad que tienen de entender lo
que pasa con sus hijos.
Por experiencia con este tipo de abordaje se mostraron lagunas importantes en
ellos para la comprensión del cambio que los niños presentaban. Esto se traducía, con
mucha frecuencia, en saboteo al tratamiento, por la angustia que les generaba frente
a lo desconocido. Este cambio terapéutico implicó pasar de una posición de especta-
dor pasivo a la de participante activo y comprometido.
Los resultados no tuvieron que esperarse. Plantear una conflictiva en el grupo
coordinado por miembros del Taller de Niños, aunado al conocimiento que provenía
del trabajo terapéutico de los padres, ofreció mayor claridad a la problemática fami-
liar. Con esto surgieron alternativas y perspectivas diferentes en las pautas de rela-
ción anteriores. La recurrencia a los antiguos estereotipos disminuyó y provocó una
dinámica familiar que sirvió para generar y apuntalar las nuevas relaciones.
El conocimiento que se adquiere del problema del hijo les permite una adaptación
activa en el proceso terapéutico, en lugar de depositárselo al terapeuta. De esta
manera, el hijo se convierte en un agente de cambio dentro de su propia familia y
153
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
154
LOS PADRES
La inquietud desde la cual se creó el taller la tuvieron sus coordinadores, los doctores
Marco Antonio Dupont y Adela Jinich, quienes sintieron la necesidad de tener un
espacio institucional donde fuera posible ampliar el campo de investigación sobre el
quehacer de los grupos analíticos infantiles y aplicar su esquema conceptual, referen-
cial y operativo.
El otro vértice de su preocupación se originó al cobrar conciencia de la limitación
de los recursos profesionales en esta tarea y de la creciente necesidad dentro de la
comunidad.
Un tercero sería el de la prevención. Entender el conflicto del paciente, identifica-
do como un emergente de la problemática de la familia, permite cobrar conciencia de
que ésta existe y, al trabajar de manera simultánea con los padres, se prevendría
de igual forma la aparición de conflictos en los demás miembros de la familia. De
esta manera, el niño y sus padres se convierten en agentes de salud mental, a través
de este cambio de dinámica.
En el Taller de Niños de AMPAG comprobamos, en experiencias anteriores, que el
modelo GIN favorece la toma de conciencia del niño acerca de sus dificultades y
ofrece un modo de elaboración tanto de las ansiedades como de los conflictos que las
provocan. Su aporte al modelo original de Dupont y Jinich fue el tratamiento analítico
de los padres en un grupo paralelo, el GAP:
155
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
156
LOS PADRES
X Cuando el niño estaba grandecito, para no tener problemas con él, lo encerraba en su
recámara y no lo dejaba salir. Hasta le puse una de esas chapas de botón para que no
pudiera abrir. Había veces que se la pasaba acostadito en el suelo, tratando de ver por
abajo y sacando una manita como para que lo vieran y le abrieran. Yo pasaba de puntitas
para no hacer ruido y que él no se diera cuenta de que yo estaba ahí.
Y Entonces estás enojada con tu marido, porque no te ha dejado que seas profesionista
como él.
X: Sí, yo hubiera querido recibirme y no quedarme en la casa, nada más cuidando niños.
Tengo dificultades con él y también me arrepiento de lo que le hice a mi hijo. Por eso
ahora lo colmo de cuidados y de cariño, porque me arrepiento, lo cuido y no quisiera
que le pasara nada.
M: Bueno, eso somos y nos entra una culpa... y luego hacemos todo por ella; creo que por
eso lo sobreproteges.
Z: Esto es frecuente, pero hay que evitarlo.
Otra comunicación, en una de las asambleas que se hacían cada tres meses con
padres, hijos y terapeutas, fue la siguiente: "Yo era muy duro, muy rígido con mi hija
y ella me tenía mucho miedo. Ahora trato de ser menos, aunque me cuesta trabajo y
estoy tratando de acercarme a la niña, ya que siento que fui muy injusto con ella,
durante muchos años".
A través de estos comentarios, se puede ver que el aprendizaje es un proceso
dialéctico. En el ámbito escolar a veces es difícil dilucidar quién aprende y quién
enseña, pues el aprendizaje de los maestros y la enseñanza de los alumnos es, en
ocasiones, más intensa que el sentido tradicional, donde uno enseña y el otro aprende.
157
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Lo mismo sucede en esta estructura terapéutica. Se puede ver que los hijos edu-
can a los padres, al provocar nuevas formas de relación y enseñarles a escuchar
sus reflexiones, sus sentimientos y sus pedidos, que antes descalificaban automática-
mente, por ser el comentario de un niño: y los niños no saben, no se dan cuenta de
las cosas. ¡Qué sorpresa descubrir que todo lo perciben y que sí se dan cuenta!
En el GAP se trabaja con una comprensión psicoanalítica de la materia, instrumen-
tándola con distintos recursos: señalamientos, interpretaciones, construcciones, dra-
matizaciones. Se utiliza la transferencia selectivamente: primero, cuando se manifiesta
como obstáculo al proceso; segundo, cuando ofrece la posibilidad de entender mejor
las situaciones interpersonales del grupo y, en ese sentido, interesa más el trabajo
con las transferencias laterales que las centrales. No se fomenta la neurosis de trans-
ferencia; se piensa que la situación del mismo es la ideal, para el logro de los propó-
sitos, por todos los beneficios terapéuticos que aporta la presencia de pares con
conflictos semejantes y que aumentan la posibilidad de insight, por el camino de la
proyección y luego la identificación introyectiva. La amenaza de disolución del víncu-
lo simbiótico madre-hijo se vive como una pérdida irrecuperable, como si no hubiera
o no existiera la posibilidad de soportar el dolor, que significa el crecimiento de los
hijos, que a su vez indica una separación, pero no sólo la separación de sus hijos, sino
también la de ellos como hijos que fueron de sus padres.
Se puede definir el proyecto de este modelo como una experiencia de elaboración
y de toma de conciencia en la difícil tarea de la formación del sujeto.
Se cree que en la medida en que los padres elaboren su situación edípica, podrán
subvertir la sujetación de sus hijos. Cuando se formó este grupo de padres, no hubo
sorpresa. Se intuía que estaría integrado casi en su totalidad por madres unidas, con
una misma problemática manifiesta: un hijo enfermo, y por un mismo conflicto latente:
su imposibilidad de resolver esa conflictiva edípica, al criar a sus hijos condenados a
repetir, con diferentes manifestaciones patológicas, el deseo inconsciente de los padres.
El intercambio de materiales y de criterios abría posibilidades de discusión en las
líneas de trabajo. Así, sesión tras sesión, se afinaban en forma lógica soportes donde
ya no existía la añeja clausura al GIN. El Grupo Analítico de Padres quedó así articu-
lado al GIN. De esta experiencia se sacan las siguientes conclusiones:
158
LOS PADRES
c) El trabajo de elaboración del duelo que implica, como telón de fondo, la termi-
nación prevista de la experiencia.
d) Esta modalidad rompe de plano y desde el diseño, la fantasía paterna del depó-
sito de los hijos y sus patologías, en una institución o en el terapeuta. Con esto
se incluye a los padres en el origen, proceso y destino de la salud filial posible.
Así se integra como el correlato o el camino paralelo recorrido por ellos en la
cura de sus niños.
e) El GAP es un instrumento que amplía la acción terapéutica del GIN, al trascender
lo inmediato del motivo de consulta y de su ulterior resolución y volverse un
elemento fundamental para la preservación de la salud mental.
Poder asumir que el ser padre y adulto no es la garantía de que se cuenta con el
conocimiento y la verdad y darse cuenta de que se puede estar equivocado y también
rectificar, a través de la comunicación con los hijos, cambia de modo radical la pers-
pectiva familiar y da lugar a un diálogo que va y viene, en lugar de ir siempre en la
misma dirección. Esto es lo que como equipo terapéutico se ha aprendido de los
pacientes.
Para finalizar, se cede la palabra al poeta Gibrán Jalil Gibrán: "Nuestros hijos no
son nuestros, son hijos del anhelo de la vida. Podremos darles nuestro amor, mas
no nuestros pensamientos porque tienen los suyos propios. Podremos esforzarnos
por llegar a ser como ellos, mas no intentemos hacerlos como nosotros, porque la vida
no retrocede ni se detiene con el ayer".
159
Mirar al niño con la lente familiar
Flora Aurón
LAING(1964)
Antecedentes
L
os acontecimientos cobran sentido y significación en su historia. Este artículo
tiene como antecedente una experiencia que tuvo lugar, hace más de 15 años,
cuando trabajaba con los doctores Dupont y Jinich evaluando a los niños que
ingresarían a los grupos, mientras ellos se ocupaban de los proyectos Grupo Infantil
Natural (GIN). En esa época, además de atender a las familias, las pruebas psicodiag-
nósticas se aplicaban a quienes ingresarían a las terapias. Cada estudio incluía una
descripción familiar, con una perspectiva a tres de sus generaciones, así como el
lugar que el pequeño ocupaba en ella. De igual modo, se incluía su historia clínica. Mi
trabajo formaba parte de la evaluación del niño antes de su ingreso.
Esta terapia familiar tiene su origen en inquietudes derivadas de dos vertientes
fundamentales: la infantil y el tratamiento de la esquizofrenia. Ambas coinciden en la
búsqueda de elementos que respondan a interrogantes en sus respectivos campos de
intervención.
Para obtener mayor entendimiento en la aplicación del tratamiento, se buscó re-
cabar información significativa sobre la influencia de las relaciones más próximas en
161
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
el comportamiento del infante; por eso, de inicio se incluyeron -dentro de sus campos
de intervención- las que tenía con la madre y otros familiares.
Como ocurre en la terapia de juego (Fromm-Reichman y Winnicott) o en la de
pacientes esquizofrénicos, la atención se llevó más allá del ámbito del individuo, al
encerrar en el proceso a la madre como sujeto activo con injerencia directa. Estas
experiencias clínicas abrieron camino a teorías interesantes como la del doble víncu-
lo o, en el sentido más coloquial, la de la madre-esquizofrenizante.
El desarrollo de la terapia infantil, y particularmente en la grupal, ha atravesado
varios movimientos instituyentes hasta su forma actual. Esto significa que ha estado
-y está- abierta y permeable a la influencia de otras concepciones.
Al seguir esta idea, los doctores Dupont y Jinich incorporaron cambios en la evo-
lución de su modelo y le aplicaron las medidas pertinentes, que demuestran una acti-
tud terapéutica flexible. Los autores del GIN, solicitaron desde el comienzo que por lo
menos uno de los padres, al mismo tiempo que el hijo, se integrara en terapia, con lo que
se desafiaba la concepción inicial, en la que el síntoma era un derivado exclusivo del
conflicto intrapsíquico del niño. Así, se incluía tanto la concepción vincular y relacio-
nal como la fundamental, en la estructuración y el mantenimiento del mismo problema.
Más tarde, en un segundo momento y como resultado del aprendizaje y la expe-
riencia, los doctores Jinich y Dupont establecieron otras modificaciones en los requisitos
del tratamiento, como la necesidad de que fueran ambos padres los que se compro-
metieran en él; otro salto en relación con el concepto inicial, que suponía sólo a la
madre implicada en la conflictiva infantil. La posibilidad de no quedar excluidos, de
compartir sus angustias, de identificar conflictos similares, de expresar la culpa que
les suscitaba la sintomatología de los hijos -y la propia- era muy tranquilizante, según
lo manifestaron los doctores Siniego y Benenati, coordinadores de estos grupos.
En una segunda etapa, los terapeutas trabajaron con la función de ser padres y
sus fantasías inconscientes con respecto a su hijo, las propias y aquellas sobre sí
mismos.
Después se planteó la alternativa de terapia familiar, si el caso lo requería. Esto
conllevó la inclusión del sistema fraterno y permitió la posible integración de la trama
de las tres generaciones.
En la siguiente etapa propusieron la formación de padres, lo que era posible pues-
to que, mientras esperaban a sus hijos, tendrían también un espacio terapéutico para-
lelo, que les daría continente y posibilidades de elaboración. De manera inicial, se
trabajaría con redes, como una alternativa de continente para la familia.
Incluir en este capítulo un panorama del contexto familiar ha respondido a un
movimiento dialéctico, que encierra dos puntos fundamentales:
162
LOS PADRES
Se parte del supuesto de que el contexto influye tanto en el sujeto como éste lo
hace en forma recíproca, puesto que entre ellos existe una continua interacción.
Como apunta Pereyra: "el individuo concreto es síntesis de múltiples determinaciones
provenientes de las relaciones sociales, desde el contexto familiar más inmediato
hasta los factores más mediatos y de eficacia indirecta de la formación cultural".
El propósito ha sido analizar y profundizar en una de las determinaciones: la fami-
liar, en la cual se entiende a este grupo como un sistema, con el que se puede bene-
ficiar el trabajo infantil en conjunto, en la medida en que se hayan considerado sus
factores reunidos en el tratamiento.
Marco teórico
Para entender al niño y su sintomatología dentro de la compleja red de determinacio-
nes familiares se revisaron, en tres de sus aspectos, algunos conceptos teóricos:
Un marco teórico amplio y articulado, que tenga como base las aportaciones so-
ciológicas, así como las psicoanalíticas y las sistémicas, se puede considerar más
extenso, puesto que tratará los enfoques psicodinámicos individuales y grupales. Esta
afirmación se puede sustentar en las siguientes ideas:
La escuela estructural -Minuchin-, apoyada en la teoría de sistemas, señala que
la familia cuenta con una organización en la cual los lugares o roles de cada integran-
te, padre, madre e hija (o), tiene funciones delimitadas y jerarquías definidas, que le
163
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
164
LOS PADRES
Por otro lado, Box, al referirse al concepto de fantasía inconsciente que comparte
el grupo familiar, añade que la naturaleza íntima de la relación lleva inevitablemente a
cada cónyuge a revivir conflictos inconscientes derivados de sus relaciones infantiles
tempranas, y demanda cierto ajuste -flt- entre ellos. Así, cada miembro de la pareja
representa los aspectos negados y escindidos del otro; o bien, ambos participan en un
tipo de folie a deux y separan sus aspectos conflictivos, los que, con posterioridad,
proyectan en algunos objetos externos a ambos. Agrega Box que los hijos se ajustan
a los modelos de sus padres y pueden servirles para perpetuar, elaborar o expresar
tales modelos.
En esta línea, los aportes de Laing son muy relevantes: "lo que internalizamos es
la familia como sistema, no sus elementos aislados, sino las relaciones y las operacio-
nes que se dan entre los elementos y sus conjuntos. Éstos pueden ser personas, cosas
u objetos parciales. A los padres se les internaliza como unidos o distanciados, juntos
o separados, próximos o lejanos; como personas que se aman, se pelean". Así, la
familia no es un mero objeto introyectado, sino más bien un conjunto de relaciones,
por igual introyectadas.
Internalizar significa transponer lo externo a lo interno. Implica la transferencia
de cierto número de relaciones que constituyen un conjunto, con las diversas operacio-
nes que rigen entre sus elementos y con los productos que permanecen dentro de él.
Laing dice que: "lo que se internaliza por medio de operaciones internas, a partir
de las cuales una persona desarrolla una estructura grupal personificada, no son
objetos como tales, sino pautas de relación".
Respecto de los mitos familiares, Stierlin afirma que éstos suministran una
fórmula común que presta significado a las sobreposiciones de los integrantes de
la familia, así como a los derechos y deberes que cada uno tiene en función de los
otros miembros.
Los mitos sirven como una orientación hacia donde apunta la familia. Ayudan
en las necesidades de las relaciones interpersonales y llegan a anclar a sus integran-
tes en vínculos recíprocos. En suma, ayudan en los requerimientos de justicia dentro
de sus relaciones y atribuyen a determinados parientes la culpa o penitencia, al igual
que les suministran sentimientos y cogniciones interpersonales y éticos.
Ferreira sostiene que el mito puede referirse a aquellas situaciones en las que la
familia le atribuye el fracaso, o ciertos estados depresivos de uno de sus elementos a
ciertos principios o fantasías colectivas. Según sea la concepción interna de las rela-
ciones familiares, se estipularán conductas y se definirán roles e identificaciones.
