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Viñetas

de
R.Ramírez
Blanco

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QUÉ
¿PARA
LAHISTORIA?
5 I

I ¿Que historia enseñar?


JosepFontana
escatedrático
deHistoria
enlaUniversität
Pom-I JosepFontana
peuFebraydirector
delInstitut
d'Història
JaumeVicens
Vives.
entre
Autor, otras deLacri-
obras,
sisdelAntiguo
Régimen,1808-
1833,
Historia:
análisis
del
pasadoyproyecto EuropaI
social, Hubountiempo,a mediadosdel siglopasado,en que los historiadores cultivaban lo que se lla-
anteelespejo,
Lahistoria
des- mabahistoriaeconómicay socialy se esforzaban en estudiarproblemasque teníanque verconlos
puésdefindelahistoria,
Intro-
ducciónalestudio
delahistoria de su tiempoy su entorno.Cuando estudiaban la revolución francesa, estabantratando de hallarres-
yLahistoria
deloshombres. al debateentrela democraciay el totalitarismo; cuandose ocupabande la industrialización,
Elpresente
texto a puestas
corresponde
latraducción
castellana
dela pretendían entender mejor los mecanismos del crecimiento capitalistaparaaprendera orientarlo
ponenciadel
autor
enlasjornadasde manerasocialmente útil.
delaHistoria
«L'ensenyament ila
en
Geografa tempsdifícils» Lo malo fue que algunosconvirtieron estosmétodos-que tanbuenosresultados habíandado-
enlaUniversität
celebrada de
Valência de2002. en un recetariomecánicoque daba las respuestasa partirde una teoríapreviamente
enjunio memorizada
según las formulaciones de unos catecismos que no solamente servían paraexplicar pasado sin
el
tenerque perderel tiempoyendoa los archivosa investigarlo, sinoque erantambiénunasuertede
conjurospara actuar sobre la realidad presente y transformar el mundo.
Peroel mundose resistióa dejarsetransformar y los análisisdelpasadoescritosa partir de esos
formularios acabaronen unaretórica vacíaque resultahoyinsoportable. El dobledesencanto, en los
ámbitosde la políticay de la historia, condujoa unaespeciede escepticismo, porlo que se refiere
a las posibilidadesde cambiarsustancialmente el mundo,y a un desconcierto en el terreno de los
métodosde los historiadores, que se retiraron
delcompromiso cívicoa la tranquilidad de la vidaaca-
démica,y dejaron de interesarse los
por grandesproblemas de la sociedad para dedicarse a refina-
mientosque sólo interesaban a los iniciados.
Como consecuenciadel desencantoanteel fracasode los viejos métodos,hemosllenadoel
vacíoque éstosdejaronconnuevasfórmulas de menoralcance,de las que esperamos que nosdevuel-
vanla seguridady la certeza,aunquesea parahorizontes muy limitados. Vivimos en mediode una
multitud de escuelas,que a vecesno pasande sectas,que profesan su feen unenfoqueconcreto, con
el que se puedeexplicary resolverlotodo:estudiode las mentalidades o de las representaciones,
microhistoria,postmodernismo, postcolonialismo...
Todas estastendenciastienenuna característica en común:una atencióncasi exclusivaa los
aspectosculturales, desdeñandola vieja preocupación porestudiarlos datosde la economíay de la
sociedad.Es seguroque con eso vienena ponerremedioa un vacío de nuestrasviejas interpreta-
ciones,que tendíana considerar los hechosculturalescomoconsecuencias, comosuperestructuras,
por decirlocon una mala lecturade Marx,ignorando que éste había que es en el terreno
escrito de
las ideasdondelos hombrestomanconcienciadel conflicto social.
Convieneque incorporemos lo que estastendenciasnos aportan.Ningunaescuelaha de ser
menospreciada, porquecada una tieneuna partede la verdad;cada caja de herramientas contiene
algunaque es útil.Peroninguna de ellas nosbastaen solitario, si
especialmente deja de lado aspec-
tostanfundamentales y al trabajode los hom-
comolos que estánligadosa la vida,a la subsistencia
bresy de las mujerescorrientes. Ha de serla naturalezadel problemaque pretendemos estudiarla
que determine los métodosque elegimosparahacerlo,tomandoherramientas de todas las cajas de
utillajedondepodemosencontrar algunacosa útil,y no los métodoslos que nos obliguena con-
tentarnos con versólo un aspectode los problemas.

