Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Algunas autoras ya han descubierto los foros que traducen sus libros
ya que algunos lectores los suben al Wattpad, y piden en sus páginas
de Facebook y grupos de fans las direcciones de los blogs de descarga,
grupos y foros.
Capítulo 1 Capítulo 16
Capítulo 2 Capítulo 17
Capítulo 3 Capítulo 18
Capítulo 4 Capítulo 19
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Capítulo 21
Capítulo 7 Capítulo 22
Capítulo 8 Capítulo 23
Capítulo 9 Capítulo 24
Capítulo 10 Capítulo 25
Capítulo 11 Capítulo 26
Capítulo 12 Epílogo
Capítulo 14
PRÓLOGO
La gente finalmente tenía una razón para el apodo que nos dieron
a mis hermanos y a mí. Los monstruos de Las Vegas. Mi lado
monstruoso había salido a jugar, pero el juego acababa de
comenzar.
1
1 El efecto Fata Morgana, recibe su nombre del italiano fata Morgana (es decir: hada
Morgana), en referencia a la hermanastra del Rey Arturo (Morgan le Fay) que, según la
leyenda, era un hada cambiante. Es un espejismo o ilusión óptica que se debe a una
inversión de temperatura.
Una larga melena de cabello rojo enmarcando una cara pálida. Sus
labios rojos, el color de la sangre seca, se curvan en una sonrisa
alrededor del cigarrillo colgando de su boca. La sonrisa no es
coqueta ni particularmente amistosa.
2
Chica modelo que participa en competiciones de motor con el fin de promocionar algún
producto y de acompañar a alguno de los equipos participantes.
3 Groupies: alude a los seguidores de cantantes, grupos musicales, deportistas u otros
personajes populares que viajan de una ciudad a otra siguiendo sus conciertos,
competiciones, etc.
—¿Alguien nuevo? —le pregunto, estrechando la mano extendida
de Crank. Sé de al menos una, y tengo mucha curiosidad sobre ella.
—¿No puede ser peor que nuestro ego maníaco favorito? —Las
carreras eran un imán para un cierto tipo de persona, pero algunos
mostraban una cantidad excesiva de egocentrismo.
El tipo asiente.
—¿Dinara?
—Lo es.
Se levanta del capó, viéndose más alta que yo. Un parpadeo de ira
yace en sus ojos. —No soy como otras chicas.
Asiento con una sonrisa hacia Dima, que no nos ha dejado fuera de
su vista por un segundo, me dirijo de vuelta a Crank en la estación
de gasolina. Se ha deshecho de su camiseta, revelando su espalda
marcada y desnuda. Desde un accidente automovilístico el año
pasado, las heridas de quemaduras enmarcan la espalda y el brazo
izquierdo.
—¿Y? —pregunta, mirando hacia arriba desde una de las
computadoras portátiles. El Wi-Fi puede ser irregular, pero
tratamos de realizar un seguimiento de las apuestas entrantes.
Nino y un par de contadores manejan la mayor parte de las
apuestas, pero si las cosas se ponen demasiado lentas, a veces
tenemos que hacer las carreras un poco más difíciles para
aumentar la emoción.
—Tendré que llamar a Remo. Tal vez él sabe lo que está pasando.
4
Dark net o darknet es una red superpuesta dentro de Internet a la que solo se puede
acceder con software, configuraciones o autorización específicos, y a menudo, utiliza un
protocolo de comunicación personalizado único.
pit que se han reunido a la sombra del techo lo siguen con sus ojos
hambrientos. Un nombre poderoso, dinero y el aura de un chico
malo con el hecho indiscutible que Adamo, tiene un cuerpo que
pocas chicas descartarían. Las atrae como una polilla a la llama.
Su camisa sudorosa se aferra a su pecho, revelando las líneas de
los músculos y un impresionante abdomen marcado, y su trasero
en los jeans azul oscuro tampoco está mal.
5
Sprints (Carreras Cortas) Los Sprints son carreras cortas que ocurren en los eventos
de atletismo, pista y campo.
convencida la seguridad de Dima, pero cada intento de hacerlo huir
de mi lado había sido inútil. Sin embargo, la tortura o la muerte no
eran mi principal preocupación. No quería que me enviaran lejos.
Necesitaba conocer a Adamo Falcone, hacer que confiara en mí para
que me contara todo lo que quería saber. Pero para que eso
sucediera, tenía que formar parte del circuito de carreras.
2
—¿Qué pasa? Nunca llamas poco antes de una carrera a menos que
sea urgente.
—Mikhailov.
Mierda.
—Cuidado, Adamo.
—Sólo digo la verdad. No tengo tiempo para sacarte cada una de las
respuestas. Tengo una carrera que organizar.
¿No lo hace?
Tiene una gran boca y una gran valentía, tengo que concedérselo.
La mayoría de la gente, incluso en el campo de las carreras, o bien
besa el suelo que yo piso o intentan apartarse de mi camino por
miedo.
—¿Arrogancia también?
—Le gustas demasiado, por eso te dará un final rápido —le digo con
una sonrisa retorcida.
Dima suelta una risa aguda. —Me alegro que te parezca divertido.
—Quiere protegerte.
—Él no puede, ni tú tampoco. Nadie puede. Esta es mi lucha.
Enarco una ceja. Nos espera una curva cerrada, mucho peor que la
anterior. Adamo enarca las cejas antes de enfocar la calle y acelerar
de nuevo. El imbécil ha frenado para ver cómo estaba. Por mucho
que pise el acelerador, Adamo se mantiene medio coche por delante
de mí. Entro en la curva menos de un segundo después de él y mis
neumáticos traseros se rompen. Me agarro con fuerza y dirijo con
cuidado el volante en la otra dirección, antes de acelerar una vez
más y catapultar a Viper y a mí fuera de la peligrosa curva. Cuatro
coches se encuentran a media distancia de mí, uno de ellos es
Dima. Hemos dejado atrás a la mayoría de los demás corredores,
pero sólo cinco de nosotros llegaremos a la carrera final y tengo la
sensación que Adamo no va a estar en el bando perdedor. Es
demasiado bueno y su coche demasiado rápido.
Sus labios tiemblan alrededor del cigarrillo y se dirige hacia mí. Una
vez más no puedo dejar de admirar sus antebrazos fuertes y
besados por el sol y el contorno de su paquete de seis a través de
su delgada camiseta blanca. Como si supiera lo que estaba
pensando, su sonrisa se vuelve arrogante.
—Felicidades a los dos por llegar a la final. Crank les enviará los
detalles de nuestro campamento para que puedan unirse a nosotros
para la próxima carrera. Si no aparecen sin una buena excusa,
serán descalificados por el resto del año.
6
Burning Man es un festival anual de siete días de duración que se desarrolla
en la «ciudad» de Black Rock, Nevada, Estados Unidos.
Nuestro cocinero del campamento está volteando panqueques en
una estufa de gas móvil, tomo un plato llenando con una pila de
panqueques humeantes antes de dirigirme hacia el auto de Dinara.
No la veo por ningún lado, sólo a Dima, que se inclina sobre una
taza de café, apoyado contra el capó de su auto. Le doy un breve
asentimiento que apenas responde. Metiendo un panqueque en mi
boca, camino de regreso a mi tienda.
—¿Él es tu novio?
—Eso es lo que dijiste la última vez. —Se queja Nevio. Y tiene razón.
Por lo general, no me quedo lo suficiente para tener tiempo y pelear
en la jaula con mis sobrinos. El campamento siempre me llama
demasiado fuerte.
Nino sale a la terraza. —Kiara, creo que tu lasaña está lista para
salir del horno. —Me saluda con un movimiento de cabeza.
—¡La comida está lista! ¡Siéntense! —Fina grita para ser escuchada
por los chicos a través del juego de espadas.
7
Querida mía.
Massimo me sonríe ampliamente, el sudor brillando en su rostro.
Cada día se parece más a Nino.
—Lo sé.
—Depende del tipo de problema. Quizás deba hablar con Eden. Ella
podría darme información importante sobre Dinara.
—Yo también te extrañé —le digo besando sus labios. Está vestida
con un sexy camisón violeta que deja poco a la imaginación, su
cabello castaño cayendo en suaves rizos sobre sus hombros.
Después de todo, ambos sabemos acerca de lo que se trata nuestra
reunión. ¿Por qué tratar de ser tímido al respecto? A pesar de lo que
piensa Savio, no estoy enamorado de CJ, pero disfruto de su
compañía y el sexo, y a ella le pasa lo mismo.