Lo anterior sugiere que las modificaciones en las transferencias intrafamiliares
buscan la ruptura de mitos que conlleven amenazas externas o internas y que susci-
ten ansiedades psicóticas: ¿el mito debería configurar un área de seguridad o debería
165
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANAÜTICO ÜRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
ser derrocado como tal? Andolfi lo considera una metáfora de la familia. Esto quie-
re decir que, a través de los mecanismos de condensación y desplazamiento y de la
identificación proyectiva, queda simbolizada su trama central en el síntoma del niño,
al igual que el mito de la familia.
La formación de una pareja, y posteriormente de una familia, indica el estableci-
miento de un sistema, lo que supondría la resolución de vínculos anteriores y la posi-
bilidad de diferenciación de los de su origen respectivo. No obstante, una de las
determinaciones del síntoma parecería representar el conflicto de no poder abando-
nar la cadena, de repetir un modelo anterior de relación, donde el vínculo de pareja o
filial simula un ligarse para no desligarse. El fenómeno de la simbiosis se resalta como
fundamental. La transferencia entre los familiares puede llegar a cumplir la función
de ciclo restitutivo y recreativo al reproducir, con los objetos actuales, los vínculos
primitivos de su configuración.
Se propone que el niño ocupe un lugar en la trama familiar y que en él prevalezcan
alianzas y coaliciones, a veces muy encubiertas, siempre relacionadas con la fantasía
y su conflicto de estirpe o de padre. Por ello, es necesario entender el juego de las
distintas triangulaciones que se presentan.
Así, la familia actual se convierte en un escenario donde se representan simultá-
neamente escenas significativas internas y del pasado en la dimensión de sus tres
generaciones. En este espacio se explica la intensidad de los conflictos actuales, que
pueden entenderse como resignación de conflictos similares vividos con figuras re-
presentativas que adquieren intensidad en el presente, en tanto que no se hicieron
conscientes o elaboradas en aquel entonces.
La lectura del sistema plantea aquí algunas interrogantes: ¿cuál es el lugar que
ocupa el niño no sólo en el deseo de los padres -como apuntara Mannoni- sino
también dentro de la estructura familiar? Y ¿qué función tiene el síntoma para esta
agrupación?
166
LOS PADRES
Los temas básicos, reprimidos y censurados por la familia, suelen ser los secretos de
adopción, de incesto, duelos y mitos familiares. De ahí que sea válido preguntarse en
qué medida el cambio de un niño puede propiciar que se abra o eclosione lo contenido
en ella (parte de lo reprimido por él constituye una fracción importante de lo encerra-
do y refrenado por la familia).
Como lo indican los doctores Dupont y Jinich, en la terapia y en las sesiones
guípales existen reglas propias: ¿qué sucede cuando se contravienen algunas propias
de la familia en el grupo terapéutico?, ¿acaso el cambio en el niño amenaza con un
cisma?
Por ejemplo, en la medida en que el niño pueda volver conscientes los conflictos o
elaborar ciertas situaciones que han estado reprimidas, podrá relacionarse mejor con
otros pequeños y con los terapeutas. Pero ¿qué sucede cuando su desorden y confu-
sión cobran sentido y orden y esta situación contrasta con la desorganización y con-
fusión de la familia?
Ello se relaciona con los dos tipos esenciales de dificultades que afronta la terapia
infantil: una es que los padres retiran del tratamiento al niño cuando éste tiene una
mejoría. ¿Cómo puede entenderse este movimiento desde la visión en el sistema?,
¿cómo prevenirse? La segunda dificultad aparece cuando la sintomatología del niño
retrocede y otro de los miembros de la familia se convierte en el sintomático.
167
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
La variable evolutiva
Los estudiosos del desarrollo infantil -Freud, Erickson, Piaget y otros- han abordado
el paso del niño por esas distintas etapas, y en cada una sus cambios intrapsiquicos y
corporales implican un nivel de sufrimiento; también han analizado las fantasías afi-
nes a cada momento. En el GIN se organizan estas ansiedades intrapsíquicas.
De manera análoga, la familia atraviesa un proceso que resulta trascendental,
descrito por L. Estrada, Haely, Minuchin y McGoldrick. El crecimiento es halagador,
pero exige una dosis de sufrimiento. En este caso, cada nivel incluye crisis o desequi-
librios que no siempre pueden ser afrontados, debido a que:
168
LOS PADRES
... el florecimiento sexual de la adolescencia, el que coincide con los estadios de mediana
edad de los padres -menopausia de la mujer y crisis de edad en el hombre-, mientras ellos
conviven la vejez y muerte de sus propios padres. En suma, esta disposición de tiempo
empalma, por su cosmovisión, cuando menos tres generaciones muy disímbolas en mu-
chos sentidos: ideológico, sociocultural, económico.
Sin embargo, lo que la familia resalta es la crisis del adolescente o del niño.
c) Hay etapas cuya significación histórica representa para este grupo la amenaza
de reclasificar sucesos no resueltos, como podrían ser la sexualidad y duelos
congelados y reprimidos. Una vía para evitar afrontar la crisis es mantenerse
forzadamente en una etapa anterior. Aurón apunta que "en las disfunciones
familiares extremas se comparte la ilusión de detener el tiempo mediante el
mecanismo de negación".
169
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Desde este enfoque, el acto de interrumpir la terapia puede ser entendido como
un indicador de que la familia no está preparada, o bien, no puede tolerar en ese
momento el desequilibrio.
Análisis de la demanda
170
LOS PADRES
Un día soleado cuatro ranas reposan sobre un tronco que flota. De pronto se mueve y, ante
la sorpresa y preocupación de lo que ocurre, cada una de ellas expresa lo que supone del
movimiento: -Lo que se mueve es el tronco, expresa una. -No, lo que se mueve es el agua,
dice una segunda. -No, exclama la tercera, el movimiento está en nuestra cabeza. Cuando a
la cuarta, que permanecía callada, le preguntaron su opinión dijo: El movimiento está en el
tronco, en el agua y en nuestra mente. La respuesta causó molestia y esta cuarta ranita fue
arrojada al agua por sus compañeras.
Con esta fábula se ilustra lo que sucede con las distintas aproximaciones teóricas
que, aunque válidas por sí mismas y en su campo específico, requieren una visión
más integradora. Como dice Von Foester, todo depende de la posición desde la cual
se hace la puntuación de lo que se observa y de lo que se lee. Una lectura más amplia
puede ayudar a entender tanto el contexto inmediato como el macrocontexto, donde
el síntoma cobra otro sentido. No se pretende aquí desvirtuar, descalificar ni competir
con otros enfoques, sino incluir, diferenciadamente, aquellos que explican lo que su-
cede. Aunque nos enfrentamos a distintos niveles de abstracción, se advierte la im-
portancia de tener un pensamiento sistémico de interrelación entre los distintos
elementos y tomar en cuenta el ecosistema y el contexto.
Esta fábula también revela con sencillez y agudeza lo que sucede con los chivos
expiatorios en las familias y en el grupo. Aquellos sujetos que captan las distintas
interrelaciones -sobre todo lo no dicho- y perciben algo amenazante, que los otros no
pueden tolerar ni asimilar para un cambio, son segregados con la esperanza de expul-
sar lo temido, lo incontrolable, lo amenazante.
171
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
172
LOS PADRES
173
Grupo Analítico de Padres.
El procesamiento de la pulsión sexual y la agresión
en la familia
BEATRIZ PINA B A R B A
Introducción
E
n este trabajo se intenta reflexionar sobre el procesamiento de las pulsiones
sexuales y agresivas en el seno de una familia, tomando como base la teoría
psicoanalítica de las relaciones vinculares.
Berenstein (1996) plantea que teorizar y abordar a las familias desde el psicoaná-
lisis no significa aplicar el psicoanálisis a la familia, sino ampliar la teoría y técnica
psicoanalítica que está en constante desarrollo de lo unipersonal a lo multipersonal, es
decir, de la construcción del aparato psíquico como un circuito cerrado a la formación
de él a través de los vínculos intra, ínter y transubjetivos, de la situación analítica
bipersonal a la situación analítica multipersonal, y del individuo a la pareja, la familia,
los grupos y las instituciones. En este sentido, comprender las fuerzas inconscientes
que se despliegan en la familia, las redes vinculares primitivas que se establecen, las
175
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Concepto de vínculo
En psicoanálisis es muy complejo por sus múltiples significados y sobre todo por su
confusión al ubicarlo en los diferentes espacios psíquicos: interno, externo, intrapsí-
quico, interpersonal, intersubjetivo, transubjetivo, etcétera, por lo cual es necesaria
una breve revisión sobre su concepto y ubicación.
Definición semántica
176
LOS PADRES
Tipos de vínculos
Vínculos transubjetivos
Según Kaes (1995), son todos aquellos entramados a partir de los aspectos sociales y
culturales, actualizándose entre las generaciones y participando en la formación del
psiquismo: el inconsciente originario, las fantasías originarias, el ello, el yo y el super-
yo. En estos vínculos, el sujeto de la herencia está dividido como sujeto del incons-
ciente, entre la doble necesidad de ser para sí mismo su propio fin y de ser el eslabón
de una cadena a la que está sujeto sin la participación de su voluntad, pero a la que
debe servir y de la que puede esperar un beneficio.
Vínculos intersubjetivos
Kaes (1995) los define en función del espacio o conjunto intersubjetivo, que surge
como resultado de las relaciones o ligazones entre varios sujetos del inconsciente y
que producen formaciones y procesos psíquicos específicos. Esta estructura inter-
subjetiva se expresa en grupos empíricos como el grupo familiar primario. En este
sentido, los vínculos intersubjetivos son aquellas ligazones y relaciones entre los
sujetos que permiten la constitución del aparato psíquico, son los que ligan el aden-
tro y el afuera, donde los sujetos son, por una parte, constituyentes y, por otra,
quienes se constituyen. La intersubjetividad es el puente relacional entre el adentro
y el afuera.
Vínculos intrasubjetivos
Son aquellos que resultan de las ligazones mutuas entre sus elementos constitutivos y,
por las funciones que cumplen dentro del aparato psíquico, son los que dan forma
y estructura a una organización intrapsíquica, como pueden ser las huellas mnémicas,
las fantasías inconscientes, el ello primordial constituido por procesos pulsionales
instintivos (pulsión de vida y muerte) o pensamientos inconscientes. Este espacio
podría denominarse grupo interno, que no es la simple proyección antropomórfica
de los grupos intersubjetivos ni la pura introyección de objetos y relaciones inter-
subjetivas.
177
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO CRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
178
LOS PADRES
d) Avuncular: es la relación que existe con la familia materna, tío materno o her-
mano de la madre y su papel dentro de la familia, como dador de la mujer.
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
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LOS PADRES
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
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LOS PADRES
Estas leyes permiten diseñar los distintos criterios con que cada yo procesa las
exigencias pulsionales que se presentan en la familia.
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U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
184
LOS PADRES
Viñeta clínica
Contexto familiar
La familia está constituida por cuatro miembros: Catalina, madre, de 39 años, origina-
ria de Tlaxcala, se dedica al hogar y estudió solamente la primaria; Rene: padre, de
38 años, originario de Oaxaca, es policía vial y estudió hasta tercero de primaria;
Mariana: hija, de 13 años, estudiante de secundaria; Eduardo: hijo de 7 años, estu-
diante de primaria y paciente identificado.
Catalina y Rene asisten porque ambos comparten la idea de que su hijo Eduardo
necesita un buen diagnóstico sobre su salud mental. Presenta muchas dificultades
185
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
para asistir a la escuela (desde el primer día de clases se quedó encerrado en el salón,
por descuido de la maestra, y se asustó mucho, defecando en los pantalones). No
quiere salir a jugar con sus vecinos, se la pasa platicando con dos amigos imaginarios,
no obedece ni escucha a la madre, es serio, introvertido y, a decir de la madre, dema-
siado civilizado para su edad, pues hace comentarios con palabras sofisticadas. La
maestra informa que el niño tiene un comportamiento raro: de repente se queda quie-
to y callado y con la mirada perdida por algunos minutos (ausencias diagnosticadas
no neurológicas); es probable que repruebe el ciclo escolar por su inasistencia, su
poca cooperación y concentración y su escaso aprendizaje. Catalina vive con mucha
vergüenza las quejas de la maestra sobre la conducta rara de su hijo, al grado de que
a veces prefiere no salir a la calle y dice que la problemática de Eduardo inicia a los
tres meses. Presentaba tics en la cara, que cada día eran más notorios; asustada, lo
llevó al hospital, donde no encontraron ningún padecimiento. No quedó satisfecha y
recurre a hospitales de segundo y tercer niveles, después con varios médicos particu-
lares, en donde tampoco le dan un diagnóstico que la satisfaga. Cuando el niño tenía
tres años, presentó una fiebre que le duró ocho meses. La historia de recorrido por
los hospitales y médicos particulares se repite; finalmente, en un hospital le dan un
diagnóstico de "epilepsia", lo que la tranquiliza y acepta. Desde entonces ha sido
paciente de múltiples nosocomios, con muy diversos diagnósticos.
Rene ha sido un padre que va y viene. En el periodo de los tics, andaba de mojado
trabajando en Estados Unidos para solventar los gastos de la familia; cuando regresó
tuvo trabajos lejos del hogar.
Catalina refiere que, hasta la fecha, ningún médico ha podido decirle qué enfer-
medad sufre su hijo; por ello, consulta con nosotros para que le hagamos un buen
diagnóstico. Catalina y Rene consideran que al resto de la familia no le pasa nada,
están bien, son unidos, viven bien, tienen buenos principios y son responsables.
Mariana, la hija mayor, va a la secundaria; para Catalina, está en la etapa de
rebeldía normal, se queja de que su padre no la quiere, que nunca está en la casa y
cuando llega los fines de semana, sólo es para regañarla, porque es muy celoso y no
la deja salir a la calle.
186
LOS PADRES
distante, poco cariñoso, más bien agresivo y celoso con las mujeres; sus hijas sólo
salían a la calle para ir a la iglesia y al mercado. Los hombres tenían derecho a asistir
a la escuela, porque después se harían cargo de los problemas del pueblo. La madre:
ocupada de los quehaceres del hogar, cuidar a los hijos y servir al esposo.
El grupo inicia con cuatro madres solteras, dos parejas (una de ellas Catalina y Rene)
un padre soltero y una madre que acude sola. Algunos meses después desertan dos
madres solteras, el padre soltero y al final la mujer que asiste sola. Rene y Catalina
mantienen a toda costa la idea de que ellos están muy bien, que son una familia unida,
que nada les pasa, que sólo acuden al grupo porque es requisito para que Eduardo sea
tratado y para saber por qué es muy distraído y no quiere ir a la escuela. Durante
muchos meses de trabajo sostuvieron la idea de que eran felices y no pasaba nada.
En el grupo casi no hablaban ni mostraban ninguna inquietud. Todos los demás
lloraban, peleaban, reían, preguntaban y en ellos no pasaba nada. Eduardo en el grupo
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
de niños tenía una conducta similar, se aislaba y tampoco decía nada, por lo que
decidió convertirse en changuito y sólo emitir gemidos. Rene comenzaba a faltar
argumentando que venían de Tlaxcala y era mucho gasto de dinero y tiempo; ade-
más, en su trabajo no le daban permiso; solicitaron asistir cada 15 días, pero el grupo
no estuvo de acuerdo, así que sin consultarlo decidieron asistir una sesión Catalina y
otra Rene.
Sin proponérselo fue la forma en que la alianza se rompió. Catalina comenzó a
asistir sola y su actitud cambió: habló un poco más de su relación con Rene, cuidando
no excederse para que no pudiéramos notar algo. Se quejaba de sentirse sola, con la
responsabilidad de los hijos desde que Rene se fue a Estados Unidos; le ha pesado
enfrentar las cosas sola; él siempre está trabajando, llega los fines de semana y
quiere que se le trate como rey porque lleva un poco de dinero, pero es intolerante
con los hijos; ¿y de la vida sexual?: ni tocarla.