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ól

Un grupode estudiantesnorteamericanos de cienciapolítica,que se han sumadoal movi-


mientoiniciadoporlos estudiantes de economíaque pidenuna enseñanzamás cercanaa la reali-
dad, lo ha dichocon una fraseque me pareceun principioenteramente válidopara los historia-
dores:«es el problemael que dictael método;no el métodoel problema».Lo que es inadmisible
es que la adopciónde unaescuelay de unametodología nosllevea analizarlos problemas con ópti-
cas sectorialesque sólo puedendarnosuna visiónsesgada de una realidaddemasiadocompleja
parareducirlaa una perspectiva unilateral.
Con estaretirada a la que mehereferido, los historiadores noshemosalejadode los problemas
que importan al ciudadanocorriente, que deberíaserel destinatario finalde nuestrotrabajo,para
recluirnos en unmundocerradoque menosprecia el del exterior,el de la calle-justificándolo conel
pretexto de que los habitantes de estemundoexterior no nosentienden-, y nosdedicamosa escribir
casi exclusivamente para la tribude los iniciados y, sobre todo,para otros profesionales.
Lo que pasa, sin embargo,es que los que vivenen este mundoexterior, en eso que llama-
mos la calle, necesitantambiénde la historia,como la necesitacualquier ser humano-en la
medidaen que la historiacumpleparatodogrupouna de las funcionesque la memoriapersonal
tieneparacada individuo,que es la de proporcionarle un sentidode identidad-y puestoque nos-
otros,los profesionalesde la investigación o de la enseñanza,no les proporcionamos el tipode
historiaque necesitan,la recibende maneraasistemàtica,peromuyeficaz,de los políticos,de
los «tertulianos» de la radioy la televisión,de las celebracionesconmemorativas (el tonoy sen-
tidode las cuales vienedeterminado, en últimainstancia, por la institución las
que paga) o incluso
de las películas.
Todo eso formaunapartesustancialde lo que llamamosel uso públicode la historia, que un
historiador italianoha definidocomo«todolo que no entradirectamente en la historiaprofesional,
peroconstituye la memoriapública(...); todolo que creael discursohistórico difuso,la visiónde la
historia,conscienteo inconsciente, es
que propia de todos los ciudadanos. Un terreno en el que los
historiadores representan unpapel,peroque es gestionadosustancialmente porotrosprotagonistas,
comolos políticos,y porlos mediosde comunicación de masas».
El uso públicoempiezacon la educación,de la que recibimoslos contenidosde una visión
históricacodificada,frutode unaprolongadalaborde colonizaciónintelectual desdeel poder,que
es quien ha decididocuál es «nuestro»pasado,porquenecesitaasegurarsecon eso que compar-
timos«su» definiciónde la identidaddel grupodel que formamos parte,y que paraconseguirlo
no tieneinconveniente en controlary censurarlos textosy los programas.Porqueeso de la his-
toriaes demasiadoimportante paradejarlosinvigilancia.Orwellya habíadicho, r-
en su visiónde un mundototalitario, que «quien controlael pasado controlael
futuro, y quiencontrolael presentecontrolael pasado».
Esta historia«pública»,sumandotodossus componentes, cumpleunafunción
muyimportante, porqueacaba influyendo en el votode la gentee inclusoen su dis-//Ду
posiciónparatomarlas armasparadefender unosvaloresinculcadosporla educación,Qf(fp
o hastaparamatara los que le hansidodesignadoscomoenemigosde esos valores. • ш•
Hay ejemplosespecialmente dramáticos de los efectosque puedecausarun mal
uso públicode la historia.En Rwanda,porejemplo,tutsisy hutusvivíanen paz hasta
f
que las escuelas de los colonizadoresbelgasenseñarona los hutusa odiara sus supuestosdomi-^
nadoresfeudalestutsis,en una interpretación sesgaday falsade la historia, que legitimóla sinies-
tramatanzade familiastutsiscomounarevolución antifeudal liberadora.

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QUÉ
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Peropermítaseme bajarde estasgeneralizaciones a nuestroterreno más inmediato y cercano.