CJ es diez años mayor. Ella y las otras chicas con las que había
follado de vez en cuando, eran mayores que yo. Dinara es la primera
chica de mi edad que llama mi atención en mucho tiempo, otra
razón que la hace aún más fascinante. Sigo a CJ hacia su pequeña
cocina y acepto la copa de vino tinto que me ofrece. Distraído por
mis pensamientos sobre Dinara, y a juzgar por los pezones erectos
de CJ, ella está distraída por el motivo por el que estoy aquí. Se
acerca, tomando otro sorbo de vino antes de mirarme con una
sonrisa seductora. Dejo mi copa y la beso, esperando que mi lujuria
desvanezca cualquier pensamiento sobre Dinara.
—Donna era una de las pocas chicas que estaban allí cuando Eden
apareció por primera vez en Las Vegas. Ella siempre decía que Eden
cabreaba a Remo sobretodo.
Hablar con CJ era una cosa, pero ir por ahí interrogando a otras
prostitutas sobre Eden definitivamente enfurecería a Remo. Cuanto
más lo moleste ahora, es menos probable que me escuche si hablo
de Dinara en caso que alguna vez ella aparezca en Las Vegas para
hacer lo que sea que tenga en mente.
Al día siguiente, decido darle a Remo otra oportunidad. Me uno a
mis hermanos en nuestro gimnasio en un casino abandonado para
entrenar para las peleas. Savio se sorprende cuando le pregunto si
puedo conducir con él. Nino y Remo ya están dentro de la jaula de
combate cuando Savio y yo entramos en el vasto salón.
—Siempre.
—¿Protegerla de qué?
—Por el amor de Dios, ¿por qué no puedes decirme qué diablos está
pasando? —gruño, enviando un fuerte golpe hacia su cara, que él
bloquea.
Remo inclina la cabeza con una sonrisa oscura. —¿Hay algo entre
tú y Dinara?
—Si, deberías.
Ella toma un sorbo antes que sus labios formen una sonrisa
burlona. —¿Como morir en una carrera de autos o ser asesinado
por una bala enemiga?
—No sé por qué estás aquí. Eres un misterio y también lo son tus
razones para acercarte a mí.
—No, ella no está muerta. Está viva y en Las Vegas, trabajando para
nosotros.
Tal vez debería haber retrocedido, pero Remo quería que le dijera
por alguna loca razón. ¿Estoy arriesgando su vida o la de Dinara al
decírselo? Pero ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.
Mis dedos alrededor del volante se aprietan aún más hasta que me
duelen. No estoy de humor para hablar ahora. Mi cabeza es un
desastre lleno de pensamientos zumbantes, una tormenta eléctrica
que se acumula lentamente y está a punto de desatar su poder
destructivo. En lo más profundo de mí, mi oscuro anhelo comenzó
su canto tentador, un canto de sirena que había resistido durante
diez meses.
—¿Sabías lo de mi madre?
Si Dima sabe lo que quería decir, lo oculta muy bien. Sus cejas
rubias se juntan. —¿Que hay de ella?
El rostro de Dima, que por lo general tiene todas esas líneas duras,
como una obra de arte cubista, se suaviza. —Dinara… —la forma
en que dice mi nombre me recordó nuestro pasado. Gira la mano y
cierra los dedos alrededor de la mía. Trago. No quiero usar los
sentimientos de Dima, o cualquier sentimiento que intentara
convencerse a sí mismo de tener, para conseguir lo que quiero, pero
esta verdad podría cambiarlo todo. Necesito saber.
—Dime —imploro.
—Dima.
No sonrío, sólo miro a los ojos azul pálido de mi padre. Sólo tiene
cuarenta y tantos años, es uno de los Pakhan más jóvenes, y su
cabello rubio todavía ocultan bien los mechones grises.
Agarra mis manos. —Ella lo está para mí, y debería estarlo para ti
también. Olvida que ella existe. Ella es el pasado y lo hemos dejado
atrás, ¿no es así, Katinka?
Tal vez él lo había hecho, tal vez él podría. Pero yo la veía en mis
sueños casi todas las noches, un fantasma del pasado. Tenía que
volver a verla, cara a cara, aunque eso significara ofender a Remo
Falcone y arriesgarme a la guerra con la Camorra.
6
Echo un vistazo entre ellos. —No tengo tiempo para sus tonterías.
Tengo una carrera que ganar. ¿Cuál es mi posición en la cuadrilla?
Adamo señala el interior del remolque. —Crank tiene la lista. Tienes
que preguntarle a él.
Paso con mi Toyota entre los autos estacionados, los mecánicos, los
corredores y las Chicas pit dispersándose a alrededor me lleva casi
quince minutos. Golpeo mi bocina con la palma de la mano con
tanta frecuencia que me duele, pero finalmente encuentro la
posición marcada. Mi auto está en óptimas condiciones, así que no
tengo que volver a revisarlo y, a diferencia de algunos corredores,
no tengo un equipo de mecánicos. Dima puede reparar casi
cualquier cosa y yo también soy capaz.
—No las hay. Tienes que decidir si quieres perder valiosos minutos
para hacer tus necesidades.
Adamo sigue mi mirada hacia Dima. —Tiene las costillas rotas por
la forma en que se mueve. No podrá mantenerse a tu lado si no
disminuyes la velocidad. Necesitará descansos.
—Así es. —Por un momento nos miramos a los ojos y luego Dima
rompe el momento mientras sale de su auto. Adamo se dirige al
frente de la cuadrilla donde está su auto.
Una salida rodeada de todos estos autos es una locura, incluso peor
que en la última carrera.
Dima está a unos cuantos autos detrás de mí con otros tres autos.
Me pregunto cuánto tiempo podrá seguir el ritmo. Tal vez podrá
ignorar sus heridas después de una hora de carrera, pero su dolor
solo empeorará a medida que pase el tiempo.
Mi suposición se convierte en realidad después de cinco horas en la
carretera. Dima comienza a retroceder y luego se detiene. Pensé que
podría necesitar un descanso para ir al baño, pero en cambio
cuando miro a través del espejo retrovisor lo veo como se inclina y
vomita.
Dinara se frota los brazos. Ella sólo viste una camiseta sin mangas
y esos diminutos pantalones cortos de jean. No quiero nada más
que pasar mis palmas sobre sus suaves piernas asomándose por
ellos. —No empaqué nada de comida. Supongo que no podemos
pedir comida para llevar aquí, ¿verdad?
—A lo mejor si lo soy.
—Es ser realista. —Dinara deja escapar un bostezo y cierra los ojos
brevemente—. ¿Qué hora es?
—Me tomó sólo tres minutos. Eso te deja siete lujosos minutos.
Después de escuchar su sugerencia de ducharnos juntos, lamenté
no haber prolongado mi sesión.
—Es una vista agradable —digo con una sonrisa una vez que aparto
los ojos de su pecho.
Dinara arquea una ceja. —Tal vez algún día me muestres tus otros
talentos.
Tomo un trago de champán y luego le ofrezco la botella a Dinara. —
Cuando quieras. —Dinara toma la botella y bebe unos tragos antes
de devolvérmela y acercarse.
Sus labios rozan mi mejilla sin barba. Ayer me corté la barba porque
se había vuelto demasiado salvaje. Sus ojos capturan los míos y
joder, estoy perdido. Quiero arrastrarla hacia mi auto, montar una
carpa y devorarla.
CJ frunce los labios. —Soy una chica grande, Adamo. Puedo ser
sólo tu amiga.
—¿Qué tal si solo vemos cómo va, este asunto de ser sólo amigos?
Ella asiente.
Quizás Dinara es una mala idea. Muy mala idea, pero la deseaba, y
esto no se trata de grandes emociones o matrimonio. Quiero
divertirme y tengo la sensación que Dinara se siente de la misma
manera, incluso si ella también tiene motivos ocultos para buscar
mi cercanía.
Algo en el comportamiento de Adamo es diferente cuando regresó
de su viaje de Las Vegas.
No dice nada, sólo mira fijamente a las llamas. Acepto un vaso con
algún tipo de licor de uno de los mecánicos. Es demasiado dulce
para mi gusto, pero a los otros corredores y especialmente a las
Chicas pit, les encanta. Media botella de vodka podría haberlo
hecho tolerable.
—Necesito pruebas.
Control. Lo necesitaba.
Por un momento, Dinara parece casi asustada, pero tal vez es la luz
del fuego distante que arroja sombras tenues sobre su rostro. Es
difícil distinguir detalles tan lejos de la única fuente de luz.
Los labios rojos de Dinara forman una sonrisa atrevida que se dirige
directamente a mi polla. —¿Pensé que no mezclabas negocios y
placer? —Su voz es ronca y sin aliento. Mi corazón late con fuerza
en mi pecho y mi polla ya está presionando incómodamente contra
mis jeans. No había sentido un deseo tan fuerte en... nunca.
—Porque me gusta que las cosas sigan mis reglas —dice Dinara
crípticamente y salta del capó.
—Qué…
Presiona un dedo contra mis labios, callándome.
—Porque yo quería.