Rene también comenzó a cambiar su actitud en las sesiones cuando llegaba solo:
habló de su vida, su abandono infantil, de su relación con su mujer, quejándose un
poco de ella, como una tirana, candil de la calle y oscuridad de su casa, complaciente
del padre, mandona, etcétera. Parecía que Catalina llevaba los pantalones en esa
casa, cuidaba a los hijos, administraba el dinero, tomaba decisiones, trataba de resol-
ver los problemas de todo el pueblo; ella estaba bien, era centrada y responsable y el
marido estaba loco y era un irresponsable, e incluso había pensado llevarlo al psiquiá-
trico, porque era muy agresivo. Rene no le servía para nada; al contrario, le daba
problemas, era como un hijo más, al que tenía que atender y cuidar. Pero tampoco lo
quería dejar porque ése era su destino (su cruz), porque en su pueblo las cosas son así
para las mujeres.
188
LOS PADRES
traía grandes beneficios a él. Con esta enfermedad de Eduardo, habían logrado que la
pareja estuviera unida para tratar el problema de salud de su hijo. Eduardo mantenía
reunidos a sus padres también con el pretexto de su salud mental. Tras la necesidad
de la madre de un diagnóstico de enfermo neurológico o mental de su hijo pueden
pensarse varias hipótesis:
Catalina tiene un padre al cual ama, odia e idealiza. Hay una identificación con la
parte idealizada del padre, líder comunitario, que se preocupa por los problemas de
la comunidad; así, ella intenta resolver los problemas que los vecinos le presentan.
Puede también existir una identificación con la parte agresiva y autoritaria del padre,
expresada en un vínculo con Rene.
Por un lado, ella hubiese querido ser como el padre varón (negando la femineidad)
para gozar de los privilegios, pero, para ser la pareja de mamá, concretándose en la
relación con Rene, donde parece que ella lleva los pantalones. Rene parece ocupar el
lugar de su objeto libidinal: la madre, sometiéndose a sus caprichos (¿pacto denegati-
vo de la homosexualidad de ella?).
Por otro lado, Catalina se identifica con la madre víctima, que pide venganza
contra los hombres y le transmite la sed de venganza (¿transmisión psíquica de in-
consciente a inconsciente?). Ella jura vengarse, lo cual logra en su relación con Rene
y Eduardo, los dos varones de la familia, a los que hay que castigar, maltratar o
castrar de algún modo, ya sea con el sometimiento o con la muerte mental. De esta
forma adquirir su falo, control, poder, decisión, preservar la vida y seguir unida a la
madre.
Rene tiene la madre que tanto necesitaba: Catalina, quien lo trata como rey, por
tanto, está dispuesto a negar su masculinidad, con tal de preservar el amor de la
madre, su posición de ser la pareja femenina de Catalina, identificando con la madre
(¿denegación de la homosexualidad?).
La llegada de la primera hija, Mariana, no produce ninguna amenaza para la pare-
ja, pero es protegida por la madre y maltratada por el padre; la madre le deposita
todos sus sueños no realizados y su misión es hacer lo que ella no pudo. Pero la
llegada del hijo es una amenaza para ambos; para Catalina se convierte en un objeto
perseguidor, el hombre que amenaza con quitarle el poder y el control sobre los de-
más. Para Rene es un rival, un competidor y una amenaza, ya que corre el peligro de
perder la atención y la protección de la madre.
Por lo anterior, ambos se alian, aceptan el daño neurológico de Eduardo, hacen
todos sus esfuerzos para llevarlo a los hospitales, e incluso Rene deja su trabajo
pendiente para estar juntos y encontrar el mal del hijo. Aunque todos los electroence-
falogramas demuestren lo contrario, ellos estarían dispuestos a todo; si fuera necesario,
189
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
hasta operarlo del cerebro, ¿para qué? Para que Catalina, identificada con su madre,
cobrara la venganza tan anhelada y mantuviera el poder por medio del falo del hijo.
Para Rene eliminar a su rival, el hijo, enloqueciéndolo le evita el terrible dolor de la
castración.
Eduardo tiene el siguiente panorama: una madre "masculina" autoritaria, rígida,
aplastante y capaz de desplazar al padre de su lugar. Un padre "femenino" que re-
nuncia a su poder, autoridad e influencia legítima. Esto le ocasiona graves conflictos
en su separación-individuación, los límites entre él y la madre son ineficientes, inter-
fiere en su capacidad para resolver su identificación femenina primaria, provocando
deficiencias en la estructuración del yo; en Eduardo existe un deseo y temor a fundir-
se con la madre, por tanta ansiedad y angustia de separación. Ante tal panorama,
Eduardo asume su lugar del loco y huye de la situación refugiándose en sus fantasías,
aceptando su destino funesto. Con tal de mantener la "unión" de sus padres, trata de
evitarse el doloroso proceso de crecer e intenta destruir aquellas funciones de su
mente que lo pongan en contacto con la realidad; probablemente su futuro esté en-
marcado con problemas de identidad de género.
Mariana (la hija) ante tal situación se revela, protesta, se enferma y se angustia,
pero se somete a la ley. Ellos vienen a terapia a que les confirmemos que hay que
sacrificar al hijo. Al final del año y terminación del proceso grupal, Catalina se va,
muy enojada, por atentar contra la felicidad y la unidad familiar; Rene hace algunos
intentos por recuperar su lugar como padre y autoridad en la familia; Eduardo se
humaniza, rompe el silencio y comienza a delatar el atentado contra su persona.
Paradójicamente, Mariana enferma de adolescencia y pide ser llevada con el
neurólogo.
La alianza inconsciente es mantener la fusión madre-hijo para, con esto, negar la
homosexualidad de ambos padres. La fantasía predominante: escena primordial, te-
mor a la castración, etcétera.
Catalina es objeto libidinal invertido para Rene,
Rene es ayudante o auxiliar para Catalina,
Mariana (hija) es objeto libidinal de Rene (padre),
Rene es objeto libidinal para Mariana (hija),
Mariana (hija) es modelo para Catalina (madre), es decir, coloca sus expectativas
en la hija para después identificarse con ella,
Catalina (madre) es rival para Mariana (hija),
Eduardo es rival para Rene (padre),
Rene (padre) es objeto libidinal para Eduardo (hijo),
Eduardo (hijo) es ayudante o auxiliar para Catalina (madre) quien lo usa para sus
fines.
190
LOS PADRES
Conclusiones
Teorizar y abordar a las familias desde el psicoanálisis no significa aplicar el psico-
análisis a la familia, sino ampliar la teoría y técnica psicoanalíticas.
Desde la teoría psicoanalítica vincular, puede decirse que para el GAP es necesario
comprender la relación entre padres e hijos no sólo en un sentido en el que la conduc-
ta de los padres moldea la de los hijos o se moldean mutuamente, sino también la
situación se torna más compleja donde el niño genera sus propios moldes a partir de
ciertas leyes que estructuran el aparato psíquico y que configura, así, un exterior para
lo cual los estímulos de los progenitores tienen un valor eficaz como contenidos reor-
denadores desde leyes propias de su aparato psíquico.
La familia como una producción humana es un constructo simbólico y, al mismo
tiempo, es factor de humanización que tiene a su cargo transmitir esta experiencia
humana; es una manifestación interindividual, un efecto un producto, o sea, una ma-
nifestación de una configuración de vínculos interindividuales, resultado de una serie
de estructuras y procesos anímicos interindividuales que se expresan en el entra-
mado de vínculos intra, inter y transubjetivos.
La familia tiene como meta principal procesar la realidad pulsional y sólo secun-
dariamente obedecer a las exigencias de la realidad exterior del superyo; esta meta
es uno de los fundamentos para entender el origen y las relaciones entre sus integran-
tes. Cada familia tiene un modo particular de procesar, a través de sus vínculos
interindividuales, las pulsiones sexuales y agresivas. Lo reprimido retorna de muy
diversas maneras: ya sea en síntomas individuales o compartidos por varios de sus
miembros. O por otras modalidades irruptivas o traumáticas mediante alianzas, con-
tratos, secretos y pactos inconscientes, que son determinantes de las posiciones del
yo ante los otros.
La configuración defensiva creada por la familia constituye uno de los pilares de
la organización interindividual, que procura procesar las exigencias de la realidad,
de las instancias valorativas y críticas y, sobre todo, de las aspiraciones pulsionales
determinantes en los vínculos familiares; no es sólo un conjunto de deseos, sino más
bien su procesamiento psíquico mediante las defensas, que constituyen un entramado
intrapsíquico e interindividual, en un conjunto de transacciones de donde derivan las
diferentes manifestaciones, más o menos estables o más o menos logradas.
191
6. Supuestos teóricos y propuestas técnicas
Consideraciones preliminares
M
elanie Klein y Anna Freud, como es bien sabido, desarrollaron las matrices
teóricas del análisis infantil que Sigmund Freud sólo señaló a lo largo de su
obra: cada una con modalidades teóricas y características técnicas diver-
gentes encabezaron corrientes de pensamiento. Algo más adelante, también en Lon-
dres, surgió la figura de Donald W. Winnicott, quien fundó, dentro del mismo movi-
miento psicoanalítico, una tercera escuela cuyas perspectivas, sin ser eclécticas, se
descubren enriquecidas por la teoría de las relaciones de objeto; de los mecanismos
neuróticos y psicóticos que aparecen durante el desarrollo infantil normal y por una
visión adaptativa recíproca del infante y su entorno que no descuida la educación
como una forma de convivencia creativa.
La originalidad de las aportaciones de Winnicott permitió ampliar el campo tera-
péutico hacia las relaciones intrafamiliares, sociales y culturales. Concibió el juego y
el jugar como secuencias que reconocen su origen cuando el niño entra en contacto
emocional con la realidad externa o, mejor, con el mundo no yo. Y entre el mundo
interno pleno de omnipotencias y el externo, donde se descubre la frustración, Winni-
cott describe la apertura de un espacio original: el de la ilusión, el de los fenómenos
transicionales, cuyo primer habitante es el llamado objeto transicional, primera pose-
sión no yo. Este espacio posteriormente será el del juego, de la creatividad y donde se
insertarán los valores de la cultura y sus íntimos personales significados. En este
espacio devienen, como alternativas, la ilusión y su realización creativa y, en el polo
opuesto, la ilusión y su imposición obstinada, que es lo que comúnmente se califica
como locura.
195
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
El punto de partida
Los autores de este trabajo somos analistas formadores en el contexto freudiano del
psicoanálisis y analizados individualmente a "la kleiniana"; de ahí la afinidad teórica
que nos ha reunido. También nos entrenamos como psicoterapeutas analíticos de
grupo y cada uno por su lado nos analizamos en grupo.
El estímulo que compartimos para emprender la experiencia terapéutica grupal
con niños fue el común interés en el análisis de estos pacientes -que desde muy
temprano emprendimos en el ejercicio profesional privado- y nuestro contacto con la
psicología de los grupos y su psicoterapia, actividad que hemos compartido.
Una primera ambición fue llegar a superar las limitaciones inherentes a las técni-
cas, donde la interpretación constituye el único instrumento terapéutico o donde se
rescata e interpreta lo que de simbólico contiene el juego infantil. Es así que empren-
dimos el diseño de un procedimiento que permitiera el acceso al conflicto infantil
desde lo más cercano a sus fuentes de origen, de tal manera que fuera posible entrar
en contacto con los vectores primarios de la enfermedad.
En este ambicioso proyecto, las fantasías inconscientes y las ansiedades que pro-
mueven deberían lograr exteriorizarse, mostrarse, comunicarse y actuarse dentro de
un marco de continencia terapéutica, de seguridad y de confianza que permitiera su
comprensión y, ulteriormente, su elaboración. El pensamiento reflexivo y la rectifica-
ción razonada de la conducta surgirían tras adquirir un mayor grado de tolerancia a la
frustración, de control sobre los impulsos y de capacidad reparadora. Logradas estas
metas, el concomitante abatimiento de la ansiedad permitiría retomar el paso a un
proceso de desarrollo interrumpido o, por lo menos, alterado por los procesos defen-
sivos hipertrofiados por la ansiedad.
Un punto fundamental en el proyecto era intervenir en el entorno ambiental de
nuestros pacientes para modificarlo favorablemente y garantizar, en lo posible, que
una vez inmersos en la familia, la escuela o el ámbito infantil no fueran señalados
como pacientes. Es a partir de esta "ilusión creativa", que más de una vez temimos
cercana a la locura, cuando formulamos nuestro proyecto y una serie de propuestas
teóricas conectadas, necesariamente, con la técnica.
196
SUPUESTOS TEÓRICOS Y PROPUESTAS TÉCNICAS
Aplicaciones técnicas
197
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Aplicaciones técnicas
El grupo está integrado por niños y niñas de ocho a 11 años de edad. En el diseño GIN
original (GIN 0), en la consulta privada, se recibieron hasta ocho niños y el grupo se
organizó abierto y sin límite de tiempo. En los modelos ulteriores, en instituciones,
se organizaron en forma análoga; pero se introdujo la modalidad de cerrarlos y contar
con una duración límite anunciada desde la entrevista inicial.
En el diseño GIN original, en la consulta privada, se dispuso una amplia sala, con
aislamiento acústico, sin decoración, con un pizarrón, gises y borrador. Se contaba
con un sanitario interior. Se dispusieron ocho sillas ligeras tamaño infantil y dos para
adulto. En los subsiguientes modelos se eliminaron las sillas, sustituyéndose por cojines.
La abstinencia se refiere a la ausencia de instrucciones a los pacientes infantiles,
quienes en la fase de apertura asumen actitudes y conducta defensivas, como las del
alumno obediente o hijo "bien portado".
La interpretación rompe la defensa y promueve la aparición del escenario familiar
reprimido. Los coterapeutas deben registrar las proyecciones que se les depositan, su
carácter y modulaciones, así como los movimientos grupales referentes al liderazgo,
sumisión, ataque, huida, apareamiento, etcétera; todo ello -dentro del contexto grupal
y afectando a los involucrados- es motivo de interpretación. Igual se procede en
relación con las fantasías implícitas en la comunicación verbal o en la actuación.
Este tipo de apertura del trabajo grupal se modificó en los diseños GIN I en adelante.
Los coterapeutas, sentados en cojines al igual que los niños, alrededor del cuarto de
trabajo, interpretan los mismos elementos y actitudes que en el GIN original, dirigiéndose
198
SUPUESTOS TEÓRICOS Y PROPUESTAS TÉCNICAS
la palabra uno al otro de modo que puedan ser escuchados por los niños. A este tipo de
interpretación, que llamamos "marginal", sigue la observación de que "en este grupo todo
puede ser diferente", emitida por los coterapeutas, quienes acto seguido rompen la absti-
nencia lanzándose los cojines uno al otro y a los niños, que muy pronto se unen a la acción.
Aplicaciones técnicas
199
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Aplicaciones técnicas
200
SUPUESTOS TEÓRICOS Y PROPUESTAS TÉCNICAS
del grupo, y del grupo como totalidad, en el contexto de la transferencia hacia los
padres y hacia los coterapeutas, siempre entendidos como figuras proyectivas hacia
las que se dirigían las comunicaciones verbales actuadas. Las fantasías, que en la
primera fase aparecieron cargadas de tal cantidad de ansiedad que hacían imposible
su secundarización, pudieron ser elaboradas ampliamente, como requería se reapari-
ción. Asimismo, la introducción del grupo en un campo de acción más allá del cuarto
de trabajo, ofreció nuevas oportunidades elaborativas al enfrentar los niños experien-
cias relacionadas con objetos ajenos, extraños y no habituales, con modalidades muy
propias; luego eran motivo de discusión, al retornar al cuarto de trabajo.
Aplicaciones técnicas
Dado que el agrupamiento GIN en su modelo original fue proyectado como grupo
abierto, se aceptaron nuevos miembros una vez logrado que el proceso terapéutico
indicara progresión, esto es, cuando se accedió a la segunda fase.
Los nuevos pacientes se incorporaron rápidamente a las rutinas grupales con la
tendencia manifiesta a la adaptación defensivo-imitativa. Sin embargo, la interpreta-
ción de tales actitudes defensivas, de las ansiedades y de las fantasías, que en el
grupo original condujo a una regresión y evacuación intensas, en los nuevos pacien-
tes, cuando se presentaba este proceso, se observó notablemente limitada y breve.