En los años del franquismo el temade la historiay de su uso públicotomóuna importancia consi-
derableentrenosotros.Esteaño he debidoestudiar, parauncursoque impartía, las ideasdel gene-
ralFranco,y he podidocomprobar que en la base de su pensamiento estabajustamente su concep-
ciónde la historiade España.El mismodijo publicamente en 1958: «Nuestrorégimenactualtiene
exclusivamente sus fuentes y su fundamento en la historiaespañola».
No es cuestióntratar detalladamente aquí esta visión,porotrapartebienconocidaporqueel
mismoFrancola expusoreiteradamente, perosí valdrála penaconsiderar la principal de las deduc-
cionesque extraíade ella. En dos ocasiones,en 1946y en 1967,Francodio en las Cortesunalección
de historiacontemporánea de España, con muchoserroresde detalle,perocon una convicción
firmejÄ de estaren posesiónde la verdad(¿qué importancia tienenen uncaso así los errores pun-
.^jd№Bh|tuales?). Ambas lecciones consistían en una revisión de arriba abajo de la historia con-
temporánea españolaentre1808 y 1936,de la que extraíala siguiente conclusiónpolí-
tica:«El balancenopuedesermásdesdichado. Si paraotrospuedeconstituir el régimen
democrático, inorgánicoy de partidosunafelicidad,o a lo menos un sistema llevadero,
Уа se ve 1° 4ue ParaEspañaconstituyó que y lo ha representado a travésde la historia». La his-
toria,portanto, no sólo era la base intelectual de su sino lo
régimen, que, además, legitimaba.
§ Está claroque frentea una visióncomo ésta,con su corolariode negacióndel derechodel
puebloespañola la democracia,quienes nos dedicábamosa enseñarhistoriatuvimosuna tarea
muyfácil.Cualquiercosa que ofreciésemosen contrade estos planteamientos parecíaválida y
nos permitíasentirnos,y ser consideradospor los otros,como la concienciacríticade nuestra
sociedad.Peroestosplanteamientos elementales,y a menudogroseros,que nos servíanen unas
circunstancias tanespeciales,nos dejaron,al cambiarla situaciónpolítica,mal equipadospara
hacerfrentea los nuevostiempos.¿De qué nos sirvenlos viejos esquemasde la persistencia del
feudalismoy la revoluciónburguesafrustrada lo ha
paraexplicar que pasado en este país los
en
últimosveinticincoaños?
Necesitaríamos unequipamiento de nuevotipoque permitiese explicar,porejemplo,la ver-
daderahistoria de la transición, la
sobre que se ha construido una novela inaceptable, que puedelle-
gara hacerde unhombreaudazy sinescrúpuloscomoAdolfoSuárezpoco menosque unsanto,que
ahorael PP ha intentado canonizaren Toledo paravenderla candidatura de su hijo. Deberíamos
poderexplicarcómo y porqué los años de gobiernodel PSOE defraudaron las expectativas de la
-la no
gente corrupción basta, ni mucho menos,parajustificarlo, ya que bien mirado nuestros gober-
nantesde ayerno eransinocarteristas de poca montacomparadoscon los grandesdelincuentes de
hoy-y ¿cómo se entiende no sólo la victoria absoluta del PP, sino la persistencia apoyoque le
del
mantieneen el poder?Y otrascosas tal vez aún más seriase importantes que estas.Porque,bien
mirado,si el tipode historiaque explicamosno sirveparaentender cuestionesde estaíndole,¿para
qué les puedeservira nuestros estudiantes?
Y lo que está claro es que para conseguirexplicarestas cosas no basta con estudiarmás
de cerca los acontecimientos recientes,sino que necesitamossobretododotarnosde un instru-
mentalde explicaciónmás rico y más adecuado,ya que es el esquemaenteroque utilizamoslo
que no sirveparaesta tarea.
Hemos recibidoun tipode historiaque se desarrollalinealmente, del pasado al presente,
y que tienecomo protagonista básico al estado.Explicamosa los historiade España,
estudiantes
o de Francia,o de Italia,basándonosen la suposiciónde que hayun procesonaturalque llevaen

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J]