—¡Detén esta mierda! Sabes que no quise decirlo así. Pero tienes
que dejar de meter tu nariz en mis asuntos personales. Si me
relaciono con Adamo, no es asunto tuyo. —No había estado con
nadie más desde que Dima y yo empezamos a salir cuando tenía
dieciséis años, pero él y yo nunca volveríamos a ser pareja. Incluso
cuando habíamos estado juntos, nunca se había sentido bien.
Sin embargo, eso podría tener algo que ver con mí retorcido yo y no
con Dima.
—No. Ya no.
Al menos, ninguno de ellos habla ruso por lo que yo sé, así que no
saben lo que habíamos estado hablando.
Suspiro.
Adamo se pasa el dorso de la mano por el corte, sin apartar los ojos
de mí. Lentamente, la multitud se dispersa. Me pregunto si la noche
anterior ha valido la pena la pelea con Dima. ¿Qué había logrado
realmente excepto cabrear a mi mejor amigo, y probablemente
también a Adamo? No lo había pensado bien. Reaccioné por miedo,
lo cuál es una estupidez. Como tengo ganas de perder el control,
traté de ejercer control sobre Adamo de la manera más fácil que se
me ocurrió.
Dormir con Adamo nunca había sido parte del plan. Tal vez si
hubiera sabido más sobre él, sobre sus lados oscuros, que me
llaman en voz alta porque reflejaban la oscuridad profunda dentro
de mí, podría haber anticipado que llegaría a esto. Su agarre en mi
cuello se aprieta mientras profundiza nuestro beso. Sabe a pecado
y oscuridad, y puede besar de una manera que nunca había
considerado posible. Mi cuerpo hormiguea por la simple fricción de
nuestros labios, por la suave caricia de su lengua y su sabor. Pronto
el hormigueo se convierte en una necesidad pulsante y mis bragas
se humedecen. Me estoy perdiendo de nuevo en Adamo, perdiendo
el control de mi cuerpo. Vuelvo a prestar atención, forzando a mi
mente a concentrarse y sometiendo mi cuerpo a sus órdenes. Nunca
había sido difícil. Había practicado el control durante años,
dependía de el.
El calor sube a mis mejillas al ser atrapada, pero no voy a dejar que
Adamo me arrincone. No le debía un orgasmo.
—Vete a la mierda.
Esto no formaba parte del plan. Él era un medio para lograr un fin.
¡Contrólate!
Sonríe con ironía. “Estás a salvo” era algo que me habían dicho
antes, pero ya no era esa chica y Adamo no era un demonio de mi
pasado. Adamo mete las manos en mis pantalones y los desliza por
mis piernas junto con mis bragas, dejándome desnuda sobre el
capó del auto. No soy tímida con mi cuerpo o una mojigata que tiene
problemas para estar desnuda con los demás. Los viajes desnudos
al sauna con familiares y amigos no eran infrecuentes en mi familia
y sin embargo, me siento vulnerable mientras me siento frente a
Adamo. Sus ojos se deslizan por mi cuerpo hasta mi coño. Él estaba
en lo correcto. Está seco como el aire que nos rodea. La humedad
que había evocado su beso había sido desterrada por mis miedos.
Necesitaba ese beso de nuevo, ese sabor de Adamo. Lo agarro por
el cuello y lo acerco más. Su mano sujeta mi cuello y finalmente su
boca presiona contra la mía, su lengua despierta mi cuerpo. Pronto
una pulsación familiar llena mi núcleo.
Adamo se da la vuelta, llevándome con él, así que estoy una vez
más encima de él. Después de un momento para agarrarme, clavo
mis uñas en su pecho y muevo mi cadera, conduciendo su polla
profundamente dentro de mí. Me inclino y lo beso con fiereza, mis
ojos se cierran con fuerza contra su mirada inquisitiva. Sus palmas
ahuecan mis senos y sus dedos tiran de mi piercing. Jadeo, mis
ojos se abren de golpe.
—Me encanta ese piercing.
Antes de estar fuera del alcance del oído, Adamo dice: —Buenas
noches, Dinara.
10
Sus ojos brillan con lujuria cruda y luego se estrella aún más fuerte
contra mí. Su coche se sacude bajo nuestra mierda y por una vez
pierdo todo sentido de control y no me asusto.
En ocasiones pienso que he descubierto a Dinara, pero luego
sucede algo que me desconcierta por completo. Como su ataque de
pánico cuando estaba encima de ella cuando follamos por primera
vez. No hemos hablado de eso y no ha vuelto a suceder en las dos
semanas siguientes, a pesar que follamos todas las noches. Sin
embargo, nunca estoy encima. O las finas cicatrices en la parte
superior de sus muslos, primero las sentí con las yemas de mis
dedos y luego con la lengua. Cuando su short se subió un poco más
y el sol le dio en la piel, también las vi.
—Déjame decidir eso. Dudo que haya algo que pueda hacerme verte
bajo una luz diferente. Y si lo que albergas es oscuridad, tengo más
que suficiente con la mía, así que no me alejo de ella.
—¿Qué es exactamente?
—Te equivocas.
—Hay tantas cosas, es difícil elegir solo una —dice, pero luego su
mirada se posa en mi antebrazo—. Tu cicatriz de quemadura. ¿Por
qué no la quitaste con láser y te rehicieron el tatuaje de la Camorra?
—Lo estoy. Pero canalizo la ira que aún me queda de esos sucesos
en carreras y peleas. Eso es suficiente.
No es del todo verdad. Ese día se despertó algo que tenía cada vez
más problemas para reprimir. Mi lado oscuro, un lado que todavía
temo y desprecio a menudo. Sin embargo, los raros momentos de
aceptación y la paz que había tenido me asustaron aún más.
—No todas. Un par. El resto son de peleas del tiempo que viví en
Nueva York con la Famiglia.
Remo nunca pidió permiso de nadie. Dudaba que esa fuera la razón
por la que me había estado ocultando la verdad.
Dinara se sube encima de mí, dejando que su cabello cubra mi
rostro. —Algún día tendrás que llevarme a Las Vegas contigo y
mostrarme tu ciudad.
Los labios de Dinara rozan los míos. —¿Y si digo que sí?
—No creo que sea una buena idea, a menos que Remo permita una
reunión.
Dejo que me silencie con sus besos. No estoy seguro qué secreto
revelará Remo sobre Dinara. Espero que no me haga dudar querer
ayudarla ni siquiera contra Remo. Mi hermano había hecho una
mierda retorcida de su vida, y temo que lo de la madre de Dinara
sea otra mierda en esa lista. A menudo no estoy de acuerdo con lo
que hacen mis hermanos, pero los he apoyado. ¿Y si el secreto de
Dinara lo hacía imposible? Tal vez por eso Remo se ha guardado el
secreto, y tal vez ahora que estoy más cerca de Dinara lo revele por
la misma razón. Para poner a prueba mi lealtad.
11
Tal vez Adamo podría ayudar, pero ¿lo haría? Usarlo para obtener
información ha sido fácil, pero lo que necesito de él va más allá de
eso.... No estoy segura si debo considerar pedírselo. Pero, ¿tengo
otra opción?
Esto es demasiado importante como para dejar que las emociones
se interpongan, especialmente cuando no estoy segura de su
magnitud. ¿Podría existir algo entre nosotros?
El pasado es mi carga.
EL Pasado
Es muy alto, con el pelo oscuro, y estaba de pie con los brazos
cruzados. Su expresión me aterroriza. Anunciaba problemas.
Pero sabía que incluso una sonrisa no significaba nada. Las
palabras dulces y las sonrisas amables suelen ir seguidas de
dolor. Sus ojos son casi negros y su pelo también. Sólo me miró
brevemente y luego entrecerró los ojos hacia mamá y su novio
Cody, que tiene la nariz ensangrentada. No sabía por qué,
pero no estaba triste. Era un hombre malo. De una forma
diferente a la de mi padre. Peor, aunque mi madre no lo viera.
Mi madre odiaba a mi padre. Dijo que yo también debía
odiarlo.
—¿Y?
—Se suponía que vendías crack y hierba, pero he oído que has
montado un pequeño y lucrativo negocio adicional con la
ayuda de la señora de allí. Tal vez pensaste que no me daría
cuenta porque estaba demasiado ocupado estableciendo el
poder.
Cody palideció.
—Sí, lo hicimos. Podría ganar incluso más dinero con ello que
con su carreras y peleas en jaula —dijo mi madre. Me
recordaba a la madre que había sido en ocasiones en casa con
mi padre.
Mi madre palideció.
Me tapé los oídos con las palmas de las manos, pero las voces
no cesaron.
No lo entendí.
Levanté la vista.
—Lo siento.
—¿Cómo van las cosas con Dinara? —pregunta Nino con calma,
tratando de ejercer la función pacificadora, pero tocando
accidentalmente la colmena.
—¿Debería hacerlo?
—¿Por qué no los mataste? —Pero ya lo sé. Por la misma razón por
la que Remo no había matado a Edén y tampoco había permitido
que lo hiciera Grigory, porque no era su derecho.