Este fenómeno se entendió obedeciendo al hecho de tratarse de uno o dos pacientes
nuevos y no de la apertura de un nuevo grupo y básicamente a la capacidad de
contención del grupo original, que siempre fue relevante en su participación.
201
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
202
SUPUESTOS TEÓRICOS Y PROPUESTAS TÉCNICAS
Aplicaciones técnicas
203
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Aplicaciones técnicas
Al condensar las diversas fases del GIN original en una sesión de 60 minutos semana-
les, a lo que se añade la tarea terapéutica con los padres en grupo, se optimizaron sus
resultados y se abrevió su duración. Ya ha sido señalado que los ulteriores modelos
GIN se organizaron cerrados y de duración preestablecida y limitada.
El modelo GIN I se organizó con duración de seis meses y fue el más breve. El GIN
II, con dos años de duración, fue el más prolongado; en el III se planeó para trabajar
un año y medio y en el IV sólo un año. En este último modelo se obtuvieron los
resultados más alentadores. Cabe añadir que los cuatro GIN, ulteriores al original, se
llevaron a cabo en instituciones psicoterapéuticas de servicio a la comunidad y de
enseñanza. Esta última particularidad, la enseñanza y el entrenamiento de psicotera-
peutas estudiantes de los institutos en cuestión, imprimió algunas características a los
procedimientos rutinarios de los modelos GIN. Una jornada terapéutica regular, por
ejemplo del GIN IV, tiene las siguientes características: el equipo se reúne con los
coordinadores una hora antes del trabajo con los pacientes y está formado por los cotera-
peutas de los niños y de los padres, así como por los coordinadores. Eventualmente se
añaden terapeutas encargados del seguimiento de casos anteriormente tratados. Se
discuten básicamente los problemas terapéuticos y las estrategias para enfrentarlos.
Concluida la hora de trabajo terapéutico con los niños y los padres, cada grupo por su
lado tiene otra reunión de aproximadamente una hora. Su finalidad es ofrecer infor-
mación sobre los movimientos dinámicos habidos en ambos grupos, elaborar el mate-
rial que podría ser abrumador para los terapeutas y realizar una supervisión mutua
dentro del grupo.
204
SUPUESTOS TEÓRICOS Y PROPUESTAS TÉCNICAS
Respecto de los 60 minutos de trabajo terapéutico con los niños, una breve des-
cripción es pertinente: la acción la inician los niños o los terapeutas, ya sea lanzándose
cojines o a través de alguna acción. Las interpretaciones se emiten tan inmediata-
mente como se adviertan motivaciones, intenciones, afectos, alianzas, ataques o cual-
quier movimiento o verbalización que afecte a individuos en particular o al grupo. Las
interpretaciones siempre se formulan en transferencia genética. Se promueve la eva-
cuación agresiva y se acepta el contacto corporal de lucha física con los coterapeu-
tas. Tras un periodo variable, que depende de la evolución del grupo, los coterapeutas,
en acuerdo, dan por finalizada la acción y proclaman que ha llegado "la hora de
pensar". Dado que la puerta de la sala de trabajo se mantiene abierta, los pacientes
pueden ausentarse en cualquier momento y suelen retornar en "la hora de pensar"
los que decidieron aislarse. Este tipo de actividad parece ejercer un atractivo especial
para los niños, de modo que es excepcional que no retornen los que se ausentaron;
aquellos que se niegan a suspender la acción son objeto de interpretaciones, general-
mente referidas a las cargas de ansiedad y a la dificultad de lograr su control. En todo
caso, son ignorados por el grupo y por los coterapeutas y habitualmente se integran al
grupo; si por el momento no lo toleran, se retiran y retornan más adelante.
En "la hora de pensar" hay tribuna libre para los niños y coterapeutas. Se comen-
ta, describe o relata cualquier asunto cada vez con mayor espontaneidad y completa
libertad. No es raro que un grupo adelantado en su proceso proponga dramatizacio-
nes de los relatos que hace alguno de los pacientes sobre lo ocurrido dentro o fuera
de la sesión. En tales casos, los coterapeutas colaboran en su organización y en la
comprensión interpretativa de los contenidos que aparecen. "La hora de poner las
cosas en su lugar" se reduce a ubicar los cojines en el sitio original y a tomar los
objetos personales que al inicio depositaron en la entrada de la sala de trabajo, entre
los cuales se cuenta su calzado, libros o juguetes. Con ello se concluye la sesión.
Aplicaciones técnicas
En el agrupamiento GIN original, la primera y segunda fases tuvieron continuidad. Es
decir, culminada la primera se inicia la segunda, en la que, sin embargo, aparecían
cíclicamente numerosos elementos clínicos de la primera fase ya secundarizados.
205
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Aplicaciones técnicas
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SUPUESTOS TEÓRICOS Y PROPUESTAS TÉCNICAS
Aplicaciones técnicas
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
208
SUPUESTOS TEÓRICOS Y PROPUESTAS TÉCNICAS
hayan surgido durante la primera y que pueden coincidir o no con las observaciones
realizadas por los coordinadores y por las propias experiencias de éstos en su contac-
to con aquéllos.
Es de importancia dar todo el tiempo que resulte necesario a los participantes para
elaborar la experiencia; esta última parte tiene su equivalencia en la tercera fase de
una sesión regular.
Decidido quiénes serán los participantes del equipo, sigue la integración de pare-
jas terapéuticas. La tarea didáctica obliga a que cada uno de los coordinadores haga
pareja con uno o dos estudiantes durante la hora de trabajo clínico. La introducción
del parámetro de la triterapia, nunca previsto en el proyecto, se realizó en la experien-
cia GIN II, en la que se encontró que no alteraba sino que facilitaba el programa
previsto. Desde luego, tratándose de un coordinador del sexo masculino y dos estu-
diantes, hombre y mujer, el grupo de niños ofreció movimientos dinámicos y variables
en cuanto a las identificaciones, proyecciones y alianzas, que siempre fueron de uti-
lidad al reducirlas a la interpretación del conflicto proyectado. En los demás modelos
GIN siempre se contó con coterapeutas hombre y mujer.
Los coordinadores igualmente pueden permanecer tras la cámara de observación,
cuando así se organiza el equipo, particularmente cuando los estudiantes cuentan ya
con alguna experiencia en el procedimiento. La coterapiay los coterapeutas constitu-
yen un tema de sumo interés al que se le dedica un capítulo especial.
Aplicaciones técnicas
Las instituciones, como las familias, cuentan con recursos de salud y enfermedad que
parten de sus estructuras organizativas. La eficiencia en el cumplimiento de su o sus
tareas obedece el predominio operativo de la fuerza saludable que la impulsa. El
209
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Aplicaciones técnicas
210
SUPUESTOS TEÓRICOS Y PROPUESTAS TÉCNICAS
Una visión empírica del método GIN muestra que sus tres fases se enlazan en continui-
dad. La primera en términos de respuestas a un estímulo, la segunda como reflexión
211
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
212
7. Otras aplicaciones: situaciones traumáticas
Consideraciones preliminares
L
os sucesos catastróficos son conocidos como causantes de problemas de
salud mental en las víctimas. Sin embargo, la variedad y naturaleza de dichos
problemas y la forma en que se manifiestan tienen una relación directa con el
tipo de desastre y de comunidad en que se desarrollan. La solución de esta problemá-
tica va aparejada con la necesidad de operar servicios de salud mental después de las
catástrofes, por lo que es importante saber qué tipo de servicios y de qué capacidad
se pueden ofrecer.
El estrés psicológico y los problemas de salud mental se originaron en la ciudad de
México en septiembre de 1985, a partir de los siguientes impactos: la vivencia del
terremoto y los daños causados por éste, como pérdidas de vida, heridos, mutilados,
enterrados vivos, familias enteras desaparecidas, pérdidas materiales que van desde
el edificio o vivienda junto con todas sus pertenencias, hasta el lugar de trabajo y el
trabajo mismo; además, las repercusiones de la desorganización social que sufrió la
comunidad después del desastre y que originó toda una gama de trastornos psicológi-
cos y psiquiátricos.
En relación con los efectos psicológicos de las situaciones de desastre existe una
extensa bibliografía que confirma la hipótesis de que las catástrofes naturales están
en el origen de consecuencias psicológicas graves y profundas y que de los fenóme-
nos naturales son los terremotos los que más ansiedad producen, ya que no hay lugar
para escapar o refugiarse. El grado de destrucción, el número de muertos y la inten-
sidad y duración del sismo guardan relación con el impacto psicológico. La mayoría
de los autores coinciden en un esquema común que incluye una fase anterior al im-
pacto, la del impacto mismo y una posterior.
215
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
216
Intervenciones grupales
en situaciones de crisis para grupos de niños
E
l terremoto de 1985 nos cimbró a todos; conmovió tanto nuestras estructuras
como nuestra noción de las cosas. Luego de los traumáticos sucesos, nota-
mos que ya no éramos los mismos. Nos habíamos unido, estábamos organiza-
dos trabajando en grupos (unos de conocidos y otros, hasta entonces, de desconocidos)
y desempeñando todo tipo de funciones.
Pasamos rápidamente del sueño a la vigilia; del sueño condensación y desplaza-
miento -vivencia de los siniestros- a la vigilia, al contacto con la realidad y la intensi-
dad de la catástrofe.
Naturalmente hubo diversas respuestas, desde las viscerales y desorganizadas
hasta la ayuda calificada. En el área de la salud estuvimos en un primer momento
paralizados, a la expectativa. La atención fue sustancialmente médica y de rescate;
se trataba sobre todo de salvar vidas y de enterrar a los muertos; las demandas y las
respuestas eran confusas y era preciso atender y solucionar los problemas inmediatos.
Frente a un impacto traumático, se considera que la ayuda psicológica es la res-
puesta adecuada. Las catástrofes suelen causar o precipitar serios problemas en la
salud mental de las víctimas. Los males varían en intensidad y naturaleza de acuerdo
con el tipo y grado del desastre, ya sea individual o social, y del tipo de respuesta,
comunitario o institucional. En nuestra comunidad, términos como "neurosis traumá-
tica", "terapias breves y de emergencia" o "intervenciones psicológicas en las crisis
emocionales o depresivas" se convierten súbitamente en vocablos del dominio públi-
co. La información que transmitían los medios masivos generó distintas demandas
por parte de los damnificados, de acuerdo con el lugar que habían ocupado en el
217
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
desastre, y así surgió una clasificación de damnificados que denominamos "el papel
protagónico en la escena del desastre".
La angustia y la desorientación eran agobiantes; se nos exhortaba a una toma de
conciencia individual, grupal y social. Al mismo tiempo y al multiplicarse las deman-
das de ayuda que se hacían a nuestra institución, se pensó en impartir cursos de
capacitación y asesoría para el personal de asistencia y el grupo de profesionistas
que ayudaban a enfrentar el desastre.
Con cerca de 1 300 escuelas afectadas -casi la mitad del total, según cifras ofi-
ciales- en el Distrito Federal, con los maestros y alumnos trabajando al aire libre o en
aulas improvisadas y sin precisar de qué manera se reubicaría a los estudiantes que
perdieron su escuela, la Secretaría de Educación Pública reanudó labores con el lema
"otra vez de pie".
Así, con la ayuda de la UNICEF y la AMPAG, instituciones que aportaron todos los
recursos necesarios, se nos propuso elaborar y desarrollar un curso intensivo que
denominamos "Intervenciones grupales para grupos de niños y padres", dirigido a los
trabajadores del campo de la educación. El curso se inició el 23 de octubre de 1985 y
terminó el 26 de febrero de 1986. Nuestro modelo de intervención abarcó tres nive-
les: de prevención y diagnóstico, pedagógico y terapéutico.
El concepto de "nivel de prevención", de tener un uso restringido en la medicina
social especializada, se ha expandido al área de la salud. Se trata de una noción
dinámica que hemos incorporado a nuestros esfuerzos por alcanzar una visión de
conjunto, pues todo quehacer relacionado con la salud es preventivo en distintos
planos. Este nexo común permite entender mejor la vinculación de las distintas
acciones.
Nuestro modelo considera los dos tipos de prevención: primaria y secundaria. El
primer nivel se refiere a la detección y difusión de los recursos con los que se cuenta
para contener la crisis y para evitar, de ser posible, la instalación de patologías y la
secundaria será la que facilite un diagnóstico precoz de patologías severas y que
ofrezca la posibilidad de indicar terapias específicas, así como realizar una derivación
adecuada.
En el diseño del nivel pedagógico se introduce un abordaje de comunicación que
está dirigido a los participantes del seminario para ser aplicado en los niños y que busca
facilitar la expresión y la verbalización. Pensamos que el vínculo tradicional se ha
caracterizado por la rígida distinción de los roles: el que enseña-el que aprende, el que
sabe-el que ignora, el que da-el que recibe, disociaciones éstas desniveladas por la
temporalidad. En nuestro seminario, esa relación se remplaza por una concepción
grupal de enseñanza-aprendizaje, en la que se preservan distinciones funcionales
flexibles de los roles al servicio de una tarea colectiva. Los maestros, sensibilizados
218
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
219
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Primera intervención
En noviembre de 1985, Jinich y Siniego realizaron intervenciones en distintas escue-
las. En una de ellas, la José Martí, trabajaron con un grupo de 12 elegidos al azar,
siete niños y cinco niñas entre ocho y 12 años. El plantel no sufrió daños, aunque
estaba sobrepoblado por alojar a alumnos de otra escuela.
Los coordinadores se presentan e invitan a que los niños lo hagan. Los niños, ante
el estímulo de la propuesta ("vamos a ver qué recuerdan de los sismos de septiem-
bre"), comienzan a hablar de sus experiencias. Queremos hacer notar que en esta
primera fase se presenta un fenómeno que luego se repitió en las otras intervencio-
nes. Los niños se presentan muy ligados a sus experiencias individuales; aunque se
conocen, no interaccionan. Se mantienen tratando de establecer un diálogo con los
coordinadores.
De inmediato se propone que los miembros del grupo muestren, con diferentes
materiales, lo que quieran expresar. La catarsis se va dando paulatinamente. Todos
trabajan, algunos dialogan al tiempo que pintan papeles que están pegados a las pare-
des. Trabajan solos o en parejas. Los coordinadores, pasando un tiempo prudencial
en el que los niños terminan su labor expresiva los interrogan: "Habíame de lo que
hiciste", y ellos explican con distinto nivel de excitación. Los trabajos tienen compo-
nentes fundamentalmente dramáticos ligados a sus experiencias y fantasías. Hay un
trabajo que llama la atención; tenía un título sugestivo "castigo de Dios" y es alrede-
dor de esta sugerencia, emergente grupal místico, donde se organiza la discusión
grupal y da lugar a la "hora de pensar". Ya el grupo trabaja intensamente como tal.
Se observa la polarización de liderazgos por los emergentes. Hay un emergente mís-
tico y otro del pensamiento científico. La asociación a una y otra tesis se manifiesta
en cada miembro. La sesión transcurre en discusiones sobre los argumentos y triunfa
la tesis científica. Concluye la intervención al ponerse las cosas en su lugar y con el
agradecimiento de los niños.
El equipo quedó satisfecho con el modelo que se desarrolló plenamente. Cuando
los coordinadores señalaron a las autoridades del plantel que dos de los participantes
necesitan ayuda psicológica por su sintomatologia, nos enteramos de que ya estaban
recibiendo ayuda clínica en un departamento de la SEP.
Al miércoles siguiente, los capacitados esperaban ansiosos el material. Ya en su
función didáctica fue discutido y explicado detalladamente. La poca patología del
grupo permitió una clara operación del modelo, lo que fue de gran utilidad.
220
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
Segunda intervención
Se realizó en la escuela primaria Simón Bolívar con un grupo de 12 niños entre ocho
y 12 años, seis hombres y seis mujeres, elegidos al azar. Es una escuela dañada por
los sismos, a poca distancia de la avenida Fray Servando Teresa de Mier. El clima es
deprimente, seguro desde antes de los sismos; el lugar de la intervención es un aula
que da al frente, en la planta alta, del edificio de dos pisos. El ruido es infernal, por lo
cual nos preguntamos quién puede aprender algo allí y quién es el héroe que puede
enseñar.
