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Staff
Val_17 & Julie
Julie Tolola
Índice
Sinopsis Capítulo 17
Después Capítulo 18
Capítulo 1 Capítulo 19
Capítulo 2 Capítulo 20
Capítulo 3 Capítulo 21
Capítulo 4 Capítulo 22
Capítulo 5 Luego de Después
Capítulo 6 Capítulo 23
Capítulo 7 Capítulo 24
5
Capítulo 8 Capítulo 25
Capítulo 9 Capítulo 26
Capítulo 10 Capítulo 27
Capítulo 11 Para Siempre
Capítulo 12 Escena Extra
Capítulo 13 Playlist
Capítulo 14 As Long As You Love Me
Capítulo 15 Sobre la Autora
Capítulo 16
Sinopsis
Nadia Conrad tiene grandes sueños, y está decidida a hacerlos realidad;
por el bien de sus padres, como también por el suyo. Pero entre mantener su
beca universitaria y trabajar en la guardería local para sustentarse, apenas tiene
tiempo para pensar, mucho menos para salir en citas. Entonces se muda a un
nuevo apartamento y conoce al chico taciturno pero irresistible del 1B…
Daniel Tyler ha tenido que crecer demasiado rápido. Convertirse en papá
soltero a los veinte años puso su vida al revés… y le trajo un dolor al que no
puede volver a arriesgarse. Ahora, mientras cría a su hijo de cuatro años,
equilibrando un trabajo a tiempo completo en administración de construcción y
clases nocturnas, tener una vida social es imposible. Lo último que quiere es
que cuatro estudiantes ruidosos se muden al piso de arriba. Pero una noche, los
caminos de Nadia y Ty se cruzan, y pronto no pueden mantenerse alejados el
uno del otro.
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No es el momento adecuado… pero el amor ocurre cuando ocurre. Y no
puedes saber lo que realmente necesitas hasta que vas a perderlo.
2B Trilogy #1
Después
Traducido por Val_17
Corregido por Jadasa
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1
Traducido por Karen B.
Corregido por Kish&Lim
17
2
Traducido por Val_17
Corregido por Julie
Al día siguiente, encontré todas mis clases sin problemas, escuché las
instrucciones para el primer día de clases y recogí los materiales del curso,
luego me apresuré al trabajo. Fue un borrón, y no salí hasta casi las siete. Un
padre retrasado apareció murmurando sobre un atasco en el tráfico, pero este
era un pueblo, no una ciudad. Dado que su hija estuvo llorando durante una
hora, asustada de haber sido olvidada, de nuevo, no me sentía con el mejor
estado de ánimo cuando me fui. Cantar demasiado alto junto a la radio quemó
la mayor parte de mi molestia, y me encontraba bien para el momento en que
regresé al apartamento. Pero suspiré mientras subía; la música proveniente del
apartamento era tan ruidosa que podía oír cada nota. Me preparé para otra
queja, pero era difícil permanecer molesta cuando abrí la puerta para encontrar
a Max fingiendo ser un DJ, mientras que Angus y Lauren movían sus traseros.
Sonreí. —Esto es lo más triste que he visto en mi vida.
Max respondió con su sonrisa habitual. —Vamos, utiliza tu imaginación.
Piensa en lo genial que será este fin de semana.
—No estoy lista para eso.
—Nadie lo está. —Lauren me hizo entrar en el baile improvisado, y
nunca fui capaz de resistirme cuando me sentía de buen humor.
—¿Pasó algo impresionante? —pregunté mientras me balanceaba.
Angus, debería decir, era el peor bailarín del mundo. Conocía cada
movimiento anticuado: desde la cortadora de césped, el hombre corriendo, el
rociador hasta pasos eléctricos. Me costaba mucho mirarlo sin reírme, pero ese
era el punto. Él nunca era más feliz que cuando hacía que sus amigos se cayeran
de la risa.
—Sí. —Lauren subió los brazos en el aire y giró.
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Angus siguió bailando.
—No. El robot no. No puedo soportarlo. Estoy cansada y hambrienta.
Solo cuéntame tus noticias, LB. —Su apellido era Barrett.
—Está bien, no quiero hacerte daño.
Angus comenzó a cantar: “Do You Really Want to Hurt Me” mientras
bailaba en círculos alrededor de nosotras. Eso hizo que Max se riera tan fuerte
que se le cayó el taburete que usaba, y dejó caer los platos que tenía como falsos
discos giratorios. Me podía imaginar lo ruidoso que estaría abajo, pero odiaría
mencionarlo cuando Lauren parecía tan emocionada.
—Ya dímelo —exigí, dejándome caer en el sofá.
—Acabo de trabajar mi último turno en Teriyaki King. El centro de
carrera me llamó y me consiguió un trabajo decente en el campus. Estaré
trabajando como asistente en el edificio de bellas artes.
—¿Haciendo qué? —Probablemente cualquier cosa sería mejor que
trabajar en el patio de comidas.
—Respondiendo teléfonos, enviando correos electrónicos, archivando,
haciendo mandados. Pero solo horas diurnas, y fines de semana libres.
Finalmente, Max se levantó del piso. —¿Ves? Eso exige una fiesta, una
verdadera. Veré que puedo planificar para este fin de semana.
—Felicidades, amiga. Déjame lavarme y luego vamos a preparar la cena.
—Traje pollo frito —me informó Lauren—. No de TK.
Soplando un beso por encima de mi hombro, dije: —Sabía que había una
razón por la que te amo más que a todas las otras Lauren.
—¿Solo las Lauren? —gritó detrás de mí—. Necesito esforzarme más.
Durante la cena, Angus apagó la música para que pudiéramos oírnos
hablar. Al menos eso fue lo que afirmó, pero le disparé una mirada que decía:
No me engañas; estás siendo súper considerado en este momento. Solo sonrió, incluso
cuando Max se burló de él por convertirse en un anciano antes de tiempo.
Así que debido a Angus, no recibimos una visita molesta de nuestro
vecino, y cuando fui a la terraza con mi té, sintiendo que esto podría convertirse
en un ritual, el patio de abajo se encontraba vacío. La decepción me invadió en
una ráfaga vergonzosa, y me alegré de no haberle dicho nada a Lauren sobre
Ty. No pasa nada. Eres tan rara. Para demostrar que no me molestaba, bebí todo
mi té antes de entrar. Pero mucho después que me acurrucara, escuchando los
ronquidos de Lauren, que afirmaba no hacerlo, me froté el pecho para alejar un
dolor que no debería estar allí.
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4
Traducido por Kath1517
Corregido por Kish&Lim
1Se refiere a la expresión “Toto, creo que ya no estamos en Kansas” dicha por Dorothy en El
Mago de Oz, indicando que ya no se encuentra en su hogar o al lugar al que pertenece.
—¿Eh?
—Me haces sentir… mejor. Más tranquilo.
—¿Cómo un sedante? —Sonreí. Era la cosa menos sexy que un tipo me
había dicho, incluyendo a un chico en la escuela media que dijo que mi cara no
era tan mala.
Se rió, con un sonido tímido. —No quise decirlo así. Solo… me preocupa
casi todo el tiempo estar metiendo la pata, a punto de fallar, pero cuando salgo
aquí y escucho tu voz, todo retrocede, como diez pasos. Puedo respirar de
nuevo.
Dios. Tragué con fuerza, sin poder hablar durante unos segundos.
—Me alegra que esperes tanto este momento como yo. —La oscuridad
me hizo valiente para añadir—: No intentaba entrometerme esa primera noche.
—Lo sé. Pero el apartamento había estado vacío por un tiempo. Así que
supongo que olvidé que ya no estaba solo. —La forma en que lo dijo provocó
una oleada de calor, aunque no pudo haberlo dicho de esa forma.
Nos acabábamos de conocer en ese entonces, y dudé que hubiera hecho
una gran primera impresión, soltando sofás, cayendo por las escaleras. Era una
sorpresa que no creyera que era un peligro para mí misma y otros. Por otro
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lado, esta era la mayor cantidad de tiempo que pasábamos juntos sin que él se
apartara, así que tal vez estaba acumulando más marcas de líneas en la columna
de hacer que Ty quiera quedarse cerca.
—No —dije—. Estás atrapado conmigo ahora. —Se me ocurrió que debía
advertirle—. Por cierto, tendremos una fiesta mañana en la noche, al menos
treinta personas, y por la forma en que se extienden los chismes, podrían ser
como cincuenta. Espero que no hagamos mucho ruido para que Sam duerma.
Hubo un largo silencio. Finalmente dijo: —Gracias por avisarme.
—¿Estás enojado?
—No, estoy resolviendo el problema. Lo pondré a dormir con auriculares
puestos. No te preocupes, no son las únicas personas con vida social por aquí, y
la mayoría de ellos no me avisan. —Un tono triste, como si fuera consciente de
que no tiene derecho a esperar que lo hagan.