la direccióndel presentede una maneraimparabley que sólo cuentalo que se sitúaen esta línea:
lo que sirveparaconsolidarel estadounitarioen su formaactual.Perolos millonesde hombrey
mujeresque han vividoen esta tierradesde hace siglos teníanotrosproblemas,otrosobjetivos
para su esfuerzoy otrossueños,de los que los historiadores nada nos dicen.
Un historiador indio,RanahitGuha,ha denunciadoel abusode situaren el centrode nuestras
preocupaciones, como motorúnicode la historia, la formación del estado,olvidandoescucharlas
vocesde los hombrey mujeresque nospodíanhaberhabladode otrasdimensiones de sus vidas.
Estahistoria linealy estatista,que nos ver
impide que en cada momento del pasadoha existido
unadiversidad de futuros posibles,nosha llevadoa olvidarlas aportaciones de los pueblosno euro-
el
peos, papel de la la
mujer, importancia de la cultura de las clases populares, entendida comosaber
y no comofolklore, y la racionalidad de unosproyectos alternativos de futuro que no triunfaron.
El mayorde los desafíosa los que han de hacerfrentelos historiadores de comienzosdel
siglo XXI es, justamente,el de superarel viejo esquematradicionalque teníacomo protagonis-
tasesencialesa los gruposdominantes -políticos,económicosy culturales-de las sociedadesdes-
arrolladasy dejaba al margende la historiaa los pueblos y grupossubalternos,incluyendola
f inmensamayoríade las mujeres.
|Ж Veamosunejemplodel tipode obnubilaciónque puedegenerarestavisiónlinealy estatista.
Si la historiade España hastafinalesdel sigloxvinsiguepresentándosenos esencialmente como
^^^^una historia de reyes(basta mirar los muchos volúmenes que se han publicado con motivo
de la celebraciónde los centenariosde Carlos V y de Felipe II: sólo se encontrarán imá-
genes de la corte o de los de
campos batalla, hay no labradores en los campos, ni barcos
H^HB^VN^que transporten mercancías, ni tejedores, ni mujeres vendiendo en el mercado),la del
siglo XIX deja de ser una historia de reyespara convertirse directamente en histo-
l ria de la construcción del estado,que tienecomo hitosesencialesla luchaentreabsolutismoy
^ constitucionalismo, entre derechose instituciones feudalesy propiedadcapitalista,en unplan-
teamientoque, además,paracolmo,se formulaen términossimplistasy falsos.
Peroesta visiónsesgada,que ha sustituido los reyesporhéroestandudososcomo Narváez
y Espartero o Cánovas y Sagasta, nos impide lo que era la realidadde la vida de la mayoría
ver
de los ciudadanosdel país y no nos permitepercibirhechosmás importantes parael conjuntode
ellos que los de la políticacortesana.
Pondréun ejemploa partirde una experienciareciente.Acaba de aparecer,editadoporla
Universidad de Alicante,un volumencolectivosobresalariosagrariosy nivelde vidaen la España
contemporánea. De los trabajosque se publicanen él se desprende que ha habidodos momentos cla-
rosde emperoramiento de la condiciónde los asalariadosruralesespañoles,que vienena coincidir
con las décadascentralesdel sigloxix -más o menosde 1840a 1870- y con los primeros añosdel
franquismo. A mímepareceque estosdos momentos tienenrasgosencomún,y que analizarloscom-
parativamente nos puedeayudara entender mejorlas causas que hanllevadoal empobrecimiento
de los asalariados.Y es que tantounocomootrorepresentan unmomento de reflujodespuésde una
en
experiencia que los campesinospequeñosy medianoshabíanparecidoamenazarel ordenesta-
blecidode la propiedady de la renta.
La primeraetapacorresponde al finalde un procesomal conocido,que es lo que yo llama-
ría la «revoluciónsilenciosa»de los campesinosentrela guerradel Francés-o de la Independen-
cia, llámeselacomo se quiera,no haremoscuestiónde la terminología-y la culminaciónde la
reforma agrarialiberal.Unos añosen que los campesinosempezaronprotestando contralas cargas

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señorialeshastaque, al verque no les hacíancaso, optaronpordefraudar en su pago,e hicieron


que los derechos señoriales y el diezmo perdiesen buena parte de su valor.
Duranteel veranode 1836, mientrasla regenteMaría Cristinahabía de enfrentarse en La
Granja a la revuelta de los sargentosy mientras en diversas ciudades españolas estallaban movi-
mientosa favordel retornoa la Constituciónde 1812, que son los acontecimientos de los que
hablannuestrassíntesisde historiade España,en el campo aragonésse multiplicaban las resis-
tenciasy las protestascampesinashastael puntoque las casas señorialesaragonesasse dirigie-
ronal gobierno,como grupo,denunciandola posibilidadde que no solamentesus intereses,
sino tambiénlos de la patria,«corríanpeligrode versearrasadosporla revolución».Una revo-
lución,por cierto,que no teníanada que verni con la de los sargentosni con las urbanasque
pedíanel retornoa la Constitución de Cádiz y de la que, en cambio,no se hablaen las síntesisde
historiade la España contemporánea que utilizamoshabitualmente.
La reforma agrarialiberalpusoordenen esteterreno, renovólos viejosderechos-no se olvide
que, segúnVicenteFlórezde Quiñones,las sentenciasdel TribunalSupremosobreseñoríosentre
1849y 1928fueronmayoritariamente favorables a los antiguosseñoresy contrarias «a los precep-
tosy al espíritu de las leyesabolicionistas», pordecirlocon suspropiaspalabras-y devolvióla esta-
bilidada los campos.Se beneficiaron de ella también aquelloscampesinos pequeñosy medianosque,
comoha mostrado Cabralen lo que se refiere a Andalucía,pudieronreclamary negociarsus intere-
ses. Peropordebajode ellos quedabala masade los que se vieronafectadosporla desaparición de
las tierrasde aprovechamiento comúny,pordecirlocon palabrasde Pascual Marteles,«porel
endurecimiento de las condicionesde explotación en tierrasconviejosderechosde carácter señorial
que transformaron a su favorla plenapropiedad».De estamasade perdedores debíanprocederlos
asalariadosque hubieron de aceptarlos bajosjornalesde los nuevostiempos.
Tambiénlos inicios del franquismoson años de contrarrevolución, de finalviolentode
unatransformación que, contra lo que solemos pensar, no fue tanto la de la reforma agrariacomo
la de la libertadde los trabajadores agrícolasparasindicarsey reclamarsus derechos.Cuáles eran
los motivosy el sentidode la reacciónde los grandespropietarios lo muestra el episodioque narra
esa excelenteHistoriade Salamancaque ha escandalizadoa uncanónigolocal,en la que se cuenta
que el 18 de julio de 1936 el Conde de Alba y Yeltes,Gonzalo de Aguilera,«hizo ponerseen
fila india a los jornalerosde sus tierras,escogió a seis y los fusilódelantede los demás.Pour
encouragerles autres, ¿comprende?», le dijo el señorconde a un periodistaextranjero al que le
explicabasatisfechoel episodio.Era, sencillamente, una lección prácticapara que aprendiesen
cuáles seríanlas reglasde los nuevostiempos.Y la evoluciónde los salariosreales se había de
acomodar,porfuerza,a estasnuevasreglas.En estecaso, que la crisisno durasetantocomodes-
pués de la reformaagrarialiberalse debió, sin lugara dudas,al impulsode la economíaeuro-
pea que vació los camposespañolesde brazosmal pagados.
Podríaponermuchosejemploscomo éste del tipode hechosque no tienennada que ver
con el hilodel argumento de la construcción del estado,peroque nos planteanfenómenos decisi-
vos en términos de la evoluciónde la sociedadespañola.Tampocose trata,naturalmente, hacer de
una historiadesdeabajo, que olvidela importancia decisivade los actosdel poder.Lo que quiero
es una historiacon Narváezy Espartero, perotambiéncon los campesinos,ligadosen un mismo
argumento, puesal finy al cabo es difícilexplicarla políticade Narváezsi se deja de lado el hecho
de que era un terrateniente de Loja, o la de Esparterosi se olvida que estabacasado con la hija
únicade un ricobanquerode La Rioja.