Aquí las dificultades se multiplican. Hay demora en juntar a los niños. Luego el
equipo de filmación muestra fallas que hacen que la intervención se dilate aún más.
Finalmente renunciamos a la grabación para comenzar. Las consignas son las cono-
cidas. Desde el comienzo notamos en el grupo, o mejor dicho en la serie de agrupa-
dos, un clima de apatía, pesadumbre o disminución de las capacidades yoicas. En el
transcurso lento y deprimente de la intervención, según notamos y confirmamos lue-
go, había varios chicos que mostraban serios problemas en la verbalización y en su
capacidad simbólica. En esta intervención, llena de contratiempos, se llevó adelante
el modelo con dificultades externas e internas, cosa que quedó de manifiesto el miér-
coles siguiente al no poder hacer (aparentemente por la falta de documentación) una
exposición detallada como en el caso anterior.
Como diría Balint, hay que incluir los aspectos del entorno institucional en los
análisis de las situaciones. Lo cierto es que esta vez la puesta en marcha fue poco
brillante aunque se cumplieron medianamente los objetivos. Hubo catarsis afectiva,
algún destrabe de inhibiciones y cierto grado de elaboración.
Del entorno más cercano a la institución, al finalizar la experiencia nos enteramos
de que hacía sólo unos tres días que ese plantel había reiniciado clases y que muchos
niños no volvieron y sólo algunos avisaron. Una gran parte de su población son hijos
de burócratas que trabajaban en oficinas cercanas y, habiéndose derrumbado mu-
chas, los sobrevivientes optaron por inscribir a sus niños en otros planteles. Las cana-
lizaciones que sugerimos se hicieron al centro de apoyo de la zona de la SEP. Fueron
cuatro alumnos, todos con serias inhibiciones; a uno se le había caído la casa y, al
igual que los otros tres, estaba viviendo en un albergue.
Tercera intervención
La tercera intervención se realizó en el Albergue Deportivo Venustiano Carranza,
ubicado en Fray Servando y Morazán. Esta vez llegamos con el equipo de videogra-
221
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO CRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
bación bien checado, para evitar sorpresas desagradables. Teníamos el nombre del
administrador encargado del albergue y estábamos citados por un miembro del semi-
nario que asistía periódicamente para trabajar con adolescentes. Quizá era muy tem-
prano, pero a nuestra llegada no estaba aún ninguno de los dos. La población esperaba
los turnos de desayuno que se realizaban en los jardines del deportivo. Los niños
correteaban por el lugar con utensilios en las manos. Algunos se nos acercaban y
otros, literalmente, se "pegaban" a nosotros. Por fin nos encontramos con el encarga-
do del albergue, un médico militar, pisquiatra, que al principio nos atendió con reser-
vas. Después de la presentación del equipo y una plática esclarecedora de sus temores,
nos sugirió el gimnasio para hacer la intervención. El clima de desconfianza se disipó
totalmente con la llegada de los voluntarios conocidos por el encargado y alumnos del
seminario. Recorrimos el lugar, hablamos con padres y niños y los invitamos a que
llevaran a sus hijos a la experiencia que iniciaríamos en 15 minutos. El desayuno
transcurría lentamente. Por fin, a la convocatoria restringida que habíamos hecho
responden entre 20 y 30 niños y preadolescentes. Imposible discriminar: "este sí, éste
no". Tuvimos la sensación de estar preparando una sesión grupal en el metro Pino
Suárez. Las puertas del gimnasio se abren y, entre apretones, entramos el equipo
coordinador, los niños y el equipo de video. Después de los preparativos técnicos,
damos comienzo a nuestra intervención con la máxima claridad posible en las consig-
nas. Las niñas estaban sentadas en una semirrueda y los niños acostados sobre un
trozo de alfombra. Todos hablaban al unísono o nadie hablaba. Era la población más
afectada que teníamos en nuestra clasificación de damnificados crónicos en periodo
de reagudización (vivían en vecindades que se dañaron mucho o se derrumbaron).
Los tiempos del modelo también aquí pudieron cumplirse a pesar de algunas difi-
cultades, tales como que uno de los niños, encoprético, después del sismo había sufri-
do una catarsis muy concreta y era motivo de burla de los demás. Un miembro del
equipo lo retiró cuidadosamente del grupo y seguimos trabajando. En la hora de la
expresión, mientras dibujaba edificios caídos, un niño canturreaba una balada de moda:
".. .algo se derrumbó dentro de mí..." y, terminado su dibujo, firma con su impresión
digital. Muchos lo hacen también. Todos quieren quedarse con los materiales. Pos-
tergamos la demanda para continuar un tanto rígidamente con el modelo. En la "hora
de pensar" se retoman los emergentes: "caca", "algo se derrumbó dentro de mí",
impresión digital-identidad y robo-pérdida de los materiales.
Casi todos en el derrumbe de las casas habían perdido los papeles -la identidad.
Todos ellos, de alguna forma, estaban "hechos caca". Algunos estaban, según ellos,
mucho mejor en el albergue. Casi todos esperaban un nuevo desastre para diciembre.
Terminamos esta intervención con el consejo a los voluntarios de que siguieran
trabajando con estos niños, todos imperiosamente necesitados de apoyo terapéutico.
222
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
Es de hacer notar que en dicho albergue trabajaba una brigada estable de voluntarios
de la UNAM. La síntesis apretada que aquí presentamos no da lugar para explayamos
sobre casos especiales acerca de los que se nos consultó: niños violados, otros aban-
donados por sus padres, el peligro epidemiológico de la farmacodependencia, etcéte-
ra. Nos fuimos con la sensación de una tarea realizada, pero con la conciencia clara
de que la prevención primaria y la detección precoz de casos, como muchos modelos,
tienen sus limitaciones y éstas son grandes si la ejecución no está inscrita en un
marco coherente de política en salud.
Conclusiones y resultados
El curso comenzó con la incertidumbre que acompaña a todo experimento original.
Pocos habían padecido una experiencia semejante a los sismos de 1985 y tuvimos
que articular una respuesta organizada de nuestro rol, sin tratar de constituir un grupo
terapéutico ni un grupo de formación, sino trabajar conjuntamente en una tarea con-
creta: "aprendizaje de emergencia para actuar en emergencia". No nos planteamos
consignas sin límite ni nos circunscribimos a la simple observación e interpretación en
equipo, sino que asumimos una coordinación activa de la tarea.
El modelo conceptual
Consideramos que el modelo elegido cumplió cabalmente con las expectativas y de-
mostró la adaptabilidad a una situación de crisis, particularmente con los niños. También
fue eficaz con modificaciones, para aplicarse a diferentes sectores: padres, maestros,
personal administrativo y así cumplir con el objetivo de las intervenciones terapéuticas
(en las neurosis traumáticas y en las terapias breves), cuyo espectro va desde la catar-
sis o evacuación al espacio elaborativo e integrador; desde lo emocional a lo mental,
para satisfacer las demandas de diagnóstico y de prevención primaria y secundaria.
El seminario
Puede decirse que cumplió con su función e integró a un grupo de trabajo, que resca-
tó a los miembros de sus propias experiencias traumáticas (primarias, libidinales y
agresivas) y las llevó a un nivel de secundarización y de reparación-elaboración.
Dentro del grupo se organizaron equipos o brigadas para cumplir con la tarea y se
223
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
creó así una importante infraestructura de servicio de salud mental. Estamos cons-
cientes de que los participantes representan una muestra mínima (35 personas) del
sector educativo. A pesar de ello, se alcanzó una amplia cobertura geográfica y
social. Los miembros actuaron como interventores o les enseñaron a otros maestros
y con ello se logró un buen efecto multiplicador: la socialización del conocimiento.
Todo esto creó un espacio autogestivo de reflexión y retroalimentación entre los partici-
pantes y los coordinadores. Asimismo, permitió una concepción grupal del aprendizaje
al servicio de la tarea en la cual se estableció un circuito de enseñanza-aprendizaje.
El trabajo se definió como la discusión y elaboración grupal de ideas, experiencias,
dudas e interrogantes personales y grupales y como la puesta en práctica de estos
conocimientos frente a la situación de crisis. Igualmente, hizo que el grupo deseara
continuar con su tarea hasta finalizar el ciclo escolar, lo que se contraponía a la
política oficial de negar las secuelas traumáticas en los niños, las cuales incrementa-
ron la deserción y la baja del rendimiento escolar.
Equipo coordinador
Los coordinadores nos beneficiamos del entusiasmo y compromiso mostrados por los
participantes y de la creatividad de lo autogestivo y multiplicador de su trabajo. Esto
dejó para nuestra "hora de pensar" una multiplicidad de cuestionamientos que nos
llevaron, nuevamente, a aprender de la experiencia; el modelo de trabajo mostró su
eficacia y elasticidad en un amplio espectro de aplicación y nos hizo ver la necesidad
de seguir capacitando a los trabajadores del área de la educación.
Población atendida
Lugares de intervención
224
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
Finalmente, diremos que se trató de una experiencia agitadora para ambos gru-
pos. Tuvimos la satisfacción de haber aceptado el desafío y de oponer -a la furia de
la naturaleza, primero; a las dificultades y a las propias resistencias, después- una
respuesta organizada que dejó un saldo positivo tanto en los niños, padres y maestros,
como en el grupo de seminario. Actuar en grupo tuvo la ventaja de ayudar a tomar
conciencia del sufrimiento del otro como parte del propio.
Todos advirtieron, desde un principio, la posibilidad de transmitir el modelo a otros
compañeros de trabajo, confiriendo a esta experiencia un efecto multiplicador en
cadena, con lo que aumentaría la población atendida.
Comentarios
Al empezar el proceso de elaboración de la experiencia ("la hora de pensar", el
momento reflexivo), la tarea era examinar y confrontarla para transformar los obs-
táculos teóricos y prácticos en descubrimientos y técnicas. Desde el comienzo orien-
tamos nuestra práctica clínica hacia el cumplimiento de una demanda concreta de
intervención en salud mental en situaciones de crisis, dirigida sobre todo a los niños,
padres y personal del área de la educación. El examen de ese trabajo lo abordamos
desde diferentes supuestos teóricos, técnicos, clínicos y afectivos y, en un segundo
momento, consideramos la confrontación como una posibilidad de modificación teóri-
ca que al final nos permitiera regular y enriquecer el trabajo.
Consideramos que la experiencia fue útil porque nos desvió de los caminos habi-
tuales y de nuestros roles definidos, para enfrentarnos con la realidad de una pobla-
ción con enormes carencias en lo que se refiere a sus necesidades básicas y que se
vio inmersa en una experiencia de desastre. Fue claro también que el gobierno sólo
225
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
estuvo dispuesto a mostrar sus "buenas intenciones" y que la desilusión que provocó
produjo una crisis multiplicada por la concurrencia de factores sociales y psicológi-
cos. Esta repentina conciencia revela el continuo y agudo deterioro económico que
padece la población marginada y pone de manifiesto la extrema necesidad de aten-
ción psiquiátrica y psicológica.
Al asumir la situación de desastre suponíamos, y ahora lo confirmamos, que la
crisis fortalece las estructuras tanto internas como sociales o crea conflictos y retra-
sa su maduración. Dentro de nuestro marco conceptual, quisimos cumplir con la
demanda y a partir de las experiencias acumuladas -y de supervisiones- discutirlas y
volverlas enriquecidas.
226
Una técnica de capacitación
para promotoras de salud mental en situación de crisis
Antecedentes
P
ara quienes vivimos en la ciudad de México, el mes de septiembre de 1985 fue
ominoso. Movimientos telúricos derribaron innumerables edificios y miles de
habitantes quedaron bajo los escombros.
El sismo de la mañana del día 19 fue preludio de noticias que revelaban daños de
grandes dimensiones. Sin embargo, el pánico colectivo sobrevino al día siguiente por
la noche, cuando un movimiento de intensidad y duración similares al primero lanzó a
las calles a un gran número de citadinos que llevaban mínimas pertenencias, con la
certidumbre de que no quedaría casa en pie. La experiencia traumática tenía ya
dimensiones colectivas.
La evocación de esos días aciagos renueva la angustia vivida. La ciudad quedó
aislada temporalmente del resto del país y del mundo y, mientras la radio y la televi-
sión difundían noticias alarmantes e imágenes catastróficas, seguía temblando y cre-
cían rumores de riesgos aún mayores.
Muy pronto apareció la respuesta de la población ante el siniestro. Todos los es-
tratos sociales estuvieron presentes en la colaboración. Abundaron las actitudes he-
roicas, y las felonías y la rapiña no pudieron opacar un amplio movimiento de solidaridad
social. Muchos ayudaron a rescatar víctimas de los escombros, a socorrer a refugia-
dos en campamentos y albergues y a coadyuvar con las autoridades cuando era
posible.
227
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
£1 trauma colectivo
Al revisar la experiencia propia y los testimonios ajenos, se llegó al entendimiento de
que ser sobreviviente, aun por razones de azar, no era sencillo.
El trauma al que se enfrentó la población de la ciudad de México fue el peligro de
morir y lo resintió de manera diversa, de acuerdo con las circunstancias que experi-
mentó cada uno y con sus recursos de personalidad.
En términos generales se advirtieron tres tipos de respuestas: la de aquellos que
experimentaron la urgencia incontrolable de entrar en acción inmediata; la de quienes
manifestaron indiferencia tras la que se advertía desde la negación hasta el estupor
inmovilizante, y la de los que postergaron la acción hasta planear tareas útiles para sí
mismos, sus familiares y su comunidad, en ese orden.
No es mi intención examinar aquí la conducta individual o colectiva ante la situa-
ción traumática desencadenada por los sismos. Sólo añadiré que en la mayoría de la
gente se advirtió la necesidad de comunicar a alguien las experiencias vividas. Es de
suponerse que esta necesidad, en forma reiterada, obedece a una segunda fase del
proceso elaborativo de una situación traumática y que tiene por sentido, una vez
superada la emoción inicial de la primera fase, evacuar de la mente el total de emo-
ciones abrumadoras. Luego, en una tercera fase, aparece una gama de contenidos
ideativos variables, entre los que destaca la búsqueda de una entidad responsable,
que igualmente puede considerarse parte integral del proceso elaborativo del trauma.
La organización de tareas
El panorama de la ciudad de México era desolador. Muchas zonas estaban sembra-
das no sólo de ruinas, sino también de campamentos en los que se apiñaban personas
desamparadas. Dentro del caos y la desorganización que reinaban en la población
civil, muy pronto destacaron tres áreas de ayuda: el rescate de sobrevivientes atrapa-
dos entre los escombros, la ayuda que se podía prestar en los puestos de emergencia
médica y el auxilio a los damnificados en los diversos campamentos y albergues.
228
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
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OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Cuando no es así, sea por la intensidad del trauma experimentado o por la fragilidad
inherente a la personalidad individual, es posible lograr los mismos objetivos a través
de recursos como la dramatización, la palabra escrita o el dibujo, recursos igualmente
útiles para trabajar con niños.
La capacitación de voluntarias
El sábado 28 de septiembre me reuní con 22 mujeres jóvenes que tenían la intención
de prepararse para trabajar como promotoras de salud mental en los albergues y
campamentos de damnificados. Con antelación, los directivos de la APM pusieron en
marcha un plan maestro en el que las conferencias informativas fueron el origen de
un primer contacto con voluntarios, que, una vez seleccionados, deberían ser remiti-
dos a diferentes psicoanalistas que coordinarían y fungirían como supervisores de
trabajo en el área de los albergues para damnificados.
Por mi parte, al contar con la completa libertad de acción y con el tiempo y espa-
cio suficientes, planeé el trabajo de acuerdo con el método antes descrito. Es decir,
antes de coordinar y supervisar tendría que dar capacitación.
En el organigrama del plan maestro apareció la colaboración de mi colega, la
doctora Rosalía Hernández, como mi asistente en la coordinación. Ella sería, además,
el enlace administrativo con aquellos otros encargados de la detección de solicitudes
de trabajo en los albergues. Luego se nos unió el doctor Juan José Yáñez. De esta
manera, integramos un pequeño equipo de capacitación y supervisión a voluntarias
en la promoción de salud mental dentro de los albergues.