—Te invitaría a venir, pero…
—En otra ocasión —intervino, sorprendiéndome—. Mis padres lo cuidan
el último fin de semana del mes. Me dicen que salga, me divierta, pero por lo
general solo duermo todo lo que puedo.
—Y esa es la única vez —murmuro.
—Te escuché. —Tan increíble como pareció, de hecho pude percibir la
risa en su voz, y me incliné hacia adelante, mirando sobre la barandilla para
confirmar.
Mi corazón pegó un salto cuando él se inclinó hacia la luz, con un brillo
dorado proyectado desde su sala, y nuestros ojos se encontraron, más de esa
mirada hambrienta. Siempre su mirada sobre mis hombros desnudos, en la
curva de mi mejilla y la línea de mi cuello. Juraría sobre mi tumba que era el
aire de la noche, pero mis pezones de verdad se tensaron, solo por esa mirada.
Lamí mis labios. Él me observó.
—No intentaba ocultártelo.
—Ese no parece tu estilo —coincidió.
—Solo quise decir que te ves cansado. No que es que no seas… —Mordí
mi lengua para detener el flujo de palabras potencialmente humillantes.
—¿Qué?
—Nada.
—Termina esa frase. ¿Por favor, Nadia?
Un pequeño escalofrío me recorrió. Si alguna vez descubría todo el poder
que tenía sobre mí con esas tres silabas, estaría condenada. Podría no ser 40
consciente de eso, pero su voz se profundizaba y se suavizaba, solo un poco,
cuando decía mi nombre. Lo suficiente como para hacerme pensar que podría
gustarle un poco.
Atractivo como el infierno. Increíblemente caliente. Sexy como para meterte en
mi cama. Ya que tenía una cama sencilla, esa ni siquiera era una fantasía que
pudiera satisfacer sin añadir un montón de detalles como un cuarto de hotel o
lo que fuera. Me pregunté en qué clase de cama dormía Ty. Dios, deja de pensar
en él de esa forma. Esto no puede pasar.
Pero mi boca no estaba recibiendo órdenes de mi cabeza.
—Con una condición.
—¿Cuál?
—Respóndeme una pregunta.
Su voz se puso seria. —Eso depende de qué sea.
En ese momento, imaginé persianas bajándose, verjas siendo cerradas en
las ventanas para la noche. Sospeché que él pensó que le preguntaría por la
mamá de Sam. Y esperaba siempre sorprenderlo, siempre, de buena forma. Era
claro para mí que no quería discutir ese tema conmigo. Al menos, todavía no.
Apenas nos conocíamos, apenas empezábamos, lo que sea que fuéramos.
Amigos.
Así que dije: —Cuéntame con qué sueñas diseñar, una vez seas un gran
arquitecto.
—Oh. —El alivio y la sorpresa colorearon su tono, lo suavizaron. Estaba
sonriendo de nuevo. No pude resistirme a mirarlo. Ty se comió el dulce de
mantequilla de maní en tanto lo pensaba—. Es bueno escuchártelo decir tan
implícitamente, como si mi éxito fuera seguro. El camino se siente muy largo a
veces.
—Puedo imaginármelo.
—He estado en la escuela desde los dieciocho, pero después de que Sam
nació, lo reduje a medio tiempo. De todos modos, no pediste oír mis quejas. —
Se detuvo, golpeteando el brazo de su silla con una mirada tímida—. Maldición.
No sé si pueda responder eso después de todo. Nunca le he contado a nadie.
Eso me sorprendió, haciendo la pregunta más significativa de lo que me
había dado cuenta. —Está bien, pero… en ese caso, no completaré mi frase.
Maldijo; la primera vez que lo escuchaba maldecir. Mi sonrisa se sintió
como si pudiera partir mis mejillas. El dolor en mi pecho regresó, pero era todas
las cosas irresistibles, dulces y buenas. Puse mis dedos en la barandilla como si
pudiera tocarlo desde ahí, y en pequeños gestos incrementables, tracé la forma
más distinguible de sus rasgos. Algún día quería trazar su nariz así y besar sus 41
orejas y… Dios, no más. Temblé un poco, no del frío, sino de deseo. Qué locura,
esta era la mejor primer cita que había tenido alguna vez.
Y no era una. ¿Verdad?
Definitivamente no.
—Sabes negociar. Bien. Quiero diseñar iglesias. —Se removió, haciendo
rechinar el sofá, y siguió—: Dudo que lo haga de inmediato. Probablemente
terminaré haciendo oficinas o apartamentos al principio, ¿pero con el tiempo?
Me encantaría desesperadamente diseñar una iglesia un día, verla construirse
desde cada piedra individual hasta los paneles de vidrio para poder pararme
dentro y maravillarme.
—¿Por qué? —No creí que fuera una pregunta rara. Hasta este momento,
Ty no me parecía particularmente religioso; ni siquiera tenía la calcomanía de
Jesús en el auto.
Suspiró, temblorosamente. —Así puedo agradecerle personalmente a
Dios por Sam.
La necesidad de hacer tal gesto tan grande, hablaba de un amor tan
profundo y duradero, que de hecho mis ojos se inundaron de lágrimas. A pesar
de mis mejores esfuerzos, se derramaron, bajando por mis mejillas. Las cubrí
metiendo un dulce de mantequilla de maní a mi boca y tragándolo con té tibio,
pero no sabía bien. Mi voz probablemente me delataría.
Pero cuando no hablé, él continuó: —Probablemente suena tonto. O
pretencioso. No puedo creer…
—No. —Ya que no podía dejar que pensara eso, me incliné en mi silla
para dar énfasis—. Para nada. Es lo más maravilloso que he escuchado. Sam es
muy afortunado de tenerte, Ty.
—Yo soy el afortunado. Solo desearía poder recordarlo por más que cada
cinco minutos. —Se detuvo, inclinando su cabeza, y retrocedí, sin querer que
viera pero era muy tarde—. ¿Estás llorando?
—Tal vez un poco. Cállate. Es solo… muy dulce. —Mi voz se rompió
ligeramente y me limpié los ojos, avergonzada por lo fácil que me afectó.
Él podría meter la mano en mi pecho y sacar mi corazón.
—Me alegra habértelo contado —dijo suavemente.
—A mí también.
—Pero teníamos un acuerdo, ¿recuerdas? No puedes retractarte.
—No lo haría. —Hallar las palabras correctas, se sintió como un rápido
enfrentamiento de esgrima en mi cerebro. Deliberadamente repetí lo que había
balbuceado en mi cabeza, midiéndolo esta vez, consciente de lo que estaba
poniendo entre nosotros. No importaba si era una mala idea. Lo prometí. 42
—No es que no seas… atractivo como nadie, completamente irresistible
de cualquier forma concebible.
Una profunda inhalación se escuchó de parte de Ty.
Una vez que lo dije, no tuve las agallas para esperar su respuesta.
Rápidamente, agarré mis cosas y las llevé dentro, cerrando las puertas de vidrio
con firmeza detrás de mí. Temblando como una hoja, fui a mi cuarto y cerré esa
puerta, también, como si pudiera estar persiguiéndome. La madera era lo único
que me sostenía. Dios solo sabía lo que le diría a Lauren si venía a casa ahora,
porque no estaba lista para chismosear.
En mucho tiempo, no.
Incluso entonces, sospeché lo que estaba por venir entre nosotros. Su
ansia secreta y silenciosa de construir una iglesia para su hijo marcaba el inicio
de mi completa y total fascinación con el hombre de abajo. La respiración de
yoga calmó mis nervios, pero no los aleteos profundos en mi vientre. Había
lanzado la pelota a su lado con bastante fuerza.
Ahora solo debía esperar y ver si él la dejaría o jugaría.
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Traducido por Lvic15
Corregido por Kish&Lim
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7
Traducido por Gesi
Corregido por Kish&Lim
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Traducido por Anna Karol
Corregido por Jadasa
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Traducido por AnnyR’
Corregido por Kish&Lim
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Traducido por samanthabp
Corregido por Kish&Lim
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11
Traducido por Anna Karol
Corregido por Julie
119
Sam ya estaba en el aula cuando llegué. Me sonrió, completamente
recuperado del drama de la noche. La señora Trent me puso a trabajar, y la
mañana pasó volando. En realidad, me gustaba esto mucho más que mis tardes
porque mantener a diecinueve niños de cuatro años en sus camas para dormir
la siesta no era un trabajo sencillo.
La mañana pasó rápidamente con una mezcla de diferentes actividades,
lecciones, meriendas. Cuando llegó el mediodía, me relevaron.
Dudé fuera de la oficina de la señora Keller, preocupada, pero algo tenía
que hacer. Si me mantenía a este ritmo, me consumiría como mi mentora en C-
Cool me había advertido. Superando mis nervios, golpeé el marco de la puerta
y ella levantó la vista.
—¡Entra!
—Tengo que hablar con usted sobre un par de cosas —dije.