Imposible.
Nino asiente. Kiara había sido abusada por su tío cuando era una
niña, aunque unos años mayor que Dinara, y tal vez podría arrojar
algo de luz sobre los sentimientos de Dinara.
—No, terminé con ella antes de empezar algo con Dinara. —Hago
una pausa, considerando mi tiempo con CJ en comparación con lo
que tengo ahora con Dinara. Se siente diferente. Quiero que sea
diferente. Con CJ nunca me había planteado un futuro juntos,
nunca había querido pasar cada momento con ella, pero con
Dinara...
—No lo sé. Pero incluso si ese fuera el caso, Dinara es una princesa
Bratva. Su padre es nuestro enemigo. Dudo que Grigory o Remo
estén dispuestos a hacer la paz. Y después de lo ocurrido con la
familia de Gemma, causaría una tormenta de mierda en la Camorra
si Remo intenta establecer una tregua.
—Lo estoy, tanto de Nino como de Remo. Cuando supe que se había
ido, sentí alivio. Nunca me sentí culpable por ello. Era un paso
necesario para sanar.
—¿Crees que ella te utiliza así? ¿Para hacer lo que ella y su padre
no pueden hacer?
Eso es algo que había aprendido por las malas con mi primera
novia, Harper. Había superado el profundo sentimiento de traición
y ya no era el adolescente inestable de entonces, pero si vengarse a
través de mis manos había sido el plan de Dinara desde el principio,
definitivamente dejaría sus huellas. Aun así, por alguna razón no
podía imaginarme que Dinara fuera mentirosa. Se había
sorprendido sinceramente de que su madre estuviera viva y no
supiera de la existencia de las grabaciones ni que mis hermanos
hubieran reunido los nombres y direcciones de sus agresores.
Aunque la venganza hubiera estado en su mente, sólo podía ser un
concepto abstracto.
La última vez que nos vimos, dos días atrás, antes que ella se fuera
a Chicago y yo condujera hasta Las Vegas, le había preocupado que
la viera de otra manera una vez que conociera su pasado. Yo había
pensado que exageraba. Había confiado en que nada podría
cambiar mi opinión sobre ella. Ahora, no estoy seguro.
Adamo me observa sin decir una palabra. No tiene que hacerlo. Sus
ojos hablan una lengua clara: la lengua de la compasión. No hay
nada que odie más que eso. —¿Entonces Remo te contó todo?
Adamo se pasa una mano por el pelo y mira hacia otro lado. Una
variedad de emociones nadan en sus ojos. —Sí, no todo, pero sí lo
suficiente.
—¿Importa?
Ni siquiera estoy segura por qué estoy enfadada por eso. Una gran
parte de mí se alegra que no hubiera visto más de mis horrores.
Una pequeña parte todavía se avergüenza cuando recuerda lo que
me habían hecho. Es una fea voz que ni siquiera los años de terapia,
drogas y distracción han podido silenciar.
Asiento con la cabeza, tanto para confirmar sus palabras como para
convencerme que realmente había dejado atrás cada parte de esa
niña. En el fondo, sé que sigue escondida en una parte oscura de
mi cerebro, pequeña y asustada, amenazando con estallar. Quiero
sacarla de allí, y ahora tengo una idea de cómo conseguirlo
finalmente.
—Fóllame —respiro.
—¿Qué te fascinó?
—Las carreras, sin duda. Pero más que eso, es el conflicto que a
veces veía en tus ojos durante las peleas de jaula. Como si una parte
sedienta de sangre luchara con tu conciencia. Me recordabas a mí
misma. Mi padre cree que pertenezco a la luz, pero yo no encajo allí.
Adamo se levanta para que su rostro se pose ante el mío, pero está
demasiado oscuro para distinguir más que el contorno general. —
La sangre de la que tienes sed, ¿está en Las Vegas?
—Conozco a Remo. Sus valores no han cambiado con los años. Son
tan retorcidos y moralmente sospechosos como antes.
Me muerdo el labio, sin saber cómo responder a eso. Cada día que
paso con Adamo, me gusta más. Lo echaba de menos cuando no
estaba y no dejaba de pensar en él y en cómo se siente estar con él.
No estoy segura hacia dónde me lleva mi camino, pero espero que
Adamo me acompañé en él, al menos durante un tiempo más. No
me atrevo a mirar demasiado lejos en el futuro.
—Tres años.
»Pero con Dima, a pesar que era doloroso, era mi elección. Él dejó
que fuera mi elección. Dima fue una opción segura. Como mi
guardaespaldas, estaba destinado a protegerme. Mi padre lo habría
matado si me hubiera hecho daño. Es el hombre de mi padre hasta
la médula. Sabía que nunca haría nada que yo no quisiera. Con él
podía hacer lo que quería, recuperar el poder que me habían
quitado de niña.
—Lo que has dicho tiene sentido. Espero no ser otra opción segura.
Ahogo un gemido cuando Adamo tira un poco más fuerte. —El sexo
contigo no tiene nada que ver con una opción segura, es un viaje
salvaje que me roba por completo cualquier indicio de control.
Lo único en lo que podía pensar era en que nos iríamos a Las Vegas
temprano en la mañana.
—¿Qué necesitas?
Levanto las dos copas con vodka. —No compartimos una copa
después de la carrera.
—No hay razón para celebrar, ¿verdad? Los dos no lo hemos hecho
bien hoy.
—El viaje dura unas tres horas. Tal vez cuatro, dependiendo del
tráfico, una vez que lleguemos a Las Vegas.
Adamo me dirige una mirada cautelosa. —Tal vez necesites más que
un par de horas. He reservado un hotel para nosotros en el Strip.
Propiedad de la Camorra.
—Mis cuñadas quieren saberlo todo sobre ti. Una chica secreta en
mi vida las tiene a todas muriendo de curiosidad.
—Chica secreta en la vida de Adamo Falcone. Me gusta ese título.
—Déjame hablar con mis hermanos antes de llevarte con ellos ¿De
acuerdo? —dice—. ¿Por qué no bebes algo? Estoy seguro que Jerry
te servirá con gusto lo que quieras.
Trago saliva, porque sus palabras despiertan emociones con las que
no quiero lidiar. Adamo se acerca un paso, y su expresión
protectora no augura nada bueno. Esto es entre Remo y yo. Si
quiero llegar al fondo de mi pasado, necesito hablar con Remo a
solas. Tengo la sensación que no será tan comunicativo con la
información mientras Adamo este en plan niñera y guardaespaldas.
Me está poniendo a prueba. Me aclaro la garganta y miro a Adamo.
— Necesito hablar con Remo a solas.
Algo cambia en los ojos de Remo, y me doy cuenta que estoy pisando
terreno peligroso. —¿Has puesto a prueba su lealtad?
—Lo hice —digo con firmeza, sin apartar mis ojos de él. Sé que si
en este momento bajo la mirada o trato de evitar, Remo lo verá como
una admisión de culpa. Definitivamente soy culpable de haber
buscado la cercanía de Adamo inicialmente para averiguar sobre
los Falcone y utilizarlo para entrar en contacto con Remo, pero
acostarme o pasar tanto tiempo con él nunca ha servido para ese
propósito. Mi cuerpo y mi alma lo han anhelado. Cuando estoy con
Adamo, rara vez anhelo el subidón de las drogas que me ha
perseguido durante tantos años. Él es mi droga preferida—. Mi
padre siempre ha tenido cuidado de divulgarme la menor
información posible sobre mi pasado. Se que tú eres el único que
puede revelar las partes que dejé en la oscuridad.
—¿Así que crees que voy a hacer eso? ¿Por qué tengo que revelar
información sin pedir algo a cambio? Y a diferencia de tu padre no
tienes nada de valor que ofrecer.
—Tal vez deberíamos hablar de la razón por la que estás aquí ahora.
Pregunta lo que quieras saber.
—¿Y si quiero que ella sea libre? ¿Y si quiero hacer las paces con
ella? No todo el mundo necesita matar a su madre para seguir
adelante. —Es arriesgado decirlo, pero Remo me había atrapado
con el cambio equivocado.
—En detalle —me enmendé—. Creía que estaba muerta, así que
nunca lo consideré una opción válida. Era la fantasía imposible de
una mente desesperada.
—Suelen ser personas que nunca han visto el lado oscuro de la vida
y no han probado lo buena que puede ser si la doblegas a tu
voluntad.
—Remo quiere ayudarla. No hay razón para que estés tenso —dice
Nino. Se sienta en el taburete de la barra a mi lado, mirándome con
su habitual expresión de calma analítica.
Sí, es verdad.
Dinara levanta un papel con una nota. —Me dio la dirección del bar
donde trabaja mi madre.
Dinara se vuelve hacia mí, con los ojos azules muy abiertos. —No
lo sé.