El plan de capacitación
La necesidad de capacitar tenía como fin promover la salud mental entre los damni-
ficados y constituyó así un doble instrumento para investigar resultados, dado que
existía una función complementaria. En otras palabras, una inadecuada preparación
para la tarea de campo conduciría a trabajos inconclusos, fracasos o yatrogénesis
entre los albergados y entre nuestro personal, y a quiebras emocionales, renuncias o
deserciones.
Dada la urgencia a que obligaba la demanda de trabajo en los albergues, se planeó
una sola sesión de entrenamiento para las voluntarias. A su vez, ésta debía operar
como un segundo filtro selectivo. El deseo de trabajar con los damnificados tendría
que transformarse en la decisión de hacerlo después del primer encuentro conjunto.
232
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
Sesión de capacitación
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
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OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
información provocó en el grupo un sismo mental, con lo cual sólo quiero significar
que fue experimentado traumáticamente. Tras un desconcierto inicial surgieron vo-
ces disonantes, comentarios, preguntas, y diálogos múltiples. El caos y la angustia
manifiesta reinaban en el grupo.
Mientras tanto, los coordinadores, ubicados en diferentes lugares dentro del círcu-
lo que habíamos formado, cruzamos miradas que comunicaban nuestra carga de an-
gustia. Permanecimos en silencio en tanto llegaba a su climax la reacción grupal.
El juego de roles
235
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Para conceptuar el sentido teórico de esta técnica habrá que recordar la com-
prensión que hace Winnicott del juego. En la perspectiva del desarrollo, este autor
considera que el juego se realiza en un espacio imaginario en el que la fantasía y la
realidad se integran en los primeros objetos de la simbolización. Los primeros objetos
no yo que son de transición propician y condicionan la capacidad de jugar. Luego
aparece el juego compartido y, finalmente, en ese espacio se inserta el mundo de la
cultura, del trabajo y de las relaciones humanas, mundo que, en última instancia,
implica juegos, roles y compromisos.
Regreso al relato. Cuando la joven voluntaria y yo nos separamos del resto del
grupo, dialogamos sobre las expectativas que teníamos del inminente encuentro dra-
mático. Hablamos de la tensión que sentíamos y nos propusimos contener al grupo
hasta la disminución de la ansiedad, buscando entonces que encontraran por sí mis-
mos el mejor camino. Sólo una recomendación hice a mi compañera: utilizar de pre-
ferencia el sentido común y procurar dirigirse al grupo más que a alguien en particular.
Al regresar a la sala de trabajo encontramos al grupo preparado para el juego de
roles. Con la ayuda de mis compañeros coordinadores, las voluntarias habían forma-
do dos círculos concéntricos. En el exterior se hallaban los que fungirían como obser-
vadores (con ellos estuvieron los otros dos coordinadores). En el interior, sentadas en
el piso, estaban nueve voluntarias asumiendo el rol de damnificados. Después de
introducirnos al círculo interior nos presentamos como promotores de salud, invitán-
dolos a dialogar con nosotros. Unos segundos de silencio prolongaron algo más la
hora que duró el ejercicio. Alrededor surgieron voces inquietas, interrogantes que
demandaban acusadoras o exigentes. Mi compañera y yo estuvimos por largo tiempo
en el centro de un inflexible grupo a veces asustado, pero cada vez más agresivo y
demandante. Las voces elevaron su tono, se tornaron amenazadoras y se empezó a
oír una serie de demandas perentorias y del más diverso sentido. Había quien solici-
taba ayuda para localizar a familiares desaparecidos, quien exigía mantas, medicinas
y alimentos y quien se quejaba de malos tratos del personal del albergue. Pronto se
hizo concreta la ansiedad relacionada con el trabajo de dicho personal y se nos exigió
una explicación, datos, fecha, hora y lugar donde podrían ubicarse.
Cuando pudimos discernir la demanda del grupo, al menos en su forma emergen-
te, dijimos algo relacionado con nuestra tarea de promotores de la salud mental, la
cual era ajena al personal encargado del albergue y al acceso a las cosas que deman-
daban y sólo con el deseo de ayudarlas a pensar una solución a la medida de las
circunstancias.
Nuestra declaración desencadenó otra avalancha de protestas y acusaciones. Aquí
es donde experimentamos al grupo como inflexible. Querían extraernos a toda costa
aquello que necesitaban sin mayor protocolo que exigirlo.
236
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
Una vez más hice uso de la palabra para sugerir la necesidad de organizar las
demandas y poder discutir la posible solución. Éste fue un momento climático en el
cual se perfilaron dos líderes: uno denigraba la función que desempeñábamos y otro
salió al rescate de la necesidad de organizarse; ambos se enzarzaron en un combate
verbal que dejó en expectativa al resto del grupo. Intervine de nuevo para poner en
relieve las dos alternativas del grupo, representadas por sus líderes: quejarse pasiva-
mente, o pensar y actuar a la conveniencia de sus fines. De aquí en adelante el clima
de la reunión se transformó por completo bajo el liderazgo de aquella voluntaria crea-
tiva. Se discutieron prioridades. Lo más urgente para los damnificados (y para las
voluntarias) era saber con precisión los planes de evacuación con todos sus detalles.
Se nombraron comisiones para diferentes tareas, cruzando un momento crítico del
juego dramático en el que el grupo transitó de su identificación con los damnificados
a la identificación con su rol de promotoras de salud mental, definiendo los problemas
reales que incluye.
Al cerrar el ejercicio señalamos que nuestra tarea como promotores concluía en
ese momento. El grupo pasaba de una actitud de demanda a otra de reflexión con-
gruente, además de tener entre ellos un líder que funcionaba como coordinador. Tam-
bién procedimos a su elaboración, invitando a los participantes y observadores a
manifestar impresiones y puntos de vista. Se abrió así el último ciclo del encuentro.
En un orden de ideas, el grupo expresó las experiencias emocionales, pasando des-
pués a un examen reflexivo de los eventos en dos niveles. En el primero se pudo
concluir que el aspecto formal del adiestramiento propició, al seguirse la consigna, la
identificación de participantes y observadores con los protagonistas imaginarios con
los cuales se encontrarían, aproximadamente, en circunstancias emotivas y ambien-
tales en calidad de damnificados en estado postraumático. En forma paralela, se
dedujo que el proceso intenso y genuino de identificación influyó notablemente en la
experiencia personal de los participantes, circunstancia que podría haber motivado
autenticidad en el tipo de respuestas encontradas en el grupo que personificó a los
damnificados. Esta hipótesis se ratificó sorpresivamente en la supervisión, cuando las
promotoras de salud mental descubrieron las intensas demandas pasivas de los dam-
nificados albergados, su enojo y el tipo de solicitud que formularon, análogas en todo
a las previstas en el ejercicio.
En el segundo nivel discutimos algunos aspectos de tipo técnico. De ahí se origi-
naron varias recomendaciones para definir el rol de promotor de salud mental en el
trabajo de coterapia con damnificados. Entre esas recomendaciones es más conve-
niente:
237
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
a) trabajar en coterapia;
b) elegir al coterapeuta con base en la mutua confianza y afinidad;
c) seguirse mutuamente, es decir, trabajar uno en la línea del otro si se considera
que ésta es acertada y productiva;
d) tener presente el ciclo de trabajo con un grupo inmerso en la ansiedad: evacua-
ción de la ansiedad, estimulación de la reflexión, recuperación de la capacidad
de pensar y de organización que incluye el surgimiento de liderazgos en el
grupo;
e) propiciar primero y tolerar después la evacuación de la ansiedad grupal, que
aparece en forma de demandas, reclamaciones y agresión verbal;
f) eludir diálogos o discusiones con individuos o satisfacer demandas personales;
g) aclarar, permanentemente, el sentido de la tarea del promotor de salud mental, y
h) retirarse a tiempo, una vez aparecida la capacidad grupal de organización.
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OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
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OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
La supervisión de la tarea
Me ocuparé ahora, más que de transcribir detalladamente nuestras reuniones, de
relatar los eventos más significativos.
Miércoles 22 de octubre
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Miércoles 9 de octubre
Nos reunimos con las 18 promotoras y escuchamos el informe por equipos. El pano-
rama de trabajo era desalentador; el personal administrativo y las bases laborales del
albergue se hallaban en una situación crítica debido a su estado personal, ya que nada
los distinguía de los damnificados. Se describieron el sufrimiento, la confusión y el
caos en todos los niveles y resaltaron en todos aquellos que eran responsables de algo
la desconfianza y el temor, que nos atrevimos a considerar disociativos y paranoides.
Como ejemplo: se solicitó urgentemente nuestra ayuda, pero las promotoras deberían
asistir al albergue en horarios estrictos y portando identificación, lo cual puede ser
razonable; la dirección del albergue pidió un informe escrito de cada reunión grupal
con los nombres de los asistentes, albergados o empleados, y el texto de las comuni-
caciones, así como la observación del trabajo grupal por parte de un representante de
la dirección. Esto nos pareció insostenible, irracional e inaceptable.
En el trabajo grupal con los damnificados se encontró sistemáticamente algún tipo
de interferencia por parte de las autoridades del albergue, a pesar de las obvias
necesidades que existían y de los esfuerzos realizados por cumplir con la tarea.
242
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
Miércoles 16 de octubre
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Miércoles 23 de octubre
Como se había planeado, la junta de supervisión fue dedicada al encuentro con el jefe
del albergue, quien se hizo acompañar de tres subalternos: dos psicólogos y una peda-
goga, todos funcionarios administrativos de la institución que alojaba a 600 dam-
nificados.
Muy pronto se pudo discutir en forma abierta la ambigüedad del personal adminis-
trativo que interfería con nuestra tarea, la cual explicamos detalladamente. Esto dio
lugar a que los visitantes abrieran también sus propias fuentes de malestar, hablando
244
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
Miércoles 30 de octubre
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U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Miércoles 6 de noviembre
Miércoles 13 de noviembre
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OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES TRAUMÁTICAS
Cierre de la experiencia
Miércoles 27 de noviembre
Fue la última reunión del equipo con finalidad de supervisión. Se hizo el reporte co-
rrespondiente a dos semanas de trabajo, ya que el 20 de noviembre no nos reunimos.
Asistieron las mismas siete promotoras, que son las que alcanzaron el final de la
experiencia.
En lo que respecta a la supervisión, se hizo un relato pormenorizado del proceso
de cierre de experiencia en cada grupo y con la institución. Cada grupo siguió sus
propias modalidades: los adolescentes, empeñados ahora en sus actividades teatra-
les, se despidieron a su modo, como si fueran a encontrarse al día siguiente. Los
adultos y el personal administrativo en unos grupos expresaron su agradecimiento
con emotividad; en otros no asistieron, sencillamente no pudieron o se retiraron antes
de concluir la sesión.
Al discutir la tarea realizada, las promotoras y los coordinadores nos sentimos
satisfechos del trabajo y estuvimos a la expectativa de que los grupos siguieran el
trabajo en forma autogestiva, bajo la coordinación de los líderes que habían surgido
en cada grupo, tanto de albergados como de personal administrativo.
Para concluir con nuestra reunión, cada uno de los presentes tomamos la palabra
para expresar el punto de vista personal acerca de la tarea que concluía y de las expe-
riencias relevantes de los últimos meses. Las promotoras se refirieron a las diversas
anécdotas relacionadas con éxitos y fracasos, a los esfuerzos sostenidos a pesar de
las dificultades que enfrentaron y a sus propias conclusiones. Sintieron haber ayuda-
do y cooperado para realizar el propio proceso elaborativo traumático y, además,
aprendieron algo nuevo. Los coordinadores hablamos también de nuestras vivencias
y terminamos agradeciendo la confianza y solidaridad demostradas durante el de-
sarrollo de la tarea.
Finalmente acordamos volvernos a ver tras un periodo elaborativo razonable con
el objeto de revalorar la experiencia, para lo cual redactaremos unas cuantas líneas
que cada uno leerá en la reunión y que además se anexarán al informe de los coordi-
nadores, remitido a la APM.
Esta reunión se llevó a cabo el miércoles 22 de enero de 1986 en el mismo lugar.
Asistieron todas las promotoras, aunque sólo cuatro entregaron sus comentarios
escritos.
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Resumen y conclusiones
248
8. Otras aplicaciones:
situaciones de aprendizaje
Lo vivencial como vía de aprendizaje
Adela Jinich
n las sesiones con los niños ocurre una confrontación directa que tiene que
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
La técnica
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OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES DE APRENDIZAJE
La dramatización
¿Qué sucede en la dramatización? Es ante todo un develador del inconsciente de los
alumnos-niños y de los maestros-supervisores. Generalmente se desarrolla con una
intensidad maniaca, una sobreactuación que invade a todos, actores y supervisores,
así como el espacio físico. Al suspender la acción se intenta elaborar la experiencia y,
desde ese lugar vivencial, se inicia la didáctica.
Su aplicación
Cuando introdujimos el GIN II en AMPAG, lo iniciamos con este abordaje y siguiendo
este modelo dividimos nuestros encuentros en cuatro tiempos:
253
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Para el primer tiempo se realizó un grupo de reflexión que sesionaba dos horas
previas a la hora terapéutica. En él trabajamos todos los miembros del taller. Era el
espacio donde se reflexionaba sobre la tarea, se revisaba bibliografía y se comenta-
ba; en general eran diálogos intertransferenciales de cómo se iban a conformar los
equipos, con el fin de crear un esquema conceptual, referencial y operativo (ECRO),
propio de ese taller. Para el segundo tiempo, la hora terapéutica, cada equipo forma-
do se iba a trabajar con su grupo.
En nuestros grupos terapéuticos, las intervenciones del equipo y las modalidades
interpretativas y de acción están pensadas para permitir que los niños puedan expe-
rimentar y trabajar los problemas con el grupo a través de la interacción entre ellos y
con los terapeutas; esto implicó un cambio radical en el tratamiento. Se terminaron
los "secretos", realizando pasajes de una posición de espectador pasivo -ya fuera
de los padres, de los niños o de los terapeutas- a los de un participante activo, com-
prometido.
El tercer tiempo, con una hora de duración, se usaba para traer la experiencia de
las sesiones y reflexionar sobre lo acontecido en la hora terapéutica. Pensamos que
con la estructura de los tres tiempos del taller se cubría en forma amplia lo técnico, lo
clínico y lo didáctico. Todo lo anterior se fue organizando como un espacio de trabajo,
de estudio y de reflexión, ya que la labor con un grupo de niños produce una enorme
presión sobre los terapeutas que repercute en los propios conflictos internos. Por ello,
el equipo intentaría entender lo que estaba sucediendo en el aquí-ahora-conmigo, con
nosotros, durante la acción de la hora terapéutica (una supervisión cruzada). La dis-
posición abierta y activa de los participantes ha hecho posible que este grupo trabaje
autogestivamente, examinando sus conflictos intertransferenciales originados por el
trabajo que se está llevando a cabo.
La supervisión
El grupo se forma con supervisores y con supervisados que tienen la experiencia del
impacto emocional del proceso grupal y su dinámica propia. Con la información de
los grupos, el surgimiento de los líderes, la resistencia grupal y los límites, se comparte
con los supervisores la lectura grupal, que permite observar el proceso de adquisición
de sentido y organización. Es una posibilidad de aprender, en la que los terapeutas
pueden jugar con los niños y no solamente interesarse en sus síntomas. Por su parte,
los niños aprenden a recuperar su capacidad lúdica, lo cual constituye una necesidad
fundamental para su cura. Al observar la manera de jugar del terapeuta, uno puede
percibir sus capacidades terapéuticas, su espontaneidad y su flexibilidad, caracte-
254
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES DE APRENDIZAJE
rísticas necesarias para ejercer el rol profesional en este tipo de terapia. También se
puede captar la capacidad de abstraer un significado básico y desde ahí insertarse
en lo lúdico.
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
£1 trabajo de un equipo
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OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES DE APRENDIZAJE
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UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Apuntes contratransferenciales
Al principio se actuaba con desaliento o desgano por la tarea. Los alumnos se sentían
abrumados por la responsabilidad de cuidar a los niños; se volvían locos tanto los
niños como ellos, esa responsabilidad que va desde lo físico (que se salgan los niños,
que los atrepellen, que no vengan por ellos, que se pierdan) hasta lo que nosotros
hacemos, la responsabilidad de que el tratamiento sea realmente terapéutico, cuestio-
namiento que surge a partir de nuestras emociones. Además, cabe la pregunta de
qué hacemos en el ámbito de la institución que pueda ser llevado también a un consul-
torio privado.