—No vas a renunciar ¿verdad? —Su mirada de alarma me halagó—.
Entonces cierra la puerta, siéntate y cuéntame.
—La primera petición es, ¿puedo tener el viernes después de Acción de
Gracias libre? Iré a casa por primera vez desde la navidad pasada. Está a
dieciséis horas conduciendo —agregué para que entienda que tan importante
era esto.
Asintió y tomó nota. —Gracias por el aviso previo. Puedo trabajar con
eso. Cerramos el Día de Acción de Gracias.
—Sí, por eso esperaba que no fuera un gran problema.
—No debería serlo. Dirigimos un equipo mínimo el Black Friday porque
muchas compañías ofrecen dos días de vacaciones, de todos modos. La mayoría
de los padres tienen trabajos en tiendas que necesitan que abramos.
—Está bien, gracias.
—Eso fue bastante fácil. Te veías tan seria cuando entraste que me asusté.
—Lo siento —dije—. Odio pedir favores y esto podría ser más difícil de
manejar, pero… necesito reducir un par de horas de mi horario de trabajo los
miércoles y viernes.
En un apuro, le dije que la práctica me estaba matando; tenía clases a las
ocho y luego corría al C-Cool, donde ayudaba en las aulas de clases por dos
horas. Después corría nuevamente a la guardería para llegar a medio día y si
tenía suerte, podía comer un sándwich en el camino.
Concluí: —No puedo seguir así.
—No, obviamente no. ¿Ayudaría si cambiáramos tus horas a la tarde?
Podría programarte de dos a seis y solo perderías una hora de tiempo pagado, 120
pero eso te daría más tiempo para almorzar, y solo tengo una hora para cubrir
diariamente. Estoy segura de que a la nueva cuidadora no le importaría trabajar
un par de horas más. —La señora Keller sacó su calendario y comenzó a mirar
los turnos—. En este momento, tú trabajabas veintitrés horas a la semana y ella
diecisiete. Con este nuevo horario serían veintiuno y diecinueve.
—Sí, eso estaría mejor. —Al instante la tensión en mi cuello y hombros se
alivió. Podría darme el lujo de reducir veinte dólares a la semana, menos con
impuestos.
Ella escribió el programa nuevo: lunes, doce-cinco. Martes, ocho-doce.
Miércoles, dos-seis. Jueves, ocho-doce. Viernes, dos-seis. Mirando el horario,
saqué las cuentas. Sí, veintiún horas a la semana, pero esas dos horas harían mi
vida mucho más fácil. Con una sonrisa de agradecimiento, me levanté.
—Gracias.
—No hay ningún problema. Ojalá más empleados me hablaran en lugar
de faltar hasta que no tenga más remedio que dejarlos ir.
—Probablemente no les guste trabajar aquí tanto como a mí —dije—.
¿Cuándo comienza el nuevo horario?
—Tengo que hablar con Claire primero, pero espero que la próxima
semana. —Claire debía ser la cuidadora que tenía mi viejo empleo.
—Gracias de nuevo. —Y mientras salía de la oficina, prácticamente me
inundaba el alivio.
Mi horario de los martes y los jueves no era tan ajustado así que tenía
tiempo de ir a casa para prepararme el almuerzo, comer y cambiarme de ropa,
antes de ir al campus para las clases. Por el lado negativo, tenía clases hasta las
seis. Lo que eran un montón de clases, pero era solo dos veces a la semana.
Cuando por fin llegué a la casa, eran más de las seis y no tenía ningún
interés en salir a beber, pero se lo prometí a Angus. Estaba esperando en el sofá,
listo para la fiesta.
—¿Te importa si como primero? —La perspectiva de cacahuetes y alitas
de pollo al horno de microondas para la cena no sonaba tentadora.
Alzó una ceja hacia mí. —Oh, Nadia de poca fe. Quita la tapa de la olla.
Curiosa, hice lo que me dijo y encontré sopa casera de pollo con fideos y
mientras servía, le dije: —Eres demasiado bueno conmigo.
Angus sonrió. —Lo sé. Te estoy arruinando para los demás hombres.
Eso no era ni remotamente cierto, pero animaba su ego, así que lo dejé
pasar. Además, cuando probé su deliciosa comida, decidí que se merecía la
alabanza. Con un suspiro feliz, me senté en el sofá y saboreé la comida.
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—Sabes que por esto te pedimos que vivieras con nosotras ¿verdad?
—¿Por qué eres tan cruel? ¿Solo soy un delantal con pies para ti?
—Claro que no. También eres un sartén y una cuchara de madera. —
Angus me golpeó con una almohada, casi volcando mi tazón. Lo miré con
furia—. No te atrevas. Haz lo que quieras conmigo, pero deja la sopa en paz.
Para mi fortuna, se echó a reír. Es un buen augurio para esta noche. No
había visto sus ojos despejados y brillantes desde que Josh aclaró su conciencia.
Angus tenía la tendencia a internalizar las cosas y a obsesionarse, así que debió
estar preguntándose si era algo que hizo antes de irse a Europa o algo que no
hizo. Quería que él parara con todo eso y se soltara esta noche. Mi renuencia a
salir desapareció.
Antes de irnos, me comí dos tazones de sopa, después dejé que Angus
arreglara mi cabello. Odié la banda que usó para apartarlo de mi rostro. La
parte divertida era que él no era un buen estilista como el estereotipo indicaba
que debían ser todos los gays. En mi opinión, Lauren era mucho mejor. ¿Qué
pasa con ella? Pero esta noche se trataba de Angus, así que dejé que me diera un
estilo sexual de cabello y bajamos al estacionamiento.
—Tomemos el Audi —sugirió.
Conduje su auto antes pero no a menudo. Un vehículo tan caro me ponía
nerviosa. —¿Estás seguro?
—Sí. Te daré las lleves cuando lleguemos.
Condujimos hasta el North Cuarenta y dos, un bar nombrado con su
propia dirección. Era lo más cercano a un bar moderno que había en Mount
Albion, donde los estudiantes y los locales podían mezclarse. Por lo general, los
tipos de corbata bebían en la ciudad, en vez de en la estatal, por lo cual, en la
hora feliz, teníamos a hombres en trajes de negocios, algunas personas que
reconocí del campus y otras personas mayores. Interesante mezcla, aunque no
muy emocionante, pero era jueves. Esta noche tenían un pianista tocando viejas
canciones.
—Bueno, esto es… deprimente —dijo Angus—. Supongo que tocaran
“Piano Man” y todo el mundo llorara sobre sus cervezas.
—Deja el sarcasmo. Viniste aquí a emborracharte, no por el ambiente.
—¿No puedo tener ambos? Soy un excelente multitarea. Observa.
¡Disculpe! Vodka y arándanos para mí, ginger ale para la dama.
Mientras esperábamos nuestras bebidas, susurró en mi oído todas las
cosas que estaban mal con este bar y sus clientes.
De mal humor, Angus podría ser muy malo, pero también graciosísimo.
Me reía a carcajadas cuando el camarero nos entregó las bebidas. —¿Pagan en
efectivo o abro una cuenta? 122
—Una cuenta, sin duda. —Angus sacó su American Express Plateada,
cortesía de su padre. Por lo general, no distinguía la diferencia en nuestras
circunstancias, pero era raro darse cuenta de lo poco que el dinero significaba
para él. Probablemente nunca había escatimado o ahorrado un día en su vida.
El camarero se iluminó cuando vio la tarjeta de crédito y el servicio se
hizo mucho más eficiente. Me tomé dos ginger ales mientras Angus se bebía lo
que consideraba era demasiado vodka. Como le prometí esta mañana, estaba
casi desmayado cuando llevé su trasero borracho al auto. Una vez que le puse el
cinturón, corrí al asiento del conductor, emocionada por tomar el volante. El
interior era de cuero elegante y fina ingeniería.
En el camino a casa, Angus cantó con las Spice Girls a todo pulmón. Su
buen humor murió apenas llegamos a casa, entonces me miró horrorizado. Me
imaginaba a donde iba esto.
—Abre la puerta rápido, cariño.
Lamentablemente tenía razón. Apenas abrí la puerta, vomitó por todo el
pavimento. Mejor que en el auto. Haciendo un gesto de dolor, esperé hasta que
terminó y luego me acerqué a ayudarlo. Hacerlo sin que ninguno de nosotros
terminara encima del vómito fue una hazaña digna de un circo. Mis zapatos se
ensuciaron un poco, pero mis amigos antes que las Converse, o algo así.
—Quiero morir. —Angus gemía mientras que nos tambaleamos hacia el
vestíbulo—. Tú eres la única que me ama.
Eso era falso, pero claramente él llegó a la etapa triste. Así que murmuré
ruidos alentadores mientras me esforzaba para subirlo por las escaleras. En el
pasillo hacia el lugar de Ty, oí un ruido, como si la puerta se cerrara en silencio,
pero no podía investigar hasta que tratara con Angus. Y eso podría tardar un
poco.