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Toi

De otraparte,me pareceinteresante subrayarque sólo a partirde una línea de argumen-


tacióncomo la que propongose puede aspirara explicarmás razonablemente acontecimientos
complejos.Mencionabaantesel ejemplode la transición,que se planteahabitualmente como
la obrade unreducidonúmerode personajesilustrados -el rey,TorcuatoFernándezMiranda,
Osorio,el inevitableSuárez-, en una historiaen la que se olvida explicarnosque el motivo1 '
porel que se aceleróel desmontajedel franquismo desdeel interior mismodel franquismo/ J
-no olvidemosque Suárez era el últimoministrosecretariogeneraldel Movimiento- J
fueel miedo a una movilizaciónde masas que empezaba a tomaruna amplitudamenazadora,
hastael puntoque el movimiento de huelgasllegó al apogeo en 1976.
Perosi hastaaquí mehe venidorefiriendo sobretodoal tipode historia que deberíamos hacer,
ahoradeberíainsistir, parajustificarla necesidadde un cambio, en la cuestiónde su La
utilidad. ense-
ñanzade la historia¿es realmentenecesariaparalos hombresy mujeresde hoy?¿Tienenalgún
sentidoen unmundoque aspiraa la globalizaciónestashistorias de luchaslocales?
Vayamospor partes.Las colectividadeshumanas,igual que sus miembrosconsiderados
individualmente, necesitancontarcon una memoria.Sabemoshoyque nuestramemoriaperso-
nal no es un depósitode representaciones -un archivode imágenesfotográficas, más o menos
borrosas, de los hechos del pasado que guardamos en la mente- sino un complejosistemade
relacionesque tieneun papel esencialen la formaciónde la consciência.Una de sus funciones
más importantes es,justamente, la de producir, comoha dichoungranneurobiólogo, «unaforma
de recategorización durantela experienciaen curso,más que una reproducción de una secuen-
cia de acontecimientos». La consciênciase vale de la memoriaparaevaluarlas situacionesnue-
vas a que debe hacerfrentemediantela construcción de un «presenterecordado»,que no es la
evocaciónde un momentodeterminado del pasado sino la capacidadde ponerenjuego todoun
к conjuntode experienciaspreviasparadiseñarun escenarioal que podemosincorporar los nue-
V vos elementosque se nos presentan.
1' |4 De parecidamaneralos historiadores, al trabajarcon la memoriacolectiva,no se dedican
1X1 A simplemente a recuperarhechosque estabanenterradosbajo las ruinasdel olvido,sino
ДЦД que utilizan su capacidadde construir, a partirde la diversidadde elementosdel pasado
que tienena su alcance,«presentesrecordados»que puedancontribuir a que la conscien-
^^<:ia colectivarespondaa los nuevosproblemasque se le presentan, no
pero extrayendo leccio-
it nes inmediatasde situacionesdel pasado que no se repetirán, sino creandoescenarioscontra-
factualesen los que se puedanencajar e interpretar los nuevoshechos que se nos presentan:
escenariosen los que el pasado se ilumina,pordecirlocon palabrasde WalterBenjamin,en el
momentodel reconocimiento.
Nos gusteo no,las colectividades humanasfuncionan a partir de estasconsciênciascolectivas
y en la medidaen que el discursopúblicotiendea formarlas -a menudoa deformarlas-, el histo-
riadorno puedequedaral margen. Porque si bien es frecuente que los historiadoresacadémicos pro-
clamensu desdénporestosusos públicos,como si significasen unaprofanación de su ministerio,
la verdades que no acostumbran a tenerinconveniente a prestarles su apoyocuandose tratadel
discursodel ordenestablecidoque distribuye beneficios y premios.
Nuncaha existidounrégimentancorrupto ni una dictaduratanferozque no hayanpodido
contarcon un coro de historiadoresbien alimentadospara elaborarsu genealogía y sostener
que representan la culminaciónde la historiade la patria,e inclusode la universal.Hace unos
mesesun físico,profesor de unade las universidades de Madrid,me decía,escandalizadoanteel