Nos arriesgamos a poner en juego en el niño la función sintética de su yo y su
juicio de realidad; que lo hecho aquí sea un elemento modificador. Esperamos que
rescaten la posibilidad de mejorar sus vínculos y que no repitan "afuera" lo realizado
aquí "adentro", sino que logren una función sintética, en la cual se maneje la realidad
junto con la capacidad de insight: que puedan transformar su conducta hacia una
forma más adaptativa. Al salir del consultorio, el niño deberá encargarse de buscar
un sitio, un lugar; no se trata de que llegue a agredir a la maestra, pero sí pretendemos
darle elementos para que tenga la posibilidad de expresar su inconformidad.
"Siento mucha culpa por producir este tipo de regresiones que pueden ser muy
placenteras". El rescate por parte de la coterapia en la que un terapeuta puede "en-
loquecer" con los niños, ya sea en el juego, por placer, por ira o por identificación;
otros terapeutas podrán realizar el rescate a través de la palabra, verbalizando desde
el lugar del niño, del niño que son en ese momento.
En "la hora de pensar", los terapeutas analizan cómo haber jugado, haber participado
desde el lugar del niño les permite comprender y rescatar el rechazo del niño a pensar.
Teóricamente sabemos que en los grupos de niños la presión hacia los terapeutas
es más directa, dada su capacidad de actuar y su impulsividad. La invasión física y
las comunicaciones preverbales, por sí solas, fomentan la regresión. En muchas oca-
siones el terapeuta se siente incompetente para entender lo que sucede, la comunica-
ción inarticulada, a-verbal. En el contexto de la terapia, el significado sólo se da en el
"ir y venir", ese continuo exponerse en el que la conducta y las fantasías se van
presentando, van adquiriendo su significado en relación con los otros.
Cramer Ázima lo menciona como contrarrespuestas y respuestas contratransfe-
renciales. Lo difícil es separar los sentimientos espontáneos de enojo, temor, y angus-
tia, entre otros de la contratransferencia inconsciente que sale a la superficie.
258
Del método GIN y la didáctica
L
os autores de este libro carecemos de lo que podría llamarse un entrenamien-
to formal en la disciplina pedagógica. En esta materia somos "líricos" o, si se
prefiere, autodidactas. Nuestra profesión nos ha llevado por largos periodos a
ocupar el sitio de quien es objeto de la enseñanza. El haber sido alumno y de algún
modo seguir siéndolo es fuente de identificaciones que privilegian cuando, sin entre-
namiento formal, llega el compromiso de ser un maestro improvisado, como es nues-
tro caso. Ante este desafío, no cabe duda de que la intuición elige los modelos de
maestro y el estilo de enseñanza que mayores beneficios han otorgado y es por este
camino que se descubren, se actualizan y se actúan las identificaciones habidas.
Aprender de un maestro incluye hacer propio lo que aquél cede junto con la manera
de hacerlo. La primera parte, en el modelo del lactante y su pecho, satisface una
necesidad, en este caso intelectual. Pero existe otro componente eminentemente
emocional que corresponde en el lactante a numerosas variables condensadas en el
estilo, la forma y la manera de amamantar de la madre; éstas dejan una huella inde-
leble en el inconsciente del alumno, un lactante intelectual.
A esta reflexión habrá que añadir lo concerniente al aprendizaje durante el propio
análisis, que es de sí mismo y del sí mismo, que luego se hermana al esfuerzo por
entender el universo de los demás. De hecho, en este proceso uno no está solo y, sin
embargo, la exploración que se emprende y la manera como se vive, por un largo
trecho, suele dejar la sensación de inermidad; se va a tientas por un camino que,
aunque ya transitado, es sorprendentemente distinto. La voz del analista que interpreta
259
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
y la elaboración reflexiva entre sesión y sesión van creando en el mundo interno del
paciente-alumno una instancia que crece, que se hace propia y que se instituye den-
tro del sí mismo, como el maestro de sí mismo.
El psicoanálisis es tan lejano a la pedagogía como lo es el psicoanalista del peda-
gogo, a pesar de lo cual queda en pie la paradoja según la que el analista, en el
cumplimiento de su tarea, termina "enseñando" a su paciente los caminos del conoci-
miento de sí mismo. Como en el caso de la pura pedagogía, en el proceso analítico se
distinguen el conocimiento adquirido y la manera y el estilo mediante los que se alle-
garon los conocimientos. La estructura mental que es producto de la identificación
con esto último hace interminable la actividad autoanalítica que, bien vista, como
función reflexiva ante la experiencia, instaura dentro del sí mismo el diálogo perma-
nente entre alumno y maestro. Aquí se vislumbran los mecanismos que hacen posible
la metamorfosis de una técnica en un arte.
260
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES DE APRENDIZAJE
Si bien es cierto que la historia explica periodos en que la espiral del conocimiento
experimenta largos reposos ideológicos, también la inquietud humana que los provoca
es la misma que vuelve a ensayar el juego con el pensamiento y que termina catego-
rizando los dogmas como hipótesis por demostrar. Los puntos de partida que dan
continuidad a la espiral del conocimiento, sean dogmáticos o científicos, rescatan el
magister dixit como instancia indispensable. Lo que da verdadera continuidad a la
espiral es la capacidad conservada por el alumno para jugar con el pensamiento y
para hacer de verdades y teorías hipótesis por demostrar.
261
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
262
Ser terapeuta de niños: vivencia de talleres
L
os días 16 y 17 de mayo de 1991 se realizó un taller coordinado por los docto-
res Marco Antonio Dupont y Adela Jinich como parte de las actividades del
IV Congreso Nacional de AMPAG, "LOS grupos humanos ", que se llevó a cabo
en la ciudad de León, Guanajuato. A continuación incluimos dos relatos de este taller
realizados por algunos de los participantes: el primero del doctor Marco Antonio
Pérez Mora y el segundo de las psicólogas López Fraga y Asebey.
263
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
El manejo de la relación con los padres es uno de los procesos fundamentales con
este tipo de pacientes, pues trabajar sus resistencias, celos, agresiones o sabotajes
resulta fatigoso para el terapeuta y más aún cuando no cuenta con el entrenamiento
especial.
Al principio de la actividad profesional, cuando no se sabe manejar la contratrans-
ferencia que provocan los padres, el terapeuta puede llegar a la actuación.
Con los niños es más fácil que se reactiven en el terapeuta los principales conflic-
tos infantiles no resueltos. Sin embargo, el trabajo con niños no sólo significa proble-
mas para el terapeuta; también cuenta con gratificaciones: ser más flexible, más
creativo, más tolerante y adquirir una mayor capacidad para conocer e identificar los
núcleos psicóticos de los adultos.
Después de una breve introducción, Dupont y Jinich solicitaron voluntarios para
escenificar la primera consulta con los terapeutas y ejemplificar así su forma de
trabajo. Se dramatizó el caso de un niño severamente enfermo y la primera entrevista
por parte de los coterapeutas, un hombre y una mujer.
En esta dramatización observamos a los padres de un chico en etapa de latencia
gravemente enfermo. La madre, dominante, rígida, castrante y limitadora en extremo
de la motricidad y pensamiento de su hijo, se presentó a la primera consulta como si
verdaderamente le interesara la salud de su hijo. El padre es un hombre pasivo y
condescendiente con la esposa, a quien critica por su rigidez, pero trata de imitar en
el trato hacia el niño. El hijo se nos presenta como un seudorretrasado mental con
severos tics, fallas en el esquema corporal, fuertes deseos de agradar a los padres,
aunque con una intensa rabia y agresión contenidas que salen a través de palabras
soeces que, dice, expresan otros niños y que a sus padres molestan en exceso. Los
terapeutas, que por primera vez trabajan con el modelo de la coterapia, se sienten
tensos al principio, pero conforme transcurre la sesión se van desenvolviendo con
más espontaneidad. Los doctores Dupont y Jinich muestran el apoyo que pueden
brindar al asesor fungiendo como yo auxiliar de los coterapeutas, al "soplarles" al
oído instrucciones para no perder el control de la sesión.
Después del role-playing se nos pidió a los observadores que emitiéramos nues-
tra opinión sobre lo representado. Se expresaron sentimientos de simpatía hacia el
chico, enojo, coraje e impotencia contra los padres y deseo de ayudar a los cotera-
peutas ante el difícil caso que se les presentaba. Los actores, por su parte, también
expresaron sus emociones desde el rol representado y desde ellos como personas.
Esto contribuyó significativamente a dinamizar el trabaja, pues, a partir de tocar la
afectividad, el taller resultó efectivo.
Los coordinadores señalaron que su modelo no es ortodoxo y se vieron los bene-
ficios de la entrevista con los padres y el niño por parte de ambos terapeutas. Se
264
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES DE APRENDIZAJE
aclaró que dicho modelo se utiliza cuando el niño va a ser derivado a terapia en grupo.
Al ser cuestionados, explicaron que para evitar que los padres aborten el tratamiento,
los coterapeutas emplean la técnica del diálogo entre sí, frente a los padres: "te lo
digo a ti, Pedro, para que lo entiendas tú, Juan". Lo mismo hacen si la resistencia se
detecta en el niño.
Después de la primera entrevista, los coterapeutas dialogan entre sí para revisar
lo sucedido en ella. Se dijo que el temor de los hombres a ser psicoterapeutas, sobre
todo de niños, puede deberse al miedo a los aspectos femeninos y maternales que la
práctica tiene. Para formar un grupo de niños y tratarlos con el modelo GIN IV se
requiere un proceso de selección y que se cumplan los siguientes requisitos:
a) Que los niños no estén severamente dañados, ni física ni psicológicamente.
Cuando ocurre este caso, se forman grupos especiales.
b) Que los padres se comprometan a asistir al Grupo Analítico de Padres, en el
que, junto con dos terapeutas, tratarán los problemas relacionados con el niño.
c) Que los padres acepten el contrato terapéutico por un año y con las condicio-
nes de horario, asistencia, pago, etcétera, establecidas por los coterapeutas.
Una hora semanal para los niños y una hora semanal para los padres en forma
simultánea.
d) Los niños son seleccionados con base en varias características: edad, sexo,
situación económica, salud física y mental, responsabilidad paterna y lugar de
residencia.
e) No se aceptan comunicaciones telefónicas de los padres.
265
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
a) "hora de la acción", que al principio consume la mayor parte del tiempo y poco
a poco se va reduciendo;
b) "hora de pensar", que primero es muy corta y se va ampliando hasta convertir-
se en lo central, y
c) "hora de recoger y ordenar las cosas".
266
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES DE APRENDIZAJE
267
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
visto en "la hora de la acción"; algunos niños empezaron a opinar acerca de lo que
decían los coterapeutas. Se formaron tres grupos: los que se cobijaron en la terapeuta
mamá, los que se acercaron al terapeuta papá y los que se quedaron aparte. Termina-
da "la hora de pensar" se pidió a los niños que recogieran sus cosas y se les despidió.
Enseguida, los que participamos en el taller tuvimos la oportunidad de vivenciar, lo
que ocurre después de la sesión, cuando se quedan solos los coterapeutas. Vimos
cómo analizaron y dialogaron sobre lo sucedido, se criticaron y señalaron errores y
aciertos. Observamos una excelente clase de lo que es la coterapia y la comunica-
ción entre los coterapeutas. El ejemplo nos ilustró más que varios libros juntos.
Después de mostrarnos el trabajo de análisis de lo sucedido en la sesión, se nos
pidió a los actores que expresáramos cómo nos habíamos sentido desde el rol actua-
do y desde nuestra persona. Este trabajo resultó muy enriquecedor para todos, pues
se observó que los actores, además del caso que quisimos representar, proyectamos
alguna parte de nuestra infancia.
Se analizó el cambio de coterapeutas y lo que los actores de este papel sintieron al
cambiárselos por el de niños sin previo aviso. También se realizó una pequeña terapia
grupal para disolver -al menos ése fue el intento- cualquier posible resentimiento.
Todo esto nos permitió experimentar en vivo y a todo color el modelo terapéutico GIN
IV y lo que puede aportar para la comprensión de los fenómenos de interacción
humana.
Todos los participantes en el taller expresamos que haber visto y vivenciado el
modelo GIN IV fue muy enriquecedor y salimos gratamente satisfechos de haber
aprendido mucho en tan poco tiempo (aproximadamente nueve horas en dos tardes).
268
Relato de dos psicólogas
E
n el primer momento nos sentíamos, al igual que los niños del GIN, frente a los
expertos-padres-terapeutas con una gran dependencia y a la espera de lo que
íbamos a recibir. Por otro lado, estaba la situación persecutoria o la ex-
pectativa de ser juzgada o aceptada.
En este primer momento, la atención, los sentimientos del grupo y el grupo en sí
mismo estaban centrados en los padres-expertos, hasta que Adela nos integró con
una intervención: "¿Qué hay de peculiar en este grupo?" En ese momento, todos y
cada uno de nosotros percibimos la presencia del otro y los otros; nos dimos cuenta
de que la mayoría éramos mujeres, que solamente había cuatro hombres en un grupo de
60 personas, situación que vivimos como falta de terapeutas hombres.
Marco y Adela comenzaron a hablar del origen del GIN y de los motivos y causas
que los impulsan a trabajar con niños. Sus palabras despertaron en el grupo nuestra
parte niña, porque nos sentíamos más seguros de escucharlos entrando al primer
momento: "la hora de acción" del GIN. Entonces Marco, con un ademán, invitó a su
lado a Adela y, en una actitud muy seductora, empezó a hablarle al oído. Ambos
entraron a un cuchicheo muy impactante para el grupo que hizo surgir en nosotros la
necesidad de ser incluidos y nos movió a la participación, a la acción. Este cuchicheo
nos conectó con nuestra fantasía de la escena primaria.
Marco y Adela continuaron hablando del GIN, del contexto familiar del niño, y de
dónde surgió la necesidad de trabajar con los padres en lo que ellos denominaron GAP.
Esta situación nos produjo muchas dudas e inquietudes en relación con el abordaje de
los padres desde la primera entrevista y el manejo de los secretos entre ellos, secre-
tos que inconscientemente conoce el niño.
269
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
La inquietud fue actuada por una compañera del grupo, quien preguntaba con
insistencia, como solicitando la receta: "dime el secreto". Adela la invita a escenificar
la situación que llevará a la respuesta.
Sentimos que ésta fue una representación natural de la situación edípica, en la
cual la mamá confronta a la hija para que ella misma encuentre la respuesta. Enton-
ces aparece el padre, quien acompaña y rescata a la hija. Esta situación de alianza
entre el padre y la hija produce una satisfacción en los espectadores, que ven a
Marco como un padre cercano y afectivo. Con esto confirmamos que se vive en "la
hora de la acción" en el GIN, acción que como grupo vivenciamos en los role-pla-
yings.
En el primer role-playing, en el que participaron cinco personajes (dos terapeu-
tas, hombre y mujer; una madre, un padre y una niña), sentimos desesperación y
coraje por el secreto de los padres, por la dificultad que tenían de hablar, de sacar las
cosas; nos identificamos con la niña, con su fragilidad, su soledad y su necesidad de
afecto y de apoyo. De alguna manera, la desesperación que sentíamos como grupo
estaba vinculada con el miedo a nuestra locura, depositada en la niña. Pudimos viven-
ciar con claridad las situaciones que se presentaban en la entrevista inicial con los
padres, así como su manejo.
Marco y Adela continuaron explicando los momentos, desde el GIN 0 hasta llegar
al GIN IV. Nosotros seguimos vivenciando "la hora de la acción" en el segundo role-
playing, en el que había 13 niños con diferentes patologías y dos terapeutas, hombre
y mujer. La sesión comienza cuando los personajes niños llegan y reciben la consigna
de los personajes terapeutas de quitarse los zapatos. En este role-playing la acción
del grupo es depositada en los 13 personajes que entramos en una regresión primitiva
con actitudes agresivas, fantasías de abandono, gritos, peleas, llanto, aislamiento y
hasta golpes que asustaron a los personajes terapeutas y paralizaron a los espectadores.