Diez minutos después, logré subir las escaleras y entrar al apartamento.
Lo convencí de desnudarse y meterse en la ducha, pero no pude evitar que
vagara desnudo por todo el lugar. Max salió de su habitación, examinó la
situación y sacudió la cabeza.
—No. — Y se fue.
Menos mal, Lauren estaba en casa y me ayudó a vestirlo y meterlo en la
cama. Lo arrojamos sobre su estómago y dejamos la papelera a su lado por si se
sentía mal. En el momento en que cerramos la puerta de Angus, me sentía como
la noche anterior, después de escuchar gritar a Sam por más de una hora. La
comparación me hizo reír.
—¿Qué demonios? —preguntó Lauren.
—Terminó con Josh para siempre. 123
—Ooh. Podría haber sido mucho peor. ¿Por qué no me lo dijiste? —Su
tono tenía… algo. No sabía qué era. Acusación tal vez, como si esta fuera una
conspiración para excluirla—. Podría haber salido con ustedes.
Después de tratar con un Angus borracho, cuidarlo y mantenerlo a salvo,
estaba cansada, irritable y su implicación me puso los pelos de punta. —Pensé
que estarías en la biblioteca.
Sí. Eso dejó bastante claro que sabía que me mintió. Nos miramos fijo
durante un par de segundos hasta que ella deslizó su mirada a lo lejos. Por
primera vez, desde, nunca, no quería dormir en la misma habitación que ella.
Éramos mejores amigas y me estuvo mintiendo; eso me dolió, a ella también, lo
sabía, pero no lo suficiente para que dejara de hacerlo. Me dejó pasar y salir por
la puerta.
No tenía idea a donde iba hasta que mis pies me llevaron a la puerta de
Ty. Es demasiado tarde. Probablemente está en la cama. Me volteé sin llamar, pero su
puerta se abrió cuando empecé a alejarme.
Ojos cansados, pantalones de gimnasia, camiseta negra. Me abrió sus
brazos. Lo besé.
—¿Noche difícil? —preguntó cuando nos separamos.
—Sí. Lamento molestarte.
—Puedes venir cada vez que necesites hablar.
Probablemente no debería hacerlo, pero hablar de tus problemas era algo
que hacen los amigos, y me vendría bien la opinión de alguien que no viviera
con nosotros. Así que me senté mientras él preparaba un poco de té, en una
tetera real, me di cuenta, y le conté sobre el drama con Lauren y Angus.
Cuando me quedé sin palabras, estaba acurrucada junto a él con una taza
caliente en mis manos. Me sentía tan molesta que ni siquiera noté cuando me
acerqué.
—Vale, con Angus lo hiciste bien, necesitaba esa distracción. A Lauren
obviamente le está pasando algo. A veces las personas simplemente no están
listas para hablar. Sea lo que sea lo que ocurre, la hace sentir… —Se detuvo,
tratando de encontrar la palabra correcta—. Sola. Pero no es tu culpa. No
puedes ayudarla a menos que ella te deje. Entiendo que estás molesta pero no la
tortures por eso.
Apreté sus mejillas y lo besé suavemente. —Eres bueno en esto.
—Estoy fuera de práctica —admitió—. A pasado un tiempo desde que
alguien aparte de Sam vino con sus problemas y espera que les de algo de
sentido.
—Siento molestarte tan tarde. 124
—No podía dormir. —Ante la curiosa inclinación de mi cabeza, agregó—
: Empecé a preocuparme porque no respondiste mis mensajes. En mi cabeza,
llegué a la conclusión de que nunca más ibas a hablar conmigo y no descubriría
por qué.
Gracias a Diana.
Era impresionante escuchar a Ty admitir que pensaba demasiado, así
como yo. —Apagué mi teléfono para la clase y olvidé volver a encenderlo. Te
prometo que, si alguna vez decido que esto no funciona, no desapareceré y
hablaremos antes de que termine. ¿Está bien?
—Gracias —dijo suavemente.
Deseaba poder llevarlo al dormitorio y perderme en él. El sexo sería
increíble, el remedio perfecto para un día de mierda. Una espina melancólica se
clavó en mi palma, el anhelo de más de lo que me podía dar. Cuando entré, era
un desastre, pero ahora sólo había amor, brotando con la irresistible fuerza de la
risa o las lágrimas.
Un amor que no podía reconocer si quería que se quedara.
14
Traducido por AnnyR’
Corregido por Kish&Lim
140
16
Traducido por AnnyR’ & Jadasa
Corregido por Kish&Lim
151
17
Traducido por Lolitha
Corregido por Kish&Lim
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Traducido por Beatrix & Jadasa
Corregido por Kish&Lim
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Traducido por Madhatter
Corregido por Michelle♡
—Espera —susurré.
La idea de hacerlo en la habitación de mi infancia era aún más sucia, pero
no protesté. En vez de eso, cerré la puerta y fui de puntillas hasta la cama.
Parecía improbable que mamá o papá vinieran a charlar a medianoche, pero
preferiría no arriesgarme. Una vez que me decidí, cogí el teléfono.
—¿Aún estás allí?
—Cuenta con ello. —Su voz en mi oído era deliciosa. Es difícil creer que
nos encontráramos a miles de kilómetros de distancia.
—Nunca he hecho algo como esto, así que... 173
—Solo necesitas instalar una aplicación. Revisé algunas cosas y esta es la
más segura. No creo que me coloques en internet como pornografía.
—Si estás nervioso, simplemente podemos hablar. —Ni siquiera me
refería al sexo telefónico.
—Está bien. Quiero hacerlo. Te extraño. Te enviaré un mensaje de texto
con la información de mi cuenta y puedes llamarme una vez que ingreses.
—Bueno. Hablamos pronto.
Encontré la aplicación rápidamente y, por fortuna, mis padres habían
utilizado la misma contraseña de Wi-Fi durante años. De otra forma, no había
esencialmente internet en mi celular, y solamente tenía una barra para hacer
llamadas de voz. Una vez que me conecté, no me tomó mucho tiempo
descargar el software e instalarlo, entonces tuve que crear una cuenta. Mientras
hacía eso, Ty me envió su nombre de usuario. Lo añadí como contacto y esperé
a que me aceptara. Cinco minutos más tarde, hice clic en el botón de chat de
video y esperé a que atendiera.
Ahí estás.
Reconocí su dormitorio, pero estaba más concentrada en la media sonrisa
que él tenía y en la camisa que no. —Hola, tú.
—Las cosas que hago por ti —murmuró.
—No estoy seguro de cómo se supone que esto suceda. Suena caliente,
pero nunca he...
—Solo dime lo que quieres ver.
Mi aliento tartamudeó mientras un sofoco me invadía. Sí, me gustaba esa
idea. Mi voz salió ronca: —Siéntate. Quítate los pantalones. Muéstrame cómo lo
haces cuando no estoy cerca.
—¿Cuándo estoy pensando en ti?
—Eso espero.
—Últimamente, me pasa siempre —dijo con voz ronca.
Esto estaba funcionando para mí muchísimo, y él no había hecho nada
todavía. —Puedo jugar, también, pero la cámara en mi teléfono no es muy
buena.
—Tu rostro es suficiente. Déjame ver lo que estás sintiendo.
Esta cara, me enseñas todo.
—Definitivamente.
Se movió, desnudándose como se lo pedí y durante unos segundos, se 174
encontró fuera de la vista, y luego se acomodó en la cama. Las luces estaban lo
suficientemente apagadas que se veía sombreado y sensual, pero todavía podía
verlo. No estaba segura de cómo se veía mi extremo de la línea, pero él se
encontraba completo y magníficamente en la pantalla. No tenía ninguna duda
de que estaba metido en esto. Su pene lucía largo y duro, sobresaliendo hasta su
estómago. Lamiendo mis labios, admiré la inclinación de sus abdominales y los
tensos músculos de sus muslos extendidos.
—¿Qué te parece? —preguntó, por lo bajo.
—Mi boca se hace agua.
Un pequeño gruñido se le escapó mientras echaba algo de loción en su
palma y se ponía a trabajar con su puño, mostrándome exactamente cómo
manejaba las cosas sin mí. Ty era rápido y rudo, sin finura, sin preliminares.
También se encontraba casi completamente en silencio, solo la ráfaga de sus
respiraciones aceleradas. Quería hablar, pero tenía miedo de distraerlo, y
cualquier cosa que dijera podría sonar como salido de un guión.
—Nadia —susurró—. ¿Esto está bien?
Me di cuenta de que él necesitaba aliento; esto se trataba de un placer
mutuo, no de un voyerismo anónimo. —Muy sensual. Te voy... te voy a
acompañar.