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espectáculoque veía a su alrededor:«Los historiadores se han vueltotodosdel PP». Lo único


escandalosoes que estabahablandode los mismosque pocos años antesapoyabanal PSOE. O
tal vez habríaque pensarque el hechono es escandaloso,sinonatural,si tenemosen cuentaque,
al finy al cabo, las instituciones públicasson los clientesmás importantes del trabajodel histo-
riadoracadémico,que ha de esforzarse,si quiere prosperar, en suministrarles el tipode mer-
cancía que le solicitan.
Está claroque hayque denunciarlos abusosde estediscursopúblicoy que eso justificaen
buenamedidael trabajodel historiador. Perono bastacon ello,sinoque debemosaspirara partici-
paractivamente en la formación de la memoriapública,si no queremosabandonarun instrumento
tanpoderosoen manosde los manipuladores. Lo entendióasí en los momentos finalesde su vida,
cuandoluchabaen la resistencia contralos nazis,MarcBloch,que reivindicaba la capacidaddelhis-
toriador para cambiar las cosas. Una consciênciacolectiva,afirmaba,estáformada por«una multi-
tudde consciênciasindividuales que se influyenincesantemente entresi». Poreso, «formarse una
idea clarade las necesidadessocialesy esforzarse en difundirla
significaintroducir un pellizcode
levaduraen la mentalidadcomún;darseuna oportunidad de modificarla un poco y, como conse-
cuenciade eso, decantarde algunamanerael cursode los acontecimientos, que estánregidos,en
últimainstancia, porla psicologíade los hombres». en
Quisierainsistir estaspalabrasde Bloch:«For-
marseuna idea de las necesidadessocialesy esforzarse en difundirla»,porqueme pareceunpro-
el
gramaidealpara trabajo del historiador.
Es ciertoque carecemosde los abundantes recursosde que disponenlos poderesestablecidos
para alimentar la difusión de sus discursos,perohaymuchasformasen que podemosaproximar-
nosa las realidadeslocales.He visto,porejemplo,enArgentina, unaexperiencia interesantísima de
unaespeciede talleresde historiaorganizadosdesdela universidad en conexióncon los barrios,y
disponemosde una instrumento formidable comoes la enseñanza,y yo diríaque especialmente la
enseñanzamedia.
Y al hablarde la importanciade la enseñanza,piensomuchomenosen la cantidadde cono-
cimientosque se puedanproporcionar a los alumnosque en la posibilidadde enseñarlesa pen-
sar,enseñarlesa dudar,a que no aceptenlos hechosque contienenlos librosde historiacomo
datosa memorizar -a la manerade certezasparecidasa las que se enseñanen el estudiode las
matemáticas-, sinocomo opinionesyjuicios que se puedenanalizar,paraque se acostumbren a
manteneruna actitudparecidaante las certezasque les querránvendercada día unos medios
de comunicacióndomesticados.Vuelvoa las palabrasde Marc Bloch: introducir un pellizcode
consciênciaen la mentalidaddel estudiante.Ésta me pareceque es la grantareaque puedehacer
quienenseñahistoria.
Paraestatareaestáclaroque no nos sirvende mucholas diversasmodalidadesde las nuevas
escuelasculturales Enfrentarse
que lo reducentodoal discursoy a la representación. a problemas glo-
a
bales como los que hemosvividoen las últimasdécadas,paraayudar explicarlos,
fi >4 requiere el usode uninstrumental analíticomáspotente, másgeneral, delestilode los
' v*eJa historiaeconómicay social,eliminando de ella todo lo que hayacadu-
À cado e introduciendo todolo que sea precisoparaatender a las nuevasexigencias. Y
el instrumentalanalíticoparaestudiarlos problemas
grandes de nuestrotiempo.
BÍUlLJ^^^utilizar
si los historiadoresdel siglo pasado se ocuparon,como señalabaal principio, de
^^^^^^Porque
la génesisde la democraciapolíticay del desarrollodel capitalismo,a nosotros nos corresponde
el desafíode encontrar las razonesde los grandesfracasosdel sigloxx: las causasque puedanexpli-