Aquí pudimos observar la gran dificultad de los niños para poner en palabras las
fantasías de abandono, castración, rivalidad y erotismo, así como la facilidad de dra-
matizar esto mismo, permitiendo que el conflicto salga y provocando un sentimiento
de descarga, placer y alivio.
Además, sentíamos que los espectadores representaban a la propia institución,
llámese ésta AMPAG, CU O como sea. En ello se incrementaba el coraje, el miedo y la
locura de los niños y la dificultad de entender el proyecto GIN.
Los personajes terapeutas se sintieron aliviados por las diferentes necesidades de
los personajes niños: violencia, consentimiento, contención emocional, aislamiento o
desconfianza; también pudimos observar que es necesario el entendimiento y la co-
municación entre los terapeutas para que no suceda lo que pasó en esta vivencia,
270
OTRAS APLICACIONES: SITUACIONES DE APRENDIZAJE
donde el terapeuta hombre depositó toda la carga en la mujer. Esto nos hizo reflexio-
nar en los roles culturales, que hacen de la mujer el soporte afectivo de la familia.
Posteriormente, observamos que "la hora de pensar" se daba en nosotros cuando
reflexionábamos sobre lo que pasaba en cada role-playing. Finalmente, la hora de
poner las cosas en su lugar ocurrió al ser confrontados por Marco y Adela sobre las
condiciones para ser terapeutas de niños.
Este taller nos permitió reencontrarnos con nuestra infancia para enfrentarla des-
de nuestra adolescencia y madurez y preguntarnos qué tan capaces seremos de rea-
lizar un trabajo respetuoso, difícil y delicado, como es el que implica la relación con
los niños.
271
Segunda parte
9. Literatura sobre ciencia-ficción
Psiquismo fetal
Adela Jinich y
Angélica González Guadarrama
D
ice el doctor José Luis González que de las enseñanzas de Rascovsky aprendió
que es inconcebible que al nacimiento empiecen las teorías genéticas acer-
ca de lo mental, ignorando o casi negando lo que ocurre en el feto durante
nueve meses de estadía en el vientre materno. Por lo menos sabemos que el producto
es viable desde que su edad se acerca más a los seis meses y que un parto prematuro
permite al niño vivir en ciertas condiciones artificiales que sustituyen el ambiente
intrauterino. Así, cuanto más cerca de los nueve meses se encuentra más fácil resul-
ta su sobrevivencia; antes de los cinco meses su salida del vientre es la muerte: es un
aborto.
Cuanto más prematuro es el niño, tiene mayor intensidad y presencia de movi-
mientos REM, es decir, el niño está en un periodo de ensoñación casi permanente. Lo
que es indudable es que el feto da señales de estar equipado de un psiquismo y de
funciones yoicas.
En la vida intrauterina, el yo trata casi exclusivamente con los objetos internos o
ideales, es decir, con representaciones innatas. A su vez, la madre lidia con los exter-
nos, de esta manera, el yo fetal tiene su ambiente por excelencia en los objetos hereda-
dos por la especie y contenidos en la matriz dinámica de todo lo psíquico: el "ello".
Estos objetos internos o ideales sólo tienen existencia plástica bidimensional. En el
inconsciente, los objetos poseen dos dimensiones espaciales. Cuando una represen-
tación o imagen inconsciente se hace consciente adquiere dimensión temporal. El
preconsciente posee, por ello, dicha dimensión temporal, inexistente en el inconscien-
te propiamente dicho.
277
U N A ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
278
LITERATURA SOBRE CIENCIA-FICCIÓN
***
279
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
El cuento de ciencia-ficción
Parafraseando a Ray Bradbury: si más maestros aprendieran a encontrar y enseñar
metáforas, dejarse envolver, devorar y asimilar por aquellas maravillosas metáforas
sobre la humanidad que se encierran en los sueños de la infancia y que una vez que
se han visto, lograran que los deseos imposibles elevaran el alma humana, de forma
que quisieran vivir para siempre, para recorrer los canales muertos y pararse en el
borde del gran cañón marciano, ése tan largo y tan ancho casi como todo el territorio
de Estados Unidos.
Bradbury dice: "eso es, casi con exclusividad, lo que la ciencia-ficción repre-
senta para mí. Es la historia de los pueblos y las ciudades aún no edificadas, que
merodean como fantasmas por nuestra imaginación y nos ponen de pie, para ir
en busca de clavos y martillos y elaborar así nuestros sueños, antes de que se
esfumen".
En su libro El hombre ilustrado, el autor describe su encuentro con un personaje
que le cuenta de unas imágenes que le han sido grabadas por la madre bruja. Era una
vieja hechicera, que en un momento parecía tener 100 años y en otros no más de 20;
la mujer después volvió al futuro, la he buscado durante casi medio siglo y cuando la
encuentre la mataré. "Este hombre, el hombre ilustrado apareció sobre la colina [...]
yo no sabía que era ilustrado [...] se recostó y se quitó la camisa. Tenía el pecho
cubierto de ilustraciones, sus tatuajes son indelebles, parecía un museo ambulante,
una obra clara y luminosa. Los tatuajes eran capaces de cobrar vida durante la noche
y el hombre ilustrado me permitió observarlos".
Cuando los dibujos comenzaban a moverse, se constituían 19 cuentos y 18 ilustra-
ciones. Pero en cierto lugar de la espalda sólo hay una mancha de color, en la que no
se aprecia ningún dibujo, pero si se le contemplara durante un tiempo, empezaría a
cubrirse de sombras y aparecería la imagen del observador que refleja cómo vivirá y
cómo morirá.
280
LlTERAkJRA SOBRE CIENCIA-FICCIÓN
Cuento de la pradera
A primera vista, una gran casa y dos personas, un cielo rosado y ardiente, alrededor
unos buitres, se ven unos leones y se escuchan voces.
281
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
282
LITERATURA SOBRE CIENCIA-FICCIÓN
que adquiere las características sádicas del súper yo y se interrumpe la libre comuni-
cación con el ello, es decir, con la fantasía inconsciente (José Luis González, en
Psiquismo fetal).
La regresión nos conduce al tótem y al tabú. Lo lúgubre habla del parricidio y de
la pareja incestuosa de los hermanos; los mecanismos de proyección fracasan y con-
ducen al psiquismo fetal. Nosotros somos testigos de la historia, guerra, violencia,
destrucción, drogas, asesinatos, narcotráficos, corrupción y otros. Así, con todo,
tenemos la esperanza de que un planeta nos rescate o renazcan, con el juego, lo
imaginario, las ilusiones o las interpretaciones analíticas.
Epílogo
Era casi media noche, la Luna estaba alta en el cielo, el hombre ilustrado no se movía,
yo había visto lo que había que ver. Los cuentos habían sido contados, habían concluido
y sólo quedaba ese espacio vacío del hombre ilustrado. En ese cuadro de la espalda,
vi cómo me apretaba el cuello con las manos tratando de matarme...
283
Elige Marte para vivir.
Entrevista con Ray Bradbury
Patricia Cordero*
S
i pudiera vivir en otro planeta, el escritor Ray Bradbury (Illinois, 1920) elegiría
Marte. No hay otro planeta en el que se pudiera vivir en condiciones tan pobres;
en Marte es posible mantener la vida. "Sería como lo que se puede leer en mi
libro Crónicas marcianas, aunque éste es mucho más fantasioso", afirma.
Desde su punto de vista, si el planeta rojo fuera colonizado, seguro sería como
vivir en Estados Unidos. ¿Por qué? "Aquí están representadas todas las naciones del
mundo. Tenemos población de todos los países; tan sólo en Los Ángeles hay cientos
de coreanos, de mexicanos, de alemanes. Vivir en Marte sería como estar en Esta-
dos Unidos", considera.
El autor de Fahrenheit 451, quien piensa que el peor desastre para la Humanidad
sería desatender la educación, participa en la tercera edición del Festival de la pala-
bra. Ahí dará lectura a un poema inédito dedicado a Miguel Cervantes y William
Shakespeare que escribió hace 15 años, aunque por motivos de edad y salud no
viajará a México.
"Cervantes y Shakespeare eran tan apasionados, su imaginación era fantástica y
enorme, que lo único que puedes decirle a la gente es que se sumerja en su obra, nade
en ella y disfrute a través de la mente", dice sobre A poem written on learning that
Shakespeare and Cervantes both died on the same doy (en ocasión de la muerte
de Cervantes y Shakespeare).
285
LITERATURA SOBRE CIENCIA-FICCIÓN
286
10. Epílogo
A manera de epílogo
Alejandro Tarrago
E
sta segunda edición que hoy reeditan los doctores Jinich y Dupont nos ofrece,
junto con el modelo de intervención infantil que ellos crearon, la trayectoria
de un proyecto de investigación de más de 30 años. Nos da la oportunidad de
ser testigos de las vicisitudes por las que atraviesa el verdadero investigador cuando
se plantea la necesidad de construir, a partir de la teoría psicoanalítica, modelos de
intervención novedosos, que arriesguen lo ya conocido para comprometerse más que
con la teoría, con dar respuestas a demandas de la realidad.
Esta segunda edición es, de alguna manera, un nuevo libro en el que se presentan
dos momentos del Modelo GIN-GAP: por un lado, se muestra la trayectoria que va
desde la creación del modelo hasta la publicación de la primera edición y que repre-
senta el itinerario de una rigurosa investigación psicoanalítica que -a partir de una
relativamente escasa literatura científica y muy pocas experiencias parecidas de las
que echar mano- culmina con la construcción de una propuesta teórica y técnica-
mente novedosa.
Cada una de las experiencias de aplicación del modelo que se exponen en este
libro evidencian cómo -a partir del trabajo terapéutico- se van operando modifica-
ciones técnicas que replantean o confirman las hipótesis originales para devenir, fi-
nalmente, en constructos teóricos, en un proceso circular que va de la práctica a la
teoría para regresar siempre a enriquecer la práctica clínica. En tal sentido, este libro
es -además de un generoso manual para quien se interese en la aplicación de este
dispositivo- una verdadera lección de lo que puede ser la investigación psicoanalítica.
Esta segunda edición actualiza la comprensión clásica del modelo GIN-GAP al ofre-
cernos una nueva experiencia, en la que, asesorados y supervisados por la doctora
289
UNA ALTERNATIVA PARA EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO GRUPAL DE NIÑOS Y PADRES
Jinich, reproducen el modelo en una puesta a prueba de las técnicas y teorías que lo
sustentaron durante 30 años, concluyendo en la vigencia de la técnica, pero enrique-
ciendo la comprensión de los fenómenos clínicos con lecturas en las que aplican
nuevos lentes teóricos.
El espectro teórico del que parte el modelo se origina en los postulados básicos de
Freud y en los desarrollos de la escuela kleiniana e incluyen los principios de Winnicott,
Bion y Meltzer, entre otros. En las últimas experiencias que nos ofrecen puede verse
la influencia de la escuela francesa y la teoría psicoanalítica de los vínculos; sin
embargo, como constantemente hacen hincapié los autores, su método de investiga-
ción reposa en la observación empírica más que en la deducción a partir de un esque-
ma previo, lo cual se demuestra en cada una de las experiencias que nos reportan.
Al crear el GDM-GAP, los autores buscaban un modelo de intervención que les permi-
tiera: reconocer e intervenir precozmente sobre la psicopatología del niño e incidir
sobre los factores de la misma que fueran responsabilidad de los padres. Crear un
modelo psicoanalítico para abreviar la duración del tratamiento. Trabajar con las re-
sistencias de los padres para evitar la deserción, mejorando así los resultados obteni-
dos por los propios autores en el tratamiento individual de niños.
Los supuestos sobre los que plantearon su proyecto fueron: que el abordaje grupal
de la psicoterapia analítica de niños significaba un doble desarrollo metodológico que
incluía los principios básicos en los cuales se sustenta la psicoterapia con niños y los
propios de la analítica grupal. Que el proceso terapéutico en un grupo de niños en
edad de latencia podía optimizar sus resultados al poner en práctica una técnica que
permitiera el acceso a la psicopatología de los pequeños en un dispositivo grupal
que favorezca su expresión en y mediante el grupo, sin juguetes mediatizadores de
los conflictos. Que el dispositivo grupal conformado por la pareja terapéutica hom-
bre-mujer y por grupo de pares reproduciría dentro del marco terapéutico el contexto
familiar, por lo cual propiciaría la proyección del conflicto infantil. Que el trabajo
simultáneo con el grupo de padres favorecería su tolerancia a los cambios que ocu-
rran en sus hijos, su comprensión de los factores patogénicos que inciden en ellos y su
participación activa en la cura.
A partir de tales supuestos, los creadores del modelo GIN-GAP buscaron superar las
limitaciones inherentes a las técnicas clásicas de psicoanálisis con niños, donde la
interpretación de los contenidos simbólicos expresados en el juego constituye el ins-
trumento terapéutico fundamental, creando el diseño de un procedimiento que permi-
tiera el acceso al conflicto infantil desde lo más cercano a sus fuentes de origen, de
tal manera que fuera posible entrar en contacto con los vectores primarios de la
enfermedad.
290
EPÍLOGO
Conforme con los hallazgos que van obteniendo en su práctica clínica y paralela-
mente al afinamiento del instrumento terapéutico que van creando, Jinich y Dupont
definen una base teórica que sostiene la práctica. Desde aquí se entiende a la psico-
patología infantil como efecto y defensa de los factores ansiogénicos surgidos de lo
constitucional, lo intrapsíquico y lo ambiental y una teoría de la cura desde donde
sustentan que la rectificación de factores ansiogénicos en los padres, internalizados
por el paciente-niño, facilitan el proceso de elaboración y solución del conflicto que
generan. Así, éste se operacionaliza en un dispositivo que atiende en forma paralela
a los niños en el grupo infantil natural y a los padres en el grupo correspondiente de tal
forma que éstos quedan corresponsabilizados para lograr las modificaciones necesa-
rias en la familia.
Una de las innovaciones técnicas que propone el modelo es la de dividir la sesión
en tres etapas, tres momentos diferentes a lo largo de la sesión que constituyen las
partes de un todo. El primero es el de la acción, en el que se rompen los esquemas
tradicionales entre niños y adultos; aquí se promueve el contacto, de manera que
aparezcan series de actuaciones que son motivo de señalamientos, comentarios e
interpretaciones. La hora de la acción "está presidida por la regla de la libertad, la
espontaneidad y el juego". El segundo momento, "La hora de pensar", está marcado
por una regla que define una separación, una diferenciación, una castración: entre el
proceso primario y el secundario, entre la fantasía y la realidad, entre la descarga y la
transformación en pensamientos, entre lo imaginario y lo simbólico, entre la repeti-
ción y el trabajo elaborativo. El tercer momento, "La hora de poner las cosas en su
lugar", es un agregado en la situación de la dimensión de lo real: la terminación de la
sesión, la separación y la pérdida, la desaparición de ese "espacio mítico" comparti-
do; en la terminación finalizó la "ilusión grupal".
En la primera "hora", por un largo periodo, las fantasías primarias alcanzan su
expresión mediante la acción corporal y la evacuación de la agresión: predominan la
destructividad y el miedo a la retaliación, de donde se refiere el ataque proyectivo a
los objetos primarios y su internalización persecutoria, junto con ciclos defensivos de
carácter maniaco. En la segunda se abate la violencia física, alcanzando las fantasías
y la agresión un nivel de expresión verbal que es ideativo y elaborativo. Asimismo, las
defensas maniacas ceden, paulatinamente, disminuyendo la ansiedad persecutoria e
internalizándose objetos menos dañados. Y en la tercera fase se instalan francas
actitudes reparadoras hacia los objetos individuales y hacia el grupo que alcanza un
grado de socialización que permite la organización de actividades grupales autodirigidas.
Estos tres momentos fundamentales del GIN varían en su duración e intensidad a lo
largo del proceso terapéutico. Uno de los descubrimientos importantes, corroborado
en las diferentes experiencias en que se aplicó el modelo, fue lo que los autores
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EPÍLOGO
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psicoanalítico grupal de niños y padres, GIN-GAP
se terminó de imprimir en agosto de 2007.
Tiraje: mil ejemplares.