Gimió entonces, aumentando su velocidad. Su puño bombeó más rápido,
y la cámara me mostró cada arco y flexión, la forma en la que sus muslos se
tensaron. Ty apretó la mandíbula y su cabeza cayó hacia atrás, mientras metía
una mano en mis bragas. Con la otra, sostuve el teléfono, sin querer perderme
ni un vistazo. Mi respiración se aceleró; ya estaba húmeda, ansiaba tener un
orgasmo. Suave y rápidamente, golpeé mi clítoris, viendo cómo mi excitación lo
afectaba. La mano de Ty se movía más rápido ahora. Igual que la mía.
—Te deseo tanto, es algo loco.
—¿Te gusta que te mire?
—Sí. —La respuesta fue desigual, atrapada en un gemido.
—Necesito que te corras, para que yo pueda hacerlo. Necesito verlo.
Las palabras salieron de él como si fueran electricidad, y había sonidos,
como si fuera una follada real, mientras bombeaba más fuerte, gruñendo con
cada tirón que se daba. Cuando se dejó ir, chorreando en su vientre, estaba
jadeando y me miraba directamente, mil veces más sensual de lo que podría
haber imaginado. Me pellizqué el clítoris y tuve un orgasmo.
Con un gemido, se dejó caer de nuevo sobre la cama, de modo que pude
ver solo una parte de él, pero aún podía oír su voz. —Maldita sea. Ese es el
mejor sexo que he tenido conmigo mismo. 175
—Oye, yo hice mi parte.
—No es broma. Dios, te extraño.
—Yo también. Pero tenemos tu sorpresa de diciembre por delante. Estoy
deseando que llegue.
—Eres la señorita Lado Positivo, ¿eh? Si está lloviendo, es bueno para la
hierba. Si alguien te roba la cartera, entonces probablemente estaba muriéndose
de hambre y necesite el dinero más que tú.
—No iría tan lejos —murmuré. Pero era cierto que yo era propensa a
buscar el lado positivo de las cosas.
—Aunque mi vaso está permanentemente medio vacío. Pero me siento
demasiado bien como para quejarme del pozo negro que es el mundo esta
noche. Creo que te voy a mirar, en su lugar. —Se movió lo suficiente para que
también pudiera ver su cara.
—Parece un plan razonable. Pero Sam estará... Oh. Este es tu fin de
semana libre. Nada de despertarse temprano por la mañana. Así que puedes
quedarte tan tarde como quieras.
—Sí. Así que esperaba que me hablaras un rato.
—¿De qué?
—No me importa. Esto es lo más cercano que he tenido de un tiempo a
solas contigo hasta dentro de otro mes, y honestamente, solo quiero escuchar tu
voz.
Oh Dios. Me derretí por todas mis sábanas. Pero yo también me sentía
preocupada. Sabes cómo siempre hay un pariente molesto en las reuniones
familiares y él está como: he oído que eres graciosa, Nadia, así que cuéntame una
broma. Entonces olvidas todo el humor que has conocido. Así era como me
sentía justo entonces.
—Y ella deja de hablar de inmediato. ¿Demasiado?
—No, acabo de quedarme en blanco, supongo. Podría contarte sobre los
niños en mi práctica.
—Por supuesto. No sé mucho sobre lo que estás estudiando.
Así que, durante unos buenos veinte minutos, expliqué lo que hacía en la
pista de educación, las advertencias de la señora Parker con respecto del
agotamiento y algunos de mis favoritos del programa. —Hay un chico, Riley,
que siempre sonríe, pero lo extraño es que no es porque esté contento. Es
porque a su mamá le molesta mucho si piensa que se encuentra triste. Así que
nunca muestra ninguna ira o frustración, pero eso no puede ser bueno para él.
Me preocupa que algún día se rompa. 176
—Obviamente te preocupas mucho por ellos. Creo que serás una gran
maestra.
—Espero que sí, si no me bloqueo y me arruino antes de entonces. Es
muy difícil hacer malabares con todo.
—¿Es por eso que estás conmigo en lugar de con un verdadero novio? —
Las palabras dolieron muchísimo.
Con retraso, me di cuenta de que no lo había dicho de mala forma; no era
una negación para nosotros, y yo no debería tener esa reacción de tirón de
rodillas. No estábamos saliendo. A él le importas, pero no te quiere. Está bien. Es
exactamente según el plan. Pero el dolor en mi pecho argumentaba lo contrario.
—¿Nadia? —Se acercó con sus codos y me miró con preocupación.
—Solo estaba pensando. Y supongo que sí. No tengo tiempo para tener
citas regulares. —Dudando, no podía decidir si debía preguntar esto, pero ¿por
qué no?—. ¿Por cuánto tiempo te ves quedando soltero?
—Diez años, mínimo. Podría empezar a salir cuando Sam esté en la
escuela secundaria. Tendrá su propia vida para entonces. Podría considerar
casarme una vez que salga de casa, pero no quiero más hijos. —Parecía tan
seguro, a pesar de que solo tendría treinta y ocho años cuando Sam se marchara
a la universidad—. ¿Qué hay de ti?
Respirando profundo, decidí ser honesta. Este era probablemente lo más
cerca que había llegado a decirle a Ty lo que sentía. —Me gustaría establecerme,
en cuanto a mi carrera, antes de que comience una relación seria. Pero a veces la
vida te da oportunidades inesperadas. No rechazaría al hombre adecuado, si
entrara en mi vida en el momento equivocado. Yo solo... haría espacio para él.
De algún modo.
Contestó como yo temía que lo hiciera. —Mala idea. Concéntrate en tu
futuro. Definitivamente no lo estropees por algún imbécil.
De repente, recordé nuestra conversación en el viaje de Ann Arbor, y me
pregunté si pensaba que me estaba refiriendo a alguien que no fuera él. Traté de
encontrar una manera de preguntárselo de forma agradable. —¿Te preocupa la
competición, Ty?
—No debería. Estuvimos de acuerdo en que cualquiera de los dos podía
terminar en cualquier momento... por cualquier razón. —Pero esa no era una
negación firme.
—No hay nadie más —le aseguré tranquilamente.
—Joder, eso no debería hacerme tan feliz. Pero mírame. —Su sonrisa era
impresionante, tan hermosa, que me hacía doler.
—No soy una jugadora por naturaleza —dije, tratando de minimizar mi 177
fidelidad—. He estado con... cinco chicos, en total. Incluyéndote.
Alzó una ceja en mi dirección. —No estoy seguro de que necesite saberlo.
—Lo siento si eso fue demasiado para compartir contigo.
—Está bien. Y mi número es cinco, también. Contándote.
—Interesante.
Me pregunté cuántas chicas hubo antes de Diana y cuántas después. Pero
si le preguntaba, me lo diría, y luego terminaríamos la noche con la sensación
de que no podría llenar el vacío que dejó cuando ella se marchó. A veces
pensaba que podría ayudarlo a seguir adelante si sabía que ella era feliz, que
había puesto el dolor detrás. Pero tal vez no. Tal vez las cicatrices de Ty eran
demasiado profundas.
—Tu rostro dice que estamos en un mal lugar.
—Esa es mi mirada soñolienta. No funciona bien en video. Buenas
noches, Ty.
—Duerme bien, cariño. —No pareció notar el apodo, y yo no se lo señalé.
Pero era la primera vez que me llamaba por algo más que mi nombre.
Después de colgar, disfruté de ello hasta que me quedé dormida.
A la mañana siguiente, mi madre me despertó para que saliera de la
cama con el cebo injusto de café y rollos de canela frescos, pero yo era una
lechona para sus productos horneados. Una vez que me levanté, me arrastró
hasta el mercado de pulgas local, y eso nos mantuvo en la calle durante todo el
día. Por la noche, miramos películas con mi papá, y el domingo por la mañana a
la hora estúpida, lloró mientras cargaba el coche.
—Te echo de menos —dijo, resoplando—. Fue tan bueno tenerte en casa.
Mi papá estaba más taciturno que nunca, pero había llenado mi maletero
con suministros de emergencia: basura para gatos, cadenas de nieve, bengalas,
mantas, barras de granola y botellas de agua. Él fue el que se aseguró de que
llevara botas de lluvia y un paraguas en días de tormenta; también me regañó
sobre mis calificaciones mientras que mamá me ofrecía más la vinculación
emocional. Con la garganta apretada, los abracé a ambos y papá se mantuvo
por más tiempo que de costumbre.
—Volveré a casa este verano —le prometí.
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—Lo estaremos esperando —murmuró—. Conduce con seguridad, frijol.
Rob se encontraba de pie en la ventana de su dormitorio, mirándonos.
No bajó para decir adiós, y me pregunté si se sentiría tan solo como parecía. Me
dolía el pecho mientras me alejaba, meditando en la distancia entre nosotros.
Me encontraba a ocho kilómetros de carretera antes de que me diera cuenta de
que mi madre había puesto dos bolsas de sobras de Acción de Gracias en mi
asiento trasero. Esperaba que Max y Angus estuvieran preparados para el pavo;
de lo contrario podría echarse a perder.
