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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Teología
Materia: Práctica de la Confesión
Profesora: Víctor Martínez, SJ
Alumnos: Emanuel Vega, SJ.
21 de agosto de 2020

TALLER 2 – PRÁCTICA DE LA CONFESIÓN


(1) RESEÑA DEL TEXTO «EL MINISTERIO DE LA PENITENCIA Y LA RECONCILIACIÓN»1
Importancia actual, momento de gracia
El texto comienza señalando la importancia de reforzar el sacramento de la
reconciliación, y asegura que “la Iglesia no sólo anuncia la conversión y el perdón, sino que
al mismo tiempo es signo portador de reconciliación con Dios y con los hermanos”2. El
sacramento es siempre una celebración gozosa del amor de Dios que se da a sí mismo.
Este perdón está en la base misma de la misión de la Iglesia. Es por ello que la celebración
del perdón de alguna manera manifiesta el nivel de evangelización de un creyente o de una
comunidad de creyentes. En primer lugar, porque toda celebración del perdón viene de
Dios; y, en segundo lugar, porque nos une más radicalmente a Cristo y a su entrega
redentora. Cristo es el centro del perdón que la Iglesia ofrece por medio del sacramento. Y
esto, en dos sentidos: porque nos purifica y dispone a la gracia, y porque, perdonándonos,
nos permite identificarnos con Él. Por ello el sacramento de la reconciliación es siempre
actual y universal: tanto laicos, como religiosos y clérigos se ven nutridos por esta práctica
cuando se la realiza asiduamente. El contacto sincero y profundo con la misericordia de
Dios va calando en el creyente al punto de acentuar en él la semejanza con el Hijo.
Líneas fundamentales
La confesión frecuente ayuda al creyente a tomar conciencia del pecado y de todos
aquellos impedimentos que ponen freno en la historia y en nuestro ser al amor de Dios. Por
ello se puede afirmar sin tapujos que este sacramento nos procura la santidad a la que
estamos llamados y posibilitados por el bautismo y la confirmación. Como todos los
sacramentos, es un medio eficaz para progresar en la vida del Espíritu. Al tiempo, nos
reconcilia con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con toda la creación. Es esta
experiencia de reconciliación la que, calando en el corazón creyente, despierta en él “un
anhelo de paz para toda la humanidad”3.
Algunas orientaciones prácticas
La confesión recupera la comunión con Dios y con los hermanos, sobre todo en la
comunidad eclesial. Pero, para ello, se precisa de un arrepentimiento sincero, de una
acusación seria de las faltas, y el ánimo para expiarlas o enmendarlas. Todo este proceso

1
Congregación para el clero, “El ministerio de la penitencia y de la reconciliación en la perspectiva
de la santidad cristiana”, en: El sacerdote, confesor y director espiritual, ministro de la misericordia
divina, recuperado de: http://www.clerus.org/clerus/dati/2011-05/20-
13/Sussidio_per_Confessori_es.pdf
2
Ibíd., 8.
3
Ibíd., 18.

1
se ve secundado por la acción misma del Espíritu de Dios, que acompaña, garantiza y
mueve al perdón.
En este punto también se enfatiza que los ministros deben actuar con la prudencia
debida prestando atención a la condición y edad del penitente. Siempre en vistas de
favorecer el proceso de configuración con Cristo. Por ello, no se deben desdeñar los
consejos en el espacio de confesión o invitar al penitente a proseguir con una dirección
espiritual. Para que este proceso tendiente a la santidad también se debe mirar a la
«calidad» del ministro: su disponibilidad, el deseo de conocer y discernir las enfermedades
espirituales, la oración personal, sensibilidad al Espíritu de Dios, etc. Este debe garantizar,
en la medida en que el contexto de confesión se lo permita, un «diálogo de salvación» a
imagen del Cura de Ars, que mueva al penitente a un mayor deseo de «vivir la vida de la
gracia».
Reflexiones personales sobre el texto
En primer lugar, quisiera resaltar el estilo de redacción cercano y conciso que
presenta el texto. A diferencia del texto anteriormente trabajado, este se encuentra escrito
de manera menos impositiva. De hecho, no toca temas que pudieran ser «controversiales»
como el aborto o la comunión de divorciados vueltos a casar. Es decir, pretende marcar
menos la cancha en relación con el anterior.
En segundo lugar, el hecho de que el texto presente traiga a la memoria la labor
denodada del santo Cura de Ars, hace que se torne menos racional la estructuración y más
vivencial-afectiva.
En tercer lugar, considero que en este texto se manifiesta más la íntima relación
entre el sacramento de la reconciliación y los restantes sacramentos. La vida de la gracia
adquiere en estas páginas una notable relevancia.
(2) ¿CUÁL CONSIDERAS QUE ES EL APORTE DE ESTE TEXTO EN SUS ELEMENTOS
CENTRALES A LA PRÁCTICA DE LA CONFESIÓN?