—Lo hizo. Me dio permiso para hacerle lo que quisiera. Lo llamó “mi
privilegio”.
—No estoy seguro que les haya ayudado. No los cambió. Para
entonces todos estábamos ya demasiado dañados como para volver
a encontrar un camino diferente, pero quizá les dio tranquilidad
durante un tiempo.
—¿Sabes disparar?
—Dima me enseñó.
Eden besa a su cliente una última vez antes que se marchara, luego
su agradable sonrisa cae y frunce el ceño a su espalda antes de
volverse hacia los hombres de la barra con una sonrisa seductora.
No se ha fijado en nosotros.
Dima frunce el ceño y se acerca. —La última vez que parecía tan
asustada, tuvo una recaída y casi se muere. Si le pasa algo, te
mataré.
—¿De verdad crees que podrá ser tuya? —Dima me mira con dureza
antes de dirigirse a Dinara. Odio que él sepa más que yo sobre el
pasado de Dinara. Tengo que averiguar más sobre su historial de
drogas. Por mi propia experiencia, sé que la llamada de las drogas
sigue siendo muy fuerte en ciertos momentos, y Dinara está
bastante agitada ahora mismo.
Esa noche fue la primera vez que Dinara y yo no nos vimos desde
que empezamos a tener relaciones sexuales. Era extraño estar
acostado en mi tienda, sabiendo que ella sólo estaba al otro lado del
campamento y preguntándome qué estará haciendo y cómo se
siente en estos momentos.
Cuatro días después, hay una gran fiesta porque habíamos llegado
al punto medio de la temporada. Después de los acontecimientos
de los dos últimos días, no estoy seguro de tener ganas de bailar,
pero, emborracharme era otra cosa. Eso parece una opción
tentadora en este momento.
—Estaré allí.
Sonrío.
Finge hasta que lo consigas. Podía hacerlo por ella, si esto era lo
que necesitaba para superar sus demonios, su desesperación. Su
aliento olía a alcohol y marihuana, pero no estaba ni borracha ni
drogada como para explicar su repentina alegría. Quería olvidar,
ser feliz y estaba decidida a lograrlo.
—Baila conmigo esta noche. Ayúdame a olvidar —dice, con los ojos
casi encendidos por la desesperación—. Seamos sólo nosotros esta
noche. Sin ser la hija o el hermano de nadie. Vivamos el momento.
Sin pasado, sin futuro.
Hace una mueca. —He oído que Dinara ha preguntado por drogas,
Adamo.
Adamo se acerca más. Me doy cuenta que quiere tocarme, tal vez
incluso abrazarme, y yo quiero que lo haga, pero seguí sin moverme.
Anoche nuestros cuerpos se habían unido, alimentados por la
pasión y el regocijo, ahora cada toque estaría lleno de emociones
con las que no quería lidiar. —Los recuerdos vuelven a ser el doble
de malos una vez que el efecto desaparece, Dinara. No puedes
escapar de ellos. Yo también lo intenté.
Mierda, me costó todo lo que pude contenerme para no salir volando
a sus brazos. Quería que me abrazara, pero no quería parecer débil.
Aunque, probablemente era demasiado tarde para eso. En Las
Vegas, había perdido completamente la cabeza. Ver a mi madre me
había retorcido las entrañas, me había hecho sentir como una niña
pequeña. Había cambiado tanto con los años desde que papá ya no
le pagaba los tratamientos de belleza y trabajaba como una puta
barata, pero mi mente había sacado imágenes del pasado.
—Sea lo que sea, estoy ahí para ti, pero no necesitas las drogas,
Dinara.
Voltea su cabeza hacia mí. —No creo que quiera que tú me veas así,
no más de lo que has visto —Sacude su cabeza—. Joder, esto es un
desastre.
—Él quería que los tuviera para que viera a mis abusadores y
decidiera su destino. A tu hermano le gusta todo sobre El Juicio
Final, ¿Cierto?
—Él sabe que no soy así, pero espera que me convierta en eso. Él
piensa que es una señal de mi sufrimiento el que no disfrute
insignificantes festividades como muchas otras chicas en nuestro
círculo. Él piensa que podría arreglarme mostrándome ese lado de
la vida. Y se lo permito porque lo hace sentir mejor. Lo veo como un
trabajo, y me paga muy bien.
Ella rueda sus ojos. —Sabes lo que quiero decir. Estoy aquí porque
disfruto estar contigo, el sexo, la conversación, todo. Estoy aquí
porque quiero estar.
—Supongo que sí. No creo que la ira sea la cuestión, ¿pero qué pasa
si me paralizo como lo hice con mi madre? ¿Qué pasa si me
convierto en una niña indefensa que no puede hacer nada?
—Yo estaré ahí para sacudirte y sacarte de eso. Si realmente quieres
matarlos, entonces me aseguraré que puedas hacerlo.
—Ya hice las paces con eso —digo con una sonrisa irónica— ¿Has
considerado cómo quieres matarlos? Con un arma, rápido y fácil, o
con un cuchillo, más personal y dado que no tienes experiencia
apuñalando a alguien, es más doloroso. Probablemente necesitarás
algunas puñaladas para matar. ¿Quieres torturarlos antes? ¿O
tienes otro tipo de muerte en mente?
Dinara presiona su frente contra la mía. —Tal vez es una mala señal
que nada de lo que acabas de decir me asustó.
Adamo sale del baño en una nube de vapor con sólo una toalla
alrededor de su cintura estrecha. Usualmente la vista de sus
abdominales y su pecho musculoso siempre me ponen de humor
pero hoy mi mente está llena de muchos pensamientos de lo que
tenemos por delante.
Adamo se inclina más cerca, sus labios rozando mi oreja. —Si estás
preguntando si será así de fácil en la vida real, entonces tengo que
decir que probablemente no. No lo sabremos hasta ese momento.
Tal vez jalarás del gatillo sin pensarlo dos veces, o tal vez te darás
cuenta que no puedes seguir con nuestro plan.
—Iré solo y lo mataré por ti, ¿a menos que no quieras que lo haga?
Su expresión cae, miedo brota de sus ojos. Tal vez piensa que esto
es un robo. No tiene tanta suerte. Es mayor que en los videos pero
sin duda es él. Aún si Remo no me hubiera dado el paradero de
nuestros objetivos, habría reconocido al hombre frente a mí. La cara
simple, la misma apariencia desafeitada. Él tropieza hacia atrás,
chocando contra el mostrador, probablemente para presionar la
alarma. Lo persigo, tomo su brazo bruscamente. Él pierde su
balance y cae al suelo con un grito de dolor. Sus amplios ojos azules
se reúnen con los míos. —¡No tengo mucho dinero! Puedes quedarte
con todo.
Aprieto los dientes, deseando nada más que golpear su cara para
que se calle. Puedo ver la duda en el rostro de Dinara. Tomó todo
mi autocontrol para no intentar convencerla de matarlo. Ésta es su
decisión. No tengo derecho de forzarla a ir en una dirección sólo
porque soy un jodido retorcido que quiere torturar y matar al tipo
frente a mí.
—Lo dudo —digo—. ¿Quieres que revise donde vive? Tal vez
podamos encontrar algo.
Número uno mira de atrás hacia adelante entre Dinara y yo. —Sólo
son fotos. No he tocado una niña desde que salí de la cárcel.
—Las niñas en esas fotos fueron tocadas por otros pervertidos como
tú para que puedas masturbarte mirando las fotos —gruño.
Recuerdo sus ojos y sus palabras, los nombres por los que me llamó
y el nombre que quería que yo lo llamara, aún antes de mirar el
video, recordaba su baja respiración, su crema de afeitar y el sudor
debajo de ella. Me acerco más, inhalo profundamente. Su loción de
afeitar sigue siendo la misma. Un nuevo flujo de imágenes, las
mismas que reviví antes, quieren salir para repetirse, pero mi mente
lucha contra ello.
Sin piedad.
Adamo toma mi mano y la voltea para que yo pueda ver una larga
pero superficial cortada y luego señala otra más profunda en mi
pantorrilla. —Te cortaste en el estado en el que estabas y no quiero
que te lastimes seriamente. Él ya está más que muerto.
Me río fuerte. —Supongo que es algo bueno el que esto sea territorio
de la Camorra.
—Hace las cosas más fáciles. En Las Vegas hubiera sido mejor, pero
nuestros hombres limpiarán esto y se desharán del cuerpo. Nadie
podrá rastrear nada a ti o a mí.
—Sí —susurro.
—¿Qué asuntos?
Entre más tiempo paso con Adamo menos quiero volver a Chicago.
Me siento fuera de lugar allí, ahora más que nunca, y aunque
extraño a Dima, él y yo nos hemos distanciado desde el año pasado.
—Te he dado suficiente tiempo y espacio recientemente. Pocos
hombres en mi posición le permitirían a sus hijas caminar alrededor
de territorio enemigo. ¿Ahí es donde sigues, cierto?