Lauren estaba esperando en el frente cuando llegué allí. Saltó, mirando a
la casa de su madre con una mirada melancólica. —Bueno, sobrevivimos lo de
volver a casa. Ojalá no tuviera que marcharme tan pronto. Esto fue muy
divertido.
—Me pregunto qué hicieron Max y Angus. —Mencioné a nuestros
compañeros, preguntándome si ella había pensado en Max en todo el descanso.
Pero no reaccionó. —Esperemos que el regreso sea indoloro.
Dado que eran otras dieciséis horas, dije: —Lo dudo.
—Yo también.
—¿Crees que Rob me odia?
—Eso fue al azar. —Clásica Lauren, evitando la pregunta para evitar
herirme.
—En serio.
—Probablemente no. Pero es difícil para él. No sé si lo has notado, pero
definitivamente hay una diferencia en cómo te tratan tus padres.
Suspiré. —Confía en mí, soy consciente. Y es una mierda. Pero no sé qué
hacer.
—Ni idea. Soy hija única.
Conduciendo de regreso, conversamos más sobre nuestras familias y
escuchamos la radio para permanecer despiertas, turnándonos como lo hicimos
antes. Ocho horas después, el clima se puso feo, y tuve que conectar mi teléfono
en el encendedor de cigarrillos para continuar utilizando la aplicación GPS.
Chupaba mucha energía, pero también nos informaba sobre el tráfico, el tiempo
y las posibles áreas de problemas por delante. Conduje obstinadamente, con las
dos manos pegadas al volante, atravesando las nubes blancas. La noche era
oscura, iluminada solo por las luces traseras rojas de los coches que andaban
por delante de nosotras.
Lauren se mordía el labio. —Sé que no quieres perderte el trabajo o clase,
pero quizás tengamos que parar —dijo finalmente. 179
Cuando el coche patinó por segunda vez en tantos kilómetros, estuve de
acuerdo, pero primero tuvimos que encontrar un lugar con habitaciones
disponibles. Eran casi las dos de la mañana cuando nos detuvimos en un motel
de mierda que no tenía el cartel de NINGUNA HABITACIÓN LIBRE brillando
a través de la nieve. No me gustó el aspecto del lugar, pero no vi que
tuviéramos más opción.
—¿Mejor que morir congeladas? —le pregunté a Lauren, estacionando en
el lote.
—Hurra, en cambio, nos desmembrarán. —Pero ese era su tono de burla,
no el de estar aterrorizada.
En la oficina, una anciana se acercó al escritorio con una bata azul, con la
boca fruncida con una desaprobación permanente. —Chicas tienen suerte, esta
es mi última habitación. Mucha gente está tratando de escaparse del clima esta
noche.
Bueno, duh. Hay una ventisca ahí afuera.
Estaba bastante segura de que esta mierda no costaba ordinariamente
cincuenta y nueve dólares por noche, pero no tenía ninguna influencia para
regatear, y otro coche estaba estacionando en el lugar. —Lo tomaremos.
Entre Lauren y yo, teníamos lo suficiente para cubrir el costo, y la
propietaria nos probó qué tipo de lugar era cuando no nos pidió una tarjeta de
crédito. Nos dio una llave de metal y nos dijo que teníamos la habitación ciento
dieciséis, justo abajo de la oficina. Temblando, saqué mi mochila del auto, pero
dejé los contenedores Tupperware. La nieve me hacía picar las mejillas mientras
hice la caminata sin estar resuelta hasta nuestra habitación. Por dentro, era tan
horrible como me hubiera temido con un olor a moho y decoración que hubiera
sido anticuada en los años sesenta.
Lauren se estremeció. —Así que básicamente, necesitamos ser limpiados
en seco cuando lleguemos a casa.
La anciana no mencionó que solo había una cama, pero no importaba.
Dado que el radiador golpeaba y gemía al mismo tiempo que proporcionaba un
mínimo de calor, estaríamos acurrucadas para darnos calor, de todos modos.
Me puse calcetines, una sudadera, pantalones de chándal y mi sombrero de
invierno antes de retirar las sábanas. Eran delgadas y amarilleadas por el
lavado frecuente, pero nada se movía. Con suerte, eso era una buena señal, y
tenía el frío suficientemente como para arriesgarme.
—Nunca te he querido más —dijo Lauren, pero se puso casi toda la ropa
y luego nos metimos en la cama.
Me tomó una eternidad quedarme dormida, a pesar del dolor en mis
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hombros y pantorrillas por un largo día de conducción. Hacia el final, no
habíamos llegado tan lejos como necesitábamos, así que todavía teníamos unas
buenas cinco horas, siempre que los caminos estuvieran lo bastante despejados
para que pudiéramos seguir adelante. Será mejor que así sea, ya que no
tenemos suficiente dinero para otra noche en la carretera. Además, no podía
permitirme perder más días de trabajo o clases. Mierda, me estaba estresando
solo de pensar en ello.
—Oh, Dios mío, vete a dormir ya —murmuró Lauren, golpeándome la
cabeza cuando me di vuelta por cuarta vez.
Extrañamente, lo hice.
Por la mañana, encendí la televisión de mierda, anticuada para ver el
informe del clima. De un vistazo por la ventana, pude ver que había dejado de
nevar, pero necesitaba saber qué caminos se habían despejado por la noche.
Golpeé el aire cuando oí que la I-80 parecía muy libre. Después de despertar a
Lauren, empaqué mis cosas y las llevé al auto.
Mi aliento salía en forma de vaho. La ventana trasera derecha estaba rota
y todas las sobras que mi madre me envió habían desaparecido. Sin palabras,
caminé alrededor del coche buscando otros daños. Mierda, mi teléfono. ¿Lo
había llevado con nosotras anoche?
Busqué en mi mochila, y definitivamente se había ido. Idiotas. Se robaron
el Día de Acción de Gracias y mi teléfono. Felices vacaciones. No podía pensar
en ningún lado positivo en esta mierda de festividad, pero estrangulé mi
impulso de patear las cosas y maldecir. Es mejor centrarse en el control de
daños.
Lauren se estaba cepillando los dientes cuando entré. —Tengo que
pedirte prestado el teléfono.
—¿Por qué?
Una vez que la puse al tanto, dijo todas las maldiciones por mí. Pero me
entregó el teléfono sin preguntas, y comencé con el cambio de contraseñas, la
cancelación de cuentas y notificar a mi proveedor de telefonía que ya no estaba
en posesión del equipo.
El representante sonaba bastante aburrido mientras me decía mis
opciones. —Lo siento mucho por su problema, señora. Puedo colocar en la lista
negra al teléfono por usted inmediatamente y le envío una tarjeta de SIM. De
acuerdo con nuestros registros, no es elegible para un reemplazo, por lo que
tendrá que comprar un equipo nuevo. También podemos proporcionar el
número de serie para la policía y notificar a cualquier persona que esté tratando
de contactarse con usted.
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—Solo apáguelo. No quiero que nadie use mi teléfono.
—Entendido. Dado que nos ha notificado, no será responsable de cargos
que aparezcan después de este momento.
—Fue robado en algún momento de la noche —protesté. No sé a qué
hora.
—Está libre de disputar esos cargos, si resultan excesivos.
Mierda. El ladrón probablemente robó mi teléfono y luego llamó a un montón de
números en ultramar.
Pero me preocuparía más tarde por eso. Aunque nos retrasaría más,
llamé a la policía y esperamos dos horas completas a un policía estatal para que
pudiera presentar un informe policial. No serviría de nada, pero al menos era
una prueba para la señora Keller de que yo no era una tonta perezosa que
simplemente no tenía ganas de trabajar.
Cuando el policía se fue, era casi el mediodía, y se suponía que pronto
empezaría a trabajar. Conocía el centro de guardería de memoria y el teléfono
de Lauren tenía suficiente vida para que hiciera llamadas. Era la primera vez en
mi vida que lo hice, fue una sensación tan horrible, aunque no tuve elección.
Balbuceé disculpas por dos minutos completos antes de que cortara.
—Así que hubo una ventisca, estás a cuatro horas de distancia, y algún
idiota entró en tu coche y lo destruyó. Entiendo, algunos días son malos. —
Sonaba divertida—. No te preocupes, podemos cubrir tu turno.
—Esperaba volver a tiempo. No planeé lo de la ventana rota. Tengo un
informe policial y todo si necesitas verlo.
—Está bien —dijo—. Confío en ti. Solo ten cuidado al volver.
La mujer en la oficina del motel “arregló” mi ventana con dos bolsas de
basura plásticas y cinta aislante, haciendo que el Toyota pareciera aún más
elegante, e hizo maravillas con la ventilación. Cuando le dije algo sobre los
daños, ni siquiera se disculpó, solo señaló un cartel que decía que ella no era
responsable de los artículos dejados en los coches durante la noche.