A mi parecer, este texto encuadra la práctica del sacramento de la reconciliación en


el marco que teológicamente le corresponde: el sacramento adquiere cabal sentido en la
medida en que rehabilita o potencia en el penitente la vida de la gracia, a fin de facilitar en
este el proceso de «configuración con Cristo». Este proceso de configuración con Cristo,
como camino de santidad de todo creyente, es el sentido -a mi parecer- más hondo de este
sacramento. La reconciliación con Dios, consigo mismo, con los demás, con la creación
entera se entiende desde esta perspectiva de gracia y de configuración con el Hijo de Dios.
El espacio de confesión tiene la potencia de «alentar el progreso en la vida del
Espíritu» del creyente y también del ministro. A causa de este, el ministro debe tener
conciencia de la responsabilidad de ser «instrumento de la gracia de Dios». Por ello mismo,
debe procurar ser un pastor que «acoge», que «escucha» y se compromete, de alguna
manera, con el penitente. El encuentro entre penitente y confesor, mediado por la presencia
del Espíritu de Dios, es un posible espacio de gracia que requiere de la apertura al Espíritu
de los sujetos partícipes de este encuentro. Por esto mismo es texto resalta en diversas

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21 de agosto de 2020

ocasiones la gran utilidad del «diálogo de salvación» como medio, también, del cual Dios
se puede servir para hacer al penitente partícipe de su vida divina.
(3) TENIENDO PRESENTE EL CASO RELATADO ANTERIORMENTE: LA
PROFUNDIZACIÓN EN EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA QUE VIENES HACIENDO,
¿TE LLEVA A APROXIMARTE A ÉL? ¿POR DÓNDE? ¿DE QUÉ MANERA?
Me ha iluminado mucho la conciencia de que el sacramento de la reconciliación es
una instancia de reconocimiento del pecado, de arrepentimiento sincero, pero, por sobre
todo, es un «acto» de corazón que nos permite tomar conciencia de la misericordia de Dios
y de su llamada a «configurarnos con su Hijo». También me ha iluminado la noción de
«diálogo de salvación» y la idea de que un consejo bien dado puede se factor motivante de
la gracia en el penitente. Es entrando en relación, disponiéndonos a la gracia de Dios, como
podemos generar espacios de conversión.
Al releer el caso que expuse en el Taller 1 a la luz de la pregunta planteada en este
punto, creo que -en primer lugar- lo visto hasta ahora me alienta a abrirme (si me pienso
como confesor) a la escucha y a facilitar al penitente un espacio de encuentro con Dios por
medio del sacramento. Jesús es el principio, el medio y el fin del sacramento; y este último
tiene su cabal sentido en la medida en que permite re-disponernos a la gracia. Esto me
parece tremendamente importante.
En la misma línea, creo puede ser importante señalar que es Dios el que nos mueve
a «arrepentirnos», a «pedir perdón» y «confesar» nuestros pecados. Dios operando en el
penitente, y en todo pecador. Y que este mismo Dios no deja de acompañarlo/nos en el
camino, de sostenerlo/nos en las dificultades.
No obstante, muchas de las interpretaciones del caso y los criterios de abordaje de
este me vienen de las experiencias de acompañamiento que he tenido. En esto, siento que
debiera tener más claro el «hasta dónde» de una confesión, para no transformarla en un
«acompañamiento espiritual». Claro que reconociendo el sumo valor del «diálogo de
salvación» que proponía el texto.

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