Una vez que me aseguro que la ducha sigue corriendo, digo —No
tienes que preocuparte. No hay nada entre nosotros. Él es un medio
para un fin. Nada más. Él me ayuda a conseguir lo que quiero.
—Matar el pasado.
Suspiro. Conozco ese tono y que es inútil discutir más el tema con
él. —De acuerdo.
—¿Enviará hombres?
—No, mientras le de informes diarios que estoy viva, no actuará. Él
confía en mí.
—Tal vez sólo tienes que admitir que me necesitas. Hoy actuaste
por impulso, y perdiste completamente el control. No prestaste
atención a lo que estaba pasando a tu alrededor. Si lo mismo pasa
la próxima vez, me necesitarás para asegurarme que no pase nada
mientras estás así.
—¿Por qué quieres ayudarme? ¿Por qué haces esto por una chica
con la que tienes sexo?
Suelto una risa amargada. —¿Serán peores que las pesadillas que
ya propagan mis sueños desde que era una niña pequeña? Lo dudo.
Así que si me lo preguntas, éstas nuevas pesadillas serán una
maldita mejora a los horrores de mis pesadillas actuales.
Mis labios se abren, pero una ola de nervios pasa a través de mí. —
Quiero que sufra antes de morir.
—¿A cuántos has torturado? Sé que Remo y Nino son famosos por
sus talentos especiales, pero no escuché ninguna historia sobre ti.
—¿Ella sabe?
Nos sentamos en silencio durante casi una hora antes que un auto
se detenga en la entrada y un hombre bajo y con sobrepeso salga.
Tiene menos cabello y se ha vuelto gris, pero hasta desde lejos su
cara envió un estremecimiento a través de mi cuerpo. Mis dedos se
hunden alrededor de mis rodillas y mi respiración disminuye
mientras mi pulso se acelera. Estaba indecisa entre la urgencia de
huir y mi deseo de atacar. —¿Dinara? —dice Adamo suavemente.
Alejo mis ojos. Las cejas de Adamo se fruncen. —Estás a salvo. Los
papeles se voltearon. Tú no eres su víctima. Tú serás su juez.
El hombre lucha contra sus ataduras y, por primera vez, miedo real
brilla en esos ojos despiadados. Asiento con una sonrisa amarga.
—Eso fue lo que yo sentí.
El video comienza y los ojos del hombre se abren con sorpresa. Doy
un paso atrás, le permito ver nuestros videos. En ocasiones, el
entusiasmo parpadea en sus ojos y mi estómago se aprieta ante su
evidente excitación por lo que me había hecho hace muchos años.
Quería creer que la gente podía cambiar, que podía mejorarse, pero
hasta ahora las experiencias de Adamo y las mías demostraban lo
contrario. Adamo se apoya contra la pared a la derecha del hombre
con los puños cerrados. Es obvio lo difícil que le resulta contenerse.
Cada vez que mi abusador muestra signos de disfrute, el cuerpo de
Adamo se balanceaba hacia adelante.
Doy un paso atrás. No miro al número dos, sólo al hombre del que
me enamoro cada día más. Quiere ayudarme, pero más allá de eso,
está sediento de violencia. Él quiere esto, necesita esto, tal vez tanto
como yo.
—Sí —susurro.
—Hago esto por ti, sí, pero una pequeña parte también lo hace por
mí, porque yo lo quiero.
Una oscura risa sale de mí. Toco su mejilla. —De verdad crees que
es tu culpa que yo sea así. Ese es el gen Falcone y mi maldita
crianza, no tú.
—Es lo mismo —digo con una sonrisa, pero me pongo serio cuando
veo la honesta preocupación en los ojos de Dinara—. Esto es sobre
ti, no sobre mí. Estamos haciendo esto para que puedas enterrar tu
pasado y encontrar la paz. Lo que siento no es importante, pero no
miento. Me siento bien. Una mejor pregunta es ¿cómo te sientes tú?
Abro la boca pero Dinara me tapa los labios con la mano. —No digas
nada. Ahora no.
Pagamos por otro motel en mal estado en la parte antigua del Strip.
Un lugar como este se sentía más apropiado para nuestra búsqueda
que un hotel de cinco estrellas. No regresaríamos al campamento
hasta que todos los apellidos de nuestra lista estuvieran tachados,
sin importar cuánto tiempo tomara. Las carreras podían esperar.
Yace inmóvil sobre el frío suelo de piedra, con los ojos muy abiertos
al techo, pero sin ver lo que tenía delante.
La gente finalmente tendría una razón para el apodo que nos dieron
a mis hermanos y a mí.
—Sí —dice sin dudarlo—. Quiero que paguen, todos y cada uno de
ellos. Deben sangrar.
Deseé que la respuesta hubiera sido no, pero mis venas latían con
los restos de adrenalina de la muerte y el deseo. Podría haber follado
con Dinara aquí mismo, en el suelo frío y empapado de sangre. Me
pongo de pie y le tiendo la mano. —No hagas preguntas si las
respuestas te pueden asustar.
Dinara mira de reojo a los cadáveres. —¿Qué pasa con ellos? ¿No
tenemos que deshacernos de sus cuerpos?
—Tu turno ahora —digo con voz ronca, conduciendo el auto hacia
el costado de la carretera.
Acelero una vez más mientras veo a Dinara bajarse sus pantalones
y tanga en un solo movimiento, revelando esas piernas delgadas y
sexy y su delicioso coño con el vello rojo recortado. Me da una
mirada que me dice que sabe el efecto que su cuerpo tiene en mí.
Ella apoya la espalda contra la puerta y apoya una pierna contra
mi muslo, dándome una vista privilegiada de ese húmedo y rosado
coño empapado.
—Eres un chico grande. Puedes lidiar con ello. Ahora hazme llegar.
Me río entre dientes mientras vuelvo mis ojos a la calle. Extendiendo
la mano y ahueco la rodilla de Dinara, luego lentamente arrastro mi
mano por la parte interna de su muslo. —Más rápido.
Deslizo dos dedos dentro de ella. Ella gime, sus paredes apretadas
alrededor de mis dedos.
Toco a Dinara aún más rápido hasta que ella grita, sus músculos
internos apretando duramente alrededor de mis dedos. Sigo
follándola pero disminuyo la velocidad. Mi pie en el acelerador
también se afloja y pronto la confusión de hoteles y personas se
hacen distinguibles. Dinara apoya la mejilla contra el cristal,
mirando con los labios entreabiertos. Curvo mis dedos, haciéndola
gemir y empañar el cristal. Entro en el estacionamiento de un hotel
al azar y estaciono a un lado. En el momento en que el auto se
detiene, empujo mi asiento hacia atrás.
Los pasajeros de los autos que pasan nos miran con sorpresa. Es
sólo cuestión de tiempo antes que sus informes traigan a la
seguridad o incluso a la policía aquí. Agarro el cuello de Dinara y la
bajo para darle un beso mientras mi otra mano palmea su firme
trasero mientras me monta. Nuestros cuerpos parecen volverse uno
y nuestro entorno se desvanece en el fondo.
—No será fácil. Quizás no puedas seguir adelante con eso. Y eso
también está bien. Eso no significa que hayas fallado o que todavía
estás encadenada por el pasado.
Asiento —Me ayudó a localizarlos. Pero fui yo quien los mató. Están
todos muertos. Ahora sólo queda mi madre.
—No volveré a tener una sobredosis, padre. Estoy limpia. Sabes que
nadie me va a vender mierda en tu territorio de todos modos.
—Hay una razón por la que eres Pakhan, Padre. Y aún así, vives de
acuerdo con ciertas reglas. Una de ellas se asegura que me permitas
hacer lo que hago aunque no lo apruebes, y las mismas reglas
hacen que Remo Falcone me vea como fuera de los límites también.
—Tener hombres como nosotros en tu mano, es una posición
poderosa en la que estar, espero que te des cuenta —murmura,
ahuecando mi cabeza—. Te estoy regalando más libertad de la que
jamás permitiría a nadie más y no por estas reglas que mencionas.
La última vez solo había visto a mi madre de lejos. Ahora solo nos
separan unos pocos metros. Recordé que Padre había comparado
mi belleza con la de mi madre cuando era muy pequeña, antes de
que nunca volviera a hablar de ella. La belleza aún permanecía bajo
sus arrugas y del ceño alrededor de su boca y frente. Está con un
vestido de aspecto caro, con uñas y cabello impecables. Un cigarrillo
arde en el cenicero de la mesa de cristal frente a ella. Sus ojos se
mueven entre Adamo y yo, la ansiedad cubre su rostro.
