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de
R.Ramírez
Blanco
la direccióndel presentede una maneraimparabley que sólo cuentalo que se sitúaen esta línea:
lo que sirveparaconsolidarel estadounitarioen su formaactual.Perolos millonesde hombrey
mujeresque han vividoen esta tierradesde hace siglos teníanotrosproblemas,otrosobjetivos
para su esfuerzoy otrossueños,de los que los historiadores nada nos dicen.
Un historiador indio,RanahitGuha,ha denunciadoel abusode situaren el centrode nuestras
preocupaciones, como motorúnicode la historia, la formación del estado,olvidandoescucharlas
vocesde los hombrey mujeresque nospodíanhaberhabladode otrasdimensiones de sus vidas.
Estahistoria linealy estatista,que nos ver
impide que en cada momento del pasadoha existido
unadiversidad de futuros posibles,nosha llevadoa olvidarlas aportaciones de los pueblosno euro-
el
peos, papel de la la
mujer, importancia de la cultura de las clases populares, entendida comosaber
y no comofolklore, y la racionalidad de unosproyectos alternativos de futuro que no triunfaron.
El mayorde los desafíosa los que han de hacerfrentelos historiadores de comienzosdel
siglo XXI es, justamente,el de superarel viejo esquematradicionalque teníacomo protagonis-
tasesencialesa los gruposdominantes -políticos,económicosy culturales-de las sociedadesdes-
arrolladasy dejaba al margende la historiaa los pueblos y grupossubalternos,incluyendola
f inmensamayoríade las mujeres.
|Ж Veamosunejemplodel tipode obnubilaciónque puedegenerarestavisiónlinealy estatista.
Si la historiade España hastafinalesdel sigloxvinsiguepresentándosenos esencialmente como
^^^^una historia de reyes(basta mirar los muchos volúmenes que se han publicado con motivo
de la celebraciónde los centenariosde Carlos V y de Felipe II: sólo se encontrarán imá-
genes de la corte o de los de
campos batalla, hay no labradores en los campos, ni barcos
H^HB^VN^que transporten mercancías, ni tejedores, ni mujeres vendiendo en el mercado),la del
siglo XIX deja de ser una historia de reyespara convertirse directamente en histo-
l ria de la construcción del estado,que tienecomo hitosesencialesla luchaentreabsolutismoy
^ constitucionalismo, entre derechose instituciones feudalesy propiedadcapitalista,en unplan-
teamientoque, además,paracolmo,se formulaen términossimplistasy falsos.
Peroesta visiónsesgada,que ha sustituido los reyesporhéroestandudososcomo Narváez
y Espartero o Cánovas y Sagasta, nos impide lo que era la realidadde la vida de la mayoría
ver
de los ciudadanosdel país y no nos permitepercibirhechosmás importantes parael conjuntode
ellos que los de la políticacortesana.
Pondréun ejemploa partirde una experienciareciente.Acaba de aparecer,editadoporla
Universidad de Alicante,un volumencolectivosobresalariosagrariosy nivelde vidaen la España
contemporánea. De los trabajosque se publicanen él se desprende que ha habidodos momentos cla-
rosde emperoramiento de la condiciónde los asalariadosruralesespañoles,que vienena coincidir
con las décadascentralesdel sigloxix -más o menosde 1840a 1870- y con los primeros añosdel
franquismo. A mímepareceque estosdos momentos tienenrasgosencomún,y que analizarloscom-
parativamente nos puedeayudara entender mejorlas causas que hanllevadoal empobrecimiento
de los asalariados.Y es que tantounocomootrorepresentan unmomento de reflujodespuésde una
en
experiencia que los campesinospequeñosy medianoshabíanparecidoamenazarel ordenesta-
blecidode la propiedady de la renta.
La primeraetapacorresponde al finalde un procesomal conocido,que es lo que yo llama-
ría la «revoluciónsilenciosa»de los campesinosentrela guerradel Francés-o de la Independen-
cia, llámeselacomo se quiera,no haremoscuestiónde la terminología-y la culminaciónde la
reforma agrarialiberal.Unos añosen que los campesinosempezaronprotestando contralas cargas