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Declaración de los Derechos Humanos – Artículo 2

Abog. Dorian Elizabeth Martínez Romero

C.I.Nº: 2.184.037

El reconocimiento de los derechos humanos inalienables es el resultado de largas luchas a

lo largo de la historia. Existen antecedentes de documentos sobre derechos humanos desde el

“Cilindro de Ciro” en el año 599 a.c., que decretó la libertad de los esclavos, declaró que todas

las personas tenían derecho a escoger su propia religión y estableció la igualdad racial. Este

grabado antiguo se ha reconocido actualmente como el primer documento de los derechos 

humanos en el mundo. Está traducido en los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas y sus

disposiciones son análogas a los cuatro primeros artículos de la Declaración Universal de los

Derechos Humanos. (Juventud por los derechos humanos, 2018).

Desde Babilonia, la idea de los derechos humanos se difundió rápidamente por la India,

Grecia y finalmente Roma. Ahí nació el concepto de “ley natural”, en observación del hecho de

que las personas tendían a seguir ciertas leyes que no estaban escritas en el transcurso de la vida,

y la ley romana estaba basada en ideas racionales derivadas de la naturaleza de las cosas. Los

documentos que afirman los derechos individuales, como la Carta Magna (1215), la Petición de

Derecho (1628), la Constitución de los Estados Unidos (1787), la Declaración Francesa de los

Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), y la Declaración de Derechos de los Estados

Unidos (1791, también conocida como las “diez enmiendas”) son los escritos previos de muchos

de los documentos de derechos humanos hoy en día (Juventud por los derechos humanos, 2018).

En Los orígenes del totalitarismo, uno de los libros de mayor importancia de Hannah

Arendt, la filósofa sostiene que:


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“Llegamos a ser conscientes de la existencia de un derecho a tener derechos [...] y de un

derecho a pertenecer a algún tipo de comunidad organizada sólo cuando emergieron

millones de personas que habían perdido y que no podían recobrar estos derechos por obra

de la nueva situación política global”(Arendt, 2004, p. 247).

Este enfoque planteado tiene consecuencias importantes para la práctica de la lucha contra

las discriminaciones y las opresiones, dado que mientras el contenido de las reivindicaciones, las

prioridades políticas y los ámbitos de lucha pueden variar, lo importante es mantener y reafirmar

el derecho a tener derechos y sostener el debate público dado que tanto la ciudadanía como los

derechos están siempre en proceso de construcción y de cambio. Citando nuevamente su libro

Los orígenes del totalitarismo, Arendt sostiene que “no nacemos iguales; llegamos a ser iguales

como miembros de un grupo por la fuerza de nuestra decisión de concedernos mutuamente

derechos iguales”(Arendt, 2004, p. 436).

Los principios de igualdad y no discriminación constituyen el núcleo central de los

derechos humanos y de la concepción de la dignidad humana. Parten de la universalidad de los

derechos humanos, e indican que los Estados deben garantizar el ejercicio de los derechos sin

discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, origen étnico, edad, idioma, religión,

opinión política o de otra índole, origen nacional o social, discapacidad, propiedades, nacimiento

u otra condición; además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica

o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de

un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o

sometido a cualquier otra limitación de soberanía. (artículo 2 de La Declaración Universal de

Derechos Humanos, 2015).


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Es importante destacar que los principios de igualdad y no discriminación van más allá de

la “igual protección ante la ley”. Es importante por ello, introducir la idea de equidad, entendida

como perspectiva que se orienta a lograr un tratamiento justo y equitativo para todas las personas

según sus necesidades respectivas, libre de sesgos, actitudes y prácticas discriminatorias. La un

trato igual, si un trato igualitario, es decir, atento a las diferentes necesidades. La idea central es

considerar a todas las personas equivalentes en términos de libertades, derechos, garantías,

obligaciones y oportunidades (Aragón, 2018).

En 1965 las mismas Naciones Unidas definieron la discriminación: toda distinción,

exclusión, restricción o preferencia basada en raza, color, linaje, origen nacional o étnico que por

objeto o por resultado menoscabe, anule el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de

igualdad de los derechos humanos y las libertades fundamentales.1

La Declaración Universal de Derechos Humanos proclama la igualdad, pero a lo largo de

la historia personas y pueblos han sufrido discriminación por su raza, sexo, religión, opinión

política, origen nacional o étnico, posición económica o social, nacimiento, rasgos físicos. En

muchas ocasiones las discriminaciones se apoyan en la idea de que determinadas personas no

están preparadas para ejercer sus derechos; por ejemplo, las mujeres, los niños y niñas, los

pueblos indígenas, las personas con capacidades diferentes. Este razonamiento se ve sustentado

cuando uno observa y escucha noticias sobre la situación de las mujeres que en algunas culturas

aún sufren la mutilación genital, la lapidación de mujeres adúlteras, el lenguaje y los chistes

sexistas, el acoso sexual; la violencia contra personas pertenecientes a la diversidad sexual, las

barreras que dificultan la movilidad a las personas discapacitadas, la privatización de la salud, el

pago desigual de salarios a hombres y mujeres, los cargos que pueden ocupar, los espacios

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Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, adoptada y abierta
a firma por la Asamblea General en Resolución 2106 A (XX) el 21 de diciembre de 1965
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políticos que se les permite cubrir y un sinnúmero de hechos que no respetan en su totalidad este

artículo (Noticias ONU, 2018).

Los Derechos Humanos son aquellas condiciones que tienen las personas, sin distinción

alguna, surge desde el nacimiento y tienen como principal objetivo defender la dignidad y

libertad del ser humano.

La importancia de este artículo radica en que debemos de entender que todas nuestras

diferencias no deben ser interpretadas como desigualdades que nos alejen de ser tratados por

sobre todas las cosas como HUMANOS y con DERECHOS. Por más que se esté evolucionando

en el tema, falta mucho para llegar al equilibrio, y el cambio no es lo rápido como se quisiera,

pero va mejorando, comparándolo con lo que era varios años atrás.


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Bibliografía

Aragón, H. de. (2018, diciembre 19). Igualdad y convivencia. heraldo.es.

https://www.heraldo.es/noticias/internacional/2018/12/19/derechos-humanos-pacto-onu-

para-emigracion-igualdad-convivencia-1283479-306.html

Arendt, H. (2004). Los orígenes del totalitarismo. Taurus.

https://xosea.files.wordpress.com/2014/04/arendt-los-origenes-del-totalitarismo.pdf

Juventud por los derechos humanos. (2018). Una Breve Historia sobre los Derechos Humanos.

http://www.juventudporlosderechoshumanos.es/what-are-human-rights/brief-history-of-

human-rights/cyrus-cylinder.html

La Declaración Universal de Derechos Humanos. (2015, octubre 6).

https://www.un.org/es/universal-declaration-human-rights/

Noticias ONU. (2018, noviembre). Artículo 2: Ser libre de discriminación.

https://news.un.org/es/story/2018/11/1445541

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