Ella palidece. Puedo ver cómo está tratando de pensar en algo que
decir. Toma el cigarrillo y da una calada temblorosa. Nunca volvería
a fumar. Su energía nerviosa me dice que necesita algo más fuerte
que el tabaco. Drogas. No puedo creer que hubiera seguido sus
pasos y también caí en la trampa de la adicción. Juro que nunca
volveré a tocar nada. Nunca me convertiré en la mujer despreciable
ante mí.
—Se supone que una madre debe proteger a su hijo de todo daño,
no ponerlo en su camino. Yo te amaba. Confié en ti y lo destruiste
todo. Arruinaste mi vida.
—Quizás puedas huir de lo que pasó, pero yo no. Siempre será parte
de mí.
—Quieres…
—No sólo según nuestros estándares. Creo que mucha gente estaría
de acuerdo en que ella merecía morir después de lo que hizo. —Las
normas sociales y la moral promedio son algo con lo que ni Dinara
ni yo teníamos mucha experiencia, pero el abuso infantil es un
crimen que la mayoría de la gente quería ver castigado con la mayor
dureza posible—. ¿Te arrepientes de haberla matado?
—¿Pesadillas?
Ella me miró a los ojos, sin decir nada durante mucho tiempo. —
No lo sé, pero me hizo sentir mejor, al menos temporalmente.
Supongo que tendré que determinar qué quiero ahora y cómo vivir
con los demonios que no puedo matar tan fácilmente.
Pude ver caer un peso de encima cuando dejamos Las Vegas atrás.
La ciudad siempre estaría asociada con recuerdos dolorosos para
ella. Entrelazando nuestros dedos, llamo su atención. Ella me da
una sonrisa distraída.
—Tu padre quiere que vuelvas a Chicago, así que ahí es donde te
llevaré. Obtuviste lo que querías, ahora tienes que volver a tus
sentidos.
—Lo sé. Pero mi Padre insiste en que regrese para hablar con él. Me
ha dado tiempo para hacer lo que tenía que hacer, pero ahora se le
está acabando la paciencia.
—Lo prometo.
Suspiro. —Es hora de irme. —Adamo presiona sus labios contra los
míos y me besa apasionadamente. Cuando se aparta y me suelta,
la expresión de Dima se ha oscurecido aún más.
Los ojos de Padre se tensan. —Tu lugar está aquí, con tu gente, con
tu familia.
Mis cejas se juntan. —Por supuesto que soy leal. Que quiera pasar
el año como piloto de carreras en territorio de la Camorra no
significa que no te sea leal. Te amo, Padre. Nunca te traicionaría.
La ira corrie por mis venas. —¿Me estás pidiendo que deje de ver a
Adamo?
Todavía…
Me quedo helada.
—¿Quieres que Adamo insista en estar contigo si Remo amenaza tu
vida por eso? ¿Morirías por una relación que tal vez ni siquiera dure
años?
—Regresaré —digo.
Sus ojos se clavan en los míos y luego aparta la mano —No volví
para la carrera de esta noche. No volveré a correr. siempre fue solo
un medio para un fin, y tú también lo eras. —Su voz vacila cuando
dice lo último.
—Mentirosa —gruño, acercándome de nuevo. No le permitiría poner
distancia entre nosotros, ni físicamente ni tampoco con palabras.
Habíamos pasado por demasiado. Ambos estábamos perseguidos
por demonios internos, demonios que sólo nosotros podíamos
entender. Tal vez habíamos nacido en diferentes lados, pero el
destino nos había unido porque estábamos destinados a ello,
porque nadie vería el mundo como nosotros—. Si solo fuera un
medio para un fin, no estarías aquí ahora mismo. Te habrías ido sin
una explicación o me habrías dejado por teléfono. Pero estás aquí,
Dinara. ¿Por qué?
—¿Tu gente? ¿La gente que quiere que te vistas como una versión
falsa de ti misma? Las personas que sólo conocen un lado, pero no
todos los aspectos de ti, no las partes oscuras que sólo yo puedo
ver.
—Adamo…
—Odio que leas a la gente tan bien —murmuro. Tenía razón, como
siempre.
—Asumo que se trata de Dinara. Tú y ella completaron su lista, por
lo que sus razones para estar juntos deben evaluarse nuevamente.
—¿Lo hizo ahora? —pregunta Remo con una voz que hace sonar
mis campanas de alarma.
—Planeas ir a Chicago.
—O morir.
—Está bien, tal vez Greta no fue el mejor ejemplo, pero Dinara no
tiene problemas para adaptarse a un nuevo entorno. Le encanta
vivir en el campamento conmigo.
—Sí.
—Tal vez puedas hablar bien por mí, si quieres que Dinara sea feliz
—bromeo
Dima me mira divertido. —Si Dinara aún no lo ha convencido,
definitivamente no puedo hacerlo. Y si crees que Grigory te
escuchará, entonces eres el mayor tonto que conozco.
Tal vez fuera una señal de falta de respeto a sus ojos. Remo habría
respetado a alguien que arriesgara su vida de una manera tan
suicida. Pero la forma de pensar de Remo es diferente a la de la
mayoría de la gente. Aun así, tenía la esperanza que Grigory se diera
cuenta de lo que esto significaba.
Esto no es divertido.
Joder.
Podría haberlo matado, pero más que eso, quería besarlo, abrazarlo,
y no dejarlo ir nunca. Estos dos últimos días sin él, pensando que
tal vez no lo volvería a ver, han sido un infierno. Apenas había
dormido por estar pensando si debía dejar Chicago para siempre y
volver con Adamo. Pero el miedo a la reacción de mi padre me ha
frenado. No quería arriesgar la vida de Adamo. Sin embargo, ahora
está aquí firmando su sentencia de muerte por mí.
—La línea entre una tregua que podría traerme la ira del Outfit y
un pacto de no agresión parece fugaz.
—No lo hizo —dice Adamo con una sonrisa ligera mientras rodea mi
cintura con sus brazos y me atrae contra él. ¿No se da cuenta de
los problemas que tiene?
—Todavía puede hacerlo.
—No, no lo hará.
—Quizá quiere darnos tiempo para que nos despidamos —digo. Sin
embargo, tiene que estar de acuerdo. A padre no le disgusta Adamo.
Es más de lo que me había atrevido a esperar.
—De todos modos, no quieres vivir en Las Vegas —dice Adamo con
suavidad.
Suspiro. —Tienes razón. Nunca me gustará ese lugar. No después
de lo que pasó. Aunque hayamos matado a los monstruos de mi
pasado, eso no elimina lo que pasó. Todavía está en mi cabeza.
—Lo sé. No viví tus horrores, pero incluso yo sigo teniendo de vez
en cuando pesadillas sobre mi secuestro y la tortura.
—Creo que saben que nunca quise eso. Incluso antes de conocerte,
vivo la mayor parte del año en el campamento. Prefiero la vida
nómada. Organizar las carreras es una parte del negocio que me
gusta tratar.
—Pero eso fue antes que descubrieras tu amor por la tortura. Estoy
segura que tus hermanos pueden utilizar tus nuevos talentos de
mejor manera.
—Si ese es el caso, ¿estás seguro que puedes vivir sin la emoción
de la sangre sin recurrir a las drogas para suavizar tu impulso —
Adamo lo piensa.
—Podríamos comprar una casa móvil para tener más espacio. Eso
nos permitiría crear un hogar para nosotros sin establecernos en
un lugar. Podríamos visitar Las Vegas de vez en cuando y, si tu
padre no quiere matarme, también podríamos visitar Chicago. De
lo contrario, tendremos que dividirnos para nuestras visitas
familiares.
Baja su boca a la mía una vez más, con su lengua separando mis
labios. Su mano en mi culo baja aún más hasta que sus dedos
acarician mi entrepierna. Gimo dentro de su boca y me pongo de
puntillas para permitirle un mejor acceso. Por supuesto, padre
eligió ese momento para volver.
—Padre —murmuro.
—Todo por ti, Katinka —dice en voz baja antes de besar mi sien.
—¿Así que estás diciendo que dirías que no si alguna vez te pidiera
que te casaras conmigo? —Le envío a Adamo una mirada de
advertencia mientras lo guio por el vestíbulo.
—No necesito cumplidos para tener sexo —dice Adamo en voz baja
antes de mordisquearme la garganta. Sus dedos acariciaron mis
pliegues, rozando mi piel sensible.
—No —jadeo.
—Pero sirve para algo. Es mejor ser temido que ser querido en el
negocio de la mafia.
—La gente del campamento acabará por calmarse cuando vean que
nada ha cambiado. Hasta entonces te será más fácil recuperar
puntos.
—No hay manera que pueda recuperar los puntos que perdí en las
últimas carreras, ni tú tampoco. Tendremos que pasar por las
carreras de clasificación la próxima temporada.
Me río. —No me digas. —Le paso el brazo por los hombros y ella
apoya su cabeza en el mío—. Es extraño pensar que éste será
nuestro hogar a partir de ahora.
Dinara se encoge de hombros. —Somos libres. No creo que haya
nada mejor en el mundo.