—Qué perra —gruñó Lauren mientras salíamos del estacionamiento del
Motel del Infierno.
—Valió la pena ver a nuestras familias —le ofrecí.
Allí, ese es el lado bueno. Finalmente. Hora de ir a casa.
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Traducido por Alessandra Wilde & Jadasa
Corregido por Karen_D
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192
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Traducido por Ma.Sol
Corregido por Karen_D
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Traducido por NnancyC
Corregido por Julie
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Traducido por AnnyR’
Corregido por Michelle♡
3
Kosher. Alimento según la ley judía.
—Nos vemos. —Contuve el aliento hasta que se fue, luego me desplomé
sobre la consola, cerrando los ojos contra una intensa ola de anhelo.
El día de San Valentín, me quedé en casa con Max y Courtney, mientras
que Angus llevó a Del a una noche romántica. Como era de esperar, vimos I
Hate Valentine’s Day. Courtney y yo comimos un cuarto de chocolate mientras
Max nos suspiraba. Hace tiempo que no hablaba de Lauren.
Ella me enviaba correos electrónicos a menudo, notas alegres sobre la
gente en casa, mis padres y mi hermano, Rob, trabajando en su nueva casa.
Había cosas sobre una compañera de clase embarazada, el novio de su madre,
cómo planeaba transferir sus créditos y tomar clases de computación en línea.
No compartí sus noticias con Max; no le ayudaría oír lo feliz que estaba.
—Sé por qué estoy deprimida —dijo Courtney, mirándome—. ¿Qué hay
de ti?
No la conocía lo suficiente como para contar toda la historia, así que solo
dije: —Ruptura reciente.
—Yo también. Bueno, algo así. De todos modos, las consecuencias son
frescas.
—¿Quieres hablar de eso?
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—¿Te agitas fácilmente? —Esa fue una pregunta tan extraña que arqueé
una ceja.
Max sonrió. —Intenta averiguar si te pondrás rara después de escuchar
su problema.
—Ya soy rara —dije.
—Ella es genial, Courtney, puedes confiar en ella.
Ahora tenía curiosidad. Hice una pausa en la película y me moví en el
sofá, dándole toda mi atención. Ella devolvió ese enfoque dejando su cubo de
chocolates. —No es que me importe que la gente sepa, pero a veces las chicas se
ponen extrañas, especialmente si compartimos una habitación. Soy bisexual,
pero no estoy remotamente interesada en ti.
Me reí, fingiendo protestar: —Pero… mis sueños.
—En fin, estuve con una chica, Amy, por un tiempo. Antes de mí, ella
nunca había estado con una chica. No estoy segura si fue una fase o fue
curiosidad en la universidad. Lo que sea. Duró un par de meses, pero era tan
difícil de complacer, y lo digo como una mujer judía. —Cuando me sonrió, supe
que estaba bien reírse—. Terminamos, y le dijo a todo el mundo, por todo el
campus, que la emborraché y la seduje. Lo cual es una mierda. Fue ella quien
dijo que siempre estuvo interesada. Ahora las personas actúan como si yo fuera
una lesbiana depredadora, maquinando para arrebatarle la heterosexualidad a
la gente con mi irresistible sexo femenino.
—¿Es por eso que besaste a Max en la fiesta?
Negó con la cabeza. —Me gusta besar a Max. Es bueno en eso. Deberías
intentarlo.
Él nos dio una mirada horrorizada. —¿Podrías no venderme, Kaufman?
Solo por el bien de mi frágil autoestima.
—Besé a Max —dije—. El primer año, la primera vez que lo vi. Luego
dijo…
—Oh, Dios, no de nuevo. —Max dejó caer la cara en sus manos.
Courtney ordenó: —Cállate, tú. Quiero escuchar esto.
Me reí. En cuanto a las frases malas, era mi favorita. —“¿Sabes karate?
Porque, chica, tu cuerpo está pateando.”
—Estaba en mi fase de gánster —murmuró.
Courtney casi se cayó al suelo riendo. —Es lo mejor que he oído. ¿Te
importa si te robo eso? Estoy bastante segura de que tengo la credibilidad de la
calle para decirlo. —Hizo algunos gestos al azar que estaban destinados a pasar
como signos de pandillas, pero sospeché que eran lenguaje de signos—. No me 223
dejes colgando. ¿Funcionó?
—Me reí. Pero él también lo hizo. Luego nos emborrachamos y nos
besamos
—Como tú —dijo sabiamente.
—¿Por qué debes arrastrar nuestro sórdido pasado? —preguntó Max en
voz alta.
—Porque es hilarante. Entonces oí a un montón de chicos hablando sobre
con cuántas chicas Max se había acostado, y apostando que sería la siguiente.
Hice un esfuerzo para que no me volviera a tocar.
Él puso una cara que era toda desilusión. —Y he estado tan solo.
—Puedo entender tus escrúpulos —me dijo Courtney—. Me alegro de
que no te conociera cuando eras una estudiante de primer año, amiga.
—Esa es una opinión popular —murmuró él.
Angus llegó a casa una hora después de que acabó la película. Habíamos
conectado un ordenador portátil, como Ty hacía abajo, y veíamos Netflix en
lugar de cable. Estaba lista para sugerir cancelar el servicio para ahorrar dinero,
pero Angus miraba ciertos programas y probablemente se sentiría destrozado si
le señalaba que podía verlos en cualquier momento en línea. En algunos
aspectos, era un tradicionalista.
—¿Cómo estuvo la cita? —preguntó Max.
Angus se hundió en el sofá entre Courtney y yo. —Es fantástico, pero
aún no voy a acostarme con él.
—No me digas que alguien te dio una copia de Las Reglas para Navidad.
—Esa fue Courtney. Miró a su alrededor—. No fui yo.
—No, solo quiero ir despacio, después de Josh. Eso fue… fueron años.
Empezaba a pensar que tal vez él era el único. No quiero que me hagan daño de
nuevo.
—Siempre te lastimarán. —Las palabras salieron antes de que pudiera
detenerlas, pero no quería que sonaran tan amargas—. Tienes que asegurarte de
que la persona vale la pena el dolor.
—Profundo —dijo Courtney.
—Feliz Día de San Valentín, hijos de puta. —Max se levantó y arqueó su
espalda, y agarré su culo cínico en un abrazo fuerte.
Angus y Courtney se metieron en la acción, y por unos segundos, me
sentí un poco más ligera, como si el hueco en mi pecho se podría llenar un día 224
de otras cosas. Me fui a la cama de mejor humor.
El resto de febrero pasó acelerado, ocupada con el trabajo, las clases, la
tarea, la práctica y el acontecimiento social ocasional con mis compañeros de
cuarto. Se esforzaron por sacarme de la casa, si yo quería ir o no. A veces iban a
beber, aunque nunca me emborraché por Ty como Angus hizo por Josh. Solo
seguí avanzando.
En marzo, me di cuenta de que habían pasado dos meses desde que
terminamos, aunque no podía reclamar esa palabra. Nunca fue mi novio. Pero era
el tipo que amaba. Y todavía lo hago, con toda honestidad. La sensación no se
había desvanecido. A veces, a veces, tenía momentos débiles.
Como esta noche. Estaba sentada en el suelo de mi armario, escondida,
porque tenía miedo de lo que el sonido de su voz podría hacerme. Había cuatro
mensajes guardados en mi buzón de voz. No los había reproducido desde el día
en que salí de su apartamento, pero esta noche, la necesidad se levantó hasta
que podría estrangularme. Si no los escuchaba, entonces podría llamarlo. Sería
una peor forma de torturarme.
Así que enchufé mis auriculares, me los puse y reproduje el primero.
Oye, Nadia. Solo quiero que sepas que estoy pensando en ti. Llámame.
Ese, lo reproduje cuatro o cinco veces. Pensé en borrarlo, pero no podía
hacerlo, todavía no. Quizás los almacenaría en una unidad USB y los guardaría
en una caja, junto con el portátil que contenía mis recuerdos de él. Tal vez, si
diera todos esos sentimientos un nuevo hogar, mi pecho dejaría de doler. Un
principio sano, si crees en la transferencia.
Mensaje dos: Soy yo. Sam me dijo que le mostraste cómo atar sus zapatos hoy.
Estaba tan emocionado, no tienes ni idea. Y significa mucho para mí que seas buena con
él.
Ridículamente, pasé una punta del dedo por mi teléfono, como si Ty
viviera allí adentro porque algún mago malvado había lanzado un hechizo y lo
encerró lejos de mí como un genio en una lámpara. Pero nada ocurrió aparte de
la solitaria lágrima que caía por mi mejilla. No me gustaba sentirme así, pero no
tenía idea de cómo detenerme.
Mensaje tres: Te echo de menos. Dios, ha sido un día de mierda. ¿Llámame?