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carla barbarieque lo ha caracterizado, paraevitarque se reproduzca en el futuro-y hayque decir


que porahorael presenteinmediatono ofrecedemasiadasesperanzas-y, sobre todo,la natura-
leza de los mecanismosque a pesardel innegableenriquecimiento globalque hancomportado los
la han una
avancesde la cienciay tecnología, generado mayordesigualdady han aumentado dra-
máticamente las distanciasentrelos paísesricosy los pobres,desmintiendo las promesasdel pro-
yecto de desarrollo formulado al finalde la segundaguerramundial, que prometía extender los avan-
ces del progresoeconómicoa todoslos paísessubdesarrollados del mundo.
Unosmecanismos que siguen actuando hoyporque, como ha dichoJeff Gates,hayque denun-
ciarunaglobalizaciónque se nosquierepresentar comoneutral, cuandoresultaque susoperaciones
incontroladas sonunade las razonesde que la riquezaestésiendoredistribuida: de los pobresa los
ricosen el interior de cada país,de los paísespobresa los paísesricos,a escala mundial, y del futuro
al presente, en las expectativas de todos.
resultaque en este mundofelizal que se nos decía que hemosllegadocon el
finde la historia(hace ya muchosaños que Paul Nizan dijo que «cuando la bur-
guesíaestáen el poder,el objetivode todala historiase ha alcanzado,y la historia
ha de detenerse»),siguenhabiendosegúncifraspublicadasrecientemente más de
00 millonesde hombresy mujeres(uno de cada sietehabitantesdel planeta)que
:ibenuna alimentacióninsuficiente y hay67 países en los que la situaciónes peor
diez años,en 1992.
Ш^ие mundofeliz,porotraparte,llevamosya muchosaños en que las guerrasse suceden
sin parar:en Rwanda,en el Congo,en Bosnia,Kosovo,Chechenia,Afganistán..., y la previsión
es que siganen otrosescenarios.Resultasorprendente que después de haberanunciadoel fin
de la historiaFrancisFukuyamafueseuno de los firmantes del manifiesto publicadoel pasado
febrero porungrupode académicosnorteamericanos en el que los planesmilitaresdel presidente
Busherancalificadosde guerrajusta con estaspalabras:«Hay tiemposen que hacerla guerrano
sólo estámoralmente permitido, sinoque es moralmente necesario,comorespuestaa actosrepro-
bablesde violencia,odio e injusticia.Hoy nos encontramos en unode esos momentos». Algunos
pensamos,muyal contrario, que el terrorismo que se quierecombatircon estasguerrasnace más
del malestar,la humillacióny la pobrezade muchosque del integrismo religiosode unospocos,
lo que quieredecirque no se arreglacon más bombas,sino con un sistemacapaz de establecer
una mayorigualdad,entrelos hombresy entrelos países. Y este sistemano es el que las gue-
rrasanunciadaspretenden perpetuar.
No se tratade especular con las causas de la pobreza en el mundo,ni de hacer llama-
mientosa las movilizaciónde ayudahumanitaria, dos actividadesmeritorias peroque no corres-
pondena nuestraesferaprofesional. Lo que unhistoriador debehaceres investigar, con las herra-
mientasde su oficio,los grandesproblemasde su tiempoparaayudara otrosa entenderlos y para
que, entendiéndolos, nos apliquemostodosa resolverlos.De esta manerasu trabajopuedecon-
vertirse en una ayudaparaaquellosque intentan mejorarestemundo,porpoco que sea, que aun-
que sea poco habrá validola pena.
Tenemosuna responsabilidadmuygraveanteuna sociedad a la que no solamentehemos
de explicarlequé sucedióen el pasado, que en el fondoes la partemenosimportante de nues-
tralabor,sino a la que debemosenseñaraquello que mi maestroPierreVilarllama «pensarhis-
tóricamente». Lo que implicaenseñarlaa no aceptarsin críticanada de lo que se pretendelegi-
timara partirdel pasado y a no dejarse engañarpor tópicos que quierenjugar con nuestros

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QUÉ
¿PARA
LAHISTORIA?
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sentimientos parainducirnos a no utilizarla razón.En estetiemposupuestamente felizen el que