—Porque me amas.
Dinara deja escapar una risa sin ganas. —Creo que ser torturado
es bastante personal.
—No se trataba de mí, sino de Remo. Mi dolor fue una venganza por
las acciones de Remo, y si yo me vengo a su vez provocaría un nuevo
acto de venganza por parte del Outfit.
—No soy alguien que tenga una larga lista de fans. No soy una de
esas chicas dulces y sonrientes que todos quieren en su familia.
Pude oír a Gemma sisear algo ininteligible y algo que suena como
una bofetada. Savio se ríe.
—Sé que tienes todos los motivos para odiar a la Bratva, y Gemma
aún más, y por eso quiero preguntarte si te parece bien que lleve a
Dinara.
—¿Qué?
Dinara pone los ojos en blanco. —No necesito una polla para patear
culos en la pista de carreras.
—Eso es un consuelo.
Nunca he celebrado la Navidad en diciembre. No es que me gusten
mucho la fiesta en general. Siempre la he celebrado sólo por mi
padre y luego por mis medio hermanos.
—No somos una apuesta segura —digo con una sonrisa malvada—
. Pero ¿quién quiere seguridad cuando puede tener lo que tenemos
nosotros? —Agarro su cuello y lo atraigo contra mí para darle un
beso. Adamo me rodea con sus brazos.
Levanto las cejas ante el pequeño. Los otros dos niños se muestran
más comedidos, pero es evidente que también desconfían de mi
presencia. No se parecen a Nino. Supuse que son los hijos de Nino.
Adamo me mencionó que nunca había ido tan en serio con nadie
como para someterlo a la presencia de su familia. Que confiara en
mí lo suficiente como para traerme, me llena de calidez.
Kiara es una mujer preciosa y menuda, con los ojos más amables
que jamás he visto. Es alguien a quien habría imaginado como la
dócil esposa de un pastor, no un mafioso notorio e indudablemente
sociópata como Nino Falcone.
Remo enarca una ceja con esa mirada de oscura diversión que
siempre se le dibujaba en el rostro.
—Me gustaría ver el ballet Bolchoi algún día —dice una niña
pequeña con el mismo pelo negro y ojos oscuros que su gemelo
Nevio. Se llama Greta si recordaba bien las instrucciones de Adamo,
y parecía una preciosa muñeca con sus rasgos faciales simétricos,
sus grandes ojos y su piel de porcelana.
Adamo está hablando con Fabiano, pero me doy cuenta que está
escuchando a medias mi conversación con Gemma.
Después que Greta hace una breve actuación de ballet que Kiara
acompañó con el piano, Kiara empieza a recoger los platos. La
ayudo y llevo una pila de platos a la cocina. Me pregunto si Adamo
también le había mencionado alguna conversación. Me hizo sentir
incómoda. No me avergüenzo de mi pasado, pero prefiero que la
gente me juzgue por mis acciones actuales y no por algo que me
hicieron hace más de una década.
Le tomo la mano con una sonrisa. —Hemos llegado a los cinco años,
aunque pensabas que no lo haríamos. Creo que aún seguimos
amándonos con fuerza. Apostaría todo mi dinero a que llegamos a
los cincuenta años.
—Sé que aún no tienes treinta años, así que tu segundo requisito
no se cumple, pero no puedo esperar otros cinco años. Yo diría que
estamos listo para... —Rebusco en el bolsillo de mis vaqueros y saco
un envoltorio plateado de un chicle desechado.
Levanto el anillo un poco más alto. —Me temo que necesito una
respuesta.
Ella cierra los ojos un momento y cuando los vuelve a abrir, dice:
—Sí.
¿Por qué dije que sí? Durante mucho tiempo había estado en contra
del matrimonio, lo consideraba superfluo y restrictivo. La sola idea
de atarme a una persona así me había puesto nerviosa, pero cuando
Adamo me había hecho la pregunta, mi cuerpo no había
reaccionado con un sudor frío o una sensación de náuseas. Se
había sentido inexplicablemente bien. —Porque no puedo imaginar
vivir de nuevo sin ti, así que podríamos hacerlo oficial. Me doy
cuenta de que ya estamos comprometidos, y el matrimonio contigo
no significa que no podamos seguir siendo salvajes y de espíritu
libre.
—Creo que eso es lo más dulce que me has dicho nunca —bromea
Adamo.
Adamo sonríe. —Buen intento. Quiero una señal que eres mía para
que todos la vean.
Rodeo su cuello con mis brazos. —No hay anillo. Pero si tienes una
sugerencia mejor, podría estar abierta a ella.
—Perfecto.
Dinara me mira con pánico, así que hablé antes que mis cuñadas
llamaran a un organizador de bodas. —Dinara y yo no queremos
celebrar. Sólo queremos fugarnos y casarnos en alguna capilla de
por aquí. Nada del otro mundo.
Dinara asiente rápidamente. —Sí, esa es otra de las razones por las
que no queríamos darle importancia. Es sólo para nosotros.
Dinara se ríe.
—Creo que hay un paquete que podemos reservar que incluye fotos
e incluso un vídeo —dice Dinara—. Podría comprobarlo. —Saca su
teléfono pero Remo le hace un gesto para que no lo haga.
—¿Te gusta? —pregunto cuando no dice nada. Ella asiente con una
sonrisa lenta.
—No creo que ninguno de los dos sea ya muy sensible al dolor —
digo secamente. Había pasado por torturas a manos de nuestro
enemigo y por más huesos rotos de los que me importaba contar
durante peleas o accidentes de carrera. Y Dinara también había
vivido bastante mierda. Por no hablar que tenía un piercing en el
pezón, cosa que Nino por supuesto no sabe.
—Te daré una patada en el culo, Falcone —dice por encima del
rugido de los motores.
Dinara ganó el primer día, pero yo estaba justo detrás de ella para
que pudiéramos pasar la noche en el mismo lugar. Se había
convertido en nuestro precioso ritual.
Dinara pone los ojos en blanco. —Lo entiendo. Todos tenemos que
dormir incómodos para tener las mismas condiciones. —Quince
minutos después, los tres nos acurrucamos en nuestra tienda
compartida. Roman no se había despertado. Le admiraba por su
capacidad para dormirse en un santiamén y seguir durmiendo sin
importar lo que ocurriera a su alrededor. Con él entre nosotros,
Dinara y yo nos dormimos. Esto se había convertido en una
tradición para nosotros. Uno de nosotros siempre cedía y conducía
un poco más despacio para que el otro pudiera alcanzarlo y
pudiéramos tener tiempo en familia por la noche. Dinara y yo somos
competitivos, pero no corríamos para ganar. Corríamos porque era
nuestra vida.
—Lo hice, pero creo que prefiere ignorarlo. Una vez que Jurij y Artur
empiecen a darle nietos nos libraremos del problema.
Le envío una mirada que dejaba bien claro que eso no ocurriría.
Por encima de mi cadáver. Esta era una de las veces en las que
deseaba que Adamo y yo no hubiéramos pasado de nuestra
imprudencia. Adamo siempre bromeaba con que yo era
sobreprotectora, y tenía razón, pero no podía evitarlo.
Roman tira aún más fuerte de mi brazo y señala las llamas con su
mano libre. —¡Quiero ver el fuego!
—Puedes verlo desde aquí —digo, y luego me vuelvo hacia Adamo—
. Ojalá fuera menos imprudente.
Adamo levanta las manos, con las palmas hacia mí. —Muy bien. —
Como siempre, la visión de su llave tatuada me calienta el corazón.
Pronto Adamo me rodea con sus brazos una vez más, atrayéndome
contra él, y hacemos el amor. Las estrellas se vuelven
insignificantes cuando nuestras miradas se cruzan. No miramos a
ningún sitio más que al otro hasta que nos corremos y nos
tumbamos en el capó, envueltos el uno en el otro, con mi pierna
sobre la cadera de Adamo.
—Supongo que fue bueno que no nos hayamos cruzado durante ese
tiempo.
—Me alegro que nos hayamos conocido. No puedo imaginar la vida
sin ti en ella.
Acerco aún más mi rostro al suyo. —Cada día desde que estás en
mi vida ha sido mejor que cualquier día antes de conocernos.
FIN
Por favor, deja un comentario. Los lectores como tú ayudan a otros
lectores a descubrir nuevos ¡libros!
Mafia Standalones:
Sweet Temptation
Fragile Longing
Sobre la Autora
Cora vive en Alemania con un lindo pero loco Bearded Collie, así como
con su hombre guapo pero loco. Cuando no pasa sus días soñando libros
sexys, planea su próximo viaje de aventura o cocina platos demasiado
picantes de todo el mundo.
Glosario
Esta no es una lista completa de todos los personajes en mi mundo de
mafia; solo los más importantes que destacan en este libro. Algunas
explicaciones podrían estropear partes posteriores de este libro.