Lo reproduje dos veces antes de pasar al último, el más reciente. Lo había
dejado el día después de regresar del viaje de esquí. Mensaje cuatro: Oye,
dulzura. La pasé increíble. Hay algo en ti… de todos modos, gracias por estar conmigo.
Hablamos pronto.
La puerta del armario se abrió.
Por un momento sumamente incómodo, miré a Courtney y ella me miró.
El silencio era horrendo. —Así que… no soy exactamente inexperta en 225
persuadir a la gente a salir de los armarios, pero no esperaba necesitar esa
habilidad contigo.
Me eché a reír. En ese momento estaba segura de que seríamos unidas,
no socialmente amistosas, o no te odio cuando estoy borracha, sino amigas en serio.
—Tenía miedo de que me acusaras de hacerle una mierda extraña a tu ropa.
—Puedo ver que pasaste un momento con tu teléfono. ¿Escuchando los
mensajes de tu ex?
—¿Cómo lo supiste?
—Es una estrategia clásica de revolcarse. También podrías ponerte una
camisa que usara o hacer cosas raras con sus fotos. Ya he estado ahí, ya lo he
hecho
—¿Cuánto tiempo tardó para… que pare?
—Con algunas personas, no para. Nunca te dejan. El tipo con el que salí
en la secundaria… hasta el día de hoy, todavía le hablo en mi cabeza. Tenemos
conversaciones largas y complicadas, y me imagino que me está aconsejando en
mi vida amorosa.
—Eso es extraño, Courtney. ¿Por qué no lo llamas?
Se quedó sin aliento. —Porque murió cuando teníamos diecisiete años.
—Jesús. Ahora quiero que Angus nos saque y nos emborrachemos.
—¡Oí eso! —De repente, se encontraba de pie fuera de nuestra habitación
como un padrino de hadas alcohólico, colgando sus llaves del coche.
Se me pasó por la cabeza no salir esta noche. Responsabilidades como las
facturas, el trabajo, las clases, las practicas pasaron por mi mente hasta que las
aparté, negando todas las razones por las que no se me permitía divertirme.
Una noche no arruinaría mi vida. Y necesitaba un descanso de intentar probar a
mis padres que valía la pena la forma en que habían escatimado y ahorrado
para traerme aquí.
—Me apunto —dije—. ¿Courtney?
—Joder, ¿por qué no?
Riendo, guardé mi teléfono y me puse un top halter brillante y sin
espalda, y mi par de jeans más sexy. Angus asintió con la cabeza cuando salí
diez minutos después. Courtney no se quedó atrás. Llevaba más maquillaje que
de costumbre, dándole un aspecto sensual.
—De acuerdo, damas. Hagamos esto.
Angus nos llevó a Heat, el bar más cercano al campus. Ya que quedaba a
una corta distancia a pie, prácticamente estaba siempre lleno de estudiantes de
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primero y segundo año, manteniendo el lugar ruidoso cada noche. Me gustó su
impecable sentido de entorno porque era sin duda el lugar adecuado para
arruinarnos. Teniendo en cuenta a la gente que nos rodeaba, probablemente
seríamos los idiotas menos repugnantes en el lugar, incluso si estuviéramos
borrachos.
Courtney y yo empezamos fuerte con los shots de tequila. Me tomé
cuatro, seriamente cerca de ser una cura líquida para lo que me dolía. Ella se
encogió de hombros y siguió adelante, luego salimos a la pista a bailar con
Angus. Él ya tenía una multitud a su alrededor, pero hizo espacio, empujando a
la gente para que pudiéramos formar un trio de sacudidas. Courtney era una
bailarina terrible, peor que Max, pero no parecía molestarla. A mí tampoco. Dos
tragos más, y no me importaría ni si me quito la blusa.
Alguien vino detrás de mí y se movió conmigo. No podía ver su cara,
pero no importaba. Bailar no era lo mismo que llevarlo a casa. Con los brazos
sobre mi cabeza, me balanceé de lado a lado, tratando de fingir que me sentía
sexy en vez de increíblemente sola. El tipo puso sus manos en mis caderas. Me
moví en un círculo lento, girando para hacerle frente. Las luces estroboscópicas
hacían que su rostro se viera extraño y demoníaco; Sus ojos brillaron de rojo.
Estás tan borracho. Esto era divertido, ¿verdad? Exactamente el tipo de emoción
que se suponía que debía tener en la universidad y luego recordar después de
que me estableciera.
Me alejé del manoseador y me acerqué a Angus. Tomó la señal para
echar un vistazo, alejando al otro tipo. Courtney se reía de algo, y cuando me
giré, vi una cara entre la multitud, y el choque me atravesó como una lanza. Se
encontraba oscuro, ahumado y ruidoso. Me equivoqué; tenía que ser eso. Pero
por unos segundos, pensé que había visto a Ty, y eso me impactó. Revisando a
la multitud, dejé de bailar y eché un segundo vistazo. No, este chico era mucho
más joven, más bajo, también. Solo que el pelo rojo era similar, y tenía un
montón de pecas. Me vio mirando y me hizo un gesto, como si estuviéramos
conectando a través de una habitación llena de gente.
Nop. Lo siento. No eres el señor Pelirrojo Sexy.
Para cubrir mi casi colapso, bailé, pero no bebí más. Te estás engañando si
piensas que la bebida puede lavar esto. Recordé cómo Courtney había dicho, con
algunas personas no funciona. Nunca te dejan. Tal vez, dentro de diez años, todavía
tendría conversaciones con Ty en mi cabeza, recordando todo sobre él con esta
terrible y dolorosa claridad.
Jesús.
Lo intenté ahora en el silencio de mi cabeza. Así que el trabajo va bien. Las
calificaciones están subiendo. Todo va bien, excepto por lo mucho que te echo de menos.
¿Piensas en mí? Courtney dijo que recibía respuestas de su fantasma, pero mi
subconsciente estaba en silencio, posiblemente porque el tipo que me perseguía
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seguía vivo y bien, viviendo en el 1B.
Como estaba planeado, Courtney se emborrachó, y cuando Angus la
ayudó a llegar al auto a las dos de la madrugada, se dio cuenta de que yo estaba
completamente sobria. Ella se volteó en la parte de atrás, riéndose, y él se
encogió de hombros. Di una vuelta por el frente hacia el lado del pasajero.
Angus se estrelló contra el coche, frunciendo el ceño. —Estoy enfadado
contigo. El objetivo de esto era que participaras en el antiguo ritual de dejar ir.
—No estoy lista —susurré.
Tal vez nunca lo esté.
En el asiento trasero, Courtney cantaba en voz alta sobre cómo esta
mierda era una locura. Yo no estaba en desacuerdo.
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Traducido por Miry
Corregido por Daliam
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26
Traducido por evanescita
Corregido por Daliam
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Traducido por AnnyR’
Corregido por Laurita PI
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Para siempre
Traducido por Julie
Corregido por AnnyR’
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Escena extra:
Puro deseo (Ty)
Traducido por Julie
Corregido por AnnyR’
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Playlist
F**kin’ Perfect—P!nk
Afraid of Everyone—The National
Out of Mind—Tove Lo
No Below—Speedy Ortiz
Let Her Go—Passenger
I Need My Girl—The National
Story of My Life—One Direction
Ways to Go—Grouplove
Burn—Ellie Goulding
Try—P!nk
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Impossible—James Arthur
Some Nights—Fun
Just Give Me a Reason—P!nk featuring Nate Ruess
Just Say Yes—Snow Patrol
As Long as You Love Me
La mayoría de las personas sueñan con salir de
Sharon, Nebraska, pero después de tres años lejos,
Lauren Barrett regresa a casa. Tiene sus motivos: la
pérdida de su familia, de su beca universitaria. Pero
además existe el motivo que Lauren no puede
admitirle a nadie: Rob Conrad, el hermano mayor de
su mejor amiga.
La destreza en el fútbol y la buena apariencia
hicieron a Rob una estrella en la secundaria. En el
mundo real, su trabajo y sus relaciones no van a
ninguna parte. Es el hombre al que las mujeres aman
y abandonan, no el que las hace pensar en un para
siempre... hasta que Lauren vuelve a la ciudad,
trayendo viejos sentimientos y nuevos sueños con ella.
Porque lo único más importante que averiguar dónde pertenece
realmente uno es encontrar a la persona con la que estábamos destinados.
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Sobre la autora
Ann Aguirre es una autora de best-sellers del
New York Times & USA Today, licenciada en
Literatura Inglesa; antes de empezar a escribir a
tiempo completo, fue payasa, oficinista, actriz de
voz y salvadora de gatitos callejeros, no
necesariamente en ese orden.
Creció en una casa amarilla frente a un maizal,
pero ahora vive en el soleado México con su
esposo, hijos y varias mascotas.
Le gustan todo tipo de libros, la música emo,
películas de acción y Doctor Who. Escribe todo
tipo de ficción en múltiples géneros, tanto YA
como para adultos.
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