se nos dice que la evoluciónde la sociedad ha llegado ya a la perfección,resultaque vuelvea
haber,como pasó en 1968 en París,Praga o Berkeley,una generaciónde jóvenes que no acep-
tande buengradoel mundoque les han dado y que se rebelancontraél. Lo malo es que estos
nuevosrebeldes,comoles pasó a los de 1968,actúanmovidosporunrechazomoral,perono tie-
nenclaro lo que querríanponeren lugardel sistemaque combaten.Necesitamosrepensarel
futuroentretodospara encontrarsalidas hacia delante,pero el futurosólo se puede construir
sobrela base de las experienciashumanas,es decir,del pasado, y aquí el papel del historiador
es absolutamente indispensable.Aunquesólo sea para evitarque se siga intoxicandoal común
de la gentecon una visióndesesperanzadora segúnla cual todointentode cambiarlas reglasdel
juego social lleva necesariamente al desastre.
En un tiempocomo este,el deberdel historiador es implicarseen el mundoen el que vive.
Lo decíamiviejoamigoManuelMorenoFraginals, que ha muerto haceunosmeses,cuandodenun-
ciabala esterilidad de unaerudición que no tiene otro la
objetoque promoción académica,conestas
palabras:«Quienno sientala alegríainfinita de estaraquí en estemundorevuelto y cambiante, peli-
grosoy bello,doloroso y sangriento como un parto,pero como él creador de nuestra vida, estáinca-
pacitadoparaescribirhistoria».
Pero hayun textomás elocuenteaún sobrela responsabilidad del historiador. Lo escribió
también Marc Bloch en los días difícilesque siguieron a la derrota de en
Francia, 1940,repro-
chándoseen nombrede todoslos historiadores franceses haberquedadoal margende lo que estaba
sucediendoen su país: «No nos hemosatrevidoa seren la plaza públicala voz que clama en el
desierto...hemospreferido encerrarnos en la quietudtemerosade nuestrostalleres...De la mayor
parte de nosotrosse podrá decirque hemos sidounosbuenosoperarios.Pero¿hemossidotambién
buenosciudadanos?»
Estetipode historia que necesitamos ha de aspiraren primer lugara concertar todaslas voces
de la sociedad,grandesy pequeñas,en unaestructura coral.¿Qué significa eso? Un ejemplolo podrá
aclarar:ha de impugnar se
que haga historia de las mujeres como una suertede especializacion
separadadel relatogeneral,paradevolvera las mujeresa la historia, a su relatocentral,
•y Nos ha de servir,por otro lado, para crear consciência crítica del pasado a finde que
entendamosmejorel presente.Y lo digo con la intención de que sea algo más que una
jaculatoria.Pienso,porejemplo,en que a los que nos seguimosconsiderando de izquierda
en términos políticos,y que no renunciamos a los viejos valores que expresabancon
se
palabrahoyprostituida como es la de socialismo,la historiadel siglo xx nos ha
de servircomo una especie de librode textoen el que estudiarla multitud de erro-
>una
_esque se hancometidoen su nombre.Lo decía un granhistoriador peruano,Alberto
Flores Galindo,en un textoque escribiócuando sabia que su muerteera inminente, que lleva
por título«Reencontremosla dimensiónutópica» y que está fechado,bastantesignificativa-
mente,en diciembrede 1989: «Aunque muchosde mis amigosya no piensencomo antes,yo,
porel contrario, piensoque todavíasiguenvigenteslos ideales que originaron el socialismo:la
justicia,la libertad,los hombres.Las puertasdel socialismono estáncerradas,perose requiere
pensaren otrasvías. Un socialismoconstruidosobreotrasbases, que recoja tambiénlos sue-
ños, las esperanzas,los deseos de la gente».
Desde el puntode vistade la educación,finalmente, esta historiadebe tenercomo obje-
tivofundamentalaportarelementosque permitancomprenderlos mecanismossociales que

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engendrandesigualdady pobreza y ha de atreversea denunciarlos prejuiciosque enfrentan


innecesariamente a unos hombrescon otrosy,sobretodo,a denunciara aquellos que los utili-
zan para agravaresos enfrentamientos...
Es unahistoriaque no tienemodelosacabados:no haymanualesen los que se enseñecómo
hacerla,ni librosde textoque respondanplenamente a lo que querríamos que fuese.Hay si acaso
avances, intentospuntuales. Y lo más es
probable que no haya nunca manuales ni textos,pues
estoypensandoen untipode trabajoque deberáadaptarsea cada tiempo,en untipode enseñanza
que deberáteneren cuentala diversidad de aquellosa quienesse ha de aplicar.Diríaque se tratade
unproyecto que tenemosque irinventando entretodos,no desdeel distanciamiento de la teoría,sino
desdela experiencia mismadel trabajo.Los investigadores desdelo que Thompsonllamaba«la rea-
lidadambiguay ambivalente» del archivo,es decir,de los testimonios de la vida; los enseñantes
desdela búsquedade los enfoquesy los métodosque puedandespertar consciênciaen aquellosa los
que se les ha encomendado formar. Y que exigirá,a unosy otros,muchacolaboración, muchadis-
cusióne intercambio de experiencias.
Ha de serun tipode historiaque se haga en el interior de estemundorevueltoy cambiante,
comopedíaModerno.Que cumplala exigenciaque formulaba Blochde convertirse en «la voz que
clama en la plaza pública» y que nos ayude,como pedía pocos días antesde su muerteAlberto
FloresGalindo,a reencontrar la dimensión de la utopía:la esperanzade que todoes aúnposible.Éste
es el tipode historiaque necesitamos parael sigloxxi,la que puedeconseguirque nuestro trabajo
sea útilen términossociales.No seráfácilhacerla,perovale la penaintentarlo.

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